credo - tema 6

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ARZOBISPADO METROPOLITANO DE TRUJILLO Dios de donde ha de volver, aunque mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres" (CIC 665). Entrar en el cielo es gozar de Dios por toda la eternidad. Cristo subió a los cielos y allí esperamos también llegar cada uno de nosotros, pues somos "ciudadanos del cielo" (Flp 3,20). "Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día con él eternamente" (CIC 666). Nuestro destino definitivo y eterno es el cielo. Si esta es nuestra fe, ¿por qué nos preocupamos tanto de las cosas efímeras y transitorias de este mundo como si todo terminara con la muerte? Vivamos en la tierra como en el Cielo, propiciando día a día el advenimiento pleno del Reino de Dios en este mundo. 2. . Cristo está sentado a la derecha del Padre todopoderoso. En el Credo proclamamos que Jesucristo subió a los cielos y se sentó a la derecha del Padre. Habitualmente se sientan los maestros para enseñar, los reyes para regir los destinos de su pueblo y los jueces para dictar justicia. Todo eso es y sigue siendo Jesucristo, sentado junto al Padre celestial: maestro bueno, rey poderoso y juez misericordioso. Como explica san Juan Damasceno, "por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada". Jesucristo es de condición divina y merece la misma adoración y gloria que el Padre celestial dado que, junto al Espíritu, forman la Trinidad. Por otro lado, "sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: 'A él se le dio AÑO DE LA FE imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás' (Dn 7,14). A partir de este momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del 'Reino que no tendrá fin'" (Símbolo de Nicea-Constantinopla; CIC 664). ¡Cristo es Rey de reyes! Con Él llegó y se inauguró el Reino de Dios. Nada ni nadie tiene poder sobre El, ni siquiera el pecado ni la muerte. ¡La Vida venció!¡Solo el Amor tiene poder eterno! Esta es la fe de los apóstoles y de la Iglesia de todos los tiempos. Esta es la fe que vivieron y anunciaron los apóstoles. Esta es la fe que estamos llamados también nosotros hoy a vivir y anunciar, con entusiasmo y creatividad. Podrán cambiar las formas y las expresiones, pero el Evangelio es el mismo ayer, hoy y siempre. 3. Cristo es el Señor y único Mediador universal. Cristo se marchó, pero no se desentendió de la humanidad. Fue a prepararnos morada y a interceder por nosotros ante Dios. "Jesús, el Señor, el rey de la gloria, vencedor del pecado y de la muerte, ha ascendido ante el asombro de los ángeles a lo más alto del cielo, como mediador entre Dios y los hombres, como juez de vivos y muertos. No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido procedemos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino" (Prefacio de la Ascensión I). De este modo, "Jesucristo habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo" (CIC 667). El cuida de nosotros y envía al Paráclito prometido para que nos

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Creo en Jesucristo

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  • ARZOBISPADO METROPOLITANO DE TRUJILLO

    Dios de donde ha de volver, aunque mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres" (CIC 665). Entrar en el cielo es gozar de Dios por toda la eternidad. Cristo subi a los cielos y all esperamos tambin llegar cada uno de nosotros, pues somos "ciudadanos del cielo" (Flp 3,20). "Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un da con l eternamente" (CIC 666). Nuestro destino definitivo y eterno es el cielo. Si esta es nuestra fe, por qu nos preocupamos tanto de las cosas efmeras y transitorias de este mundo como si todo terminara con la muerte? Vivamos en la tierra como en el Cielo, propiciando da a da el advenimiento pleno del Reino de Dios en este mundo.

    2. . Cristo est sentado a la derecha del Padre todopoderoso.

    En el Credo proclamamos que Jesucristo subi a los cielos y se sent a la derecha del Padre. Habitualmente se sientan los maestros para ensear, los reyes para regir los destinos de su pueblo y los jueces para dictar justicia. Todo eso es y sigue siendo Jesucristo, sentado junto al Padre celestial: maestro

    bueno, rey poderoso y juez misericordioso.

    Como explica san Juan Damasceno, "por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que exista como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, est sentado corporalmente despus de que se encarn y de que su carne fue glorificada". Jesucristo es de condicin divina y merece la misma adoracin y gloria que el Padre celestial dado que, junto al Espritu, forman la Trinidad.

