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1 ¿Cuánto se paga en Pago Chico? La circulación de arte en Bahía Blanca (1928-1940) Diana Itatí Ribas Fortín en tiempo de la guerra de indios, Pago Chico había ido cristalizando a su alrededor una población heterogénea y curiosa, compuesta de mujeres de soldados chinas-, acopiadores de quillangos y plumas de avestruz, compradores de sueldos, mercachifles, pulperos, indios mansos, indiecitos cautivos presa preferida de cuanta enfermedad endémica o epidémica vagase por allí. [...] Mas cuando los indios quedaron reducidos a su mínima expresión –“civilizados a balazos”– la comarca comenzó a poblarse de “puestos” y “estancias” que muy luego crecieron y se desarrollaron, fomentando de rechazo la población y el comercio de Pago Chico, núcleo de toda aquella vida incipiente y vigorosa. Roberto J. Payró 1 Esta pesquisa comienza en 1928 con el Centenario de la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina en una bahía ubicada a 700 km al sur de Buenos Aires. Esos festejos promovieron una circulación de obras y de artistas de una magnitud extraordinaria para una localidad que era considerada una “ciudad fenicia” y reforzaron el vínculo entre Emilio Pettoruti y la agrupación local “Índice”. Las dimensiones políticas y económicas anudadas en esa encrucijada fueron modificando su signo durante los años siguientes. Su entrecruzamiento con las cuestiones artísticas permite reconocer un mapa cada vez más complejo y dinámico durante la década del treinta, caracterizado por la imbricación entre estructuras institucionales y redes sociales así como por el debate en torno a la integración nacional o la afirmación de la autonomía local. En esa tensión, se produjo la configuración inicial del campo artístico en esta ciudad de provincia y la difusión de los nuevos lenguajes plásticos. Las exposiciones del Centenario El Centenario de Bahía Blanca fue un momento de balance que unió en una misma tradición la expedición militar que había erigido el 11 de abril de 1828 la Fortaleza Protectora Argentina con su “segunda fundación” 2 . Benigno Lugones, el periodista del diario porteño La Nación, había sintetizado con estas últimas palabras las grandes transformaciones operadas desde que la “campaña al desierto” del Gral. Roca había creado las condiciones de posibilidad para que el capitalismo británico construyera un nudo ferro- portuario. Las expectativas de que se convirtiera en el puerto más grande del mundo desde donde salieran hacia el océano Atlántico los productos provenientes de las áreas ubicadas sobre el Pacífico, habían convertido a la localidad en la “California del Sur”, una torre de Babel habitada por algunos migrantes internos y muchos inmigrantes europeos 3 . 1 Roberto J. Payró, Pago Chico y Nuevos cuentos de Pago Chico, Buenos Aires, Colihue, 1994, p.31. 2 Benigno Lugones, “Una excursión al sur; la vida en Bahía Blanca”. La Nación. Buenos Aires, año 14, 3754, 13 marzo 1883, p. 1. 3 Ver Diana Itatí Ribas, Del fuerte a la ciudad moderna: imagen y autoimagen de Bahía Blanca, tesis doctoral inédita, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur, 2008.

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    ¿Cuánto se paga en Pago Chico? La circulación de arte en Bahía Blanca (1928-1940)

    Diana Itatí Ribas

    Fortín en tiempo de la guerra de indios, Pago Chico había ido cristalizando a su alrededor

    una población heterogénea y curiosa, compuesta de mujeres de soldados –chinas-,

    acopiadores de quillangos y plumas de avestruz, compradores de sueldos, mercachifles,

    pulperos, indios mansos, indiecitos cautivos –presa preferida de cuanta enfermedad

    endémica o epidémica vagase por allí.

    [...] Mas cuando los indios quedaron reducidos a su mínima expresión –“civilizados a

    balazos”– la comarca comenzó a poblarse de “puestos” y “estancias” que muy luego

    crecieron y se desarrollaron, fomentando de rechazo la población y el comercio de Pago

    Chico, núcleo de toda aquella vida incipiente y vigorosa.

    Roberto J. Payró 1

    Esta pesquisa comienza en 1928 con el Centenario de la fundación de la Fortaleza

    Protectora Argentina en una bahía ubicada a 700 km al sur de Buenos Aires. Esos festejos

    promovieron una circulación de obras y de artistas de una magnitud extraordinaria para una

    localidad que era considerada una “ciudad fenicia” y reforzaron el vínculo entre Emilio

    Pettoruti y la agrupación local “Índice”.

    Las dimensiones políticas y económicas anudadas en esa encrucijada fueron

    modificando su signo durante los años siguientes. Su entrecruzamiento con las cuestiones

    artísticas permite reconocer un mapa cada vez más complejo y dinámico durante la década

    del treinta, caracterizado por la imbricación entre estructuras institucionales y redes sociales

    así como por el debate en torno a la integración nacional o la afirmación de la autonomía

    local. En esa tensión, se produjo la configuración inicial del campo artístico en esta ciudad

    de provincia y la difusión de los nuevos lenguajes plásticos.

    Las exposiciones del Centenario

    El Centenario de Bahía Blanca fue un momento de balance que unió en una misma

    tradición la expedición militar que había erigido el 11 de abril de 1828 la Fortaleza

    Protectora Argentina con su “segunda fundación”2. Benigno Lugones, el periodista del

    diario porteño La Nación, había sintetizado con estas últimas palabras las grandes

    transformaciones operadas desde que la “campaña al desierto” del Gral. Roca había creado

    las condiciones de posibilidad para que el capitalismo británico construyera un nudo ferro-

    portuario. Las expectativas de que se convirtiera en el puerto más grande del mundo desde

    donde salieran hacia el océano Atlántico los productos provenientes de las áreas ubicadas

    sobre el Pacífico, habían convertido a la localidad en la “California del Sur”, una torre de

    Babel habitada por algunos migrantes internos y muchos inmigrantes europeos3.

    1 Roberto J. Payró, Pago Chico y Nuevos cuentos de Pago Chico, Buenos Aires, Colihue, 1994, p.31.

    2 Benigno Lugones, “Una excursión al sur; la vida en Bahía Blanca”. La Nación. Buenos Aires, año 14, n°

    3754, 13 marzo 1883, p. 1.

    3 Ver Diana Itatí Ribas, Del fuerte a la ciudad moderna: imagen y autoimagen de Bahía Blanca, tesis doctoral

    inédita, Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur, 2008.

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    Durante los últimos cincuenta años, entonces, el “Liverpool Argentino” había

    comenzado a ser un elemento clave que facilitaba la inserción de la Argentina en el

    mercado internacional como país productor de materias primas. Al mismo tiempo, como

    Buenos Aires y Rosario, había comenzado a ser considerada una “ciudad fenicia”. Esta

    imagen que cuestionaba la priorización de los intereses económicos por sobre los

    culturales, hacia 1928 se había extendido entre los intelectuales bahienses sin distinción de

    banderías partidarias.

    La organización simultánea de dos muestras de arte como parte de los festejos debió

    constituir, por lo tanto, un fuerte impacto para los habitantes de esa ciudad del Interior y

    para la extraordinaria cantidad de personas de la región que acudieron a ella durante la

    semana de fiesta. Ese público masivo y heterogéneo estuvo disperso en múltiples

    actividades y seducido, además, por otros atractivos visuales. Por un lado, el Panorama de

    Bahía Blanca pintado por Augusto C. Ferrari involucraba a los espectadores en una

    estructura circular que representaba la Fortaleza Protectora Argentina. Por otra parte, el

    espacio público había adquirido un protagonismo inusual, ya que no sólo los edificios

    estaban muy adornados y las vidrieras de los negocios especialmente preparadas, sino que

    también se produjo una verdadera “estatuamanía”4. En efecto, si hasta ese entonces la

    ciudad sólo contaba con la estatua ecuestre de San Martín ubicada en el periférico Parque

    de Mayo en 1910, para el Centenario local los ingleses adquirieron visibilidad mediante la

    inauguración de una fuente en la plaza principal. Siguiendo su modelo, los israelitas, los

    italianos y los libaneses estuvieron presentes mediante monumentos que daban cuenta del

    carácter cosmopolita de la localidad.

    A pesar de que las dos exposiciones artísticas debieron competir con presencias

    visuales más atractivas y/o más imponentes, fueron ampliamente comentadas por el

    periodismo. Las disputas políticas acentuadas por las elecciones presidenciales efectuadas

    la semana anterior y por las divisiones internas dentro del radicalismo se filtraron en las

    notas.

