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Aproximación al Servicio Social como Complejo Ideológico
marxismo y trabajo social
Gilmaisa Macedo da Costa
mayo de 2013
Cátedra Libre: marxismo y trabajo social
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Macedo da Costa, Gilmaisa
Aproximación al servicio social como complejo ideológico. - 1a ed. - La Plata: Dynamis, 2013.
E-Book.
ISBN 978-987-29828-0-5
1. Trabajo Social. I. Título
CDD 361.3
Fecha de catalogación: 06/08/2013
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Aproximación al Servicio Social como complejo ideológico
Dra. Gilmaisa Macedo da Costa1
1. El Servicio Social en la nueva currícula
La creación de la nueva currícula para los cursos de Servicio Social en esta última
década se realiza acompañada por un amplio proceso de participación involucrando a
profesores, estudiantes y representantes de la categoría de los asistentes sociales, como
ejemplo de la postura democrática que ha caracterizado la actuación de la categoría
profesional a lo largo de su historia, como a la conducción del destino de la formación
profesional. Esa postura ciertamente está subsidiada por la comprensión de que una
transformación curricular, en especial esta que estamos vivenciando, entre otras cosas, no se
constituye en un simple procedimiento burocrático-pedagógico, sino que refleja
transformaciones en el campo de la enseñanza superior.
Tales transformaciones, a su vez, expresan el movimiento socio-histórico con todas las
exigencias en la captura de sus determinaciones esenciales, por lo tanto, de base científica en
la aprehensión de lo real, bien como los desafíos que se colocan para educadores y
profesionales de cara al conjunto de la realidad social en términos de mercado de trabajo,
demandas y respuestas profesionales. Los esfuerzos consumidos en la elaboración del nuevo
currículo colocaron en agenda un gran número de preocupaciones, que se despliegan a partir
de las transformaciones societarias mundiales en el campo del trabajo en la actualidad. El
tema del trabajo, presente en el interior del debate profesional en la década del noventa,
como ya es de conocimiento de todos se torna el eje central en el actual proyecto de
1 Doctora en Servicio Social. Profesora del programa de pos-graduación en Servicio Social de la Universidad Federal de Alagoas – UFAL. Traducción: Sergio Gianna; Revisión: Manuel W. Mallardi.
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formación de asistentes sociales en la propuesta que incluye las directrices para el nuevo
currículo2.
La introducción de esta temática en el universo teórico de los asistentes sociales, a
nuestro entendimiento, contiene más de una explicación. Una de ellas, de naturaleza externa a
la profesión, remite a aquellas profundas transformaciones por las que pasa el mundo
contemporáneo y a los problemas derivados del proceso frecuentemente denominado de
reestructuración productiva, en el cual el desarrollo intenso de las fuerza productivas son
acompañadas de crisis en los más diversos contextos económicos, alcanzando tanto a las
economías más industrializadas como a las más atrasadas con consecuencias para el
desempleo creciente, considerado por gran parte de los analistas económicos como
desempleo estructural.
El trabajo se torna objeto de teorizaciones por parte de importantes pensadores de
distintas áreas de las ciencias sociales, con destaque para el tema de la centralidad del trabajo
en el mundo de hoy3. Cuestión abordada a veces como centralidad política de los trabajadores
en el escenario mundial, otras veces como centralidad sociológica del trabajo, y aún como
centralidad del trabajo como categoría del ser social. En medio del conjunto muy diferenciado
de tentativas de captar la naturaleza de las transformaciones societarias contemporáneas,
sobresale la idea que la substitución de los hombres por máquinas destituye el proceso
productivo de la venta de la fuerza de trabajo en el sentido más tradicional, apuntando para el
inminente desaparecimiento de las clases sociales asociado a la emergencia de la sociedad
postindustrial. Algunos pensadores divisaron relaciones de empleo y de venta de la fuerza de
trabajo completamente diferentes de las que conocemos hasta hoy, marcada por la ausencia
de vínculos estables, anunciando el fin de la sociedad del trabajo en la forma como la
conocemos, en dirección a un soñado tiempo libre para los trabajadores.
2 ABESS/CEDEPSS – Diretrizes Generais para o Cuerso de Serviço Social (Com base no currículo mínimo aprovado en Assembléia Peral Extraordinária de 8. Nov. 1996). Cadernos Abess n. 7, Cortez, 1991, p. 58-64. 3 Gorz, A. Adiós al proletariado (Más allá del socialismo) (1989); Offe, C. “Trabalho: categoria sociológica central?” (1987). Habermas, J. Teoría de la Acción Comunicativa (1987); Lojkine, J. A revoluçao Informacional (1995); Antunes R. ¿Adiós al Trabajo? (2001) y Antunes R. Los Sentidos del Trabajo (2005); Lessa, S. Trabalho e Ser Social (1997), son ejemplos de distintas y, a veces, opuestos abordajes sobre el tema.
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Se encuentra también en la orden del día la tendencia a homogeneizar el trabajo y
toda actividad asalariada. Trabajo viró sinónimo de empleo, haciendo desaparecer, en el plano
de la inmediaticidad, la distinción fundamental entre la clase media y el proletariado, sobre la
denominación genérica e imprecisa de trabajadores. Una ambigüedad conceptual que, a
nuestro entendimiento, conduce a sutilezas, como aquellas usadas por las empresas, en las
cuales los empleados reciben el título de colaboradores o de asociados, en la perspectiva de
que todos están reunidos en torno de intereses comunes. Al diluir la posibilidad del
antagonismo de clase efectivamente existente en la realidad social, esas tendencias tienen
subyacente la idea del desaparecimiento de las clases sociales, como uno de los eslabones en
la aprensión de las transformaciones societarias en las últimas décadas.
El Servicio Social no pasó de largo en la reflexión sobre las transformaciones en el
trabajo, en parte por su aproximación con las ciencias sociales, en especial porque la
proximidad de esta profesión con lo usuarios de los servicios sociales la hace receptora de las
secuelas que las modificaciones en el campo de las relaciones de trabajo bien como el
desempleo, sea el de naturaleza estructural o no, ocasiona en la vida de los desempleados y
sus familias. Esto es válido también para los impactos que la reestructuración productiva
ejerce sobre los trabajadores, en su incursión por el campo de la reforma del Estado, en la
regulación de los derechos laborales y en las políticas de protección social. Por lo tanto,
temáticas referentes a la reestructuración productiva y sus repercusiones sobre el trabajo y
sobre los servicios pasan a ser parte del elenco de cuestiones tratadas por el Servicio Social4.
Otra explicación, esta de naturaleza interna a la historia de la profesión, dice respecto
al hecho que la institucionalización del Servicio Social, realizada efectivamente en el siglo XX,
procedió acompañada por, por lo menos, de dos ordenes de preocupaciones por parte de los
agentes profesionales: buscar definir el lugar ocupado por esta actividad profesional en el
interior de la sociedad, y aproximarse a las teorías científicas y filosóficas capaces de ofrecer
bases teórico-metodológicas para aprehender la realidad y consistencia a la efectivización de
una práctica profesional fundamentada.
4 La publicación A Nova Fábrica de Consensos –Ensaios sobre a reestructuraçao productiva, o trabalho e as demandas aos serviço social. Org. Mota, A. E. (1998), reúne varios artículos en el campo de la reestructuración productiva.
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Desde las producciones clásicas de los asistentes sociales, comenzando por la obra de
Mary Richmond, eje de la evolución de la producción teórica en el Servicio Social, hasta obras
recientes articuladas a movimientos de renovación teórico-prácticos en el interior de la
categoría profesional, es posible identificar la tentativa de entender que es el Servicio Social,
bien como la elaboración de repuestas, a través de concepciones de profesión, que revelan
distintos abordajes de este problema, con respaldo en grandes matrices de teorías sociales
producidas en los últimos dos siglos. Esas concepciones, o el debate en torno a ellas, se tornan
básicas en la formación profesional de los asistentes sociales, componiendo el conjunto de los
fundamentos de los cursos de Servicio Social y por extensión, de la práctica profesional.
