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1 Cultura política democrática. Un estudio de la elite parlamentaria y los ciudadanos en Bolivia, Ecuador y Perú SEMINARIO Opiniones de la Élite Parlamentaria y de los Ciudadanos en América LatinaSALAMANCA 12-13 DE DICIEMBRE 2011 Cristina Rivas Pérez. Universidad de Salamanca Esta es una versión muy preliminar. Por favor, no citar. Los comentarios y sugerencias son bienvenidos.

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Cultura política democrática. Un estudio de la elite parlamentaria y los

ciudadanos en Bolivia, Ecuador y Perú

SEMINARIO “Opiniones de la Élite Parlamentaria y de los Ciudadanos en América

Latina”

SALAMANCA 12-13 DE DICIEMBRE 2011

Cristina Rivas Pérez. Universidad de Salamanca

Esta es una versión muy preliminar. Por favor, no citar. Los comentarios y sugerencias son

bienvenidos.

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Cultura política democrática: un estudio de la elite parlamentaria y los ciudadanos en Bolivia,

Ecuador y Perú.

Cristina Rivas, Universidad de Salamanca ([email protected])1

1. Cultura política y democracia

Toda persona posee una serie de valores, actitudes y creencias básicas con respecto al sistema

político del que forman parte, elementos subjetivos que necesariamente influyen en la relación entre

individuos, sociedad, economía y Estado, y en los resultados de dicha interacción. Como es de

suponer, las relaciones entre valores, actitudes, creencias y sistema político son bastante complejas y

sigue estando latente la pregunta sobre dónde está el origen de las relaciones causales que se da

entre los distintos elementos.

Para el estudio de este fenómeno, la ciencia política ha desarrollado el concepto de cultura política. A

pesar de que la noción de cultura política se remonta a la época de Platón y Aristóteles y continuó a

lo largo de la historia con autores clásicos como Montesquieu o Tocqueville, a los que siguieron

Weber y más tarde Parsons, entre otros, el momento de mayor alcance del concepto de cultura

política lo encontramos en 1963 con Almond y Verba y su libro La Cultura Cívica. Estos autores

desarrollaron una teoría sobre la cultura política a partir de datos empíricos que, a pesar de algunas

limitaciones, sigue siendo referencia obligada en el estudio de la misma. La cultura cívica es el

término con el que Almond y Verba definieron la cultura política de las democracias estables y

efectivas.

Si bien hay una gran variedad de definiciones de la cultura política2, la mayoría coinciden en señalar

que la cultura política es un conjunto de actitudes, percepciones y creencias políticas ampliamente

compartidas por la mayoría de los miembros de una sociedad, que van desde concepciones sobre la

situación política de un país, las actitudes hacia el sistema político o hacia alguno de los actores e

instituciones principales del mismo.

Como se desprende de la misma definición uno de los problemas del concepto de cultura política

está en su amplitud, que roza la vaguedad, lo que hace que el trabajo de definición de variables

1 Agradezco al Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP) y a sus mayores colaboradores (La

Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Universidad de Vanderbilt) por hacer accesibles estas bases de datos. 2 Existen diferentes maneras de abordar el concepto de cultura política en función del énfasis puesto en los

elementos que componen la cultura política. Por ejemplo, Pye, 1968: 218, pone el énfasis en el proceso histórico de un país y de la evolución del sistema político y el resultado de la historia personal de los individuos que forman parte de dicho sistema. Inglehart, 1991: 5, ponen el énfasis en los valores y actitudes que comparte una sociedad y la transmisión de esos valores de generación en generación. Mientras que otros autores hablan del conjunto de “creencias” políticas compartidas que tienen consecuencias políticas para referirse al concepto de cultura política (Lane, 1992).

3

actitudinales que expliquen el devenir de los procesos políticos se vuelva bastante complejo. La

cultura política, como toda teoría de medio alcance, es una especie de paraguas de modelos y

enfoques centrados en la parte subjetiva de la política.

La cultura política alude a pautas consolidadas, arraigadas, por las que atraviesa regularmente una

sociedad (Peschard, 2002: 12). Además de ser, uno de los recursos que utilizan los individuos para

dar un significado a las situaciones políticas y establecer guías de actuación (Morán, 1997).

El concepto de cultura política, inscrito dentro del enfoque conductista, plantea que en toda

sociedad existen unas orientaciones políticas que permiten vincular los aspectos macros de la política

(estructuras y procesos políticos) con las actitudes políticas de los individuos (nivel micro de la

política). Estas orientaciones políticas son, en buena medida, producto del desarrollo histórico de un

país, que se transmite de generación en generación y donde el proceso de socialización tiene una

gran importancia.

Almond y Verba establecen tres tipos de orientaciones políticas: 1) la cognoscitiva que hace

referencia a los conocimientos y creencias acerca del sistema político, sus papeles y sus actores; 2) la

afectiva, que alude a los sentimientos acerca del sistema político, sus funciones y sentimientos que

despierta (de aceptación o rechazo); y, 3) la evaluativa, juicios y opiniones de los individuos sobre

objetos políticos que pueden ser de dos tipos: el sistema político en general o en sus distintos

componentes (gobierno, partidos políticos, etc.) o la valoración de sus propias funciones como actor

político.

La forma en que estas orientaciones se combinan y el sentido en que inciden sobre los objetos

políticos, constituyen la base sobre la que descansa la clasificación de tres tipos de cultura política

que elaboraron Almond y Verba: la parroquiana, la subordinada y la participativa. La primera, de

carácter localista, en la que los individuos no se perciben como capacitados para incidir en el

desarrollo de la vida política. Y donde no habría una distinción entre el espacio público y el privado.

La subordinada, donde los ciudadanos son conscientes de la existencia de un sistema político pero no

se involucran, en términos participativos, del mismo. Y la participativa, en la que la población está

informada e interesada en participar en el sistema político. Pero según los autores, ninguna de estas

tres culturas por si solas conduce al establecimiento de democracias estables.

Con la aparición de La Cultura Cívica de Almond y Verba, se puede decir, que se termina de

consolidar el enfoque de la ciencia política que pone énfasis en las orientaciones subjetivas y

culturales para explicar la consolidación de las instituciones democráticas en un país, así como la

fragilidad de estas últimas en otros países (Tanaka y Vera, 2007: 4).

Con frecuencia, desde la Ciencia Política, se ha establecido que una cultura política democrática es

un requisito fundamental y necesario de una democracia estable; es decir, que para que el régimen

democrático funcione es necesario que exista un patrón cultural que asuma y se sienta identificado

4

con los principios democráticos. Existe toda una corriente de autores que defiende la importancia

que las actitudes políticas ejercen sobre la consolidación democrática de un país (Almond y Verba,

1963; Dalton, 2004; Inglehart 1988, 1998; Inglehart y Welzel, 2006; Putnan, 1993; Pye y Verba, 1965).

Mientras que otros abogan por el abandono del término debido a los problemas que el concepto de

cultura política tiene en sí mismo (Jackman y Miller, 2004; Johnson, 2003). Todo ello lo que

demuestra es la complejidad del término y el gran debate existente en torno a su aplicación. Un

debate en el que no entraremos en estas páginas.

La cultura política es cambiante y parece haber evolucionado con el paso de los años, como

consecuencia de los procesos de modernización y postmodernización que trajeron consigo un

cambio de valores y de las preferencias sociales, así como de las demandas planteadas al Estado y lo

que se espera de éste3.

Pero al hablar de la cultura política democrática y su relación con las instituciones políticas surge el

eterno debate en torno a si la cultura es causa o efecto de la forma de gobierno. En términos

generales, los estudiosos de la cultura política, postulan que tener una cultura política determinada

influye en, a la vez que es influenciada por, la forma como operan las estructuras políticas. Ya que si

las experiencias de la población acerca de los procesos e instituciones políticas ayudan a configurar

un determinado patrón de cultura, ésta a su vez define la dirección de aquellos. Pero a pesar de ello,

los factores culturales suelen primar sobre los estructurales, ya que lo cultural tiene un mayor grado

de penetración y de persistencia a lo largo del tiempo (Peschard, 2002: 34). Pero esta persistencia a

lo largo del tiempo sólo ocurre cuando para medir cultura política se toman en cuenta indicadores de

tipo social como la satisfacción personal con el estado de las cosas, la confianza interpersonal o el

rechazo al cambio radical. En cambio cuando se considera el ámbito específicamente político, como

por ejemplo, la satisfacción con el sistema político, las instituciones o los actores, la cultura política

de un país se torna más cambiante puesto que está más influenciada por la coyuntura política, social

y económica del momento.

Tal y como se presenta la noción de cultura política en su definición clásica (Almond y Verba, 1963),

se asume en buena medida la existencia de una homogeneidad social sin dar cabida a la diversidad

de universos políticos que caracterizan a los distintos grupos sociales y que permiten hablar de

subculturas políticas.

La literatura ha resaltado a los países andinos, principalmente, Bolivia y Ecuador, como ejemplo de

región en las que las diferencias socio económicas, culturales y regionales al interior del país

constituyen un claro escenario de divergencias políticas que se ve también reflejado en el apoyo

ciudadano a una u otra posición (Burbano de Lara, 2009). Lo que llevaría a pensar que en estos países

3 En relación a los nuevos elementos de la cultura política ver los trabajos de Merlman, 1998 y Clark e Inglehart,

1998.

5

con una fuerte fractura territorial no exista un sólo modelo de cultura política nacional si no

diferentes subculturas políticas regionales.

A pesar de que las élites políticas son actores decisivos en la construcción de cualquier cultura

política, en cuanto que juegan un papel central en la creación de los símbolos, discursos y valores en

la vida política de un país, el modelo de análisis predominante en el estudio de la cultura política deja

fuera a este grupo. Si bien, existen estudios sobre las percepciones y valores de las élites políticas

para explicar ciertas características de los sistemas políticos son pocos los autores que han hecho el

intento de relacionar la cultura política de las élites con las de los ciudadanos que, aun

presuponiendo ser diferentes, no impide que existan vínculos entre los valores y percepciones de

ambos colectivos4.

Este trabajo forma parte de una investigación en curso cuyo objetivo principal es indagar sobre el

estudio de la cultura política democrática5 de la élite parlamentaria y de los ciudadanos en tres

países de la región andina (Bolivia, Ecuador y Perú) que ayuden a comprender el funcionamiento del

sistema político y la calidad y características de la representación democrática en estos países,

independientemente del peso que la cultura política haya tenido o tenga en la construcción y/o

consolidación de un régimen democrático. Aunque en estas páginas lo que se pretende es explorar

cuáles son las actitudes y opiniones políticas de los diputados (como transmisores de unos valores

políticos) y ciudadanos (que adquieren e interiorizan esos valores políticos) de tres países andinos:

Bolivia, Ecuador y Perú, con el fin de conocer si su opinión sobre la democracia, los partidos políticos

o la confianza en las instituciones difiere significativamente. Introduciendo un aspecto poco

abordado en la investigación aplicada sociopolítica como es la región geográfica a la que representa

(en el caso de parlamentarios) o reside (en el de los ciudadanos). De modo que se pueda corroborar

si la heterogeneidad geográfica, económica y cultural de las distintas regiones existentes en cada uno

de los países se refleja también en el plano de lo político.