    Los diarios oficialistas destacaron, sobre todo, la muestra que formaba parte de la

    Exposición Industrial ubicada en los pabellones del Policlínico, hospital recientemente

    construido por el gobierno provincial, que fue habilitado después de los festejos5. La Nueva

    Provincia dejó registrado que “a la infinidad de visitantes, hay que agregar ahora un

    considerable número de adquirentes de obras artísticas de gran mérito”6. El Atlántico, al

    mismo tiempo, destacó el hecho de que buenos artistas hubieran querido venir a Bahía

    Blanca a presentar sus obras, rompiendo con la indiferencia desdeñosa hacia los ambientes

    nuevos y puso en la voz de uno de ellos –sin indicar su nombre- que se trataba de una

    4 Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 3, 8 octubre 1927, p. 1.

    “Comentarios. Estatuamanía”.

    5 Hoy Hospital Interzonal General de Agudos “Dr. José Penna”. Ante la imposibilidad de que el Hospital

    Municipal creado en 1889 satisficiera las necesidades de la población, el gobernador radical Valentín

    Vergara, que había sido intendente de la ciudad en 1911, inició la construcción de este nosocomio con

    veintiún cuerpos de edificios. Habilitado el 28 de abril de 1928, la inauguración oficial se hizo el 27 de abril

    de 1930.

    6 La Nueva Provincia. Bahía Blanca, año 30, n° 10084, 19 abril 1928, p. 11.

  • 3

    totalidad difícil de ver agrupada en Buenos Aires7. Si se considera que el Jurado también

    aseguró en su dictamen que el conjunto era muy superior a los salones anuales que se

    habían efectuado hasta entonces en la Capital Federal, se advierte la existencia de sectores

    con una clara voluntad de jerarquizar lo local, representación que, por otra parte, excedía

    las cuestiones artísticas y constituía una constante en la historia bahiense8.

    El bisemanario conservador El Régimen, en cambio, consideró que si bien la

    muestra era apreciable y excelente “para una ciudad como la nuestra”, no superaba los

    salones metropolitanos ni tenía por qué compararse ya que se trataba de un anexo a una

    exposición industrial. Criticó que el certamen había sido organizado a último momento por

    la Comisión Oficial del Centenario y la falta de conocimientos específicos del jurado

    integrado por el abogado Manuel Bermúdez, el químico Alberto Rabino, el cerealista y

    concejal radical Moisés Tapiero, el constructor y concejal del Partido Conservador Antonio

    Gerardi y el arquitecto Ernesto Guiraud, que en ese entonces estaba a cargo de la

    construcción del nuevo edificio de la Asociación Bernardino Rivadavia (ABR). Con ironía

    este periódico señalaba que en “la ciudad aldeana” estos profesionales se habían remontado

    a la altura de Martín Noel, de Pío Collivadino, de Cupertino del Campo, de José León

    Pagano, de Irurtia, “a quienes dejaron chiquitos”. Además, comentó burlonamente que el

    sector artístico había quedado ubicado en “la sala del crimen (la morgue)” del Policlínico9.

    No se publicaron fotografías ni del salón ni de las obras en ninguno de los

    periódicos locales, mientras que sí fueron registrados los otros espacios ocupados por las

    distintas empresas que integraron la Exposición Industrial. Esa gran exhibición de arte debe

    ser pensada, entonces, más allá de lo específicamente cultural, en el cruce de dos tensiones:

    por un lado, el debate acerca de la integración nacional o la reafirmación de lo local y, por

    otro, en la ausencia de fronteras entre las cuestiones artísticas y los intereses político-

    económicos. Esta doble problemática quedó plasmada también en la estructuración de la

    muestra, ya que los pintores locales fueron colocados en una categoría diferencial que

    posibilitó que cuatro de los cinco participantes pudieran ser premiados, a pesar de que el

    dinero otorgado equivalía a una cuarta parte del asignado a las demás secciones.

    La mayor parte de las obras (86) habían sido enviadas desde Buenos Aires: sólo

    cinco artistas habían señalado La Plata como lugar de procedencia y otros cuatro extendían

    el mapa plástico hasta Rosario, Entre Ríos, Mendoza y el pequeño pero cercano Tres

    Arroyos. Una segunda lectura permite advertir la superposición de una cartografía más

    compleja con migraciones previas de artistas provincianos hacia la Capital –como Gramajo

    Gutiérrez, por ejemplo- y de artistas europeos que se habían radicado en nuestro país: los

    españoles Juan Peláez, Pascual Ayllón y los italianos Troiano Troiani, Víctor Cúnsolo, Juan

    7 El Atlántico. Bahía Blanca, año 9, n° 3036, 18 abril 1928, p.7.

    8 Bahía Blanca aspiraba a ser capital de provincia y reunir de esa manera su potencial económico con el poder

    político. En el siglo XIX esa representación tomó forma en la imagen “Nueva York de Sudamérica” y,

    posteriormente, en el nombre del periódico La Nueva Provincia, fundado en 1898. En esos momentos, además, el periódico local El Censor comentó que, si bien la Comisión Oficial del Centenario estaba

    integrada por “elementos de todos los sectores políticos”, una vez pasados los festejos constituirían un partido

    político comunal, con el objetivo de priorizar la administración y prescindir de la dependencia a los grandes

    partidos de carácter nacional. (El Censor. Bahía Blanca, año 22, n° 5868, 2 abril 1928, p.4).

    9 El Régimen; bisemanario político, satírico y de actualidad. Bahía Blanca, año 11, n° 929, 21 abril 1928, p.

    1. “Macarrónico. El fallo del jurado de arte”.

  • 4

    del Prete, Saverio Caló y José Vian. A su vez, otros recorridos fueron plasmados en los

    títulos de las obras: si la madera tallada “Niño del Cuzco” de Luis Perlotti y los cuadros

    “Paisaje de Bolivia” de José Malanca y “Pueblo boliviano” de Adolfo Montero,

    demostraban viajes por Latinoamérica, los óleos “Costa cantábrica” y “Vasconia” de

    Ernesto Riccio y tres paisajes de Mallorca de Gregorio López Naguiel remitían a Europa.

    Asimismo, quedaron registrados desplazamientos internos, como en el caso de “Serranía

    cordobesa” de Atilio Malinverno, y desde las ciudades de provincia hacia comarcas

    cercanas, como en el temple “Sierra de Curamalán” de Juan Carlos Miraglia.

    “Atorrantes” (1924, 29.8x59 cm.) de Adolfo Bellocq

    Primer premio en la categoría grabado en madera,

    en la Exposición de Arte organizada para el Centenario de Bahía Blanca (1928) Colección Museo Sívori, Buenos Aires.

    En ese conjunto heterogéneo se encontraban también las máximas autoridades del

    campo artístico capitalino en ese momento –Carlos Ripamonte, Pío Collivadino y

    Cupertino del Campo10

    – y lo que un periodista denominó “las nuevas escuelas con sus

    deformaciones de la naturaleza”. El análisis de lo expuesto permite suponer que esta

    referencia quizás estuviera dirigida a Spilimbergo, que estaba presente con “Paisaje andino”

    y “Vieja puyutana”, o a “Bañantes” de Alfredo Guttero, recién llegado desde Europa. Los

    que serían luego sus compañeros del taller en el Palacio Barolo –Forner, Bigatti,

    Domínguez Neira– y del Prete aún no habían viajado a París, por lo que las obras

    presentadas por estos artistas no ofrecían los rasgos innovadores que incorporarían más

    adelante.

    Simultáneamente, una “Exposición de artistas locales” fue organizada también en

    muy poco tiempo por un grupo de intelectuales y artistas autodenominado “Índice”. En este

    10

    El Jurado dejó fuera de concurso las obras de estos tres artistas con peso institucional. La presencia de Cupertino del Campo se presenta como clave en el establecimiento del contacto que permitiera la

    organización de la muestra, en tanto a fines de 1927 había apadrinado la creación de la filial local del Rotary

    Club en su carácter de Presidente del Rotary Club Buenos Aires. Fueron elegidos el Dr. Francisco Cervini

    como Presidente, el Ing. Francisco Marseillán como Vicepresidente, Prudencio Cornejo como secretario.

  • 5

    caso, fue integrada a la Exposición de la Habitación, organizada por el Estudio del

    ingeniero Francisco Marseillán para demostrar la capacidad industrial, comercial y

    constructiva de Bahía Blanca. La temática nucleadora de este conjunto ponía en diálogo a

    los cuadros y esculturas con materiales de construcción, muebles, etc. y les otorgaba un

    carácter decorativo.

