críticas que platón dirige sobre la tesis protagórica en el teeteto

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Platón equipara la propuesta de Teeteto acerca de que el conocimiento es aísthesis , mera sensación o percepción, con la tesis de Protágoras de Abdera (Homo omnium rerum mensura est «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.»). Esta perspectiva gnoseológica tiene como contrapartida la filosofía fluxista de Heráclito como trasfondo ontológico. No hay un ser permanente sino en constante cambio; flujo este en el que el filósofo está obviamente también inmerso y no hay un objeto independiente del sujeto percipiente según la tesis de Protágoras. Para el fundador de la Academia, el hombre protagórico es por sobre otros atributos, percipiente y sus juicios son articulaciones de lo experimentado sensorialmente. Desde esta perspectiva de no se podrían establecer diferencias entre el hombre y los demás seres vivos. Sobre este particular se dispara la primera crítica que consiste en preguntar qué hace que la aísthesis del hombre sea privilegiada respecto a la de las otras especies zoológicas. La segunda crítica se endereza a cuestionar la autoproclamación de Protágoras en particular y de los sofistas en general como maestros profesionales. Si todas las opiniones son igualmente verdaderas, en qué consistiría el valor diferencial de la sabiduría de Protágoras que la hace digna del cobro por sus servicios como educador. ¿Vale desde esta postura la distinción sabio-ignorante? No hay verdad ni falsedad pues sólo nos pronunciamos sobre nuestras experiencias perceptivas. Tampoco es posible la contradicción porque no hay objeto común a las distintas percepciones. Platón contrapone en este punto la figura de Sócrates que vivió deliberadamente en la pobreza y se autodefinía como ignorante. Si aceptáramos el relativismo protagórico la mayéutica socrática, que se encamina a liberarnos de opiniones falsas, y la dialéctica de Platón carecerían también de sentido. En Metafísica Gamma Aristóteles presenta a Protágoras como el pensador que desafió el principio de no contradicción 1 , vale para el tanto una afirmación como su opuesta. Pero contrapone a ello el argumento que sentencia que utilizar el lenguaje es asumir ese principio. Al pronunciarse se lo hace acerca de algo; para no sujetarse al Principio de no contradicción debería guardarse silencio so pena de caer bajo su 1 Para Aristóteles y Platón el Principio de no Contradicción rige no sólo en el pensamiento sino en la physis y en la praxis humana.

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Page 1: Críticas que Platón dirige sobre la tesis protagórica en el Teeteto

Platón equipara la propuesta de Teeteto acerca de que el conocimiento es aísthesis, mera sensación o percepción, con la tesis de Protágoras de Abdera (Homo omnium rerum mensura est «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.»). Esta perspectiva gnoseológica tiene como contrapartida la filosofía fluxista de Heráclito como trasfondo ontológico. No hay un ser permanente sino en constante cambio; flujo este en el que el filósofo está obviamente también inmerso y no hay un objeto independiente del sujeto percipiente según la tesis de Protágoras. Para el fundador de la Academia, el hombre protagórico es por sobre otros atributos, percipiente y sus juicios son articulaciones de lo experimentado sensorialmente. Desde esta perspectiva de no se podrían establecer diferencias entre el hombre y los demás seres vivos. Sobre este particular se dispara la primera crítica que consiste en preguntar qué hace que la aísthesis del hombre sea privilegiada respecto a la de las otras especies zoológicas.

La segunda crítica se endereza a cuestionar la autoproclamación de Protágoras en particular y de los sofistas en general como maestros profesionales. Si todas las opiniones son igualmente verdaderas, en qué consistiría el valor diferencial de la sabiduría de Protágoras que la hace digna del cobro por sus servicios como educador. ¿Vale desde esta postura la distinción sabio-ignorante? No hay verdad ni falsedad pues sólo nos pronunciamos sobre nuestras experiencias perceptivas. Tampoco es posible la contradicción porque no hay objeto común a las distintas percepciones. Platón contrapone en este punto la figura de Sócrates que vivió deliberadamente en la pobreza y se autodefinía como ignorante. Si aceptáramos el relativismo protagórico la mayéutica socrática, que se encamina a liberarnos de opiniones falsas, y la dialéctica de Platón carecerían también de sentido. En Metafísica Gamma Aristóteles presenta a Protágoras como el pensador que desafió el principio de no contradicción1, vale para el tanto una afirmación como su opuesta. Pero contrapone a ello el argumento que sentencia que utilizar el lenguaje es asumir ese principio. Al pronunciarse se lo hace acerca de algo; para no sujetarse al Principio de no contradicción debería guardarse silencio so pena de caer bajo su égida. Negar ese principio no sólo es negar el lenguaje sino obturar la posibilidad misma del pensamiento. Renunciar al lógos es salir de la condición humana. Compara a Protágoras con una planta que produce una “inversión radical” al privilegiar la postura puramente humana soslayando el germen de divinidad que hay en el hombre. Se opone de ese modo a la visión platónica con reminiscencias pitagóricas del hombre como “planta celeste”, con intelecto por encima de la aísthesis.

