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Créditos
Moderadores
Alexiacullen Omakehell
Traductores
AariS
Alexiacullen
Alyshiacheryl
Auroo_J
Elizzen
Isabella Night
Isane33
Katiliz94
krispipe
lauraaaaa
Lyricalgirl
Omakehell
PaulaMyfair
rihano
Vafitv
ValentinaW33
Correctores
Fher_n_n
Klarlissa
Mishy
Nony_Mo
Rose_vampire
yuya
Recopilación
Rose_vampire
Diseño
Lissarizz
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La traducción de este libro es un proyecto del Foro Purple Rose. No es ni
pretende ser o sustituir al original y no tiene ninguna relación con la editorial
oficial. Ningún colaborador —Traductor, Corrector, Recopilador— ha recibido
retribución material por su trabajo. Ningún miembro de este foro es remunerado
por estas producciones y se prohíbe estrictamente a todo usuario del foro el uso
de dichas producciones con fines lucrativos.
Purple Rose anima a los lectores que quieran disfrutar de esta traducción a
adquirir el libro original y confía, basándose en experiencias anteriores, en que
no se restarán ventas al autor, sino que aumentará el disfrute de los lectores que
hayan comprado el libro.
Purple Rose realiza estas traducciones porque determinados libros no salen en
español y quiere incentivar a los lectores a leer libros que las editoriales no han
publicado. Aun así, impulsa a dichos lectores a adquirir los libros una vez que
las editoriales los han publicado. En ningún momento se intenta entorpecer el
trabajo de la editorial, sino que el trabajo se realiza de fans a fans, pura y
exclusivamente por amor a la lectura.
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Índice
Créditos ______________________________________________________________ 1
Sinopsis ______________________________________________________________ 5
Capítulo 1 ____________________________________________________________ 6
Capítulo 2 ___________________________________________________________ 11
Capítulo 3 ___________________________________________________________ 15
Capítulo 4 ___________________________________________________________ 19
Capítulo 5 ___________________________________________________________ 26
Capítulo 6 ___________________________________________________________ 32
Capítulo 7 ___________________________________________________________ 45
Capítulo 8 ___________________________________________________________ 61
Capítulo 9 ___________________________________________________________ 66
Capítulo 10 __________________________________________________________ 85
Capítulo 11 __________________________________________________________ 94
Capítulo 12 __________________________________________________________ 99
Capítulo 13 _________________________________________________________ 104
Capítulo 14 _________________________________________________________ 111
Capítulo 15 _________________________________________________________ 120
Capítulo 16 _________________________________________________________ 126
Capítulo 17 _________________________________________________________ 136
Capítulo 18 _________________________________________________________ 144
Adelanto del libro Once Upon a Heist ____________________________________ 147
Sobre la Autora _____________________________________________________ 151
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Sinopsis
Cuando su padre trata de robar magia de la mansión embrujada fuera
del pueblo, Bee de diecisiete años es una de las convertidas en
prisionera de la "bestia", quien vive allí. Pero el llamado monstruo, Will,
no era nada de lo que ella esperaba.
Él tiene su misma edad, no tiene garras ni colmillos... y contrario a la
leyenda local, es muy, muy guapo. Bueno, quizás toda la cosa de la
"bestia" es una metáfora, porque es un imbécil total. La única meta de
Bee es escapar, pero hay algunas complicaciones mayores, como el
hecho de que tiene que romper el hechizo de Will primero.
La bruja quien hechizó a Will le dejó un enigma por resolver y un reloj
de arena para controlar el tiempo. Y aunque ella preferiría comer tierra
antes de ayudar a Will, Bee tiene que trabajar con él para resolver el
enigma, o será prisionera por siempre. Mientras el tiempo pasa, Bee
descubre que hay más de Will que lo que se ve a primera vista. Pero el
reloj de arena está casi vacío y se les acaba el tiempo. ¿Pueden resolver
el desconcertante enigma y romper el hechizo de la bruja antes de que
todo esté perdido?
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Capítulo 1
Traducido por Isabella Night
Corregido por Nony_Mo
Mi padre me condujo por el bosque en su camioneta, las ruedas
temblaban sobre el sucio camino de tierra mientras el aire zumbaba con
todas las palabras no dichas entre nosotros. Las lágrimas caían por sus
mejillas arrugadas perdiéndose en su barba. La marca en su muñeca
ardía en mi visión periférica, como si estuviera brillando.
Me senté en silencio, una estatua, una muñeca de papel, una cosa
congelada en piedra.
Cuando nos acercamos a la puerta, retuve un suspiro tembloroso y lo
dejé salir, mi padre colocó su mano en mi hombro. Sus dedos se
clavaron en mi piel.
—Él prometió que no te heriría, Bee. Él lo prometió.
Me moví. Su mano cayó sin fuerzas sobre el asiento entre nosotros. No
trató de tocarme otra vez.
Papá apagó el motor y nos sentamos envueltos en silencio. Lo escuché
tragar saliva. Deslicé mis dedos arriba y abajo por la correa de mi
mochila. Mi boca sabía a tierra. El auto olía a cuero viejo y terror fresco.
Nadie sabía si las leyendas eran mentiras, mito o verdad. Pero todas
hablaban de la Bestia que vivía en la casa. Algunos decían que comía
niños humanos, otros que se convirtió en una viciosa criatura de la
noche y el resto decían que lucía como un demonio, con llamas por
ojos.
Una gota de sudor se deslizó por mi espalda.
—Tú no… —mi padre comenzó a decir, pero vaciló. Tal vez esperaba que
lo detuviera, pero no lo hice. Solo me senté sosteniendo mi mochila,
sintiendo el choque de responsabilidad deslizarse sobre mis hombros y
enrollándose alrededor de mi cuello como una soga.
A través de la puerta podía ver la casa, mirándonos con ojos muertos.
Los árboles se apretaban contra las paredes de color blanco hueso como
arpías acurrucadas con largas cabelleras verdes y todo estaba cubierto
por una niebla de musgo grisáceo. Había oído historias toda mi vida —
todos las habíamos oído— pero nunca estuve lo suficientemente cerca
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para ver las grietas en las ventanas, las vides muertas que se aferraban
a la azotea.
La magia flotaba en el aire como huellas persistentes de una memoria.
Casi podía saborearla. Voces susurrando débilmente en el viento, ¿o
solo eran los árboles? El nudo en mi estómago se estiró en respuesta.
Mi padre intentó otra vez y esta vez pudo sacar la frase entera fuera.
—No tienes que hacer esto.
Por supuesto que tenía que hacerlo. Debía hacerlo. No haría esto por él.
Lo estaba haciendo porque no tenía opción. Con la marca en su
muñeca, él era un hombre muerto. Toda nuestra familia estaba
condenada. Él lo sabía y yo lo sabía y él estaba jugando un juego de
fingir una pobre excusa porque quería calmar su propia culpa. Porque
quería ser capaz de poder mirar atrás este momento cada vez que en el
futuro cruzara por su mente y sentir que me había ofrecido una salida.
Que había estado dispuesto a rescatarme, pero me negué.
