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Culminación de la Orogenia Laramide en la Cuenca de Sabinas, Coahuila, México Gabriel Chávez Cabello (1) , José Jorge Aranda Gómez (2) y Alexander Iriondo Perrone (2) INTRODUCCIÓN La Orogenia Laramide fue propuesta por Dana (1896) quien identificó un evento de formación de montañas contemporáneo a la acumulación de la Formación Laramie, en Laramie, Wyoming, EUA. Este evento generó en el Cretácico Tardío-Paleógeno Temprano cadenas de montañas formadas por es- tructuras que involucran deformación del basamento dentro del antepaís de las montañas rocallosas de EUA y cuencas con depósitos clásticos del Paleoce- no-Eoceno que incluye las serranías de Montana, Wyoming, Utah, Colorado, Nuevo México y Arizo- na. A su vez, el Cinturón Laramide forma parte de la Cordillera de América del Norte, la cual se extiende hacia México e incorpora al Cinturón de Pliegues y Cabalgaduras Mexicano (De Cserna, 1956, y 1970; Tardy, 1980; y Suter, 1984) y al conjunto de terrenos sospechosos del Oeste y Sur de México (Campa y Coney, 1983; Campa, 1985; y Coney y Evenchick, 1994; Fig. 1). Por lo anterior, la Orogenia Laramide también ha sido extendida hacia México (De Cserna, 1956; Humphrey, 1956; Tardy, 1980; Charleston, 1981; Smith, 1981; Padilla y Sánchez, 1982; Aranda García, 1991; Suter, 1984; Campa, 1985; Padilla y Sánchez, 1986; Suter, 1987; Ye, 1997; Eguiluz et al., 2000 y Eguiluz, 2001); este evento generó cadenas de montañas como los cinturones de pliegues y ca- balgaduras de Chihuahua, Coahuila y Sierra Madre Oriental (SMO; Fig. 1). Inicialmente para la región del Cinturón Ple- gado de Coahuila (CPC), el cual incluye a la Cuenca de Sabinas, se había sugerido que la deformación fuera diferente a aquella experimentada por el Cin- turón Plegado y Cabalgado de la SMO, ya que en el CPC se interpretó que la Falla San Marcos y La Babia acomodaron acortamiento lateral izquierdo para generar la deformación dentro de la cuenca; es decir, durante la deformación habría participado el basamento (Wall, 1961; Charleston, 1981; y Padilla y Sánchez, 1982). Por el contrario, de manera general se acep- taba que la SMO había sido generada principalmen- te por una deformación de cobertura sin la participa- ción del basamento en la deformación (De Cserna, 1956; Humphrey, 1956; Tardy, 1980; y Padilla y Sánchez, 1982, y 1986, respectivamente). Sin em- bargo, recientemente se ha confirmado para muchas aéreas que el propio basamento dentro de la SMO participó en la deformación (Zhou et al., 2006; y Aranda García, en prep.). Inicio y Terminación de la Orogenia Laramide en EUA Coney (1976) estableció con base en la edad de migración y retroceso del magmatismo en el Sur- oeste de EUA que el evento Laramide comprendió el periodo de 80 a 40 Ma. Boletín de la Asociación Mexicana de Geólogos Petroleros, A.C. Volumen 54, No. 1, Enero, 2009, pp. 78-89 (1) Facultad de Ciencias de la Tierra, UANL (2) Centro de Geociencias, UNAM

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Culminación de la Orogenia Laramideen la Cuenca de Sabinas, Coahuila, México

Gabriel Chávez Cabello(1), José Jorge Aranda Gómez(2)

y Alexander Iriondo Perrone(2)

INTRODUCCIÓN

La Orogenia Laramide fue propuesta por Dana (1896) quien identificó un evento de formación de montañas contemporáneo a la acumulación de la Formación Laramie, en Laramie, Wyoming, EUA. Este evento generó en el Cretácico Tardío-Paleógeno Temprano cadenas de montañas formadas por es-tructuras que involucran deformación del basamento dentro del antepaís de las montañas rocallosas de EUA y cuencas con depósitos clásticos del Paleoce-no-Eoceno que incluye las serranías de Montana, Wyoming, Utah, Colorado, Nuevo México y Arizo-na. A su vez, el Cinturón Laramide forma parte de la Cordillera de América del Norte, la cual se extiende hacia México e incorpora al Cinturón de Pliegues y Cabalgaduras Mexicano (De Cserna, 1956, y 1970; Tardy, 1980; y Suter, 1984) y al conjunto de terrenos sospechosos del Oeste y Sur de México (Campa y Coney, 1983; Campa, 1985; y Coney y Evenchick, 1994; Fig. 1). Por lo anterior, la Orogenia Laramide también ha sido extendida hacia México (De Cserna, 1956; Humphrey, 1956; Tardy, 1980; Charleston, 1981; Smith, 1981; Padilla y Sánchez, 1982; Aranda García, 1991; Suter, 1984; Campa, 1985; Padilla y Sánchez, 1986; Suter, 1987; Ye, 1997; Eguiluz et al., 2000 y Eguiluz, 2001); este evento generó cadenas de montañas como los cinturones de pliegues y ca-balgaduras de Chihuahua, Coahuila y Sierra Madre Oriental (SMO; Fig. 1).

