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CRISTINA KAUFMANN,A LA BÚSQUEDA DE LO ESENCIAL

Teresa Guardans

PRESENTACIÓN ..................................................................................................................

1. UNA VIDA EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN .................................................1.1. La vocación de una joven europea ...............................................................1.2. Maduración y renovación ...............................................................................1.3. Volver a las fuentes .........................................................................................1.4. «Regreso a las fuentes»... ¿A cuáles? ..........................................................1.5. Al cuidado de la comunidad ..........................................................................1.6. «Procuren ir comenzando siempre de bien en mejor...» ...........................1.7. A la intemperie .................................................................................................1.8. Un rico magisterio ...........................................................................................

2. MAESTRA DE VIDA INTERIOR: UNA PEQUEÑA SELECCIÓN ..................................

BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA ......................................................................................

NOTAS ..................................................................................................................................

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Edita CRISTIANISME I JUSTÍCIA • Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona • Tel: 93317 23 38 • Fax: 93 317 10 94 • [email protected] • Imprime: Edicions Rondas S.L.• ISSN: en trámite • ISBN: 84-9730-284-2 • Depósito Legal: B-37.743-11 • Febrero2012

La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos están registrados en un fichero de nombre BDGA-CIJ, titularidad de la Fundación Lluís Espinal. Solo se utilizarán para la gestión del servicio que le propor-cionamos y para mantenele informado de nuestras actividades. Puede ejercer los derechos de acceso, rec-tificación, cancelación y oposición dirigiéndose por escrito a Barcelona, c/ Roger de Llúria 13.

Teresa Guardans es doctora en Humanidades y profesora del CETR (www.cetr.net). Su últi-mo título publicado: La verdad del silencio: por los caminos del asombro (Herder, 2010).

La idea de este cuaderno surgió del seminario «El lenguaje de los místi-cos» que se impartió en Cristianisme i Justícia durante el curso 2010-2011. Una parte de este seminario se dedicó a presentar la espiritualidadde la religiosa carmelita Cristina Kaufmann. Aunque la colección EIDESse centre de modo especial en la espiritualidad ignaciana, creímos queera de un gran interés dar a conocer el testimonio y la obra de esta mís-tica de nuestro tiempo.

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PRESENTACIÓN

Cuando me llegó la propuesta de un seminario sobre Cristina Kauf-mann (1939-2006), carmelita descalza, no estaba yo muy convencidade poder hacerlo. Sin duda una gran persona, pero... Me preguntaba sila experiencia vital de aquella monja, sus luchas, sus esfuerzos podíanofrecernos hoy algo real, a mí, a la “gente de la calle”.Mientras le daba vueltas y hojeaba los materiales que tenía a mano, meencontré con el último correo electrónico que envió a sus hermanas dela comunidad de Mataró, pocos días antes de la aparición de un bultoen el cuello, el primer indicio del cáncer del que moriría cinco semanasdespués. Es un texto breve que nos muestra a una mujer que, comouna esponja, no pierde ocasión para dejarse penetrar por la vida yaprender de cada detalle: el camionero que se le acerca para que learranque la astilla de hierro clavada en la mano –manos jóvenes yendurecidas que le hablan del trabajo de tantos para que todo funcio-ne como es debido–; la factura del lampista que le recuerda las preo-cupaciones económicas de la gente; el curso que prepara; la amabili-dad del informático que en un abrir y cerrar de ojos le ha resuelto unproblema del ordenador portátil y se ha ofrecido a acercarse algún díapor la casa para conectarle el ADSL; los primeros jacintos en flor; unachimenea que ha dejado barrida antes de salir, con la leña preparadapara la noche y que ha ardido durante su ausencia...: «me hace pen-sar que a veces hay situaciones donde todo parece parado, apagado,sin vida, sin posibilidades, y entonces viene, desde donde ni se ve nise espera, una centella que vuelve a avivar el fuego. Total, ha sido undía lleno de enseñanza. Queridas, en conjunto nada, sólo una pequeñaaportación a la recreación. Un fuerte abrazo para cada una, Cristina».«En conjunto, nada.» Simplicidad, apertura, receptividad, lucidez, aten-ción plena, amor, agradecimiento, sinceridad... éste es el perfume quedesprende el mensaje. Toda una lección. Primero desde el monasterio,después desde una vida eremítica, ella, más real, más auténtica, to-cando más de pies en el suelo, que muchos de los que pasamos nues-

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tros días en medio del hormiguero social, buscando quizás proteccióndetrás de nuestros propios muros.Así que sin darle más vueltas me puse manos a la obra, dejándomeguiar por los escritos de quien había sido capaz de transformar su cora-zón, su mente y sus ojos hasta penetrar las realidades de aquellamanera: capaz de abrazar y leer el libro de la vida, descubriendo encada detalle la “Presencia” siempre presente.Acercarnos a Cristina Kaufmann nos brinda la oportunidad de ser tes-tigos de los vientos de cambio que cristalizaron en el Concilio VaticanoII. De las esperanzas, los retos y las dificultades que vendrían. Testigosde un esfuerzo de renovación encarnado en una Orden religiosa –elCarmelo femenino–, en la vida de una comunidad –el Monasterio deMataró– y en la experiencia de la persona sobre la que recayó un des-tacado papel de representación. Asimismo, nos permite saborear sumaestría espiritual, palabras que nacen de un itinerario de búsqueda,de una progresiva desnudez, de una experiencia valiente que –comotodo proceso auténtico– trasciende las condiciones concretas en lasque se origina: búsqueda de absoluto de una mujer –subrayando,como veremos, esa condición femenina–, una mujer comprometida conun entorno determinado en unos tiempos de profunda y aceleradatransformación.Estas páginas no pretenden ser más que una selección representativade textos a partir de la ya amplia bibliografía al alcance; algo así comouna pequeña muestra a modo de invitación a seguir profundizando enel legado de la hermana Cristina.La primera parte consiste en un esbozo biográfico que es, a su vez, la“biografía” de una institución en transformación, acompañada de lasreflexiones de Cristina sobre la necesidad de renovación de las formasreligiosas. A continuación, damos paso a textos en los que nos habladel sentido del trabajo interior, de la espiritualidad. Dos grandes apar-tados que se corresponden, en cierto modo, con el “doble movimiento”que caracteriza su caminar y del que hablaba a sus hermanas en elaño 2000:

«Creo que el momento presente exige a nuestras comunidadesun doble movimiento: primero, salir de una instalación en estruc-turas de aislamiento para aprender a vivir en la intemperie de lapluralidad y el desarraigo de seguridades penúltimas; y segundo,entrar dentro de nosotras mismas, en el más profundo centrodentro del “castillo interior”.»

Ese doble esfuerzo que orientó su vida, la convierte en fuente de sabi-duría para todos nosotros.

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1. UNA VIDA EN UN MUNDO EN TRANSFORMACIÓN

«Mi vida de carmelita ha estado siempre desde el primer día marcadapor la categoría de cambio, de desarraigo, de tensión entre lo viejo y lonuevo, entre lo esencial y lo accidental. La fe en la vocación, la certe-za de que el camino de Teresa de Jesús era también un camino paramí, no me ha abandonado nunca.»1

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1.1. La vocación de una joveneuropeaChristine Kaufmann nace en Baden(Suiza) en 1939, e ingresa en el Carmelode Mataró en 1964 –en pleno ConcilioVaticano II (1962-1965)–, adoptando elnombre de Cristina María de la DivinaGracia.

¿Qué es lo que guió a aquella joveneuropea hasta un monasterio de clausu-ra en España, hasta “el fin del mundo”–si nos situamos en la perspectiva deuna familia suiza–, en aquellos años se-senta en los que la inmigración españo-la se hacía sentir con fuerza en Europay, muy especialmente, en Suiza? Unapregunta que le hicieron a menudo y a

la que ella respondía refiriéndose a doshechos: el impacto que, a los 12 años, lecausó la visión de una Mater Dolorosadel Greco, en clase (¿de qué país podíasalir una imagen como aquella?); y unarepresentación teatral del Diálogo deCarmelitas de Bernanos, presenciada alos 14 años:

«Una representación del drama en elteatro de mi ciudad natal penetró delleno en lo que yo tenía por la expe-riencia más importante de mi vidahasta entonces, los 14 años, el saberque existía una manera de mirar quevolvía transparente toda la realidad:mirar –saber– amar como itinerariodel ser, que Dios es Dios de amor,

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con quien se puede vivir con pasióny con fascinación e intimidad todauna vida.Yque este amor pasaba porel corazón humano, mío y de otro,pero no quedaba ahí, que era posiblequedarse como prendida por ese fue-go.» (FdP, 20)2

«La experiencia con el Carmelo se-gún G. Bernanos no me acercó, sinembargo, a la institución, a la reali-dad histórica, ni a lo que luego co-nocí como la obra de santa Teresa.Pero sí sabía que esta forma era laque correspondía a lo que llevabadentro, sin saber bien de dónde mevenía esta certeza. La vida de EdithStein, la carmelita judía asesinada enAuschwitz, me acercó algo más a larealidad concreta. Me hizo buscarlas obras de Teresa y leer con aten-ción la Vida que a la filósofa alema-na le había descubierto su propio ca-mino dentro del cristianismo. Lo queentendí claramente era que el Car-melo me haría posible vivir lo abso-luto del amor de Dios en una radica-lidad fascinante, en comunión conpersonas que lo habían vivido antesque yo. Coincidía con Teresa de Je-sús en que no era una huida absurdadel mundo, que la clausura encerra-ba la paradoja de una libertad y unapasión más allá de todos los muros yde todos los dogmas, algo que sobre-pasaba todo lo que se podía entendercomo institución o ideología cerra-das sobre sí mismas.» (FdP, 22)

Una visión de España y del Carmeloidealizada y desencarnada, dirá añosmás tarde, pero que la impactaron consuficiente fuerza como para mantener

vivo aquel anhelo. Teresa de Jesús yEdith Stein, la madre y la hermana, losdos modelos que la acompañarán siem-pre: dos mujeres lúcidas, valientes, mu-jeres de hondura, con cabeza y corazón.En 1959, una vez finalizados los estudiosde puericultura, viaja a Barcelona porprimera vez, quedándose en casa de unafamilia para hacerse cargo de los hijosdurante casi un año. En seguida empie-za a aprender el catalán y el castellano.De vuelta a Baden, trabajará en la ma-ternidad y colaborará con una parroquiaenseñando alemán a los inmigrantesespañoles. En los tres años siguientesregresará varias veces a Barcelona, que-dándose en casa de la misma familia.Una hermana suya recuerda que estabatotalmente convencida de que Cristinase casaría con un español. Mientras tan-to, ella se debatía entre el deseo de unavida “normal” y una llamada interiorque no se apagaba. Desde 1962, la ideade hacerse carmelita descalza en Españaarraiga con fuerza. Escribe a algún mo-nasterio; en noviembre del 63 visita elde la Inmaculada Concepción, en Mata-ró, y lo tiene claro: pide la admisión.Volverá a Suiza para cerrar asuntos per-sonales y despedirse de los suyos. Enmarzo de 1964 ingresa en el monasteriode Mataró. Una decisión difícil para sufamilia, que desde entonces pasarían ca-da año las vacaciones en España, cercade ella, en un hotelito de Caldes deEstrach, a pocos kilómetros de Mataró.