    Por otro lado, "sentarse a la derecha del Padre significa la inauguracin del reino del Mesas, cumplindose la visin del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: 'A l se le dio

    AO DE LA FE

    imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasar, y su reino no ser destruido jams' (Dn 7,14). A partir de este momento, los apstoles se convirtieron en los testigos del 'Reino que no tendr fin'" (Smbolo de Nicea-Constantinopla; CIC 664). Cristo es Rey de reyes! Con l lleg y se inaugur el Reino de Dios. Nada ni nadie tiene poder sobre El, ni siquiera el pecado ni la muerte. La Vida venci!Solo el Amor tiene poder eterno!

    Esta es la fe de los apstoles y de la Iglesia de todos los tiempos. Esta es la fe que vivieron y anunciaron los apstoles. Esta es la fe que estamos llamados tambin nosotros hoy a vivir y anunciar, con entusiasmo y creatividad. Podrn cambiar las formas y las expresiones, pero el Evangelio es el mismo ayer, hoy y siempre.

    3. Cristo es el Seor y nico Mediador universal.

    Cristo se march, pero no se desentendi de la humanidad. Fue a prepararnos morada y a interceder por nosotros ante Dios. "Jess, el Seor, el rey de la gloria, vencedor del pecado y de la muerte, ha

    ascendido ante el asombro de los ngeles a lo ms alto del cielo, como mediador entre Dios y los hombres, como juez de vivos y muertos. No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido procedemos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino" (Prefacio de la Ascensin I). De este modo, "Jesucristo habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusin del Espritu Santo" (CIC 667). El cuida de nosotros y enva al Parclito prometido para que nos

  • ARZOBISPADO METROPOLITANO DE TRUJILLO

    asista como defensor y maestro de la verdad. "En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio" (CIC 662). No podemos tener mejor intercesor que Cristo Jess, quien "no ha entrado en un santuario construido por manos de hombre y que slo era figura del verdadero, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros" (Heb 9,24-28).

    Todo esto es confesamos en el Artculo 6 o. Sin embargo, no basta con creer en la Ascensin; hay que ser testigos. As lo escucharon los primeros discpulos: "Galileos, por qu permanecen mirando el cielo?" (Hch 1,11). La ascensin de Jess no nos aleja de la realidad ni nos saca de este mundo, sino que nos convierte

    en misioneros y nos enva con una Fuerza que viene de lo alto. "Recibirn la fuerza del Espritu Santo que descender sobre ustedes, y sern mis testigos en Jerusaln, en toda Judea y Samaria, y hasta los confnes de la tierra" (Hch 1,8). Lejos de escapar del mundo, la fe en la ascensin nos compromete ms con l. Quien confiesa la ascensin de Jesucristo debe estar dispuesto a convertirse en intrpido testigo del Seor Resucitado con la fuerza del Espritu Santo. "Mantengmonos firmes en la confesin de nuestra esperanza, porque es fiel quien hizo la promesa" (Hb 9,23).

    P. Jaume Benaloy Marco Trujillo, 11 junio 2013

    m

    Arzobispado Metropolitano de Trujillo

    "Creo en Jesucristo, que subi a los cielos y est sentado

    a la derecha de Dios Padre" 6t0- Artculo de la Fe

    E l sexto artculo del Credo apostlico proclama que Jesucristo, tras su muerte y resurreccin, subi a los cielos, convirtindose en Seor y nico Mediador universal . El que descendi, sube. La knosis se transforma en exa l t ac in ; la encarnacin en glorificacin. Slo el que sali del Padre puede volver al Padre porque "nadie ha subido al cielo sino el que baj del cielo, el Hijo del hombre" (Jn 3,13; cf. Ef 4,8-10). Este es el culmen del misterio pascual. Con este misterio concluyen su evangelio san Marcos y san Lucas, y se da inicio al libro de Hechos de los Apstoles: "El Seor Jess, despus de hablar, fue elevado al Cielo y se sent a la diestra de Dios" (Me 16,19). Tres aspectos vamos a subrayar de este artculo del Credo:

    1. Cristo subi a los cielos. En la ltima aparicin de Cristo resucitado, "lo vieron elevarse, hasta que una nube lo ocult de la vista de ellos" (Hch 1,9). La nube y el cielo

    ANOIFE

    lio 2013

    son smbolos de la gloria divina, donde Jess entra y se sienta para siempre a la derecha del Padre eterno. Ms all de un mero smbolo, se t r a t a de un v e r d a d e r o acontecimiento a la vez histrico y trascendente (CIC 661). "La ascensin de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jess en el dominio celestial de