cuentos de hadas rusos

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Cuentos de Hadas Rusos Anónimo

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Cuentos de Hadas Rusos

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Cuentos de Hadas RusosAnnimoLa montaa de oroLibrodot Cuentos de Hadas AnnimoHace tiempo viva un hijo de comerciante qu disip toda su fortuna,llegando al extremo de no poder comer. No tuvo otro recurso que coger unaazada e ir al mercado a esperar que alguien lo ajustase como jornalero. Yhe aqu que un comerciante que era nico entre setecientos, por sersetecientas veces ms rico que ningn otro, acert a pasar por all en sucoche dorado, y apenas lo vieron los jornaleros que en el mercado estaban,corrieron en todas direcciones a esconderse en los portales y en lasesquinas. Slo qued en la plaza el hijo del comerciante.- Quieres trabajar, mozo? -pregunt el comerciante que era nico entresetecientos. - Yo te dar trabajo.- Con mucho gusto, para eso he venido al mercado.- Qu sueldo quieres ganar?- Si me das cien rubios diarios, trato hecho.- Es una suma excesiva!- Si te parece mucho, bscate un gnero ms barato. La plaza estaba llenade gente y en cuanto has llegado, todos han desaparecido.- Bueno, convenido; maana te espero en el puerto.Al da siguiente, a primera hora, el hijo del comerciante se present en elpuerto, donde ya lo esperaba el comerciante nico entre setecientos.Subieron a bordo de una embarcacin y pronto se hicieron a la mar.Navega que navegars, llegaron a la vista de una isla que se levantaba enmedio del Ocano. Era una isla de altsimas montaas, en cuya costa algoresplandeca como el fuego.- Es fuego eso que veo? -pregunt el hijo del comerciante.- No; es mi castillo de oro.Se acercaron a la isla, se acercaron a la costa. La mujer y la hija delcomerciante nico entre setecientos salieron a recibirlos, y la hija era deuna belleza que ni la mente humana puede imaginar, ni en cuento algunopuede describirse. Cuando se hubieron saludado, entraron al castillo conel nuevo jornalero, se sentaron a la mesa y empezaron a comer, a beber y adivertirse.- Regocijmonos hoy -dijo el husped,- maana trabajaremosEl hijo del comerciante era un joven rubio, fuerte y majestuoso, decomplexin colorada y agradable aspecto, y se prend de la hermosadoncella. sta se retir a la habitacin contigua, llam al joven en secreto yle entreg un pedernal y un eslabn, diciendo:- Toma, utiliza esto cuando te hago falta.Librodot22Librodot Cuentos de Hadas AnnimoAl da siguiente, el comerciante que era nico entre setecientos sali consu criado en direccin a la montaa de oro. Sube que subirs, trepa quetrepars, no llegaban nunca a la cumbre.- Bueno -dijo el comerciante,- ya es hora de que echemos un trago.Y el comerciante le ofreci un narctico. El jornalero bebi y se queddormido. El comerciante sac su cuchillo, mat el jamelgo que traaconsigo, le arranc las entraas, puso en el vientre al joven con su azadn,y despus de coser la herida, fue a esconderse entre las malezas.Inmediatamente baj volando una bandada de cuervos de acerados picos,que cogieron al cadver del animal y se lo llevaron a la cumbre paracebarse en l a su gusto. Empezaron a mondarlo hartndose de carne,hasta que hundieron los picos en el hijo del comerciante. ste se despert,ahuyent a los negros cuervos, mir a todas partes y se pregunt:- Dnde estoy?- En la montaa de oro -le contest el amo gritando desde abajo.- Ea!Coge tu azada y cava oro!El hijo del comerciante se puso a cavar y a tirar oro montaa abajo. Elcomerciante lo coga y lo cargaba en los carros. Por la tarde haba llenadonueve carros.- Ya me bastar -grit el comerciante nico entre setecientos.- Gracias portu trabajo. Adis!- Y yo qu hago?- Arrglate como puedas. Noventa y nueve como t han perecido en estamontaa. Contigo sern cien! -y esto diciendo, se alej.- No s qu hacer -pens el hijo del comerciante.- Bajar de esta montaaes imposible. Seguramente morir de hambre.No poda bajar de la montaa y sobre su cabeza se cerna la bandada decuervos de acerados picos, oliendo su presa. Refexionando estaba en sudesventura, cuando record que la hermosa doncella le haba dado ensecreto un eslabn y un pedernal, aconsejndole que los utilizase cuandose viese en un apuro. "Tal vez no me lo dijo en vano pens. - Voy a probar".Sac el eslabn y el pedernal y al primer golpe que dio se le aparecierondos mancebos, hermosos como hroes.- Qu deseas? Qu deseas? -le preguntaron.- Que me saquis de la montaa y me llevis a la orilla del mar.Apenas haba hablado, lo cogieron uno por cada brazo y lo bajaronsuavemente de la montaa. El hijo del comerciante caminaba por la orilla,cuando he aqu que una embarcacin pas cerca de la isla.- Eh, buenos marineros, llevadme con vosotros! - No, hermano; no podernos recogerte. Eso nos hara perder cien nudos.Librodot33Librodot Cuentos de Hadas AnnimoLos marineros siguieron su ruta, empezaron a soplar vientos contrarios yse desencaden una espantosa tempestad.- Ah! Bien se ve que no es un hombre como nosotros. Sera mejor quevolvisemos a recogerlo a bordo.Se acercaron a la costa, hicieron subir al hijo del comerciante y lo llevarona su ciudad natal. Algn tiempo despus, que no fue mucho ni poco, elhijo del comerciante cogi el azadn y se fue a la plaza del mercado a ver sialguien lo contrataba. De nuevo volvi a pasar el comerciante nico entresetecientos, en su coche de oro, y apenas lo vieron los jornaleros, corrieronen todas direcciones a esconderse en los portales y en las esquinas. Sloqued en la plaza el hijo del comerciante.- Quieres trabajar para m? -le pregunt el rico comerciante.- Con mucho gusto. Dame doscientos rublos diarios y trato hecho.- No es demasiado?- Si lo encuentras caro busca un jornalero ms barato. Ya has visto cmohan echado a correr, al verte, todos los que aqu estaban.- Bueno, no se hable ms; ven maana al puerto.Al da siguiente se encontraron en el puerto, subieron a la embarcacin yse hicieron a la mar. Pasaron aquel da comiendo y bebiendo y al dasiguiente se dirigieron a la montaa de oro. Al llegar all, el ricocomerciante sac una botella y dijo.- Ya es hora de que bebamos.- Espera -advirti el criado.- T, que eres el amo, debes beber el primero;deja que te obsequie con mi vino.Y el hijo del comerciante, que haba tenido la precaucin de procurarse unnarctico, llen un vaso y se lo ofreci al comerciante, nico entresetecientos. ste se lo bebi y se qued dormido. El hijo del comerciantemat el ms viejo de los caballos, lo destrip, meti a su amo dentro con laazada, cosi la herida y se ocult entre la maleza. Inmediatamente bajaronlos cuervos de acerado pico, cogieron el cadver de la bestia, se lo llevarona lo alto de la montaa y empezaron a comer. El comerciante que era nicoentre setecientos, despert y mir a todos partes.- Dnde estoy? -pregunt.- En la montaa de oro - grit el hijo del comerciante.- Coge la azada ycava oro; si arrancas mucho, te ensear la manera de bajar.El comerciante nico entre setecientos, cogi la azada y se puso a cavar y acavar hasta que se llenaron de oro veinte carros.- Descansa, ya tengo bastante -grit el hijo del comerciante.- Gracias portu trabajo, y adis!- Y yo qu hago?Librodot44Librodot Cuentos de Hadas Annimo- T? Ya te arreglars como puedas. Noventa y nueve como t hanperecido en esta montaa. Contigo sern cien.Y esto dicho, el hijo del comerciante se dirigi al castillo con los veintecarros, se cas con la hermosa doncella, la hija del comerciante nicoentre setecientos, y dueo de todas las riquezas que ste habaamontonado, fue a vivir a la ciudad con su familia. Pero el comerciantenico entre setecientos, se qued en la montaa, donde los cuervos deacerado pico mondaron sus huesos.Morozko Una vez viva una madrastra que, adems de su hijastra, tena una hijapropia. Todo lo que haca su hija lo daba por bien hecho, y la llamaba"nia juiciosa"; pero su hijastra, por ms que se esforzaba en complacerla,todo se lo haca mal y del revs. Y no obstante, la hijastra era unaverdadera alhaja y en buenos manos se hubiera amoldado como la cera;pero, con la madrastra, no haca ms que llorar. Qu poda hacer lapobrecita? Las tempestades se calman, pero los escndalos de una viejaregaona no tienen fn. Encuentra para gritar los pretextos msdesatinados y es capaz de empearse en que se peine uno los dientes. A lamadrastra se le meti en la cabeza echar a la hijastra de casa.- Llvatela -le deca al marido,- llvatela adonde quieras; pero que no lavean mis ojos, que mis odos no la oigan. No quiero que est un momentoms en el tibio dormitorio de mi propia hija; abandnala en mitad delcampo, entre la nieve.El hombre se quej llorando, pero obedeci y puso a su hija en el trineo sinatreverse siquiera a taparla con la manta del caballo. Se llev a ladesventurada a los desiertos campos, la dej sobre un montn de nieve, ydespus de santiguarse, volvi corriendo a casa paro no presenciar lamuerte de su hija.La pobrecita se vio abandonada a la entrada del bosque, se sent bajo unpino, estremecida de fro y empez a rezar en voz baja sus oraciones. Depronto percibi un rumor extrao. Morozkoestaba crepitando en unrbol vecino y saltaba de rama en rama haciendo chasquear los dedos. Yhe aqu que, de salto en salto, se acerc al pino a cuyo pie se sentaba lamuchacha y dando chasquidos con sus dedos se puso a brincarcontemplando a la hermosa nia.Librodot55Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Mocita, mocita, soy yo, Moroz Narizrubia! - Buenos das, Moroz! Dios te enva para consuelo de mi alma pecadora.- Ests caliente, mocita?- Caliente, caliente, padrecito Morozushko!. Moroz empez a bajarcrepitando con ms ruido y chasqueando los dedos con ms alegra. Y denuevo habl a la muchacha:- Ests caliente, mocita? Ests caliente, preciosa?La nia apenas poda respirar, pero sigui diciendo:- S, caliente, Morozushko; caliente, padrecito!Morozko crepit con ms ruido e hizo chasquear los dedos con msentusiasmo, y por ltima vez pregunt:- Ests caliente, mocita? Ests caliente, preciosa?La nia estaba aterida y slo pudo contestar con un hilo de voz:- Oh, s, caliente, querido pichoncito mo, Morozushko!Morozko la am por tan tiernos palabras, y movido a compasin, laenvolvi en pieles para hacerla entrar en calor y la obsequi con un cofregrande, lleno de atavos de novia, de donde sac un vestido todo aderezadode oro y plata. La muchacha se lo puso, y oh, qu bella y apuesta estaba!Sentse bajo el rbol y empez a cantar canciones. Y entretanto, sumadrastra que ya estaba preparando el banquete fnebre le deca almarido:- Anda y entierra a tu hija!El hombre sali de casa obedeciendo a su mujer. Pero el perrito que estababajo la mesa grit:- Guau, guau! La hija del dueo va vestida de plata y oro, mas la hija de laduea no tendr galanes que la miren.- Cllate, necio! Aqu tienes un pastel para ti, pero has de decir: "Losgalanes vendrn por la hija de la duea, pero a la hija del dueo slo lequedarn los huesos".El perrito se comi el pastel, pero volvi a gritar:- Guau, guau! La hija del dueo viste de plata y oro, mas la hija de laduea no tendr galanes que la miren.La vieja peg al perro y le dio pasteles, pero el perrito sigui gritando:- La hija del dueo viste de plata y oro, mas la hija de la duea no tendrgalanes que la miren.Cruji el suelo, las puertas se abrieron de par en por y entraron la granarca y detrs de ella la hijastra vestida de plata y oro y resplandecientecomo el sol. Al verla la madrastra, levant los brazos y exclam:- Marido mo! Marido mo! Saca un par de caballos y llvate a mi hijainmediatamente. Djala en el mismo campo y en el mismo sitio.Librodot66Librodot Cuentos de Hadas AnnimoEl marido llev a la hija al mismo sitio. Y Moroz Narizrubia se acerc yviendo a la muchacha empez a preguntarle:- Ests caliente, mocita?