Tal preocupación por parte del Servicio Social no solo ha propiciado una aproximación
de la categoría profesional a grandes matrices teóricas, en la tentativa de develar su ser en sí y
definir posibles procedimientos metodológicos en la acción profesional sino que,
principalmente, ha conducido a los profesionales a percibir la profesión como parte
indisociable de la totalidad de relaciones sociales, imposible de explicarse por sí misma. Con
esto se ha, de tal modo, aproximado la aprehensión del Servicio Social al contexto de la
historia humana y de los procesos sociales en curso, la investigación se desplaza del ámbito del
en si de la profesión para el en si de la sociabilidad, expresados en la teorización sobre objetos
de la práctica profesional. Investigar el Servicio Social es, hoy, investigar la propia sociedad
sobre sus más diversos ángulos y así temas diversos componen el debate en torno de la vida
social y de las acciones que el Servicio Social en ella realiza.
Asociado a eso y en íntima relación con determinaciones de su inserción en la vida
social se tiene que, aunque haya surgido como práctica social cuya finalidad no estaba
destinada a la producción de conocimientos típicamente formalizada como ciencia, la
evolución del Servicio Social constituye un proceso permeado por la producción de
conocimientos sobre objetos de la práctica profesional, con intensa aproximación a las teorías
sociales. En este recorrido se terminó por establecer como uno de los fenómenos referenciales
de la profesión el debate en torno de la crítica social y de las indicaciones generales en la
dirección de una sociedad más justa e igualitaria. Referencial que se constituye objeto de
consideraciones de varios órdenes, percibido de distintas formas por la totalidad de los
profesionales de esta categoría. Una sucesiva aproximación al campo teórico y crítico de la
vida social, sobre su gran influencia en su inserción en el campo de la posgraduación, ha
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posibilitado investigaciones y reflexiones inéditas que colocan al Servicio Social en el campo de
interlocución con las ciencias sociales.
Sin embargo, el desplazamiento del campo de interés teórico en el Servicio Social del
en si de la profesión para objetos referentes a la vida social no significó el desaparecimiento de
investigaciones sobre su lugar en la sociabilidad humana, puesto que históricamente la
concepción de la profesión es componente indisociable del proceso de formación, en
disciplinas que informan sobre los fundamentos de la práctica profesional. La nueva propuesta
curricular presenta una concepción del Servicio Social como proceso de trabajo, como base
para disciplinas que componen el núcleo de fundamentos del trabajo profesional. Esta
concepción, al tiempo en que se inspira en otra producida en la década del ochenta,
definiendo al Servicio Social como profesión originada en la división social y técnica del trabajo
en la sociedad capitalista5, sufre una inflexión para la concepción que entiende al propio
Servicio Social como trabajo6, delineando un nuevo campo de debates sobre la profesión
misma, que se viene desplegando en reflexiones de las más diversas7. Eso demuestra que el
tema del trabajo alcanza en el Servicio Social un espacio de reflexión, no solamente como
complejo de la vida social que pasa por profundas transformaciones, colocando nuevas
demandas a la profesión, sino hasta sirviendo de base para la aprehensión de su propio ser y
de su modo de operar en el medio social.
5 En la década del ochenta la categoría discutió en un encuentro latinoamericano los principales elementos de esta concepción que se encuentran en un texto elaborado por varios autores, sobre el título: Determinaçoes da prática profissional do assistente social.; in: Serviço Social Crítico. Problemas e perspectivas: um balaço latinoamericano (1984). 6 En esta concepción actual el Servicio Social aparece “como concretización de un proceso de trabajo que tiene como objeto las múltiples expresiones de la cuestión social. Tal perspectiva permite recolocar las dimensiones constitutivas del hacer profesional articuladas a los elementos fundamentales de todo y cualquier proceso de trabajo: el objeto o material prima sobre la cual incide la acción transformadora; los medios de trabajo –instrumentos, técnicas y recursos materiales e intelectuales que propician una potenciación de la acción humana sobre el objeto; y la actividad del sujeto direccionada por una finalidad, o sea, el propio trabajo”. Cf. “Núcleo de fundamentos do trabalho profissional” (1996). 7 Yolanda Guerra en un reciente artículo publicado en la revista Serviço Social e Sociedade n. 62, Instrumentalidade do processo de trabalho e Serviço Social, hace una aproximación entre Servicio Social y trabajo en un abordaje sobre cuestiones metodológicas referentes a la instrumetalidad en el Servicio Social. Sara Granemann se ocupa de la temática de la relación entre Servicio Social y trabajo en el texto Processos de Trabalho e Serviço Social publicado en el modulo dos del Programa de Capacitación Continua para Asistentes Sociales. CFESS-ABEPSS-CEAD-UnB.
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Como resultado del propio concepto de trabajo el hecho es que, la concepción del
Servicio Social como proceso de trabajo, traslada a la agenda del debate profesional un viejo
tema que parecía haber sido superado: el problema del objeto sobre el cual incide la acción,
los medios y el producto resultante de la práctica profesional. O sea, a pensar de la crítica que
se procesó en el trayecto de la producción profesional sobre la necesidad de trasladar la
preocupación con la profesión en sí para los objetos de la práctica social, la verdad es que
persiste un problema que no conviene esconder debajo del tapete: la categoría de los
asistentes sociales se resiente con la ausencia de definiciones más claras acerca de un
tratamiento particular por parte de la profesión sobre el objeto y procedimientos
metodológicos en la práctica profesional. En este sentido, la concepción del Servicio Social
como proceso de trabajo, tal como está puesta en términos de categorías internas como
objeto, medios y fines, puede tornarse un apoyo a los delineamientos generales en el modo de
operar de los asistentes sociales.
El concepto básico de trabajo, que se encuentra presente en las directrices generales
para el proyecto de formación profesional, aparece como categoría ontológica portadora del
acto conciente que define objeto, medios y fines en la creación de productos sociales. Ahí
reside uno de los problemas con los cuales nos enfrentamos, las categorías internas del trabajo
son trasferidas para el hacer profesional en la medida en que éste es concebido como proceso
de trabajo y como tal portador de una acción que incide sobre un objeto, que pone medios,
define finalidades, produce nuevos objetos. Sin embargo, si caracterizamos al Servicio Social
como proceso de trabajo no puede ser por causa de esta forma de operar, pues no es la forma
que define el trabajo como categoría del ser social. Con esto estaríamos corriendo el riesgo de,
en el plano abstracto, reducir todo acto humano al trabajo.
Un segundo problema resulta de la delimitación del objeto del hacer profesional como
“las múltiples expresiones de la cuestión social”, o sea, la concepción de la profesión presenta
como “materia prima” del Servicio Social un objeto cuya naturaleza es puramente social y
como tal no puede ser materia prima. Con un objeto de la naturaleza de la cuestión social la
acción profesional no puede ser dirigida a la objetividad material conforme el trabajo en el
sentido ontológico, mediante el cual el hombre interactúa con la naturaleza, realizando
objetivaciones en respuesta a sus necesidades materiales. Así, lo que parecía una definición
más clara sobre la profesión misma, acaba por presentar nuevos elementos para el debate,
desafiando una vez más la reflexión de los asistentes sociales sobre la praxis profesional.