    La prensa elogió unánimemente este Salón y destacó tanto el carácter localista como

    el valor de esos hombres con aspiraciones artísticas, que vencían las dificultades e

    indiferencia del ambiente. No cuestionó la falta de idoneidad del Jurado constituido por

    Eusebio Clar y el Presidente de la Corporación de la Industria y del Comercio local, Pedro

    Claisse, en tanto estuvieron acompañados por algunos de los integrantes de “Índice”: el

    ingeniero civil Luis María Heres; el poeta, abogado y concejal radical Orlando Erquiaga y

    el músico Tobías Bonesatti, que dirigía la publicación de la revista quincenal homónima. Se

    destacó, además, que la presidencia había sido ejercida por un referente específico: el pintor

    Emilio Pettoruti.

    Los periódicos enfatizaron que se hubieran podido seleccionar 49 obras en el ámbito

    local. El primer premio fue otorgado a Juan Carlos Miraglia11

    , artista que también obtuvo

    ese galardón en la sección destinada a la pintura local en la otra exposición.

    El Centenario de la fundación de Bahía Blanca constituyó, entonces, un nudo

    convergente que posibilitó la circulación de producciones plásticas metropolitanas así como

    la formación de un incipiente mercado artístico. Además, por lo menos tres artistas viajaron

    especialmente para los festejos. En relación con el ámbito oficial, llegó José Fonrouge,

    autor de un cuestionado retrato del fundador de la Fortaleza Protectora Argentina encargado

    por la Comisión Oficial del Centenario12

    . Por otro lado, el pintor Américo Panozzi, de

    regreso desde Bariloche, agregó tres cuadros –un paisaje y dos figuras de indígenas– a la

    exhibición del Policlínico. Finalmente, como representante de la vanguardia, Emilio

    Pettoruti fascinó al grupo de jóvenes autodenominado “Índice”:

    Alguien asegura que ha estado entre nosotros este admirable espíritu que se llama Emilio

    Pettoruti. El asombro persiste aún en todos nosotros. Asombro de lo inesperado. Asombro de lo

    que creíamos lejos y que jamás vendría hacia nosotros. Esa seguridad es forzoso darla por

    buena. Pettoruti vino. Vino como un soplo de cosas nuevas, de inquietud, de vida, de arte. Y se

    ha ido ya. Pocos saben por qué se ha ido. Pero estos lo saben bien. ¿Volverá? 13

    11

    J.C. Miraglia nació en Azul en 1900, pero sus padres residían en Bahía Blanca desde 1894. La familia

    regresó a Italia en 1902. En 1912 –después del fallecimiento de su madre– el padre y los tres hermanos

    volvieron a Bahía Blanca. Inició su formación con Juan Ferraro en 1914. A partir de 1920 residió durante temporadas en Buenos Aires, en donde tomó clases con Atilio Malinverno. Ver: Walter Caporicci y Enrique

    Horacio Gené: Miraglia. Meditación en torno de la vida y los tiempos creativos de un artista integral. Buenos

    Aires, Arte al Día, 2010.

    12 El cuadro fue considerado un fraude económico en tanto en lugar de Ramón Estomba se habría tratado de

    una copia del de Mortier efectuado por Leviriere, existente en el museo de Versalles. Con el título “La prueba

    del fraude iconográfico” se reprodujeron ambas imágenes (Ver: El Siglo; diario regional del sur. Bahía

    Blanca, año 12, n° 5587, 6 abril 1928, p. 4). El tema también fue tratado por este mismo periódico el 18 y el

    22 de abril de 1928 y por El Régimen; bisemanario político, satírico y de actualidad. Bahía Blanca, año 11,

    n° 926, 7 abril 1928, p. 2.

    13 Índice; Revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 15, 18 abril 1928, p.2.

  • 6

    Palabras enigmáticas, coyunturales, que escapan a una posible interpretación en este

    rompecabezas incompleto. Lo cierto es que su influencia se vio reflejada en varios

    aspectos.

    Redes de papel

    ¿Cómo había llegado Emilio Pettoruti a ser la figura clave del jurado de la

    exposición de arte local? El violinista Tobías Bonesatti, procedente de La Plata, se había

    radicado en la ciudad al ser contratado por Luis A. Bilotti como profesor para el

    conservatorio privado que dirigía y se había convertido en un activo promotor cultural14

    .

    Desde 1927, había comenzado a dirigir la revista quincenal Índice, emergente editorial de

    la agrupación que, con el mismo nombre, había nucleado a algunos intelectuales y a los

    artistas Juan Carlos Miraglia y Alfredo Masera.

    El escritor local Juan Carlos Zuloaga señaló en su artículo “Cien años de vida

    intelectual” que “ante la indiferencia aplastadora de una enorme mayoría que solo vive para

    el mejor negocio” y la falta de apoyo de aquellos que por sus actividades deberían haber

    auspiciado a la agrupación, los jóvenes integrantes de “Índice” consiguieron la

    colaboración de “algunos buenos amigos platenses y de Buenos Aires”15

    .

    Se estrecharon así los vínculos literarios y artísticos con la capital provincial, con la

    cual ya existían previamente fluidas relaciones. Por ser la ciudad más elegida por los

    habitantes de Bahía Blanca a la hora de seguir una carrera universitaria, vivían allí

    temporariamente varios estudiantes16

    . Asimismo, el Consejo Directivo de la Biblioteca

    Rivadavia acudía de manera continua a las autoridades de las distintas facultades

    solicitando conferencistas y sugerencias bibliográficas.

    En la sección “Nuestros artistas” de la revista, ya a fines de noviembre de 1927 se

    había presentado a Emilio Pettoruti en una nota a doble página con cuatro ilustraciones. En

    la primera, fueron contrapuestos los retratos de “Carolita” y “El poeta Alberto Hidalgo”,

    mientras que en la segunda la fotografía del pintor17

    fue alineada con “La canción del

    pueblo”. La factura realista del primer cuadro ponía en evidencia el parecido fisonómico

    14

    El libro Las ventanas de Tobías Bonesatti fue presentado en la primera Exposición del Libro en Argentina (Teatro Cervantes, Buenos Aires, septiembre 1928), junto con otras producciones bahienses.

    15 Índice; Revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 15, 18 abril 1928, p.21.

    16 Entre los posibles lectores de ese circuito de revistas deben sumarse también los universitarios platenses, ya

    que en el n° 19 de Índice, correspondiente al 9 de junio de 1928, se mencionó, entre otras publicaciones

    literarias, que dejaba de editarse “Valoraciones”, la revista del grupo de estudiantes “Renovación” de

    Humanidades de La Plata y que comenzaría a salir “Don Segundo Sombra”, del Centro de Estudiantes de la

    Facultad de Humanidades de La Plata. De esta manera se mencionaban algunas de las ediciones de los grupos

    estudiantiles que “unían su predilección por la lectura reflexiva de los autores clásicos y la crítica al

    positivismo, con el compromiso político activo defendiendo los postulados reformistas”. Ver: Gustavo

    Vallejo, El culto de lo bello. La universidad humanista de la década del ´20, p. 122. Documento electrónico:

    http://www.educ.ar, acceso 01 de noviembre de 2009.

    17 Tal como señala María Isabel Baldasarre, la presencia de fotografías con el retrato de los artistas ejerció un

    importante control a la hora de construir la imagen que sobre ellos iba a circular públicamente al tiempo que

    comenzó a delinear la figura del artista profesional. Ver: María Isabel Baldasarre: “La imagen del artista. La

    construcción del artista profesional a través de la prensa ilustrada”, en Malosetti Costa, Laura y Marcela Gené

    (comp.): Impresiones porteñas: imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires. Buenos Aires,

    Edhasa, 2009, pp. 47-80.

    http://www.educ.ar/

  • 7

    existente entre la modelo –la hermana del artista– y el rostro registrado por la cámara. Al

    mismo tiempo, la tensión visual generada en torno al binomio figuración/abstracción

    establecida con las otras dos pinturas argumentaba a favor de una elección estética y se

    anticipaba a las posibles críticas en cuanto a una incapacidad técnica. La simultaneidad

    estilística fue resuelta desde lo discursivo con un doble anclaje –“es un clasicista y es un

    futurista”– y mediante la afirmación de que “la obra de un artista –de un gran artista– debe

    ser cambiante como la vida”18

    .

    Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria.

    Bahía Blanca, año 1, n. 6, 26 noviembre 1927, pp. 8-9.

    La defensa de la pintura de Pettoruti fue planteada en el número siguiente de Índice

    mediante un párrafo ubicado en la primera página bajo el título general “Marginario”. Con

    la firma R.G., se hizo hincapié en la autonomía del arte moderno y se desplazó el problema

    de su incomprensión a la falta de educación estética así como a la mentalidad economicista

    imperante: “muchos han de pestiferar y proferir sandeces contra este afán de síntesis: “Una

    manzana, dirán, es una manzana, sin pensar que en pintura una manzana es un elemento de

    color y forma. Este criterio lo condenarán, sobre todo, aquéllos para quienes una docena de

    manzanas es un peso”19

    .