Inicialmente para la región del Cinturón Ple-gado de Coahuila (CPC), el cual incluye a la Cuenca de Sabinas, se había sugerido que la deformación fuera diferente a aquella experimentada por el Cin-turón Plegado y Cabalgado de la SMO, ya que en el CPC se interpretó que la Falla San Marcos y La Babia acomodaron acortamiento lateral izquierdo para generar la deformación dentro de la cuenca; es decir, durante la deformación habría participado el basamento (Wall, 1961; Charleston, 1981; y Padilla y Sánchez, 1982). Por el contrario, de manera general se acep-taba que la SMO había sido generada principalmen-te por una deformación de cobertura sin la participa-ción del basamento en la deformación (De Cserna, 1956; Humphrey, 1956; Tardy, 1980; y Padilla y Sánchez, 1982, y 1986, respectivamente). Sin em-bargo, recientemente se ha confirmado para muchas aéreas que el propio basamento dentro de la SMO participó en la deformación (Zhou et al., 2006; y Aranda García, en prep.).

Inicio y Terminación de la OrogeniaLaramide en EUA

Coney (1976) estableció con base en la edad de migración y retroceso del magmatismo en el Sur-oeste de EUA que el evento Laramide comprendió el periodo de 80 a 40 Ma.

Boletín de la Asociación Mexicana de Geólogos Petroleros, A.C.Volumen 54, No. 1, Enero, 2009, pp. 78-89

(1) Facultad de Ciencias de la Tierra, UANL(2) Centro de Geociencias, UNAM

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Gabriel Chávez Cabello(1), José Jorge Aranda Gómez(2)

y Alexander Iriondo Perrone(2)

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Inicio y Terminación de la OrogeniaLaramide en México

La edad de la deformación en el Cinturón de Pliegues y Cabalgaduras de la SMO se estimó como Cretácico Tardío-Eoceno Temprano basán-dose en la edad de sedimentos sin-orogénicos del Grupo Difunta depositados en las cuencas de Parras y La Popa (De Cserna, 1956, y 1970; Humphrey, 1956; Tardy, 1980; y Campa, 1985). Aunque algu-nos autores sugieren que pudiera alcanzar edades tan jóvenes como el Oligoceno Temprano (Eguiluz et al., 2000) o hasta Mioceno en el Sureste de Méxi-co (Galloway et al., 1991). En el Noroeste de México, utilizando el mé-todo 40Ar-39Ar, Iriondo (2001) fechó la edad de la Orogenia Laramide apoyándose en edades de intru-sivos deformados y edades reseteadas de rocas del propio basamento Precámbrico. Con base en estos resultados se propuso que la Orogenia Laramide, en Sonora, comprendió el periodo de ~75 a 39 Ma bastante semejante a la edad obtenida por Dickinson et al. (1988) de 75 a 36 Ma y a la sugerida por Co-ney (1976) de 80 a 40 Ma).

Inicio y Terminación de la OrogeniaLaramide en el NE de México

Ye (1997) argumentó que la deformación en la Cuenca de Sabinas fue independiente y más joven que la deformación en el Sector Parral-Monterrey de la Sierra Madre Oriental. Por lo anterior, descartó que la deformación sea diacrónica de suroeste a no-reste en el mismo Noreste de México. Además, con base en el análisis estratigráfico y estructural de las cuencas de antepaís de Parras y La Popa, este mismo autor definió que la deformación con acortamiento norte-sur (ejes de pliegues y cabalgaduras E-W) en la Sierra de Parras, en el sur y sureste de Coahuila es de edad Paleoceno-Eoceno, mientras que el acorta-miento en la Cuenca de Sabinas y La Popa es más re-ciente, sin definir una edad, ya que afecta a rocas del Eoceno acumuladas dentro de la Cuenca La Popa, la cual corresponde al extremo sureste del CPC. Esta sugerencia ya había sido realizada por Vega Vera y Perrilliat (1989a y b), quienes situaron el tiempo de la deformación en el CPC como post-Ypresiano por deformar rocas del Ypresiano (Eoceno Temprano) en la Cuenca La Popa.

