cuerpos celestes del sistema solar

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Cuerpos celestes del sistema solar El Sistema Solar es un conjunto formado por el Sol y los cuerpos celestes que orbitan a su alrededor. Está integrado el Sol y una serie de cuerpos que están ligados gravitacionalmente con este astro: nueve grandes planetas (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, y Plutón), junto con sus satélites, planetas menores y asteroides, los cometas, polvo y gas interestelar. Pertenece a la galaxia llamada Vía Láctea, que esta formada por unos cientos de miles de millones de estrellas que se extienden a lo largo de un disco plano de 100.000 años luz. El Sistema Solar está situado en uno de los tres brazos en espiral de esta galaxia llamado Orión, a unos 32.000 años luz del núcleo, alrededor del cual gira a la velocidad de 250 km por segundo, empleando 225 millones de años en dar una vuelta completa, lo que se denomina año cósmico. Los astronomos clasifican los planetas y otros cuerpos en nuestro Sistema Solar en tres categorías: Primera categoría: Un planeta es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda, y que ha despejado las inmediaciones de su órbita. Segunda categoría: Un planeta enano es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda; que no ha despejado las inmediaciones de su órbita y que no es un satélite. Tercera categoría: Todos los demás objetos que orbitan alrededor del Sol son considerados colectivamente como "cuerpos pequeños del Sistema Solar”. El Sistema Solar es uno de las materias más estudiadas en la historia de la humanidad. Desde tiempos muy antiguos, el hombre ha manifestado preocupación e interés por conocer su medio, y el Universo no está exento de esa curiosidad y afán de investigación. Ya en el siglo III A.C. , Aristarco de Samos presentaba la teoría heliocéntrica del origen del Sistema Solar, la que perduró hasta el siglo II, cuando Tolomeo propondría su celebre Teoría Geocéntrica, la que sostenía que la tierra era el centro del Universo. Debieron pasar un par de siglos, para que en el XVI, Nicolás Copérnico propusiera nuevamente la teoría heliocéntrica, la que esta vez sea aceptada universalmente. Desde entonces, ha habido un gran interés por conocer el sistema solar, investigaciones de las que desprenden grandes teorías, desde la Ley de la Gravitación Universal de Newton hasta cálculos que indican que habría más de cien mil millones de estrellas en la Vía Láctea, galaxia a la cual pertenece nuestro sistema solar. Este interés ha llevado al hombre a realizar grandes operaciones, las que han trascendido fronteras, es así como en 1957 se lanza al espacio el Sputnik I, primer vehículo que sales de la órbita terrestre. En 1958, la URSS lanza al espacio un cohete con dos perras: los primeros seres vivientes en salir del globo terrestre. El primer astronauta fue Yuri Gagarin, a bordo del Bostok I. Un Astro se refiere a cualquier cuerpo celeste con forma definida. Existen infinidad de astros en el Universo, de los cuales los astrónomos han categorizado varios tipos. Satélites Cometas Meteoros

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Los cuerpos celeste del sistema solar y sus definiciones

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Cuerpos celestes del sistema solar

El Sistema Solar es un conjunto formado por el Sol y los cuerpos celestes que orbitan a su alrededor. Está

integrado el Sol y una serie de cuerpos que están ligados gravitacionalmente con este astro: nueve grandes planetas (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, y Plutón), junto con sus satélites, planetas menores y asteroides, los cometas, polvo y gas interestelar. Pertenece a la galaxia llamada Vía Láctea, que esta formada por unos cientos de miles de millones de estrellas que se extienden a lo largo de un disco plano de 100.000 años luz. El Sistema Solar está situado en uno de los tres brazos en espiral de esta galaxia llamado Orión, a unos 32.000 años luz del núcleo, alrededor del cual gira a la velocidad de 250 km por segundo, empleando 225 millones de años en dar una vuelta completa, lo que se denomina año cósmico. Los astronomos clasifican los planetas y otros cuerpos en nuestro Sistema Solar en tres categorías: Primera categoría: Un planeta es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda, y que ha despejado las inmediaciones de su órbita. Segunda categoría: Un planeta enano es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda; que no ha despejado las inmediaciones de su órbita y que no es un satélite. Tercera categoría: Todos los demás objetos que orbitan alrededor del Sol son considerados colectivamente como "cuerpos pequeños del Sistema Solar”.