«¿Qué es lo que encontré al entrar en1964 en el Carmelo? Me encontrécon la realidad. Había imaginado al-go sin cuerpo, sin historia, sin rea-lismo. Me encontraba conmigo mis-ma. Ahí estaba la comunidad, las

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hermanas, las costumbres, lamanerade vestir, de comer, las mentalida-des, la liturgia [...] Todo lo imagina-rio tenía ahora cuerpo, sonido, colory yo estaba ante el desafío de inte-grar todo ello en mi propia expe-riencia y mi vocación. [...] Lo másimportante para mí de aquellos pri-meros años en el Carmelo fue la ex-periencia de lo absoluto de Dios vi-vido en la contingencia de una vidadiaria de lo más pequeña y vulgar.[...] En la crisis quedó en pie la ine-fable verdad de la llamada de Dios yla conciencia de esta llamada, perofue necesario encarnarlo en la reali-dad que no tenía nada que ver con loque Bernanos describe en su obrasobre la vida de comunidad en unCarmelo.» (FdP, 23)

La adaptación a la nueva vida no fuenada fácil. Lo recuerda en su conferen-cia en la Asamblea de la Federación deCarmelitas Descalzas de Aragón y Va-lencia, en 2005,3 una intervención en laque quiso reflexionar a partir de su ex-periencia de cuarenta años como carme-lita. La mujer madura, que podía miraratrás con perspectiva, distingue entre lasdificultades que formaban parte de unchoque cultural entre su Suiza natal yEspaña, y las que surgían del forzar a lavida espiritual a quedar prisionera deunas formas fosilizadas y obsoletas:

«Mi idealismo desencarnado se ibadesvaneciendo a lo largo de unaprendizaje y noviciado que abarca-ba todo, cuerpo, historia, corazón,espíritu. Recuerdo cómo las “terri-bles noches oscuras” que me produ-jeron estas cosas, me lanzaban más

al centro de mi único deseo: seguir aDios en la llamada que me dirigió yacoger su amor en la forma que Élme fuera enseñando. El no com-prender, no sintonizar interiormentecon esas costumbres y formas de vi-vir, me parecía que era parte del mis-terio de Dios mismo. Hoy sé que entodo ello había una profunda equi-vocación. Era la sacralización deuna manera de vivir. Lo que sí for-maba parte del misterio de Dios pa-ra mí fue el aprender a vivir aquellasituación con apertura teologal, fe,esperanza y amor. Dios no lo quería,ni lo permitía, pero sí, me salvaba,me liberaba en aquello. [...] Todoesto fue posible gracias al gran amorafectivo y real que me demostrabantodas las hermanas desde el primermomento y sobre todo la que enton-ces era priora y maestra de novi-cias.» (FdP, 168-169)

Se trata de Madre Carmela (1909-1997), una mujer franca, inteligente,enérgica, cordial, paciente, magnáni-ma..., a la que Cristina, y toda la comu-nidad deMataró, recuerdan siempre conagradecimiento y amor filial. A pesardel rigor de aquellos tiempos, “sentía-mos libertad en todo nuestro ser”,Madre Carmela hacía posible que serespirase “apertura, visiblemente y enverdad”; el ambiente era humano. La re-lación con cada una de ellas era estre-cha. Las hermanas recuerdan las difi-cultades de adaptación de Cristina, quellegó a enfermar y tuvo que guardar ca-ma durante largas temporadas.4 Una“crisis” que duró casi tres años y que su-peró con el apoyo y la confianza deMadre Carmela.

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«En esta primera etapa, en la que lacomunidad todavía vivía totalmenteanclada en las tradiciones “peren-nes” de hacía 400 años, la superficiede la vida ya se iba viendo rizada porel soplo del Espíritu Santo en elConcilio, como se riza la superficiede un lago con la brisa antes de quese forme una tempestad de tramon-tana [...]. La renovación conciliarabrió en mi interior el puente entrelo que había vivido antes de sercarmelita y lo que se tenía que des-plegarmás ymás en la Iglesia y tam-bién en nuestras comunidades. Em-pecé a ver que la diferencia entre lacultura en la que nací y crecí y la quereinaba en la comunidad podía sersuperada, se podían encontrar, ymásaún se podían enriquecer mutua-mente.» (FdP, 169)El abismo insalvable es el que se ge-

nera entre formas vivas y formas muer-tas, entre aquellas conectadas a la vida,a la realidad, y las estériles. Si la vidainterior puede enraizarse en cultura vi-va, sea la que sea, logra fructificar a pe-sar de las dificultades propias de todotrasplante.

Probablemente el hecho de vivir undesarraigo por partida doble –el culturaly el institucional– favoreció la capaci-dad de discriminación de la hermanaCristina, unamirada capaz de distinguir,en aquel legado ancestral, entre lo quepodían ser instrumentos al servicio de lavida y la innecesaria y contraproducentefijación a unas formas. Basta pensar, porejemplo, en el trato otorgado a las Es-crituras. En la etapa “pre-renovación”,las monjas –al igual que en los tiemposde santa Teresa– no tenían acceso di-

recto a la Biblia; los frailes, sí. Cristinaproviene de la Europa de la Reforma,tierra de convivencia de comunidadesprotestantes y católicas –sin olvidar unasignificativa presencia judía–, un am-biente en el que la lectura de la Bibliaalimentaba la espiritualidad. Ella mis-ma, con catorce años, la había leído decabo a rabo. ¿Cómo no iba a ver el sinsentido de unas normas que impedían laformación de las mujeres, que perpe-tuaban temores y desprecios sin funda-mento alguno?

El esfuerzo de concreción del “re-torno a lo esencial” que preconizaba elConcilio surgía, en verdad, de la vida in-terior de las comunidades; pero ésta seconstruye con los itinerarios con los quecada uno llega a esa vida comunitaria, ysus aportaciones a la misma. No podríaser el mismo el ambiente que se respiraen una comunidad en la que la mayoríade sus miembros son hijos o hijas de en-tornos ampliamente agrícolas, en losque el peso de la religiosidad se hacesentir todavía con fuerza... y el que serespira allá donde la gente proviene ma-yoritariamente de realidades urbanasfuertemente laicizadas y plurales. Porahí habría que buscar algunas de las cla-ves del difícil proceso postconciliar quese vivió en el Carmelo y que desembo-có en la escisión.

1.2. Maduración y renovaciónEn 1968 la hermana Cristina profesa so-lemnemente. Dos años después es ele-gida subpriora ymaestra de novicias. En1973 será elegida priora, cargo en el querepetirá tres trienios más (hasta 1986),el máximo posible, con dispensa inclui-

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da; será reelegida de nuevo en 1989, conrenovaciones hasta julio de 2001. Al fi-nal de este cuaderno, adjuntamos uncuadro cronológico que facilita podersehacer una idea rápida del curso de losacontecimientos, los de la Orden y losde la vida personal. Las disposicionesconciliares animan al aggiornamento delas órdenes religiosas, a revisar las for-mas de vida invitando a un «retorno alas fuentes»; toda su vida de carmelita–dirá– «estaría marcada por el “cam-bio”, por la tensión entre lo esencial y loaccidental».

«No sé si acierto si digo que en nues-tras comunidades el movimientoempezó gracias a aquella frase con-soladora y animadora del documen-to Perfectae Caritatis, “volver a lasfuentes”. Me parecía que esta invi-tación tenía en si todas las ventajasde ser un estímulo para la fidelidadal carisma de cada orden pero apo-yándola en un más profundo cono-cimiento del mismo. Con todo, dabapie a interpretaciones encontradas:simplemente retroceder a lo que vi-vían y hacían los fundadores, o biensalir al encuentro de los fundadoresen su tiempo y aprender de ellos có-mo salir nosotros al encuentro denuestro momento histórico y vivir elcarisma primigenio en este momen-to.» (FdP, 173)

Anclarse en las formas de vida delsiglo XVI o abordar el presente desde elespíritu fundacional... Para entenderbien el alcance del conflicto y el espíri-tu de cada uno de las dos opciones en-contradas, recordemos cuáles son las“fuentes” del Carmelo.

Desde, como mínimo, el siglo IXa.C. el Monte Carmelo, en Palestina(Israel) fue lugar sagrado para variastradiciones religiosas, acogiendo a bus-cadores solitarios y a pequeñas comuni-dades. Desde el siglo IV también los ere-mitas cristianos buscaron la soledad enaquellos parajes, una tradición que sevio renovada en el siglo XII, cuando alfinalizar la tercera cruzada, algunos de-votos calabreses, peregrinos o cruzados,decidieron quedarse y establecerse en elmonte. Aquella comunidad de eremitasdel Carmelo, de “carmelitas”, recibió elreconocimiento por parte de Roma bajounas reglas de vida que pasaron por másde una redacción. La versión de 1247fue la que en el futuro sería considera-da como la “Regla primitiva”. Se tratade un texto breve (no ocupa más de doso tres hojas), firmado por Alberto, pa-triarca de Jerusalén, que recoge en vein-ticuatro puntos unas orientaciones paraaquellos eremitas que viven en la mon-taña bajo su jurisdicción. El primer pun-to es el enunciado, y los tres siguientessintetizan la esencia del conjunto:

«2. En muchos lugares y de muchasmaneras los santos Padres estable-cieron de qué suerte cada uno, cual-quiera que sea la Orden a la que per-tenezca o el modo de vida religiosaque hubiere elegido, haya de vivir enobsequio de Jesucristo, y servirlefielmente con corazón puro y buenaconciencia. 3. Pero como nos pedísque os demos una fórmula de vidaadecuada a vuestro proyecto comúny a la que deberéis ser fieles en el fu-turo. 4. Ordenamos lo primero, quetengáis por Prior a uno de entre vo-sotros…»

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Elección del prior, habitar en el lu-gar que más convenga, sin propiedadespersonales, comida en común, vida fru-gal, castidad, trabajo, cultivo del silen-cio, oración, servicio… una serie deorientaciones básicas para favorecer loesencial: «vivir en obsequio de Jesucris-to». Unos años después la orden carme-lita se expande por Europa conser-vando, en parte, el estilo eremítico y elvalor del silencio –rasgos tan caracte-rísticos de la vida en la montaña sagra-da–, pero incorporando también el apos-tolado activo propio de las órdenesmendicantes que en aquel momento flo-recían con fuerza en una Europa heridapor las desigualdades y la miseria.