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Queremos destacar que la introducción de una categoría teórica de la relevancia del
trabajo en el debate profesional deberá propiciar una gran contribución a la producción
científica y al proceso de formación de los asistentes sociales, especialmente porque su
importancia en el interior de la sociabilidad supera muchísimo las cuestiones internas a la
profesión. Además con el trabajo en sentido ontológico se pone en el centro del debate la
captura de la esencia de lo humano en estos tiempos marcados por metamorfosis en el campo
del trabajo. En lo que concierne al universo conceptual sobre la profesión consideramos
relevante el debate en torno del tema, en la perspectiva de que una mayor claridad sobre la
naturaleza esencial de la profesión significa aproximarse a la constitución del ser social. Es en
este sentido que conducimos nuestra aproximación a la relación entre Servicio Social y trabajo.
2. Sobre la concepción ontológica de trabajo
La perspectiva en la que aquí centramos toma por referencia al trabajo como categoría
ontológica (Work)8, lo que no constituye una elección accidental pues se asienta en reflexiones
pertinentes a la contemporaneidad reciente en el campo de las ciencias sociales. El rescate de
la dimensión ontológica en la aprehensión de la praxis humano-social, en este siglo marcado
por la dicotomía entre ontología y ciencia, constituye un significativo evento para la reflexión
sobre el hombre como creador de sí mismo y creador de su historia. Evento que se torna hoy
un campo de investigación en las ciencias sociales y en la filosofía, al cual Lukács da una
contribución importante al colocarse entre los investigadores más preocupados por los
fundamentos de la sociabilidad humana.
El Lukács de Para una Ontología del Ser Social9, analiza el mundo de los hombres
reconociendo al trabajo como su categoría central. El trabajo funda un complejo de otros
complejos y praxis sociales que, a través de muchas mediaciones, se despliegan a partir de él y
de nuevas necesidades y posibilidades que él genera. Esas nuevas posibilidades y necesidades
generadas por el trabajo, sólo pueden ser atendidas por complejos y praxis sociales que no
8 Estamos aquí considerando la nota de Engels: “La lengua inglesa tiene la ventaja de poseer dos palabras distintas para esos dos diferentes aspectos del trabajo. El trabajo que crea valor de uso y que está determinado cualitativamente se denomina work, por oposición a labour; el que crea valor, y al que sólo se mide cuantitativamente, es labour, en oposición a work” (Marx, 2002: 58). 9 Para una Ontología del Ser Social es la obra de madurez del pensador húngaro Georg Lukács, producida en la década del sesenta. La traducción italiana de Alberto Scarponi está intitulada Per Una Ontologia dell´Essere Sociale, Roma: Riuniti, 1976-1981.
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sean trabajo, de lo contrario se estaría afirmando que el trabajo se funda a si mismo. Así, el
carácter del trabajo como actividad fundante del ser social no significa la reducción de la praxis
humana al trabajo, sino que otras praxis igualmente importantes se despliegan a partir de él
en el interior de la malla de mediaciones que constituye el proceso de reproducción social.
A pesar de que el trabajo se constituye en la actividad fundante del ser social, existe
una clara distinción entre trabajo y totalidad social. Hasta en sociedades más simples el ser
social ya es un complejo de complejos donde, más allá del trabajo, se hacen presentes otros
complejos sociales como el habla, la cooperación, ciertas normas de comportamiento,
tentativas de explicación del mundo, etc. De modo que no es posible reducir la totalidad al ser
social en ningún momento de la historia, del mismo modo que no es posible derivar
directamente del trabajo otras formas más complejas de praxis social porque, tanto la forma
general como la esencia de las categorías sociales, están ligadas a los estadios de desarrollo de
cada sociedad en particular.
Como acto fundante el trabajo es el modelo de la praxis humana porque contiene la
esencia de lo nuevo en el ser social. Esto significa decir que por el trabajo lo ancestral biológico
del hombre da un salta ontológico para la condición de ser humano. De modo que cuando
hablamos de trabajo como categoría ontológica estamos hablando de la actividad central y
decisiva en la creación del ser social. Por el trabajo el hombre (sociedad) transforma la
naturaleza y la somete a sus necesidades de reproducción material. En este sentido original y
restricto el trabajo realiza el intercambio orgánico entre el hombre y la naturaleza, un proceso
de objetivación por el cual el hombre al dar origen a nuevos objetos materiales se produce a si
mismo como ente humano. Así, el trabajo no sólo funda la historia humana como incesante
creación de cosas nuevas, de nuevas realidades, en el plano del desarrollo social el producto
del trabajo al ser lanzado en el medio social, da origen a nuevas situaciones históricas. Lo que
Lukács comprende del trabajo como actividad ontológicamente fundante de la vida social
corresponde a esta afirmación de Marx:
Concebimos al trabajo bajo una forma en la cual pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que recuerda las del tejedor, y una abeja avergonzaría, por las construcción de las celdillas de su panal, a más de un maestro albañil. Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que el primero ha moldeado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera. Al consumarse el proceso de trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquél ya existía en la imaginación del obrero, o sea idealmente. El
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obrero no sólo efectúa un cambio de forma de lo natural; en lo natural, al mismo tiempo, efectiviza su propio objetivo, objetivo que él sabe que determina, como una ley, el modo y manera de su accionar y al que tiene que subordinar su voluntad.10
Lukács despliega una reflexión sobre las categorías internas del trabajo, revelando su
esencia como acto singular de objetivación, en la cual se articulan teleología y causalidad para
la creación de una nueva objetividad material. El carácter decisivo del nuevo objeto reside en
ser algo producido por el hombre, siendo así un objeto social imposible de brotar
espontáneamente de la naturaleza. En la posición teleológica se realiza la interacción
subjetividad y objetividad con el fin de realizar un objeto previamente definido por el sujeto
que trabaja, cuya dirección es transformar un objeto material en un nuevo objeto. Este acto
singular por el cual el hombre crea, transformando la materialidad en objetividades sociales es
exclusivo y esencialmente humano, y, por otra parte, como momento esencial y fundante de la
actividad humana, el trabajo es la protoforma, el modelo de toda praxis social.
Independiente de que sea la sociedad más simple o poco mediadas o en aquellas más
desarrolladas y complejas, por trabajo en sentido ontológico se comprende un proceso en el
cual se realiza el intercambio con la naturaleza. Aprehensión muy próxima de esta otra
afirmación de Marx en la cual
El proceso de trabajo, tal como lo hemos presentado en sus elementos simples y abstractos, es una actividad orientada a un fin, el de la producción de valores de uso, apropiación de lo natural para las necesidades humanas, condición general del metabolismo entre el hombre y la naturaleza, eterna condición natural de la vida humana y por tanto independiente de toda forma de esa vida, y común, por el contrario, a todas sus formas de sociedad.11
En este sentido el trabajo como intercambio orgánico con la naturaleza es una
condición esencial de la existencia humana. Más allá de eso, es inconcebible ignorar que las
actividades del trabajo existen siempre en íntima determinación reflexiva con otras
actividades distintas él. Incluso para que el trabajo pueda realizarse otros actos teleológicos
como el habla, los valores, el control de los afectos, la cooperación, normas de
comportamiento, operan como impulso decisivo del complejo social de la reproducción. En el
proceso de desarrollo social, actividades que se desarrollan concomitantes al trabajo
adquieren importancia cada vez mayor en la constitución de los individuos y de la sociedad.
10 Marx, K. El Capital. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, T. I, v. I, 2002, 216. 11 Marx, K. Ibidem, p. 223.
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Lukács dedica una particular atención a praxis sociales como las de la política, de la educación,
del derecho, del arte que, fundadas a partir de las posiciones de valor originarias del trabajo,
adquieren papel decisivo en el desarrollo social, constituyendo posiciones relativamente
autónomas frente al mismo. Lukács deja claro que esa autonomía relativa no significa de
modo alguno una escisión, o separación absoluta, entre el trabajo y las otras posiciones.
