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Todos los contenidos publicados en la página de Internet www.fundacionpromigas.org.co se encuentran debidamente protegidos por las normas relativas a la protección de derechos de autor. Cualquier violación, usurpación y utilización indebida de la respectiva información acarreará las consecuencias civiles y penales contempladas para ellos dentro del ordenamiento jurídico colombiano. Creer y crear Una década de solidaridad e innovación social

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Todos los contenidos publicados en la página de Internet www.fundacionpromigas.org.co se encuentran debidamente protegidos por las normas relativas a la protección de derechos de autor. Cualquier violación, usurpación y utilización indebida de la respectiva información

acarreará las consecuencias civiles y penales contempladas para ellos dentro del ordenamiento jurídico colombiano.

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Una década de solidaridad e innovación social

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Fundación Promigas

Consejo DirectivoHernando Gutiérrez de Piñeres

Rodolfo Anaya AbelloAlba Sierra Arrieta

Martha Ligia Tamayo Carlos Moreno Aguas

Dirección EjecutivaJulio Martín Gallego

Coordinación Investigación y Desarrollo

Luz Marina Silva Travecedo

Gerencia de Proyectos Educativos

Anuar Pacheco PadillaSandra Castro Mercado

Asistencia AdministrativaMarta Cervantes Manjarrés

Asesoría ComunicacionesPaula Villate Martínez

Dirección EditorialLuz Marina Silva Travecedo

Edición y coordinaciónBernardo González

CrónicasFernando Chaves Valbuena

FotografíasJulián LinerosJorge Chávez

Diseño y armada electrónicaaZoma Criterio Editorial Ltda.

Sandra Barbón

ImpresiónOffset Gráfico Editores Ltda.

Fundación PromigasCalle 66 No. 67-123

Barranquilla, ColombiaTel: (57 5) 371 3288

www.fundacionpromigas.org.co

Se prohíbe la reproducción total o parcial de los contenidos de este libro, así como su traducción a cualquier idioma sin autori-zación escrita de la Fundación Promigas.

Edición especial con motivo de los 10 años de la Fundación Promigas

© Editorial Fundación Promigas, mayo de 2010

ISBN: 978-958-98728-4-0

6Presentación

8Introducción

Creer y crear: una década de solidaridad e innovación social

11Fundación Promigas

Una historia de solidaridades compartidas

23Primera infancia en La Guajira

Educación para sembrar la felicidad

34En ocho instituciones de Cartagena

Cambio curricular, para mejorar

47Procesos de mejoramiento en Sucre

La excelencia teje su red

58Proyecto de currículo alternativo

La ciencia de enseñar las ciencias

69Primera infancia

Renovación preescolar para el Caribe

82Una buena práctica que se contagia

Escuelas Lectoras, el placer de leer, el placer de aprender

97El Sistema Interactivo de Consulta

de la Infraestructura EducativaTecnología al servicio de las sedes escolares

108Directivos docentes en Cesar y La Guajira

Rectores y coordinadores, al pupitre

121Estudio de la Fundación Promigas

El gas cambia la vida

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uando concebimos la propues­ta de este libro de crónicas en el marco del décimo aniversa­

rio de la Fundación Promigas, pensamos que una manera de hacer honor a nuestra primera década era destacar los aprendi­zajes y vivencias de muchas de nuestras iniciativas, de la mano de sus verdaderos protagonistas.

Compartir casos reales que demuestran la posibilidad de crecer y transformarse para ser mejores, sorteando las adversidades de la vida y aquellas propias del entorno, se con virtió entonces en una oportunidad para expresar las alegrías y satisfacciones que nos aporta el trabajo con la gente.

Tengo que confesar que cuando iniciamos el trabajo social con las comunidades nos dejamos atrapar por el impacto que gene­ran sus carencias y vulnerabilidades; caí­mos en la tentación de darles el pescado sin soltarles de la mano, subestimamos sus potencialidades pensando que tenía­mos la potestad de cambiarles y llevarles al desarrollo. Con el tiempo, estas mismas comunidades fueron las que nos ayudaron a cambiar los lentes para apreciar en ellas lo que ocultan detrás de su pobreza, esto es, personas, familias y organizaciones en ca­pacidad de gestionar sus propios cambios y ser partícipes de la construcción de una sociedad mejor.

Presentación

Con este valioso aprendizaje y la firme convicción de que nadie da de lo que no tiene, nos dimos a la tarea de profundizar en lo que hacíamos para poder asumir el compromiso que se nos exigía como fun­dación empresarial.

La identificación del potencial de cambio, la construcción de estrategias que permi­tieran su aprovechamiento, el acompaña­miento a las comunidades en su proceso de transformación y la búsqueda de la sos­tenibilidad se presentaron entonces como retos a nuestras modestas prácticas y ca­pacidades de esa época.

Somos conscientes de que debemos ser mejores personas para dar lo mejor y lo­grar que otros sean mejores, y que todo cambio empieza por casa. Por ello, la Funda ción Promigas emprendió una la­bor de aprendizaje permanente y colabo­rativo con un foco especializado que aún se sigue nutriendo de experiencias y co­nocimientos diversos. El haber escogido la educación como la ruta más expedita para contribuir con la equidad y la justi­cia social en el país se reconoce hoy como una sabia decisión.

Creemos que la filosofía y el espíritu social de Promigas ha sido el principal sustrato de nuestro trabajo y que la Fundación ha for­talecido ese legado con principios y valo­

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res esenciales en el desarrollo de su ges­tión social. Aunque hemos evolucionado en las estrategias y modos de acción para hacer más eficaz lo que hacemos, senti­mos que aquello que nos dio origen, lo esencial, está intacto.

La tarea de seleccionar historias de inte­rés no fue nada fácil, pues cada día, cada proyecto y cada relación sostenida con diversos actores de los sectores público, privado y comunitario han sido motivo de realizaciones; por ello nos esmeramos en construir unos criterios que permitie­ran leer en cada caso lo que representa la gestión del cambio, tomando como eje transversal el desarrollo de capacidades como la principal estrategia para el logro de nuestra misión institucional.

No obstante cada experiencia compartida tiene algo que la hace única e irrepetible. Desde la historia de la misma Fundación, que destaca cómo a partir de una clara conciencia de responsabilidad social en Promigas, impulsando el desarrollo inte­gral de los empleados, se logran aprendi­

zajes valiosos que hoy permiten proyectar nuestra organización como un nicho de conocimientos en educación; pasando por diversas iniciativas sobre acompañamien­to al Estado para fortalecer su política de infancia, los procesos de mejoramiento en las escuelas y la construcción y diálogo de saberes; tales experiencias nos envían, con sencillez y humildad, el mensaje de que todo cambio es posible cuando se em­pieza por las personas.

Y siendo conscientes de que el camino continúa, que nuestra deuda con la vida y con la sociedad es cada vez mayor, que la búsqueda de la equidad es un imperati­vo moral, que siempre se debe privilegiar el desarrollo del ser humano en todas sus dimensiones, queremos decirles gracias a todas y todos los que estrecharon nuestras manos para sellar este compromiso social de una educación de calidad con equidad en nuestro país.

La Fundación Promigas es y seguirá sien­do su socia, aliada y amiga.

Julio Martín GallegoDirector ejecutivoFundación Promigas

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rear una fundación, cualquie­ra que ella sea, es un ejercicio de solidaridad, compromiso e

ima ginación y un desafío a las propias capacidades de quienes abrazan ese reto.

Hace diez años un grupo de trabajadores de Promigas, en el marco de sus progra­mas de desarrollo integral, se enfrentaron a una realidad que los marcó y que, en buena hora, sembró en ellos la semilla de la solidaridad y la imaginación. Conocer la pobreza extrema de las comunidades en las zonas de operación del gasoducto de la compañía los conmovió de modo tal que sintieron la necesidad inaplazable de contribuir de alguna forma a mejorar las condiciones de vida de estas familias del Caribe colombiano.

Esa primera voluntad marcó el nacimiento de un esfuerzo de cooperación y responsa­bilidad social empresarial que ya cumple diez años y que sin duda ha comenzado a recorrer el camino de su madurez al de­sarrollar una estrategia de gestión, unas metodologías y un foco programático muy claro: trabajar por el mejoramiento de la educación en la Costa Caribe y en el resto de Colombia como una herramienta eficaz para transformar la calidad de vida de los más necesitados, ya no sólo de aquellos ubicados a lo largo del gasoducto.

Introducción

Creer y crear: una década de solidaridad

e innovación social

En sus primeros años la Fundación, bajo el nombre de Fundagas, estuvo gobernada por un espíritu altruista que se concretó en acciones de asistencia dirigidas a mi­tigar las necesidades básicas de algunas comunidades. De la entrega de regalos y el apadrinamiento de niños se fue pasando a la creación de bibliotecas y hogares in­fantiles, a la dotación de escuelas y a los préstamos y donaciones para proyectos de generación de ingresos, como acciones predominantes.

La decisión de enfocar los esfuerzos hacia la gestión de proyectos educativos, toma­da en el año 2000, constituye la primera gran transformación de la Fundación. Con un proyecto inicial de formación en valo­res se dio inicio a un proceso de largo pla­zo dirigido a incidir de manera sistemática en la educación.

Desde entonces la Fundación tuvo clara la necesidad de fortalecer, como objetivo estratégico, la educación de la infancia en las áreas básicas de lenguaje y matemá­ticas, foco que en los últimos años se ha ampliado al área de ciencias y a la educa­ción de la primera infancia.

En este escenario, la Fundación asumió la gestión de proyectos educativos, bajo los parámetros conceptuales y operativos

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de las entidades operadoras, pero rápida­mente evolucionó hacia el diseño de mo­delos propios, enfocados en la atención a la primera infancia y la educación básica. Para ello se conformó un equipo profesio­nal caracterizado por su talento, su sensi­bilidad social y su adhesión incondicional a los mismos valores de solidaridad e inte­gridad que dieron origen a la Fundación.

Fruto de este desarrollo son los modelos de Escuelas Lectoras, Mejoramiento de la Gestión Curricular, Excelencia Académica, Gestión Directiva, Excelencia en el Prees­colar, Lectores Saludables, Sicied y el Cu­rrículo Alternativo en Ciencias Naturales, entre otros, ejecutados en todos los depar­tamentos del Caribe colombiano y en otras zonas del país. En tanto modelos de ges­tión, cada uno de ellos comporta el diseño conceptual, la ejecución de un pilotaje, su ajuste y su posterior escalamiento en di­versas implementaciones o cohortes, en diferentes regiones, con distintos aliados y con diversos esquemas de participación de la Fundación Promigas, que van desde la ejecución total del proyecto hasta el otor­gamiento de la licencia de uso del modelo.

En todos los casos, la gestión de la Funda­ción está fundamentada en la búsqueda de la excelencia y la efectividad de los pro­

yectos, bajo la premisa de que los modelos por ella desarrollados son un bien social puesto al servicio de la educación del país.

Durante los últimos años la Fundación Pro­migas ha venido trabajando en una nueva perspectiva, consistente en la exten sión de su esquema de alianzas al nivel inter­nacional, en el marco de los compromisos universales de lucha contra la pobreza y logro de los Objetivos del Milenio.

Hoy, a diez años de su creación, la Funda ción Promigas ha avanzado desde una pro puesta esencialmente filantrópica y asis ten cial, eje­cutada por un grupo de tra ba ja dores, hacia una Fundación empre sa rial con una pro­puesta sistemática orien ta da a generar ca­lidad con equidad en la edu cación. De esta manera contribuye a la lucha contra la po­breza bajo principios de de sarrollo sosteni­ble y mediante una estrategia de alianzas con el sector público, el privado, las orga­nizaciones no gubernamentales y las enti­dades de cooperación internacional.

Esta publicación, que celebra esa década de imaginación, innovación y compromi­so, ofrece un completo panorama de la historia y los logros de la Fundación, en diez reportajes que muestran la dimen­sión de su esfuerzo.

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mediados de 1997 un grupo de empleados de Promi­gas fueron a conocer la comunidad de Palmira, en el municipio de Pueblo Viejo (Magdalena), una de las

zonas que recorre el gasoducto de la compañía. Cuando regresa­ron se sintieron distintos. Habían sido sacudidos por el impacto que genera apreciar la miseria absoluta en la que viven cientos de niños y niñas en esas comunidades.

Los que fueron la primera vez invitaron a otros compañeros a conocer. Todos quedaron impresionados. Tanto que Eduardo Mer­cado, hoy profesional de Coordinación de Informática de la com­pañía, casi no puede volver a dormir. La única forma en que logró hacerlo fue escribiendo la historia de lo que vio, para liberar el desconsuelo que se le había quedado por dentro.

Pensaron en hacer algo al respecto, o no se podrían volver a mirar a los ojos sin sentir el peso del dolor ajeno. Y lo primero que se les ocurrió fue recoger ropa usada en buen estado y venderla para recaudar fondos.

Inés Linares recuerda cómo terminó siendo la tesorera de esos fondos: “También hacíamos dulces y los vendíamos en la empre­sa. Un día la doctora Alba me dijo que le ayudara a guardar ese dinero para adelantar algunas obras en las comunidades. Pensá­

Fundación Promigas

Una historia de solidaridades compartidas

La Fundación Promigas nació como una obra filantrópica de un grupo de empleados decididos a enfrentar la situación de extrema pobreza de las comunidades que habitaban alrededor del gasoducto. La Fundación creció de la mano de Promigas, que asumió su manejo en 2004. Hoy es una organización es-pecializada en el diseño y desarrollo de modelos para el mejo-ramiento de la calidad de la educación.

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bamos que el compromiso social era de­volverles parte de los beneficios que noso­tros recibíamos de Promigas”.

Después organizaron un Sorteo Solidario, a diez mil pesos la boleta, que vendieron entre personas naturales y proveedores de Promigas. Luego, decidieron llevarles rega­los de Navidad. Y más tarde empezaron a apadrinar niños.

Y todo eso mientras el Departamento de Desarrollo Humano y Gestión Social de Pro migas avanzaba en el diseño de una estrategia que le permitiera contribuir al desarrollo de las comunidades y optimi­zar las donaciones que la compañía venía hacien do, como parte de un compromiso de responsabilidad social empresarial.

Los dos procesos fueron creciendo y en un momento dado confluyeron en una misma escala de intereses. Fue entonces cuando se hizo necesario pensar en algún tipo de organización para manejar esos esfuer­zos de solidaridad. Y así fue como nació la Fundación Social de Empleados de Pro­migas, Fundagas, que años más tarde se convertiría en la Fundación Promigas.

Iniciativa tejida a muchas manos

Todo había comenzado años atrás, hacia 1985, cuando la nueva administración de Promigas, en cabeza de Guido Nule, deci­dió crear el Departamento de Desarrollo de Personal para formalizar esta área y

emprender acciones que fortalecieran la gestión humana.

Posteriormente, en 1992, cuando Anto­nio Celia asumió la Presidencia, se hizo el primer estudio de clima organizacional y, como resultado, en 1994 se inició un tra­bajo muy fuerte en el tema de valores, que motivaría el compromiso del grueso de los empleados de Promigas con valores corporativos fundamentales como la soli­daridad y el trabajo en equipo. En el ma­nejo del presupuesto de la gestión social “éramos totalmente reactivos, atendíamos todas las solicitudes sin ninguna orienta­ción, y no sólo de las comunidades pobres, también del Estado, fundaciones y grupos con distintos intereses”, según comenta el hoy vicepresidente de Operaciones, Her­nando Gutiérrez de Piñeres.

Interpretando las orientaciones del pre­sidente Antonio Celia, la directora de la Fundación, Alba Sierra, buscó reorientar la gestión social de Promigas, priorizando la inversión en generación de empleo y de in­gresos. Para encontrar la forma de hacerlo se vinculó a un operador especializado en temas sociales, que con un equipo inter­disciplinario inicialmente abordó un diag­nóstico sobre algunas de las zonas de in­tervención: los corregimientos de Palmira y Tasajera en el municipio de Pueblo Viejo.

Los integrantes del equipo social que ini­ció sus labores en ese entonces llegaban igualmente sorprendidos. Los comenta­rios que Alba Sierra les escuchaba eran similares a los que Zoraya Suárez recibía de los operarios que trabajaban en Palmi­ra. “Cuando los muchachos venían de las zonas me comentaban la situación de po­breza de las comunidades y traían cartas pidiendo donaciones, para unos unifor­mes de fútbol o para cualquier cosa. Y así nos fueron haciendo conscientes de esas necesidades”.

Cuando tú das, recibes; el gran beneficio lo recibes por la

satisfacción de poder aportarle a alguien

Luis Díaz, gerente administrativo de Promigas

Una historia de solidaridades compartidas

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Poco a poco se logró una conexión entre el proceso de formación en valores que se traía con los empleados de Promigas y las necesidades inmensas de las comunida­des. “Se juntaron el deseo de trabajar con comunidades muy pobres y la necesidad de que nuestros empleados crecieran inte­gralmente. Y eso hizo un clic”, afirma Alba Sierra. Era el punto de llegada del proceso de construcción de una cultura organiza­cional basada en valores, porque permi­tía expresar sentimientos de solidaridad, apoyo mutuo y gratitud por los beneficios recibidos de la vida y de su pertenencia a Promigas.

En lo que respecta a la gestión social de Promigas, se empezó a apoyar la forma­ción de microempresas asociativas para la generación de empleo e ingresos en las poblaciones de Pueblo Viejo, Tasajera y Palmira y se comenzó a apoyar el sector educativo con dotaciones de mobiliario y

bibliotecas. “El equipo interdisciplinario se fue a vivir a esas comunidades, y fueron viendo cómo impactarlas, impulsaron fa­miempresas como tiendas de pueblo, pana­derías, ventas de traperos y escobas”, rela­ta el hoy gerente administrativo, Luis Díaz.

El nacimiento de la Fundación

Carlos Cardona, ayudante de servicios, se siente orgulloso de ser uno de los socios fundadores de la Fundación Promigas, “que nació en el corazón de los directivos y en la cabeza de la doctora Alba Sierra”. Él fue uno de los cuarenta empleados que después de conocer de cerca la realidad de Pueblo Viejo se unió a la causa de apoyar a esa comunidad. “Entregábamos donacio­nes directamente a los colegios, llevába­mos escritorios, sillas y también ayudába­mos a las hermanitas en los ancianatos. Y en Navidad llevábamos regalos a los ba­

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rrios y los repartíamos. Eso lo hace crecer a uno como ser humano”.

El voluntariado de los empleados creció rá­pidamente, en actividades y recursos, por lo cual se vio la necesidad de crear algún tipo de organización que le diera un piso jurídico, un manejo contable profesio nal y responsabilidad por las acciones. “Pensa­mos que teníamos que hacer algo para que los procesos fueran sostenibles”, afirma Pa­tricia Peláez, profesional del Cen tro de Ad­ministración de Documentos de Pro migas.

Entonces recurrieron a la asesora de Desa­rrollo Humano, Luz Mary Restrepo, quien

organizó una encuesta sobre la propuesta de crear una organización. “Era una encues­ta pequeña pero bien estructurada sobre el trabajo de Promigas con las comunidades y la participación de los empleados: qué temas se debían trabajar, con qué pobla­ción, con cuáles objetivos, qué organismo debía hacerlas, qué nombre ponerle”.

De ese ejercicio estratégico salió la deci sión de crear la Fundación Social de los Emplea­dos de Promigas, Fundagas, con la misión de “contribuir al desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades más necesitadas de la región”, con una co­bertura geográfica en “la zona de influencia del gasoducto, especialmente zonas rura­les de la Costa Caribe colombiana”.

Después, en junio de 1999, se realizó la Asamblea de Constitución, con 40 asocia­dos, que aceptaron hacer un aporte quin­cenal de dos mil pesos. En octubre, el nú­mero de asociados llegaba a 49, y viendo la insuficiencia de los aportes, se acordó que cada empleado apadrinara a un niño de la comunidad con una cuota mensual de diez mil pesos.

La creación de la Fundación motivó a Anto­nio Celia a tomar la decisión de canalizar a través de ella todos los recursos de Gestión Social de Promigas, lo cual le dio viabilidad financiera a la Fundación y permitió arti­cular y potenciar sus acciones y las de la compañía con respecto a las comunidades.

Todos los caminos conducen a la educación

En el año 2000, la directora de Fundagas, Alba Sierra, recibió del presidente de Promi­gas la recomendación de trabajar en el tema educativo. “Yo no tenía con quién ha­cerlo, y un día apareció Julio Martín, quien era asesor en valores de la empresa y venía

Después de que Promigas asumió el manejo de la Fundación, en 2004, los empleados han continuado su misión altruista ejecutando proyectos propios y promovidos por grupos, en distintos colegios en los cuales se invierten los aportes que hacen por nómina y que son complementados en una cifra equivalente por Promigas.

Estos recursos fueron destinados inicialmente a dotación de mobiliario y otros elementos para los colegios. Desde 2007 los empleados están tra-bajando en el proyecto de Ambiente Saludable, diseñado por la Fundación Promigas, en siete instituciones educativas de Barranquilla, Riohacha, Cartagena y Sahagún.

En 2009 se hizo una evaluación de los resultados y visualizando cómo continuar la gestión social de los empleados. Uno de los puntos de análisis hacía referencia a si continúan las intervenciones por grupos en distintas instituciones o si se concentran los esfuerzos en una sola escuela para potenciar sus resultados.

“Seguimos convencidos de que el aporte de los empleados a proyectos sociales los hace mejores personas y a la empresa le significa tener em-pleados socialmente responsables”, dice la gerente de Gestión Humana, Alba Sierra.

Empleados: el altruismo continúa

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La Fundación es un motivo muy grande de orgullo para todos nosotros y para la

compañía, por los beneficios que ha dado a las comunidades; no por el parecer sino por lo que

ha construido y lo que ha impactado

Luis Díaz, gerente administrativo de Promigas

trabajando en el tema de la cultura orga­nizacional. Me oyó hablando sobre el tema y me hizo una propuesta. Y así se montó el primer proyecto educativo de la Funda­ción, que fue un piloto en valores en Arro­yo de Piedra” corregimiento del Atlántico.

Para entonces, la Fundación ya había es­tablecido la necesidad de formular una línea de base que permitiera planificar y proyectar el trabajo. Y para elaborarlo se había contratado a la primera funciona­ria de planta: Luz Marina Silva, quien hoy desempeña las funciones de investiga­ción y desarrollo. “Su trabajo fue tan bue­no que le propuse que se quedara”, dice Alba Sierra.

“El equipo social venía haciendo un tra­bajo de mejoramiento del entorno y ge­neración de ingresos. Eso permitió tener mucho conocimiento de las comunidades, pero era necesario realizar un estudio más especializado. En la línea base se sondea­ron temas relacionados con la calidad de vida, las percepciones de las familias so­bre la pobreza, el desarrollo; sus valores, expectativas y demandas de bienestar, así como sus potencialidades para superar la situación actual”, recuerda Silva.

Estos dos proyectos significaron una re­orientación del enfoque asistencialista de la Fundación hacia uno más estratégico, fundamentado en principios de sostenibi­

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lidad, participación comunitaria y eficacia de la inversión, lo cual significó también en focar todo el trabajo de manera priori­taria hacia la educación.

Hernando Gutiérrez de Piñeres, actual pre­sidente del Consejo Directivo de la Fun da­ción, explica el viraje: “Nos fuimos me tiendo mucho en educación porque defini tivamente podemos impactar más personas, tener más cobertura y hacer rendir más los recursos, pues hemos visto que la rentabilidad social de la educación es la más alta que se puede tener en inversiones. La educación va a la raíz de nuestra situación de pobreza y está más alineada con nuestra filosofía, que es traba jarle al ser humano”.

Aunque Promigas y la Fundación venían invirtiendo en dotaciones para escuelas y

colegios, el enfoque ahora era distinto. “Nos especializamos en educación (…) pero en promover la calidad de la educa­ción en niños de estratos bajos. Y dentro de eso nos hemos enfocado en matemáti cas y lenguaje”, explica Gutiérrez de Piñeres.

Los directivos de la Fundación habían com­prendido que una mejor infraestructu ra física para los colegios no necesariamente garantizaba mejores aprendizajes o rela­ciones educativas y que otorgar créditos para apoyar las iniciativas microempre sa­riales tampoco era suficiente para el me­joramiento del ingreso y la estabilidad de las empresas familiares. Las primeras ex­periencias habían obligado a considerar la importancia de llevar al trabajo comuni­tario el enfoque de desarrollo integral de la empresa.

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Este viraje se consolidó en 2001, cuando se hizo un nuevo ejercicio de planeación estratégica. Un análisis Dofa mostró como principales fortalezas el liderazgo de la Junta Directiva y la coherencia entre la gestión social y la concepción del desarro­llo humano en Promigas. Como amenaza importante para la Fundación se encontró el enfoque asistencialista, que podía es­tar reforzando el mantenimiento de una cultura de la pobreza en las comunidades. Otra amenaza significativa era la situa­ción de orden público, que de hecho llevó a suspender las acciones de la Fundación en poblaciones como Palomino (corregi­miento de La Guajira).

También había debilidades en las cuales trabajar, como señala la asesora Luz Mary Restrepo: “No había un direccionamiento estratégico, no había unos recursos pro­pios sostenibles ni un sistema de informa­ción, no había espacios ni equipos propios, faltaba enlace entre la Fundación y los departamentos de Promigas que trabajan con comunidades y había dependencia de un sólo proveedor de servicios sociales”.

Entonces se hizo un plan de acción a tres años, en el cual se definieron unos obje­tivos estratégicos, entre los que se desta­caba crear una estructura organizativa que permitiera cumplir los planes traza­dos y que incluía un personal propio con unos perfiles determinados, instalaciones y recursos físicos; así mismo, construir y consolidar un modelo de intervención centrado en la educación y la niñez, lograr la solidez económica, generar una cultura de planeación y gerencia estratégica y res­ponder adecuadamente a las necesidades de las comunidades, lo cual conllevó el es­tablecimiento de una misión, una visión y unos objetivos institucionales.

El cambio de enfoque y la planeación es­tra tégica permitieron consolidar institu cio­

La Fundación trabaja con una cultura de eficiencia. Se logra hacer muchas cosas

de mucho valor con pocos recursos. Hay una disciplina y una vocación de

mejoramiento continuo

Alba Sierra, gerente de Gestión Humana, ex Directora de la Fundación

nalmente a Fundagas, extender su cober­tura a otras zonas del Caribe colombiano, potenciar el impacto de sus acciones y fortalecerla financieramente con los apor­tes provenientes de los recursos de gestión social de Promigas.

En 2002 la idea de la educación era ya una prioridad y un principio institucional. Pro­migas había participado con un grupo de empresas en la creación de la Fundación Empresarios por la Educación para ayudar a mejorar la educación básica en otras re­giones del país. Por su parte, la Fundación había iniciado el desarrollo de diversos programas de mejoramiento de la gestión escolar, formación en valores, convivencia familiar y promoción de la lectura a través del programa La Costa Lee, a la vez que se proseguían y ampliaban los programas de alfabetización de años anteriores.

“Lo que se soñó en ese momento se ha logra­do con creces”, afirma Luz Mary Restrepo.

De Fundagas a Fundación Promigas

Un estudio de percepción realizado en 2004 por la Gerencia de Relaciones Exter­nas encontró que a la compañía Promigas se le identificaba por su trabajo social, pero no se le asociaba con Fundagas. El estudio recomendó asociar más la Fundación con

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Promigas, teniendo en cuenta que era una expresión de la responsabilidad social de la compañía. Por otro lado, los empleados seguían siendo los titulares de la Funda­ción y eligiendo la Junta Directiva, pero el grueso de los recursos que manejaba aquélla eran de la empresa. Entonces, se­gún lo relata Hernando Gutiérrez de Piñe­res, “la empresa quiso tomar el liderazgo de la Fundación y canalizar más recursos

para poder hacer más efectiva su gestión social. Y los empleados aceptamos gusto­sos. En realidad, la Fundación siempre ha­bía sido de la empresa, porque la empresa son sus empleados”.

La idea no era marginar a los empleados de una iniciativa que había sido suya y a través de la cual habían podido conso­lidar su aprendizaje en valores y proyec­tar algunos de ellos, como la solidaridad, el altruismo y el compromiso social. Por eso, en el acuerdo se estableció que los empleados siguen siendo socios distingui­dos y aportantes de la Fundación y se creó dentro de la estructura de la Fundación un programa de gestión social en el que se canalizan sus aportes y los de Promigas, pues la empresa pone un peso por cada peso que dan los empleados.

Como resultado de este acuerdo, la em­presa asumió el gobierno integral de la Fundación a través de un Consejo Directi­

El origen de la Fundación fue la filantropía. Surgió de un interés

espontáneo de crecimiento integral y de la coincidencia de dos responsabilidades: el

desarrollo humano de los empleados y la gestión social con las comunidades

Alba Sierra, gerente de Gestión Humana, ex Directora de la Fundación

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La gestación y el desarrollo de la Fundación Promigas han contado con el impulso esencial de Antonio Celia, presidente de Promigas, quien también ha participado en la construcción de otras iniciativas de responsabilidad social del empresariado como las fundaciones Empresarios por la Educación, Terpel, Gases de Occidente y Surtigas, iniciativas que contribuyeron para que fuera distinguido en los Premios Portafolio como Líder Empresarial 2009.

En el Foro educativo “Educación y buen gobierno”, realizado en Lima en 2006, en representación del Consejo Directivo de Empresarios por la Educación, Celia expresó: “Nosotros entendemos que las organizaciones empresariales existen no sólo como iniciativas particulares que buscan bene-ficios económicos para inversionistas que asumen riesgos. Ciertamente, estos beneficios resultan indispensables para garantizar que estas organizaciones perduren. Pero creemos que esto no es suficiente. Sentimos, con absoluta convicción, que tenemos compromisos con toda la sociedad, buscando elevar su bienestar”.

En la presentación del libro Hacia una gestión social, crítica y transformadora Celia explica los propósitos que mueven a la Fundación. “En Promigas, nuestro compromiso con la sociedad siem-pre ha sido motivo de estudio y reflexión permanente; por ello, hemos aprovechado todas las oportunidades de aprendizaje que se presentan y que nos invitan a realizar muy bien aquello que nos gusta hacer”.

Y a partir de ello precisa: “En Una educación de calidad con equidad consistió la misión encomen-dada por nuestra organización a la Fundación Promigas para contribuir a la construcción del país que soñamos”.

También hace un balance de las acciones: “La Fundación Promigas en su primera década ha logra-do llevar sus conocimientos en educación a todo el territorio colombiano, por medio de proyectos que fortalecen procesos de mejoramiento en el sector educativo oficial. Anualmente, cerca de 500 establecimientos educativos, 2000 maestros y 200 000 estudiantes, especialmente de la región Caribe colombiana, se benefician de sus metodologías de trabajo, en alianza con distintas empresas y organizaciones”.

Finalmente, el presidente de Promigas deja en clara la orientación filosófica de la Fundación: “Concebido como una propuesta en construcción permanente, nuestro modelo de gestión social es reiterativo al plantear que un elemento clave para generar transformaciones que apunten a la dignificación y libertad del hombre consiste en actuar desde una ética social que promueva el bien común y la justicia. Esto exige a las organizaciones comprometerse con el desarrollo integral del ser humano y actuar con respeto, prudencia, responsabilidad y solidaridad, especialmente con los sectores más desprotegidos”.

El compromiso de Promigas

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vo nombrado por la Junta Directiva de Pro­migas, y en adelante la entidad comenzó a llamarse Fundación Promigas.

Como un desarrollo lógico de este proce­so, Alba Sierra abandonó la dirección de la Fundación y se contrató como directora ejecutiva a una profesional de dedicación exclusiva, Lucía Ruiz, quien permaneció en el cargo hasta su nombramiento como secretaria de Educación de Barranquilla, en 2007. En ese momento, la Dirección Eje­cutiva fue asumida por Julio Martín Galle­go, quien se desempeñaba como coordina­dor de Desarrollo Educativo.