Figura 1.- Extensión de la Cordillera de América del Norte. Como primera aproximación se le puede divi-dir en el Cinturón de Pliegues y Cabalgaduras (gris) y el conjunto de terrenos tectonoestratigráficos del occidente. En los EUA el Cinturón de Pliegues y Cabalgaduras comprende los orógenos Sevier y Laramide. En México incluye los cinturones de Chi-huahua-Coahuila y la SMO (modificado de Campa, 1985 y Coney y Evenchick, 1994).

En el lapso entre 80 y 42 Ma debió suceder un aumento en la tasa de convergencia y una dismi-nución en el ángulo de subducción. Entre 42 y 16 Ma, es necesario una reducción en ambos. La eta-pa de migración al este y la dispersión del Cinturón Magmático, en tiempo y espacio, corresponden al inicio de la Orogenia Laramide (Lipman et al., 1971; Coney, 1976; Coney y Reynolds, 1977; Cross y Pil-ger, 1978; Dickinson y Snyder, 1978; y Dickinson et al., 1988). Por otro lado, con base en el análisis de cuencas de antepaís de las montañas rocallosas, y haciendo un estudio más detallado y multidisciplina-rio, Dickinson et al. (1988) concluyeron que el inicio de la Orogenia Laramide fue sincrónico en toda la provincia en el Maaestrichtiano (~75 Ma), y que su terminación en los EUA fue sistemáticamente diacró-nica, de norte a sur, desde poco antes del Eoceno (55 Ma) hasta el Eoceno Tardío (~36 Ma).

Culminación de la Orogenia Laramide en la Cuenca de Sabinas, Coahuila, México

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80 Recientemente, Millán Garrido (2004) esta-bleció, con base en el análisis de la relación de sedi-mentos sintectónicos asociados a ascensos diapíricos en la Cuenca La Popa, que la deformación empezó en esta región en el Maaestrichtiano Temprano (For-mación Muerto del Grupo Difunta). Sin embargo, existe controversia sobre esta edad propuesta como inicio de la Orogenia, debido a que de acuerdo a Lawton et al. (2001), entre otros, los ascensos diapí-ricos y la generación de sedimentos acuñados hacia este tipo de estructuras en la Cuenca La Popa inició desde el mismo Aptiano Tardío y, no necesariamente están relacionados al inicio de una deformación con-traccional. A la fecha, con base en el análisis de sedimen-tos pre-sin- y post-orogénicos, dentro de las cuencas de Parras, La Popa y Sabinas no se ha logrado establecer con certidumbre el inicio y culminación de la defor-mación contraccional. En particular, determinar la cul-minación de la deformación es prácticamente imposi-ble debido a la erosión del contacto entre sedimentos sin- y post-orogénicos en estas cuencas. Este tipo de relación sólo ha sido documentada en la Cuenca de Burgos donde Eguiluz (2001) propone que la defor-mación terminó a los 39.5 Ma; lo anterior, se interpreta por la presencia de una discordancia que corresponde a un límite de secuencia en la cima de las formacio-nes Crockett-Cook Mountain con erosión profunda de las unidades estratigráficas; sobre estas unidades se depositaron las formaciones Yegua y Jackson compo-niendo una cuña de facies transgresivas-regresivas que definen la edad de 39.5 Ma (Eoceno Tardío). Una al-ternativa que se propone en este trabajo para conocer la edad de culminación de deformación, es el análisis de relaciones entre emplazamientos magmáticos y es-tructuras plegadas en la parte central de la Cuenca de Sabinas, lo cual a continuación se discute. Es impor-tante destacar que gran parte de esta información fue generada durante el trabajo doctoral del primer autor del presente trabajo.

Origen de las Estructuras Laramídicas

Dentro del Cinturón Laramídico Mexica-no es notoria la existencia de dos estilos diferentes de pliegues y fallas (Chávez Cabello, 2005; Zohu et al., 2006; Peterson Rodríguez et al., 2008; y Aran-da García, en prep.). Existe un estilo bien definido y abundante de pliegues y fallas típicamente generados

durante una deformación de cobertura clásica (thin skinned deformation) reconocido ampliamente desde la mitad del mismo siglo pasado (De Cserna, 1956; Humphrey, 1956; Tardy, 1980; y Padilla y Sánchez, 1982, y 1986). Sin embargo, recientemente se han documentado estructuras que fortalecen la hipótesis de que el basamento también participó en la defor-mación durante la Orogenia Laramide en el Norte y Noreste de México (thick skinned deformation; Chávez Cabello, 2005; Zhou et al., 2006; Peterson Rodríguez et al., 2008; y Aranda García, en prep.). En este trabajo se propone para la Cuenca de Sabinas que la deformación no es híbrida y que la de-formación de cobertura es más antigua que la etapa, en la cual el basamento participó en la deformación. Esta hipótesis se soporta en la existencia de magma-tismo Orogénico Tardío, el cual es post-orogénico a la etapa temprana de deformación de cobertura y sin- a post-orogénico a la etapa de participación del basa-mento en la deformación. A continuación, se discute la firma geoquímica del magmatismo y más adelante las edades radiométricas utilizadas para establecer el fin de la Orogenia Laramide en la Cuenca de Sabinas.

