cuando el problema es la solucin (2a. ed.)

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CUANDO EL PROBLEMAES LA SOLUCIÓN

Aproximación al enfoqueestratégico

2ª edición

Ramiro J. Álvarez

CUANDO EL PROBLEMAES LA SOLUCIÓN

Aproximación al enfoqueestratégico

2ª edición

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C r e c i m i e n t o p e r s o n a lC O L E C C I Ó N

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de repro-ducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sincontar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infrac-ción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra lapropiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código Penal). El Centro Español deDerechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citadosderechos.

1ª edición: febrero 19982ª edición: febrero 1999

Diseño de colección: Luis Alonso

© Ramiro Álvarez, 1998© EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 1998

Henao, 6 - 48009 [email protected]

Printed in SpainISNB: 84-330-1280-0Depósito Legal: Impresión: Publidisa, S.A. - Sevilla

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

1.- LOS INEVITABLES PROBLEMAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19- La dinámica del problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

2.- CUESTIONES PROBLEMÁTICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37- El dueño del problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37- Problemas sin dueño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41- Actitudes frente a los problemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

3.- SOLUCIONES INTENTADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53- Los mapas mentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53- El nivel de la solución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57- Más de lo mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

4.- CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71- La manera segura de ahogarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

5.- POSTURAS ANTE EL PROBLEMA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81- Las reglas de juego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81- Posturas frente al problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85- La zona minada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100

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6.- PASOS HACIA LA SOLUCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103- Cuando el problema es la solución . . . . . . . . . . . . . . . . 103- Hacia la solución efectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105- Cambiar la estrategia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

7.- ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123- La bola de nieve: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123- Guiones para el cambio: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130- La filosofía del cambio mínimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

8.- EL ENFOQUE ESTRATÉGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147- Un punto de vista muy pragmático . . . . . . . . . . . . . . . 147- Anatomía de la estrategia psicoterapéutica . . . . . . . . . 149- La práctica de la teoría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165- Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167

Apéndice: EL ESTILO "PALO ALTO" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171- El equipo terapéutico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172- Organización del tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175- No trabajar más que el cliente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177- Trabajar en solitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178

A cuantos han confíado en mi ayuda.Ello son mi razón para superarme

A mi madre, convaleciente mientras se fueron llenando estas páginas. Nunca antes le había dado

las gracias por nada.

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INTRODUCCIÓN

"El medio de salir es a través de la puerta;¿por qué nadie quiere utilizar esta salida?

Confucio

Recuerdo la impresión con que recibí, siendo niño, el cuen-to de "el vestido nuevo del emperador": entre divertido yescandalizado oía explicar al narrador –un viejo maestro demis años de parvulario– el astuto engaño con el que unosembaucadores llegan a convencer al rey del país de todos loscuentos para que se deje hacer un vestido maravilloso conuna tela mágica que sólo podía ser visible para las personassensatas e inteligentes. Por supuesto, no existían tales tela nivestido y el rey estrenó su nueva indumentaria paseándosepor la calle en paños menores en medio del cómplice silenciode sus súbditos que no se arriesgaban a poner en evidencia sueventual estupidez personal proclamando que eran incapacesde ver los maravillosos encajes que adornaban el mágicopaño del vestido. El engaño sólo llegó a romperse con la inge-nua intervención de un niño que no pudo evitar una carcaja-da espontánea al ver a su majestad en calzoncillos.

En aquella época yo desconocía el poder de la sugestión yno podía concebir que fuera posible crear una ilusión colecti-va como la que propone el relato de Andersen. No sabía tam-poco que los cuentos pudieran ser algo más que meros pasa-tiempos para mantener tranquilos a los niños durante un

rato; no tenía la menor idea acerca de mensajes metafóricos dirigi-dos al subconsciente ni de arquetipos compartidos que se transmi-ten por tradición oral. Ignoraba que las narraciones infantiles eranla base de los guiones de vida a los que mucha gente adapta su esti-lo personal de actuar en el mundo (posteriormente me fui encon-trando con muchas "Caperucitas" y algunos "Lobos Feroces"; tam-bién llegué a conocer a unos cuantos "Patitos Feos" y a varias"Cenicientas"). En todo caso, la imagen del niño con el valor dedesafiar los convencionalismos establecidos –el pacto de silenciofrente a lo evidente– se fue convirtiendo, sin saberlo yo mismo, enun ideal de comportamiento para mi vida futura.

Mas tarde, con el correr de los años, a medida que me fui inter-nando en el terreno de la psicoterapia, empecé a reconocer con sor-presa a muchos vendedores de la misma "tela mágica", que se dedi-can a colocar su inexistente mercancía a quienes están dispuestos acomprar humo a cambio de librarse del esfuerzo personal que,inescapablemente, requiere todo proyecto de cambio.

Un vistazo somero al panorama ideológico de eso que ha dadoen llamarse el "desarrollo personal" muestra una variedad de direc-ciones y prácticas tan dispares que más bien parece que estemosconstruyendo una nueva Babel: se recuperan los valores de Orientede modo que Buda, Lao-Tsé y Confucio ya no resultan extraños–aunque sigan siendo igualmente desconocidos– al hombre euro-peo actual. El chamanismo andino se une a la mejor tradición druí-dica europea y se busca recuperar a través de prácticas ritualesantiquísimas el contacto con las fuerzas de la naturaleza.Ceremoniales de imposición de manos se convierten en actividadesperfectamente normalizadas y el trabajo con los "chakras" o lavisualización del "aura" se están convirtiendo en conceptos tanfamiliares a nuestra cultura occidental como podía serlo el teoremade Pitágoras en mis años de estudiante.

La mentalidad popular se va tiñendo de conceptos reencarna-cionistas y espiritistas. Los videntes y futurólogos se profesionali-zan –aunque sin pagar IVA, me temo– de un modo cada vez mássofisticado y su actividad encuentra una magnífica caja de reso-nancia en los medios de comunicación que tratan todos estos temas

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"espirituales" con la misma seriedad que la previsión meteorológi-ca para el fin de semana. La oferta de cursos sobre actividadesvariopintas es apabullante: "Reiki", "Renacimiento", esencias flora-les, sabiduría interior, rituales con velas, conocimiento de vidasanteriores... Asistimos en la actualidad a un despliegue irracionalde supersticiones teñidas de pseudocientificismo que van confor-mando una curiosa idolatría de fin de siglo, indicativa de la pasivi-dad mental en la que vamos incurriendo.

Y en medio de todo esto mi niño interior, el que se quedó mara-villado con el cuento del vestido nuevo del emperador, no deja dealertarme ante la creciente oferta de telas invisibles:

– Los métodos para el crecimiento personal, anunciados cadauno de ellos como el conocimiento definitivo y el control supremode los mecanismos psíquicos, se suceden unos a otros apoyadosmás en conceptos de marketing que en nociones efectivas del fun-cionamiento humano. El "buzoneo" o los anuncios en revistas cons-tituyen el flamante método de auto-oferta de los "gurús" contem-poráneos y el pago correspondiente, en efectivo o mediante tarjetade crédito, el modo más eficaz de asegurarse un programa de desa-rrollo espiritual completo en cursillos de fin de semana. Lo másnormal es que los seguidores incondicionales de una escuela deter-minada, desengañados al cabo del tiempo, se adscriban ciegamen-te a una nueva doctrina recién llegada y luego a otra y a otra, sindarse cuenta de que aún no se han movido un palmo en su pro-yectado camino de desarrollo personal.

Personalmente desconfío mucho de las montañas que van aMahoma y pienso más bien que lo lógico es que Mahoma vaya a lamontaña. No creo en la sinceridad de los maestros que venden susabiduría a través de anuncios publicitarios; en el camino del desa-rrollo personal creo que sólo tiene sentido el conocido proverbiooriental: "Cuando el discípulo esté preparado, aparecerá el maes-tro". En efecto, los maestros preocupados por conseguir discípulos,difícilmente podrán ocuparse de su propio desarrollo personal conlo que dejarán de ser verdaderos maestros.

– La "energía" a la que tanto se apela en la terminología "NewAge" es conceptualizada como una especie de capa sutil que

INTRODUCCIÓN

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envuelve el cosmos y se manifiesta sobre el ser humano en meri-dianos, chakras o coloraciones del "aura". El nivel de salud o enfer-medad, los estados emocionales y hasta la buena o mala fortuna delos sucesos que nos acaecen en la vida dependerían de la configu-ración específica de estas líneas de fuerza que nos rodean. Paramantener una adecuada relación de energías sería preciso recurrira determinados rituales (imposición de manos), ejercicios mentalesde visualización, productos al estilo de esencias florales o talisma-nes varios. El esfuerzo personal se considera irrelevante pues en lanueva ideología el ser humano ha pasado de conceptualizarsecomo "conquistador" activo de su universo (¡con toda la violenciaque ello implica!) a simple pieza del puzzle cósmico en igualdad decondiciones que las demás entidades visibles e invisibles, anima-das o inertes que constituyen ese socorrido "todo".

Creo, sin embargo, que la única energía válida para ponerse encamino hacia el logro de las metas personales es aquella que noso-tros mismos generamos con nuestro propio esfuerzo. La energía ladesencadena cada sujeto, no se limita a "absorberla". Y aquí esdonde discrepo de un modo más radical respecto a los plantea-mientos ingenuos –a mi modo de ver– de muchos de los seguido-res de la filosofía "Nueva Era" que, al confiar en unas fuerzas uni-versales de tipo panteísta, se limitan a esperar pasivamente a queel viento infle las velas para dejarse ir con la nave por la derrotamás conveniente. Los partidarios de la "Vieja Escuela" preferimosempuñar los remos si es preciso y, en todo caso, manejar el timón ylas escotas para ajustarnos al rumbo que nosotros mismos elegimosen cada momento.

"De los esforzados es el reino de los Cielos", reza la cita evangélica.También los esforzados, y sólo ellos, podrán conquistar el reino desu propio existir. No conozco la historia de ningún gran personajeque no haya alcanzado sus metas sin esfuerzo, a base de horas deestudio, de trabajo, de renovados intentos tras cada fracaso. La ins-piración, la iluminación, la curación y la madurez sólo llegan con elesfuerzo individual, tras muchas horas de búsqueda infructuosa ydespués de muchos ensayos fallidos. Jamás la "energía" se ha apo-sentado gratuitamente en un elegido para mimarlo con sus dádivas

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gratuitas. Dicho de un modo más popular: "A Dios rogando y con elmazo dando".

– La "sabiduría interna" suele ser entendida, dentro de esta con-cepción panteísta desnaturalizada en la que se está convirtiendo laideología del "homo consumitor" de fin de siglo, como el canalsecreto de comunicación con las energía cósmicas o con el incons-ciente colectivo que, con la debida disciplina mental de meditacióny visualizaciones, llegaría a hacerse accesible a la consciencia.

Del mismo modo que las "energías" circulantes, este concepto desabiduría interior puede conducir a una actitud pasiva. Lo cierto,una vez más, es que jamás he visto a nadie convertirse en ingenie-ro de caminos a base de recurrir a su conocimiento interno; másbien creo que el conocimiento y la sabiduría tienen que ser tambiénobjeto de conquista personal a través del esfuerzo invertido en suadquisición. Otra cosa diferente es buscar dentro de uno mismo esoque, desde siempre, se ha denominado en nuestra cultura sentidocomún y que de tanta utilidad nos puede ser a la hora de determi-nar el camino por el que queremos que discurra nuestra existencia.

Vivimos en una época de ritualismos. El hombre de final desiglo, creador de la sociedad consumista del bienestar, ha perdidoel sentido de su fuerza individual: la tolerancia a la frustración, lacapacidad de aguante frente al sufrimiento, la necesidad de recurriral esfuerzo propio, son vistos como amenazas al deseado disfrutede la vida y, por eso mismo, es preciso inventarse conjuros quesuplan la responsabilidad personal de hacer frente a las demandasde la vida. En lugar de poner a punto la propia fortaleza, es mássencillo apelar a la energía del cosmos y engañarse a sí mismo ima-ginando que es posible asimilarla mediante combinaciones de colo-res, danzas o imposición de manos. ¡Poco hemos avanzado desdela oscura Edad Media!

Hace algún tiempo, un buen amigo mío, también terapeuta,decidió hacer una "inmersión espiritual" marchándose a pasar unatemporada en un monasterio de la India, para dedicarse a la medi-tación y al silencio. Cuando se puso en contacto con el organismoque iba a gestionarle tanto el viaje como la estancia en aquel país,se encontró con la desagradable sorpresa de que todas las plazas

INTRODUCCIÓN

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estaban ya ocupadas no sólo para las fechas de las que él disponía,sino incluso para los meses siguientes. Pero lo más chocante fue elargumento con el que los organizadores trataron de aliviar la frus-tración de mi amigo: "Haga usted meditación en su país –le dijeron–;tiene el mismo valor que en la India".

Lo que importa, en efecto, no es tanto el ritual, sino la intencio-nalidad personal. No es que crucen la India meridianos de energíamás poderosos que los que pueden discurrir por nuestras tierras;de lo que se trata es de comprometerse con una disciplina de medi-tación, no simplemente de auto-engañarse "comprando" unas vaca-ciones meditacionales en un escenario con reminiscencias más omenos esotéricas.

¿Vamos ahora a adquirir la tela invisible sólo porque hay muchagente que nos dice que es la de moda, la innovadora, la del futuro?¿Y qué hacemos con nuestra evidencia personal?, ¿qué hacemoscon el sentido común?

No puedo dejar de recordar aquí otro cuento de la infancia, talvez no tan conocido como el del vestido nuevo del emperador, peroen la misma línea de éste:

Cuentan que en un lejano país, tras la muerte del sabio monarca quehabía conducido prudentemente a sus súbditos por el camino de la paz yla prosperidad durante largos años, subió al trono su hijo, tan inexpertoen tomas de decisión como acostumbrado a la vida fácil de palacio dondetodos sus caprichos eran inmediatamente satisfechos. Al contrario que supadre, prefirió delegar las tareas de gobierno en arteros ministros adula-dores para poder dedicarse así más ampliamente a las fiestas y diversionesde palacio. Pronto, los nefastos efectos del mal gobierno de sus validos sehicieron notar en todos los aspectos de la vida económica y social del país:los impuestos aumentaban, el trabajo escaseaba, en las fronteras se vivíaen una situación de guerra permanente y la vida en palacio se había con-vertido en una conspiración permanente. El resultado de todo ello fue quelos enemigos del nuevo rey eran tan numerosos dentro de su propio pala-cio como más allá de los confines del debilitado reino

Cuando el joven monarca comprendió que la situación se le podía ir delas manos, quiso tomar las riendas del gobierno pero la empresa no resul-taba nada fácil. Su carácter era voluble, sus decisiones poco firmes y su

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inseguridad manifiesta. Como era consciente de sus limitaciones y desea-ba verdaderamente enmendar sus errores, decidió pedir ayuda al mayorsabio del país, un anciano que ya había aconsejado prudentemente al ante-rior soberano en momentos especialmente difíciles de su gobierno.

–"Venerable maestro, ¿qué es lo que necesito para imponerme a todosmis enemigos y pacificar de nuevo el país?" –preguntó el joven monarca.

–"Para vencer a vuestros adversarios, Majestad, tan sólo precisáis unacosa: la espada de vuestro capitán, vencedor en las guerras de la frontera"–tal fue la respuesta del sabio anciano.

Encantado con el sencillo remedio que le acababan de sugerir, el jovenrey hizo comparecer urgentemente ante sí al capitán que velaba por laseguridad del reino en la lejana frontera del país. Cuando tuvo ante sí alaguerrido soldado, y después de agradecerle sinceramente su lealtad, elsoberano pidió a su capitán que le entregara la espada victoriosa en tantoscombates contra el enemigo exterior a cambio de elevarlo a la dignidad deprimer ministro.

–"Tomad mi espada, Majestad. Vuestra es pues por vos ha luchado encada combate. Nada tenéis que darme a cambio"– respondió el leal solda-do mientras, arrodillado ante su rey, le ofrecía desnuda y brillante el arma.

Pero cuando el monarca intentó levantar el arma que le ofrecían, fueincapaz de moverla ni un solo palmo, tal era el peso del acero, y pormuchos esfuerzos que hizo no consiguió sujetarla con sus dos manos.Entonces comprendió el sentido de la enseñanza del anciano consejero: ¡loque puede decidir el combate no es una espada, sino el brazo de quien lamaneja!

En definitiva, mi concepción tanto de la psicoterapia como deldesarrollo personal se fundamenta en dos principios básicos: laresponsabilidad personal –la voluntad para trazarse un camino yponerse en marcha sin desmayo hasta completarlo– y el sentidocomún –la prudencia de asegurarse tanto de que el camino pro-yectado es deseable, asequible y provechoso como de que losmedios utilizados para recorrerlo resultan sensatos y adecuados alfin que se desea conseguir–.

Comencé a escribir este libro –que será mi obra número diez– ami vuelta de Palo Alto, en la dorada California. En lo mas escondi-do de la tierra prometida de los movimientos "hippie" y "new age",

INTRODUCCIÓN

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en ese maremágnum californiano de culturas e ideologías queconstituyen una amalgama de lo oriental y lo occidental, existe unaveta profunda de racionalidad y sentido critico: el "Mental ResearchInstitute", conocido a nivel de publicaciones como la "Escuela dePalo Alto". Allí he tenido ocasión de conocer personalmente a figu-ras prestigiosas como Paul Watzlavick, Richard Fish o KarinSchlanger y de aprender de ellos a enfocar directamente la realidadsin la mediación de los habituales prejuicios que suelen empañarnuestra visión del mundo.

La aportación más notable de esta escuela al ámbito de la psico-terapia se refiere a la interacción dinámica entre problemas y solu-ciones infructuosamente intentadas que conducen a la paradójicasituación de que el problema a eliminar está, en realidad, siendoalimentado por el intento de solución equivocado. Una propuestaaparentemente muy simple, pero con un alcance insospechado,como intento detallar en las páginas que siguen.

No debe, por lo tanto, esperar el lector hallar aquí la clave mági-ca de una nueva iniciación para el dominio de "energías" descono-cidas; aquí sólo se harán apelaciones continuas a la responsabilidadpersonal y a la razón. No vamos a vender ninguna tela mágica quesólo los elegidos puedan disfrutar; más bien queremos repartirarpillera, burda, sí, pero abrigosa y al alcance de todos los bolsillos.Nuestra intención tampoco consiste en proporcionar un armainvencible, sino en adiestrar el brazo para que así podamos mane-jar con eficacia cualquier herramienta que nos sea útil.

Nadie diga luego que no he avisado de la clase de mercancíaque ofrezco.

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1LOS INEVITABLES PROBLEMAS

"Para poderse resolver, un problema ha de ser,ante todo, un problema"

Paul Watzlawick

La dinámica del problema

Conocí en cierta ocasión a un médico jubilado, extroverti-do y vitalista, que me narró múltiples peripecias relacionadascon su rica vida profesional. Entre las anécdotas que salierona relucir, me llamó especialmente la atención una referida a suetapa en un conocido balneario de mi tierra gallega, dondeejerció como facultativo durante cierto tiempo, y que mi inter-locutor utilizó para explicarme su poca fe en la eficacia deltermalismo como sistema terapéutico:

Me contaba el veterano doctor que en cierta ocasión le pre-guntó a un conocido magistrado de la audiencia nacional,cliente asiduo del balneario verano tras verano por sus pro-blemas crónicos de vesícula, qué tal marchaba su tratamientohidroterápico.

–"Excelente –le respondió el magistrado– como que hace yatreinta y dos años que acudo sin falta cada verano a tomar las aguasde este balneario".

–"Imagínese lo insensato que tenía que ser este hombre –ironi-zaba el curtido médico– para continuar intentando el mismoremedio durante años y años sin darse cuenta de que la solución a

su problema no llegaría nunca por ese camino, mientras que mediante unasencilla intervención con las actuales técnicas quirúrgicas, en setenta ydos horas habría resuelto su dificultad... ¡incluyendo el postoperatorio!".

Si tuviera que dar una definición lo que es un "problema", pro-bablemente lo describiría como una situación incómoda, persisten-te, que se da en un marco social, y a la que se ha intentado poner finen repetidas ocasiones pero sin alcanzar el resultado apetecido.Gráficamente la situación se corresponde con el esquema de un "cír-culo vicioso" en el que cada vuelta al circuito nos deja en el puntode partida, como se refleja en la figura adjunta (pág. 25). Tal es elineficaz sistema utilizado por el recalcitrante magistrado de la anéc-dota inicial, que para solucionar sus molestias de vesícula acude albalneario, pese a lo cual las molestias persisten, por lo que decideregresar de nuevo a tomar las aguas a la temporada siguiente, paraencontrarse de nuevo con idénticas molestias... y así sin final

Si analizamos con calma las implicaciones de la definición ante-rior, puede que nos demos cuenta de que la cosa no es tan simplecomo pudiera parecer en un primer momento:

Así, en primer lugar, ha de darse una condición de incomodidadpara el sujeto que sufre el problema. Pero como los criterios demolestia, agobio y sufrimiento son subjetivos, la condición de pro-blematicidad no reside en la situación concreta que se debe afrontar,sino más bien en el propio sujeto que la define como problemática.

Puede que yo no soporte al perro de mi vecino –ni a ningún otrocan– pero para él el animal no constituye ningún problema; dehecho parece encantado de que el chucho le destroce las tapiceríasy le arañe el parquet simulando que entierra huesos imaginarios.

Para los atribulados padres de un chico vago constituye un serioproblema el hecho de que el muchacho suspenda curso tras cursosin el menor atisbo de que vaya a concluir sus estudios de bachille-rato ni, mucho menos, a comprometerse con una carrera superior;sin embargo, para el chico más interesado en la música, el cine y losamigos, el hecho de suspender no constituye ningún problema.

Estas consideraciones ya nos colocan sobre la pista de una impor-tante cuestión referida a la "propiedad" del problema y que desarro-llaremos con mayor detalle más adelante. Baste por ahora con apun-

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tar que sólo el "dueño" del problema puede darle solución: todoscuantos sermones le endilguen los padres del estudiante melómanoa su hijo no van a lograr cambiar su comportamiento mientras elchico no perciba como un problema real, es decir, como una situaciónpoco deseable, el hecho de estar fracasando en los estudios.

Paradójicamente, una situación aparentemente deseable puede,en realidad, constituir un problema para su protagonista. Por ejem-plo, una joven bulímica consigue adelgazar una docena de kilostransformándose en una chica esbelta. A partir de ese momentopuede que se convierta en foco de atención por parte de los jóvenesde su entorno pero ella, en lugar de sentirse halagada como la mayo-ría de las chicas de su edad, tal vez se convierta en víctima de unestrés continuo al carecer de las habilidades sociales más elementa-les para relacionarse con la gente del otro sexo y atribuir las norma-les atenciones de sus compañeros a oscuros intentos de acoso sexual.

El segundo requisito indispensable para poder hablar con pro-piedad de un "problema" es la persistencia de la situación indese-able. Todos nos enfrentamos antes o después a situaciones vitalesdramáticas: muerte de seres queridos, pérdidas económicas o labo-rales, proyectos frustrados, enfermedades, etc. Una situación nega-tiva, por indeseable que sea, si se da sólo de manera puntual notiene por qué constituir necesariamente por sí misma un problema.

Mi padre falleció cuando yo entraba en la pubertad. Fue ungolpe duro al que hube de adaptarme como tantos otros chicos quepierden a sus padres de manera inesperada, en un accidente o porotras causas, en un momento crítico de su desarrollo pero no porello quedan "traumatizados" para el resto de sus vidas. Conozco aun ingeniero que perdió su empleo en la etapa crítica de los cua-renta y tantos; eso supuso un serio traspiés para muchos de sus pla-nes pero él supo adaptarse y encontró un nuevo trabajo temporalen otra empresa desempeñando una función inferior a la que porsu titulación le correspondería. Podría contar también la historia deun matrimonio que perdió hace años a sus dos únicos hijos en undramático accidente de un transporte escolar y que, a pesar detodo, han logrado rehacer su vida y continuar adelante con un claroproyecto de futuro. Son acontecimientos puntuales en la vida de

LOS INEVITABLES PROBLEMAS

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cualquier persona. Pueden resultar muy dolorosos, pero no consti-tuyen problemas.

Por el contrario, también conozco el caso de otros padres que nohan superado la muerte de su hijo mayor y que todavía hoy, aun-que han pasado ya más de quince años siguen refiriéndose a élcomo si estuviera vivo. Evidentemente estos padres se comportande un modo neurótico; pero su problema, si es que en realidad exis-te, no reside tanto en la pérdida del hijo –la muerte no es nunca unproblema, sino una dura realidad que forma parte de la existencia–como en la insana defensa frente al dolor que han puesto en juegodurante todo este tiempo.

Una tercera característica que se debe añadir a la definición deuna situación como problemática es el hecho de que prácticamentetodas las dificultades con las que debemos bregar a lo largo denuestra vida surgen en un contexto interpersonal; todo problemalo es siempre de relación. Aunque la queja inicial, aparentemente,concierna a un solo individuo, no debemos perder de vista la con-dición social del ser humano. La postura tradicional de la psicolo-gía clínica que se ha desarrollado siguiendo el modelo médico haconsistido en identificar la causa intrínseca de cada problema a tra-vés de un diagnóstico clasificatorio, para proceder, a continuación,a la aplicación del tratamiento específico supuestamente encami-nado a ayudar al sujeto a superar su mal funcionamiento. Extirpadoel apéndice, se acabó la inflamación.

Esta consideración clínica del sujeto como un "enfermo" carencialsupone un punto de vista muy limitado de la realidad ya que si que-remos entender en toda su dimensión la totalidad del problema deuna persona determinada, digamos un estudiante perezoso, lo cier-to es que poca información nos va a reportar un análisis del nivel desus neurotransmisores cerebrales o de su ingestión diaria de vita-minas –aunque en ocasiones también pueden ser datos relevantes–sino que más bien deberemos enmarcar su conducta negligente, sufalta de motivación, en la totalidad de las interacciones que se pro-ducen en el ámbito familiar y escolar así como en su círculo de ami-gos que, en buena medida, constituirán los elementos de manteni-miento de tal comportamiento autoindulgente.

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Del mismo modo, un ama de casa deprimida persiste en sudepresión como una reacción bastante "lógica" a la interacción quesus allegados sostienen con ella: probablemente llegó a su estadode distimia como consecuencia de la falta de reconocimiento a sutrabajo cotidiano y, quizás, lo que ahora mantenga su ánimo depri-mido sea la percepción inconsciente de haberse convertido en cen-tro de la preocupación familiar. Otro tanto se puede decir del esqui-zofrénico o de cualquier paciente encuadrable en una categoríadiagnóstica. Esto no quiere decir que el entorno sociofamiliar sea el"culpable" o la causa de los trastornos psíquicos que en un momen-to dado llegue a experimentar cualquier persona, sino más bienque algunas de las interacciones que se producen en dicho entornopueden constituir uno de los factores desencadenantes y, en cual-quier caso, será el elemento crucial a la hora de posibilitar la desa-parición o el mantenimiento del síntoma.

Se puede objetar que muchos trastornos psíquicos se dan enpersonas solitarias que viven al margen de cualquier entornohumano; pero como asegura Paul Watzlawick "es imposible nocomunicar". Si bien se mira, tal marginalidad no se produce nuncaen estado puro, pero aún cuando pudiéramos concebir a un psicó-tico desgajado por completo del seno de cualquier grupo social, enel fondo, su conducta sería un claro mensaje dirigido a esa socie-dad: "No deseo comunicarme con vosotros" y, ciertamente, la respues-ta de indiferencia social a este desafío tácito vendría a constituir elfactor primordial de su psicosis.

De este modo podemos entender la última condición necesariapara la definición de una situación como problema: los intentosrepetidos e infructuosos de poner fin a tal estado de cosas.

Continuamente tenemos que habérnoslas con situacionesadversas: dificultades propias y típicas de los diferentes estadios dedesarrollo a través de los cuales todos vamos constituyendo nues-tra propia evolución personal; confrontaciones con los componen-tes de nuestros respectivos entornos sociales, familiares o de traba-jo como consecuencia de las diferentes perspectivas que cada unoalimenta en relación a las situaciones concretas en las que se pro-ducen los roces; crisis inevitables derivadas de las propias condi-

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ciones del existir humano y de la realidad inescapable de la vida,como las que se refieren a enfermedades, pérdidas, sufrimiento ymuerte o demandas que inesperadamente se nos plantean y a lasque tenemos que hacer frente, que pueden abarcar desde reveseseconómicos a embarazos no deseados.

El caso es que frente a todas estas eventuales circunstancias, loshumanos funcionamos muy a menudo según los rígidos mapasmentales que adquirimos a través de la educación, en su másamplio sentido, como resultado tanto de la acción intencional pro-pia de las instituciones al efecto así como de la impregnación difu-sa de opiniones, valores, normas, creencias, costumbres, expectati-vas, atribuciones, etc. a los que como miembros de diferentes gru-pos culturales estamos expuestos a lo largo de toda nuestra exis-tencia y principalmente durante la época infantil.

Típicamente, cada microgrupo social ofrece un repertorio desoluciones esquemáticas para cada una de las dificultades en quepueden verse inmersos sus componentes y los miembros de cadacultura se aferran a las soluciones que se le ofrecen como si real-mente constituyeran la única salida posible a sus inquietudes. Sinembargo, lo cierto es que diferentes colectivos humanos puedenechar mano de soluciones opuestas frente a una misma demandavital... y hasta es bien posible que ninguno de las arreglos pro-puestos alcance a dar término de modo satisfactorio a la queja ini-cial que impulsó a la búsqueda de una solución concreta.

Es posible que los valores familiares transmitidos a una determi-nada persona enfaticen la necesidad de llevarse bien con los vecinospor encima de todo mientras que otro microgrupo familiar trata dementalizar a sus miembros para que impongan los propios criteriospersonales de modo que no se "dejen pisar" jamás en sus derechos.

Cuando los intentos de solución desembocan en la misma situa-ción problemática de partida, consolidando así el círculo viciosotípico de las interacciones problemáticas, podemos estar bien segu-ros de que los intentos infructuosos de solución han pasado a for-mar parte integrante del problema. La tentación que surge enton-ces es intensificar la magnitud de la solución puesta en práctica enuna tentativa de alcanzar la dosis terapéutica para que nuestra

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acción alcance el resultado de-seado, como cuando un resfria-do no responde al jarabe y hayque pasar al ataque incremen-tando el tamaño de la cuchara;pero este razonamiento sueleconducir a un nuevo fracaso o,peor aún, a una escalada en laque cuanta más "solución"intenta poner una parte, conmayor cantidad de "problema"le responde la otra.

Podría pensarse que, en sentido estricto, los problemas de vesí-cula del magistrado de la Audiencia no estaban relacionados consus periódicas visitas al balneario en el sentido de que tal actividadno le causaba directamente la enfermedad. Sin embargo, si bien seconsidera la cuestión, claro que existe una relación muy directaentre ambos factores: el mantenimiento de su enfermedad vesicularsí que estaba relacionada con el hecho de que en lugar de buscar untratamiento adecuado se limitaba a realizar maniobras distractorasque nada positivo aportaban para la solución del asunto.

Si para mí constituye un problema encontrarme cada mañanaun charquito de pis al salir del ascensor y me limito a maldecirentre dientes por la poca consideración de algunos vecinos que tie-nen perro, puedo tener la completa seguridad de que cada mañanahabré de saltar por encima de un charco similar a menos que deci-da intentar algo más efectivo como hablar con mi vecino, quejarmea la comunidad de propietarios o llamar a la policía municipal (nosugiero otras soluciones más drásticas por los consiguientes pro-blemas que su puesta en práctica me podrían acarrear).

Si los padres del chico melómano que repite curso tras cursointentan, típicamente, hacerle "entrar en razón" mediante coaccio-nes tales como riñas o castigos repetidos con frecuencia, y la reac-ción del muchacho se concreta en una airada declaración de no sercomprendido por los "viejos" que le lleva a encerrarse en su cuartodespués de cada bronca para buscar el consuelo de la música, des-

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Situaciónindeseable

Intento desolución

Efecto negativoMismo resultado

tilada en sus oídos a través de los correspondientes cascos, o si surespuesta es la clásica de "resistencia pasiva", en la que debajo delaparente sometimiento a los deseos paternos se esconde el másabsoluto holgazanear día tras día, de modo que en cualquiera delos dos casos el resultado sigue siendo el fracaso escolar, entoncespodemos hablar con claridad de una interacción problemáticaentre todos los personajes implicados.

En psicoterapia se da muchas veces una situación parecida a laque me contaba el médico del balneario: un paciente acude al tera-peuta para tratar de superar un problema emocional o para desen-redar alguna embrollada vivencia que le ha quedado pendientedesde la infancia. A veces transcurren meses e incluso años y elnudo emocional continúa sin deshacerse. El cliente, semana trassemana, vierte lágrimas durante su hora de consulta, saca a flotesentimientos de todo género y airea emociones que ni siquiera sos-pechaba poder albergar en su subconsciente. El terapeuta, por suparte, pone en juego toda su capacidad de empatía, acompaña alconsultante en su búsqueda de pistas, le ayuda a reinterpretar todoel material que va aflorando... y el mismo problema o la vivenciaobjeto de consulta permanece constante a pesar de todo el tiempoy el esfuerzo invertido en las sesiones. Cliente y terapeuta estánconvencidos de hacer lo correcto y de trabajar muy duro, pero laúnica realidad contrastable es la permanencia del problema.

Cuando se habla de solucionar problemas, el único criterio váli-do de contraste ha de ser el resultado, no la buena voluntad emple-ada ni el esfuerzo invertido en la supuesta resolución. Un buennadador puede hacer un par de largos en una piscina olímpica enpoco tiempo y con un esfuerzo mínimo; para realizar el mismorecorrido, alguien que sólo sea capaz de mantenerse a flote perodesconozca la técnica necesaria para coordinar brazadas y respira-ción de una manera efectiva, empleará mucho más tiempo, se fati-gará de un modo desproporcionado y aunque tenga la sensación dehaber realizado una gran proeza, en realidad no habrá hecho otracosa que malgastar su energía.

Intentos de solución estériles han existido –y persisten– demodo continuado a lo largo de la historia. En una tablilla de cerá-

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mica, procedente de la antigua Babilonia, que se exhibe en elMuseo Británico, se refleja en caracteres cuneiformes una amargaqueja sobre la desconsideración de los jóvenes de la época que nomuestran respeto alguno por los mayores y tan sólo manifiestaninterés en beber cerveza. Tres mil años después de que la tablillahubiera sido acuñada, el mensaje continúa siendo aplicable a nues-tra realidad contemporánea a pesar de los repetidos intentos porcambiar las cosas reflejados en la organización de planes de educa-ción, la reforma de dichos planes y el estudio de "nuevos" proyec-tos para mejorar las evidentes lagunas de todo lo anterior.

En nuestras relaciones habituales es posible que nos encontre-mos cada día con alguien "imposible", cuyo comportamiento nossaca de quicio o nos pone al límite de nuestra paciencia. Un hijorebelde, un compañero de trabajo entrometido, un jefe abusivo, unvecino fastidioso, pueden ser espinas emocionales que se nos cla-van en el ánimo impidiéndonos con su presencia el disfrute de laspequeñas cosas de la vida a las que tenemos pleno derecho. Aveces nos limitamos a tolerar con resignación la incómoda reali-dad de estos elementos de nuestra vida cotidiana; en ocasiones talvez nos enzarcemos en una batalla continua para tratar de cambiarlas cosas; en cualquier caso, es posible que hayamos desarrolladoun determinado estilo personal de habérnoslas con las dificultadesde cada día.

"Por más que lo castigamos, no conseguimos que nuestro hijoestudie"; "lo he intentado todo, pero no consigo dejar de fumar"; "éles así y por mucho que me empeñe no voy a cambiarlo". Frases deeste estilo pueden sonar a rendición sensata ante lo imposible, peroen el fondo tal vez estén encubriendo sencillamente el viejo estilode "más de lo mismo" que, indefectiblemente, conduce siempre almismo resultado.

Cuando alguno de estos problemas cotidianos se convierte encrónico, la única solución "razonable" que cabe intentar es actuarde un modo diferente al habitual para, así, poder romper el cír-culo vicioso y lograr llegar a alguna otra parte, como se ejemplifi-ca en la segunda figura. Pero, muchas veces, la apertura de uncamino nuevo choca de plano con las creencias o las prácticas

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habituales, con los mo-dos tradicionales de in-tento de solución. Unose pregunta si no estarácometiendo una locurapor salirse del caminoculturalmente marcado ein-tentar en solitario unanueva ruta incierta, cuyopunto de llegada no seconoce con seguridad. Elargumento que hay quecontraponer entonces es que, con toda certeza, el viejo camino nosdejará donde siempre; la nueva conducta que vayamos a desarro-llar, sin duda, abrirá nuevas posibilidades de interacción con nues-tro entorno.

En ocasiones, los intentos de solución adoptan una engañosadiferenciabilidad, de manera que uno puede creerse que haemprendido una acción distinta cuando, en realidad, está hacien-do "más de lo mismo", lo cual le llevará, inevitablemente, al mismoresultado indeseable. A diario podemos encontrarnos con múlti-ples ejemplos de tales falsas soluciones, de atajos que nos devuel-ven al punto de partida en el circuito inacabable del manteni-miento del problema:

Tal vez una madre considere que es muy diferente echarle labronca a su hija por dejar la ropa tirada por el suelo de su habita-ción que intentar razonar serenamente con ella sobre las ventajasdel orden y la pulcritud. Y ciertamente el estilo es distinto, pero elmensaje contenido en ambas interacciones puede ser exactamenteel mismo: "Por las buenas o por las malas, tienes que ordenar tuscosas". No es extraño que la reacción de la chica sea entonces lamisma resistencia activa o pasiva frente a las demandas maternas.Si las diferente actuaciones de una persona aquejada por unadepresión severa se limitan a variar el medicamento A por el anti-depresivo B, en realidad, el cambio es sólo aparente y otro tantocabe decir del sujeto que decide transformar su dependencia de lasdrogas en otra adhesión ciega a determinado grupo de psicotera-pia, secta o ideología fantasiosa.

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Situaciónindeseable

Soluciónnovedosa

Efecto negativoDiferente resultado

Nuevasituación

La práctica de la teoría

Aunque en la teoría puede que todo resulte muy claro y con-vincente, enfrentarse a la realidad de los problemas que nos rode-an no es, en modo alguno, tarea fácil. Muchas veces necesitaríamosestar fuera de nuestro bosque para darnos cuenta de la configura-ción del terreno y poder trazar así la ruta que nos conduzca afuera.Esa es, precisamente, la función del psicoterapeuta: servir de guíaa quien encuentra dificultades para escapar de los circuitos cerra-dos en los que sus problemas lo atrapan.

El propósito de este libro es fundamentalmente práctico: pro-porcionar pautas eficaces para que cada cual elabore la soluciónque más le convenga a su situación personal y vital. Por esomismo, en cada capítulo se propondrán una serie de ejerciciosrelacionados con la teoría expuesta, de manera que se pueda iravanzando paso a paso, tanteando el terreno y, a veces, detenién-dose a descansar o incluso retrocediendo hasta encontrar el cami-no más seguro y satisfactorio.

En la tarea de dar respuesta a las demandas de la propia vida nose pueden dar recetas fijas ni platos precocinados; cada cual debeaprender a guisar su propia salsa. Las situaciones vitales de cadapersona son únicas y las soluciones válidas para un caso no tienenpor qué serlo necesariamente para otro por muy similar que parez-ca al primero. Por eso, los ejemplos que se utilicen a lo largo dellibro deben considerarse sólo como muestras de cómo actuar másque como modelos de lo que se debe hacer.

En todo momento debemos tener muy claro que el objetivofinal de todo el trabajo que nos dispongamos a hacer debe estarenfocado hacia la consolidación de la responsabilidad personalpuesto que sólo puede ser responsable quien es libre y sólo es librequien sabe seguir su propio criterio; es decir, quien es mentalmen-te sano.

Identificar las áreas problemáticasLa primera tarea va a consistir en un ejercicio de reflexión acer-

ca de las área vitales más problemáticas; de los temas pendientes

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que posiblemente hemos venido arrastrando a lo largo del tiemposin habernos dado una oportunidad para reflexionar acerca de supresencia ni, mucho menos, plantearnos la posibilidad de aplicar-les alguna solución.

