cuentos chilenos - paulita
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7/24/2019 Cuentos Chilenos - PAULITA
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PAULITA
Federico Gana
-Llueve Paulita? Le pregunto, abriendo los ojos cargados de sueo.
-Lloviendo toda la noche sin descansar, seor, me contesta, al mismo
tiempo que deposita cuidadosamente sobre el velador una humeante taza
de ca!. "n seguida, cruza los brazos sobre el pecho # se queda inm$vilcontemplando ijamente, a trav!s de los vidrios de la ventana, el cielo, de
un gris sucio # opaco, cerrado por la lluvia torrencial. Yo, desde mi lecho,
diviso conusamente all%, auera, las siluetas de los %rboles doblados por
el uerte viento del norte& las nubes tenebrosas que vuelan r%pidas hacia el
sur& los campos, de un verde tierno # brumoso, cubiertos de agua& los
animales que vagan aqu' # all% en los potreros como entumecidos de r'o&
las gotas que borbotean sin t!rmino en las charcas.
-(on este tiempo tan malo, los animales # los pobres son los que padecen&
agrega Paulita, contemplando tristemente, embebida, el paisaje.
)espu!s se vuelve hacia m' # me mira sonriendo, con los ojosbrillantes, como invit%ndome a entablar una de esas charlas matinales a
que la tengo acostumbrada, en las que tratamos largamente de toda la
cr$nica dom!stica de la casa de campo, de la que ella est% mu# impuesta
como llavera del undo que es desde hace largos aos.
"s una viejecita de pequea estatura, encorvada por los aos # los
achaques, vestida de riguroso luto, # a pesar del r'o # la humedad de esa
maana de invierno, no lleva por todo abrigo sino un pequeo pauelo de
lana que apenas le cubre la cabeza # el cuello.
*us cabellos grises, %speros # uertes, su color obscuro # bilioso, su
estrecha rente # los p$mulos # las mand'bulas mu# pronunciadas,
denuncian a las claras su origen araucano. *$lo los ojos son grandes,
negros, rasgados e inteligentes. Por in le digo+
-Y ha sabido de os!?
l escuchar estas palabras, un destello indeinible de orgullo, de
embriaguez # de esperanza, parece encenderse de sbito en el ondo d
sus ojos, que parpadean& se acerca a mi lecho # me contesta r%pidame
en voz baja, conidencialmente+
/)e os!, de osesito, mi hijio0 *', seor, /c$mo ni hab'a de saber0 "st%
mu# en grande por all%, en ntoagasta. )icen que #a se sali$ de ese h
# que ha juntado plata para poner una tienda. )icen tambi!n que anda
mu# elegante, que parece todo un caballero. Yo lo dec'a que )ios hab
proteger a mi hijo tan bueno, tan amante, tan sometido # respetuoso co
su madre. (uando lo puse a servir, el primer sueldo me lo trajo hasta e
ltimo centavo, # me dijo+ 1qu' tiene, madre, para que se compre toda
sus altas2. )espu!s, cuando sal'a a verme, siempre me tra'a cualquier
regalito. )ec'a tambi!n que #o #a no estaba para trabajar, que !l me d
para que descansara en mi vejez. hora, tan arreglado, tan cuidadoso
su persona, tan sin vicios3 se interrumpe un instante, apo#a la barba
su mano enlaquecida, suspira d!bilmente #, ijando sus ojos dilatados
el suelo, e4clama con voz apagada, como habl%ndose a s' misma+
-Y ahora /tan lejos de m' el pobre nio0 5ui!n me lo atender% por all%
-Y le ha escrito desde que se ue? Le ha mandado algn recuerdo?
l escuchar estas palabras, su rostro moreno # amarillento pare
demudarse de sbito, cierra los ojos a medias # contesta con voz
estrangulada, sonriendo p%lidamente+
-*'3 siempre me escribe3 desde que se ue, ah' tengo las cartas3 straer! para que las vea3 "s tan atento3 6ambi!n me ha mandado
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algunos engaitos3 )ice que no se viene, porque no quiere llegar pobre
aqu'. *uspira con esuerzo, ija los ojos turbios e inciertos en la abierta
ventana, # contina+
-Y pensar que va para los tres aos que anda por all%. /"sto es terrible
para una, verse sola en la vejez sin tener a nadie que le cierre los ojos0
7uarda silencio un instante, ijando en m' su mirada triste # abatida, #, en
seguida, agrega con dolorosa sonrisa+
-/h0 *eor /qu! crimen m%s grande es la pobreza, porque si #o hubiera
tenido algo, os! no se me habr'a ido con ese caballero, su pariente, que
le vino a ormar tan bonitos planes para llev%rselo al norte0 8 ese hombre
tiene la culpa de que #o est% padeciendo ahora, de c$lera #
desesperaci$n.