- Vete al cuerno! -replic la hija de la vieja. No ests viendo que tengobrazos y piernas entumecidos de fro?Morozko comprendi que por ms saltos y cabriolas que ejecutase noobtendra una respuesta amable, y acab por disgustarse con la hijastra yhelarla, hasta que muri de fro.- Marido mo, marido mo! Ve a buscar a mi hija. Llvate los caballos msveloces y procura que no vuelque el trineo y se estropee el arca.- Guau, guau! Los pretendientes se casarn con la hija del dueo, pero dela hija de la vieja no traern ms que un saco de huesos.- No mientas! Toma un pastel, cmetelo y di: Traern a la hija de la dueavestida de plata y oro!Y las puertas se abrieron de par en par, la vieja sali al encuentro de suhija y en vez de ella abraz un cadver helado. Y se puso a gritar llorandodesesperadamente, sabiendo que su maldad y su envidia eran la causa dela muerte de su hija.La nave voladora Viva una vez un matrimonio anciano que tena tres hijos: dos de ellos eranlistos, pero el otro era tonto. La madre quera a los dos primeros y casi losviciaba, pero al otro lo trataba siempre con dureza. Supieron que el Zarhaba hecho publicar un bando que deca: "Quien construya una nave quepueda volar se casar con mi hija, la Zarevna". Los dos mayores decidieronir en busca de fortuna y pidieron la bendicin de sus padres. La madre lesprepar las cosas para el viaje y comida para el camino y una botella devino. El tonto quera tambin acompaarlos, pero su madre le neg elpermiso.- Adnde iras t, necio? -le dijo- No sabes que los lobos te devoraran?Pero el tonto no cesaba de repetir:- Quiero ir, quiero ir!Viendo la madre que no sacara nada de l, le dio un pedazo de pan seco yuna botella de agua y le puso de patatas en la calle.El tonto empez a andar y ms andar, hasta que, por fn, encontr a unanciano. Se cruzaron los saludos y el anciano pregunt al tonto:- Adnde vas?Librodot77Librodot Cuentos de Hadas Annimo- No lo sabes? -dijo el tonto.- El Zar ha prometido dar su hija al queconstruya una nave que vuele.- Y t eres capaz de hacer semejante nave? - Claro que no, pero en alguna parte hallar quien me la haga!.- Y dnde est esa parte?.- Slo Dios lo sabe.- Entonces, sintate y come un bocado. Saca lo que tienes en la alforja.- Es tan poca cosa que me da vergenza ensearlo.- Tonteras! Lo que Dios nos da es bastante bueno para comer! Scalo!El tonto abri la alforja y apenas daba crdito a sus ojos. En vez de unpedazo de pan duro contena los ms exquisitos manjares, que comparticon el anciano. Comieron juntos y el anciano dijo al tonto:- Anda al bosque y ante el primer rbol que encuentres santguate tresveces y da un hachazo en el tronco, luego chate al suelo de bruces.Cuando te despiertes vers una nave completamente aparejada; sintateen ella y vuela a donde quieras y recoge todo lo que encuentres por elcamino.El tonto, despus de dar las gracias y despedirse del anciano, se encaminal bosque.Se acerc al primer rbol e hizo lo que se le haba ordenado, se santigutres veces, descarg un hachazo en el tronco y, echado de bruces en elsuelo, se qued dormido. No tard mucho en despertar, se levant y vio unbarco apercibido para la marcha. Sin pensarlo poco ni mucho, el tonto sesubi a l y apenas se hubo sentado, la nave empez a volar por el aire.Vuela que vuela, el tonto vio a un hombre que, tendido en el camino,estaba aplicando una oreja al duro suelo.- Buenos das, to!- Buenos das.- Qu haces ah?- Escuchar lo que pasa por el mundo.- Sube a la nave y sintate a mi lado.El hombre no se hizo rogar y se sent en la nave que sigui volando. Vuelaque vuela, encontraron a un hombre que andaba brincando con unapierna mientras tena la otra fuertemente atada a una oreja.- Buenos das, to; Por qu andis brincando con una pierna?- Porque si desatase la otra, en dos trancos dara la vuelta al mundo.- Sube y sintate a nuestro lado.El hombre se sent y siguieron volando. Vuela que vuela, encontraron a unhombre que estaba apuntando su escopeta a un punto que no podan ver.- Buenos das, to! Adnde apuntas, que no se ve ni un pjaro?Librodot88Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Bah! Tiro a poca distancia. Atino a cualquier pjaro o bestia que se meponga a cien leguas. A eso llamo yo tirar!- Ven con nosotros.Tambin el cazador subi a la nave, que sigui volando. Vuela que vuela,encontraron a un hombre cargado con un saco de pan.- Buenos das, to! Adnde vas?- A ver si encuentro un poco de pan para comer.- Pero no llevas ya un saco lleno de pan? - Bah! Con esto no tengo ni para un bocado!- Sube y sintate a nuestro lado.El tragn se sent en la nave, que sigui volando. Vuela que vuela, vieron aun hombre que andaba alrededor de un lago.- Buenos das, to. Qu buscas?- Tengo sed y no encuentro agua.- No tienes ah un lago? Por qu no bebes en l?- Esto? Con esto no tengo ni para un sorbo!- Pues, sube y ven con nosotros.Se sent y la nave sigui volando. Vuela que vuela, encontraron a unhombre que atravesaba un bosque con una carga de lea a su espalda.- Buenos das, to! Ests cogiendo lea en el bosque?- sta no es como todos las leas- Pues qu clase de lea es?- Es de una clase que, si se disemina sale de ella todo un ejrcito.- Pues, ven con nosotros.Una vez que se hubo sentado, la nave sigui volando. Vuela que vuela,vieron a un hombre que llevaba un saco de paja.- Buenos das, to! Adnde llevas esa paja?- A la aldea.- Hay poca paja en la aldea?- No, pero sta es de una clase que, si se disemina en los das mscalurosos de verano, inmediatamente viene el fro con nieves y heladas.- Quieres subir, pues?- Gracias, subir.Pronto llegaron al patio del Palacio del Zar. En aquel momento se hallabael Zar sentado a la mesa y cuando vio la nave voladora, se qued muysorprendido y mand un criado que fuese a ver quin volaba en aquellanave. El criado sali a ver y volvi al Zar con la noticia de que quienconduca la nave no era ms que un pobre y msero campesino. El Zarrefexion. No le gustaba la idea de dar su hijo a un simple campesino yempez a pensar cmo podra desembarazarse de aquel indeseable yernoLibrodot99Librodot Cuentos de Hadas Annimodurante un ao. Y se dijo: "Le exigir que realice antes varias hazaas dedifcil cumplimiento". Y mand decir al tonto que, para cuando acabase laimperial comida, le trajese agua viva y cantante.Cuando el Zar daba esta orden al criado, el primero de los compaeros aquien el tonto haba encontrado, es decir, aquel que estaba escuchando loque pasaba en el mundo, oy lo que el Zar ordenaba, y se lo dijo al tonto.- Qu puedo hacer yo? -dijo el tonto.- Aunque busque un ao y toda lavida no encontrar esa agua.- No te apures -le dijo el Pierna Ligera,- yo lo arreglar.El criado se acerc a transmitir la orden del Zar. - Dile que la buscar -contest el tonto, y su compaero desat la otrapierna de la oreja y emprendi tan veloz carrera, que en un abrir y cerrarde ojos lleg al fn del mundo, donde encontr el agua viva y cantante.- Ahora -se dijo- he de darme prisa y volver enseguida.Pero se sent junto a un molino y se qued dormido.Ya llegaba a su fn la comida del Zar, cuando aun no haba vuelto, y todoslos de la nave lo esperaban impacientes. El primer compaero baj al sueloy aplicando el odo a la tierra escuch.- Ah, ah! Conque ests durmiendo junto al molino?Entonces, el tirador cogi el arma, apunt al molino y despert a PiernaLigera con sus disparos. Pierna Ligera ech a correr y en un momento llegcon el agua. El Zar aun no se haba levantado de la mesa, de modo que suorden qued exactamente cumplida. Pero de poco sirvi. Porque impusootra condicin. Le mand decir: "Ya que eres tan listo, prubamelo. T ytus compaeros habis de devorar en una sola comida veinte bueyesasados y veinte grandes panes de hogaza". El primer compaero lo oy y selo dijo al tonto. El tonto se asust y dijo:- Pero si no puedo tragar ni un panecillo en una sola comida!- No te apures -dijo el Tragn,- eso no ser nada para m.El criado sali y comunic la orden del Zar.- Est bien -dijo el tonto,- traed todo eso y nos lo comeremos.Y le sirvieron veinte bueyes asados y veinte grandes panes de hogaza. ElTragn lo devor todo en un momento.- Uf! -exclam.- Qu poca cosa! Bien podran servirnos algo ms!El Zar mand decir al tonto que haban de beberse cuarenta barriles devino de cuarenta cubos cada uno. El primer compaero oy las palabrasdel Zar y se lo comunic al tonto.- Pero si no podra beberme ni un solo cubo! dijo el tonto, lleno de miedo.- No te apures -dijo el Bebedor,- yo me lo beber todo y aun ser poca cosapara m.Librodot1010Librodot Cuentos de Hadas AnnimoVaciaron los cuarenta barriles y el Bebedor se los bebi todos de un trago,y despus de apurar las heces, dijo:- Uf! qu poca cosa! No podran traerme otro tanto?Despus de esto, el Zar orden que el tonto se preparase para la boda yque antes se diese un buen bao. El cuarto de bao era de hierro colado yel Zar orden que lo calentasen a tan alto grado, que el tonto no podramenos de quedar asfxiado en un instante. El tonto fue a baarse y detrsde l entr el campesino con la paja.- He de esparcir paja por el suelo -dijo.Los dos se encerraron en el cuarto, y apenas el campesino esparci por elsuelo unos manojos de paja, se produjo una temperatura tan baja, que eltonto apenas pudo lavarse, porque el agua del bao se hel. Se encaram ala estufa y all pas todo la noche. Al da siguiente abrieron el bao yhallaron al tonto echado sobre la estufa, lleno de vida y de salud ycontando canciones. El Zar estaba disgustado por no saber cmodesembarazarse del tonto. Despus de mucho refexionar orden quecrease un ejrcito con sus propios medios. Porque pensaba: "Cmo esposible que un campesino forme un ejrcito? Esto s que no lo podrhacer!"Cuando el tonto se enter de lo que exigan de l, se mostr muy alarmadoy exclam:- Estoy perdido sin remedio! Me habis sacado de muchos apuros, amigosmos; pero esta vez est bien claro que nada podris hacer por m.- Lindo amigo ests hecho! -dijo el hombre del haz de lea.- Cmo haspodido olvidarte de m hasta ese extremo?El criado fue y te comunic la orden del Zar:- Si quieres tener a la Zarevna por mujer, has de poner en pie de guerratodo un ejrcito para maana a primera hora.