De lo que se trata en concreto es de establecer las áreas vitales enlas que podemos estar experimentando dificultades en la actuali-dad; después seleccionaremos los temas más importantes sobre losque deseamos trabajar en el futuro para aplicarles una solución y,finalmente, nos pondremos manos a la obra a medida que vayamosdescubriendo nuevos puntos de vista y podamos, así, diseñar nue-vas estrategias.

A continuación figura una lista de posibles categorías o áreasproblemáticas. La relación de situaciones que se ofrece no pretendeser exhaustiva, sino tan sólo indicativa. La tarea consiste en identi-ficar los elementos de la lista que pueden constituir una "zona con-flictiva" personal o añadir otros que no figuren explícitamente peroque pueden ser fácilmente identificables por cada lector, de mane-ra que se pueda realizar una reflexión acerca de los conflictos quepueden estar presente en la propia vida.

Ciertamente, algunas veces una buena táctica frente a un pro-blema determinado consiste en dejarlo en estado "durmiente" puessu solución podría acarrear efectos secundarios indeseables talescomo fuertes conflictos familiares, pérdidas afectivas u otras con-secuencias semejantes. Sin embargo, el objetivo de esta primeratarea no es comprometerse con ningún trabajo difícil o costoso, sinosimplemente lograr un incremento de la conciencia personal de lasáreas conflictivas; más adelante será posible elegir sin presión algu-na con qué temas concretos se empezará a trabajar y cuáles se deci-dirá dejar tal como están.

Lista de posibles zonas problemáticas– Área personal:

Sentimientos de inferioridad, incompetencia.Baja autoestima.Hábitos indeseables (fumar, beber, uso de drogas, adicción al

juego...).

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Tendencia a la depresividad.Irritabilidad, violencia.Tendencia a aplazar las cosas, indolencia.Dificultad para expresar las propias opiniones.Excesiva dependencia de los demás.Ideas o pensamientos obsesivos.Actos compulsivos.Dificultades de carácter sexual.Incapacidad para tolerar las frustraciones.

– Área familiar:Disgustos, discusiones, discrepancias frecuentes con la pareja.Problemas de control de los hijos.Entrometimiento de la familia de origen o de la política.Problemas de economía familiar.

– Área laboral:Monotonía en el trabajo.Deseo de cambiar de empleo.Sentimiento de ser manipulado, explotado en el puesto de tra-

bajo.Estrés laboral.Incapacidad para lograr ascensos.Sentimiento de estancamiento, de ser sobrepasado por los

compañeros.– Área social:

Dificultades de relación interpersonal.Tendencia a ponerse colorado.Miedo a hablar ante la gente.Incapacidad para hacer amigos.Vergüenza, timidez ante el sexo opuesto.Sentimientos frecuentes de soledad.Carencia de habilidades sociales (iniciar y mantener conversa-

ciones, decir o recibir cumplidos, etc.)– Salud:

Enfermedades crónicas.Tendencia al insomnio.Hipertensión.

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Problemas con la comida (por exceso o defecto).Vida excesivamente sedentaria.

A esta lista se deberán añadir las áreas o elementos que seanmás adecuados a la situación personal de cada uno. Como se obser-vará, los términos empleados son muy vagos y genéricos. Por eso,una vez realizado este somero acercamiento genérico a las áreasconflictivas que pueden estar afectándonos en un momento dado,es conveniente centrarse en una en concreto y comenzar a desbro-zarla lo más pormenorizadamente posible especificando:

– Qué ocurre exactamente; en qué consiste el problema de lamanera más concreta y detallada.

A menudo la gente se queja de cosas tan ambiguas como los pro-pios elementos de la lista. Muchas personas acuden en demanda deconsejo para su problema de relación matrimonial alegando quetienen "un problema de comunicación". Esta etiqueta es tan genéri-ca que no resulta útil ni como descripción de la interacción quetiene lugar en la pareja ni como punto de partida para intentar unasolución adecuada.

El primer paso imprescindible consiste en especificar cómo sedesarrollan los episodios de incomunicación concretos: ¿cuando élllega a casa está ella tan absorta con el serial de la televisión que nisiquiera dice "hola" al marido que se mete detrás de su periódicopara no interrumpir la afición de su mujer hasta la hora de cenarponiendo así en marcha un juego de ignorancia mutua? ¿o lo queocurre es que él evita los intentos de su esposa para iniciar una con-versación ocultándose detrás del periódico? Evidentemente, losdos ejemplos no parecen equiparables pues mientras en el primercaso parece apreciarse una interacción simétrica de alejamiento porparte de los dos esposos, en el segundo se observa un juego deacercamiento-distanciamiento.

A veces es conveniente recurrir a un ejemplo típico de la situa-ción problemática habitual y tratar de recrearla en la imaginacióncon todo detalle, como si se estuviese presenciando una películarepresentativa del suceso para darse cuenta de todos los elementosimplicados: qué hago yo exactamente, cómo reaccionan los demás;cual es mi respuesta a esa reacción...

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Un error muy corriente a la hora de describir un problema con-siste en recurrir a una etiqueta diagnóstica: "Mi problema es quetengo una depresión", declara algún consultante, como si ese rótulofuera inequívoco e hiciera referencia a un estilo de comportamien-to exactamente idéntico en todos los pacientes adscritos a la cate-goría. Pero un estado depresivo puede variar desde un ligero sen-timiento de tristeza más o menos persistente (¿en qué momentosdel día, o en qué situaciones concretas está más presente y en cuá-les no es tan intenso?, ¿qué actividades pueden servir como dis-tracción frente a los sentimientos?...) hasta una sensación de vacíode emociones o incluso un intento de suicidio (¿fue planificado oespontáneo?, ¿qué elementos decidió utilizar?...) En cualquier caso,lo importante es destacar que los seres humanos no somos máqui-nas automáticas y que la individualidad personal alcanza incluso ala forma de experimentar cada problema.

– Quién está implicado en la situación problemática además delque sufre la dificultad

Muchos problemas son interaccionales y en ellos será fácildeterminar los protagonistas de la situación conflictiva: problemasentre los miembros de una pareja, desobediencia de los hijos, rocescon un colega, etc. Sin embargo es importante estar también aten-tos para ver si además de los personajes más evidentes no intervie-nen, además, otros protagonistas ocultos a los que también cabeatribuir una importancia capital en el mantenimiento de la situa-ción indeseable.

Tal vez la queja manifiesta de un matrimonio sean sus frecuen-tes discusiones. A la hora de detallar un poco más pormenorizada-mente el problema puede que nos encontremos con que la mayorparte de las discusiones surgen en torno al comportamiento de unode los hijos o tal vez puede que sean inducidas por la presencia deeste tercer elemento de la familia. En tal caso, habrá que incluir alelemento filial en la interacción conflictiva ya que es evidente quealgo tiene que ver en la situación problemática.

– De qué manera lo que ocurre llega a constituir un problema.Juan llega hambriento a su casa después de una larga jornada de

trabajo agotador. María se afana en la cocina en un intento inútil de

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acelerar la cocción de la olla. Ella ha tenido que arreglar a los niñosy llevarlos al colegio; después se entretuvo más de la cuenta en lacola de la caja del supermercado y, para colmo, tuvo que perder unpoco más de tiempo en acercarse hasta el cajero automático parasacar algo de dinero antes de hacer el resto de la compra. Luego delimpiar la casa (incluido el odioso cuarto de baño) e iniciar los pre-parativos de la comida, ha ido a toda prisa a recoger a los niños ala salida del colegio. La maestra de la mayor la retuvo para hablarcon ella sobre las dificultades que la niña estaba teniendo con la lec-tura. Cuando, finalmente, se pudo poner a los mandos de la cocinaera ya muy tarde: la comida no iba a estar a tiempo y sabe que,como casi siempre, su marido le va a echar en cara la poca consi-deración que muestra hacia él, que llega siempre harto de trabajar,cansado y hambriento, esperando encontrar en su casa un poco debienestar... María se considera una mala esposa, piensa que no sabedesempeñar adecuadamente su función de ama de casa, se cree un estorbopara su marido y teme que él la abandone en cualquier momento. Por eso,cuando escucha el ruido del ascensor precediendo a la entrada de Juan enel piso, no puede evitar que los ojos se le llenen de lágrimas y el corazón sele apretuje en un rincón de su pecho...

Imaginemos que volvemos a leer ahora exactamente el mismorelato pero sustituyendo el fragmento que aparece en cursiva, des-pués de los puntos suspensivos por este otro:

... María sabe que ha trabajado muy eficientemente bregando con lacasa y los niños. Su autoestima es alta y está muy satisfecha de cómo llevala casa y los niños. Conoce el descontento de su marido con el trabajo yespera que, como cada día, él utilizará la excusa de no tener la comida apunto para desahogar su mal humor. María sabe que ella está haciendo lomejor por los suyos; está segura de sí misma y se siente lo suficientemen-te fuerte como para ayudar a su estresado marido con las frustraciones quese trae a casa. Ella tiene planes para la tarde y se los va a proponer a Juandespués de comer, cuando él sienta ya su estómago satisfecho. Cuando oyeel ruido del ascensor no puede evitar una sonrisa sabiendo que, como siem-pre, se va a salir con la suya...

La misma situación no constituye un problema para distintaspersonas, sino que buena parte del problema deriva, en realidad,

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del modo en que cada cual interpreta esa situación; el problema nonos viene, sino que nosotros lo creamos. Por eso, a la hora de tomarconciencia de la dinámica de una situación conflictiva debemosreflexionar acerca de cómo esa situación nos afecta en concreto, enfunción de las creencias y valoraciones propias, de modo que lle-guemos a percibir que todo problema es, en realidad, el resultadode una interacción dinámica entre las condiciones vitales que nosafectan y nuestra codificación personal de tales acontecimientos.Dicho de otro modo, los problemas no son cosas que existen en elmundo externo, tales como los árboles o las montañas, sino másbien elaboraciones mentales que reflejan nuestra interpretación dela realidad externa.

Resumen

– Un problema consiste en una situación indeseable, de ca-rácter persistente, que se da en un marco social, y a la que se haintentado poner fin en repetidas ocasiones pero sin alcanzar elresultado apetecido.

– Un incidente aislado no es un problema, sino sólo un inci-dente.

– Todo problema se da en un contexto de interacción socialque hay que tener en cuenta a la hora de solucionarlo.

– Sólo el "dueño" del problema puede darle solución.– El problema real, lo que hay que cambiar, es la solución

ineficazmente intentada.

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2CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

"Cuando el lenguaje se toma unas vacaciones,surgen problemas filosóficos"

Wittgenstein

El dueño del problema

No siempre resulta fácil determinar quién tiene el problemacuando en una interacción entre dos o más personas surge elconflicto. Esta dificultad se deriva del mismo hecho de la impre-cisión de nuestro propio lenguaje y de la poca consciencia quetenemos acerca del valor limitado de nuestras propias palabras.Pero este es un tema que podría llenar otro libro entero1.

Si yo le digo a alguien: "tienes un grano sobre la ceja izquier-da", mi interlocutor podrá comprobar inmediatamente la ver-dad o falsedad de mi declaración recurriendo a sus propiossentidos externos, ya sea pasándose la mano por la zona seña-lada o bien contemplando la imagen de su cara en un espejo.La sencillez de este procedimiento de constatación de la reali-dad se debe a que el enunciado hace referencia a algo quetiene existencia física en el mundo de la realidad; esto es: ungrano es una acumulación subcutánea de pus. que suele pro-ducir un abombamiento en la parte del cuerpo afectada.

1. El lector interesado en estos temas puede consultar: Alfred KORZYBS-KI: Science and Sanity, Lancaster: International Non-AristotelianLibrary, 1933.

Sin embargo, cuando hablamos de problemas, la mayor parte delas veces, no nos estamos refiriendo a nada que tenga existenciareal en el mundo físico, sino a un producto de nuestra interpreta-ción personal de la realidad social.

Estamos tan acostumbrados a identificar el mundo de nuestraspalabras, nuestro mapa de la realidad, con el mundo de los hechos,que muchas veces nos cuesta trabajo separar ambos elementos o,incluso, nos resistimos a creer que se pueda tratar de dos cosas dife-rentes y, así, consideramos que la manifestación verbal de nuestropensamiento constituye una evidencia tan objetiva y universal queno concebimos que alguien pueda imaginar una interpretacióndiferente de nuestra "realidad".

Pero los problemas no son algo tangible como los granos en lafrente, las páginas de un libro o los tornados del Caribe; no formanparte del mundo físico, sino que son elaboraciones mentales, con-ceptualizaciones individuales –compartidas por más o menos suje-tos, pero nunca de una manera unánime– de determinados aspec-tos de la realidad. No existen instrumentos de medida válidos y fia-bles que puedan ser aplicados para acotar sus dimensiones, nisiquiera va a existir un acuerdo universal sobre la existencia o nodel problema:

"¡Tú tienes un problema!" –exclama airada la esposa, agobiadaante la perspectiva de todas las tareas domésticas que tiene pordelante como argumento definitivo de su razón en la disputa– "y esque nunca piensas en los demás".

En efecto, el marido permanece sentado, ante la televisión, sos-teniendo una revista abierta entre sus manos, bastante ajeno a labronca de su mujer, lo que hace suponer que se despreocupaampliamente de las cuestiones domésticas que sacan de quicio a laesposa. Sin embargo, al observar la escena con desapasionamiento,al margen de prejuicios machisto-feministas, ¿quién parece, real-mente, estar expresando un problema? ¿quién es el sujeto que sufrey que parece demandar un cambio en sus circunstancias?

Tendemos a construir nuestra realidad según los propios presu-puestos personales; aplicamos a los demás nuestras normas y valo-res y juzgamos desde nuestro particular punto de vista si los otros

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lo están haciendo "bien" o "mal"; si tienen o no un problema, comosi existieran unas normas estándar de vida, válidas para todo elmundo. Esta normativa personal se traduce, a menudo, en los cono-cidos términos: "debería", "hay que", etc. aplicados a uno mismo, alos demás o a los acontecimientos en general. Todo "debería" seguirsu cauce. Lo malo es que las personas y las cosas no tienen ningúncauce diseñado; es nuestro punto de vista personal el que se empe-ña en encarrilarlos según unos criterios puramente subjetivos.

"El problema de mi hijo es que se ha juntado con unos amigos indese-ables"... o que le falta motivación, o que tiene poca autoestima, o esmuy desordenado, muy desobediente... Cuando la actitud o elcomportamiento de alguien nos molesta, casi siempre lo cataloga-mos de problemático y, por supuesto, atribuimos a esa persona laresponsabilidad de poner remedio a la situación indeseable segúnnuestro particular modo de ver las cosas.

Cuando alguien llama por teléfono para solicitar una consultapara otra persona, ya sea un padre que decide hacer algo por ponerfin a la colección de suspensos de su hijo, una esposa desesperadacon la adicción al juego de su marido o un marido harto de los celosde su mujer, lo primero que tratamos de aclarar es si esa persona,en cuyo nombre se solicita la consulta, está interesada en acudir porsu propia voluntad con ánimo de trabajar en la solución de la queja.Si la respuesta es negativa, el pronóstico es desfavorable; en efecto,todo terapeuta sabe que es imposible cambiar a quien no deseahacerlo. Ni siquiera las más "duras" técnicas hipnóticas tienen nadaque hacer frente a alguien que no está dispuesto a dejarse persua-dir para intentar un nuevo comportamiento.

Generalizando, podemos decir que quien tiene una queja tieneun problema, y que sólo puede solucionar un problema su legítimopropietario. Así, en los casos anteriores, debemos distinguir dosniveles de problema: 1) el que describe la persona que llama, refe-rido al pretendido "cliente", es decir, la pereza del hijo, la ludopatíadel marido o los celos de la esposa –lo que, a su vez, puede ser defi-nido o no como problema por ellos– y 2) el que sufre en propiacarne el comunicante por el hecho de tener que relacionarse conquienes manifiestan los comportamientos descritos.

CUESTIONES PROBLEMÁTICAS

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Tal como se ejemplifica en el primer esquema, cada persona sólopuede hacerse cargo del campo de problemas incluido dentro desus posibilidades de acción directa, representado por los puntosespecificados en cada uno de los círculos que simbolizan a un per-sonaje determinado en una interacción diádica.

Por otra parte, en las relaciones de convivencia, siempre la acti-tud de uno de los miembros influye sobre el otro por lo que, enmuchos aspectos, la pro-piedad de un problemapuede que sea comparti-da por varios miembrosde una familia, aunque laresponsabilidad del mis-mo recaiga sobre todo enuno de ellos. En ese casoexiste una zona compar-

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MI PROBLEMA· Me siento mal cuando mepreguntan por las notas de mihijo.

· Me siento un fracasado comopadre por no haber podidoinculcar a mi hijo hábitos deestudio.

TU PROBLEMA· Sacas bajas calificaciones.

· Te pasas los veranos castigado.

· Tendrás dificultades paraconseguir un empleo...

MI PROBLEMA· Me siento abandonada,relegada a un segundo plano.

· Siento vergüenza de pensarque debes dinero a todo elmundo.

· No puedo contar con unremanente de dinero.

TU PROBLEMA· Descuidas tus deberesfamiliares.

· Eres el hazmerreir de tuaamigos.

· No consigues ahorrar parael futuro

MI PROBLEMA· Relegada.

· Avergonzada

TU PROBLEMA· Desconsiderado.

· Ridículo.

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tida que afecta a los dos sujetos de la relación como se sugiere enel segundo esquema.

Si el "paciente" señalado asume su conducta como problemáticay está dispuesto a hacer algo por cambiarla, entonces es posiblecomenzar el trabajo directamente con él. Si, por el contrario, no estádispuesto a aceptar su designación como cliente –lo que suele ser elcaso más frecuente– lo más conveniente será indicarle abiertamen-te a quien solicita la consulta que, si bien no es posible forzar a laotra persona a un cambio que por sí misma no desea, sí podemos,en cambio, ayudar al propio comunicante a hacer frente al proble-ma que a él le supone tener que soportar esas actitudes indeseablesy a establecer los cambios que estén en su mano para lograr unavariación efectiva en su relación, lo cual supone, en definitiva, unavía indirecta hacia el cambio de conducta de la otra persona.

En el capítulo dedicado a las soluciones efectivas (capítulo VI)abordaremos el modo de hacer frente a las situaciones incómodasgeneradas principalmente por el comportamiento de otra personaque no podemos controlar de modo directo.

Problemas sin dueño

Existen acontecimientos y situaciones incómodas pero inevita-bles por las que obligatoriamente todos hemos de pasar alguna vezen la vida. En sí mismos no deberían constituir ningún problemapor cuanto, en realidad, son condiciones de la existencia humana ylamentarse de su realidad es algo así como protestar por tener quepertenecer a un género determinado –varón o mujer– sin que senos haya dado opción a elegir nuestro grupo de preferencia o que-jarse de tener los ojos de determinado color cuando hubiéramospreferido tenerlos más claros o más oscuros.

La menarquía y la menopausia, el envejecer, las enfermedades,las catástrofes de la naturaleza, las inevitables separaciones de losamigos y seres queridos así como otros muchos eventos que entre-tejen la realidad de nuestro existir, incluyendo la muerte, formanparte del camino de la vida por lo que no deberían ser conceptua-

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lizados como problemas. Lo que sí puede constituir un problema esnuestra reacción ante estas realidades inescapables: la negativa aafrontar la realidad, la dejación de nuestra responsabilidad perso-nal frente a estos "retos" existenciales que demandan una acción ouna actitud por nuestra parte para asumirlos y madurar con ellos.

El doctor Albert Ellis2, creador de la "Terapia de ConductaRacional-Emotiva" denomina "tremendismos" y "no-soportantitis"a estas actitudes de rechazo de las circunstancias existenciales.Según la corriente racional-emotiva, la actitud neurotizante dealguien que se enfrenta a algún acontecimiento doloroso de su vidava siguiendo los pasos siguientes:

1. La persona parte de unas exigencias irreales acerca de sunecesidad de bienestar, ausencia de dolor y favorabilidad desus circunstancias vitales. Obsérvese que el error de salida esla actitud de "exigencia" neurótica frente a una postura denormal "preferencia" por las condiciones más favorables posi-bles. Es como si el pensamiento de fondo del sujeto tomase laforma de: "Necesito que todo me salga bien" en un lugar de unrazonable: "Sería bueno que todo marchara sobre ruedas"

2. En un segundo paso hacia la neurosis se magnifican los pro-blemas hasta llegar a la fase de horripilación en la que se con-sidera como "terrible", "espantoso" y "horroroso" el hecho detener que hacer frente a la situación problemática que a unole ha tocado vivir. Aquí, de nuevo, la clave explicativa de lossentimientos extremadamente dolorosos reside en la exagera-ción que supone convertir lo que es meramente "indeseable"o "inconveniente" en "horrible".

3. Finalmente, ante la realidad inevitable de que los aconteci-mientos vitales siguen su curso al margen de nuestras exi-gencias o deseos, la persona neurótica entra en la fase de des-moronamiento, caracterizada por pensamientos al estilo de:"No lo puedo soportar" que expresan la actitud personal dederrota, abandono y renuncia en contraposición al talantemás razonable de quien, ante una dificultad, aunque sea ine-

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2. Albert ELLIS: Razón y Emoción en Psicoterapia, Bilbao: Desclée De Brouwer,1980.

ludible, al menos trata de poner todos los medios a su alcan-ce para paliar en lo posible, sus consecuencias negativas.

Hace algunos meses, un buen amigo mío se tuvo que enfrentar aun diagnóstico de cáncer. Si bien eso le supuso un duro golpe, élsupo asimilar la situación con bastante serenidad de manera que, enla medida de lo posible, continuó realizando sus actividades habi-tuales y hasta disfrutando de momentos de esparcimiento con susamigos. Su esposa, por el contrario, se sumió en una desesperacióntan grande que llegó a abandonar su trabajo habitual y hubo de recu-rrir a tratamiento psiquiátrico para tratar de salir de su profundadepresión. Es un ejemplo ilustrativo de cómo a partir de una condi-ción vital incontrolable, unos, simplemente, ponen en marcha todossus recursos personales para hacerle frente de la mejor manera posi-ble, mientras que otros la convierten en un problema insoluble.

En cualquier caso, hay que aceptar como inevitables muchassituaciones que nos plantea la vida ante las cuales sólo cabe elrecurso de la adaptación y no utilizarlas como base para edificarsobre ellas un problema, aún mayor, de actitudes personales dehorripilación y rebeldía frente a lo que no está en nuestras manossolucionar. Podríamos decir que se trata de "problemas sin dueño"y por lo tanto, sin solución.

Actitudes frente a los problemas:

Negar el problemaMuchas veces, el intento de solución más primario e ineficaz que

activamos frente a un problema consiste en su negación. Es algo asícomo traspasar a la propia situación vital el "digno" desenlace que lazorra supo darle al episodio de las inalcanzables uvas. Lo malo esque ella se alejó con la cabeza muy alta, pero con el estómago vacío.

Cuestiones de dignidad personal o de prestigio social puedenllevar a la gente a adoptar posturas de negación de lo más eviden-te llegándose así a las paradójicas situaciones de los "secretos avoces" donde todo el mundo conoce el punto débil de alguien, peronadie lo menciona. Es algo parecido a lo que ocurría en el cuento

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de "El traje nuevo del emperador". Se organiza de esta manera unaespecie de juego con reglas tácitas que todos los participantes secomprometen a respetar. El juego puede continuar indefinidamen-te mientras alguien no haga explícita la trampa del "como si", encuyo caso ya no es posible prolongar más la partida.

Tengo una paciente paranoica de treinta y pocos años que vivecon sus padres en una pequeña aldea. Ella desconfía de casi todo elmundo; se siente vigilada, piensa que todos hablan de ella a susespaldas y que la observan continuamente. Cuando comenzó amanifestarse su problema, hace ya varios años, la familia se empe-ñó en ocultar lo que resultaba evidente para todos los vecinos quese acercaban por el domicilio de mi consultante –que eran todos loshabitantes de la aldea, como suele ocurrir en las localidades muypequeñas, donde todo el mundo se conoce. Así, los familiares deesta joven, cada vez que observaban que ella iba a iniciar alguno desus comportamientos estrafalarios o que decía incoherencias en pre-sencia de extraños, le ordenaban que se retirara a otro lugar; des-pués, una vez que habían despachado a la visita, la adoctrinabanseveramente acerca de lo que los demás podrían pensar de la fami-lia si ella se comportaba de manera rara y la conminaban a que nohiciera ni dijera nada en presencia de gente que no fuera de la casa.

El establecimiento de todo este complicado montaje dio comoresultado una serie de normas implícitas que, al ser escrupulosa-mente respetadas por todas las partes, condujo, inevitablemente, auna agravación del problema:

– Como había que ocultar la realidad del trastorno de la joven alvecindario, nadie en la familia debía hablar de ese tema. Losvecinos, al no hallar más que evasivas a su preguntas acercade la salud de la chica, obviaron también el tema hasta quellegó un momento en el que ya nadie hablaba del asunto aúncuando todos lo tenían presente.

– Para no dar pie a que los vecinos pensasen que algo andabamal con la chica, era necesario evitar en lo posible el contactode la joven con las gentes del pueblo. Para ello se recurrió aanimarla a que se quedara en casa y se dejase ver lo menosposible por sus vecinos.

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– Como refuerzo a la medida anterior, se inculcó en la chica laidea de que "algunas personas" son malas y sólo desean hacerdaño, por lo que es mejor evitarlas –al no especificársele quépersonas eran las malas, lo más lógico era desconfiar de todoel mundo y evitarlos a todos–.

De esta manera, con la presión interna de la familia y sin podercontar con un soporte social externo de relaciones normalizadascon las personas de su entorno, la joven se fue volviendo cada vezmás recelosa de la gente con lo que su comportamiento se volviócada vez más chocante y extraño; su familia fue tendiendo cada vezmás a ocultarla y los vecinos, ignorantes de la situación real asícomo del comportamiento que debían mantener frente a ella, evi-taban cada vez más su trato con lo que los recelos de la chica haciala gente resultaban confirmados por la actitud esquiva de aquellosque constituían su entorno social más inmediato.

Pero sin llegar a extremos tan dramáticos como la esquizofrenia,en cualquier familia se pueden hallar "secretos a voces", que perte-necen a la historia familiar, y que a pesar de ser conocidos portodos sus miembros, aparentemente todos los ignoran. VirginiaSatir3 consideraba como un elemento muy importante, a tenersiempre en cuenta en sus trabajos de "reconstrucción familiar",estos secretos que llegan a formar parte integrante del espíritu dela familia y vienen a constituirse como uno de los elementos confi-gurativos de la manera de ser común que impregna a todos losmiembros de un grupo familiar.

Por mucho que un padre intente ignorar la vida sexual de suhijo, es evidente que éste la está desarrollando de uno u otro modo;ignorar el tema no va a suponer una ayuda para el adolescente aun-que para el padre esa postura sí implique el alivio de no tener queentrar en temas delicados frente a los que probablemente se senti-rá incómodo y bastante perdido.

En definitiva, los problemas siguen molestando por más que laspartes implicadas en la situación conflictiva se empeñen en ignorarsu existencia. La técnica del avestruz que esconde la cabeza para no

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3. Virginia SATIR: Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar, México:Editorial Pax, 1991.

encarar el peligro que la acecha sólo conduce a una creciente faltade control que en nada va a beneficiar nuestro bienestar personal.

¿Es "malo" o está enfermo?La ideología personal implicada en la atribución de las causas

de una determinada situación indeseada constituye el factor deter-minante tanto a la hora de establecer quién es el responsable delproblema como los métodos a utilizar para intentar alcanzar unasolución satisfactoria.

En principio, la respuesta individual básica más frecuente quevamos a encontrar en el análisis de cualquier interacción proble-mática va a ser el intento de desimplicación de cada una de las par-tes por su lado y la atribución de la responsabilidad total al otroprotagonista. Este mecanismo básico de autodefensa nos ayuda aprotegernos de la ansiedad, pero a costa de perder el realismo y laobjetividad a través de los cuales, en lo posible, deberíamos tratarde enfocar cuanto está ocurriendo en la relación.

Una vez situada la responsabilidad del problema sobre el otro,sólo nos caben dos explicaciones "lógicas" para dar cuenta de sucomportamiento desviado según nuestro personal punto de vista:o bien esa persona actúa deliberadamente con maldad para crear-nos un conflicto, lo cual implicaría que es indigno de nuestro apre-cio, o bien sufre algún tipo de desarreglo orgánico o mental, esdecir, está enfermo, con lo cual quedaría atenuada su responsabili-dad y así podemos seguir dispensándole nuestro afecto a pesar detodo; lo único que habría que hacer, en este último caso, seríaponerlo en cura para recuperarlo plenamente.

La primera alternativa, la perversidad intrínseca, es muy difícilde aplicar cuando el problema se mantiene en relación con familia-res muy allegados: si alguien tiene que admitir que su hijo no estu-dia por "maldad", las preguntas que inevitablemente van a deri-varse de tan simplista explicación de las causas de su holgazaneríase van a referir al origen genético de ese malévolo temperamento("¿lo habrá heredado de la propia familia de quien se hace el cues-tionamiento...?) lo cual lleva a crearse un problema aún mayor porcuanto uno puede llegar a preguntarse acerca de sus propias poten-

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cialidades malignas. Es más cómodo, desde luego, achacar el pro-blema a una carencia: de vitaminas, de motivación o de cualidadespedagógicas en sus maestros. De este modo siempre queda a salvoel honor de la familia... aunque en cualquiera de los casos, la reali-dad sea que el chico corre un riesgo evidente de fracasar en susestudios. En todo caso, la hipótesis de la maldad suele aplicarsemás liberalmente a personas ajenas a la propia sangre.

Mas tranquilizadora parece la alternativa de la equivocación, elerror salvable o el trastorno transitorio porque siempre deja un res-quicio a la esperanza de recuperabilidad en cuanto se encuentra laclave –fármacos, persuasión o rituales– que haga que las cosasvuelvan a la normalidad.

No hace mucho tiempo recibí la visita de una esposa preocupadaporque había descubierto que su marido estaba frecuentando conasiduidad cierto club de alterne y se daba cuenta de que las cosasentre ellos se iban enfriando rápidamente. Después de que el mari-do, que había reconocido abiertamente la situación, accediese a man-tener una entrevista conmigo con vistas a organizar un plan de tera-pia familiar, recibí la llamada angustiada de la mujer para pregun-tarme cómo lo había encontrado y para confirmar su suposición ini-cial de que él iba a necesitar un determinado tratamiento psicofar-macológico que pusiese fin sus aventuras galantes. Pero cuando leexpliqué a ella que su marido no precisaba medicación alguna y quelo que íbamos a tener que hacer sería trabajar conjuntamente los trespara provocar un cambio en la situación, ella se mostró muy defrau-dada. Incluso me preguntó si no me había fijado en el extraño brillode la mirada del marido, síntoma para ella confirmatorio del trastor-no mental transitorio por el que debía estar pasando su esposo.

Muchos padres albergan las mismas expectativas respecto a losproblemas de rendimiento o comportamentales de sus hijos: vanbuscando que alguien le de unas "charlas" al chico para que éstereflexione y cambie a una conducta más ajustada. Pocos están dis-puestos a hacer algo por su parte para provocar un cambio en lasituación y encuentran la justificación a su postura pasiva precisa-mente en la idea de que el problema lo tiene el chico porque "es"vago o "le pasa algo".

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Traté en una ocasión a un muchacho de diecisiete años que pre-sentaba un notable problema de anorexia junto con un estadodepresivo de tal seriedad que lo había llevado a un intento de sui-cidio. Parte de las preocupaciones del muchacho se referían a sufuturo académico: De brillantes calificaciones, él quería cursar estu-dios superiores aunque por problemas económicos momentáneosde la familia, sus padres lo presionaban para que colgara los librosy preparase unas oposiciones sencillas que le permitieran contri-buir a sanear la economía doméstica. Tras explicarles a los padresla situación, éstos estuvieron de acuerdo en que era convenienteque el muchacho continuara estudios universitarios ya que, detodos modos, iban a poder hacer frente a los gastos derivados de lamatrícula y libros correspondientes.

El estado del chico comenzó a mejorar rápidamente; ganó peso,se le veía más animado y volvió a salir con sus amigos. Por eso meextraño su apremiante llamada unas semanas más tarde: Con lágri-mas en los ojos, me explicó que su padre había sido trasladado tem-poralmente por su empresa a otra ciudad distante varios cientos dekilómetros y que, en casa, le habían vuelto a insinuar que tal vezsería mejor que él dejase de estudiar y empezase a pensar en unasoposiciones. Cuando llamé de nuevo a la madre para hablar sobrela recaída del chico, ella me respondió muy cortante que ya sabía loque le pasaba a su hijo y que le habían asegurado que eso se cura-ba con determinadas inyecciones... Afortunadamente el muchachoestá en la actualidad terminando sus estudios de Empresariales.

A estas alturas, ya es el momento de decir explícitamente que elerror está en buscar las causas de un problema en la parte "equivo-cada" de la relación. El problema no reside en sólo uno de los pro-tagonistas de la situación conflictiva: el problema es la interacción,no la actitud personal de los miembros. Por eso, una terapia estra-tégica eficaz debe señalar como objetivo de su intervención no almiembro "culpable" o "enfermo", sino a la relación en sí misma.

Aunque la terapia sistémica, es decir la que centra su interés enlos sistemas sociales de los que forma parte un individuo, estácobrando una importancia y consideración cada vez mayores entrelos psicólogos, no deja de sorprender este enfoque a los terapeutas

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de formación tradicional, seguidores en el fondo del modelo médi-co clásico que busca la patología, el funcionamiento anómalo dedeterminadas estructuras psíquicas o las vivencias personales trau-máticas para actuar sobre ellas, "intrapsíquicamente".

El énfasis sobre la interacción, antes que sobre la patología indi-vidual, arranca del concepto de "cismogénesis"4 de Gregory Bateson5

quien en su estudio antropológico de la tribu Iatmul llega a la con-clusión de que para comprender el comportamiento de un indivi-duo, hay que tener en cuenta los lazos que establece con las perso-nas de su entorno social y así, "cismogénesis" viene a ser el "proce-so de diferenciación en las normas de comportamiento individual resul-tante de interacciones acumulativas entre unos individuos"

Sólo desde un punto de vista integrador se puede lograr un pro-greso efectivo en el caso de mi paciente paranoide, que no apren-derá a confiar en la gente a menos que su entorno familiar afloje supresión constante para mantener oculto el secreto a voces de sudemencia; por supuesto que ella sufre delirios, pero ¿su ocurrenciano estará relacionada con la actitud de prevención que le transmitesu entorno? Del mismo modo, el marido calavera sólo se dará unaoportunidad de rectificar su comportamiento cuando encuentreuna relación diferente a la que ha mantenido hasta ahora con sumujer; naturalmente que él no debería haber incurrido en una con-ducta tan deshonesta con su esposa, pero ¿no estarán acaso pre-sentes los factores que le llevaron a buscar esa loca aventura más enla deteriorada convivencia actual de ambos esposos que en laenfermiza mentalidad de calavera del marido?

Mientras culturalmente se siga patologizando a quien se desvíade las normas establecidas y se pretenda solucionar el problema

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4. Bateson sostiene que en las sociedades occidentales, la diferenciación de ungrupo respecto a su sociedad matriz se produce de una manera "herética";es decir, mediante la adopción de nuevas costumbres diferenciadoras,mientras que algunas sociedades primitivas, como los Iatmul, la segrega-ción de grupos sociales diferenciados sigue una pauta "cismática": hay uncambio de líderes, pero no de dogma

5. Gregory BATESON: Naven: a survey of the problems suggested by a composite pictu-re of the culture of a New Guinea Tribe drawn from three points of view, Cambridge:Cambridge University Press, Reimp. McMillan Co. Nueva York, 1937.

enderezando sólo al sujeto desviado, sin intervenir para nada en suambiente más inmediato, lo único razonable es esperar que esemismo ambiente intacto, las relaciones cotidianas habituales, con-tribuirán una y otra vez a arrastrar al "paciente manifiesto" a sudesvío, a menos que se llegue a implementar una nueva pauta derelaciones entre el sujeto y quienes con él conviven.

Pero no sólo la conceptualización de los problemas se deberíaenfocar desde un punto de vista interactivo; como tendremos oca-sión de ver, también las posibles soluciones van a tener un caráctercompartido, de modo que, siempre, el comportamiento de una delas partes afecta a la conducta de las demás pudiendo su influjocontribuir al mantenimiento del problema o bien aportando unavía para lograr un cambio en la situación.

Paul Watzlavick6 propone el ejemplo de dos marineros haciendobordo por las bandas opuestas de una embarcación: cuanto más seinclina uno hacia afuera, más tiene que inclinarse el otro por subanda para mantener el equilibrio de la embarcación; de esta mane-ra, en muchos sistemas familiares o de relación humana en general,se llega a alcanzar una posición precaria a base de un equilibrio defuerzas contrapuestas que, a menudo, resulta muy incómodo paraambas partes.

La práctica de la teoría

1.- A lo largo de este capítulo se han referido diferentes ejemplosde interacciones problemáticas. Como ejercicio práctico se proponeal lector que repase los ejemplos de "la joven paranoica", "el mari-do infiel" y "el joven depresivo" para:

a) Identificar a los personajes entre los cuales se mantiene lasituación conflictiva en cada caso.

b) Asignar a cada uno de los personajes los problemas implíci-tos en la situación que le son propios.

c) Determinar los posibles problemas compartidos por ambaspartes en cada situación.

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6. Paul WATZLAWICK, John H. WEAKLAND y Richard FISH: Cambio, Barcelona:Herder, 1989.

Al final del capítulo se sugiere una posible solución. Es posibleque la propuesta de cada lector difiera de la indicada; eso es nor-mal y ninguna de ellas se debe considerar como errónea; es sim-plemente un reflejo de cómo la misma realidad puede ser objeto dediferentes enfoques, necesariamente parciales todos ellos y ningu-no superior al otro.

2.- Como segundo ejercicio se propone llevar a la vida prácticalas sugerencias del capítulo, permaneciendo atento a las diferentesinteracciones conflictivas que tienen lugar en los ambientes habi-tuales y adoptando la postura de "árbitro" o "juez" que asigna acada cual su parte correspondiente del problema.

Es importante, sobre todo, ser consciente de las propias atribu-ciones a las causas profundas del problema detectado:

– ¿El problema se debe, fundamentalmente, a otra persona o auno mismo?

– ¿Está causado por alguna "patología" sufrida por el responsa-ble: rasgo de carácter, trastorno, ofuscación, etc.?

– ¿De qué manera el propio comportamiento puede afectar a laaparición o al mantenimiento de la situación problemática?

– ¿Se trata de una situación que se produzca con frecuencia enla vida personal?

– ¿Existe una categoría de problemas "típicos" en los que uno seve envuelto sin saber exactamente de qué manera?

Resumen

– Tiene un problema quien formula una queja explícita ohace una demanda de cambio en relación a una situación deter-minada.

– Sólo el "dueño" del problema puede darle solución.– La causa de los problemas de relación no estriba en la

"maldad" o en déficits de sus protagonistas, sino en la anómalarelación entre los implicados.

– El problema es la interacción, no la actitud personal de susprotagonistas.

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Posible solución al ejercicio 1:

Personajes

Situación 1- joven paranoica.

- familiares.

- vecinos.

Situación 2- marido.

- esposa.

Situación 3- joven depresivo.

- padres.

Problemaindividual

-angustia, temor deque le puedan hacerdaño.-vergüenza por tenerun miembro de lafamilia perturbado.-no tienen ningúnproblema en estainteracción concreta.

-insatisfacción en larelación marital.-temor a perder a sumarido, abandono.

-problemas de auto-imagen (anorexia).-temor de no podercontinuar los estu-dios.-baja tolerancia a lafrustración.-problemas econó-micos.-ansiedad/ira ante ladepresión del hijo.-planes inconstantes.

Problemacompartido

- presión para ocul-tar la situación.

- relación insatisfac-toria para ambos.

- inseguridad en elfuturo.

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3SOLUCIONES INTENTADAS

"A fin de salvar la ciudad, tuvimos que destruirla"

(Informe del comandante de una unidadnorteamericana en Vietnam)

Los mapas mentales

"Lo he intentado todo y no consigo que mi hijo se siente a la mesay coma"; "por más que lo intento ,no logro liberarme de mis pensa-mientos obsesivos"; "no puedo dejar de fumar y eso me desespera"...

