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Corría el año 4.000 y Jorge estaba nervioso, la nave espacial creada por su padre, el científico Bridman, ya partía a Xiber, un nuevo planeta.

Jorge, un joven de 16 años, muy curioso y amante de la astronomía como su padre, no podía faltar a este gran evento.

Juntos hicieron una última recorrida por la nave para revisarla. Pero sin darse cuenta, Jorge encendió el motor. El padre salió a apurado de la nave para buscar una solución para desprogramar el viaje. Llegó demasiado tarde a la computadora, la nave despegó y con su hijo a bordo, en camino a Xiber.

Jorge estaba muy asustado, llegaría al nuevo planeta desconocido en dos días.-¿Qué encontraré allí? ¿Habrá vida? ¿Cómo será ese lugar ? Se preguntaba. Cuando la nave llegó al planeta descendió cuidadosamente, no sabia con lo que se podía encontrar. De pronto apareció una chica que lo miraba tímidamente.¡Había vida en Xiber!En seguida se hicieron amigos. Ella, una xiberiana de 15 años, llamada Belén lo invitó a recorrer el planeta. Jorge no podía creerlo, este planeta era muy parecido a la Tierra, había humanos, animales, bosques, arroyos, océanos, nubes y una estrella muy parecida al sol que iluminaba todo.

Pero algo le llamaba la atención especialmente, en Xiber todos eran muy serenos, amables y tranquilos, no había hostilidad. No había peleas ni discusiones, no había guerras ni armas. Era fantástico ver a todas las personas así viviendo en paz. Entonces Belén le contó lo que había en Xiber : piedras mágicas. Eran piedras violetas, brillantes, que irradiaban una energía espacial que generaba paz y amor. En realidad él no pudo sentir la energía de esas pierdas. Descubrió que las personas cambiaban y buscaban ser mejores personas por ellas mismas. Observó que el “poder” estaba en el interior de cada uno, pero no se daban cuenta y pensaban que era la magia de la piedra que causaba ese efecto. Entonces pensó :-Esta piedra no es tan mágica, la energía está en cada persona de este planeta que quiere vivir en un mundo mejor.

De repente tuvo una idea : -Llevaré unas cuantas de estas piedras a la Tierra. Le dijo a Belén -¡Si claro! Acá tenemos muchas. Respondió ella. Juntó unas cuantas piedras violetas y se despidió con un fuerte abrazo.Pronto su nave partiría a la Tierra, ya que así estaba programada- Gracias Belén por haberme recibido y mostrado tu hermoso mundo. Dijo Jorge.- ¡Gracias a ti por venir, vuelve pronto. Respondió amablemente Belén.

Jorge partió a la Tierra con las piedras brillantes. Allí lo estaba esperando toda su familia y sus amigos que lo recibieron con una gran fiesta.

Él les contó lo de sus piedras mágicas y las sacó de su bolso para enseñárselas. Apenas las empezó a mostrar, las piedras comenzaron a brillar.

Nada increíble, pero la gente estaba sorprendida igual. Les gustaba la idea de que las piedras fueran mágicas. Sintieron ganas de ser más amables y bondadosos.

Jorge no podía creerlo pero todos se fueron de la fiesta pensando en hacer algo bueno para los demás.

Su tía, pensó en hablar con su vecina, con la que no se llevaba muy bien y hacerle una torta de chocolate. Su prima Ana, mañana iría a la escuela a darle un fuerte abrazo a Juan, ese niño que tanto la molestaba.

Así, poco a poco, todos fueron siendo más generosos y amables.Jorge pensó: -En estas piedras puede que no haya magia, pero lo que si es seguro es que la magia está en las personas.