Magmatismo Orogénico en la Cuenca de Sabinas

La Cuenca de Sabinas se caracteriza por pre-sentar pliegues y fallas laramídicas delimitadas por dos lineamientos regionales, al sur por la Falla de San Marcos (FSM) y al norte por la Falla La Babia (FLB). Sin embargo, un rasgo estructural-litológico notable es la ocurrencia de un cinturón de intrusi-vos orientados cercanamente este-oeste (Fig. 2). Este cinturón es conocido como el Cinturón de Intrusivos de Candela-Monclova (CICM) delimitado por las co-ordenadas geográficas: 26º 30’ a 27º 00’ de latitud norte y entre 100º 00’ a 102º 00’ de longitud oeste en la parte central del estado de Coahuila y norte de Nuevo León. Sewell (1968) acuñó este nombre para referirse a 16 intrusivos, ubicados en una fran-ja aproximadamente este-oeste entre los municipios de Lampazos de Naranjo, Nuevo León (intrusivo La Iguana) y Cuatro Ciénegas, Coahuila (intrusivo de Reforma; Fig. 2). Los tipos de rocas presentes en el CICM son monzonitas, cuarzo-monzonitas, cuarzo-dioritas y monzo-dioritas. En menor abundancia existen gra-nodioritas, granitos y dioritas (Fig. 3). En las rocas del CICM también se han determinado elementos

Gabriel Chávez Cabello et al.

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81mayores y traza (Morton Bermea, 1995; Tovar Cor-tés, 2002; Cano-González, 2002; Valdez-Reyes, 2002; Terrazas Calderón, 2002 y Chávez Cabello, 2005). Generalmente, las rocas del CICM presen-tan una variación de SiO2 entre 48.10 y 65.62%, existen dos series de rocas: una calci-alcalina y otra alcalina, siendo la primera la más abundante. Todas las rocas del CICM son metaluminosas; en gene-ral los granitos metaluminosos tienen una afinidad marcada con granitos generados en ambientes de arco volcánico (i.e. asociados a zonas de subduc-ción, granitos Tipo I).

0 20 km

Generalmente, respecto a la abundancia de elementos traza en las rocas del CICM, éstas mues-tran un enriquecimiento importante de los elementos incompatibles como: Rb, Ba y Th con respecto a las tierras raras ligeras y al resto de los elementos que disminuyen en grado de incompatibilidad hacia la derecha en este diagrama. Otra característica impor-

Figura 2.- Distribución de los intrusivos del CICM. 1: La Iguana, 2: Cerro Colorado, 3: Carrizal, 4: Pico Candela, 5: Cerro Boludo; 6: Lobo Grande; 7: Lobo Chico; 8: Providencia, 9: Colorado; 10: PánucoI, 11: Pánuco-II; 12: San Lorenzo, 13: Marcelinos; 14: Mercado; 15: Soledad y 16: Reforma. El Cerro Las Tetillas (17) y los intrusivos de la Sierra de Picachos (18) se muestran pero no pertenecen al CICM. FLB: Falla La Babia, FSM: Falla San Marcos y CICM: Cinturón de Intrusivos de Candela-Monclova.

tante es la presencia de anomalías negativas de Nb y Ti, las cuales se acentúan en las rocas más dife-renciadas de los intrusivos Cerro del Mercado y La Soledad (Fig. 4). Se destaca para el Intrusivo La Soledad ano-malías positivas prominentes de Ba, Th y Sr al igual que la negativa de Ti en las rocas de la serie alcalina de este intrusivo. Las anomalías positivas de Ba, Th y Sr son típicas de rocas de arco por la participación de fluidos liberados de los sedimentos o la fusión misma de sedimentos, mientras que la anomalía ne-gativa de titanio es producto de la cristalización de

fases de óxidos de Ti de alta temperatura. Respecto a la anomalía negativa de Nb, y para otros casos Ta, y el enriquecimiento de elementos incompatibles ob-servado en las rocas del CICM se pudiera pensar que en su conjunto pueden ser producto de contamina-ción de la corteza continental.

