crow. historiografía de la literatura iberoamericana

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Revista Iberoamericana, Vol. LXVIII, Núms. 200-201, Julio-Diciembre 2002, 549-556 HISTORIOGRAFÍA DE LA LITERATURA IBEROAMERICANA POR JOHN A. CROW Universidad de California, Los Ángeles A dos famosos críticos españoles, don Juan Valera y don Marcelino Menéndez y Pelayo, les corresponde la gloria de haber llamado primero la atención a la existencia de una literatura iberoamericana. Antes de las Cartas americanas de Valera, publicadas en “Los Lunes” de El Imparcial (1888-1897) sobre varios poetas y prosistas de Iberoamérica en aquella época, y la monumental Antología de poetas hispanoamericanos, publicada por Menéndez y Pelayo en 1893, la literatura de los distintos países de Iberoamérica rara vez pasaba las fronteras nacionales. La literatura argentina se conocía en la Argentina, pero no en el Perú ni en México; y la literatura mexicana o peruana no se conocían en la Argentina. Esto a pesar del común fondo colonial que tuvieron esos países durante trescientos años, y del común ideal revolucionario inspirado por la independencia de los Estados Unidos y la Revolución francesa. Puede parecer una paradoja, pero la unidad espiritual de Iberoamérica se deshizo durante las guerras de la Independencia, y no pudo resucitarse hasta que la Madre Patria volvió a señalar el camino en las dos obras arriba mencionadas. La Antología de Menéndez y Pelayo, 1 a despecho de sus muchos errores, su punto de vista muy español y académico, su omisión de todos los poetas no muertos antes de 1892, su exclusión de la prosa, sigue siendo, en el terreno que cubre, la mejor, la más completa, la más interesante presentación de la literatura de Iberoamérica. Ciertos capítulos de esta Antología, como por ejemplo, los ensayos sobre Bello, Sor Juana, Olmedo y Heredia, difícilmente pueden superarse. Hasta los párrafos incidentales acerca de Sarmiento y de José Hernández (más bien acerca del Martín Fierro) son fundamentales. En una palabra, la gran obra de don Marcelino es una verdadera mina de datos históricos y de ingeniosa crítica literaria. Las Cartas americanas de Juan Valera, en cambio, tuvieron un gran valor temporal, pero, en el transcurso de los años, han perdido mucho de su significación. En primer lugar, Valera escribió acerca de un número restringido de escritores vivos, contemporáneos suyos, y en segundo lugar, a él le gustaban demasiado el estilo cincelado y los personajes románticos rezagados que él mismo presentaba en sus novelas. Por consiguiente, sus alabanzas de esas mismas características en los autores iberoamericanos son algo alejadas y exageradas. Por ejemplo, alaba sobremanera la novela Cumandá, diciendo del autor que 1 En 1913 don Marcelino publicó su Historia de la poesía hispano-americana, revisión de sus introducciones a los cuatro tomos de la Antología.

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  • Revista Iberoamericana, Vol. LXVIII, Nms. 200-201, Julio-Diciembre 2002, 549-556

    HISTORIOGRAFA DE LA LITERATURA IBEROAMERICANA

    POR

    JOHN A. CROWUniversidad de California, Los ngeles

    A dos famosos crticos espaoles, don Juan Valera y don Marcelino Menndez yPelayo, les corresponde la gloria de haber llamado primero la atencin a la existencia deuna literatura iberoamericana. Antes de las Cartas americanas de Valera, publicadas enLos Lunes de El Imparcial (1888-1897) sobre varios poetas y prosistas de Iberoamricaen aquella poca, y la monumental Antologa de poetas hispanoamericanos, publicada porMenndez y Pelayo en 1893, la literatura de los distintos pases de Iberoamrica rara vezpasaba las fronteras nacionales. La literatura argentina se conoca en la Argentina, pero noen el Per ni en Mxico; y la literatura mexicana o peruana no se conocan en la Argentina.Esto a pesar del comn fondo colonial que tuvieron esos pases durante trescientos aos,y del comn ideal revolucionario inspirado por la independencia de los Estados Unidosy la Revolucin francesa. Puede parecer una paradoja, pero la unidad espiritual deIberoamrica se deshizo durante las guerras de la Independencia, y no pudo resucitarsehasta que la Madre Patria volvi a sealar el camino en las dos obras arriba mencionadas.