La selección de Bolivia, Ecuador y Perú como casos de estudio se debe a que dentro del conjunto de

países andinos los tres comparten ciertas características que podrían influir en la formación de

valores políticos que permiten explicar el funcionamiento de la democracia que caracteriza a dichos

países: son los sistemas políticos que han experimentado mayor inestabilidad política de toda

América Latina y presentan los niveles más bajos de legitimidad del régimen. Cuentan con un sistema

de partidos que ha sufrido intensas transformaciones: Perú sufrió el colapso de su sistema de

4 Una aproximación al tema puede verse en Juan Pablo Luna y Elizabeth J. Zechmeister (2005). En este trabajo

los autores abordan el estudio de la calidad de la democracia a partir del grado de representación que existe dentro de un sistema político. Y para ello, analizan el grado de congruencia que existe en las percepciones que elites partidistas y ciudadanos tienen en diferentes temas socio políticos e ideológicos. 5 Se utiliza el concepto de cultura política a pesar que en los últimos años este término parece haber entrado

en desuso utilizándose otro tipo de conceptos como actitudes políticas para tratar de medir o hablar de lo mismo.

6

partidos en los años noventa. En Bolivia y Ecuador, se llevaron a cabo diferentes reformas

institucionales que han permitido la emergencia de nuevos actores que han ido desplazando a los

partidos políticos tradicionales. Sin olvidar la actual crisis de representación democrática por la que

están atravesando todos ellos (incluidos los sistemas colombiano y venezolano). Además, dentro del

conjunto de países andinos, Ecuador, Bolivia y Perú son los que presentan menos actitudes para una

democracia estable (Zarate y Carrión, 2007). Si bien, salvo en el caso de Perú, las elecciones

celebradas en estos países en 2009 implican continuidad gubernamental y dan indicios de un período

de estabilidad (Abad, 2011:3).

Por otro lado, en los tres países, y con la excepción de Guatemala, se concentra el mayor número de

población indígena de toda América Latina, pero con una distribución territorial muy desigual. En

este sentido, y si bien es difícil que los partidos mantengan un electorado repartido de un modo

uniforme en todo el territorio nacional, esto es más probable con la existencia de un electorado

social y económicamente homogéneo y con reglas electorales que desincentiven el voto personal. De

este modo el porcentaje de población indígena, ha tenido sus efectos en la emergencia y

consolidación de partidos étnicos como ha sido el caso del Movimiento Unidad Nacional Pachacutik

Nuevo País (MUPP-NP) en Ecuador desde el año 2002, que ha competido en las elecciones nacionales

desde 1996, o el caso del MAS boliviano.

Por tanto, en este trabajo, se pretende indagar y conocer si en los diferentes espacios regionales

dentro de los países existen diferentes patrones de cultura política democrática (o no) tanto de la

élite como de los ciudadanos. En definitiva, saber si las características socioeconómicas y

estructurales de las diferentes zonas geográficas en las que se dividen los países permiten hablar de

diferentes culturas políticas, explicando la territorialización del voto en estos países, más acentuada

en el caso de Bolivia y Ecuador.

De los tres países seleccionados tenemos un caso donde las fracturas territoriales hasta ahora no han

sido relevantes, como es el caso de Perú, a pesar de los intentos de crear “macrorregiones”, con la

Constitución de 1989. Y retomado nuevamente por el actual presidente Ollanta Humala, quien ya ha

lanzado una primera propuesta de crear cinco grandes macrorregiones en Perú con el fin de reducir

las diferencias existentes entre la sierra, la costa y la selva. Y dos, donde la división territorial si ha

estado relacionada con conflictos político-sociales, como es el caso de Bolivia y Ecuador.

La principal aportación de este trabajo es el estudio de uno de los colectivos menos considerado en

el estudio de la cultura política, la élite parlamentaria, que junto al interés de esta investigación por

relacionar los modelos o patrones de cultura política de élites y ciudadanos constituyen la principal

riqueza y aporte de esta investigación. La escasez de trabajos sobre cultura política que analicen de

7

forma conjunta a las élites políticas y a los ciudadanos en América Latina hacen necesario un estudio

de estas características6.

2. Contexto sociopolítico

2.1. Perú

El año 2006 supuso el año del cambio en Perú. La elección de Alan García como presidente del país

puso fin a la transición política iniciada en noviembre de 2000 con la destitución de Alberto Fujimori.

Si bien, ese fin de la transición política no significa que la democracia peruana goce de buena salud sí

ha sentado las bases con la aceptación de la legitimidad de los procesos electorales llevados a cabo

desde 2001. Sin embargo, uno de los retos que enfrenta el país en estos últimos años es fortalecer

las instituciones políticas que quedaron seriamente afectadas durante el gobierno de Fujimori (1990-

2000). La crisis de representación democrática por la que atraviesa el país proviene, en buena

medida, de la (in)capacidad para gobernar o de las deficiencias que presenta el Estado en muchas

arenas, desde la seguridad ciudadana hasta la corrupción o el desarrollo económico. Todo ello ha

generado una gran insatisfacción, no sólo con el sistema político actual sino también con los políticos

y los partidos (Mainwaring, 2006: 27-28).

En Perú, el vínculo entre ciudadanos y congresistas es débil, lo que se ha traducido en que la tasa de

reelección promedio de los congresistas en Perú desde la Asamblea Constituyente de 1978 sea del

25%, llegando a sus niveles más bajos en las elecciones de 2006, donde tan sólo un 13% de los

congresistas electos ocupaba ya un escaño en 2001 (Sardón de Taboada, 2010:281). La tasa de

reelección parlamentaria en 2011 ha sido del 22%. Este distanciamiento entre ciudadanos y partidos

contribuye en Perú a que el voto se asocie a los candidatos y no a los partidos políticos.

El contexto actual peruano está caracterizado por una combinación de crecimiento económico

desigual, polarización y fragmentación política con una fuerte dimensión territorial. Algo que se puso

ya de manifiesto con las elecciones presidenciales de 2006 y que ha vuelto a repetirse en 2011.

Donde un importante sector de la población (principalmente de la sierra sur y centro del país, con

mayor población indígena y menos recursos económicos) apostaba por un candidato, Ollanta

Humala, que ponía en cuestionamiento el actual orden político y económico existente en Perú,

mientras que otro sector importante del electorado (mayormente residentes en Lima y la costa norte

con mayor desarrollo económico) se mostraba preocupado por su posible triunfo (Zarate y Carrión,

2007:35).

6 En lo que respecta a América Latina son muchos los trabajos dedicados a los legisladores, los partidos y los

sistemas de partidos, y cada vez más los estudios dedicados a los electores, sin embargo, son muy pocos los trabajos que relacionan electores y los partidos o políticos electos.

8

Tras una década de profundas alteraciones en el sistema de partidos del país y la desconfianza en los

partidos tradicionales, el sistema peruano ejemplifica la coexistencia de estos últimos con otros de

nueva creación. Sin embargo, 2009 y 2010 significaron para Perú los últimos años de un gobierno

marcado por escándalos de corrupción que tuvo como resultado final la alternancia en el poder

presidencial en 2011.

En términos socioeconómicos, Perú es también un país de relativos contrastes. El crecimiento

generalizado de la economía en América Latina es aún más acentuado en el caso de Perú, cuyo

crecimiento ha sido superior al del resto de países de la región andina y de América Latina en

general. Sin embargo, a pesar de que el crecimiento de la economía peruana ha sido importante,

este no ha tenido una repercusión significativa en la población en términos de mayor tasa de empleo

o una mejora de los ingresos de los peruanos, algo que ha repercutido en el deterioro de la imagen

de dos de los principales pilares de la democracia: los partidos políticos y el Parlamento.

El territorio peruano está dividido en siete regiones naturales que agrupan a un conjunto de

departamentos que comparten no sólo territorio sino también características culturales,

idiosincrasia, asentamientos indígenas, historia etc., y que permite establecer comportamientos y

tendencias diferenciadas en cada una de ellas. Dichas agrupaciones territoriales en las que se ha

dividido el país responden frecuentemente a las fragmentaciones regionales existentes en Perú

(Costa, Sierra y Selva). Se ha decidido excluir de estas divisiones a la capital del país y considerarla

como una región independiente debido al peso y características que la capital puede ejercer en los

resultados7.

Cuadro I: Clasificación de los departamentos según región geográfica

Regiones Perú

Selva (SLV) Costa Norte

(CN)

Costa Centro (CC)

Costa Sur (CS)8

Sierra Norte (SN) Sierra

Centro (SC)

Sierra Sur

(SS)

Lima y Callao

(Lima)

Amazonas

Loreto

Madre de

Dios

San Martin

Ancasch

La Libertad

Lambayaque

Piura

Tumbes

Ica

Arequipa

Moquegua

Tacna

Cajamarca Ayacucho

Huancavélica

Huanuco

Junin

Pasco

Apurimac

Cusco

Puno

Lima

Provincia de

Callao

Nota: Aquellos departamentos con población en más de una región se ha tomado como criterio de clasificación

la región en la que se concentra el mayor número de población del departamento.

Fuente: Censo Nacional de Población y Vivienda 2005. Dirección Nacional de Censos. INEI. Lima

7 Tuesta Soldevilla (2011) señala que la elección presidencial de 2011 pone de manifiesto un desencuentro

entre Lima y el resto de departamentos de Perú. Desde hace una década, el candidato que gana en Lima, no gana a nivel nacional. “Lo que se vive y siente en Lima, no se comparte en el resto del país”. 8 Se han unido los departamentos de la Costa Centro y Sur de Perú por cuestiones técnicas. Ica es el único

departamento de la Costa Centro y para el caso de los congresistas tan sólo tendríamos tres casos para ese grupo de análisis. De ahí, y dada la proximidad entre ambas regiones se ha procedido a su unión y de este modo contar con un mayor número de casos en los análisis.

9

Las características socio estructurales de las siete regiones en las que se divide el país son evidentes.