¿Había mujeres eremitas en el monteCarmelo? Se sabe que había contempla-tivas, desde el siglo III, en los desiertosde Siria, Egipto, Palestina, Turquía...Son las Ammas, las madres del desierto.Pero no hay rastro de ellas en el Carme-lo. Así pues, la Regla Primitiva es unaregla escrita por hombres, y para hom-bres. Pero cuando el movimiento llegóa Europa pronto contó con la incorpo-ración femenina, pues hay noticia deunas “beatas carmelitas” en Italia, a fi-nales del siglo XIII. Y en 1452 se produ-ce la aprobación oficial de una regla pa-ra monjas carmelitas, estableciendopara ellas la clausura como era obliga-do para cualquier comunidad femenina.En España los primeros monasteriosserían el de Écija (1450) y el de la En-carnación de Ávila (1515), en el queentraría Teresa de Jesús en 1535: unosmuros no pocas veces impuestos a hijasde familias acomodadas, que procura-ban sobrevivir a su confinamiento lomejor posible.

1.3. Volver a las fuentesTeresa de Jesús funda el primer monas-terio “reformado” en 1562, el de SanJosé en Ávila, no tanto como respuestaal ambiente relajado de la Encarnación–dirá Cristina–, sino como renovacióndel carisma contemplativo del Carmelo.En 1567 ven la luz las primeras Cons-tituciones:

«La Santa es consciente de que lanorma que tiene que regir la nuevafamilia por ella fundada es la Reglaprimitiva de la Orden del Carmen,toda ella un ramillete de textos bí-blicos que centran toda la vida delCarmelo en este punto: “vivir en ob-sequio de Jesucristo”. Cómo lo en-tiende santa Teresa para sus hijas, loexpone en el Camino de Perfección.Y resumiendo esta doctrina en for-ma de Constituciones para que que-de una firmeza jurídica de su caris-ma, redacta unas pocas normas quesirvan de columna vertebral jurídica.

Son de un estilo sumamente senci-llo, corto, mucho más espiritualesque las abundantes prescripcionesde las Constituciones antiguas quese guardaban en la Encarnación singuardarlas. La Santa insiste con ve-hemencia en su epistolario con elP. Gracián y otros ante la definitivaredacción de las leyes, que éstas fue-ran esenciales, no pesadas, que conguardar la Regla ya se hacía bastan-te.Y ella confiesa que no “pudo aca-bar con ello”, pues los frailes car-melitas no estaban en condicionesde entender el genio de esta mujerque sabía lo nefasto que era sentirseaplastado por muchas leyes pesadas

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que no dejan respirar a las almas. Yella, como mujer, no podía interve-nir directamente en la redacción ytuvo que dejar este cometido al Ca-pítulo de sus frailes. Ella hizo unaespecie de encuesta entre las herma-nas y luego lo comunicaba al P. Gra-cián para que éste lo llevara al Ca-pítulo. Insiste en que no se ponganpreceptos menudos y complicados.[…] Teresa tiene necesidad urgentede ver unas Constituciones escritas eimpresas para que su obra quedebien asegurada de falsas interpreta-ciones, de los antojos de cada prio-ra, de los humores cambiantes de lossuperiores que después vinieren.»(FdP, 91-92)5

No sólo no podía intervenir directa-mente; en 1581, un año antes de morir,tuvo que ver cómo se modificaban lasConstituciones quedando reforzados yampliados aspectos normativos y jerár-quicos.

«Teresa acoge en la Regla el estiloeremítico de la vida contemplativa:“el estilo que pretendemos llevar esno sólo de ser monjas, sino ermita-ñas” (C. 13,6). Luego ella le pone susello peculiar, justamente obligadapor la ley de clausura, por la tutela ala que está sujeta la mujer en la Igle-sia de su tiempo. El lugar solitariodel Monte Carmelo donde los ermi-taños erigen sus celdas alrededor deloratorio común se convierte en unmonasterio donde cada monja tienesu celda en el mismo edificio y to-das juntas quedan cercadas por elmuro de la clausura.» (FdP, 209-210)6

1.4. «Regreso a las fuentes»...¿A cuáles?

¿A la Regla primitiva? ¿A las Constitu-ciones de 1567? ¿Alas de 1581? ¿AunasConstituciones marcadas por la condi-ción de la mujer en la Iglesia y en la so-ciedad del siglo XVI, o salir al encuentrodel carisma primigenio desde el propiotiempo histórico? En aquel períodopostconciliar se trabaja por unas Decla-raciones inspiradas en la Regla y en lasConstituciones de santa Teresa, las de1567; repensándolas desde el reconoci-miento de la vida de unas mujeres conplenas capacidades, que no necesitan vi-vir supeditadas a la tutela masculina;mujeres con derecho a la formación, ahacer oír su voz, a tomar decisiones; unaredacción que busca vivificar la clausu-ra como instrumento al servicio de la vi-da interior, sin miedos ni desconfianzas.Poco a poco van desapareciendo lasrejas con sus púas, las liturgias invitan auna mayor participación, se favorece laoración personal, se aligeran los hábi-tos, se abren las posibilidades de forma-ción, se flexibiliza la vida comunitaria...Pero no todos los monasterios piensanigual. Un grupo de Carmelos, mayorita-riamente españoles, son de la opinión deque unas Constituciones, inspiradas porel Espíritu Santo, no necesitan actua-lización de ningún tipo; que son atem-porales y que las modernizaciones res-ponden, en gran medida, al deseo dedisminuir la exigencia de la vida carme-lita. Destaca en este movimiento “tradi-cionalista” el nombre de la MadreMaravillas (1891-1974), fundadora denumerososmonasterios; y el del Carme-lo de La Aldehuela (Getafe), en el que

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murió. La Madre Maravillas fue cano-nizada en 2003.

Para la elaboración de las nuevasconstituciones, el Prepósito General dela Orden, el padre F.Monahan, visitó to-das las provincias recogiendo las suge-rencias de las carmelitas por boca de susdelegadas. En 1975 se reúne con la dele-gación catalana. El resultado de las con-sultas son lasDeclaraciones a las Cons-tituciones “primitivas” de santa Teresapara las Carmelitas Descalzas que seaprueban en 1977, ad experimentum,por cinco años. Cinco años después –en1982– Roma envía un cuestionario pa-ra valorar el ensayo llevado a cabo. Ennoviembre de 1984, tras un silencio dedos años y medio, todos los Carmelosreciben una carta firmada por el carde-nal Casaroli, Secretario de Estado delVaticano, anunciando la redacción deunas nuevas Constituciones bajo la pre-sidencia de la Sagrada Congregación.Se ponía así punto final al proceso de re-flexión iniciado;7 un duro golpe al quesiguieron años de “tensiones fecundas”,de confrontación y de debate, pero tam-bién de intrigas y de enemistades, hastaque...:

«Después de años de sufrimiento,trabajos y esfuerzos para caminarunidas en la diversidad, se consoli-dó la división de laOrden con la pro-mulgación de lasConstituciones pa-ra los monasterios de CarmelitasDescalzas, el 8 de diciembre de1990, por el Papa Juan Pablo II.Fueron aceptadas por sólo 123 co-munidades de monjas carmelitas dediversos países. Y el 17 de septiem-bre de 1991, la Sede Apostólica

aprobó las Constituciones según lasdisposiciones del Concilio Vatica-no II. Las 763 comunidades restan-tes se acogieron a este nuevo texto.»8

1.5. Al cuidado de la comunidad

En todo aquel proceso la Comunidad deMataró y, muy especialmente, Cristina,no pudieron evitar ser el blanco de du-ras críticas. Las reflexiones del claretia-no S.M. Alonso nos permiten hacernosuna idea de la situación:

«Conozco algunas críticas que sehan hecho a Cristina y a su queridoMonasterio de Mataró. Y tengo queconfesar que me parecieron y me si-guen pareciendo tristes, porque lasconsidero infundadas. Suponer enCristina algún deseo de protagonis-mo o una intención de “reformar” elCarmelo, cambiando o modificandosu verdadera identidad carismáticaen la Iglesia, o algunos de los ele-mentos esenciales que la integran, yno, más bien, querer decididamentevolver a lo esencial y, desde ese “nú-cleo” irrenunciable, interpretar y vi-vir todo lo demás, “con prudencia ycoraje a la vez, con fidelidad y crea-tividad”, es no sólo un gravísimo jui-cio temerario, sino una gravísimafalsedad. […] En todo caso, lo ciertoes que ella –Cristina– nunca se ha-bría permitido juzgar a nadie con tan-ta dureza ni “descalificarle” contanta poca comprensión y caridad.Y,menos todavía, en nombre de la fi-delidad. […] No hubo nunca en ellaun gesto o una palabra de rebeldía.Pero tampoco vivió en la ciega su-

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misión. Supo ser fiel y obediente sintraicionar su propia conciencia y laentera fidelidad a Dios, como “hijade la Iglesia” […] Cuando se estabaviviendo aún esta misma dolorosasituación me decía desde Mataró:“de momento hemos hecho lo quepodemos con nuestros pobres me-dios. Lo demás lo dejamos enmanosde Dios. Y confiamos y esperamoscontra toda esperanza. Siento que,en medio de todo, crece en mí el de-seo de la paz y el silencio interiores.Dios es el más importante; todo lodemás, leyes, intrigas, forcejeos…quedan tan en la periferia…” »9

Sus hermanas subrayan el espíritude servicio, la responsabilidad y el po-co deseo de protagonismo con queCristina asumió la tarea para la que ha-bía sido elegida. Así lo recuerdan ellas:

«Amaba mucho a la comunidad, nohizo nada sin ella. Actuaba siemprecon ella y todas juntas proseguíamosel camino de la renovación que noshabía señalado el Concilio Vatica-no II. Aprendíamos a escucharnos,ampliando la mirada hacia la Iglesiaentera, hacia toda la humanidad, nosolamente hacia nuestro pequeño re-cinto. En un afán de búsqueda de loscaminos para acercarnos al ideal quenos traza santa Teresa nos propusi-mos ser una comunidad viva, evan-gélica, convocada por el amor deJesús, al servicio de su Iglesia y delos hermanos, en la contemplación yla sencillez. Durante estos años nosdedicamos enteramente al estudio, ala reflexión y a la profundización delcarisma teresiano para una adecuada

renovación de la vida carmelitana ala luz del Concilio.