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Los elementos traza también se utilizan para la interpretación de ambientes tectonomagmáticos de rocas graníticas (Pearce et al., 1984 y Rollinson, 1993). Utilizando los diagramas de discriminación tectonomagmática para la discriminación de rocas graníticas Rb vs Y+Nb y Nb vs Y propuestos por Pearce et al. (1984) se determinó que las rocas del CICM se discriminan como granitos de arco volcá-nico (Fig. 5). De esta manera, las abundancias de los elementos traza fortalecen la hipótesis de que las rocas del CICM corresponden a magmas genera-dos por fusión parcial del manto disparada por la subducción de una placa oceánica (placa Farallón) bajo Norteamérica.

EMPLAZAMIENTO DE INTRUSIVOS vsDEFORMACIÓN REGIONAL

Se ha determinado que el análisis estructu-ral detallado de las aureolas tectónicas generadas por el emplazamiento de intrusivos dentro de cintu-rones orogénicos permite el fechamiento del inicio y culminación de eventos de deformación regional (Paterson et al., 1991; y Paterson et al., 1998). Los intrusivos del CICM ofrecen la oportunidad de de-terminar, por lo menos, la edad de culminación de la Orogenia Laramide dentro de la Cuenca de Sabi-nas. En general, estos intrusivos fueron emplazados entre y dentro de pliegues con rumbo NW-SE (parte occidental: anticlinales de San Marcos-Pinos, La Pu-rísima, Sacramento, y La Gloria) a NNW-SSE (parte oriental: anticlinales de la Sierra de Pájaros Azules, Sierra Morena-Bustamante, Lampazos y Casa Blan-ca) dentro del CPC (ver Fig. 2) mostrando diferentes relaciones de corte con respecto a las estructuras la-ramídicas que a continuación se discuten.

Figura 3.- Diagrama Q-A-P-F de Streckeisen (1976) que muestra los principales tipos de rocas dentro del CICM y de intrusivos aledaños. Datos del intru-sivo Marcelinos (Tovar Cortés, 2002), Tetillas (Ca-vazos Tovar, 2004), La Soledad (Cano González, 2002), Providencia (Valdez Reyes, 2002), Cerro del Mercado (Terrazas Calderón, 2002); el resto de las muestras son de (Chávez Cabello, 2005).

Figura 4.- Diagrama multi-elemento normalizado contra manto primitivo (valores de McDonough et al., 1991 y P de Sun, 1980) para las rocas del CICM. SL: San Lorenzo, LR: La Reforma, EP: Pánuco 1 y 2, CCP: Providencia, EC: Carrizal, EL: Cerro Lobo 1 y 2, CB: Cerro Boludo, CC: Cerro Colorado, LI: La Iguana y LC: Tetillas. Área gris (Morton-Bermea, 1995), área en barras horizontales (Tovar Cortés, 2002; Terrazas Calderón, 2002; Valdez Reyes, 2002 y Cano González, 2002). Muestras en leyenda de Chávez Cabello (2005).

Gabriel Chávez Cabello et al.

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De los 16 intrusivos que componen al CICM, los intrusivos Colorado, San Lorenzo, Cerro Colora-do, Marcelinos y Reforma no muestran relaciones de corte claras con alguna de las estructuras anticlinales mencionadas, por lo que en primera instancia es di-fícil definir una edad relativa con respecto a la defor-mación regional. Es decir, estos intrusivos se presen-tan de manera aislada generando un levantamiento radial típico de estructuras lacolíticas (i.e. Marcelinos y Tetillas son los ejemplos clásicos; Tovar Cortés et al., 2001; Cavazos Tovar, 2004 y García Quintero, 2004). Sin embargo, el análisis de estructuras inter-nas y sus edades radiométricas con respecto a in-trusivos sin- y pos-tectónicos bien definidos permite inferir con mayor certidumbre su relación de empla-zamiento con respecto a la deformación regional que generó el plegamiento en la Cuenca de Sabinas.

Control del Basamento sobre Emplazamientos Magmáticos

La figura 6 muestra la distribución espacial de lineamientos principales de basamento en la Cuenca de Sabinas, ubicación de altos de basamento deli-mitados por fallas, distribución de los intrusivos del CICM, localización de anomalías aeromagnéticas de alta y baja frecuencias, así como ejes de pliegues la-ramídicos principales en la zona. Algunas anomalías aeromagnéticas de alta frecuencia muestran lo que pudieran ser cuerpos intrusivos cerca de la superfi-cie que no están expuestos. Estas anomalías de alta frecuencia contribuyen a detallar una configuración más precisa de la relación entre fallas de basamento y los intrusivos del CICM. Con base en lo anterior, parece ser que el control estructural sobre la distribu-ción de los intrusivos del CICM no es un lineamiento

Figura 5.- Diagrama de discriminación tectonomagmática de Nb vs Y para granitos (Pearce et al., 1984). Nótese la discriminación como granitos de arco volcánico para las rocas del CICM. VAG: granitos de arco volcánico, WPG: granitos de intraplaca, COLG: granitos colisionales y ORG: granitos orogénicos (ppm: partes por millón).

