cuadernos de la mujer mww nº7 --- ana irusta
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de ARTÍCULO sobre la importancia del reparto de tareas desde la infancia Sigo escuchando que las mujeres somos menos ambiciosas, que la maternidad nos vuelve ñoñas y dejamos de estar dispuestas a desarrollarnos profesionalmente. Después de unos años en la gestión de la igualdad y la conciliación, he ido sacando algunas conclusiones que me gustaría compartir. WEEK - nº 7 WOMAN’S Ana Irusta Directora de Diversidad de Banesto y CoachTRANSCRIPT
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º 7
ARTÍCULO sobre la importancia del reparto de tareas desde la infancia
“Necesitamos educación en la
igualdad de reparto de tareas
desde la infancia”
Las medidas de conciliación son rentables y ayudan a retener a los profesionales. Pero el empresario español, muy masculinizado, aún no ve sus ventajas. Son las mujeres, sobre todo las directivas, quienes las evidencian. Este es el caso de Ana Irusta, quien posee una dilatada carrera en el ámbito de la igualdad y la conciliación en el mundo de la banca.
Sigo escuchando que las mujeres somos menos ambiciosas, que la maternidad nos
vuelve ñoñas y dejamos de estar dispuestas a desarrollarnos profesionalmente.
Después de unos años en la gestión de la igualdad y la conciliación, he ido sacando
algunas conclusiones que me gustaría compartir.
En primer lugar, es difícil ambicionar lo máximo profesionalmente cuando la
pareja no asume la misma parte en la responsabilidad familiar. Por lo que sea:
porque le educaron así, porque me educaron así, porque me cuesta delegar ciertas
cosas en él, porque gana más que yo, porque tiene peor horario, porque somos multi
tasking y ellos no, porque, porque… Los hijos son de dos, la decisión de tenerlos es
de dos, pero la realidad es que su atención recae mayoritariamente en las mujeres.
Ana Irusta
Directora de Diversidad de
Banesto y Coach
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Me apena que aún
existan ciertos
estereotipos
androcentristas
en quienes toman
las decisiones.
En segundo lugar, hay una corriente de vuelta a “lo tradicional” cada vez más
acusada y que dificulta la libertad de elección. Desde el momento del embarazo nos
vemos arrastradas a hacer cosas, o a sentirnos culpables por no hacerlas, que creo
que pueden suponer un retroceso para los avances conseguidos en el terreno de la
igualdad. Ahora no somos madres, somos mamás; no tenemos hijos, sino bebés; hay
que amamantar a demanda y el mayor tiempo posible, volver al trabajo
progresivamente y cuanto más tarde mejor, participar activamente en todo lo posible
en la guardería y el colegio, procurar evitar los traumas derivados de la compañía de
cuidadoras (si acaso, mejor los abuelos), dedicarles el fin de
semana en una “multiactividad” de parque, zoo, cine o lo que se
te ocurra que les entretenga…. En fin, sarcasmos aparte, es
como si la esfera maternal (y paternal) se comiera todo el
terreno. Además de madres, seguimos siendo parejas, hijas,
hermanas, amigas y profesionales, y es necesario dedicar
tiempo a todas esas relaciones para sentirnos plenas.
En tercer lugar, necesitamos que se tenga sensibilidad y
flexibilidad con determinadas situaciones, personales o familiares,
que pueden poner en peligro la sostenibilidad de las trayectorias profesionales por
dificultades de compatibilidad. La logística puede resultar un obstáculo insalvable
(sobre todo en el aspecto económico) y es necesario contar con medidas que
contribuyan a resolverla, desde lo público y desde lo privado. Pero no nos
engañemos, la “conciliación” también depende de cada uno, del compromiso y la
confianza depositados en la empresa que retorna en forma de flexibilidad y
autonomía. Respeto la opción de reducción del tiempo de trabajo para dedicarlo al
cuidado de dependientes; pero abogo por un modelo en el que la conciliación
signifique trabajar de distinta forma, no necesariamente menos horas, que permita
atender situaciones puntuales y organizar el tiempo de trabajo de forma flexible.
Y en cuarto lugar, me apena que aún existan ciertos estereotipos androcentristas
en quienes toman las decisiones. No siempre una mujer se ajusta al modelo de “jefe”
que se tiene previsto y siguen entrando en juego consideraciones que en el caso de
los hombres no entrarían, sobre todo, físicas.
Estos cuatro puntos son para mí la madre del cordero. Son aspectos que lastran,
culpabilizan y condicionan a la mujer a la hora de seguir trabajando cuando ha
tenido un hijo.
Necesitamos educación en la igualdad de reparto de tareas desde la infancia y
mucho ejemplo en casa. Necesitamos referentes de mujeres que son muchas cosas
además de madres; que se valore el resultado del trabajo y no las horas invertidas en
conseguirlo; compañeros y jefes que nos vean como colegas; tener el apoyo de todos
para poder elegir libremente y para ser “ambiciosas”. Y vamos a seguir necesitando
hacer grandes esfuerzos. Pero merece la pena, estoy convencida.