"El hombre es el único animal que tropieza dos veces en lamisma piedra" dice el proverbio. Y no sólo dos, sino que, amenudo, se producen bastantes tropezones más. Con fre-cuencia, la gente tiene la sensación de encontrarse en un calle-jón sin salida, atrapados en la dinámica de sus problemas queles llevan una y otra vez a recorrer el mismo trayecto paraalcanzar, finalmente, el inevitable resultado indeseable delque desean verse libres; la música de fondo de su existenciaparece componerse de un único tema repetido una y otra vezcomo un "canon" barroco que vuelve constantemente sobrelas mismas notas.

Y si bien se mira, un problema típico posee una estructuradeterminada, una partitura que es posible objetivar si seposee la suficiente lucidez como para distanciarse emocional-mente de las resonancias afectivas desagradables que la situa-ción despierta y adoptar el talante científico del antropólogo

que se dedica a tomar nota, desapasionadamente, de la ceremoniaritual que se desarrolla en la comunidad que desea estudiar.

Desde una primera aproximación simplista pudiera parecer quelos humanos tendemos a desarrollar, paradójicamente, comporta-mientos altamente irracionales frente a las situaciones más o menosamenazadoras a las que debemos hacer frente cada día. Lo cierto,sin embargo, es que, en general, somos rigurosamente lógicos...sólo que solemos aplicar nuestras estrictas reglas racionales a par-tir de premisas absurdas y, consecuentemente, todo el edificioracionalista acaba desmoronándose sobre el incauto que intentahallar en él su refugio.

Por extraño que pueda sonar, los humanos no reaccionamosdirectamente frente a los acontecimientos, sino ante nuestra perso-nal interpretación y valoración de los hechos. Concebimos unaimagen del mundo constituida por prejuicios, atribuciones, expec-tativas y sistemas cerrados de clasificación y después ya no res-pondemos a la realidad objetiva de cuanto se cruza en nuestrocamino, sino al producto subjetivo resultante de aplicar todos esosesquemas mentales a los estímulos ambientales que continuamen-te inciden sobre nosotros, al mapa cognitivo que de manera indivi-dual construimos sobre la realidad.

Es como llevar el timón de una nave en medio de la niebla: Unavez localizada la enfilación de dos puntos conocidos de la costa, nodeterminamos nuestra situación directamente sobre las aguas querodean a nuestra embarcación, sino sobre la carta marina que des-plegamos en la mesa y así podemos prever bancos de arena ocul-tos a nuestra visión y determinar de antemano un nuevo rumbohacia el punto de destino. La seguridad de la navegación dependede la fiabilidad del mapa. Lo malo es que los "mapas cognitivos",lejos de reflejar arrecifes objetivos, están más bien plagados deescollos asentados sobre prevenciones personales, a menudosobredimensionadas.

Por ejemplo, alguien que ha tenido experiencias de rechazo enalgún momento crítico de su vida, seguramente se habrá formadouna matriz mental de expectativas negativas en relación a lo quepuede esperar de los demás, que va a constituir la base de su acti-

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tud frente a las personas con las que llegue a interactuar en su vidacotidiana. Con toda probabilidad, desarrollará una postura típica-mente defensiva ante los demás como consecuencia del núcleo decreencias individuales sobre su propio valor personal y su capaci-dad de protegerse frente a los otros, así como respecto a las atribu-ciones relativas a sus intenciones y propósitos.

Este "mapa mental" será el punto de referencia para cada una delas situaciones cotidianas que se le puedan presentar. De estemodo, ante la posible propuesta de invertir en una empresa o nego-cio, sus pensamientos adquirirán la forma de: "se quieren aprovecharde mi"; "se van a beneficiar a mi costa", etc. y su respuesta más pro-bable será una negativa a la proposición. En cambio, la personaque, en función de sus vivencias, ha llegado a elaborar mapas cog-nitivos de confianza en sí mismo y en los demás, desarrollará unavisión mucho más positiva de la situación y se mostrará más pro-clive a participar en el negocio.

Pero a diferencia de los geográficos, los mapas mentales no sesuelen comparar con la realidad: mientras que, por ejemplo, en elocéano se puede constatar que, por la acción erosiva de las corrien-tes, donde originalmente estaba señalado un banco de arena existeahora calado suficiente, de modo que resulta posible rectificar lainformación en las futuras ediciones de la carta marina, a nivel cog-nitivo no siempre se procede a confrontar la información codifica-da en los archivos mentales correspondientes con los elementos dela realidad y, a menudo, quien parte de un prejuicio acerca de lasaviesas intenciones del prójimo, no se molesta en comprobar esedato, sino que al activar su postura defensiva –evitando así la inte-racción con el otro interlocutor– refuerza la creencia inicial en lamalevolencia de sus propósitos.

Un marido, inesperadamente, se presenta en su casa con unradiante ramo de rosas para su esposa. La pregunta es: ¿cómo reac-cionará la sorprendida mujer ante una atención tan inusual en elrepertorio de comportamientos de su cónyuge?

Podemos sentirnos tentados a responder que se sentirá encanta-da. Sin embargo, no deberíamos perder de vista que ella no va areaccionar directamente a la presencia de las flores (ese sería el

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comportamiento elemental de una abeja) sino al significado quepercibe en esta pauta no verbal del marido. Y tal significado lo va abuscar en la sección de su atlas mental correspondiente a "atribu-ción de intenciones a actos inesperados". Si la confección de esemapa se ha regido por criterios de desconfianza –lo que algunosautores llaman "protensión"1– ella pensará, probablemente, que setrata de un intento de desagravio por parte del esposo que buscacongraciarse por algún ignoto incidente del cual, de todos modos,ella no tardará en enterarse. En este caso, el resultado, entonces, vaa ser una reacción de alarma, más que un sentimiento de agradablesorpresa, por parte de la mujer. También puede que la actitud deprevención de la esposa no alcance cotas tan elevadas y, simple-mente, se limite a ponerse enguardia ante la posible petición que,seguramente, se oculta tras elramo de rosas en cuyo caso suactitud será de expectacióndefensiva. Finalmente puedeocurrir, como no, que la esposaconsidere el detalle de las flo-res como una muestra de sin-cero cariño de su marido, sinsegundas intenciones, con loque su reacción será, evidente-mente, un sentimiento agrada-ble de sorpresa y de cordialagradecimiento hacia el simpático detalle.

Keyser2 formuló el "Principio del destino y la libertad": Tenemosla libertad (de acuerdo con las leyes del pensamiento) para elegir nuestrassuposiciones, pero una vez elegidas, las consecuencias las siguen con un"destino lógico".

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1. Protensión es un término descriptivo del Cuestionario 16 PF de R.B. Cattellse y se refiere a una excesiva desconfiabilidad acerca de las intenciones aje-nas. Corresponde a ese tipo de personas que mantienen una actitud bási-camente defensiva ante los demás.

2. Citado en: Isabel CARO: Semántica General y Psicoterapia, Valencia: Promoli-bro, 1992.

Nos atreveríamos a matizar que esta libertad de elección denuestros supuestos personales a través de los cuales vamos a enjui-ciar todos los acontecimientos de nuestras vidas es sólo una liber-tad relativa, precisamente debido a nuestra cualidad social de sereshumanos que nos aboca a la imitación de pautas, posturas y rolesen el momento crítico de comenzar a construir la estructura de lapropia personalidad. En todo caso, nuestra responsabilidad comoadultos consiste en investigar nuestras suposiciones para descubrirsi están basadas en hechos objetivos o son, más bien, el fruto deunos rígidos esquemas mentales que dificultan nuestro desarrollopersonal.

El nivel de la solución

Si bien nos fijamos, los problemas que a diario tenemos queafrontar son persistentes. La misma inquietud nos asalta una y otravez y no encontramos la manera de desprendernos de ella. La acti-tud de resignación impotente nos lleva a aceptar muchas situacio-nes incómodas de nuestro vivir diciéndonos que esto es lo que nos"ha tocado"; que es nuestro "destino" y que la única actitud razona-ble frente a ello es la resignación.

Pero un hijo rebelde, unas condiciones de trabajo penosas, unadepresión persistente o un cónyuge despreocupado no son "prue-bas" que se nos ponen para que, con nuestro callado sufrimiento,lleguemos a conquistar el cielo, sino, más bien, consecuencias delestilo de relación que, a diario, mantenemos con cuantos nos rode-an y con nosotros mismos. Estilo que, como hemos explicado, estápredeterminado por nuestros esquemas mentales.

La perpetuación de un problema puede explicarse por variascausas. Los motivos generales de persistencia de una situaciónindeseable ya se han analizado en el capítulo anterior:

– Negar la existencia del problema es el medio más eficaz paraque el conflicto persista. En las asociaciones de ayuda a alcohólicos,por ejemplo, el primer paso que se espera por parte de quien deseaser ayudado es que reconozca la presencia de ese problema en su

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vida; de lo contrario es imposible que pueda hacer nada para supe-rarlo. Negar que un problema existe conduce a la inmovilidad en elseno del propio conflicto.

– Convertir en problema aquello que no lo es, constituye tam-bién una manera eficaz de amargarse la existencia. Es el procedi-miento de quienes consideran indeseables ciertas circunstanciasineludibles de su existir, como el hecho de envejecer; realidades delas que más que escapar, hay que saber afrontarlas como elementossobre los cuales apoyar los diseños realistas de futuro, los proyec-tos de vida, el sentido del propio existir. Considerar como proble-mático lo que simplemente es natural, conduce a falsear los datosde la propia existencia convirtiendo la vida en un autoengaño infe-cundo por el que se llega a valorar más el aspecto del envoltorioque la riqueza de la mercancía principal, perdiendo el tiempo ensuperficialidades cosméticas en lugar de emplearlo en accionesrealmente importantes.

– Atribuir el problema a quien no le corresponde hace que lasituación quede sin solucionar. El responsable del conflicto se niegaa emprender los cambios que podrían abrir una vía hacia su reso-lución y, en cambio, se empeña en culpabilizar a otros. Si este dina-mismo se perpetúa, es evidente que la dificultad queda sin resolvery la insatisfacción llega a convertirse en la música de fondo de cadauno de los instantes de la vida.

– Emitir mensajes de doble significación resulta demoledor parael destinatario de la comunicación que no sabe qué sentido atribuira la interacción de la que forma parte. Los mensajes de "doble vín-culo" han sido propuestos por G. Bateson3 como el origen de laesquizofrenia. Imaginemos una madre despidiendo a su hijopequeño que, todo ilusionado, parte por primera vez de excursióncon sus compañeros de colegio:

– "Diviértete mucho –le recomienda su madre– no te preocupes porel dinero y compra todo lo que te parezca bien".

A la vuelta de la excursión el niño, lo mismo que la mayoría desus compañeros, se ha gastado casi todo el dinero en helados y

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3. Gregory BATESON, Don JACKSON, Jay HALLEY y John WEAKLAND: A theory ofSchizophrenia, "Behavioral Science", 1956, 1.

chucherías de modo que cuando su madre se interesa por cuántodinero trae de vuelta, el pequeño apenas si puede reunir unaspocas monedas. Entonces, la esquizofrenogénica4 madre amones-ta severamente al niño no sólo por derrochador sino también porno haberse acordado de ella trayéndole algún recuerdo de suexcursión.

Si analizamos con cuidado todas las posibilidades anteriores,podemos encontrar que, la mayor parte de las veces, los conflictosse consolidan de manera permanente porque, en algún lugar de suestructura, existe un cruce de niveles entre planteamientos de basey aplicación de soluciones que imposibilita el cambio de situación.

Para esclarecer el tema de los "niveles" podemos utilizar un de-terminado mapa cognitivo que sirve como modelo para ilustrarciertos aspectos de la realidad:

Imaginemos una madre empeñada en la lucha diaria de la edu-cación de su hija quinceañera. La madre desea que la chica desa-rrolle determinados hábitos –tales como orden, limpieza y dispo-sición hacia el trabajo– que, a su vez, reflejarán una cierta actitudpersonal de responsabilidad, meta real de los esfuerzos educado-res de la madre. La chica, sin embargo, por más que la buena de lamujer la sermonea, amenaza, castiga o riñe, mantiene su habita-ción en un constante caos de ropa amontonada, discos tirados portodas partes, cama perpetuamente deshecha y zapatos despareja-dos. La madre, como la mayor parte de las madres, mantiene eneste terreno una guerra con su hija que sólo concluirá cuando éstaabandone el hogar familiar para instalarse con su marido en supropio hogar.

En casos semejantes al descrito, lo que ocurre es que el proble-ma está teniendo lugar en un determinado nivel de realidad –elcomportamiento de la chica– pero la madre se empeña en aplicaruna solución en otro nivel diferente –el del carácter de la chica. Esdecir, que la madre no se limita a negociar con su hija una serie de

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4. El término "esquizofrenogénico" se aplica a aquellos progenitores que sue-len utilizar términos de doble significado de tal modo que al desconcertarsistemáticamente a aquellos con quienes mantienen una interacción coti-diana, provocan en ellos una ruptura con la realidad; es decir, una psicosis.

cambios concretos de conducta –lo que "deberías hacer"– sino que leexige un cambio de actitud personal –"cómo deberías de ser".

Ocurre como si nuestra personalidad tuviera una estructurapiramidal, de manera que en la base se encuentran los elementosmás sencillos, las conductas manifiestas, y a medida que ascende-mos de nivel nos encontramos con factores más íntimos y difícilesde observar directamente. En el ejemplo propuesto, la madre, a tra-vés de la guerra del dormitorio, persigue insertar en el nivel "ACTI-TUDES" de su hija elementos muy importantes en la personalidadde todo joven como "autonomía" y "responsabilidad"; pero para lle-gar eficazmente a ese nivel, hay que subir la escala desde el primerpeldaño de "COMPORTAMIENTOS" y centrarse en aspectos muyconcretos de la realidad tales como "cama hecha", "zapatos recogi-dos en la parte baja delarmario", "jerseys coloca-dos en el estante corres-pondiente, etc."... situa-ción de orden y limpiezade la que la chica, porotra parte, se beneficiacada día porque, al final,termina propiciándola lapropia madre tras la habi-tual riña a la que la jovenya estará acostumbrada.

Otro tanto ocurre, por ejemplo, con la persona gravementedeprimida, o con quien sufre algún tipo de fobia incapacitante. Enel nivel de la actitud personal se ha instalado una pauta de desá-nimo o de evitación de determinada conducta. La solución no va allegar mediante el análisis de los posibles traumas causantes de laactual situación de paralización emocional o de comportamiento,sino más probablemente a partir de la instauración de determina-das conductas –actividades sencillas frente al sentimiento de inca-pacidad del depresivo y afrontamiento gradual de la situacióntemida por parte del sujeto fóbico– que comiencen a contrarrestarla inmovilidad inicial y que, al repetirse, puedan llegar a constituir

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IDENTIDAD

CREENCIAS

ACTITUDES

HÁBITOS

COMPORTAMIENTO

nuevos hábitos de comportamiento facilitadores, a su vez de unanueva actitud personal, abierta a nuevas expectativas y creenciasdiferentes sobre las propias capacidades que, finalmente, desem-boquen en una nueva conceptualización acerca de la propia per-sonalidad.

Paul Watzlawick5 recurre al concepto matemático de grupo paraexplicar que muchos problemas adquieren la estructura de "círculovicioso" comentada en el capítulo I, de tal manera que la soluciónintentada se convierte, en realidad, en parte constituyente del pro-blema de manera que su aplicación sólo contribuye a alimentarlo.

Por ejemplo, un agorafóbico que en determinadas situacionesexperimenta las señales típicas de un ataque de pánico: sudora-ción, sensación de vértigo, aceleramiento de la tasa cardíaca ydemás síntomas, tiende a suponer que sólo va a poder enfrentarsea los estímulos temidos a partir de un nivel de relajación fisiológi-ca que le permita hacer más soportables todas esas sensaciones.Así, hay un conjunto de elementos –situación temida, comporta-miento de evitar o mantenerse en dicha situación, respuestas fisio-lógicas de angustia, etc.– que se relacionan según unas "operacio-nes" o reglas determinadas. Entre tales normas, se sitúan la creen-cia en la escalada de las propias sensaciones fisiológicas, que sesupone llegarán a situarse totalmente fuera de control provocandoun ataque cardíaco, y la única maniobra de control concebible: reti-rarse de la situación.

Así, el único modo imaginable de rebajar los niveles de angus-tia para atreverse a hacer frente a la situación de una manera másconfortable es... alejándose de la situación, con lo que, a su vez, elúnico resultado previsible a largo plazo será la continuación deltemor fóbico a las situaciones asociadas con la ocurrencia de losataques de pánico. De este modo, toda la cadena de comporta-miento se mantiene siempre en un mismo nivel, digamos el nivel 1.

Pero para que se produzca un cambio efectivo en la situación,será necesario provocar un cambio de segundo orden, es decir,introducir algún elemento nuevo en el orden de creencias, expecta-

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5. Paul WATZLAWICK, John H. WEAKLAND y Richard FISCH: Cambio, Barcelona:Herder, 1976.

tivas o comportamientos que no esté originariamente incluido enese nivel de partida. Por ejemplo, un intento deliberado de aumen-tar los niveles de angustia arriesgándose a que sobrevenga un des-vanecimiento que ponga fin a la insoportabilidad de la situación, ouna actitud experimental que lleve a tomar nota minuciosa detodas las señales fisiológicas que acompañan al estado de angustiaexperimentado en esa situación (¿se perciben los latidos del cora-zón sólo en el pecho o también en la garganta, las sienes, las muñe-cas, los tobillos...?; ¿en qué zonas del cuerpo se produce sudora-ción?, ¿cómo se puede cuantificar la cantidad de sudor...?)

Todos estos "descabellados" comportamientos que no estánpresentes originariamente en el nivel donde se produce el círculovicioso de la angustia tienen que ser introducidos necesariamentedesde otros niveles diferentes (nuevas creencias, aceptación deriesgos...) con lo cual se posibilitan el inicio de nuevos comporta-mientos diferentes a la evitación persistente de la situación ansió-gena.

Más de lo mismo

A veces se intenta abrir una vía de solución a partir de un cam-bio ficticio:

"Si le digo a mi hija que recoja su habitación, entonces se tumba enci-ma de la cama con los cascos, se aísla de todo y no me hace caso. Cuandole riño, me llama dictadora y me acusa de que siempre quiero que se hagami voluntad, o bien, si me enfado de verdad, se marcha llorando a su cuar-to y allí se encierra toda la tarde. A veces, cuando la pillo de buenas, tratode razonar con ella haciéndole ver que tiene que acostumbrarse a llevaruna casa y que el orden es algo fundamental..."

Órdenes directas, reprimendas, razonamientos; ¿tres estrategiasdiferentes? Solamente en apariencia; en el fondo son tres manerasde presentar una misma actitud: "Por la malas o por las buenas, tienesque hacer lo que yo te digo". El cambio verdadero en una situacióncomo ésta requiere algo más que el simple maquillaje formal de lademanda materna; es necesaria una nueva pauta de interacción con

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la hija. Algo completamente diferente a las reglas de actuaciónimplícitamente aprobadas por ambas partes a lo largo de los añosde cooperación mutua en el mantenimiento del problema.

Las operaciones o "reglas de juego" son bien conocidas porambas partes aunque no pueden hacerse explícitas entre los "juga-dores" porque entonces dejarían de tener valor y habría que susti-tuirlas por otras diferentes, con todo el coste de riesgo e incerti-dumbre que eso implica.

Cuando Fina tuvo a su hijo, los padres de ella se volcaron en elbebé hasta el punto de que prácticamente se lo arrebataron con laexcusa de que la joven madre tenía antecedentes de epilepsia ynecesitaba noches tranquilas para que no empeorase su habitual-mente irascible temperamento con las pequeñas frustraciones deri-vadas inevitablemente de la necesaria atención nocturna que elniño requería. La regla aparente era "nosotros cuidamos tu bebé paraque tú descanses y te repongas". La pauta de comportamiento efecti-va, por el contrario, podía interpretarse como: "Eres una madreinmadura e incapaz: Sólo conseguirás traumatizar a tu hijo con tu malgenio. Nosotros nos haremos cargo de la educación del niño por su bien ypor el tuyo".

Al romperse el matrimonio unos meses después por causas queno vienen a cuento, la anterior regla implícita dio pie a la jovenpara desarrollar toda una serie de comportamientos más propiosde una delincuente juvenil que de una madre responsable, preocu-pada por la educación de su hijo: salidas nocturnas hasta altashoras, violencia física contra sus propios padres, "amenaza" de vol-ver con su ex-marido llevándose consigo al niño, etc.

Por su parte, los padres intentaron tres soluciones "diferentes": 1. Razonar por las buenas con la chica para tratar de hacerle

comprender lo inapropiado de su comportamiento y exhor-tarla a la adopción de una actitud más responsable.

2. Conducirla al psiquiatra, quien determinó la necesidad deincrementar las dosis que venía tomando de ansiolíticos.

3. Forzarla a que iniciara un período de psicoterapia con la fina-lidad de que alguien ajeno al entorno familiar le "diera unascharlas" que la hicieran entrar en razón.

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Pero las tres vías de solución comparten un único denominadorcomún: La chica está trastornada, enferma, y de ninguna manera sepuede hacer cargo de su hijo. Aquí el juego consistía en que los abue-los no deseaban renunciar al encanto de hacerse cargo de un niñopequeño que volvía a traerles una chispa de ilusión a sus vidas y lamadre del niño no deseaba soportar las pequeñas incomodidadesde la crianza de su hijo: la abuela jugaba a ser madre y la madre aestar "desquiciada".

Naturalmente que la joven madre necesitaba terapia individualy hasta estoy de acuerdo en que le venía bien una cierta dosis deansiolíticos. Pero la solución efectiva a todo ese panorama no podíaperder de vista las pautas de interacción que se habían establecidoentre todos los protagonistas de la historia que, de un modo tácito,seguían las reglas del juego silencioso que conjuntamente habíanllegado a crear.

La táctica del "más de lo mismo" parte del supuesto de que exis-te sólo una actitud razonable ante un problema determinado y quesi no se logra alcanzar el resultado apetecido, la única solución sen-sata consistirá en amplificar la intensidad de los esfuerzos, perosiempre apuntando en la misma dirección, como si el esperadoefecto terapéutico hubiera de producirse con dosis más altas deidéntica "actitud razonable". El verdadero resultado, sin embargo,suele consistir en un incremento del problema mismo, ya se tratedel comportamiento indeseable de otra persona o bien de actitudes,conductas o emociones propias.

El error de partida está en la premisa inicial de muchos denuestros supuestos vitales. Como ya hemos apuntado, no es quelos seres humanos actuemos de una manera consistentementeilógica, es sólo que aplicamos una lógica rigurosa a partir depostulados equivocados. De ese modo, el resultado final delrazonamiento es una falacia redundante. Conozco, por ejemplo,el caso de una persona que se ha estado sometiendo a trata-miento por depresión durante varios meses. En vista de que suestado no mejoraba todo lo rápidamente que él desearía, decidióaplicarse la regla elemental del cambio e intentar algo diferente;de este modo, optó por prescindir de los psicofármacos que

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habitualmente venía tomando y empezar un tratamiento home-opático...

El supuesto sobre el que se monta este cambio aparente es el deque la depresión es una enfermedad del mismo nivel que la gripe;es indiferente lo que uno haga o deje de hacer para sacudirse deencima el pertinaz abatimiento que acompaña a este estado ya quela solución ha de venir por vía medicamentosa. Por lo tanto, si nofunciona el compuesto A, parece sensato intentarlo con el prepara-do B. Pero la variación inducida en esta situación (producto home-opático) es un simple cambio de nivel 1; se sitúa en el mismo planode la anterior relación depresión-psicofármaco-depresión. Noaporta una modificación cualitativa como la que podría derivarse,por ejemplo, de un incremento de actividades y así, el círculo vicio-so inicial se convierte en otro de idéntica estructura que, previsi-blemente, conducirá al mismo resultado.

Empleando un símil geográfico, podemos pensar que a vecesnos comportamos como si nuestros mapas mentales se correspon-dieran con la creencia de que la Tierra es plana. Nos asusta investi-gar nuevas posibilidades si ello implica partir de premisas pococonvencionales y perdemos de vista que son, precisamente, esaspremisas las que nos mantienen atados a nuestros propios prejui-cios. Creemos estar en "lo cierto" cuando, en realidad, sólo alcanza-mos a atisbar un diminuto fragmento del todo global. Nos creemosque nuestra cueva es el mundo entero y no conocemos la montañaque la sustenta, ni el paraje en el que se enclava la montaña, laregión de la que forma parte el paraje... Por eso, un cierto relativis-mo más que un dogmatismo inamovible es, a menudo, la actitudmentalmente más sana.

Cuando, en el análisis de los datos, nos encontramos reiterada-mente con que, a pesar de las acciones emprendidas para solucio-nar un conflicto, desembocamos siempre en el mismo resultadoindeseable –la rabieta del hijo, el abuso de autoridad del jefe, laindiferencia del cónyuge, etc.– es lógico empezar a considerar queuna buena parte del problema está constituida, en realidad, por lasolución recurrentemente intentada. Lo sensato entonces es apli-carse a buscar el eslabón más débil del círculo vicioso para hacer

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saltar el circuito y poder iniciar así un trayecto nuevo que nos con-duzca a una situación diferente.

Pero en lo más profundo del bosque es difícil percibir el sende-ro que puede conducir a la salida; a veces es necesario buscar unaperspectiva aérea para alcanzar una visión de conjunto de todo elentramado de caminos, sendas y atajos en el que fácilmente pode-mos desorientarnos con nuestra miope mirada a ras de suelo. Locual, traducido al terreno de nuestras cuitas personales, significaque, para salir del atolladero personal en el que a veces nos encon-tramos atascados repitiendo una y otra vez las mismas pautas decomportamiento estéril, puede ser muy oportuno recurrir a unpunto de vista externo –consejero, terapeuta, persona desimplicadade la situación– o bien buscar un plano más elevado sobre el queencaramarnos para conseguir ampliar el propio campo de visión.

La práctica de la teoría

En vista de lo anterior, parece que el primer paso hacia la reso-lución efectiva de cualquier dificultad que nos preocupe en unmomento dado debe estar constituido por el análisis cuidadoso dela solución que estamos intentando aplicar al problema.

A menudo, cuando interrogamos a alguien sobre las dificulta-des que experimenta, obtenemos respuestas muy genéricas,comentarios imprecisos que, aunque a nuestro interlocutor puedenparecerle totalmente explícitos, en realidad dejan un montón delagunas informativas a la hora de confeccionar un mapa de la situa-ción, tanto del problema en sí como de las acciones específicasemprendidas para solucionarlo.

Los padres de Gonzalo, un chico de catorce años con serios pro-blemas de obesidad (pesa ciento seis kilos) se quejan de que "pormás que lo intentan" no consiguen romper la pauta del muchachoque engulle su comida a toda prisa, sin apenas masticar los boca-dos. Explorando un poco más las soluciones intentadas nos encon-tramos con una estructura de comportamiento típica que sueleseguir esta pauta:

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1. La madre no interviene. El padre exhorta a Gonzalo a quecoma más despacio dándole una "orden blanda" directa enese sentido (sin mucho convencimiento). O bien adopta unaactitud más "razonadora" y pregunta al chico si le gusta loque está comiendo. Como la respuesta de Gonzalo es afirma-tiva, su padre le explica que si comiera más despacio disfru-taría aún más de la comida.

2. Gonzalo contesta de mal humor que si come más despacio, lacomida no le sabe a nada. Se pone nervioso y acelera un pocoel ritmo de ingestión.

3. El padre se sonríe, menea la cabeza o hace algún comentariodel estilo "es imposible poder razonar contigo" y sigue comien-do. La madre se ocupa de los pequeños detalles de la mesa ylas viandas, ajena a la interacción padre-hijo. Gonzalo termi-na su comida y se va rápidamente a ver la televisión (los díasque los padres consiguen que se siente a comer con ellos a lamesa).

Es evidente que estos padres no han intentado muchas cosas; enrealidad, sólo mantienen una pauta única para tratar de corregir lanefasta manera de engullir del chico. En todo caso, no lo han inten-tado "todo":

– No han probado a ponerle porciones minúsculas de comida enel plato.

– O a darle la comida tan caliente que no le quede más remedioque esperar un rato antes de engullirla.

– Ni a guardar el cable de la televisión hasta la noche.– A hacer comer al chico, cada día, de pie sobre la báscula.Ni otras muchas "maldades" que es posible que repugnen al

"sentido común" pero que pueden convertirse en puertas abiertashacia un cambio de comportamiento en el muchacho.

El primer ejercicio, por lo tanto, va a consistir en centrarse en elproblema personal que se ha elegido en los capítulos anteriores, uotro que resulte más apremiante, e identificar la solución –o solu-ciones– que se ha intentado aplicar típicamente como forma deponerle término. Una vez reconocida la pauta habitual de reacciónal problema, se procederá a analizarla minuciosamente, como si

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realizáramos su "autopsia", del modo más objetivo y desapasiona-do posible, teniendo presente que cualquier comportamientopuede diseccionarse en tres estratos interconexionados:

– El nivel fisiológico. Aquí se producen las respuestas más ele-mentales y automáticas, dependientes del sistema nervioso autó-nomo: secreción salival, variaciones en la tasa cardíaca o de ten-sión arterial, erizamiento del cabello y otras muchas cuyo controlno resulta inmediatamente accesible de manera voluntaria.Algunos de estos componentes se pueden modificar a través detécnicas de relajación o similares. En el anterior ejemplo deGonzalo, el chico obeso, no tenemos constatación de las respuestasfisiológicas de ninguno de los protagonistas por no considerarlasrelevantes al caso (otro asunto sería si se tratara de un problemafóbico donde los componentes fisiológicos de la angustia son muyimportantes)

– El nivel conductual es el comportamiento visible de maneradirecta y que puede ser descrito y comprobado objetivamente porcualquier observador. En el ejemplo anterior serían los gestos de lostres personajes, sus actos; las palabras concretas que el padre deGonzalo dirige a su hijo y la respuesta de éste; las acciones especí-ficas de la madre, "cacharreando" por la cocina, etc.

– El nivel cognitivo no es tampoco observable de manera direc-ta. Constituye el ámbito de los pensamientos –ya sea medianteimágenes o a través de una especie de diálogo interno–. Medianteun cierto entrenamiento en introspección cada uno puede llegar adarse cuenta de las ideas que acuden a su mente en un momentodado. Tal vez en el ejemplo que estamos utilizando Gonzalo sediga a sí mismo cosas como: "Ya adelgazaré más adelante". El padrepuede pensar cosas como: "Mi hijo puede llegar a ponerse fornido silo convenzo de empezar en un gimnasio" y tal vez la madre se diga:"Es inútil que yo intervenga; todo lo que yo hago le parece mal a mimarido".

Así pues, una vez se ha identificado la solución a desmenuzar,se procurará analizarla en todos sus componentes, describiendodetalladamente en relación a cada uno de los personajes implica-dos:

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– Qué hace cada uno específicamente.– Qué dice cada uno de los protagonistas típicamente.– Cómo se hace o se dice.– Qué se piensa en el momento de actuar (aunque no es posible

conocer directamente lo que piensan los demás siempre pode-mos tratar de situarnos dentro de su propia piel y observar elmundo adoptando su punto de vista).

– En qué situaciones concretas se actúa de ese modo y en cuáles seadopta otro comportamiento diferente.

– Qué sentimientos afloran al actuar de la manera habitual. Qué sen-timientos parecen experimentar los demás.

El segundo ejercicio está encaminado a intentar un enfoquenuevo del problema elegido. Es una especie de juego cuya finali-dad es la de aportar un punto de vista diferente al que se mantienede manera habitual de modo que, a partir de esa visión distinta, seposibiliten también nuevas vías de solución.

Se trata de completar frases como las que se proponen a conti-nuación. No hay que limitarse a las que se presentan aquí, sino quecada cual puede ampliar o variar el ejercicio de acuerdo con susituación personal:

El problema real no es ........................ (el comportamiento del otro); elproblema real es ................. (cómo respondo yo).

El problema real no es ........................... (lo que yo pienso); el problemareal es ............... (cómo me siento).

El problema real no es ....................... (por qué sucede eso); el problemareal es ............... (dónde sucede).

Etc.En el ejemplo de Gonzalo, su padre podía utilizar el formato de

este ejercicio para hacerse planteamientos diferentes a los suyoshabituales hasta que algo en su interior le diera la pista de unanueva posibilidad:

"El problema real no es cómo "devora" mi hijo; el problema real es queyo me muestro permisivo".

"El problema real no es que yo piense que Gonzalo debería adelgazar;el problema real es que, en el fondo me siento satisfecho de verlo tan gran-dote".

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"El problema real no es que discutamos por su estilo de comer; el pro-blema real es que esto ocurre siempre en relación a la TV".

Etc.

Resumen

– Los problemas tienen una estructura característica osiguen unas "reglas de juego".

– No reaccionamos directamente frente a los acontecimien-tos, sino ante "mapas mentales" que representan nuestra perso-nal interpretación y valoración de los hechos.

– Los conflictos permanecen inmutables porque se intentanaplicar la soluciones desde un nivel ineficaz para iniciar uncambio.

– Las soluciones repetitivas arrancan del mantenimiento dedeterminadas creencias erróneas que reflejan una visión muyparcial de una realidad más global.

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4CATEGORÍAS POBLEMÁTICAS

"Todos los cretenses son unos mentirosos"

Epiménides de Creta

La manera segura de ahogarse

Cada situación problemática se produce en un contextodeterminado y para unos actores concretos, lo que equivale adecir que cada problema es único e irrepetible, pero tiene unaestructura determinada que es preciso comprender para arti-cular los cambios necesarios que faciliten una salida del inevi-table circuito cerrado que supone toda interacción conflictiva.

Existen situaciones delicadas cuya resolución parece pro-gramada según una especie de ritual solventador, común atodos los miembros de una determinada cultura, que se con-sidera como lo socialmente "correcto" aunque, en realidad, lapauta de acciones establecidas no sirva para nada útil.

Recuerdo haber leído en cierta ocasión el informe de unantropólogo que había pasado varios meses estudiando lascostumbres y pautas culturales de cierto pueblo esquimaldedicado a la pesca. El científico había compartido con ellossus rituales, su comida, sus vestidos y había participado encada una de las ocupaciones grupales que tenían lugar en elpoblado, como si fuera un miembro más del grupo social queestaba estudiando.

En cierta ocasión, participando en las faenas de pesca, su canoavolcó y él se encontró, cabeza abajo, dentro del agua. Fiel a su espí-ritu de antropólogo cultural, procuró adaptar su comportamientode supervivencia a las pautas propias del pueblo objeto de estudioy recordó que los pescadores experimentados recomendaban a losjóvenes que hacían sus primeras salidas al mar no abandonar, bajoningún concepto, la embarcación en caso de vuelco. Tratando deajustarse a la sabiduría popular de los esquimales, el antropólogointentó adrizar de nuevo su canoa, pero por más intentos que hizo,no consiguió restablecer la posición inicial. Finalmente, en vista desu fracaso, decidió salir de la barca y ganar a nado la orilla, cosaque logró felizmente.

Cuando, tras ser socorrido por los demás pescadores, preguntóa los más veteranos cuál era el motivo de aconsejar a los jóvenes lapermanencia en la embarcación, a pesar de las evidentes dificulta-des para restablecer el equilibrio que, él personalmente habíaconstatado, la respuesta le dejó más helado que la temperatura delagua de la que acababa de salir: nadie en el poblado sabía nadar;por eso, arriesgarse a dejar la embarcación era una acción suicidapara ellos.

También en nuestra sociedad tecnificada seguimos fielmentepautas culturales que a menudo nos llevan a hundirnos con lacanoa. Por eso no es extraño que se insista tanto a lo largo de loscapítulos en la necesidad de emprender acciones diferentes a lasintentadas habitualmente, aunque se corra el riesgo de incurrir enla desaprobación de los "expertos" o aún a costa de pillar algúnbuen resfriado.

Veamos, por tanto, con algún detalle, los intentos más comunesde aferrarnos a "lo malo conocido", aún a sabiendas de que no nosreportará solución alguna, para que podamos darnos cuenta atiempo de nuestro círculo vicioso e intentar aplicar alguna soluciónnueva.

Forzar lo espontáneoA veces, cuando me pongo delante del ordenador con ánimo de

escribir una página, las ideas se niegan a acudir hasta la punta de

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mis dedos para que ellos puedan convertirlas en letras, palabras yfrases. Entonces me obligo a realizar un tremendo esfuerzo de con-centración... y sólo obtengo arrobas de frustración por el vacíomental que se abre delante de mí. En ocasiones, sin embargo, seperfila ante mí el proyecto de un capítulo cuando estoy dedicándo-me a cualquier otra cosa que no sea escribir, llegando incluso asacarme de un plácido sueño a altas horas de la madrugada.

A menudo nos empeñamos en conseguir de modo inmediatoaquello que sólo puede llegar a su debido tiempo, o lo que no estáen nuestras manos alcanzar. Partiendo de un imperioso "DEBE-RÍA", queremos que las cosas adopten el cariz que nosotros nosempeñamos en imprimirles, aunque, en su discurrir natural, losacontecimientos sigan cauces ajenos a nuestras preferencias perso-nales. Muchos de los hechos que nos empecinamos en forzar por eltesón de nuestra firme voluntad pueden tener que ver con aconte-cimientos de carácter fisiológico, psíquico o bien con interaccionesinterpersonales:

Una jovencita puede caer en toda una neurosis de angustia consu empeño en que sus pechos alcancen un desarrollo mayor que elque actualmente presentan (mientras que, por supuesto, otrapuede llegar a autoanularse con sus sentimientos de inferioridadpor todo lo contrario). Los expertos en disfunciones sexuales vie-nen hablando desde hace tiempo del "rol de espectador"1 paraexplicar cómo es, precisamente, la angustiada vigilancia por partede la víctima de la disfunción lo que bloquea el normal procesofisiológico que se desarrollaría de una manera totalmente naturalen una situación de relajada entrega a la otra persona. Son tan sólouna muestra de la variedad de cuestiones fisiológicas que unopuede desear controlar a toda costa cuando, en realidad, por

CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS

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1. Como ejemplo ilustrativo del "rol de espectador" se cuenta la anécdota delintelectual barbudo, cuya perilla le caía hasta casi la cintura: Un amigo lepreguntó en cierta ocasión si dormía por las noches con la barba por den-tro o por fuera del embozo de las sábanas por lo que, en las noches sucesi-vas, atento a darse una respuesta a sí mismo ante una cuestión que nuncase había planteado, el barbudo pensador no logró encontrar acomodo enninguna de las dos posturas por lo que llegó a perder el sueño y hubo decortarse la frondosa barba para poder recuperarlo.

mucho que lo intente, caen por completo fuera de su control per-sonal.

El obsesivo que se siente víctima de sus propios pensamientosrepetitivos, de sus compulsiones, y que, cuanto más se obliga a fre-nar la vorágine de sus rituales, mayor es su angustia, por lo quemás acuciado se siente a recurrir a los estériles actos estereotipados,a través de los cuales busca liberarse de su tensión psíquica, o lasnoches en vela del insomne que consume los minutos consultandoel reloj para calcular el tiempo de descanso que aún le queda antesde que el fatídico timbre del despertador de la señal para levantar-se, pueden servir como muestra de los procesos mentales que, amenudo, se desencadenan de tal modo que, cuanto más empeño sepone en frenarlos, más autónomos parecen volverse. En este mismogrupo se pueden encuadrar los desesperados intentos del adicto altabaco –o a cualquier otra sustancia– por liberarse de la esclavituda que se ve sometido; la lucha consigo mismo del exhibicionistacompulsivo, del ludópata y de la bulímica que se sienten devora-dos por sus propios actos automatizados.

"No quiero que mi hijo (o mi pareja) lo haga porque yo se lo pido, sinoporque él mismo desee hacerlo voluntariamente". Frases de este estiloresumen claramente la paradoja inherente a la actitud de empeñar-se en forzar la ocurrencia de algo de manera "natural"; pero lo cier-to es que si provocamos una reacción en otra persona, por defini-ción, ese comportamiento o actitud manifiesta, nunca va a serespontáneo y, por otra parte, si una conducta se ha de producirespontáneamente, ya tendrá lugar a su debido tiempo y no en elmomento en que alguien quiera que ocurra.

La tragedia de quien se empeña en desencadenar actitudesespontáneas en otra persona, estriba en que nunca va a estar segu-ro de la naturalidad de las manifestaciones que de tal actitud sederiven. Así, por ejemplo, una esposa puede reprochar a su mari-do el que nunca le manifiesta su afecto con expresiones verbalespero en cuanto el marido, acuciado por esas quejas, le dice que laquiere, ella empieza a lamentarse de que esa no es una expresiónde cariño sincero, sino que ha sido forzada por su queja previa enese sentido.