    La Antologa de Menndez y Pelayo,1 a despecho de sus muchos errores, su punto devista muy espaol y acadmico, su omisin de todos los poetas no muertos antes de 1892,su exclusin de la prosa, sigue siendo, en el terreno que cubre, la mejor, la ms completa,la ms interesante presentacin de la literatura de Iberoamrica. Ciertos captulos de estaAntologa, como por ejemplo, los ensayos sobre Bello, Sor Juana, Olmedo y Heredia,difcilmente pueden superarse. Hasta los prrafos incidentales acerca de Sarmiento y deJos Hernndez (ms bien acerca del Martn Fierro) son fundamentales. En una palabra,la gran obra de don Marcelino es una verdadera mina de datos histricos y de ingeniosacrtica literaria.

    Las Cartas americanas de Juan Valera, en cambio, tuvieron un gran valor temporal,pero, en el transcurso de los aos, han perdido mucho de su significacin. En primer lugar,Valera escribi acerca de un nmero restringido de escritores vivos, contemporneossuyos, y en segundo lugar, a l le gustaban demasiado el estilo cincelado y los personajesromnticos rezagados que l mismo presentaba en sus novelas. Por consiguiente, susalabanzas de esas mismas caractersticas en los autores iberoamericanos son algo alejadasy exageradas. Por ejemplo, alaba sobremanera la novela Cumand, diciendo del autor que

    1 En 1913 don Marcelino public su Historia de la poesa hispano-americana, revisin de susintroducciones a los cuatro tomos de la Antologa.

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    ni Cooper ni Chateaubriand han pintado mejor la vida de las selvas. Arturo Torres-Rioseco, que, en La novela en la Amrica Hispana, 1939, desinfla varios encomiosconsagrados, con razn dice, por ejemplo: Mera nos presenta unos salvajes de zarzuela,que hablan un idioma pulcro y atildado, como hacen algunos miembros de la Academia.

    Al contrario, el ensayo de Valera sobre el Azul de Daro fu un buen anlisis de laprimera poca de la vida del gran poeta, y segn entendemos, el primero en el cual unfamoso crtico internacional seal a un escritor hispanoamericano como un valor en laliteratura universal.2

    El prximo esfuerzo en la historiografa de la literatura de Iberoamrica es la LiteraryHistory of Spanish America, 1916, por el profesor Alfred Coester. Este libro fue la primerahistoria de toda la literatura hispanoamericana, poesa y prosa. Coester omite a variosescritores del siglo XX, comete muchos errores innecesarios al discutir obras que alparecer no ha ledo, y no tiene el sentido de crtica que requiere un estudio de este gnero,pero aun as su historia, como obra de pioneer, es digna de nuestra admiracin. Valorduradero, tendr muy poco. Es ms bien una repeticin de segunda o tercera mano decrtica y datos ya publicados que un trabajo original. Para ser justos debiramos aadir queel propsito del doctor Coester fue principalmente el de agrupar, en justa perspectivahistrica y literaria, a los autores ms sobresalientes de Iberoamrica. No tuvo la intencinde procurar escribir una obra maestra de crtica literaria. En este propsito ha tenidoindudable xito. En la segunda edicin del libro, 1928, en cambio, Coester ha debidorectificar los errores de la anterior,3 y en los dos nuevos captulos que agreg sobre autorescontemporneos, no se le puede perdonar la omisin de escritores tan eminentementefamosos como Mariano Azuela, Jos Eustasio Rivera, Rmulo Gallegos, Jos Ingenieros,Gonzlez Prada, J. C. Maritegui, etctera, etctera, autores todos ellos de obras maestraspublicadas antes del ao 1928.

    En 1919 un poeta y crtico argentino, Calixto Oyuela, dio a la luz su Antologa poticahispanoamericana, 5 tomos, con extensas notas. Oyuela incluye los grandes poetasmodernos omitidos por Menndez y Pelayo, y divide su Antologa en perodos histricosen lugar de las secciones nacionales que emple don Marcelino. Por consiguiente, su obraes ms manejable que la de su precursor. Las notas son excelentes, pero no llegan a laextensin de los magistrales ensayos del gran crtico espaol. Oyuela ha escogido susselecciones con buen gusto, pero la desproporcin del espacio dedicado a ciertos poetassalta a la vista. Cita slo tres poesas de Jos Asuncin Silva, catorce de Rubn Daro, yveinticinco de Calixto Oyuela.