En el nuevo escenario, la Fundación Promi­gas se especializó en diseñar e implemen­tar proyectos dirigidos al mejoramiento de la calidad de la educación. Inicialmente se trabajó en alianza con entidades del sector público y organizaciones no gubernamen­tales, aportando recursos financieros y hu­manos, bajo los parámetros conceptuales y operativos de los aliados. Entre esos prime­ros proyectos se destacan los desarrollados con Corpoeducación en gestión escolar, la Fundación Merani en el área de gestión de aula y el Instituto Colombiano de Bienes­tar Familiar, ICBF, en este caso para la ad­ministración de hogares infantiles.

Los aprendizajes de estas intervenciones y el trabajo dedicado de investigación, con­ceptualización y desarrollo de proyectos llevó a la Fundación Promigas a conver­tirse en un generador de “modelos de in­tervención” para la búsqueda de la calidad educativa. “En este momento, la Fun dación tiene un cien por ciento de modelos pro­pios”, dice Alba Sierra. “Primero se hace un piloto muy riguroso, se sistematiza y luego se hace su transferencia y escalamiento”.

De esta manera se han diseñado y esca­lado modelos como los de Escuelas Lecto­ras, Mejoramiento de la Gestión Curricular,

Una historia de solidaridades compartidas

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Pensamos que teníamos que hacer algo para que los procesos fueran sostenibles. Y eso es lo más valioso de la Fundación;

por eso la educación es su pilar, para que la gente se desarrolle integralmente

Patricia Peláez, empleada de Promigas

Ex ce lencia Académica, Gestión Directiva, Excelencia en el Preescolar, Hogares Comu­nitarios, Lectores Saludables, Sicied, Cu­rrículo Alternativo en Ciencias Naturales, entre otros, cada uno de los cuales ha sido ejecutado en varias cohortes en distintas regiones del Caribe colombiano y ocasio­nalmente en otras regiones del país. La excelencia y efectividad de los proyectos se debe, en gran parte, a que desde 2005 hasta la fecha se ha desarrollado también un modelo de gestión de proyectos que tie­ne como uno de sus principales baluartes el control sobre todo el proceso: el diseño del modelo, su pilotaje, su ajuste y su esca­la miento, con profesionales al servicio di­recto de la Fundación, bajo la dirección del equipo de planta. En algunos casos la Fun­dación ha convenido el escalamiento de algunos de los modelos por parte de otros operadores, bajo su supervisión y orienta­ción. “Somos una Fundación de primero y de segundo piso; captamos recur sos de otras fundaciones que quieren trabajar con nosotros porque gozamos de mucha reputación. Y a la vez, la Fundación hace el trabajo de base, camina en el barro y aprende”, dice Alba Sierra.

Y “caminando en el barro”, la Fundación Promigas decidió trabajar intensamente con base en una concepción clara del desa­rrollo humano integral, otorgando a la edu­

cación un papel central como alternativa de progreso individual y social y poniendo a los niños en el centro del interés bajo la premisa de que lo que se haga o se deje de hacer por ellos en la infancia tendrá un im­pacto definitivo en su vida, en las actitudes y las capacidades que han de asumir fren­te a sus condiciones de vida y a su entorno.

Alfredo García, quien se desempeñaba co­mo auditor en la Gerencia de Auditoría de Promigas y ejerció por ocho años como contador ad honórem de la Fundación, considera que su éxito se debe a tres facto­res: “el nacimiento de la idea de la Funda­ción basado en el valor de la solidaridad; el apoyo en todo sentido brindado por los accionistas y la alta dirección de la com­pañía, y el equipo humano que desde su vinculación ha trabajado con dedicación y profesionalismo”.

Para Alba Sierra, hoy integrante de su Con­sejo Directivo, el éxito se ha cimentado en que la Fundación tiene un carácter espe­cial. “Hay un interés genuino de apoyar a las comunidades buscando mejorar su ca­lidad de vida. Y lo que hace muy especial a la Fundación es la gente que la construyó; gente sensible, comprometida, y el motor que los mueve es que creen firmemente que con lo que hacen contribuyen a un mejor país”.

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a ranchería Santa Clara está a cuatro kilómetros de Riohacha, pero parecen como diez, por­

que gran parte del trayecto se hace sobre el suelo arenoso, en medio de matorrales semidesérticos. Si ha llovido bastante, las ruedas del vehículo se empeñan en que­darse abrazadas al fango. Y si el carro es pequeño se quiere quedar bailando sobre las zanjas como en un balancín.

La única manera de llegar allí es guiado por alguien que conozca el camino invi­sible. Cuando se logra, aparece de pronto, detrás de los arbustos, un kiosco de ladri­llo coronado por un techo en teja de gres. Frente a él, un corral de tablas pintadas de blanco. Y al lado, un rancho de madera desvencijada que protege un mesón, un fogón de leña y una despensa en la que se asoman la bienestarina, el aceite, la sal y el azúcar.

No se escuchan niños. Cuatro mujeres wayúu salen al paso saludando en wa­yuunai ki. Los niños y las niñas están en el kiosco, sentados en sillas de plástico,

comiendo arepa. Beatriz Sijuna, envuelta en su manta tradicional, les habla en cas­tellano. Aunque se llaman Jairo, Luis, Lore­ni, Saúl o Andrea, algunos no comprenden bien lo que dice y ella necesita recurrir al ancestral wayuunaiki que ellos les escu­chan a sus padres en casa.

Beatriz Sijuna, madre comunitaria, se ha propuesto que esta docena de niños y ni­ñas aprendan sus primeras palabras en castellano, que conozcan las vocales y los números; pero además que derroten la desnutrición que los acecha; que sus ma­dres aprendan a jugar con ellos; que sus primeros años de infancia sean un camino sin trochas hacia la felicidad.

Para lograrlo, Beatriz y medio centenar de madres comunitarias guajiras tienen un apoyo privilegiado: sus hogares funcio nan con recursos y políticas del ICBF, los ad­ministra y cofinancia la Fundación Pro­migas y los opera la empresa Fronteras y Estudios. La alianza, que nació para ope­rar una parte de los hogares infantiles del departamento, ha evolucionado hacia la

Primera infancia en La Guajira

Educación para sembrar la felicidad

La vinculación de la Fundación Promigas a la administración de hogares del ICBF en La Guajira permitió profesionalizar a las madres comunitarias, favoreció la incorpo-ración de buenas prácticas en la prestación del servicio y trascendió al desarrollo de un modelo de operación, capacitación y acompañamiento que fortalece las políticas públicas para la infancia y sus operadores.

L

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construcción de un modelo de prestación del servicio y su implementación median­te acompañamiento y capacitación.

Este proceso está logrando un mejora­miento continuo del servicio, que beneficia no sólo a las madres y los niños cubiertos por el convenio, sino a todo el sistema de atención en primera infancia del departa­mento. “El balance es muy positivo porque la Fundación ha cualificado el servicio y ha mejorado las condiciones de vida tanto de las madres comunitarias como de los niños que asisten a los hogares”, afirma Ilka Curiel, directora regional del ICBF en La Guajira.

Todos a aprender

En 1999 los funcionarios de la Fundación Promigas estaban conmovidos por la si­tuación de abandono de los niños más pequeños del corregimiento de Palomino, del guajiro municipio de Dibulla. “No ha­bía preescolar ni hogares comunitarios en dos barrios y los niños estaban por fuera del sistema educativo”, recuerda Tulia Ma­chado, entonces asesora de la Fundación y hoy directora de Fronteras y Estudios.

La Fundación buscaba la manera de ayu­dar a luchar contra la enorme pobreza a las comunidades de esta zona de influen­cia del gasoducto de la compañía Promi­gas, como expresión de un compromiso de responsabilidad social empresarial. Enton­ces, hizo una propuesta que le gustó al ICBF de La Guajira: en pocos días, junto a una cancha de fútbol, en un gigantesco kiosco se abrían cuatro hogares infanti­les, cada uno con su madre comunitaria y diez niños, además de una cocina para preparar las meriendas y los almuerzos, y una batería de baños. Se había iniciado la alianza con el ICBF para administrar hoga­res comunitarios.

Era la primera experiencia de la Fundación con el Estado, implementando una política pública, administrando recursos públicos, cumpliendo procesos estatales y bajo sus instrumentos de vigilancia y control. Los resultados fueron tan exitosos que entre 1999 y 2002 los hogares administrados por la Fundación Promigas se multiplicaron en Dibulla y Riohacha (La Guajira) y en Cié naga y Pueblo Viejo (Magdalena) hasta sumar 94.

Lo que había nacido como una solución para los niños de dos barrios de Pa lo mi­ no se convirtió en un convenio de grandes proporciones en el que el ICBF apor ta la política de primera infancia, la me to do ­

El año pasado una joven llegó al Hogar Mis Primeros Amiguitos, bus-có a la madre comunitaria Marlene Pimienta y le dijo: “Seño, me voy a graduar de enfermera superior y usted es la primera persona que vengo a invitar”. A Marlene se le aguaron los ojos, no sólo porque ha logrado que sus vecinos la respeten como a una profesora, sino porque esa joven profesional, a la que le cambió los pañales y le enseñó las vocales un día, le estaba demostrando el agradecimiento y el afecto que sólo se ganan las buenas maestras.

Sandy Ospina, 21 años, ama de casa, es otra de sus ex alumnas. Ella no sólo tiene buenos recuerdos del hogar comunitario, sino que ahora lleva a sus hijos allí. “Me parece que la seño Marlene tiene la capacidad de enseñarles a los niños y que el lugar es adecuado, están en un ambiente agradable”.

Marlene se hizo madre comunitaria porque en su barrio hicieron una en-cuesta para seleccionar personal para los hogares y la escogieron. “Me gustó, y ya llevo 23 años dando lo mejor para que los niños salgan ade-lante”. Sin embargo, reconoce que su trabajo es distinto desde hace unos cinco años, cuando su hogar pasó a ser administrado por la Fundación Pro-migas. “Nos han estado capacitando en lo que más pueden, siempre están pendientes de que la madre se capacite para poder hacer un buen trabajo.”

De madresa educadoras

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El balance es muy positivo porque la Fundación ha cualificado el servicio y ha mejorado las condiciones de vida tanto de las madres comunitarias como de los

niños que asisten a los hogares

Ilka Curiel, directora regional del ICBF en La Guajira

logía de atención, los instrumen tos para la medición del desarrollo y los recursos económicos, mientras que la Fundación administra, paga, verifica la ca li dad de la atención y hace inversiones.

El éxito se basa en la optimización del modelo de operación con la incorporación de buenas prácticas, el mayor rendimien­to de los recursos y el aporte de recursos adicionales de la Fundación para el pago del equipo administrativo y de acciones complementarias, como los servicios de odontología, pediatría, pedagogía y crédi­tos a las madres comunitarias para mejo­ramiento del hogar. La coordinadora del Centro Zonal Riohacha, Adalgiza Vidal, lo expresa así: “La gestión ha sido excelente, en las calificaciones periódicas siempre están en los niveles excelentes. Ellos opti­mizan tanto el recurso que les quedan re­manentes, que reinvierten en suplemen­tos alimenticios”.

Mucho más que una guardería

La nutricionista Sujel Gámez está preocu­pada. En dos días de trabajo ha encontrado distintos niveles de desnutrición en algu­nos de los niños. Mientras atiende a cada niño debe estar presente uno de sus pa­dres, para que escuche el diagnóstico y se comprometa en la realización de acciones preventivas en el hogar, como la vigilan­cia nutricional y la prevención de parási­tos. “Tomamos medidas antropo mór ficas,

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hacemos recomendaciones nu tri cionales, prescribimos exámenes de laboratorio, co­prológicos y cuadros hemáti cos”, explica.

La preocupación por el estado nutricional y la salud de los niños y las niñas ha sido una de los principales valores agregados del convenio. Tulia Machado evoca que la Fundación ha desarrollado desde 2006 un programa de salud para los niños, que in­cluye pediatría y salud oral. “Mensualmen­te los atienden un médico, un nutricionis­ta y una higienista oral. La salud oral ha mejorado muchísimo: de 620 niños, sólo 74 presentaron caries”.

También se han optimizado los mecanis­mos de suministro de los alimentos a los hogares, para garantizar su calidad y su oportunidad, y se ha capacitado a las ma­dres comunitarias en su manipulación. “La Fundación está pendiente de que uno esté pesando y midiendo a los niños y que los de bajo peso vayan progresando. Uno ya sabe cuándo un niño está desnutrido y le va reforzando los alimentos en casa”, dice la madre comunitaria Marlene Pimienta.

Además, se han implementado estrategias novedosas como los hogares comunitarios agrupados, que consisten en organizar a entre tres y ocho madres comunitarias en un solo local para optimizar los procesos. “Cuando nosotros llegamos el nivel educa­tivo no era ideal, los hogares funcionaban en las mismas instalaciones que las casas

Mensualmente los atienden un médico, un nutricionista y una higienista oral.

La salud oral ha mejorado muchísimo: de 620 niños,

sólo 74 presentaron caries

Tulia Machado, directora de Fronteras y Estudios

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pe dagógicas, contando con la asesoría per­manente de una trabajadora social y una psicopedagoga.

Los demás operadores del ICBF también han optado por unir dos o tres hogares, porque esto contribuye a cualificarlos y a cambiarles el estatus social y la auto­estima a las madres comunitarias, según expresa Tulia Machado: “Los hogares agru­pados empezaron a ser vistos por los pa­

de la familia y los quehaceres domésticos se confundían con los pedagógicos”, cuen­ta Tulia Machado.

La estrategia permitió hacer un trabajo más integral y trajo nuevas exigencias, bajo la certeza de que no es lo mismo te­ner a doce niños sentados viendo televi­sión en la casa que tener a 48 en un jar­dín, con cuatro madres que coordinan sus actividades y trabajan con estrategias

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dres de familia como escuelas y las madres comunitarias como maestras que salen a trabajar en ellas. Y los niños también han adquirido ese concepto de maestra; para ellos la madre comunitaria es la seño”.

Para reforzar esa profesionalización, las madres comunitarias han recibido capaci­tación en aspectos específicos e hicieron un curso de auxiliar de preescolar, con la Pastoral Social de Barranquilla, que duró

Los hogares agrupados empezaron a ser vistos por los padres de familia

como escuelas y las madres comunitarias como maestras que salen a trabajar en ellas.

Y los niños también han adquirido ese concepto de maestra, para ellos la madre

comunitaria es la seño

Tulia Machado, directora de Fronteras y Estudios

“Esta es la segunda reunión de padres y el objetivo es rescatar los valo-res”, dice la madre comunitaria Mireya, mientras una decena de madres y un par de padres la observan con sigilo, como queriendo esfumarse. Empieza a cantar y les pide llevar el ritmo con las palmas. Poco a poco el temor se convierte en risa.

La escena corresponde a una de las actividades de “escuela de familia” que se realizan en los hogares comunitarios administrados por la Funda-ción Promigas en La Guajira. Tulia Machado explica que la estrategia for-ma parte del proyecto formativo del ICBF. “La hemos trabajado siempre, pero se ha fortalecido en los últimos cuatro años. En Riohacha tenemos nueve escuelas de familia, dos en Mingueo y una en Palomino”.

La escuela es orientada por los profesionales de Frontera Estudio, pero se hace un trabajo en equipo con los funcionarios del ICBF y las madres comunitarias, que ejecutan la mayor parte de las actividades y facilitan el acercamiento al padre de familia para que se comprometa con los obje-tivos de la escuela. “Son un espacio de diálogo, discusión e intercambio de experiencia que a través de dramatizados, mimo, cuento, elaboración artesanal y otras expresiones artísticas permiten a los padres y madres apropiarse de herramientas para el mejor ejercicio del rol paterno y ma-terno”, agrega Tulia Machado.

Yesenia Campo, madre y abuela del barrio Divino Niño, valora las ense-ñanzas de la escuela de familia: “A mí me ha parecido muy buena porque le da a uno muchas enseñanzas y ahí aprende uno cosas que no sabe, el comportamiento de la familia, de los hijos. He tenido ya tres nietos en el hogar y siempre aplico las enseñazas”.

Aprendiendoa ser papás

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un año y al que asistieron cerca de cua­renta madres comunitarias de Riohacha y Dibulla. “Nos dan capacitaciones y mate­rial didáctico. Nos enseñan cómo tratar a los niños, cómo se debe organizar el hogar y normas de aseo”, confirma la veterana madre comunitaria, Elsa Erazo.

Nace un modelo de atención

Lorena Isabel Pérez Epiayú es una mujer wayúu que tiene cinco hijos. Dos de ellos van al hogar comunitario de Beatriz Siju­na, en la ranchería de Santa Clara. “Los traje para que aprendan y les enseñen más, porque yo no estudié sino hasta ter­cero”, dice. Y proclama su satisfacción: “Yo me siento contenta porque mis hijos aquí aprenden muchas cosas que yo no puedo enseñarles. El primero ya sabe leer, contar números. Aquí reciben amor; si alguno se enferma se preocupan por él. Beatriz ha sido como su segunda madre”.

La aludida responde con humildad. “He aprendido muchas cosas en las reuniones de la Fundación y ya tengo más conoci­mientos, cuando están enfermos cómo de­ben cuidarlos y que los padres aprendan. Me han gustado mucho las capacitaciones en pediatría, en preescolar, en salud, en restaurantes. Lo que he aprendido se lo he pasado a los niños y a los padres”.

Experiencias como ésta muestran cómo la vinculación de la Fundación Promigas a hogares comunitarios ha ido más allá del convenio de operación. “Se ha generado un modelo”, dice Tulia Machado. “Incluso cuando hemos adoptado algunas medidas, si el Bienestar Familiar ve que se pueden implementar, las generaliza. Cuando hici­mos el primer curso de educación prees­colar, inmediatamente en todo el zonal se implementó, buscando la financiación con otras instancias como la Gobernación”.

Ilka Curiel avala esa apreciación: “La Fun­dación Promigas nos da confianza y tran­quilidad en la administración de los recur­sos y en la ejecución de cada componente, cofinanciación y uso de remanentes, la parte pedagógica y el trabajo en salud con Uninorte. Además, se ha preocupado mu­cho por el mejoramiento nutricional de los niños. Todo eso ha generado que otras entidades hagan otro tanto”.

La coordinadora del Centro Zonal 1, Adal­giza Vidal, tiene un juicio similar: ”Han ayudado a mejorar el servicio en general. Es muy significativa la formación a las madres comunitarias para cualificar su de sempeño pedagógico y la adecuación de los espacios para atender a los niños de la mejor manera. Ejecutan un progra­ma de supervisión, control y evaluación, desarrollan actividades de salud y tienen el programa de lectura”.

Por eso, Tulia Machado considera que se ha motivado una transformación trascen­dental en el proceso educativo de la infan­cia en La Guajira. “Los niños de los estratos 3 en adelante tienen la oportunidad de ir a un jardín donde les van a dar una edu­cación adecuada; los niños de estratos 1 y 2 no la tenían, pero con esta intervención van a poder acceder a esa educación a tra­vés de los hogares comunitarios”.

Yo me siento contenta porque mis hijos aquí aprenden muchas cosas que yo no puedo enseñarles. El primero ya sabe leer, contar números. Aquí reciben amor; si alguno

se enferma se preocupan por él. Beatriz ha sido como su segunda madre

Lorena Isabel Pérez Epiayú, madre wayúu

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Otro gran mérito de la intervención con­siste en haber movilizado a otras insti­tuciones hacia la atención de la primera infancia en el departamento. Se fueron vinculando las cajas de compensación fa­miliar como administradores de hogares y el sector privado se ha sensibilizado frente al tema.

Estos avances, junto con la reorientación estratégica de la Fundación hacia la for­mulación, desarrollo y escalamiento de modelos de mejoramiento de la educación, significó el retiro de los hogares comunita­rios en Magdalena y la reorientación de la intervención en La Guajira, donde la Fun­

dación se quedó con la administración de sólo 58 hogares.

Mejores agentes educativos

Dentro de su nuevo enfoque estratégico, la Fundación Promigas no sólo ha manteni­do sino que ha incrementado su compro­miso con el fortalecimiento de las capa­cidades de las madres comunitarias y lo ha extendido a todos los agentes educati­vos de la primera infancia. “La Fundación está pensando apoyar la gestión de otras organizaciones comunitarias y otras ONG para cualificarlas y que haya un trabajo

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equitativo en todos los hogares de todos los operadores, para lo cual invertirá re­cursos adicionales”, cuenta Adalgiza Vidal del ICBF.

Los análisis concluyen que a pesar de los esfuerzos de capacitación desarrolla­dos per sisten dificultades para apropiar y po ner en práctica el modelo pedagógico ins titucional y para desarrollar prácticas pe da gógicas que garanticen transforma­ciones positivas en los niños y las niñas atendidos.

Para acompañar al Estado en la solución de esta problemática, la Fundación está desarrollando tres proyectos. El primero se dirige al fortalecimiento pedagógico de

las madres comunitarias de 46 hogares, buscan do que se apropien de un modelo de trabajo en el que vean a los niños y las niñas como sujetos plenos e integrales a los que hay que facilitarles espacios y momentos adecuados para su desarrollo. Además, se pretende complementar el componente conceptual del modelo con la inclusión de conocimientos y práctica de expresiones lúdicas y literarias.

El segundo proyecto consiste en el diseño de una herramienta diagnóstica válida y con fiable que permita a los contratistas, ope radores e instituciones responsables del programa ICBF caracterizar las compe­tencias profesionales de sus agentes edu­cativos para identificar sus debilidades y,

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a partir de ellas, diseñar e implementar estra tegias pedagógicas de formación y fortalecimiento de esas competencias.

De esta forma se espera garantizar el cum pli miento efectivo de las políticas, pro gra mas y proyectos institucionales di­ri gi dos a la primera infancia; por tanto, la herramienta está basada en las exigen­cias del modelo pedagógico del ICBF y del Ministerio de Educación. Además, aunque la herramienta se originó en las nece­sidades específicas de La Guajira, se ha buscado que sea replicable en distintas culturas y zonas geográficas del territorio nacional, por lo cual será funcional y fá­cilmente adaptable. Para su validación, la Fundación realizará pruebas de validez y confiabilidad con agentes educativos que operan el programa ICBF en el departa­mento de La Guajira, incluidos los de la etnia wayúu.

El tercer proyecto se refiere a la apertura de una nueva línea de trabajo, a través de la cual la Fundación Promigas ofrece a organizaciones sociales y comunitarias capacitación y acompañamiento técnico y financiero para la ejecución de proyectos de educación para la primera infancia.

La estrategia busca fortalecer la capacidad de las organizaciones locales para la ges­tión eficaz de programas y servicios sociales dirigidos a la infancia, y orientar y acompa­ñar a las organizaciones en la for mulación e implementación de un proyecto especí­fico de gestión comunitaria en educación, orientado al mejoramiento de las oportu­nidades y ambientes de aprendizaje de la primera infancia en La Guajira.

Así, además de construir capacidades en las comunidades y gobiernos para que participen en el desarrollo educativo de la primera infancia, se busca incrementar y cualificar la oferta de atención a la prime­

Para mejorar las condiciones económicas de las madres comunitarias y aumentar su autoestima, la Fundación Promigas implementó una estra-tegia de préstamos con dos destinaciones: mejorar las instalaciones del hogar comunitario e independizarlo del resto de la casa y financiar el establecimiento o fortalecimiento de famiempresas que aumenten los ingresos familiares de las madres comunitarias. Ellas sólo tienen que re-embolsar a la Fundación el 70% del valor del crédito.

Beatriz Sijuna es una de las beneficiadas. “Me hicieron un préstamo para arreglar el hogar; pusimos el techo y la mitad del piso y las maderas para el corral. También me hicieron otro préstamo para mejorar la tienda que tengo en Riohacha y que me la maneja un sobrino”.

Maileth Ospino también hizo uso del crédito. “A mí y a mi mamá nos prestaron 800 mil pesos para un restaurante; se invirtieron en una licua-dora, surtido y bolis. Y a Ruby, otra madre comunitaria que estaba aquí, le prestaron para un baño y una cocina”.

Además, como muchos de los niños siguen con problemas de desnutri-ción por el bajo aporte alimenticio en sus casas, la Fundación amplió su línea de crédito a familias vinculadas a los hogares comunitarios y a otras instituciones de preescolar. “Se han trabajado famiempresas y educación empresarial con dos escuelas y los hogares comunitarios, se prestó para actividades económicas como tiendas, fruterías, comercio y servicios”, revela Tulia Machado. Y concluye: “Se hizo una evaluación donde dice que los famiempresarios han mejorado en un 35 por ciento su índice de necesidades básicas insatisfechas, aunque una de sus limitantes es el bajo nivel educativo”.

Créditos para abrirle camino al bienestar

ra infancia en el departamento y, por tan­to, las posibilidades de elección del ICBF entre sus operadores locales, para garan­tizar que administren eficientemente los programas y servicios para la infancia.

De este modo, los niños y niñas wayúu de Beatriz Sijuna, así como otros miles, ten­drán más posibilidades de aprender sus primeras palabras en castellano y de vivir una infancia que sea un camino sin tro­chas hacia la felicidad.

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En ocho instituciones de Cartagena

Cambio curricular, para mejorar

El proyecto de mejoramiento curricular ejecutado en ocho instituciones educativas del Distrito de Cartagena está trasformando la estructura pedagógica y las prácticas de los docentes en el aula, para ofrecer a los estudiantes una educación de mayor calidad, más ajustada a las necesidades de su entorno.

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n el colegio Ana María Vélez de Trujillo los zapatos de los estu­diantes siempre están bri llan­

tes, aunque muy pocos tienen para com­prar betún en la tienda. Eso se lo deben al descubrimiento escolar de que la flor del bonche es buena para embolar, tras lo cual todos se dedicaron a utilizarla prácti­camente en la puerta del colegio.

Enterado de semejante descubrimiento, el profesor de química Antonio Luis Castro lo convirtió en un proyecto que ahora fa­brica Bonchetún, producto que aspiran a comercializar por lo menos entre las insti­tuciones educativas de Cartagena.

El entusiasmo del profesor y del colegio forma parte de las nuevas actitudes gene­radas por el “Proyecto de mejoramiento cu rricular de las áreas básicas de espa ñol, matemáticas, ciencias naturales y cien cias sociales, con un eje transversal de com­petencias ciudadanas y laborales en ocho instituciones educativas de Car tagena”, eje cutado por medio de una alianza entre la Fundación Promigas, que con cibió, pro­movió y dirigió el proyecto; la Secretaría de Educación del Distrito de Cartagena, que brindó apoyo logístico y acom pañamiento; la Fundación Children International Ami­gos de los Niños, que aportó financiación

Como se creó el hábito del trabajo en equipo, estamos haciendo el trabajo conjunto, y esos acuerdos que todos estamos decidiendo son una complacencia llevarlos a cabo porque salen del seno del

querer de todos nosotros como comunidad educativa

Rita Rosa Romero, rectora del colegio Ana María Vélez de Trujillo

y acompañamiento, y la Fundación Cami­nos de Identidad, que prestó asesoría es­pecializada.

“Consideramos que este proyecto nos daba la oportunidad de cualificar a los docentes y hacerles acompañamiento a las institu­ciones educativas en su objetivo misional de lograr que los estudiantes aprendan”, explica Edelmira Salgado, profesora espe­cializada en mejoramiento, de la Secreta­ría de Educación de Cartagena.

El “mejoramiento curricular” es un modelo desarrollado y probado por la Funda ción Promigas en municipios como Pueblo Vie­jo (Magdalena), y busca ayudar a superar deficiencias históricas de las instituciones educativas, aumentadas por el proceso de integración escolar, que convirtió a varios colegios y escuelas en una gigantesca ins­titución educativa, con un solo rector y procesos administrativos y financieros úni­cos, pero con una insuficiente integración pedagógica.

Cada institución debía tener un modelo pedagógico único, un diseño curricular único, un plan de estudios único y planes de área únicos para todas sus sedes. “Las recién conformadas instituciones educa­tivas del país enfrentan el reto de crear

E

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consensos básicos en su interior para de­sarrollar un verdadero proyecto educativo institucional común a todas sus sedes y en el que todas se reconozcan como parte de una misma institución; para lo cual es necesaria una reflexión pedagógica con­junta y unos planes de estudio ampliados y comunes”, expresa el asesor Álvaro Ro­dríguez en la justificación del proyecto.

Sin embargo, en la práctica esto no ha ocurrido, o no ha ocurrido adecuadamen­te, ni en Cartagena ni en otras regiones del país. Muchas de las instituciones educati­vas vienen funcionando con un Proyecto Educativo Institucional ­PEI­, hecho como una colcha de retazos y con modelos pe­dagógicos y planes curriculares por sede, desligados unos de otros y de la realidad

contextual. “Antes cada sede tenía su mo­delo, eran seis modelos pedagógicos”, re­conoce Rita Rosa Romero Salas, rectora del colegio Ana María Vélez de Trujillo.

Para superar estas deficiencias, el Minis­terio de Educación Nacional viene promo­viendo y exigiendo la formulación e im­plementación de planes de mejoramiento, que se han aplicado en diversas institucio­nes educativas. No obstante, algunos de ellos sólo han significado un corte en el tiempo, que no ha logrado trascender.

El proyecto adelantado en Cartagena por la Fundación Promigas buscó y logró de­sarrollar, acompañar y evaluar un plan de mejoramiento institucional en cada centro educativo, para profundizar en el fortale­cimiento curricular de las áreas básicas y en el eje transversal, como estrategia para lograr un incremento global de la calidad de la educación en los ocho colegios par­ticipantes. “Hoy estamos unificados desde nuestro PEI, nuestro horizonte institucio­nal, nuestro modelo pedagógico y nuestro plan de estudios y estamos terminando ya el trabajo con los planes de área del grado cero al grado undécimo”, agrega la rectora.

El proyecto también diseñó para cada cole­gio un plan de mejoramiento curricular en las cuatro áreas básicas y en el eje trans­versal de competencias ciudadanas y labo­rales, así como planes de aula.

Hacer equipo

La coordinadora del colegio San Felipe Neri trata de hablar, pero no logra que su voz suene por sobre la de los profesores Wil­mer, Rafael, Edgardo y Eunice. Ellos se han entusiasmado contando las incidencias del proyecto de mejoramiento curricular, que lideraron como miembros del equipo de mejoramiento.

El proyecto se desarrolló en tres fases sucesivas:

1. Exploración diagnóstica y concertación inicial con los equipos direc-tivos, los docentes, los padres y los estudiantes, sobre el contexto social, económico, ambiental, las dinámicas institucionales, el trabajo del aula en las cuatro áreas básicas y complementaria con otros acto-res locales.

2. Constitución de equipos de mejoramiento y diseño de planes de me-joramiento institucional. Se realizó mediante la reflexión sobre las implicaciones del diagnóstico para el proceso de mejoramiento cu-rricular y para los énfasis de las instituciones educativas; la búsqueda de una perspectiva común de mejoramiento basada en las realidades concretas que se viven y la definición del currículo que se ha de se-guir; establecimiento de los fines y principios, misión, visión, perfiles y objetivos de la institución y el establecimiento de consensos básicos.

3. Desarrollo curricular. Referido específicamente al abordaje del mejo-ramiento curricular en las cuatro áreas básicas y sus relaciones gene-rales con el eje de educación para el trabajo.

Fases de desarrollo

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La conformación de este equipo fue una de las tareas prioritarias del proyecto, te­niendo en cuenta que se constituían en la garantía de que las acciones se ejecuta­rían y tendrían sostenibilidad en el tiem­po. “Lo que se buscaba era que este equipo de gestión se convirtiera en multiplicador de lo que se hacía en los seminarios y lle­gara a la institución a socializar lo que se estaba escuchando allá”, informa el profesor Wilmer Álvarez, del Colegio San Felipe Neri. Y agrega: “El mejoramiento se hizo con los aportes de muchos profesores de la institución, aunque los que estaban allá eran algunos representantes”.