- De acuerdo. Pero si despus de esto tambin se niega, conquistar todosu imperio y tomar la Zarevna a viva fuerza.Aquella noche, el compaero del tonto sali al campo con su haz de lea yempez a diseminarla en todas direcciones. Inmediatamente apareci unejrcito innumerable, de a pie y de a caballo. Cuando lo vio el Zar allevantarse al da siguiente, se asust mucho y se apresur a mandar altonto un precioso ropaje y vistosos atavos con la orden de que locondujesen a la corte para casarlo con la Zarevna. El tonto se puso lasricas prendas y estaba con ellos ms hermoso de lo que ninguna lenguapuede expresar. Se present al Zar, se cas con la Zarevna, recibi un ricopresente de bodas y desde entonces fue el hombre ms listo y perspicaz. ElLibrodot1111Librodot Cuentos de Hadas AnnimoZar y la Zarina le tomaron un afecto que cada da aumentaba, y la Zarevnavivi con l toda su vida, amndolo como a la nia de sus ojos.El gnomo bigotudo y elcaballo blancoEn cierto reino de cierto Imperio viva una vez un Zar. En su corte habaunos arreos con jaeces de oro, y he aqu que el Zar so que llevaba estosarreos un caballo extrao, que no era precisamente blanco como la lana,sino brillante como la plata, y en su frente refulga una luna. Al despertarel Zar por la maana, mand lanzar un pregn por todos los pases,prometiendo la mano de su hija y la mitad de su imperio a quieninterpretase el sueo y descubriese el caballo. Al or la real proclama,acudieron prncipes, boyardos y magnates de todas partes, mas por muchoque pensaron, ninguno supo interpretar el sueo y mucho menos saber elparadero del caballo blanco. Por fn se present un campesino viejecito deblanca barba, que dijo al Zar:- Tu sueo no es sueo, sino la pura realidad. En ese caballo que diceshaber visto ha venido esta noche un Gnomo pequeo como tu dedo pulgary con bigotes de siete verstas de largo y tena intencin de raptar a tuhermosa hija, sacndola de la fortaleza.- Gracias por tu interpretacin, anciano. Puedes decirme ahora quin escapaz de traerme ese caballo?- Te lo dir, mi seor Zar. Tres hijos tengo de extraordinario valor. Nacieronlos tres en una misma noche: el mayor, al oscurecer; el segundo, a medianoche, y el tercero, a punta del alba, y por eso los llamamos Zorka,Vechorka y Polunochka . Nadie puede igualrseles en fuerza y en valor.Ahora, mi padrecito y soberano seor, manda que ellos te busquen elcaballo.- Que vayan, amigo mo, y que tomen de mi tesoro cuanto necesiten. Yocumplir mi palabra de Rey: al que encuentre ese caballo le dar laZarevna y la mitad de mi imperio.Al da siguiente muy temprano, los tres bravos hermanos, Zorka, Vechorkay Polunochka, llegaron a la corte del Zar. El primero tena el ms hermososemblante, el segundo, las ms anchas espaldas y el tercero, el msLibrodot1212Librodot Cuentos de Hadas Annimoapuesto continente. Los condujeron a presencia del Zar, rezaron ante lossantos inclinndose devotamente, y ante el Zar hicieron la ms profundareverencia, antes de decir:- Que nuestro soberano y Zar viva muchos aos sobre la tierra! Hemosvenido, no para que nos obsequies con banquetes, sino para acometer unaardua empresa, ya que estamos dispuestos a buscarte ese extrao caballopor lejos que se encuentre, ese caballo sin igual que se te apareci ensueos.- Que la suerte os acompae, buenos mozos, Qu necesitis para elcamino?- Nada necesitamos, oh, Emperador! Pero no olvides a nuestros buenospadres. Atindelos en su senectud y dales lo necesario para vivir.- Si no peds ms que eso, id en nombre de Dios. Mandar conducir avuestros padres a mi corte y sern mis huspedes; comern de lo que yocoma y bebern de lo que yo beba; se vestirn y calzarn de miguardarropa y los colmar de atenciones.Los buenos mozos emprendieron su largo viaje. Uno, dos, tres dasanduvieron sin ver otra cosa que el cielo azul sobre sus cabezas y laanchurosa estepa a cada lado. Por fn dejaron la estepa y penetraron enuna densa selva, y se regocijaron grandemente. En un claro de la selvahallaron una cabaa diminuta y junto a ella un redil lleno de carneros.- Vaya! -se dijeron.- Por fn encontramos un lugar donde reclinar la cabezay descansar de nuestro viaje.Llamaron a la puerta y nadie contest; miraron dentro y vieron que nohaba nadie. Entraron los tres, dispuestos a pasar la noche, rezaron lasoraciones y se echaron a dormir. Al da siguiente, Zorka y Polunochkafueron a cazar por el bosque y, dijeron a Vechorka:- Qudate y prepranos la comida.El hermano mayor se conform, arregl la cabaa, fue luego al corral,escogi el carnero ms gordo, lo degoll, lo limpi y lo sac para la comida.Pero, apenas haba puesto la mesa y se haba sentado junto a la ventana aesperar a sus hermanos, se produjo en el bosque un ruido como detrueno, la puerta se abri como si la arrancasen de sus goznes, y elGnomo pequeo como el dedo pulgar y con bigotes de siete verstas de largoentr en la cabaa arrastrando los bigotes por la espalda. Mir a Vechorkadesde sus espesas cejas y chill con voz terrible:- Cmo te atreves a entrar en mi cabaa como si fueras el amo? Cmo teatreves a matar a mis carneros?Vechorka le dirigi una mirada de desprecio y sonri diciendo:Librodot1313Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Habas de crecer un poco ms para chillarme as. Vete y no vuelvas poraqu, si no quieres que coja una cucharada de sopa y un pellizco de pan vhaga una gelatina de tus ojos.- Ya veo que no sabes que, aunque pequeo, soy valiente como el que ms-replic el Gnomo bigotudo, que cogiendo al hroe, lo arranc del asiento,lo arrastr de un lado a otro, le golpe la cabeza contra la pared y lo arrojms muerto que vivo contra el banco. Luego cogi el carnero asado, se locomi con huesos y todo y desapareci. Al volver los hermanospreguntaron:- Qu ha pasado? Por qu llevas la cabeza vendada?A Vechorka le dio vergenza confesar que un ser tan insignifcante lo habamaltratado de aquella manera y contest a sus hermanos:- Me entr dolor de cabeza al encender el fuego y por eso no he podido asarni hervir nada.Al da siguiente, Zorka y Vechorka salieron de caza, y Polunochka se queda preparar la comida.Apenas lo tena todo dispuesto, se oy en el bosque un estruendoformidable y entr en la cabaa el Gnomo, pequeo como el dedo pulgar ycon bigotes de siete verstas de largo, se dirigi a Polunochka, lo zarandede lo lindo, y lo arroj bajo el banco; luego devor toda la comida ydesapareci. Al volver los hermanos preguntaron:- Qu ha pasado, hermanito? Por qu llevas esos trapos en la cabeza?- Me entr dolor de cabeza al encender el fuego, hermano -contestPolunochka,- y pareca que me iba a estallar, de modo que no pudeprepararos la comida.Al tercer da, los hermanos mayores fueron a cazar y se qued en lacabaa Zorka, quien se dijo: - Aqu pasa algo singular. Si mis hermanos se han quejado del calor delfuego dos das seguidos por algo ser.Se puso a arreglarlo todo sin dejar de escuchar un momento, para no estardesprevenido si alguien entraba. Cogi un carnero, lo degoll, lo as y lopuso en la mesa. Inmediatamente se oy un ruido como de trueno quecorriera por el bosque, se abri la puerta de la cabaa y apareci elGnomo, pequeo como el dedo pulgar, con un bigote de siete verstas delargo. Llevaba un haz de heno sobre la cabeza y un cubo de agua en lamano. Dej el cubo en medio del corral, esparci el heno por el suelo yempez a contar sus carneros. Al comprobar que le faltaba otra cabeza,mont en violenta ira y se arroj como un loco sobre Zorka. Pero ste noera como sus hermanos. Cogi al Gnomo por los bigotes y empez aarrastrarlo por la cabaa, dndole golpes, mientras gritaba:Librodot1414Librodot Cuentos de Hadas AnnimoSi no conoces el vadoNo camines por el ro.El Gnomo se sacudi de las frreas manos de Zorka, aunque dejando laspuntas de su bigote en sus puos, y se escap a todo correr. De nadasirvi que Zorka lo persiguiese, porque se elev en el aire como una plumaante sus ojos y desapareci en las alturas. Zorka volvi a la cabaa y sesent junto a la ventana a esperar a sus queridos hermanos. stos sesorprendieron de hallar a su hermanito sano y salvo y con la comidapreparada. Pero Zorka sac de su cinto las puntas del bigote que habaarrancado al monstruo y dijo a sus hermanos sonriendo:- Hermanos mos, permitid que me ra del dolor de cabeza que os haproducido el fuego. Ahora se ha visto que ni en fuerza ni en valor soiscompaeros dignos de m. Voy, pues, slo en busca del caballo prodigioso.Vosotros podis volver a la aldea a cavar la tierra.Se despidi de sus hermanos y prosigui el viaje solo.Estaba a punto de salir del bosque cuando vio una choza desvencijada dela que salan lamentos dolorosos.- A quien me d de comer y de beber, a se servir -deca el ser humanoque se quejaba.El compasivo joven se acerc a la choza y encontr a un hombre cojo ymanco que no cesaba de gemir, hambriento y sediento. Zorka le dio decomer y de beber y le pregunt quin era.- Has de saber que yo era un hroe y no vala menos que t, pero, ay! mecom uno de los carneros del Gnomo, pequeo como el dedo pulgar, y melisi para el resto de mi vida. Pero ya que te has portado bien conmigodndome de comer y de beber, te dir cmo podrs descubrir el paraderodel caballo prodigioso.- Dmelo, buen hombre; te lo ruego.- Ve al ro que pasa no muy lejos de aqu, coge una barca y traslada a laorilla opuesta durante un ao a todos los que quieran cruzarlo; no aceptesdinero a nadie y... vers lo que sucede.Zorka lleg al ro, se hizo dueo de una barco de pasaje y durante un aocondujo a la orilla opuesta a cuantos quisieron cruzarlo. Y sucedi que encierta ocasin hubo de pasar a tres viejos peregrinos. Al llegar a la orillalos viejos desataron sus alforjas y el primero sac un puado de oro, elsegundo una sarta de perlas puras y el tercero las piedras ms preciosas.- Toma esto para ti en pago de habernos pasado, buen mozo -dijeron losviejos.- Nada puedo aceptar de vosotros -contest Zorka,- porque estoy aqucumpliendo el voto de pasar a todo el mundo sin aceptar dinero.Librodot1515Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Entonces por qu haces esto?- Busco al caballo prodigioso que no es blanco como la lana, sino brillantecomo la plata, y no lo hallo en ninguna porte; por eso me aconsejaron quehiciese de barquero y esperase los acontecimientos.- Has hecho perfectamente, buen mozo, en cumplir felmente tu promesa.Te daremos algo que puede serte til en tu viaje. Aqu tienes un anillo queno tiene ningn valor. No tienes que hacer otra cosa que cambiarlo de dedoy se cumplirn todos tus deseos.Apenas los tres ancianos prosiguieron el viaje, Zorka cambi el anillo demano y dijo:- Quiero estar inmediatamente en los parajes donde el Gnomo pequeocomo el pulgar apacienta a su caballo!Inmediatamente lo arrebat la tempestad, y en un abrir y cerrar de ojos, seencontr en una profunda quebrada, entre peascos gigantescos, y alextremo de la quebrada pudo divisar al Gnomo pequeo como el dedopulgar y con bigotes de siete verstas de largo, y a su lado estaba paciendoel caballo prodigioso, no blanco como la lana, era brillante como la plata,en su frente resplandeca una luna y de su crin colgaban muchas estrellas.- Bien venido, joven -chill el monstruo dirigindose a Zorka.- Qu te traepor aqu?- Vengo a quitarte el caballo.- Ni t ni nadie puede quitarme el caballo. Si lo cojo de las crines y lo llevoal borde de estos precipicios, nadie del mundo podr arrancarlo de all porms que se esfuerce.- Siendo as, hagamos un trato.- Con mucho gusto. No me importa negociar contigo. Si me traes la hija detu Zar podrs llevarte caballo.- Trato hecho -dijo Zorka, y empez a refexionar cmo sacara mejorpartido de la situacin. Cambi el anillo de dedo y dijo:- Quiero que la hermosa Zarevna comparezca inmediatamente ante m.En un santiamn la Zarevna se apareci ante l plida y temblorosa, yarrojndose a sus pies le implor:- Buen joven, por qu me has arrancado del lado de mi padre? Tenpiedad de mi tierna juventud!Pero Zorka le susurr:- Quiero sacar ventaja de ese monstruo. Le har creer que te cambio por elcaballo y que te dejo con l para que seas su mujer; pero toma este anillo ycuando quieras volver a casa no tienes ms que cambirtelo de dedo ydecir: "Quiero transformarme en alfler y clavarme en la solapa de Zorka",y vers lo que sucede.Librodot1616Librodot Cuentos de Hadas AnnimoY sucedi tal como Zorka dijo. Entreg la Zarevna al monstruo a cambiodel caballo prodigioso, enjaez el animal, lo mont y se alej de all algalope; pero el Gnomo pequeo como el dedo pulgar corri tras l riendo ygritndole:- Est bien, buen mozo, has cambiado una hermosa doncella por uncaballo!Apenas se haba alejado Zorka dos o tres verstas, sinti que algo se leclavaba en la solapa. Se llev la mano all, y efectivamente, encontr unalfler. Lo arroj al suelo y ante l apareci una hermosa doncella quelloraba suplicndole que la volviese a casa de su querido padre. Zorka lasent a su lado y se alej galopando como slo los hroes saben galopar.Lleg a la corte y encontr al Zar de muy mal humor.