crónica sobre los heladeros haitianos en venezuela. 2013

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09 Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCS Caracas, 10 de febrero de 2013. ¿LOS PAPÁS DE LOS HELADOS O NUESTRA DEUDA HISTÓRICA? MIRADAS POR JESSICA DOS SANTOS FOTOGRAFÍAS AMBROSIO PLAZA “¡EL HIMNO DE HAITÍ!”— GRITÓ UN COMPAÑERO CON ESA CRUELDAD TÍPICA DE LOS CARAJITOS. DESDE ESE DÍA Y HASTA EL MOMENTO DE REALIZAR ESTA CRÓNICA MIS VISIONES FUERON DE LAS DUDAS A LAS LÁGRIMAS

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Revista Épale CCS #17 - 10 de febrero de 2013 Por Jessica Dos Santos - Fotos: Ambrosio Plaza

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Page 1: Crónica sobre los heladeros haitianos en Venezuela. 2013

POR Rocío cazal ILUSTRACIóN l. "RazoR" Balza

la regulación no llega a repuestos de vehículos

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPalE ccS Caracas, 10 de febrero de 2013.

VacílatE tu tRámitE

Tu carro empieza a tener malos síntomas, luego deja de prender. Varios mecánicos lo revisan para ver dónde está la falla. Nadie da con el problema, al parecer todo anda bien. Solo dos coinciden en algo: es la pila de la bomba de gasolina o es la bomba completa.

Generalmente uno (o una) le deja ese trámite al mecánico de con-fianza, pero cuando empiezas a buscar por tu cuenta los repuestos, te das cuenta de que la comparación de precios es exorbitante, no hay regulación en nada y la especulación es increíble.

Llamas a distribuidoras, autopartes, talleres y concesionarios. En la primera llamada, a un local que queda en la avenida Libertador, te dicen que no venden la pila sino la bomba en 1.300 bolívares. Pare-ce caro, agradeces y te despides. En otro lado te dicen lo mismo y te instan a que aproveches porque les queda una y está a precio viejo: Bs. 1.400. Te comunicas con otros lugares y no tienen el repuesto aún, pero tampoco pueden decirte el costo porque llegarán “con nuevos precios”. Sigues.

En un local de Los Chaguaramos sí la tienen: “Barato, a 2.350 con IVA incluido”. En Puente Hierro te venden solamente la pila en 2.500 porque es “mercancía nueva” y en Los Ruices la bomba te sale en 2.800 o 1.300 la pila (esta última a un valor igual que la pieza completa que te vendían en la Libertador).

Resulta que buscas el precio en un portal donde todo se puede con-seguir y las pilas oscilaban entre 280 y 700 bolívares.

Edarlys también pasó roncha buscando las micas de su carro que ya estaban vencidas. Cada una le costaba 3.700 o ambas le costa-ban 10.000, pero en un portal le terminaron saliendo en solo 1.000 bolívares las dos. Por otro lado, Noel buscó el evaporador de su vehículo y fue al concesionario a consultar precios con la espe-ranza de conseguirlo más económico. Como es importado debía hacer el pedido y le saldría en Bs. 4.000; entonces buscó en casas de repuestos y en tiendas especializadas. Lo consiguió en 10.000 y 13.000, una real exageración. Optó también por la web, donde los precios del mismo repuesto variaban entre 500 y 6.000 bolívares.

El problema es que no existe una regulación para repuestos y cau-chos por parte del Estado. Aunque las autopartes gozan de prefe-rencia arancelaria, son ofrecidas a precio de dólar paralelo; ade-más, también venden los repuestos de inventarios de hace años con precios remarcados. Así le ocurrió a Alberto, quien compró el kit del “croche” en 900, pero cuando abrió la caja y vio la fecha de fa-bricación, databa de 2008.

Ante esto, quien tenga vehículo, antes de comprar el repuesto, compare precios, revise la fecha de fabricación o importación y exija la garantía. Por otro lado, el Seniat y el Indepabis pueden estar alertas ante las ventas desmedidas que hacen estos negocios.

SI SE ANIMA ECHE SU CUENTO A [email protected]

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCSCaracas, 10 de febrero de 2013.

¿Los papás de Los heLados o nuestra deuda histórica?