Las mayores concentraciones de población indígena del país se dan en las regiones de la Sierra

(centro y sur) y la Selva, que además son las zonas más pobres del país y las que tienen un Índice de

Desarrollo Humano más bajo. Mientras que la capital y la costa presentan unos niveles tanto de

pobreza como de población indígena considerablemente menores, a excepción de la Costa Sur que si

bien tiene un alto porcentaje de población indígena, la pobreza y el índice de desarrollo humano de

la región es similar al del resto de la costa. A nivel político, existen también marcadas diferencias

regionales. Mientras que el voto de izquierda se concentra en las regiones más pobres del país, el

voto de la derecha se asienta en la capital y en la costa norte del país, los departamentos con mayor

riqueza y donde se concentra la élite.

Por tanto, a partir de este contexto socio económico y político, diputados y ciudadanos han sido

clasificados en base a dichas regiones naturales con la siguiente distribución de casos:

Cuadro II: Distribución del número de casos

Región/unidad de análisis

2010

Elites Ciudadanos

Nº de casos % Nº de casos %

Selva 8 10,0 174 11,6

Costa Norte 17 21,3 264 17,6

Costa Centro y Sur 9 11,3 128 8,6

Sierra Norte 3 3,8 129 8,6

Sierra Centro 4 5,0 93 6,2

Sierra Sur 13 16,3 208 13,9

Lima y Callao 26 32,5 504 33,6

Total 80 100,0 1500 100,0

Fuente: PELA (2010); Barómetro de las Américas por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP),

www.LapopSurveys.org (2010).

2.2. Bolivia

Una de las principales características de la crisis política e institucional de Bolivia en los últimos años

ha sido la activa participación de los distintos actores que han diversificado los escenarios de

conflicto social y político del país. La división territorial entre la Bolivia Occidental (formada por los

departamentos del llamado Altiplano, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca) y la Bolivia

Oriental (departamentos de la “Media Luna” encabezados por Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija) han

hecho que desde el año 2002 las tensiones y conflictos político-sociales vayan en aumento.

Enfrentamiento que se ha mantenido en las elecciones del 6 de diciembre de 2009, como se puso de

manifiesto en la campaña electoral llevada a cabo por los candidatos.

10

Cuadro III: Clasificación de los departamentos según región geográfica

Regiones Bolivia

Altiplano Media Luna

La Paz

Cochabamba

Oruro

Potosí

Chuquisaca

Santa Cruz

Beni

Pando

Tarija

Fuente: INE, UDAPE. Censo de población 2001.

El sistema de democracia pactada y el papel del sistema judicial y del propio Parlamento en Bolivia

fueron vistos por los ciudadanos como un sistema que respondía en última instancia a los intereses

de las élites políticas. Se llega así a una situación de desarticulación política en el que se incrementan

las reivindicaciones de diferentes colectivos. Los indígenas pidiendo el respeto de sus territorios y sus

costumbres, los cocaleros defendiendo el cultivo de la coca y la salida del mismo del gobierno

norteamericano, las presiones de la FEJUVE para la redefinición de los contratos del agua o del

movimiento cívico de Santa Cruz demandando una autonomía departamental (Haro, 2010: 242).

Con este contexto como telón de fondo llega al poder Evo Morales en 2005, con una propuesta de

defensa de la soberanía económica de Bolivia, el reconocimiento de los derechos de los pueblos

originarios y la introducción de nuevos procedimientos de deliberación y participación, ganándose así

la confianza de la base popular mayoritaria.

En este país, al margen de las disputas políticas e ideológicas entre el gobierno y la oposición, la

principal fuente de conflicto radica en la distribución de los recursos naturales, de cuyos ingresos se

benefician de manera desproporcionada los departamentos de la Media Luna, superiores a los que

recibe el gobierno central (Weisbrot y Sandoval, 2008: 10). A partir de 2009, el gobierno del MAS

modifica el reparto de los Impuestos directos a los Hidrocarburos (IDH) desviando un mayor

porcentaje de estos ingresos a las arcas del Estado en perjuicio de los hasta ahora beneficiados (las

regiones). Estrechamente relacionado con el conflicto de la tierra y los hidrocarburos, está además el

debate sobre la autonomía defendida por los departamentos de la Media Luna con el fin de impedir

las reformas agrarias propuestas por el gobierno de Evo Morales.

Los conflictos político-ideológicos de los bloques oriental y occidental no son más que un claro reflejo

de las diferencias socioeconómicas y culturales entre las dos regiones y que se ha traducido en una

clara territorialización del voto.

La población indígena se concentra mayoritariamente en los departamentos del altiplano, donde más

de la mitad de la población que reside en esta región es indígena frente al 16,8% de ellos que habita

en los departamentos de la Media Luna. Esta evidente división étnica también se traduce en

características socioeconómicas claramente diferenciadas. La región del altiplano (junto con la Paz)

11

posee tasas de analfabetismo y pobreza mucho más elevadas que las que se encuentran en los

departamentos de la Media Luna, con una potente economía agroindustrial y ricos yacimientos de

petróleo y gas, que en su conjunto proporcionan un tercio del producto bruto boliviano (Malamud y

García, 2008: 2).

En el caso de Bolivia, la unidad de análisis es el departamento ya que, a diferencia de lo que sucede

en Perú o Ecuador, el número de departamentos es menor y en los datos de diputados existe un

número significativo de casos en cada uno de ellos que permiten la realización de análisis

consistentes por departamento. Si bien, se extraerán conclusiones a nivel también de regiones como

en el resto de países.

La distribución del número de casos para el año 2010 de diputados y ciudadanos se recoge en el

Cuadro IV.

Cuadro IV: Distribución del número de casos

2010

Élites Ciudadanos

Región Departamento/unidad de

análisis

Nº de casos % Nº de casos %

Altiplano

La Paz 21 21,6 822 27,2

Cochabamba 12 12,4 539 17,9

Oruro 7 7,2 130 4,3

Potosí 13 13,4 228 7,6

Chuquisaca 9 9,3 188 6,2

Media Luna

Santa Cruz 18 18,6 806 26,7

Beni 5 5,2 129 4,3

Pando 4 4,1 23 ,8

Tarija 8 8,2 151 5,0

Total 97 100,0 3018 100,0

Fuente: PELA (2010); Barómetro de las Américas por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP),

www.LapopSurveys.org. (2010)

2.3. Ecuador

Ecuador, al igual que el resto de países andinos aquí analizados, se ha caracterizado en estas últimas

décadas por su inestabilidad política, que se inicia con la destitución de Abdalá Bucaram como

presidente de la República en 1996 y en el que se han ido sucediendo un importante número de

presidentes. Una inestabilidad política que está estrechamente relacionada con las características,

desempeño e imagen de los partidos políticos ecuatorianos (Pachano, 2007: 162). El elevado número

de partidos políticos y movimientos en la Asamblea Legislativa es un indicador claro de la dispersión

y de la fragmentación del sistema político ecuatoriano en estas últimos décadas.

Sin embargo, en el año 2006, el cambio político propuesto por Movimiento Patria Altiva y Soberana

(PAÍS), que ha sido legitimado por los ciudadanos en cinco ocasiones se traduce en un claro rechazo

12

de los partidos políticos tradicionales por parte de la ciudadanía (Freidenberg, 2011) y da indicios del

comienzo de un posible período de estabilidad política en el país.

Uno de los elementos más reseñados del sistema político ecuatoriano se refiere al conflicto regional

y, de manera particular, cómo éste ha impactado en la vida política. Se puede afirmar que el factor

regional es la fractura sociopolítica (cleavage) que ha estructurado y estructura el sistema político

ecuatoriano9. Las características geográficas del país han influido para que se configuren distintos

patrones culturales y políticos. Aunque como señala Pachano (2007:184) “los clivajes no puedan ser

considerados como determinantes estructurales que se derivan de condiciones económicas, sociales

o culturales” sino que es el diseño institucional el que lleva a que esas diferencias regionales se

trasladen al ámbito político.

En Ecuador, al igual que en Bolivia y, en menor medida en Perú, existe una regionalización o

“provincialización” de los partidos, uno de los rasgos más señalados del sistema de partidos

ecuatoriano; Cuando se habla de la regionalización de los partidos políticos en Ecuador, no se está

pensando en que estos reivindiquen lo regional en su programa, que se asienten únicamente en una

región, o que su marco de actuación sea el no estatal; sino que se habla de partidos que, a pesar de

que su proyecto político implica a todo el territorio y su campo de actuación política es la de todo el

país, son más exitosos electoralmente en una de las regiones sin que esto implique que en las otras

no tengan una relativa importancia.

Otro de los aspectos centrales del sistema de partidos ecuatoriano, junto al regional, ha sido el

étnico-cultural que ha tenido una fuerte presencia en Ecuador en estas últimas décadas y sobre todo

a partir de 1996 que Pachakutik se presenta por primera vez a unas elecciones. Tras el relativo éxito

de Pachakutik en esos comicios electorales surgen otros movimientos u organizaciones indígenas con

reivindicaciones étnico culturales que hacen que estos temas se incluyan en la agenda política

(Pachano, 2007: 185).

La heterogeneidad geográfica, las diferencias socioeconómicas, estructurales y culturales de las tres

grandes regiones de Ecuador implican una gran diversidad de intereses que puede reflejarse también

en el plano de lo político. De hecho, en Ecuador, las diferencias profundas entre regiones geográficas

han llevado a que la pertenencia a una determinada región esté por encima de la adscripción

partidista (Alcántara y Freidenberg, 2001:128).

Como se ha mencionado antes, Ecuador está formado por tres grandes regiones: la Costa, la Sierra y

la Amazonía. En el cuadro V se muestra cómo han sido clasificados los departamentos en función de

su ubicación geográfica.

9 Sobre la influencia de lo regional en las elecciones puede verse el trabajo de Pachano (1996: 81-104; 2004;

2006) o el de Freidenberg y Alcántara (2001). Para un análisis más amplio del problema regional en el Ecuador se pueden consultar los trabajos editados por Hurtado (1977; 1990); Maiguashca (1994).

13

Cuadro V: Clasificación de los departamentos según región geográfica

Regiones Ecuador

Costa Sierra Amazonía Quito

El Oro

Guayas

Manabi

Los Ríos

Esmeraldas

Santa Elena

Azuay

Bolivar

Cañar

Carchi

Cotopaxi

Chimbarazo

Imbabura

Loja

Tungurahua

Santo Domingo

Napo

Morona-

Santiago

Pastaza

Sucumbios

Orellana

Zamora-

Chinchipe

Quito

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de Ecuador.

Censo de Población y viviendas 2010.

El asentamiento de la población indígena de forma casi exclusiva en la Sierra y en la Amazonía unido

a las elevadas tasas de pobreza y nivel de analfabetismo, más acentuadas en la zona amazónica,

suponen la principal brecha de carácter socio estructural entre estas regiones y la costa y Quito.

A partir de la agrupación de las provincias de Ecuador en tres regiones naturales, la distribución del

número de casos a diputados y ciudadanos queda reflejado en el Cuadro VI.