- No me causa ninguna alegra, buen mozo, que me hayas servido tanfelmente, ni quiero yo el caballo que has ido a buscarme ni terecompensar conforme a tus mritos.- Y por qu, mi querido padre el Zar?- Porque, amigo mo, mi hija se ha marchado sin mi consentimiento.- Rugote, mi soberano seor y Zar, que no gastes esas bromas conmigo: laZarevna acaba de darme la bienvenida en el patio de armas.El Zar corri enseguida el patio de armas, donde encontr a su hija. Laabraz y la condujo al lado del joven.- Aqu est tu recompensa y mi alegra.Y el Zar tom el caballo y dio su hija a Zorka por mujer y la mitad de suimperio, segn promesa. Y Zorka aun vive con su mujer a quien ama mscada da y goza de su buena fortuna sin vanas ostentaciones ni jactancias.El arpa mgica Lejos, ms all de los mares azules, de los abismos de fuego, en las tierrasde la ilusin, rodeada de hermosos prados, se levantaba una ciudadgobernada por el Zar Umnaya Golova (el sabio) con su Zarina.Indescriptible fue su alegra cuando les naci una hija, una encantadoraZarevna a quien pusieron por nombre Neotsienaya (la inapreciable) y aunms se alegraron cuando al cabo de un ao tuvieron otra hija no menosencantadora a quien llamaron Zarevna Beztsienaya (la sin precio). En sualegra, el Zar Umnaya Golova quiso celebrar tan fausto acontecimientocon festines en que comi y bebi y se regocij hasta que vio satisfecho suLibrodot1717Librodot Cuentos de Hadas Annimocorazn. Hizo servir a sus generales y cortesanos trescientos cubos deaguamiel para que brindasen y durante tres das corrieron arroyos decerveza por todo su reino. Todo el que quera beber poda hacerlo enabundancia.Y cuando se acabaron los festines y regocijos, el Zar Umnaya Golovaempez a preocuparse, pensando en la mejor manera de criar y educar asus queridas hijas para que llevasen con dignidad sus coronas de oro.Grandes fueron las precauciones que tom el Zar con las princesas.Haban de comer con cucharas de oro, haban de dormir en edredones depluma, se haban de tapar con cobertores de piel de marta y tres doncellashaban de turnarse para espantar las moscas mientras las Zarevnasdorman. El Zar orden a las doncellas que nunca entrase el sol con susardientes rayos en la habitacin de sus hijas y que nunca cayese sobreellas el roco fresco de la maana, ni el viento les soplase en una de sustravesuras. Para custodia y proteccin de sus hijas las rode de setenta ysiete nieras y setenta y siete guardianes siguiendo los consejos de ciertosabio.El Zar Umnaya Golova y la Zarina y sus dos hijas vivan juntos yprosperaban. No s cuantos aos transcurrieron, el caso es que lasZarevnas crecieron y se llenaron de hermosura, y empezaron a acudir a lacorte los pretendientes. Pero el Zar no tena prisa en casar a sus hijas.Pensaba que a un pretendiente predestinado no se le puede evitar ni en uncaballo veloz, pero al que no est predestinado no se le puede manteneralejado ni con triple cadena de hierro, y mientras as estaba pensando yponderando el asunto, le sorprendi un alboroto que puso en conmocintodo el palacio. En el patio se produjo un ruido de gente que corra de unlado a otro. Las doncellas de fuera gritaban, las de dentro chillaban y losguardianes rugan con toda su alma.El Zar Umnaya Golova sali corriendo a preguntar:- Qu ha sucedido?Los setenta y siete guardianes y las setenta y siete damas de compaacayeron a sus pies gritando:- Somos culpables! He aqu que las Zarevnas Neotsienaya y Beztsienayahan sido arrebatadas por una ventolera!Haba sucedido una cosa extraa. Las Zarevnas bajaron al jardn imperiala coger unas fores y a comer unas manzanas. De pronto se vio sobre ellasuna nube negra que nadie podra decir de dnde vena, sopl con fuerza enlos ojos de las mujeres y de los hombres que acompaaban a las princesasy cuando acabaron de restregrselos, las princesas haban desaparecido yLibrodot1818Librodot Cuentos de Hadas Annimono quedaba nada que los ojos pudieran ver ni que los odos pudieran or.El Zar Umnaya Golova mont en clera:- Os entregar a todos a una muerte horrible! -grit.- Moriris de hambreen las mazmorras. Mandar que os claven en las puertas. Cmo! Setentay siete mujeres y setenta y siete hombres no habis sido bastantes paracuidar de dos Zarevnas?El Zar estaba triste y afigido, y no coma ni beba ni dorma; todo leapenaba y era una carga para l; en la corte ya no se celebrabanbanquetes ni sonaban las notas del violn y de la fauta. Slo la tristeza y eldolor reinaban en el palacio, acompaados de un silencio ominoso.Pero pas el tiempo y con l la melancola. La vida del hombre es variadacomo un tapiz bordado de fores oscuras y encendidas. El tiempo siguiandando y a su tiempo naci otro hijo del Zar, pero no mujer, sino varn, yel Zar Umnaya Golova se regocij grandemente. Llam a su hijo, Ivn y lorode de criados, de maestros, de sabios y de valientes guerreros. Y elZarevitz Ivn creca, creca como crece la masa bien batida cuando se lepone buena levadura. Se le vea crecer de da en da y hasta de hora enhora, y lleg a ser pronto un mozo de extraordinaria belleza y apostura.Slo una cosa oprima el corazn de su padre el Zar. El Zarevitz Ivn erabueno y hermoso, pero no tena valor heroico ni demostraba afcionesbelicosas. A sus compaeros ni les cortaba la cabeza ni les quebraba losbrazos y piernas, no gustaba de jugar con lanzas ni con armasdamasquinas ni espadas de templado acero; no pasaba revista a susformidables batallones ni mantena conversacin con los generales. Buenoy hermoso era el Zarevitz. Admiraba a todo el mundo con su sabidura ysu ingenio, pero no ms se complaca en tocar el arpa que no necesitabaarpista. Y de tal manera tocaba el Zarevitz Ivn, que, al escucharlo, todo elmundo olvidaba todo lo dems. Apenas pona los dedos en las cuerdas,sacaban stas tales sonidos, que el auditorio quedaba como embelesadopor la meloda y aun los cojos se echaban a bailar de gozo. Eran cancionesmaravillosas, pero no colmaban el tesoro del Zar ni defendan susdominios ni destruan a sus enemigos.Y un da el Zar Umnaya Golova mand que el Zarevitz compareciese antesu trono y le habl de esta manera:- Mi querido hijo, eres bueno y hermoso y estoy muy contento de ti. Perouna cosa me duele. No veo en ti el valor de un guerrero ni la destreza deun adalid. No te gusta el chocar de las lanzas ni te atraen las espadas detemplado acero. Pero piensa que yo soy viejo y tenemos feroces enemigosque traen la guerra a nuestro pas, matarn a nuestros boyardos yLibrodot1919Librodot Cuentos de Hadas Annimoguerreros, y a m y a la Zarina se nos llevar en cautiverio, si t no sabesdefendernos.El Zarevitz Ivn escuch en silencio las palabras del Zar Umnaya Golova yluego contest:- Querido Zar Emperador y Padre! No por la fuerza sino por la astucia setoman las ciudades, no rompiendo lanzas sino poniendo a prueba misagacidad saldr victorioso de mis enemigos. Mira! Dicen que a mis doshermanas se las llev el viento sin dejar rastro, como si las hubieracubierto de nieve. Llama a todos tus prncipes, tus hroes, tus fornidosgenerales, y ordnales que vayan en busca de mis hermanas, las Zarevnas.Que lleven sus espadas damasquinas, sus lanzas de hierro, sus velocesfechas y sus innumerables soldados, y si alguno de ellos te hace esteservicio, dale mi imperio y ponme a sus rdenes como marmitn paralimpiarle los platos y como bufn para divertirle. Pero si ninguno de ellospuede hacerte este servicio, confamelo a m y vers que mi inteligencia ymi ingenio son ms agudos que una hoja damasquina y ms fuertes queuna lanza de acero.Las palabras del Zarevitz agradaron al Zar. Llam a sus boyardos, a susgenerales y a sus fuertes y poderosos campeones y les dijo:- Hay alguno entre vosotros, mis boyardos, mis guerreros, mis fuertes ypoderosos campeones, que se sienta lo bastante hroe para ir a buscar amis hijas? Al que las traiga le permitir elegir a la que ms le guste paraesposa, y con ella le dar la mitad de mi imperio.Los boyardos, los generales, los campeones se miraron entre s,escondindose el uno tras el otro, y ninguno de ellos os contestar.Entonces, el Zarevitz Ivn se inclin ante su padre y dijo:- Mi querido padre y emperador! Si nadie se presta a hacerte tan pequeoservicio, dame tu bendicin y partir en busca de mis hermanas, sin queme prometas ningn galardn que me sirva de estimulo.- Perfectamente! -contest el Zar Umnaya Golova.- Yo te bendigo. Llvate,adems de mi bendicin, plata, oro y piedras preciosas, y si necesitassoldados, toma cien mil jinetes y cien mil infantes. - No me hace falta ni plato ni oro, ni jinetes ni infantes, ni el caballo delcampen ni su espada ni su lanza. Me llevar la melodioso arpa que tocasola y nada ms. Y t, mi Zar soberano, esprame tres aos, y si en eltranscurso del cuarto no llego, elige mi sucesor.Entonces, el Zarevitz Ivan recibi la bendicin de su padre, oral y porescrito, se encomend a Dios, se puso el arpa bajo el brazo y emprendi elcamino en direccin adonde sus ojos lo guiaron. Dnde haba de ir enbusca de sus hermanas? Fue cerca y fue lejos, para arriba y para abajo.Librodot2020Librodot Cuentos de Hadas AnnimoLa historia de sus andanzas pronto est contada, pero no tan pronto sehace como se dice. El Zarevitz Ivn caminaba siempre hacia delante, andaque andars, anda que andars, y mientras viajaba tocaba el arpa. Apenasrompa el da se levantaba y reanudaba la marcha, adelante, siempreadelante; al caer la noche se acostaba en el csped bajo el inmenso techodel cielo brillante de estrellas. Y por fn lleg a una espesa selva.El Zarevitz Ivn oy enormes crujidos en lo ms espeso de esta selva, comosi alguien aplastase los rboles: tan grande era el ruido que se oa.- Qu ser? -pens.- Sea lo que fuere, nadie puede morir dos veces.Y sus ojos se abrieron de horror al ver a dos demonios de la selva queestaban pelendose. El uno descargaba sobre el otro una encina arrancadade cuajo, mientras ste se serva como de arma hiriente de un pino de diezmetros de largo, y los dos se acometan con toda su diablica fereza. ElZarevitz Ivn se les acerc con el arpa y empez a tocar una danza. Losdemonios dejaron la pelea al momento y se pusieron a ejecutar una danzadiablica que pronto se convirti en un zapateado tan entusiasta yformidable, que hasta el frmamento se estremeca. Tanto y tanto bailaron,que al fn se les debilitaron las piernas y cayeron rodando por el suelo.Entonces, el Zarevitz les habl as:- Vamos a ver: por qu reais? Sois demonios de la selva y hacistonteras como si fueseis simples mortales. Y eso, hijos mos, no est bien!Entonces, uno de los demonios le dijo:- Cmo no hemos de reir? Atiende y juzga entre nosotros! Caminbamosjuntos y hemos encontrado una cosa. Yo he dicho: "esto es mo", pero steha dicho "esto es mo". Hemos tratado de dividirlo y no hemos podido.