Culminación de la Orogenia Laramide en la Cuenca de Sabinas, Coahuila, México

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de basamento cercanamente este-oeste como lo in-dica el arreglo regional de los intrusivos del CICM en superficie. De esta figura se desprende que éste puede corresponder a un arreglo complejo de fa-llas orientadas NW-SE a NNW-SSE acorde con la orientación de los pliegues principales anteriormente descritos. Esto último debe ser de gran interés des-de el punto de vista de exploración de yacimientos minerales-metálicos y de hidrocarburos en la zona.

Intrusivos Pos-Tectónicos

Los intrusivos que muestran relaciones de corte claras con respecto a estructuras (pliegues o fallas) generadas por deformación regional son: La

Iguana, Complejo Candela (Providencia, Lobo Chi-co, Lobo Grande, Carrizal, Pico Candela y Boludo), Pánuco-I y Pánuco-II (ver Figs. 2 y 6). El intrusivo La Iguana, localizado al este del Anticlinal de Lam-pazos corta abruptamente al Anticlinal Casa Blanca con rumbo promedio NNW y con una traza de pla-no axial sinuosa. El intrusivo La Iguana no presenta foliación, tiene un contacto altamente irregular y fue emplazado en rocas del Cretácico Superior práctica-mente en la zona de culminación de la charnela de un anticlinal abierto con relieve topográfico suave. Con base en la relación de corte del intrusivo La Iguana, la ausencia de foliaciones magmáticas y/o tectónicas dentro del intrusivo y, por la ausencia de deformación en su aureola termal desarrollada en la

Figura 6.- Lineamientos estructurales que genera la distribución de anomalías magnéticas de alta y baja frecuencias, los altos de basamento, los intrusivos del CICM y los pliegues laramídicos dentro del CPC. Nótese que existe una anomalía de baja frecuencia con sus asociadas de alta frecuencia a escala regional que definen dos patrones de lineamientos estructurales distintos. La parte oriental del CICM con rumbos NNW y la occidental con rumbos NW. Por otro lado, es notable la correlación e influencia del basamento sobre las facies sedimentarias (Eguiluz, 2001), estilos de deformación y magmatismo del CICM. Se desta-ca también que el magmatismo del CICM está expuesto en una zona donde ausente de evaporitas y con basamento relativamente somero dentro del CPC (FSM: Falla San Marcos, AM: Anomalía Magnética).

Gabriel Chávez Cabello et al.

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85charnela del anticlinal, se interpreta que este intrusi-vo es post-tectónico y fue emplazado pasivamente. El Complejo Candela compuesto por seis cuerpos magmáticos coalescentes (Figs. 2 y 6) de acuerdo a nuestra interpretación de la carta de ano-malías magnéticas publicada por el COREMI (2001) forma un sólo cuerpo en profundidad (Fig. 6). Los intrusivos no presentan foliación, pero si un contac-to casi concordante con sus rocas encajonantes. De los seis intrusivos solamente del intrusivo Providen-cia existe cartografía geológica-estructural de deta-lle (González-Becerra, 2004), en el cual se observó mayor deformación en su aureola tectónica y por estar más próximo a estructuras regionales (Fig. 6). El intrusivo Providencia se emplazó en caliza de la Formación Tamaulipas Superior y lutita de la Forma-ción Kiamichi. Las estructuras en la aureola tectónica como pliegues, fallas, fracturas y diques indican que el intrusivo experimentó una expansión casi radial con mayor deformación hacia el oeste-suroeste. De acuerdo a la anomalía magnética del Complejo Can-dela, lo que aflora del intrusivo Providencia corres-ponde a la parte superior de un cuerpo más extenso (Fig. 6). Con base en la deformación presente en su borde, la ausencia de foliaciones internas (magmá-ticas y tectónicas), generación de una falla mayor al oeste que indica levantamiento vertical con trans-porte tectónico hacia el oeste, rotación de estructu-ras laramídicas a todas las escalas durante su empla-zamiento (mesopliegues y macropliegues), contacto irregular y, sobre todo cortar por medio de diques a estructuras generadas por una deformación previa, así como desviar a los ejes de pliegues regionales du-rante su emplazamiento (Fig. 6), se concluye que el Complejo Candela es post-tectónico y fue generado durante un emplazamiento forzado de magma. Los intrusivos del Complejo Candela fecha-dos en el presente trabajo por el Método 40Ar/39Ar para determinar la edad de culminación del evento Laramide son: Cerro Boludo (edad de isócrona en ortoclasa: 39.05 ± 0.19 Ma, fusión total de biotita: 40.91 ± 0.06 Ma y edad promedio en biotita: 40.65 ± 0.14 Ma), Cerro Providencia (fusión total en bio-tita: 40.88 ± 0.06 Ma) y El Carrizal (fusión total en biotita: 39.97 ± 0.04 Ma). Aunque las edades de estos intrusivos son edades de enfriamiento, aquí se considera que estas edades son muy cercanas a las edades de emplazamiento que puedan ser definidas en circones por el Método U-Pb, debido a que las tex-turas porfídicas comunes en estos intrusivos indican