Por tanto, el primer reto de estos equipos fue tener legitimidad y capacidad de mo­vilización frente a la planta docente; para lo cual se buscó que en su integración hu­biera una adecuada representatividad. La experiencia del colegio Ana María Vélez de Trujillo es interesante, pues en el equipo estaban repre sentadas todas las sedes con delegados de cada área fundamental y el

coordinador, con una conformación seme­jante a la del Consejo Académico. Así se logró que los avances estuvieran acordes con las orien taciones del Consejo. Más aun, a la postre el equipo de calidad termi­nó conformando el Consejo Académico.

“Además, hemos trabajado con todos los actores de la comunidad educativa”, expli­ca la rectora Rita Rosa Romero. “El traba­jo lo hemos hecho por grupos donde han parti cipado administrativos, padres, docen­tes, estudiantes. Y después este comité se encarga de recolectar toda esa informa­

Donde hay acompañamiento de entidades aliadas hay mayores fortalezas; donde la institución educativa trabaja sola es

posible que haya más dificultades

Edelmira Salgado, funcionaria de la Secretaría de Educación de Cartagena

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tro de sus instituciones; han estudiado y puesto en práctica diversas alternativas y cambios en el trabajo de las aulas, como señala la docente de lengua castellana Rutsely Simarra Obeso: “Es destacable que los maestros, coordinadores y la rectora a la cabeza hayan asumido el proceso con interés y ganas, con deseos de proyectar la institución y desarrollar el proyecto con mucha seriedad y que se vinculó a toda la institución educativa”.

Para la rectora Rita Rosa Romero es muy importante la proyección que ha tenido el equipo en la generación de una cultura de trabajo conjunto: “El equipo de calidad se reúne semanalmente para ver qué ajustes y qué nuevas miradas le damos a todo lo que conforma el PEI de nuestra institu­ción. Eso ha fortalecido el trabajo conjun­to, hemos creado el hábito de trabajar en equipo y permanentemente estamos dia­logando entre las áreas”.

Además, el trabajo desarrollado en los seminarios y talleres con el asesor ha for­talecido los equipos de las áreas básicas contempladas en el proyecto, y en algunos colegios, como el Ana María Vélez de Tru­jillo y el San Felipe Neri, se ha extendido a otras áreas.

La fortaleza de los equipos de gestión asegu ra la sostenibilidad del mejoramien­to curricular más allá de este proyecto, al establecer un liderazgo pedagógico en cada institución educativa, con credibili­dad, com promiso, respaldo de las directi­vas y conciencia sobre la importancia de man tenerse como grupo de trabajo para la im plementación y continuidad de los pla­nes de área.

Los equipos también son conscientes de la necesidad de formalizar los planes a través de los consejos directivos, consoli­dar sus modelos pedagógicos, establecer

ción, pro cesarla y darla a conocer. Cada representante de área es el coordinador general dentro de cada área, desde grado cero hasta grado undécimo. Estos coor­dinadores han estado programando sus reuniones y dialogando con actores de la comunidad educativa para unificar los pla­nes de estudios y el plan de área”.

Los equipos de gestión han permaneci­do, se han consolidado y proyectado den­

Cambio curricular, para mejorar

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acuerdos básicos, fortalecer el seguimien­to y la evaluación permanentes por parte de los coordinadores, lograr el apoyo de los directivos a los proyectos, continuar la motivación permanente a los maestros, re­tomar el desarrollo de jornadas pedagógi­cas, fortalecer la autocapacitación docen­te, sistematizar la apli cación de los planes de área, realizar encuentros periódicos de intercambio pedagógico y desarrollar una red de educadores gestores de calidad.

Mejoramiento institucional, mirarse bien

En el colegio Ana María Vélez de Trujillo dicen que se está “cocinando” la imple­mentación de una cátedra con el mismo nombre del colegio. La cátedra tendrá una hora semanal y desarrollará competen­cias básicas, una búsqueda permanente de talentos y formación en valores. Esta idea surgió cuando el equipo de gestión se sumergió en el reconocimiento de la his­toria institucional, una de las tareas para la elaboración del plan de mejoramiento institucional.

La creación y el fortalecimiento de los equipos de calidad permitió, en 2007, la formulación de estos planes de mejora­miento de mediano plazo y de mejora­miento anual y empezar su ejecución. Posteriormente, al iniciar el 2008, se hizo seguimiento a la formulación del plan de mejoramiento de ese año. Lo más impor­tante es que los equipos han tenido ple­na conciencia del proceso pedagógico que adelantan, de los pasos que dan y de los fines que persiguen, como lo afirmó en su informe el asesor de Fucai.

En la mayoría de los colegios el plan de mejoramiento general fue concertado y apropiado por el conjunto de las institu­ciones educativas, haciendo una lectu­

ra pedagógica del contexto, la teleología institucional, las rutinas pedagógicas bá­sicas y los énfasis de las instituciones edu­cativas. El diseño de los planes significó una producción de conocimiento a partir de la práctica educativa, al conllevar una reflexión sobre el diagnóstico, la búsque­da de una perspectiva común de mejora­miento basada en las realidades concretas y el establecimiento de consensos básicos con respecto a temas como el aprendizaje, la enseñanza, la integración curricular, la evaluación y la planeación, entre otros.

En el colegio Ana María Vélez de Truji­llo, por ejemplo, la formulación del plan coin cidió con la reconstrucción de la sede principal y el ambiente de renovación se aprovechó para empujar una reforma ins­titucional que abarcó la misión, la visión y los principios institucionales.

La rectora Romero mide los alcances de este trabajo: “Surgió un plan de mejora­miento más real, más puntual. Y eso nos ha permitido mejorar nuestro servicio edu­cativo; y a futuro va a ser supremamente interesante para mejorar los resultados en la pruebas Saber e Icfes”.

Para la profesora Rutsely Simarra, de la misma institución, fueron claves las acti­vidades relacionadas con la identidad ins­titucional. “Nos sentamos a compartir la historia y nos sentimos identificados. Las seis sedes tenían historias muy particula­res, y una de las actividades que se hicie­ron fue tratar de reconstruir una historia común. Fue uno de los eventos más valio­

Lo más importante es que los equipos han tenido plena conciencia del proceso pedagógico que adelantan, de los pasos que dan y de los

fines que persiguen

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sos del proyecto, porque rescatamos el ori­gen comunitario de las sedes, volvimos a revisar los símbolos institucionales, se hi­cieron cambios en la bandera y el escudo y se redefinió el modelo pedagógico”.

En el colegio San Felipe Neri, la recons­trucción histórica también arrojó descubri­mientos: “Se encontró que teníamos mu­chas cosas en común las instituciones participantes en el proyecto; por ejemplo, las condiciones sociales, el estrato, hasta aspectos culturales, la música que escu­chan, las capacidades muy parecidas. Esto permitió construir la misión, la visión, la identidad institucional, la historia del co­legio y dio pie para que pensáramos en un

modelo pedagógico, que se estableció a lo largo del proyecto”, revela el docente Ed­gardo Jaraba Torres.

El docente de tecnología Miguel Ángel Díaz, del colegio Ana María Vélez de Tru­jillo, resalta: “Este proceso nos hizo ate­rrizar a todas las ocho instituciones que estuvimos ahí en lo propio de cada ins­titución, en cómo abordar las particula­ridades de la comunidad educativa, y a partir de eso tomar conciencia de lo que somos como institución y plantear el plan de mejoramiento”.

Qué enseñar y cómo enseñar

Tal como estaba previsto en el proyecto, en 2008 y a través de seminarios con el asesor se abordó el desarrollo curricular en las cuatro áreas básicas de ciencias natura­les, ciencias sociales, matemáticas y len­guaje y sus relaciones generales con el eje de educación para el trabajo, así como sus relaciones específicas con los énfasis de cada una de las instituciones educativas.

Este proceso nos hizo aterrizar a todas las ocho instituciones que estuvimos ahí en lo

propio de cada institución, en cómo abordar las particularidades de la comunidad educativa

Miguel Ángel Díaz, docente del colegio Ana María Vélez de Trujillo

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Se desarrolló una malla curricular de ob­jetivos generales y específicos para las áreas básicas, integrando allí los objetivos referidos a las competencias laborales y ciudadanas, y se lograron consensos bási­cos relacionados con la gestión de la en­señanza/aprendizaje. “Primero se estudió el sentido del área, su fundamentación, se sacaron objetivos generales y después ob­jetivos por niveles”, explica Juan Guerrero, rector del colegio San Felipe Neri.

En el caso del lenguaje, el abordaje inicial se hizo mediante la comprensión lectora, considerando el desarrollo de competen­cias específicas de comprensión y produc­ción de textos; en el área de sociales se abordó el desarrollo metodológico general y específico del área; también se trataron los procesos de enseñanza/aprendizaje del área de ciencias naturales y una refle xión alrededor de los ejes transversales del currí­culo. Finalmente, en el octavo y último se­minario, se abordó el área de mate máticas.

El seminario específico realizado sobre cada área con el asesor permitió una refle­xión interinstitucional sobre las prácti­cas pedagógicas en el aula, estableciendo cómo se enseñaba antes, qué se podía mantener de eso y qué modificaciones se podían intro ducir. El profesor Edgardo Jara­ba Torres, del colegio San Felipe Neri, sos­tiene que “es relevante el trabajo de todos los maestros de todas las instituciones por áreas, y ahí aprendimos de los otros. Sacá­bamos los grandes temas desde preesco­lar hasta grado undécimo. Y por último, la planeación por área y por clase”.

El impacto de estos aprendizajes alcanzó al conjunto de las instituciones educati­vas gracias a que los docentes que asistie­ron por cada colegio fueron diligentes en la socialización de las experiencias de los seminarios con sus compañeros de área en cada colegio y crearon entre ellos un

clima favorable al cambio. Esta réplica ge­neró un diálogo de saberes entre los apor­tes de los docentes en cada institución y lo discutido en los seminarios por los docen­tes de las diversas instituciones.

Otra vez, el colegio Ana María Vélez de Trujillo mostró resultados contundentes. “Estamos en el proceso”, dice la maestra Rutsely Simarra Obeso. “Hicimos unas mo­dificaciones importantes en el plan de es­tudios, atendiendo aspectos que surgieron en el diagnóstico general. Los principales se referían a los procesos de lectura y es­critura, el desconocimiento de la constitu­ción po lí tica y la preocupación por el dete­rioro del medio ambiente”. Como resultado de eso el colegio introdujo modificaciones en el plan de estudios como la vinculación

Plan de mejoramiento general concertado, apropiado y en proceso de implementación en cada una de las instituciones educativas partici-pantes.

Plan de mejoramiento curricular con énfasis en el desarrollo del plan de estudios para las cuatro áreas básicas con ejes transversales de educación para el trabajo y la convivencia.

Equipos de mejoramiento institucional capacitados para el diseño y mejoramiento curricular implementando en cada una de las instituciones educativas planes y proyectos específicos de área.

Documento de sistematización de la experiencia elaborado a partir de los registros y memorias de los seminarios talleres y de los acompa-ñamientos.

Documento de línea de base curricular, en el que se caracteriza el estado de los currículos de las instituciones participantes.

Software curricular para la sistematización, socialización y actualización colectiva permanente del Proyecto Educativo Institucional.

Principales resultados

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de las asignaturas de lectura y producción textual, con una hora semanal; de educa­ción política y democracia, con tres horas, y de educación ambiental.

La profesora Rutsely explica que los es­tudiantes se están apropiando de nuevos conocimientos y más posibilidades fren­te a la lectura y la escritura, al acceder a aprendizajes como la redacción de párra­fos, la elección de títulos y la identifica­ción de tipos de escritos: saber cuándo es informativo, cuándo es narrativo o cuán­do es descriptivo. “Hemos tratado de que sea lo más participativo posible, sin ir con toda la teoría de la producción textual, sino paulatinamente”.

El colegio San Felipe Neri también hizo avances importantes. De nuevo, los do­centes se pelean la palabra para contar. La coordinadora Ferneli Peña se les adelan­ta esta vez para destacar la oportunidad que tuvieron los docentes de implementar nuevas estrategias en el aula y la confec­ción de una guía didáctica de acuerdos pedagógicos para el trabajo en clase. La pro fesora de lengua castellana, Eunice Villareal Alvis, le sigue para sostener que hubo una consolidación de las áreas con respecto a los estándares y las competen­cias y que su colegio decidió no utilizar tantas temáticas sino enfocarse en las necesidades según el contexto y lo que realmente necesita el estudiante. Algo en

Cambio curricular, para mejorar

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lo que coincide el profesor de ciencias na­turales Wilmer Álvarez: “En la institución había mucha confusión, nunca íbamos en contra de la ley, pero no teníamos cómo aportar cosas distintas”.

El profesor Edgardo Jaraba Torres espera el momento oportuno para concluir: “El de­sarrollo curricular ha permitido que todos los docentes estemos en una misma direc­ción, pues antes, por ejemplo, cada segun­do tenía una clase distinta, mientras que ahora se ha establecido una metodología de trabajo en el aula, que indica no sólo los contenidos estandarizados por cada grado y asignatura, sino las distintas eta­pas de la clase”.

Otro logro importante en varias institucio­nes se refiere a que los aprendizajes sobre el desarrollo curricular no se limitaron a las áreas previstas en el proyecto, sino que se extendieron a otras, como relata la coordinadora Fernely Peña: “Las áreas de artística, educación física y tecnología han empezado a armar sus planes de área, para definir el sentido del área, su fundamen­tación y sus objetivos grado por grado”.

Lluvia de proyectos

El proyecto de mejoramiento curricular motivó el intercambio de proyectos en­tre los colegios y la formulación de otros nuevos que recogen los aprendizajes del desarrollo curricular. El proyecto tuvo un espacio para que cada institución mostra­ra experiencias significativas en las dife­rentes áreas. “Nosotros mostramos en el área de castellano unas muy buenas ex­periencias que llamaron la atención del auditorio. Es ver lo que estamos haciendo y lo que están haciendo los otros y cómo lo están haciendo, eso es enriquecedor”, asegura el profesor Atilano Arrieta, del co­legio Ana María Vélez de Trujillo.

Rutsely Simarra, del área de lenguaje, des­taca el proyecto “Así hablamos en el Ca­

Estamos experimentando un modelo de evaluación estilo Icfes, y ya tuvimos la primera experiencia,

para enseñarles a los chicos algunas cosas, por ejemplo, empezar a familiarizarlos con examen

manejando preguntas tipo 1 y hojas de respuestas

Rutsely Simarra Obeso, docente del colegio Ana María Vélez de Trujillo.

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legio está trabajando en varias iniciativas relacionadas con el eje laboral. La más importante se refiere a la producción del betún basado en la flor del bonche. “Te­nemos pensado que el colegio les venda betún a todas las instituciones del Distrito de Cartagena; que el betún que se utilice en Cartagena venga del Ana María Vélez de Trujillo”, afirma la rectora Rita Rosa. Además, el colegio tiene una hora sema­nal para el eje laboral y dentro de ella bus­ca canalizar talentos a partir de los cuales identificará situaciones que permitan or­ganizar a los estudiantes en el montaje de microempresas.

El mejoramiento curricular también los llevó a organizar una biblioteca comuni­taria con la que esperan prestar servicio no sólo a los estudiantes propios sino a la comunidad del sector, para lo cual se habi­litará el espacio de la antigua sede Julio R. Faciolince. Una de las ofertas más atracti­vas la constituye el préstamo de libros para llevar a casa, por una semana. La biblio­teca nace con 3000 volúmenes, entre los que hay textos de literatura y textos guías donados por la Embajada de España.

En el área de ciencias naturales se está impulsando la formación de semilleritos de investigación, porque se vio que desde el aula de clase se podía hacer investiga­ción y experimentos.

El colegio San Felipe Neri presentó en los intercambios un proyecto de utilización de las herramientas audiovisuales en el aprendizaje de la ciencia, basado en un software con el que los estudiantes repasan temas de biología de forma divertida. “El programa les da la oportunidad de montar sus propias actividades y ver las de otros y se complementa con videos. El software también se usa para hacer rompecabe­zas, exposiciones y mapas conceptuales”, cuenta el profesor Wilmer Álvarez.

ribe”, orientado a reflexionar sobre otras lenguas, distintas del castellano, que se hablan en la región Caribe. “Empezamos a explorar palabras en wayuuniaki, criollo, sanandresano, kogui, palenquero, y final­mente hicimos un ejercicio muy intere­sante: los estudiantes se ubicaron en su barrio y empezamos a hacer un miniléxi­co de las voces que usaban allí. Presenta­mos en el Día del Idioma un diálogo donde hacían presencia todas esa voces, apoyado de videos, mapas y consultas”. En sociales se desarrolló la experiencia de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, trabajada con los niños de primaria a través de video.

Entre los nuevos proyectos, el más impor­tante es la cátedra Ana María Vélez de Tru­jillo, dirigida a fortalecer el eje de compe­tencias ciudadanas, para lo cual en 2009 ya se tenía previsto el equipo, la profesora y la orientación curricular. Además, el co­

El proyecto aportó a las instituciones participantes una herramienta de software curricular que facilita la sistematización, socialización y actuali-zación colectiva permanente del Proyecto Educativo Institucional, PEI.

La estructura de la herramienta fue diseñada en 2007 con la participa-ción activa de los colegios y sus contenidos específicos se fueron clarifi-cando en la medida en que dieron los resultados del proyecto. En 2008 se avanzó en el diseño de una presentación genérica que permitiera su utilización posterior en otros proyectos en la Costa Caribe, y se rees-tructuró el diseño inicial con una presentación más vistosa y agradable. Entre tanto, las instituciones educativas avanzaron en la recolección de la información requerida.

Este software ofrece una solución práctica al manejo de la información sobre el PEI en las instituciones educativas, al permitir la sistematización de archivos y carpetas que anteriormente se encontraban dispersos en uno o varios computadores.

PEI digital

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En lengua castellana el colegio mostró un proyecto de prensa/escuela que se desarrolló con la Universidad Nacional, dirigido a la producción textual de los es­tudiantes, con guiones, noticias y algunas nociones de audiovisual. Y en matemáti­cas, un proyecto de olimpiadas en el cual se articularon las matemáticas y la com­prensión lectora.

El profesor Atilano Arrieta resume los lo­gros del proyecto en cuatro aspectos: “Uno, la unificación de criterios, porque nunca ha sido fácil; dos, la integración con las demás instituciones participantes en el proyecto, porque pudimos mostrar lo que hacemos y ver qué hacían los demás, com­

Los estudiantes no han tenido que ver directamente con el proyecto, pero sí indirectamente, y han empezado a sentir un

cambio, sobre todo en la forma de preguntar

Wilmer Álvarez, docente del colegio San Felipe Neri

parar y saber cómo estamos y qué nos fal­ta; tres, los aportes desde el punto de vista teórico, pues tuvimos la oportunidad de renovar algunos criterios producto de las discusiones; y cuatro, la misma mecánica del proyecto, que fue muy participativa, a todo el mundo se le dio la oportunidad de exponer sus ideas”.

Edelmira Salgado, funcionaria de la Secre­taría de Edu ca ción de Cartagena, hace una síntesis contunden te: “Este es un proyecto que necesita el Distrito, y no sólo las ocho instituciones parti cipantes, pues reúne elementos que permiten avanzar en cada una de las áreas básicas y en el eje de com­petencias laborales”.

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ayerli Navarro era una niña ensimismada, que rompía en llanto cuando debía exponer ante sus compañeros. Un día de abril de 2009 hizo una lec­

tura en voz alta casi impecable, utilizando todas las técnicas, en un texto difícil, lleno de signos de exclamación e interrogación: El trompo de Arcelio, de Andrés Elías Flórez. La profesora Yadira Mo­reno, coordinadora de lenguaje del colegio Nueva Esperanza, de Sincelejo, le calificó “sobresaliente”, pero lo que quería hacer en realidad era abrazarla con fuerza.

Yadira dice que otros niños y niñas han tenido progresos seme­jantes gracias al proyecto Excelencia Académica, realizado du­rante dos años por la Fundación Promigas, con el patrocinio de la Fundación Argos, en diez colegios del departamento de Sucre. Ella y muchos docentes de los diez colegios integran ahora una Red de Excelencia Académica con la cual se busca darle sosteni­bilidad a los logros y extenderlos a otros docentes y otros colegios mediante el intercambio presencial y virtual de experiencias sig­nificativas, el aprendizaje colaborativo y la realización de pasan­tías entre instituciones, como espacios de reflexión, discusión e intercambio orientados a validar y hacer visible lo que las insti­tuciones hacen.

La idea de la Red de la Excelencia como un proceso a largo plazo se ha convertido en una consigna entre los docentes. Alberto Ver­

Diez colegios lograron consolidar sus modelos pedagógicos e iniciaron procesos de mejoramiento que ya muestran resulta-dos en aspectos como la comprensión lectora, la resolución de problemas matemáticos, las competencias afectivas y la ges-tión directiva. Ahora buscan consolidar los logros mediante la integración de una red de excelencia académica a la que pue-den vincularse otros planteles.

Procesos de mejoramiento en Sucre

La excelencia teje su red

M

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bel, del colegio La Inmaculada Concepción, habla de que se avanza poco a poco y que los resultados no son visibles de la noche a la mañana. Y Manuel Esteban Garay, rector del colegio Don Alonso, destaca que “una ventaja de este proyecto es que se hace seguimiento al trabajo de campo, y eso ha consolidado los procesos de cambio”.

Otro aspecto en el que directivos y docen­tes se han puesto de acuerdo es el trabajo en equipo, pues a cada uno de los colegios

le sirvió la experiencia para reconocer­se como una institución integrada, que a pesar de tener distintas sedes, jornadas y niveles, debe tener un modelo pedagógico único, una sola malla curricular y planes de estudios unificados.

Cambio institucional

Los supervisores de la Secretaría de Educa­ción de Sucre están impresionados. Cuan­do llegan a los colegios que integran la Red, como el Heriberto García, nadie corre con papeles de un escritorio a otro, ni están po­niendo firmas de última hora. “Gracias al proyecto de excelencia nos ha ido mejor en esas visitas; los procesos que nos piden los tenemos”, dice la rectora Esperanza Rome­ro sin ocultar su orgullo.

El proyecto de Excelencia Académica ha sido una oportunidad para mejorar tanto aspectos puntuales como la integralidad de la gestión directiva y de las competen­cias básicas en lenguaje, matemáticas y desarrollo afectivo. Eso dice Blasina Loza­no, docente del Carlos Arturo Verbel: “Nos ayudó a desarrollar el plan de mejora­miento y a ver cómo estamos frente a la realidad institucional; nos ha servido para tomar el rumbo de la calidad”.

Alejandro Lamadrid, rector del colegio La In ma culada Concepción, reconoce que tam ­ bién les cambió la visión directiva: “Se ma­terializó un horizonte institucional que está en proceso de implementación, se di­señó el manual de convivencia escolar y se hizo una carta de navegación que con­tiene el manual de funciones”.

En el colegio Don Alonso el rector ase­gura que el proyecto le cayó “como ani­llo al dedo” a su propósito de hacer que la formación sea trascendente y genere cambios en el estudiante, para que ten­

Martha Ríos, madre de una alumna del colegio Heriberto García decidió capacitarse en informática para entender qué tanto hacía su hija en el computador. Después, con los estudiantes Daniel del Valle, Julio Carbo-nero y Jairo Pretelt se pusieron a enseñarles a un grupo de veinte padres. “Queremos informarnos para no estar tan ignorantes de los programas en que se meten nuestros hijos”, dice ella al explicar este esfuerzo articula-do al componente de competencias afectivas del proyecto de Excelencia Académica.

El componente se centró en el acercamiento de los padres al proceso académico y en la elaboración de un diagnóstico afectivo de los estudian-tes. Los logros del Heriberto García tienen especial atractivo, pues se ha conformado una escuela permanente de 40 padres y madres que asisten a capacitaciones en valores, pautas de crianza y modelos de autoridad. Con otros 25 padres de la básica primaria, que no sabían leer ni escribir, se montó un programa de alfabetización para que puedan mejorar sus competencias y ofrecer algún apoyo a sus hijos.

La rectora y la psicorientadora se emocionan al hablar de Lizzete Villa-lobos, la hija de Martha Ríos, quien es reportera del periódico escolar; de la hija de don Marcos, quien era una niña rebelde y desordenada y ahora es ejemplo de dedicación; o de las hijas de doña Yamile, quienes han ganado en autoestima y se sienten orgullosas de su madre porque la escuela de padres la ha hecho sentir importante. En el colegio Don Alonso ahora miran distinto a estudiantes que eran vistos como “prospectos de pandilleros” y han tenido una transformación positiva.

Escuela de padres

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Una ventaja de este proyecto es que se hace seguimiento al trabajo

de campo y eso ha consolidado los procesos de cambio

Manuel Esteban Garay, rector del colegio Don Alonso

ga elementos con los cuales resolver un proyecto de vida. “El quehacer de los do­centes ha cambiado, utilizan distintas estrategias metodológicas y su didáctica es de otro tipo, están pendientes de los problemas psicosociales, están compro­metidos con el cambio institucional y los procesos culturales”, proclama Manuel Esteban Garay.

Por eso, Luis Urbano Olmos, rector de la Escuela Técnica Agropecuaria de Caracol, asegura que los diez colegios de la Red es­tán hoy más cerca de las exigencias del Ministerio de Educación que el resto de las instituciones del departamento. “Tenemos planes de mejoramiento fáciles de ajustar, de evaluar, no tan complejos y que apun­tan a prioridades”.

Hay un modelo pedagógico

El profesor Jonathan Álvarez, del colegio Nueva Esperanza, se la pasa ahora jugan­do baloto con sus alumnos en lugar de re­petir y repetir las tablas de multiplicar. Es­tudiantes suyos como Lizeth, Kathy, Elías, Andrés, Camilo o David se pelean por pa­sar al tablero, cuando antes hasta se me­tían debajo del pupitre para no hacerlo.

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como el proceso, la comprensión del texto y la capacidad de análisis”.

Gran parte del éxito se debe justamente a que los estudiantes han avanzado en la articulación de los conocimientos ma­temáticos con los de lengua castellana y por eso comprenden mucho más los plan­teamientos de los problemas y tienen una mayor capacidad de interpretación, como revela el profesor Jonathan Alvarez. “Aho­

Eso tiene que ver con el modelo de reso­lución de problemas cotidianos, basado en siete preguntas que permiten resolver cualquier tipo de problema. “Nos ha ayu­dado mucho porque antes los estudiantes sólo se preocupaban por la respuesta y ahora han aprendido a buscar un méto­do para resolver los problemas, y eso los ha vuelto más espontáneos”. Eso explica la emoción con la que el profesor dice que “ya no nos interesa tanto la respuesta

La excelencia teje su red

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A su vez, la profesora Yadira Moreno, del colegio Nueva Esperanza, atribuye los pro­gresos extraordinarios en lenguaje a la adopción de un Modelo Pedagógico Social Humanístico basado en la capacitación que el proyecto de Excelencia Académica les ofreció a través de la Fundación Alberto Merani. “El proyecto fue importante para potenciar las competencias en lenguaje al promover la lectura por niveles, que es como evalúa el Icfes, y por fases: cognitiva, afectiva y de expresión”. Los resultados, dice ella, han sido altamente satisfacto­rios y el cambio en la clase se nota.

Gracias a la capacitación, los diez colegios de la Red se motivaron a adoptar un mo­delo pedagógico o a reformular el que te­nían, así como a reestructurar el plan de área, la metodología y la didáctica. Ade­más, empezaron a elaborar pruebas tipo Saber, con varios simulacros, lo cual ha mejorado de manera evidente la capaci­dad de respuesta de los estudiantes. “Aho­ra hay coordinación conceptual en toda la institución y avances en lengua caste­llana, en comprensión lectora y en mate­máticas”, resume Marcos Bertel, rector del colegio Antonio Prieto.

En algunos colegios, el modelo ya se ha ex­tendido a las áreas de sociales y ciencias naturales y a bachillerato, como revela Yadira Moreno. “Fuimos más ambiciosos y vimos que podíamos llevarlo al bachille­rato”. Miguel Bustamante, de La Inmacu­lada Concepción también registra similar avance. “Antes siempre en la lectura los

Muchos compañeros no sabíamos interpretar un texto y tocaba ir cada rato a preguntarle a la seño; ahora podemos solos, hay mayor

conocimiento de cómo leer”

Sandra Angulo, estudiante del colegio Don Alonso

ra tienen dudas específicas, antes simple­mente no entendían, no sabían precisar las dificultades ni expresarlas”.

Algo parecido dice el profesor José María Contreras, coordinador de matemáticas del colegio Don Alonso, quien revela que al entender mejor los problemas los estu­diantes ya no les huyen sino que los piden, al punto que nació la necesidad de crear un Banco de Problemas para abastecerlos.

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estudiantes se quedaban en el nivel literal y ahora ya pasamos al nivel inferencial en primaria y al nivel de proposición en ba­chillerato, porque el trabajo lo llevamos a todo el colegio”.

Sandra Angulo, estudiante del colegio Don Alonso, coincide: “Muchos compañeros no sabíamos interpretar un texto y tocaba ir cada rato a preguntarle a la seño; ahora podemos solos, hay mayor conocimiento de cómo leer”. Su compañero José Fernan­do Contreras confiesa: “antes sólo me gus­taba leer el 10% y ahora el 58% porque la seño nos ha dado pasos para leer”. Erick

La educadora Juanita García Manjarrés dis-puso en su testamento que su colegio crea-rá una jornada adicional para que los niños y niñas más pobres de Sincelejo disfrutarán de sus instalaciones y sus recursos. Así nació esta escuela pública, que luego se independi-zó, se integró con otras escuelas del munici-pio y en 2009 logró tener una sede nueva, la mejor de la ciudad.

La rectora asegura que el proyecto de Ex-celencia Académica fortaleció la capacidad de gestión de la institución y su estrategia de alianzas con entidades públicas y privadas, entre las cuales se cuentan la Fundación Promigas, Cementos Argos, Almacenes Éxito, Secretaría de Salud de Sincelejo, Dasalud, Plan Internacional, Fundación Hijos de la Sierra Flor, Compartel, Universidad de Sucre y Fundación Batuta. “Veíamos que la institu-ción no podía salir adelante sola; el proyecto de Excelencia Académica nos ha servido mu-cho para aprender a gestionar las alianzas”.

Alianzaspara educar

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ciones Educativas Técnicas de los Montes de María, Asoietomm, la cual preside y de la que forman parte 26 instituciones de once municipios de Sucre y Bolívar.

La estrategia de la Red es el aprendizaje co laborativo, con una dinámica de inte­racción entre subredes dentro de una misma institución educativa y hacia fuera entre instituciones, o sea que además de la red que conforman todos los colegios a nivel departamental, cada colegio está in­tegrando una red con todos sus maestros y unas subredes de lenguaje, de matemáti­cas y de gestión directiva, por medio de las cuales se socialicen muchas actividades.

Se espera que al consolidarse la Red pueda extenderse a otros colegios del departa­mento y a otros de departamentos, como Atlántico, donde también se está desarro­llando una Red de Excelencia. El rector Ma­nuel Esteban Garay tiene bastante claros los objetivos. “Ya nos dieron las herramien­

El proyecto fue importante para potenciar las competencias en lenguaje al promover la lectura

por niveles, que es como evalúa el Icfes, y por fases: cognitiva, afectiva

y de expresión

Yadira Moreno, profesora del colegio Nueva Esperanza

Tovío asiente con la cabeza primero y tan pronto puede suelta su comentario: “Antes no me gustaba; ahora con la simulación y la modelación me encanta leer”.