    Entre 1915 y 1922 aparecieron los catorce tomos de la formidable Historia de lalengua y literatura castellana (comprendidos los autores iberoamericanos), de Cejador y

    2 En 1888 Valera alaba el espritu cosmopolita de Daro, pero en una de las ltimas Cartas, 1896,al criticar Los raros, dice: . ..tengo que creer y que decir que hay algo de manitico, o al menos deextraviada en poner por las nubes a personajes tan extravagantes como Juan Moreas, Pablo Verlaine,Eduardo Dubus y otros a quienes nadie o casi nadie conoce ni tiene ganas de conocer por esta tierra.3 Tpico de estos errores es el que se encuentra en la pgina 168; dice Coester: Las ltimas novelasdignas de alabanza son La gloria de don Ramrez, 1911, por Enrique Rodrguez Larreta. Esta novela... reconstruye una poca histrica de la Edad Media... Coester aqu cita mal ttulo, fecha y asunto!La gloria de don Ramiro apareci en 1908, y reconstituye la poca de Felipe segundo.

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    Frauca. El nico valor de esta extenssima obra es la cita que el autor hace de casi todoslos crticos bien conocidos, dndonos as un compendio valioso, aunque de segunda mano.Cejador como crtico vale poco, y su obra es casi imposible de manejar debido al necioarreglo de la materia. Los autores aparecen en el ndice, y en el libro, bajo cierto ao quesegn Cejador es el ms importante en su vida literaria. No sabiendo ese ao, el lector tieneque mesarse y aun arrancarse los cabellos y repasar hojas y hojas hasta encontrar el escritorque busca.

    Como muestra de la penetracin crtica de Cejador y Frauca citamos un breve prrafosobre Rubn Daro: ... siempre quedar Rubn como el adalid de una escuela lricadecadente, en que la palabra y, en general, la forma se sobrepone al fondo potico, comoen el gongorismo y en todas las pocas decadentes y preciosistas. El prurito de la novedady de hacer efecto en todas ellas, y ms en la modernista, seorea al puro y limpio arte lricode derramar afuera el alma y su sentir desinteresado.

    En 1930 un crtico francs, Max Daireaux, sac a la luz en Pars su Panorama de lalittrature hispano-amricaine. Daireaux omite toda consideracin de la literatura colonial,y en las trescientas pginas que emplea para discutir las pocas revolucionaria eindependiente, slo logra darnos un catlogo de nombres y fichas (errneas, muchas de lasltimas)4 con alguno que otro esparcido prrafo de crtica basada en gran parte en las obrasde Ventura Garca Caldern. Daireaux dedica un espacio innecesariamente largo a GarcaCaldern, colocndole a la cabeza de los cuentistas americanos, a quienes se debe sinduda lo mejor de la produccin americana, y deja fuera completamente a varios autorescapitales del siglo XIX como Fernndez de Lizardi; de la poca contempornea nomenciona siquiera la novela de la revolucin mexicana. El siguiente pasaje sobre supredilecto Garca Caldern tipifica la crtica galicada de Daireaux: Lo notable en el artede Caldern, y es un punto sobre el que conviene insistir, es aquella perfecta fusin queha logrado de dos literaturas: la francesa y la espaola; pues la novedad americana es lainterpretacin del americanismo por el nuevo espritu formado de esa doble escuela; sumodernismo consiste en sustituir la cultura greco-latina por la cultura hispano-francesa.Esta medio-verdad caracteriza la crtica de Daireaux; a cada paso hace hincapi en lanecesidad de desarrollar en Iberoamrica alguna especie de combinacin espiritual basadaen la literatura francesa! No menciona, ni parece creer en la existencia de corrientesindgenas: sentimientos fundamentales de raza, psicologa, tierra, condiciones sociales yeconmicas; ni seala tampoco las influencias yanquis, la proximidad de los EstadosUnidos, etctera, que son igualmente base de un creciente nmero de grandes produccionesliterarias en Iberoamrica. Tan americanas como espaolas, y sin influencia francesa quevalga, son obras maestras como el Facundo, Martn Fierro, La vorgine, las novelas deRmulo Gallegos, la novela de la revolucin mexicana, la literatura de temas indgenas enel Per, el Ecuador y Bolivia, y as sucesivamente. Hablando del presente y del porvenir,diramos que lo francs y hasta lo espaol tendrn que ir perdiendo terreno ante ese brotede problemas indgenas que han de caracterizar la venidera cultura iberoamericana.Iberoamrica habla, y tiene que seguir hablando la lengua de Cervantes; Iberoamrica

    4 Por ejemplo, cita como fechas de publicacin de Amalia y Mara los aos 1852 y 1870. Amaliaapareci en 1855 (primera parte en 1851) y Mara en 1867.