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Forzar lo espontáneo es, como vemos, una forma bastantecomún de crearse un círculo vicioso de difícil salida; pero no es, nimucho menos, la única fuente de problemas o de falsas solucionesa los problemas que nos angustian.

Aplazar lo temidoEs bien sabido que cuando un avestruz observa un peligro, sim-

plemente esconde la cabeza para no verlo, imaginándose que asíqueda a cubierto de toda amenaza. Los humanos funcionamosmuchas veces como el ave corredora y nos imaginamos que pode-mos controlar las situaciones temidas evitando enfrentarnos a ellas.Pero conseguir una tregua no es lo mismo que ganar la batalla.

Posiblemente, se trate de un mecanismo de defensa que pervi-ve desde la infancia; los niños, en efecto, saben recurrir a su fan-tasía para imaginarse desenlaces maravillosos a las situaciones deangustia a las que también ellos tienen que enfrentarse algunasveces. Pero si bien es normal –y hasta sano– que los pequeñosalberguen en sus cabezas hadas y magos, ya no lo sería tanto enel caso de las personas adultas; de hecho, cuando una personamayor se empeña en echar mano de esas estratagemas infantilesfrente a la ansiedad, se le suele colocar la etiqueta de "esquizofré-nico".

Lo que los mayores pueden hacer de una manera más "razona-ble", consiste en rehuir las situaciones temidas recurriendo a estra-tegias de evitación sutiles –como alegar tener asuntos más impor-tantes que atender– o a conductas abiertamente fóbicas.

Los problemas fóbicos, como los de depresión, no parecenimplicar claramente una situación de interacción humana, condi-ción que asignábamos a la definición inicial de problema, pero, sibien se mira, las personas que rodean al sujeto que sufre el tras-torno sí pueden hacer mucho por favorecer o impedir la instaura-ción y mantenimiento del comportamiento fóbico o depresivo yaque con su propio comportamiento –a veces de compasión malentendida– llegan, en realidad, a inducir a la persona a que seconvierta en un "inválido" a base de facilitarle todo cuanto nece-sita o de hacerle compañía para levantarle el ánimo, impidiendo

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así que el sujeto sienta la más mínima necesidad de activar suspropios recursos personales que terminan anquilosándose porfalta de uso.

Por supuesto, el trastorno fóbico es el caso más extremo de "téc-nica del avestruz". Cuando uno se da cuenta de que es presa delpánico en determinadas situaciones realmente inocuas tales comoascensores, centros comerciales, transportes públicos, instalacioneshospitalarias, mostrarse ante grupos de gente, etc. y constata ade-más que, sistemáticamente, cada vez que intenta entrar en una deesas situaciones, sufre una crisis de angustia, su primera reacciónlógica va a consistir en evitar toda vinculación con tales escenariosansiógenos, reacción que, ciertamente, elimina el estado de ansie-dad asociado a la situación temida.

Pero como las complejas necesidades de la vida moderna fre-cuentemente nos imponen determinados actos burocráticos y derelación social, tarde o temprano, la persona fóbica llega a plante-arse la necesidad de superar sus angustias irracionales. Comoobserva, además, que las otras personas no alteran lo más mínimosu propio comportamiento ante los mismos estímulos tan temidospara él y que afrontan con naturalidad situaciones que personal-mente se le antojan insuperables, el fóbico se plantea un absolutis-ta "DEBERÍA" ("... superar mis miedos", "hacer frente a todo esto,ser igual que los demás", etc.) con lo que, en realidad, empieza alabrarse un círculo vicioso de exigencias de espontaneidad que lle-gan a constituir un problema sobreañadido.

Defender el baluarteMuchos problemas de interacción con otras personas se pueden

encuadrar en esta tercera categoría de situaciones problemáticas;ya se trate del proverbial "abismo generacional" que tradicional-mente separa las posiciones de padres e hijos, de las problemáticasrelaciones de comunidad de vecinos o de la competitiva "camara-dería" que suele establecerse entre compañeros de trabajo.

En muchas situaciones de este tipo, típicamente, los protagonis-tas se encuentran empeñados en una especie de pugna en la quesólo se considerarán vencedores si consiguen "derrotar" a su adver-

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sario. Es otra variación del conocido tema de los "DEBERÍA" queconsiste en aplicar al comportamiento de los demás unas determi-nadas condiciones, ideales según el propio punto de vista personal,pero que la otra parte no parece compartir en absoluto.

Como ambos participantes en la interacción siguen las mismasreglas, tratando de controlar la conducta del otro, se comienza unaescalada simétrica en la que cada uno de los participantes quieresituarse por encima del adversario; pero como éste no está dis-puesto a quedar por debajo, busca subir más alto que el primerocon lo que la interacción se convierte en una contienda sin fin en laque el tema de "vencer" se repite en un continuo "in crescendo" porambas partes.

En este grupo de interacciones problemáticas hay que incluir lasdisputas conyugales por los más variados motivos (sea cual sea elpretexto de la discusión, el tema de fondo casi siempre hará refe-rencia al poder: quién tiene derecho a exigir qué cosa, quién tieneque hacer cual otra, etc.), las riñas entre hermanos que se desarro-llan en el marco de una lucha por determinar la jerarquía respecti-va de cada cual y, en general, todas las disputas con las que los“iguales", en cualquier contexto humano, tratan de marcar sus res-pectivas diferencias de estatuas.

En este contexto, también es importante determinar quién tieneel problema: en general, será siempre el "ofendido" quien demandede la otra parte respeto hacia su posición personal, obediencia a suautoridad, o el reconocimiento de su posición superior. En conse-cuencia, él parece, en principio, el dueño del problema.

Coartadas acusadorasLa paciente paranoica que se mencionaba en el capítulo II está

muy preocupada pensando si no estarán hablando de ella a susespaldas. Cada vez que sorprende conversando a dos miembrosde su familia se apresura a preguntarles ceñuda si la están criti-cando y por más que ellos se esfuerzan en tranquilizarla explicán-dole el tema de su conversación, ella considera todas esas explica-ciones como un camuflaje del verdadero argumento de la tertulia:sus manías persecutorias. Algo parecido le ocurre a un ludópata

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rehabilitado que cada vez que regresa un poco tarde a su casa esinterrogado acerca de su posible recaída en el juego; sus explica-ciones y argumentos justificativos son tomados, sistemáticamente,como prueba de la insinceridad con que recubre la recidiva de suproblema.

Este tipo de situaciones proporcionan un buen ejemplo decómo, normalmente, en lugar de examinar directamente la reali-dad, nos detenemos en los prejuicios cristalizados que componennuestro arsenal de datos mentales: etiquetas, definiciones inamovi-bles y observaciones sesgadas que no nos molestamos en adaptar ala realidad cambiante de los datos objetivos del mundo físico.

Supongo que el empeño en mantener una relación problemáticase debe a que es más "económico" conservar intactos los mapasmentales correspondientes a esa situación conocida que hacer elesfuerzo de adaptarlos a la nueva realidad. Así, para una esposapuede ser menos amenazador seguir tratando a su marido comoludópata sospechoso que arriesgarse a admitir que ahora es unapersona perfectamente responsable y tener que cederle a él partedel control en las decisiones domésticas. También para el ludópatarehabilitado puede resultar más cómodo continuar dejándose lle-var en cuanto a temas económicos que asumir la responsabilidadde organizar un plan de ahorro familiar.

Pero, por lo general, en este tipo de situaciones, una de las par-tes se rebela ante la idea de que le apliquen un trato que no se mere-ce. Su autodefensa, sin embargo, sólo consigue provocar nuevosataques de su acusador con lo que la situación se parece mucho ala escalada que se produce en las luchas de poder a las que hacía-mos referencia en el punto anterior.

La práctica de la teoría

Es un buen hábito aprender a tomar distancia de los problemaspara ampliar la propia perspectiva hasta alcanzar una comprensiónmás exacta de la situación. No sólo se consigue con ello un mayoracercamiento al plano objetivo de la realidad, sino que además dis-

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minuyen los niveles de ansiedad derivados de la activación de losprejuicios personales.

Adoptar una actitud "científica" suele requerir rutinas de obser-vación –desapasionada– y agrupamiento de fenómenos semejantespara llegar a generalizaciones útiles y económicas. Los ejerciciospropuestos como parte práctica de este capítulo tendrán que versar,por lo tanto, sobre la adquisición de hábitos clasificatorios de situa-ciones problemáticas siguiendo el esquema expuesto en las páginasprecedentes.

Hemos considerado cuatro categorías de problemas: Forzar loespontáneo, eludir lo temido, defender los criterios personales yacusar con la defensa (cada lector puede buscar otros criterios declasificación que se acomoden mejor a su visión personal delmundo y ese, también, puede constituir un excelente ejercicio dereflexión). El primer ejercicio consistirá, por lo tanto, en asignar asu grupo correspondiente cada una de las situaciones problemá-ticas que se sugieren a continuación. Al final del capítulo se pro-pone un modelo de solución –que no es, necesariamente "la" solu-ción–.

a) "Yo nunca he tenido que hablar de sexo con mis hijos; esas cosasahora las explican en la escuela con muchos medios didácticos"

b) "Él siempre dice que me quiere, pero yo sé que, en realidad, eso essólo una pantalla para tenerme contenta y evitarse los reproches quese merece por su actitud falsa"

c) "¡Tú tienes un problema!" –exclama airada la esposa , agobiadaante la perspectiva de todas las tareas domésticas que tienepor delante como argumento definitivo de su razón en la dis-puta– "y es que nunca piensas en los demás"– "Lo que ocurre en realidad, es que tú te empeñas en que las cosasse hagan siempre a tu modo y no aceptas un criterio diferente", lereplica el marido

d) Una joven anoréxica persiste en su comportamiento de evita-ción de alimentos en un desesperado esfuerzo por mantenersu aspecto aniñado.

CATEGORÍAS PROBLEMÁTICAS

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Posible solución al ejercicio 2:

Resumen

Los tipos más frecuentes de problemas suelen pertenecer aalguna de las siguientes categorías:

– Hacer esfuerzos para lograr que suceda algo que sólopuede ocurrir de manera espontánea.

– Intentar eludir o aplazar lo que se teme.– Empeñarse en mantener a toda costa las propias razones.– Utilizar los argumentos justificatorios como indicios para

alimentar las dudas personales.

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a) "Yo nunca he tenido que hablar de sexo conmis hijos; esas cosas ahora las explican en laescuela con muchos medios didácticos".

b) "Él siempre dice que me quiere, pero yo séque, en realidad, eso es sólo una pantalla paratenerme contenta y evitarse los reproches que semerece por su actitud falsa".

c) "¡Tú tienes un problema!" –exclama airadala esposa, agobiada ante la perspectiva detodas las tareas domésticas que tiene pordelante, como argumento definitivo de surazón en la disputa– "y es que nunca piensasen los demás".– "Lo que ocurre en realidad, es que tú te empe-ñas en que las cosas se hagan siempre a tu modoy no aceptas un criterio diferente", le replica elmarido.

d) Una joven anoréxica persiste en su com-portamiento de evitación de alimentos enun desesperado esfuerzo por mantener suaspecto aniñado.

Aplazar lo te-mido.

Defensa acusa-dora.

Defensa de lasrazones pro-pias.

Forzar (en estecaso retrasar) loespontáneo.

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5POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

"Por lo general, lo que promueve el cambioes la desviación respecto a alguna norma"

Paul Watzlawick

Las reglas del juego

Virginia Satir señalaba la importancia de los "secretos defamilia" –el aborto de la tía soltera, el alcoholismo social delpadre, etc.– como elementos configuradores del propio carác-ter familiar. Son incidentes de la pequeña historia genealógi-ca, aparentemente ignorados por el grupo de parientes pero,en la realidad, perfectamente conocidos por todos los miem-bros del clan. Pues bien, lo mismo ocurre con la estructura demuchos de los problemas: las interacciones conflictivas seajustan a unas determinadas reglas de juego que los jugado-res no mencionan nunca explícitamente pero que respetan almáximo, ciñéndose a lo permitido y lo prohibido por el regla-mento tácito.

Hace algún tiempo traté a un muchacho del medio ruralcon un trastorno obsesivo-compulsivo constituido por ritua-les comprobatorios y de limpieza de tal complejidad que leobligaban a permanecer buena parte del día en su casa, entre-gado a su escrupulosa cumplimentación –lo que le llevó aperder aquel curso– además de perturbar seriamente la con-vivencia familiar.

El grueso de sus manías se centraba en torno al aparato de tele-visión: nadie, salvo él, debía tocar el artefacto para encenderlo oapagarlo. Además, había que comprobar determinadas alineacio-nes tanto en los botones del televisor como del mando a distanciay si observaba alguna huella grasienta o una mota de polvo en elaparato, tenía que proceder a una complicada maniobra de limpie-za. Si se le contrariaba en algún momento, el chico desencadenabauna crisis de ansiedad de tal calibre que llegaba a provocarle unosevidentes temblores corporales tras los cuales se encerraba en suhabitación y permanecía en un mutismo total.

El caso es que todo este complejo problema se desarrollabaexclusivamente frente al aparato de televisión, situado en la cocina-comedor, donde la extensa familia compuesta por abuelos, dos tíos,padres y muchacho, se reunía a diario para comer y no tenía lugar,por ejemplo, en relación al aparato de TV que los padres le habíanpuesto al chico en su propia habitación.

El joven estaba siguiendo tratamiento psiquiátrico y había pasa-do también por varios psicólogos, sin que el problema hubieravariado en absoluto en el último año. Cuando, después de tomarbuena nota de los factores que parecían estar facilitando la ocu-rrencia del problema sugerí a los padres que empezaran por retirarel televisor del lugar donde comían, me miraron horrorizadosexplicándome que no podían privar a los otros miembros de lafamilia de su entretenimiento favorito a la hora de la comida.

El horror de aquellos padres provenía del hecho de que yo lesestaba proponiendo quebrantar una regla familiar estricta1 al invi-tarles a tomar una iniciativa que, por norma consuetudinaria, noera de su competencia. Por su función de padres, ellos estaban dis-puestos a hacer añicos el dichoso televisor, pero como "herederos"

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1. La estructura familiar en las zonas rurales de Galicia, con una incidencia muyacusada de los peculiares sistemas de herencia de las tierras por los que lamayor parte de la Propiedad queda en manos del hijo mayor, favorece elmantenimiento de rígidos sistemas patriarcales en los que los abuelos sondueños absolutos de todos los bienes, incluida la casa donde habita la fami-lia extensa, mientras que el supuesto heredero, aún cuando pueda sobrepa-sar los cincuenta años de edad, no es libre de tomar decisión alguna sin elconsentimiento de aquellos, so pena de que la herencia pase a algún otro hijo.

no podían quebrantar una regla familiar tácita por la que era preci-so consultar con los abuelos hasta las más mínimas decisiones rela-tivas a la casa. Todos comprendían que el problema más inmediatoa atajar era el comportamiento del chico a la hora de comer; todossabían que dicho comportamiento estaba relacionado con la pre-sencia del televisor en el lugar de la comida, pero nadie quería de-cirlo en voz alta, arriesgándose a que la sugerencia pudiera resul-tar molesta a quien había que tener contento...

En nuestras interacciones personales jugamos muchas veces afingir que no somos conscientes de que la otra persona está desem-peñando su papel, que consiste en simular que desconoce el nues-tro propio. Si las reglas ocultas se hacen explícitas ya no es posiblecontinuar con el juego; pero esto, como ya hemos apuntado, puedegenerar una considerable angustia al perder los puntos de referen-cia que señalan las competencias y limitaciones de cada uno de losparticipantes, con lo que, a partir de ese momento, ya no se puedepredecir con exactitud el comportamiento del otro protagonista quehasta ahora se ha ajustado estrictamente a las normas implícitas.

En otra ocasión un padre solicitó una entrevista para exponermeel caso de su hijo: el chico estaba fracasando estrepitosamente ensus estudios, también había hurtado cantidades relativamente im-portantes de dinero tanto de la propia casa como de la de algúnvecino; por último, había sido sorprendido en el colegio fanfarro-neando ante sus compañeros con unas pajitas de hashis. Según laversión paterna, el chico debía de tener un cociente mental tan bri-llante que sus intereses intelectuales sobrepasaría los contenidosconcretos de su programa de estudios, lo que hacía que el mucha-cho no atendiera a sus clases. Por otro lado, sus problemas de com-portamiento eran debidos, seguramente, al carácter histérico de lamadre que sólo interactuaba con su hijo para reñirle constante-mente. La pretensión de este padre era que, con la excusa decomenzar un tratamiento con el chico, llamara yo a la madre a con-sulta y, de una manera sutil, me pusiera a trabajar con ella ya que,en definitiva, ella era la causa de todas las dificultades.

Evidentemente, en esa familia existía un juego de reglas muycomplejas y lo único que se pretendía con el simulacro de acudir a

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la consulta del psicólogo era legitimar la distribución de los pape-les en la farsa que se estaba organizando: Un padre tan preocupa-do por la situación que estaba dispuesto a todo; incluso hasta arecurrir a un psicólogo en busca de ayuda; un hijo víctima de laincomprensión de quienes se ocupaban de su educación (profeso-res que no sabían conectar con los verdaderos intereses del mucha-cho; madre nerviosa que perturbaba aún más el comportamientodel joven) y una madre, verdadera "causa" del conflicto existente,tan trastornada que no podía hacer nada por sí misma para salir desu estado de ansiedad permanente y empezar a contribuir así a lapaz familiar.

Pero desde mi perspectiva, la realidad que yo veía en la situa-ción que ese padre me planteaba era muy diferente a su punto devista personal. Yo veía:

– Un adolescente negligente en sus estudios y con un compor-tamiento gravemente desajustado, más por dejación de suspropias responsabilidades personales que por incomprensiónde cuantos le rodeaban o por intereses intelectuales superioresa los habituales en su edad.

– Un padre encubridor de las fechorías del muchacho, que esta-ba funcionando como refugio constante del chico el cual, alsentirse defendido por el padre, no hacía nada por responsa-bilizarse de su propia conducta.

– Una madre angustiada como consecuencia de toda la situa-ción anómala que estaba viviendo con su hijo en la que se sen-tía una luchadora en solitario (ella era la que iba a hablar conlos profesores, con los vecinos robados y la que se encargabade vigilar las andanzas continuas del muchacho).

La contrapropuesta que yo le hice a este padre consistía en tra-bajar directamente con todos los miembros de la familia, con elobjetivo de lograr que el chico empezara a modificar su comporta-miento en lugar de intentar engatusar a la madre para que sólo ellaacudiera a psicoterapia –lo que equivalía a responsabilizarla enexclusiva de la situación general. Por supuesto, cuando le expuse al"preocupado" padre mi punto de vista, el juego concluyó definiti-vamente entre nosotros de modo que él se despidió, supongo que

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en busca de otro terapeuta que estuviera dispuesto a aceptar lasreglas que él pretendía instaurar.

El Análisis transaccio-nal estudia pormenori-zadamente "los juegos alos que jugamos"2 y lasreglas dinámicas a lasque éstos se ajustan. Unaaportación importantede esta escuela psicoló-gica ha sido la definicióndel "Triángulo dramático"compuesto por tres protagonistas que asumen los papeles relativosde perseguidor, salvador y víctima de tal manera que estos rolesson intercambiables.

De este modo, si aplicamos la estructura del triángulo dramáti-co al caso utilizado como ejemplo vemos que, según la apreciacióndel padre, la víctima aparente es el muchacho, "perseguido" por susprofesores y, fundamentalmente por la madre mientras que mi con-sultante se reservaba el papel de salvador. Lo malo es que, comodecíamos, los papeles son fácilmente intercambiables, y eso es loque significan las dobles flechas del gráfico, por lo que, de noimplicarse de una manera activa en la solución de esa interacciónconflictiva en el seno de su propia familia, ese padre probablemen-te no tardará en convertirse en víctima de las acciones de su hijo...¡y ya se verá entonces si la madre está dispuesta a adoptar el papelde salvadora!

Posturas frente al problema

Las soluciones que se van a intentar aplicar para solucionar unproblema dado van a estar configuradas por el conjunto de creen-cias y actitudes de quien pretende llevarlas a cabo. Evidentemente,la reacción de unos padres ante el comportamiento rebelde de su

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2. Eric BERNE: Games People Play, New York: Grove Press, 1964.

Perseguidor Víctima

Salvador

hijo no va a ser la misma si ellos consideran que el chico está pasan-do por un período, difícil pero transitorio y perfectamente justifi-cable desde el punto de vista de su desarrollo evolutivo, que sipiensan que el muchacho está siendo víctima de alguna mala com-pañía, o que su hijo sufre algún trastorno de carácter patológico. Enel primer caso la reacción más probable será inhibirse, mantenién-dose a la espera, mientras que en el segundo, probablemente, adop-tarán medidas coercitivas para lograr que el muchacho abandone asus amigos habituales y, en el tercero, decidirán remitir el problemaa un profesional de la salud mental.

Podemos considerar a la "postura personal" como un importan-te mapa mental, característico de cada individuo, que refleja las cre-encias más profundas en relación a lo que uno es, a lo que puedeesperar de sí mismo, de los demás y de la vida. Referida a la defini-ción y resolución de problemas, es una manifestación de los valoresvitales del sujeto que se enfrenta a la situación conflictiva específica.

Ejemplos concretos de posiciones personales podemos encon-trarlos indagando las razones por las cuales se realizan determina-das elecciones como, por ejemplo, haber adquirido precisamente elautomóvil que se posee o el motivo de vivir en el barrio en el cualse reside: en unos casos, las razones de prestigio primarán sobre laseconómicas mientras que, en otros, será al contrario y tambiénencontraremos motivaciones de lo más insólito: desde la búsquedade la singularidad hasta el más profundo deseo de pasar totalmen-te desapercibido.

Centrándonos en el ámbito de las interacciones conflictivas,podemos comprobar que la postura personal se hace sentir ya en ladefinición misma del problema. El comportamiento rebelde de unmuchacho se puede convertir en fuente de quebraderos de cabezapara sus padres a partir de consideraciones muy diversas por partede éstos: puede que interpreten la situación como la evidencia desu fracaso como educadores, o tal vez como una señal de inferio-ridad respecto a sus amigos que no están teniendo conflicto algunocon sus respectivos hijos; como una vergüenza ante sus vecinosque constatan día a día las tropelías del chico y hasta como unaamenaza al concepto de sí mismos por cuanto, al fin y al cabo, la

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conducta de su hijo no deja de ser una exteriorización de los pro-pios genes que como padres han transmitido al muchacho.

También a la hora adoptar medidas para resolver un problemala postura personal se hace sentir de un modo evidente: desde elescéptico que duda de poder encontrar alguna salida a la situacióny, por ello, difícilmente intentará ninguna, hasta el optimista exal-tado que minimiza la verdadera importancia que el problemapueda tener, pudiéndose encontrar asimismo a la persona que sesiente responsable de la situación y decide tomar alguna iniciativa,y a quien espera que otros le solucionen aquello de lo que no sesiente en modo alguno partícipe.

La comprensión de la propia postura personal, o el análisis de lasposiciones de otras personas que nos puedan pedir ayuda para laresolución de sus propios conflictos, resulta, como vemos, indis-pensable a la hora de diseñar un cambio efectivo que nos ayude adesterrar las soluciones ineficaces que están reforzando los círculosviciosos en los que podemos estar inmersos. Por ello, merece la penaque hagamos un pequeño alto en la consideración de este aspectodel comportamiento, que a menudo nos pasa desapercibido.

Virtualmente, podemos encontrar tantas posturas vitales comopersonas individuales que se enfrentan a sus propios problemas.Sin embargo, de alguna manera, es posible delimitar ciertas cate-gorías actitudinales que los humanos solemos adoptar como con-secuencia de nuestros valores personales, y este es un campo quediferentes autores o escuelas psicológicas han intentado acotar enbase a sus propios modelos teóricos. Pues bien, dentro de las múl-tiples categorizaciones propuestas por diferentes sistemas o escue-las psicológicas, me gustaría destacar dos: El modelo de los patro-nes de comunicación de Virginia Satir y la fascinante propuesta delEneagrama.

Patrones de comunicaciónVirginia Satir, la genial terapeuta familiar, fallecida hace unos

años, consideraba que los humanos buscamos, fundamentalmente,protegernos de la amenaza que supondría el hecho de ser rechaza-dos por los demás y que, para lograrlo, recurrimos básicamente a

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un determinado estilo de interacción con los otros, lo que reflejauna "postura personal" típica en las interacciones humanas. Lospatrones de relación interpersonal identificados por Satir son lossiguientes:

– Conciliador:La persona que adopta sistemáticamente esta postura vital es

muy poco asertiva: se suele valorar a sí misma menos que a losdemás –los importantes son los otros– por lo que considera que sedebe esforzar mucho para mantener el aprecio de quienes le rode-an. Jamás hace valer sus preferencias ni sus opiniones. Está muypendiente de los deseos de las personas de su entorno y se desvivepor atenderlas. Consigue, en efecto, el aprecio de los demás pero acosta de renunciar a su propia identidad. A nivel fisiológico, estetipo de personas suelen desarrollar sintomatologías psicosomáti-cas3 relacionadas con tensión muscular y trastornos del aparatodigestivo –lo cual no deja de ser una materialización de todo cuan-to, metafóricamente, tienen que "tragar"–.

– AcusadorManifiesta una personalidad agresiva. Parece que los demás le

estorban y que son ellos quienes tienen la culpa de que las cosas nomarchen como él desearía. Él se siente en posesión de la verdad ysi el mundo marcha mal, son los otros los responsables. Sistemáti-camente se muestra en desacuerdo con las opiniones ajenas y tratade imponer la suya con mucha vehemencia. Normalmente estapostura personal esconde una fuerte vulnerabilidad e intensos sen-timientos de soledad: en realidad suele salirse con la suya, pero acosta de que los demás rehuyan su compañía. A nivel fisiológico,como a este carácter le "arde la sangre", suele desarrollar síntomasde hipertensión esencial u otros trastornos cardiovasculares.

– CalculadorSu mecanismo de defensa es el distanciamiento emocional a tra-

vés de la racionalizción. Todo lo analiza cerebralmente y trata de nomostrar sentimiento alguno, permaneciendo continuamente en

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3. Existe una tendencia creciente a relacionar los factores de estrés psíquicocon la vulnerabilidad a las enfermedades orgánicas. La psiconeuroinmuno-logía es una ciencia joven que está avanzando en este sentido.

una actitud tranquila, fría y contenida. Detrás de esta fachada deaséptico intelectualismo se esconde el miedo a verse desbordadopor los propios sentimientos. Como la postura implica un aleja-miento constante de las zonas candentes y la adopción de un puntode vista supervisor que permita un análisis objetivo, las personasque adoptan este patrón de relación suelen desarrollar síntomasrelacionados con tensión muscular de la espalda: lumbalgias, rigi-dez, cefaleas tensionales, problemas de cervicales, etc.

– IrrelevanteEs la persona de comportamiento disparatado, que logra desim-

plicarse de toda situación interpersonal mediante mecanismos decomportamiento absurdo. Sus comentarios no tienen relación conla situación y hace observaciones superficiales sobre asuntos queno vienen al caso. En realidad, trata de defenderse de sus propiastensiones emocionales fingiendo que no existen ya que, en reali-dad, se siente desplazado en todas partes. Los posibles síntomas adesarrollar por las personas que mantienen esta actitud personalestán relacionados con la confusión mental, la inestabilidad (vérti-gos) y la descoordinación corporal.

Estas cuatro pinceladas nos pueden ayudar a imaginar el cuadrocompleto de muchas posturas personales que van a condicionar elrango de las soluciones intentadas para poner fin a las interaccio-nes problemáticas: la de quien tiene que conseguir que le obedez-can, la del que no puede arriesgarse a que no le quieran, el que nove el problema, el que sólo estará dispuesto a adoptar soluciones"razonables"...

La propuesta fascinanteEl máximo objetivo de todos los sistemas psicológicos ha sido,

desde siempre, la elaboración de un sistema clasificatorio de lapersonalidad de tal precisión que pueda no sólo describir lascaracterísticas de una persona determinada, sino también de pre-decir con exactitud su comportamiento futuro. De este modo sehan definido numerosas categorizaciones algunas de las cualeshan alcanzado niveles de divulgación considerables, como laconocida diferenciación entre introvertidos y extrovertidos, mien-

POSTURAS ANTE EL PROBLEMA

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tras que otros son sólo manejados por los profesionales del estudiode la conducta humana.

Pues bien, en los últimos años se ha comenzado a reconsideraruna antigua propuesta de estudio de la realidad humana basada,al parecer, en conocimientos milenarios recogidos por los sufíes:el eneagrama, de historia confusa y misteriosa –elementos en losque reside buena parte del encanto de este instrumento de auto-transformación– que sorprende al profesional de la psicología porla detallada descripción de caracteres humanos que propone asícomo por las sensatas direcciones de desarrollo que contempla.

Aunque el tema del eneagrama se merece la extensión de todoun libro4, por existir ya una amplia bibliografía que lo recoge, melimitaré a lo más esencial de la cuestión, en relación a las "posturaspersonales" y proporcionaré al lector interesado en el asunto unareseña de libros sobre el asunto al final del capítulo.

Según podemos observar en el gráfico representativo del enea-grama, la estrella de nueve puntas, se consideran nueve actitudesvitales –las etiquetas asignadas a cada uno de los eneatipos quegeneralmente se identifican mediante su número correspondien-te– de manera quecada individuo, aúncuando pueda mostraralgunos rasgos atribui-bles a diferentes gru-pos, puede encontraruna descripción carac-terística de su habitualmodo de ser y de com-portarse en alguno delos nueve tipos, el quecorresponda a su pos-tura personal.

Cada eneatipo se configura en torno a un defecto o "pecadocapital" –comportamiento compulsivo– característico de las perso-

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4. Estudiar el Eneagrama y escribir sobre él es uno de mis proyectos defuturo.

CONCILIADOR 9

1 PERFECCIONISTA

2 SERVICIAL

3 EJECUTIVO

4 ROMÁNTICOOBSERVADOR 5

LEAL 6

VITALISTA 7

LÍDER 8

ENEAGRAMA

nas que componen elgrupo eneagrámico, talcomo se esquematiza enla figura siguiente.

Las líneas que unenentre sí a los eneatiposrepresentan las posiblesdirecciones de desarro-llo e involución quepuede seguir cada per-sona en su búsqueda deperfección o bien en el afianzamiento cada vez más sólido deldefecto característico. Así, por ejemplo, el tipo 5, que característica-mente es un observador desimplicado de los acontecimientos queocurren a su alrededor, debe moverse hacia el 8 –el líder– asu-miendo compromisos y responsabilidades respecto a los demáspara superar así su individualismo y desembarazarse de la "avari-cia" que le mantiene centrado en sí mismo. Si, por el contrario, el 5organiza su comportamiento en función del otro tipo eneagrámicoal cual está unido mediante la otra rama de la estrella, el 7, suempeño en "vivir la vida", actitud característica de este otro eneati-po, le conduciría a encerrarse más en sí mismo, en el disfrute de supropio bienestar, con lo que, de nuevo, se afianzaría más su com-portamiento compulsivo inicial de "guardar para sí" en lugar decompartir con los demás.

Veamos entonces las posturas vitales, las actitudes personalesque contempla el eneagrama:

1.- El Perfeccionista. La actitud personal correspondiente acuantos se pueden encuadrar en este tipo viene definida por unmarcado nivel de exigencia –hacia sí mismo y hacia los demás. Losproblemas, normalmente, surgirán por su inflexibilidad y su per-feccionismo. La frase emblemática de las personas que se caracteri-zan por esta postura ante la vida podría ser la conocida "un sitiopara cada cosa y cada cosa en su sitio". El aspecto más apreciable entrelos "1" es su entrega al trabajo; el polo negativo de tal cualidad: laintolerancia. El personaje de ficción representativo –exagerada-

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91

9

1

2

3

4 5

6

7

8

INDOLENCIA

IRA

SUPERIORIDAD

EFICACIA

MELANCOLIA

COMPORTAMIENTOS COMPULSIVOS

AHORRO

TEMOR

PLANIFICACIÓN

REPRESALIA

mente– de esta tipología vendría a ser la "Señorita Rotenmeyer", laaustera institutriz de la historia de "Heidi". Entre los personajesreales5 que, personalmente, encuadraría en este grupo figuraSevero Ochoa, el premio Nobel español cuya entrega a su trabajosiempre me ha parecido encomiable.

2.- La persona Servicial se caracteriza por su entrega a losdemás. Parece vivir más para los otros que para sí misma. La cua-lidad más apreciable entre los "2" es su interés por los demás; lopeor que pueden hacer con ese tesoro es transmutarlo en absor-bencia. El problema básico de este tipo de personas puede radicaren que sólo pueden considerarse valiosas en la medida en que sesienten útiles a los demás con lo que, en casos extremos, puedencaer en el juego del "salvador" que se empeña en cuidar a su prote-gido aún en contra de la voluntad de éste. Su frase característicasería algo parecido a la cita evangélica: "venid a mí los afligidos". Elpersonaje ficticio representativo de este grupo sería la estatua prin-cipesca en "El príncipe Feliz", de Oscar Wilde, que se despoja decuanto tiene para socorrer a las personas necesitadas de su reino.Entre las personas reales se podría pensar en la Madre Teresa deCalcuta.

3.- El Ejecutivo suele mantener una actitud de exigencia conti-nua consigo mismo que siempre le lleva a ir más allá, a superarsecontinuamente. "Nunca digas nunca jamás" podría ser su grito deguerra para nunca caer rendido en una empresa. La virtud mejorcultivada en este grupo es el dinamismo; el aspecto más negativoque pueden llegar a desarrollar, la superficialidad. Los problemasrelacionados con esta postura personal pueden derivarse del senti-miento de insatisfacción permanente que suele acompañar a quie-nes mantienen esta actitud o bien de un espíritu de competiciónmalsana que lleva a desarrollar una actitud constante de pugna conlos demás. Pero sobre todo, el mayor problema de los "3" eneagrá-micos se deriva del hecho de que, continuamente, viven más repre-

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5. Las referencias a personas reales, vivas o fallecidas, como representantes deun eneatipo determinado son apreciaciones meramente subjetivas del autory no ejemplos paradigmáticos. En todo caso, el autor desea expresar su másprofundo respeto y admiración hacia todas las personas referenciadas.

sentando el papel de triunfador que en contacto con su propia rea-lidad personal. La mayor parte de los denominados "yuppies"podrían asignarse a esta categoría. Tal vez el cantante MichaelJackson podría elegirse como un ejemplo de persona que, cara a losdemás, muestra más su rol que su vida interna.

4.- El grupo de los Románticos está constituido por cuantosviven en y para sus propios sentimientos. Suele tratarse de gentemuy especial, de alta sensibilidad, envueltos en un aire de soledade incomprensión por parte de quienes les rodean. Tienen un senti-do fatalista de la vida y suelen mostrar una sensibilidad muy deli-cada. "El sentimiento trágico de la vida" podría ser el título corres-pondiente a su vida afectiva. La cualidad más destacable en estegrupo es su especial sensibilidad; su debilidad más paralizadora, latendencia a la depresión morbosa. "La Dama de las camelias" queno puede llegar a disfrutar las delicias del amor sería una buenarepresentante de este grupo. Entre las personas de carne y huesoque yo asignaría al eneatipo "4" figura Antonio Gala, cuya alta sen-sibilidad se deja traslucir en sus palabras, ademanes y hasta en elmás mínimo detalle que rodea a su persona. El problema mayor delos "4" consiste en que, paradójicamente, sólo el sufrimiento losmantiene en contacto con la vida y por ello no saben cómo liberar-se de sus pesares.

5.- "Pienso, luego existo" podría ser la frase emblemática de losObservadores, en buena medida ajenos a su mundo emocional yque rehuyen la realidad a base de interponer continuamente anteellos la lente de la racionalidad. Temerosos de perder el control anteaquello que no comprenden, se empeñan en controlar todas las esfe-ras de la realidad convirtiéndose en polifacéticos introvertidos. Lacualidad más destacable de los "5" es su capacidad de integración;el peor defecto que pueden desarrollar: el desapego. El personaje deficción más representativo que yo encuentro para este grupo es eldetective "Nero Wolfe" que resuelve los más intrincados casos sindesplazarse de su domicilio, ni llegar a entrar nunca en contacto conla sangre y las víctimas, valiéndose de las informaciones que le pro-porciona su ayudante. Bertrand Russell, polifacético pensador, ma-temático, psicólogo, filósofo, etc. podría ser el prototipo real de los

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“5”. Las áreas de conflicto de los "observadores" pueden estar enrelación con la inevitable necesidad de "mojarse", de implicarse eninteracciones interpersonales que a menudo temen.

6.- Al tipo de los Leales pertenecen cuantos se sienten identifica-dos con un grupo de cualquier índole –deportiva, política, religiosa,familiar– de tal manera que desarrollan un sentido del "nosotros"que se superpone al del yo personal. "El deber es lo primero" es sumáxima. La virtud característica de los "6" es la confiabilidad; eldefecto extremo en el que pueden incurrir, el fanatismo. El proble-ma que entraña esta actitud vital es que el "nosotros" cohesionadorrequiere la existencia de un "ellos" antagonista, lo que puede gene-rar tensiones partidistas. Cuando el enemigo no se puede situar enel exterior, a menudo se identifica con el propio líder grupal, con loque se generan disensiones y cismas. Adolfo Suárez, el primer pre-sidente democrático de nuestro país me parece un "6" característico.También Martín Lutero quien en su empeño por permanecer leal asus convicciones llegó a enfrentarse y romper con sus superiores.

7.- El tipo Vitalista es aquél que sabe disfrutar realmente de lavida: se la bebe a tragos, literalmente. El título del filme "Qué belloes vivir" constituye su lema. Su cualidad es el optimismo, su capa-cidad de extraerle todo su jugo a la vida, mientras que su mayordefecto lo constituye el hedonismo a ultranza. Centrado continua-mente en planificar un futuro idealizado se olvida de vivir su pre-sente. Las áreas más conflictivas en que puede incurrir el tipo "7" serelacionarán, probablemente, con su "sed" de diversión que loorientarán hacia la desimplicación con las propias responsabilida-des. Un personaje de ficción representativo del grupo podría serPaul McKlein, el personaje de "El río de la vida", encarnado en lapantalla por Brad Pitt, cuya dramática vida gira en torno a la pescay las mesas de juego. Como personaje real, se me ocurre la facetamás gastronómica de mi admirado Camilo José Cela tal como sepresentaba en algunos anuncios televisivos.

8.- El Líder tiene una personalidad fuerte e independiente, unpersonal sentido de la justicia –equivocado o no– muy desarrolla-do y una autoridad natural. El grito de guerra para los "8" es: "Porencima de mi cadáver". Su mejor cualidad, desde luego, es esa ten-

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dencia innata de protección del débil y su aspecto más negativo, laviolencia arrolladora que pueden desplegar frente a sus "enemi-gos". Las áreas de conflicto de las personalidades tipo "8" estarán,probablemente, relacionadas con su agresividad y las difíciles rela-ciones que pueden entablar con la gente de su entorno. Como per-sonajes representativos del grupo podríamos señalar a los "bandi-dos generosos" de la época del Romanticismo que despojaban a losricos para entregárselo a los pobres y a su prototipo de ficción,Robin Hood, mientras que entre la gente real, la figura de Jesús Gil,con su personal visión de lo que es justo e injusto, no estaría muyalejada de esta tipología.

9.- El Conciliador es la persona pacifista por naturaleza; el"puente" siempre tendido entre actitudes encontradas como vía desolución de conflictos e integración de posturas. No es extraño quela cualidad que la gente aprecia más entre los integrantes de estegrupo caracteriológico sea, precisamente, su sentido de la diploma-cia, de la negociación; mientras que el defecto mayor en el que pue-den incurrir es la indolencia. De natural tranquilos y calmosos, supostura ante la vida se puede resumir en la conocida expresión apli-cable a los problemas que a menudo nos preocupan innecesaria-mente: "Si tiene solución, ¿por qué preocuparse?; y si no la tiene... ¿porqué preocuparse?". Los premios Nobel de la Paz son un buen semi-llero de este grupo caracteriológico. Entre los políticos se me ocurreseñalar al actual secretario general de la OTAN, Javier Solana.