6rata de proseguir, pero la voz se le ahoga en la garganta& su boca
se contrae convulsivamente& gruesas l%grimas asoman a sus ojos
encendidos, # resbalan lentamente por sus mejillas rugosas, #, por in,
murmura con acento entrecortado por los sollozos+
-Y !l all%3 al in del mundo3 # #o tendr! que morirme aqu' como unperro& /porque esto me matar%, esto me ha muerto, seor0
*e lleva al pecho las manos como tratando de desembarazarse de
algo que la ahogara, se da vuelta # se aleja r%pidamente, tambale%ndose,
con el rostro contra'do inclinado hacia la tierra # la tr!mula cabeza hundida
en los hombros.
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Pocos d'as despu!s de esta escena, esto# sentado rente a mi
escritorio le#endo tranquilamente los diario, que acaba de traer el correo
maana. Por la abierta ventana penetran los ra#os del sol de invierno& en
el jard'n que ha# al rente se escucha el lento gotear de los %rboles se
sacuden el agua de la pasada lluvia, el grito estridente de las golondrin
el conuso gorjeo de los p%jaros, saludando alegremente al buen tiemp
7randes, espesas nubes blancas se divisan all% entre los %rboles del
camino real, destac%ndose inm$viles sobre el hmedo azul del cielo& #
h%lito poderoso embriagante de vida, cargado con el acre perume de l
#erbas silvestres # de la tierra mojada, llega hasta lo m%s hondo de mi
pecho. 6odo lo que me rodea parece nuevo, brillante, claro+ los campos
las casas, los montes distantes, hasta la blanca torrecilla del (ementer
lugareo que contemplo, en lontananza, a trav!s de los %lamos negruz
Yo me siento tambi!n %gil, ligero # alegre, con el coraz$n henchido de
s qu! vaga, indeinible esperanza.
)e repente siento que la puerta de la habitaci$n se abre
suavemente+ r%pidas pisadas que #o conozco mu# bien resuenan tras
m' sobre la alombra. Paulita est% rente a m'& trae debajo del brazo un
pequeo envoltorio& sus labios se agitan como si desearan comunicarm
luego algo importante. (on la luz uerte # clara que penetra por la venta
su rostro parece demacrado, p%lido # enerrnizo& sus grandes ojos neg
circundados de proundas ojeras viol%ceas brillan intensamente, con lo
resplandores de la iebre& pero su boca sonr'e enigm%tica, maliciosa3 inclina a mi o'do # me dice misteriosamente+
-:o# me ha llegado carta de !l, sabe? qu' la traigo para que la vea.
- ih0 os! le ha escrito le digo.
;e hace un repetido signo de airmaci$n con la cabeza, al mism
tiempo que busca nerviosa mente algo en el pecho. Por in, saca un
pequeo papel todo arrugado # me lo pasa cuidadosamente, dici!ndom
- L!amela, seor, para ver qu! es lo que ha puesto ah'.
- "s una breve carta que principia con el consabido+ 1"spero que al recde !sta se encuentre gozando de una completa salud& #o quedo aqu'
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bueno, a sus $rdenes. "sta es para decirle que #a mu# luego me vo# a
embarcar. "spero s$lo juntar algo para el pasaje, porque ha# que
atravesar el mar.
16ambi!n le dir! que #o no me puedo hacer por aqu', porque no ha# d'a
que no me acuerdo de usted # de todos. 6ambi!n quer'a decirle que el
negocio m'o es una cantina. lgo se gana, porque es mejor trabajar solo
que no apatronado. Le mando esas cositas para que se abrigue este
invierno # se acuerde de su pobre hijo. - Jos Morales.
;ientras deletreo pausadamente en voz alta esta ep'stola, la
anciana, con la mano en la mejilla, las cejas runcidas # una suave sonrisa
en los labios, parece sumergida en un dulce # embriagador ensueo.
)e cuando en cuando, durante la lectura, e4hala un suspiro
entrecortado.
l terminar, le devuelvo su tesoro, dici!ndole+
- os! es un buen muchacho, porque se acuerda de su madre, # no es
ingrato.
- egres! una tarde, # conversando con el anciano ma#ordomo
*im$n sobre las novedades ocurridas en el undo durante mi ausencia
pregunt!+
- Y qu! ha habido de nuevo por ac%?
- Lo nico que ha# de nuevo, seor, - me contest$ - es que doa Paulit
est% en las ltimas.
- /($mo0 le dije sorprendido # qu! tiene?
- :ace tiempo que andaba enerma, sin querer decir nada. sted sabe
%gil # alentada que era& pues se lo pasaba los d'as enteros sentada en
corredor mirando para el campo, # tan triste, sin hablar cosa. horaenlaqueciendo de d'a en d'a que da una compasi$n, hasta que se que
en los huesos. Yo creo tambi!n que en mucho entraba la malura de
cabeza, porque todo se le volv'a hablar de os!, que le hab'a escrito, q
iba a llegar3 ll%, a mi casa, iba siempre a mostrarme las cartas para
se las le#era # entonces s' que se pon'a contenta. :ace como diez d'a
ca#$ a la cama. =ino a verla el doctor, # dijo que era consunci$n, vejez
que no ten'a para qu! volver, porque la encontr$ sin remedio. #er traje
seor cura del pueblo para que le pusiese la e4tremaunci$n # la cones
"st% mu# mala, seor& parece que no pasar% de esta noche.