MIRADAS

POR jESSICA DoS SAntoSFOTOGRAFÍAS AMBRoSIo PLAZA

“¡El himno dE haití!”— Gritó un compañEro con Esa cruEldad típica dE los carajitos. dEsdE EsE día y hasta El momEnto dE rEalizar Esta crónica mis visionEs fuEron dE las dudas a las láGrimas

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCS Caracas, 10 de febrero de 2013.

La inMiGración deL MiedoEl sistema de extranjería registra solo 10 mil; sin embargo, en Caracas viven alrede-dor de 20 mil haitianos y 75% de ellos tra-baja vendiendo helados en condiciones de esclavitud. Partí desde Catia hasta Carapi-ta, los dos principales asentamientos de los haitianos en Caracas, en busca de un par de historias y me tropecé con una decena de rechazos provenientes del miedo. ¿A qué? “Fácil”: a mostrarse ante nosotros como unos seres quejumbrosos que no les gusta trabajar, a ser denunciados y botados por sus patronos -pese a no tener contratos la-borales ni salario fijo- y a ser aún más per-seguidos por las mafias que gestionaron su ingreso al país y serían capaces de cobrarles la deuda hasta con sus propias vidas.

sin noMBres ni FotosLos haitianos no emiten ninguna palabra referente a su situación personal o laboral con otras personas que no sean de su mis-mo origen. Cuando están trabajando, la ma-yoría se comunica únicamente para vender. Después de insistir ampliamente, comprar un par de helados y hacer nuestro mayor esfuerzo por romper las barreras impuestas por el lenguaje y el temor, algo se asomó:

-A los haitianos nos gusta trabajar, vamos a la fábrica de helados muy temprano por-que si no nos podemos quedar sin ellos. Ha-cemos una larga cola para recibirlos, y los vendemos hasta entrada la noche. Cuando nos ven con el carrito y nos insultan es una humillación muy grande, porque la gente se piensa que somos inútiles y no sabemos ha-cer nada más, pero no es así. Yo, como la mi-tad de Haití, sé sembrar, vengo de una zona rural -exclamó, no sin antes advertir que no habría ni datos personales ni fotografías que respaldaran su testimonio.

-Entonces, ¿esto no da plata? -exclamé, mientras intentaba intencional y cruelmen-te dar aún más en la llaga.

-Cuando volvemos a la fábrica nos esperan para dividir la plata: ellos generalmente se quedan con 70% y nosotros con 30%, pero de ahí nos descuentan el alquiler del carrito, Los haitianos se describen como gente trabajadora pero con pocas oportunidades

“CuAnDo voLvEMoS A LA fáBRICA noS ESPERAn PARA DIvIDIR LA PLAtA: ELLoS gEnERALMEntE SE quEDAn Con EL 70%, y noSotRoS Con EL 30%...”—

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCSCaracas, 10 de febrero de 2013.

el hielo e, incluso el uso del baño y la luz de la fábrica. Por mucho que vendamos es difícil -concluyó.

Los haitianos, al igual que usted y que yo, deben pagar alquiler, hacer mercado -o algo que se aproxime a eso-, costearse el transporte público y guardar una cuota de “sus ganancias” para que la mafia no venga por ellos. ¿Ah, que usted no? ¿Que yo tam-poco? Ellos sí. Estos hermanos ingresaron a Venezuela en avión y por el aeropuerto de Maiquetía, pero sin papeles. Bueno, sí te-nían papeles: ellos les compran pasaportes falsos a mafias haitianas, con sedes allá y aquí, que posteriormente se dedican a co-brarles el “favor” en dólares. Sí, en dólares. La Comisión de Administración de Divisas de Venezuela, Cadivi, les da la oportunidad a los haitianos de enviar hasta 300 dólares mensuales para su familia a precio oficial, pero, como es lógico, no les vende dólares libre e ilimitadamente. Por tanto, estos hai-tianos, para pagar su deuda, deben recurrir al llamado mercado negro donde actual-mente el dólar sobrepasa los 13 bolívares.

-Entonces ¿Por qué los helados? -insisto.

-Cuando uno llega a un país, los prime-ros años no se siente bien. La mayoría de nosotros venimos solos, con la esperanza de traernos después a nuestra familia, y las únicas personas que conocemos aquí se dedican a esto, porque además son ilega-les. Somos”. Vender helados es la punta del iceberg de los oficios ejercidos por haitianos

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCS Caracas, 10 de febrero de 2013.