Si se miran con detenimiento, las nueve posiciones contempla-das en el Eneagrama cubren un amplio espectro de descripcionescaracterológicas que en los sistemas clasificatorios de rasgos depersonalidad más actualizados sólo aparecen parcialmente defini-das. De hecho se ha estudiado el paralelismo entre Eneagrama y elsistema tipológico propuesto por C.G. Jung, que se asienta sobretres consideraciones esenciales del funcionamiento psíquico huma-no: la orientación básica (intro-extraversión), las funciones prefe-rentes (percepción: a través de los sentidos o de la intuición; juicio.mediante pensamiento racional o en base a procesos afectivos) y lasfunciones observables (juzgar y percibir). Tampoco será muy difí-cil, incluso al lector ajeno a las cuestiones técnicas de la Psicología,

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apreciar la relación entre los eneatipos y la clasificación de la per-sonalidad en función de los intereses predominantes propuesta porAllport, Vernon y Lindzey que agrupa a las personas en base a suspersonales preferencias de carácter teórico, económico, estético,político, social o religioso.

La zona minada

A menudo, los valores personales, la actitud o posición desde laque se enfoca una situación problemática, da lugar a una clase típi-ca de comportamientos que apunta hacia una intencionalidaddeterminada. Así, por ejemplo, la conducta consistentemente torpede un niño que deja caer todo cuanto pasa por sus manos o los olvi-dos sistemáticos que experimenta un adolescente respecto a losencargos que se le encomiendan, puede estar orientada a conseguirla atención que desean de cuantos les rodean en un intento –efecti-vo muchas veces– de sentirse a sí mismos importantes. La reitera-da desobediencia de un muchacho que, sistemáticamente, va segui-da por la correspondiente riña paterna, suele apuntar hacia unalucha de poderes mediante la cual, probablemente, padre e hijo sededican a delimitar sus territorios personales y sus correspondien-tes zonas de influencia. Ciertos comportamientos constituyen puray simplemente intentos de venganza abiertos o encubiertos haciaalguien contra quien se guarda algún resentimiento. También esposible encontrar muestras de ineptitud por parte de quien, sim-plemente, desea que lo dejen en paz.

Llamadas de atención, pulso de poderes y desquite son tres delos objetivos a los que apuntan numerosos comportamientos ina-decuados o conflictivos en los que se encuentra involucrada unarelación interpersonal. A menudo constituyen peldaños de unamisma escalera que, inadvertidamente, van subiendo quienes seenredan en una dinámica conflictiva, de manera que el comporta-miento que comienza constituyendo una simple molestia para lapersona hacia la que va dirigido, pasa a convertirse en un desafío ala autoridad, lo cual desencadena la consiguiente réplica punitivaque, a su vez, genera un deseo de desquite en el protagonista más

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débil institucionalmente. El otro tipo de conducta inapropiada, lasmuestras de ineptitud, puede darse en un contexto interpersonal obien producirse a partir de un sentimiento individual de incapaci-dad, como en el caso de las depresiones o las fobias.

Las personas del entorno habitual de este tipo de "provocado-res" reaccionan con un comportamiento que está determinado tam-bién por su posición personal y, de este, modo se inicia un clásicocírculo vicioso, indicativo de que se está engendrando un típicoproblema circular. Así, a cada tipo de comportamiento inadecuadose le suele contraponer una reacción típicamente ineficaz y conti-nuadora del conflicto:

Las llamadas de atención intentan ser neutralizadas recurriendoa un tono irritado:

– "Oye, papá y por qué...” (enésima pregunta que el niño aburri-do dirige a su cansado padre que, a la vuelta del trabajo, inten-ta concentrarse en la repetición de las jugadas más interesan-tes de los partidos del domingo).

– "Hijo, ¿no ves que estoy intentando descansar? espérate un rato yluego juego contigo".

La acción del niño ha conseguido desencadenar una fuerte reac-ción emocional en su padre; se puede decir que el hijo "controla" lasemociones del adulto; el niño es, por lo tanto, el "vencedor" en estainteracción

Los desafíos a la propia autoridad intentan ser contrarrestadosdándole más fuelle al mando institucional:

– "¡Es así porque lo digo yo y basta!" (el padre está encendido deira porque, lejos de agachar la cabeza como un corderito, suhijo le está haciendo ver algunas incoherencias de sus argu-mentaciones de adulto en relación a las salidas nocturnas consus amigos).

– "¡Pues por mucho que me chilles, no vas a tener más razón!" (el hijose muestra firmemente sereno, lo cual desencadena un enojoaún mayor en el padre).

Los deseos de revancha generan nuevos deseos de venganza:– "Por haberte peleado con tu hermano te quedarás esta noche sin ver

la TV".

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– "Espera que te agarre.." (le susurra por lo bajo el reo a su acusa-dor mientras le lanza una mirada cargada de odio).

El comportamiento de ineptitud provoca deseos de "rendirse"dejando por imposible a quien muestra tal conducta inadecuada obien es la justificación para abandonarse uno mismo evitándose laincomodidad de todo intento de autosuperación:

– "No, mira, se hace de esta manera... (después de mostrarle unmodelo varias veces)... ¡oh!, está bien, deja, yo te lo hago".

O tal vez:– "Tengo una voluntad muy débil... es inútil que siga intentando dejar

de fumar...".Pues bien, como estas actitudes son las que provocan que la

interacción se mueva permanentemente en el mismo círculo, esimportante ser consciente de su existencia para evitar a toda costapenetrar en la misma "zona minada" que, sin remisión, nos con-ducirá de nuevo al lugar del que, precisamente, queremos salir.

Si el padre del primer ejemplo evita caer en su propia zonaminada de irritabilidad cada vez que su hijo solicita su atención yse esfuerza en desarrollar otra actitud diferente, por ejemplotomando él la iniciativa para desarrollar algún juego de contactofísico con el niño en cuanto llega a casa en lugar de enfrascarse enla televisión, el niño ya no tendrá razón alguna para persistir en susmolestas llamadas de atención. Otro tanto se puede decir de quien,con su propia actitud, alimenta una escalada simétrica por la cum-bres del poder: la mejor estrategia para romper el círculo de vio-lencia engendrado por el "ordeno y mando" es otorgar a la partecontraria algunas de las cotas de responsabilidad que demanda. Encuanto al ánimo de revancha, no es difícil comprender que el ejer-cicio de la venganza sólo genera ansias de desquite en la parte per-dedora, con lo que, fácilmente, se desencadenará una interminablerueda de vindicaciones en la que, sucesivamente el que ha queda-do por debajo se situará momentáneamente arriba hasta que, denuevo, el otro lo haga caer.

En cuanto a las manifestaciones de ineptitud o las actitudes deimpotencia, la zona minada está constituida precisamente por eldeseo de retirada que provocan. Si un maestro "se rinde" ante la

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manifiesta cerrazón de su alumno para aprenderse la tabla de mul-tiplicar, probablemente pasarán años antes de que el alumno, efec-tivamente, la aprenda. Pero si en lugar de eso el maestro perseverabuscando formas amenas o sorprendentes de estimular el interésdel chico, acelerará el proceso de aprendizaje. De hecho, muchosprogramas diseñados para el mejoramiento del rendimiento inte-lectual, como el "Proyecto HARVARD"6 o el "Programa de Enrique-cimiento instrumental" (P.E.I.)7 de Reuven Feuerstein han demos-trado resultados sorprendentes en alumnos con síndrome deDown, que si hubieran caído en manos de profesores fácilmenteasequibles al desaliento, no hubieran desarrollado todo el potencialdel que demostraron ser capaces. Lo mismo ocurre en relación auno mismo: la actitud de rendirse ante los repetidos fracasos per-sonales sólo conduce a nuevos fracasos. La zona minada a evitar,por lo tanto, frente a estas actitudes, tanto de los demás como pro-pias, es el abandono.

La práctica de la teoría

La asimilación de los puntos tratados en este capítulo, más queuna práctica puntual sobre un par de ejercicios escritos, requiere eldesarrollo de una disposición personal de reflexión en torno a lasposibles actitudes, propias y ajenas, que subyacen a cada fragmen-to de comportamiento externo:

– ¿Qué creencias, valores, qué postura personal, en definitiva,parece estar justificando la adopción de una determinada con-ducta?

– ¿Qué papel se está desempeñando en el juego de comporta-miento en cada caso: víctima, perseguidor, salvador?

– ¿Qué actitud vital parece ser la predominante en cada uno delos actos cotidianos: conciliador, acusador, calculador, irrele-vante?

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6. CEPE. Madrid, 1992.7. Bruño. Madrid, 1992.

– ¿Qué clase de tipología de personalidad se puede atisbar pordebajo del estilo habitual de funcionamiento propio y de losdemás: perfeccionista, entregado, avasallador, melancólico,distante, adherente, despreocupado, justiciero, indolente?

Mejor que unos pocos ejercicios con solución modelo, serámucho más provechoso consultar las referencias bibliográficas delfinal del capítulo e iniciar, a través de alguna de las lecturas suge-ridas, la aventura de descubrir a los demás a través del conoci-miento de uno mismo.

Resumen

– La interacciones problemáticas parecen seguir unas reglasdeterminadas por los valores personales.

– Las reglas encubiertas pueden definir diferentes papelesque los protagonistas de la relación-problema están jugandoinadvertidamente.

– Los papeles más simples en una relación difícil son los deperseguidor-víctima-salvador

– Las posturas personales más frecuentes en relación conlos demás son las de: conciliador, acusador, calculador e irrele-vante.

– La caracterología individual condiciona la actitud perso-nal frente a una situación conflictiva. Un buen sistema de clasi-ficación de personalidad se puede encontrar en el eneagrama ysus nueve tipos: perfeccionaste, entregado, triunfador, senti-mental, observador, leal, vividor, justiciero y conciliador

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Lecturas recomendadas sobre el Eneagrama:

BARON, Renee y WAGELE, Elizabeth: El Eneagrama., Barcelona: Plane-ta, 1995. Se trata de una obra de fácil lectura y muy comple-ta. Excelente como introducción al tema.

BEESING, María; NOGOSEK, Robert J.; O´LEARY Patrick H.: El Eneagra-ma Un camino hacia el autodescubrimiento, Madrid: Narcea,1995 (3ª ed.). Excelente obra de estos pioneros en el estudio ydivulgación del tema. Contiene un interesante capítulo sobreEneagrama y espiritualidad.

GALLEN, Maria-Anne y NEIDHART, Hans: El Eneagrama de nuestrasrelaciones, Bilbao: Desclée De Brouwer, 1997. Son dos exce-lentes obras de iniciación en la teoría eneagrámica. La pri-mera enfocada hacia el autodescubrimiento personal y lasegunda, con una dimensión hacia lo social.

MELENDO, Maite: En tu centro: El Eneagrama, Santander: Sal Terrae,1993. Libro de fácil comprensión, con el aliciente de estarescrito por una autora española, desde un punto de vista máscercano a nuestra propia cultura. Ideal para iniciarse en eltema.

PALMER, Helen: El Eneagrama, Barcelona: Los Libros de la liebre demarzo, 1996. Se trata de la obra más recientemente publicadaen España sobre el tema y tiene la virtud de que su autora esuna auténtica pionera en el estudio del Eneagrama.

RISO, Don Richard: Tipos de Personalidad. El Eneagrama para descu-brirse a sí mismo, Santiago de Chile: Cuatro Vientos, 1993.

––––– Comprendiendo el Eneagrama, Santiago de Chile: CuatroVientos, 1994. Estas dos obras de Riso son, probablemente,las más completas y didácticas publicadas hasta la fecha.Pueden servir como manual de consulta permanente y comotexto de aprendizaje sistemático.

––––– Descubre tu perfil de personalidad en el Eneagrama., Bilbao:Desclée De Brouwer, 1997.

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ROHR, Richard: Eneagrama y crecimiento espiritual, Madrid: P.P.C.,1995. Sorprendente obra de este franciscano de Nuevo Méji-co. Conviene estar iniciado en el tema para sacarle todo sujugo a la obra.

Cursos sobre Eneagrama:

Instituto de Dinámica e Interacción Personal. C/ Hortaleza 73,Madrid Tfno. 91 310 32 38

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6PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

"El principio de más de lo mismo no produce 'sorprendente-mente' el cambio deseado, sino que, por el contrario,

la 'solución' contribuye a aumentar el problemay se convierte en el mayor de ambos males"

Paul Watzlawick

Cuando el problema es la solución

Patricia es una joven universitaria que intenta (¡por terce-ra vez!) sacar adelante las asignaturas que tiene pendientes deprimer curso de Historia. De brillante trayectoria a lo largotanto de la EGB como de los estudios de bachillerato, poseeademás un notable talento musical –de hecho, está conclu-yendo sus estudios de piano–. Sus padres, además de quejar-se de la mala marcha de la chica en los estudios, describen elcomportamiento de su hija como caótico, desordenado,inconstante y sumamente variable. La madre, como ilustra-ción a todo ese panorama, refiere la anécdota de que Patriciano sólo deja tirada su ropa por cualquier parte, sino que inclu-so es capaz de despreocuparse de hacer desaparecer la com-presa que debería arrojar a la basura, olvidándosela ostento-samente en cualquier lugar de la casa.

Los padres de Patricia constituyen una pareja culta, deposición económica desahogada, interesada en temas intelec-tuales y sin ningún tipo de problema serio de convivenciaentre ellos. La segunda hija del matrimonio, además, es unachica encantadora, en absoluto problemática y excelente estu-

diante y ellos aportan ese dato como justificación de que no debenser unos padres tan desastrosos como para explicar el comporta-miento problemático de su hija mayor.

Cuando este angustiado matrimonio se pregunta cómo es posi-ble que una hija pueda desorganizar su conducta hasta el punto derepetir por tercer año consecutivo un mismo curso de carrera, apesar de todo el empeño, esfuerzo y cuidado que ellos han estadoponiendo en la educación de las chicas, están muy lejos de plante-arse que, en realidad, buena parte del problema de comportamien-to de Patricia se puede estar dando a causa de ese mismo empeño,preocupación y desvelo que están teniendo con la chica.

Puede parecer un disparate; sin embargo, la cuestión es biensimple: Si cada vez que alguien se enfrenta a un problema apareceuna persona que lo resuelve por ella, entonces la propiedad delproblema pasa del primer al segundo sujeto. Es el juego del perse-guidor-víctima-salvador: el salvador se convierte en víctima dequien resulta salvado por su intervención y empieza a percibir aéste como su perseguidor.

En el caso de Patricia, ella podía actuar del modo en que lo hacíasabiendo, por una parte, que sus padres no sólo le iban a tolerarque repitiese año tras año el mismo curso, sino que, además, podí-an permitírselo económicamente. También sabía, porque lo estabaconstatando cada vez que surgía el tema, que si dejaba tirada suropa y sus cosas por cualquier parte, alguien se las recogería detodos modos, con lo que ella siempre se iba a encontrar su habita-ción arreglada y sus pertenencias en perfecto orden. En otras pala-bras, lo que estaba manteniendo vivo el problema de Patricia era elhecho de que continuamente sus padres se encargaban de "sacarlelas castañas del fuego".

Llevando las cosas hasta un punto extremo, podemos conside-rar también el caso de problemas tan acuciantes en nuestra socie-dad como la anorexia: Las estadísticas demuestran que este tras-torno es prácticamente desconocido en los países del tercer mundo;cuando la preocupación principal de las personas es encontrar elalimento necesario para sobrevivir cada día, no tienen cabida con-sideraciones referidas a la cantidad de calorías que conviene o no

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ingerir en cada comida para mantenerse esbeltos. Se dice tambiénque una buena batalla cura las depresiones y que en las líneas decombate no se conocen los estados depresivos (otra cosa es lo quepueda ocurrir en retaguardia o los efectos postraumáticos de unavivencia de tensión continuada en el frente). Cuando la preocupa-ción primaria es la autodefensa, la conservación de la propia vidaen cada minuto del presente, no hay lugar para las especulacionesacerca de futuros más o menos abrumadores y pesimistas.

De este modo, bien es verdad que simplificando exageradamen-te las cosas, podemos entrever cómo un problema de déficit ali-mentario está vinculado a la disponibilidad de comida en abun-dancia por parte de la persona afectada, o una situación de angus-tia vital puede desencadenarse a partir del hecho de no tener una"batalla" personal en la que comprometerse.

Hacia la solución efectiva:

De todo lo expuesto hasta el momento, no será de extrañar quela propuesta genérica para poner término a cualquier situaciónconflictiva, recurrente o que se prolonga indefinidamente en eltiempo, consista en poner fin a la solución infructuosamente inten-tada durante todo ese espacio de tiempo o en los momentos en quese ha querido atajar en vano el problema, y probar a hacer algodiferente. Dicho de un modo sencillo:

Parece una verdad de "perogrullo" pero, paradójicamente, lagente en lugar de ponerla en práctica se empeña en actuar comoaquellos esquimales que no sabían nadar, aferrándose consistente-mente a sus viejas pautas conocidas aún a sabiendas de que no vana solucionar su problema.

La solución a cualquier problema requiere un cambio, la intro-ducción de un elemento nuevo, actuar desde un nivel diferente opartiendo de unos presupuestos distintos –aunque esto no quiere

Si lo que estás haciendo no funciona, prueba algo diferente.

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decir que cualquier cambio vaya a arreglar la situación–. A veceslos cambios suceden de manera espontánea, pero lo más normal esque haya que provocarlos intencionadamente para salir del estan-camiento de la rutina.

Los papeles en una familia pueden estar distribuidos de manerarígida de modo que cada miembro se ajusta a su partitura. La fami-lia navega a través de sus pequeñas crisis rutinarias: broncas, que-jas, reproches... tal vez el padre ha institucionalizado –a pesar de lasprotestas de su mujer– el desaparecer los sábados por la tarde parair a echar la partida con los amigos y ver el partido de turno en elbar. No se trata de infidelidades escabrosas, ni de adicción al juego;simple definición de su papel masculino. Quizás la madre pone elgrito en el cielo cada vez que su marido deja caer algo de cenizasobre la pulcra alfombra... nada de grandes crisis; tan sólo ajustarsea su papel de ama de casa. Puede que la única hija del matrimoniovaya creciendo sin grandes sobresaltos: algunos problemillas con elinglés del colegio y, por supuesto, con las matemáticas; sus fiestasde cumpleaños con las amigas y toda la vida por delante.

Tal vez esa familia ni siquiera se ha dado cuenta de que estátejiendo un inmenso problema en torno a sí: el de la rutina, el has-tío, la desilusión. En consecuencia, no se plantean hacer nada porcambiar el estado de las cosas. Millones de familias sobreviven asídurante años y más años.

Pero, quizás ocurre algo imprevisto: un amago de infarto llevaal padre a ser ingresado en el hospital; tal vez un coche atropella ala niña o un accidente doméstico convierte a la madre en una vícti-ma de la fatalidad. En cualquier caso, ha surgido una crisis. Depronto, los papeles desempeñados hasta el momento ya no sirven:el marido se da cuenta de que no es el "macho" independiente quese puede valer por sí mismo eternamente; la niña siente por prime-ra vez el miedo ante la realidad de la muerte que ha visto angus-tiosamente cercana y la madre empieza a comprender en su propiacarne que hay cosas más importantes que la alfombra del salón. Yaes un punto de partida. Por lo de pronto se habrá producido, comomínimo, un cambio de actitud personal en alguno de los miembrosde esa familia o en todos ellos.

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Además, puede que empiecen a tener lugar otras variacionessutiles en el entorno de los tres personajes: Quizás, por primeravez, pasen juntos la velada del sábado acompañando al miembrode la familia enfermo. Tal vez hagan planes conjuntos para cuandolas cosas vuelvan a la normalidad. En cualquier caso empiezan aestar en disposición de propiciar un cambio real en sus vidas que,probablemente, abrirá una salida hacia la solución al problema derutina y hastío en el que habían incurrido sin darse cuenta.

Otras familias no tienen la "suerte" de encontrarse con la opor-tunidad de un cambio espontáneo a través de una crisis de cual-quier tipo y languidecen en sus rutinas habituales arrastrando unsentimiento difuso de amargura y desazón, sin conseguir localizarel origen de su malestar. Algunos otros grupos familiares tienenmayor sensibilidad y, ante la activación de esa alarma sorda peropersistente, deciden buscar ayuda profesional para intentar reo-rientar su trayectoria hacia una meta más ilusionante que la quevislumbran desde su comportamiento de rutina.

A la hora de diseñar un cambio efectivo hacia una situación mássatisfactoria que la de partida, se supone que ya tenemos delimita-do nuestro problema y que estamos en condiciones de definir o, almenos, intuir las posturas personales de los protagonistas implica-dos en la interacción conflictiva y que están contribuyendo al man-tenimiento del problema. El primer paso hacia el cambio efectivoha de ser, por supuesto:

Definir un objetivo de cambio mínimoToda meta se alcanza después de una sucesión más o menos

larga de pasos. Cualquier gran cambio ha de asentarse en pequeñoscambios previos. El punto de partida más lógico para dar solucióna cualquier problema ha de ser orientar, del modo más concretoposible, el rumbo a seguir y fijarse una primera meta cercana yfácilmente alcanzable.

Si se quiere vaciar un camión de veinte toneladas no se puedehacer de golpe; hay que ir descargándolo saco a saco. Hace muchosaños que la sabiduría popular utiliza la metáfora de la "bola denieve" para ejemplificar el modo en que un comienzo modesto

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puede llegar a alcanzar proporciones considerables. En los paísestropicales se recurre al "efecto mariposa": teóricamente es posibleque una mariposa que agita suavemente sus alas en la selva ama-zónica desplace una pequeña masa de aire que a su vez, bajo deter-minadas condiciones, ponga en movimiento a otra más considera-ble y así sucesivamente hasta desencadenar un huracán en Florida.Pues bien, es este efecto mariposa o bola de nieve lo que hay per-seguir a la hora de encarar la solución de un conflicto.

Cuando Pedro intentó volver a la autoescuela tras suspenderpor primera vez su examen de conducir, se sintió invadido poruna angustia tan grande que fue incapaz de entrar en el aula, porlo que decidió dejarlo aquel día y volverse a su casa. Como en losdías siguientes se repitió exactamente la misma situación y la reac-ción de Pedro fue igualmente de huida, pensó en pedir ayuda psi-coterapéutica para sobreponerse a su naciente problema de ansie-dad fóbica.

Tras una primera entrevista con el joven –en la que se constatóuna actitud extremadamente perfeccionista por su afán de demos-trar a su suegro que él no era ningún "tonto" y toda una serie dedemandas internas exageradas en el sentido de "tener que" aprobaren el primer intento, así como pensamientos ansiógenos del estilo"todos los que han empezado conmigo van a sacar el carnet antesque yo; me voy a convertir en el "tonto" de la autoescuela"– se acor-dó rebajar inicialmente su objetivo global: "aprobar en el siguienteexamen" por el más específico de:

– Entrar en el aula, tomar unos tests y cubrirlos hasta la llegadadel profesor de teórica.

– Atender a la explicación sobre normas del código correspon-dientes a ese día.

– Permanecer una hora más en la autoescuela, una vez conclui-da la exposición del profesor, trabajando con otros tests y com-probando los resultados

Cambiar la posición personalEl cambio, por supuesto, ha de orientarse en la línea de menor

resistencia y, tal como hemos explicado, las actitudes personales

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son los muros de contención de las interacciones conflictivas, loscauces que ayudan a que los problemas fluyan una y otra vezsiguiendo exactamente el mismo curso que en anteriores ocasio-nes. En una palabra, la postura personal forma parte integrantedel problema.

"Cuando uno no quiere, dos no discuten", sentencian sabiamen-te las madres cuando uno de sus hijos se empeña en mantener unadisputa con su hermano acusándole de haber sido él el iniciador dela pelea. Cuando, en medio de un partido de tenis, uno de los dosjugadores decide que tiene cosas más importantes que hacer quejugar con la raqueta, no tiene más que dejar pasar unas cuantasbolas y el final partido se precipita en pocos instantes, o tambiénpuede dejar la raqueta en el suelo directamente y marcharse a lasduchas. Pero si se empeña en devolver cada pelota que el adversa-rio le lanza, el último set puede ser interminable y dejar exhaustoal jugador deseoso de acabar.

Quien se empeña en mantener su postura provoca que la otraparte se afiance en sus posiciones lo que, a su vez, conduce a unareafirmación más sólida del primer protagonista y así comienza lafamosa "escalada" conflictiva que nunca concluye ni conduce asolución satisfactoria alguna. La homeopatía se fundamenta en elprincipio de que "lo semejante se cura con lo semejante" lo cualquiere decir que el remedio debe ser instaurado a partir de aquelloque provoca los mismos síntomas que la enfermedad a la que sequiere combatir. La "homeopatía psicoterapéutica" ha sido descu-bierta hace ya bastante tiempo y ha recibido el nombre de "inten-ción paradójica". Así, mientras el "(sin)sentido común" aconsejacombatir un síntoma mediante la actitud contraria a pesar de la ine-ficacia de este método, sistemáticamente comprobada, la técnicaparadójica aconseja seguir la corriente del problema en lugar deinterponer los habituales diques actitudinales que, inevitablemen-te harán que revierta en donde menos se desea.

Es como en el cuento de la caña y el roble: tanta resistencia ofre-ció el roble frente al viento que terminó quebrándose mientras quela caña, flexionándose en la dirección del huracán capeó sin pro-blemas el temporal. Del mismo modo, el padre empeñado en some-

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ter a un hijo rebelde, sólo conseguirá provocar una mayor rebeldíaen el chico que, a la menor oportunidad, buscará la manera dedesafiar la autoridad paterna para situarse por encima, llegandoincluso a fugarse de casa si la presión ya ha alcanzado cotas muyelevadas; mientras que si el padre abandona la lucha, probable-mente el conflicto bajará a niveles más negociables.

Caminar despacioComo en música, cada cambio tiene su "tempo" e intentar acele-

rarlo sólo desemboca en estridencias. Problemas que han ido cris-talizando a lo largo de los años no pueden desvanecerse por arte demagia (por cierto: la magia en psicoterapia no existe) en unos pocosdías. Es preciso asegurar el objetivo final consolidando previamen-te cada una de las conquistas logradas.

La actitud más importante a desarrollar a lo largo de este cami-no pausado es la de observador inteligente que aprende de cuan-to examina y reconoce las leyes ocultas en los fenómenos que con-templa, de manera que su sensación de control sobre la situaciónque está manejando se fundamenta cada vez con mayor solidezen su comprensión de las relaciones entre lo que hace y lo queobtiene.

También es bueno tener en cuenta que la solución de un proble-ma, de cualquier problema, por importante que sea, no supone lainauguración de una etapa de felicidad perpetua para el resto delos días de existencia, sino que, más bien, la vida es una sucesiónde problemas y que, tras el que acabamos de dejar atrás, segura-mente nos espera otro. Pero hay que saber también que un proble-ma es sólo eso: una situación a la que conviene poner remedio. Nose trata ni del fin del mundo ni de algo "horroroso".

Áreas de cambioSegún la estructura del problema al que debemos enfrentarnos

en un momento dado, puede que sea necesario enfocar nuestroobjetivo hacia los aspectos interpersonales de una relación o quizásel problema esté principalmente ubicado en nosotros mismos, conlo que el terreno de juego va a ser nuestra actitud personal.

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Sea cual sea el área conflictiva, los cambios que podemos pro-ponernos iniciar pueden estar dirigidos hacia tres aspectos de larealidad social o personal:

Los tres espacios constituyen, en realidad, aspectos parciales dela realidad global del funcionamiento humano:

La filosofía básica de la vida –el mapa general de referencia,podríamos decir, o la base teórica de la "postura personal"–, consti-tuye el sustrato a partir del cual se activan las valoraciones corres-pondientes a cada situación concreta en la que nos hallamos, ladefinición de uno mismo y de los demás, con todas las derivacio-nes que ello implica sobre aspectos tales como autoestima, juiciossobre los otros, expectativas, etc.. A nivel operativo se concreta enuna especie de diálogo interno permanente, más o menos cons-ciente, que mantenemos con nosotros mismos, ya sea en forma ver-bal o de imágenes.

El clima afectivo se genera principalmente a partir de las valo-ración subjetiva de los acontecimientos que nos toca vivir en unmomento dado, en el sentido de que los juicios personales puedenmodular la intensidad de una emoción ya sea magnificándola ominimizándola (recuérdese la referencia a la teoría Racional-Emotiva de Albert Ellis apuntada en el apartado "Problemas sindueño" del capítulo II). Además, la percepción personal de la inten-sidad de una emoción es utilizada como criterio confirmador de lospresupuestos filosóficos de partida.

El repertorio de conductas de cada cual está en función de suspresupuestos filosóficos básicos al tiempo que participa también dela esfera afectiva en el sentido de que el actuar o abstenerse dehacerlo en función de las creencias de base, activa determinadosestados emocionales. Además, los actos concretos sirven a su prota-gonista para consolidar su propia visión del mundo y de sí mismo.

– El ámbito interno de los pensamientos y cogniciones.– El mundo de los afectos y sentimientos más íntimos.– El área concreta de las acciones personales, de la conducta

observable.

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Esta triangulación mutua-mente confirmatoria puedealterarse, sin embargo, modi-ficando alguno de sus ele-mentos: Si forzamos un cam-bio filosófico mediante deba-te y cuestionamiento de losplanteamientos cognitivos debase, es posible modificar los sentimientos asociados al plantea-miento primitivo y arriesgarse a iniciar nuevas conductas funda-mentadas en los nuevos puntos de vista que se van consolidando.Por otra lado, si nos "arriesgamos" a realizar nuevos comporta-mientos que no figuraban inicialmente en el repertorio personal,es posible que algunos de los presupuestos teóricos de base tenganque ser modificados. Finalmente, también es posible forzarse amodificar un sentimiento llevándolo hasta niveles "razonables" otolerables, tal como propone Albert Ellis con sus ejercicios de "ima-ginación emotiva", en los que invita al sujeto a representarse unasituación problemática al tiempo que se esfuerza en mantener unnivel de emociones adecuadas, lo cual le lleva a efectuar algunosreajustes en su manera de pensar posibilitándose, por consiguien-te, nuevas maneras de actuar en esa situación inicialmente proble-mática.

Pues bien, estos cambios mínimos, lentos y dirigidos a modifi-car algunos aspectos de la posición personal pueden iniciarsesobre cualquiera de los tres aspectos del funcionamiento global. Noobstante, como normalmente es más fácil ejercer un control directosobre las acciones, será en esta área donde se centrarán la mayorparte de los intentos de cambio voluntariamente iniciados.

Cambiar la estrategia:

"Si lo que estás haciendo no funciona, haz algo diferente". No debe-mos perder de vista esta máxima fundamental en la filosofía delcambio estratégico ya que toda acción encaminada a la obtención

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SENTIMIENTOS

COMPORTAMIENTOCREENCIAS

de un nuevo resultado debe partir de la novedad, de la diferenciarespecto a los viejos caminos trillados cuyo indeseable destino yaconocemos de sobra.

La clave fundamental del cambio se sitúa en la "postura perso-nal". A menudo es este empeño en ganar el partido de tenis lo queprovoca que el juego se prolongue indefinidamente, mientras queel hecho de deshacerse de la raqueta propiciaría la conclusióninmediata del partido. Por eso, a nivel general, lo que se debe per-seguir a la hora de poner fin a cualquier situación de conflicto con-siste en adoptar una postura diametralmente diferente a la mante-nida hasta ese momento.

Veamos las posibilidades de acción en cada una de las diferen-tes categoría problemáticas que se han señalado anteriormente(véase capítulo IV):

Forzar lo espontáneoFrente al empeño persistente en conseguir, sin resultado alguno,

que se produzca aquello que sólo puede ocurrir de modo natural,la única postura que cabe adoptar para abrir una vía hacia resulta-dos diferentes es, precisamente, empeñarse en no lograr aquelloque deseamos conseguir. Este camino aparentemente absurdo esampliamente utilizado en psicoterapia, por ejemplo a partir de téc-nicas paradójicas tales como la prescripción del síntoma que pro-pugna Viktor Frankl1 así como otros muchos autores.

Se puede constatar fácilmente que la mayor parte de los sínto-mas fisiológicos como el insomnio o las disfunciones sexuales sonmantenidos, en buena medida, por la exigente demanda de que lascosas funcionen de manera diferente: Cuanto más empeño pone elinsomne en lograr caer dormido, mayor ansiedad se genera a símismo con sus exigencias de aprovechar al máximo las pocas horasque le quedan hasta el momento de tener que levantarse. Si enlugar de angustiarse por el reloj o la perspectiva de un día somno-liento, se dedicara a disfrutar de su música favorita o de una lectu-ra apasionante, o bien se afanara en hacer la limpieza del cuarto

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1. Viktor E. FRANKL: Logoterapia y Análisis Existencial, Barcelona: Herder, 1990.

trastero, como mínimo, se desestresaría y, muy probablemente, lle-garía a caer rendido cuando menos se lo esperara.

Del mismo modo, cuanto más se esfuerza en experimentar unaerección la persona afectada de impotencia, más es presa de su pro-pia ansiedad de expectación y, en consecuencia, más dificultadesexperimenta para lograrlo con lo que su frustración aumenta, aña-diendo un nuevo problema a la situación, mientras que si aceptarade entrada su dificultad y se centrara más bien en el juego amoro-so, en el que es posible participar sin erección alguna, sus probabi-lidades de lograrla aumentarían significativamente.

También, el pretender forzar el nacimiento de un determinadosentimiento en otra persona es encuadrable en este apartado.Conozco un puñado de casos de padres o madres separados que,dolidos por el hecho de que sus hijos parecen más encariñados conel padre con quien conviven habitualmente, se empeñan en obligara los pequeños a que los quieran a ellos en las fechas que el juez lesha estipulado como régimen de visitas cuando lo más razonablesería partir del hecho de que es lógico que el niño se sienta másapegado hacia la persona con la que convive habitualmente y tra-tar de ganar su cariño no por decreto y a fecha fija, sino mediantedetalles y a lo largo de todo el año.

Evitar lo temidoCuando alguien siente aprensión ante una situación es porque

se ve a sí mismo sin los recursos pertinentes para hacerle frente ysalir airoso. En consecuencia, la reacción más inmediata consiste entratar de esquivar la situación. Pero de ese modo se pierde la opor-tunidad de adquirir la práctica necesaria para el desarrollo de esosrecursos de los que no se dispone. Este es el caso de las fobias y delas situaciones ansiógenas en general. Cuanto más se evita un estí-mulo temido, mayor temor llega a producir con lo que las conduc-tas de evitación se vuelven más dominantes en el futuro.

La única manera de superar el temor a una situación es entran-do en escena y haciendo frente al miedo que ese estímulo desenca-dena. Sin embargo, hay que hacer una matización: las personasfóbicas a menudo se comparan con quienes no experimentan su

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temor irracional y, al comprobar que los demás superan sin lamenor dificultad las situaciones que para ellos resultan totalmenteinsoportables, se ponen como meta "agarrar el toro por los cuernos"y enfrentarse a sus miedos hasta aplastarlos... con el resultado deque, con frecuencia los aplastados son ellos mismos.

La actitud correcta para enfrentarse a lo que se teme consiste,por el contrario, en enfrentarse a la situación pero partiendo de unaidea de falta de dominio ante ella, tal como hacen, por ejemplo, losoradores nerviosos que comienzan su disertación anunciando alauditorio su estado de nervios. Del mismo modo, alguien que temea los ascensores, puede probar a utilizarlos mientras compruebacómo su corazón se acelera (no estaría mal que observara su tasacardíaca y la anotara en una libretita a intervalos de un minuto, asícomo cualquier otro síntoma de angustia que vaya sintiendo en suorganismo) y hace predicciones acerca de cuál será el piso más cer-cano en el momento en que pierda el conocimiento.

O bien, si todo eso le parece excesivamente angustioso, puedededicarse a planificar con todo cuidado el día en que decidirá, porfin, subir a un ascensor: hasta qué piso llegará y si va a realizar laexperiencia sólo o en compañía de alguien que le inspire seguridad;a continuación deberá visualizar toda esa situación varias veceshasta el más mínimo detalle mientras se encuentra en un estado derelajación lo más completo posible, y todo esto durante varias jor-nadas. Llegado el día del desafío, volverá a relajarse profunda-mente mientras activa pensamientos de tranquilidad y bienestar.Después, se dirigirá al ascensor elegido y esa vez ni siquiera inten-tará subir, sino que lo aplazará hasta el día siguiente en el que sólosubirá hasta dos pisos por debajo del nivel inicialmente propuesto(en todo caso no debe subir más allá de un par de pisos) y así suce-sivamente.

El primer procedimiento de hacer frente a la claustrofobia serelaciona con la técnica de la "terapia implosiva" y puede ser muyeficaz a corto plazo. El segundo enfoque está más próximo al espí-ritu paradójico que, en realidad, puede fomentar un auténticodeseo de "meterse en harina" de una dichosa vez en lugar de andar-se con tanto rodeo.

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Defender el baluarteEsta es la postura clásica del "partido de tenis". La actitud que

deberían desarrollar aquellos que siempre están empeñados ensalirse con la suya para demostrar su dominio es la de aprenderque el auténtico poder se demuestra consiguiendo que el otro fun-cione de la manera que uno desea pero sin que se de cuenta de queen realidad está siendo manejado.

Se trata de una especie de Judo psicológico en el que, como enla lucha japonesa, en lugar de oponerse frontalmente a la fuerza deladversario, se emplea, precisamente, su propia energía para hacer-le caer. Si alguien se lanza contra uno para derribarlo y el atacadose empeña en parar el golpe, en realidad lo único que hace es ayu-dar al agresor a mantenerse en pie, mientras que si se aparta, esmuy fácil que el agresor caiga por su propio impulso.

Conozco a una pareja de "aries" –en realidad ignoro su signozodiacal ni, por supuesto, me importa en absoluto conocerlo–cuyas interacciones más habituales consisten en darse cabezazos deoposición dialéctica. Cuando acudieron en demanda de asesora-miento psicológico, en realidad pretendían una especie de juez queotorgara la razón a una de las partes en detrimento de la otra porlo que quedaron un tanto frustrados cuando les expliqué que esano era mi función. Después de algunas sesiones con cada uno delos cónyuges por separado, procuré explicarle a la mujer –dado queella era la que más sufría y, en realidad, era quien había demanda-do la terapia– cómo podía hacer en concreto para practicar estaclase de "Judo psicológico", pero ella lo interpretó como una pro-puesta para "ceder" ante las injusticias del marido. Cuando por finlogré hacerle entender que la inteligencia es la forma más refinadade poder, ella empezó a vislumbrar numerosas maneras de lograrsalirse con la suya a partir de una aparente actitud de sumisiónante su esposo. Se guardó su "puño de hierro" y empezó a entrenarsu "mano izquierda" con unos resultados muy esperanzadores.

En definitiva, frente a la actitud de tener razón en todo momen-to y querer salirse siempre con la suya, se debe aprender a mante-ner una posición de debilidad aparente, lo cual puede implicardesde la sustitución del imperioso "tienes que" por un más amable

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"por favor, ¿podrías...?", pasando por técnicas más sutiles como eldesconcierto para captar la atención (dado que en las interaccionesbeligerantes la otra parte puede estar tan enfrascada en el desplie-gue de su propio ataque que no capte las señales de cambio queempezamos a emitir, se pueden aplicar fórmulas de "choque" queprovoquen la sorpresa de nuestro oponente) o estratagemas de"sabotaje benévolo" que ejemplificaremos en el capítulo siguiente.

Defensa acusadoraCuando el problema más acuciante entre dos personas consiste

en un típico círculo vicioso que comienza con la imputación porparte de uno de los protagonistas de determinados comportamien-tos perversos en el otro y, ante la defensa negadora del acusado, seutiliza esa misma negación como prueba de su mala disposiciónpara reformarse, lo que ocurre, en realidad, es que se está inician-do un círculo vicioso tan tupido que es imposible intentar buscaruna salida "razonable". Este puede ser el caso de un ludópata envías de cura: si cada vez que llega a casa su esposa le interroga acer-ca de sus incursiones en las máquinas tragaperras y éste niegahaberse gastado ni un duro en tal vicio, pero su negativa es inter-pretada como una mentira defensiva, la situación puede llegar a sertan asfixiante que induzca al presunto jugador a incurrir nueva-mente en su hábito, como un medio de venganza frente a la actitudinquisitorial de la que ha de protegerse cada día.