El objetivo principal de la madreCristina en su quehacer de madre yguía de las hermanas, siguiendo elritmo iniciado por la madre Carme-la, fue dar a la comunidad una sóli-da formación permanente a fin dehacer crecer a cada hermana en li-bertad, responsables de su propiavocación.»10

La formación fue una de sus preo-cupaciones permanentes. Hasta ese mo-mento el saber atravesaba a cuentagotaslos muros de las clausuras, “racionado”según criterio de los responsables mas-culinos. Amparada por el ejemplo deTeresa de Ávila y Edith Stein, Cristinalo tiene claro: la opción contemplativano puede ser sinónimo de oscurantismoe ignorancia. El estudio ha de poder ali-mentar la vida interior de lasmonjas quemerecen las mismas oportunidades deformación que los frailes. Hay que su-perar desde las raíces un modelo quesupedita las mujeres a los hombres. Nidiscriminación ni dependencia: reci-procidad, corresponsabilidad...

«La toma de conciencia de nuestradignidad de mujer va creciendo enmuchas de nosotras.Amenudo se vealimentada por la presencia de muje-res jóvenes en nuestras comunidadesque tienen de ello una experienciamás viva y directa de la que, posi-blemente, podamos tener las mayo-res. [...] El flujo y reflujo de expe-riencias y de enseñanzas entrehermanos y hermanas de la mismaOrden, debe ser verdaderamente re-

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cíproco. [...] La lectura de la bellacarta de Juan Pablo II [...] me per-mite afrontar este nuevo “comenzar”que nos inculca la Santa Madre“ahora comenzamos y procuren ircomenzando siempre de bien enme-jor”, desde una nueva libertad evan-gélica, desde una nueva fraternidado “sororidad” dentro de la Orden,desde una creatividad amable y de-licada, pero no por ello menos de-terminada e inteligente, perseveran-te y paciente.»11

Sin pretensiones de reformadora, sinduda, pero es evidente que la comuni-dad de Mataró, con ella al frente, cons-tituyó un referente vivificador del mo-vimiento de renovación.

La reflexión en el interior de las co-munidades va unida al deseo y a la ne-cesidad de establecer canales perma-nentes de comunicación con los demásmonasterios. Poco a poco se va conso-lidando un proceso federativo. En 1987Cristina es invitada a asistir a la asam-blea de la federación alemana; en un en-cuentro en el que participan la presi-denta de la federación alemana, la de laholandesa y Cristina en nombre del mo-nasterio de Mataró, se constituye elEuro-Team (1989). Más adelante se su-marán las presidentas de las federacio-nes de Gran Bretaña y Francia. La di-námica federativa se había iniciado enCataluña en 1979, pero no será hasta1993 en que se apruebe y quede consti-tuida la Federación de Santa María deMontserrat de las Carmelitas Descalzasde Cataluña y Baleares que siguen lasConstituciones de 1991. La madre Cris-tina es elegida presidenta de la misma.

Son años intensos de intercambio,de construcción de nuevas dinámicas.En 1999 viaja a Chile invitada por laasamblea federal chilena; en 2005 viajaa Estados Unidos. Participa en congre-sos, atiende demandas de conferencias,cursos, jornadas de reflexión... que pro-vienen tanto del mundo académicocomo de otras órdenes e institucionesreligiosas. Y con el tiempo –y los ojosabiertos a la imparable transformaciónde las realidades humanas–, crece confuerza una convicción: ya no bastacon reescribir unas Constituciones, espreciso recomenzar, recoger la semillade la contemplación y plantarla de nue-vo, a la intemperie del siglo XXI, dejan-do atrás las antiguas estructuras.

1.6. «Procuren ir comenzandosiempre de bien en mejor=»

En octubre del año 2000, en el Encuen-tro de presidentas federales con el padregeneral Camilo Maccise, toma la pala-bra la madre Cristina12:

«Muchas energías de estos años hansido dedicadas a la tarea de respon-der a la llamada de la Iglesia a tra-vés del Concilio a la renovación denuestra Orden, de nuestras comuni-dades. Todos sabemos que han sidoaños de tensiones fecundas […] pe-ro también de dolorosas divisiones[…] Hace tiempo que yo siento den-tro de mí como que este tiempo decontroversia, de lucha, ha tocado asu fin yme siento invitada a una nue-va etapa, a concentrar todos mis es-fuerzos ymi interés en encarnar hoy,aquí, en el marco real que Dios me

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brinda para realizar mi vocación, elcarisma teresiano-sanjuanista. Estoyconvencida de que una época con-creta, la que va desde la fundaciónde San José de Ávila en 1562 hastahoy, toca a su fin para muchosCarmelos en Europa, quizá en elmundo occidental en general. […]

Desde las primeras veces que oíaleer la Regla en el refectorio me lla-mó poderosamente la atención lafrase “Vivir en obsequio de Jesucris-to”. Sigo pensando que aquí estácondensado todo el contenido deella y aun todo el contenido de nues-tra vocación como cristianos y car-melitas. Hoy esta frase me invita acontemplar todo el panorama inte-rior de mi vida como carmelita, mivida “en obsequio de Jesucristo”, lavida desde Él y con Él y para Él ypara todos.Yome pregunto si damosdemasiado fácilmente por supuestoeste vivir en obsequio de Jesucristo.Lo primero, lo esencial, lo único ne-cesario es esto. Paramí, esto es la vi-da mística. Es un entrar más y másen el misterio del Amor de Dios enCristo, el misterio de mi propia vo-cación, mi vida real, la que ha trans-currido durante 36 años en el Car-melo. [...] Nos hemos acostumbradoa que lo que es una norma de vidapara hombres del siglo XIII enPalestina y lo que es una legislaciónconstitucional para mujeres en el si-glo XVI en España, se puedan tenersimultáneamente como normas devida para hombres y mujeres del si-glo XX y XXI. No sé si en nuestras co-munidades hemos experimentadoun auténtico asombro ante la “crea-

ción” de Teresa a partir del texto pri-mitivo. Hay coincidencia en lo esen-cial de toda vida contemplativa, pe-ro nada más.

[…] Este ideal eremítico que la San-ta vivió traducido a la manera quepodía en su tiempo tiene que sernuestro ideal ahora, traduciéndolo anuestra realidad. Los elementos cul-turales del tiempo de la Santa no sonsolamente las rejas, los hábitos, loshorarios, los trabajos y las ceremo-nias. Lo son igualmente la visiónque reinaba en aquella sociedad yaquella Iglesia sobre la realidad delser de la mujer en esta sociedad y es-ta Iglesia. […] Abrir los ojos a hori-zontes nuevos y reconocer en nuestrahora la vigencia del carisma, conte-nido en la Regla y actualizado en sutiempo por la Santa y que ahora nostoca a nosotras transmitirlo vivo afuturas generaciones de la Iglesia.»

Cristina pone de relieve el esfuerzorealizado durante 30 años en un proce-so de renovación; pero siente que ha lle-gado el momento de profundizar en elideal eremítico:

«Me parece que si estamos atentas ala realidad que ya nos envuelve, des-de la experiencia interior viva, mís-tica, entonces es cuando vamos ca-minando y pasando de una forma aotra forma de vivir, de unas estruc-turas a otras, no por amor al cambiosino por interior necesidad, porqueel Espíritu mismo nos conduce y noslleva. [...]

Creo que el momento presente exi-ge a nuestras comunidades un doble

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movimiento: primero, “salir” de unainstalación en estructuras de aisla-miento (clausura física mal interpre-tada y clausura en sistemas de pen-samiento) para aprender a vivir en laintemperie de la pluralidad y el desa-rraigo de seguridades penúltimas, ysegundo, “entrar” dentro de nosotrasmismas, en el más profundo centrodentro del ‘castillo interior’. No creoen cambios estructurales externosque se contentan con modificar loshábitos y los ‘hábitos’, con construiredificios modernos y funcionales,con adquirir algunas ideas nuevas yformas “modernas” de vivir en co-munidad. Esto no puede renovar alas personas, no puede responder alo que el Espíritu nos pide. Pero sícreo en la fuerza de la vida interior,en el manantial irrestañable de vidanueva que brota en cada persona quees el Espíritu de Jesús (cf. Jn 4,37-39). Podemos ser fuentes de agua vi-va para quien quiera descubrir supropia sed.

La Regla como documento deOriente medio, lugar donde conflu-yen los nacimientos de diferentes re-ligiones, es para hoy y contiene pa-ra hoy, quizá implícitamente, unallamada al ecumenismo, al diálogointerreligioso. […] La hospitalidadespiritual y física, la acogida sin pre-textos, la amistad ofrecida en liber-tad y respeto, la comprensión cordialde las inquietudes de muchos, el tes-timonio sobrio y sereno de nuestraalegría, la permanencia callada ennuestro lugar, son dones que pode-mos ofrecer y compartir. Pero sobretodo, deberíamos aportar el ser con

todo lo que esto significa y yo no séexplicar bien, lo intuyo y lo percibodesde la Palabra queme habita, en laque soy y estoy.