La inMiGración deL MiedoEl sistema de extranjería registra solo 10 mil; sin embargo, en Caracas viven alrede-dor de 20 mil haitianos y 75% de ellos tra-baja vendiendo helados en condiciones de esclavitud. Partí desde Catia hasta Carapi-ta, los dos principales asentamientos de los haitianos en Caracas, en busca de un par de historias y me tropecé con una decena de rechazos provenientes del miedo. ¿A qué? “Fácil”: a mostrarse ante nosotros como unos seres quejumbrosos que no les gusta trabajar, a ser denunciados y botados por sus patronos -pese a no tener contratos la-borales ni salario fijo- y a ser aún más per-seguidos por las mafias que gestionaron su ingreso al país y serían capaces de cobrarles la deuda hasta con sus propias vidas.

sin noMBres ni FotosLos haitianos no emiten ninguna palabra referente a su situación personal o laboral con otras personas que no sean de su mis-mo origen. Cuando están trabajando, la ma-yoría se comunica únicamente para vender. Después de insistir ampliamente, comprar un par de helados y hacer nuestro mayor esfuerzo por romper las barreras impuestas por el lenguaje y el temor, algo se asomó:

-A los haitianos nos gusta trabajar, vamos a la fábrica de helados muy temprano por-que si no nos podemos quedar sin ellos. Ha-cemos una larga cola para recibirlos, y los vendemos hasta entrada la noche. Cuando nos ven con el carrito y nos insultan es una humillación muy grande, porque la gente se piensa que somos inútiles y no sabemos ha-cer nada más, pero no es así. Yo, como la mi-tad de Haití, sé sembrar, vengo de una zona rural -exclamó, no sin antes advertir que no habría ni datos personales ni fotografías que respaldaran su testimonio.

-Entonces, ¿esto no da plata? -exclamé, mientras intentaba intencional y cruelmen-te dar aún más en la llaga.

-Cuando volvemos a la fábrica nos esperan para dividir la plata: ellos generalmente se quedan con 70% y nosotros con 30%, pero de ahí nos descuentan el alquiler del carrito, Los haitianos se describen como gente trabajadora pero con pocas oportunidades

“CuAnDo voLvEMoS A LA fáBRICA noS ESPERAn PARA DIvIDIR LA PLAtA: ELLoS gEnERALMEntE SE quEDAn Con EL 70%, y noSotRoS Con EL 30%...”—

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCSCaracas, 10 de febrero de 2013.

el hielo e, incluso el uso del baño y la luz de la fábrica. Por mucho que vendamos es difícil -concluyó.

Los haitianos, al igual que usted y que yo, deben pagar alquiler, hacer mercado -o algo que se aproxime a eso-, costearse el transporte público y guardar una cuota de “sus ganancias” para que la mafia no venga por ellos. ¿Ah, que usted no? ¿Que yo tam-poco? Ellos sí. Estos hermanos ingresaron a Venezuela en avión y por el aeropuerto de Maiquetía, pero sin papeles. Bueno, sí te-nían papeles: ellos les compran pasaportes falsos a mafias haitianas, con sedes allá y aquí, que posteriormente se dedican a co-brarles el “favor” en dólares. Sí, en dólares. La Comisión de Administración de Divisas de Venezuela, Cadivi, les da la oportunidad a los haitianos de enviar hasta 300 dólares mensuales para su familia a precio oficial, pero, como es lógico, no les vende dólares libre e ilimitadamente. Por tanto, estos hai-tianos, para pagar su deuda, deben recurrir al llamado mercado negro donde actual-mente el dólar sobrepasa los 13 bolívares.

-Entonces ¿Por qué los helados? -insisto.

-Cuando uno llega a un país, los prime-ros años no se siente bien. La mayoría de nosotros venimos solos, con la esperanza de traernos después a nuestra familia, y las únicas personas que conocemos aquí se dedican a esto, porque además son ilega-les. Somos”. Vender helados es la punta del iceberg de los oficios ejercidos por haitianos

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“noSotRoS CREEMoS quE no hAy nIngún tRABAjo InDIgno, PERo hAy ConDICIonES DE tRABAjo InDIgnAS” (joSÉ CELICuRt)—

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCS Caracas, 10 de febrero de 2013.