Mi paciente paranoica, de la que ya he hablado en capítulosanteriores, vive muy preocupada pensando si no estarán hablandode ella a sus espaldas. Una y otra vez interroga a quienes convivencon ella, pero nunca se queda satisfecha con las negativas que reci-be; más bien sospecha que se confabulan para ocultarle la verdadde sus veladas murmuraciones. En cierta ocasión que acudió a laconsulta acompañada por su madre aproveché para hablar con éstay organizar una estrategia que pudiera servir a toda la familia paraaliviar un poco su tensa situación. De este modo, en presencia de lajoven, di a la madre instrucciones en el sentido de que, cada vezque la chica les preguntara si habían estado hablando de ella, lecontestaran sistemáticamente en sentido afirmativo. Me aseguré de

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que la joven había comprendido bien lo que le esperaba cuandovolviera a la carga con sus dudas martirizantes y aguardé hasta laconsulta siguiente. En la siguiente sesión, en efecto, mi paciente meinformó de que la situación se había convertido en una especie dejuego aburrido porque desde la vez anterior ya no sabía si sus fami-liares habían estado hablando realmente de ella o si se limitaban aseguir mis instrucciones, con lo que su obsesión por interrogarlescontinuamente había decaído notablemente.

En resumen, para romper el círculo de las "coartadas acusato-rias", la actitud a desarrollar consiste en confirmar las dudas enlugar de oponerse a ellas. Si, al contrario que en el caso de mipaciente paranoide, la otra parte desconoce las reglas del juego,habrá que provocar su desconcierto recurriendo a confirmar susdudas unas veces con un inequívoco aire burlón y otras veces conun talante completamente serio, de manera que ya nunca sepa aqué atenerse.

La práctica de la teoría

A estas alturas es posible que ya se haya perfilado alguna zonaconflictiva concreta sobre la que se desea iniciar algún cambio posi-tivo. Por lo que llevamos expuesto, debería estar ya bastante claroque el problema, si bien lo miramos, no radica en la "causa" que hadado origen a la demanda de cambio –eso pertenece al pasado ynosotros sólo podemos actuar sobre el presente concreto– ni,mucho menos, es el inevitable fruto de un caprichoso "destino" delque somos juguete. El problema, más bien, radica en aquello queestamos haciendo para conseguir que las cosas permanezcan inmu-tables, en la misma situación indeseable en la que se encuentran; elproblema es la solución y todos nuestros esfuerzos deben orien-tarse a propiciar un cambio en la estrategia que abra nuevas posi-bilidades de resolución no intentadas hasta la fecha.

Por ello, el objetivo de este capítulo apunta claramente a la rup-tura del círculo vicioso, no abriendo un gran boquete en la estructu-ra de nuestra conducta habitual, sino, sencillamente, permitiendo

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que se inicie una leve ranura a través de la cual pueda empezar asalir parte de la presión que estamos soportando con nuestra actitud.

Determinar el círculo viciosoTal vez las prácticas iniciadas en capítulos anteriores puedan

servir como punto de partida, o, a lo mejor, este es el momento decentrarse en un área diferente, de mayor relevancia que las que sehan venido utilizando para realizar los ejercicios anteriores. Entodo caso, el primer movimiento va a consistir en determinar larelación problema-solución ineficaz mantenida hasta el momento ypara ello, hay que definir con todo detalle ambos parámetros:

a) El contexto: Especificar el área elegida a nivel de comporta-mientos. Si el asunto sobre el que se ha decidido trabajar está enun-ciado en términos excesivamente abstractos, conviene concretarlohasta especificar niveles de comportamiento muy definidos (porejemplo, si el área de cambio propuesta es inicialmente tan ampliacomo "reducir mi inseguridad", será necesario matizarla inicialmen-te con expresiones más precisos que incluyan elementos como:

– Momento (¿por la mañana, por la tarde, cuando hay muchagente, cuando me quedo solo...?

– Lugar (¿en el trabajo, en casa, en el restaurante...?)– Personas implicadas (¿el jefe, los amigos, los suegros, deter-

minado proveedor o cliente...?)– Comportamiento específico –propio y de los otros (¿quedarse

callado, ponerse colorado, salir huyendo, hablar por loscodos...?; ¿los otros miran, se sonríen, dicen algo en concreto,levantan la voz, amenazan ...?)

b) La solución intentada: Determinar claramente todas las ten-tativas puestas en marcha para poner fin a la situación que, evi-dentemente, no han tenido éxito hasta el momento. He aquí algu-nos más frecuentes de intentar provocar un cambio:

– Castigar, reñir, amenazar, advertir– Esforzarse más en lograrlo, exigir(se), imponer– Desistir, abandonar, rehuir– Razonar, sermonear... ... ...

PASOS HACIA LA SOLUCIÓN

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c) La actitud implicada en la solución ineficaz, como por ejem-plo:

– Demostrar que tengo razón– Hacerles ver que no se pueden arreglar sin mí– Demostrar(me) que no soy menos que ellos– Echarles en cara el daño que me hacen– Mantener el control de mis emociones – Sentirme protegido – No complicarse la vida– Hacerles pagar sus errores– Evitar discusionesDeterminar la postura personal que mantiene determinado

comportamiento no siempre es tarea sencilla. Los humanos somosunos expertos en el arte de engañarnos a nosotros mismos. Dehecho, los "mecanismos de defensa" de los que tan largamente seha venido ocupando la literatura psicológica no son otra cosa queargucias de las que todos nos servimos para mantener alta la pro-pia autoestima a base de ocultarnos la realidad. Por eso, este pasoha de ser encarado con firme delicadeza de manera que no cons-tituya un descubrimiento doloroso, pero, al mismo tiempo, quesea afrontado con decisión. De hecho, la cumplimentación de estafase constituye más de las tres cuartas partes de la solución delproblema.

Romper el círculo por el punto diametralmente opuestoUna vez que se ha determinado la actitud personal oculta, no

será difícil determinar la postura que constituye su polo opuesto.Pues bien, una vez realizada esta constatación, será necesario ini-ciar una nueva vía en esa dirección, diametralmente diferente atodo lo intentado hasta el momento, en la seguridad de que sólointentando algo diferente podremos alcanzar otro resultado.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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Resumen

Estructura lógica de la solución de problemas:

Algunas actitudes personales y suscorrespondientes opuestos

-Tengo razón. -Me equivoco muchas veces.-Soy imprescindible. -Los otros pueden ser auto-

suficientes.-No soy menos que nadie. -Hay muchos que me superan.-Sufro intensamente. -Puedo soportar mucho más.-Tengo que protegerme. -Soy muy capaz de asumir

riesgos.-Tengo que demostrar quién -No necesito hacer alardes.soy.-No quiero complicarme. -Asumo cualquier compromi-

so.-“Me las pagarás”. -“Perdóname”.-No voy a discutir contigo. -Quiero que me expliques

muchas cosas.

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PROBLEMA

de otro mío

INTENTOSDE SOLUCIÓN

funciona no funciona

SEGUIR NUEVA SOLUCIÓN

FIN

Esquema de la solución de problemas:

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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El problemas es: La nueva solución a intentar será:

- Me empeño en que suceda - Hacer lo posible por que noalgo que sólo puede ocurrir ocurra (Ej.: mantenerse despier-espontáneamente. ta para combatir el insomnio).

- Trato de evitar algo. - Programarse para hacer un mal papel en la confrontación (Ej.: empiezo a hablar en públi-co confesando mi nerviosis-mo).

- Quiero salirme con la mía. - Me pongo en manos de mi oponente (Ej.: pido la colabora-ción de mi hijo en lugar de em-peñarne en que me obedezca).

- Tengo que defenderme - Doy la razón a mi acusadorcontinuamente de acusacio- sistemáticamente (ej.: siemprenes injustas. afirmo que he (fumado, bebido,

jugado...) cuando me lo pre-guntan, tanto si lo he hecho como si no).

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7ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

"Si no tiene ningún sentido, nos evita un montón depreocupaciones ya que no necesitamos encontrarle ninguno"

El rey de la baraja en Alicia en el país de las Maravillas.Lewis Carroll

La bola de nieve

Prepararse para cambiar puede ser una tarea más compli-cada de lo que a primera vista parece. El cambio es un arte, talcomo demuestra Paul Watzlawick en su obra1 y como en todoarte, se pueden utilizar determinadas técnicas, seguir ciertaspautas estandarizadas y hasta esforzarse en utilizar las canti-dades exactas de la "receta", pero la obra completa dependede algo más que de la aplicación mecánica de unas cuantasoperaciones infalibles. A la hora de diseñar una estrategia decambio, es preciso partir no de unas normas prefijadas ("¿dequé se trata aquí?: ¿de un intento de "forzar lo espontáneo? ¡Ah,bien! entonces lo que tengo que aconsejar es que boicotee sus inten-tos de éxito") sino de la comprensión de la postura personaldel sujeto que demanda ayuda o de la actitud propia que, sis-temáticamente, nos conduce a obtener el resultado que menosdeseamos.

Entonces, ¿cómo diseñar la estrategia de cambio con lasmayores garantías de éxito?, ¿cómo aplicar las instrucciones dela receta para conseguir un guiso comestible y hasta sabroso?

1. Paul WALTZLAWICK: El arte del cambio, Barcelona: Herder.

Los dos elementos básicos ya han sido comentados en anterio-res capítulos; no obstante, dada su importancia fundamental, noestará de más recordarlos de nuevo brevemente:

Fijar un cambio mínimoAnte todo, hay que mentalizarse de que un largo camino sólo se

puede recorrer paso a paso, o de que para descargar un camión devarias toneladas, la única forma posible de hacerlo es procediendoa vaciarlo saco a saco. En un buen guiso es importante ajustar lascantidades mínimas de los condimentos que lo acompañan; sufi-cientes para potenciar su gusto, pero no tan abundantes que lle-guen a encubrir el sabor característico del plato.

Del mismo modo, se ha de proceder a iniciar cualquier cambio:contando con el efecto bola de nieve y en la seguridad de que unavez desencadenado, las cosas rodarán por sí solas. Los objetivos,por lo tanto, han de ser lo bastante modestos para que puedan lle-gar a alcanzarse sin demasiado esfuerzo, pero lo suficientementesignificativos como para que el nuevo estado de cosas empiece ahacerse evidente, de tal manera que se tenga la sensación de que seva cumpliendo un objetivo tras otro.

Concederse todo el tiempo precisoPor seguir con el símil culinario, podemos entender fácilmente

que un plato necesita su tiempo exacto de cocción: si se apurademasiado, posiblemente quedará sin hacerse por algunas zonas,mientras que, si se deja demasiado tiempo al fuego, puede que-marse. En todo caso, a efectos digestivos, siempre será mejor quelos alimentos estén un poco pasados antes que crudos.

Otro tanto ocurre con los cambios. Para que una nueva conduc-ta o relación queden debidamente asentadas es necesario que sefragüen durante el tiempo necesario. El desarrollo de nuevos hábi-tos requiere la práctica repetida de determinadas acciones, progre-sivamente con mayor maestría, hasta su perfecta consolidación.Todo lo novedoso requiere un tiempo de adquisición y de asenta-miento por eso mismo, es importante no apresurarse con los cam-bios; es más, todo terapeuta consciente se encargará de atemperar

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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los ímpetus arrolladores de los consultantes excesivamente impa-cientes por el logro de sus metas personales.

Otros aspectos no menos importantes para propiciar un cambioefectivo son los siguientes:

Recolocar elementos más que "curar" actitudesLa filosofía del cambio parte

de una perspectiva sistémica; esdecir, no considera al individuo"disfuncional" independiente-mente de su entorno. De estamanera, se aparta decididamentedel modelo médico tradicional enel que la única estrategia consiste,básicamente, en actuar sobre elpaciente para forzar una varia-ción en sus funciones o metabolis-mo que le acerquen a la normalidad. El enfoque sistémico, por elcontrario, no aísla a la persona de su entorno social significativo,del que es una parte constituyente, sino que considera la disfun-cionalidad individual como una manifestación del carácter propiode las relaciones que se establecen entre todos los miembros delsistema.

El objetivo del terapeuta del cambio no va a ser actuar sobre el"órgano enfermo" del paciente, sino recolocar las piezas del rom-

pecabezas social de manera que, asemejanza de los juguetes móvilesque cuelgan del techo de las habi-taciones de algunos niños, el movi-miento de una de las partes lleguea repercutir en todas las demás. Y,a menudo, la primera pieza queconviene cambiar no es el "pacien-te" designado, sino la actitud dealgunas personas de su entornofamiliar:

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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Enfoque sistémico:

Si una naranja está aplastada...

... algo tendrá que ver el restodel montón.

Jaime tiene diecinueve años y ha venido a consulta debido a suestado depresivo. La madre explica que el curso pasado ha inicia-do la carrera de arquitectura pero que, debido a su carácter intro-vertido, no ha conseguido encajar ni en la escuela ni en la residen-cia de estudiantes donde se alojó durante ese año, con el resultadode un suspenso casi general en todas las asignaturas. Al comenzarel nuevo curso, Jaime se encuentra sin ánimos para enfrentarse denuevo a la misma situación. El chico ha pensado en cambiarse decarrera y empezar a estudiar una ingeniería técnica que podría cur-sar en la misma ciudad de residencia familiar y con esta perspecti-va se muestra más tranquilo y esperanzado.

Durante la entrevista inicial en la que madre e hijo están pre-sentes, la madre trata de dar ánimos a su hijo con frases como lasiguiente:

–"Tú sabes que en casa nadie te dice que tengas que volver a arquitec-tura... pero es una lástima que pierdas las asignaturas que tienes aproba-das" (el joven tensa los músculos y se echa hacia atrás, encogiéndo-se, en la silla).

Más adelante, la madre vuelve a intervenir con otro de sus argu-mentos:

–"Puedes estudiar lo que más te guste... pero elige algo que tenga sali-da el día de mañana" (el chico se derrumba literalmente mientrasmira al terapeuta como pidiendo socorro)

La entrevista prosigue con la misma tónica de acoso por parte dela madre y de indefensión del muchacho. Evidentemente, lo prime-ro que parece necesario arreglar antes de intentar ningún tratamien-to para la depresión de Jaime, o una terapia encaminada a "curarle"de su actual depresión, es la interacción madre-hijo en la que el chicoparece haberse quedado desarbolado ante el impetuoso avance de lamujer que le ha comido todo el terreno de las iniciativas propias parasatisfacer su anhelo de tener un hijo arquitecto.

Aprovechar los recursos existentesCuando nos centramos en el problema que nos acucia, a nosotros

mismos o a un consultante, el campo de visión estratégica pareceque tiende a estrecharse. La idea de orientar todos los esfuerzos

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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hacia la búsqueda de una salida factible puede hacer perder la pers-pectiva de conjunto de todas las potencialidades positivas, así comode los episodios de la historia personal que culminaron con la reso-lución exitosa de alguna situación conflictiva anterior, que guardemás o menos similitud con las circunstancias presentes. Pero lo cier-to es que, a menudo, se pueden encontrar en algunos mapas inter-nos recónditos, actitudes personales que se han sabido aplicar aotros problemas con resultado satisfactorio y, entonces, mejor querecurrir a lo novedoso, parece más seguro y económico echar manode lo que ya ha probado ser efectivo, lo cual proporciona al sujeto,además, una mayor sensación de control sobre los resultados.

Por eso mismo, es crucial realizar un estudio previo de la capa-cidad del sujeto, en el caso de que estemos actuando como tera-peutas, o de las propias habilidades personales, si se trata de llevaradelante un trabajo personal, a la hora de poner solución a otrosproblemas más o menos similares al que nos ocupa.

Luis es un sujeto de cincuenta y seis años, que acudió a consul-ta debido a su grave problema con las máquinas tragaperras. En elmomento de solicitar terapia, estaba endeudado en varios cientosde miles de pesetas por causa del juego y su vida familiar estabaseriamente amenazada por esta causa. En la entrevista inicialobservamos que Luis era un "poliadicto" que había tenido proble-mas con prácticamente todas las "sustancias" legales existentes:fumaba tres paquetes diarios de cigarrillos; sus problemas de juegono se limitaban a las máquinas, sino que también había tenidoserias dificultades con el bingo –hasta que decidió autodenunciar-se para que le fuera impedida la entrada en las salas de juego– y segastaba semanalmente una buena cantidad de dinero en los dife-rentes tipos de lotería existentes. Además, había tenido problemascon el alcohol y en la actualidad estaba tomándose altas dosis deemetina (una sustancia que, con el alcohol, provoca el vómito ypuede servir como método de disuasión para quienes no tienen elsuficiente autocontrol) para impedirse ingerir bebidas.

Intentamos inicialmente un tratamiento "de choque" mediantetécnicas de hipnosis que, si bien tuvieron un éxito parcial, no logra-ron erradicar totalmente el problema de ludopatía de Luis por lo

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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que, tras algunas sesiones, decidimos aplicar el sistema de cambiolento o "bola de nieve".

Lo que nos había llamado la atención desde el principio era labuena voluntad de nuestro consultante en poner fin a sus excesoscon el juego, así como su convencimiento de que era incapaz dedesarrollar la más mínima "fuerza de voluntad" para lograr uncambio. De hecho, el control sobre el alcohol lo estaba mantenien-do por medios externos a sus recursos personales (emetina). Porotra parte, Luis nos relató que durante una larga temporada habíadejado de fumar, sustituyendo los cigarrillos por pastillas y cara-melos (lo que le llevó a engordar una buena cantidad de kilos).

Partiendo de la base de que él, efectivamente, carecía de fuerzade voluntad (¡cómo nos íbamos a empeñar en recurrir a algo que noestaba bajo nuestro control directo ni del suyo propio, según supunto de vista!), le hicimos ver que, de todos modos, él sabía echarmano de mecanismos externos de control cuando lo considerabaoportuno: la emetina en el caso del alcohol, los caramelos frente altabaco... Al interesarnos en la razón para haber decidido poner enpráctica una solución tan extrema con el alcohol como las sustan-cias vomitivas, Luis explicó que había sentido mucha vergüenzaalguna vez que sus amigos y conocidos lo habían visto bebido yque, por "vergüenza", se había impuesto esa solución.

Aprovechando la propia actitud de Luis lo invitamos a que pen-sara de qué manera podía lograr sentirse avergonzado por jugar enlas máquinas tragaperras. El no encontraba motivo ninguno; dehecho, era capaz de jugar cómodamente en presencia de sus ami-gos –alguno de los cuales también estaba "enganchado" en lasmáquinas– sin sentir ningún apuro. Del mismo modo, era capaz desacar pequeñas cantidades de dinero en su banco habitual sin sen-tirse molesto por las posibles sospechas del cajero (Luis habíarenunciado a su tarjeta para operar en cajeros automáticos porobvias razones de control).

Como el objetivo que habíamos convenido de antemano connuestro cliente consistía en no recurrir al banco ni a amigos para nodesequilibrar la economía doméstica, le sugerimos entonces que secomprometiera, cada vez que fuera a retirar dinero en la sucursal

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bancaria o a pedírselo prestado a algún amigo, a comentarle al caje-ro o al amigo, que el dinero era, en realidad, para gastarlo en lasmáquinas tragaperras. A Luis le horrorizó la idea, pero él mismocomentó que no resultaba mucho peor que ingerir emetina paraactivar una cierta aversión por el alcohol.

En la actualidad, Luis ha liquidado todas sus deudas de juego,dice sentir tentaciones de jugar unas "doce veces al año" y, cuandoincurre en alguna de ellas, es a costa del dinero que lleva tasadopara sus dos cafés, pero no lo pide prestado ni lo retira de su cuen-ta. Curiosamente, aunque éste no había sido un objetivo explícitodel contrato terapéutico, ha rebajado sus dosis de emetina y sólorecurre a ella los días que él considera de alto riesgo de bebida, porejemplo, si tiene que acudir a alguna fiesta o celebración familiar.Además, tras el último chequeo médico en su empresa ¡ha empe-zado a plantearse el dejar de fumar!

Mantener una actitud pesimistaNo está de más contar con la naturaleza humana, falible por

definición, y prever de antemano la posibilidad de fallos, errores yretrocesos a la hora de seguir un plan de acción. Quien ha sidofumador empedernido durante muchos años y decide dejar el taba-co, muy probablemente se verá envuelto en una larga lucha consi-go mismo antes de tener éxito; en todo caso, sería un iluso si trata-ra de engañarse a sí mismo imaginándose capaz de lograr su obje-tivo de abstención total sin el menor esfuerzo y apelando exclusi-vamente a su capacidad de razonar consigo mismo.

Cuando la tarea a encarar está enraizada en una larga serie deaños de permanencia del problema parece, cuando menos, pru-dente prepararse para bregar con numerosas dificultades, e inclusoesperar algunos fracasos. Tal vez sea conveniente rebajar el nivel delos objetivos apuntados inicialmente; quizás haya que mentalizar-se para remontar una recaída.

Lo cierto es que la vida sigue más bien una trayectoria sinuosade modo que cuando nos sentimos en un momento pleno debería-mos pensar que, probablemente, el siguiente tramo será descen-dente por lo que tendremos que aprender a aceptar los altibajos

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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como una parte integrante del propio camino que, inexcusable-mente, tenemos que recorrer.

Gerardo es un estudiante universitario que ha cursado los dosprimeros años de su carrera de ingeniería industrial a trancas y abarrancas. Este curso, se encuentra con que lleva demasiadas asig-naturas arrastrando y se propone realizar un importante esfuerzopara ponerse al día aprobando casi todas las que tiene pendientesde cursos anteriores. Pero el "historial clínico" de Gerardo está llenode buenos propósitos incumplidos, de autoengaños con el tema de"esta vez sí"; por eso mismo, cuando nos pide consejo, mostramosnuestro escepticismo y le hacemos ver que difícilmente podrá llevaradelante sus planes dado su carácter voluble. Le explicamos que,teniendo en cuenta sus antecedentes de inconstancia, sería mejorque decidiera matricularse sólo de un par de asignaturas en la espe-ranza de que las saque adelante entre Junio y Septiembre.

Paradójicamente, con esta actitud de pesimismo se cubrenvarios objetivos simultáneamente: Se normalizan el fracaso y lasrecaídas y así, al aceptar mejor los errores, dejan de constituir unlastre para el avance hacia los objetivos deseados; se estimula elamor propio de algunas personas que encuentran en el desafíoimplícito de tal actitud pesimista un motivo para superarse, o biense marcan unos objetivos más modestos y razonables, más fácilesde alcanzar y más estimulantes, a la hora de proponerse nuevoslogros más importantes.

Si bien se mira, el conjunto de los factores anteriores constituyenpequeños elementos a partir de los cuales la bola de nieve puedecomenzar a rodar sin grandes esfuerzos, de un modo sutil hastadesembocar en cambios notables. Examinemos a continuaciónalgunas estrategias concretas de cambio:

Guiones para el cambio

El boicot bienintencionadoRetomemos el caso de Patricia, la joven universitaria con la que

comenzábamos el capítulo anterior. Su comportamiento puede

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ilustrar la actitud de "lucha por el poder" por cuanto, a pesar de losesfuerzos de sus padres, ella no parece muy dispuesta a cambiar suconducta ni respecto a sus estudios ni en casa. Es más, cada vez quela madre se enfrenta con ella para intentar inculcarle una dosismínima de sentido del orden, ella transforma su habitual resisten-cia pasiva en una lucha abierta con la madre en la que los gritos ydesplantes se prodigan por ambas partes.

Se quejaba la madre de la falta de consideración de Patricia, quellegaba a dejar tiradas sus compresas sin preocuparse de quien lasiba a recoger por ella. Comentando este incidente en una de lasconsultas que se mantuvieron con los padres de la chica, encontra-mos pie para sugerir una actuación contrapuesta a la actitud beli-gerante de la madre que, simultáneamente, sirviera para responsa-bilizar a la chica del orden de sus pertenencias y pudiera abrir elcamino a una redefinición de los papeles desempeñados en el senode la familia.

En concreto, se le sugirió a la madre que, cada vez que se encon-trara con una compresa o ropa sucia de la chica tiradas en cualquierlugar donde no debieran estar, en lugar de recogérsela o echarleuna reprimenda a la chica por su abandono, se la dejara encima dela cama –que, por supuesto, estaría sin hacer– sin el menor comen-tario. En el caso, más que probable, de que Patricia protestara porel inoportuno hallazgo entre las sábanas, la madre no deberíaenzarzarse en una disputa con ella, aprovechando la ocasión parahacerle ver el caos de su habitación, sino que debería limitarse aexplicarle, en tono de disculpa, que había recogido la prenda delsuelo y que luego, al entrar en la habitación para ventilarla, segu-ramente la habría dejado olvidada sobre la cama. También se leindicó que tratara de diseñar situaciones similares a este prototipode actuación, de manera que Patricia percibiera una actitud "extra-ña" en su madre que ya no entraba en el habitual combate "cuerpoa cuerpo" que solían mantener por temas similares.

Por su parte, el padre, si lo consideraban necesario, debía mos-trar una cierta despreocupación por los estudios de Patricia y cen-trarse más en la madre, como si estuviera muy preocupado por elestado emocional de ésta.

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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No es de extrañar que con este nuevo ambiente familiar defondo, todas las alarmas mentales de Patricia saltaran a la vez: depronto, su hogar ya no era el lugar estructurado y seguro dondehabía podido descargar cómodamente sus problemas, sino queempezó a tener la percepción de que "algo" podía ir mal, con loque se vería privada de su refugio de seguridad. Poco a poco laconducta de Patricia fue evolucionando hacia una mayor preocu-pación tanto por sus estudios (de hecho, al final del curso, consi-guió aprobar sus asignaturas pendientes de primero y alguna desegundo curso) como por el orden de sus cosas y la buena marchade la casa en general. Incluso la tirante relación de lucha de pode-res con su madre se convirtió en una mayor confianza y apoyomutuos.

Los cambios propuestos en esta intervención están bien claros:Se comenzó reformulando la queja inicial de los padres en el senti-do de explicarles que Patricia no tenía nada anormal, sino que sucomportamiento era fruto de su exceso de preocupación en relacióna la educación de la chica. El cambio consistió, por una parte, enhacerle sentir a Patricia las consecuencias lógicas de su comporta-miento en lugar de evitárselas sistemáticamente; por otro lado, sedesvió el foco de atención hacia la "desquiciada" madre. La joven,que formaba parte del juego de relaciones intrafamiliares, no podíapermanecer ajena al desplazamiento de la línea de fuerzas implica-das en el seno familiar y, lógicamente, tenía que seguir la direcciónde la nueva configuración de energías.

Ayudarle a romper el cascarónAmelia es hija única. Sus padres han puesto en marcha una

próspera empresa cuya dirección comparten ambos conjuntamen-te. Amelia lleva brillantemente sus estudios universitarios en unalocalidad distante del domicilio familiar, pero cuando se acerca laépoca de exámenes tiene fuertes episodios de bulimia con provo-cación de vómitos. El asunto ha llegado tan lejos que la chica sufreahora ciertas complicaciones en el cardias por las que tiene queseguir tratamiento médico, a pesar de lo cual prosigue con sus epi-sodios de bulimia. Los padres tienen que viajar con frecuencia al

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extranjero y se marchan muy preocupados por las posibles crisis dela joven que, a menudo, cursan con fuertes estados de angustia.

En las entrevistas iniciales con los padres se percibe que lamadre, también hija única a su vez, está completamente volcada enAmelia desviviéndose por atender sus posibles necesidades; no enel sentido de consentirle todos sus caprichos, sino procurandodesarrollar una educación "científica" a base de consultar todo tipode obras de psicopedagogía –de hecho está angustiada porque eldiagnóstico inicial de la chica fue "anorexia" y aunque actualmen-te, en realidad, tiene un notable sobrepeso–, la madre vive obsesio-nada con el dato leído en alguna publicación referente a que undiez por ciento de jóvenes anoréxicas llegan a fallecer. El padre estátan intranquilo por su esposa como por la chica y, en realidad, nosabe a cuál de las dos atender.

La madre cuenta cómo la última vez que fueron a ver a Amelia,antes de los exámenes de la chica, le llevaron una enorme ensaladacon el fin de que le llegara, a ella y a su compañera de piso, para unpar de días pero Amelia se la comió toda aquella misma noche, trasla cena. A lo largo de la conversación también se comenta el detallede que la chica ha logrado el permiso de conducir recientementepero que su madre se resiste a que utilice el coche por miedo a quepueda sufrir algún accidente.

Comenzamos el trabajo con los padres informándoles de la claradiferencia entre anorexia y bulimia, explicándoles que, en efecto,muchas jóvenes que comienzan con un serio problema de pérdidade peso, después se pasan al extremo contrario, pero que, en todocaso, lo que hace peligrar la vida de cualquier chica anoréxica es unpeso corporal inferior a cuarenta kilos y no un sobrepeso, comoestaba ocurriendo con Amelia.

Después procedimos a reencuadrar toda la información en elsentido de felicitar a los padres por el excelente trabajo que habí-an hecho con la educación de Amelia, y que, evidentemente, sereflejaba tanto en el buen expediente académico de la joven comoen sus cualidades personales. Por otro lado, resaltamos ante lospadres la posibilidad de que Amelia, al tomarlos a ellos comomodelo de conducta, tal vez estaba fijando su propio listón dema-

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siado alto, lo que explicaría su excesiva angustia ante los exáme-nes, así como el exagerado interés en obtener siempre calificacio-nes excelentes. Por último, desarrollamos la hipótesis de que,ahora que Amelia ya era una mujer, sería conveniente desplegarotro estilo de relación, menos protector, con la chica ya que, segu-ramente, una buena porción de la angustia de la joven podía pro-venir del hecho de que ella estuviera empezando a plantearseinconscientemente el hecho de que, un día, tendría que salir almundo sin contar con la seguridad del apoyo que ellos le estabandando continuamente. En resumen, se propuso a los padres deAmelia que pensaran nuevas formas de relacionarse con elladesde un nivel más adulto, en lugar de tratarla como la "niñita" ala que continuamente se refería la madre.

–"Algo así como darle las llaves del coche antes de que nos las pida"–apuntó el padre–.

Evidentemente, en esta intervención hubo mucho camino querecorrer –más con la madre de Amelia que con la propia chica–pero el inicio quedaba claramente señalado por la propuesta delpadre: en lugar de mantener al pollito en el cascarón para evitarlelos inconvenientes de la vida sobre la tierra, los padres debían ayu-darle a desprenderse de los últimos restos de cáscara que todavíale impedían volar... aún a riesgo de que fuera a darse algún queotro batacazo

La sombra de la desgraciaA menudo, los problemas parecen estar asentados a nivel per-

sonal, más que desarrollarse en la interacción entre varios protago-nistas. Cuestiones como los pensamientos obsesivos o las depresio-nes es posible que tengan un origen más característico a partir delsistema cognitivo del sujeto que como resultado de un juego derelaciones con otros, si bien el factor social puede tener tambiénuna notable incidencia tanto en la aparición como en el manteni-miento del problema. En estos casos, al igual que en los típicamen-te derivados de las inevitables vinculaciones interpersonales, ladirectriz más clara para buscar una salida válida al conflicto indi-vidual consiste en establecer la postura personal que parece estar

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manteniendo el problema para, una vez especificada, esforzarse endesarrollar la actitud opuesta.

Lucía es ama de casa y a sus cuarenta y pico años se encuentraatrapada en una depresión crónica. No tiene hijos y debido al tra-bajo de su marido se pasa sola buena parte del día. Ella se esfuerzapor mantenerse activa y, de hecho, lucha seriamente por no caer enla trampa de la inmovilidad típica de las depresiones, pero nopuede evitar el sentirse mal. Explica que las cosas le resultan parti-cularmente difíciles por las noches, cuando se dispone a prepararla cena antes de que su esposo regrese a casa. En ese momento,explica, suele sentir una congoja casi palpable a nivel físico y a sumente acude con carácter obsesivo la idea de que una grave des-gracia se cierne sobre su hogar, como si una catástrofe inevitableestuviera a punto de ocurrir mientras espera la llegada del marido.

La historia de Lucía se parece de alguna manera a la cómicaanécdota de aquel viajero, tan preocupado por la eventualidad deque pudiera haber una bomba en alguno de los aviones que amenudo utilizaba en sus desplazamientos, que empezó a estudiarmuy concienzudamente todos los datos referidos a catástrofes aére-as. Para su sorpresa, pudo constatar, a través de sus estudios esta-dísticos, que la probabilidad de hallar una bomba en un avión eratan baja, que resultaba casi ridícula. Pero a él no le bastaba con unaprobabilidad baja; para su completa tranquilidad necesitaba unaposibilidad nula. Entonces, descubrió que la probabilidad deencontrar dos bombas en un mismo avión sí que resultaba total-mente nula. Desde aquel día, el preocupado viajero se encarga dellevar su bomba personal cada vez que ha de subirse a un avión...

Lucía se estaba preocupando de una bomba potencial, con muyescasas probabilidades de detonación, y esta obsesión le hacíaadoptar una postura temerosa. Por eso mismo, coherentemente conel principio paradójico de la prescripción del síntoma y aplicandolas estadísticas de la "segunda bomba" se decidió proponerle unamedida de autosabotaje para sus horas nocturnas más conflictivas.

En concreto, se sugirió a Lucía que, dado que ella tenía esesentimiento de angustia tan acentuado, lo mejor que podía hacerera, realmente, provocar una catástrofe casera, no muy grande,

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precisamente a la hora en la que solía preparar la cena; algo asícomo derramar aceite por el suelo o dejar que se quemara unpoco la comida.

El efecto, según los posteriores comentarios de la propia intere-sada, fue que como ella tenía la mente bastante ocupada en dise-ñar "catástrofes caseras" de no mucha gravedad (la primera vezque derramó aceite por el suelo se arrepintió luego mil veces dehaber elegido un desaguisado tan difícil de recomponer), empezóa dejar de lado sus negras ideas sobre desgracias más serias quepodían sobrevenirles y hasta llegó a apreciar el aspecto humorísti-co de la situación.

En esta ocasión, se empleó abiertamente la táctica de la "pres-cripción del síntoma" abundantemente utilizada en los enfoqueparadójicos. El hecho de que la consultante tuviera que ocupar suspensamientos en el desarrollo de la tarea sugerida sirvió de corta-fuego a sus pensamientos depresógenos habituales y el mecanismode autocontrol de las propias ideaciones empezó a establecerse enbase a un principio de "menos de lo mismo"

Lo segundo que te venga a la cabezaManuel tiene un pasado de adicción a las drogas y aunque

actualmente está "limpio" de toda sustancia, mantiene algunos desus rasgos temperamentales típicos de su anterior etapa; en con-creto, su baja tolerancia a la frustración le lleva a experimentar fre-cuentes explosiones de ira desencadenadas por estímulos tannimios como no encontrarse la comida a su hora habitual o tenerque posponer algún plan, tal como una salida al campo debido a uncambio de tiempo inesperado.

Según refiere el propio interesado, en sus arrebatos de ira llegaa golpearse contra las paredes o bien a romper cuanto tiene alalcance de la mano. Una vez fuera de esas situaciones, él reconoceque su conducta es disparatada y se arrepiente de sus arrebatos,pero, cuando está "en caliente", asegura no poderse controlar.Manuel está muy preocupado por el riesgo de deterioro de su rela-ción de pareja: teme que su mujer lo abandone, lo que le supondríaun duro golpe.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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El punto de partida de esta intervención fue hacer ver a Manuelsu gran capacidad de autocontrol por el hecho de haber consegui-do desengancharse de las drogas, si bien se le puso de manifiestoque una empresa tan difícil no se puede rematar en poco tiempo,por lo que parecería muy razonable esperar todavía un cierto perí-odo de arrebatos. Dado que el mecanismo semiautomático quedesencadenaba sus estallidos de ira, posiblemente, permaneceríafuera de control aún durante una buena temporada, se le sugirióque, en lugar de plantearse como objetivo la erradicación de suscrisis temperamentales, se centrara en introducir pequeñas varia-ciones en el modo de liberar su tensión psíquica; así, por ejemplo,cuando en plena crisis de ira se diera cuenta de que estaba a puntode estrellar un vaso contra el suelo, forzara un cambio de planes ylo lanzara contra la pared más próxima; o también podía elegir otroproyectil, o tal vez otra acción diferente, como la de dar un puñe-tazo en la mesa... en cualquier caso, se le pedía que evitara poneren práctica lo primero que se le viniera a la cabeza y que lo cam-biara por lo segundo o lo tercero...

Una intervención parecida se puede sugerir a quienes experi-mentan trastornos obsesivos con ideas recurrentes, a las que nopueden poner freno. En lugar de proponerse eliminar ese tipo depensamientos, resulta más eficaz sugerirles que se fijen un horariopara sus obsesiones de manera que, llegada la hora, aún cuandono tengan deseos de pensar en su tema obsesivo, lo activen volun-tariamente o bien, si a lo largo del día, fuera del horario previsto,aparece alguno de los temas recurrentes, lo aplacen hasta la horaconvenida.

Todas estas estrategias, por extrañas que puedan parecer, en rea-lidad, posibilitan un cierto control sobre la situación que se califi-caba como incontrolable. Se trata, en efecto, de un cambio mínimo,pero no debemos perder de vista en ningún momento que el ver-dadero cambio sigue el principio de la bola de nieve por lo que laintervención más inmediata se debe centrar en la creación de una"diferencia mínimamente perceptible" en relación a las condicioneshabituales de partida.

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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La filosofía del cambio mínimo

Como se puede apreciar, el objetivo de cualquier intervenciónestratégica no consiste exactamente averiguar la causa real proble-ma para llegar a propiciar, desde esta clara comprensión de causasy efectos, "el cambio" exacto que asegure la conclusión definitivadel problema, dentro de los parámetros de la verdad absoluta.

En realidad, las teorías que se asientan sobre rígidos dogmasacerca de los mecanismos de funcionamiento de la psique humana,no son otra cosa que mapas limitados, útiles para realizar con éxitodeterminados recorridos terapéuticos, pero en modo alguno sepueden considerar representaciones de "la verdad" sobre las leyesdel comportamiento.

Es posible bucear en los entresijos mentales de una joven bulí-mica, explorar sus vivencias infantiles y rescatar de su subcons-ciente recuerdos olvidados relacionados con experiencias ambiva-lentes de sobreprotección y separación y hasta es posible que ellamisma se maraville ante todo este planteamiento tan razonable,pero ¿servirá todo este "insight" para eliminar su compulsión haciala comida? La lógica nos dice que así debería ser; la experiencia clí-nica nos muestra que rara vez las cosas son tan sencillas.

El enfoque estratégico no pretenda fundamentarse en plantea-mientos de "verdad" –más bien éste es un concepto bastante subje-tivo y equívoco– sino sobre bases de funcionalidad y eficacia. Unterapeuta que pretenda ajustar su actuación a esta filosofía prag-mática, no va a estar demasiado interesado en explorar las viven-cias infantiles de su consultante bulímica que, tal vez, llegaron apropiciar su actual trastorno alimentario. Ese puede ser un conoci-miento interesante, pero de escasa utilidad para propiciar un cam-bio en el presente. Más bien, el terapeuta estratégico intentará dise-ñar nuevas formas de comportamiento en el presente, que le per-mitan abrir una vía de cambio efectivo hacia una posición diferen-te, mínimamente satisfactoria.

Desde un punto de vista lineal, que es el que mantienen muchosplanteamientos reduccionistas, las cosas sólo pueden ocurrir comoen una partida de billar: el taco golpea a la bola A, imprimiéndole

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una determinada trayecto-ria que la llevará sucesiva-mente sobre B y C, si losángulos están bien calcula-dos. No puede haber ningu-na otra posibilidad y, eneste sentido, podemos de-cir, con bastante propiedad,que el movimiento de la primera bola "causa" la puesta en marchade la segunda que, a su vez, origina el de la tercera y todo ello suce-de a lo largo de una secuencia temporal.

Pero, en la realidad, las cosas suelen ser más complejas y se ase-mejan, más bien, a un estanque en el que flotan varios barcos dejuguete. Si se lanza una piedra en el punto A, las ondas producidaspor el impacto provocarán determinados ondulaciones simultáne-

amente en varios lugares de lasuperficie. En la vida real, A puedetener lugar, efectivamente, antesque B, pero ¿tenemos la completaseguridad de que el primer sucesoes la causa del segundo? y lo que esmás importante: ¿el hecho de cono-cer esa relación de causalidad bastaya por sí solo para poder cambiarlas cosas?