    La articulación discursivo-visual como modo de presentación de los nuevos

    lenguajes artísticos puede advertirse también en marzo de 1928, cuando el Manifiesto

    Futurista –enviado por “nuestro gran amigo y gran artista, don Emilio Pettoruti, tan

    estrechamente vinculado en el mundo artístico europeo, y sobre todo con los ases de las

    tendencias vanguardistas” 20

    y traducido por Tobías Bonesatti–, se puso en diálogo con la

    18 Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 6, 26 noviembre 1927, pp.

    8-9.

    19 Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 7, 10 diciembre 1927, p. 1.

    20 Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 14, 24 marzo 1928, p. 3.

  • 8

    reproducción del cuadro “Alrededores de París”, del pintor Domingo Candía. En las

    páginas siguientes Mario Tozzi remarcó, en una nota titulada “Los pintores modernos”, que

    el impresionismo había desaparecido, “al menos en los grandes centros de arte”21

    .

    La actualización acerca de las “últimas corrientes artísticas” se efectuó con dos

    notas de carácter general firmadas por el pintor platense y por Alberto Candiotti22

    y

    mediante la difusión de la obra de algunos artistas. Una nota de Pedro Courthion presentó a

    André Lothe como uno de los pintores franceses modernos más completos. Pettoruti, por su

    parte, escribió sobre los italianos Aldo Bandinelli, Arturo Ciacelli, Elsa Strom de Ciacelli y

    los futuristas Gino Severini y Enrique Prampolini, a quienes calificó como “extremistas”.

    Otros artículos suyos fueron dedicados a los argentinos Antonio Pedone y Alejandro Xul

    Solar, señalando sus estadías en Europa. Los viajes fueron mostrados como un medio de

    legitimación, de aprendizaje y de contacto con los centros de producción de avanzada. La

    visita de Pettoruti a Brasil sirvió, además, para presentar la relación de las tendencias

    modernas cariocas y paulistas con la “escuela francesa” y enfatizar que el intercambio entre

    los pueblos de América llevaría a una efectiva solidaridad23

    .

    Por otra parte, la revista destacó a “Boliche de arte” y a la “Asociación Amigos del

    Arte” como las dos únicas “muestras argentinas” que existían en Buenos Aires. Con

    respecto a la primera institución señaló que había sido gestada con fines absolutamente

    ajenos a propósitos comerciales por la iniciativa de Pettoruti y del crítico de arte Leonardo

    Staricco como continuador. Explicaba a los lectores que se trataba de una especie de “Salón

    de los Independientes”, en donde se efectuaban anualmente no menos de cinco

    exposiciones, colectivas e individuales. Allí, estaban representados todos los nuevos

    valores plásticos del arte nacional, americano y europeo, que recibían “una compensación

    merecida y halagadora de público y de adquisiciones”24

    . Enumeraba luego los artistas

    europeos y argentinos que utilizaban su sala gratuitamente.

    Una carta escrita por Leonardo Staricco al pintor vanguardista confirma la

    existencia de un vínculo directo con Bonesatti25

    . En ella le comentaba que había recibido la

    revista bahiense y que le había gustado la reproducción de una “linda composición de la

    señora” de Ciaccelli que no había visto anteriormente. Este testimonio da cuenta de la

    importancia que tuvieron las revistas en la circulación de imágenes. En este sentido, las

    modernas viñetas efectuadas por Pettoruti y editadas por Índice constituyeron un vehículo

    más para la difusión de los nuevos lenguajes entre los lectores. Esos pequeños cuadritos

    con una alta dosis de abstracción, en los que se destaca la composición estructurada a partir

    del equilibrio entre planos y texturas visuales, fueron ubicados por Juan Carlos Miraglia –el

    diseñador de la publicación– en algunas páginas a modo de cierre.

    21

    Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 13, 10 marzo 1928.

    22 Con el título “Neoclasicismo y nacionalismo” Pettoruti hizo hincapié sobre la originalidad del arte

    moderno, mientras que Alberto M. Candioti escribió un panorama acerca de “La pintura de vanguardia”. Ver:

    Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 1, n° 7, 10 diciembre 1927.

    23 Índice; Revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 2, n° 24, 15 octubre 1928, p.4.

    24 Índice; revista quincenal de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 2, n° 18, 26 mayo 1928, p. 1.

    25 En la carta enviada a E. Pettoruti el 2 de agosto de 1928, L. Starico señaló también que Bonesatti le habría

    comunicado que no se realizaría una conferencia que estaba prevista y que la revista dejaría de salir debido a

    la falta de cohesión en el grupo dirigente. Archivo Fundación Pettoruti.

  • 9

    El intercambio de revistas culturales ampliaba la circulación de información e

    imágenes y extendía su influencia al campo literario, íntimamente ligado en esos momentos

    al de la plástica. Así, puede leerse en la sección “Revistas recibidas” de La Gaceta del sur

    de agosto de 1928 la recepción de ese mismo número 22 de Índice que también había

    llegado a las manos de Staricco: “Poco material original, a excepción de una nota de

    divulgación de los pintores Arturo Ciacelli y Elsa Strom de Ciacelli, firmada por Emilio

    Pettoruti, en grabados, un cuento de Oscar Cerrutto, versos de Espinosa Bravo y notas de la

    Dirección."26

    Por otra parte, en septiembre, Índice reprodujo un comentario de la

    publicación rosarina que daba cuenta de que el intercambio existía, si bien era vivido como

    poco fluido: En las ciudades de Córdoba, Santa Fe, Catamarca, Tucumán, Bahía Blanca y Mendoza, existen

    centros culturales semejantes a los que hay en Buenos Aires y debiera haber aquí. De ellos

    suelen llegarnos noticias perdidas, y alguna revista aislada, demostraciones de que tales centros

    no están relacionados entre sí, que constituyen organismos aislados, lo que es una lástima. Si se

    lograra reunir esas fuerzas dispersas, sería cuestión de intentar grandes movimientos de

    irradiación de cultura, y se extendería el eco de la palabra argentina. Enfermedad de ignorarnos

    mutuamente es la que padecemos […] El empaque y el narcisismo literario o artístico, aíslan a

    muchos artistas y, sobre todo a no pocos escritores. El hermetismo sistemático de nuestros

    escritores y poetas es un peligro para esa noble y necesaria finalidad que apunta tan

    abiertamente “La Gaceta del sur”27

    .

    Índice también mencionó la recepción de otras publicaciones argentinas como

    Nosotros, Áurea, Orientación, Babel, Renovación. Asimismo, del número correspondiente

    al mes de julio de Der Sturm, señalando que la revista de vanguardia publicada en Berlín y

    dirigida por “nuestro colaborador Herwarth Walden”, era una de las más inquietas y

    avanzadas.

    La circulación artística a fines de los años veinte también debe pensarse, entonces,

    en el cruce de las redes sociales con instituciones informales como “Índice” y el “Boliche

    de arte” así como también ligada a otros tránsitos vehiculizados mediante las publicaciones

    periódicas. Estas últimas fueron, sin dudas, uno de los canales en donde el lenguaje

    vanguardista también libró sus batallas simbólicas, por lo que sus circuitos constituyeron

    recorridos de expansión y difusión del arte moderno.

    Corto circuito en el Salón

    Una vez disuelto el grupo “Índice”, Miraglia y otros artistas formaron una nueva

    agrupación denominada “La Peña”, que organizó varios salones artísticos en los años

    inmediatamente posteriores al Centenario. El éxito logrado hizo pensar en darle continuidad

    institucional.

    En el ámbito municipal, la división del radicalismo en tres líneas había posibilitado

    que el conservador F. Ayestarán asumiera como intendente. Durante su gestión y por

    iniciativa de un concejal del mismo partido, Francisco Berardi, se constituyó en 1930 la

    Comisión Municipal de Bellas Artes (CMBA). Este organismo ad honorem estuvo

    26

    La Gaceta del Sur. Rosario, n°6, agosto 1928, p.8.

    27 Índice, Revista de cultura artística y literaria. Bahía Blanca, año 2, n° 23, 15 septiembre 1928.

  • 10

    presidido por Enrique Cabré Moré28

    y secundado por el concejal conservador Antonio

    Gerardi como secretario. Como vocales fueron nombrados el abogado Francisco Cervini29

    y

    los escribanos Alfonso Sica Bassi y Eduardo Palavecino.

    Este grupo de notables organizó el I Salón Anual para 1931, haciendo coincidir la

    inauguración con el 103 aniversario de la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina30

    .