Estrategias en red

El rector de la Institución Educativa Téc­nica Agropecuaria, Luis Urbano Olmos, tiene un sueño: compartir con la Red de Excelencia de Sucre todos los avances que viene realizando la Asociación de Institu­

La excelencia teje su red

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tas de la excelencia, ahora directivos y do­centes tenemos el compromiso de seguir con el intercambio, es una oportunidad para garantizar la sostenibilidad del cam­bio, para conocer experiencias significati­vas, para visitarnos, para hacer alianzas”.

La Red tiene como una de sus herramien­tas principales una plataforma de internet, diseñada por las fundaciones Promigas y Alberto Merani, para facilitar la interac­ción permanente, que se complementa con el uso del correo electrónico.

No obstante, algunos docentes confun­dieron la Red de Excelencia con la herra­mienta informática, por lo cual fue nece­sario fortalecer el trabajo presencial para que entendieran internet sólo como una herramienta y asumieran la red como un proyecto que tienen que construir los maestros y los colegios por medio de sus intercambios.

Muchos docentes también tienen limita­ciones para acceder de manera competen­te a la tecnología de internet y desarrollar

La Secretaría de Educación de Sucre ha sido determinante en los proyectos de Excelencia Académica y Red de Excelencia, porque los ha institucionalizado y articulado a sus estrategias, facilitando la disposición de tiempo de los docentes. Carlos Santos Gómez, coordinador de Calidad Educativa, es la voz de la Secretaría en el proceso.

¿Qué importancia han tenido para la Secretaría estos dos proyectos?Se convirtieron en una estrategia para el mejoramiento de la calidad de la educación, sobre todo en los Montes de María, donde habíamos tenido dificultades de seguridad y convivencia. Los proyectos llegaron en un momento clave y la pedagogía conceptual les dio luces a algunas instituciones para fortalecer el componente pedagógico de los PEI.

¿Había la necesidad apremiante de un proyecto como éste?Las instituciones en este aspecto pedagógico estuvieron marchando sin norte. Los docentes en sus diferentes áreas hacían lo que creían conveniente y puntual, pero estábamos ante una especie de Torre de Babel pedagógica en la cual cada quien hablaba de un modelo diferente, de unas estrategias diferentes y de actividades diferentes. Ahora algunas instituciones optaron por unificar su propuesta pedagógica alrededor de un modelo, reconsiderando su trabajo y resignificando los PEI.

¿De qué manera es posible darle sostenibilidad a estos procesos?Nosotros constituimos la Red de Docente Investigadores de Sucre, que trata de ser un gran marco organizacional desde el cual los docentes empiecen a unificar algunos procesos. En esta red organi-zamos cuatro mesas alrededor de las cuales deberían confluir los docentes investigadores: evaluación de los aprendizajes, uso de los medios de comunicación y las tecnologías en los procesos pedagógicos, pertinencia de los currículos y desarrollo humano y medio ambiente. Con estos cuatro proyectos reco-gemos las experiencias de Excelencia Académica y de muchos proyectos que se han adelantado en el departamento y empezamos a darles continuidad a través de un eje trasversal que es la investigación.

La Secretaría de Educaciónapoya la excelencia

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una cultura de trabajo virtual. “Son apá­ticos a las nuevas tecnologías, lo cual no quiere decir que vayan a ser excluidos del proyecto o que no lo asuman”, dice Marcos Solórzano, coordinador del Liceo Carmelo Perry, donde el año pasado se hizo una capacitación en informática básica y este año un posgrado en nuevas tecnologías, procesos dirigidos a consolidar la Red. La Fundación Promigas y los colegios han ex­plorado distintas opciones para superar esta limitación.

Encuentros reales

A finales de abril, en Sincelejo, los recto­res de siete de los colegios que conforman la Red se reunieron para firmar el acta de compromiso de vinculación a la Red y avanzar en varios aspectos de su desarro­llo. Con su sola presencia dejaron en evi­dencia que la Red también tiene espacios físicos de reunión, como talleres de capaci­tación, visitas de asesoría, pasantías y foros académicos. Se trata de generar espacios de intercambio y formación permanente alrededor de necesidades específicas.

Inicialmente se realizaron tres encuentros con temas trascendentes para fortalecer el compromiso y la responsabilidad de los actores involucrados: un taller de gestión

Los proyectos de Excelencia Académica y Red de Excelencia se convirtieron en una

estrategia para el mejoramiento de la calidad de la educación, sobre todo en los Montes de María, donde habíamos tenido dificultades de seguridad

y convivencia

Carlos Santos Gómez, coordinador de Calidad Educativa de la Secretaría de Educación de Sucre

de cambio, que buscaba promover la re­flexión sobre cómo se piensa, cómo se ac­túa y cómo se generan transformaciones; un taller sobre trabajo en equipo y creati­vidad, que busca motivar a los docentes y directivos a explorar nuevas formas de resolver problemas institucionales, y un taller de ética de la responsabilidad do­cente, que es una reflexión sobre el papel del educador.

La excelencia teje su red

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Además de los talleres, la Fundación Pro­migas acompaña a los colegios mediante vistas en sitio, para asesorar las experien­cias significativas que vienen desarrollan­do y que quieren compartir en la Red. Allí podrán estar el bingo del profesor Jona­than Alvarez, las clases de informática de doña Martha Ríos, el audaz concurso “Lee y comunícate”, que premia con celulares a los mejores lectores de la Institución Téc­

nica Agropecuaria de Caracol o las clases de lectura corporal de la profesora Magali Castro. Las más interesantes pueden ser escogidas por el conjunto de los rectores y docentes como objeto de pasantía, para visitarlas, conocerlas y aprender de ellas. Así entonces, muchos profesores podrán escuchar a Mayerli Navarro leyendo El trompo de Arcelio y entender por qué a su profesora Yadira se le aguaron los ojos.

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Proyecto de currículo alternativo

La ciencia de enseñar las ciencias

Ocho colegios de Barranquilla han mejorado la enseñanza de las ciencias naturales mediante un currículo alternativo que se construye mientras se enseña. El proyecto les ha permitido a los investigadores de la Universidad del Valle generar nuevos co-nocimientos sobre el currículo, replicables en todo el sistema educativo.

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uando a Lucía Escalante, la rectora del Colegio Mayor, se le pregunta por el proyecto

para la construcción de un currículo alter­nativo de ciencias naturales y educación ambiental se le ilumina el rostro. Contesta segura: “Nos cayó como anillo al dedo”.

También el profesor Pedro Ferrer tiene mu­cho qué decir, pues ha participado en los dos proyectos con los cuales la alianza de la Fundación Promigas, la Secretaría de Educación de Barranquilla y la Universi­dad del Valle buscan transformar la en­señanza de las ciencias naturales en la ciudad, mediante la generación de nuevos conocimientos científicos acerca de esta práctica pedagógica.

En el primer proyecto, “Enseñanza de las ciencias naturales y la educación ambien­tal en Barranquilla”, se elaboró un diag nós­tico sobre cómo se enseñaban las ciencias naturales en el Distrito de Barranquilla. Participaron 22 colegios y un equipo de in­vestigadores, entre los que se encontraban el profesor Ferrer y otros dos profesores de colegios distritales.

El segundo proyecto, en ejecución y basado en el primero, se denomina “Un currículo alternativo para las ciencias naturales en la educación básica y media en institu­ciones educativas del Distrito de Barran­

quilla”. Es una propuesta de investi gación curricular, mediante el enfoque de inves­tigación­acción, adelantada en conjunto por la Universidad del Valle y los docentes de ciencias naturales de ocho instituciones educativas, bajo la dirección del profesor e investigador Alfonso Claret Zambrano.

El proyecto ofrece un espacio de investi­gación a las universidades del Valle y Pe da­gógica, en la Maestría en Educación, con énfasis en enseñanza de las ciencias natu­rales, y a estudiantes de pregrado que se encuentran adelantando sus tesis.

La propuesta puso en práctica una nueva forma de construcción curricular, lo cual ge neró nuevos conocimientos al contras­tar la teoría del enfoque con la práctica en las instituciones educativas. Las uni­ver sidades del Valle y Pedagógica derivan de este proceso elementos nuevos en la producción del conocimiento científico, en tanto que los colegios transforman y enri que cen la práctica pedagógica en el área de las ciencias naturales, con posi­bilidades de extender el cambio a las de­más áreas.

Radiografía de una asignatura

El 30 de junio de 2005, la licenciada Ros­mery Solano volvió a sentir cosquilleo en

El proyecto ofrece un espacio de investigación a las universidades del Valle y Pedagógica, en la Maestría

en Educación, con énfasis en enseñanza de las ciencias naturales, y a estudiantes de pregrado que se encuentran

adelantando sus tesis

C

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el estómago, como en su época de estu­diante. Ella y otros 120 maestros estaban exponiendo sus experiencias significativas en el aula, como maestros de ciencias na­turales. Fue durante el Encuentro Distrital con el que se inició la búsqueda del diag­nóstico sobre la enseñanza de las ciencias naturales.

Este proceso se hizo entre 2005 y 2006 me­diante la conformación de un equipo de in­vestigación integrado por tres profesiona les del Instituto de Educación y Pedagogía de la Universidad del Valle, cuatro de la Fun­dación Promigas y tres docentes del área de sociales de Barranquilla, quienes de sa­ rro llaron cuatro fases: documentación, in­tervención directa con los maestros, inter­vención directa con los estudian tes y ob­servación directa.

Así, se les preguntó a los estudiantes y a los docentes sobre cómo estaban ense­ñando y aprendiendo las ciencias, cuáles eran las características de un buen profe­sor y un buen estudiante, lo que más les gustaba de la clase y cómo aprendían de­terminados temas.

El resultado señaló perspectivas, expec­tativas, conocimientos, la concepción cu­rricular, el modelo pedagógico y el didác­tico; permitió conocer el estado actual de la enseñanza de las ciencias y el grado de compromiso de los profesores en la intro­ducción de transformaciones derivadas de los lineamientos curriculares del Ministe­rio de Educación.

En términos prosaicos lo que se obtuvo fue una radiografía del currículo de cien­cias que se desarrollaba en las institucio­nes educativas de Barraquilla. La comple­jidad conceptual va por cuenta de Alfonso Claret Zambrano, Ph.D, profesor de la Uni­versidad del Valle, investigador y director científico del proyecto: ¿por qué había que revisar el currículo de ciencias en Barran­quilla? Abre su computador portátil, sin saberse para qué, pues enseguida y sin voltear a verlo hace una justificación tan extensa como impecable.

Después de media hora de explicaciones da su conclusión inapelable: existe la ne­cesidad de que la escuela y sus docentes,

La construcción del currículo alternativo de ciencias naturales en Barran-quilla fue posible por la convergencia de tres instituciones comprometidas con la educación: la Fundación Promigas, la Secretaría de Educación de Barraquilla y la Universidad del Valle.

La Fundación, que es la promotora y financiadora principal del proyecto, ha desarrollado desde hace años un trabajo dirigido al mejoramiento de las competencias básicas en la educación pública en los departamentos de la Costa Caribe colombiana, especialmente en las áreas de lenguaje y matemáticas. Por eso tenía el interés de ampliar su campo de acción a las ciencias naturales.

La participación de la Secretaría de Educación de Barranquilla fue esen-cial para la buena marcha del proyecto, pues al darle todo su respaldo lo “institucionalizó” y le aseguró un espacio entre las prioridades de los colegios. Además, licenció a los profesores Pedro Ferrer, Ketty Mendoza y Eutimio Hernández para que participaran como coinvestigadores en el proyecto precedente de construcción del diagnóstico sobre la enseñanza de la asignatura, lo cual permitió que sus resultados reflejaran más acerta-damente las realidades contextuales del proceso enseñanza/aprendizaje.

La presencia de la Universidad del Valle, a través de su Instituto de Edu-cación y Pedagogía, le dío al proyecto un respaldo científico de la mayor altura posible en el país.

La profesora Carlina Tapias, del colegio Mayor, resume la trascendencia de esta alianza: “Nosotros no podemos pagar unos investigadores que nos asesoren, pero hay empresas socialmente responsables, dispuestas a apor-tar a la construcción del conocimiento, y eso se hace con investigación”.

Alianza por el pensamiento

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en Barranquilla y en todo el país, hagan in­vestigación curricular en las ciencias natu­rales “para poder recoger el progreso deri­vado del avance de las ciencias naturales”.

Había una vez un currículo

El profesor Pedro Ferrer ya tenía sus sos­pechas. Él mismo había llegado a sentir­se atrapado en el libreto de la repetición: memorizar la fórmula de la energía, dis­tinguir entre nemátodos y platelmintos o saber diferenciar entre ecologismo y desa­rrollo sostenible.

Por eso, ni se despeinó cuando el diagnósti­co que ayudó a realizar sentenció cosas como ésta: “elementos fundamentales pa­ra el avance y práctica de la enseñanza de las ciencias como el desarrollo de una acti­tud investigativa, las relaciones ciencia, tec nología y sociedad y la epistemolo gía, no son considerados en la propuesta edu­cativa de estos grupos de maestros”.

La investigación reveló que los maestros no tenían clara la diferencia entre conoci­miento científico y enseñanza del conoci­miento científico en el aula, que mostra­ban debilidades en su formación didáctica y disciplinar, que no se hacía investigación o no se ligaba ni a la experimentación, ni al laboratorio, ni a las necesidades de los es tudiantes. “Y no se veían las ciencias

in tegradas sino separadas, la física de la química y la biología”, señala la profeso­ra Ivette Sarmiento del Colegio Mayor. En suma, el currículo desarrollado en las ins­tituciones no se correspondía ni con los li­neamientos curriculares del Ministerio de Educación ni con los nuevos desarrollos de la educación en ciencias.

Los maestros del Colegio Mayor agregan, con justicia, los aspectos buenos: “Se está haciendo mucho trabajo en el aula, pero no se da a conocer, hay mucho profesor inquieto”, dice Pedro Ferrer. “Hay docentes haciendo innovaciones, pero no se están sistematizando”, agrega la docente Carli­na Tapias.

Las conclusiones de ese primer proyecto reafirmaron lo que todos venían pensando: había que construir una propuesta curricu­lar alternativa; concebida, aplicada, evalua­da y sistematizada por los maestros de las instituciones públicas de Barranquilla en interacción con los docentes y estudiantes de las universidades del Valle y Pedagógica.

El profesor Ferrer se entusiasma cuando ilustra la magnitud del cambio necesita­do: “El conocimiento científico se traía elaborado y no se hacía deconstrucción. Había que pensar cómo transferir ese cono cimiento terminado a un proceso de de construcción que le permitiera al estu­diante entenderlo”.

Es una propuesta de investigación curricular, mediante el enfoque de investigación-acción,

adelantada en conjunto por la Universidad del Valle y los docentes de ciencias naturales de ocho instituciones educativas, bajo la dirección del profesor e investigador

Alfonso Claret Zambrano

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Los peces que enseñan

Unos 20 metros después de la puerta del Colegio Mayor hay un pequeño estanque de aguas oscuras donde es difícil imaginar que naden decenas de peces. No sólo es cierto eso, sino que además ese pequeño universo es el epicentro de un sismo peda­gógico: parados allí en esa orilla, tres pro­fesores y media docena de sus estudiantes aseguran que ese estanque les está ense­ñando mucho más que las interminables exposiciones frente al tablero.

Semejante afirmación da la medida del cambio que se está introduciendo en la enseñanza de las ciencias naturales en los ocho colegios donde se implementó el se­gundo proyecto: la construcción de un cu­rrículo alternativo en ciencias naturales y educación ambiental, aplicado, evaluado y sistematizado por los propios maestros con el acompañamiento de las dos univer­sidades y la Fundación Promigas.

El cambio consiste en que mientras el cu­rrículo tradicional está organizado alrede­dor de un objetivo planificado, el currículo alternativo se construye en la medida en que se planifica y se pone en práctica. Al involucrarse en un proyecto de investiga­ción­acción –centrado en el estanque, por ejemplo– los docentes y los estudiantes pueden reflexionar sobre la forma en que están enseñando y aprendiendo, sobre sus

El conocimiento científico se traía elaborado y no se hacía deconstrucción. Había que pensar

cómo transferir ese conocimiento terminado a un proceso de deconstrucción que le permitiera

al estudiante entenderlo

Pedro Ferrer, profesor del Colegio Mayor

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prácticas educativas, para entenderlas, me jorarlas y relacionarlas. Y eso les per­mite, a la vez, aprender de su entorno y asociar ese conocimiento a los contenidos curriculares. Era justo lo que no pasaba antes, porque los colegios no les ofrecían a sus estudiantes proyectos de aprendiza je que vincularan los conceptos con la vida cotidiana y el contexto, sino que el apren­dizaje se centraba en la transmisión de conceptos.

Para llegar a este punto, cada colegio de­bió organizar y poner en funcionamiento equipos de trabajo integrados por el rector, los coordinadores, los docentes del área,

padres de familia y estudiantes; juntos deben atravesar las tres fases de trabajo, con el acompañamiento del equipo de la Universidad del Valle, por medio de semi­narios conjuntos con los equipos de todos los colegios y visitas a cada uno de ellos.

Qué, para qué y cómo enseñar

Los profesores de ciencias de Barranqui­lla saben que “los seres vivos están com­puestos de células, la fábrica química de la vida”, pero cuando los investigadores de la Universidad del Valle les pidieron que explicaran cómo les enseñarían el signifi­cado de ese enunciado a sus estudiantes, algunos de ellos contrajeron una decena de músculos de la cara, a la vez que pen­saban: “Debí haberme hecho esa pregunta antes”.

La pregunta formaba parte del segundo se­minario­taller del proyecto, que en la pri­mera fase buscaba aportar a los equipos de los colegios una fundamentación teórica sobre el currículo. “Es un proceso de cua­lificación muy complejo, que impli ca un esfuerzo formativo y cultural, toma tiem­po, espacio y es costoso. No es un proceso muy fluido”, dice el profesor Zam brano.

Los docentes, con la asesoría permanente de los investigadores, se sumergieron en­tonces en una reflexión crítica sobre los resultados del diagnóstico hecho en 2006, el papel del maestro, la relación maestro­estudiante y estudiante­ciencia, cómo y qué enseñar en ciencias naturales, cómo aprende el estudiante y cómo evaluar. La rectora Zailaya Torres, del colegio La Mag­dalena, parapetada en su escritorio recuer­da el esfuerzo: “Nos iniciaron con una acti­vidad en la que plasmamos cómo creíamos que era nuestro proceso de aprendizaje de las ciencias naturales y cómo habíamos estructurado el área dentro del PEI”.

El proyecto de construcción del currículo alternativo de ciencias compren-dió la realización de diez encuentros, cada uno con varios seminarios-talleres, sobre los siguientes temas:

1. La construcción colectiva del conocimiento educativo y curricular de las instituciones

2. Referentes teóricos de las ciencias

3. Conceptualización del problema de investigación

4. Modelos pedagógicos y relación CTS

5. Selección y organización del conocimiento (secuenciación y estructuración)

6. Estructura curricular de las ciencias naturales

7. El papel del modelo didáctico en la propuesta curricular

8. Evaluación

9. La coherencia de la propuesta curricular de referencia

10. Las nuevas tecnologías en la enseñanza de las ciencias

11. Propuesta curricular de referencia

Los encuentros

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En la segunda fase, los equipos de los cole­gios trabajaron intensamente para definir sus propuestas curriculares de referencia, a partir de una pregunta­problema, acor­dada por cada colegio con base en las ne­cesidades de los estudiantes. La rectora del Colegio Mayor, Lucía Escalante, tiene clara la suya: “Nuestra investigación, nuestra pre gunta­problema es cómo potenciar y de sarrollar una actitud científica e investi­gativa en las estudiantes, implementando el conocimiento en la solución de proble­mas de su vida cotidiana”. Mira con la fir­meza del convencimiento y puntualiza: “Estamos en ese trabajo”.

En este propósito los colegios tuvieron un acompañamiento cercano de los in­vestigadores de la Universidad del Valle a

través de seminarios­talleres, visitas, en­trevistas con los equipos de los colegios y sesiones de trabajo conjuntas, además de los insumos entregados a través de los se­minarios­talleres. Zailaya Torres recuerda: “Nos iban dando lecturas y se analizaba qué elementos nos faltaban”. La licencia­da Rosmery Solano la complementa: “Nos daban seminarios de acuerdo con las nece­sidades que se iban presentando, porque es un proyecto de acción­participación”.

La hora cero

Finalmente, cada colegio ha construido un currículo adecuado a sus condiciones específicas. Así, por ejemplo, la institución educativa María Auxiliadora propone un

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una propuesta que se estructura en cua­tro ejes curriculares: Formando en cien­cia, Cultura ambientalista, El laurelista investiga y Proyección comunitaria.

La tercera fase fue la puesta en práctica del currículo mediante la implementación de las propuestas elaboradas por cada co­le gio, proceso asistido mediante visitas y seguimiento de los equipos asesores de las universidades y encuentros de sociali za ­ción que permiten el enriquecimiento mu­tuo de las instituciones participantes. “A finales de este año tendremos un currícu lo autónomo, propio, realizado por nuestros docentes a partir de las necesidades expre­sadas por los estudiantes”, precisa la pro­fesora Rosmery Solano.

modelo pedagógico “Integral Humanista” que destaca la investigación escolar en el “pensum académico” en las fases de explo­ración, conceptualización, aplicación, re­troalimentación y evaluación; en tanto, la Institución Educativa Los Laureles hizo

Nuestra investigación, nuestra pregunta-problema es cómo potenciar

y desarrollar una actitud científica e investigativa en las estudiantes, implementando el

conocimiento en la solución de problemas de su vida cotidiana

Lucía Escalante, rectora del Colegio Mayor

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En opinión del profesor Zambrano, los principales logros ya evidentes son que el maestro está vinculando su práctica do­cente con los desarrollos científicos, que todas las instituciones han logrado ela­borar una propuesta en torno a dos o tres conceptos fundamentales y que los maes­tros se han convencido de que pueden in­vestigar, producir y sistematizar.

En el Colegio Mayor, los profesores ha­blan de que los temas de clase ya no es­tán aislados en cumplimiento de un pro­grama cerrado, sino que hay una visión desde un problema de investigación, hay un enfoque investigativo, se le da mucha importancia al desarrollo de habilidades del pensamiento de los estudiantes y se les ofrece la oportunidad de trabajar en proyectos de aula específicos; el primero de ellos de piscicultura. “Es un proyecto real donde manipulan variables, tienen la oportunidad de trabajar procesos científi­cos como la observación, la toma de datos, las mediciones, las hipótesis”. Por eso, el colegio ya prepara otros proyectos como la huerta escolar, la lombricultura y el ma­nejo integral de residuos sólidos”.

En la Institución Educativa La Magdalena, la docente Rosmery Solano resume: “Se dejó de proyectar por contenidos para bus­car un enfoque por competencias, la inte­gración de las ciencias naturales con otras asignaturas, el fortalecimiento del modelo didáctico”. Pero ella cree que el impacto va mucho más lejos: “Toda la institución tiene que hacer un cambio radical a raíz de este proyecto, porque al haber un cambio en el pensamiento del docente y en la forma de trabajar en el aula en ciencias naturales, como nuestro modelo pedagógico es inte­gral, eso implica que el cambio en ciencias va a arrastrar a las demás asignaturas”.

Y seguramente el proyecto va a arrastrar a muchas otras instituciones a procesos

En el proyecto de elaboración del diagnóstico sobre la enseñanza de las ciencias naturales en Barranquilla participaron 22 colegios públicos del Distrito. El equipo de investigación estuvo conformado por tres investi-gadores principales de la Universidad del Valle: Alfonso Claret Zambrano (director científico), Robinson Viáfara y Miyerdady Marín Quintero; cuatro coinvestigadores de la Fundación Promigas: Luz Marina Silva Travecedo, Julio Martín Gallego, Anuar Pacheco Padilla y Sandra Castro Mercado; y tres coinvestigadores de la Secretaría de Educación de Barranquilla: Ketty Mendoza Mendoza, Eutimio Hernández y Pedro Ferrer.

En el proyecto de construcción del currículo alternativo participan ocho instituciones educativas. Se crearon dos grupos de trabajo, con el pro-pósito de organizar, administrar, aplicar, evaluar e investigar el desarrollo curricular de la propuesta: el Grupo de Gestión Curricular en Ciencias, integrado por el rector, el coordinador académico, dos docentes del área, uno de primario y otro de secundaria, y un padre de familia, el cual se encargó de estructurar, organizar y administrar el proyecto de investiga-ción dentro de cada institución, y el Grupo de Enseñanza de las Ciencias, conformado por un coordinador del área de ciencias naturales y educación ambiental, los docentes de primaria y secundaria del área y dos estu-diantes, tiene el compromiso de diseñar, realizar y desarrollar el currículo dentro de cada Institución.

Los dos grupos cuentan con el acompañamiento del Grupo Asesor de la Universidad del Valle, dirigido por el profesor Alfonso Claret Zambrano.

Quiénes participan

similares, pues la puesta en práctica del currículo por parte de los colegios parti­cipantes, su retroalimentación y su eva­luación permanente ha permitido a la Universidad del Valle reconceptualizar los enfoques y la práctica y generar conoci­miento probado para modificar los con­tenidos de los currículos. Esto se eviden­cia en aprendizajes derivados de nuevos elementos: pertinencia de los contenidos curriculares, cantidad de los contenidos, sistema de evaluación, entre otros.

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l día en que fue con sus com­pañeros de preescolar y con la profesora Nancy a conocer el

buque escuela Gloria ha sido uno de los más felices en la vida de Didier, quien se apresuró a pedir que le explicaran cómo hacía para flotar si tenía tantas cosas adentro. Seguía siendo el mismo niño in­quieto y preguntón del año anterior, pero ya no le pegaba a todos sus compañeros, ni se salía de clase cada vez que le daba la gana.

Sor María Candelaria, rectora del colegio público San Vicente, de Barranquilla, ase­gura que el cambio de Didier, el de Mateo y el de muchos otros niños se debe a la transformación que está viviendo el prees­colar del colegio por la implementación del proyecto “Mis primeros pasos hacia la excelencia”.

El proyecto se ejecutó durante 2008 y 2009 en diez colegios de Barranquilla, median­te una alianza que lidera la Fundación Promigas y de la que forman parte las fundaciones empresariales Corona, Éxito, Bancolombia, Genesis y Nacional de Cho­colates, así como el Instituto de Bienestar

Familiar y la Secretaría de Educación de Barranquilla.

Los tres componentes del proyecto bus­can darle al preescolar la importancia que no tenía dentro de las instituciones edu­cativas al articularlo al proyecto educati­vo de cada colegio, revisar y modernizar las prácticas pedagógicas de las docentes y hacerle seguimiento a la situación nu­tricional de los niños y las niñas. Los dos primeros componentes fueron diseñados y son operados por el Programa de Edu­cación Preescolar de la Universidad del Norte; el de nutrición, por el Programa de Nutrición y Dietética de la Universidad Metropolitana, ambas de Barranquilla.

La Fundación Promigas dirigió el diseño de los componentes, acompañó a las dos ins­tituciones en su aplicación e hizo un pro­ceso constante de seguimiento y revisión, para analizar y resolver las principales di­ficultades en conjunto con las universida­des. Con los financiadores se mantuvo una mesa de trabajo que revisó contantemen­te todos los logros y las dificultades. Esta metodología de trabajo ha permitido enri­quecer el proyecto con aportes diversos y

Primera infancia

Renovación preescolar para el Caribe

Una alianza de seis fundaciones empresariales, dos instituciones estatales y dos uni-versidades, liderada por la Fundación Promigas, ejecuta un proyecto que transforma la educación pública preescolar, le da un reconocimiento que no tenía dentro de las instituciones educativas y construye nuevos aprendizajes como resultado de la inte-racción entre los aliados. Varios de sus protagonistas dan sus versiones.

E

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visiones complementarias de los sectores público y privado, y la academia.

El proyecto, una visión general

En el colegio Miguel Ángel Builes, la pro­fesora Sandra Caballero vivía empecinada en que las niñas aprendieran a punta de planas y repeticiones. Ahora se embadur­na con ellas pintando un mural para que desarrollen la motricidad y lleva huellas de zapaticos en la ropa por empeñarse en que atraviesen el pasamanos.

“Yo era una maestra tradicional, les me­tía la matemática, el español, y mi meta era que todas salieran leyendo, pero ahora desarrollo más la parte motriz y la parte afectiva. Este proyecto me ha cambiado la mentalidad”.

Su trasformación evidencia el logro del objetivo propuesto: favorecer el desarro­llo integral desde la primera infancia. Una apuesta que decidió liderar la Fundación Promigas cuando comprendió que su apo­yo a la educación básica primaria resul­taba insuficiente si no había un trabajo consistente en el preescolar.

Después de un ejercicio piloto, la Funda­ción consolidó este innovador proyecto que busca dar a las instituciones educati­vas herramientas para fortalecer todos los aspectos que facilitan el aprendizaje del niño: el trabajo pedagógico, la nutrición, la vida en familia, el cumplimiento integral de derechos.

El proyecto se inició con la revisión del PEI y la organización de la institución, para asegurar que el preescolar tuviera allí una presencia visible y estructural, pues el diagnóstico arrojó que había una gran au­sencia: los manuales de convivencia no lo

Los tres componentes del proyecto buscan darle al preescolar

la importancia que no tenía dentro de las instituciones educativas al articularlo al proyecto educativo de cada colegio, revisar y modernizar

las prácticas pedagógicas de las docentes y hacerle seguimiento a la situación nutricional de

los niños y las niñas

La directora regional de ICBF, Emilia Fontalvo, destaca el proyecto “Mis primeros pasos hacia la excelencia” como un ejemplo de responsabilidad social y garantía de derechos.

“Lo que hay que resaltar en este programa es la responsabilidad social empresarial, destinada específicamente a uno de los pilares del desarrollo del país y de la humanidad, que es precisamente la educación, y también la salud.

“Los adultos tenemos que entender que al niño hay que darle atención desde su etapa de gestación; lo que hagamos hasta los cinco primeros años de vida es el cimiento de lo que él va a ser cuando sea adulto y lo que no le podamos dar en esos años y se lo queramos dar después ya no va a tener la misma incidencia.

Lo que viene haciendo la Fundación Promigas con algunos preescola-res es precisamente mostrándoles que ellos tienen unos derechos, que pueden tener las cosas en la cantidad y la calidad necesarias, que ellos mismos entiendan que pueden tener una buena ración de alimento y una persona que los atiende con afecto. El niño que tiene educación, que tiene salud, que tiene alimentación, recreación y afecto es un niño que tiene un buen cimiento para ser un ciudadano de bien”.

Oportunidades para ser buen ciudadano

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71Creer y crear

Una década de solidaridad e innovación social

incluían y las profesoras de preescolar no participaban en la toma de decisiones. Si el preescolar no estaba presente, los cole­gios debían hacer un plan de mejoramien­to para incluirlo.

También se trabajó en la construcción de estándares curriculares, pues no había y las docentes trabajaban con los conoci­mientos que traían de la universidad, sin una directriz institucional, sino a su juicio, como les parecía. Las prácticas docentes en el aula y fuera de ella han sido monito­readas, orientadas y replanteadas.

La clase tradicional se ha trasformado; se han generado distintos espacios lúdicos dentro del aula para permitir que los ni­ños tengan diferentes momentos con la misma profesora: el espacio de lectura, el

espacio de teatro, el espacio de artes ma­nuales. Y eso hace del colegio una expe­riencia mucho más rica, en todo sentido. Además, se han promovido las salidas pe­dagógicas como nuevos espacios y nuevas oportunidades de aprendizaje.

También se contemplan seis encuentros de socialización, en los que cada colegio muestra sus logros a las demás institucio­nes y a los aliados, buscando que el docen­te tenga voz y que el aliado pueda contras­tar los informes de ejecución con lo que está pasando en los colegios. Los temas de cada encuentro los dan los avances logra­dos. Por ejemplo, en el primero los temas fueron la revisión del nivel de presencia del preescolar en el PEI y el plan de me­joramiento institucional; en el segundo, el rol del docente.