- Y qu encontrasteis? -pregunt el Zarevitz Ivn.- Un pequeo mantel con pan y sal, unas botas que andan solas y ungorro invisible. Quieres comer y beber? Pues extiende el mantel y docejvenes y doce doncellas te servirn aguamiel y todos los manjares quequieras. Y si alguien te persigue, no tienes ms que ponerte las botas queandan solas y andars siete verstas de un solo tranco. Qu siete? ms decatorce verstas puedes andar de un solo tranco, de modo que ni un pjaropuede volar ms rpido ni el viento puede alcanzarte. Y si te amenazaalgn peligro inevitable, te pones el gorro invisible y desapareces porcompleto, de modo que ni los perros pueden olerte.- No s por qu habis de reir por tan poca cosa! Queris que yo seajuez en este pleito?Los demonios de la selva accedieron y el Zarevitz Ivn les dijo:- Bueno! Corred hasta el sendero que pasa junto al bosque y el primeroque llegue se llevar el mantel, las botas y el gorro.Librodot2121Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Caramba! -exclamaron los demonios. Eso es hablar con sentido comn!T guarda el tesoro y nosotros correremos.Echaron a correr a cul poda ms, de modo que slo se les vean lostalones, hasta que desaparecieron entre los rboles. Pero el Zarevitz Ivnno esper su regreso. Se calz las botas, se encasquet el gorro, y con elmantel bajo el brazo se disip como el humo. Los demonios de la selvavolvieron corriendo y no pudieron hallar el lugar donde el Zarevitz haba deesperarles. Entretanto, Ivn el Zarevitz, a grandes zancadas sali delbosque y vio correr a los demonios por delante y por detrs de l, tratandointilmente de descubrirlo por el olfato, hasta que empezaron a retorcerselas manos desesperadamente.Ivn el Zarevitz continu su viaje a grandes trancos hasta que sali acampo llano. Ante l se abran tres caminos y en la encrucijada se movauna choza dando vueltas sobre su pata de gallina.- Izbuchka! Izbuchka! -le dijo el Zarevitz. Vulvete de espalda al bosque yde cara a m!Entonces el Zarevitz penetr en la choza y dentro estaba Baba Yaga(*) patade hueso.- Uf! uf! uf! -dijo Baba Yaga.- Hasta hoy, un ruso era algo que mis ojos nohaban visto y que mis odos no haban odo, y ahora se aparece uno antemis propios ojos! A qu has venido, buen joven?- Oh, abuela despiadada! -le dijo el Zarevitz Ivn.- Lo primero que habrasde hacer es alimentarme bien; despus pregunta lo que quieras.Baba Yoga se levant en un abrir y cerrar de ojos, encendi su pequeaestufa, aliment bien a Ivn el Zarevitz y luego le pregunt:- Adnde vas, buen joven, y cul es tu camino?- Voy en busca de mis hermanas, la Zarevna Neotsienaya y la ZarevnaBeztsienaya. Y ahora, querida abuelita, dime, si lo sabes, qu camino hede tomar y dnde las encontrar.- S dnde vive la Zarevna Neotsienaya! -dijo Baba Yaga.- Has de tomar elcamino de en medio, si quieres llegar hasta ella; pero vive en el palacio depiedra blanca de su marido, el Monstruo de la Selva. El camino es tanlargo como malo y aunque llegaras al palacio de nada te valdra, pues elMonstruo de la Selva te devorar. - Bien, abuelita, tal vez se quede con las ganas. Un ruso es un mal huesoy Dios no querr drselo a comer a un cerdo como se! Hasta la vista ygracias por tu pan y por tu sal!El Zarevitz se alej de la choza y he aqu que en medio de la llanura sedestac blanco y deslumbrante el palacio de piedra del Monstruo de laLibrodot2222Librodot Cuentos de Hadas AnnimoSelva. Ivn se acerc y se encamin a la puerta, y en la puerta hall undiablillo que le dijo:- No se puede pasar!- Abre amigo -replic Ivn el Zarevitz,- y te dar un trago de vodka!El diablillo se bebi la vodka, mas no por eso abri la puerta. EntoncesIvn el Zarevitz dio la vuelta al palacio y resolvi subir por la pared.Empez a trepar, bien ajeno a la trampa en que iba a caer, pues en lo altode las paredes haban extendido unos alambres, y apenas toc el Zarevitzcon el pie uno de estos alambres, todas las campanillas se pusieron atocar. Ivn el Zarevitz mir a ver si vena alguien y, en efecto, su hermanala Zarevna Neotsienaya sali a la galera y dijo, sorprendida:- Pero eres t, mi querido hermano, Ivn el Zarevitz?Y los dos hermanos se abrazaron cariosamente.- Dnde te esconder para que el Monstruo de la Selva no te vea? -dijo laZarevna.- Porque sin duda se presentar enseguida.- No s dnde, pues no soy un alfler,Y aun estaban hablando, cuando se produjo un ruido como de tempestadque hizo retemblar el palacio, y apareci el Monstruo de la Selva; pero Ivnel Zarevitz se puso el gorro mgico y se hizo invisible. Y el Monstruo de laSelva dijo:- Quin te ha venido a ver trepando por el muro?- No me ha venido a ver nadie -contest la Zarevna Neotsienaya,- pero talvez los gorriones han pasado volando y habrn tocado los alambres con lasalas.- Buenos gorriones! Me parece que huelo carne de ruso!- Qu antojos te dan! No haces ms que correr por el mundo oliendocarne humana y aun querras olerla en tu palacio!- No te disgustes, Zarevna Neotsienaya, no quiero turbar tu felicidad; perotengo hambre y me gustara comerme a este desconocido -dijo el Monstruode la Selva. Pero Ivn el Zarevitz se quit el gorro invisible e inclinndoseante el hambriento, dijo:- Para qu me quieres comer? No ves que soy un hueso duro que se teindigestara? Ser preferible que me permitas obsequiarte con unalmuerzo como nunca en tu vida lo has comido. Slo has de ir concuidado de no tragarte la lengua!Y esto dicho, extendi el mantel y al momento aparecieron los docemancebos y las doce damiselas que sirvieron al Monstruo de la Selva todoslos manjares que apeteca. El Monstruo lo devoraba todo sin descanso.Luego bebi y volvi a tragar hasta que se hart tanto, que no pudomoverse del puesto y all mismo se qued dormido.Librodot2323Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Hasta la vista, mi querida hermana -dijo entonces el Zarevitz Ivn;- peroantes dime: sabes dnde vive nuestra hermana la Zarevna Beztsienaya?- Lo s -contest la Zarevna Neotsienaya. Para llegar a ella has de atravesarel gran Ocano, pues vive en el vrtice con su esposo el Monstruo del Mar;el camino es muy penoso. Has de nadar mucho, muchsimo, y si llegas, denada te servir, porque te devorar el monstruo!- Bueno -dijo el Zarevitz Ivn,- tal vez trate de hincarme el diente, pero seconvencer de que soy un bocado muy difcil de tragar. Hasta la vista,hermana!Ivn el Zarevitz se alej a grandes zancadas y lleg al gran Ocano. En laorilla haba una embarcacin como las que usan los rusos para pescar, losobenques y aparejos eran de recio esparto y las velas de un fno tejido defbras; las mismas maderas de la nave no estaban unidas con clavos sinosujetas con corteza de abedul. En esta embarcacin, los marineros seaperciban a darse a la mar con rumbo a la isla de Roca Salada.- Queris llevarme con vosotros? -les pidi el Zarevitz Ivn.- No os pagarel pasaje, pero os contar tales cuentos, que no notaris las fatigas delviaje.La tripulacin accedi y partieron, navegando ms all de la isla RocaSalada. El Zarevitz contaba cuentos y la navegacin transcurra del modoms agradable para los marineros. De pronto, cuando menos loesperaban, se levant una tempestad, retumb el trueno y la nave empeza zozobrar.- Ay! exclam la tripulacin.- En mala hora escuchamos a este excelentenarrador! Ya no volveremos a ver a nuestras queridas familias, sino quedescenderemos al fondo voraginoso del Ocano! No nos queda otro remedioque pagar tributo al Monstruo del Mar. Echemos suertes y asdescubriremos al culpable!Echaron suertes y le toc al Zarevitz Ivn.- Me resigno a la suerte que me ha tocado, hermanos! -dijo el ZarevitzIvn.- Os agradezco el pan y la sal que me habis dado. Adis, y no volvisa pensar ms en m!Entonces cogi las botas que andaban solas, el mantel prodigioso, el gorroinvisible, y el arpa que tocaba por s misma, y los marineros levantaron aljoven y lo arrojaron a los torbellinos de la vorgine. Enseguida se calm elmar, la nave sigui su curso y el Zarevitz Ivn descendi como una llave alfondo, y se encontr en los mismos salones del magnfco palacio delMonstruo del Mar. Este ocupaba el trono al lado de la ZarevnaBeztsienaya, y el Monstruo del Mar dijo:Librodot2424Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Hace mucho tiempo que no como carne cruda y mira por dnde se vienea las manos! Salud, amigo! Acrcate y ver si empiezo por los pies o por lacabeza.Entonces el Zarevitz Ivn dijo que era el hermano de la ZarevnaBeztsienaya, y que entre la buena gente no exista la mala costumbre decomerse unos a otros.- Eso es demasiada insolencia! -chill el Monstruo del Mar.- Cmo seatreve a obligarnos a que aceptemos las costumbres de otra gente?Ivn el Zarevitz vio que el asunto presentaba mal cariz, y cogiendo el arpaprodigiosa empez a tocar un aire tan melanclico, que el Monstruo delMar puso una cara amarga y empez a lanzar suspiros que parecanmartillazos sobre un yunque, y llor y se quej como si se hubiera tragadouna aguja, y cuando el Zarevitz Ivn enton la cancin que empieza: "Qued vuelta a la mesa la copa de la alegra", hasta las salas pusieron losbrazos en jarras y se echaron a bailar. El Monstruo del Mar daba talesvueltas, que no tena espacio sufciente, taconeaba, castaeteaba con losdedos, haca tales visajes, girando los ojos, que todos los peces seagruparon para verlo y por poco se mueren de risa. El Monstruo del Marse divirti a ms no poder y por fn dijo.- Hubiera sido un pecado devorar a este joven. Qudate aqu, sers nuestrohusped y vivirs con nosotros. Quieres? Tenemos toda clase dearenques, esturiones, besugos y percas! Sintate a la mesa, come, bebe yalgrate, mi querido husped!El Zarevitz Ivn se sent pues, con su hermana y el Monstruo del Mar ylos tres comieron, bebieron y se alegraron. Una ballena ejecut una danzaalemana, los arenques cantaron dulces melodas y las carpas tocaronvarios instrumentos. Despus de la comida, el Monstruo del Mar se fue adormir y la Zarevna Beztsienaya dijo:- Querido hermano, qu contenta estoy de tenerte por husped! Pero ay!que no durar mucho mi alegra! Cuando se despierte el Monstruo delMar te devorar si est de mal humor.- Dime, hermanita: cmo puedo salvar a mi hermana Neotsienaya delMonstruo de la Selva y a ti del Monstruo del Mar?- Si quieres, puedes probarlo; pero te prevengo que es algo muy difcil. Alotro lado del gran Ocano hay un imperio donde reina, no un Zar, sino unaZaresa llamada Zardoncella. Si puedes llegar hasta all y entrar en sujardn cercado, la Zardoncella te tomara por consorte, y slo ella puedelibrarnos y devolvernos a nuestros padres. Pero lo malo es que tiene unaguardia muy severa y que no permite a nadie cruzar la orilla, una guardiamuy pertrechada de caones y lanzas, y de cada lanza cuelga una cabezaLibrodot2525Librodot Cuentos de Hadas Annimoperteneciente a cada uno de los pretendientes que fueron a cortejar a laZardoncella. Zares, zarevitches, reyes, prncipes, guerreros poderososfueron con sus ejrcitos y con sus naves y no pudieron cumplir suspropsitos; todos dejaron la cabeza en la punta de una lanza.- No importa -dijo el Zarevitz Ivn.- Por qu temer? Los designios de laProvidencia son terribles, y la misericordia de Dios es infnita. Dime cmose llega a los dominios de la Zardoncella.