Cuadro VI: Distribución del número de casos

2010

Elites Ciudadanos

Región/unidad de análisis Nº de casos % Nº de casos %

Costa 27 29,7 1476 49,2

Sierra 32 35,2 800 26,7

Amazonía 11 12,1 124 4,1

Quito 11 22,0 600 20,0

Total 82 100,0 3000 100,0

Nota: se han dejado fuera del análisis a los diputados nacionales.

Fuente: PELA (2009); Barómetro de las Américas por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP),

www.LapopSurveys.org. (2010)

3.- Datos y metodología en el análisis

Para el análisis de las actitudes políticas de las élites parlamentarias se utilizan los datos provenientes

de las encuestas a los asambleístas ecuatorianos electos en 2009, a los diputados bolivianos electos

en 2010 y a los congresistas peruanos electos en 2006 que recogen sus actitudes sobre estos temas,

del Proyecto de Elites Parlamentarias en América Latina (PELA) de la Universidad de Salamanca. Las

encuestas fueron realizadas en 2009, para el caso de Ecuador, y 2010 en Bolivia y Perú. Para el caso

de ciudadanos se han utilizado los datos del Barómetro de las Américas de LAPOP (Universidad de

Vanderbilt) para el mismo año.

14

El análisis de las actitudes que componen la cultura política democrática en un país es una tarea

compleja que trasciende los objetivos de este trabajo. En este caso, nos limitaremos a analizar

algunos aspectos de ésta que, si bien son componentes relevantes en la caracterización de la cultura

política democrática de un país, están lejos de agotarla.

El estudio de la cultura política democrática de la élite parlamentaria y los ciudadanos en los tres

países andinos objeto de estudio se hace desde tres niveles:

1) Principios centrales del régimen democrático: para ello se tendrá en cuenta la percepción del

papel que tienen los partidos políticos en una democracia estable.

2) Evaluaciones sobre el desempeño de la democracia: satisfacción con el funcionamiento de la

democracia en el país y apoyo al sistema político.

3) Apoyo a las instituciones políticas de la democracia.

Para medir cuáles son los principios centrales del régimen que tienen diputados y ciudadanos se

utiliza el papel de los partidos políticos en la democracia, es decir, si están de acuerdo con la

afirmación de que sin partidos políticos no puede haber democracia10. La bibliografía sobre partidos

políticos ha oscilado entre destacar la centralidad de los partidos en las democracias hasta el

debilitamiento de sus funciones y del papel que tradicionalmente han desempeñado, subrayando así

la idea de que la democracia de partidos es un esquema referencial en crisis (Crespo y Mieres, 1998:

240). Pero, ¿es posible la existencia de un régimen democrático sin partidos políticos? La profunda

deslegitimación y rechazo de los partidos y los políticos favoreció la quiebra y erosión de la

democracia. Los agentes tradicionales de la representación democrática como son los partidos

políticos pueden tener muchas fallas pero la democracia sin partidos es, en el mejor de los casos, “un

régimen con grandes defectos y, en el peor, como Schattschneider (1942: 1) escribió hace mucho

tiempo, sencillamente imposible” (Mainwaring, 2006: 31).

Los sondeos de opinión realizados en esta última década en América Latina, han puesto de

manifiesto que la democracia goza de un apoyo alto entre los ciudadanos, que de forma mayoritaria

prefieren un régimen democrática a uno autoritario. Sin embargo esa legitimidad del sistema

democrático no se ha correspondido, en la mayor parte de países de América Latina, con la

satisfacción del funcionamiento del tipo de gobierno. Lo que pone de manifiesto que la población

siente que el régimen democrático al que apoyan no está satisfaciendo adecuadamente sus

demandas o expectativas.

10

En el caso de la encuesta a diputados esta variable está medida en una escala de 1 a 4 donde 1 significa “muy en desacuerdo” con la afirmación de que sin partidos políticos no puede haber democracia y 4 “muy de acuerdo” con dicha afirmación. Para el caso de los ciudadanos la escala de opinión era de 1 a 7, donde 1 significa “muy en desacuerdo” y el 7 “muy de acuerdo” con dicha afirmación. Para permitir su comparabilidad con la encuesta de élites se ha transformado ésta última escala convirtiéndola en una de 1 a 4.

15

Para medir la evaluación sobre el desempeño de la democracia en cada uno de los países se utilizan

dos variables: satisfacción con el funcionamiento de la democracia11 y el apoyo al régimen12. A partir

de estas dos variables se elabora un índice de apoyo y satisfacción con la democracia. El índice varía

entre 1 y 4, donde valores próximos a 1 indican “no demócratas insatisfechos” y valores próximos a 4

“demócratas satisfechos”.

Y, por último, se utiliza la confianza que diputados y ciudadanos tienen en cinco instituciones

propiamente políticas: el Poder Judicial, los partidos políticos, el Parlamento, el Presidente de la

República y el Organismo electoral por el que se pregunta en cada país.

La confianza en las instituciones, como señalan Newton y Norris (2000: 53) es el indicador central del

sentimiento básico de los ciudadanos sobre su sistema político. Esta confianza institucional permite

establecer un lazo entre ciudadanos y las instituciones que fomentarían la legitimidad de los

gobiernos democráticos (Bianco, 1994; Levi y Stoker, 2000). La baja confianza en las instituciones

políticas en la práctica totalidad de América Latina ha encendido la alarma y reabierto el debate

sobre los efectos que esta falta de confianza puede tener en la democracia, llegando incluso a

provocar su caída. Sin embargo, a pesar de este declive de los niveles de confianza en las

instituciones democráticas no parece que haya puesto en peligro su supervivencia (Segovia, 2006:

99).

Con frecuencia, se utilizan cuatro tipos de variables que guían la interacción de los actores sociales

en el campo de las relaciones de poder: a) variables de carácter más político, como puede ser la

ideología de los entrevistados; b) variables de tipo social: la socialización política de los diputados

medida a partir de la frecuencia con la que hablaban de política en casa durante su juventud; en el

caso de la socialización política de los ciudadanos se ha utilizado la frecuencia con la que hablan de

política con amigos o familiares; el modo en que los individuos adquieren e interiorizan la cultura

política es un proceso de aprendizaje individual que los especialistas definen mediante el término de

socialización política. Los dos principales agentes de socialización en las sociedades contemporáneas

son la familia y la escuela (Morán, 1997: 188); c) variables sociodemográficas como la edad o el nivel

de estudios. Y, d) una variable de tipo económico como son los ingresos. Han sido varios los autores

11

La pregunta que se formula a los diputados es si están muy satisfechos (4), satisfechos (3), insatisfechos (2) o muy insatisfechos (1) con el funcionamiento de la democracia en su país. En el caso de los ciudadanos las opciones de respuesta son muy satisfecho (1), satisfecho (2), insatisfecho (3) y muy insatisfecho (4). Para que ambas variables vayan en la misma dirección se recodificó la variable del cuestionario de ciudadanos para que las categorías de respuesta fueran iguales a las de élites. 12

En cuanto al apoyo al régimen democrático, en el cuestionario de élites la pregunta se formuló de la siguiente manera: “Con cuál de las dos siguientes frases está Ud. más de acuerdo: la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno o en momentos de crisis económica un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático. En la encuesta a ciudadanos la pregunta se realizó: “Con cuál de las siguientes frases está Ud. más de acuerdo: A la gente como uno le da igual un régimen democrático que uno no democrático; la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno; en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”.

16

que han demostrado empíricamente que la percepción de los ingresos económicos personales

influye en la confianza en las instituciones políticas en general13.

En este trabajo se utilizarán estas variables con el fin de conocer que características políticas,

sociales, sociodemográficas o económicas tienen los representantes y residentes de los distintos

espacios regionales que pudieran ayudar a explicar o comprender mejor la formación de unas

determinadas actitudes políticas.

La técnica empleada para el estudio de la cultura política es un análisis HJ-Biplot (Galindo, 1985,

1986), que permite representar simultáneamente variables e individuos en un espacio de dimensión

reducida, de forma que se pueda conocer la configuración de los individuos/casos y además qué

variables son responsables de dicha configuración.

El HJ-Biplot propuesto por Galindo (1985, 1986) es una representación gráfica multivariante de

marcadores fila (casos) y columna (variables), elegidos de tal forma que puedan superponerse en el

mismo sistema de referencia con máxima calidad de representación.

Los métodos Biplot están libres de hipótesis y tienen como objetivo capturar las estructuras de

covariación entre las variables que intervienen en el estudio y aprovechar esa covariación para poder

sustituir las variables observables de partida (generalmente muchas) por variables latentes

(generalmente dos o tres) que capturan la mayor parte de la información contenida en los datos (los

ejes factoriales). Los métodos Biplot presentan sus resultados sobre planos factoriales donde los ejes

son las variables latentes. En los planos factoriales se representan las variables observables

(confianza en las instituciones, índice de apoyo y satisfacción con la democracia, papel de los

partidos políticos, ideología, interés por la política, edad, nivel de estudios e ingresos) y las unidades

taxonómicas (elites y ciudadanos/región).

Una de las ventajas de esta técnica radica en que permite obtener una representación gráfica

simultánea sobre la relación entre un conjunto de variables y la posición de grupos de observaciones

con perfiles similares en un plano de dimensión reducida, generalmente de dos dimensiones, que

serán las de mayor poder explicativo y una calidad de representación óptima. Si el porcentaje de

variación explicada es alto, la representación de los datos en el plano se aproximará a los valores

originales de la matriz X analizada con un alto grado de fiabilidad14. El que la tasa de absorción de

inercia sea alta es condición necesaria para la fiabilidad de la interpretación de los casos en el gráfico

pero no es condición suficiente, ya que el hecho de que la mayoría de los casos estén bien

representados en el subespacio no implica que todos lo estén. Por tanto, es necesario valorar la

13

A este respecto ver los trabajos de Tanaka y Vera, 2007 y Zarate, Patricia y Julio Carrión (2006). 14

La variabilidad explicada por los ejes factoriales viene determinada por la tasa de absorción de inercia, que varía entre 0 y 100, de modo que cuanto más se aproximen los valores de los ejes factoriales a 100 más fiable será la representación.

17

calidad de representación que se consigue para las filas y las columnas de la matriz de datos (Galindo

et al., 1999).

La interpretación de los biplot es sencilla, siguiendo a Galindo (1986), en la representación HJ-Biplot

hay que tener en cuenta que:

-Cada caso vendrá representado como un punto en un plano factorial. Por su parte, las variables se

representan en el plano mediante vectores.

-En una representación HJ-Biplot, las variables que han presentado mayor variabilidad, en los

distintos casos de estudio, vendrán representadas por vectores más largos.