Para distinguir entre el trabajo y las posiciones teleológicas cualitativamente distintas
de él y por él fundadas, Lukács denomina al trabajo de posición teleológica primarias y las
otras de posiciones teleológicas secundarias. De este modo, para este autor, el ser social es un
complejo, compuesto por actos teleológicos de naturaleza primaria y secundaria que se
encuentran en íntima determinación reflexiva pero no se confunden. De acuerdo a Lukács:
El trabajo en este sentido originario y restringido, contiene un proceso entre la actividad humana y la naturaleza: sus actos están orientados a la transformación de objetos naturales en valores de uso. En las formas posteriores, más evolucionadas de la praxis social, aparece además, en primer plano, el efecto sobre otros hombres, cuyo objeto es en última instancia –por cierto que solo en última instancia- una mediación para la producción de valores de uso. El contenido esencial de la posición teleológica es, sin embargo, a partir de ahora –dicho en términos muy generales, muy abstractos- la tentativa para conseguir que un hombre (o un grupo de hombres) realice, por su parte, posiciones teleológicas concretas.12
Como se puede ver la posición teleológica primaria es el acto típico del trabajo, en el
preciso sentido del término. Para realizarlo el sujeto debe poner en movimiento fuerzas,
hombres reales, bien como los medios necesarios a la realización del trabajo cuya finalidad es
la producción de valores de uso. En el caso del hombre que trabaja toma decisiones en base al
conocimiento de los procesos naturales del objeto y de sus relaciones causales, y aunque ese
conocimiento encierre un coeficiente de incerteza, las elecciones por parte del sujeto que
actúa en el proceso de producción de lo nuevo, son orientadas por el carácter material del
objeto, asegurando cierto grado de seguridad en relación a un fin único y bien determinado
para la acción.
Como posición teleológica primaria, el trabajo contiene la posibilidad de encaminar un
proceso evolutivo en el ser social, por el cual la reproducción de los individuos, de la
sociabilidad y del habla tiende a tornarse cada vez más sociales. Esa dinámica sólo encuentra
12 Lukács, G. Ontología del Ser Social. El Trabajo. Buenos Aires: Herramienta Ediciones, 2004. p.103.
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frenos en la propia estructura creada por los hombres, que retroactúa sobre los individuos y
sobre la sociedad. El intercambio orgánico con la naturaleza da origen a nuevas posiciones
teleológicas, posibilitando la constitución de complejos sociales parciales, que tienden a
tornar la relación entre el hombre y la naturaleza cada vez más socialmente mediada.
Por eso, con el desarrollo social se crean ciertos complejos parciales, formados por
posiciones teleológicas secundarias, que solo muy mediadamente se destinan al intercambio
orgánico con la naturaleza. Su finalidad principal, en términos generales y abstractos, es
actuar sobre la conciencia de los hombres, conciencia entendida en sentido concreto, como
aquella que regula las acciones prácticas del individuo en la vida cotidiana.
Esas posiciones se dirigen a otros fines que no se conectan directamente a la
producción material. Sin embargo, cumplen un importante papel, tanto en la reproducción y
manutención de la esfera económica, como en la reproducción de la sociedad como un todo.
Son aquellas posiciones en la cual el sujeto actúa sobre la conciencia de los individuos
teniendo en vista procesos sociales referentes al hombre y sus relaciones. En esa especie de
actividad humana, se pone también en acción hombres, fuerzas reales y los medios necesarios
a la realización de los fines, sin embargo, el objeto de la acción es de una naturaleza
cualitativamente distinta del objeto material del trabajo.
Es un tipo de acción que opera en las relaciones sociales y humanas incidiendo sobre
los actos de conciencia de los individuos y grupos, movilizando fuerzas psíquicas en base a
valores, hábitos, actitudes, normas sociales, procesos educativos, políticos y otros más. Según
Lukács, en estas posiciones secundarias “El “material” de la posición del fin es el hombre, sus
relaciones, sus ideas, sus sentimientos, su voluntad, sus habilidades. Así, se trata de un campo
cualitativamente más oscilante, imprevisible que en el trabajo”13. Sobre este campo no es
posible tener un control directo y correctivo en los moldes del trabajo, puesto que se dirige a
un objeto cuya esencia es distinta de la objetividad material, considerando que “las posiciones
que están destinadas a guiar el comportamiento de los hombres, frecuentemente, tienen, a
priori, como fin todo un campo de reacciones deseadas (o no deseadas) en relación a los
hechos, situaciones, obligaciones, etc. sociales”14. Las posiciones teleológicas secundarias
13 Lukács, G. El problema de la Ideología. In Per Uma Ontología dell`Essere Sociale. P. L II. Para las citaciones del capítulo El Problema de la Ideología de esta obra de Lukács usaremos la numeración en dígitos romanos de la traducción en portugués. 14 Idem, ibídem, p. XXV.
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ponen en movimiento otras posiciones teleológicas, desencadenan nuevas acciones,
resultantes de posiciones teleológicas de otros sujetos envueltos en el proceso. Son, en fin,
acciones de los hombres sobre otros hombres.
En síntesis, toda posición teleológica, sea primaria o secundaria, es un acto de
conciencia del sujeto, viene precedida de un momento ideal que dirige la acción, interacciona
con un objeto, pone finalidades y define los medios más adecuados para realizarlas. Pero son
esencialmente distintas en relación a dos aspectos: como función que ejercen en el ámbito de
la totalidad social y especialmente en cuanto a la naturaleza del objeto sobre el cual incide la
acción transformadora. En las posiciones primarias no existe cualquier reacción de
convencimiento entre el sujeto y el objeto, en el acto de transformar barro en ladrillo no hay
cualquier posibilidades de que la relación entre el individuo que trabaja y el barro sea
mediada por el acto de convencer al barro a actuar para tornarse ladrillo; la relación es
establecida en términos de que el sujeto se apodere de las potencialidades naturales del
objeto, este, por su parte, permanece completamente indiferente a las intenciones del sujeto.
En las posiciones teleológicas secundarias las acciones entre los hombres es mediada, más o
menos intensamente y aunque en términos muy generales y abstractos, por actos de
convencimiento de individuos para que otros actúen conforme lo deseado. En este sentido las
posiciones de tipo secundaria son mucho más fuertemente determinadas por la ideología de
lo que el trabajo como acción sobre la objetividad material.
3. Posición teleológica secundaria e ideología
Como argumentamos anteriormente Lukács distingue entre el trabajo y las posiciones
teleológicas secundarias, estableciendo los nexos que articulan y que diferencian esos tipos de
acción humana. Las posiciones teleológicas secundarias son el suelo ontológico en el interior
del cual surge y se desarrolla el complejo ideológico en el contexto de la totalidad social. La
esencia de la ideología consiste en su función en los conflictos humano-sociales. Son
actividades importantes en el proceso de reproducción social, que se desarrolla concomitante
al trabajo, siendo igualmente decisivas en el desarrollo del ser social.
Los complejos ideológicos cumplen también la función de asegurar una cierta
integridad a la constitución de las individualidades y de garantizar cierta unidad del grupo
social, por la mediación de conflictos que pueden poner en riesgo la existencia de la formación
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social. Con el desarrollo del ser social esas actividades acaban por formar complejos sociales
que guardan cierta autonomía, aunque muy relativa, en relación al complejo económico. Una
autonomía asegurada por el hecho del desarrollo de su historia particular no coincide,
exactamente, con el desarrollo histórico de la totalidad social.