[…] Por aquí van mis pensamientoscuando considero el posible papel denuestras comunidades en el futuro.No me preocupa sólo la falta de vo-caciones, el envejecimiento físico delas comunidades; la crisis es máshonda. Es cuestión de redescubrirlas raíces y hundirlas en la tierra queDios nos da, ahora y aquí. “Ahoracomenzamos y procuren ir comen-zando siempre de bien en mejor”(Fundaciones: 29,32). Creo nos urgeen el momento presente entrar en ladinámica de la fundadora que no danunca su obra por acabada porque lavida que le bulle por dentro es elamor y el amor no acaba nunca.»(FdP, 209-224)

Pronto veremos que cuando estápronunciando estas palabras, Cristinaestá a punto de dar un paso importantepara encarnar su vocación en una nuevaforma de vida. Pero antes de retomar elhilo biográfico, atendamos a sus pala-bras cinco años después, en su inter-vención ante la Asamblea de la Fede-ración de Aragón y Valencia (febrero2005)13, profundizando sobre esamismaintuición:

«La etapa de renovación conciliarque a muchas de nosotras nos alcan-zó en nuestros años de juventud enla Orden se puede considerar comoacabada con la declaración de lasnuevasConstituciones de 1991.Yto-do acabamiento, toda meta, es siem-

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pre un nuevo punto de partida. […]Me parece importante que nosotras,hoy, sepamos reconocer el acento deriesgo que es inherente a la vocacióncristiana y teresiana y, al mismotiempo, nos sintamos firmementearraigadas en nuestro ser de monjas,habitantes del silencio y de la sole-dad. La intemperie actual es nuestra“clausura”, el riesgo y la pobreza defuerzas son los muros que nos pro-tegen contra lamediocridad y la opa-cidad y la vanidad.

[…] No tenemos que preguntar tan-to ¿hasta dónde tenemos que adap-tarnos, forzadas por la situación?,para responder al momento históri-co que nos toca vivir, sino hastadónde podemos ir en nuestra bús-queda de encontrar nuestro sitio enel mundo, para poder vivir el regalode nuestra vocación hoy, que sea unavivencia que nos construya comopersonas y que esté al servicio paralos demás.

[…] Estoy convencida de que tene-mos que salir de nuestras estructurasde vida comunitaria. Todo el peso dela clausura material como la hemosido viviendo sustancialmente hastahoy y la seguimos viviendo en mu-chos aspectos, ya no tiene el mono-polio de ser la única forma de vidacomunitaria que salvaguarde y ali-mente la oración interior, la amistadcon Dios y entre nosotras. Sigo afir-mando que tenemos que abrirnos auna variedad en la comunión. En unafederación deben poder caber distin-tas formas de comunidad. La fede-ración misma tiene que ser más y

más una auténtica comunidad decomunidades.»

Y sugiere algunos ejemplos: peque-ñas comunidades de tres o cuatro her-manas en plena ciudad, espacios de ora-ción compartida con las gentes; casas decarácter eremítico, casas en comunióncon otras órdenes contemplativas, la po-sibilidad de unirse a un estilo de vidacontemplativa por períodos de tiempolimitado... Cuando Cristina pronuncia-ba estas palabras, sabía lo que hablaba:hacía ya cuatro años que “practicaba” elcarisma teresiano rompiendo con el mo-delo conventual.

1.7. A la intemperie«Pasando de una forma de vivir a otra,no por amor al cambio sino por interiornecesidad» –decía en la asamblea de fi-nales de octubre del 2000–. Dos mesesdespués, el 13 de diciembre, convocabaa las hermanas a Capítulo conventualpara exponerles que desde hacía unosmeses se sentía llamada a llevar una vi-da más eremítica, de mayor soledad.Les habló del regalo de una “nueva vo-cación”:

«No me siento con vocación de fun-dadora, lo digo una vez más [...].Pero, sí, siento el regalo queDiosmehace de vivir el carisma de santaTeresa con unas formas diferentes delas que he vivido hasta ahora, si lacomunidad lo ve bien. [...] ¿Ymi re-lación con la comunidad? Una vezmás quiero expresaros mi disposi-ción de total obediencia, de servicio,de entrega, en la medida en que lacomunidad lo considere útil, tenien-

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do en cuenta este nuevo estilo de vi-da que llevaría.»14

«No lo concibo como algo limitadoen el tiempo, pero tampoco sé si será pa-ra siempre...» Propone evaluar la expe-riencia pasado un año, «si a las herma-nas les parece bien». «La noticia cayócomo una bomba», escriben ellas. Trasun intenso proceso de reflexión, el 25 demarzo de 2001 la comunidad da su con-sentimiento. Se concreta la marcha pa-ra finales de octubre; en julio terminabael trienio como priora. Cristina viviráen el “pajar” rehabilitado delMasTorta-dés, en una zona montañosa, las Gui-lleries. El 12 de abril, Jueves Santo,siguiendo la costumbre, la priora lavalos pies a las hermanas, sirve la mesa ypronuncia unas palabras. Aquel año elambiente, el tono, sonaba a despedida:

«Hoy este momento me parece queestá impregnado de una carga pecu-liar para mí, es como si anticipara elmomento de dejar ya el servicio depriora que he intentado llevar a cabodurante muchos años con fidelidadal mandato que Jesús nos da hoy: ‘Siyo, el Maestro, el Señor, os he lava-do los pies, también vosotros debéislavaros los pies unas a otras’ [... ]¿He sabido hacer feliz a cada una conmi presencia de amiga, de hermana,de madre que ama sirviendo? Señor,tú lo sabes... Por tu gracia, ahora mesiento preparada para volver a la hi-lera de la comunidad. Empezar asíuna nueva etapa de mi vida, la últi-ma, la del retorno aDios. Quiero ser-virte en cada hermana...»

En esemomento en una revisiónmé-dica se le detecta un melanoma que, de-

bidamente tratado, no será obstáculo pa-ra seguir adelante con el proyecto. Sólose modificará el plan de visitas, puestendrá que acercarse a Mataró cadaquince días para una revisión. El 30 deoctubre inicia pues esa nueva etapa devida y oración en soledad, y de inmer-sión en la naturaleza: «la lluvia, la nie-ve, el frío, el sol, el canto de los pájaros,le entraba por todos los poros», el tratosimple y solidario de la gente de los al-rededores... Cristina prepara algún cur-so, charlas, artículos, traduce... Dosaños ymediomás tarde se traslada a unacasa algo más grande, cerca del pueblode Espinelves, con capacidad para po-der acoger a algunas hermanas de la co-munidad o de la federación en períodosde retiro. Ella intensifica su actividadparticipando en congresos, acompañan-do ejercicios espirituales e impartiendocursos. Hasta el 18 de marzo de 2006,día en que nota un bulto en el cuello.Viaja a Mataró; le diagnosticarán uncáncer linfático. El proceso serámuy rá-pido. Cristina se debilita día a día, noresponde al tratamiento. Se acerca Se-mana Santa; sus hermanos viajan desdeSuiza. Martes de Pascua, Cristina seapaga: «querría deciros una palabra acada una... no puedo, no tengo fuerzas...sólo tengo una palabra que deciros:‘Dios es amor’...». Muere aquella no-che, el 18 de abril.

1.8. Un rico magiserioHasta aquí el esbozo biográfico de Cris-tina y también el de un periodo de la vi-da de su amado Carmelo. Del itinerariointerior de Cristina se desprende un ri-comagisterio del que ofreceremos algu-

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nas pinceladas en las páginas siguientes.Un itinerario que ella, en la asamblea de2005 a la que ya hemos hecho referen-cia, sintetiza con la ayuda de una ima-gen:

«Me he sentido muchas veces comoquien está atada, muy segura a unacuerda elástica y se arroja a un pre-cipicio, sabiendo de cierto que vol-verá a su punto de partida, que estáfirmemente anclado y por esto mis-mo puede avanzar sin temor haciaprofundidades desconocidas o leja-nías inexploradas. En los años deplena efervescencia de nuestra Or-den, cuando todo parecía que podíatener un futuro inmediato glorioso ylleno de luz mística, cuando me pa-recía que de todas partes confluíansignos de “inminente llegada delReino de Dios” para las carmelitas,esta sensación de poderme lanzar sintemor creaba en mí un sentimientode inmensa gratitud y también de ge-nerosidad, de dejarme “utilizar” porDios de la manera que él quisiera.[…] Cuando toda esta visión se ibatransformando en un paisaje de nie-bla espesa, de caminos barrados, deturbulencias en la navegación, lamisma imagen me servía para nodejarme abatir por el desánimo, elmiedo o la desconfianza hacia mímisma y lo que había hecho.

Desde ahí es fácil paramí leer la pos-terior inclinación hacia la vida ere-mítica, la soledad en la que me sitúoahora como si la cuerda elástica sehubiera contraído en el punto de an-claje y ahí estoy. Hay momentos demi vida de ahora en los que vivo la

gran alegría de sentirme unida a to-das las hermanas de mi comunidad,federación y más allá, como la raízestá unida a las ramas, las hojas y lasflores y sin ellas no tendría sentidoser raíz. Otras veces se me abre elhorizonte más allá de la circunstan-cia de ser carmelita, de pertenecer auna Orden y me parece que toco ladesnuda realidad de la existencia hu-mana, una cualquiera, que vive anteDios, desde Dios y pendiente de él,sin más adornos, ni consagracionesni reglas, simplemente incorporadaa Cristo, viviendo el desmesuradomisterio de la encarnación en un si-lencio existencial tejido de insigni-ficancia y de agradecimiento, depobreza y de serena alegría. La ora-ción, el silencio, el trabajo de escri-bir, el trabajo manual y la atención alas hermanas que comparten algu-nos días conmigo, las caminatas porel bosque en un ambiente sobrio, be-llo en su modestia, me van transfor-mando por dentro. Voy caminando,aunque ya tenga 65 años cumplidos,hacia mi verdadero ser, mi verdadque ahora aflora con libertad. […]No está acabado el proceso de auto-conocimiento. Comprendo ahoramejor que antes lo que dice la Santa:que el propio conocimiento no pue-de faltar nunca.

[…] La imagen de Dios se ha idotransformando y continúa transfor-mándose […] La lenta transforma-ción de aquella imagen en el Dios-Abba-Madre de Jesús supone paramí un morir y renacer que incluyedolor y gozo, esperanza y desalien-to, perplejidad y libertad. Es una pu-

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rificación de toda la vida anterior, delas profundidades de mi ser que nohabía experimentado antes. La puri-ficación de la imagen de Dios, de mímisma y de las relaciones, se me ha-bía hecho más necesaria, más actualque nunca. La lectura de los SantosPadres seme hace una vezmás, nue-va, y al mismo tiempo comprendomejor que también ellos sólo son losmaestros, que lo que me toca hacera mí no me lo hacen ellos, ni aunquesupiera sus textos dememoria. La ac-titud de aprender es esencial. Es unaforma de humildad que ahora com-prendo mejor que años pasados.»15

Se aprende de los maestros, peronadie puede recorrer por otro el caminode la desnudez, que avanza de novedaden novedad, adentrándose más y másen lo desconocido... Primero fue poner-se al servicio de la renovación de laOrden; después la búsqueda de lo esen-cial, más allá de modelos y de formas,porque sólo desde “lo esencial” podríaofrecerse experiencia viva y vivificado-ra a los hombres ymujeres del siglo XXI.Más allá del futuro de las institucionesreligiosas, la mirada y el corazón deCristina ya estaban en otro lugar, entrela gente, a la intemperie, más allá de losmuros, más allá de cualquier resguardo.Esforzándose por disolver todo aquelloque pudiera ensombrecer la “transpa-rencia”.Ofrecerse: hacerse transparente,hacer presente el Misterio.