A una joven bulímica, independientemente de las causas queen el pasado hayan podido provocarle su estado actual, se le sugi-rió un cambio: antes de darse un atracón, debía proceder a pintar-se los labios con sumo cuidado. Pues bien, esta sencilla prescrip-ción tuvo como efecto el que la chica incrementase su autocontrolrespecto a la comida. Ella disminuyó significativamente sus episo-dios bulímicos y eso ya es bastante para un terapeuta estratégico;pero un partidario de planteamientos más profundos tambiénencontraría cubiertos sus presupuestos teóricos, al descubrir queese simple cambio en la cadena del comportamiento de la jovenhabía activado en ella pensamientos relacionados con sus propios

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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A

B

D

C

valores estéticos y su automotivación para llegar a sentirse aúnmas atractiva.

Esto no quiere decir que "la solución" para la bulimia consista ensugerir a la consultante que utilice el pintalabios antes de comerseel chocolate; fue una solución que dio resultado en ese caso concre-to, pero, ante otra persona, posiblemente no tuviera sentido for-mular ese planteamiento por lo que habría que diseñar un plandiferente. Por eso, hay que tener muy claro que, desde un punto devista estratégico, no se pretende "curar" cuadros clínicos, sino ayu-dar a desarrollar cambios concretos en las situaciones indeseablesespecíficas que un individuo puede estar soportando.

No se trata tampoco de proponer cambios a ciegas, sino de irsiguiendo el hilo de una estrategia definida que pueda abrir unanueva orientación, en sentido contrario al de la solución ineficaz-mente intentada, en la cual tenga cabida todo cuanto pueda pare-cer útil para poner término a la situación conflictiva. Es algo asícomo tirar una piedra al agua, pero no simplemente para ver quépasa, sino con la intención de producir un movimiento global haciauna zona determinada.

De un modo muy simple, se pueden intentar muchos tipos decambio mínimo; así, por ejemplo, podemos:

– Cambiar la frecuencia o tasa de una conducta (ej.: le sugeri-mos a un obsesivo que se centre en sus pensamientos distor-sionadores sólo tres veces al día, después de las comidas, inde-pendientemente de si le aparecen espontáneamente o no).

– Cambiar el escenario de una interacción problemática (ej.: aun matrimonio que suele discutir en la cocina se le puedesugerir que vaya a hacerlo al propio dormitorio).

– Añadir un elemento nuevo al patrón de la queja (ej.: se le pidea una bulímica que antes de comer chocolate se pinte bien loslabios).

– Cambiar la secuencia de elementos (ej.: sugerirle a la mismabulímica que primero se provoque un vómito y, a continua-ción, se de un atracón de comida).

– Asociar la realización de una conducta motivo de queja a algu-na actividad gravosa (ej.: indicamos a un fumador muy socia-

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ble e hipocondríaco que, en lugar de renunciar a su hábito, secomprometa a practicarlo exclusivamente a solas y después dehaber desprendido el filtro de cada cigarrillo).

También son posibles los cambios mentales que a través de rein-terpretaciones, reencuadres y reformulaciones, abren nuevas rutasen los mapas cognitivos utilizados para valorar una situacióndeterminada. Sin embargo, la auténtica "prueba de fuego" se sitúasiempre en el nivel de los comportamientos específicos.

La práctica de la teoría

Tal vez la lectura de este capítulo o de alguno de los ejemplospresentados en cualquiera de los anteriores, haya podido servir depauta para intentar provocar algún cambio en la situación conflic-tiva personal que se desea erradicar. Cada cual puede diseñar supropio cambio introduciendo las variantes personales que conside-re más oportunas. No existen reglas fijas ni se persigue actuar deacuerdo con "la verdad". La sugerencia más útil que se puede daren relación a un proyecto de cambio consiste, precisamente, enintentar un cambio, no el mejor posible, ni el más adecuado en rela-ción a los datos examinados, sino simplemente, arriesgarse a mani-pular alguna de las condiciones existentes y esperar a ver qué pasa.En todo caso, no se debe perder de vista los dos pilares básicos detodo cambio efectivo:

Es posible que cada lector esté trabajando ya sobre un temavital, una situación personal, que desea resolver. De todos modos,para los más perezosos, se proponen a continuación algunas situa-ciones posibles para que se diseñen sugerencias de cambio. Al finaldel capítulo, como siempre, se apuntan algunas posibilidades (queen ningún modo pretenden representar "la verdad" del cambio):

He aquí, de manera muy esquematizada, diferentes situacionesconflictivas. La tarea del lector consistirá en hacer propuestas de

– Proponerse un cambio mínimo– Concederse el tiempo necesario para lograrlo

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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cambio que puedan provocar un movimiento hacia adelante parasalir del estancamiento que impone todo círculo vicioso:

Situación De quién es Propuestasel problema de cambio

1. Ana se siente celosa porque unachica nueva ha comenzado a trabajaren la oficina de su marido. Se mues-tra distante e irritable con el maridocuando éste llega a casa, como para"castigarlo".

2. La niña de Julia reclama continua-mente su atención a la hora decomer; no para quieta: sube y bajacontinuamente de la silla, pide que leden la comida, quiere que le cuentencuentos. Por atender a su hija, Juliatiene todos los días el tiempo muyjusto para el trabajo.

3. María está deprimida porque desearomper su relación con el chico conquien está saliendo, pero siente quesus padres la están presionando paraque continúe con él. Ella no quiere aese chico, pero tampoco desea dar undisgusto a sus padres.

4. Carlos llega a su casa la noche delos viernes más tarde de lo acordadocon sus padres. Éstos están hartos derazonar con él, de reñirle y de ame-nazarle.

5. Mario está desesperado porque noconsigue dejar de fumar. Ya llevamuchos intentos y no lo consigue. Lepreocupa mucho el riesgo que estásuponiendo para su salud.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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Más de lo mismo... conducesiempre al mismo resultado.

El Cambio requierevariación.

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

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Situaciónindeseable

Intento desolución

Efecto negativoMismo resultado

Situaciónindeseable

Soluciónnovedosa

Efecto negativoDiferente resultado

Nuevasituación

Resumen

– El cambio, para ser efectivo, ha de perseguir sólo unosobjetivos mínimos.

– Hay que contar con el tiempo requerido para que el cam-bio se produzca.

– Para propiciar un cambio hay que manipular los elemen-tos manejables.

– Se deben potenciar los recursos personales existentes.– Es recomendable mantener una actitud escéptica respecto

a los resultados.

Posible solución al ejercicio

Propuestas de cambio

Hablar claramente conel marido, explicándolesus sentimientos. Pres-tar atención a las mues-tras de cariño que le dasu marido.

Conceder a la niña untiempo prudencial paracomer. Pasado ese mo-mento, retirarle el platoy mandarla a hacer sustareas habituales, conuna actitud normal, sinaires de reprimenda ysin hablar más de lacomida.

Explicarle a sus padrescómo se siente respecto aellos y al chico. Contarlesla historia de alguna ami-ga que estuvo a punto desuicidarse por algo simi-lar. Comentarles que estásegura de que desean lomejor para ella y que, poreso, estarán encantadosel día que decida tener unnovio formal, etc.

CONTINÚA

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

144

Situación

1. Ana se siente celosa por-que una chica nueva ha co-menzado a trabajar en la ofi-cina de su marido. Se mues-tra distante e irritable con elmarido cuando éste llega acasa, como para "castigarlo".

2. La niña de Julia reclamacontinuamente su atencióna la hora de comer; no paraquieta: sube y baja conti-nuamente de la silla, pideque le den la comida, quiereque le cuenten cuentos. Poratender a su hija, Julia tienetodos los días el tiempomuy justo para el trabajo.

3. María está deprimidaporque desea romper surelación con el chico conquien está saliendo, perosiente que sus padres laestán presionando para quecontinúe con él. Ella noquiere a ese chico, perotampoco desea dar un dis-gusto a sus padres.

De quiénes el pro-blema

De Ana.

De Julia.

De María.

VIENE DE LA PÁG. ANTERIOR

Propuesta de cambio

Sacarle las llaves de casay cuando regrese tarde,dejar que se pase en lacalle un buen rato antesde abrirle la puerta.

Explicarle que, dado sucarácter voluntarioso, elfumar probablemente leestá sirviendo para algopositivo, como proteger-lo de un estrés excesivo.Proponerle un ritualcomplicado para que si-ga fumando: deberá ha-cerlo siempre a solas yquitando el filtro delcigarrillo...

ESTRATEGIAS PARA EL CAMBIO

145

Situación

4. Carlos llega a su casa lanoche de los viernes mástarde de lo acordado con suspadres. Éstos están hartosde razonar con él, de reñirley de amenazarle.

5. Mario está desesperadoporque no consigue dejar defumar. Ya lleva muchos in-tentos y no lo consigue. Lepreocupa mucho el riesgoque está suponiendo parasu salud.

De quiénes el pro-blema

De lospadresdeCarlos.

DeMario.

147

8EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

"Podemos considerar la situación tal como existe ahora y aquí,sin comprender de qué modo ha surgido y, a pesar de nuestra

ignorancia acerca de su origen y evolución, podemoshacer algo con ella"

Paul Watzlawick

Un punto de vista muy pragmático

Tal vez todo esto pueda parecer excesivamente manipula-tivo y hasta engañoso ¿Cómo se pueden eliminar las raícesdel problema si nos estamos limitando a darle un toque demaquillaje superficial? ¿No resulta demasiado falso el preten-der forzar un cambio sin buscar primero la comprensión, los"por qués", de toda la trama problemática? ¿Dónde encajanaquí los enfoques tradicionales que se articulan en torno a laempatía, la aceptación incondicional y la devolución al con-sultante?

Es evidente que nos hallamos ante un planteamiento esen-cialmente práctico en el que se prima lo efectivo sobre lo "ver-dadero", lo operativo sobre lo teórico y lo evidente sobre loimplícito. Y esto es así porque se parte de la base de que la"Verdad" es incognoscible en toda su extensión; actuamossobre fragmentos parciales de realidades personales, sobreesquemas o mapas mentales que, sistemáticamente, condu-cen a un callejón sin salida y lo único que pretendemos es pro-piciar nuevos enfoques y conexiones entre los datos que semanejan para construir soluciones nuevas. También estamos

seguros de que las reflexiones profundas sobre un determinadoproblema sólo son útiles si desembocan en planes de acción con-cretos, ya que, de lo contrario, a lo único que conducen es a lainmovilidad más inoperante. Además, el único campo de actuaciónsobre el que se puede operar con un mínimo de eficacia es el terre-no de los comportamientos evidenciables; de otro modo, intentarmodificar constructos teóricos, supuestamente subyacentes a losactos concretos, es algo así como empeñarse en modelar el humocon las propias manos.

Lo característico del enfoque estratégico es que pone todo suénfasis en resaltar los intentos de solución que sistemáticamentedevuelven el problema a la situación de partida, para diseñarrecursos nuevos que permitan abrir un cauce diferente a partir delcual se posibilite el cambio. Desde este punto de partida, el enfoquees aplicable a todo tipo de situaciones problemáticas, inter o intra-personales, tanto en el ámbito clínico como en el de las organiza-ciones o en el desarrollo personal.

Los dogmatismos rígidos no tienen cabida en el marco de lasestrategias para el cambio; las creencias pueden ser conceptualiza-ciones abstractas de los mapas mentales de cada individuo, más omenos ajustadas a la posible realidad inabarcable. Pero la verdade-ra medida de la acción personal la constituyen los resultados alcan-zados en función de los objetivos fijados. Por eso, es posible ampli-ficar uno de los postulados de partida:

El enfoque, sin embargo, no se limita a un mero mecanicismociego. La responsabilidad personal en las acciones que sustentan elmantenimiento o facilitan el cambio de cualquier situación vital esinsoslayable; más aún, la simplicidad de los planteamientos estra-tégicos no permiten recurrir al subterfugio de supuestos rasgos decarácter como excusa para mantenerse en el lugar indeseado, limi-tándose a elaborar lamentaciones o explicaciones inmovilistas a la

Si lo que haces no funciona, no creas que eres un incapaz;simplemente prueba a hacer algo diferente y observa lo que ocu-rre.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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situación sino que, por el contrario, invitan a la acción personal res-ponsablemente asumida y se abren a la creatividad, a la iniciativay al inconformismo.

Anatomía de la estrategía psicoterapéutica

A lo largo de toda la obra ya se han dado claves abundantessobre el funcionamiento del enfoque estratégico. Sin embargo, parauna visión más completa, trataremos de sistematizar en este apar-tado los aspectos más relevantes de una sesión terapéutica basadaen este enfoque de manera que se haga más comprensible el estiloparadójico que muchas veces lleva implícito.

DiagnósticoYa habrá quedado claro que el enfoque estratégico no busca

aplicar rótulos o etiquetas diagnósticas sobre los que apoyar laintervención posterior. No se trata de encasillar a los sujetos encategorías nosológicas ni de especificar su supuesta disfuncionali-dad individual. Lo que se busca, más bien, es alcanzar una com-prensión global de los elementos que constituyen la situación pro-blemática de partida. La fase de diagnóstico, por lo tanto, se con-cretará en la descripción operativizada de la queja inicial:

– Descripción general.– Personas implicadas.– Interacciones entre las personas implicadas.– Quién parece estar manteniendo el problema.– Quien parece ser el más perjudicado en la situación actual.– De qué manera constituye un problema y para quién.– etc.Una vez recabados los datos pertinentes, el terapeuta debe hacer

una reformulación de la situación, como un resumen, que integretodos los elementos considerados y exponerla a su interlocutorpara comprobar la adecuación del propio punto de vista al del con-sultante. En caso de que el ajuste de ambas percepciones no fuerael adecuado, el terapeuta deberá formular cuantas preguntas nece-

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

149

site hacer hasta estar seguro de que comprende el punto de vista desu cliente.

Teresa trae a consulta a su hija, Mónica, de nueve años. Explicaque está separada de su marido desde unos meses antes del naci-miento de la niña y que el régimen de visitas establecido para queMónica pase parte de sus vacaciones con el padre le está causandomuchos trastornos a la chiquilla que, cuando ve acercarse los perí-odos en que ha de desplazarse al hogar paterno, se muestra angus-tiada, con síntomas de insomnio, cefaleas, vómitos, y alteracióngeneral de su comportamiento habitualmente tranquilo y pacífico.Teresa ha solicitado revisión del régimen de visitas, pero los trámi-tes en el juzgado se están alargando más de lo debido y el tiempode las vacaciones de verano se aproxima, con lo que la niña empie-za a dar muestras de inquietud. La madre solicita ayuda porqueteme que su hija pueda desestabilizarse gravemente en su equili-brio emocional de persistir tal estado de cosas mucho más tiempo.

Según la madre, la situación constituye un problema dado quela niña, además de estar experimentando malestares físicos, hacomenzado a rendir menos en el colegio. Para la madre también esun problema pasarse noches en blanco a causa de los llantos de laniña y, además, ella está sintiendo que sus niveles de estrés se estándisparando al sentirse impotente frente al estado de nerviosismode la chiquilla. Así pues, madre e hija son las principales afectadaspor esta situación problemática.

Una posible reformulación de todo el cuadro por parte del tera-peuta podría ser algo así como: "Usted cree que los contactos de laniña con su padre están resultando demasiado traumáticos para su hijay desearía liberarla de esta situación"

Ante lo cual la madre podría puntualizar que no es eso exacta-mente, ya que ella entiende que, por una parte, no es posible supri-mir las visitas del padre y, por otro lado, considera que lo deseablepara el normal desarrollo de la niña sería que ésta normalizara larelación con su padre. Entonces, una nueva reformulación deberíaconstruirse a partir de esta consideración más específica: "Según supunto de vista, lo que puede perjudicar a Mónica, a largo plazo, es surechazo hacia el padre y la resistencia que ofrece a normalizar su relación

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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con él; pero lo más inmediato son los síntomas de ansiedad que estádesarrollando la pequeña...".

Soluciones intentadasYa ha quedado bien establecido que, en realidad, el problema es

la solución y por eso mismo, será necesario especificar muy clara-mente cuáles han sido las soluciones ineficazmente puestas enpráctica, que han dado como resultado el mantenimiento de lasituación indeseable.

En una entrevista inicial no se debe dejar de formular cuestionescomo las siguientes:

- ¿De qué manera han procurado hacer frente a la situación?- ¿Qué se ha obtenido exactamente?- ¿Qué es lo que parece funcionar y lo que no está dando resul-

tado?- ¿Qué ha impedido que se continuara haciendo aquello que

disminuía el problema?... ... ...

Un enfoque estratégico no puede perder de vista todo el entra-mado de interacciones que se producen en el entorno del sujeto–que, a menudo, ni siquiera es el dueño del problema1– y rechazasimplificar la cuestión a base de "patologizar" a cualquiera de losimplicados cargando sobre él la responsabilidad exclusiva de lasituación. La visión de conjunto de lo que está ocurriendo en reali-dad, no puede quedar completa sin un análisis detallado de losremedios que se han intentado poner en práctica.

En el caso de Mónica la madre informa de que la ha llevado alpediatra a causa de las somatizaciones que experimenta la niña yque ha razonado con ella en el sentido de explicarle que los días

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

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1. Muchas veces las sentencias judiciales intentan "forzar lo espontáneo"; así,en el caso que nos ocupa, no se puede considerar que el problema sea de laniña por no albergar unos sentimientos de cariño hacia su padre, sino másbien de éste por no haber sabido ganarse el cariño de su hija; la solución,por lo tanto, no se puede implantar a partir de obligar a la niña median-te una sentencia a que permanezca con su padre en contra de su propiavoluntad, sino más bien, de recomendar al padre una actitud hacia su hijaque le permita ganarse la confianza de esta.

"malos" se pasan pronto y que luego todo vuelve a la normalidad..También explica que cuando la niña se muestra demasiado nervio-sa, en el momento de irse a dormir, opta por acostarla con ella paraque se tranquilice.

Los resultados obtenidos no han sido satisfactorios: los vómitoscontinuaron a pesar de la medicación y el insomnio permaneció sincambios. En cuanto a las charlas de la madre para convencer aMónica de que los días pasan pronto, producían una reacción derebeldía en la niña o una crisis de llanto. No se pudieron determi-nar soluciones previas que apuntaran mínimamente al estado detranquilidad deseado en la niña.

Objetivos mínimosUn vez desmenuzado el problema e identificados los caminos

que no llevan a parte alguna, se necesita trazar nuevos itinerarios;pero es preciso determinar a dónde han de llevar las nuevas vías deacción, marcando objetivos concretos y verificables que permitansaber en cualquier momento si los intentos de cambio nos estánacercando o no a la situación final deseada.

En principio, los objetivos de cambio han de ser modestos y tan-gibles. Su cumplimentación puede suponer un estímulo adicionalpara el logro de nuevos fines más amplios al tiempo que señalan laeficacia del camino emprendido. Se trata, como hemos señaladoanteriormente, de poner en marcha el efecto "bola de nieve".

En esta fase puede ser de utilidad recurrir a preguntas talescomo:

– ¿De qué manera puedo yo ayudarle a afrontar este problema?En terapia, como en educación, muchas veces se actúa sobre el

presupuesto equivocado de que es el profesional el que debe hacer-se cargo de la situación, reduciéndose el papel del consultante al deun mero observador pasivo que se limita a pagar para que leresuelvan su problema. Cuestiones del estilo de la señalada ayudana delimitar el problema estableciendo, por una parte, un marco deexpectativas realistas al tiempo que deja sentado que la responsa-bilidad de la solución va a recaer no sobre el terapeuta, sino sobreel propio consultante ya que será él quien deberá esforzarse en

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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seguir las indicaciones y las pautas que se le propongan para ponerfin a la situación indeseable.

– ¿Por qué me ha llamado justo en el momento en que lo ha hecho y noantes ni después?

Tal vez existan factores que han contribuido a aliviar la situaciónmanteniéndola durante un tiempo en niveles manejables o puedeque, simplemente, se haya producido un cambio inesperado en laconfiguración del problema. Es conveniente, por lo tanto, explorarla existencia de posibles elementos de recurso así como prepararsepara afrontar las dificultades nuevas.

– ¿Cuál es, en este momento preciso, el cambio que parece más priori-tario enfocar, el más urgente?

En una situación problemática pueden encontrarse múltiplesfactores entremezclados, por eso resulta conveniente establecer unaprioridad de necesidades y centrar el trabajo sobre uno sólo de loselementos para evitar la dispersión de esfuerzos, optimizar la pro-babilidad de alcanzar resultados positivos y abrir con ello una víade esperanza hacia nuevos cambios futuros.

A veces, si el objetivo a alcanzar resulta demasiado complejo,será necesario subdividirlo en metas intermedias de más fácil cum-plimentación. En otras ocasiones, cuando hay que hacer frente adiferentes problemas que se presentan imbricados, será necesariodecidir cuál eliminar primero para poder trabajar con mayor como-didad sobre los restantes

En el caso de Mónica, y ante la constatación de que el padre dela niña se inhibía de cualquier tratamiento familiar amplio y com-pleto y se limitaba a hacer valer su derecho de visita en los perío-dos fijados, se decidió orientar la terapia hacia los problemas deangustia de la niña, fijando como primer objetivo más urgente nor-malizar las noches de la pequeña de modo que consiguiera dormirocho horas cada día.

– Si llegase a producirse, ¿cuál se podría considerar como la primeraseñal de que ha ocurrido un cambio significativo, aunque sea pequeño?

Mediante esta cuestión se indica al consultante que no debeesperar un gran cambio a corto plazo en la situación y sí preparar-se para estar atento a las pequeñas modificaciones que deberán ir

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

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encadenándose hasta desembocar en el objetivo final deseado.Además, se invita al consultante a pensar en términos de cambiocontinuo, se le mentaliza para trabajar en pos de metas alcanzablesy, en definitiva, se le motiva para estimularse a partir de los peque-ños logros que va obteniendo.

En el caso de Mónica, tanto la madre como la niña estuvieron deacuerdo en que una señal de cambio podría estar constituida por elhecho de que la niña pudiera permanecer en su propia cama sin lla-mar a la madre para que la acostara con ella

Exploración de los recursos existentesA medio camino entre el diagnóstico y la intervención, el hecho

de determinar los recursos personales que posee el consultante enel momento actual o de los que ha podido servirse en anterioressituaciones semejantes, es un valioso auxiliar para propiciar el cam-bio deseado. Para explorar este aspecto pueden plantearse pregun-tas tales como:

– ¿Qué ocurre los días en que el problema no sucede, o es menos acu-sado? ¿a qué se puede deber esa diferencia?

Ningún problema está presente las veinticuatro horas del díade cada una de las jornadas del año. Es evidente que, en unmomento u otro, el consultante pone en juego recursos personales,de afrontamiento o de distracción, de los que puede no ser cons-ciente; por eso una buena ayuda por parte del terapeuta puedeconsistir en redirigir su atención hacia las ocasiones en que el pro-blema está ausente.

Un niño con enuresis normalmente pasará alguna noche sinmojar la cama; ¿qué factores pueden estar relacionados con ese epi-sodio exitoso: la hora más temprana o más tardía de irse a dormir,la actividad relajante realizada justo antes de meterse en la cama...?Un obsesivo puede darse cuenta de que sus pensamientos recu-rrentes son menos intensos o menos molestos cuando está enfras-cado en alguna tarea de tipo manual o intelectual, o tal vez hanremitido en el momento en que voluntariamente ha activado unasentencia al estilo de: "tengo el control de mis pensamientos y activojusto los que yo deseo" o algún otro mecanismo por el estilo. Un

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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depresivo puede encontrar que su estado de ánimo es más lleva-dero en algunos momentos del día, justo cuando algo está ocu-rriendo en su entorno...

Este tipo de relaciones requieren una cuidadosa investigación y,en el caso frecuente de que durante la entrevista el consultante noconsiga configurar una respuesta a esta pregunta, se le puede pro-poner como tarea la observación de esos "momentos buenos" enfunción de los elementos de la situación o personales que parecenestar presentes al mismo tiempo que el problema se hace menosacuciante.

– ¿Has tenido alguna dificultad parecida anteriormente? ¿de quémanera conseguiste eliminarla?

A veces, las soluciones a problemas nuevos pueden surgir delafrontamiento eficaz de viejos problemas. Un estudiante universi-tario se dio cuenta de que sí existía un factor que en otros tiemposle había ayudado a llevar adelante con éxito los primeros cursos enla facultad. Como él decía, consistía en "hacerse visible" a los pro-fesores, lo cual implicaba ocupar un siento en la primera fila–arriesgándose a que pudieran formularle alguna cuestión sobreun tema de estudio– preguntar directamente a los profesores, enclase o fuera de ella, sus dudas acerca de los temas y otras conduc-tas similares que, según él, lo obligaban a mantener un cierto com-promiso de "no decepcionar" al profesor que era consciente de suexistencia y su interés, con lo que se obligaba a llevar sus estudiosal día. Para empezar a solucionar sus actuales dificultades de estu-dio, no tuvo más que comprometerse a reiniciar alguno de aquellosviejos hábitos, con lo que su rendimiento empezó a mejorar al cabode poco tiempo.

Ayudar al consultante a explorar sus recursos personales leproporciona una estimable sensación de autocontrol a la quepodrá recurrir a la hora de comprometerse con metas más com-plejas o ante futuros problemas, semejantes de algún modo a losque afronta en la actualidad. De nuevo, el poner de manifiesto lasposibilidades personales del consultante, le permite mantener unsentido de responsabilidad en la búsqueda de soluciones, con loque su implicación en la estrategia será mayor, así como la sensa-

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

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ción de dominio una vez que toma consciencia de sus capacidadespersonales.

Intervenciones del terapeutaAlgunas escuelas de psicoterapia conceptualizan al terapeuta

como el elemento clave, responsable único de la intervención cuyopapel consiste en inducir actitudes nuevas en el consultante, ele-mento pasivo de la relación. Según otras, el papel del terapeuta escomparable al de un espejo que se limita a reflejar los materialesque su consultante hace salir a la luz para facilitarle la toma deconsciencia de determinados aspectos emocionales, motivacionesocultas o deseos subyacentes de manera que pueda volver a proce-sar todos esos contenidos y sacar sus propias conclusiones.Algunas otras consideran al terapeuta como un agente dispensadorde recompensas o castigos en función de las conductas adecuadaso indeseables de su cliente. Desde el punto de vista de la terapiaestratégica la función del terapeuta es compleja ya que, si bien seinsiste en que la responsabilidad del cambio es del consultante, seasigna al terapeuta el papel de diseñador de estrategias, motivadorde comportamientos y soporte seguro del consultante.

Así como la función terapéutica engloba múltiples facetas, tam-bién las posibilidades de intervención son muy variadas y abarcandesde la primera toma de contacto telefónico hasta el momento dela despedida final, una vez se ha cumplido el objetivo marcado obien se ha alcanzado el número prefijado de sesiones2. Las estrate-gias de intervención pueden adoptar formas muy diversas, si bienlas más usuales pueden ser:

Resaltar lo positivoYa hemos señalado la importancia de hacer reflexionar al con-

sultante acerca de sus propios recursos empleados en anterioresocasiones o como medio para lograr algunos pequeños cambios ensu situación actual. Además, el terapeuta debe estar muy atento

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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2. EL CENTRO DE TERPIA BREVE de Palo Alto ha fijado un número estándar dediez sesiones como tope para concluir una intervención. El objetivo defijarse un límite en el número de sesiones no es otro que el de motivar alcliente a trabajar activamente hacia el logro de sus propios objetivos.

para poner también de manifiesto aspectos que el cliente ni siquie-ra había conceptualizado como valiosos y esto puede hacerlo endiferentes momentos de la terapia:

a) Resaltando los logros obtenidos que han podido pasar desa-percibidos al cliente.

Se puede hacer esto, por ejemplo, pidiéndole al consultante queverbalice su objetivo final y cuando lo ha detallado pormenoriza-damente, se le puede hacer una pregunta del estilo:

– "¿Algunos de esos elementos se están dando ya, en alguna medidaen la situación actual?".

De esta manera el sujeto puede reflexionar sobre algunos datosa los que no había prestado atención por centrarse fundamental-mente en los aspectos más negativos de su situación, con lo cual sepropicia un nuevo punto vista hacia elementos más positivos conlos que se puede estar contando ya en la actualidad.

Cuando la madre de Mónica recapacitó a partir de una pregun-ta similar a ésta, pudo darse cuenta de que, incluso los días próxi-mos a las visitas del padre, la niña era capaz de disfrutar de muchashoras de tranquilidad y diversión en determinadas actividades enel colegio y con sus amigas o, simplemente, en casa, cuando estabaenfrascada en sus programas favoritos de televisión. Un agorafóbi-co se había propuesto como objetivo concluir su preparación comoabogado y comenzar a trabajar en un despacho. A poco que refle-xionó pudo entender que, de hecho, estaba funcionando en buenamedida tal y como deseaba; ciertamente la angustia lo atenazababuena parte del día, pero su funcionamiento, a pesar de ello, eramuy similar al guión de su meta ideal –acudía al juzgado, realiza-ba múltiples trámites a lo largo del día, preparaba intervenciones,etc.– lo cual le dio ánimos para perseverar en sus tareas de supera-ción del miedo fóbico.

b) Reformulando en positivo las palabras del consultante. En muchos de los mapas mentales que utilizamos están impre-

sas de un modo fijo ciertos rótulos negativos pero, si bien se mira,tales etiquetas pueden ser examinadas desde otro punto de vista ysustituirse por conceptualizaciones más positivas. No se trata sim-plemente de un juego de palabras que hace el terapeuta, como un

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

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engaño piadoso, para contentar a su cliente sino de una auténticaredefinición enriquecedora de los presupuestos de partida inicial-mente limitados.

Cuando Teresa, después de su angustiada narración acerca delas luchas legales y personales mantenidas con su ex-marido paranegociar unas condiciones de visita más tranquilizadoras para suhija Mónica, fue felicitada por haber sabido llevar su espíritumaterno hasta el punto de entregarse en cuerpo y alma al bienestarde su hija, se quedó perpleja un instante y después cambió la expre-sión de su rostro crispado por una sonrisa de alivio.

Una práctica recomendable consiste en felicitar sistemáticamen-te a los consultantes por la intención oculta detrás de sus intentosfrustrados de solución. De hecho, los humanos funcionamos de lamejor manera que sabemos y si nuestras acciones no nos reportanlos resultados que desearíamos se debe más a nuestra ignoranciaacerca de otras alternativas que a una mala disposición personal.Por eso, a poco que busquemos, es posible encontrar un motivopara felicitar a un cliente a pesar de su desastroso comportamientoy así, siempre será posible elogiar la firmeza con que un padreintenta inculcar buenos hábitos a su hijo o la independencia de laque hace gala un hijo a pesar de las coacciones paternas.

Muchos terapeutas no saben hacer felicitaciones, bien porque sumodelo teórico de acción no contempla tal tipo de implicacionespersonales con sus consultantes, bien por falta de habilidadessociales para hacer cumplidos. En el modelo de Palo Alto, comoveremos más adelante, estos inconvenientes quedan a menudoobviados al ser el equipo de observación el que formula la felicita-ción, limitándose el terapeuta principal a transmitir al consultanteel mensaje del equipo terapéutico lo cual le permite actuar de unamanera más desimplicada.

c) Normalizando y despatologizandoAlgunas personas descubren que son humanas sólo después de

un largo período de remordimientos por sus supuestas conductasaberrantes: algunos se asustan de llegar a concebir ideas homici-das contra los suyos (sobre todo si se trata de obsesivos embarga-dos por la sensación de que pueden perder el control y hacerse

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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daño a sí mismos o a la gente de su entorno), otros se muestranpreocupados creyendo que están viviendo un problema inédito enla naturaleza humana, lo que les convierte en una especie demonstruos. Por eso, cuando el terapeuta alude a casos semejantesal suyo o bien les explica el carácter universal de cierto tipo desituaciones, pueden empezar a concebir una esperanza cierta desalida para su problema.

Reencuadrar y reinterpretarBuena parte del trabajo terapéutico, independientemente del

modelo que se siga en la intervención, consiste en reformular elmaterial que el cliente aporta de manera que le resulte más útil enfunción de sus objetivos. Reencuadrar es colocar la queja del clien-te en un nuevo marco a partir del cual todo adquiere un nuevo sig-nificado. Bandler y Grinder3 refieren la redefinición a la que llegóuna mujer, obsesionada con la limpieza, cuando se le cambió laperspectiva desde la pulcra visión de la alfombra de su salón per-fectamente limpio y colocado, a la percepción de que todo eseorden y armonía eran el resultado de que no había nadie más juntoa ella: un marido que deja el periódico tirado sobre al sofá o unosniños que marcan la alfombra del salón con el barro de sus botas...

Se trata de ampliar el punto de vista del cliente para darle unaperspectiva más amplia y completa de la situación: La madre quepresiona sutilmente a su hijo para que, a pesar de su angustia, dejela comodidad de su hogar para pasar a convivir con una pandillade gamberros que le hacen la vida imposible en la residencia estu-diantil y llevar adelante los difíciles estudios de arquitectura, debeser felicitada, ciertamente, por su empeño en conseguir lo mejorpara su hijo, pero también debe ser ayudada, en función del gradode depresión del chico, a contemplar la posibilidad estremecedorade un desmoronamiento grave de su hijo...

Podemos comparar el reencuadre como el movimiento de "tra-velling" realizado por una cámara de cine o el "zoom" de un obje-tivo fotográfico que parte de un enfoque muy detallado sobre unobjeto para ir ampliando luego el campo de visión de manera que

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3. Richard BANDLER y John GRINDER: Reframing, Moab, Utah: Real People Press,1982.

tengan cabida en él nuevos elementos que al principio no eranevidentes.

Un tipo sutil de redefinición es el que se puede provocar sobreun consultante desesperanzado mostrándose aún más pesimistaque él mismo, lo cual provoca una inmediata reacción de defensade la propia autoestima y, por eso mismo, un reencuadre de lasposibilidades personales.

Hacer uso de este tipo de estrategias es muy parecido a jugar de"farol", pero suele dar unos resultados sorprendentes. No hacemucho tiempo, en una sesión con una paciente fuertemente depri-mida y muy reacia a dejarse "engatusar" con reformulaciones posi-tivas, nos vimos obligados a contrarrestar todas sus quejas autode-valuativas mediante una de las apuestas más fuertes que poseetodo terapeuta: la posibilidad de renunciar a continuar adelante envista de los fracasos reiterados. De manera que más o menos diji-mos a nuestra paciente:

– Lo cierto es que no hemos avanzado mucho en todo este tiempo; másbien me atrevería a decir que estás exactamente igual que al princi-pio del tratamiento, por lo que estoy empezando a cuestionarme sirealmente te estoy sirviendo de ayuda...

La respuesta de la consultante saltó automáticamente antes deque se pudiera formular la conclusión lógica de la argumentaciónque se había iniciado:

– "Bueno, yo no diría exactamente eso; de hecho he mejorado mucho enmi funcionamiento: en las dos últimas semanas no he perdido ni unsolo día de trabajo por mi depresión y me estoy obligando continua-mente a salir hacia adelante; es sólo que mi estado de ánimo siguebajo mínimos, pero el funcionamiento general es mucho mejor que alprincipio".

Pero no es conveniente jugar tan fuerte si no se parte del hechode que es el cliente, y no el terapeuta, el responsable de los logrosen el curso de la terapia.

Prescripción de comportamientosLa prescripción de un comportamiento determinado es el colo-

fón de una estrategia detalladamente estudiada en la que se consi-dera concienzudamente, a la luz de los objetivos propuestos, tanto

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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las soluciones infructuosamente intentadas como la postura perso-nal del consultante, así como el propósito positivo oculto tras todasu actuación.

La formulación de las prescripciones, como los reencuadres,tiene mucho que ver con el lenguaje hipnótico ericksoniano. Dehecho, los terapeutas que tienen experiencia con la formulación desugestiones en trance hipnótico encuentran fascinante el hecho deenunciar sugerencias "en frío", fuera del marco de un estado deconcentración dirigida; pero, en realidad, no se trata de nada muydistinto de las sugestiones formuladas por Milton Erickson, sinnecesidad de "oficiar" una inducción de trance formal.

Me imagino que un terapeuta novel va a necesitar tragarsemucha saliva antes de atreverse a pedirle a una cliente depresivaque esa noche, al disponerse a preparar la cena, derrame el aceitepor el suelo u organice alguna otra catástrofe doméstica. De hecho,supongo que el inseguro tono de voz con el que va a formular talpetición provocará un buen desconcierto en su consultante que nose mostrará en absoluto dispuesta a someterse a tal sugerencia.Pero si con el mayor convencimiento del mundo se le dice algo asícomo:

– "Entiendo que su temor por la posibilidad de que le pueda ocurriralgo malo proviene de lo más hondo de su subconsciente y está rela-cionado con un mecanismo de defensa de los sentimientos más posi-tivos que usted experimenta hacia su familia. Por eso mismo deberíausted sondear hasta qué punto esos sentimientos están presentes y apunto para empezar a ser liberados... no sé lo que pensará usted, perose me ocurre que podría ser una buena idea que esta noche, cuandose disponga a preparar la cena, provoque usted misma algo de lo queteme; digamos, por ejemplo, derramar el aceite por el suelo, o cual-quier otra pequeña catástrofe que pueda diseñar para los próximosdías. y será interesante esperar a ver qué descubrimientos realizasobre sus verdaderos sentimientos...

¡Es puro lenguaje hipnótico! El hemisferio cerebral izquierdopuede "volverse loco" tratando de desentrañar el significado literalde tan farragoso discurso que habla de miedos, sentimientos posi-tivos y aceite, pero tal vez el hemisferio derecho capte con toda cla-

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

161

ridad el mensaje de que las catástrofes más frecuentes en un hogarno van más allá de algún que otro charco de aceite y, a pesar de ello,¡es posible sentirse bien, arropado por todo el calor familiar!

A menudo se trata de prescripciones paradójicas que, aparen-temente, corren el riesgo de echar por tierra los objetivos de laterapia. Entre las prescripciones más usuales están aquellas queimplican:

– Provocar o empeorar los síntomas. Paradójicamente, conse-guir activar un síntoma implica hacerse con sus mecanismos decontrol y, por consiguiente, utilizarlos posteriormente para su eli-minación.

– Provocar una recaída. Esta prescripción tiene dos momentosespecialmente útiles de aplicación: cuando el cliente se muestraentusiasmado con su progreso continuado a lo largo de varios días,es conveniente hacerle ver que lo más lógico es esperar que lascosas no prosigan eternamente bien, sino que habrá altibajos por loque es de suponer que no está lejos la recaída. El otro momentoespecial es poco antes de dar de alta a un consultante que ya llevauna temporada "sintiéndose bien"; se le puede pedir que se esfuer-ce en recaer como una medida adicional de control de los síntomasy como recordatorio de cómo pueden llegar a ponerse las cosas enel caso de empeorar.

– Actuar en contra de la tendencia habitual, pero mantenien-do el propósito inicial: A Teresa, la madre de Mónica, se la puedefelicitar por su empeño en proteger a la niña por encima de todopara explicarle a continuación (reencuadrar) que el modo másseguro de protegerla en el futuro es asegurarse de que la propianiña va a contar con recursos propios y, así, sugerirle finalmenteque empiece por imponer a la niña que se quede en su propiacama a pesar de sus dificultades para dormirse, explicándole quees lo mejor para hacerse fuerte y que así estarán orgullosas la unade la otra.

– Incurrir en la secuencia de conducta que se desea evitar perovariando alguno de sus elementos –frecuencia, intensidad, dura-ción, orden– o introduciendo elementos nuevos relacionados con elentorno, personas implicadas, momento del día, etc. De nuevo, el

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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efecto solapado de esta instrucción es proporcionar control sobre elcomportamiento.

Otras prescripciones tienen un carácter aparentemente pragmá-tico –registros, observación de acontecimientos, autoobservación,etc.– pero, normalmente, llevan en sí mismas el germen del cambiomínimo que puede convertir al consultante de mero sujeto pasivoa controlador activo y organizador de su entorno.

Toda intervención debe partir del análisis de la clase de solucio-nes ineficaces que se están manteniendo a partir de la postura per-sonal del cliente y encaminarse a romper ese círculo vicioso, res-ponsable de la perpetuación del problema: intentos de forzar loespontáneo, evitación de lo temido, imposición del criterio propioo defensa frente a las acusaciones injustas (véase capítulo VI)

Seguimiento y evaluación de resultadosEl enfoque estratégico surgió en un marco estrictamente experi-

mental; por eso mismo, la evaluación de los resultados es un ele-mento clave dentro del modelo.