La ideología se puede caracterizar en un sentido amplio y en un sentido restricto. La
caracterización amplia consiste en que “toda ideología tiene su ser precisamente así social:
ella nace directa y necesariamente del hic et nunc social de los hombres que actúan
socialmente en la sociedad”15. El cotidiano más inmediato es el suelo en el cual la ideología se
torna un componente necesario a la vida en sociedad. Surge como consecuencia de la propia
actividad social de los hombres que median esta actividad con actos de conciencia. De este
modo,
El sentido concreto de la ideología es, por lo tanto, más amplio de lo que su concepto riguroso. Eso quiere decir simplemente –de un modo aparentemente tautológico- que en el ser social no se puede dar nada, cuyo nacimiento no sea determinado de manera decisiva también por el propio nacimiento.16
Esa determinación se refiere a toda especie de ser y a todo objeto que entra en la
esfera social. Determinaciones de este género nunca pueden desaparecer enteramente de la
naturaleza real de los objetos, en el curso de los acontecimientos ellas se tornan
crecientemente más sociales y así, “desde la nutrición y la sexualidad hasta la más abstracta
expresión del pensamiento, no hay cualquier componente del ser social cuyo concreto ser
precisamente así no sea determinado por las circunstancias sociales de su génesis”.17
Mediante esas consideraciones Lukács afirma que esto “y nada más dice la
caracterización más general de la ideología”. En esta determinación general del ser, “se
encuentra la máxima concretud posible para el hombre como ente social, esto es, la
sociabilidad universal del propio hombre y de todas sus expresiones vitales”18. La
determinación genética de la ideología la torna un componente vital de la cotidianeidad, pues
constantemente la cotidianeidad coloca conflictos a resolver, enfrentados mediante formas
ideológicas. En este sentido, las ideologías son “instrumentos por los cuales son
15 Idem, ibídem, p. II. 16 Idem, ibídem, p. VI. 17 Idem, ibídem, p. VI. 18 Idem, ibídem, p. VI.
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concientizados y enfrentados también los problemas que ocupan tal cotidianeidad”19. Las
necesidades socialmente puestas originan generalizaciones que sirven para la concientización
y la continuidad de la práctica humano-social. Esto hace que la ideología sea encima de todo
aquella forma de elaboración ideal de la realidad que sirve para tornar la práctica social de los
hombres conciente y operativa.
La determinación del cotidiano más inmediato del ser histórico-social sobre todas las
expresiones humanas trae “como consecuencia que toda reacción de los hombres a su
ambiente económico-social puede, en determinadas circunstancias tornarse ideología”20. De
este modo, cualquier respuesta que los hombres vengan a formular en relación a los
problemas derivados de su ambiente económico-social puede tornarse ideología al orientar la
práctica social, concientizarla y operacionalizarla. De hecho, la ideología, en sentido amplio, se
manifiesta permanentemente en la vida social, no es una expresión circunscripta a los
momentos de crisis, ni a los conflictos de intereses entre los hombres. Por lo tanto, la
ideología no es un atributo exclusivo de un determinado pensamiento, sino una posibilidad
puesta por las circunstancias históricas en una determinada sociedad. Una posibilidad
universal que asegura a las reacciones humanas marcas de su génesis en el contexto de la
sociedad. Si estas marcas son visibles o no depende de la función que desempeñan en este
mismo contexto.
Estas consideraciones de Lukács se revelan importantes para situar ontológicamente
el problema de la ideología, colocándola en términos bastante generales. La acepción más
restricta de ideología está ligada a su entendimiento como instrumento de la lucha social.
Luego que el conflicto social se presenta como problemática vital en la realidad de los
hombres, las sociedades producen concretamente instrumentos para su resolución en la
forma de ideología siendo también, “indisociablemente del primer aspecto, un instrumento
de la lucha social que caracteriza cualquier sociedad, por lo menos aquellas de la “pre-
historia” de la humanidad”21.
En momentos de crisis económico-sociales de determinadas formaciones sociales,
surgen formas ideológicas de pensamiento, o de prácticas sociales, como respuestas
19 Idem, ibídem, p. III. 20 Idem, ibídem, p. II. 21 Idem, ibídem, p. III.
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necesarias a la mediación de los conflictos de intereses entre los hombres, tomando
dimensión significativa como conflictos de clase. Con frecuencia los teóricos de la ideología,
sean sus críticos o defensores, acostumbran tratarla sólo sobre este aspecto de instrumentos
de la lucha social, “ya que consideran que es el único acto guiado por la ideología, de su
fundación teórica y de los complejos que aparecen en la lucha ideológica”22.
Lukács admite este aspecto de la ideología como su acepción restricta. En las
sociedades de clases los hombres combaten los conflictos sociales por medios ideológicos,
puesto que este es un medio a través del cual los hombres toman ciencia de estos y elaboran
los instrumentos más adecuados para solucionarlos. Para Lukács, en el carácter restricto de la
ideología residen los orígenes del sentido peyorativo que ésta adquirió en el curso de los
acontecimientos sociales.
La inconciliabilidad factual de las ideologías en el conflicto entre sí toma en el curso de la historia las formas más variadas; puede presentarse como interpretaciones de tradiciones, de convicciones religiosas, de teorías y métodos científicos, etc., pero se trata siempre, antes de todo, de instrumentos de lucha; la cuestión a decidir es siempre un ¿Qué hacer? social y su contraposición factual es determinada por el contenido social de este ¿Qué hacer?23
En síntesis, la acepción más restricta de ideología está ligada a su entendimiento como
instrumento de lucha social. Una vez que el conflicto social se presenta como problemática
vital en la realidad de los hombres, las sociedades producen concretamente instrumentos
para su resolución en la forma de ideología. Lukács dice: “Según Marx, como vimos, ésta
consiste en el hecho de que los hombres traen a la conciencia y combaten sus conflictos
sociales, cuya última base es preciso buscar en el desarrollo económico”24.
En este sentido, el surgimiento de la ideología lleva a suponer conflictos sociales a ser
resueltos en el ámbito primario de la economía. No obstante, toda sociedad produce formas
ideológicas específicas cuyo objetivo se dirige a mediar tales conflictos. Según el pensador
húngaro
22 Idem, ibídem, p. III. 23 Idem, ibídem, p. IV. 24 Idem, ibídem, p. IX.
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…los portadores ontológicos inmediatos de cualquier actividad social, y por eso también de los conflictos, son los hombres singulares. En la inmediaticidad, por lo tanto, todos los conflictos se presentan como contrastes de intereses entre individuos singulares, o entre individualidades y grupos, o aún entre dos grupos.25
Así son estas las condiciones que presentan “el modelo generalísimo de génesis de la
ideología”26. El conflicto básico al cual nos referimos se instituye porque se forman grupos de
individuos cuyos intereses vitales presentan convergencias o divergencias entre sí y entran en
conflictos con intereses de otros grupos. En última instancia tales divergencias tienen raíces
en las relaciones establecidas en el campo de la producción. Sin embargo,
Estos conflictos pueden ser dirimidos con eficacia en la sociedad sólo cuando los miembros de un grupo logran persuadir a sí mismos que en sus intereses vitales coinciden los intereses importantes de la sociedad entera, esto es, que todos aquellos que defienden estos intereses hacen al mismo tiempo algo útil para la sociedad entera.27
Conviene reafirmar que, para Lukács, los intereses que conducen a conflictos entre los
hombres son socialmente determinados. Al mismo tiempo “tales determinaciones se pueden
tornan el motor de la praxis solamente cuando los hombres singulares viven estos intereses
como sus propios intereses, y tienden a afirmarlos en el cuadro de las relaciones para ellos
vitales con los otros hombres”28. La cuestión central en el surgimiento del fenómeno
ideológico, en su acepción restricta, es que su génesis presupone la existencia de sociedades
donde grupos con intereses contrapuestos tienden a imponer sus intereses como
correspondiente a los intereses de toda la sociedad. La sociedad de clases constituye la base y
propicia los medios a través de los cuales la ideología se pone como importante instrumento
de combate a los conflictos de intereses entre los hombres. Por lo tanto, la base sobre la cual
se instituye la ideología en sentido restricto.