-El coseno del ángulo entre dos vectores representa la correlación entre las variables. Esto significa

que en un HJ-Biplot, si dos variables están muy relacionadas tendrán un ángulo muy pequeño

(próximo a 0º). Si el ángulo que forman dos vectores es obtuso las variables presentarán

correlaciones negativas. Un ángulo recto entre dos vectores indica independencia entre las variables.

-El ángulo que forma cada una de las variables observables (vectores) con la variable latente (ejes

factoriales) se entiende en términos de relación e indica la contribución de cada uno de los ejes

factoriales de la representación a la variabilidad de las variables. Esta medida se denomina

Contribución Relativa del Factor al Elemento (CRFE). Y se interpreta de la misma manera que un

coeficiente de determinación en regresión.

-La proximidad entre los puntos que representan a los casos se interpreta como similitud entre los

mismos. Esto significa que si dos casos aparecen próximos en el gráfico factorial compartirán un

perfil similar respecto a las variables utilizadas en el análisis, especialmente si los dos están bien

representados. Ese perfil es generado a partir de la posición media de cada uno de los casos en el

conjunto de variables incluidas en el análisis.

-La relación entre casos y variables se realiza en términos de producto escalar es decir, a partir de la

proyección perpendicular de los puntos países sobre los vectores que representan a las variables. A

partir de esta proyección es posible determinar la distribución aproximada que las observaciones

toman sobre las variables (Gabriel y Odoroff, 1990).

4. Cultura política democrática de las élites y los ciudadanos

Para abordar el estudio de la cultura política de las élites y los ciudadanos en los tres países andinos

se analizan, como hemos visto anteriormente, tres dimensiones relacionadas con la misma:

principios centrales del régimen democrático, evaluaciones sobre el desempeño de la democracia y

apoyo a las instituciones políticas.

El primer análisis que se ha realizado es un biplot para cada país incluyendo como unidades de

análisis a ciudadanos y élites según región y las variables de cultura política democrática señaladas

18

previamente: Índice de apoyo y satisfacción con la democracia, grado de acuerdo con la afirmación

“sin partidos políticos no hay democracia” y confianza en las instituciones propiamente políticas:

partidos, parlamento, Presidente de la República, Poder Judicial y Órgano Electoral en el país.

Posteriormente se realiza un segundo análisis en el que se incluyen las variables que, como hemos

dicho anteriormente, se utilizan para explicar la formación de unas actitudes políticas. En este caso la

finalidad de introducir estas variables no es explicar sino conocer si cambia significativamente la

configuración del posicionamiento en el gráfico de diputados y ciudadanos según regiones y

comprobar si existe relación alguna entre ideología, interés por la política, edad, nivel de estudios e

ingresos mensuales15 con tener unas determinadas actitudes políticas.

A priori cabe pensar que procesos de socialización diferentes entre élite y ciudadanos puede dar

lugar a la formación de culturas políticas diferentes. Por otro lado, es fácil pensar que la ideología

tendrá un peso mayor en la configuración de las actitudes políticas de las élites que en las de los

ciudadanos. En cuanto a la edad y la educación, autores han señalado la influencia de estas variables

en la formación de las actitudes políticas, aunque esta sea baja si se la compara con el resto.

4.1. El caso peruano

En Perú, las variables que tratan de estudiar una parte de la cultura política democrática del país y

que mayor poder explicativo tienen en el análisis, por su poder discriminatorio entre los casos, son la

confianza en el Parlamento, en el Organismo electoral del país y en los partidos, así como el papel de

los partidos políticos para el funcionamiento de la democracia (Cuadro VII). La bondad de ajuste de la

representación Biplot en el subespacio de máxima inercia es alta. En el análisis biplot se han retenido

los dos primeros ejes factoriales que explican el 92% de la variabilidad total de los datos, lo que

garantiza la confiabilidad en la interpretación con una pérdida de información muy pequeña (8%).

Cuadro VI: Contribuciones relativas del factor al elemento para las actitudes políticas hacia la

democracia

Variables Eje 1 Eje 2

I.Democracia 686 204

Papel partidos políticos 803 139

Confianza en el PJ 470 471

Confianza en los partidos 820 37

Confianza en el Parlamento 943 4

Confianza en el Presidente 741 180

Confianza en el Org. Electoral 854 79

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados del HJ-Biplot

15

Dado que las categorías de ingresos en el cuestionario de élites y en el de ciudadanos son diferentes, para poder incluirla en el análisis se ha tipificado.

19

Si bien, todas las variables incluidas en el análisis contribuyen de manera significativa al

posicionamiento de los diputados y ciudadanos según regiones en el gráfico. La única variable con

menor poder discriminante en el análisis es la confianza en el Poder Judicial, ya que parece que todos

los congresistas peruanos, independientemente de la región a la que representen, tienen una

confianza similar en el Poder Judicial peruano.

Gráfico I: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-2)

Fuente: PELA (2010) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

A la vista de los resultados del gráfico 1 se observa una clara división entre ciudadanos y élites

parlamentarias. Las élites peruanas confían más en el Presidente de la República, la Oficina Nacional

de Procesos Electorales, el Parlamento y los partidos políticos de lo que lo hacen los ciudadanos;

están de acuerdo en que sin partidos no puede haber democracia y su apoyo y satisfacción con la

democracia es mayor que en el caso de los ciudadanos. Sin embargo, la escasa confianza en el Poder

Judicial y el bajo apoyo y satisfacción con el régimen democrático acercan a los congresistas de la

Sierra Norte de Perú y los ciudadanos, principalmente los residente en la Costa Centro y Sur, la Sierra

Norte y la Capital.

20

Así todo, tan sólo los pertenecientes a la región de la Sierra Norte (diputados y ciudadanos)

comparten estos sentimientos de (des) confianza hacia el Poder Judicial y de insatisfacción con la

democracia. Siendo en las regiones de la Sierra Sur y la Costa Norte donde mayor distancia existe

entre las actitudes políticas de las élites y la de los ciudadanos.

La segunda observación relevante que podemos hacer del gráfico 1 es que existe una mayor

dispersión en función de las regiones en el caso de los congresistas que en el de los ciudadanos

donde la distancia entre ellos es menor.

Y esto se pone de relieve de manera más clara al realizar un análisis cluster con las coordenadas del

biplot16. De los cinco grupos obtenidos del análisis, dos corresponden a los ciudadanos y tres a las

élites.

En el caso de los ciudadanos podríamos hablar de dos grupos diferenciados: el formado por los

residentes en la Sierra Sur, Selva y Costa Norte, que se caracteriza por ser el que tiene unas actitudes

políticas menos favorables hacia la democracia, confían poco en las instituciones políticas, muestran

un menor apoyo a la democracia y no consideran tan necesaria la presencia de los partidos políticos

para que la democracia funcione. Si tenemos en cuenta las características sociales de este grupo se

observa que se trata de regiones muy distintas. Mientras que la Sierra Sur es una de las que presenta

mayor porcentaje de pobreza extrema del país, menor Índice de Desarrollo Humano y mayor

porcentaje de población indígena, características que podría compartir en buena medida con la

región de la Selva, la Costa Norte presenta condiciones socioeconómicas mucho más favorables que

las otras dos. Lo que no permitiría hablar o intuir que las condiciones desfavorables de las regiones

de la Sierra Sur y la Selva estén relacionadas con la formación de las actitudes políticas de los

ciudadanos. Y otro grupo formado por los residentes en el resto de regiones, la Capital, Costa Centro

y Sur, Sierra Norte y Sierra Centro, que se caracteriza por confiar más en las instituciones políticas y

apoyar de una manera más firme al sistema político actual de Perú, sin llegar a los niveles de

confianza y apoyo de las élites parlamentarias del país. La heterogeneidad de este grupo en lo que

respecta a características socioeconómicas de la región es más acentuada que la del grupo anterior.

Si bien, la Capital del país y la Costa Centro y Sur comparten el bajo porcentaje de pobreza extrema

en sus regiones y los niveles de desarrollo humano más altos del país; en las regiones de la Sierra, se

da todo lo contrario, mayor porcentaje de pobreza extrema, índices de desarrollo humano más bajos

y los lugares donde mayor concentración de población indígena se da.

16

Se ha utilizado como medida de buena clasificación el coeficiente de correlación cofenética (Rohlf y Sokal, 1981) que varía entre 0 y 1. Si el valor está próximo a 0 existe una distorsión entre las distancias iniciales y las resultantes del análisis de conglomerados jerárquico, mientras que si el valor está próximo a 1 indica que hay una buena estructura jerárquica entre los casos analizados. En este caso, el coeficiente de correlación confenética es de 0,88.

21

En el caso de los congresistas, podríamos establecer tres grupos: el formado por los diputados

electos en los departamentos de la Selva y la Sierra Sur del país. Los diputados de estas regiones se

caracterizan por tener un nivel de apoyo al régimen democrático medio alto, así como un nivel de

confianza medio hacia las instituciones políticas, siendo esta confianza baja en el caso del Presidente

de la República. Entre los congresistas peruanos de la Selva y la Sierra Sur existe un alto porcentaje

de ellos que cree que los partidos políticos son condición necesaria para el funcionamiento de la

democracia.

Un segundo grupo que se forma dentro de la élite es el de aquellos que fueron electos en la región

de la Sierra Centro, Costa Centro y Sur, Costa Norte y Lima. Este grupo se caracteriza por tener un

apoyo al régimen democrático alto, así como un nivel de confianza alto hacia las instituciones

políticas. Dentro de este grupo los electos en la capital se distancian del resto por su menor confianza

en el Poder Judicial.

Y, finalmente, tendríamos el grupo formado de manera exclusiva por los congresistas de la Sierra

Norte, que se caracterizan, como ya se ha mencionado antes, por ser los que peores actitudes

políticas tienen hacia la democracia presentando los valores más bajos en apoyo y satisfacción con el

régimen y confianza en el Poder Judicial. Sin embargo, son los que más confían en el Presidente de la

República y quienes consideran de manera unánime que sin partidos no puede haber democracia.

Como se pone de manifiesto en la formación de estos grupos, las diferencias socio estructurales y

económicas de las regiones no está relacionado con la formación de las actitudes políticas

democráticas de las élites. Un buen ejemplo de ello es lo que sucede con los grupos de la Sierra Sur y

la Selva del país. Ya que si tanto las élites de estas regiones como los ciudadanos forman parte del

mismo grupo dentro de su colectivo, las actitudes políticas de ambos son totalmente extremas.

Pero ¿qué sucede al introducir en el análisis variables que con frecuencia se han empleado para

explicar la formación de una cultura política?.

Tal y como se observa en el gráfico 2 la configuración de los casos difiere ligeramente del anterior

tras la introducción de las variables ideología, frecuencia con la que habla de política, edad, estudios

e ingresos.