El Sistema Solar es uno de las materias más estudiadas en la historia de la humanidad.

Desde tiempos muy antiguos, el hombre ha manifestado preocupación e interés por conocer su medio, y el Universo no está

exento de esa curiosidad y afán de investigación.

Ya en el siglo III A.C. , Aristarco de Samos presentaba la teoría heliocéntrica del origen del Sistema Solar, la que perduró

hasta el siglo II, cuando Tolomeo propondría su celebre Teoría Geocéntrica, la que sostenía que la tierra era

el centro del Universo. Debieron pasar un par de siglos, para que en el XVI, Nicolás Copérnico propusiera nuevamente la

teoría heliocéntrica, la que esta vez sea aceptada universalmente.

Desde entonces, ha habido un gran interés por conocer el sistema solar, investigaciones de las que desprenden

grandes teorías, desde la Ley de la Gravitación Universal de Newton hasta cálculos que indican que habría más de cien

mil millones de estrellas en la Vía Láctea, galaxia a la cual pertenece nuestro sistema solar.

Este interés ha llevado al hombre a realizar grandes operaciones, las que han trascendido fronteras, es así como en 1957 se

lanza al espacio el Sputnik I, primer vehículo que sales de la órbita terrestre. En 1958, la URSS lanza al espacio un cohete con

dos perras: los primeros seres vivientes en salir del globo terrestre. El primer astronauta fue Yuri Gagarin, a bordo del Bostok

I.

Un Astro se refiere a cualquier cuerpo celeste con forma definida. Existen infinidad de astros en el Universo, de los cuales

los astrónomos han categorizado varios tipos.

Satélites

Cometas

Meteoros

Satélite:

Se denomina satélite natural o luna a cualquier objeto que orbita alrededor de un planeta. Generalmente el satélite es mucho más pequeño y acompaña al planeta en su evolución alrededor del Sol.

También por extensión se llama satélite natural o luna a cualquier cuerpo natural que gira alrededor de un cuerpo celeste, aunque no sea un planeta, como es el caso de la luna asteroidal Dactyl girando alrededor del asteroide (243) Ida, etc.

En el caso de la Luna, tiene una masa tan similar a la masa de la Tierra que podría considerarse

como un sistema de dos planetas que giran juntos (planeta doble). Tal es el caso de Plutón

(planeta enano)|Plutón]] y su satélite Caronte. Si dos objetos poseen masas similares, se suele

hablar de sistema binarioen lugar de un objeto primario y un satélite. Como mencionamos, además

de los planetas principales, el Sistema Solar está compuesto por muchos más cuerpos celestes.

Alrededor de la mayoría de los planetas giran satélites, de manera similar a la Luna en torno de la

Tierra. En Astronomía, el término satélite se aplica en general a aquellos objetos en rotación

alrededor de un astro, este último es de mayor dimensión que el primero; ambos cuerpos están

vinculados entre sí por fuerzas de gravedad recíproca.

Existe una diferenciación entre satélites naturales y artificiales. Los artificiales son los

construidos por el hombre, y por lo tanto es factible, de alguna manera, de modificar su trayectoria.

En las últimas décadas se han puesto en órbita una gran variedad de satélites artificiales alrededor

de la Tierra y también de varios planetas.

Un satélite natural, en cambio, es cualquier astro que se encuentra desplazándose alrededor de

otro; no es factible modificar sus trayectorias artificialmente.

En general, a los satélites de los planetas principales se les llama lunas, por asociación con el

nombre del satélite natural de la Tierra.

Los diferentes planetas poseen distinta cantidad de lunas. El número total en el Sistema Solar es

alto y aún se considera incompleto, ya que se continúa encontrándose nuevas lunas. No se

conocen lunas en Mercurio ni en Venus y tampoco ningún satélite que posea una luna.