- Es una temeridad emprender ese viaje. No obstante voy a darte miapreciado esturin. l te llevar sobre sus lomos y mi pez espada, con sunariz larga, correr ante vosotros mostrndoos el camino.Los hermanos se despidieron y el Zarevitz Ivn a caballo sobre el esturin,emprendi el viaje siguiendo al veloz pez espada. Llegaron a un parajepoblado de cangrejos que saludaron al Zarevitz Ivn con sus bigotes ytocaron los tambores con sus pinzas para que los pececillos se apartasendel paso. Pero el mar no es lo mismo que la tierra enjuta. All no haba nihierbas ni arbustos donde agarrarse, el camino era resbaladizo, tanresbaladizo como la grasa, y el Zarevitz Ivn se iba deslizando, deslizando.Entonces se puso el gorro invisible y vio que los guardianes de laZardoncella abran unos ojos desmesurados y miraban lejos, sin ver lo quesuceda ante sus mismos narices, y siguieron aflando sus espadas yaguzando sus lanzas. Lleg a la orilla sin contratiempo, el esturin lo dejen el muelle, y despidindose de l con una reverencia, se volvi al agua. ElZarevitz Ivn atraves por entre la guardia con paso frme y penetr en eljardn prohibido corno si fuera el amo y seor, se pase por los senderosque serpenteaban entre frutales y comi de las manzanas sabrossimas ytransparentes que all se criaban.El Zarevitz pareca encantado y como perdido en aquel jardn delicioso,hasta que vio veinte palomas blancas que volaban en direccin a unestanque. Apenas se posaron en tierra se transformaron en otras tantasdoncellas hermosas como los estrellas del cielo y de tez tan fna y blancacomo la leche, y entre ellas se paseaba la Zardoncella como un pavo real,diciendo:- Qu calor hace, amigas! El sol arde como un horno! Tomemos un bao,que aqu nadie puede vernos. Es tan numerosa la guardia que vigila lacosta, que ni una mosca podra pasar sin ser observada.- Que no puede pasar una mosca? Ved qu mosca tan grande ha pasadoinadvertida para tu guardia -dijo el Zarevitz Ivn, quitndose el gorroinvisible e inclinndose ante la Zardoncella.La Zardoncella y sus compaeras, como hacen las muchachassorprendidas en la intimidad, se pusieron a chillar y hubieran emprendidoLibrodot2626Librodot Cuentos de Hadas Annimoveloz carrera; pero estaban tan aturdidas, que no acertaron ms que amirar al joven como quien no quiere, con el disimulo que les permita suconfusin.- Zardoncella y amables damiselas -dijo el Zarevitz Ivn,- qu temis dem? No soy un oso que venga a morderos, y a ninguna de vosotrosarrebatar el corazn contra su voluntad; pero si est aqu la novia que elcielo me tiene destinada, ha de saber que yo soy su prometido.La Zardoncella, encarnada como una amapola, alarg su blanca mano alZarevitz Ivn y dijo:- Salud, bondadoso joven! Ignoro si eres zar, zarevitz, rey o prncipe; peroya que te presentas de tan corts manera, te consideraremos nuestrohusped y te trataremos como a un buen amigo. Muchos pretendienteshan venido con el propsito de arrebatar mi corazn con violencia, cosaimposible desde que el mundo es mundo. Ven a mis salones de piedrablanca y a mis aposentos de cristal!Toda la nacin se enter al momento de que su Zarevna, la Zardoncella,haba tomado un novio de su propia voluntad y acudieron en bandadas losjvenes y los ancianos o celebrar el acontecimiento con gran regocijo. LaZardoncella orden que se abriesen sus reales bodegas a todos losconcurrentes y que se les permitiera tocar tambores, guitarras y violines, yal da siguiente se celebraron grandes festas y conciertos durante elbanquete de la boda. Tres das duraron los festines y tres semanas lasfestas y regocijos, y entonces el Zarevitz Ivn habl a su consorte de librara sus hermanas del poder del Monstruo de la Selva y del Monstruo delMar.- Mi querido esposo, Ivn el Zarevitz -le dijo ella,- qu no hara yo por ti?Manda a buscar a mi magistrado el erizo y a mi escribano el gorrin y queenven ucases al Monstruo de la Selva y al Monstruo del Mar ordenndolesque dejen en libertad a las hermanas del Zarevitz Ivn, si no quieren quelos haga prender y los condene a una muerte horrible.El magistrado erizo y el escribano gorrin redactaron los ucases y losmandaron por mensajeros. El Monstruo de la Selva y el Monstruo del Marno pudieron oponerse y dejaron en libertad a la Zarevna Neotsienaya y a laZarevna Beztsienaya. Y el Zarevitz Ivn escribi a su padre el Zar UmnayaGolova, la siguiente carta:"Ya ves, oh, Soberano Zar, que no slo con la fuerza y el valor sino conastucia e ingenio pueden vencerse todas las difcultades, y el arpa mgicaes a veces ms til que una hoja damasquina, aunque de nada servira siquisiera uno hacerla tocar a latigazos. Ven a verme, querido padre, y s mihusped, y vivir contigo y con mi esposa y mis hermanas. Ya tengoLibrodot2727Librodot Cuentos de Hadas Annimopreparado un gran banquete para celebrar tu llegada, y deseo que vivasmuchos aos".Y el Zarevitz Ivn pas una vida feliz, rica y prspera. Vivi muchos aos ysu reinado fue glorioso. En cierta ocasin yo fui su husped y me trat acuerpo de rey.Gore-Gorinskoe Una vez vivan en un pueblo dos hermanos, uno rico y otro pobre. Al ricotodo le sala a pedir de boca y la suerte le acompaaba en todos losnegocios que emprenda, pero al pobre pareca huirle la fortuna por msque se esforzase en trabajar como un esclavo. En pocos aos, se vio el rico tan acaudalado y en un estado deprosperidad tan abundante, que se traslad a la ciudad, se hizo construirla casa ms grande y se estableci como comerciante, mientras el pobrepasaba tales apuros, que a veces no tena en casa ni un pedazo de pan quedar a un racimo de hijos, todos pequeos, que lloraban a un tiempopidiendo algo que comer o beber. El pobre hombre empez a desanimarse,maldiciendo su suerte y su desgraciada cabeza empez a hundrsele entrelos hombros.Fue a visitar a su hermano de la ciudad y le dijo: -Socrreme! Estoycompletamente aniquilado!- Por qu no? -contest el rico.- Medios no me faltan, pero has de trabajarconmigo toda esta semana.- De mil amores! -accedi el pobre. Y puso manos a la obra. Barri elestablo, dio de comer a los caballos y cort lea para el fuego.Al fn de la semana, el hermano rico le dio tres monedas y un trozo de pan.- Gracias, aunque sea por tan poca cosa -dijo el pobre. Y ya se volva acasa cuando su hermano, sin duda sinti remordimientos de conciencia yle dijo:- Por qu te marchas tan pronto? Maana es mi cumpleaos. Qudate acelebrarlo con nosotros.El pobre hombre se qued al banquete que se haba preparado, pero, pordesgracia para l, se reunieron en casa de su hermano gran nmero dehombres ricos, a quienes el hermano reciba con grandes muestras dealegra, rogndoles como un gran favor que le hiciesen el honor decompartir su mesa.Librodot2828Librodot Cuentos de Hadas AnnimoEl hermano pobre se vio completamente olvidado y slo pudo mirar desdelejos cmo los amigos de su hermano coman y beban y gritaban alegres ysatisfechos. Terminado el banquete, los invitados se levantaron dando laenhorabuena al anftrin y a su esposa y el pobre hermano tambin seinclinaba ante ellos hasta la cintura. Todos los comensales se marcharon acasa muy divertidos, riendo, bromeando y cantando canciones. Y elhermano pobre tambin se dirigi a su casa ms hambriento que nunca.Pero refexion por el camino y se dijo:- Caramba! Tambin yo ir cantando para que la gente sepa que hepasado el da en casa de mi hermano y se fgure que he comido hastahartarme y he bebido hasta emborracharme como todos ellos.Y el campesino se puso a cantar una cancin, pero enseguida desfallecisu voz. Oa claramente que detrs de l iba alguien imitando su cancincomo silbndola. Enmudeci y la voz dej de orse. Volvi a cantar y denuevo oy que lo imitaban.- Eh, t, cantor! Acrcate! -chill el pobre. Y se le present un hombremonstruoso, de rostro arrugado y plido, que apenas daba muestras devida, envuelto en andrajos y calzado con un manojo de esparto. Elcampesino se qued petrifcado de horror y pregunt al monstruo:- Quin eres?- Soy Gore-Gorinskoe . Me has dado lstima y quiero ayudarte a cantar.- Bueno, Gore, vamos a recorrer los dos juntos el mundo, de bracete; yaveo que aqu no puedo contar con amigos ni parientes.- Vamos, pues, amo; nunca te abandonar.- Y en qu viajaremos?- No s en qu viajars t, pero yo viajar sobre ti.Y esto diciendo, dio un brinco y se subi a la espalda del campesino,agarrndose con tal fuerza, que ste no pudo quitrselo de encima. Elcampesino no tuvo ms remedio que seguir andando llevando a cuestas aGore, aunque apenas poda l mismo dar un paso frme, y el monstruo nohaca ms que contar y arrearlo golpendole con una varita.- Oye, amo, quieres que te ensee la cancin que ms me gusta?"Soy Gore-Gorinskoe, Doliente el dolorido!Soy un andrajo. Vivo en una pieza.Tu suerte une a mi suerte, amo queridoY nunca ms sabrs lo que es tristeza!.Si el dinero que tienes no te basta,Bscalo donde sea y no te apures;Pero cuando lo tengas, gasta, gasta,Y no pienses ni cuentes ni mesures."Librodot2929Librodot Cuentos de Hadas AnnimoY adems -aadi Gore, el Dolorido- aun te quedan esas monedas para unmal da, y un pedazo de pan. Vamos, pues, a beber y a divertirnos.Anda que andars y bebe que bebers, llegaron a casa. All estaban lamadre y los hijos llorando de hambre, pero el Dolorido hizo bailar elcampesino. Al da siguiente Doliente empez a contar y dijo:- Me duele la cabeza de tanto beber!Y oblig a su amo a que lo llevase a echar una copa.- No tengo dinero -dijo el campesino.- No te tengo dicho que siempre puedes encontrarlo, querido? Empea laazada y el arado, el trineo y el carro, y bebamos; hemos de pasar un daalegre, sea como sea.Qu poda hacer el pobre? le era imposible desprenderse de Doliente quese agarraba a l tan fuerte, que pareca que iba a romperle los huesos, y sedej conducir de taberna en taberna bebiendo todo el da en vez detrabajar,Al da siguiente, el Dolorido se quej an ms y empez a gruir diciendo:- Vamos a dar una vuelta. Nos beberemos todo lo que tengas por empear.Vndete en esclavitud y tendrs dinero para beber.Viendo el campesino que su perdicin era inevitable, recurri a la astucia ydijo a Doliente el dolorido:- He odo decir a los ancianos del pueblo que no lejos de aqu se enterr untesoro hace mucho tiempo, pero le pusieron encima piedras tan pesadas,que mis solas fuerzas no bastaran a levantarlas. Si pudiramos sacar esetesoro, queridito Gore, qu vida de regalo podramos llevar juntos!- Pues vamos a sacarlo, que Gore tiene fuerzas para todo.Llegaron a un paraje solitario y se detuvieron ante una piedra muy grandey pesada, que cinco campesinos no hubieran podido mover ni uniendo susfuerzas; pero nuestro amigo Gore la levant sin el menor esfuerzo. Y, Oh,maravilla! bajo la piedra apareci un arca negra y maciza en cuyo fondoresplandecan numerosos objetos. Y el campesino dijo a Gore:- Anda, baja el arca y saca el oro mientras yo sostengo la piedra.Gore baj al fondo con gran alegra y grit:- Amo! Aqu hay riquezas incalculables! Veinte jarras llenas de monedasde oro, puestas en fla! Ah va una! - y alarg al campesino la primerajarra.El campesino cogi la jarra con una mano y al mismo tiempo dej caer lapiedra sepultando al Doliente dolorido en el arco, con todo el oro restante.- Ah te pudras con todas tus riquezas! -pens el campesino,- Nada buenopuedo esperar de ti!Librodot3030Librodot Cuentos de Hadas AnnimoSe volvi a casa andando y con el dinero de la jarra compr madera, reparsu vivienda, adquiri nuevas tierras, trabaj con ms afn que nunca, sededic al comercio y todo le iba bien. En un ao acrecent su riqueza y envez de la cabaa se construy una hermosa casa de madera. Entonces fuea la ciudad e invit a su hermano y a su cuada a la inauguracin de sunueva vivienda. - Cmo ha sido esto? -dijo el hermano rico con una sonrisa burlona.