En la terapia estratégica existe una línea conductora que dacohesión a la serie de sesiones que se mantienen con cada consul-tante; a diferencia de otros enfoques que consideran cada interven-ción como una unidad en sí misma, aquí existe una secuencia inten-cional entre todas las sesiones en función del objetivo planteadoinicialmente. Por eso, en cada sesión se determina en qué punto sehalla el consultante respecto de sus metas, los cambios debidos a laintervención específica y los que se han podido producir comoefecto secundario, las causas de los posibles fracasos y las estrate-gias alternativas para superar las dificultades. Y con todos esosdatos a la vista, se diseña la intervención correspondiente.

A primera vista, podría pensarse que el enfoque estratégico noes más que un refinamiento de los planteamientos conductistasmás radicales. Sin embargo existe una notable diferencia entreambos, así como respecto a otros modelos de psicoterapia; elesquema adjunto puede servir como guía para constatar algunasdiferencias:

En el entorno ambiental están teniendo lugar continuamenteacontecimientos que, al incidir sobre cada persona, son procesados

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

163

en función de sus propios mapas mentales y, de esa manera, seorganiza la respuesta a emitir en cada situación específica que, a suvez, puede influir sobre el propio entorno modificándolo en algu-na medida.

El conductismo más ortodoxo centra las intervenciones en elnivel de las respuestas de manera que, al reforzar las conductasdeseables y "castigar" las indeseables, se consiga un incremento enla probabilidad de ocurrencia de las primeras y una disminuciónde las segundas. Los enfoques puramente cognitivistas se fijan enlos procesos de pensamiento del sujeto –sus mapas mentales– par-tiendo de la base de que una variación de las expectativas o las cre-encias de un individuo puede propiciar la aparición de nuevoscomportamientos. Otros planteamientos, finalmente, tratan deintroducir un elemento nuevo bien sea en el entorno o en el interiordel sujeto –llámese energía, comunicación transpersonal o cual-quier otra denominación– que será, en definitiva, el factor decisivoen el cambio de comportamiento.

El enfoque estratégico, por su parte, actúa simultáneamentesobre los tres elementos del esquema del comportamiento humano:

– Sobre el entorno: por ejemplo, a través de la prescripción devariaciones y la observación de los efectos que tales cambios pro-vocan en la cadena entorno-comportamiento-resultado.

– Sobre los esquemas mentales del sujeto: los reencuadres, refor-mulaciones y reinterpretaciones se pueden considerar como inter-venciones puramente cognitivistas.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

164

ENTORNO

OTRAS PERSONAS

SITUACIONES

ELEMENTOS AMBIENTALES

RESPONSABILIDADES

PRESIONES SOCIALES

SUJETO

CREENCIAS

EXPECTATIVAS

PREJUICIOS

NORMAS

COMPORTAMIENTO

– Sobre el comportamiento: mediante prescripciones directas, seensayan nuevas conductas, se constatan los resultados y se abrennuevas posibilidades de actuación personal

La práctica de la teoría

Al comenzar este capítulo teníamos en mente el objetivo deexponer con la mayor concisión posible el esquema de lo quepuede ser el estilo estratégico. Si bien el capítulo se ha orientadomás bien hacia los profesionales de la psicoterapia, nada impide aquienes no se dedican a tales menesteres aplicar tal esquema amuchas situaciones de su vida diaria. En concreto, consideramosque la comunicación habitual puede mejorar muy notablemente sise adopta como hábito el seguimiento de algunas de las pautas delenfoque estratégico:

– Reformular el problema integrando todos los elementos esun ejercicio de comprensión y síntesis. Exponer a nuestro interlo-cutor un resumen de lo que creemos haber entendido, brindándolela oportunidad de matizarlo o modificarlo, es el mejor método paraevitar malentendidos.

– Resaltar lo positivo a su vez, no sólo despejará los canales decomunicación sino que, además, el esfuerzo por descubrir la inten-ción positiva oculta tras las opiniones o la conducta de un interlo-cutor, constituye el más elaborado ejercicio de desarrollo de laempatía personal.

– Prescribir cambios puede ser lo mejor que podemos hacer porcualquier persona que se vea envuelta en un problema. Hacerle verque lo que está haciendo no funciona y que, por eso mismo, esnecesario intentar algo diferente, puede abrirle la puerta hacia nue-vas soluciones. Por supuesto, no es necesario esforzarse en reco-mendar sistemáticamente soluciones paradójicas; tal vez, fuera delmarco de la psicoterapia, eso puede resultar demasiado forzadopero sí que podemos ayudar a nuestros interlocutores a diseñarestrategias alternativas ¡sin perder de vista que la responsabilidadúltima no nos corresponde a nosotros, sino a ellos!

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

165

Como entrenamiento, vamos a proponer un ejercicio de reinter-pretación positiva de comportamientos consistente en buscar unmotivo de elogio para nuestro supuesto interlocutor a partir de suconducta problemática. Al final del capítulo se propone una posi-ble solución.

Situación Reinterpretaciónpositiva

1. Ana se siente celosa porque una chicanueva ha comenzado a trabajar en la oficinade su marido. Se muestra distante e irritablecon el marido cuando éste llega a casa, comopara "castigarlo".

2. La niña de Julia reclama continuamen-te su atención a la hora de comer; no paraquieta: sube y baja continuamente de lasilla, pide que le den la comida, quiere quele cuenten cuentos. Por atender a su hija,Julia tiene todos los días el tiempo muyjusto para el trabajo.

3. María está deprimida porque desearomper su relación con el chico con quienestá saliendo, pero siente que sus padres laestán presionando para que continúe conél. Ella no quiere a ese chico, pero tampocodesea dar un disgusto a sus padres.

4. Carlos llega a su casa la noche de losviernes más tarde de lo acordado con suspadres. Éstos están hartos de razonar con él,de reñirle y de amenazarle.

5. Mario está desesperado porque noconsigue dejar de fumar. Ya lleva muchosintentos y no lo consigue. Le preocupamucho el riesgo que puede estar suponien-do para su salud.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

166

Resumen

El enfoque estratégico parte de:1. Determinar el problema.2. Especificar las soluciones intentadas.3. Delimitar una meta clara.4. Contar con los recursos personales existentes.

Las intervenciones estratégicas comprenden:1. Resaltar lo positivo.2. Reencuadrar y reinterpretar.3. Prescribir comportamientos para romper el círculo vicioso

problema-solución.4. Evaluar los resultados obtenidos.

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

167

ESQUEMA DE PREGUNTAS PARA DIRIGIR UNASESIÓN DE TERAPIA ESTRATÉGICA

Descripción del problema:

– ¿En qué puedo ayudarte?, ¿Cuál es el problema que te traepor aquí?

– ¿Qué ocurre exactamente? ¿Quién hace qué? ¿Cómo respon-des?

– ¿Dónde, cuándo ocurre?– ¿Es siempre de la misma manera? ¿Cuáles son las diferen-

cias?

Determinación de objetivos:

– ¿De qué manera puedo yo ayudarle a afrontar este proble-ma?

– ¿Por qué me ha llamado justo en el momento en que lo hahecho y no antes ni después?

– ¿Cuál es, en este momento preciso, el cambio que parecemás prioritario enfocar, el más urgente?

– Si llegase a producirse, ¿cuál se podría considerar como laprimera señal de que ha ocurrido un cambio significativo,aunque sea pequeño?

Exploración de los recursos existentes:

– ¿Qué ocurre los días en que el problema no sucede, o esmenos acusado? ¿a qué se puede deber esa diferencia?

– ¿Has tenido alguna dificultad parecida anteriormente? ¿dequé manera conseguiste eliminarla?

Resaltar lo positivo

– ¿Está ocurriendo ya algo que no deseas perder?– ¿Qué objetivo o función positiva se oculta detrás de todo

eso?

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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Solución al ejercicio propuesto:

Situación

1. Ana se siente celosa porqueuna chica nueva ha comenza-do a trabajar en la oficina de sumarido. Se muestra distante eirritable con el marido cuandoéste llega a casa, como para"castigarlo".2.La niña de Julia reclama con-tinuamente su atención a lahora de comer; no para quieta:sube y baja continuamente dela silla, pide que le den la comi-da, quiere que le cuenten cuen-tos. Por atender a su hija, Juliatiene todos los días el tiempomuy justo para el trabajo.

3. María está deprimida porquedesea romper su relación con elchico con quien está saliendo,pero siente que sus padres laestán presionando para quecontinúe con él. Ella no quiere aese chico, pero tampoco deseadar un disgusto a sus padres.

4. Carlos llega a su casa lanoche de los viernes más tardede lo acordado con sus padres.Éstos están hartos de razonarcon él, de reñirle y de amena-zarle.

Reinterpretación positiva

Ana ama a su marido. Está muypendiente de él y sabe mostrarsus emociones aunque sean lasde una chiquilla celosa. Deberáempezar a mostrarle tambiénsus sentimientos más cálidos.

Julia es una "madraza" quedesea lo mejor para su hija a laque está totalmente entregada.Como buena madre sabráhacerle a su hija el regalo delautocontrol.

María es una hija preocupadapor no herir los sentimientosde sus padres. Ella les dará laalegría de convertirlos en artífi-ces de su felicidad por no re-nunciar a la elección personalque haga libremente en sumomento.Los padres de Carlos se preocu-pan mucho por su hijo y deseanverle libre de problemas. Segu-ramente estarán dispuestos aenseñarle la dura lección de las"consecuencias lógicas" del pro-pio comportamiento.

CONTINÚA

EL ENFOQUE ESTRATÉGICO

169

VIENE DE PÁG. ANTERIOR

Situación

5. Mario está desesperado por-que no consigue dejar de fumar.Ya lleva muchos intentos y nolo consigue. Le preocupa mu-cho el riesgo que puede estarsuponiendo para su salud.

Reinterpretación positiva

El mérito de Mario reside en sucapacidad de perseverar apesar de los obstáculos y de norendirse ante los fracasos. Susprobabilidades de éxitoaumentarán si aplica todo suempeño en la cumplimentaciónde alguna acción que le hagafumar menos accesible.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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APÉNDICE

EL ESTILO “PALO ALTO”

"Let's be brief"

Lema del Centro de Terapia Breve del MRI, en Palo Alto

No deja de sorprender al estudiante de Psicología laamplia bibliografía sobre temas psicoterapéuticos y compor-tamentales publicados en un lugar con un nombre de tan pin-torescas resonancias hispanas. Pero el fenómeno es explicablesi se tiene en cuenta que en esa pequeña población california-na, no lejos de San Francisco, confluyen dos importantesfuentes referenciales para el profesional de la psicoterapia: laUniversidad de Stanford, por una parte y, especialmente, el"MENTAL RESEARCH INSTITUTE" (MRI) –nada que ver eluno con la otra– a cuyo amparo se desarrolla el "Centro deTerapia Breve", origen de la terapia estratégica y fundamentode otros enfoques de plena actualidad tales como la terapiafamiliar sistémica.

En el jardín central del edificio que alberga al MRI, llega apalparse la presencia de John Weakland, en el banco de made-ra que sustenta la placa en su memoria, y, al tiempo que esposible tomarse un café con Paul Watzlawick mientras se levan proporcionando matizaciones lingüísticas a su encanta-dora jerga hispano-italiana o admirar el agudo sentido delhumor del sorprendente Richard Fisch, uno no puede dejarde pasar revista mentalmente, entre reverente y encantado, a

la larga lista de nombres ilustres ligados de un modo u otro a la ins-titución; desde su precursor, Gregory Bateson, hasta los actualesencargados de mantener vivo su espíritu inconformista e inquisiti-vo, como la cosmopolita Karin Schlanger, sin olvidar el ramillete depersonajes, casi míticos ya, que han contribuido a la configuracióndel espíritu del MRI de Palo Alto, como Don Jackson, Virginia Satir,y "a distancia", el propio Milton Erickson. Quien desee conocer endetalle la historia de esta institución puede consultar la bibliografíacorrespondiente .

Pero lo más interesante para el terapeuta que allí va a impreg-narse de algo de ese peculiar estilo estratégico para poder reflejar-lo después en su acción profesional, es la forma concreta de traba-jar que se sigue en el Centro de Terapia Breve desde su fundación,a principios de los años sesenta, y que rompe con muchos de losesquemas tradicionales de actuación en psicoterapia:

El equipo terapéutico

Lo primero que sorprende es el hecho de que se trabaje en equi-po. La sala de terapia consiste en un espacio sobriamente amuebla-do con dos sillas de brazos y una mesa baja que sirve de fronteraentre el terapeuta principal, el responsable de la sesión, y su con-sultante. Una de las paredes laterales que limita con una salita con-tigua, está constituida por un gran espejo sin azogue, que permiteobservar desde este recinto cuanto ocurre en la sala de terapia.Aquí se instala el equipo de coterapeutas –entre tres y cuatro– cuyafunción va a consistir en prestar ayuda al terapeuta principal consus comentarios, interpretaciones y sugerencias. Además, un equi-po de vídeo permite grabar la sesión así como transmitir su conte-nido a un aula más espaciosa desde donde pueden seguir el desa-rrollo de los acontecimientos varios alumnos que no intervienendirectamente en la sesión.

Por supuesto, el consultante conoce la situación y sabe que estásiendo observado. En la sesión inicial, se le ha explicado todo elprocedimiento y se solicita su consentimiento por escrito para

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

172

poder utilizar las grabaciones efectuadas a efectos didácticos o deinvestigación. A cambio se le garantiza la más escrupulosa discre-ción a nivel social.

Lejos de resultar un inconveniente, en esta situación de exposi-ción semipública, que podría retraer a los menos exhibicionistas,los consultantes se sienten más arropados por todo un equipo –alque sienten pero casi nunca ven– y perciben que se está poniendoun interés muy especial en la solución de su problema particular, locual es muy estimulante para ellos.

La responsabilidad de la sesión corre a cargo del terapeuta prin-cipal, pero el equipo tras el espejo puede intervenir en cualquiermomento mediante comunicación telefónica con la sala de terapia,convocando al terapeuta principal a una breve reunión en mediode la sesión, o bien irrumpiendo en la sala de terapia para comuni-carse directamente con el terapeuta principal o con el consultante.

Las interrupciones a través del teléfono son frecuentes, perolejos de suponer una distracción, son percibidas por el cliente comoun seguimiento muy cercano de su caso por parte de los "persona-jes misteriosos" ocultos tras el espejo. Desde el punto de vista delconsultante las cosas, más o menos suceden de esta manera:

Consultante: – "... he procurado seguir las instrucciones lo mejor que he podido,

pero no estoy muy seguro de haberlo hecho bien: Usted me habíasugerido que en lugar de mostrarme tan mandón con mi hijo, procu-rara pedirle su opinión en todo momento. Pues bueno, él iba a matri-cularse de unas asignaturas optativas y me pidió consejo. Yo estuvea punto de sugerirle que eligiera Matemáticas comerciales, pero meacordé de su consejo y le dije que no estaba seguro de lo que podríaresultarle mejor a la larga y que en cuestión de estudios yo había"metido la pata" con los míos en alguna ocasión, así que le dije queno lo tenía muy claro, y que lo mejor era que pensara qué es lo quemás le gustaba...".

Terapeuta:– "¿Eso ha supuesto un cambio en su actitud habitual con su hijo?,

quiero decir, ¿cómo habría actuado hace un par de semanas en unasituación semejante?".

APÉNDICE

173

Cliente:– "En efecto, antes yo le hubiera dicho: eres un inútil, no sabes nada,

no tienes decisión...".Suena el timbre del teléfono. El terapeuta principal se disculpa

y descuelga el auricular...– ...Terapeuta:–"Ajá. Está bien... Sí, sí... Se lo comunicaré.(el consultante sabe que están hablando de él; observa al tera-

peuta con un asomo de expectación).El terapeuta cuelga el teléfono y se dirige sonriente a su cliente:– "Me dice el equipo que les ha impresionado el cambio de actitud que

ha mostrado usted en ese momento y quieren felicitarlo".El equipo terapéutico proporciona una enorme creatividad al

proceso de la terapia; ayuda a evitar los bloqueos en los que todoterapeuta incurre de vez en cuando y provee un apreciable marcode seguridad al responsable de la sesión que sabe que va a ser ase-sorado en los momentos más críticos. Así, las reformulaciones posi-tivas, los reencuadres y las prescripciones paradójicas pueden seraceptadas más fácilmente por el cliente que ve tales intervencionescomo el resultado de un trabajo conjunto más fiable, por lo tanto,que la simple opinión de un miembro aislado.

A veces hay desacuerdo entre el equipo y el terapeuta principal.En estos casos, pueden ocurrir dos cosas: o bien el terapeuta, direc-tor de la sesión, prescinde del comentario de su equipo y se man-tiene en su línea individual, o comunica al consultante la discre-pancia existente entre él y el equipo de asistencia. En este últimocaso, la cuestión puede tener repercusiones terapéuticas importan-tes ya que, por lo general, el cliente se alía con su terapeuta frenteal equipo que mantiene una postura diferente y así se posibilita unamayor motivación para un cambio concreto:

– "Tenemos un punto de discrepancia los miembros del equipo y yo:ellos piensan que todavía es prematuro proponerle que haga unesfuerzo para mantener un poco más alejado ese "control a distan-cia" que ha venido ejerciendo sobre su hijo; sin embargo yo creo queusted ha dado ya muestras de prudencia suficiente y pienso que

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

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podría hacerlo; ¿qué opina usted de dar un paso más y probar a darlelibertad al chico para que se informe de cómo podría organizar suprestación social sustitutoria antes de que decida si hace o no lamili?".

– "No me haría mucha gracia que tomara esa decisión, pero compren-do que es su vida, y aunque él pueda tener ciertas ideas que yo nocomparto, entiendo que sigue siendo mi hijo y, en efecto, va a necesi-tar mi apoyo".

Organización del tiempo

El Centro de Terapia Breve de Palo Alto determina un númeromáximo de diez sesiones con los consultantes que acuden endemanda de ayuda. Este número se fijó de una manera bastantearbitraria en los primeros tiempos de puesta en marcha del progra-ma experimental, como una forma de forzar la brevedad en terapiay los resultados han venido demostrando que es un plazo razona-ble. De hecho, muchos objetivos se alcanzan antes de la décimasesión.

Limitar el número de sesiones es otra forma de mantener el con-trol de la terapia por parte del terapeuta, aspecto que el Centro deTerapia Breve se cuida mucho de asegurar. La perspectiva de disol-ver el contrato terapéutico en un plazo determinado estimula a losconsultantes a poner de su parte todo cuanto puedan para alcanzarlos resultados propuestos. De todos modos, como una especie degarantía de tranquilidad, cuando el cliente alcanza el término de laterapia antes de la décima sesión, sabe que podrá utilizar el rema-nente de jornadas no utilizadas para trabajar sobre el mismo pro-blema en caso de recaída o de resurgimiento del problema inicial.Pero la filosofía del Centro es establecer un límite máximo para tra-bajar sobre un problema determinado. Por supuesto, si un mismoconsultante acude con otro problema diferente al inicial, tendrátambién derecho a sus correspondientes diez sesiones.

El tema del control por parte del terapeuta correlaciona inversa-mente con la resistencia al cambio: a mayor directividad del tera-

APÉNDICE

175

peuta, aceptada por el consultante, menos dificultades para el cam-bio experimenta este; pero si el consultante percibe que puedeimponer sus condiciones, por ejemplo en cuestiones como fijaciónde la fecha o el horario de la consulta, tipo de tareas que acepta ose niega a llevar a cabo, frecuencia de las sesiones o cualesquieraotros, entonces la resistencia al cambio se hace más evidente y lasmetas difícilmente son alcanzadas.

En cuanto al tiempo dedicado a cada sesión, suele oscilar entorno a los cincuenta minutos, sin que el terapeuta tenga que ajus-tarse forzosamente a cubrir un tiempo determinado. De hecho,cada sesión terapéutica puede tener su ritmo propio de manera quese alcance una resolución antes del tiempo establecido con lo quesería un error prolongarla más allá de lo conveniente ya que esopodría mermar el impacto de una intervención o de una prescrip-ción determinada.

En general, la primera parte de la sesión suele estar dedicada acomentar la actuación del cliente; el modo de llevar adelante lastareas asignadas, problemas y descubrimientos realizados en tornoa su ejecución y observaciones generales tanto en relación al pro-blema objeto de consulta como sobre otros temas relacionados.Durante esta primera parte, el terapeuta, asistido por el equipo,realiza las correspondientes reformulaciones y reencuadrres.

Normalmente tiene lugar, después, un breve corte en la sesióncomo consecuencia de la "mini junta" que celebran el terapeutaprincipal y sus asesores del otro lado del espejo: se hace una pues-ta en común de lo observado, se discuten criterios –y a veces no sellega a un acuerdo– y se planifica la estrategia a seguir.

Los últimos quince o veinte minutos se dedican a comunicar alconsultante los acuerdos o el punto de vista del equipo y en estafase de la sesión se introducen las intervenciones de mayor impac-to: elogios, desafíos, reencuadres novedosos. Finalmente, se formu-la la prescripción de comportamiento que el consultante debeponer en práctica hasta la siguiente sesión.

La frecuencia de las sesiones es, en principio, semanal. A medi-da que el cliente se va acercando a los objetivos terapéuticos pro-puestos, las consultas se pueden ir espaciando como una forma de

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

176

transferir el control al propio consultante así como una manera deir preparando la terminación de la terapia.

El término de la secuencia terapéutica puede producirse porhaber alcanzado los objetivos propuestos o bien ante la imposibili-dad manifiesta de lograrlo. En todo caso, se procura que el términosea siempre cordial y el terapeuta se muestra dispuesto a aprenderde sus propios errores.

No trabajar más que el cliente

Este consejo tuvo un impacto especial sobre mi forma de proce-der en la actualidad. De hecho, resume bien la actitud general de noquitarle al consultante su problema, sino ayudarle a liberarse de él.Muchas veces los terapeutas somos presa de la ansiedad por con-seguir una mejoría constatable, e, incluso, nos echamos sobre lasespaldas la responsabilidad de que el cliente realice su trabajo. Talvez tenga que ver con la autoestima, ya que a nadie le agrada sertestigo del fracaso de su propia intervención.

Personalmente me he visto muchas veces luchando desespera-damente con un consultante inhibido, acosándolo a preguntas, asa-etándolo con propuestas, abrumándolo con sugerencias... para noobtener más que débiles signos de que no se había perdido del todola comunicación verbal. Pues bien, el espíritu de la terapia estraté-gica desaconseja esta forma de liberar al cliente de su carga. La con-signa, más bien es: si tu cliente no habla, sé tú más mudo que él (hecomprobado que es una buena manera de conseguir que empiecena hablar: o bien el silencio se les hace incómodo, o bien empiezan apensar que, ya que están pagando por esa sesión, les resulta másrentable hablar de algo); si no hace sus deberes, quítale asignacio-nes, si espera que tú le resuelvas su problema, plantéale más pro-blemas que resolver...

Es como tener que transportar un peso entre dos personas: siuna de ellas afloja por su lado, la otra tiene que realizar un esfuer-zo mayor para tirar de la carga. Y creo que es mejor que el que tiremás fuerte sea el consultante... por su propio bien.

APÉNDICE

177

Trabajar en solitario

Lo malo para cuantos nos dedicamos al ejercicio libre de la psi-coterapia es que no disponemos de un equipo tras el espejo que nosaporte creatividad, desafíos, ánimo y puntos de vista diferentes. Detodos modos, las limitaciones de trabajar en solitario puedenpaliarse, parcialmente, si se recurre a ciertas estrategias:

– Grabar las sesiones. Tras pedirle el correspondiente permiso alconsultante, se le puede explicar que la grabación se utilizará paraconsultar determinados puntos oscuros que hayan podido quedaren la sesión con otros colegas expertos. Y, si se tiene la posibilidad,realizar realmente tal consulta o, al menos, volver a escuchar la gra-bación y reflexionar sobre lo que allí se ha planteado, planificarnuevas estrategias o prescripciones, etc. En la siguiente sesión sepuede transmitir al consultante el resultado de nuestras consultaso reflexiones personales.

– El equipo imaginario: El "rol de espectador" tiene nefastas con-secuencias en el ámbito del funcionamiento sexual; tener concien-cia de sí mismo impide que ciertas funciones espontáneas puedandesarrollarse con normalidad. Sin embargo, en una sesión de tera-pia es bueno visualizarse de vez en cuando desde el otro lado delespejo, o imaginar que "el equipo" hace una llamada, justo en elmomento en que parece haberse perdido el hilo de la sesión: ¿quéreencuadre o felicitación tienen para el consultante? ¿qué propues-ta o prescripción le harían en ese momento?

El equipo imaginario siempre ayuda a estimular la escucha acti-va, la percepción del punto de vista del consultante y, a menudo, esmucho más exigente que el equipo terapéutico real.

En definitiva, el espíritu del Centro de Terapia Breve del MRI dePalo Alto se compone a partes iguales de altas dosis de creatividad,pragmatismo, entusiasmo y sentido común. Cualidades todas ellasmuy deseables para cualquier terapeuta, independientemente de lalínea teórica de base que sustente su trabajo clínico. Por otro lado,a cualquier terapeuta, de la escuela que sea, tampoco le resultaráexcesivamente difícil incluir sus técnicas concretas de trabajo den-tro del marco general de actuación aquí expuesto.

CUANDO EL PROBLEMA ES LA SOLUCIÓN

178

Tanto desde el punto de vista personal como desde el de profe-sional de la psicoterapia, entiendo que no es mala cosa intentar,periódicamente, un pequeño cambio... y observar los resultados.

APÉNDICE

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DIRECTOR: CARLOS ALEMANY

1. Relatos para el crecimiento personal. CARLOS ALEMANY (ED.), RAMIRO ÁLVAREZ, JOSÉ

VICENTE BONET, IOSU CABODEVLLLA, EDUARDO CHAMORRO, CARLOS DOMINGUEZ, JOSÉ

ANTONIO GARCÍA-MONGE, ANA GIMENO-BAYÓN, MAITE MELENDO, ALEJANDRO ROCAMORA.PRÓLOGO DE JOSÉ LUIS PINLLLOS. (6ª ed.)

2. La asertividad: expresión de una sana autoestima. OLGA CASTANYER. (21ª ed.)3. Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad.

ANA GIMENO-BAYÓN COBOS. (5ª ed.)4. Aprendiendo a vivir. Manual contra el aburrimiento y la prisa. ESPERANZA BORÚS. (5ª ed.)5. ¿Qué es el narcisismo? JOSÉ LUIS TRECHERA. (2ª ed.)6. Manual práctico de P.N.L. Programación neurolingüística. RAMIRO J. ÁLVAREZ. (5ª ed.)7. El cuerpo vivenciado y analizado. CARLOS ALEMANY Y VÍCTOR GARCÍA (EDS.)8. Manual de Terapia Infantil Gestáltica. LORETTA ZAIRA CORNEJO PAROLINI. (5ª ed.)9. Viajes hacia uno mismo. Diario de un psicoterapeuta en la postmodernidad.

FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo. JEAN SARKISSOFF. (2ª ed.)11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después. LUIS LÓPEZ-YARTO ELIZALDE. (5ª ed.)12. El eneagrama de nuestras relaciones. MARIA-ANNE GALLEN - HANS NEIDHARDT. (5ª ed.)13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los sentimientos de culpa.

LUIS ZABALEGUI. (3ª ed.)14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff. BRUNO GIORDANI.

PRÓLOGO DE M. MARROQUÍN. (2ª ed.)15. La fantasía como terapia de la personalidad.FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN. (2ª ed.)16. La homosexualidad: un debate abierto. JAVIER GAFO (ED.). JAVIER GAFO, CARLOS

DOMÍNGUEZ, JUAN-RAMÓN LACADENA, ANA GIMENO BAYÓN, JOSÉ LUIS TRECHERA. (3ª ed.)17. Diario de un asombro. ANTONIO GARCÍA RUBIO. PRÓLOGO DE J. MARTÍN VELASCO. (3ª ed.)18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama. DON RICHARD RISO. (5ª ed.)19. El manantial escondido. La dimensión espiritual de la terapia. THOMAS HART.20. Treinta palabras para la madurez. JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (8ª ed.)21. Terapia Zen. DAVID BRAZIER. PRÓLOGO DE ANA MARÍA SCHLÜTER RODÉS. (2ª ed.)22. Sencillamente cuerdo. La espiritualidad de la salud mental.

GERALD MAY. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.23. Aprender de Oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado. JUAN MASIÁ CLAVEL.24. Pensamientos del caminante. M. SCOTT PECK. PRÓLOGO DE JOSÉ-VICENTE BONET.25. Cuando el problema es la solución. Aproximación al enfoque estratégico.

RAMIRO J. ÁLVAREZ. (2ª ed.)26. Cómo llegar a ser un adulto. Manual sobre la Integración Psicológica y Espiritual.

DAVID RICHO. (2ª ed.)27. El acompañante desconocido. De cómo lo masculino y lo femenino que hay en

cada uno de nosotros afecta a nuestras relaciones. JOHN A. SANFORD.28. Vivir la propia muerte. STANLEY KELEMAN. PRÓLOGO DE JUAN MANUEL G. LLAGOSTERA.29. El ciclo de la vida: Una visión sistémica de la familia.

ASCENSIÓN BELART - MARÍA FERRER. PRÓLOGO DE LUIS ROJAS MARCOS. (2ª ed.)30. Yo, limitado. Pistas para descubrir y comprender nuestras minusvalías.

MIGUEL ÁNGEL CONESA FERRER.31. Lograr buenas notas con apenas ansiedad. Guía práctica para sobrevivir a los exá-

menes. KEVIN FLANAGAN. PRÓLOGO DE JOAQUÍN Mª. GARCÍA DE DIOS.32. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Cómo volverse verdaderamente rico.

VERENA KAST. PRÓLOGO DE GABRIELA WASSERZIEHR.33. Cuando el amor se encuentra con el miedo. DAVID RICHO. (3ª ed.)34. Anhelos del corazón. Integración psicológica y espiritualidad.WILKIE AU - NOREEN CANNON.35. Vivir y morir conscientemente. IOSU CABODEVILLA. PRÓLOGO DE CELEDONIO CASTANEDO. (3ª ed.)36. Para comprender la adicción al juego. MARÍA PRIETO URSÚA. PRÓLOGO DE LUIS LLAVONA.37. Psicoterapia psicodramática individual. TEODORO HERRANZ CASTILLO.38. El comer emocional. EDWARD ABRAMSON.39. Crecer en intimidad. Guía para mejorar las relaciones interpersonales.

JOHN AMODEO - KRIS WENTWORTH.

40. Diario de una maestra y de sus cuarenta alumnos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.41. Valórate por la felicidad que alcances. XAVIER MORENO LARA.42. Pensándolo bien... Guía práctica para asomarse a la realidad. RAMIRO J. ÁLVAREZ.

PRÓLOGO DE JOSÉ KLINGBEIL.43. Límites, fronteras y relaciones. Cómo conocerse, protegerse y disfrutar de uno

mismo. CHARLES L. WHITFIELD. PRÓLOGO DE JOHN AMODEO.44. Humanizar el encuentro con el sufrimiento. JOSÉ CARLOS BERMEJO.45. Para que la vida te sorprenda. MATILDE DE TORRES. (2ª ed.)46. El Buda que siente y padece. Psicología budista sobre el carácter, la adversidad y

la pasión. DAVID BRAZIER.47. Hijos que no se van. La dificultad de abandonar el hogar. JORGE BARRACA.

PRÓLOGO DE LUIS LÓPEZ-YARTO.48. Palabras para una vida con sentido. Mª. ÁNGELES NOBLEJAS.49. Cómo llevarnos bien con nuestros deseos. PHILIP SHELDRAKE.50. Cómo no hacer el tonto por la vida. Puesta a punto práctica del altruismo.

LUIS CENCILLO. PRÓLOGO DE ANTONIO BLANCH. (2ª ed.)51. Emociones: Una guía interna. Cuáles sigo y cuáles no. LESLIE S. GREENBERG.

PRÓLOGO DE CARMEN MATEU. (2ª ed.)52. Éxito y fracaso. Cómo vivirlos con acierto. AMADO RAMÍREZ VILLAFÁÑEZ.53. Desarrollo de la armonía interior. JUAN ANTONIO BERNAD.54. Introducción al Role-Playing pedagógico. PABLO POBLACIÓN KNAPPE y ELISA LÓPEZ

BARBERÁ Y COLS. PRÓLOGO DE JOSÉ A. GARCÍA-MOGE.55. Cartas a Pedro. Guía para un psicoterapeuta que empieza. LORETTA CORNEJO.56. El guión de vida. JOSÉ LUIS MARTORELL. PRÓLOGO DE JAVIER ORTIGOSA.57. Somos lo mejor que tenemos. ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA.58. El niño que seguía la barca. Intervenciones sistémicas sobre los juegos familiares.

GIULIANA PRATA; MARIA VIGNATO y SUSANA BULLRICH.59. Amor y traición. JOHN AMODEO. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY.60. El amor. Una visión somática. STANLEY KELEMAN. PRÓLOGO DE JAIME GUILLÉN DE ENRÍQUEZ.61. A la búsqueda de nuestro genio interior: Cómo cultivarlo y a dónde nos guía.

KEVIN FLANAGAN.62. A corazón abierto.Confesiones de un psicoterapeuta. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-

PINZÓN.63. En vísperas de morir. Psicología, espiritualidad y crecimiento personal.

IOSU CABODEVILLA ERASO. PRÓLOGO DE RAMÓN MARTÍN RODRIGO.64. ¿Por qué no logro ser asertivo? OLGA CASTANYER Y ESTELA ORTEGA.65. El diario íntimo: buceando hacia el yo profundo. JOSÉ-VICENTE BONET, S.J. (2ª ed.)66. Caminos sapienciales de Oriente. JUAN MASIÁ.67. Superar la ansiedad y el miedo. Un programa paso a paso. PEDRO MORENO.

PRÓLOGO DE DAVID H. BARLOW, PH.D. (2ª ed.)68. El matrimonio como desafío. Destrezas para vivirlo en plenitud. KATHLEEN R. FISCHER

y THOMAS N. HART.69. La posada de los peregrinos. Una aproximación al Arte de Vivir. ESPERANZA BORÚS.70. Realizarse mediante la magia de las coincidencias. Práctica de la sincronicidad

mediante los cuentos. JEAN-PASCAL DEBAILLEUL y CATHERINE FOURGEAU.71. Psicoanálisis para educar mejor. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PINZÓN.72. Desde mi ventana. Pensamientos de autoliberación. PEDRO MIGUEL LAMET.73. En busca de la sonrisa perdida. La psicoterapia y la revelación del ser.

JEAN SARKISSOFF.74. La pareja y la comunicación. La importancia del diálogo para la plenitud y la

longevidad de la pareja. Casos y reflexiones. PATRICE CUDICIO y CATHERINE CUDICIO.75. Ante la enfermedad de Alzheimer. Pistas para cuidadores y familiares. MARGA NIETO CARRERO.76. Me comunico... Luego existo. Una historia de encuentros y desencuentros. JESÚS DE

LA GÁNDARA MARTÍN.77. La nueva sofrología. Guía práctica para todos. CLAUDE IMBERT.78. Cuando el silencio habla. MATILDE DE TORRES VILLAGRÁ.79. Atajos de sabiduría. CARLOS DÍAZ.

80. ¿Qué nos humaniza? ¿Qué nos deshumaniza? RAMÓN ROSAL CORTÉS.81. Más allá del individualismo. RAFAEL REDONDO.82. La terapia centrada en la persona hoy. Nuevos avances en la teoría y en la práctica.

DAVE MEARNS y BRIAN THORNE. PRÓLOGO DE MANUEL MARROQUÍN PÉREZ.83. La técnica de los movimientos oculares. La promesa potencial de un nuevo avance psico-

terapéutico. FRED FRIEDBERG. INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA POR RAMIRO J. ÁLVAREZ

84. No seas tu peor enemigo...¡...Cuando puedes ser tu mejor amigo! ANN-MARIE

MCMAHON.85. La memoria corporal. Bases teóricas de la diafreoterapia. LUZ CASASNOVAS SUSANNA.86. Atrapando la felicidad con redes pequeñas. IGNACIO BERCIANO PÉREZ. CON LA COLABO-

RACIÓN DE ITZIAR BARRENENGOA

87. C.G. Jung. Vida, obra y psicoterapia. M. PILAR QUIROGA MÉNDEZ.88. Crecer en grupo. Una aproximación desde el enfoque centrado en la persona.

BARTOMEU BARCELÓ. PRÓLOGO DE JAVIER ORTIGOSA.89. Automanejo emocional. Pautas para la intervención cognitiva con grupos. ALEJANDRO BELLO

GÓMEZ, ANTONIO CREGO DÍAZ. PRÓLOGO DE GUILLEM FEIXAS I VIAPLANA.90. La magia de la metáfora. 77 relatos breves para educadores, formadores y pensadores. NICK

OWEN. PRÓLOGO DE RAMIRO J. ÁLVAREZ.91. Cómo volverse enfermo mental. JOSÉ LUÍS PIO ABREU. PRÓLOGO DE ERNESTO FONSECA-

FÁBREGAS.92. Psicoterapia y espiritualidad. La integración de la dimensión espiritual en la práctica terapéuti-

ca. AGNETA SCHREURS. PRÓLOGO DE JOSÉ MARÍA MARDONES.

Ser ie MAIOR

1. Anatomía Emocional. STANLEY KELEMAN. (4ª ed.)2. La experiencia somática. STANLEY KELEMAN. (2ª ed.)3. Psicoanálisis y Análisis Corporal de la Relación. ANDRÉ LAPIERRE.4. Psicodrama. Teoría y práctica. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ.

PRÓLOGO DE JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MONGE. (2ª ed.)5. 14 Aprendizajes vitales. CARLOS ALEMANY (ED.), ANTONIO GARCÍA RUBIO, JOSÉ A.

GARCÍA-MONGE, CARLOS R. CABARRÚS, LUIS CENCILLO, JOSÉ M. DÍEZ-ALEGRÍA, OLGA

CASTANYER, IOSU CABODEVILLA, JUAN MASIÁ, DOLORES ALEIXANDRE, MIGUEL DE GUZMÁN,JESÚS BURGALETA, Mª. JOSÉ CARRASCO, ANA GIMENO. (8ª ed.)

6. Psique y Soma. Terapia bioenergética. JOSÉ AGUSTÍN RAMÍREZ. PRÓLOGO DE LUIS

PELAYO. EPÍLOGO DE ANTONIO NÚÑEZ.7. Crecer bebiendo del propio pozo.Taller de crecimiento personal.

CARLOS RAFAEL CABARRÚS, S.J. PRÓLOGO DE CARLOS ALEMANY. (6ª ed.)8. Las voces del cuerpo. Respiración, sonido y movimiento en el proceso terapéutico.

CAROLYN J. BRADDOCK.9. Para ser uno mismo. De la opacidad a la transparencia. JUAN MASIÁ CLAVEL

10. Vivencias desde el Enneagrama. MAITE MELENDO. (3ª ed.)11. Codependencia. La dependencia controladora. La depencencia sumisa. DOROTHY MAY.12. Cuaderno de Bitácora, para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual.

CARLOS RAFAEL CABARRÚS. (3ª ed.)13. Del ¡viva los novios! al ¡ya no te aguanto! Para el comienzo de una relación en

pareja y una convivencia más inteligente. EUSEBIO LÓPEZ.14. La vida maestra. El cotidiano como proceso de realización personal. JOSÉ MARÍA TORO.15. Los registros del deseo. Del afecto, el amor y otras pasiones. CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO.16. Psicoterapia integradora humanista. Manual para el tratamiento de 33 problemas

psicosensoriales, cognitivos y emocionales. ANA GIMENO-BAYÓN Y RAMÓN ROSAL.17. Deja que tu cuerpo interprete tus sueños. EUGENE T. GENDLIN.

PRÓLOGO DE CARLOS R. CABARRÚS.18. Cómo afrontar los desafíos de la vida. CHRIS L. KLEINKE.19. El valor terapéutico del humor. ÁNGEL RZ. IDÍGORAS (ED.). (2ª ed.)20. Aumenta tu creatividad mental en ocho días. RON DALRYMPLE, PH.D., F.R.C.21. El hombre, la razón y el instinto. JOSÉ Mª PORTA TOVAR.22. Guía práctica del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pistas para su liberación.

BRUCE M. HYMAN Y CHERRY PEDRICK. PRÓLOGO DE ALEJANDRO ROCAMORA.

Este libro se terminóde imprimir

en los talleres dePublidisa, S.A., en Sevilla,

el 3 de febrero de 2004.