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    cree, y seguir creyendo en los ideales de la Revolucin francesa, pero dentro de estalengua hablada y tras estas creencias importadas hay un fondo insobornable a todainfluencia extranjera, algo netamente americano, sea de estirpe, de ambiente, de cruce derazas, o de todas estas cosas en combinacin.

    En el ao de 1934 otro gran crtico espaol, profesor de la Universidad de Columbia,de Nueva York, di a luz su monumental Antologa de la poesa espaola e hispanoamericana, que abarca los aos de 1882 a 1932. Esta Antologa tiene una extensin de msde 1,200 pginas, contiene una excelente introduccin general, notas crtico-biogrficasde todos los poetas representados, y extensas bibliografas individuales. Quiso el doctorde Ons comenzar con la nueva poesa llamada comnmente modernismo que ya iba encamino de definirse cuando sac Menndez y Pelayo su formidable estudio, y queomitieron don Marcelino y don Juan Valera en su Florilegio de poesas castellanas delsiglo XIX, 1902, 1903. La genial Antologa del doctor de Ons es la ms valiosa y msmanejable obra existente sobre el modernismo, y, junto con la Antologa de Menndez yPelayo, una de las dos ms importantes contribuciones al estudio de la poesahispanoamericana en su conjunto. La obra de de Ons puede ser criticada por ecuatorianos,peruanos, mexicanos o argentinos porque sus selecciones no responden al gusto crticonacional de aquellos pases; puede ser criticada por modernistas, postmodernistas,ultrastas y otros por no contener nutridas secciones representativas de los extremos deaquellos grupos; y puede ser criticada por individuos cuyo gusto potico no est enarmona con el del compilador. Tales crticas son inevitables al margen de una obra de estanaturaleza, y ninguna de ellas es valedera. No hay que dudarlo, el doctor de Ons y donMarcelino Menndez y Pelayo son los que ms han profundizado en la totalidad delespritu de la poesa iberoamericana. La penetracin crtica de de Ons nadie se atreve acontradecirla. La mejor interpretacin del americanismo y del espaolismo que hemosencontrado son las siguientes palabras de de Ons sobre Rubn Daro (148).

    El americanismo original hay que buscarlo en una sensibilidad nueva, y Prosas profanas,con su delectacin en los temas helnicos o versallescos o de la Espaa antigua, con sugusto por el lujo, el refinamiento y la sensualidad, con su desarraigado cosmopolitismoy su capacidad asimiladora e imitativa, muestra uno de los lados ms significativos dela sensibilidad americana. Pero en Cantos de vida y esperanza y en otras obras posterioresencontramos, no ya la sensibilidad americana, sino el sentimiento de Amrica. Es ste unsentimiento complejo que comprende el sentimiento profundo de Espaa mirada comocosa propia: la Espaa histrica, como el pasado de Amrica; la Espaa moderna, comola hermana de los pueblos hispanoamericanos hijos todos de la misma tradicin.Comprende asimismo el sentimiento profundo del pasado indgena de Amrica y el delpaisaje americano, mezclado a menudo a sus recuerdos de infancia. Comprende tambinel sentimiento de los Estados Unidos, que es un sentimiento mezclado de admiracin porlo que tienen aqullos de mxima realizacin americana, de temor ante sus aspiracionesimperialistas panamericanas y de afirmacin de la diferencia radical e irreductible de lasdos Amricas. Y comprende, en fin, el sentimiento del porvenir de la Amrica espaola,que ms adelante encontr su expresin ms alta en el Canto a la Argentina (1910),nacin que am siempre por ser la que encerraba la mayor promesa de Amrica.

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    Las tres siguientes historias de la literatura iberoamericana, publicadas todas ellasentre 1935 y 1938, no responden ni remotamente a los ttulos generales que llevan, porquelas omisiones son capitales y el espacio dedicado a varios autores est fuera de toda justaproporcin. Sin embargo, son tpicas de la crtica literaria iberoamericana, y como tales,deben comentarse brevemente.