Valgan el recuerdo y las bellas pala-bras de Roser Bofill –que pasaba tem-poradas en Espinelves (Girona)–, parapodernos acercar a Cristina en esta “úl-tima etapa”; para poder sopesar la pro-

fundidad y el sabor de verdad de su ca-minar:

«Cuando llegábamos a misa los do-mingos, la encontrábamos ya en laiglesia rezando. Era una compañíasilenciosa que nos daba la bienveni-da. Luego solía salir a leer la epísto-la.Alta, con tejanos claros y un grue-so jersey, con su toca marrón, leíacon voz suave y pausada. Su pre-sencia inundaba de luz la iglesia.Tanserena, tan digna, tan sencilla. Alacabar la misa, como despedida,siempre nos sonreíamos como sifuéramos amigas de toda la vida.[…] Recuerdo que Cristina hablabaen sus charlas y escribía en sus es-critos sobre la ‘transparencia’. Estoera su sonrisa: transparente. Su vida:transparente. No hacía falta hablar,sólo contestar a aquella sonrisa conotra sonrisa confiada y agradecerleaquella mirada. […] Hoy al escribirestas líneas, he leído un pequeñopoema suyo:

Mi vocación consisteen transparentaren la mayor vulgaridad deuna existencia humanael glorioso misteriode la vocacióna que Dios nos ha llamadoEn CRISTO = Cristina (1982)

[...] Cuando me pidieron que escri-biera, confesé que sólo conocía susonrisa. Su sonrisa, tan elocuente,que es una muestra de cómo amarsin hacer nada que aparentementetrascienda de la vida normal. Pero esuna sonrisa que transparenta la pro-fundidad de su amor a Dios y a to-

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dos. Era una mística con los ojosabiertos. Sonreía a los árboles, a lasflores, a los caminos, a lasmontañas,a las nubes, a los pobres, a los ricos,a los enfermos, a los que no saben

por dónde van.A esa multitud de se-res que somos nosotros, que busca-mos sólo eso, una sonrisa que noslleve con alegría al corazón deDios.»16

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2. MAESTRA DE VIDA INTERIOR: UNA PEQUEÑASELECCIÓN

Una charla sobre santa Teresa, o sobre san Juan, un curso, una con-ferencia, el mensaje de la hermana-madre Cristina es insistente: «Lavida espiritual no es un manto que se pone encima de la persona, o unamelodía que acompaña la vida, sino que brota y se alimenta en ellamisma y necesita unos fundamentos humanos»17.

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Ser plenamente nuestro ser verdadero.Transparencia y realización humanaplena: los dos pilares de la espirituali-dad, para Cristina, dos conceptos que setransforman en uno solo. Porque elMis-terio, o elAbsoluto, o la Plenitud, elDiosPadre-Madre, el Amor, el Seno ma-terno... todo lo es, es en todo, la realidades una: Presencia infinita. Percibirlo ytransparentarlo, esa es la tarea. Tarea deamor, amor a Aquel que se hace pre-sente, amor a los otros. Espiritualidad:abrir los ojos, no poner obstáculos a lamanifestación, hacerse transparente.

El camino de transparencia es cami-no de progresiva desnudez, retirando losvelos, los muros que interpone el yo(con sus miedos, deseos, anhelos...); pe-

ro no es mutilación, no es negar la pro-pia realidad. Al contrario: ser en ple-nitud. Ser plenamente la mujer, el hom-bre, la persona joven o mayor, quesomos. La Presencia no puede mostrar-se en fantasmas; es en la especificidadde cada existencia donde elMisterio ine-fable dejar ver los rasgos de su rostro in-finito. También en la feminidad:

«El rostro femenino de Dios es lagracia. [...] La gracia es transparen-cia. Sobrepasa, depasa, supera loperceptible por los sentidos, abre in-finitos horizontes. La gracia es aber-tura: libre y espontánea, gozosa,otorgada con alegría. La mujer sien-te en sí este estar abierta, esta mane-ra de existir que se parece a un fluir,

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unmovimientomisterioso que la ha-ce percibirse como una fuente quetiene su origen en el misterio y quese derrama y se vuelca hacia el mis-terio.»18

La insistencia de Cristina en el reco-nocimiento y potenciación de la femini-dad va más allá de la reivindicación jus-ta y saludable de unos derechos, elreclamo de una mayoría de edad. Sonmuchos siglos demaestría espiritual porboca masculina; incluso las excepcio-nes (el genio de una Teresa de Jesús)fueron filtradas por los juicios masculi-nos de su época. Y la realización plena–la espiritualidad– fructifica en la reali-dad de la propia naturaleza, con sus pe-culiaridades. Lo cual implica conocersey aprender a nombrar aquello que se re-conoce, pues sólo toma forma, adquiereexistencia, aquello para lo que tenemospalabras. Urge sacudirse las perezas, lasdudas y los miedos, y dar un paso alfrente: esforzarse en generar discurso,comunicar desde la peculiaridad feme-nina; comunicar para compartir expe-riencia viva –presencia activa delAmor,del Misterio–, que no puede reservarsepara sí misma.

Quien tiene una luz en susmanos sa-be que tiene que ponerla en lugar visi-ble, al servicio de los buscadores de laverdad –muy especialmente–, creyenteso no creyentes, ya que Cristina pudoconstatar, en su propio recorrido vital,que la experiencia espiritual traspasa lasfronteras de las formas consideradaspropiamente religiosas. Veremos comoen una primera etapa, concibe la per-cepción del “misterio infinito” como deun orden diferente al de la experiencia“religiosa” (es decir, “cristiana”): la vi-

ve como “espiritualidad natural” almar-gen o anterior a la fe cristiana. Será amedida que se «adentra en el misteriode la encarnación» como se producirá el«encuentro entre la fe y la experienciaespiritual»,19 natural. Vida interior quedesborda las concretas formas simbóli-cas religiosas que la han vehiculado, altiempo que vivifica unas formas con-cretas de apuntar a una experiencia tras-cendente que ninguna palabra podríanunca atrapar.

De todo ello habla y escribeCristina.Lo vive, y lo transmite con lenguajes ymatices diferentes según el interlocutorsea sus hermanas, otras comunidadesreligiosas o los alumnos de una Facul-tad, o lo exprese en un poema. Lo queno hace nunca es bajar el listón. Comoanunciábamos en la introducción, labreve selección que ofrecemos no pre-tende ser más que una pequeñamuestra,una invitación a continuar la lectura.

* * *

Mi corazón de mujer:ciudad en la que habitael destino de toda mujermisterio de amor,abierta, sin murallas,es de Dios toda entera(Fragmento de Offrande, 1991)20

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Venimos del Misterio, hacia él nos diri-gimos y somos nosotros mismos miste-rio. Digámoslo con nuestro lenguaje:¿Quién es Dios? Lo que el ser humanoencuentra cuando sale de sí mismo. ¿Yquién es el hombre? Lo que devieneDios cuando sale de sí mismo.21

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Misterio tiene que ver con oscuridad,con trascendimiento de la razón. Es unarealidad que no encaja con lo que nor-malmente percibimos como realidad,pero que está presente en la vida a pocoque la vivamos conscientemente. La vi-da misma es el misterio. […] Dejar quese nos afine el espíritu, el instrumentode relación con Dios-Amor, “adelga-zándolo” para percibir a Dios en todo.Si “adelgazamos” nuestra capacidad depercepción del misterio, logramos en-contrar a Dios en todo y trascendemosla aparente contradicción entre Dios y lacreación.22

*

¿Qué es la experiencia deDios? ¿Se pue-de experimentar a Dios? En alemán lapalabraErfahrung, erfahren, expresa unmovimiento sobre ruedas, un penetraren un país, en un territorio, sobre rue-das. Parece que visibiliza de alguna ma-nera que la experiencia no es poseeraquello que se experimenta, sino que larealidad se abre a nosotros, se nos en-trega para que nos adentremos en ella,no para apropiárnosla sino para cono-cerla. El paisaje que atravesamos en co-che no se mueve, no lo podemos llevarcon nosotros, pero podemos entregar-nos a él y quedarnos con su belleza y sudolor, con el mensaje que tiene para no-sotros. Podemos escuchar su melodía,su palabra histórica y actual, podemosadentrarnos en el corazón de sus gentes,quedándonos con ellas. Todo ello puedellegar a transformarnos por dentro, pue-de influir en el rumbo de nuestra vida yabrirnos a horizontes insospechados,pero el paisaje sigue ahí, íntegro, inago-table en sus misterios y mensajes para

quien los quiere “experimentar” (erfah-ren). Dios es este paisaje en el que no-sotros nos adentramos a lo largo de lavida, lo atravesamos como se atraviesaun campo, una región, un país. Dios nonos entrega su misterio, pero nos dejaque transitemos por él, nos envuelve ensu misterio y en algunos instantes eter-nos nos hace percibir su melodía hechade palabra y de viento desnudamente.Toda nuestra vida es comoun viaje a tra-vés del campo de Dios.23

*

Quisiera saber describir ahora qué en-tiendo por “interioridad”, a partir de loque he podido experimentar como mu-jer cristiana y como carmelita. Si lo pu-diera expresar con una definición breve,lapidaria, diría que la “interioridad” esla viva conciencia de que todo está den-tro de lo Absoluto, de Dios, del Amor,de la Vida. La “interioridad” no es unlugar donde yo me retiro por decisiónpropia, sino que es darme cuenta de queestoy dentro deAlguien. [...] La interio-ridad es consustancial a la existencia.No es estática, es dinámica, es la cons-tante fuerza centrípeta hacia lo Abso-luto. La conciencia de estar “dentro” deDios, de que todo está dentro de Dios;descubrir esta conciencia y gozarla es,para mí, ser una persona interiorizada.Creo que todo el mundo tiene la posibi-lidad de descubrir su interioridad, dedescifrarla y, conociéndola, amarla y vi-vir desde ella.