En lugar de responder, abrí la puerta y salí. La grava crujía bajo mis
zapatos mientras pisaba el suelo. Cargué mi mochila y tomé una
profunda respiración.
La puerta crujió bajo mi mano, crucé el césped y subí los escalones de
la casa, sintiendo el estremecimiento de la piedra bajo mis zapatos
como si la casa viviera y respirara. La puerta no se abrió por sí sola, que
medio lo había esperado, pero cuando puse mi mano en el pomo pude
sentir el zumbido de energía dentro de ella como un latido.
Mi padre esperó en el auto. Miré sobre mi hombro y lo vi parado con
una mano sobre la puerta, sus hombros tensos hacia atrás como un
tirachinas1.
Todo lo que tenía que hacer era dar un paso adentro. Un paso dentro y
la marca desaparecería. Y podría correr a casa. Podía ser más astuta
que esta casa. ¿No podía? Respiré profundamente y enderecé mis
hombros.
Tal vez sí lo creía. Tal vez no. ¿Por qué más habría traído una mochila
llena de ropa y artículos de aseo?
—Bee —gritó mi padre, y su voz se rompió. Me detuve, esperando por
más. Tal vez él en verdad lo sentía. Tal vez en verdad no quería que yo
1 Tirachinas: Horquilla con mango que lleva dos gomas elásticas para lanzar piedras
pequeñas.
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hiciera esto…—. Bee, solo quería decirte cuan agradecido estamos tu
madrastra y yo…
Mi garganta se cerró. Él no me iba a detener, ¿verdad? Sacudí mi
cabeza y se pasó una mano por la cara y se calló.
Cuando vino a casa hace tres semanas atrás a las 3 a.m., con la manga
de su uniforme de trabajo rasgada, sus labios sangrando y sus ojos
llenos de miedo, mi madrastra lloró. En verdad lloró —sollozos
desgarradores que la hacían agarrarse sus costados. Casi parecía como
si estuviera riendo. Lo miré y pude oler la magia en él. Supe
exactamente dónde había estado.
Y una pequeña parte de mí que sabía que yo sería el precio a pagar por
su estupidez.
Todo lo que tenía que hacer ahora era cruzar el umbral. Luego la marca
en su muñeca se desvanecería y él sería libre. Todo estaría bien. Eso
era todo lo que habíamos prometido, ¿cierto?
Abrí la puerta y entré en la casa. Conteniendo mi respiración.
Al otro lado del césped, mi padre hizo un sonido como de sollozo.
¿Qué era eso? ¿La marca se había ido?
—¿Papi? —me ahogué, sin atreverme a moverme—. ¿Se ha…?
—¡Se ha ido, cariño!
Me comencé a voltear, pero no lo suficientemente rápido. La puerta se
cerró de golpe como las fauces de un animal hambriento. Agarré la
manilla y la retorcí, echando mi hombro contra la pesada madera.
Grité, tirando la manilla más fuerte.
Estaba cerrada.
Clavé mis uñas en la madera hasta que sangraron. Golpeé con mis
puños.
La puerta no se movió. Era pura como una piedra.
Por la hoja de vidrio, vi las luces del coche de mi padre y escuché el
acelerado del motor.
Él me estaba dejando.
Me deslicé al piso. Mis zapatillas chirriaron contra el mármol brillante,
mis dedos se deslizaron por la caoba pulida de la puerta. No quería
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mirar detrás de mí a la boca de la casa, dentro de la oscuridad que sería
mi hogar. O mi tumba. No quería pensar en cómo mi padre iría a casa y
mi ausencia sería como una onda dentro de la casa, sentida por un
momento y luego desaparecida de sus mentes. No quería pensar como
me extrañarían en la escuela. Violet. Livia. Drew.
Drew.
Dolor se pegó como cemento detrás de mis ojos. Quería llorar, pero no
tenía lágrimas. Nunca tenía lágrimas. Mis ojos quemaban y mi garganta
estaba apretada con un grito, haciendo difícil respirar. Me agaché en el
piso, puse mi mano sobre mi boca y pensé sobre el cabello de Drew, sus
ojos, su sonrisa.
Nunca vería alguna de estas cosas otra vez.
Terror —terror real— se cargó a través de mí como una tormenta. Pulsó
por mi cuerpo, empujando mi piel, queriendo salir. Como si mi propia
alma luchara por liberarse de mí, como si mi propio ser no pudiera
soportar estar atrapado aquí en este momento. Se incrementó con una
intensidad cegadora, como un rayo de luz. Entonces caí, jadeando, con
mis manos apoyadas en el suelo frío.
—Detente —me dije en voz alta—. Para esto.
No tenía que quedarme aquí. La marca se había ido, estábamos libres y
podía irme a casa —si solo pudiera hallar una salida. La idea se plantó
en mi mente, congelada por el miedo. Quebrantando mi terror como
una primavera cálida. Escapar.
Después de todo, no estaba muerta.
—Todavía —murmuré, y el eco de mi voz, suave y aterciopelado,
susurró detrás de mí en el silencio. Cerré mis ojos con fuerza, conté
hasta cinco y los abrí. Y miré al lugar que sería mi prisión.
El vestíbulo se extendía como un campanario. Un candelabro roto yacía
a un metro de distancia, gotas de cristal se extendían como lágrimas
congeladas a través del mármol. La luz suave de la sala venía a través
de ventanas arqueadas iluminando el resto de la habitación, en partes
de muebles rotos y libros rasgados. En el medio de la habitación,
papeles y plumas estaban esparcidos por el suelo. Era como si un gran
monstruo hubiera estallado en cólera y destruido la habitación, y cayó
en un sueño tranquilo luego de agotarse a sí mismo.
Detrás de mí se escondía un pasillo lúgubre, lleno de puertas.
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Estaba atrapada dentro de la casa. Mis amigos no podían ayudarme.
Drew no podría ayudarme. Mi padre no me ayudaría.
Un suspiro escapó de mis labios mientras me ponía en pie.
Estaba sola.
Sola en la casa de la Bestia.
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Capítulo 2
Traducido por ValentinaW33
Corregido por Nony_Mo
Necesitaba encontrar una forma de salir. ¿Una ventana tal vez? La
única luz en el vestíbulo venía del panel de vidrio en la puerta y de unos
pocos portales que estaban en lo alto del techo abovedado. Mi mirada se
dirigió hacia las puertas en el corredor.
Tenía que ir por alguna de ellas.
Por un segundo deseé poder quedarme aquí, aferrándome a la puerta
del frente, rezando porque mi padre viniese con un hacha a salvarme.
Pero sabía que eso era estúpido.
Él no iba a volver. Lo sabía desde lo más profundo de mis huesos.
Tomando una bocanada de aire, moví mis hombros y me levanté,
aflojando mis músculos en caso de que necesitara correr. Di un paso
hacia la primea puerta.
Una ráfaga de humedad en el aire recorrió mi cara mientras miraba
dentro de la oscuridad total de la puerta abierta. Un estremecimiento se
arrastró por mi columna vertebral, cerré la puerta y mi corazón seguía
latiendo desenfrenado.
Me moví hacia la segunda puerta, pero ésta guiaba hacia la oscuridad
de nuevo. Entonces, oscuridad sería. Encontré una vela en la repisa de
la pared, me paré en puntillas para tomarla. Iba a necesitar luz.