    La Historia de la literatura hispanoamericana, por el profesor Isaac J. Barrera,publicada en Quito, Ecuador, 1935, omite toda mencin de Fernndez de Lizardi, aunquepresenta largos ensayos sobre Heredia, Bello y Olmedo; omite tambin la novela realistamexicana del siglo XIX; pasa por alto todo el movimiento modernista, toda la literaturamexicana contempornea, y casi todos los autores contemporneos de Iberoamrica:Gallegos, Glvez, Lynch, J. E. Rivera, Giraldes, Barrios, la poesa femenina, losensayistas, etctera, etctera. En la conclusin Barrera se disculpa diciendo que hay tantariqueza y variedad en la literatura moderna, que tuvo que contraerse a tratar de un gneroliterario y de una escuela determinada: la romntica. En cambio, a sus autores predilectoslos ha tratado con mucha indulgencia. Dedica 27 pginas a Olmedo (compatriota deBarrera), 8 pginas a Javier Santacruz y Espejo (tambin ecuatoriano), slo 12 pginas aBello y 14 a Heredia. Barrera mismo admite muchas de estas omisiones al decir que laspginas de su libro formaron el curso de Literatura Hispanoamericana dictado en laUniversidad Central de Quito, en el ao 1933-1934, y que a este curso debe seguir otroque se refiera al movimiento literario que en Amrica se llam modernista y unsuplemento para revisar las ltimas tendencias literarias. Para decir las cosas claras,Barrera omite lo mejor de la literatura iberoamericana, al menos la mitad de los autoresimportantes, y sin embargo, tiene la ocurrencia de dar un ttulo general a su historia.Entonces en su eplogo, y con ese egosmo nacional que siempre ha sido una de lasprincipales causas del retraso en Iberoamrica, aade que esta breve historia de laliteratura de la Amrica hispana era necesario trazarla para que sirviera como deindispensable introduccin de la Historia de la Literatura Ecuatoriana que tenemospreparada.

    El Curso de historia de la literatura hispanoamericana, por el profesor argentinoManuel V. Giorgi publicada en Buenos Aires, 1937, tiene ms o menos los mismosdefectos que la anterior, salvo que en este caso el autor traza mayormente el desarrollo dela literatura argentina y pasa por alto casi todos los movimientos literarios que tuvieron suorigen o mayor expansin fuera de este pas, exceptuando, desde luego, como el mismoBarrera, los autores ya estudiados por Menndez y Pelayo. Tanto en Giorgi como enBarrera el como dice Menndez y Pelayo ocurre a cada paso. En la historia de Giorgi ladesproporcin salta a la vista quiz an ms que en la de Barrera, pues el profesor argentinoprocura mencionar a todos los escritores argentinos contemporneos. Resulta que dedicacinco lneas a Benito Lynch, diez a Manuel Glvez, cinco a Jos Ingenieros, nueve aLugones, dos pginas y media a Rubn Daro; en cambio, tiene cinco pginas sobre JosManuel Estrada, seis pginas sobre Eduardo Wilde, cinco sobre Lucio V. Mansilla, y assucesivamente. Al llegar a la literatura mexicana del siglo XIX, en tres cuartos de unapgina menciona a quince escritores. En efecto, el captulo nueve, que gira sobre laliteratura mexicana, colombiana, venezolana, ecuatoriana, peruana, boliviana, paraguayay antillana no es ms que una lista mal seleccionada de nombres y de ttulos.