-Hace poco estabas desnudo y te moras de hambre y ahora inauguras unpalacio y das banquetes!- S, hubo un tiempo en que nada tena que comer; pero ahora a Diosgracias, no estoy peor que t. Ven y vers.Al da siguiente el hermano rico se dirigi al campo a ver a su pobrehermano y se qued admirado ante las magnfcas construcciones demadera, de que ningn rico comerciante poda jactarse. El hermano pobreobsequi al rico con un banquete en que no faltaron los manjares msexquisitos y cuando se le desat la lengua con las abundantes libaciones,cont de qu manera haba llegado a ser tan rico. La envidia se apoder delrico comerciante, quien pens:- Qu tonto es mi hermano. De veinte jarras que haba, slo cogi una.Con tanto dinero como all queda ni el mismo Doliente es temible. Ir all,apartar la piedra, coger el dinero y dejar en libertad a Doliente eldolorido. Qu se vengue de mi hermano con la mismo muerte!Y dicho y hecho. El rico se despidi de su hermano, pero en vez de volver acasa se dirigi a la famosa piedra. Apelando a todas sus fuerzas, logrremoverla hasta dejar espacio para poder mirar el arco. Pero antes que lpudiera sacar la cabeza, el Doliente se escabull del agujero y en uninstante se le subi a la espalda y se le agarr el cuello.El rico sinti el peso en la espalda, volvi la cabeza y vio al monstruocolgado de l y murmurndole al odo:- Lindo compaero ests hecho! Conque queras matarme de hambre!Pues te juro que no te desprenders de m tan fcilmente. Nunca te dejar!- No seas insensato, Doliente -chill el rico.- No soy yo quien te dejencerrado bajo la piedra, y no hay razn para que te prendas a m, que soyel rico; ve a atormentar a mi hermano, que te ha encerrado.Pero el otro no quiso escucharlo.- Mientes! -gru.- Una vez me engaaste y no volvers a hacerlo.Y el rico no tuvo ms remedio que llevar a cuestas a Doliente el doloridohasta su casa y por todos los das de su vida. Sus riquezas se extinguierony su opulencia se convirti en humo y cenizas. El pobre hermano vive enLibrodot3131Librodot Cuentos de Hadas Annimopaz y en la abundancia y canta cantinelas divertidas de Doliente, el queera ms listo que todos.Anda no s adnde,busca no s qu En un imperio que se extenda desde el litoral de un mar azul, viva unavez un rey soltero que tena una compaa de arqueros que salan de caza,tirando a cuantos pjaros se les ponan al alcance para proveer de carne lamesa de su seor. En esta compaa serva un joven arquero llamadoFedot, un tirador notable que siempre daba en el blanco, por lo que el reylo quera ms que a los otros. Un da sali el joven de caza muy temprano,al romper el alba. Penetr en un bosque muy espeso y lbrego y en la ramade un rbol vio una paloma. Fedot tendi el arco, apunt y dispar. Heridaen un ala, la paloma cay a la hmeda tierra. El tirador la cogi y estaba apunto de retorcerle el cuello y ponerla en su zurrn, cuando oy que lapaloma le hablaba de esta manera:- Por piedad, joven cazador, no me retuerzas el cuellecito ni me prives de laluz de este mundo. Ser mejor que me dejes con vida, que me lleves a casay me dejes en tu ventanita, y te dir lo que has de hacer. En el momento enque se apodere de m el sueo, pero fjate que te digo en el mismomomento, me arrancas con tu mano derecha el ala herida y desdeentonces podrs darte por hombre afortunado.El cazador se qued tan sorprendido como puede imaginarse.- Qu es esto? -Pens.- Mis ojos me dicen que es un ave lo que tengo enlas manos, y no obstante oigo que me habla con voz humana! Nunca mehaba sucedido nada semejante!Se llev la paloma, la puso en la ventana y no tuvo que esperar mucho.Al cabo de un rato vio que el ave esconda la cabeza bajo el ala sana y sequedaba dormida. El arquero levant su diestra y poco a poco le parti elala herida. La paloma cay inmediatamente al suelo y se transform enuna doncella tan hermosa como ojos nunca vieron, ni lengua pudo nuncaLibrodot3232Librodot Cuentos de Hadas Annimoexpresar, ni la imaginacin representar jams en sueos. Y enseguidadirigi la palabra al arquero del rey, diciendo:- T que has tenido bastante talento para conquistarme, tenlo tambinpara vivir conmigo. T eres mi marido predestinado, yo soy la mujer que elcielo te tena deparada.En un momento estuvieron de acuerdo, Fedot se cas, vivi feliz con sumujer, pero no abandon el servicio. Cada da, antes de salir el sol, coga elarco, iba al bosque, cazaba algunos animales y los llevaba a la cocina real.A su mujer le disgustaban aquellas excursiones de caza, y un da te dijo:- Oye, amigo mo! Me das lstima! Cada da te metes en el bosque,atraviesas charcas y cenagales y vuelves a casa todo mojado, y no por esovivimos mejor. Qu negocio es se? En cambio, yo tengo un plan para quelos dos salgamos ganando. Treme cien o doscientos rublos y lo demscorre de mi cuenta.Fedot fue a ver a sus compaeros y les pidi prestado a cada uno un rublohasta que recogi cerca de doscientos rublos, que se apresur a entregar asu mujer.- Ahora -le dijo sta- cmprame con estos rublos seda de varios colores.El arquero fue y compr con aquellos rublos seda de varios colores. Sumujer cogi el gnero y dijo a su marido:- No te preocupes! Reza y chate a dormir que la maana es ms buenaconsejera que la noche!Con esto, el marido se durmi mientras que su mujer fue a la galera,abri el libro de los encantos y al momento se le aparecieron dos jvenesque le dijeron:- Qu tienes a bien mandarnos?- Tomad esta seda y en una hora traedme una alfombra que sea lo msadmirable que pueda hallarse en todo el mundo, y bordadme en ella todaslas ciudades y las aldeas y ros y lagos de este reino.Los dos jvenes se pusieron a trabajar y bordaron una alfombra que era lamaravilla de las maravillas. Al da siguiente, la mujer entreg la alfombraal marido, dicindole:- Toma, lleva esto al mercado y vndelo a los comerciantes; pero gurdatebien de regatear. Toma lo que te den por ello.Fedot cogi la alfombra, la enroll, se la puso bajo el brazo y se fue almercado.El primer comerciante que lo vio se le acerc y le dijo:- Escchame, seor mo: no me venderas esa alfombra?- Con mucho gusto!- A qu precio?Librodot3333Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Fjalo t mismo, ya que frecuentas el mercado y entiendes de esto.El mercader empez a pensar y a pensar y no poda fjar el precio de laalfombra por ms que se exprima el cerebro. Pas por all otro compradory se detuvo ante la alfombra, y luego otro y otro, hasta que formaron ungrupo numeroso. Todos contemplaban la mercanca expuesta y sequedaban tan admirados, que no lograban fjar el precio. En aquelmomento pas el mayordomo del rey, y al ver el grupo se acerc aenterarse de qu estaban hablando los comerciantes.- De qu se trata? -les pregunt.- No sabemos qu precio poner a esta alfombra -le contestaron.Entonces, el mayordomo se fj en la alfombra y tambin se quedmaravillado.- Escucha, arquero! -dijo.- Dime la verdad: de dnde has sacado estaseora alfombra?- Mi mujer la ha fabricado!- Cunto quieres por ella?- Ni yo s lo que vale. Mi mujer me encarg que no regatease, sino queaceptase lo que se me ofreciera.- Entonces, qu te parece si la ponemos en 10.000 rublos?El arquero tom el dinero y entreg la alfombra.El mayordomo siempre estaba con el rey, y hasta coma y beba en sucompaa. Fue a comer con el rey aquel da y se llev la alfombra.- Me hace el honor Su Majestad de mirar la alfombra que he comprado?El Rey mir la alfombra y vio todo su reino como si lo tuviese en la palmade la mano, lo cual le arranc un hondo suspiro.- Pero, qu alfombra es sta? En mi vida he visto un trabajo tanprimoroso. Dime, cunto quieres por la alfombra?Y el Rey sac 25.000 rublos, que entreg al mayordomo y colg la alfombraen una pared del palacio.- Esto no es nada para el negocio que voy a hacer ahora -pens elmayordomo. Y enseguida se fue en busca del arquero, entr en su humildecasita y apenas vio a la mujer del cazador olvid por completo el objeto queall lo llevaba. No obstante, el mayordomo se sobrepuso con un granesfuerzo y se volvi a su casa cabizbajo. Desde entonces no haca nada aderechas y de noche y de da no pensaba ms que en una cosa: en laprodigiosa hermosura de la mujer del arquero.El Rey advirti el cambio que en l se haba operado y le pregunt:- Por qu ests afigido? Te ocurre alguna desgracia?- Ay, mi rey y mi Padre! He visto a la mujer del arquero, una belleza comonunca se ha visto ni se ver en este mundo!Librodot3434Librodot Cuentos de Hadas AnnimoY tanto se la ponder, que al mismo rey le acometieron vivos deseos deenamorarla y no pudo reprimir la tentacin de ir a verla en persona. Entra la humilde casita del arquero y se ofreci a su vista una dama de bellezaindescriptible. Enseguida sinti que abrasaba su corazn la llama delamor. "Por qu he de seguir soltero por ms tiempo? -se dijo.- Estoydecidido a casarme con esta beldad. Es demasiado hermosa para unpobre arquero! Basta verla para comprender que ha nacido para Reina"El Rey volvi a su palacio y dijo al mayordomo:- Atiende bien: t que has tenido talento para darme a conocer a esa mujerde belleza indescriptible, has de tenerlo ahora para alejar a su marido.Quiero casarme con ella. Y si no me quitas el estorbo que l representa,ten entendido, que aunque seas mi fel servidor, te mandar a la horca!El mayordomo sali del palacio ms afigido que nunca y por mucho quepensaba, no hallaba la manera de deshacerse del arquero. Sumido en susrefexiones se paseaba por la plaza del mercado y por las calles adyacentes,cuando cierto da se tropez con una bruja de miserable aspecto.- Detente, criado del Rey! -le dijo ella.- Veo todos tus pensamientos y sque necesitas ayuda en el infortunio que te abruma.- Pues aydame, abuelita, y te dar lo que me pidas!- Has recibido del Rey el encargo de deshacerte de Fedot el arquero. No estarea fcil, porque si l es tonto, su mujer es demasiado lista. Si mequieres creer, encargadle una misin que sea de fcil cumplimiento. Andaa ver al Rey y dile que ordene al arquero que vaya no s dnde y traiga nos qu. Es un encargo que no hay miedo que pueda cumplir en su vida,por mucho que viva; o caer en la tumba del olvido, o, si vuelve, ser sinbrazos ni piernas.El mayordomo pag con oro el consejo de la bruja y se apresur a volver apresencia del Rey, y el Rey orden al arquero que compareciese ante l.- Hola, Fedot! T que eres mi joven guerrero y el primero de mis arqueros,has de encargarte de hacerme este favor. Ve no s adnde y treme no squ. Pero ten entendido que, si no me traes lo que te pido, te har cortar lacabeza.El arquero dio media vuelta, abandon el palacio y volvi a su casa muytriste y pensativo. Al verlo su mujer le pregunt:- Por qu ests tan triste, querido? Te ha pasado alguna desgracia?- El Rey me ha mandado no s adnde a buscar no s qu. Tu hermosuraha acarreado sobre nosotros esta desgracia!- Realmente, es un favor de difcil cumplimiento. Se necesitan nueve aospara ir y nueve para volver, dieciocho aos en suma, y sabe Dios si an aspodrs cumplir el encargo.Librodot3535Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Pues qu he de hacer y qu ser de m? - Reza y chate a dormir que la almohada es buena consejera. Maana losabrs todo.El arquero se ech a dormir y su mujer vel hasta media noche, abri ellibro de los hechizos e inmediatamente se le aparecieron los dos jvenes.