Tan pronto como envolví mis dedos alrededor de la barra de cera, la
mecha se encendió con fuego por sí misma. Grité y la solté, el fuego se
apagó. La vela rodó lejos y tropecé de vuelta, estremeciéndome.
Contrólate, Bee. Me incliné y la tomé de nuevo sombríamente. La flama
estalló de nuevo tan pronto mis dedos se cernieron a ella. Entré a la
primera puerta que había abierto.
La vela iluminó una mancha de habitación alrededor de mí. Una
corriente de aire se arremolinó en mis hombros, haciendo la flama
parpadear y bailar. Ahuequé mi mano alrededor de la pequeña flama y
caminé rápido, buscando en las paredes por ventanas o puertas que
pudieran guiarme afuera. Observé solo sillas polvorientas y telarañas.
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Los recuerdos se arremolinaban dentro de mí mientras caminaba.
Recuerdos de mi abuela, susurrándome historias en la oscuridad sobre
una vieja casa que tenía un hechizo. Sobre un monstruo cautivo por las
palabras de una bruja. Recordé que tenía seis años de edad y que
estaba sentada en la caja de arena en el patio trasero mientras Sarah
Albright, mi vecina de al lado, me decía con los ojos muy abiertos como
una bestia maldecida que vivía en la casa del bosque se comía a los
niños pequeños para el desayuno. Ella juró que su hermano casi había
sido comido y que escapó en el último momento. Dormí con una
lamparilla de noche por semanas después de eso.
Esta casa era el monstruo en el closet del cual la ciudad solo
susurraba, y ahora estaba siendo tragada dentro de ella. Me deslicé
como un explorador en una cueva. Pasé por otra puerta y las paredes se
expandieron. Mis pasos resonaban en la oscuridad y supe que estaba
en algún lugar muy grande. ¿Un salón de baile? Tal vez era el flujo de
aire, o el cambio de olor, o la forma en la que mis pasos hacían eco.
Entonces el aire rozó mi piel como si alguien hubiese pasado junto a mí,
giré mientras mi corazón palpitaba salvajemente y el pánico arañaba mi
garganta.
—¿Hola? —Mi voz revoloteó como un pájaro perdido en la oscuridad.
Una figura estaba detrás de mí, sosteniendo una luz, sus movimientos
imitando los míos. Mi corazón tartamudeó hasta que me di cuenta que
era mi propio reflejo en un espejo. Grietas en el espejo dispersaban la
luz de la vela, haciendo que cintas de luz bailaran sobre mi cara y
manos. Incliné mi cabeza hacia atrás y miré hacia arriba, pero no pude
ver que tan lejos llegaba.
Seguí caminando y llegué a otra puerta. Giré la perilla y entré. Mi vela
iluminó una mesa y una forma cilíndrica extremadamente grande
cubierta con una tela de seda. Extendí la mano para tocarlo, curiosa y
la tela cayó lejos debajo de la punta de mis dedos.
Quedé boquiabierta.
Había un enorme reloj de arena sobre la mesa, brillando a la luz del
fuego. Dentro del vidrio fluía constantemente un hilo de arena,
brillando débilmente como si los granos fueran fosforescentes. La
mayoría de la arena ya había pasado por el centro y se apilaba en el
fondo del reloj. Podía oír el raspar de la arena al caer. Estiré mis dedos
para tocarlo. Por alguna razón, me llenó de miedo.
Una voz habló detrás de mí.
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—¿Quién está ahí?
El terror me llenó como un rayo y giré rápidamente, casi tirando la vela.
¡Había alguien en la habitación conmigo!
—¿Hola? —exclamé casi sin aliento mientras tropezaba lejos de la mesa.
El viento pasó por mis brazos. La flama de mi vela tembló.
—¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? —La voz era solo un susurro
pero estaba llena de enojo.
El miedo se deslizó por mi espalda. Di un paso hacia atrás.
—Mi nombre es Beauty2.
No sé por qué usé mi nombre completo en lugar de Bee. La palabra
saltó de mi lengua, casi involuntariamente.
Él se movió lentamente. No podía verlo. Escuché el raspar de sus pies
contra el suelo.
—¿Qué estás haciendo aquí? Deberías de estar esperando en tu
habitación hasta que seas llamada, Chica Maldita.
Chica Maldita.
—Lo… Lo siento.
—No deberías estar aquí, esta habitación está fuera de los límites.
No sabía que decir, mis hombros se sacudían. Mis manos se volvieron
pegajosas. Tomé la vela más fuerte para no soltarla y ser sumergida
dentro de la oscuridad.
—¿Quién eres tú? —Pero ya lo sabía. Sabía exactamente quien estaba
gruñéndome asfixiada por la negrura.
La Bestia por sí misma.
Él se movió tan rápido que no pude ver su rostro. Puso su mano sobre
la vela. La luz se fue en un soplo de humo. Tropecé hacia atrás contra el
espejo y él apoyó sus manos a cada lado de mi cabeza.
—Soy la Bestia —gruñó. Se estaba burlando de mí—. Estoy seguro que
has escuchado cosas terribles sobre mí. Y ahora tú estás en mi parte de
la casa. Fuera.
2 Beauty: en inglés Belleza o Bella.
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—Por favor —dije. Los pensamientos inundaron mi mente, mis
hermanastras, mi mejor amiga Violet, Drew. Estaba pensando, por
favor, por favor, por favor no me mates. Los amo. Necesito vivir.
Me di cuenta que había susurrado las palabras en voz alta.
Su aliento rozó mis labios.
—¿Qué te han dicho? ¿Qué te encerraré en un calabozo? ¿Qué te
comeré? ¿Estás asustada?
Sí, sí y sí. Pero negué con la cabeza, mi cabello rozando sus manos.
—Tú le prometiste a mi padre que no me harías daño. ¡Él sintió la
magia en tus palabras! Le diste una promesa sagrada. No puedes
lastimarme. —Mi voz se volvió un susurro al final y se sacudió a pesar
de lo que acababa de decir.
Aún estaba aterrada.
Él se apartó.
—No entiendes. No soy un monstruo. Ahora vete de vuelta a tu
habitación hasta que seas llamada.
Y él se había ido. Sus palabras aún resonaban en mi mente.
No soy un monstruo.
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Capítulo 3
Traducido por Isane33✰
Corregido por Fher_n_n
Me quedé temblando a solas en la oscuridad. El roce con la Bestia
había puesto mis piernas como gelatina y mis dedos como espaguetis.
Encontré la puerta y esta vez cuando la abrí la luz se irradió sobre mí.
Me encontré en un pasillo iluminado por candelabros resplandecientes.
No entendía, ¿no había sido esta habitación un oscuro salón de baile?
Lo había pasado solo momentos antes. Pero no tenía tiempo para
pensar.
Una mujer estaba de pie a mi izquierda, como si hubiera estado
esperándome todo este tiempo. Ella se estremeció al oír mi grito
sobresaltado. Pero no lo pude evitar.
Su vestido blanco colgaba en harapos y su cabello estaba recogido en
un moño grueso y anticuado. Pero fue su piel, lo que me hizo gritar.