    El 2 de agosto de ese mismo año fue creado el Museo de Bellas Artes (MMBA) que, como

    el de Rosario, dependía del poder municipal. Para ese entonces contaban también con

    instituciones plásticas estatales las siguientes capitales de provincia: Santa Fe, Paraná,

    Tucumán, Córdoba, Corrientes, Mendoza y La Plata.

    El reglamento del certamen oficial bahiense evidencia un fuerte localismo, ya que

    limitaba la presentación de obras a los artistas con más de un año de residencia en la

    ciudad. Frente a otros centros que, siguiendo el modelo del Salón Nacional de Buenos

    Aires, restringieron la premiación a los argentinos, en el nudo ferro-portuario sureño con

    fuerte presencia inmigrante desestimaron la nacionalidad y optaron por una barrera que

    desalentara la participación de extramuros.

    “Casas”, óleo de Miraglia que ganó el 1er Premio en el I Salón Municipal Anual de Arte.

    Fue pintado en Italia durante la beca que le otorgó el gobierno municipal en 1929. (Patrimonio MMBA).

    La posibilidad de obtener una recompensa económica constituía, sin dudas, un

    fuerte incentivo a la hora de promover la circulación de obras. La presencia de una amplia

    28

    Como pintor, presentó dos cuadros en el Salón del Cincuentenario de la ABR (1932). Tenía un Estudio de Arquitectura junto con Manuel Mayer Méndez (ganador del 1er Premio en Escultura en el I Salón Anual).

    29 1879- 1958. Militante del Partido Conservador. Compartía su estudio jurídico con el dirigente conservador

    F. Ayestarán (Intendente municipal durante el período 1929-31). Estuvo a cargo de la Presidencia del CD de

    la ABR desde 1916 hasta 1955. En su casa se creó el Colegio de Abogados de la Costa Sud (1908), nombre

    que desde 1905 tenía el departamento judicial con sede en Bahía Blanca (el radical Valentín Vergara fue otro

    de los iniciadores de ese colegio profesional). Además de ser uno de los fundadores del Rotary, también

    participó en la formación del Club Argentino, de la Sociedad Sportiva, del Aeroclub y de la Compañía de

    Seguros La Acción.

    30 Ver: Di Renzo, Filoteo: “Apuntes sobre el arte local”, Museo. Bahía Blanca, año 1, n° 2, enero 1965, p. 7.

  • 11

    mayoría de artistas porteños en los concursos del Interior, hace pensar en una especie de

    rotación metropolitana dentro de un calendario con varias alternativas. En la localidad

    sureña, la CMBA podía invitar a uno o a más artistas argentinos o extranjeros de actuación

    destacada a que enviasen sus obras al salón, pero éstos no podían aspirar a ninguna

    recompensa.

    Esta cláusula restrictiva de su reglamento se compensó en ocasiones con envíos

    efectuados por la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP)31

    . Una figura clave, en

    este sentido, fue César Sforza, vinculado a la ciudad por ser el creador del monumento a los

    Fundadores que se inauguró coincidentemente con el I Salón y que ejercía por ese entonces

    la Presidencia de la agrupación artística. El nombre de este escultor aparece, además, entre

    los integrantes del Jurado de los primeros certámenes y su talla en piedra “Viejo pastor”,

    que estuvo expuesta entre las 109 fuera de concurso de 1931, fue la primera obra donada

    para integrar el patrimonio del Museo.

    “Viejo pastor” de César Sforza. (1930, talla en piedra)

    Donada por el autor al MMBA.

    Como contrapartida al bloqueo del acceso a los premios oficiales, la Comisión

    organizadora promovía abiertamente la venta de obras a los particulares, reservándose un

    10 % de los precios declarados por los artistas para el sostenimiento del Salón y del Museo.

    Esta superposición de cuestiones exhibitivas y económicas dentro del circuito estatal fue

    una situación explícita también en otros salones, como el provincial de La Plata, en donde

    no sólo se indicaba en el reglamento que se gestionaría la adquisición institucional y

    privada sino que se editaban cuadernillos con las listas de precios. Estos últimos

    generalmente tenían valores inferiores al primer premio, que en el Salón bahiense consistía

    en $1000 y en Rosario o en Buenos Aires era seis veces mayor.

    Por otra parte, los envíos colectivos efectuados desde la SAAP permitían reducir los

    gastos y los trastornos que ocasionaba el transporte de las obras. Cuando los artistas

    operaron de manera autónoma, en muchos casos fueron anotadas en los catálogos las

    compañías ferroviarias encargadas del flete, dando cuenta de que fue esa infraestructura la

    31

    Asociación sin fines de lucro fundada en 1925.

  • 12

    que posibilitó el desplazamiento sobre dilatadas extensiones y, al mismo tiempo, era la

    responsable de que esos traslados se efectuaran con o sin problemas. En este sentido, la

    conexión directa Bahía Blanca-Rosario constituyó un factor que facilitó el contacto entre

    ambos puertos.

    Los intercambios potenciaron el debate en el que se entrecruzaron dos

    problemáticas: el peso dado a lo local o al intercambio nacional y la confrontación entre

    lenguajes. La revista Arte y Trabajo sostuvo en octubre de 1935 que los artistas bahienses

    sobresalían nítidamente en el XXV Salón Nacional de Bellas Artes por la sobriedad con

    que habían encarado sus problemas plásticos y la forma personal que los distinguía en

    medio de la monotonía de recursos y la uniformidad de expresión de la mayoría.

    Pocos meses después, en abril de 1936, el Presidente de la Comisión Municipal de

    Bellas Artes, Enrique Cabré Moré, sostuvo durante la inauguración del VI Salón Municipal

    que los envíos provenientes de Buenos Aires, La Plata, Rosario y otros puntos del país

    contribuían a despertar en los artistas locales el sentido de la autocrítica como consecuencia

    de la comparación de sus obras con las de otros de mayor prestigio y jerarquía, al mismo

    tiempo que permitía que la localidad ocupara un lugar destacado en el ambiente artístico

    nacional32

    .

    La prensa se sumó a la polémica. Por un lado, La Nueva Provincia opinaba que los

    artistas de la SAAP representados en el Salón –Horacio Butler, Aquiles Badi, Natividad

    Montelli, Rodolfo Castagna, Salvador Stringa, Eduardo Induni, Raquel Forner, Alfredo

    Bigatti, Vicente Manzorro, Juan C. Faggioli y Adolfo Perona– gozaban de reputación en los

    círculos metropolitanos y en su mayoría eran “figuras representativas del movimiento

    renovador que se viene operando en el campo de la plástica”33

    . Por el contrario, para el

    diario El Censor, el estrechamiento de vínculos con esos centros artísticos constituía un

    modo de demostrar el avance logrado por los artistas locales. Al mismo tiempo,

    posicionándose en el lugar del espectador común y en la identificación de lo artístico con lo

    emocional, cuestionaba si podían considerarse “arte” a los “cuadros vanguardistas, de

    factura descarnada”34

    . Una nota firmada por Andrés Gutiérrez en esa publicación destacó,

    además, las pinturas de Saverio Caló y de Domingo Pronsato que habían estado por

    reglamento fuera de concurso35

    , y cuestionó de manera burlona algunos cuadros enviados

    desde Rosario, a cuyo XV Salón de Otoño algunos artistas locales habían enviado obra36

    .

    El Presidente de la CMBA, Enrique Cabré Moré, fue una figura clave en el

    establecimiento de contactos que dinamizaron el circuito oficial. Su gestión personal ante el

    32

    La Nueva Provincia. Bahía Blanca, año 38, n° 12671, 12 abril 1936, p.9. “El VI Salón Municipal de Arte.

    Fue inaugurado con la asistencia del jefe interino de la comuna, el obispo diocesano, el representante del jefe

    de la base naval, miembros de la comisión organizadora, artistas y numeroso público.”

    33 La Nueva Provincia. Bahía Blanca, año 38, n° 12668, 8 abril 1936, p.8. “VI Salón Municipal de Arte.

    Artistas de la Capital que han enviado obras”

    34 El Censor. Bahía Blanca, año 30, n° 8161, 17 abril 1936, p.4. “¿Incomprensión?”

    35 El artículo 39 del Reglamento para la Celebración del Salón de Arte establecía que, dentro de cada sección,

    al artista que hubiera obtenido un premio no se le podía otorgar en lo sucesivo igual o menor recompensa.

    36 El Censor. Bahía Blanca, año 30, n° 8156, 12 abril 1936, p.4. “Comentarios marginales. En derredor del

    salón anual de arte”.