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    Adems de esta presentacin desequilibrada, Giorgi, como crtico, sale con algunosjuicios que son formidables. Por ejemplo, al criticar el teatro de Florencio Snchez, dice:Las obras de Snchez adolecen de dos defectos capitales; (1) no poseen valores literariosy (2) no tiene grandes quilates dramticos. Sobre Rubn Daro expresa esta opininDaro nunca va directamente al fondo de la naturaleza o al encuentro de las grandes ideas.Hace gran derroche de dialctica, y por eso no puede expresar lo verdadero y eterno aunque tuviese intencin de hacerlo, pues se extrava en la maraa del artificio y laretrica. (Habr sacado esto de Cejador y Frauca). Sus obras contina Giorgipueden dividirse en prosa y verso. Es la nica divisin que hace nuestro historiador.Sobre Mart, Giorgi falla an ms: Algunos autores estiman que las poesas de Mart sonoriginales. Sin embargo, Menndez y Pelayo hace llegar hasta Mart este juicio: En Cubahubo muchos poetas que escribieron versos brillantes y sonoros, pero carentes de valorfundamental. En primer lugar, cita mal la frase del gran crtico espaol, quien dice: EnCuba todo el mundo hace versos, y son muchos los que hacen versos sonoros y brillantes,que pueden fascinar en la recitacin y aun en la primera lectura, careciendo por lo demsde todo valor intrnseco. Don Marcelino ya haba dicho antes que su Antologa nadaganara con dar lugar a los innumerables versificadores cuyas lucubraciones mtricasabrumaban el Parnaso cubano y la Cuba potica. Pero no menciona a Mart, ni hacellegar hasta Mart ninguna crtica, ni aparece ninguna poesa de Mart en el Parnasocubano o la Cuba potica.

    La Historia de la literatura hispanoamericana, por Oscar R. Beltrn publicada enBuenos Aires, 1938, es una obra de mucho ms mrito que las dos anteriores. El autorcomenta y analiza con crtica propia y ajena a todos los poetas representados en laAntologa de Menndez y Pelayo, presenta un breve pero excelente estudio sobre elmodernismo, y dedica el resto del libro a la literatura argentina. De los doce captulos queabarca esta historia literaria, ocho giran exclusivamente sobre la literatura de aquel pas.Sin embargo, el autor ha tenido que omitir a los contemporneos: Giraldes, Lynch,Ingenieros, Glvez, Quiroga, etctera. El ttulo de la obra, desde luego, debi ser, Brevehistoria de la literatura argentina desde los principios hasta el siglo veinte, o algo por elestilo. Considerada desde este punto de vista, es un estudio sumamente interesante, bienescrito, que demuestra un excelente juicio crtico. Adems, tantas son las citas de crticaajena, que el libro puede servir ms o menos como un compendio de las opiniones que hanexpresado los ms famosos crticos sobre los autores estudiados. Beltrn promete prontouna Historia de la literatura argentina, y esta obra seguramente va a ser no slo valiosa,sino estimulante, lo que hoy da importa ms.

    Otra obra general titulada Historia de la literatura americana, publicada en Santiagode Chile, 1937, por Luis Alberto Snchez, exilado peruano actualmente encargado de laEditorial Ercilla, es la nica que responde al ttulo que lleva. Snchez omite (l mismo loadmite) toda la literatura brasilea, norteamericana, y mucha de la literatura paraguaya yantillana. Estas omisiones no son importantes. Tal vez la literatura brasilea pudieraincluirse con ventaja en una obra de esta clase, pero la norteamericana la tendra quepresentar Snchez de segunda mano, y nos parece que ms valdra dejarla fuera. JosAntonio Ramos ya ha escrito un excelente panorama de la literatura de los Estados Unidos,

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    y no hay necesidad de que Snchez que seguramente no habla ni lee ingls con la gransoltura del famoso crtico cubano nos d otro breve panorama inferior. Fuera de estasomisiones, y las escassimas lneas que dedica Luis Alberto a la novela de la revolucinmexicana, uno de los dos o tres aspectos ms importantes de la literatura iberoamericana,el autor presenta a todos los escritores de primero y segundo orden, y bastantes de los detercer orden en las 650 pginas que contiene su libro. En efecto, en el caso de Snchez, lacrtica que hemos de expresar es la reversa de la que hicimos sobre Barrera, Giorgi yBeltrn, porque el prolijo peruano cita tantsimos nombres, fichas, hechos y opiniones,que su historia tiene ms de catlogo que de crtica literaria. Esto es de lamentardoblemente, pues Luis Alberto posee una rara combinacin de memoria enciclopdica ypenetracin crtica, y sabe expresar sus ideas en un estilo vigoroso que fascina al lector.En cambio, la precisin bibliogrfica e histrica no es precisamente el punto ms fuertede nuestro autor. Escribe con tanta prisa y vigor, que deja deslizarse varios errores dettulos y fechas. La parte crtica de su obra la socioliteratura como la llama l, esinteresantsima, aguda, nica. Tal vez hay quien critique su perspectiva sealando la granpredileccin por lo indigenista, lo aprista y lo izquierdista, pero Luis Alberto nunca se dejallevar por sus gustos e inclinaciones personales, y si en esta obra se ven ciertaspredilecciones quin no las tiene de alguna clase?