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En el componente nutricional se ha eva­luado el funcionamiento de los restau­rantes escolares, promoviendo las buenas prácticas, y se ha hecho seguimiento al estado nutricional de los niños y niñas, mediante la medición de talla y peso y la sensibilización de las familias con respec­to a los buenos hábitos alimenticios.

Un proyecto, múltiples visiones

I. La profesora: de las planas a las ganas

En el colegio Miguel Ángel Builes las estu­diantes no pueden cometer la equivoca­ción de botar un papel al piso. Enseguida se las tienen que ver con las pequeñas patrulleras ecológicas de cinco años, ves­tidas de chaleco y comprometidas con la limpieza del patio y el cuidado de las plantas. La profesora Sandra Caballero se vuelve un torrente de palabras al explicar que eso y mucho más es resultado del pro­yecto de excelencia en el preescolar.

“Al principio estábamos reacios, porque es un compromiso grande, pero ya nos he­mos dado cuenta de que sí valió la pena. Ha sido muy notorio el cambio, pues ve­níamos trabajando con la pedagogía tra­dicional y ahora estamos a tono con los últimos avances de la educación para la primera infancia.

“La revisión del PEI fue una de las tareas de mejora, se hacían las cosas, pero no

Yo era una maestra tradicional, les metía la matemática, el español, y mi meta era que todas salieran leyendo, pero ahora

desarrollo más la parte motriz y la parte afectiva. Este proyecto me ha cambiado la mentalidad

Sandra Caballero, profesora del colegio Miguel Ángel Builes

Primera infancia

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estaban plasmadas ahí. Las prácticas pe­dagógicas han sido observadas y nos han hecho sugerencias y recomendaciones. Y todo eso le va ayudando a uno. Las docen­tes estamos trabajando en equipo, pla­neando juntas y aterrizando lo que debe ser el preescolar.

“Las estudiantes están más motivadas, más activas. Además porque hemos de­corado las aulas con ellas, por rincones, e involucramos a los padres para que nos apoyen con materiales. Mensualmente ha­cen un aporte y al final de mes compramos una grabadora para que cada curso tenga una, son ocho cursos.

“Con los contenidos iniciamos este año. Abordamos la parte del desarrollo motor fino y grueso, la parte lúdica, pero sin apar­tar lo académico, aunque jugando también se aprende. De pronto ya lo sabía mos pero nos enfrascábamos más en que las niñas tenían que aprender los números y las letras. La semana pasada empapelamos todo el salón y le di a cada una un pincel para que dibujaran de pie, se sen tían artis­tas. También hicimos un pisci nazo para trabajarles la parte motora”.

II. La rectora: una experiencia novedosa

Una de las estudiantes de preescolar del colegio San Vicente llegó un día invitando a sus compañeritos a comer del pan que ella misma había hecho en la panadería de sus padres. La semana siguiente, todos los niños amasaron e hicieron sus propios pa­nes y se fueron a la panadería a hornearlos. Esta experiencia pedagógica forma parte del relato con el que la rectora Sor María Candelaria cuenta cómo está cambian­do la educación preescolar en su colegio:

“Para las seis profesoras, para la coordina­dora y para mí ha sido una experiencia novedosa. Y muy valiosa, porque yo nunca

había manejado preescolar. Las pro fe soras están muy contentas. Al principio fue muy duro para ellas, pero como la capacitación es tan amena y apropiada, están muy in­volucradas y pendientes.

“Lo que más me ha gustado es que sali mos de un taller el sábado y el lunes siguien­te empezamos a aplicarlo. Anteriormente, las profesoras se quejaban de que no ha­bía materiales con qué trabajar, pero aho­ra trabajan con las botellas de los juguitos, las chaquiras, los cartones, todo lo recogen.

“Otro logro es la integración; antes las pro­fesoras eran por aparte las de la tarde y las de la mañana, ahora se encuentran y

En 2009 la Fundación Promigas inició una ré-plica del proyecto “Mis primeros pasos hacia la excelencia” en trece instituciones educati-vas del municipio de Ciénaga, departamento del Magdalena.

El proyecto busca identificar las debilidades de gestión en cada una de las instituciones y diseñar con ellas un plan de mejoramien-to; analizar con cada docente las prácticas pedagógicas y evaluar estrategias de aulas, y asesorar la elaboración de programas pe-dagógicos específicos.

Para asegurar la continuidad del programa por parte de las instituciones se crearán re-des interinstitucionales e intrainstitucionales encargadas de fortalecer el trabajo del equipo de mejoramiento, hacer la revisión, monito-reo y evaluación del proyecto y diseñar las estrategias de sostenibilidad.

La excelencia se replica

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trabajan juntas, inclusive con las de prime­ro. Planean qué actividades van a hacer, miran cómo van en el proyecto, qué difi­cultades tienen.

“Antes los niños pasaban de Transición a Primero leyendo y hacían planas y pla­nas; ahora hacen entorchado, ensortija­do, aprenden a amarrarse los zapatos, a colorear, van definiendo su motricidad, su expresión y su individualidad. El año pa­sado el niño copiaba el número, este año lo colorea, lo hace en plastilina, lo dibuja en el patio de arena, lo busca y lo recorta entre otros.

“Las salidas pedagógicas también han sido parte del cambio. Los estudiantes de la pro­fesora Doris González visitaron la estación de bomberos y el buque Gloria este año, en primero; el año pasado, en Transición, estuvieron en la biblioteca, el aeropuerto, el Parque Cultural, los tajamares, el mu­seo y el muelle de Puerto Colombia”.

III. La pedagoga: reconocimiento del preescolar

Leonor Jaramillo es la directora del Progra­ma de Educación Preescolar de la Univer­sidad del Norte, una de las instituciones con mayor reconocimiento en la Costa Ca­ribe, llamada para implementar el compo­nente pedagógico de “Mis primeros pasos

hacia la excelencia”. Ella empieza su rela­to evocando cómo fue la experiencia pilo­to del proyecto que busca transformar los preescolares de Barranquilla:

“En 2005 comenzamos una prueba piloto con cinco instituciones y encontramos que ninguna tenía en cuenta al preescolar en su proyecto institucional. Casi podría decirse que el preescolar no existía para las funciones pedagógicas, ni financieras,

Otro logro es la integración; antes las profesoras eran por aparte

las de la tarde y las de la mañana, ahora se encuentran y trabajan juntas, inclusive con las de primero. Planean qué actividades van a hacer,

miran cómo van en el proyecto, qué dificultades tienen

Sor María Candelaria, rectora del colegio San Vicente

Primera infancia

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Una década de solidaridad e innovación social

ni administrativas. Era sólo para llenar cobertura.

“Entonces se hizo un trabajo de investiga­ción y surgieron conclusiones muy impor­tantes, como que todos los niños tienen un autoconcepto excelente y una motri­cidad gruesa muy bien desarrollada, por­que tienen la dicha de vivir en casas con patios y árboles que les permiten subir, bajar y correr, pero no pasaba lo mismo

con la motricidad fina. Empezamos a ver un inconveniente para el desarrollo de la escritura.

“En el análisis de las pruebas cognitivas se vio que algunos niños tenían un vocabu­lario bastante bueno, pero nada más para enumerar palabras y no para usarlas, por­que no tenían comprensión de ellas. Todos reconocían y usaban los números, porque ayudaban a los adultos en las actividades

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económicas, pero sin saber exactamente el concepto de ellos.

“También nos dimos cuenta de que las do­centes no tenían un buen desarrollo para planear y dar una clase. Muchas decían ser constructivistas, pero seguían manejando el concepto clásico de que el profesor man­da y transmite toda la información; enton­ces veíamos un poco vulnerados principios del preescolar como la lúdica, la integra­lidad y la participación. Tampoco tenían

claros cuáles eran los elementos curricu­lares que da el Ministerio de Educación.

“Entonces nos dimos a la tarea de desarro­llar unas temáticas que fueran pertinen­tes para ellas. En una primera fase ellas y la institución debían reconocer cómo es­taba el preescolar, o sea, el proceso de au­toevaluación y el plan de mejoramiento. Los rectores y los docentes de la primaria y la básica debían hacer una reflexión y una toma de conciencia de que existe un nivel de preescolar.

“La primera enseñanza es que cuando la Fundación Promigas y la Universidad del Norte se alejen, la institución quede con un papel aprendido, que sepa que es impor­tante reflexionar sobre la práctica, mirar todos los días cómo estamos y proyectar cómo estaremos. La segunda es que toda la institución escolar tome conciencia de que el preescolar es importante para el buen desarrollo del colegio. Y la tercera,

En el análisis de las pruebas cognitivas se vio que algunos niños tenían un vocabulario

bastante bueno, pero nada más para enumerar palabras y no para usarlas, porque no tenían

comprensión de ellas

Leonor Jaramillo, directora del Programa de Educación Preescolar de la Universidad del Norte

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crear en las docentes de preescolar unas he rra mientas y unas estrategias para lle­gar a los niños de una manera lúdica, agra­dable, teniendo en cuenta que cada niño es un ser individual y que debe ser tratado como persona, como ciudadano.

“Por eso, el primer resultado se nota cuan­do los rectores reconocen la importancia del preescolar, o sea, cuando hay un am­biente nuevo que admite que el preescolar es importante y que forma parte de la ins­titución. El segundo es cuando las docen­tes de preescolar se sienten importantes en la institución.

“Ahí comenzamos a ver las transformacio­nes: donde no había un horario de clases, vimos un horario de clases; donde los ni­

ños y las niñas estaban siempre senta dos uno detrás de otro, vimos cambios en la disposición del aula. Vimos que se empie­zan a implementar estrategias en la ma­temática, en la expresión artística y en la musical. Se crea goce por las actividades, las docentes se quitan la idea de que la lú­dica es cantar y ya, aprenden que una ac­tividad de matemáticas o de lectura puede ser lúdica”.

IV. La nutricionista: comer para aprender

Lucía Sánchez es la directora del Programa de Nutrición y Dietética de la Universi dad Metropolitana de Barranquilla, que viene desarrollando distintas acciones para pro­mover la seguridad alimentaria de la re­gión y de la ciudad. En 2008 el programa

Germán Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación Exito, tiene la certeza de que el proyecto de excelencia en el preescolar es una oportunidad irrepetible para garantizar la formación integral de los cientos de niños participantes.

“Hoy las evidencias de la neurociencia, de la psicología, de la economía están demostrando que la formación de capacidades en el ser humano termina en los primeros seis años de vida. Cuando uno tiene esas evidencias, tiene que cambiar las prioridades y la intensidad de las intervenciones, lo que no quiere decir que las otras etapas de la vida se deban ignorar.

“Una insuficiente alimentación hace que parte de esas capacidades se pierdan definitivamente. Un niño bien nutrido es un niño mucho más activo, que interactúa más, que habla más, que se relaciona más, que juega más. Y en esos primeros años el desarrollo de las capacidades tiene que ver con la cantidad de veces que el niño juega.

“Un niño necio, en los términos tradicionales, es un niño que tiene menos posibilidades de desnutrirse que un niño aplicado, porque llama mucho más la atención de su mamá, hace que tenga que ocuparse más de él; en cambio, el niño juicioso, que no da qué hacer, puede quedarse sin interacciones. El de-sarrollo del ser humano desde los primeros momentos de la vida tiene que ver mucho con ese contacto con la madre, con la familia, con otras personas, y ese contacto dispara sus capacidades, concreta sus neuronas, las interrelaciona, desarrolla su lenguaje, su motricidad, y ése es el equipaje con el cual el niño, a partir de los cinco o seis años, comienza su camino por la vida”.

Comer bien y jugar más, para ser mejor persona

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fue llamado por la Fundación Promigas para ejecutar el componente de nutrición del proyecto de excelencia en el preesco­lar. Al respecto, Sánchez comenta:

“La Fundación Promigas ya había trabajado la parte pedagógica con buenos resulta dos, pero vieron que todo desarrollo cogni ti vo de cualquier población estudiantil re quiere un nivel nutricional adecuado.

“El componente nutricional tiene dos fren­tes. Uno es el de los comedores escola res de las diez instituciones, por lo cual ela boramos un formato para analizar la evaluación físi co­organoléptica de las pre pa raciones y las condiciones de los co me dores, para ver si se están dando buenas prácticas y los requerimientos de calorías y nutrientes de esta población infantil. En el otro frente, tenemos la evaluación del estado nutricio­

nal de los niños y las niñas, con el obje­to de mirar si hay riesgo de malnutrición.

“Otra actividad prevista es la elaboración de cartillas para enseñar a los docentes cuáles son las manifestaciones físicas de un niño en riesgo o en estado de malnu­trición y cuáles son los mecanismos para actuar frente a estos casos. Se les enseña a manejar un glosario de términos referen­tes a la clasificación de alimentos y los nutrientes que aportan, para que lo den a conocer también a los padres de familia y a los estudiantes.

“Precisamente, otra de las acciones va diri­gida a los padres, sobre educación nutricio­nal, para que ellos también hagan vigilancia y sepan cuál debería ser el menú para es­tos estudiantes, de acuerdo con sus reque­rimientos de calorías y nutrientes.

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Una década de solidaridad e innovación social

“También se hace otra cartilla dirigida a los manipuladores de alimentos. Se les enseña la clasificación de los mismos, qué nu trientes tienen, cómo debe ser su mani­pulación, la parte de preparación y la con­servación, para evitar la contaminación.

“Con los niños utilizamos como instrumen­tos de educación nutricional las guías ali­mentarias, donde se les enseñan los grupos de alimentos para que ellos conozcan la importancia de cada uno y sean conscien­tes de la necesidad de consumirlos todos”.

Fundaciones empresariales: compartir experiencias

V. La Fundación Exito

La Fundación Exito forma parte de la nume­rosa alianza empresarial que se confor mó para la implementación del proyecto de excelencia en el preescolar, la cual, ade­más del aporte financiero, tiene una par­ticipación muy activa de la mayoría de los aliados en el aporte de conocimientos y aprendizajes. Germán Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación, destaca la im­portancia de la alianza:

“Nuestro foco natural de acción es la nu­trición de la primera infancia. Estamos convencidos de que lo que no se haga en la primera infancia no sólo es muy difícil sino absolutamente costoso tratar de re­cuperarlo en etapas posteriores. Además, tenemos un interés natural por fortale­cer nuestra presencia en la Costa Caribe colom biana, pues hemos decidido invertir donde tenemos actividad comercial.

“Entonces, encontramos en la Fundación Promigas un excelente aliado con una tra­yectoria importante, con un foco similar y entramos a participar, no sólo con recursos económicos sino transmitiendo toda nues­

tra experiencia en el tema de formación de buenos hábitos de alimentación y nu­trición, particularmente con los docentes.

“Estamos muy optimistas con lo que está pasando hoy en el Atlántico y particular­mente en Barranquilla. Vemos un interés claro y expreso de atención para los niños, de manejo pulcro de los recursos, de cre­cer la inversión. La verdad estamos muy esperanzados en que este proyecto siga”.

VI. La Fundación Nacional de Chocolates

La Fundación Nacional de Chocolates es una institución recientemente constitui­da, que ha visto en este proyecto una opor­tunidad para consolidar su estrategia de intervenir en proyectos sostenibles de nu­trición, primera infancia y educación que dejen instaladas capacidades locales en todo el país. Claudia Rivera es su directora ejecutiva.

“Vimos muy pertinente poder acompañar este proceso, que nos gustó mucho. Ade­más, el tema de las alianzas público­pri­vadas permite aunar esfuerzos; en lugar de duplicar, los suma. Un tercer criterio es que teníamos una concentración de la inversión en Antioquia y venimos descen­tralizando porque somos empresas más nacionales, y específicamente Atlántico es para nosotros de las regiones más impor­

Nuestro foco natural de acción es la nutrición de la primera infancia. Estamos

convencidos de que lo que no se haga en la primera infancia no sólo es muy difícil sino absolutamente costoso tratar de recuperarlo

en etapas posteriores

Germán Jaramillo, director ejecutivo de la Fundación Exito

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tantes, porque tenemos empresas de pro­ducción allá y uno de nuestros criterios es intervenir las zonas de influencia.

“Las alianzas son muy ricas porque permi­ten crecer desde la experticia del otro. Por eso nos parece sumamente importante no sólo entregar recursos financieros sino aportar desde la experiencia aprendizajes valiosos para los proyectos. Esta alianza tiene además un valor agregado que es la presencia de la universidad, lo que agrega el componente académico y de frescura del conocimiento.

“En cuanto a los resultados, un buen indi­cador para medirlos es la transformación social y eso es una cosa de largo aliento, pero lo que sí podemos decir ahora es que vemos un proyecto bien formulado, que tiene claras las necesidades de Barranqui­lla y las necesidades de la educación, lo que debería hacerse y las etapas de ese proceso. Y de allí nuestra apuesta”.

VII. La Fundación Bancolombia

Su directora ejecutiva, Catalina Echava­rría, considera que además de hacer apor­tes financieros, ésta es una oportunidad para consolidar, enriquecer y complemen­tar los proyectos propios de la Fundación.

“Encontramos que el trabajo con la pri­mera infancia permite generar mayores oportunidades en la educación y una ma­

yor calidad de vida en el futuro de esas personitas. Por esas razones, el proyecto se ajusta a nuestras necesidades dentro de las líneas.

“Hemos tenido la oportunidad de conocer las instituciones y los avances y vemos que el programa sí ha tenido un impacto positivo. Esperamos que se pueda replicar a otras instituciones y otras zonas de la región Caribe que también requieren de este trabajo”.

VIII. Genesis Foundation

Dirigida por Cristina Gutiérrez de Piñeres, Genesis Foundation ha participado en la alianza empresarial del proyecto, tanto con aportes financieros como en los comités de dirección y en visitas a las ins tituciones educativas para verificar los avan ces.

“Genesis busca un mayor impacto a través de alianzas con otras entidades. Valora­mos el trabajo de los otros socios y con­sideramos que es una alianza productiva y seria donde el nivel de compromiso de todos los socios es el mismo.

“El balance es positivo, porque es una ex­periencia valiosa que podrá ser replicada para beneficiar a otras zonas del país. A la vez, la Fundación se ha beneficiado con un mayor impacto de los recursos aportados a este proyecto, el intercambio de experien­cia con socios confiables y comprometidos y la incidencia en el tema de la educación inicial, que es una línea prioritaria para Genesis”.

IX. La Fundación Corona

Decidió formar parte de la alianza constitui­da para ejecutar el proyecto de excelencia en el preescolar “por la trascendencia que tiene hoy en día el tema de primera infan­cia visto desde una perspectiva integral

El balance es positivo, porque es una experiencia valiosa que podrá ser replicada para

beneficiar a otras zonas del país

Cristina Gutiérrez de Piñeres, directora de Genesis Foundation

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Una década de solidaridad e innovación social

que involucra tópicos como la formación de maestros, la alimentación y nutrición infantil, el trabajo con familias, el apoyo de las autoridades locales y el trabajo articu­lado con entidades socias de la mayor tras­cendencia nacional”, según afirma Carlos Alberto Casas, jefe del Área de Educación.

“Nosotros hacemos seguimiento técnico ca­da dos meses, visitas a instituciones edu ca­ tivas, entrevistas con beneficiarios y acom­pañamiento a los ejecutores en su labor.

“De acuerdo con eso, el balance es muy bueno y presenta muchos horizontes para explorar a futuro. Se ha tenido una buena motivación en los maestros participan­tes, se ha logrado la voluntad política y el compromiso de los directivos docentes para acompañar el proyecto y los ejecu­tores han ido desarrollando sus acciones con miras a levantar la información, eva­

luar el seguimiento y consolidar avances en los temas claves del proyecto.

“Los colegios se han visto retados directa­mente a repensar sus PEI desde lo pedagó­gico, académico, nutricional y comunitario del preescolar, y a final del año esperamos ver qué impacto ha tenido todo esto en los niños y niñas evaluados.

“Los beneficios para La Fundación Corona son muchísimos. Algunos ejemplos son: el poder aprender de la experiencia de la Fundación Promigas en el tema de prime­ra infancia, hacer innovación al haber in vo­lucrado el componente de nutrición, tener alianza con entidades de mucha trayecto­ria en educación que permiten asegurar la sostenibilidad del proyecto y posibles réplicas a futuro, así como la vinculación de la Secretaría de Educación del Distrito y del ICBF”.

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Una buena práctica que se contagia

Escuelas Lectoras, el placer de leer, el placer de aprenderEste modelo, dirigido a promover la lectura y fortalecer su comprensión, no sólo se ha convertido en el proyecto de mayor cobertura de la Fundación Promigas, sino que ha sido transferido a otras dos fundaciones empresariales, para procurar su imple-mentación en más municipios y más colegios del país.

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Una década de solidaridad e innovación social

abía una vez un pueblo muy lejano, llamado Arroyo de Pie­dra, donde no había bibliote­

ca ni libros. Los niños sólo conocían unos pocos cuentos de hadas y de duendes que les narraban sus maestros, pero como no tenían dónde leer otras historias y fábulas vivían muy tristes.

Sus maestros les hablaban de los planetas y los agujeros negros, de los animales y de la célula, de Simón Bolívar y de la demo­cracia, del Quijote y de Hamlet, pero des­pués de clases no tenían cómo averiguar más sobre todos estos temas. Los pocos jóvenes y maestros que se interesaban en leer tenían que viajar más de media hora en bus hasta Cartagena o Luruaco para encontrar una biblioteca. A causa de eso, Arroyo de Piedra era un pueblo al que no le gustaba la lectura, los niños vivían aburri dos y aprendían poco y los jóvenes se dejaban atrapar por malas costumbres para pasar el tiempo.

La epidemia de la apatía por la lectura ha­bía atacado a muchas otras poblaciones de la Costa Caribe, donde no existía ni el gusto ni la costumbre de leer, y por eso to­dos obtenían muy malos resultados en la escuela.

Pero ocurrió que Arroyo de Piedra fue in­vitado a hacer parte de una nueva histo­

ria. Promigas había creado una Fundación para ayudar a las comunidades y un día decidieron hacer un proyecto para moti­var el hábito de leer. Lo llamaron Biblio­tecas y Salas Infantiles como Espacio de Encuentros Múltiples.

La Fundación le donó al colegio del pueblo una biblioteca escolar a la que podían ir de día, de noche y hasta los fines de se­mana los niños y los jóvenes del colegio y todas las personas que vivían allí. Para atenderla, algunas mujeres y hombres aprendieron a hacer promoción de lectu­ra, a identificar la literatura para niños y a leer en voz alta. Los lideraba una mujer recia y generosa, que parecía un hada y se llamaba Norma.

La biblioteca tuvo éxito porque a mucha gente del pueblo le empezó a gustar la lectu ra, pero los estudiantes no mejora­ban en el colegio, los profesores no partici­paban y se sentían ignorados. Así que los dirigentes de la Fundación Promigas re­orientaron el proyecto hacia los profesores, para que ellos aprendieran a motivar a sus estudiantes a leer por placer y les ayuda­rán a adquirir comportamientos y habili­dades de lectura que los llevaran a descu­brir nuevos mundos y nuevas inquietudes.

Gracias a este nuevo enfoque, posterior­mente, los estudiantes de 16 colegios de

H

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Sincelejo y luego otros de Córdoba y La Guajira se enamoraron de la lectura y de los libros que les regaló la Fundación. Ni­ños, niñas, jóvenes y profesores dejaron de creer que la biblioteca era un espacio os­curo de castigo, y empezaron a verla como un lugar maravilloso donde se podían vivir aventuras con centenares de historias y millones de palabras.

Sin embargo, algunos estudiantes no en­tendían bien todo lo que leían, era necesa­rio enseñarles a comprender más. Así que la Fundación mejoró la capacitación de los profesores, apoyándose en la “Teoría de las seis lecturas” que había creado otra amiga de los libros y de los niños: la Fundación Alberto Merani.

Durante dos años, esta estrategia sirvió para que muchos niños y niñas se entu­siasmaran con la lectura, hasta que fue reemplazada por una estrategia nueva, diseñada y validada por la Fundación Pro­migas. Se llamó “Modelo interactivo de lec­tura” y está basada en los teóricos Frank Smith y Thomas Barret.

Así, Escuelas Lectoras se convirtió en un proyecto con un proceso de formación, asesoría y acompañamiento a los maes­tros de primaria para el fortalecimiento de las destrezas lectoras de los estudiantes y para el diseño y puesta en práctica de un plan lector, integrado al proyecto educati­vo institucional.

La Fundación Promigas comenzó enton­ces a crear y fortalecer en los colegios bi­bliotecas móviles o escolares, con una do­tación de textos informativos, científicos y de literatura infantil y juvenil, de acuerdo con el énfasis y el contexto local de cada colegio. Los libros se convirtieron entonces en el pretexto para lograr encuentros de aprendizaje más afectivos y efectivos con los estudiantes, en algo deseado por niños, niñas y jóvenes de Arroyo de Piedra y de toda la Costa Caribe.

Un modelo para replicar

Escuelas Lectoras es un proyecto flexible que permite capacitar a los docentes en fechas concertadas con las secretarías de educación, ofrece resultados en corto tiem­po, tiene una versión liviana de fomento de la lectura y una versión compleja que comprende la promoción de la lectura y el desarrollo de competencias lectoras; ade­más permite entregar un bien tangible a las comunidades: la biblioteca.

Estas características lo han convertido en un proyecto atractivo no sólo para el cum­plimiento de los objetivos institucionales de la Fundación Promigas, en el marco del programa La Costa Lee, sino para llevar a la práctica uno de sus principios rectores: la transferencia de metodologías de traba­jo y buenas prácticas a otros actores del sector educativo, para potenciar los apor­tes al mejoramiento de la calidad educa­tiva del país.

En efecto, Escuelas Lectoras ha sido traba­jado en alianza con otras fundaciones pri­vadas y con instituciones públicas en los departamentos de Atlántico, Bolívar, Ce sar, La Guajira, Magdalena, Sucre, Córdo ba, y también en Santander, Boyacá y Valle del Cauca.

No soy especialista en idiomas ni en literatura, por eso para mí fue algo novedoso, muy provechoso y conocí muchas cosas para

aplicarlas en mi labor educativa

Lucelly Tucán, profesora de grado tercero del colegio Hernando Navia, de Cali

Escuelas Lectoras, el placer de leer, el placer de aprender

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85Creer y crear

Una década de solidaridad e innovación social

En este esquema de escalamiento ha te­nido especial importancia la transferencia que la Fundación Promigas ha hecho del modelo metodológico a las fundaciones Surtigas en la Costa Caribe y Gases de Oc­cidente, en Cali.

En el caso de la Fundación Gases de Oc­cidente, la transferencia significó la for­mación de un operador que fuera capaz de replicar el proyecto integralmente el número de veces que fuera necesario, lo cual conllevó transferirle no sólo el know how sino también la alineación filosófica, la postura, los valores y los principios que promueve la Fundación Promigas, que es­tán presentes en la ejecución de Escuelas Lectoras.

En el otro caso, el proyecto se ha ejecu­tado con los operadores de la Fundación Surtigas bajo la dirección de la Fundación Promigas.

En ambos casos la Fundación Promigas ha permitido que las otras fundaciones ma­

nejen el modelo, bajo licencia, realizando acompañamiento y supervisión para ase­gurar que se mantengan los objetivos y la filosofía del modelo.

Costa Caribe: la dicha de leer

Había una vez un hada madrina que vivía en una cabaña cerca de la playa donde estaba el sol caliente, tenía 35 años y no conseguía una niña sola porque todas las niñas nacían con su hada madrina. Un día estaba llorando en la calle, salió muy triste porque no tenía ahijada.— ¿Por qué lloras? —le dice Carmen, una

niñita que pasaba por allí.— Es que no tengo ahijada —le respondió el

hada.— Tranquila —le dice Carmen. —Sé que tú no

tienes ahijada y yo puedo ser tu ahijada.

La profesora Claudia Garcés, del Liceo Bo­lívar de Cartagena, se emociona contando que el cuento “El hada y su ahijada”, al que pertenece este fragmento, fue escrito por uno de sus estudiantes de primaria, como

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parte de un concurso organizado por el colegio, en el que la condición era basarse en vivencias personales. El concurso fue posible gracias al esfuerzo de sensibiliza­ción hacia la lectura realizado por el pro­yecto Escuelas Lectoras, ejecutado por la Fundación Surtigas en desarrollo de una ambiciosa estrategia que ha incluido más de 200 instituciones educativas en muni­cipios de Bolívar, Sucre y Córdoba.

Esta Fundación empresarial nació en 2005, como instrumento de responsabilidad so­

cial empresarial de la compañía Surtigas. Su pertenencia al mismo grupo empre­sarial de Promigas la llevó a enfocarse en el sector educativo y a buscar apoyo de la Fundación Promigas para la defini­ción de su portafolio de proyectos, como explica María Claudia Trucco, directora ejecutiva de la Fundación Surtigas: “Hici­mos una evaluación conjunta de todos los proyectos, viendo cuáles nos servían más y cuáles eran los costos y los criterios. Es­cogimos Escuelas Lectoras en su versión corta porque tenemos interés de llegar a 74 municipios y necesidad de contar con herramientas para llegar a los docentes”.

La Fundación Surtigas asumió la selección de las instituciones educativas, la coordi­nación de todo el proceso y la evaluación de entrada y salida del proyecto, que es ejecutado mediante un equipo de docen­tes facilitadores, capacitados y asesorados por la Fundación Promigas. El acompaña­miento de esta Fundación es permanente, sistemático y comprende tanto la meto­dología como la gestión del proyecto, en aspectos como su administración, el rela­cionamiento con los aliados y los procedi­mientos operativos.

“Es de destacar la rigurosidad de la Fun­dación Promigas en todos los procesos de transferencia, el nivel de detalle que tiene en el seguimiento, en los formularios, hay un permanente diálogo con ellos y eso es importante para poder mejorar los pro­yectos”, sostiene María Claudia Trucco.

Para garantizar su viabilidad siempre se ejecuta en alianza con las alcaldías y go­bernaciones, articulándolo alrededor de las políticas públicas de educación. “Nos reunimos con los alcaldes y gobernadores, les decimos que tenemos esta herramien­ta y hacemos convenios. Ellos entienden el tema, lo identifican como una solución, el secretario convoca a los rectores, a las ins­

Para validar la “vallecaucanización” del proyecto se hizo un diagnóstico sobre qué se estaba haciendo en Cali en promoción de lectura. Había mu-chas instituciones que estaban trabajando el tema: la Fundación Corona tiene el proyecto Palabrario, la Fundación Carvajal también tiene su pro-yecto, existen la Red de Bibliotecas Comunitarias y la Red de Bibliotecas Públicas, cada Caja de Compensación tiene su programa; el Concejo tiene otro programa.

La alianza entre la Fundación Gases de Occidente y la Secretaría de Educación impulsó en 2008 un acercamiento de estos proyectos en el contexto de la Feria del Libro del Pacífico, del que habla Melba Pinedo: “Hicimos dos eventos: el Primer Encuentro de Proyectos de Promoción y Fomento de la Lectura, que fue importante porque por primera vez nos vimos las caras, nos escuchamos, supimos qué estaba haciendo cada uno y llegamos a unos acuerdos. Y luego patrocinamos el Segundo Encuentro de Bibliotecas Escolares, que nos permitió visibilizarnos más”.

En 2009, la alianza se mantuvo para la celebración del Día del Libro con una maratón de lectura que conllevó la distribución de 60 000 ejemplares de un libro de lecturas breves y diversas.

“Estos eventos nos han dado una mirada mucho más clara de lo que es el tema de promoción de lectura y nos han posicionado como un proyecto serio de alineación, pues no manejamos un perfil de competencia, sino de complementariedad con otras iniciativas”.

Alianza por la lectura en Cali

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Una década de solidaridad e innovación social

tituciones, se preselecciona y se convoca a los docentes”, dice la directora ejecutiva de la Fundación Surtigas.