  • 13

    Presidente de la República, general Agustín P. Justo37

    agilizó el préstamo de veintinueve

    obras del Museo Nacional de Bellas Artes con destino al Museo local, cuya incorporación

    determinó su traslado a un local más amplio en la planta baja del edificio del Club

    Argentino en julio de 1933. Al año siguiente fueron expuestas allí las obras premiadas en el

    Salón Nacional de Buenos Aires. En 1935 Cabré Moré organizó una conferencia de Atilio

    Chiappori sobre Fernando Fader en el salón de actos de la ABR. Una vez constituida la

    Dirección Nacional de Bellas Artes, fue vice-presidente de la Federación de Comisiones

    Oficiales de Bellas Artes creada en noviembre de 1934, de la cual participó hasta 1937.

    “Carlos Pellegrini”, óleo de Eduardo Sívori que integra el patrimonio del MMBA

    desde el préstamo de obras efectuado por el MNBA en 1933.

    La participación de artistas locales en salones oficiales de la Capital Federal y de

    otros centros como Rosario y La Plata fue considerada un índice de prestigio. La prensa

    también se hizo eco de exposiciones individuales efectuadas por pintores bahienses en otros

    lugares. Por ejemplo, en 1933 registró una muestra efectuada por Domingo Pronsato en la

    galería porteña Signo, una de Ezio Rovere Maldini en Tucumán y una de Rafael Bouzo en

    Patagones.

    Lo público y lo privado se imbricaron, entonces, en una trama densa en la que

    cuestiones específicamente artísticas se entrecruzaron con las económicas, políticas y

    sociales para favorecer y –a veces, para entorpecer– algunos tránsitos de obras.

    ¿Espacios alternativos de circulación?

    Según lo visto, la creación del circuito oficial permitió dar continuidad a las

    exposiciones, asegurar el otorgamiento de premios y promover las ventas, pero limitó en el

    ámbito estatal la circulación de obras de otras partes del país.

    37

    Señaló en una carta enviada a Domingo Pronsato (Buenos Aires, 1 septiembre 1966) que en la gestión con el Presidente Justo “me sirvió mucho su amable recuerdo de haber sido yo, en mi época de estudiante,

    practicante en el estudio de ingeniería del ingeniero Salva, con quien él estaba asociado”. Archivo Cabré

    Moré.

  • 14

    Existieron, además, en el ámbito local espacios relativamente alternativos que

    facilitaron otras circulaciones. A partir de la inauguración del nuevo edificio de la ABR en

    agosto de 1930 –proyectado por el arquitecto Ernesto Guiraud como un complejo cultural y

    no sólo como sede de la Biblioteca Popular– se incrementó el tránsito de exposiciones, en

    tanto el establecimiento ofrecía un espacio apropiado y prestigioso, debido a que se trataba

    de la institución más antigua de la ciudad (fundada en 1882). Fue así que a la muestra

    presentada por la galería de arte de la empresa sueca Nordiska Kompaniet –que se había

    hecho cargo de la provisión del mobiliario de la sede recientemente estrenada– le sucedió

    en octubre el pedido de autorización para exponer del pintor español Julián Gómez Fraile,

    cuyas obras estaban siendo presentadas en esos momentos en la galería porteña Witcomb.

    Se inició así, entonces, un nuevo flujo que estuvo reglamentado desde febrero de

    1932. El Consejo Directivo estableció que los salones serían facilitados de manera gratuita

    a fin de promover la divulgación del arte. Una subcomisión podría ofrecerlos a todo artista

    de prestigio que estuviera de visita en la ciudad y actuaría como jurado de admisión a partir

    de la presentación de una obra que sería devuelta. Este requisito no se aplicaría a los artistas

    argentinos que justificaran haber sido aceptados una vez en los salones Nacional de Bellas

    Artes, Municipal de Bahía Blanca, Provincial de La Plata y Municipal de La Plata.

    El análisis de los nombres de la subcomisión de exposiciones sugiere que se

    producía sólo una rotación de funciones respecto del organismo oficial (CMBA), en tanto

    estaba integrada por el presidente del Consejo Directivo, Francisco Cervini, y por los

    consejeros Atilio Sica Bassi y Enrique Cabré Moré. La lectura de las actas demuestra,

    además, que mientras el último tuvo un rol activo como consultor y en la presentación del

    proyecto del “salón de arte del cincuentenario” (1932), el primero lo tuvo en la

    organización de las muestras. Se produjo así una especie de gestión con límites difusos

    entre el municipio y la ABR, en tanto también formó parte del Consejo Directivo de esta

    última Agustín de Arrieta, de filiación socialista, que fue intendente durante el periodo

    1932-35 gracias a su prestigio personal y a la abstención del radicalismo.

    La circulación artística en el magnífico edificio de la Biblioteca Popular, ubicado en

    la manzana fundacional a pocos metros de la plaza central, contempló dos variantes. En

    algunos casos, las instalaciones fueron solicitadas directamente por los artistas, como

    sucedió con el pintor vasco Ángel Cabanas Oteiza (1930), los pintores Juan Sol (1932,

    1933 y 1937), Tito Menna38

    (1932 y 1935), Juan Carlos Durán, Eugenio Fornells, Eduardo

    Soria y Raúl Soldi (1934); Jerónimo Crosta, el español Pedro Antonio, Lorenzo Gigli y el

    francés Numa Ayrinhac (1935) procedente de la cercana localidad de Pigüé; el escultor

    Santiago Parodi, el pintor Luis Radice y el dibujante Alejandro Sirio (1936); Manuel Ferrer

    Dodero y Armando Larochette (1937).

    Por otra parte, desde que el 25 de mayo de 1933 se habilitaron salas especiales para

    exposiciones en su subsuelo, se estableció en ocasiones una gestión compartida con

    galerías. El contacto del Presidente del Consejo Directivo, Francisco Cervini, con las

    Galerías Linares de Madrid permitió que se realizase una exhibición de pintura española

    poco después de esta inauguración, entre el 21 y el 26 de agosto. La Galería Witcomb de

    Buenos Aires, que ya tenía sucursales en Rosario y en Mendoza, en Bahía Blanca actuó

    38

    Este artista había efectuado una muestra en los salones de “La Nueva Provincia” auspiciada por La Peña de Bahía Blanca, a fines de 1929.

  • 15

    como organizadora de una muestra de pintura española y francesa en octubre de ese mismo

    año. Dicha exposición fue promovida mediante notas periodísticas acompañadas por fotos

    que remarcaban la pluralidad de escuelas que podían verse en las salas y por una entrevista

    a Luis Álvarez, que había viajado expresamente a la localidad. En el mes de noviembre, se

    presentaron fotografías, acuarelas, aguafuertes, grabados y xilograbados austriacos

    enviados por la Nordiska Kompaniet.

    En algún caso, la actividad artística gestionada de manera mixta con la galería

    Witcomb fue integrada a una actividad cultural más amplia. Ejemplo de ello fue la

    presentación de pinturas de Ceferino Carnaccini en 1938, que fue articulada con el

    homenaje efectuado por los 50 años del fallecimiento de Sarmiento. Una de las obras,

    “Autorretrato” fue adquirida para el Museo local. Bahía Blanca no era un buen mercado

    artístico. En 1939 la ABR ofreció hacerse cargo de los gastos del traslado al solicitarle a las

    Galerías Witcomb el envío de una selección de obras del Salón de Acuarelistas. Asimismo,

    le agradeció a Luis Cordiviola su valioso y desinteresado aporte a la obra de cultura

    artística de la institución y devolvió a la casa porteña el cajón con veinte cuadros sin que se

    hubiera realizado ninguna venta. Ambas propuestas dejaban en claro también, que para la

    institución bahiense el circuito tenía un interés cultural y que el contacto con la casa

    porteña no era pensado en términos económicos. La intermediación de Luis Álvarez para

    que B. González Arrili diera una conferencia en ese mismo año es otra prueba de que para

    esos dirigentes locales el contacto no priorizaba el lucro.

    Han quedado registros, además, de muestras en lugares alternativos. Por ejemplo, en

    octubre de 1933 expuso Elías Paredes Montiel, en una librería llamada “Feria del Libro”.

    Los periódicos destacaron que este pintor autodidacta había sido descubierto por el artista

    Juan Sol durante uno de sus viajes efectuados para pintar en San Carlos de Bariloche. En

    ese mismo local se realizaron durante ese año una muestra de obras de Constantino

    Hangano y otra de pinturas francesas, españolas, italianas, holandesas, argentinas y de otras

    nacionalidades a fines de noviembre.