Rosas y adornos sobre un fondo azul, cubrían su rostro, sus brazos y
sus manos. Ella coincidía con el papel pintado a su espalda, como si
hubiera pasado a través del yeso.
Mi cabeza daba vueltas de la manera que lo había hecho cuando monté
mi primera montaña rusa a los doce años, mientras la miraba
fijamente. Saqué mi mano para sujetarme de la puerta.
—Bienvenida —dijo ella, retorciendo sus manos y haciendo una breve
reverencia—. ¿Eres la Chica Maldita? ¡Eres muy bonita! Por favor, ven
conmigo. Voy a llevarte a tu cuarto.
—Soy Beauty Hendricks —logré decir, insegura sobre el término Chica
Maldita. Era la segunda vez que alguien me había llamado así. No sabía
que querían decir con eso.
—Sí, Beauty. Nosotros hemos estado esperándote —dijo ella y hubo algo
en la forma en que pronunció la palabra nosotros que hizo correr un
escalofrío por mi espalda—. Soy Housekeeper3.
No tuve tiempo de pensar en la extraña manera en que lo dijo, como si
su nombre fuera Housekeeper, porque ella comenzó a caminar y no
tuve más remedio que seguirla o quedarme sola en la sala. Y en este
3Housekeeper: La palabra significa ama de llaves pero en el contexto del libro, es el
nombre del personaje.
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momento, quería estar con cualquiera menos en la oscuridad con esa
bestia.
Tal vez ella me llevaría a una habitación con una ventana.
La seguí.
Housekeeper se dirigió a la primera puerta del largo pasillo detrás de
nosotras y giró el pomo dorado.
—Vamos —dijo ella, dándome una débil, pero cálida sonrisa—. No te
preocupes por la casa.
Entramos por la puerta hacia otro pasillo, éste alfombrado con un
tapete de color rojo sangre y lleno de estatuas. Ellas me hacían muecas
con sus expresiones retorcidas: ceños fruncidos y sonrisas ruinosas.
—Ah, el Salón del Arrepentimiento —dijo Housekeeper, arrugando la
frente. Parecía como si hubiera esperado algo más—. Bueno, entonces.
Por aquí, por favor.
Todavía estaba temblando. Todavía podía sentir su aliento rozando mis
labios, sus manos tan cerca a ambos lados de mi cara. ¿O habían sido
garras?
—Te ves tan asustada, querida. No te alarmes. Esta antigua casa tiene
algunos trucos, pero no es malintencionada. Y el Amo... —Housekeeper
calló cuando abrió la puerta al final del pasillo y miró dentro—. Este es
el invernadero —dijo, más para sí que para mí y su voz sonaba irritada.
Entramos. La desvaneciente luz del sol entraba por las paredes de
cristal y se reflejaba en los cristales rotos y en los muebles de jardín
oxidados. Las plantas muertas cubrían el suelo de baldosas rotas y
subían por las paredes. Un trozo de cristal crujió bajo mi zapato.
El corazón me dio un vuelco cuando vi la naturaleza, un poco más allá
de mi alcance. Rápidamente tomé nota de la habitación. Necesitaría ser
capaz de encontrarla de nuevo.
Seguimos caminando por las interminables habitaciones, las cuales
hice mi mejor esfuerzo para memorizar, así podría recordar cómo volver
al invernadero, que hasta ahora parecía mi mejor opción para escapar.
Housekeeper me llevó por casi media docena más habitaciones
interiores: estudios, salas de recepción, una biblioteca gigante con el
techo pintado, incluso un sótano subterráneo frío y húmedo al cual ella
llamó Laberinto. Mi cabeza empezó a doler. Todo parecía como un
sueño.
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Finalmente, llegamos a una habitación empapelada con papel pintado
de color violeta. Una enorme cama con cortina estaba en el centro,
como en un escenario. Una silla desvencijada y pequeña estaba
colocada en un rincón y las polvorientas cortinas de encaje colgaban en
una sola ventana. Housekeeper hizo un sonido feliz y me hizo pasar
adentro.
—Aquí estamos. Esta es tu habitación, y espero que te guste. La cena es
en el Salón Azul, y almorzarás en la cocina mañana. Butler4 vendrá a
buscarte dentro de una hora.
Mi corazón dio un vuelco ante la vista de la ventana. Aparte del
invernadero, era la primera que había visto una hasta ahora. La
adrenalina hizo que mi estómago se agitara y mis dedos hormiguearan.
Tal vez si golpeaba algo contra la ventana, con fuerza… ¿oirían el vidrio
romperse y vendrían corriendo?
Housekeeper estaba esperando una respuesta. Murmuré algo como una
respuesta, lo que pareció satisfacerla. Después de esponjar las
almohadas y quitar el polvo del borde de la mesa con un pañuelo, se
fue.
Tan pronto como la puerta se cerró fui directamente a la ventana, pero
era del tipo sólido que no abría. Sin embargo, realmente no esperaba
que se abriera fácilmente. Me pasé mi lengua por mis dientes,
pensando. Entonces, Plan B. Tenía que ser rápida en caso de que se
acercaran corriendo para detenerme.
Cogí la silla de la esquina, golpeé las patas contra el vidrio tan fuerte
como pude. La ventana ni siquiera hizo el menor ruido. El vidrio no se
rompió, agrietó o incluso se estremeció.
¿Qué?
Lo intenté de nuevo. El vidrio se mantuvo firme. Me eché hacia atrás,
jadeando, y la golpeé por tercera vez. La pata de la silla se astilló, dejé
caer el mueble en el suelo y golpeé mis manos contra el cristal. ¡Solo se
veía de unos pocos centímetros de grosor! ¡No podía ser tan fuerte!
Un sollozo quedó atrapado en mi garganta. Mis ojos dolían por las
lágrimas frescas y sin derramar.
¿Por qué no puedo salir? ¿Magia?
4Blutler: La palabra significa mayordomo pero en el contexto del libro, es el nombre
del personaje.
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A través de la ventana, la luz del sol se desvanecía al oeste. Las
sombras oscuras se extendían por el césped y se abrazaban a las ramas
de los árboles. El camión de mi padre se había ido y solo las huellas de
los neumáticos en el camino de tierra daban prueba de que él alguna
vez había estado allí. Lo imaginé llegando a casa, abriendo la puerta y
abrazando a mi madrastra y a mis hermanastras. Mostrándoles cómo la
marca en su muñeca había desaparecido, como todos eran libres ahora.
Volví a la puerta. El pomo giró debajo de mi mano y di un paso atrás,
sorprendida, cuando vi el Salón del Arrepentimiento, con sus estatuas
horribles en el otro lado. Eso no estaba bien. Ese pasillo estaba atrás
por la habitación con el reloj de arena.
Primero, el salón de baile se convirtió en un pasillo, y ahora esto. ¿Qué
estaba pasando?
Mi corazón comenzó a latir de nuevo y mi estómago se retorció por el
pánico. Cerré la puerta y me apoyé contra ella. Presionar mi frente
contra la madera fría me tranquilizó. Podía hacer esto.
Sé fuerte, Beauty. Sé valiente.