Para nuestro autor esas tres dimensiones –la ideología tiene sus determinaciones
concretas en el cotidiano más inmediato, sirve para tornar la práctica humana conciente y
operativa y se dirige a dominar conflictos- se articula a la noción ontológico-práctica de
ideología como función social. De modo que, para Lukács, la ideología no tiene aquella
25 Idem, ibídem, p. IX. 26 Idem, ibídem, p. IX. 27 Idem, ibídem, p. X. 28 Idem, ibídem, p. X.
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connotación de ilusión de los sentidos, que comúnmente sustentan algunas concepciones de
ideología. No es también el hecho de que un pensamiento sea falso o verdadero, cínico o
inmoral que lo caracteriza como ideología. No existe también una relación directa entre
ideología y ciencia o entre ideología y un pensamiento producido por un individuo que ganó
cierta notoriedad. Las ideologías pueden comportar uno o varios de esos aspectos, pero no
son ellos que hacen de un pensamiento o de una práctica social una ideología.
Lo decisivo es que los pensamientos “solamente después de haberse tornado vehículo
teórico o práctico para combatir conflictos sociales, cualquiera que sean estos, grandes o
pequeños, episódicos o decisivos, para el destino de la sociedad es que son ideología”29. Así, la
concepción de la ideología está íntimamente articulada a la función social que un
pensamiento ejerce en el ámbito de los conflictos sociales. La identificación de una actividad
humana como ideológica se apoya en el criterio ontológico-práctico, por el examen de la
función que un pensamiento, o práctica social, desempeña en la vida cotidiana efectiva. Su
carácter está vinculado al origen en el cotidiano más inmediato de la vida social y a la función
que ejerce junto a las reacciones humanas al ambiente económico-social.
En síntesis, solamente el hecho de ejercer una función en los conflictos humanos
caracteriza un pensamiento o una práctica social como ideología, nada más allá de eso. La
ideología no es una condición fija de cualquier acto particular, la historia coloca las
condiciones en que un acto puede tornarse ideología por ejercer una función en los conflictos
humano-sociales. La ideología en su sentido general sirve para tornar la práctica humana
conciente y operativa en la medida en que permite a los hombres tomar conciencia de los más
diferenciados conflictos humanos y crear los medios más adecuados para solucionarlos.
En la acepción restricta la ideología actúa en la dimensión de dirimir conflictos de
intereses entre los hombres, conflictos que solamente adquieren importancia significativa en
el plano social como conflictos de clase. Cuando una clase sobrepone sus intereses, con vistas
a que esos sean reconocidos como intereses de toda la sociedad, ciertas ideas o actividades
ejercen una función en el sentido de dirimir el conflicto que se establece de cara a esa
situación social. Se posiciona en la dirección de interferir en la reacción de los hombres debido
a los intereses contrapuestos. En el proceso histórico la ideología adquirió sentido negativo
por esa función en la lucha de clases. Pero, en líneas generales, es un complejo social que no
29 Idem, ibídem, p. V.
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tiene necesariamente sentido negativo pues es parte del proceso de constitución del género
humano. Puede contribuir tanto para conservar como para modificar lo real, puede
manifestarse de forma alienada como obstáculo al desarrollo humano o como contribución a
la dinámica de ese proceso.
4. Servicio Social como complejo ideológico
La línea de argumentación que adoptamos para una reflexión sobre el Servicio Social
como complejo de la sociabilidad humana, conforme ya hicimos referencia, se apoya en
categorías ontológicas del pensamiento de Lukács. La más fundamental consiste en la
imposibilidad del Servicio Social en constituirse en trabajo en cuanto actividad fundamental y
decisiva del ser social puesto que, en este preciso sentido ontológico, el trabajo comprende el
intercambio orgánico con la naturaleza que funda todas las determinaciones de la historia
humana. De este modo resta comprender el Servicio Social, así como otros actos humanos
distintos del trabajo, como posición teleológica secundaria.
Un aspecto a ser considerado resulta de que no existe problema entre tener origen en
la división del trabajo y ser una posición teleológica secundaria. En el proceso de desarrollo del
ser social van siendo generadas actividades, inicialmente trasmitidas de padres a hijos de
modo prácticamente espontáneo que, en la división entre ciudad y campo y entre trabajo
intelectual y manual se tornan profesiones para ciertos grupos de personas. Significa que toda
profesión tiene origen en la división del trabajo. Algunas de esas actividades no poseen como
finalidad la acción directa sobre la objetividad material en el sentido de producir bienes
materiales, sus funciones están dirigidas a aspectos de la vida en sociedad, a ser corregidos o
conservados, a tornarse medios de vida para algunos sólo cuando existe la posibilidad de que
miembros de la sociedad puedan vivir sin una participación directa en las actividades
específicamente económicas.
Si tomamos al Servicio Social como especialización del trabajo en el sentido de una
actividad que resulta de la división del trabajo como categoría del ser social, ciertamente
tenemos un punto conciente, dado que la división del trabajo es el hecho generador de las
profesiones. Con la reserva que por resultar de la división del trabajo no significa que una
profesión sea trabajo en aquel sentido preciso del término. Actividades profesionales con
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funciones distintas del trabajo se originan también de esa división, como es el caso, del
derecho, de actividades artísticas, de la educación entre otras.
Mediante la imposibilidad del Servicio Social en constituirse trabajo en los términos
aquí expuestos, entendemos que el suelo ontológico sobre el cual reposa la acción del Servicio
Social es la posición teleológica secundaria. No es por casualidad que la concepción del
Servicio Social propuesta en las directrices curriculares identifica como “objeto” del hacer
profesional las “múltiples expresiones de la cuestión social”. La historia de la profesión ha sido
fuertemente marcada por lidiar con las más distintas expresiones cotidianas de las
contradicciones generadas por las relaciones sociales capitalistas, materializados en problemas
sociales. Siendo así un campo de acción típico de las relaciones sociales y como tal de la
posición teleológica secundaria.
La relación entre los orígenes del Servicio Social y la cuestión social ya fue
ampliamente demostrada por varios autores como Marilda Iamamoto, José Paulo Netto,
Jeaninne Verdès-Leroux, María Lúcia Martinelli30, entre otros. Al investigar la génesis del
Servicio Social esos autores identifican el vínculo entre la historia de la profesión en sus
orígenes y la historia humana. Tal vínculo fue identificado en la acción que resulta de la
articulación entre Estado, Iglesia, vía sociedades de organización de la caridad, y
representantes de la élites, para el ejercicio de una función social junto a las clases
trabajadoras, de cara a los problemas resultantes del proceso de instauración del capitalismo
de los monopolios.
30 Martinelli, M. L. Servicio Social: Identidad y Alienación (1997) Cap. I 23-73. Iamamoto, M. El Servicio Social en la Contemporaneidad (2003), Netto J. P. Capitalismo Monopolista y Servicio Social (1997). Tratan de la relación entre Servicio Social y cuestión social. Iamamoto sobre el Servicio Social brasilero “Aspectos da História do Serviço Social no Brasil”. In Iamamoto e Carvalho Relaçoes Sociais e Serviço Social no Brasil (1986) y Jeannine Verdès-Leroux sobre el Servicio Social francés, en Trabalhador Social: práticas, hábitos, ethos e formas de interveçao (1986), haciendo una recuperación de las formas embrionarias del Servicio Social demostrando a través del análisis del vasto material empíricos, formas de actuación del Servicio Social junto a las clases trabajadoras. Resaltamos que la institucionalización del Servicio Social fue decisivamente propiciada por el Estado, en tanto su presencia en el campo fabril se efectivizó desde los primordios de la institucionalización, especialmente en San Pablo conforme indica la obra citada de Iamamoto y en Francia la obra de Verdès-Leroux la función ejercida es marcadamente ideológica en ambas realidades investigadas.