enfriamiento rápido del magma en un nivel somero de la corteza. Por lo anterior, las edades isotópicas de estos intrusivos son utilizadas para enmarcar el tiem-po de culminación del evento Laramide dentro del CPC y en el mismo Noreste de México. Además de los datos estructurales citados, la ausencia de foliación magmática en estos cuerpos sugiere que no existieron esfuerzos regionales importantes impuestos sobre las cámaras magmáticas durante su enfriamiento.

Intrusivos Sintectónicos

El único intrusivo que de manera contundente puede ser interpretado como un intrusivo sintectóni-co corresponde al intrusivo Cerro Mercado, debido a que presenta fábricas internas que sugieren que fue deformado durante y, al parecer después de su empla-zamiento. El intrusivo Cerro del Mercado es conside-rado en este trabajo como una estructura clave para conocer la edad de culminación de la Orogenia Lara-mide en la Cuenca de Sabinas. El fechamiento de este intrusivo y las edades obtenidas en los intrusivos del Complejo Candela, son las que definen el intervalo de tiempo en que el evento de deformación Laramide terminó en Coahuila. El intrusivo Cerro del Mercado está ubicado en la parte occidental del CICM y se loca-liza justo al sur de la ciudad de Monclova generando el relieve más abrupto al sur de esta localidad. Sus aflo-ramientos tienen una superficie de 12 km2 (Fig. 6). El intrusivo Cerro del Mercado se emplazó en el extremo sureste de una estructura compleja com-puesta por doss anticlinales que imitan un sigmoide orientado NW-SE, que en conjunto componen a la Sierra de Sacramento (Fig. 6). A primera vista, la re-lación del intrusivo con la estructura plegada sugiere ser post-tectónica; sin embargo, la cartografía deta-llada de este intrusivo indica que existe en su parte sur una zona de cizalla dúctil no asociada a deforma-ción por emplazamiento, y otra zona de deformación que corta gran parte de la secuencia que lo encajona también en su parte sur (Chávez Cabello, 2005). Existe un claro desarrollo de foliaciones mag-máticas y tectónicas ‘‘subsolidus’’ definidas por el arreglo de hornblenda y biotita. Por otro lado, las fo-liaciones tectónicas se concentran en zonas de cizalla con deformación cataclástica y ultramilonítica, loca-lizadas en la parte sur y sureste del intrusivo; siendo su orientación discordante a la foliación magmática. Las zonas de deformación milonítica son parte de zonas de cizalla lateral con espesores > 1.4 m.

Culminación de la Orogenia Laramide en la Cuenca de Sabinas, Coahuila, México

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86 Esta deformación al igual que la foliación magmática concéntrica presente dentro del intrusivo se interpreta como producto de esfuerzos regiona-les impuestos durante el emplazamiento, ya que es prácticamente imposible obtener este estilo de defor-mación en emplazamientos post-tectónicos y/o por esfuerzos transferidos desde la fuente relacionados puramente al emplazamiento (Paterson et al., 1991 y Paterson et al., 1998). La deformación reconocida en el intrusivo Cerro Mercado sólo es posible que se genere bajo condiciones de temperatura y presión altas (i.e. causadas por esfuerzos regionales impues-tos cuando el intrusivo aún está caliente) imposibles de alcanzar en condiciones de emplazamiento pre o post-tectónico al nivel de emplazamiento de los intrusivos del CICM (< 5 km). Lo anterior, permite interpretar que el intrusivo Cerro Mercado debió ser emplazado durante la deformación Laramide, la cual generó rasgos muy particulares dentro del CPC. Las rocas fechadas del intrusivo Cerro del Mercado produjeron edades isotópicas 40Ar/39Ar en concentrados de hornblenda de 44.29 ± 0.19 Ma (edad de meseta) y de biotita de 41.23 ± 0.02 Ma (edad de fusión total). Las edades isotópicas indican que el magma se emplazó por lo menos antes de los 44 Ma. Las edades sugieren que el emplazamiento del intrusivo Cerro del Mercado fue contemporáneo con la deposición de sedimentos sin-orogénicos de