Conté mis respiraciones hasta que fui capaz de pensar más allá de mi
pánico. Luego me enderecé y abrí la puerta de nuevo.
Esta vez la habitación era negra como una pesadilla. Mi mano se deslizó
del pomo mientras vacilaba.
Tenía que salir de aquí. Tenía que encontrar una salida.
Pero no podía volver a esa oscuridad sola.
Derrotada, cerré la puerta y me apoyé contra ella.
Realmente quería llorar.
19
Capítulo 4
Traducido por Alyshiacheryl y Omakehell
Corregido por Fher_n_n
Housekeeper había llamado a Butler para escoltarme a cenar. Me
levanté cuando él toco, mi corazón saltó.
Eso era todo. Hora de la cena.
Lo sentí como mi ejecución.
Abrí la puerta. El sirviente estaba completamente gris como una estatua
y su piel estaba coloreada con venas de color gris azulado. Esta vez, fui
capaz de ahogar mi grito de consternación ante la extrañeza.
Butler se inclinó rígidamente, deslizando una mano por delante de él
para indicar donde debía ir. Su mirada cayó rápidamente sobre mí, y
me pregunté si ellos habían esperado que llevara algo más que los
pantalones cortos y la camiseta con las que había llegado.
Mala suerte. No iba cambiarme.
Él estaba esperando. Limpié mis manos sudorosas en mi camisa, me
arrastré en una respiración profunda y salí al pasillo. Podía hacer esto.
Me enfrentaría a Bestia y le exigiría ser puesta en libertad. Exigir saber
que estaba pasando. Exigiría que me lo explicara él mismo.
Si pudiera conseguir algunas palabras, es decir, el miedo se extendía
como una serpiente enroscada en mi vientre.
Butler me condujo a través de una confusa serie de habitaciones. Una
biblioteca, tres salones y un salón. Todo era viejo, reliquias de otra
época. Los relojes de abuelo y las pinturas al óleo. Candelabros llenos
de telarañas. Empapelados descoloridos, doblándose en los bordes.
Nuestros pasos resonaban. Podía escuchar los latidos de mi corazón en
el silencio.
Finalmente Butler se detuvo e indicó que yo debía pasar primero.
Entré en un salón enorme. Una mesa bastante larga para asentar a
cincuenta personas llenaba el cuarto, pero cada asiento estaba vacío y
su sola presencia hizo que el salón se sintiera más solitario de alguna
manera. Las sombras se entrecruzaban en la mesa. Y el cuarto olía
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como flores marchitas y polvo. Mi corazón estaba golpeando con fuerza
en mi pecho y mis palmas sudando.
Estaba sola.
—Por favor, siéntate —dijo Butler y me sorprendió la cercanía de su
voz—. El Amo estará aquí muy pronto.
Solo sacudí mi cabeza. No podía sentarme. ¿Y si tenía que correr?
Butler apretó sus labios, disgustado, pero no discutió conmigo. Se
inclinó de nuevo y se fue.
El aire frío se deslizó sobre mis hombros y bajó a mi espalda. Deseando
un suéter, cogí mi servilleta. Mis dedos nerviosos la doblaron en una
flor de origami, una vieja costumbre de mi infancia.
Era tarde ahora, me preguntaba qué estaba haciendo Drew.
Probablemente la tarea. O jugando a los videos juegos con un amigo.
Me imaginé su cara, feroz y con interés mientras jugaba con su control
de juego, la luz de la pantalla parpadeante sobre sus rasgos. ¿Estaba él
pensando en mí? Él no sabía, por supuesto, dónde estaba. Ninguno de
ellos lo sabía. Todo esto había sucedido tan rápido.
Calculé que mi padre les diría que me fui a vivir con la familia de mi
madre a la ciudad. Eso era lo que siempre decía cuando sus seres
queridos desaparecían. Fueron a la ciudad.
La puerta al final de la habitación se abrió. Mis dedos aún estaban
contra la servilleta.
Se detuvo al entrar en la habitación y me miró. Se puso de pie con una
mano apoyada en el marco de la puerta. Tomé una respiración.
Él no era para nada como había esperado.
Por un lado, no era muy alto. Sin escamas o pelaje, como sea, o afilados
dientes para comerme con ellos. No era más que un hombre. Cabello
negro y espeso caía sobre sus ojos, que eran de un azul sorprendente.
Podría haber sido guapo alguna vez, pero una larga cicatriz blanca
dividía su ceja y corría a través de su mejilla izquierda, estropeando su
aspecto, pero por otra parte lucía original. Sus labios eran finos y
apretados con fuerza, como en disgusto. Inmediatamente me dio la
impresión de un rico malcriado, del tipo apenas—me—fijaría—en—ti.
Y era joven. No podía ser mucho mayor que yo, lo cual no tenía sentido.
La leyenda fue una época antes que la de mi abuela. No lo entendía.
21
Nos miramos mutuamente. El silencio zumbaba en mis oídos y mi
lengua se sintió pesada. ¿Él iba a decir algo? ¿Reír como un villano
malvado, profundo y gutural? ¿Chasquear sus dedos y reírse
socarronamente? ¿Decirme lo que iba hacer conmigo mientras se reía
sugestivamente?
Al parecer, los villanos en mi imaginación se ríen un montón.
Posó su mirada sobre mí una vez más. Me sentí como un paquete que
había llegado en el correo, uno en el que el contenido había resultado
ser una ligera decepción.
—Así que eres la Chica Maldita —dijo finalmente, después de una
pausa larga—. Las palabras de la maldición hablaban sobre una chica
llamada Beauty, pero pensé que se referían a una chica hermosa.
Estaba tratando de formular una respuesta cuando se abrió la puerta y
una muchacha entró. Era pequeña, con un suave pelo rubio y
exquisitos ojos verdes.
—¡La Chica Maldita! —Ella contuvo el aliento—. Oh, es adorable.
Pensé que eso era una palabra muy extraña para describirme, dado que
ella lucía más joven que yo. Quizás era esta cosa de ser rica.
Ellos pensaban que poseían todo. Yo era como una muñeca, u otra
pieza del mobiliario. Una mascota.
—Mi nombre es Bee. —Eso fue algo estúpido para decir, e
inmediatamente me arrepentí de eso. Quería sonar fuerte, confiada y
totalmente desinteresada acerca de esta cosa de ser—atrapada—en—
su—casa—para—siempre. En su lugar, soné como una pequeña niña en
su primer día en el jardín de infantes.
Mi nombre es Bee, me gusta colorear y soy aficionada a los caballos.
El chico de cabello oscuro se cruzó de brazos y sonrió, como si pudiera
leer mis pensamientos. La chica rubia lo miró.
—No seas tan sinvergüenza, Will. Presentémonos.
Will no dijo nada. La chica se encogió de hombros y me miró con una
cálida aunque un poco vacilante sonrisa.
—Soy Rose y éste es mi hermano Will. Es realmente grato conocerte.
22
Ninguna de las leyendas acerca de la casa había mencionado alguna vez
a una hermana. No sabía qué decir. ¿Encantada de conocerte también?
Eso era una mentira. ¿Una reverencia? Um, no.