De todas las variables introducidas en el análisis son las sociodemográficas, edad (con una

contribución relativa de 949) y estudios (947), junto con la confianza en el Parlamento (917), papel

de los partidos políticos (856) e interés en la política (824), las que más han influido en la nueva

configuración de las élites y los ciudadanos según las regiones, todas ellas características propias de

eje 1. Mientras que la ideología (729) es una características exclusiva de eje 2 y los ingresos (884) de

eje 3.

La división entre ciudadanos y élites sigue siendo evidente y las nuevas variables incluidas en el

análisis lo que ponen de relieve es un mayor distanciamiento entre ambos grupos que se traduce en

22

que los ciudadanos son más jóvenes que los diputados, la edad media de los ciudadanos,

independientemente de las regiones analizadas es de 38-39 años, mientras que en el caso de los

congresistas la edad media es de 52 años. Las élites tienen un nivel académico superior al de los

ciudadanos y el interés por la política, medido en el caso de los diputados a partir de la frecuencia

con la que se hablaba de política en casa durante su juventud, también es mayor que en el caso de

los ciudadanos. El posicionamiento ideológico divide más a la élite que a los ciudadanos, quienes

tienen una ideología de centro.

Gráfico 2: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-2)

Fuente: PELA (2010) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

Una de las primeras conclusiones que puede extraerse de este segundo análisis es que parece existir

una alta relación positiva entre la edad y el nivel de estudio y unas actitudes políticas más favorables

hacia la democracia. De manera que a mayor edad y mayor nivel de estudios, mayor confianza en las

instituciones políticas, siendo esta más intensa en el caso del Parlamento, el Órgano electoral del

país. Así como, estar más interesado en la política también implica tener más confianza en las

instituciones políticas. La ideología también presenta una relación, en este caso negativa, con la

23

ideología, de manera que cuanto más de derechas es una persona, menor es su apoyo y satisfacción

con el régimen democrático (un claro ejemplo de ello está en los representantes de la Sierra Norte

de Perú). En cambio, los ingresos en Perú, no parecen estar relacionados con tener unas

determinadas actitudes políticas.

En el caso de los ciudadanos se observa un mayor acercamiento entre los residentes en la capital y

en la Costa Centro y Sur del país, por un lado, y los de la Selva y la Sierra Norte, por otro. Esta mayor

proximidad entre las regiones, en el caso de los ciudadanos se debe, principalmente, a que todos

ellos tienen posiciones similares en todas las variables consideradas para explicar unas posibles

actitudes políticas, marcando la diferencia entre ellos, fundamentalmente, el nivel de ingresos

(Gráfico 3). Los ciudadanos de la capital y la Costa Centro y Sur son los que poseen unos mayores

ingresos y son también los que más apoyan y están satisfechos con el régimen democrático peruano.

Corroborando así lo que algunos autores han señalado acerca de que los ingresos personales están

relacionados con estar más satisfecho con el funcionamiento del régimen y se confía más en las

instituciones. Siendo los de la Costa Norte, Sierra Centro y Sur, los que perciben unos menores

ingresos mensuales y los que se muestran menos satisfechos con el funcionamiento de la

democracia. No en vano, la capital y la Costa Centro y Sur del país se caracterizan por tener un bajo

nivel de pobreza extrema y un índice de desarrollo humano también alto. Todo lo contrario sucede

en la Sierra Centro y Sur del país. Sin embargo, y a pesar de que dentro de las regiones de la costa, la

Norte es menos rica en términos económicas que el resto dista mucho de acercarse a las regiones de

la Sierra.

Entre los congresistas parece existir un mayor acercamiento en las posiciones de las regiones,

principalmente en los casos de la capital y la Costa Norte y en los casos de la Sierra Centro y Sur y la

Selva debido, fundamentalmente a la influencia ejercida por la ideología.

Aplicando nuevamente un análisis cluster con las nuevas coordenadas del biplot obtenemos 6

grandes grupos17, dos correspondientes a los ciudadanos y cuatro a las élites:

El grupo 1, formado por los residentes en la capital y la Costa Centro y Sur del país. Este grupo se

caracteriza por ser el que tiene unas actitudes políticas más favorables hacia la democracia, su

confianza en las instituciones políticas es de la más alta registrada en los ciudadanos y muestran un

apoyo y satisfacción medio a la democracia. Son ciudadanos de ideología de centro y bastante

interesados en política. Si bien, la característica fundamental de este grupo son los ingresos

percibidos, los más altos respecto al resto de ciudadanos entrevistados.

17

El coeficiente de correlación cofenética obtenido es de 0,89, lo que nos permite hablar de una buena clasificación de los casos.

24

Gráfico 3: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-3)

Fuente: PELA (2010) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

El grupo 2, estaría formado por los residentes del resto de regiones, Sierra Norte, Selva, Costa Norte

y Sierra Centro y Sur. Este segundo grupo se caracteriza por confiar menos en las instituciones

políticas y estar menos satisfechos con el funcionamiento de la democracia en el país. Se sienten

ideológicamente cercanos al centro y centro-derecha, principalmente en los casos de la Sierra Centro

y la Costa Norte, no hablan con frecuencia de política con los amigos, y sus ingresos son muy

inferiores a los de los residentes en la capital y la Costa Centro y Sur del país.

En lo que respecta a los congresistas el panorama cambia. El grupo formado por los congresistas de

la Sierra Norte se mantiene, con actitudes políticas muy diferentes al resto, son los más insatisfechos

con el régimen democrático y los que menos confían en el Poder Judicial. Las variables que más les

diferencian del resto son la ideología y su proceso de socialización política en la familia, un alto

porcentaje de estos diputados dice que en su casa durante su juventud se hablaba mucho de política

y se autodefinen de derecha.

25

Un segundo grupo es el formado es el formado por los congresistas de Lima capital y la Costa Norte

(todos ellos con un perfil muy similar). Presentan los indicadores más altos de apoyo y satisfacción

con el régimen democrático, confían en las instituciones políticas, excepto en el Presidente de la

República donde esta confianza disminuye. Este grupo ha tenido una socialización política durante su

juventud alta y se autoubican ideológicamente en la escala izquierda-derecha en el centro, centro

derecha del espectro.

El tercer grupo que se forma, a diferencia de lo que ocurría cuando no se incluían las variables

sociopolíticas y económicas, es el de los congresistas la Sierra Sur, la Selva y la Sierra Centro. La

variable que más influencia ha ejercido en la formación de este grupo, y que incorpora al mismo a los

diputados de la Sierra Centro, ha sido la autoubicación ideológica. Dentro de este grupo están los

congresistas situados más a la izquierda del espectro ideológico.

Finalmente, tendríamos el grupo formado por los electos en la Costa Centro y Sur del país. Estos

diputados tienen unas actitudes políticas muy similares a las de los diputados de la Costa Norte y la

Capital, si bien, lo que les diferencia claramente del resto son los ingresos. Los parlamentarios de

esta región son los que dicen tener los ingresos más bajos dentro del conjunto de congresistas

peruanos, como se puede observar en el gráfico 3.

Por tanto, en el caso de Perú donde las brechas regionales no han sido muy marcadas, a pesar de

existir diferencias económicas y sociales en las regiones, tampoco se muestran patrones de cultura

política claros en las regiones, ya no solo entre élites y ciudadanos, sino tampoco al interior de los

grupos.

4.2. El caso boliviano

En Bolivia, las diferencias regionales han sido mucho más claras que en el caso peruano. Las disputas

entre la región del Altiplano y la de la Media Luna por el tema de la autonomía regional, la

distribución de los recursos naturales, o en el caso del altiplano, por la demanda de un

reconocimiento de los derechos indígenas hacen prever unas actitudes políticas claramente

diferenciadas.

Al analizar las actitudes políticas hacia la democracia en Bolivia, y tal y como se observa en el Gráfico

4, parece clara la división entre los departamentos del Altiplano situados en la parte izquierda del

mismo y los de la Media Luna, situados en el cuadrante inferior derecho. Esta división no se torna tan

evidente en el caso de los ciudadanos.

La tasa de inercia en el primer plano factorial (es decir, la cantidad de información retenida), formada

por el eje 1 y 2 , alcanza el 80%, consiguiéndose en el espacio formado por los tres primeros ejes el

26

86,9% por ciento de la variabilidad total en los datos, lo que garantiza la confiabilidad de la

interpretación con una pérdida de información mínima.

Las variables con mayor poder discriminante en las actitudes de diputados y ciudadanos han sido la

confianza en el Presidente de la República y en el Parlamento, principalmente, el apoyo y satisfacción

con la democracia y la confianza en el Poder Judicial (todas ellas características de eje 1). El eje 2

divide a los diputados y los ciudadanos según su confianza en el Tribunal Supremo Electoral del país y

en los partidos políticos (Cuadro VII).

Cuadro VI: Contribuciones relativas del factor al elemento para las actitudes políticas hacia la

democracia

Variables Eje 1 Eje 2 Eje 3

I.Democracia 739 3 37

Papel partidos políticos 339 204 405

Confianza en el PJ 710 85 30

Confianza en los partidos 279 515 184

Confianza en el Parlamento 829 60 16

Confianza en el Presidente 892 11 2

Confianza en el Org. Electoral 461 475 0

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados del HJ-Biplot

Los diputados de La Paz, Potosí, Oruro, Cochabamba y Chuquisaca, que formarían la región del

Altiplano boliviano (situados en la parte izquierda del gráfico 4) son los que tienen unas actitudes

políticas hacia la democracia más favorables. Partiendo de la base de que el apoyo y satisfacción con

el régimen democrático en Bolivia es elevado, tanto entre los ciudadanos como entre las élites, en el

caso de los diputados de la región del altiplano esté apoyo es el más alto. Confían en las instituciones

políticas del país, sobre todo en el Presidente y el Parlamento, algo previsible si tenemos en cuenta

que se trata de territorio masista. Mientras que los diputados de la Media Luna (Tarija, Beni, Santa

Cruz y Pando) situados en el cuadrante inferior derecho están menos satisfechos con el

funcionamiento de la democracia en el país y confían relativamente poco en las instituciones

políticas del país, principalmente en el Poder Judicial y en el Tribunal Supremo Electoral.

Precisamente, es la confianza en el Tribunal Supremo Electoral lo que diferencia al conjunto de los

ciudadanos bolivianos de los diputados de la Media Luna. Los ciudadanos, a diferencia de los

diputados de esta región confían de manera contundente en el Organismo Electoral del país.

27

Gráfico 4: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-2)

Fuente: PELA (2010) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

Al realizar un análisis cluster con las coordenadas del biplot para corroborar lo que a priori se observa

en el gráfico18 se obtiene cinco grupos: dos de ciudadanos y tres de diputados.