    Las oficinas de prensa sirvieron, igualmente, aunque en menor medida, para

    exposiciones individuales: así, si en la sucursal de Patagones del diario La Nueva Provincia

    expuso el pintor bahiense Rafael Bouzo en 1933, dos años más tarde en El Atlántico

    pudieron verse obras del grabador Raúl Bongiorno. Todas las variables de este circuito

    relativamente autónomo fueron consideradas en los comentarios publicados como una

    nueva y eficiente contribución a la cultura artística de la ciudad, que combinaba el interés

    comercial con un proyecto de formación del gusto.

    Las exposiciones de Pettoruti

    En enero de 1934, Emilio Pettoruti acompañó en representación del Instituto

    Argentino de Cultura Itálica al arquitecto y crítico italiano Pietro Bardi para que diera en

    Bahía Blanca una conferencia con proyección de diapositivas sobre “El arte moderno y la

    arquitectura racional”. Si bien estaba prevista también una charla del pintor platense acerca

    de los problemas y orientaciones del arte de vanguardia en el Museo Municipal, por

    “razones imprevistas” –que desconocemos– finalmente no pudo realizarse.

    La Nueva Provincia registró el recorrido que Pettoruti hizo por varios estudios de

    artistas locales junto a Enrique Cabré Moré y al pintor Domingo Pronsato. Explicitó el

  • 16

    carácter polémico de su pintura, valorando, al mismo tiempo, su rol renovador en la

    difusión de las nuevas tendencias, su sólida cultura y su gestión en el Museo Provincial de

    Bellas Artes. Lo presentó como el más alto exponente del Futurismo y, aunque señaló que

    esa tendencia ya estaba superada, aclaró que ambos –pintor y movimiento– habían puesto

    una nota de dinamismo renovador en el campo artístico.

    Pronsato fue el intermediario que había promovido ambas actividades. A su regreso

    del viaje realizado a Italia en 1932-33, redujo su militancia en el Partido Conservador y

    profundizó su rol como operador cultural. Descendiente de una de las familias de origen

    italiano más antiguas de la localidad, este ingeniero contaba con una amplia red de

    relaciones que le permitía ser reconocido y que sus propuestas fueran aceptadas

    favorablemente.

    El viaje de Pettoruti reforzó los nexos ya existentes. Poco después actuó como

    jurado en el IV Salón Municipal en representación del Honorable Consejo Deliberante,

    mientras que José Merediz, Raúl Mazza y Numa Ayrinhac lo hacían en representación del

    Departamento Ejecutivo y el arquitecto Manuel Mayer Méndez fue elegido por los

    expositores.

    Además, a fines de noviembre, Pettoruti le envió a Pronsato veinticinco dibujos y

    dos óleos para que fueran expuestos en la sala de “El Rincón”, espacio alternativo generado

    por este último a mediados de ese mismo año. El comentarista del diario anteriormente

    mencionado, Emilio Valla, fundamentó su defensa del “arte nuevo” con argumentos

    orteguianos –la deshumanización del arte, la relación del buen burgués con el arte joven– y

    calificó a la producción presentada de “cubismo órfico”, de acuerdo a la clasificación de

    Apollinaire. Contrapuso claramente la pintura tradicional fundamentada sobre sentimientos

    impulsados por la realidad exterior, con el sustento intelectual de la propuesta pettorutiana.

    Destacó como la obra más valiosa de la muestra el óleo “Carolita”, de “auténtica factura

    cubista”, por la riqueza de colorido, de matices extraordinariamente delicados, al tiempo

    que la reproducción fotográfica en blanco y negro de este cuadro funcionaba como un

    elemento generador de tensión39

    .

    Entre los demás periódicos locales, El Atlántico fundamentó la muestra del “amigo

    de los artistas bahienses” desde los trabajos bibliográficos específicos realizados por

    Güiraldes y Candioti, mientras que El Censor40 y El Régimen expresaron claramente que no

    entendían su pintura. Este último bisemanario conservador hizo hincapié en los intereses

    económicos de Pettoruti y aprovechó la ocasión para sumar un nuevo argumento en su

    habitual retórica antisemita: Nos decían ayer que siendo tiempo de cosecha, y de buena cosecha, se ha traído dibujos de

    Pettoruti para que Isidoro Gotter o el inefable Aarón Nijamkin emitan juicio, porque ya los

    del paciente de Lucas Gomez o de Flor de Lis, apenas si interesan. Hay que buscar algo nuevo

    para llevar a El Rincón. Si fue don Ramón Olaciregui, hace falta también que concurra don Arturo H. Coleman. ¿Cómo es que se han olvidado de invitarlo al inglés que compra cuadros

    39

    La Nueva Provincia. Bahía Blanca, año 28, n° 7751, 28 noviembre 1934, p. 6. Título a página completa:

    “Exposición de obras del pintor Emilio Pettoruti. Será inaugurada hoy en la sala de “El Rincón”. Otras notas:

    “Exposición Raimondo. Será clausurada hoy” [en el hall del Teatro Municipal, publicación de dos fotos más

    pequeñas correspondientes a paisajes] y “Fotografías de María Rosa González. Interesante conjunto que a

    partir de hoy se expone en ”El Rincón” [con foto de “la escritora chilena María Rosa González”.

    40 El Censor. Bahía Blanca, año 28, n° 7751, 28 noviembre 1934, p. 4. “Emilio Pettoruti”

  • 17

    y tiene buen gusto, sobre todo cuando ofrece pasajes gratis para viajar en cualquier excursión

    artística?

    ¡Ah, Pettoruti, Pettoruti!.. ¡Qué ganas de tomarnos el pelo!.. Nos la va a pagar. El peor castigo

    que podemos darle por su envío es que escriba un juicio sobre sus cuadros cualquier judío

    cerealista de la talla de Jijamkin. ¡No hay duda!..41

    Dos años más tarde, en 1936, los preludios del verano trajeron nuevamente a

    Pettoruti a Bahía Blanca para realizar una segunda exposición de sus pinturas, esta vez

    organizada por la Asociación Cultural y en la Biblioteca Rivadavia, institución en la que

    Pronsato estaba desempeñándose como vocal del Consejo Directivo durante el período

    1935-37. Dos collages de 1917 y catorce óleos –tres de ellos realizados en Europa- fueron

    presentados al público acompañados por un catálogo en el que un breve texto titulado

    “Noticia sobre Pettoruti” daba cuenta de que “su arte ha suscitado frecuentes y agrias

    polémicas”. Al mismo tiempo, lo legitimaba con anclajes en el sistema institucional –como

    director del Museo de Bellas Artes de La Plata– y en el circuito económico internacional

    alegando que galerías artísticas europeas y americanas de renombre universal ostentaban

    sus cuadros.

    Una nota firmada por un tal Brecere en La Gaceta se llamaba a silencio en tanto no

    entendía su pintura ni le producía emoción42

    . El Atlántico, por su parte, incluyó un artículo

    especial firmado por el crítico de arte porteño Roberto Ortelli, que comentaba el cambio

    positivo que se había producido en su opinión respecto de la obra de Pettoruti y apoyó otra

    de las notas con fotos del pintor dando la conferencia y cenando con artistas bahienses. La

    Nueva Provincia eligió acompañar su comentario con imágenes correspondientes a “La

    puerta abierta” y “La ventana abierta”, trabajos de 1925 en los que el pintor platense realizó

    sus característicos juegos espaciales.

    Estos dos últimos diarios recuperaron la conferencia sobre “El actual momento de

    nuestra plástica”, dada por Pettoruti como primera parte de una velada que se completó con

    un concierto a cargo de la pianista local Elba Ducós. En su disertación “en la ciudad más

    pujante de la provincia” hizo una defensa de la corriente moderna, sin “ismos”,

    argumentando sobre el criterio de calidad y atacando a los pintores académicos, a los

    plagiarios, a “las ñoñerías de los Romero de Torres, Morenos Carboneros, Sánchez

    Barbudos, Zienns y Enrique Serrás”.

    Los viajes fueron uno de los argumentos empleados para legitimar las nuevas

    tendencias y compadecer a los artistas “que no han podido satisfacer su legítimo afán de

    conocimientos en países de mayor orden y más cultura” y descalificando a aquéllos “que,

    habiendo tenido a su alcance viejos y nuevos métodos, no supieron o no quisieron ahondar

    en ellos el espíritu, adoptando para sí la comodidad del turista despreocupado y

    soñoliento”.

    Este marcado eurocentrismo se complementó con un cuestionamiento al sistema

    artístico de nuestro país, del cual criticó la indiferencia periodística hacia las nuevas

    orientaciones del arte, en tanto las publicaciones se limitaban a hacer simples crónicas o

    manifestaciones subjetivas “sin entrar de lleno a hacer crítica pura”.