Me conformé con un movimiento de cabeza, que parecía aceptable
dadas las circunstancias. Rose sonrió, complacida. Se rascó la barbilla
y miró a la puerta. Un silencio incómodo descendió.
—¿Vamos a sentarnos? —preguntó Rose por fin, señalando a la mesa
mientras su hermano le dio una mirada furiosa.
Will arrastró la silla para ella y luego se tumbó en la suya sin mover la
mía. Lo que estaba bien, por supuesto, yo era capaz de hacerlo. Era una
mujer del siglo XXI. Rose, sin embargo, parecía escandalizada.
Dado que nadie estaba realmente comunicativo con la información que
necesitaba, decidí adentrarme en eso.
—¿Qué vas a hacer? —Quería decir a mí, pero no pude. Sonaba
demasiado brutal.
Will levantó una ceja, su boca se deslizó hacia arriba en otra sonrisa.
—Voy a comer mi cena. Y no, no eres tú. No sé lo que has escuchado
por ahí en tu pequeño pueblo, pero no soy realmente un monstruo
come carne.
Bueno, punto en contra para los chismes del pueblo. Traté de lucir
como si nunca hubiera considerado esa opción. Lo más probable es
que fallé miserablemente. La ceja de Will se alzó aún con más
incredulidad.
—¿De verdad? ¿Ellos piensan que como personas?
—Will —dijo Rose, reprendiéndole.
Él suspiró y se echó hacia atrás, acomodándose. Rose se aclaró la
garganta y me miró con una expresión de falsa amabilidad.
—Así que… ¿Qué haces, Beauty? —dijo mi nombre como si estuviese
haciendo una broma—. La gente está muy ocupada ahora, en el mundo
moderno, ¿no?
—Soy una estudiante, ya sabes, ¿te suena la palabra preparatoria?
—He oído hablar de ella.
23
Me di cuenta de que posiblemente sus palabras no fuesen del todo
sarcásticas y que puede que solo hubiese oído hablar de ella. No sabía
cuál era la opción real, pero sí sabía que él había estado aquí mucho
tiempo.
Bueno, probablemente él estaba siendo sarcástico.
—Nunca fui a la escuela —dijo Rose. Ella parecía determinada a tener
una conversación civilizada, todo lo contrario a lo que estaba haciendo
Will. No sabría decir si no le gustaba personalmente, o solo odiaba a
todo el mundo. Ambas opciones eran buenas, posiblemente.
—¿Qué hay de ti? ¿Cómo ocupas el tiempo? —Necesitaba hacer
preguntas, esbozarle. Necesitaba sacarle toda la información que
pudiese. Mi voz sonó fuerte y segura, pero mis manos estaban
temblando, así que las puse sobre mi regazo para que él no se diese
cuenta.
—Cazo a ciudadanos inocentes y aterrorizo a sus hijos —dijo, con una
sonrisa sarcástica—, y cuando me siento realmente maligno, leo libros y
dibujo.
—Will adora leer —dijo Rose. Esa frase le ganó una afilada mirada que
le lanzó de reojo y volvió a mirarme, desafiándome a confirmar otra
leyenda del pueblo.
—Ya entiendo que estás bromeando, pero tú cazaste a mi padre. —Me
estaba empezando a cansar de sus referencias sarcásticas a los mitos
del pueblo. Tenía buenas razones para temerle a este sitio y mi padre
era prueba de ello.
Un músculo en su cara tembló y sus ojos, azules eléctricos, recorrieron
mi cara. Rose hizo un sonido débil, como si estuviese pensando algo
triste. Ninguno de ellos dijo nada.
Justo cuando el silencio se hizo inaguantable, un sirviente irrumpió de
la puerta con unas tazas humeantes. Sus manos posaron una taza de
sopa en frente de mí, la sopa estaba hirviendo y olía bien, pero no
reconocía de qué estaba hecha. Metí la cuchara, aunque ya no tuviese
apetito. Tenía que comer algo. Tenía que estar fuerte para poder
escapar.
—Eso es puré de calabaza —dijo, desdeñoso.
Probé el puré y estaba buenísimo. Pero eso no lo pensaba decir.
24
—Nunca respondiste a mi pregunta —dije—. Nunca me dijiste qué es
lo… lo que vas a hacerme.
Él alzo una ceja.
—¿Tengo que hacerte algo?
—¡Me llamaste Chica Maldita! Forzaste a mi padre para que me
entregue a ti. Debes de querer algo.
Me dio una mirada que me hizo sonrojar hasta la raíz del cabello.
—Eso no —dijo, deshaciéndose de la idea.
Idiota. Ni siquiera había querido decir nada de eso. Apreté mis dientes
para mantener las palabras de enojo dentro.
—¿Y ahora qué?
—Sí eres la Chica Maldita, vas a ayudarme a liberarme de la maldición
de la que estoy preso.
Volvió su atención a mi sopa.
Ni de bromas quise decir. Pero supuestamente, tenía que cooperar.
—Bueno, ¿y qué se supone que tengo que hacer? Dímelo, por favor,
porque a mí, desde luego que no me gusta estar aquí. De hecho, me
gustaría irme lo más rápido posible. ¿Si rompo esa maldición me
dejarías march…
Él me miro con cara aburrida, a los ojos.
—Por favor, come y calla. Estoy intentando comer.
—Will… —dijo Rose.
Él la miró con tanta intensidad que ella se enflaqueció bajo su mirada,
quedándose callada. Will volvió a concentrarse en su sopa y Rose
comenzó a comer como si la vida dependiese de ello.
Me vino la imagen de que él era un perro grande y viejo y ella era un
cachorro revoltoso y de vez en cuando, ella se pasaba de la raya y él la
ponía de nuevo en orden, para que lo dejase tranquilo.
Ahora que estaba más tranquila, pude hablar un poco más.
—Di mi vida por venir a vivir aquí…
25
—He visto cómo es el pueblo —dijo Will, curvando los labios—. Tú no
has dado nada. Solo has cambiando una serie de monedas con otra
persona.
La ira corrió por mis venas, cuando el rostro de Drew destelló delante
de mis ojos. Nunca lo volvería a ver si no salía de aquí. Me rendiría para
salvar a mi familia, incluso si ellos me odiaban y pensaban que yo
también les odiaba a ellos. Y él escupía en mi sacrificio. Quería gritar.
—Tú no sabes nada sobre mí, ni sobre mi vida, ni sobre mi sacrificio —
respondí—. Eres un monstruo, tal y como narran los cuentos. De
verdad que eres una “Bestia”.
Ni se molestó en responder, solo se tomó la sopa.
Los ojos de Rose se posaron en mí. Sus labios temblaban, como si
quisiese decir algo, pero ella solo se llevó la cuchara a la boca.
Dejando la cuchara en el plato, retiré la silla y fui hacia la puerta.
Él era un monstruo. No en cuerpo, tal vez, pero definitivamente sí lo era
en alma.
Mejor que no pensase tanto en la maldición, cualquiera que fuese,
porque liberarlo iba a ser la última cosa que se me pasase por la
cabeza.
26
Capítulo 5
Traducción SOS por Omakehell.