- =amos a verla le digo, hondamente conmovido con la noticia.
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l entrar a la habitaci$n de la anciana, situada en la parte baja del
ediicio destinada a la servidumbre, vi a un individuo desconocido, de
manta, que estaba sentado en el umbral de la puerta, quien, al verme #
para dejarme paso, se puso de pie respetuosamente con el sombrero en la
mano.
"n el interior de la humilde estancia, a pesar de ser de d'a an, una
vela, colocada rente a las im%genes, diund'a su claridad triste #
amarillenta& algunas mujeres, sirvientes de la casa, arrodilladas aqu' # all%sobre la estera, rezaban en voz sorda # mon$tona. )e cuando en cuando,
un hondo suspiro ahogado interrump'a la nebre calma que reinaba en la
habitaci$n.
ll%, en un rinc$n sepultado en la sombra, distingu' el lecho donde
la anciana #ac'a. "n su rostro terroso, proundamente demacrado, vagaba
#a la r'a majestad de la muerte. *us ojos, entreabiertos, como velados por
una bruma espesa, se ijaban all%, mu# lejos, en lo alto& sus labios,
uertemente plegados, denunciaban el misterioso # terrible trabajo de
destrucci$n que se operaba por instantes en su ser& sus manos delgadas #
huesosas vagaban continuamente sobre la colcha, como tratando de coger
a puados algo invisible que por el aire vagara, # que se le escapaba
siempre3
- Paulita le digo en voz baja me conoce?
l escuchar estas palabras su cabeza rueda l%nguida sobre la
almohada, volviendo el rostro hacia m'& sus ojos se agrandan bajo las
cejas runcidas, # sus labios se agitan trabajosamente, pareciendo
murmurar algo en secreto. )e pronto, su semblante se anima # dulciica,
un gesto de 'ntima satisacci$n se dibuja en su boca contra'da, # no s qu!
luz interior parece iluminar su rente inm$vil& destellos ugitivos # ardientes
se relejan r%pidamente en el ondo de las obscuras pupilas, cual losltimos resplandores de una l%mpara pr$4ima a e4tinguirse& bajo las ropas,
#, por in, con una voz sorda, lejana, vacilante, entrecortada por el este
de la agon'a, murmura pausadamente, como en un sueo+
-os!3 osesito3 est%s ah'? :as llegado al in, hijo?... c!rcate...
pero3 /6an laco, tan distinto0 Por qu! te pierdes ahora? /br%zame.
as'3 Y tan elegante0... /)ios te bendiga0... Pero #a te vas?... /@o vue
m%s0
)espu!s lanz$ un grito ronco # proundo& hace una gran aspirace4hala un leve suspiro, # se queda para siempre con los ojos entreabie
# sin luz, ijos en el m%s all% tenebroso3
l ponerme de pie, veo a mi lado al individuo desconocido que
estaba sentado a la puerta, cuando entrara. "s un anciano de cabellos
grises, pobremente vestido. (on la cabeza inclinada contempla ijamen
la muerta. Y yo, para disimular mi emoci$n, murmuro entre dientes+
- Pobre os!, /cu%nto va a sentir esta desgracia0 /6anto que quer'a a s
madre& tan buen hijo0
"l anciano, al escuchar estas palabras, hace un violento gesto d
negaci$n con la cabeza, # e4clama con voz velada, sonriendo
ir$nicamente+
- os!, buen hijo, seor, cuando es !l quien tiene la culpa de lo que
estamos viendo, de que mi pobre comadre...
-($mo? le digo, mir%ndolo sorprendido3
-*', seor agrega porque desde que se ue al norte, #a no se acord
m%s que ten'a madre& no le escribi$ nunca& # como han llegado las not
de que por all% las est% echando de caballero. . .
- Y esas cartas que ella andaba mostrando a todos?
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- *e las escrib'a #o, seor, que so# su compadre& porque la pobre vieja me
dec'a que no quer'a que nadie supiera nunca que su hijo era un ingrato.
- Y los regalos?
- Los compraba ella misma en el pueblo con sus ahorros, para venir a
ensearlos aqu' en la casa. Yo creo que ella misma trataba de engaarse
al in porque no ten'a la cabeza buena de tanto surir3
/Pobre doa Paulita, al in ha dejado de padecer0 # al terminar, el
anciano va lentamente a sentarse, all% en el umbral de la puerta, donde
queda en silencio, meditando, al parecer, con la barba apo#ada entre la
manos.