Para responder a la segunda crítica el Protágoras platónico redefine en la “Apología” la noción de sabio. Esta se troca por “el que es capaz de cambiar el parecer de otro hacia uno mejor”..Tal como el médico se vale de fármacos para cambiar la percepción del enfermo hacia otra disposición que le resulte mejor, el sofista (sabio) utiliza el lógos (que se asimila así a pharmakón). Existen opiniones mejores que otras pero no más verdaderas. Para el Protágoras que nos presenta Platón en el Teeteto, decir que algunas opiniones son más verdaderas que otras es indicador de inexperiencia. Gorgias advierte en este sentido que, como el pharmakón puede envenenar, el lógos puede producir una persuasión maligna. La función del sofista se aparta así de la que Platón concibe como específica del filósofo; ella es cambiar una creencia errónea por otra verdadera Encontramos en esta resignificación la idea embrionaria del pragmatismo, sustituir el criterio de verdad por el de utilidad. Una tesis como la de Protágoras que

1 Para Aristóteles y Platón el Principio de no Contradicción rige no sólo en el pensamiento sino en la physis y en la praxis humana.

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sostiene tal homogeneidad e igualitarismo en el terreno de las opiniones, encuentra en concordancia, dificultades para fundamentar la diferencia entre verdad y utilidad. El Sócrates platónico se niega por su parte a escindir verdad y utilidad como lo hace Protágoras. En el “Menón” Platón destaca que la opinión verdadera, que es por cierto inestable, es tan útil en el plano práctico como el conocimiento. Este hace “que la verdad se aferre al alma”.

Si para Protágoras es lícito hablar de “verdad” no es legítimo aseverar que todas las opiniones son verdaderas. Hay un elemento singular y excluyente en la verdad. Platón sostiene además que los individuos no obran como si todo diera igual y en cambio proceden en concordancia con la existencia de verdad y falsedad.

En el plano de las percepciones la tesis del homo mensura es sustentable sin contradicciones. No ocurre lo mismo en el ámbito de los valores. Además cuando se hace una afirmación y esta cobra estado público, el receptor elabora y/o emite habitualmente un juicio sobre el primer juicio (juicio de segundo orden). Nadie es espontáneamente tan protagórico para respetar sistemáticamente todas las opiniones.

Existe una interpretación sociológica de la tesis de Protágoras enfrentada a la psicológica o individualista que venimos exponiendo. Desde esa mirada el hombre que es medida de todas las cosas sería el polite y no el individuo percipiente. Los predicados involucrados ya no involucran lo sensorial sino aspectos valorativos. En este caso, lo que una ciudad considera bello y justo, lo es para ella. Se implica de esta manera soporte convencionalista de los valores. Lo que el sentido común tiene como verdadero es instituido en la realidad. La verdad o falsedad sólo existen en términos relativos. La posición de Protágoras aparece de este modo conformista, poco contestataria, conservadora; opuesta a la provocativa disposición de Sócrates a subvertir el orden establecido. Algunas interpretaciones sin embargo han puesto el énfasis en la capacidad transformadora que el hombre, creador de realidad a través del lógos que persuade y se concreta en realizaciones, adquiere con esta visión en la vida política de la ciudad.

La crítica más enérgica que se opone a la tesis del homo mensura es la que apunta a hallar una autorrefutación inherente al argumento de Protágoras. En un eventual diálogo entre este último y una mayoría que no renuncia a hablar de verdad y falsedad (es decir que no es consecuente con la aseveración censista de que todas las opiniones son verdaderas).

Si se relativizan todas las afirmaciones que Protágoras profiriera, él parece que no se autorrefuta. Pero esta postura impediría la comunicación aislándolo en un soliloquio repetitivo y estéril afirmando que todos tienen razón.

Si admite que su oponente emite un discurso que tiene sentido y concede al otro que dice la verdad sin coincidir con el otro en lo que sostiene, aparentemente evade también la autorrefutación. Pero si Protágoras acepta que una determinada tesis es verdadera para él y falsa para los interlocutores por caso, estaría admitiendo con la mayoría que existen opiniones verdaderas y opiniones falsas. Por consiguiente se autorrefuta.