La conVeniente desinForMaciónLa mayoría de los venezolanos sabemos que “Haití es un país muy pobre donde hubo un terremoto”, pero poco conocemos de su historia, de esos años en que fue una potencia, mucho antes de que Francia y Estados Unidos lo condenaran y encerra-ran hasta hoy en día. Poco sabemos de la ayuda, en armas, hombres y barcos, que Petión le brindó a Bolívar y a Miranda para que vinieran a liberar a los países her-manos de Suramérica con la única condi-ción de que no permitieran más esclavitud en la región.

Sin embargo, en Venezuela hay una persona que se dio cuenta y que sabe de la impor-tancia de los aportes de Haití. “Lo he oído decirlo en la tele, incluso en el 2010, cuando lo del terremoto, él dijo: ‘Vamos a ayudar Haití, porque tenemos una deuda con él’. Él sí lo sabe, si no fuera por la ayuda de Hai-tí, la independencia quizás no hubiera sido tan rápida o tan eficaz. Por eso, pocas horas después de la tragedia, Chávez decretó que los haitianos ilegales en Venezuela adqui-rirían de inmediato la residencia o visa de transeúnte, y lo mismo se aplicaría a aque-llos que más adelante pisen suelo venezola-no. He escuchado que la gente no se acoge a eso, pero es muy importante, porque el pasaporte haitiano tiene una duración de 5 años, ellos tienen que venir a la embajada. Nosotros tenemos formas de ayudarlos”, explica el embajador de Venezuela en Haití, Leslie David.

No obstante, algunos haitianos desconocen que gozan de este derecho y, otros, senci-llamente continúan a merced de las mafias. “Lo he escuchado, pero no sé, yo pienso que para entrar ilegalmente tiene que ser en barco, pero no puede ser cualquier bar-co, tiene que ser uno muy grande, pero casi siempre los haitianos que vienen son los haitianos que han solicitado visa, miran la cosa y deciden si se van a quedar. Casi todos los problemas de inmigración que hemos tenido, nos han llamado de Maique-tía o del aeropuerto de Valencia”, agrega el embajador.

-¿Esto quiere decir que los haitianos tam-bién estarían respaldados por nuestra Ley Orgánica del Trabajo? Entonces, ¿por qué ser “los papás de los helados”?

-Ellos se ven, pero aquí hay haitianos que están haciendo otras cosas. Pero claro que son más visibles los vendedores de helado. Bueno, si te das cuenta las calles están llenas de vendedores de helados y la mayoría son haitianos o colombianos, pero ellos antes es-taban aquí totalmente ilegales. Después del terremoto, todos los haitianos son legalmen-te reconocidos. He hablado con ellos, a veces voy por la plaza Altamira y hay algunos que son amigos míos, hablo con ellos para pre-guntarles cómo están, cómo se sienten. In-cluso, les he preguntando a ellos mismos qué es mejor o peor, trabajar en lo del helado o en la construcción. Pero una de las cosas que tiene el haitiano es que le gusta trabajar, en cualquier cosa, en cualquier país, el haitiano no tiene fama de ladrón, tiene fama de tra-bajador. Y si te soy sincero, comparando con otros países en los que he estado, la situación de los inmigrantes haitianos aquí es, incluso, cómoda -concluye Leslie David.

“Y comparando con otros países en los que he estado, la situación de los inmigrantes haitianos aquí es, incluso, cómoda…”. No, no es error de tipeo, son simplemente aque-llas frases que se nos quedan rondando por horas y horas en la cabeza.

en Busca de consueLoJosé Celicurt es integrante de la comunidad haitiana organizada y un luchador incansa-ble por la reivindicación de sus derechos. “Sí, hay muchos rumores y denuncias so-bre esas mafias, así que no podemos negar su existencia. Es probable que existan, y es responsabilidad de las autoridades estar pendientes de esa situación. Pero yo quiero aprovechar para denunciar una conducta muy inapropiada: hay varios compañeros que han llegado al aeropuerto con su visa legal emitida por la embajada, allá en Haití, y los han devuelto sin ninguna razón, ha-ciéndolos perder esos pasajes que tanto nos cuestan”, agrega a una lista de injusticia que parece interminable.