[...]Vivir o recobrar la interioridad es vi-vir esta verdad, cada vez con mayorconsciencia. Recobrar la interioridad esrecobrar la verdad de uno mismo: for-

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mamos parte de un todo, del Único, dela Realidad. Hoy se escribe mucho so-bre esto: las nuevas ofertas de espiritua-lidad y la antigua sabiduría de la huma-nidad nos lo atestiguan, y nuestra épocaestá sedienta de poder oír este testimo-nio para aprender, de nuevo, a ser hu-manos.

[...] Para alcanzar la mística cristianacreo que es importante compartir lo quenos une con todos los seres humanos,que la mística no es camino de cultivode la interioridad sino que es la vida deésta. O, en un sentido muy amplio, qui-zás transreligioso, podríamos decir: lamística ES la interioridad. Estar dentrode la Realidad, delAbsoluto, como par-te de ello, es la unión a la que está orien-tado todo ser.24

*

Ser espirituales hoy, ya sea como mon-ja, como cristiana comprometida, comopersona humana que busca el caminoesencial para llegar a ser lo que ya es–su “humanización” (Menschwerdung):convertirse en lo que ya se es: personahumana– significa profundizar en lasactitudes básicas de humildad, de escu-cha interior, de servicio, de espera, deadmiración y de agradecimiento, de po-breza liberadora, de adoración. Ser cris-tiano significa mirar con Cristo lo queél mira con amor y ternura: al Padre ylos hermanos, y a todo lo creado.25

*

Transparencia. Cristina recuerda la in-fluencia que tuvieron algunas personas(en su infancia y juventud) sobre su iti-nerario espiritual: «Eran personas en las

que yo veía que lo interior determinabasu exterior. Hacían visible la presenciadel misterio personal». En concreto, ha-bla de un maestro de la escuela:

«Siempre ponía de relieve lo que nocuenta, lo que pasa desapercibido, loque la gente no valora, aquello quees un mensaje de un mundo invisi-ble, espiritual. En particular, no seme ha borrado nunca con qué ternu-ra y veneración nos explicaba la his-toria de Vincent Van Gogh, la oscu-ridad de su vida y la luz de sus obrasque eran expresión de lo trascen-dente que habita en el ser humano.[...] Totalmente al margen de la reli-gión o de la fe cristiana, esa personame abrió la capacidad de ver “a tra-vés” de la realidad y descubrir el es-píritu, la Realidad absoluta en aque-llo que resulta insignificante parauna mirada superficial y egoísta. Elhecho de que esta enseñanza me lle-gara, a menudo, por medio de per-sonas no creyentes, ha dado a mi es-piritualidad, desde el inicio, unadimensión universal. No podía ima-ginarme una frontera entre lo que sehacía visible en personas como éstasy lo que yo entendía como mensajedel evangelio.

[...] De todo ello se desprendió estaexperiencia fundamental: ver a tra-vés de las cosas. Percibir la realidadcomo transparente. Creo que es unode los regalos que he recibido deDios. Recuerdo un día de primave-ra, tendría 12 años, estaba en clasede alemán y miré hacia el cerro quelimitaba en el horizonte sobre el po-niente de la pequeña ciudad, y de

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pronto comprendí que todo lo queveía era sólo una primera realidad:que en todo había un mensaje, unarevelación que trascendía lo que po-dían captar mis ojos, y que la vida,la VIDA, se abría dentro de mí y ami alrededor más allá de los tejados,del bosque y de la colina, más alláde las nubes. No era, en principio,una experiencia religiosa, pero meayudó a comprender que la fe, Dios,Jesús, el Evangelio tenían que vercon la transparencia de todo. Que laspersonas, al igual que aquel instanteante la ventana de la escuela, esta-ban habitadas por un misterio infini-to; que se podía mirar a través deellas hasta ese lugar secreto en el quemora Dios, el amor, lo bello y gran-de que lo llenaba todo.»26

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Intentaré hablar [...] desdemi propia ex-periencia a lo largo de los 36 años quellevo en una comunidad contemplativateresiana [octubre, 2000]. El ritmo en laoración, en la soledad y convivencia, enel trabajo y la formación personal, sus-tancialmente igual a lo largo de estetiempo, deja sus huellas en la personaque se le entrega.Yo diría que una se ha-ce cada vez más simple. Mantengo miopinión de que este estilo de vida es ca-paz de hacer de una lo mejor o lo peor.Hay una simplificación que libera de to-do lo accesorio e innecesario, pero tam-bién puede haber un empobrecimientoque deja a la persona en un vacío queimpide caminar hacia delante y ofuscatoda visión creativa de futuro. [...] Losdeseos secundarios palidecen, tienen

menos fuerza, aunque siguen existiendoy pueden en un momento dado alboro-tar la psicología, pero en general, el co-razón se va quedando con “una solacosa necesaria”: el amor, la penetracióncordial de la realidad que informami vi-da y es mi vida. El amor va adquirien-do el rostro de la misericordia para con-migo misma. Voy haciendo las pacescon mi pobreza que crece ante mi mira-da interior sin inquietarme. Creo queahora sé quién soy porque la mirada deDios está sobremí yme ilumina con unainexplicable alegría, callada y confiada.Su amor es llama de vida joven dentrode mí. El amor es el hogar interior, es-pacio o castillo con innumerables estan-cias, llenas de hermosura y riqueza.Llena de luz, sí, luz y anchura es lo queha ido creciendo dentro de mí, es así co-mo vivo el amor. Es la forma de la pazque crece en las “profundas cavernasdel sentido”. La palabra se simplifica,casi diría sin advertirlo yo. Al mismotiempo, vivo una extraña, misteriosatensión entre el sosiego del yo enamo-rado que quiere guardar para sí las “co-sas secretas que pasan entre el alma yDios” y la creciente apertura para hablarde ello cuando me siento invitada. Todolo que intento decir ha pasado por estaíntima contradicción mía. Se me ha he-cho terriblemente difícil componer todaesta exposición. (Hablar con discrecióny con sencillez de lo que es la propia vi-da, lo que ahora mismo experimento enuna etapa de renacimiento y reflorecerme ha supuesto una auténtica crisis deconfianza en mí misma: ¿seré capazde llegar a los oyentes, interesará estebalbuceo, será lo que se me ha pedido?Hasta que llegó la luz de la única segu-

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ridad: Que Dios lo puede aprovecharpara algún bien).

Me experimento ahora como más unifi-cada por dentro, la simplificación com-prende la oración silenciosa: una solapalabra –TÚ– me sustenta. Se expresaen el deseo de una liturgia sobria en pa-labras y gestos aunque llena de símbo-los y de melodía, de luz. Los sentidoscorporales e interiores me parece queagudizan su capacidad profunda de per-cepción de la transparencia de todo. Unrayo de sol sobre las losas de la celdapuede sugerir un canto de presencia delAmado. El encuentro con alguien des-conocido da alas al corazón y lo llenacon el peso de un amor entrañable y so-lidaridad sufrida. Una recreación conlas hermanas deja en la piel del alma lacerteza de que Dios está enmedio de losque se reúnen en el amor de voluntad yde sentimiento. [...] Desde esta vivenciainterior contemplo la realidad de la vi-da del Carmelo, hoy, de camino hacia elTercer Milenio.27

*

El silencio viene a ser la madre, el úte-ro de la persona, ya que sólo desde él re-cibe vida que es comunicación. [...] Estefundamental silencio que lleva en sí lasoledad de la persona y que la hace serella misma, es la fuente y la condiciónabsoluta para que viva y se deje fecun-dar por otras formas de silencio, todasellas nacidas de este fondo único de lapersona. Desde allí cobra o recobra unaaptitud de percibir el mensaje de todo loque le rodea. La capacidad para oír, es-cuchar el silencio del mar, de las mon-tañas, de una flor, del viento y de las nu-

bes; su mirada y su oído se hacen per-meables al silencio sonoro de la natura-leza, llevada a su más alta expresión enel hermano. Así descubre el ritmo entreel silencio y la palabra, entre soledad ycomunión en el universo donde ella exis-te y en el universo que ella misma es.28

*

Mientras cojo la tilanacen y muerenfragmentos de poesíaalgo se vacíala hermana se llevagruñendo el cestoy con él lo que habíade añoranza y compañíay aprendo esto:ser obedienteal silencio y a la melodíaser simplementealguienque coge tila.(Verano, 1978)

*

MAÑANA DE ENERO

La noche colgó su collaren el almendrocuando mi almase asomó a la ventanaotra mañanallora la auroratanta bellezasolano puede ser(Enero, 1990)

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En el corazón de la cotidianidad, que so-mos nosotros mismos y que realizamos

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en nuestro quehacer diario, está la ca-pacidad de transparencia, para ver laFuente y Origen de toda claridad. […]Debemos redescubrir y reeducar nues-tra capacidad de admiración, el ‘espán-tame’de santa Teresa. Elmáximo asom-bro ante la Presencia del Misterio entodo lo creado y en nosotros mismos, elasombro ante las cosas más pequeñas yvulgares de la vida de cada día, el asom-bro que vuelve transparente y nos vuel-ve transparentes en la luz de Dios. […]La experiencia del asombro es posibleprecisamente cuando aceptamos humil-demente la vulgaridad de lo cotidiano,la vivimos con amor, los ojos fijos en eldestino último. […]Cotidianidad, trans-parencia, contemplación son, pues,otros tantos puntos entre los infinitosque constituyen la circunferencia denuestra existencia entera, puntos que ala vez son partida y llegada. Desde elcentro de la esfera o “diamante” con quecompara santa Teresa a la persona hu-mana, irradia la luz divina, la gracia quenos hace ‘ver’, que nos ofrece el diálo-go con Dios. Y esta experiencia de lapresencia de Dios en el alma, que nosviene dada de arriba, se hermana connuestra capacidad de asombro que seeleva desde lo cotidiano y nos hace vi-vir y gozar la transparencia del vivir dia-rio con sus pequeñeces, vulgaridades yheridas.

Si de alguna manera estamos heridos de“llama de amor viva” en nuestro “másprofundo centro”, a este centro nos vol-vemos y avanzamos en nuestra oración,en nuestro enmudecido estupor, ennuestro deseo de amor y de amar.Entonces la oración, la contemplaciónes un ‘espanto’ bienaventurado que pe-netra, vivifica y glorifica la cotidianidad–sin por ello quitarle nada de lo humi-llante y doloroso que encierra– y latransforma en pantalla finísima de unencuentro anticipado con Dios. Y sólosi aceptamos con humildad y concre-ción lo cotidiano que se nos presenta enel cambio y en la monotonía diarios, enlas ‘horas estelares’ y en las heridas decada instante, si crecemos en la concien-cia del propio vacío, seremos focos detransparencia divina en un mundo queparece oscurecersemás ymás en unmarde luces-espectros, hechas por nuestroorgullo, insolidaridad y desamor.29

*

INTERROGACIÓN¿Es el orgullo,es la vanidad,es la ambición,es el poder,es el miedolo que me hace temblar?Es mi desnudez.(Mayo, 1986)

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Síntesis cronológica

1939 19 de octubre. Nace en Baden (Suiza alemana), la segunda de 7 hijos. Tras finalizar un secreta-riado (que no le interesó), cursa Puericultura en Friburgo.