El primer grupo que se forma es el de los ciudadanos residentes en Oruro, Potosí y La Paz, altiplano

boliviano. Son los ciudadanos que se muestran más satisfechos con el funcionamiento de la

democracia y confían más en las instituciones políticas del país, excepto en los partidos políticos, en

los que confían menos. Este grupo respondería así a la importancia que la región estaría ejerciendo

en las actitudes políticas de los ciudadanos de estos tres departamentos.

El segundo grupo que se obtiene, también de ciudadanos, es el formado por los residentes en los

departamentos de la Media Luna, a los que se unen los de Cochabamba y Chuquisaca. Este grupo se

caracteriza por mostrar una mayor insatisfacción con la democracia y una confianza baja en las

instituciones políticas excepto en el Tribunal Supremo Electoral. Siendo estas actitudes más

acentuadas entre los ciudadanos de Chuquisaca y Beni. Si tenemos en cuenta las divisiones

regionales existentes en Bolivia sorprende la posición de los ciudadanos de Chuquisaca muy distinta

a la del resto de departamentos del Altiplano boliviano con los que comparte características

18

El coeficiente de correlación cofenética es de 0,86, lo que nos permite hablar de una buena clasificación de los casos a partir de las coordenadas del biplot.

28

socioeconómicas y estructurales. Los ciudadanos de Cochabamba, a pesar de ser clasificados dentro

de este grupo tienen actitudes más próximas a las de sus vecinos del altiplano.

En este caso, las regiones más desfavorecidas parecen tener actitudes políticas más democráticas

que los de las zonas ricas, lo que pone de manifiesto en el caso boliviano que el proyecto político del

partido en el gobierno, más inclusivo de las regiones más desfavorecidas económicamente, con

mayor población indígena y peores indicadores de desarrollo humano, contribuye a la formación de

esas actitudes políticas. Todo lo contrario sucede en los departamentos más ricos de Bolivia, que se

muestran en contra del proyecto político de Evo Morales, al que consideran una amenaza para sus

intereses económicos.

El tercer grupo que se forma es el de los parlamentarios electos en Santa Cruz, Beni y Pando. Estos

diputados, como ya vimos anteriormente son los que muestran algo menos de satisfacción con la

democracia y confían menos en las instituciones políticas del país, especialmente en el Presidente, el

Tribunal Electoral y el Poder Judicial.

El cuarto grupo, y próximo al anterior, es el que constituyen los diputados que representan a Tarija.

Estos diputados se encuentran en una posición intermedia entre los pertenecientes a la Media Luna y

a los del Altiplano. A diferencia de los del grupo anterior, los diputados de Tarija confían algo más en

las instituciones políticas, en especial, en el Presidente de la República.

Y por último tendríamos el grupo formado por los diputados de los cinco departamentos del

altiplano. Con mayor satisfacción con la democracia y confianza en las instituciones políticas, con un

claro predominio de diputados del partido en el gobierno.

Si introducimos en el análisis las variables políticas, de socialización, sociodemográficas y

económicas, lo que se observa (Grafico 5) es que se ha producido un mayor acercamiento entre los

ciudadanos de los diferentes departamentos y, en cambio, se han distanciado las posiciones de los

diputados, principalmente de los de la Media Luna.

La bondad de ajuste de este nuevo análisis para los tres ejes retenidos es del 82%. Las variables con

mayor poder discriminante son la ideología (con una contribución de 913), la confianza en el

Parlamento (885) y el Presidente (834), características de eje 1; el interés por la política (832),

característica exclusiva de eje 2 y los ingresos (537) característica de eje 3. La edad y los estudios

también tienen un papel importante a la hora de la configuración de las posiciones de los ciudadanos

y la élite en el gráfico. Aunque estas variables, discriminan poco al interior de cada colectivo.

La ideología es lo que divide de manera significativa a los ciudadanos (situados en la parte derecha

del gráfico 5) de los diputados (situados en la parte izquierda del mismo). A pesar de que se podría

decir que Bolivia es un país de izquierda, los ciudadanos tienen unas posiciones ideológicas más

centradas que las de los diputados, principalmente los residentes en los departamentos de la Media

Luna y Chuquisaca que son los que podrían considerarse de centro-derecha. En cambio, los

29

diputados del Altiplano son los más izquierdistas de toda la Cámara. Entre los diputados de la Media

Luna, los representantes del Pando son los que adoptan una posición más centrista, próxima a la de

los ciudadanos.

Gráfico 5: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-2)

Fuente: PELA (2010) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

Pero lo que parece también diferenciar a los diputados de la Media Luna del resto de diputados y

ciudadanos es la socialización política. Estos diputados se caracterizan, principalmente, por haber

hablado de política con frecuencia en su casa durante su infancia o juventud, algo que apenas se da

entre los políticos del altiplano. Por lo que cabría pensar, que en este caso puede existir una relación

entre socialización política y formación de unas determinadas actitudes políticas.

Los ingresos mensuales, es otra variable que divide de forma significativa a la élite parlamentaria y a

los ciudadanos. Los diputados y ciudadanos situados en la parte superior del gráfico son los que

perciben mayores ingresos (dentro de sus respectivos colectivos) frente a los ubicados en la parte

inferior que se caracterizan por lo contrario, por tener los menores ingresos dentro del grupo. En el

caso de las élites los que menos ingresos dicen tener son los diputados de los departamentos de la

Media Luna, excepto los de Beni. Un dato que sorprende si se tiene en cuenta que precisamente

30

estas regiones son las que cuentan con unas condiciones socioeconómicas más favorables. Más

coherentes con los ingresos se muestran los ciudadanos residentes en la región de la Media Luna,

que son los que tienen unos ingresos mensuales más elevados.

A partir del gráfico biplot también se puede corroborar que existe una relación fuerte entre la

ideología y satisfacción con la democracia, papel de los partidos y confianza en las instituciones.

Todos aquellos con una ideología más de derechas presentan unas actitudes políticas menos

favorable hacia la democracia que los de izquierda. Al igual que también parece existir una relación

entre tener un nivel de estudios alto y confiar más en los partidos políticos. En cambio los ingresos no

parecen estar relacionados con unas determinadas actitudes políticas en el caso de Bolivia.

Gráfico 6: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-3)

Fuente: PELA (2010) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

Al clasificar a diputados y ciudadanos a partir de las coordenadas obtenidas en el biplot obtenemos

seis grupos19.

19

El coeficiente de correlación cofenética es de 0,86.

31

En el caso de los ciudadanos, los grupos a penas varían de los resultantes del análisis en el que sólo

se tenían en cuenta las variables relativas a cultura política de la democracia.

El primer grupo que obtenemos es el formado por los residentes en los departamentos de la Media

Luna y los de Chuquisaca. Se caracterizan por tener unas actitudes políticas menos favorables hacia

la democracia, se consideran de centro-derecha y se trata del grupo de menor edad de todos ellos. El

nivel de ingresos de este grupo es superior al de los residentes en el Altiplano.

El segundo grupo es el de los residentes en los departamentos del Altiplano, excepto los de

Chuquisaca. Estos ciudadanos tienen unas actitudes políticas más favorables hacia la democracia que

los de la Media Luna, son de centro-izquierda, tienen una edad media algo superior a la del otro

grupo de ciudadanos y un nivel de ingresos inferior. Sin embargo la edad, como han demostrado

algunos autores20, puede ser un determinante importante en el apoyo a la democracia.

En el caso de los diputados se obtienen cuatro grupos. A diferencia de lo que sucedía cuando sólo se

incluyen las variables relativas a democracia y confianza institucional, el grupo de diputados

pertenecientes al Altiplano se mantiene estable. Como ya se vio este grupo se caracteriza por su

satisfacción con la democracia, confianza alta en las instituciones, principalmente en el Presidente y

el Parlamento, son los diputados más izquierdistas de la Cámara, de mayor edad y con un nivel de

estudios algo inferior al de los diputados de la Media Luna.

Los otros tres grupos de diputados son producto de las diferencias de edad, ideología e ingresos

existentes entre los diputados de los departamentos de la Media Luna. El grupo formado por Tarija y

Santa Cruz; un segundo grupo formado por Beni y otro por los diputados de Pando. Estos tres grupos,

como vimos anteriormente, comparten unas actitudes políticas, se muestran más insatisfechos con

el funcionamiento de la democracia en Bolivia, y tienen una confianza media baja en las instituciones

de su país, especialmente en el Presidente y el Parlamento. Son diputados jóvenes, con edades

próximas a los 40 años y todos ellos han tenido un proceso de socialización política en la familia, más

pronunciado en el caso de los diputados de Beni, que además se caracterizan por tener el nivel de

estudios más elevado de toda la Cámara boliviana así como también los ingresos más altos. Esto es,

principalmente, lo que marca la diferencia entre los representantes de Beni y el resto de diputados

de la Media Luna. El grupo formado de manera exclusiva por los diputados del Pando, se diferencia

del resto de representantes de la Media Luna por su ubicación ideológica, más centrista que la del

resto.

En Bolivia, y a la vista de estos resultados, se puede decir que las diferencias regionales entre

Altiplano Boliviano y Media Luna se corroboran, pudiendo hablar de unas actitudes políticas

características del Altiplano, compartidas por élite y ciudadanos, aunque con distinta intensidad. Y

20

A este respecto ver Informe sobre Cultura democrática en Ecuador (2010: 46).

32

unas actitudes políticas propias de los representantes y residentes en la Media Luna. Si bien el

pertenecer a zonas desfavorecidas, con mayor población indígena e índices de desarrollo humano

más bajos, en Bolivia, no se traduce en actitudes políticas democráticas poco favorables. Lo que pone

de manifiesto la importancia que los conflictos político-ideológicos tienen en la formación de estas

opiniones en Bolivia.

4.2. El caso ecuatoriano

En Ecuador, al igual que sucede en Bolivia, la heterogeneidad geográfica, las diferencias

socioeconómicas, estructurales y culturales de las tres grandes regiones implican una gran diversidad

de intereses que puede reflejarse también en el plano de lo político.

Uno de los objetivos de este trabajo es ver si esa heterogeneidad geográfica en el país se traduce en

unas actitudes políticas democráticas diferentes, no sólo a nivel élite y ciudadanos, sino al interior de

cada uno de estos colectivos.

En la representación biplot (Gráfico 7) se pone de manifiesto que existe una clara división en cuanto

a las variables relativas a cultura política de la democracia, no sólo entre ciudadanos (posicionados a

la derecha del gráfico) y los diputados (situados a la izquierda). Si no también dentro de cada uno de

los dos grupos.