-Mira, hay 1.500 haitianos estudiando aquí. Incluso, la Universidad Bolivariana de Vene-zuela recibió hace 4 años a algunos estudian-tes haitianos indocumentados, y la misma universidad hizo las gestiones para que los legalizaran. Hay otros haitianos que trabajan vendiendo ropa en el mercado de La Hoyada y en el llamado ‘mercado de los ciegos’, en la avenida Baralt. Otros trabajan en restaurantes y hay algunos que hacen trenzas en peluque-rías, pero su principal fuente de trabajo es esa explotadora venta de helados. Nosotros cree-mos que no hay ningún trabajo indigno, pero hay condiciones de trabajo indignas, por esto, desde hace unos meses hemos venido hablan-do con algunos compañeros heladeros. Es-tamos luchando para que ellos se organicen. Hay una nueva ley de trabajo que nos protege, que nos da acceso a un seguro social, a pa-gos justos, a poder costear nuestros gastos, y los heladeros no cuentan con absolutamente nada. ¿Tú sabes cuántos haitianos recibieron impactos de bala vendiendo helados y nadie hizo nada por ellos? Estamos convenciéndo-los para organizarnos, para que ellos mismos puedan pelear por sus derechos, necesitamos más apoyo -explica Celicurt.

Al ser consultado sobre la aparente ayuda que algunas iglesias cristinas intentan pro-porcionarles a los haitianos, José respondió: “Yo trato de ser muy respetuoso en cuanto a las creencias de los pueblos, pero eso es una imposición cultural. Nosotros nos sentimos orgullosos de decir que somos católicos, que somos cristianos, pero no nos sentimos or-gullosos de decir que somos practicantes del vudú, y esta práctica cultural en Haití tiene siglos y nos ayudó a independizarnos, a re-sistir a los españoles, franceses, ingleses. En

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCSCaracas, 10 de febrero de 2013.

José Celicurt promueve la reivindicación de los derechos de la comunidad haitiana en el país

Caracas hay muchas iglesias para la comuni-dad haitiana, cada una de ellas tiene bastantes miembros. En Magallanes de Catia, nada más, hay como cuatro, pero esas creencias vienen de quienes nos colonizaron, después que nos encadenaron y nos trajeron de África de la forma más inhumana”, finalizó.

MeJor: en Busca de Los cuLpaBLes Helados EFE es una marca de helados de Ve-nezuela que está a cargo de las Empresas Po-lar. Desde mediados de 2001, y hasta la actua-lidad, Helados EFE controla alrededor de 70% del mercado nacional de helados y también es el principal culpable de la situación de explo-tación y esclavización en la que se encuentran los haitianos en el país; pero, ni pendejos que fueran: existe toda una serie de intermediarios

que blindan y protegen a la empresa de cual-quier tipo de denuncia.

Esto lo pude constatar cuando, al intentar acercarme a los coordinadores de venta de la empresa, obtuve una tajante respuesta: “La compañía no tiene un contacto directo con los heladeros. Son los distribuidores, que com-pran los helados al mayor a la empresa, los que les proporcionan el producto a los vendedores y les alquilan los carritos”.

-Pero…

No, no hubo caso. Punto y final.

Sigamos nosotros, ¿creen realmente que la empresa no sabe en qué condiciones se están vendiendo sus productos?

Aún así me acerqué a los cuatro distribuido-res que más clientes haitianos tienen: Petare, Nuevo Circo, La Hoyada y Los Chaguara-mos. Las respuestas que obtuvimos fueron las siguientes: “Cualquier persona puede ir a comprar helados al mayor para vender al de-tal (...) y ellos son trabajadores y vendedores independientes”.

¿Y Yo QuÉ haGo? “No le compraré nunca más helados a la EFE”, me dije. Después siguió un “pero, con eso jodo a los haitianos también, mejor les compro mucho y así los ayudo”, para termi-nar entendiendo que esta solidaridad pajúa, que a veces se separa tan solo por la línea de la lástima, nunca será una solución real para los problemas de fondo de estos hermanos con quienes seguimos en deuda.