Disfrutar el libro

Alejandro Tavera es padre de familia de la Institución Educativa Isabel la Católica, de Montería. Cuando el proyecto Escuelas Lectoras llegó al colegio no dudó en vin­cularse para alimentar su antigua afición por la lectura. Y fue tanta su emoción que en un arranque de inspiración escribió un jingle para el proyecto.

Y es que la elección de la versión liviana de Escuelas Lectoras por parte de la Fun­dación Surtigas ha significado que el pro­yecto se concentre en la promoción de lec­tura como espacio para disfrutar el libro, desprovisto del compromiso académico. “El proyecto pretende que los niños gocen la lectura, que conozcan cosas diferentes, que haya un encuentro placentero con el libro. El trabajo de lectura pedagógica de­ben abordarlo después los docentes con los estudiantes”, señala la directora de la Fundación Surtigas.

El proyecto, entonces, capacita a los do­centes en el conocimiento de las herra­mientas, tras lo cual deben diseñar un plan lector para la básica primaria, para el cual se entrega a cada colegio una biblio­teca compuesta por cerca de 140 libros.

Los rectores tenían que firmar un convenio con la Alcaldía y Gases de Occidente para

comprometerse con el proyecto. Desde el comienzo se concertó con ellos, porque es parte de la metodología

Carlos Gálvez, director la entidad operadora del proyecto en Cali

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El proceso de capacitación de los docentes es a la vez una actualización y un apren­dizaje, pues al realizarse en conjunto para todos los colegios seleccionados en cada replica, ellos y ellas pueden intercambiar experiencias de otros docentes e inclusive de los padres de familia, en los casos en

que hacen parte de la formación; lo cual genera un diálogo de saberes que es otro de los principios metodológicos de la Fun­dación Promigas.

La selección de los títulos que componen la biblioteca se hace con la asesoría de la Fundación Promigas y en ella se tiene en cuenta tanto los contenidos textuales como la propuesta gráfica, ambos de pri­mera calidad. Son volúmenes altamente recomendados y atractivos para los niños.

La entrega de los libros se hace efectiva cuando el plan cumple los requerimientos necesarios para ser alcanzable, aplicable y

Escuelas Lectoras busca que la lectura placentera sea una antesala

de las lecturas que exige el colegio

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Una década de solidaridad e innovación social

evaluable, lo cual implica también socia­lizarlo con los demás docentes de la ins­titución y con los padres de familia, cuyo apoyo es indispensable para el fortaleci­miento de los espacios de lectura en casa.

La facilitadora Liliana de Arco dice que la entrega de las bibliotecas es todo un suce­so. “En algunas instituciones llegaba tapa­da como una supestrella; por ejemplo, en el San Juan de Damasco de Cartagena. En el Crisanto Luque de Turbaco la recibieron con una banda de paz y en la institución educativa Isabel la Católica, de Montería, los docentes publicitaron el suceso en el periódico local”.

Leer en la esquina, leer en el parque

En Sahagún (Córdoba), los maestros del Centro Educativo La Floresta se empeña­ron en cambiar el imaginario de que los burros son el antónimo del saber.

Un día echaron a andar por la calle su “Bu­rrata”; una comparsa de burros disfraza­dos y cargados de libros que van parando en los parques y en las esquinas para que la multitud se junte a leer.

La propuesta promueve la apropiación de la lectura no sólo en el colegio sino en diversos espacios comunitarios para generar un contexto lector alrededor del proceso escolar. “El proyecto fomenta la lectura desde la escuela, para leer dentro o fuera de ella. Se prestan los libros para que los estudiantes puedan leer en fami­lia, porque no tienen libros en sus casas”, dice Liliana de Arco, la facilitadora del proyecto.

Otras instituciones educativas implemen­taron acciones semejantes a la “Burrata”. En Montería, la Institución Educativa Isa­bel la Católica consiguió donaciones adicio­nales de libros, y maestros y estudiantes se fueron a leer de barrio en barrio.

En la institución Fe y Alegría de las Améri­cas, de Cartagena, la docente Nydia Herre­ra le sumó a la lectura silenciosa el día de la lectura colectiva: una vez por semana, por una hora, todo el mundo en el colegio decide qué libro leer, hasta el portero, sin excepción. Ella, además, llegó a crear un sitio web del proyecto.

En Sincelejo, en el centro educativo rural La Gallera, el proyecto tuvo tanta pro­yección social que motivó la creación de una biblioteca que presta servicio a la comunidad.

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La institución educativa Soledad Román de Núñez, de Cartagena, organizó lecturas en el Centro Comercial Los Ejecutivos, lec­tura a viva voz, con animación y muestra de libros. Los transeúntes podían tomar un ejemplar y leerlo un rato antes de pro­seguir su marcha.

Cali: leer para comprender

Camilo se apropia de la palabra, ignoran­do que la pregunta era para Andrey:— Hemos estado leyendo cuentos de

muñequitos, Willie el Mago.Andrey, con actitud de niño formal, in­tenta hablar:— Unos no saben leer, entonces noso­

tros les leemos a ellos y...Camilo lo vuelve a interrumpir sin con­templaciones:— Los cuentos son un día y luego...Andrey se empieza a enfurecer: — ¡Espérese, eh! Hoy yo quería leer un

cuento y la profe me prestó todos los cuentos, y mandó a Camilo a que pu­siera todos los cuentos en la caja via­jera. Los niños escogen los cuentos...

Después de un gran esfuerzo por no ha­blar, Camilo vuelve a interrumpir:— Uno va leyendo y ellos se van riendo.

Me gusta Willie el mago.Andrey retoma su explicación:— A mí sí me gusta leer, porque me gus­

tan las historias, me gustan los fina­les, unos alegres y otros tristes.

Por primera vez, Camilo se queda callado y Andrey termina:

— Antes a mí me gustaba la lectura, pero el problema es que yo no sabía leer y yo me iba a dormir en la cama de mi mamá y ella me leía los cuentos.

Los dos son compañeros de segundo gra­do en la institución educativa Ciudad Mo­delo, al norte de Cali, que es una de las veinte instituciones educativas donde la Fundación Gases de Occidente ejecuta el proyecto de Escuelas Lectoras, en alianza con la Secretaría de Educación Municipal y bajo la operación de la Fundación Expre­sión Viva.

La Fundación Gases de Occidente nació en 2006 y quería posicionarse a través de un proyecto de alto impacto en la ciudad. Un estudio de necesidades arrojó que se debía trabajar en educación y dentro de ella incidir en la inclusión, la pertinencia y la calidad. Entonces, los ojos se voltearon hacia la Fundación Promigas, que además de pertenecer al mismo grupo empresa­rial tenía ya una experiencia de siete años y un amplio portafolio de modelos de in­tervención en el tema de la calidad de la educación.

Así lo cuenta la directora de la Fundación Gases de Occidente, Melba Pinedo: “Vimos que uno de los proyectos importantes que había incidido en políticas públicas era La Costa Lee. Y dijimos, si esto es tan exitoso, probado y de la familia, por qué no propo­ner una transferencia de la metodología en lugar de arrancar de cero”. Y el conve­nio se hizo.

Transferencia total

En este proceso de transferencia empezó a surgir lo que se ha denominado la ‘va­llecaucanización’ de Escuelas Lectoras, pues las dos fundaciones empresariales se encontraron con un operador abierto

Los maestros del grupo de los 40 sentían que eso les daba un lugar muy importante, que es apropiarse del rol

de multiplicadores

Claudia Patricia Quintero, facilitadora de Cali

Escuelas Lectoras, el placer de leer, el placer de aprender

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91Creer y crear

Una década de solidaridad e innovación social

al diálogo y con capacidad para enrique­cer el modelo; así como con un grupo de facilitadores con una gran riqueza en el conocimiento del tema, en su disposición a proponer y en su creatividad, lo cual per­mitió adaptar la metodología a las realida­des locales.

Todo eso hizo que la transferencia de la metodología fuera exitosa, lo que Melba Pinedo atribuye a que es un modelo pro­bado y sistematizado. “La Fundación Pro­migas lo ha probado en poblaciones gran­des y chiquitas, han ido y venido y se han equivocado y han vuelto. Nos han permi­tido innovar; nos acompañan pero no nos detienen, no son paternalistas, nos han asesorado en todo el proceso de aprendi­zaje con el operador. Además, como lo tie­nen tan sistematizado y son tan rigurosos, ofrecen hasta el más sencillo formato que

uno pueda necesitar. Ha sido un excelente acompañante”.

La Fundación Promigas, por su parte, reco­noce que su metodología se ha fortalecido mucho en el intercambio con la Funda­ción Gases de Occidente y con Expresión Viva, por la capacidad del equipo local y las diferencias del contexto cultural, muy distinto al de la Costa Caribe.

Leer por placer y leer para aprender

Cuando la profesora Zamaris Castillo, quien enseña en los grados tercero y cuarto de la institución educativa Ciudad Modelo, empezó a llevar a la práctica el proyecto Escuelas Lectoras, algunos de sus compa­ñeros pensaron que se había enloquecido y estaba contagiando a sus estudiantes,

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pues llenaron el salón con dibujos de mi­cos, fotografías de micos, letreros de mi­cos, dummies de micos, veían películas de micos y escribían sobre los micos. Inclu­sive una estudiante cambió su cuaderno ya empezado por uno nuevo, sólo porque tenía un mico en la carátula.

Zamaris había escogido como base de su plan lector el libro sobre King Kong y esta­ba haciendo un trabajo de ambientación con sus estudiantes. Iniciaba así la apli­cación de los aprendizajes adquiridos por ella y otros 39 docentes en 135 horas de capacitación con los facilitadores de Ex­presión Viva. “La capacitación fue muy en­riquecedora –dice–, nos sirvió para sacarle más provecho al libro; uno se dedicaba a la lectura y al taller y de ahí no pasaba, en cambio, ahora sabe que al libro se le pue­den sacar muchísimas actividades”.

Su compañera Elsa Duque, quien enseña en segundo grado y compartió el proceso formativo, dice casi lo mismo, con otras palabras: “Me parecieron muy importan­tes las estrategias de comprensión lecto­ra, pues uno lo que hacía antes era coger un texto y hacer dos preguntas y poner un dibujo. Ahora aprendí que al texto uno le puede sacar mucho más provecho, que tiene mucha riqueza para explorar”.

La capacitación incluía cuatro módulos: sensibilización, calidad educativa, promo­ción y planificación, y comprensión lecto­ra, que era el más importante porque ese fue el enfoque del proyecto. “La impre­sión que quedó es que se hizo un diplo­mado porque hubo diálogo de saberes, se transfirió una metodología”, afirma Carlos Galvez, director de Expresión Viva, orga­nización operadora del proyecto. Socorro

Escuelas Lectoras, el placer de leer, el placer de aprender

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Londoño, la coordinadora, asegura que “se superaron las expectativas, los docentes salieron muy motivados a seguir trabajan­do y querían los libros ya”.

En el contexto de la formación, los dos do­cen tes que asistieron por cada colegio mul­ti pli caron los aprendizajes con sus compa­ñe ros de primaria, y en algunos casos con los padres de familia, y formularon un plan lector basado en la oferta de libros inclui­dos en la biblioteca que se le entregaría a cada institución una vez aprobado el plan.

Ahora hay biblioteca

“Fuimos a una parte a recibir los libros, no me acuerdo cómo se llama, y un señor cantaba. Nos dieron lonchera y después nos dieron la biblioteca, que tenía muchos cuentos; había uno que decía que dizque tengo piojos”.

Así recuerda Yuliana Giraldo el día en que una caravana salió de su colegio y se en­contró con otras 19 caravanas para recibir las bibliotecas móviles que la Fundación Gases de Occidente les entregaba como parte del proyecto Escuelas Lectoras. Fue un día de fiesta para miles de estudiantes acostumbrados a leer fotocopias y libros desactualizados.

La biblioteca, organizada en dos módulos de madera, forma parte esencial del pro­yecto y es la base para formular el plan lector en el que se empiezan a aplicar las estrategias de animación y comprensión de lectura. Es la evidencia tangible del proyecto, pero no es el proyecto. “Sabía­mos qué significaba la biblioteca y el pe­ligro que corríamos de quedarnos en los libros; por eso, en todos los espacios lo úl­timo que nombramos es la biblioteca; es el pretexto, pero no lo fundamental”, aclara Melba Pinedo.

Hoy, todos los actores del proyecto saben que en Escuelas Lectoras se forman los docentes para que utilicen adecuadamen­te los libros en las aulas de clase.

La biblioteca está compuesta por más de dos centenares de libros de excelente ca­lidad, no sólo en su aspecto físico, sino en los textos y las imágenes, como describe Claudia Patricia Quintero, una de las fa­cilitadoras del proyecto: “Son textos rea­lizados y valorados para la cultura infan­til y juvenil. Hay clásicos de Andersen y también las nuevas tendencias, incluidos libros ilustrados, que son los grandes po­tenciadores de la lectura pero a los cuales no pueden acceder los niños de las escue­las públicas, porque son muy costosos”. En la selección de los textos se incluyeron no solamente textos literarios sino tam­bién informativos y científicos, y autores y producciones locales.

Para los colegios fue un hecho excepcional poder contar con una biblioteca que no habían soñado. Por eso, en algunos de ellos ni siquiera se contaba con el espacio físi­co. “No tenemos espacio para una biblio­teca; por eso a cada docente se le dan 40 libros para que los lleve a su salón y haga la promoción de lectura con los estudian­tes”, cuenta la profesora Lorna Olarte, de la institución educativa Hernando Navia. “Se programó un horario por docente, y en esa hora él o ella recoge los libros, los lleva

La ‘vallecaucanización’ de la metodología tiene que ver con todo, desde la selección de

textos hasta jugar con el correo electrónico en el acompañamiento a los maestros

Carlos Galvez, director de la entidad operadora del proyecto en Cali

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al salón y es responsable de devolverlos, lo cual garantiza su cuidado y conservación”. A todos los docentes se les han repartido los listados con título, editorial y pertinen­cia, además los libros están identificados por colores: blanco es literatura, verde es biografía o informativo, si son naranja son textos líricos, juegos y adivinanzas.

En la institución educativa Ciudad Mo­delo, las docentes Zamaris Castillo y Elsa Duque convencieron al rector de que les asignara un pequeño salón para habilitar­lo como sala de lectura para la primaria. Algunos profesores les permiten a sus alumnos ir a leer en la hora de descanso

y se les ha explicado el manejo y cuidado de los libros.

Dos motivos, una lectura

Adujalmid no sabía leer, aunque estaba en tercero de primaria. Aprendió en cuarto, porque le gustó toda la ambientación so­bre simios que trabajaron con la profesora Zamaris antes de leer King Kong.

“Ahorita es que me vino a gustar porque antes casi no le prestaba atención al es­tudio –dice–, este año sí estamos investi­

La participación del gobierno municipal como aliado de Escuelas Lectoras ha sido clave para posi-cionar el proyecto y darle sostenibilidad como estrategia de largo plazo. “El proyecto lo empezamos a posicionar en la Secretaría de Educación con una propuesta en la que les decíamos: ustedes tienen dificultades en términos de calidad y aquí hay un proyecto que les puede permitir trabajar esos temas de calidad; nosotros como sector empresarial vamos a permanecer, independientemente de que cam-bien los gobiernos. La Secretaría nos creyó y nos ‘compró’ no sólo el proyecto Escuelas Lectoras sino la posibilidad de permanecer defendiendo la calidad de la educación en Cali. Hoy el Alcalde y otras instancias nos reconocen como un aliado importante y formamos parte del grupo que está definiendo la política de Educación inclusiva con calidad para Cali”.

El secretario de Educación en 2009, Mario Hernán Colorado, piensa que el proyecto Escuelas Lectoras ha apuntado al núcleo del problema de la calidad de la educación en Cali. “Es muy importante, por-que si la educación es considerada motor de desarrollo de la sociedad, las competencias lectoras son fundamentales para poder conseguir otro tipo de aprendizajes en otras áreas del conocimiento. Poder desarrollar competencias lectoras se convierte en un núcleo fundamental”.

Está tan convencido de la eficacia del proyecto, que la Secretaría ha decidido darle continuidad con una participación más directa del gobierno municipal: “Pensamos extender este proyecto en un convenio más amplio a otras veinte sedes, con unos aportes que estaría haciendo la Secretaría de Educación Municipal; pero esa sería sólo parte de una gran estrategia de promoción de lectura que estaríamos haciendo y engranando con otras instituciones como la academia, las universidades y fundaciones dedicadas a este tema, procurando estructurar una política pública de lectura en Santiago de Cali”.

La lectura como política pública

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gando por qué los micos y los primates es­tán en peligro de extinción. Hemos escrito cuentos y también para otras materias como sociales. La lectura y la escritura son muy bonitas”.

Entonces se pone a hablar de sus investi­gaciones en internet, de los recortes y fo­tografías de simios que ha conseguido en los periódicos y las revistas y de las coplas y refranes que ha escrito en el cuaderno que antes nunca quiso tener.

Aduljamid empezó a leer cuando su pro­fesora se “convirtió” en promotora de lec­tura, cuando la lectura dejó de ser una obligación académica y pasó a ser el pla­cer de un descubrimiento. Entonces hacen eco las palabras de Carlos Gálvez, el direc­tor de Expresión Viva: “Cuando te ponen a hacer el trabajo sobre el Quijote, te matan al Quijote”.

Así que Escuelas Lectoras en Cali puso a todos sus protagonistas a pensar en las divergencias que separaban a los docen­tes y a los promotores de lectura, como lo explica Carlos Gálvez: “Sentimos que el proyecto tiene muchas ventajas al estruc­turar una alianza institucional cuyo gran aporte es que logra unir los esfuerzos del promotor de lectura y el docente, porque por lo general el docente ve al promotor como una persona que promueve el juego sin una fundamentación teórica seria y el promotor de lectura ve al docente como un interlocutor que habla mucho y hace poco por la lectura”.

La directora de la Fundación Gases de Oc­cidente también se regocija con este logro: “Este proyecto nos ha permitido juntar dos lenguajes: el de los docentes con el de los promotores de lectura. Eso es un logro conceptual importantísimo, porque en el caso de Cali puso a los promotores de lectura en otra dimensión, el sentirse

como unos seres que tienen capacidad de ir más allá de lo recreativo y lo lúdico, que pueden hacer leer para incidir en el tema educativo, los metió en la responsabilidad de hacer que ese niño con el que se lee el cuento sea en otro contexto un niño que relacione, que infiera, que sintetice”.

Es demasiado pronto para saber qué tanto se ha logrado esto y qué tanto ha incidido el proyecto en la comprensión de lectura, pero Melba Pinedo ya tiene otros resulta­dos: “Este proyecto nos ha permitido rápi­damente alinearnos con otros proyectos de ciudad y confrontarnos, porque detrás de eso hay una conceptualización super­clara, y aunque no hemos medido estoy segura de que esos niños van a puntear mejor en pruebas Saber o en términos de indicadores de calidad de la educación de sus instituciones. Las muchas horas que hemos trabajado con los rectores y con los docentes tienen que tener un resultado concreto”.

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uando se hizo la presentación del Sistema Interac­tivo de Consulta de la Infraestructura Educativa de Barranquilla, Sicieb, los periodistas locales pensaron

que esa era una información difícil de digerir para la audiencia, ávida de “chivas”. Por eso, la noticia de primera página ese día fue que 100 mil jóvenes de la ciudad estaban sin estudio, porque no había colegios para tanta gente.

La noticia la dio el alcalde de entonces, para poner en perspectiva la importancia de un programa de computador cuya utilidad y comprensión parece cosa de ingenieros, pero que está diseñado para aportar en la solución de un problema que afecta de manera grave la calidad de la educación, tanto en Barranquilla como en el resto del país: la insuficiencia de la infraestructura educativa y la mala calidad de la existente.

Meses atrás, un grupo de funcionarios de la Fundación Promigas y otro de la Cámara de Comercio de Barranquilla habían identifi­cado la necesidad de trabajar en la construcción de un censo so­bre el estado de la infraestructura educativa en Barranquilla. La idea nació del compromiso que las dos instituciones comparten en la búsqueda de estrategias y proyectos que generen cambios sustanciales y sostenibles en la calidad de la educación de los ni­ños y las niñas más pobres de la Costa Caribe colombiana, razón por la que forman parte del capítulo de la Fundación Empresa­rios por la Educación en Atlántico.

El Sistema Interactivo de Consulta de la Infraestructura Educativa

Tecnología al servicio de las sedes escolares

La Cámara de Comercio de Barranquilla y la Fundación Promi-gas crearon una herramienta de software que hoy es utilizada por muchos departamentos y municipios del país para conocer el estado de la planta física de sus colegios y planear las nuevas obras con criterios técnicos.

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Mireylle Julliard, coordinadora del proyecto en la Cámara de Comercio, también lleva la memoria hasta 2004: “Hay un momento en el que la Cámara decide trabajar cifras, para ver qué pasa con el sector educativo, porque el empresariado empieza a ver que está invirtiendo mucho pero la calidad de la educación en la región y en Barranquilla deja mucho que desear”.

La inquietud de los empresarios se con­centró especialmente en la problemática de infraestructuras absolutamente defi­cientes, cayéndose, o inadecuadas porque fueron hechas para otros propósitos, pre­ocupación que compartían los rectores. No obstante, los empresarios se encontra­ron con que no había información ni su­ficiente ni cualificada para tomar decisio­nes sobre el tema.

En ese contexto, la Cámara de Comercio realizó en 2002 un estudio prospectivo del sector educativo en Barranquilla, el cual señalaba como una prioridad el esfuer­zo educativo en cobertura y calidad. Para esto se necesitaba producir información confiable sobre la capacidad instalada de la infraestructura y la dotación existente, la ubicación geográfica de los planteles en relación con la demanda educativa y la di­mensión de los recursos requeridos.

Un proyecto visionario

Augusto Meléndez, coordinador de Inves­tigaciones de la Cámara de Comercio, es la persona que ha movido los hilos del Sicied. Organiza sus recuerdos para en­contrar, entre innumerables reuniones y largas sesiones de trabajo, la imagen cla­ra de cómo la Cámara de Comercio y la Fundación Promigas lograron interesar a la Secretaría de Educación de la ciudad en la construcción de una herramienta que debía pertenecerla a ella, de la cual iba a ser su principal usuaria, pero que no sabía

Hay un momento en el que la Cámara decide trabajar cifras, para ver qué pasa

con el sector educativo, porque el empresariado empieza a ver que está invirtiendo mucho pero

la calidad de la educación en la región y en Barranquilla deja mucho que desear

Mireylle Julliard, coordinadora del proyecto en la Cámara de Comercio

Tecnología al servicio de las sedes escolares

Este sistema de consulta además de los be-neficios específicos derivados de su utilidad técnica y económica, ha sido un factor de consolidación de la red de alianzas entre los sectores público y privado alrededor del me-joramiento de la calidad de la educación.

Inicialmente, en la fase de pilotaje en Barran-quilla, el proceso y sus resultados fortalecie-ron la alianza existente entre la Cámara de Comercio de la ciudad, la Fundación Promi-gas y la Secretaría de Educación, alianza que ya se había desarrollado alrededor de proyec-tos anteriores.

La fase de escalamiento aportó a la consoli-dación de alianzas también existentes entre las instituciones mencionadas, la Fundación Empresarios por la Educación, el Ministe-rio de Educación, múltiples secretarías de educación departamentales y municipales e instituciones privadas, como las fundaciones Argos y Mamonal y la Cámara de Comercio de Bucaramanga.

Todos por la educación

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qué necesitaba. “El sector privado iba a ser un usuario de dos veces al año, pero el do­liente y el que la iba a usar en su día a día era la Secretaría de Educación. Y bajo esa óptica construimos una mesa de trabajo de seis personas”.

De esa forma, con el trabajo articulado de profesionales y técnicos de las tres institu­ciones se adelantó el censo, tarea que de­mandó el diseño y validación de las herra­mientas de recolección, el levantamiento de la información y su consolidación.

La realización y presentación del censo constituyó un hito en la administración edu cativa del Distrito de Barranquilla, pues le permitió tener, por primera vez, un diag­

nóstico cierto y completo de la situación material de sus colegios públicos.

El equipo interinstitucional, a su vez, so­brepasó sus propias metas: no sólo hizo el censo previsto, sino que vislumbró la necesidad de desarrollar un sistema in­teractivo que permitiera recopilar, siste­matizar y valorar la información y tenerla disponible; en otras palabras, cualificarla y hacerla útil para la toma de decisiones con criterios técnicos, evitando así que se quedara como una triste colección de malas noticias. Así que al finalizar el cen­so, el proyecto inicial había dado origen a otro nuevo: la construcción del Sistema Interactivo de Consulta de Infraestructura Educativa de Barranquilla, Sicieb.

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El sistema interactivo le permite a la Se­cretaría de Educación y al sector privado aprovechar el censo para tomar decisio­nes relacionadas con la infraestructura educativa, a partir de información real y confiable. Además, el equipo propuso que el sistema ofreciera la posibilidad de con­trastar la información de los estableci­mientos educativos con las disposiciones de las normas técnicas Icontec NTC 4595 y 4596, facilitando su cumplimiento para propender por la calidad técnica de las instalaciones.

En 2005, el equipo del proyecto elaboró una matriz en la que cruzó la información de los establecimientos educativos y estable­ció el déficit de construcción que presen­taba la ciudad, cada zona y cada estable­cimiento, identificando las prioridades de intervención y los casos más críticos. Com­binando estas conclusiones con el análisis de cobertura y el desempeño académico, se orientó la intervención en infraestruc­tura para el futuro inmediato de la ciudad.

Primeros beneficios del Sicieb

La implementación del Sicieb en Barran­quilla ha provocado un mejoramiento en el proceso de asignación de recursos para inversión y mantenimiento de la infra­estructura educativa en la Secretaría de Educación. También ha procurado al sec­tor privado información confiable para la inversión de recursos de cooperación con destino a la educación, así como para la medición de su impacto.

A partir de la implementación del Sicieb, el costeo de obras requeridas y la cons­trucción de infraestructura, tanto en nue­vas sedes como en las ya existentes, se empezó a hacer con criterios técnicos y administrativos relacionados con las ne­cesidades de cobertura y la distribución

geográfica, abandonando las inversiones suntuosas del pasado que favorecían a unos pocos establecimientos, mientras que otros se mantenían en condiciones de alta precariedad. Así mismo, los plan­teles se vieron favorecidos porque se hi­cieron proyecciones de mejoramiento de la planta física a corto plazo, basadas en las condiciones de los espacios y no en la capacidad de gestión de los rectores ante la Secretaría de Educación.

La información suministrada por el Sicieb llevó a concentrar la inversión en la cons­trucción de aulas, buscando disminuir el enorme déficit existente frente a la norma NTC 4595, que es de 1,65 metros cuadra­dos por alumno, en tanto que lo existente en 2004 era de 1,14.

El Sicieb también permitió evidenciar y solucionar graves restricciones de la in­fraestructura educativa del Distrito, parti­cularmente las de algunos planteles que funcionan en casas adaptadas, sin cumplir importantes requerimientos de ambientes escolares para la prestación del servicio educativo. En estos casos, la Secretaría de Educación inició un proceso de evaluación para la reubicación de los establecimien­tos que no cumplan con las condiciones mínimas de habitabilidad y seguridad.

Una herramienta replicable

Hay dos cosas que hacen sentir orgulloso al director ejecutivo de la Cámara de Co­mercio de Bucaramanga, como socio prin­cipal de Empresarios por la Educación en Santander: una es la implementación de la Escuela Nueva en cinco instituciones educativas rurales, para redimirlas de un estado de abandono que avergonzaba al municipio; la otra, la implementación del Sicied, para que la Secretaría de Educación y la empresa privada supieran con certe­

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za cuál era el estado de la infraestructura de los colegios y pudieran orientar sus in­versiones con criterios técnicos y no con favoritismos.

Parte de ese orgullo se lo debe a que las instituciones gestoras del Sicieb, en Barran­quilla, tuvieron la visión suficiente para pensar que el sistema merecía un escala­miento en el nivel departamental y nacio­nal, lo cual constituye una metodología de trabajo de la Fundación Promigas, aplica­da en otros modelos y proyectos.

Para dar el primer paso, la Cámara de Comercio de Barranquilla y la Fundación Promigas establecieron una alianza con la Secretaría de Educación del Atlántico y la Fundación Argos. Así, el Sicieb llegó a So­ledad y al conjunto de municipios no cer­tificados del departamento. Poco después la experiencia se replicó en el vecino Dis­trito de Cartagena, mediante una alianza con la Secretaría de Educación, la Funda­ción Mamonal y el capítulo Bolívar de la Fundación Empresarios por la Educación, conformado por entidades como Petroquí­mica, Ecopetrol y la Fundación Argos.

En Cartagena, además de dimensionar la gravedad de la problemática de infraes­tructura, con más de 60% de las institucio­nes en condiciones de deficiencia estruc­tural, de bibliotecas y de laboratorios, el Sicieb motivó la adopción de acciones de solución, como un incremento inmediato de los recursos municipales destinados a

La implementación del Sicieb en Barranquilla ha provocado un mejoramiento en el proceso de asignación de recursos para

inversión y mantenimiento de la infraestructura educativa en la Secretaría de Educación

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inversión en infraestructura, la concerta­ción con instituciones como el Concejo, las JAL y la Secretaría de Infraestructura para focalizar las inversiones con base en el Sicieb y la creación, en la Secretaría de Educación, de una instancia encargada del proceso de organización y administra­ción de los bienes muebles e inmuebles del municipio.

El éxito de estas réplicas llevó a que el modelo fuera presentado por la Funda­ción Empresarios por la Educación al Mi­nisterio de Educación Nacional, el cual decidió acogerlo como una “buena prácti­ca en gestión”, digna de ser replicada en todos los municipios del país. Julio Martín Gallego asegura que “Empresarios por la Educación, al ver el potencial de la herra­mienta, pensó que le podía servir mucho

La conceptualización, diseño, desarrollo y aplicación inicial del Sistema es el resultado del trabajo de un grupo de profesionales y técnicos de las tres instituciones aliadas:

Cámara de Comercio de Barraquilla: Mireylle Julliard, coordinadora del Proyecto; Augusto Meléndez, coordinador de Investigaciones; Antonio Barandica, coordinador de campo del Sicied; Javier Pardo, encuestador, supervisor y encargado de la digitalización; Joel Roca e Ingrid Gutiérrez, encuestadores; Rolando Zeledón, ingeniero contratista para el desarrollo de la herramienta; Natalia Rodríguez, jefe de Gestión Social.

Fundación Promigas: Lucía Ruiz, directora en 2007; Julio Martín, coor-dinador de Desarrollo Educativo; Luz Marina Silva, coordinadora de In-vestigación y Desarrollo.

Secretaría de Educación de Barranquilla: Jorge de las Salas, secre-tario de Educación en 2007; Heriberto Bengoechea, jefe de Planeación; Gustavo Quintero, jefe de Sistemas; Beatriz González, profesional; Doris Domínguez; supervisora, encargada de la Coordinación de Calidad; Olga Warecky, coordinadora de Cobertura.

Los constructores de la herramienta

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al Ministerio porque el problema que no­sotros estábamos tratando de resolver en Barranquilla era de carácter nacional”.

De esta manera, el Sicieb se convirtió en el Sicied: Sistema Interactivo de Consulta de Infraestructura Educativa, una herra­mienta nacional del sistema integrado de información de las secretarías de educa­ción, que permite cuantificar, evaluar y calificar el estado de los establecimientos educativos en relación con los estándares de infraestructura exigidos en las normas NTC 4595 y 4596 de Icontec.

Escalamiento nacional

En diciembre de 2006, cuando el entonces secretario de Educación de Itagüí, Gui­llermo León Restrepo, conoció el Sicied, exclamó emocionado: “Esto es lo que ne­cesito para conocer en detalle el estado de la infraestructura del municipio”. El sistema les caía como del cielo, pues hacía poco el municipio había sido certificado y tenía la obligación de montar un sistema de información que incluía un módulo de infraestructura. Pocas semanas después, un equipo de la Secretaría de Educación estaba conociendo en directo cada detalle de la herramienta.