los cinturones plegados de la SMO y Coahuila, y li-geramente más antiguo que la discordancia angular de los 39.5 Ma definida en la Cuenca de Burgos por Eguiluz (2001) como límite superior de la Orogenia Laramide en esta zona. Estas edades fortalecen la hi-pótesis del emplazamiento sin-tectónico del intrusivo Cerro del Mercado, concluida con base en observa-ciones estructurales de campo dentro del intrusivo y en sus rocas encajonantes. Las edades estratigráficas reportadas por Vega Vera y Perrilliat (1989a, b, 1992 y 1995), Vega Vera et al. (1989b), y recientemente por Lawton et al. (2001) sugieren que los sedimentos sin-orogé-nicos más jóvenes de la Cuenca La Popa son del Eoceno Temprano (Ypresiano). Este dato es inferido de las formas de Venericardia planicosta y Turrite-la mortoni presentes en la Formación Adjuntas del Grupo Difunta. Sin embargo, la columna estratigráfi-ca aún presenta 730 m de arenisca correspondientes a la Formación Viento y 630 m más de lodolita de la Formación Carroza sin fósiles diagnósticos. Aunque Vega Vera et al. (1989a y b) infieren que la Forma-ción Carroza puede alcanzar el límite Lutetiano-Bar-toniano del Eoceno Medio-Superior (~41 Ma). Otras edades fueron determinadas en dife-rentes intrusivos del CICM, indicando en general que los emplazamientos ocurrieron entre 45 y 35 Ma (Fig. 7).

Figura 7.- a) Diagrama que ilustra los eventos tectónicos y magmáticos más importantes en el Noreste de México (CPC: Cinturón Plegado de Coahuila, CVE: Campo Volcánico Las Esperanzas, CVO: Campo Volcá-nico de Ocampo y CVC: Campo Volcánico de Camargo (Valdez Moreno, 2001), b) La gráfica muestra que la deformación Laramide en la Cuenca de Sabinas debió terminar a los 41 Ma, mientras que el cambio de fuente magmática de subducción a tipo intraplaca en la región ocurrió cercanamente a los 31 Ma. En ‘‘a’’ la curva con línea discontinua indica el tiempo general de duración de la Orogenia Laramide.

Gabriel Chávez Cabello et al.

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87DISCUSIÓN

El corte de fallas inversas y de cabalgaduras por fallas más jóvenes relacionadas con la reactivación de fa-llas de basamento como la falla de San Marcos en el sur de la Cuenca de Sabinas (Chávez Cabello, 2005 y Chávez Cabello et al., 2005), y lo reconocido por Peterson Rodríguez et al. (2008, esta Guía) fortalece la hipótesis de que la deformación que generó despe-gues y fallas inversas de ángulos bajos es más antigua dentro de la Cuenca de Sabinas que la deformación relacionada con reactivación de fallas de basamento. Por otro lado, existe una relación muy estricta entre la generación de pliegues tipo ‘‘drape’’ (pliegues por propagación-reactivación de fallas de basamento) asociados a fallas de basamento y el emplazamien-to de los intrusivos del CICM. Esta relación permite interpretar que los magmas del CICM aprovecharon la reactivación de fallas de basamento para alcanzar niveles de emplazamiento someros como los que se observan en el sur de la Cuenca de Sabinas. De esta manera, es congruente la interpretación de que to-dos los intrusivos del CICM son pos-tectónicos a la deformación de cobertura y sin- a pos-tectónicos con respecto a la reactivación de fallas de basamento, lo cual también se fortalece con las edades obtenidas en los diferentes intrusivos fechados (Fig. 7). Una evidencia más que apoya esta hipóte-sis corresponde a basculamientos reconocidos en el intrusivo Cerro Mercado por Molina Garza et al. (2008); quienes interpretan que la reactivación de una falla de basamento por debajo del intrusivo de-bió alterar su inclinación magnética original.

CONCLUSIONES

El emplazamiento de los intrusivos que componen al Cinturón de Intrusivos Candela-Monclova (CICM) ocu-rrió entre 45 y 35 Ma. El emplazamiento en niveles someros de la corteza de estos cuerpos magmáticos estuvo controlado por la reactivación de fallas de ba-samento, por lo que éstos son sin-tectónicos (intrusivos Cerro del Mercado y Soledad?) y pos-tectónicos (Pro-videncia, Carrizal, Cerro Boludo, Marcelinos, Pánuco e Iguana) a la segunda y última fase de la deformación Laramide en la región. Los intrusivos definen que la deformación Laramide debió culminar a los 41 Ma en Coahuila aunque para el Noreste de México puede de-cirse con seguridad qué manifestaciones de este evento orogénico no se registraron a partir de 39 Ma.

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