    41

    El Régimen. Bahía Blanca, año 18, n°1470, 28 noviembre 1934, p.1. “Pettoruti será hoy arrinconado”.

    42 La Gaceta. Bahía Blanca, año 1, n° 248, 1 diciembre 1936, p.3. “Exposición y conferencia de Emilio

    Pettoruti en la Biblioteca Rivadavia”.

  • 18

    Entre otras consideraciones, al referirse a las exposiciones que se hacían en el país

    señaló que se regían por el mismo criterio de los museos de arte, es decir, que en la mayoría

    de los casos buscaban “estimular la producción, hacer comercio y formar un círculo

    vicioso”, a pesar de que su función debía ser cumplir una misión pedagógico-cultural,

    tender a formar el gusto y orientar respecto de las tendencias artísticas y aspectos

    sobresalientes del arte contemporáneo. Cuestionó, en este sentido, que “los organizadores

    de las exposiciones de arte sean –el porcentaje habla con evidencia- personas que están,

    relativa o totalmente, al margen del arte y de cuanto se relaciona al buen gusto” y que no se

    tuvieran en cuenta la luz y lugar en donde se colocaban las obras43

    .

    Según su opinión, la falta de comprensión del arte moderno de todos los sectores

    mencionados generaba una atmósfera, si no hostil, desprovista de compensaciones para el

    artista. En este sentido, Pettoruti apuntó a dos cuestiones. Por un lado, argumentó a favor de

    la formación de un mercado artístico, en concordancia con las acciones realizadas desde su

    gestión como Director del Museo Provincial. Por otro, al enfatizar en lo pedagógico-

    cultural cuestionó indirectamente las características de las exposiciones organizadas en la

    ABR, en las que predominaba el arte tradicional. La difusión del arte moderno constituía su

    mayor preocupación.

    Pago chico, infierno grande

    A fines de la década del treinta los intentos de la ABR de promover la circulación

    de obras fueron volviéndose cada vez más difíciles, por lo que el esfuerzo quedó

    concentrado en lo que constituía su actividad fundamental: la Biblioteca Popular. La

    incorporación de Storia della Pittura moderna de Margherita Grassini de Sarffatti y de

    Modern Painters de John Ruskin, junto a varios ejemplares de La pintura y la escultura en

    la Argentina 1783-1894 de Eduardo Schiaffino, dan cuenta en esta institución de una

    voluntad de actualización bibliográfica tanto en el plano internacional como nacional. En el

    inventario de 1929 ya se había mencionado la existencia de un ejemplar del Futurismo de

    F. Marinetti, de varios títulos de Alberto Candiotti –entre ellos, Pettoruti-, otros de Alberto

    Hidalgo, de Alomar, de Caraffa, que hacen pensar en una posible intermediación del pintor

    platense44

    .

    El pintor Filoteo Di Renzo mencionó en sus “Apuntes sobre el arte local” que como

    Director del Museo Provincial había enviado dos nutridas remesas de libros al Museo

    Municipal y que, al enterarse de que no habían sido ni siquiera desembalados, pidió que se

    los remitieran, situación que fue contestada con varias notas en contra de su pintura en la

    prensa local45

    .

    43

    La Nueva Provincia. Bahía Blanca, año 39, n° 12899, 1 diciembre 1936, p.10. “En la Asociación Cultural. El pintor Pettoruti disertó anoche sobre el momento actual de nuestra plástica. Concierto de la señorita

    Ducós”.

    44 Acerca de estas ediciones, ver: May Lorenzo Alcalá, La esquiva huella del Futurismo en el Río de la Plata;

    a cien años del primer manifiesto de Marinetti, Buenos Aires, Rizzo Patricia, 2009.

    45 Museo. Bahía Blanca, año 2, n° 4, 2 agosto 1965, p. 3.

  • 19

    Bahía Blanca parecía un “Pago Chico”, que para algunos se había transformado en

    un “infierno grande”. La falta de encargos originó el alejamiento del escultor José Vian46

    hacia Buenos Aires y el retorno de Numa Ayrinhac a Pigüé, después de un breve intento de

    radicación en la ciudad. Además, fue eliminada del presupuesto municipal la partida para el

    sueldo de secretario del MMBA, cargo que desempeñaba el pintor Juan Carlos Miraglia; la

    pérdida de ese empleo, a la que se sumó que las caricaturas que este artista empezó a hacer

    desde El Atlántico molestaron al Intendente conservador M. Dithurbide, derivaron en que

    debiera emigrar también hacia la Capital Federal en 1936.

    Por otra parte, la creación de una delegación de la SAAP en 1937 presidida por

    Pronsato y su posterior desafiliación de la central porteña en 1939, marcó nuevas tensiones

    en el ya tradicional debate entre la integración nacional o la priorización de lo local. La

    simultánea creación de “Artistas del Sur”, agrupación liderada por este pintor, y su

    proyecto político de formación de una nueva provincia con capital en Bahía Blanca que

    llegara hasta la frontera chilena, estuvieron acompañados por viajes de artistas y

    profesionales que daban cuenta mediante charlas y pinturas del potencial turístico de la

    zona cordillerana. Una vez más en su historia Bahía Blanca reafirmaba su vocación de

    autonomía y su aspiración a convertirse en centro… aunque sea de la retaguardia.

    En síntesis, este recorrido en el tiempo por algo más que una década en una ciudad

    de escala intermedia como Bahía Blanca ha permitido confirmar la coexistencia de una

    pluralidad de alternativas en la historia del arte nacional. Reconocer esta heterogeneidad

    desde el análisis micro-histórico ilumina la densidad de una trama en la que las cuestiones

    artísticas estuvieron ligadas a redes sociales e intereses político-partidarios y económicos.

    En ese tejido, el tránsito de artistas y de imágenes fue clave para generar las condiciones de

    posibilidad de construcción de un campo artístico local. Institucionalización y mercado se

    imbricaron en una relación que estuvo signada tanto por la ausencia de fronteras entre el

    ámbito estatal y el privado como por la superposición de circuitos.

    En esa compleja dinámica puede advertirse, además, la tensión entre una

    concepción romántica del arte –que lo identificaba con lo espiritual frente a los intereses

    materiales de la mayoría de la población– y los intentos de profesionalización mediante las

    ventas de obras y la premiación en los Salones. Con recorridos contradictorios, los

    representantes del arte moderno buscaron difundir su propuesta apelando a diferentes

    estrategias: la charla entre amigos, la participación en certámenes y exposiciones, la

    difusión de información actualizada e imágenes mediante revistas y conferencias.

    Para entender su recepción, deben tenerse en cuenta aspectos que van más allá de la

    (in)comprensión de los nuevos lenguajes, vinculados a cuestiones políticas e ideológicas.

    Los conflictos suscitados por la presencia de dos modelos de funcionamiento del campo

    artístico – la burbuja o la red– se repitieron una y otra vez desde fines de los años treinta

    hasta la actualidad, verificándose también en el interior del campo cultural bahiense47

    .

    46

    Integrante de la Logia Estrella Polar. Autor del monumento a Garibaldi inaugurado en abril de 1928 en

    nombre de la colectividad italiana por la Comisión liberal presidida por Marzio Cantarelli (también masón). Autor del monumento a Luis Caronti realizado por iniciativa de la ABR en septiembre de 1928 y de las

    ornamentaciones de los nuevos edificios de la ABR, del Teatro Rossini y del diario La Nueva Provincia (su

    propietario, Enrique Julio, también era integrante de la Logia Estrella Polar). 47

    Ver: María de las Nieves Agesta, “Duelo de pinceles. El campo artístico bahiense en la década del ´40”, en

    Cernadas de Bulnes, Mabel y María del Carmen Vaquero (ed.), Problemáticas socio-políticas y económicas

  • 20

    A modo de cierre, valga recordar que uno de los orgullos de la localidad sureña es

    decir que Roberto J. Payró narró en Pago chico lo que había vivido durante su juventud,

    cuando había residido en la localidad desde 1887 hasta 1891. Sin embargo, las situaciones

    planteadas en esa ficción podrían haber ocurrido en muchas de las otras poblaciones que

    también verificaron una profunda transformación a partir de la introducción de la

    modernidad. De la misma manera, el análisis propuesto en este capítulo acota la

    investigación a un caso puntual y afirma la necesidad de pensar de manera situada las

    historias de las artes visuales en la Argentina, pero, también, deja abierta la hipótesis de que

    algunos de los hilos encontrados en esta trama real y simbólica generada por el tránsito de

    artistas, de producciones artísticas y discursivas podrían ser rastreados en otras ciudades del

    interior del país hacia la misma época.

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    década del ´40”, en CERNADAS DE BULNES, Mabel y María del Carmen VAQUERO

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