Julio Martín recuerda también con emo­ción que este escalamiento nacional con­lle vó la firma de un convenio entre el

El Sicieb se convirtió en el Sicied: Sistema Interactivo de Consulta de Infraestructura Educativa, una herramienta nacional del sistema integrado de información de las secretarías de educación,

que permite cuantificar, evaluar y calificar el estado de los establecimientos educativos

Ministerio de Educación, la Cámara de Co­mercio de Barranquilla, la Fundación Pro­migas y la Fundación Empresarios por la Educación, para la cesión de uso del pro­grama y el acompañamiento al proceso de ajuste y escalamiento del Sicied a nivel nacional. “Se hizo un proceso de ajuste y mejoramiento para que ya no fuera sólo una herramienta de incidencia local, sino que pudiera utilizarse a nivel nacional”.

Inicialmente se le efectuaron mejoras en las variables de captura y en el proceso de consulta. Posteriormente, el escalamien­to ha significado una oportunidad de se­guimiento, evaluación y ajuste, que, por ejemplo, ha incrementado las variables consideradas en la encuesta, de 60 inicia­les a 120, gran parte de ellas con referen­cia a las normas Icontec.

Para Augusto Meléndez el proceso no re­sultó tan sencillo como suena. “Fue suma­mente difícil conciliar para incorporar co­sas que el Ministerio necesitaba, sin perder temas que le interesaban a la Cámara y a la Fundación Promigas”, dice respirando profundo, como si el esfuerzo acabara de terminar. Mireylle Julliard aclara el moti­vo de las dificultades: “Las necesidades del Ministerio con respecto a la herramienta eran distintas a las de las secretarías. Aquí querían tener información para poder to­mar decisiones; allá querían tener infor­mación para poder controlar a las entida­des territoriales”.

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Desde 2007 el Sicied se empezó a imple­mentar en varios departamentos del país, como Risaralda, Casanare, Guaviare, La Guaji ra, Chocó y San Andrés, y en munici­pios cer ti ficados como Bucaramanga, Tun­ja, Ma ni zales, Cali, Sincelejo, Bello e Itagüí. Pos te riormente, el Ministerio dispuso que el montaje del Sicied sería un requisito in­dispensable para acceder a los recursos de la Ley 21 de 1982, dirigidos a aumentar la infraestructura para ampliar la cobertura,

lo cual multiplica, en 2009, el número de entidades que lo implementan.

El montaje del sistema en decenas de entidades territoriales ha sido asesorado directamente por la Cámara de Comer­cio de Barranquilla. Augusto Meléndez explica que la asesoría no sólo conlleva transferir una tecnología, sino convencer a las secretarías de Educación y de Infra­estructura de usar el Sicied para pensar

La implementación del Sicied en Cartagena arrojó resultados escalofriantes: seis de cada diez edifi-caciones tenían condiciones de trabajo mínimas o deficientes y requerían intervenciones urgentes en instalaciones, calidad espacial y servicios públicos; además, muchos establecimientos no ofrecían am-bientes de aprendizaje adecuados para los niños y jóvenes, pues, por ejemplo, 42% de ellos carecían de bibliotecas o centros de ayudas educativas, y sólo 30% poseía laboratorios o aulas de tecnología, según reveló el informe final de la aplicación.

El Sicied también permitió identificar en dónde y con qué tipo de acción se puede intervenir la infraes-tructura. Por ejemplo, mostró que existen 263 mil metros cuadrados adicionales a los requeridos que podrían ser utilizados; y que de cada 10 predios educativos, siete se pueden intervenir en el primer piso, dos deben liberar áreas construidas y uno debe identificar alternativas como la construcción en altura o la ampliación del lote actual.

La divulgación de los resultados en el Concejo Distrital permitió que el Cabildo dimensionara la gravedad de la situación y aprobara un incremento significativo de los recursos destinados al tema en 2007. También se socializaron los resultados en las Juntas Administradoras Locales, para que los recursos de inversión en infraestructura que ellas manejan puedan ser direccionados con base en la información del Sicied.

Por otra parte, la Secretaría de Educación decidió incluir en su propuesta de reestructuración una ins-tancia encargada del proceso de organización y administración de los bienes muebles e inmuebles del municipio, con dos profesionales: un ingeniero y un arquitecto. Además, esta entidad concertó con la Secretaría de Infraestructura la utilización del Sicied como herramienta clave para la toma de decisiones.

Igualmente se logró que los rectores asumieran la herramienta, primero, para distribuir las cargas académicas teniendo en cuenta que existen espacios educativos en los que no es posible atender a los estudiantes que el parámetro indica y, segundo, proyectando su matrícula teniendo en cuenta la capacidad que señalan los estándares frente a sus características de infraestructura.

Cartagena organiza sus colegios

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y planear integralmente. “El problema es que el Sicied no piensa por las personas, entonces las personas siguen tomando las decisiones pensando en las dos aulitas que les hacen falta, porque no tienen una mirada integral”.

En municipios como Itagüí la asesoría ha sido exitosa y la administración ha em pe ­za do a organizar las intervenciones de acuerdo con los criterios técnicos que pro ­por ciona el Sistema, dejando atrás prác ti­cas inapropiadas, como lo evidencia Ale jan­dro Caro, gerente de Nuevas Tecno lo gías de la Secretaría: “Las inversiones se hacían de una manera no tan objetiva, producto de decisiones de los rectores o de la mis­ma administración, que decía: ‘haga mos un aula aquí’, sin obedecer a un estudio de factibilidad ni de proyección”.

Caro se esfuerza para resumir el trabajo de meses en unas pocas palabras. Dice que el proceso de acompañamiento inclu­yó tres etapas: en la primera, la Cámara de Comercio asesoró la negociación de un contrato con la Universidad Nacional para el levantamiento de la información y capacitó a los encuestadores en el ma­nejo de los instrumentos; en un segundo momento, cuando ya estuvo levantada la información, la Cámara hizo una nueva capacitación sobre el procesamiento de los datos, incluidos planos y fotografías; y

en un tercer momento, se hizo la revisión de todas las bases de datos.

El montaje del Siceid le ha permitido al municipio conocer y medir el verdadero estado de su infraestructura y empezar a tomar decisiones e intervenir con criterios técnicos basados en la información sumi­nistrada por el sistema. También ha mo­tivado una articulación técnica entre las secretarías de Educación e Infraestructu­ra. Sin embargo, el logro más trascenden­te del proceso es quizá el haber favorecido que en el Plan de Desarrollo de la actual administración se pusiera como una meta la formulación de un Plan Maestro de In­

El problema es que el Sicied no piensa por las personas,

entonces las personas siguen tomando las decisiones pensando en las dos aulitas

que les hacen falta, porque no tienen una mirada integral

Augusto Meléndez, coordinador de investigaciones de la Cámara de Comercio de Barranquilla

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fraestructura Educativa para diez años, lo cual es, precisamente, el cambio cultural que perseguían los creadores de la herra­mienta.

Adicionalmente, el municipio de Itagüí ha participado activamente en la multiplica­ción del Sicied en Antioquia, presentando sus avances a otros municipios como Be­llo, Envigado, Rionegro y Ciudad Bolívar, y trabajando de la mano con Proantioquia, coordinadora del capítulo departamental de Empresarios por la Educación.

Para la Cámara de Comercio y la Funda­ción Promigas, el escalamiento del pro­

grama significó un motivo de orgullo y un aporte valioso a la creación de condiciones institucionales para el mejoramiento de la calidad y la cobertura de la educación pú­blica en el país. Para Julio Martín el asunto es tan sencillo como complejo: “Es uno de esos casos en los que se acierta a solucio­nar un problema complejo y común con una herramienta sencilla, fácil de manejar, pero muy poderosa, que da cuantiosos be­neficios, porque con ella no sólo se puede cuantificar y valorar el estado de la infra­estructura educativa sino que sirve de base para empezar a formular planes maes­tros. Es una herramienta de evaluación, pero al mismo tiempo de planificación”.

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Directivos docentes en Cesar y La Guajira

Rectores y coordinadores, al pupitre

La Fundación Promigas desarrolló un diplomado para actualizar a directivos docentes y potenciar su capacidad de gestión. El pilotaje en Cesar y La Guajira fue tan exitoso que ya se han realizado cuatro cohortes más.

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Una década de solidaridad e innovación social

a coordinadora sor Beatriz Eche ­ verri se mueve por el patio de la Normal María Inmaculada con

diligencia de hormiga y encanto de ma­riposa. Va de un extremo a otro de la fila repartiendo instrucciones, comentarios y sonrisas. Las palabras de la hermana Ya­mile Ruiz completan la apreciación: “Algo muy marcado en ella es el amor a los niños y a los jóvenes”. Más aun, se parece a ellos en la mirada dulce y en el rubor que le aso­ma cuando sus estudiantes atraviesan el colegio cantando un vallenato desgarra­do. Ese mismo rubor enternecía a otros 43 directivos docentes cuando a alguno se le salía un chiste subido de tono en los tiem­pos libres del diplomado en gestión direc­tiva que cursaron en Valledupar, a 32 kiló­metros del municipio de Manaure, donde queda la Normal.

El día de la graduación, en la Biblioteca Departamental, sor Beatriz no olvidó ni por un segundo su condición de hermana salesiana, pero por unos minutos aban­donó el rigor confesional para bailar con sus compañeros de diplomado: rectores y coordinadores del norte del Cesar y del sur de La Guajira.

En la misma celebración estaba Orlanis Ma­ría Figueroa, una de las educadoras más queridas de Barrancas, La Guajira. Si al­

guien tenía motivos para estar alegre ese día era ella. Originalmente el diploma do para directivos docentes del sector públi­co en Barrancas y Fonseca no la incluía, pues era rectora pero de un colegio priva­do y su vínculo a un colegio público era como docente.

Ella no estaba dispuesta a perder una opor­tunidad que había esperado durante años, así que se las arregló para que la dejaran participar como asistente. Fue tanto su empeño, su constancia y su colaboración, que los organizadores acabaron admitién­dola oficialmente. Y aquel día, con el diplo­ma en la mano y el vallenato en el cuerpo, Orlanis celebró con 62 compañeros y tam­bién directivos el inicio de una nueva etapa profesional. “El diplomado se terminó, pero no la práctica; ahora es cuando comien­za uno a reorganizar todo ese material y a poner en práctica todo lo aprendido”.

Los directivos también sueñan

Juan Andrés Daza, estudiante de noveno grado del colegio Madre Bernarda, está convencido de que la seño Orlanis es ex­celente. “Es una rectora muy buena, muy especial, nos trata muy bien, cuando tiene que tomar medidas las toma y el colegio lo tiene muy bien”.

El diplomado se terminó, pero no la práctica; ahora es cuando comienza uno a reorganizar

todo ese material y a poner en práctica todo lo aprendido

Orlanis María Figueroa, educadora de Barrancas

L

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docentes. Hacer este diplomado fue una decisión superacertada porque lo estába­mos necesitando”.

A sor Beatriz sus estudiantes y compañe­ros de la Normal también la quieren mu­cho. La hermana Yamile Ruiz dice que es muy creativa y eficiente. “Es una persona muy serena y le gusta prepararse, vive es­tudiando, busca todo lo que la lleve a estar mejorando en la parte académica”.

El anuncio de que habría un diplomado en gestión directiva la puso feliz. Lo primero que hizo fue preguntar cuántas personas podían ir y lo segundo, empezar a hacer ca­

Basta verla llegar a la sede, en medio de abrazos y besos de estudiantes y profeso­res, para saber que esas palabras son es­casas para dibujar los sentimientos por la rectora de este colegio privado para niños de estratos 2 y 3. Ella sabe que eso es un motivo de orgullo, pero también un com­promiso que la empuja a ser mejor y tener un mejor colegio. “Hace mucho rato que­ría una capacitación dirigida a los recto­res, porque generalmente se dirigen a los

Como valor agregado del diplomado la Fun-dación Promigas, la Universidad de la Sabana y Fucai firmaron un acuerdo que permitió la homologación de los temas vistos como la mitad de la especialización en Gerencia Edu-cativa que ofrece esta universidad.

Posteriormente se firmó un acuerdo entre las mismas instituciones para la realización de nuevas cohortes, ahora con una participación directa de la universidad en el proceso for-mativo, con aportes pedagógicos y un grupo de docentes.

El éxito obtenido en el pilotaje ha hecho que el diplomado se replique hasta ahora en tres cohortes: Dibulla y Riohacha (La Guajira), Albania (La Guajira) y Barranquilla y munici-pios del departamento del Atlántico. Además, hay interés de establecer un convenio con la Universidad de Magdalena para replicarlo en el sur del departamento.

En Riohacha, La Guajira, Atlántico y El Cerre-jón, el diplomado ha sido promovido a través de la Fundación Empresarios por la Educación y existe interés de replicarlo en Santander, Cartagena y Casanare, entre otras regiones.

Escalamiento y aval

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bildeo para que les dieran un tercer cupo, de modo que el profesor Alfonso Santiago López pudiera acompañarlas a ella y a la otra coordinadora, Divina Oyola. También para él ésta fue una oportunidad soñada de prepararse académicamente y crecer como profesional. “Para uno como docen­te es fundamental estar al ritmo, estar mi­rando los cambios a nivel administrativo, más si se quiere alcanzar la calidad”.

Rosa María Ávila, asesora pedagógica del diplomado, comparte la idea de que la actualización era una urgencia anhelada porque “las evidencias muestran que de­trás de todo buen colegio hay un buen rec­

Hace mucho rato quería una capacitación dirigida a los rectores, porque generalmente se

dirigen a los docentes. Hacer este diplomado fue una decisión superacertada porque lo estábamos

necesitando

Orlanis María Figueroa

tor”. Por eso se sintió dichosa cuando en 2007 su Fundación Caminos de Identidad fue contactada para que se encargara de desarrollar el diplomado que los directi­vos de la Fundación Promigas se acababan de inventar.

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El proyecto incluyó el diseño del diploma­do y la aplicación de un ejercicio piloto con dos cohortes: una en Valledupar, Ce­sar, con 44 directivos y otra en Barrancas, La Guajira, con 19 directivos. Se incluyeron cuatro módulos dirigidos a fortalecer las habilidades directivas de manera transver­sal: Las reformas educativas, El directivo docente y la gestión del desarrollo institu­cional; El liderazgo y el trabajo en equipo; Pensamiento sistémico, gestión del desa­rrollo institucional y planeación escolar, y Gestión de la diversidad, comunicación efectiva y gestión del talento humano.

Directivos en busca de su rol

“De mí dependen muchas cosas como líder, como directiva. Ese fue el primer mensaje que nos dieron. Era de liderazgo, porque nosotros estamos siendo transfor­madores de una sociedad”.

Con esa responsabilidad a las espaldas, Orlanis Figueroa se sentó en su escritorio a revisar sus obligaciones y a pensar qué significaba ser rectora. Evocó todos sus aprendizajes universitarios, pero tuvo la certeza de que muchas cosas habían cam­biado por las numerosas reformas de los últimos años. Entonces se sintió sola. En la siguiente sesión, escuchando a los otros rectores y coordinadores, se dio cuenta de que muchos compartían sus preocupacio­nes y sus temores. Entonces pudo expirar el aire contenido que la estaba ahogan­do. La hermana Beatriz, en cambio, había compartido esas cuitas con los dos com­

Se buscaba contextualizar el papel de los rectores en la agenda educativa contemporánea, como pilares del sistema educativo en el contexto

de la descentralización

Rosa Ávila, asesora del proyecto

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pañeros de la Normal y la directora de Núcleo del municipio, quienes también es taban en el diplomado.

Ricardo Lobo Cañizares, que era rector del colegio Rafael Salazar del municipio de Gamarra y que ahora es director de Cultu­ra del departamento del Cesar, precisa el alcance del reto: “Era poder establecer ele­mentos de juicio que mejoraran el nivel de comprensión de lo que es un directivo do­cente de una institución educativa frente a los retos que tienen en lo social”.

Rosa Ávila explica que las primeras cla­ses del diplomado les proponían a los di­rectivos una reflexión personal y colecti­va sobre la identidad actual del directivo docente. “Se buscaba contextualizar el papel de los rectores en la agenda edu­cativa contemporánea, como pilares del sistema educativo en el contexto de la descentralización”.

Sin embargo, los directivos encontraron que el diplomado no les dictaba cuál era su nuevo rol con base en el deber ser, sino que les ofrecía la posibilidad de encontrar­lo ellos mismos y con otros. Entonces tu­vieron que pensar si son técnicos, o geren­tes, o compañeros o rectores, o todos a la vez. “Lo que quedó en claro es que la iden­tidad del rector y del coordinador debe es­tar muy marcada por el trabajo pedagógi­co”, apunta la asesora.

Así que después de escucharse y de escu­char a los otros, de debatir y reflexionar, cada uno se fue para su colegio con sus propias conclusiones. A la rectora Orlanis el diplomado le había mostrado que sus dudas eran enriquecedoras. “Me llevó a entender que mi papel como rectora es muy importante, que uno no puede entre­gar ese rol a otros. El rector es el que debe llevar la bandera, y debe ser una bandera entusiasta, motivadora, de calidad”.

La visión de la hermana Beatriz está liga­da al apostolado religioso. “Nosotras trata­mos de que la comunidad sea una familia, pero por la cantidad de cosas que traba­jamos, uno puede perder de vista por qué esta trabajando. Nosotras trabajamos con el Gobierno, pero no estamos aquí ni por un gobierno ni por un sueldo, sino por el bien de unos chicos, niños y jóvenes”.

Directivos con equipo

En menos de una hora la hermana Beatriz coordina el penúltimo ensayo de un desfi­

El diplomado se desarrolló mediante una metodología participativa en tres momentos: a) un procedimiento reflexivo, sistemático y crítico de las prác-ticas de los participantes, a partir de compartir las experiencias de cada uno, b) la apropiación de nuevos elementos conceptuales y metodológicos para ampliar el marco de comprensión de las prácticas, lo cual se apoyó en material bibliográfico abundante y actualizado; c) el análisis de situacio-nes y la intervención sobre algunos elementos clave de la gestión directiva que permiten el desarrollo de las habilidades directivas, para lo cual cada participante debió contar con el apoyo de sus equipos institucionales.

Para facilitar la apropiación de nuevos elementos conceptuales y metodo-lógicos, tanto teóricos como prácticos, se privilegió en el aula el trabajo en equipo y la reconstrucción individual y colectiva del conocimiento, me-diante seminarios y talleres. Así, se buscó desarrollar capacidades para expresar las ideas en forma oral y escrita, profundizar la comprensión y conocimiento de un área determinada, participar en discusiones, así como aprender a respetar y comprender otros puntos de vista y modalidades de pensamiento. “Fue una manera muy apropiada de desarrollarlo porque cada cual contaba sus vivencias y las vivencias de los demás son muy enrique-cedoras”, dice la coordinadora del diplomado, Leonarda Solano Manjarrés.

Igualmente se hizo un fuerte trabajo por fuera del aula, que incluía un producto al final de cada módulo, en el cual se ponían en práctica las habilidades que buscaba desarrollar el diplomado.

Enfoque pedagógico

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le escolar, cuadra una práctica pedagógi­ca, habla con la rectora y con la directora de núcleo. Sor Yamile, otra de las docentes a cargo del desfile, explica que en la Nor­mal María Inmaculada se ha logrado que el trabajo se haga siempre en equipo, con el liderazgo de las directivas.

En el colegio Madre Bernarda, la figura de la rectora Orlanis Figueroa corría el ries­go de volverse omnipresente. Lo dice la auxiliar de Coordinación, Yuzver Solano: “Si ella tenía un compromiso, lo cumplía directamente, pensaba que debía estar en todo. Eso cambió; en el diplomado apren­dió que hay que delegar. Y nosotros hemos adquirido el compromiso de que cada cosa que nos delega debe ser cumplida”.

Para las dos educadoras y para los dos co­legios, el componente de liderazgo y traba­jo en equipo del diplomado resultó ser un aprendizaje fundamental para consolidar y modificar procesos. El módulo buscaba explorar y potenciar el liderazgo de recto­res y coordinadores, motivando a reflexio­nar sobre los estilos de ese liderazgo y su práctica en las instituciones, compartida o excluyente.

El aprendizaje se adelantó mediante una metodología experiencial, por medio de la cual se abordó mucho el desarrollo per sonal de los directivos y su agenda no sólo académica. La propuesta encantó a los directivos al sentir que además de su rol profesional se valoraba su condición

Nosotras trabajamos con el Gobierno, pero no estamos aquí ni por un gobierno ni por

un sueldo, sino por el bien de unos chicos, niños y jóvenes

Hermana Beatriz Echeverri, coordinadora de la Normal María Inmaculada

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de personas, con virtudes y defectos, con emociones, expectativas y sueños.

En la Normal María Inmaculada, que tenía tres docentes en el diplomado, la multipli­cación fue intensa y el equipo directivo y docente estuvo al tanto de los aprendiza­jes. “Tuvo mucho impacto la valoración del trabajo en equipo, la comunicación y la unidad de criterios”, cuenta la Hermana Beatriz.

En el colegio Madre Bernarda, aunque con una estructura distinta, el impacto del te­ma fue trascendente por las reflexiones y actitudes que generó en la rectora Orla nis Figueroa: “El diplomado nos mostró cómo motivar el trabajo de equipo exitoso, mi­rando a nuestros compañeros como seres humanos que necesitan crecer con noso­tros, pero al mismo tiempo inyectándole al colegio una energía de positivismo y en­tusiasmo”.

Este trabajo en equipo fue indispensable para poder cumplir el tercero de los ele­mentos del enfoque metodológico del diplomado, que comprendía la reflexión sobre las prácticas directivas vigentes, la adquisición de nuevos conceptos y la intervención práctica sobre algunos as­pectos claves de la gestión directiva, que conllevaba la presentación de productos específicos, como el plan de mejoramien­to, la caracterización de la institución, la conformación de equipos institucionales y la revisión del manual de convivencia.

El profesor Ricardo Lobo destaca que esa fue precisamente una de las virtudes del diplomado. “Se iba revisando lo que cada uno iba haciendo realmente como directi­vo docente en su institución, no lo que iba a hacer. No sobre elementos hipotéticos, sino sobre mi proyecto educativo institu­cional, lo que se hacía frente a las reunio­nes docentes, los proyectos sociales”.

Esther Josefina Oñate Zuleta, la “Nena”, no canta, enseña. Pero junto con sus apellidos heredó la facilidad para las palabras. A lo largo del diplo-mado hizo gala de ellas en largas intervenciones, que el profesor Ricardo Lobo capitalizó para hacer humor: cada vez que alguien se extendía en retórica, le gritaba: “Ya está bueno, Nena, cállate”. Todos, hasta la misma “Nena”, se echaban a reír con desparpajo costeño.

El que sí canta y toca es el profesor Álvaro Brito, poeta y músico, que en cada sesión andaba a la caza de notas y melodías para convertir los contenidos en canción.

Ese fue el ambiente en el que se desenvolvieron los diez meses de apren-dizaje en Valledupar. “El grupo fue excelente porque estamos en una re-gión que tiene diversidad cultural. Cada encuentro se convertía en una excusa para aprender compartiendo con el otro y celebrando una fecha importante”, evoca Ricardo Lobo. Se refiere a que en cada encuentro se buscaba conmemorar la celebración más cercana: día de la mujer, de la madre, del padre, de la amistad, para lo cual se dividían los alijos. “Ter-minamos siendo amigos, más que directivos”, dice.

En Barrancas, el ambiente también fue de mucho afecto y amistad, aun-que no con tanta festividad, entre otras razones porque durante el di-plomado se produjo el deceso de unos de los participantes, el profesor Ramiro Ochoa. Este suceso contribuyó, no obstante, a fortalecer el afecto surgido en medio del aprendizaje. “Fue un grupo muy bonito, con mucha empatía y dinámica. Aunque hubiese disentimiento se manejó con respe-to y se valoraron mucho los aportes”, dice Leonarda Solano Manjarrés, coordinadora del diplomado y de la sede Mariluz Álvarez de la Institución Educativa Agropecuaria de Fonseca.

Al final del diplomado se realizó una sesión conjunta entre los partici-pantes de Valledupar y Barrancas en la Institución Manuel Torices del municipio de San Diego, Cesar. Y la graduación también fue conjunta, en la Biblioteca Departamental de Valledupar. Ese día, además del diploma, cada directivo recibió un recuerdo imborrable: una carpeta con una foto de sí mismo, leyendas que todos los demás le escribían y una carta sobre qué quisiera recibir el día de su graduación.

Mi amigo el rector

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Leonarda Solano Manjarrés destaca la ri­queza de esta metodología: “Uno piensa que ya vivió todo en las instituciones y cuando comparte con los compañeros se da cuenta de que si bien son los mismos casos, las posibilidades de solución son diversas”.

Para la rectora Orlanis Figueroa también fue estupendo: “No era sólo teoría, era real; nosotros les enviábamos nuestro trabajo y ellos lo revisaban, lo corregían, nos daban observaciones y concretábamos. Yo todo lo que iba aprendiendo lo iba aplicando en el colegio con los profesores”.

Claro que cuando llegó con la primera ta­rea sus profesores y empleados se sorpren­dieron. “Ellos pretendían que como el di­plomado era para mí, yo debía hacer todo sola, pero resulta que no, porque el trabajo de un plan de mejoramiento se elabora es con todos. Ya cuando empezaron a partici­par estuvieron muy contentos”.

La auxiliar Yuzver Solano fue una de ellas: “La seño puso en práctica todo lo que apren­dió. Y no sólo ella, sino que nos transmitió a mí y a los docentes lo que le habían en­señado y lo que debíamos hacer”.

Dirigiendo el mejoramiento

La rectora Orlanis estaba convencida de que el colegio Madre Bernarda sabía bien hacia dónde iba. Pero cuando el diploma­do abordó el plan de mejoramiento tuvo que correr a ponerle tareas a sus docentes. “Teníamos supuestamente todo claro, pero

El módulo buscaba explorar y potenciar el liderazgo de rectores y coordinadores, motivando

a reflexionar sobre los estilos de ese liderazgo y su práctica en las instituciones,

compartida o excluyente

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resulta que no teníamos metas claras. Hi­cimos un diagnóstico, determinamos las metas y planteamos las estrategias para alcanzarlas. Entonces quedó el plan de mejoramiento”.

La Normal Superior había corrido con mejor suerte, pues en 2005 recibió una capacitación que les sirvió para formular con alguna suficiencia los planes de me­joramiento de 2006 y 2007. No obstante, la hermana Beatriz piensa que el diplomado fue importante en este aspecto. “Todos en el departamento estábamos haciendo lo mismo, los planes de mejoramiento, pero los que estábamos en el diplomado tenía­

mos más ayuda y un acompañamiento por parte de personas profesionales en ese campo. Entonces caminábamos más seguros”.

Aprendizaje de por vida

La hermana Beatriz está convencida de que el diplomado en gestión directiva le ha dejado a sí misma y a la Normal un apren­dizaje rico en estrategias y en documentos.

Las expectativas de la rectora Orlanis tam­bién quedaron totalmente satisfechas. “El diplomado sembró en nosotros una semi­

Rectores y coordinadores, al pupitre

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el trabajo en equipo y el liderazgo, mien­tras que los temas más difíciles de abor­dar fueron la gestión de la diversidad y la convivencia.

Ella atribuye el éxito tanto a la calidad del programa como a la actitud de los directi­vos. “El grupo que recibió el diplomado mos­tró muchas ganas. Ninguno había tenido una capacitación reciente y tuvieron mu­cha receptividad; para ellos el diplomado fue algo novedoso, oportuno y pertinente”.

En eso está de acuerdo Leonarda Solano Manjarrés: “Si uno tiene la oportunidad de tener nuevos elementos para desempeñar­se en su cargo, es una oportunidad que no se puede desperdiciar”. Y según ella, no se desperdició: “El diplomado fue importan­tísimo porque tocó casi todos los ámbitos que tienen que ver con la parte directiva, nos dio elementos fabulosos para mejorar, para planificar, para desarrollar las activi­dades administrativas, para evaluar, para hacer seguimiento y poner correctivos”.

Por eso, no es de extrañar que el día de la gra duación la hermana Beatriz acabara bai lando vallenato con los rectores.

El diplomado sembró en nosotros una semilla de motivación hacia nuestro

quehacer, hacia nuestra capacidad de influir como directivos en la calidad

de la institución

Orlanis María Figueroa, rectora del colegio Madre Bernarda

lla de motivación hacia nuestro quehacer, hacia nuestra capacidad de influir como directivos en la calidad de la institución”.

El profesor Ricardo Lobo, aunque ya no es rector, dice estar seguro de que los colegios realmente mejoraron: “Los directivos, ade­más de desplazarnos a aprender, teníamos el compromiso personal de que la institu­ción educativa mejorara”.

La medición realizada al final del diploma­do y contrastada con la línea de base les da la razón, pues según revela Rosa Ávila, los directivos lograron avanzar significati­vamente en aspectos como la planeación,

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entado en una vieja mecedora en la terraza de su hu­milde casa, don Francisco Cadeño mira bondadoso un trupí lejano, como si estuviera pensando que el desti­

no le perdonó la vida. Él sabe que si el gas domiciliario no hubiera llegado a Santa Ana hace tres años, muchos árboles hubieran ido a parar al fogón. Y ese palo escuálido con cara de perro regañado hubiera ardido una mañana para hervirle el café.

“Era un trabajo hacé prendé esa leña mojada, pa’ poné el fogón. Y atice el fogón y vaina. En cambio, ahora uno se levanta, rajca un foforito y ya, pone el café y lo hace rapidito”.

A dos cuadras de allí, Daysi Torres Maranto se ataca de la risa cuando le nombran el gas natural. Vive con una docena de fami­liares en una estrecha casa con más tablas que cemento, pero su cara y su risa son los de una joven que está agradecida con la vida. Tal vez porque recuerda que hace tres años, cuando el gas llegó al caserío, alguien dijo que uno de sus principales beneficios era evitar el cáncer de pulmón y las enfermedades pulmonares cró­nicas, dos afecciones que persiguen después de los treinta a las mujeres que han cocinado con leña o biomasa. Es probable que Daysi ya no se deje alcanzar: “Nosotros aquí cocinábamos con leña, palos que buscábamos en el monte, como antiguamente.

Estudio de la Fundación Promigas

El gas cambia la vida

Una investigación realizada por la Fundación Promigas a tra-vés de las universidades del Norte y de Cartagena probó que el gas natural domiciliario reduce los gastos en el hogar y las enfermedades respiratorias de las familias que se conectan al servicio, a la vez que incide en el mejoramiento de la calidad de vida y la reducción de los indicadores de pobreza. El estudio, al igual que otros proyectos sociales, se hizo para acompañar un ambicioso proyecto de conexión al gas de cerca de 10 mil familias pobres de la Costa Caribe.

S

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“Hasta hace tres años que nos colocaron el gas y ha sido muy beneficioso porque ya no tenemos que recibir ese humo que uno recibía antes”.

Las familias del abuelo Francisco y de la joven Daysi son sólo dos de las más de 10 mil que fueron conectadas al servicio de gas natural en trece de las localidades más pobres de la Costa Caribe colombiana, en desarrollo de un gigantesco proyecto de masificación del gas natural promovido por la compañía Promigas.

Gas contra la pobreza

Alexandra Molinares Molina, modista de El Vaivén, en el municipio de Juan de Acosta, asegura que se le estaba yendo media vida en la cocina, por cuenta de las dificultades que conlleva cocinar con leña. Ahora que tiene gas natural, la preparación de los alimentos es más rápida y le queda más tiempo para dedicarlo a la generación de ingresos.