A pesar de estar acostumbrados a que la visión de nuestra Luna como un cuerpo esferoidal, debe

pensarse que, en general, los satélites de los planetas principales pueden ser bien diferentes,

presentar formas irregulares o ser sumamente achatados.

En la actualidad (junio de 2011) el número total de satélites conocidos en cada planeta se indica a

continuación.

Las lunas de los planetas se mueven alrededor del mismo soportando diversas fuerzas; si los planetas fueran esferas perfectas, se desplazarían en órbitas perfectamente elípticas. Como los planetas están deformados a causa de su rotación, presentan un abultamiento ecuatorial. Este efecto, conjuntamente con las fuerzas de atracción de otras lunas del mismo planeta y la acción gravitatoria del Sol, determinan que cada satélite posea un movimiento complejo denominado movimiento perturbado.

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Cometas

Las cometas (del latín cometa y del griego kometes, 'cabellera'), junto con los asteroides, planetas y satélites,

forman parte del Sistema Solar. La mayoría de estos cuerpos celestes describen órbitas elípticas de gran excentricidad, lo que produce su acercamiento al Sol con un período considerable.

A diferencia de los asteroides, los cometas son cuerpos sólidos compuestos de materiales que se subliman en las cercanías del Sol. A gran distancia (a partir de 5-10UA) desarrollan una atmósfera que envuelve al núcleo, llamada coma. Esta coma está formada por gas y polvo. Conforme el cometa se acerca al Sol, el viento

solar azota la coma y se genera la cola o cabellera característica. La cola está formada por polvo y el gas de la coma ionizada.

Fue después del invento del telescopio que los astrónomos comenzaron a estudiar a los cometas con más detalle, advirtiendo entonces que la mayoría de estos tienen apariciones periódicas. Edmund Halley fue el primero en darse cuenta de esto y pronosticó la aparición del cometa 1P/Halley en 1758, para el cual calculó que tenía un periodo de 76 años. Desafortunadamente, murió antes de comprobar su predicción. Debido a su pequeño tamaño y órbita muy alargada, sólo podemos ver los cometas cuando están cerca del Sol y por un periodo corto de tiempo.

Los hombres primitivos ya conocían los cometas. Los más brillantes se ven muy bien y no se parecen a ningún otro objeto del cielo.

Parecen manchas de luz, a menudo borrosas, que van dejando un rastro o cabellera. Esto los hace atractivos y los rodea de magia y misterio. Los cometas son cuerpos frágiles y pequeños, de forma irregular, formados por una mezcla de substancias duras y gases congelados. Un cometa consta de un núcleo, de hielo y roca, rodeado de una atmósfera nebulosa llamada

cabellera o coma. El astrónomo estadounidense Fred Whipple describió en 1949 el núcleo, que

contiene casi toda la masa del cometa, como una "bola de nieve sucia" compuesta por una mezcla de hielo y polvo. La mayor parte de los gases que se expulsan para formar la cabellera son moléculas fragmentarias o radicales de los elementos más comunes en el espacio: hidrógeno, carbono, nitrógeno y oxígeno.

La cabeza de un cometa, incluida su difusa cabellera, puede ser mayor que el planeta Júpiter. Sin embargo, la parte sólida de la mayoría de los cometas tiene un volumen de algunos kilómetros cúbicos solamente. Por ejemplo, el núcleo oscurecido por el polvo del cometa Halley tiene un tamaño aproximado de 15 por 4 kilómetros.

Las órbitas de los cometas se desvían bastante de las previstas por las leyes de Newton. Esto puede ser debido a que el escape de gases produce una propulsión a chorro que desplaza ligeramente el núcleo de un cometa fuera de su trayectoria.

Los cometas de periodos cortos, observados a lo largo de muchas órbitas, tienden a desvanecerse con el tiempo como podría esperarse. Por último, la existencia de grupos de cometas demuestra que los núcleos cometarios son unidades sólidas. En general, la órbita de los cometas es mucho más alargada que la de los planetas. En una punta los pueden acercar al Sol y, en la otra, alejarlos más allá de la órbita de Plutón.