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“noSotRoS CREEMoS quE no hAy nIngún tRABAjo InDIgno, PERo hAy ConDICIonES DE tRABAjo InDIgnAS” (joSÉ CELICuRt)—

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCS Caracas, 10 de febrero de 2013.

La conVeniente desinForMaciónLa mayoría de los venezolanos sabemos que “Haití es un país muy pobre donde hubo un terremoto”, pero poco conocemos de su historia, de esos años en que fue una potencia, mucho antes de que Francia y Estados Unidos lo condenaran y encerra-ran hasta hoy en día. Poco sabemos de la ayuda, en armas, hombres y barcos, que Petión le brindó a Bolívar y a Miranda para que vinieran a liberar a los países her-manos de Suramérica con la única condi-ción de que no permitieran más esclavitud en la región.

Sin embargo, en Venezuela hay una persona que se dio cuenta y que sabe de la impor-tancia de los aportes de Haití. “Lo he oído decirlo en la tele, incluso en el 2010, cuando lo del terremoto, él dijo: ‘Vamos a ayudar Haití, porque tenemos una deuda con él’. Él sí lo sabe, si no fuera por la ayuda de Hai-tí, la independencia quizás no hubiera sido tan rápida o tan eficaz. Por eso, pocas horas después de la tragedia, Chávez decretó que los haitianos ilegales en Venezuela adqui-rirían de inmediato la residencia o visa de transeúnte, y lo mismo se aplicaría a aque-llos que más adelante pisen suelo venezola-no. He escuchado que la gente no se acoge a eso, pero es muy importante, porque el pasaporte haitiano tiene una duración de 5 años, ellos tienen que venir a la embajada. Nosotros tenemos formas de ayudarlos”, explica el embajador de Venezuela en Haití, Leslie David.

No obstante, algunos haitianos desconocen que gozan de este derecho y, otros, senci-llamente continúan a merced de las mafias. “Lo he escuchado, pero no sé, yo pienso que para entrar ilegalmente tiene que ser en barco, pero no puede ser cualquier bar-co, tiene que ser uno muy grande, pero casi siempre los haitianos que vienen son los haitianos que han solicitado visa, miran la cosa y deciden si se van a quedar. Casi todos los problemas de inmigración que hemos tenido, nos han llamado de Maique-tía o del aeropuerto de Valencia”, agrega el embajador.

-¿Esto quiere decir que los haitianos tam-bién estarían respaldados por nuestra Ley Orgánica del Trabajo? Entonces, ¿por qué ser “los papás de los helados”?

-Ellos se ven, pero aquí hay haitianos que están haciendo otras cosas. Pero claro que son más visibles los vendedores de helado. Bueno, si te das cuenta las calles están llenas de vendedores de helados y la mayoría son haitianos o colombianos, pero ellos antes es-taban aquí totalmente ilegales. Después del terremoto, todos los haitianos son legalmen-te reconocidos. He hablado con ellos, a veces voy por la plaza Altamira y hay algunos que son amigos míos, hablo con ellos para pre-guntarles cómo están, cómo se sienten. In-cluso, les he preguntando a ellos mismos qué es mejor o peor, trabajar en lo del helado o en la construcción. Pero una de las cosas que tiene el haitiano es que le gusta trabajar, en cualquier cosa, en cualquier país, el haitiano no tiene fama de ladrón, tiene fama de tra-bajador. Y si te soy sincero, comparando con otros países en los que he estado, la situación de los inmigrantes haitianos aquí es, incluso, cómoda -concluye Leslie David.

“Y comparando con otros países en los que he estado, la situación de los inmigrantes haitianos aquí es, incluso, cómoda…”. No, no es error de tipeo, son simplemente aque-llas frases que se nos quedan rondando por horas y horas en la cabeza.

en Busca de consueLoJosé Celicurt es integrante de la comunidad haitiana organizada y un luchador incansa-ble por la reivindicación de sus derechos. “Sí, hay muchos rumores y denuncias so-bre esas mafias, así que no podemos negar su existencia. Es probable que existan, y es responsabilidad de las autoridades estar pendientes de esa situación. Pero yo quiero aprovechar para denunciar una conducta muy inapropiada: hay varios compañeros que han llegado al aeropuerto con su visa legal emitida por la embajada, allá en Haití, y los han devuelto sin ninguna razón, ha-ciéndolos perder esos pasajes que tanto nos cuestan”, agrega a una lista de injusticia que parece interminable.