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En la raíz de esos problemas están los resultados de la industrialización como la
pauperización del proletariado europeo de mediados del siglo XIX31; la transformación de la
familia y el acentuado proceso de individuación, generando necesidades de creación de
servicio sociales en la realidad norteamericana de finales del siglo XIX32; el impulso a la
industrialización brasilera y manifestaciones de rebeldía del trabajo de cara a las condiciones
de vida, su lucha por derecho y servicio públicos33. En distintos momentos y lugares, son
indicios fuertes de que la reacción de las clases trabajadoras a lo dictámenes económicos
contribuyeron para la creación de intervenciones sociales por parte del Estado y de
organizaciones civiles, que pasan a componer el conjunto de la totalidad social, en la cual el
Servicio Social se inserta asumiendo una función en la reproducción social. Su presencia es
investida de la condición de actividad interventiva junto a individuos y grupos, sobre aspectos
socio-económicos, educativos, morales y relaciones de las clases pauperizadas.
Entre las formulaciones sobre la cuestión social otra no puede ser más expresiva para
cualificar la función profesional vinculada a los conflictos sociales cotidianos, que la elaborada
por Iamamoto:
Los asistentes sociales trabajan con la cuestión social en sus más variadas expresiones cotidianas, tal como son vividas por los individuos en el trabajo, en la familia, en el área de vivienda, en la salud, en la asistencia pública, etc. Cuestión social que, siendo desigualdad también es rebeldía, por involucrar sujetos que viven las desigualdades, que las resisten y a ellas se oponen. Es en esta tensión entre producción de la desigualdad y producción de la rebeldía y de la resistencia, trabajan los asistentes sociales situados en ese terreno movidos por intereses sociales distintos, de los cuales no es posible abstraerse ni huir, porque constituyen la vida en sociedad.34
Entendemos que las actividades profesionales, independiente de que los profesionales
lo perciban, tienen por fin último el hombre y sus relaciones reales y como tal operan como
praxis social que tiene por objetivo alcanzar la conciencia de individuos y grupos sociales con
mira a la continuación de la vida en sociedad. Así, en la inmediatez de la vida profesional, las
31 Marx, K. Glosas Marginales al artículo “El rey de Prusia y la reforma social. Por un prusiano” (2008). 32 Braverman, H. O mercado universal. In. Trabalho y capital monopolista: a degradaçao do trabalho no seculo XX (1987). 33 Iamamoto, M. op. cit. En esta obra también se encuentra un análisis de las luchas de los trabajadores brasileros por mejores condiciones de vida en los primordios de la institucionalización del Servicio Social. 34 Iamamoto, M. op. cit. P. 41-42.
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acciones del Servicio Social deben poner en movimiento otras acciones que resultan de
decisiones de los individuos envueltos en los procesos que pueden estar sobre su coordinación
donde, la posición que originó el proceso no es puesta por el profesional, sino por la
institución, empresa o agencia empleadora.
De modo que los espacios de libertad para los profesionales tienen límites precisos,
cuando se trata de operacionalizar acciones previamente puestas por otras instancias
independientes del Servicio Social, visto que muchas veces la propuesta a ser operacionalizada
no coincide con aquello que el profesional piensa sobre la objetividad social y las necesidades
de lo usuarios de los servicios prestados. Por otro lado, toda acción dirigida a modificar o
conservar la realidad social, o parte de ella, mediada por los actos de conciencia de los
individuos, depara con reacciones diversas que dificultan las posibilidades de alcance de la
finalidad deseada, considerando que el campo de acción es intensamente permeado por las
elecciones de los individuos en torno a sus valores, costumbres, deseos y necesidades.
Por el hecho de constituirse en una posición teleológica secundaria el Servicio Social
puede ejercer una función distinta del propio trabajo. Es de este modo que se puede
aprehender la base de su fundación y como objeto de su actuación las múltiples expresiones
de la cuestión social, resultantes de la apropiación privada por el capital del producto del
trabajo social. Apropiación que se manifiesta en múltiples dimensiones de la vida social y en la
individualidad del trabajador y su familia, destituyéndolos de la riqueza producida por el
hombre en el sentido más amplio del término. Los problemas de pobreza, de desigualdad
social y sus distintas expresiones son determinados por la prioridad a la reproducción del
capital como relación social y no al crecimiento humano. Las condiciones de ahí resultantes
sólo pueden ser generadoras de conflictos, pues el hombre reacciona a la miseria que los aísla
de la vida humana. De acuerdo con Marx, con la dirección del capital sobre el trabajador y su
trabajo lo separa de la propia vida “la vida física y espiritual, la moralidad humana, la actividad
humana, el humano placer, la esencia humana”35.
Por las características arriba delimitadas entendemos que el Servicio Social constituye
un complejo ideológico porque se caracteriza como posición teleológica secundaria y porque
ejerce una función en los conflictos humano-sociales. Originándose del cotidiano de la vida
35 Marx, K. Glosas Marginales al artículo “El rey de Prusia y la reforma social. Por un prusiano” (2008). P. 89.
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social de cara a la emergencia de conflictos, manifiestos en lo inmediato sobre la forma de
carencias sociales o de actos de rebeldía, teniendo su base de formación en organizaciones
sociales que buscaban actuar junto a individuos y grupos, con soporte en valores sociales
refrendados sobre distintos abordajes a lo largo de su historia. Independiente del espacio
socio-ocupacional en que se encuentra, la función social que el Servicio Social ejerce está
investida de la acción sobre aspectos conflictos de la vida social36.
Los complejos ideológicos pueden presentarse en la forma de actividades
profesionales, de servicios, de ideas, de teorías sociales, de prácticas políticas, de valores pues,
como ya vimos, lo que caracteriza la ideología es el ejercicio de una función en los conflictos
humano-sociales. Es en este sentido que comprendemos al Servicio Social como complejo
ideológico. Sin embargo, delimitar el lugar ontológico del Servicio Social en la sociabilidad es
insuficiente sin buscar, aunque embrionariamente, aspectos de su particularidad como
complejo social.
Ciertamente el carácter particular del Servicio Social como ideología en el interior del
complejo ideológico general lo sitúa en el ámbito de los conflictos cotidianos más inmediatos.
Consideramos verdadero que las acciones profesionales incluyen actos teleológicos centrados
en el cotidiano para la resolución de conflictos derivados de la desigualdad económica. Las
atribuciones del Servicio Social junto a las políticas sociales lo sitúan en la frontera de la
relación conflictiva entre las acciones del Estado y los usuarios de los servicios. El cotidiano de
36 Muy significativa en este sentido es la investigación realizada por Mônica de Jesus Cesar de la actuación del Servicio Social en empresas privadas de gran porte donde, en su interesante reflexión, ella afirma: “Al analizar el discurso gerencial, en las dos empresas investigadas, identificamos que la función del Servicio Social continúa vinculada a las relaciones de trabajo, siendo llamado para intervenir en los problemas que interfieren en la productividad. Esta función del Servicio Social permanece asociada al tratamiento de cuestiones de naturaleza psico-social, que no se relacionan directamente con el proceso de trabajo, reiterando la representación histórica del carácter humanitario de la profesión…Su papel es concebido como interlocutor de la acción social de la empresa o del discurso gerencial, atenuando fuentes de conflictos/tensiones y sus atribuciones son frecuentemente asociadas al clima organizacional y a la trasmisión de información para la gerencia, colocando a disposición informaciones que responden a los nuevos parámetros de administración, adoptados por la empresa” A Nova Fábrica de Consensos –Ensaios sobre a reestructuraçao productiva, o trabalho e as demandas aos serviço social. Org. Mota, A. E. (1998: 126-127). Se percibe que la función del Servicio Social está mucho más próxima de aquella vinculada a la función del capitalista como condición de producción transferida a un “tipo especial de asalariados” (2003: 403), distinta de las funciones de los operarios. Marx plantea que: la “Esta función directiva, vigilante y mediadora se convierte en función del capital no bien el trabajo que le está sometido se vuelve cooperativo (2003: 402).