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Si Protágoras sostiene su tesis de que todas las opiniones son verdaderas, deberá admitir que quienes aseveran que su propia tesis es falsa (la mayoría que polemiza con él), también tienen razón. Con ello está aceptando que acerca de una cuestión hay opiniones verdaderas y opiniones falsas tal como sostiene la mayoría. No podría escaparse con esta postura de la autorrefutación. Algunos autores sin embargo, afirman que hay un recurso ilegítimo por parte de Platón en este razonamieto. Al introducir el elemento extraño “opinión de la mayoría” Platón estaría desvirtuando la pretendida demostración de que Platón se autorrefuta. No alcanza así a demostrar que “Si todas las opiniones son verdaderas entonces todas las opiniones no son verdaderas”. La autorrefutación implica una clausura en la demostración que es violada por la incorporación del factor exógeno “opinión de la mayoría”. Aquí entran a jugar los juicios de segundo orden que nombráramos párrafos más arriba. En relación a la autorrefutación se trata de decidir en el Teeteto (170) el valor de verdad del dilema que plantea el Sócrates platónico “o lo que los otros piensan es siempre verdadero o, aveces es verdadero y a veces falso”. Si como sostiene Protágoras, lo que los hombres piensan es siempre verdadero, entonces es cierto este pensamiento del hombre que no acepta la tesis del homo mensura, a saber, que hay opiniones verdaderas y opiniones falsas. Por lo tanto es falso que lo que los hombres piensan es siempre verdadero. Si por otra parte, es cierto que hay opiniones verdaderas y opiniones falsas, se sigue de manera directa que no es cierto que todas las opiniones sean verdaderas. En cualquier caso entonces no es cierto que todas las opiniones sean verdaderas. Resalta Mc Dowell lo que ya habíamos anticipado respecto de la tesis adicional: La postura protagórica aparece como falsa sólo cuando se opone a ella el punto de vista de “un otro”. Aunque muchos autores avalan la idea de que el que nos llega es la del Protágoras histórico, probablemente Platón y Aristóteles, fuentes únicas y bastante hostiles al filósofo de Abdera, no presentaron en amplitud la tesis del homo mensura en su dimensión sociológica que presenta u relativismo más amplio como comentáramos en otra sección de este texto.

Platón plantea a través de Sócrates dos alternativas. Bien que la tesis del homo mensura no sea verdadera ni para el mismo Protágoras, bien que sea verdadera para su mentor pero falsa para los demás. Con ironía y en referencia al término metrón utilizado por Protágoras, Platón usa un criterio cuantitativo que él mismo ha rechazado conceptualmente en otras obras y dice que la tesis es más falsa que verdadera.

En el 171ª Platón para su conveniencia argumentativa, deliberadamente omite durante la crítica a Protágoras el uso de relativizadores (Protágoras debe admitir que su propia creencia es falsa para ellos). Algunos autores aceptan que la defensa de Protágoras debe arremeterse por este flanco (Marcos manifiesta reservas al respecto). Si este filósofo relativiza sus juicios y acepta que su tesis es verdadera para él y falsa para la mayoría, está admitiendo que todos se refieren a una cosa común. Eso haría colapsar el argumento del homo mensura pues es imposible desde esta perspectiva que dos individuos se contradigan porque aunque aparentemente disientan, todos los juicios versan indefectiblemente acerca de lo que cada uno experimenta. La tesis que sostiene que todas las opiniones son verdaderas se sostiene en tanto adscribamos los juicios al emisor de los mismos. Si dos sujetos dicen cosas contrarias, en rigor de verdad se están refiriendo a distintas cosas. Tan pronto la postura protagórica se divulga, deja de ser relativa a su autor; pasa a dominio público y se hace “una” para todos en ese acto. Sale entonces de las condiciones de posibilidad del planteo original que por ello se desvirtúa. La tesis

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transformada en un juicio de segundo orden, unificada será puesta a consideración de todos y rechazada por la mayoría.

La cátedra toma de posición por la idea de que Protágoras efectivamente se autorrefuta. Concederle que la tesis de que todas las opiniones son verdaderas, es verdadera para él y falsa para los demás equivale a aceptar que acerca de una misma cosa existen opiniones verdaderas y otras falsas. Ello significa asimilarse al “credo” de la mayoría acerca de que sobre algo en particular, unos piensan una cosa y otros, otra. Respecto de la defensa de Protágoras, la Dra. Marcos señala como la mejor a una sugerida por el mismo Platón. Negamos la autorefutación si decimos que, si Protágoras abraza como verdadera para él la tesis de que todas las opiniones son verdaderas y respeta que los demás tengan para sí que la postura de él es falsa. No aparece de ese modo en ningún momento admitiendo que su propia tesis es falsa.