El primer eje factorial del análisis biplot recoge la mayor parte de la información y absorbe el 68,2%

de la variabilidad total de los datos. Las variables mejor representadas en el eje 1, y que más

discriminan a diputados y ciudadanos según regiones en el primer plano factorial (eje 1 y 2) son el

grado de acuerdo con la afirmación “sin partidos no puede haber democracia”, la confianza en el

Parlamento y los partidos políticos y el apoyo y satisfacción con la democracia (Cuadro VIII). El

segundo y tercer eje aportan una menor información (15,6 y 8,4%, respectivamente), aunque

ofrecen resultados interesantes para algunas variables como la confianza en el Poder Judicial y el el

Tribunal Supremo Electoral. La bondad de ajuste global en el espacio formado por los tres primeros

ejes alcanza el 92,2%, lo que garantiza la interpretación de los datos.

Cuadro VIII: Contribuciones relativas del factor al elemento para las actitudes políticas hacia la

democracia

Variables Eje 1 Eje 2 Eje 3

I.Democracia 837 2 6

Papel partidos políticos 949 6 1

Confianza en el PJ 307 501 132

Confianza en los partidos 880 29 50

Confianza en el Parlamento 911 8 3

Confianza en el Presidente 527 42 380

Confianza en el Org. Electoral 365 501 19

Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados del HJ-Biplot

33

Al igual que sucedía en Perú y Bolivia, las élites presentan unas actitudes más favorables hacia la

democracia que los ciudadanos. Tienen unos mejores índices de apoyo y satisfacción con el régimen

democrático, confían más en el Parlamento y los partidos políticos, así como en el Presidente

(aunque esta variable tiene un poder discriminante relativamente bajo), y consideran importante el

papel que los partidos políticos juegan para el funcionamiento de la democracia (aspecto que más los

diferencia de los ciudadanos). La confianza en el Poder Judicial y en el Órgano Electoral del país son

las variables en las que más discrepan los asambleístas ecuatorianos.

Gráfico 7: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-2)

Fuente: PELA (2009) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

En cambio, en los ciudadanos, estas actitudes son algo peores, siendo los ciudadanos residentes en la

Costa los que presentan unas actitudes democráticas menos favorables.

En el caso de Ecuador, y teniendo en cuenta el número menor de casos que tenemos respecto de los

otros países no se ha realizado ningún análisis cluster para clasificarlos. Si bien, es posible observar

dos grupos entre los ciudadanos: el formado por los residentes de la Capital, la Sierra y la Amazonía,

todos ellos más satisfechos con la democracia, y con una mayor confianza en las instituciones

políticas del país (siendo los residentes en la Amazonía los que más confían en el Poder Judicial, algo

34

que los diferencia de los de la Capital y la Sierra), que cuentan con un mayor porcentaje de población

de acuerdo con que los partidos son fundamentales para el funcionamiento de la democracia, que

los residentes en la Costa. Si bien, estas diferencias son relativamente pequeñas.

En el caso de los diputados, los representantes de la Sierra y del departamento de Pichincha, donde

se encuentra la capital del país, presentan unas actitudes políticas similares. Los representantes de la

Costa y de la Amazonía representarían los casos más extremos, donde lo único que los diferencia de

los asambleístas de la Sierra y la Capital es, en el caso de los representantes de la Costa su baja

confianza en el Órgano electoral y en el caso de la Amazonía su baja confianza en el Poder Judicial. En

el resto, las actitudes políticas de unos y otros a penas difieren.

El hecho de que tanto los residentes como los representantes de Quito y la Sierra tengan unas

actitudes políticas similares no es de extrañar, si tenemos en cuenta que Quito es la ciudad más

grande de la Sierra. En el caso de la Amazonía y su relativa proximidad a la Sierra y la capital, también

puede tener su explicación en que como señala Sánchez (2008:32) “el oriente era visto por el

imaginario colectivo como una extensión de la sierra debido a que casi todos sus habitantes eran

originarios de esa región y seguían manteniendo vínculos con los lugares de origen”. De este modo se

corrobora que existen diferentes actitudes políticas en función de la región.

Pero existe relación alguna entre estas actitudes políticas y la ideología, la edad, educación, interés

por la política o los ingresos. Para ello se ha recurrido nuevamente a un análisis biplot,

consiguiéndose una bondad de ajuste global en el espacio formado por los tres primeros ejes del

89%.

De todas las variables introducidas en el análisis son las sociodemográficas, estudios (con una

contribución relativa de 940), la edad (862), junto con el papel de los partidos políticos (937), la

confianza en el Parlamento (861) y el interés en la política (858), las que más han influido en la nueva

configuración de las élites y los ciudadanos según las regiones. Todas ellas variables de eje 1.

Mientras que los ingresos tienen una fuerte contribución en el eje 2 (526).

La división entre ciudadanos y élites sigue siendo clara y las nuevas variables incluidas en el análisis lo

que ponen de relieve es un mayor distanciamiento entre ambos grupos que se traduce en que los

ciudadanos son más jóvenes que los diputados, la edad media de los ciudadanos,

independientemente de las regiones analizadas es de 39 años, mientras que en el caso de los

diputados la edad media es de 43 años. Las élites tienen un nivel académico superior al de los

ciudadanos y el interés por la política, medido en el caso de los diputados a partir de la frecuencia

con la que se hablaba de política en casa durante su juventud, también es mayor que en el caso de

los ciudadanos. El posicionamiento ideológico divide más a la élite que a los ciudadanos, quienes

tienen una ideología de centro.

35

Por tanto, se podría decir que la edad, el nivel de estudios y el interés por la política, principalmente,

tienen una fuerte relación con tener unas actitudes políticas más favorables hacia la democracia. De

modo que, a mayor edad, mayor nivel de estudios y más interés por la política, mayor es el apoyo y

satisfacción con la democracia y más se confía en las instituciones políticas (sobre todo, en el

parlamento y los partidos políticos). En cambio, la ideología y los ingresos no parece tener relación

alguna con estar satisfecho y apoyar al régimen democrático, confiar en los partidos políticos o el

Parlamento.

Gráfico 8: Representación de diputados y ciudadanos según regiones a partir del HJ-Biplot (eje 1-2)

Fuente: PELA (2009) y The Americas Barometer by the Latin American Public Opinion Project (LAPOP).

www.LapopSurveys.org (2010).

Una segunda observación que podemos extraer del análisis (gráfico 8) es que las variables

introducidas en el análisis han supuesto un acercamiento entre los representantes de la Costa, la

Sierra y la Capital, alejando a los representantes de la Amazonía. Los ingresos son los responsables de

este mayor acercamiento, en el caso de la Costa, con unos ingresos más altos, y de distanciamiento

de los de la Amazonía con unos menores ingresos.

36

En el caso de los ciudadanos, los ingresos también han sido los responsables del giro dado por los

residentes de la Capital, ahora más próximos a los de la Costa debido, en ambos casos a que los

residentes en estas regiones perciben unos ingresos mayores que los de la Amazonía o la Sierra.

5.- Conclusiones

Como se ha podido observar a lo largo de todo el trabajo, los espacios territoriales, con sus

correspondientes diferencias socioeconómicas, estructurales y culturales implican una gran

diversidad de intereses que no siempre se refleja en el plano de lo político.

Mientras que en el caso de Bolivia se puede decir que las diferencias regionales entre Altiplano

boliviano y la Media Luna se corroboran, pudiendo hablar de unas actitudes políticas características

del Altiplano, compartidas por élite y ciudadanos, aunque con distinta intensidad. Y unas actitudes

políticas propias de los representantes y residentes en la Media Luna. Si bien el pertenecer a zonas

desfavorecidas, con mayor población indígena e índices de desarrollo humano más bajos no se

traduce en actitudes políticas democráticas poco favorables. Lo que pone de manifiesto la

importancia que los conflictos político-ideológicos tienen en la formación de estas opiniones en el

país. Algo similar sucede en el caso de Ecuador, donde parece que la división Sierra-Costa se

mantiene. En cambio, y tal y como se señalaba al inicio de estas páginas, en Perú, donde las

divisiones regionales no son tan fuertes a pesar de existir diferencias económicas y sociales en las

regiones, no puede hablarse de un patrón de cultura política claro en las regiones, ya no solo entre

élites y ciudadanos, sino tampoco al interior de los dos colectivos. Si bien, existen regiones como la

Capital y la Costa Centro y Sur del país, con unas características socioeconómicas similares y unas

actitudes también parecidas, encontramos casos como de la Costa Norte, Sierra Centro y Sur del país

con unas diferencias socioeconómicas y culturales fuertes y en cambio parecen compartir unas

mismas actitudes políticas. Por tanto, en el caso de Perú las diferencias socio estructurales y

económicas de las regiones no está relacionado con la formación de las actitudes políticas

democráticas de las élites y los ciudadanos.

Al comparar de manera conjunta a dos colectivos tan diferentes como pueden ser los representantes

(diputados) y los representados (ciudadanos) es previsible encontrar unas actitudes políticas hacia la

democracia peores entre los ciudadanos que entre las élites. Pero el objetivo de este trabajo no era

el de ver quiénes son más democráticos si no si existen unas actitudes políticas democráticas en las

élites y los ciudadanos de las diferentes regiones dentro de cada país viajando en la misma dirección

aunque estas sean más pronunciadas en las élites que en los ciudadanos. Es decir, si por ejemplo, en

el caso de Bolivia, los diputados del Altiplano boliviano muestran un mayor apoyo y satisfacción con

la democracia que los de la Media Luna, si esa tendencia, a distinto nivel, se da también en los

ciudadanos. Y parece que eso se consigue ver en el caso de Bolivia y Ecuador, aunque no en Perú.

37

Por otro lado, también se ha puesto de manifiesto que la ideología, el interés por la política, la edad,

nivel educativo y los ingresos, variables utilizadas por la literatura para explicar la formación de unas

actitudes políticas, están relacionadas en los tres países con unas determinadas actitudes políticas.

En el sentido que, ser de izquierdas, una edad más avanzada, un mayor nivel de estudios y un interés

alto por la política parece estar relacionado con tener unas actitudes más positivas hacia la

democracia. Los ingresos, en cambio, tan sólo parecen estar relacionados con este tipo de actitudes

en el caso de Perú.

Pero para entender la cultura política de un país no basta sólo conocer las opiniones o actitudes

políticas de élites y ciudadanos, es importante buscar relaciones de causalidad y ver en qué medida

influyen o tienen más peso en la formación de unas actitudes políticas democráticas las variables

sociopolíticas y sociodemográficas o aquellas de carácter económico y estructurales del país. Algo

pendiente de realizar. Al igual que la dimensión temporal debe ser otro de los factores a incluir o

tener en cuenta en este trabajo, ya que las actitudes estrictamente políticas suelen estar expuestas

con frecuencia a las coyunturas sociopolíticas y económicas por las que atraviese el país en el

momento de realización de la encuesta.

38

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