cuadernos del pensamiento crítico latinoamericano nº49 la refundación de una nación

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  • 7/29/2019 Cuadernos del Pensamiento Crtico Latinoamericano N49 La refundacin de una nacin

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    Como citar este documento: Claude Bajeux, Jean. La refundacin de una nacinen Cuadernos del Pensamiento Crtico

    Latinoamericano N 49. CLACSO, diciembre de 2011. Publicado en La Jornada de Mxico, Pgina 12de Argentina y LeMonde Diplomatique de Bolivia, Chile y Espaa.

    LA REFUNDACIN DE UNA NACIN*

    JEAN CLAUDE BAJEUX

    Licenciado en Filosofa por la Universidad de Bordeaux, doctorado en Idiomas y Literatura por la Universidad de Princeton, profesorde literatura en la Universidad de Puerto Rico, ministro de Cultura de Hait (1994-1995). Fundador del Centro Ecumnico de

    Derechos Humanos (CEDH).

    UN HAITIANO UNIVERSAL. Con la publicacin de uno de sus ltimos trabajos, recordamos en Crticay Emancipacin a Jean Claude Bajeux quien falleci el pasado 5 de agosto en Peguiville, PuertoPrncipe. Nacido en 1932, Bajeux fue durante toda su vida consciente un incansable luchador contra lasdictaduras, un defensor incondicional de los Derechos Humanos.En 1964 fue forzado al exilio por la dictadura de Franois Duvalier siguiendo el derrotero de miles deactivistas contra el rgimen, que caus, entre otras cosas, un xodo masivo de la poblacin, el deteriorode la economa y la sociedad, aberrantes violaciones a los derechos humanos y el sistemtico saqueode las arcas pblicas. Su exilio dur 23 aos, la mayor parte de su familia asesinada por la dictadura.Bajeux fund en 1979 el Centro Ecumnico de Derechos Humanos (CEDH) que dirigi hasta sumuerte. Adems, fue miembro fundador de Caribbean Rights, organizacin regional con sede enBarbados que rene a siete organismos del Caribe. En Mxico haba trabajado junto a Ivn Illich yotros telogos de la liberacin en el Centro Intercultural de Documentacin (CIDCO) de Cuernava.

    En la Repblica Dominicana particip en la organizacin Amistad entre los Pueblos, que aglutinvoluntarias y voluntarios para apoyar las luchas de los braceros, trabajadoras y trabajadores haitianosde la caa de azcar en ese pas.Durante su exilio en Puerto Rico, donde ense literatura en la Universidad de Puerto Rico, inici en1980 una lucha legal por los derechos de las boteras y los boteros procedentes de Hait. Fund ydirigi el Inter-Regional Council on Haitian Refugees (CIRH).Al regresar a su pas natal, Bajeux breg por el Estado de Derecho, participando especialmente en lapromulgacin de la Constitucin de marzo de 1987 y junto a Vctor Benoit, en el nacimiento de lacoalicin Congreso Nacional de Movimientos Democrticos. Cuando la coalicin se convirti en partidopoltico, Jean Claude fue su secretario general durante una dcada y su representante ante laInternacional Socialista y la Coalicin de Partidos Polticos de Amrica Latina (Coppal). En 1987particip en el movimiento que paraliz el el pas en una huelga de seis das en protesta contra elgobierno provisional liderado por los militares y en 1991 public la primera edicin bilinge (francs ycreole) de la Constitucin.Tuvo que abandonar Hait una vez ms en 1993, cuando su casa fue atacada por una organizacinparamilitar y a su regreso en 1994, jurament - segn sus allegados - que nunca ms aceptara volvera irse de su pas.Jean Claude fue ministro de Cultura en el gobierno del primer ministro Smarck Michel entre 1994 y1995, renunciando junto a otras personalidades democrticas que se percataron de la traicin a lasexpectativas y necesidades del pueblo haitiano de la gestin de Jean-Bertrand Aristide.En el campo de la literatura, su mayor mrito fue el de escribir y publicar la nica antologa de toda laliteratura haitiana en creole hasta 1999, Anthologie de la Litterature Creole Haitienne, dos tomos que

    *El texto de este Cuaderno est publicado en el sexto nmero de la revista Crtica y Emancipacin. Buenos Aires,

    CLACSO, 2011. Tambin disponible enwww.biblioteca.clacso.edu.ar.

    http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/
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    son un aporte a las presentes y futuras generaciones sobre sus races, su identidad y su cultura.