1959-60 Viaja a Barcelona para ocuparse de los pequeños de una familia (durante 10 meses). A su regre-so a Baden, trabaja en la maternidad. Colabora con la parroquia en la atención de inmigrantesespañoles dándoles clases de alemán.

1959-63 Vuelve varias veces a Barcelona. Solicita ser recibida en el monasterio de Mataró.

1962-65 Concilio Vaticano II.

1964 7 de marzo, ingresa en el Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Mataró.

1968 6 de octubre. Profesión solemne.

1970 Elegida subpriora. Maestra de novicias.

1973-86 13 de agosto, 1973. Elegida Priora por primera vez. Será reelegida tres trienios más (hasta 1986).

1974 4-8 de noviembre, Ávila: participa en unas Jornadas sobre la vida monástica femenina, organiza-das por la Conferencia Episcopal Española.

1975 Noviembre, asiste, en Barcelona, a la reunión convocada por el Padre General del Carmelo, F.Monahan, para escuchar las sugerencias de las carmelitas de Cataluña de cara a la redacción delas nuevas Constituciones.

1977 Se aprueban ad experimentum, por cinco años, las Declaraciones a las Constituciones “primitivas”de santa Teresa para las Carmelitas Descalzas.

1978-2005 Juan Pablo II, Papa.

1982 Cuestionario enviado a todos los Carmelos para valorar la experiencia.

1984 Mayo: entrevistada por Mercedes Milà en el programa Buenas Noches, de TVE, con motivo de unaserie televisiva sobre santa Teresa. Gran repercusión de la entrevista.Noviembre: carta a los Carmelos, desde Roma, anunciando la elaboración de unas nuevasConstituciones. Malestar, debates, reflexiones, tensiones...

1989 Reelegida Priora; y renovaciones en el cargo hasta julio 2001.

1990-91 Se produce la escisión. 8 de diciembre 1990: Roma promulga las Constituciones para los monas-terios de Carmelitas Descalzas. Aceptadas por 123 comunidades. 17 de sept. de 1991, Romaaprueba las Constituciones según las disposiciones del Concilio Vaticano II. Aceptadas por las 763comunidades restantes.

1987-... Actividad federativa. Euro-Team (1991) de federaciones europeas. 1993: reconocimiento de laFederación de Cataluña y Baleares. Elegida primera presidenta federal. Reelegida en 1996. 1995:el padre general Maccise la convoca para colaborar en el diseño del plan de formación de las mon-jas (7 mujeres y 3 hombres representantes de Europa). 1999: invitada en Chile para la asambleade carmelos latinoamericanos.

2000 13 de diciembre. Capítulo conventual en el que plantea el deseo de responder a la llamada de unavida más eremítica “continuando el camino como carmelita”. Proceso comunitario de reflexión yaceptación.

2001 Final de octubre. Inicio de la vida eremítica en el pajar de Can Tortadés (Guilleries).

2004 Traslado a Can Serrabassa (Espinelves), con más capacidad para la acogida. Conferencias, cur-sos, jornadas (Congreso Internacional de Mística en Münsterschwarzach, Alemania, 2003). Lleida:Congreso sobre Edith Stein. Fundación Joan Maragall, Aula d’Humanitats Pompeu Fabra, Girona,etc. Acompaña ejercicios y jornadas de espiritualidad de Clarisas, Benedictinas, Maristas, etc.2005 invitada por la Federación de Carmelos de USA.

2006 18 de marzo: Primer síntoma del cáncer linfático. Muere en el monasterio de Mataró el 18 de abril,martes de Pascua.

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BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA

Recopilaciones de textos

KAUFMANN, Cristina; La fascinación de una presencia: hacia una experiencia sana deDios. Madrid: Espiritualidad, 2007, 239 pág.KAUFMANN, Cristina; La Transparència de l’Invisible. Barcelona: Claret, 2007, 2 vol.KAUFMANN, Cristina; El rostro femenino de Dios. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1997, 204pág.KAUFMANN, Cristina; «...Aunque de noche»: poesia des del Carmel. Mataró: Monestir dela Immaculada, 1989.

Estudios

COMUNITAT DEL CARMEL DE MATARÓ; Christine Kaufmann, Cristina Maria de la DivinaGràcia. Mataró: Monestir de la Immaculada, 2007. 127 pág.DIVERSOS AUTORES, Cristina Kaufmann en perspectiva. Madrid: Espiritualidad, 2011. 224pág. (Una primera edición de esta compilación de artículos fue el monográfico de laRevista de Espiritualidad, nº 272-273, julio-diciembre, 2009).MENDIOLA, José Mª; «En el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Mataró». En: Enbusca de la experiencia de Dios. Barcelona: Obelisco, 1988. pág. 95-122.GRANÉ, Francesc (dir.); Cristina Kaufmann: re-crear soledats. DVD. Eulogos Media,2007.

La colección EIDES publicó, el año 2002, un cuaderno de CristinaKaufmann titulado: El lenguaje de los místicos. Santa Teresa de Jesús.Se puede leer y descargar en www.cristianismeijusticia.net.

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1. CARMELITAS DESCALZAS, «Aproximación a labiografía de Christine Kaufmann», Revista deEspiritualidad, nº 272-273 (2009), pág. 354.

2. «La tradición contemplativa en el Carmelo»,Conferencia en el Seminario de Historia de lasReligiones, Universitat Pompeu Fabra, octu-bre del 2000, publicada en: C. KAUFMANN, Lafascinación de una presencia, Madrid, Espiri-tualidad, 2007, pág. 13-43 (que citaremoscomo: FdP).

3. «Compartir, reflexionar, dialogar», en: KAUF-MANN, La fascinación..., pág. 167-201.

4. COMUNITAT DEL CARMEL DE MATARÓ, ChristineKaufmann, Mataró, 2007. pág. 42-43.

5. «Santa Teresa de Jesús: experiencia y vida»,Conferencia, Barcelona, Escuela Ignaciana,2000.

6. Intervención en el Encuentro de presidentasfederales de la Orden y del P. General C. Mac-cise, Zaragoza, 2000.

7. Ver la descripción de este complejo y difícil pro-ceso en: COMUNITAT DEL CARMEL DE MATARÓ,Christine..., pág. 69-72.

8. Ibid. pág. 71. Para valorar el contraste entre am-bas opciones, consultad, por ejemplo, la web:http://carmelitasdescalzas1990.blogspot.com/

9. Severino-María ALONSO, «El sentido de la gra-cia. Pequeña biografía interior de Cristina Kauf-mann», en: DIVERSOS AUTORES, Cristina Kauf-mann en perspectiva. Madrid: Espiritualidad,2009, pág. 390-391.

10. CARMELITAS DESCALZAS, «Aproximación a labiografía de Christine Kaufmann», en: Ibid.,pág. 355.

11. «Reflexió sobre la carta del papa Joan Pau II ales dones» (1995) en: KAUFMANN; La Transpa-rència de l’Invisible, Barcelona, Claret, 2007,v.1, pág. 435-436.

12. Selección de «La Regla carmelitana: nuevasperspectivas», Conferencia pronunciada en elEncuentro de presidentas federales OCD y elP. General Camilo Maccise (Zaragoza, 28-31de octubre, 2000), en: KAUFMANN, La fascina-ción..., pág. 203-224.

13. «Compartir, reflexionar, dialogar». Conferen-cia pronunciada ante la Asamblea de la Fede-ración de Carmelitas Descalzas de Aragón y

Valencia (7-12 febrero 2005), en: KAUFMANN,La fascinación..., pág. 167-201.

14. COMUNITAT DEL CARMEL DE MATARÓ, ChristineKaufmann..., pág. 84; y también las páginas83-117, el tercer apartado del libro («Vida ere-mítica. Enfermedad. Muerte») para más deta-lles sobre los últimos años de vida.

15. KAUFMANN, La fascinación..., pág. 171-173.16. Rosario BOFILL, «El diálogo de la sonrisa»,

en: DIVERSOS AUTORES, Cristina Kaufmann...,pág. 337-340.

17. KAUFMANN, La fascinación..., pág. 101.18. KAUFMANN. El rostro femenino de Dios. Bil-

bao, Desclée de Brouwer, 1997. pág. 38-39.19. Ibídem. pág. 31.20. Los poemas citados provienen de: «Vida espi-

ritual y poesía en Cristina Kaufmann», DIVER-SOS AUTORES, Cristina... pág. 491-533.

21. KAUFMANN; La Transparència..., v.1, pág. 175.22. «Joan de la Creu, avui. Camí de retrobament

amb el misteri». Conferencia, I Congreso deEspiritualidad, Lleida, 1991, En: KAUFMANN,La fascinación..., pág. 121-139.

23. De la conferencia «La experiencia de Dios enEdith Stein», Lleida, 2003. En: KAUFMANN,La fascinación..., pág. 151

24. «Interioridad y mística cristiana», artículo pu-blicado en la revista Sal Terrae, enero 2003.En: KAUFMANN; La Transparència..., v.1, pág.87-97.

25. KAUFMANN; La Transparència..., v.1, pág. 55.26. «Com s’ha forjat la meva espiritualitat?», Con-

ferencia. Hermanas de la Caridad. Sencelles(Mallorca, 2004). En: KAUFMANN, La transpa-rència...,, pág. 29-30.

27. «La tradición contemplativa en el Carmelo».Conferencia. Seminario: Teoría y práctica dela meditación en Oriente y Occidente. UPF,oct. 2000. En: KAUFMANN; La Transparèn-cia..., v.1, pág. 40-43.

28. De la voz “silencio” en el Diccionario Teológi-co de la Vida consagrada. Publicaciones Cla-retianas, 1989. En: KAUFMANN, El rostro...pág. 95.

29. «Cotidianidad, transparencia, contemplación».Publicado en El Ciervo, nº 405 (nov. 1984).En: KAUFMANN, El rostro... pág. 146-151.

NOTAS