Corregido por Mishy
Encontré mi habitación a la primera, esta vez. Puede que hubiese un
patrón en las habitaciones cambiantes. O que fuese totalmente
aleatorio. No lo sé. Ni me importa. Me desplomé sobre la cama, boca
abajo, sobre las sábanas blancas. Quería echarme a llorar. Mi garganta
me picaba, como si una mano gigante la estuviese retorciendo. Lancé
las almohadas sobre mi cabeza y gemí.
Los muros comenzaron a susurrar mi nombre.
Cosas comenzaron a arrastrarse y a silbar en la oscuridad que había
encima de mí. Las cortinas de la cama revolotearon. Los muros
gimieron y crujieron como si estuviesen hechos de papel, y cosas
desconocidas estuvieran pasando entre ellos. Comenzaron a recorrerme
escalofríos arriba y abajo. Me tapé los oídos con las manos, enterré la
cabeza en la cama otra vez, me mordí los labios para no gritar. Arrastré
la sobrecama sobre mí cuando los ruidos se hicieron más altos. ¿Qué
era eso? ¿Fantasmas? ¿Espíritus? ¿La casa también estaba encantada?
Levemente, y a través de ese ruido infernal, oí algo más.
Gritos.
Sonaba como si un hombre estuviese gritando. Parecía estar en una
horrible y dolorosa tortura.
Volví a poner mi cabeza bajo las sábanas, y cerré los ojos. No intentaría
salir a buscar una ruta de escape esta noche.
***
El sol me despertó. Me había dormido acurrucada en posición fetal, con
una manta agarrada entre mis manos. Me dolía todo el cuerpo.
Desperezándome, salí de la cama y miré alrededor.
Las paredes, bañadas por la luz del sol, estaban en silencio ahora.
¿Alguien había pintado flores en la pared, o era una jugarreta de mi
mente? Mi cabeza palpitaba.
Alguien llamó a la puerta. Era Housekeeper. Se apresuró a entrar sin
invitación y empezó a poner la ropa en la cómoda.
27
—Algunas cosas limpias para ti, querida. ¿Cómo dormiste? ¿Te sientes
bien? Te ves un poco pálida.
No parecía tan aterradora hoy. Tal vez había comenzado a
acostumbrarme. Me miró, sin hablar, mientras sostenía una masa de
color morado y negro de seda. Un vestido. Alisó el corpiño y jugó con la
falda, consiguiendo que el encaje de volantes se pusiese bien.
—¿No es hermoso? Seamstress lo trajo anoche para ti. Tiene poco más
que hacer además de hacer ropa para el Amo cuando su… —Ella se rió
incómodamente. Cuando yo dije más sobre el vestido, sus labios se
curvaron hacia abajo. Lo puso en una percha y lo colgó en el armario.
—¿Por qué te llaman Housekeeper? —le pregunté—. Me parece muy...
específico.
Las manos de la sirvienta revolotearon a su pelo, que estaba todavía en
la cabeza en un moño anticuado.
—No recordamos nuestros nombres —dijo tras una larga pausa—. Es
parte de la maldición... la parte olvidada. No recuerdo nada de antes,
excepto nuestros deberes y cómo realizarlos. ¿Todavía sabes cómo te
llamas?
—Por supuesto —le dije—. Yo soy Beauty. —Hice una pausa. Eso no
estaba bien. Eso era lo que me habían llamado. Eso era cómo me
nombraba la maldición. Cómo me llamaba mi padre. ¿Pero era
realmente mi nombre? ¿Mío?
Mi nombre era otro. Algo amoroso, algo que mis amigos utilizan... El
pensamiento enraizó en mi mente, como una moneda atrapada en una
grieta. Me mordí el labio.
—Beauty es un nombre agradable —dijo ella, pensativa—. Housekeeper
es un nombre feo. Tan sencillo y directo. Es como llamarse cuchara, o
toalla. No me gusta. —Se detuvo y se apoyó su hombro contra el
armario, reflexionando—. Creo que debí haber sido llamada algo bonito
una vez.
—Bee —la interrumpí, recordando con una oleada de alivio—. Me
llaman Bee. Mi madre me llamaba así desde pequeña. —Mi madre.
Pensar en ella hizo que mi garganta se estrechase.
—Bee —dijo Housekeeper, disfrutando de la palabra—. Es un nombre
bonito también, precioso. Igual que Bumblebee.
28
No sabía lo mucho que le gustaría que le llamen Bumblebee, así que
esperaba que no resultara demasiado lindo. Intenté cambiar de tema.
—¿No podrías llamarte de otra manera si quisieses?
—Bueno, supongo, pero no sería yo. ¿Lo entiendes? Quiero mi nombre.
Asentí con la cabeza. Eso tenía sentido. Mi abuela siempre decía que
había magia en un nombre.
—Espera, ¿qué pasa con William y Rose? ¿Ellos saben sus nombres?
Housekeeper se encogió de hombros.
—El amo es muy tenaz. Él prometió que recordaría quién era aunque
eso lo matase. Pero la amante... la llamaban otra cosa, antes. Pero ella
ahora es Rose. Le queda.
Pensé en su frágil piel, las venas visibles bajo sus mejillas. Le quedaba
como un guante.
Housekeeper abrió la puerta para salir.
—Escuché a alguien gritando anoche —comencé.
Hizo una pausa, cogiendo un trozo de pelusa en su delantal.
—La casa hace ruidos. La maldición se convirtió en un gran
mecanismo, un instrumento, una caja de rompecabezas animado
cambiando en algo extraño y terrible solo para atormentarnos. A veces,
las paredes hablan, pero no responde, solo susurra poco sobre el
tiempo y las cosas, se hace eco de las palabras absorbidas por los
criados, ese tipo de cosas...
—Fue muy fuerte —le dije—. ¿Había alguien en problemas?
Los ojos de Housekeeper se precipitaron hacia la puerta abierta.
—Yo no…
—¿Fue... la casa? ¿Fue... tiene a alguien prisionero?
—No, no —dijo, ansiosa, como si la hubiera atrapado en un rincón—.
Ahora, si me disculpas. —Y con eso, huyó.
Un criado con llaves como dedos me trajo el desayuno y se presentó
como Locke. Mordisqueé una tostada mientras hacía mis planes. Hoy
iba a encontrar una salida. Si las ventanas no se podían romper,
entonces me gustaría encontrar una puerta. Un agujero. Una grieta.
29
Lo que fuese.
No iba a permanecer en esa casa aullante otra noche más.
Después de comer, exploré. La luz diurna hizo todo una hermosa ruina
de nuevo. Vagaba por las habitaciones sin fin, intentándolo con cada
ventana. Nada se rompió. Nada se abrió. No encontré ninguna puerta
que diese al exterior. Las únicas puertas que había, conducían a un
mayor número de habitaciones llenas muebles rotos y velas a medio
fundir. Mi frustración fue creciendo, junto con mi sensación de pánico.
Llegué a una biblioteca, la de antes. La luz del sol entraba por una
ventana de cristal manchada formando un charco de color rojo y azul
en el suelo. Las motas de polvo flotaban en el aire. El profundo silencio
colgaba pesado. Me detuve en el centro de la habitación y me di una
vuelta completa. Libros estaban por todas partes en montones. Había
más libros en el suelo que en los estantes.