    Hait: hay que tomar en serio el silencio que sigui a la enorme vibracin de un sismo sin igual que sacudi al pashasta la mdula e incluso todava ms. Se lo dice por todas partes. Ocurri antes del 12 de enero de 2010. Ocurrirdespus del 12. Y Laennec Hurbon no duda en titular la portada del peridico Le Monde: Hait, el ao cero.

    Hait, este pas que buscamos en vano por los montes y por los valles, o perdidos en el silencio de las bibliotecas y delos ecos de las salas de concierto; este pas que nunca quiso decir s y no de una manera clara fue siempre acosado yhabitado por los demonios del autocratismo. Una indecisin en el corazn de su alma profunda no le permiti tomar lasopciones fundamentales que distinguen a las naciones de avanzada, las que marcan el tono sobre las que marcan elpaso, las que no dejan de definir su identidad y de perfeccionar el contrato que las mantiene en armona, las que eligenel derecho, la libertad y el desarrollo

    Cuando se combate la esclavitud, en su negacin de la condicin humana y de la obsesin del beneficio sobre labase del trabajo gratuito, el movimiento histrico que deriva de ello y concluye en la independencia tendra que serinevitablemente una afirmacin de la libertad de los seres humanos, de su derecho a vivir en libertad e igualdad, en unacomunidad de derecho. Cmo es pues que esta visin que constituye una revolucin radical en un sistema feroz ybrutal se traduce a continuacin en una sociedad poscolonial que reproduce el mismo tipo de poder, mixtura decaracteres provenientes a la vez de tradiciones africanas y de cortes europeas?

    Era claro, al menos para nosotros que doscientos aos ms tarde vemos a ese Estado nacer y desarrollarse, quedesde los primeros minutos de la independencia haba que proclamar la nulidad de todos los discursos que admitieranuna desigualdad de grupos humanos, una desigualdad entre personas sobre bases raciales y contaminadas por el credode la esclavitud.

    Y eso era Hait. Un Estado que para nacer y funcionar tena que prohibir toda afirmacin de desigualdad deciudadanos que estuviera fundada en un racismo consciente o no. Una posicin radical que fue el motor de la guerra de

    la independencia y sin la cual este Estado no habra podido nacer. Esta exigencia atraviesa los cambiantes episodios dela guerra de independencia, y se impone a todo otro actor. Ella hace de cada haitiano, sea quien fuere, un soldado de lalibertad. Ella es el alma del juramento de los ancestros.

    Tal es el mensaje para presentar, defender y difundir en el mundo entero durante doscientos aos. Sobre todo nohaba que abandonarlo. No haba que dejarlo en el desvn. No haba que dejar desbordar en la calle y en la vidacorriente las futilidades de un racismo primario y de exclusiones recprocas de nios de una misma familia, sin lo cual nosencontraramos, y nos encontramos, en competiciones miserables y srdidas y, finalmente, en la locura asesina de unpoder sangriento y estril que dur 29 aos y agot al Estado.

    Ahora bien, en esta sociedad mestiza que, por definicin, no poda, sin negarse ella misma, ser acosada por elracismo, el veneno estaba bien all, activo y nocivo, segregando una biologa mstica y mtica. Aqu no hay excusas y nisiquiera se tolera la discusin. Y se espera, incluso despus de la independencia, la expresin de una poltica pblica delucha contra este veneno, una voluntad y una poltica pblicas para la erradicacin de esos prejuicios racistas; unapoltica que expresaron Antnor Firmin y Jean Price-Mars y que le habra permitido a todo ciudadano ser liberado delmenor sentimiento de indignidad.