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la gran mayoría de las prácticas institucionales es compuesto de acciones de esa naturaleza.
Sin embargo las respuestas elaboradas por el Servicio Social son subsidiadas por pensamientos
muy diversos y muchas posiciones divergen de ciertos objetivos institucionales, tornándose, a
veces, instrumentos de crítica a las finalidades previamente definidas.
La actuación del Servicio Social en el ámbito de la iniciativa privada lo aproxima aún
más a la base económica de la sociedad, por lo tanto de los conflictos que expresan la
contradicción capital y trabajo. En este caso la relación entre Servicio Social y conflictos de
clases es más íntima y problemática, considerando que el Servicio Social es demandado
directamente por el capital. Esto dice respecto a la interpenetración de los complejos
ideológicos y la reacción de los hombres en la esfera de la actividad económica propiamente
dicha.
Estos tipos de actuación no son los únicos existentes en el Servicio Social. Él también
actúa junto a movimientos sociales, caracterizando actos teleológicos más próximos de la
política, en tanto posición centrada en el campo de intereses que afectan la sociedad entera.
En la década del ochenta las posiciones que defendían la actuación del Servicio Social junto a
movimientos sociales a favor de las clases subalternas constituían formas de actuación con
gran influencia en el interior del Servicio Social. Los actos centrados en los movimientos
sociales tuvieron desdoblamientos para cuestiones como conflictos de genero, como relación
hombre y mujer y de raza, ampliando el universo de temas en el interior del Servicio Social y la
diversidad de propuestas en su actuación.
Hasta ahora esas colocaciones sólo reiteran la aproximación del Servicio Social a la
ideología en sentido restricto, o sea, el Servicio Social como complejo parcial de la sociedad
constituido en medio para la resolución de conflictos cotidianos inmediatos, derivados del
contexto productivo. También en una forma de actividad política, aunque en sentido restricto,
como actividad que se vuelve a cuestiones conflictivas que envuelven la globalidad de la
formación social.
Por otro lado, el Servicio Social no se constituye, en el interior de la sociedad, en un
complejo autónomo, aunque en términos de aquella autonomía relativa a la cual ya nos
referimos, con estructura propia y particular que caracterizan al derecho o la política, a partir
de la cual puede operar de forma práctica sus generalizaciones en base a instrumentos
exclusivos. Característica propia de la ideología restricta, que permite a los tipos de complejos
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ideológicos de esta naturaleza actuar de modo mucho más decisivo en los conflictos sociales,
tornándose imprescindibles a la reproducción de la sociedad.
Entendemos que el Servicio Social también produce generalizaciones que no se sitúan
en el ámbito de los conflictos cotidianos más inmediatos. Son pensamientos que dicen
respecto a la producción y reproducción del género humano. Esa perspectiva se preocupa con
las grandes interrogaciones en el campo de la ética: la relación entre sociabilidad e
individuación; la producción y reproducción de los individuos auténticamente genéricos; el
problema de la libertad y de otros valores humanos; los impedimentos en la construcción de
una sociedad humana y solidaria, entre otros. Problemáticas que van mucho más allá de los
conflictos de intereses o de la simple reproducción material de los hombres en sus expresiones
cotidianas. Denotan preocupación con los orígenes y destino de la generalidad humana37.
Siendo así, por el conjunto de caracteres específicos presentados por la profesión, capaces de
distinguirlas de otras, entendemos al Servicio Social como un complejo que se mueve en la
frontera entre la ideología restricta y la ideología pura.
Esa forma ideológica, sin dejar de poseer una legalidad interna dada por el desarrollo
de su historia, no adquiere una estructura autónoma a punto de caracterizarla como complejo
ideológico en el sentido restricto del término. Por otro lado, produce momentos ideales, que
se centran en los conflictos del hombre como generalidad humana en el mundo. En el interior
del Servicio Social se desarrollan pensamientos centrados en la resolución de problemas más
inmediatos hasta aquellos más genéricos, que se tornan interrogantes para la humanidad
sobre los destinos de la sociedad. Suponemos que esos pensamientos influencian la práctica
de los asistentes sociales, expresándose cotidianamente en el trato con las personas. Si el
contenido en ellos contribuye efectivamente con el impulso al desarrollo de la auténtica
generalidad humana o como obstáculo a esto, es algo que supera nuestro análisis en este
momento.
A nuestro ver la dinámica propuesta en el proyecto de formación profesional tiende a
aproximarse a los fundamentos de la sociabilidad humana a través de la concepción de trabajo
en el sentido ontológico. En esa perspectiva es imposible ignorar que la totalidad no se reduce
al trabajo. Por los delineamientos encontrados en el pensamiento de Lukács, el trabajo, al
37 La tesis de doctorado Ontología Social y Reflexao Ética de María Lucia S. Barroco expresa bien nuestras colocaciones al abordar la problemática del ethos profesional del Servicio Social (1996).
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tiempo en que se constituye actividad fundante en el mundo de los hombres, provoca
necesariamente en estos el desarrollo de nuevas capacidad y de nuevas habilidades que
impulsan para la constitución de un género humano crecientemente más complejo en
términos de los individuos y de la sociabilidad. Este proceso no puede ser el resultado de un
único tipo de posición teleológica, sino de un proceso de reproducción social en el cual se
hacen presente numerosos complejos decisivos que los integran en íntima determinación
reflexiva.
Las indicaciones teóricas encontradas en Lukács revelan no haber, en el plano de la
esencia del ser, cualquier posibilidad de homogeneización entre el trabajo y otras praxis
humanas cuya base ontológica sea una posición teleológica secundaria. Lo que rechaza la
sustentación del Servicio Social como proceso de trabajo en sentido ontológico. En esta
perspectiva el análisis sobre la función ejercida por la profesión en la sociedad la torna mucho
más próxima de los complejos ideológicos. Entendemos que esto no compromete en nada la
constatación que el asistente social se inserta en cualquier espacio socio-ocupacional como
trabajador asalariado, pero delimita que la naturaleza de la función que ejerce se constituye
distinta, por ejemplo, de la función del obrero. Este es un punto esencial en que la Ontología
de Lukács permite establecer la diferencia entre trabajo y posiciones teleológicas secundarias,
superando teorías que tratan de forma homogénea al trabajo y toda actividad asalariada,
haciendo desaparecer diferencias de clase. Temática que, conforme señalizado en el inicio de
nuestras reflexiones, se encuentra presente en el debate sobre el trabajo en la
contemporaneidad.
Nuestra expectativa es que en la nueva currícula la reflexión acerca del trabajo
contribuya efectivamente para la calidad de la formación profesional. Y en torno de esto, que
la producción en el campo del Servicio Social avance hacia niveles siempre superiores,
tornando cada vez más clara las proposiciones en torno de la aprehensión de los fundamentos
de la praxis humana.
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Bibliografía
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