    En la advertencia preliminar Snchez define el propsito de su obra con caractersticamodestia y claridad en estas palabras: Una Breve historia que pertenece a un gnero mixtodebe consignar los hechos y nombres de mayor significacin; pero no todos los nombresni todos los hechos. Si se cie excesivamente a las corrientes espirituales, desembocar enun esquema social; si a los meros nombres y ttulos de obras, en un catlogo. De una y otracosa he querido huir, terminando por escribir este libro mestizo pero no hbrido. Lomestizo engendra. Lo hbrido se caracteriza por su esterilidad...

    El tema es amplio. El profesor norteamericano Alfred Coester de la Universidadde Stanford recogi realmente datos inapreciables, pero incompletos. Tena que ser as.Creo haber avanzado algo sobre su texto. El que venga despus, que edifique sobre misandamios.

    (Lo har, Luis Alberto, lo har con toda seguridad; quien escriba sobre la literaturaiberoamericana despus de usted tendr que edificar sobre sus andamios. Su obra esfundamental).

    Otra fase de esta historia de Snchez es, como ya hemos indicado, su preocupacinpor lo indoamericano. Nadie presenta las corrientes indoamericanas con tanta comprensin,nadie las defiende con tanta fe como Luis Alberto. En su primer captulo seala el caminoen las siguientes palabras: El problema primero es: existe una sensibilidad, un rumboy una cultura indoamericanos? Si la respuesta es afirmativa, queda en ese punto definidala cuestin. Si es negativa, la literatura americana no pasa de ser una fraccin de lapeninsular.

    Aunque, en realidad, no existe una cultura americana de ello me he ocupado envarios de mis libros nadie podr desmentir el hecho de que Amrica posee unapersonalidad propia. Por consiguiente, es posible estudiarla como tal, como individualidad,relacionndola, desde luego, con sus antecedentes indohispnicos y con sus afluentesanglofrancogermanos.

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    Esto lo hace Luis Alberto Snchez con suma habilidad. En fin, el principal valor desu contribucin a la historia literaria de Hispanoamrica es doble: primero, siempre tieneen cuenta todas las corrientes raciales, geogrficas y espirituales que son la base delcontinente americano; segundo, presenta la nica interpretacin completa de la literaturaiberoamericana contempornea.

    En resumen, pues, nuestro estudio sobre la historiografa de la literatura iberoamericanase reduce a las siguientes conclusiones: la mayora de las historias sobre esta materiaescritas por iberoamericanos demuestran la misma desproporcin, la misma falta deunidad y comprensin interamericana evidentes en sus respectivas organizaciones polticas.Es decir, son grandes nacionalistas y pobrsimos iberoamericanistas nuestros vecinos delsur. Ms, carecen lamentablemente de la precisin y perspectiva histricas. Supongo queesto sea inevitable en las naciones jvenes, porque si los distintos pases de Iberoamricatienen ms o menos un mutuo pasado colonial, en sus pocas de independencia, como loshijos de una misma madre que se encuentran al margen de la madurez no ya totalmentelograda, comienzan a trazar los caminos de sus distintas personalidades. Terminado esteperodo de transicin, volvern a reconocer que pertenecen todos a la misma familia. Hastaentonces, ningn iberoamericano podr escribir una grande historia general de aquellaliteratura. Y hasta entonces, ser innegable verdad que la Madre Patria entiende mejor asus hijos que stos a ella. Menndez y Pelayo, Juan Valera, Federico de Ons, y el mismoCejador y Frauca seguirn siendo el punto de partida para cualquier estudio de la literaturaiberoamericana.

    Las obras de los dos crticos extranjeros, Max Daireaux y Alfred Coester, aunqueadolecen de imperdonables errores y omisiones, merecen nuestra gratitud. Son libros queresponden a un propsito de divulgacin y propaganda, ms que a una necesidad crtica,y desde este punto de vista son obras de verdaderos pioneers. No las critiquemos condemasiada aspereza, sobre todo cuando los mismos iberoamericanos, con la excepcin deLuis Alberto Snchez, no han podido producir estudios mejores.

    Volumen II Noviembre 1940 Nmero 4