    Es una prisin la raza? Ciertamente, no. Esas son creencias bastardas, difundidas por intereses poderosos queelaboran esa suerte de prisin. Las transmiten hasta el seno de familias supuestamente descolonizadas provocandoneurosis, obsesiones, complejos de inferioridad que funcionan como restricciones y pruritos que empujan a crmenes quepermanecern impunes. Hay que reconocer y admitir el lugar de este factor como una primera explicacin de nuestroretraso en la organizacin del pas. En un proceso de refundacin, habra que inventariar los perjuicios de semejantemetstasis e inventar una nueva base para un programa de vida comn librada de los efectos patgenos de laselucubraciones de Gobineau, frente a la rutilante diversidad de seres humanos.

    La segunda barrera, que ha impedido la constitucin de una nacin capaz de asegurar la felicidad de los ciudadanosy de asegurar para todo el mundo el acceso a las libertades democrticas, es el mutismo de la mayora de la poblacin

    en su no acceso a la escritura; la incapacidad, de hecho, de explicarse y de comunicarse; la incapacidad de confiar a la

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    escritura los archivos de la nacin y los tesoros del saber. Despus de doscientos aos, el mundo del saber tcnico, el

    universo de las tecnologas en sus lenguajes diversos, la amplificacin de la memoria unida a la escritura permanecencerrados a la mayora de nuestros nios.Esto no es solamente la negacin del progreso, es, de hecho, la destruccin de un tesoro. El juramento de los

    ancestros supona un deber de revolucin: la unin de todos y el saber para todos, sin demora y sin habladuras. Elacceso de todos los nios al mantenimiento de dos lenguas es a su vez la apertura al saber, es decir, el acceso a lalibertad. El hecho de que no exista todava la posibilidad de una educacin nacional abierta a todos los nios sinexcepcin, un mtodo pedaggico de acceso al manejo de dos lenguas, es literalmente increble. Lo mismo que laspromesas concernientes a las libertades democrticas hayan permanecido como letra muerta. Se poda dar el lujo defusilar a los que se levantaron para reclamar, como Flix Darfur el 2 de septiembre de 1822, o los tres hermanos Coicouel 15 de marzo de 1908, sin olvidar a Capois-la-Mort, fusilado en Terrier-Rouge en 1806, dos aos antes que Vertires.Recin en 1987 una Constitucin pudo finalmente reconocer los derechos de los ciudadanos y de las ciudadanas eimponer el respeto de sus libertades.

    Del mismo modo, la decisin del ministro Bernard concerniente al rol y al uso de dos lenguas en la enseanzarequiri el mismo espacio de tiempo para ser formulada. Al igual que en la vida pblica donde nosotros hemos impedido,de hecho, que las libertades democrticas sean la regla, hemos permanecido sordos al discurso democrtico, hemosfallado en el cumplimiento de la obligacin de escolarizar a todos nuestros nios, sin excepcin y a cualquier precio.

    Si Hait desea seguir existiendo, es a condicin de impedir y de combatir sin cesar la aparicin de categorasraciales, es decir, racistas, en la vida. Y, en segundo lugar, de movilizar todos los esfuerzos para que todos los niosvayan al colegio. Estas son las dos condiciones no negociables de cualquier tipo de refundacin de la nacin. Es undesafo que debe imponerse a la novena generacin posterior a la independencia. Y esto es porque no basta con hablarde reconstruccin, pues ello sera querer repetir los mismos errores, imponernos nuevamente las cadenas de ladesigualdad, las tonteras peligrosas del racismo y el mutismo de la ignorancia. Esto tiene que ser claro y esto tieneconsecuencias inmediatas en el sistema y en el contenido de la educacin, en la realidad de las relaciones entreciudadanos y en las leyes del Estado nuevo. Es un juramento que se impone ahora.