-Mira, hay 1.500 haitianos estudiando aquí. Incluso, la Universidad Bolivariana de Vene-zuela recibió hace 4 años a algunos estudian-tes haitianos indocumentados, y la misma universidad hizo las gestiones para que los legalizaran. Hay otros haitianos que trabajan vendiendo ropa en el mercado de La Hoyada y en el llamado ‘mercado de los ciegos’, en la avenida Baralt. Otros trabajan en restaurantes y hay algunos que hacen trenzas en peluque-rías, pero su principal fuente de trabajo es esa explotadora venta de helados. Nosotros cree-mos que no hay ningún trabajo indigno, pero hay condiciones de trabajo indignas, por esto, desde hace unos meses hemos venido hablan-do con algunos compañeros heladeros. Es-tamos luchando para que ellos se organicen. Hay una nueva ley de trabajo que nos protege, que nos da acceso a un seguro social, a pa-gos justos, a poder costear nuestros gastos, y los heladeros no cuentan con absolutamente nada. ¿Tú sabes cuántos haitianos recibieron impactos de bala vendiendo helados y nadie hizo nada por ellos? Estamos convenciéndo-los para organizarnos, para que ellos mismos puedan pelear por sus derechos, necesitamos más apoyo -explica Celicurt.

Al ser consultado sobre la aparente ayuda que algunas iglesias cristinas intentan pro-porcionarles a los haitianos, José respondió: “Yo trato de ser muy respetuoso en cuanto a las creencias de los pueblos, pero eso es una imposición cultural. Nosotros nos sentimos orgullosos de decir que somos católicos, que somos cristianos, pero no nos sentimos or-gullosos de decir que somos practicantes del vudú, y esta práctica cultural en Haití tiene siglos y nos ayudó a independizarnos, a re-sistir a los españoles, franceses, ingleses. En

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Edición Número Diecisiete. Año 01. ÉPALE CCSCaracas, 10 de febrero de 2013.

José Celicurt promueve la reivindicación de los derechos de la comunidad haitiana en el país

Caracas hay muchas iglesias para la comuni-dad haitiana, cada una de ellas tiene bastantes miembros. En Magallanes de Catia, nada más, hay como cuatro, pero esas creencias vienen de quienes nos colonizaron, después que nos encadenaron y nos trajeron de África de la forma más inhumana”, finalizó.

MeJor: en Busca de Los cuLpaBLes Helados EFE es una marca de helados de Ve-nezuela que está a cargo de las Empresas Po-lar. Desde mediados de 2001, y hasta la actua-lidad, Helados EFE controla alrededor de 70% del mercado nacional de helados y también es el principal culpable de la situación de explo-tación y esclavización en la que se encuentran los haitianos en el país; pero, ni pendejos que fueran: existe toda una serie de intermediarios

que blindan y protegen a la empresa de cual-quier tipo de denuncia.

Esto lo pude constatar cuando, al intentar acercarme a los coordinadores de venta de la empresa, obtuve una tajante respuesta: “La compañía no tiene un contacto directo con los heladeros. Son los distribuidores, que com-pran los helados al mayor a la empresa, los que les proporcionan el producto a los vendedores y les alquilan los carritos”.

-Pero…

No, no hubo caso. Punto y final.

Sigamos nosotros, ¿creen realmente que la empresa no sabe en qué condiciones se están vendiendo sus productos?

Aún así me acerqué a los cuatro distribuido-res que más clientes haitianos tienen: Petare, Nuevo Circo, La Hoyada y Los Chaguara-mos. Las respuestas que obtuvimos fueron las siguientes: “Cualquier persona puede ir a comprar helados al mayor para vender al de-tal (...) y ellos son trabajadores y vendedores independientes”.

¿Y Yo QuÉ haGo? “No le compraré nunca más helados a la EFE”, me dije. Después siguió un “pero, con eso jodo a los haitianos también, mejor les compro mucho y así los ayudo”, para termi-nar entendiendo que esta solidaridad pajúa, que a veces se separa tan solo por la línea de la lástima, nunca será una solución real para los problemas de fondo de estos hermanos con quienes seguimos en deuda.