Cuando los cometas se acercan al Sol y se calientan, los gases se evaporan, desprenden partículas sólidas y forman la cabellera. Cuando se vuelven a alejar, se enfrían, los gases se hielan y la cola desaparece.

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Meteoros

Meteoro: Fenómeno atmosférico, que puede ser aéreo, como los vientos, acuoso, como la lluvia o la nieve, luminoso, como el arco iris, el parhelio o la paraselene, y eléctrico, como el rayo y el fuego de Santelmo. La palabra meteoro se reserva para distinguir el fenómeno luminoso que se produce al atravesar un meteoroide a nuestra atmósfera. Es sinónimo de estrella fugaz, término que es impropio, ya que no se trata de estrellas que se desprendan de la bóveda celeste.

Los términos estrella fugaz, bólido y aerolito son bastante imprecisos y se prestan a confusión. La

terminología adoptada en nuestros días es sencilla y precisa y sólo comprende tres términos: meteoroides, meteoros y meteoritos; donde:

Meteoroide: partículas de polvo que se encuentran en el espacio producto del paso de algún cometa.

Meteoro: Los meteoroides interceptados por la órbita de la Tierra y que entran en nuestra atmósfera, produciendo incandescencia.

Meteorito: Son meteoros que alcanzan la superficie de la Tierra debido a que no llegan a desintegrarse en la atmósfera.

La aparición de meteoros es un hecho muy frecuente y generalmente se ven a simple vista, con excepción de

los llamados meteoros telescópicos que necesitan de al menos unos binoculares para su observación. En una noche oscura y despejada se pueden detectar sin ayuda de instrumentos hasta 10 meteoros por hora, pero a intervalos irregulares (pueden pasar diez o veinte minutos sin que observe ninguno); sin embargo, en las épocas denominadas de lluvia de estrellas se llegan a observar de 10 a 60 por hora (uno cada minuto). La contaminación lumínica hace que en las ciudades sea muy difícil disfrutar de este tipo de observaciones. También la presencia de la luna, sobre todo en su fase llena, impide la observación de los meteoros.

Más raro es un fenómeno más deslumbrante: el de un bólido (meteoros de magnitud inferior a -4, la magnitud de Venus). Atraviesan rápidamente el cielo, dejan tras sí una estela luminosa y a veces estallan con un ruido análogo al de un disparo de artillería.

No todas las noches del año son igual de intensas en cuanto a meteoros. Las fechas más notables tienen lugar aproximadamente el 12 de agosto (Perseidas) y el 13 de diciembre las Gemínidas. Cada cierto número de años se repiten lluvias excepcionales en tasa de meteoros visibles por hora, como las Leónidas de 1966 y 1999.

Cuando se trata de lluvias de meteoros, las trayectorias de las diferentes estrellas fugaces parecen provenir de un mismo lugar de la esfera celeste, punto al que se da el nombre de radiante. Es un efecto de

perspectiva, pues todos van paralelos, pero igual que las vías del tren, parecen converger hacia el infinito. El radiante tiene relación directa con la órbita de los meteoroides que originan la lluvia de meteoros.

Las lluvias de meteoros más importantes llevan el nombre de las constelaciones en que se encuentra el radiante, al que se añade la letra griega de la estrella más próxima. Así, por ejemplo, tenemos las Líridas, las Perseidas, las Leónidas, las gamma Acuáridas.

Un meteoroide que no se consume en su paso por la atmósfera (fase en la que es visible como meteoro) y llega a estrellarse en la superficie terrestre, dada su energía, puede producir un cráter de impacto. El material fundido terrestre que se esparce de tal cráter puede enfriarse y solidificarse en un objeto conocido como tectita. Los fragmentos del cuerpo extraterrestre se denominan meteoritos.

Las partículas de polvo de meteoro dejadas por meteoroides en caída pueden persistir en la atmósfera hasta algunos meses. Estas partículas pueden afectar el clima, ya sea por dispersar radiación electromagnética o por catalizar reacciones químicas en la atmósfera superior.

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