- Qu tienes a bien ordenarnos?- Sabis qu ha de hacerse para ir no s adnde y traer no s qu?- No, no lo sabemos.Ella cerr el libro y los dos jvenes desaparecieron de su vista. Por lamaana, la mujer del arquero despert a su marido y te dijo:- Ve a ver al Rey y pdele oro de su tesoro para el viaje. No olvides que hasde hacer una peregrinacin de dieciocho aos. Cuando tengas el oro,vuelve a despedirte de m.Verlioka Una vez viva un matrimonio anciano con dos nietos hurfanos, tanhermosos, tan dciles y buenos, que el matrimonio los quera sin medida.Un buen da se le ocurri al abuelo llevar a los nietos al campo paraensearles un planto de guisante, y vieron que los guisantes crecanesplndidos. El abuelo se regocij al ver aquella bendicin y dijo:- No hallaris guisantes mejores en todo el mundo. Cuando estn biengranados, haremos de vez en cuando sopa y tortilla de guisantes.Al da siguiente, el abuelo mand a su nieta, diciendo:- Anda y ahuyenta a los gorriones de los guisantes! La nieta se sent juntoal planto, agitando una rama seca y diciendo:- Fuera, fuera, gorriones que picoteis los guisantes del abuelo hasta queos hartis!De pronto oy un retumbar de pasos en el bosque y se le present Verlioka,un gigante de enorme estatura, con un ojo, nariz ganchuda, barbas comozarzas, bigotes de una cana de largo, pelos como cerdas, cojeando de unpie, apoyndose en una muleta, enseando los dientes y sonriendo. Seacerc a la preciosa nia, la cogi y se la llev detrs del lago.El abuelo espera que espera, y al ver que la nieta no volva mand al nietoen su busca. Pero Verlioka se lo llev tambin. El abuelo espera queespera, hasta que dijo a su mujer:Librodot3636Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Cunto tardan nuestros nietos! Se habrn entretenido retozando por elcampo o cazando estorninos con algn muchacho, y entretanto losgorriones darn cuenta de nuestros guisantes! Anda, mujer, y ensales atener juicio!La anciana dej el fogn, cogi el palo que guardaba en un rincn y sealej; pero no volvi. En cuanto Verlioka la vio en el campo, se le acercgritando:- Qu buscas aqu, bruja? Vienes a desgranar guisantes? Si tanto tegustan, voy a dejarte entre los guisantes para siempre!Y levantando la muleta, empez a golpear a la anciana hasta que la pobreperdi el sentido y se qued tumbada en el suelo, ms muerta que viva.El abuelo esper en vano la vuelta de los nietos y de su mujer, y empez amurmurar contra ellos, diciendo: "Dnde, demonios, estarn? Bien dicenque un hombre nada bueno puede esperar de su costilla". El viejo resolviir en persona al planto de guisantes, y all encontr a su mujer en tanlastimoso estado, que apenas la conoca; pero de sus nietos no vio nirastro. El abuelo grit, cogi a la anciana y poco a poco la arrastr hastacasa. All le roci el rostro con agua fra y la reanim. La abuela abri losojos, y cont al marido lo que le haba pasado. El abuelo se puso furiosocontra Verlioka y grit:- Eso pasa de broma! Espera un poco, amigo, y te demostrar que tambintenemos brazos. Ten mucho cuidado, Verlioka, y procura que no teretuerza los bigotes! T has hecho el mal con tus manos y lo pagars contu cabeza!Y como la abuela no trat de retenerlo, el abuelo cogi su bastn de hierroy sali en busca de Verlioka.Anda que andars, anda que andars, lleg ante un pequeo estanquedonde nadaba un pato sin cola, que al ver al abuelo dijo:- Cuac, cuac, cuac! Dios te conserve la vida cien aos, abuelo! Hacemucho tiempo que te esperaba aqu!- Salud, pato! Por qu me esperabas?- S que buscas a tus nietos y que quieres ajustar las cuentas conVerlioka!- Cmo conoces a ese monstruo? - Cuac, cuac, cuac! -grazn el pato-. Cmo quieres que no lo conozca, sifue l quien me arranc la cola?- Entonces, tal vez puedas decirme dnde vive. - Cuac, cuac, cuac! No soy ms que un ave pequeita, pero me dar elgusto de hacerle pagar mi cola. Te dir dnde vive.Librodot3737Librodot Cuentos de Hadas Annimo- Quieres ir delante y ensearme el camino? Aunque te falte la cola veoque no te falta cabeza!El pato sali del agua y se puso a caminar contonendose.Anda que andars, anda que andars, llegaron ante un trozo de cuerdatirado en el camino, que dijo:- Hola, abuelito juicioso! - Hola, cuerdecita!- De dnde vienes, y adnde vas?- Vengo de tal y tal parte y voy a vrmelos con Verlioka, que ha pegado a mimujer y se ha llevado a mis dos nietos, y qu nietos, si los vieses!- Llvame y tal vez pueda ayudarte.El abuelo pens: "Podra llevrmela y quiz me servira para ahorcar aVerlioka". Y contest a la cuerda:- Ven con nosotros, si sabes el camino.Y he aqu que la cuerda se puso en movimiento ante ellos arrastrndosecomo una culebra.Anda que andars, anda que andars, llegaron ante un molino de agua,que dijo:- Hola, abuelito juicioso!- Hola, molinito de agua!- De dnde vienes y adnde vas?- Vengo de tal y tal parte a ajustarle las cuentas a Verlioka. Figrate queha molido a palos a mi mujer y se ha llevado a mis nietos, y qu nietos, silos vieses!- Llvame contigo y tal vez pueda ayudarte!Y el abuelito pens: "El molino de agua tambin puede ser til".Entonces el molino se levant y apoyndose en la turbina ech a andardelante del abuelo.Anda que andars, anda que andars, llegaron ante una bellota tirada enel camino, que dijo:- Hola, abuelito narizotas!- Hola, bellota robliza!- Dnde vas tan aprisa? - Voy a zurrar a Verlioka. Lo conoces?- Ya lo creo! Llvame contigo y te ayudar!- Pero en qu puedes ayudarme?.- No escupas en el pozo si no quieres tenerte que beber t solo el agua!El abuelo pens: "Por qu no llevrmela?" Y dijo a la bellota:- Sguenos rodando!Librodot3838Librodot Cuentos de Hadas AnnimoPero aquello fue un rodar extraordinario, porque la bellota se puso de pie ymarch dando brincos delante de todos.Llegaron a un espeso bosque tan tenebroso que daba horror, y en elbosque haba una cabaa solitaria, y tan solitaria! La estufa estabaapagada y haba un potaje de trigo cocido con leche para seis. La bellotaque saba de qu se trataba, dio un salto y se meti en el potaje. La cuerdase puso tirante en el umbral. El abuelo coloc el molinito en el banco. Elpato se situ sobre la estufa, y el abuelo fue a colocarse en un rincn.De pronto se oy un retumbar que vena del bosque, y Verlioka aparecicaminando sobre un pie calzado de madera y apoyndose en la muleta;entr en la cabaa, dej en el suelo una carga de lea que traa y se pusoa encender la estufa. Pero la bellota que estaba en el potaje se puso asilbar una cancin:Pi, pii, piii!Para moler a Verlioka estamos aqu!Verlioka se enfureci y cogi la olla por el asa, pero el asa se rompi y todoel potaje se esparci por el suelo. La bellota dio un brinco y vaci aVerlioka el nico ojo. Verlioka lanz un rugido, agit el aire con los brazosy de buena gana hubiera salido de all corriendo. Pero por vueltas quedaba, no poda encontrar la puerta. Entonces la cuerdecita se le enredentre las piernas y lo hizo caer de espaldas contra el umbral, derribandosobre l el molino que cay con fuerza del banco. Entonces el abuelo salidel rincn y con su bastn de hierro empez a darle golpes con toda sualma, mientras el pato gritaba desde la estufa con toda la fuerza de suspulmones: "cuac, cuac, cuac! Mtalo, mtalo!" Ni valor ni fuerza fueronde ninguna utilidad para Verlioka. El abuelo le dio golpes hasta dejarlomuerto y luego derrib la cabaa y abri el calabozo y del calabozo sac asus nietos. Luego recogi todo el tesoro de Verlioka y se lo llev a su mujer.Y vivi feliz con ella y sus nietos, cultivando los guisantes y cernindolosen paz y tranquilidad. Y yo que lo cont y vosotros que lo escuchasteistambin merecemos probarlos.El genio de la estepa En aquellos remotos tiempos vivan un rey y una reina. El rey era ancianoy la reina, joven.Librodot3939Librodot Cuentos de Hadas AnnimoAunque se queran mucho eran muy desgraciados porque Dios no leshaba dado descendencia. Tan apenada estaba la reina, que cay enfermade melancola y los mdicos le aconsejaron viajar para disipar su mal.Como al rey lo retenan sus asuntos en su reino, ella emprendi el viaje sinsu real consorte y acompaada por doce damas de honor, todas doncellas,jvenes y hermosas como fores de mayo. Al cabo de unos das de viajellegaron a una desierta llanura que se extenda tan lejos, tan lejos, quepareca tocar el cielo. Despus de mucho andar sin direccin fja de unaparte a otra, el cochero se desorient por completo y se detuvo ante unagran columna de piedra, a cuyo pie haba un guerrero, jinete en un caballoy armado de punta en blanco.- Valeroso caballero -le dijo,- puedes indicarme el camino real? Noshemos perdido y no s por dnde seguir.- Os mostrar el camino -dijo el guerrero-, pero con la condicin de quecada una de vosotras me deis un beso.La reina dirigi al guerrero una mirada de indignacin y orden al cocheroque siguiese adelante. El coche sigui rodando casi todo el da, pero comosi estuviera embrujado, volvi a detenerse ante la misma columna.Entonces fue la reina la que dirigi la palabra al guerrero.- Caballero -le dijo,- mustranos el camino y te recompensar conlargueza.- Yo soy el Genio Superior de la Estepa -contest l.- Exijo un tributo porensear el camino y el tributo siempre es un beso.- Perfectamente, mis doce damas de honor te pagarn.- Trece besos hay que darme, y el primero ha de ser de la dama que mehable.La reina mont en clera y otra vez intentaron encontrar el camino sinayuda ajena. Pero aunque esta vez el coche sali en direccin opuesta, alcabo de un rato se hallaron ante la misma columna. Oscureca y erapreciso buscar un refugio donde pasar la noche, de modo que la reina sevio obligada a pagar al caballero su extrao tributo. Baj de la carroza, seacerc al caballero y mirando modestamente al suelo, le permiti que lediera un beso; sus doce damas de compaa la siguieron e hicieron lomismo. Inmediatamente desaparecieron columna y caballero y ellas seencontraron en el verdadero camino, mientras una nube como de inciensofotaba sobre la estepa. La reina subi a la carroza con sus damas ycontinuaron el viaje.Pero, desde aquel da, la hermosa reina y sus doncellas estuvieron tristes ypensativas, y como el viaje perdi para ellas todo su atractivo, volvieron ala ciudad. Ni en su mismo palacio se sinti feliz la reina, pues siempre seLibrodot4040Librodot Cuentos de Hadas Annimole representaba, como si lo estuviera viendo, el Caballero de la Estepa.Esto disgust al rey de tal manera, que se mostr desde entonces ttrico yviolento.Un da que el rey ocupaba su trono en la sala de consejo, le lleg un rumorde tiernos gorjeos, como los que produce un ave del paraso, contestadospor un coro de ruiseores. Sorprendido, quiso saber qu era aquello y elmensajero volvi diciendo que la reina y las doce damas de honoracababan de ser obsequiados cada una con una nia y que los dulcesgorjeos que se oan eran los balbuceos de las criaturas. El rey se quedpasmado al or tal nueva y aun estaba sumido en hondos pensamientoscuando, sbitamente, el palacio se ilumin como si hubieran encendidoluces deslumbradoras. Al preguntar la causa de aquello, le dijeron que laprincesita acababa de abrir los ojos y que estos brillaban como antorchascelestiales.El rey estaba tan sobrecogido de pasmo, que durante algn tiempo nopudo decir palabra. Lloraba y rea, dominado a un tiempo de pesar y dealegra, y en esto le anunciaron una comisin d