La suya es otra de las familias beneficia­das por un proyecto tan ambicioso que en cierto momento pareció inalcanzable. El número de hogares por conectar era de masiado alto, los más de 700 mil pesos que costaba la acometida eran inalcanza­bles para estas familias y la hipótesis que animaba el proyecto era fabulosa, pero le faltaba comprobación: utilizar gas domici­

liario resulta más barato y más saludable que usar leña y biomasa.

Sin embargo, Promigas, empresa que se ha distinguido por su compromiso social y su responsabilidad pública, no quiso dejarse derrotar por las adversidades y echar al olvido la oportunidad de favorecer a tan­tas personas. Así lo recuerda Julio Martín, director ejecutivo de la Fundación Promi­gas: “La empresa consiguió con el Gobier­no de Holanda, a través de su oficina de Cooperación Internacional, recursos de financiación para subsidiar hasta en un 50% la conexión al servicio de gas domici­liario de estas 10 mil familias en los depar­tamentos de Atlántico, Bolívar, Magdalena y Córdoba”.

El saldo de la conexión se difería a varios años para pagar con la factura mensual. El planteamiento era sencillo: lo que una familia pagaría durante ese lapso por el consumo de gas más la financiación de la conexión le representaba un valor igual o menor al que habría de gastar en com­bustible sólido, a lo que se agregaban los beneficios derivados de prevenir enferme­dades respiratorias.

La vinculación del Gobierno holandés obe­deció a su interés de dar aplicación efecti­va a los acuerdos adquiridos como país en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sosteni­ble de Johannesburgo, en 2002, donde 191 países se comprometieron a buscar solu­ciones para erradicar la pobreza y fortale­cer el desarrollo de acciones para el uso sostenible de los recursos naturales. Igual­mente, las dos partes consideraron como fundamento para la ejecución del proyec­to la incidencia que podía tener el uso del gas domiciliario en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, como estrategia de los países miembros de Naciones Unidas para avanzar en el logro de la paz y el de­sarrollo humano, y particularmente en los

Era un trabajo hacé prendé esa leña mojada, pa’ poné el fogón. Y atice el fogón

y vaina. En cambio ahora uno se levanta, rajca un foforito y ya, pone el café

y lo hace rapidito

Francisco Cadeño, campesino

El gas cambia la vida

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Aquiles Mercado, vicepresidente financiero de Promigas, explica cómo y por qué nació el proyecto de conexión al gas natural en trece comunidades de la Costa Caribe, que tuvo el acompañamiento de la Fundación Promigas.

¿De dónde surge la idea de este proyecto con el Gobierno de Holanda?De una información que obtenemos del cónsul de Holanda en Barranquilla, Peter Slagter, quien le comenta a nuestro presidente, que el Gobierno de Holanda está buscando proyectos de tipo social para apoyarlos.

Por qué el Gobierno de Holanda se asoció con una empresa privada? Porque la donación no era para nosotros, ni para la distribuidora, sino para el usuario, una persona pobre que está, por ejemplo, en la isla de Barú y que no tiene la más mínima posibilidad de conseguir 800 ó 900 mil para conectarse al servicio de gas. Para ellos, la asociación público-privada era un plan piloto a nivel mundial.

¿Fue fácil obtener la donación?Competimos con más de 400 proyectos en Colombia y cinco mil a nivel mundial. Se escogieron dos en Colombia. Le vendimos al gobierno holandés los beneficios que le trae a un usuario el servicio del gas natural, en lo económico, en comodidad, en lo ecológico y pusimos por primera vez el tema de las enfermedades respiratorias. Hicimos todo un estudio y es la primera vez que se mide en Colombia el impacto de reemplazar leña por gas natural en las enfermedades respiratorias en familias de bajos recursos. Todos los beneficios esperados el gobierno holandés los catalogó como excelentes, pero dijo: “demuéstrenlo”. Nos pusieron unos retos muy interesantes y los cumplimos a cabalidad.

¿Cómo manejaron el tema de la calidad de vida?En esos municipios no se encuentra agua potable, difícilmente se encuentra electricidad, no hay ningún otro servicio público, hay familias que habitan todos en una sola habitación y cocinan en una esquina y se llena de humo toda la casa. El reto era mostrarle a una persona que está en Europa esa realidad; por eso escogimos muy bien los municipios, muy pequeños, donde era evidente que los euros iban a ser bien invertidos, porque se necesitaban.

Había muchas variables; por ejemplo, normalmente quienes estaban a cargo de recoger la leña eran las niñas, y entonces se privaban del proceso escolar, entonces el proyecto iba a favorecer la esco-laridad. Un factor que para Holanda fue muy fuerte es que hay personas encargadas de vender leña en el pueblo, y se puso en el proyecto que nosotros íbamos a apoyarlos en la creación de fuentes de ingresos diferentes.

¿Cuáles fueron las principales dificultades para poner en marcha el proyecto? La falta de estadística para sustentar que lo que estábamos diciendo era cierto. Uno piensa inge-nuamente que es evidente que el gas cambia la vida, pero el interlocutor nuestro nos decía: “de-muéstrenlo”. Ellos tienen una cultura en donde la evidencia empírica es muy importante, sobre todo la evaluación de intervenciones, el dato cuantitativo sustentable y comprobable. Por eso hicimos la investigación que midió el impacto de la conexión al gas en las comunidades beneficiadas.

Cómo nació el proyecto

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objetivos de erradicación de la pobreza, reducción de la mortalidad infantil, mejo­ramiento de la salud materna y sostenibi­lidad del medio ambiente.

En el convenio también participaron las agencias distribuidoras Surtigas y Gases del Caribe, que aportaron recursos para el desarrollo del componente social e im­plementaron el componente técnico y co­mercial para las conexiones al servicio de gas natural.

Sin embargo, al Gobierno holandés le pre­ocupaba que, una vez conectadas, las fa­milias no pudieran pagar el servicio. Por eso, como condición para el otorgamiento de los subsidios, que totalizaban más de un millón de euros, pidió a Promigas la ejecución de proyectos sociales destina­dos al mejoramiento de los ingresos y la calidad de vida de las comunidades vin­culadas, que sumaban más de 50 mil per­sonas. La Fundación Promigas, a través de la cual se canaliza la gestión social de la compañía Promigas, se hizo cargo de este componente social.

Y aún faltaba por resolver otro tema. En el país había todo un discurso sobre las bon­dades del gas: se decía que su uso resolvía problemas de contaminación ambiental,

La empresa consiguió con el Gobierno de Holanda, a través de su oficina de Cooperación

Internacional, recursos de financiación para subsidiar hasta en un 50% la conexión al servicio de gas domiciliario de estas 10 mil familias en los departamentos de Atlántico,

Bolívar, Magdalena y Córdoba

Julio Martín, director ejecutivo de la Fundación Promigas

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que reducía la tala de bosques, que resul­taba más económico que cocinar con leña, que disminuía los riesgos de enfermeda­des respiratorias y pulmonares, pero a la hora de probarlo nadie tenía a la mano un documento con sustento científico. Así que entre las acciones complementarias del proyecto, la Fundación Promigas tam­bién se encargó de hacer una investigación dirigida a demostrar el impacto del uso del gas en el mejoramiento de la calidad de vida, la disminución de la pobreza y la prevención de las enfermedades respira­torias en las comunidades beneficiadas.

Aporte al conocimiento

Orneli Girado está sentada en un butaco, al lado de la cocina. Le cuesta mantener quieto al pequeño de meses, que se aburre de estar sentado bamboleando la cabeza y quiere gatear por el piso. Si aún cocinara con leña, tendría que tener al niño ence­rrado en una habitación o sacarlo a la calle mientras se cocinaba el almuerzo. “El humo es perjudicial para la salud, y a uno a ve­ces se le llenaba la casa de humo cuando la leña no quería prender y tocaba ponerle el ventilador. En cambio, ahora uno pren­de y pone cualquier cosa y está rápido”.

Aparte del humo, le ha visto otras venta­jas al gas: “Hemos ahorrado tiempo, por­que era demorado buscar la leña, y tam­bién plata, porque teníamos que comprar mil pesos diarios de leña. En cambio, el último recibo del gas nos llegó por 18 mil pesos y eso que aún estamos pagando la conexión”.

Lo que dice Orneli no es nuevo, muchos usuarios del gas lo venían afirmando. Lo nuevo es que sus palabras y las de muchos otros han quedado sistematizadas como una comprobación científica, mediante el estudio evaluativo realizado para la Fun­

Entre 2008 y 2009 la Fundación Promigas promovió un estudio sobre el “Impacto de biocombustibles sobre enfermedades respiratorias en localidades rurales de Colombia”, el cual fue realizado por el Grupo de Investigaciones en Economía de la Salud, Departamento de Investigacio-nes Económicas y Sociales, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Cartagena. El equipo estuvo integrado por los doctores Nelson Alvis Guzmán, M.D., M.Sc., Ph.D.; Fernando de la Hoz Restrepo, M.D., M.Sc., Ph.D.; Juan Montes Farah, M.D., neumólogo intensivista, y Ángel Pater-nina, M.D.

El estudio buscó “valorar las diferencias clínicas y paraclínicas asociadas al cambio en el uso de biocombustibles utilizados para cocinar (leña y car-bón de leña) por gas natural domiciliario. Para ello utilizó la espirometría para comparar dos grupos de personas: los que pertenecían a hogares que usaban biocombustibles (leña y carbón de leña) y los que pertenecían a hogares que utilizaban gas natural.

Todos los pacientes fueron revisados por el médico general y el médico especialista, y tanto los resultados de la espirometría como los hallazgos clínicos fueron consignados en la historia clínica de cada paciente.

Los resultados mostraron un aumento significativo del riesgo de presentar alteraciones respiratorias del patrón obstructivo severo (OR 3,6, IC95% 1,2-10,7;) en personas que cocinan con biocombustibles. También se ob-servaron diferencias en los patrones espirométricos respecto a las me-diciones de VEF1 y FVC en sujetos que cocinan con gas natural y con biocombustibles. Las demás estimaciones de riesgo no fueron significati-vas, incluidas las estimaciones de la morbilidad sentida de la población y síntomas respiratorios (tos, expectoración y disnea).

Estos resultados sugieren que el daño respiratorio producido por el uso de biocombustibles puede ser reversible y que un adecuado programa de ampliación del uso del gas natural en comunidades rurales mejoraría en un año los patrones respiratorios de los sujetos, su morbilidad y, por ende, su calidad de vida.

El gas que cura

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Una década de solidaridad e innovación social

dación Promigas por un equipo de la Uni­versidad de Cartagena y la Universidad del Norte, bajo la dirección científica del doc­tor Nelson Alvis y con la participación de los doctores Julio Orozco Africano y Luis Alvis Estrada. “El gas natural domiciliario tiene la capacidad de cambiarles las condi­ciones de vida a la gente, porque mejora de hecho las condiciones de vivienda, reduce los espacios que inicialmente eran utiliza­dos para cocinar con leña o con carbón de leña o con cualquier otro biocombustible, y elimina fuentes de contaminación; eso es cambiarle la vida esencialmente al hogar de la persona y beneficia sobre todo a niños, mujeres y ancianos, que son los que más permanecen en el hogar”, dice Nelson Alvis.

La investigación buscó valorar el impacto del proyecto financiado por el Gobierno de

Holanda y de la ejecución de programas de intervención social de la Fundación Promigas en términos de cambios en la calidad de vida de las poblaciones bene­ficiarias de las conexiones de gas natural, mediante mediciones en tres momentos: 2005, 2006 y 2008.

El humo es perjudicial para la salud y a uno a veces se le llenaba la casa

de humo cuando la leña no quería prender y tocaba ponerle el ventilador. En cambio ahora uno prende y

pone cualquier cosa y está rápido

Orneli Girado, campesina

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por Uninorte, el cual comprende dos com­ponentes: el epidemiológico (condiciones sanitarias) y el económico (flujo de caja de presupuesto del hogar).

El estudio se inició en 2005 con la elabora­ción de un estado del arte consistente en una investigación bibliográfica sobre la in­cidencia del humo de biocombustibles en enfermedades respiratorias, a fin de esta­blecer las bondades del gas natural como medida de intervención sanitaria.

En palabras de Alvis, “se estimó que era absolutamente necesario revisar cuál era el soporte científico, cuáles eran las evi­dencias de los estudios realizados por los distintos centros de investigación en el mundo para dimensionar cuales podrían ser los posibles impactos del proyecto; a partir de 2005 eso arrojó una revisión sis­temática de la literatura, que incluso está contenida en una publicación científica que hizo el grupo de investigadores y que está en la revista de medicina de la Uni­versidad Nacional”.

Este estudio encontró sólidas evidencias científicas sobre las relaciones de causali­dad entre el uso de leña y biomasa y la pre­sencia de enfermedades respiratorias y pul­monares, y “sensibilizó aún más a quie nes toman las decisiones de que el pro yec to no solamente era factible sino que iba a traer grandes beneficios e iba a gene rar grandes impactos, como en realidad pasó”.

Posteriormente se inició la evaluación de impacto. En una primera fase se hizo el levantamiento de Línea de Base, entre septiembre de 2005 y marzo de 2006, para lo cual se aplicó en las trece localidades beneficiadas una encuesta social de corte transversal que midió aspectos demográ­ficos, socioeconómicos, físico­ambienta­les de las viviendas, características de los comportamientos de los jefes de hogar,

Para lograr este objetivo se utilizó como instrumento sintético de medición el Ín­dice de Condiciones de Vida, ICV, elabora­do por la Misión Social (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo­De­partamento Nacional de Planeación), el cual es una ponderación de distintas ca­racterísticas de acceso a bienes físicos e inversión en capital humano por parte de los hogares, para medir su bienestar físico. Así mismo, se tuvo en cuenta el Índice de Impacto de Gas Natural, IGN, elaborado

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ras en su calidad de vida y su autoestima, pues ahora puede atender visitas sin que la vean tiznada.

El testimonio de Azela Torres permite po nerle identidad y sentimientos a los resultados del proyecto, en tanto que la investigación realizada por la Fundación Promigas le aporta cifras y sustento cientí­fico. Después de aplicar las mediciones en las tres fases todas las comunidades que cambiaron la leña por el gas para cocinar alimentos, con excepción de Ararca, mos­traron una clara tendencia a disminuir la incidencia de enfermedades respiratorias en los hogares, especialmente en niños y ancianos, a la vez que evidenciaron una mejoría en los indicadores de su economía doméstica.

En efecto, el índice de hogares que pade­cía problemas respiratorios y pulmonares bajó de 37,6% en la primera fase a 28,7% en 2008, lo que significa una disminución de casi un 10%. El impacto es aún mayor en las poblaciones de Guachaca (de 23,3% pasó a 6,7%) y Puerto Nuevo (de 14,3 a 3,3). A la vez, las hospitalizaciones por esos pro­blemas disminuyeron de 74 en la primera fase a 18 en la segunda y a 17 en la ter­

actitudes y prácticas asociadas con la edu­cación, manejo responsable del hogar, uso del gas natural, morbilidad de enfermeda­des respiratorias y uso de servicios de hos­pitalización para estas enfermedades.

En la segunda fase, entre septiembre y no­viembre de 2006, se realizó una segunda medición en las mismas localidades y con las mismas variables, con el propósito de valorar el impacto del gas natural en los hogares.

Durante la tercera fase, entre 2006 y 2008, se efectuó una nueva medición que indagó sobre las mismas variables, presentándo­se resultados comparativos de la dinámica de las mismas en el tiempo del proyecto.

“Nosotros elaboramos un instrumento que inicialmente fue una encuesta –explica Nel­son Alvis– en la que se evaluaron las con­diciones sociodemográficas, económi cas y sanitarias de los hogares, pero creía mos que con esos instrumentos de captura de datos clásicos no iba a ser sufi ciente para mirar lo que se estaba dando, los cambios que estaban sucediendo, por lo que se de­cidió incorporar técnicas de investigación cualitativas, tipo grupos focales, para no solamente escuchar sino poder inferir de lo que la comunidad manifiesta a través de sus casos, de sus historias de vida, tan­to individuales como en conjunto”.

Las cifras del gas

Azela Torres es una madre comunitaria de Santa Ana, Barú. Haber cocinado con leña es algo que ya no podrá olvidar: “Es­toy marcada. Se me sobó un machete y me cortó el dedo, éste, no lo puedo cerrar. Eso hace dos años. Tengo ese recuerdo de la leña, por eso yo a mi gas no lo dejo y aquí tengo el recibo que lo voy a pagar”. Ella reconoce que el gas le ha traído mejo­

El gas natural domiciliario tiene la capacidad de cambiarle

las condiciones de vida a la gente, porque mejora de hecho las condiciones de vivienda, reduce los espacios que inicialmente eran utilizados para cocinar con leña o con carbón de leña o con

cualquier otro biocombustible y elimina fuentes de contaminación

Nelson Alvis, investigador de la Universidad de Cartagena

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que quienes utilizan leña o carbón de leña tienen mayor riesgo de presentar altera­ciones respiratorias, pues el humo afecta la función pulmonar de las personas.

En el período 2003­2007, la llegada del gas natural a las poblaciones beneficiadas per­mitió evitar 1669 casos de infección res­piratoria aguda, 501 hospitalizaciones, 19 muertes y 23 AVAD (año de vida ajustado por discapacidad). En cuanto a EPOC, se

cera. Los días de hospitalización también bajaron, de 705 en la primera, a 194 en la segunda y a 102 en la última medición.

El estudio de espirometría también ofrece datos concluyentes sobre los efectos posi­tivos del gas en la salud. Este estudio, que comparó dos grupos de personas de las poblaciones favorecidas: las que cocinan con gas natural y las que frecuentemen­te lo hacen con biocombustibles, muestra

Como parte del convenio entre el Gobierno de Holanda y Promigas, se contrató una evaluación exter-na al proyecto con el consultor español Santiago Porto. Estas son algunas de sus apreciaciones.

¿Por qué es tan importante la investigación realizada por la Fundación Promigas? Porque nos da más información sobre cómo integrar la empresa privada a la agenda del desarrollo. Es complicado, sobre todo en la actualidad, justificar el apoyo público a la inversión privada, por tanto, todas las experiencias que puedan aclarar en qué casos sí y en cuáles no debemos apoyar esa inversión privada son importantes. También resulta clarificador el caso de que las empresas privadas pueden ser mucho más eficientes a la hora de construir y trasladar beneficios a poblaciones remotas o excluidas.

¿Cuál es el saldo de conocimiento para el conjunto de la sociedad colombiana e internacional?El conocimiento es ofrecer herramientas y una metodología para desde la cooperación evaluar o fomentar propuestas del sector privado con las cuales se consigue promover desarrollo humano y mejorar las condiciones de vida de poblaciones que tradicionalmente sólo reciben ayuda y que quedan al margen como consumidores o como capital social. Es bastante sutil la distinción entre ayudar a la empresa a desarrollarse y el desarrollo que aporta la empresa. Cualquier experiencia que aclare esta distinción es un gran aporte al debate.

¿Podría afirmarse que la conexión subsidiada al servicio de gas domiciliario en comunidades como las incluidas en el proyecto representa una inversión económica y socialmente rentable?Desconozco la situación actual, pero los beneficios sociales son importantes: salud, mejores condicio-nes de vida en general, dar una oportunidad a poblaciones excluidas de participar en el sector formal, de crear capacidad para interactuar con bancos, autoridades locales y demostrar a ellos y al resto que pueden integrarse y funcionar dentro del sistema.

Evaluador europeo:“Poblaciones excluidas pueden integrarse”

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Una década de solidaridad e innovación social

Estoy marcada. Se me sobó un machete y me cortó el dedo, éste,

no lo puedo cerrar. Eso hace dos años. Tengo ese recuerdo de la leña, por eso

yo a mi gas no lo dejo y aquí tengo el recibo que lo voy a pagar

Azela Torres, madre comunitaria de Santa Ana, Barú

evitaron 597 casos, 179 hospitalizaciones, 14 muertes y 1840 AVAD.

En consecuencia, la conexión a gas tam­bién significó un importante ahorro para el sistema público de salud: las 1500 hospita­lizaciones anuales que se han podido evitar representan costos directos de tratamien­to de 837 a 922 mil dólares y la disminu­ción en los casos de enfermedades respi­ratorias (IRA y EPOC) ha significado para el Estado colombiano un ahorro del 30% de los costos de la carga de estas patologías.

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mejoramiento del Índice de Impacto del Gas Natural, en casi todas las comunida­des, con lo que se demostró un cambio estructural en la economía y el medio am­biente derivado del uso del gas natural. No obstante, en las comunidades de Santa Ana y Ararca este índice empieza a deterio­rarse, lo cual evidencia una situación de pobreza estructural de las comunidades.

Las condiciones de vida de las familias be­neficiadas han mejorado en el período de implementación del proyecto, 2005­2008, específicamente en cuanto al entorno de las viviendas, según el Índice de Condicio­nes de Vida, ICV, que mide el avance hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El ICV de estas comunidades en 2005, antes de iniciado el montaje de las conexiones, era de 49,8 y en 2008 ascendió por encima de la media de las zonas rura­

Cuando las poblaciones favorecidas no con­taban con el servicio de gas, el costo de la carga por enfermedad de ambas patolo­gías era de 5,2 millones de dólares anuales; después de las conexiones del servicio este costo es de 3,5 millones de dólares anua­les. Se ha logrado entonces un ahorro de 1,6 millones de dólares: una reducción de casi 30%.

En lo que respecta al gasto en combustible, se registró una baja de una media mensual de 22.165 pesos (7,4 euros, 10 dólares) en la primera medición a 8578 pesos (2,8 euros, 4,3 dólares) en la tercera medición, con lo cual pasó de representar 7,6% del presu­puesto familiar en la primera medición a 2,2% en la medición intermedia.

De manera consecuente, la investigación revelauna tendencia al mantenimiento y

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les colombianas (60,7), aproximándose al mínimo esperado de 67 puntos. La mejo­ría se atribuye al uso del gas natural para cocinar, a la recolección de basuras, a la eliminación de excretas, al mejor aprovi­sionamiento de agua y a la ampliación en el número de habitaciones.

Sobre estos resultados señala Nelson Al­vis: “Se ha observado cómo cambian las condiciones de vida con la llegada del gas natural domiciliario, cómo se reorgani­zan los espacios, cómo cambian los roles de las personas y cómo se redistribuye el tiempo libre. Se observaron también cam­bios en el perfil del gasto de los hogares y algo importante es que se lograron evi­denciar ahorros, y en los grupos focales se contaron historias de cómo incluso el gas natural domiciliario posibilitó la genera­ción de nuevos ingresos a partir de poder

Las condiciones de vida de las familias beneficiadas han mejorado en el período de implementación del proyecto, 2005-2008,

específicamente en cuanto al entorno de las viviendas, según el Índice

de Condiciones de Vida

Cuando Adelma Mendoza se decidió a ser famiempresaria, su esposo no la tomó en serio. “Esa vaina es un embeleco”, debió ser lo que pensó. Pero cuando vio que la “vaina” iba en serio tuvo que reconocerlo y correr a ayudarla. “Antes no me ayudaba, pero cuando se dio cuenta que el ne-gocio había mejorado y que había aprendido a manejarlo, se motivó y me construyó un mesón más grande para procesar los alimentos”.

Adelma es una de las muchas mujeres que participaron en la estrategia de emprendimiento productivo del proyecto, por medio de la cual se buscó contribuir a la generación de ingresos de las familias beneficiadas con las conexiones de gas, para mejorar su situación económica y mitigar los impactos de la conexión en los grupos de leñadores y carboneros.

La estrategia incluyó dos programas: generación de 300 famiempresas para Arenal y Ayapel, y generación de 260 famiempresas en las localidades beneficiadas, de las cuales 21 eran para leñadores. Ambos casos incluían capacitación, formulación y validación de proyectos productivos, créditos, orientación y asesoría a los microempresarios durante doce meses.

La estrategia fue exitosa en el cumplimiento de su objetivo: “El dinero que me prestaron no fue tan importante como lo que he aprendido con la capacitación; ojalá esto no se acabe y nos sigan apoyando”, dijo Yolis Vergara, famiempresaria de Ayapel. Y más aun, se lograron resultados no planeados, como relata su vecina, Vilma Román: “La tranquilidad y la seguridad que he adquirido por mi desarrollo personal y el mejoramiento en el negocio ha hecho que mi genio mejore y que mi familia me colabore más, especialmente mi esposo”.

Sueños famiempresarios

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emprender pequeñas empresas de activi­dades que puedan realizarse teniendo ac­ceso al gas”.

La investigación demostró, entonces, que el gas domiciliario tiene un impacto espe­cífico en los hogares más pobres, lo cual permite avanzar en el cumplimiento de varias de las metas trazadas en los Obje­tivos del Milenio. “Se demostró de manera fehaciente que el gas tiene unos benefi­cios importantes en la economía del ho­gar. Pero los beneficios contundentes se hallaron en el tema de la salud, pues la investigación que se hizo con las comuni­dades y en fuentes secundarias, como las clínicas y los hospitales que las atienden,

reveló que el uso del gas disminuía signifi­cativamente la infección respiratoria agu­da y las enfermedades pulmonares cróni­cas”, asegura Julio Martín Gallego.

Para Luz Marina Silva, coordinadora de In­vestigación y Desarrollo de la Fundación Promigas, el estudio evaluativo trasciende este proyecto y es un aporte para el país. “Los hallazgos no solamente son impor­tantes para los decisores de este proyecto sino que son evidencias importantes para decisiones más contundentes, más am­plias, de política pública, sobre la posibili­dad de que hogares en similares condicio­nes de pobreza puedan acceder a este tipo de tecnología”.

José Alexis Pacheco, Marcel Medrano y otros niños del Instituto Ecológico Barbacoas todavía sueñan con ser Willy el Tímido, más que con ser futbolistas o boxeadores. Willy es el personaje central de un libro incluido en la profusa biblioteca que el proyecto Lectores Saludables de la Fundación Promigas les donó a diversos colegios de las 13 comunidades beneficiarias del mismo.

El joven profesor Tomas Daniel Jiménez Bosa se entusiasma al evocar a Willy, su dieta sana, sus vitaminas y su valor para enfrentar a los agresores. “Los docentes de lengua castellana accedimos a una capacitación con relación al manejo de los textos. La idea era buscar un acercamiento sutil entre el estudiante y el libro, entre la temática y el estudiante”.

Aprovechando las habilidades artísticas de los estudiantes, se montaron dramatizaciones a partir de los libros y se trabajaron las temáticas según las necesidades e intereses de cada escuela. “Con los profesores de ciencias y biología se abordó la temática, porque ellos tienen más bases sobre qué ali-mentación es la más adecuada y los cuidados que hay que tener, se trabajó con interdisciplinariedad, se hizo una campaña de lavado de manos y se sugerían textos sobre autocuidado”.

La rectora María Eugenia Puche piensa que el proyecto llegó en un momento clave porque estaban organizando a los estudiantes en unos comités y habían incluido en el plan de mejoramiento la necesi-dad de enfatizar la lectura y la escritura. “En esta comunidad confluyen unas variables que son claves para la niñez, como la calidad de la educación y la parte nutricional. Este proyecto conjugaba las dos cosas. A través de la lectura los niños empezaron a meterse en la importancia que para ellos tienen los alimentos. Ese fue el impacto del proyecto.

Gas para lectores saludables

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Una década de solidaridad e innovación social

Gina Rodríguez, modista de Santa Ana, Barú, tiene su manera de estar de acuerdo. Antes se la pasaba tosiendo por el humo y tenía enfermedades respiratorias frecuen­tes, ahora no: “Yo he sufrido un poquito de asma, cuando cocinaba con esa leña para­ba en la cama, tosiendo. Para mí ese servi­cio me ha servido bastante, imagínese”.

El componente social del proyecto

Mariela Ortega es una matrona del caserío de Santa Ana. Su casa es una de las pocas que luce terminada. La puerta abierta de par en par deja ver una sala cómoda, con muebles apropiados. Mientras toma el sol en la terraza, recuerda que cuando no ha­bía gas un carro traía los cilindros de Car­tagena, atravesando el dique en ferry. “Uno compraba siempre su pimpina; yo hasta vendí gas en mi casa, pero no todos tenía­mos la misma facilidad; entonces muchas personas cocinaban con leña. Inclusive los que teníamos estufa de gas teníamos que buscar leña, porque había veces que se acababa el gas. En cambio, ahora estamos supercontentos con el servicio porque es prender y ya está”.

Repasa la factura, verifica que todavía está pagando una parte de la conexión y saca su conclusión: “Yo estoy conforme porque anteriormente me tocaba comprar por mes dos bombonas de veintipico cada una. Y el recibo me está viniendo por 30 y pico”. Catalina Torres, de Arenal, comparte

esa idea desde 2007: “Ahora ahorro más, ya que cuando cocinaba con leña gastaba más plata y el humo me afectaba”.

Sin embargo, poco o mucho, había que promover la cultura de pago de la factura y la estabilidad financiera de las familias, para garantizar la sostenibilidad de la in­versión. Entonces, el Gobierno holandés y las empresas involucradas, Promigas, Sur­tigas y Gases del Caribe, acordaron que el proyecto de masificación incluyera un componente social con varias acciones dirigidas a aumentar los ingresos de algu­nas de las familias y a hacer un uso más racional del presupuesto familiar.

Este componente social incluyó tres pro­yectos: el primero era un proceso educa­tivo, mediante encuentros presenciales y charlas, para generar conciencia sobre el manejo del presupuesto familiar y el aho­rro; el segundo consistía en incrementar los ingresos y se basaba en el apoyo al em­prendimiento y las famiempresas; el ter­cero era un trabajo de educomunicación, por medio de publicaciones y mensajes en las facturas de cobro.

Teniendo en cuenta el perfil de las comu­nidades y el enfoque educativo de la Fun­dación Promigas, se aprovechó la oportuni­dad para agregar un proyecto más, que la Fundación venía ejecutando exitosamente en distintas instituciones educativas de la Costa Caribe: Lectores Saludables.

Se ha observado cómo cambian las condiciones de vida con la llegada del gas natural domiciliario, cómo se reorganizan los espacios, cómo cambian los roles de las personas y cómo se

redistribuye el tiempo libre

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Así que el componente social del proyecto tuvo las mismas dimensiones gigantescas que la expansión del servicio. De hecho, este es el proyecto más grande que ha ma­nejado la Fundación Promigas en términos de inversión y de acciones, de complejidad y de manejo de recursos internacionales.

Y los resultados justificaron la magnitud del esfuerzo, pues se aumentaron signifi­cativamente los ingresos de los famiem­presarios y la presencia de hogares con ahorro, a la vez que el otorgamiento de

créditos acompañados de una formación didáctica permitió disminuir el riesgo de vulnerabilidad de los hogares beneficiarios del subsidio del gas natural, como lo refleja el estudio de la Universidad del Norte. Eso significa, ni más ni menos, que miles de fa­milias colombianas viven hoy con mayor calidad y tranquilidad, gracias al proyecto. Así lo dice la famiempresaria María del Cristo Ruiz: “Me siento muy bien gracias al proyecto; esto me ha dado mayor tranqui­lidad y confianza para tomar decisiones, además he mejorado en mi genio”.

El gas cambia la vida

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Somos conscientes de que debemos ser mejores personas para dar lo mejor y lograr que otros sean mejores, y que todo cam-bio empieza por casa. Por ello, la Fundación Promigas emprendió una labor de aprendizaje permanente y colaborativo con un foco especializado que aún se sigue nutriendo de experiencias y cono-cimientos diversos. El haber escogido la educación como la ruta más expedita para contribuir con la equidad y la justicia social en el país se reconoce hoy como una sabia decisión.

Creemos que la filosofía y el espíritu social de Promigas han sido el principal sustrato de nuestro trabajo y que la Fundación ha fortale-cido ese legado con principios y valores esenciales en el desarrollo de su gestión social. Aunque hemos evolucionado en las estrategias y modos de acción para hacer más eficaz lo que hacemos, sentimos que aquello que nos dio origen, lo esencial, está intacto.

Julio Martín GallegoDirector ejecutivoFundación Promigas