Cogí el tomo más pesado que pude encontrar y lo arrojé por la ventana.
El libro se estrelló contra el cristal y cayó al suelo con un golpe. La
ventana no emitió ningún sonido.
Me dejé caer al suelo, mis dedos buscaron algo más pesado que un
libro, un pisapapeles, cualquier cosa. Encontré otro libro, pero en lugar
de tirarlo lo sostuve, hojeando las páginas con los dedos.
Tal vez necesitaba algo más pesado que los libros y taburetes. Tal vez
fuesen necesarios explosivos. Dinamita.
Casi sin pensarlo, arranqué una página del libro y lo doblé formando
una rosa de origami. El acto metódico de plegado y replegado me
tranquilizó. Pensé en mi abuela. ¿Qué haría ella?
Ella me diría que me tranquilizase y observase el entorno. Puedes
aprender lo máximo del entorno si no estás en pánico. Sus ojos azules
me sonreían y ella tocaría mi mano con la suya. Ella diría: Bee, eres el
tipo de chica que no huye de las cosas. Algunas personas llaman a eso
terquedad, y otros, estupidez. Pero yo lo llamo tenacidad y creo que vas a
salir de esa casa.
Una puerta crujió detrás de mí. Probablemente Housekeeper, que venía
a llamarme para comer.
—¿Qué estás haciendo?
Me di la vuelta a la voz, la rosa de papel en la mano revoloteando al
suelo. Will. La indignación estaba escrita en cada línea de su cuerpo.
30
—¿No puedo estar en la biblioteca? —solté, porque fue lo primero que
me vino a la mente. No podía decir que estaba buscando una manera de
huir.
—¡Estás rompiendo ese libro! —dijo, apuntado a la página que había
arrancado—. ¡Ese es un libro que no tenía ningún fallo!
Sosteniendo su mirada, me agaché y le arranqué otra página.
—Estoy haciendo rosas de origami.
—Bueno, es mi libro.
—Lo siento. —Arranqué otra más.
Él apretó los puños.
—Esta es mi casa, y te ordeno que te detengas. ¿No tienes ningún
respeto?
Se me cayó el libro y cayó con estrépito contra la alfombra. Doblé otra
rosa mientras hablaba y mis dedos volaban.
—No más que tú, por lo visto. ¿Qué se siente el ser tratado como
basura?
—No sé de qué estás hablando. —Su boca se hizo un tajo enojado
cuando frunció el ceño.
—Vamos a empezar con que eres un completo idiota —le dije—. Me
dijiste que era fea. Me dijiste que no te importaba el hecho de que me
quedase encerrada con ustedes. No te preocupas por los demás.
—Estoy maldito. ¿Crees que tengo tiempo para cuidar de ti también?
Terminé de doblar la rosa y la dejé caer también.
—Lo mismo va por ti, Bestia.
Se cruzó de brazos.
—Me gustaría mucho que no me llamaras así. Tengo un nombre.
—¿Ah, sí? Pensé que todo el mundo se llamaba según el rol que
ejecutaba en la casa.
—Si ese fuera el caso, entonces tú te llamarías perra —dijo. Sus
hombros subían y bajaban mientras me miraba. Sus ojos estaban muy
brillantes.
31
Me negué a responder a eso. Salí de la habitación y él no me siguió.
32
Capítulo 6
Traducido por Elizzen, Auroo_J y Vafitv
Corregido por Mishy
Me negué a cenar con ellos esa noche, aunque ambos tanto
Housekeeper como Rose se acercaron y me rogaron que fuera. Me senté
en mi habitación y traté de pensar en las maneras de las que podría
escapar de la casa además de simplemente volarla, lo que por supuesto
no iba a pasar.
Los sirvientes llamaron a la puerta, pero les dije a todos que se fueran.
Finalmente lo hicieron y yo estaba sola. El sol se hundió en el horizonte
y la oscuridad empezó a llenar la habitación, ahogándome en negro. Los
susurros comenzaron, una cacofonía de voces que zumbaban como
abejas en las paredes.
Y luego empezaron los gritos.
Me acerqué a la puerta y la abrí. Un pasillo largo y negro se extendía
ante mí. Los gritos sonaban apagados y lejanos. Cerré la puerta y la
abrí de nuevo. Los pasos se alejaron de mí, llevándome al laberinto
oscuro que había visto en mi primer día. Los gritos hicieron un extraño
eco distorsionado.
Eso venía del laberinto, entonces.
No fui escaleras abajo. No podría evitar las cosas desagradables, pero
no estaba loca.
Cerré la puerta, me apoyé contra ella y me mantuve así hasta por la
mañana.
***
—El amo tiene un mensaje para usted —informó Housekeeper.
Pasé un cepillo por mi pelo en el tocador. No me volví.
—No quiero verlo o hablar con él. Es un idiota.
Ella dejó una pila de sábanas limpias en la cama.
—Por favor, léalo, señorita Beauty. —Puso una carta sellada con cera en
la parte superior de las sábanas y se arrastró lejos.
33
Tal vez la había asustado con mis preguntas. Cuando se fue cogí la
carta. Naturalmente, no haría lo que él quería, pero podría leerla y ver.
Querida Chica Maldita,
Sé que estás interesada en encontrar una salida. Sé que a mi hermana le
gusta preservar un sentido de la decencia y del decoro y eso significa
comer con los invitados, no importa cuan exasperantes que sean. Así que
para preservar la paz, si te unes a mi hermana y a mí a cenar, podemos
hablar de tus esperanzas de escapar.
Su sirviente más humilde y obediente
"Bestia"
Estrujé la carta y la arrojé contra la pared con un suspiro a medias.
***
—No vas a encontrar una salida —dijo Will en la cena, después de un
silencio frío en el que los sirvientes trajeron la comida, mientras que
Rose tomó su vestido y su hermano y yo participamos en un concurso
de los ceños fruncidos.
—¿Perdona?
—Una salida de esta casa —repitió él. Sus ojos azules brillaron cuando
habló. Era un crimen, lo bellos que eran esos ojos. También hacían más
fácil odiarle. El atractivo iba de la mano con los villanos en la vida real,
daba igual lo que decían los cuentos de hadas.
—Hmmmm —dije yo.
—Es imposible —dijo él fríamente.
—Lo creeré cuando lo vea, Bestia.
Su cara se retorció con una atrocidad exquisita, ya sea por lo que le
había llamado o por mi falta de fe en su afirmación, no lo sabía.
—¿No crees que haya intentado escapar? ¿No entra en tu cabeza tonta
de una vez que si hubiera un salida fácil, como romper una ventana o
abrir la puerta correcta, lo habría hecho hace años?
—Bueno perdóname si no confío en ti. Te lo has montado bien aquí,
sirvientes a los que puedes mandar, un pueblo entero aterrorizado por
ti…
34
Se quedó muy quieto por un momento, sus hombros rígidos. El tenedor
tembló en su mano.
—Créeme, si pudiera dejar este lugar haría todo lo posible para
conseguirlo.
—Como demuestra tu inclinación a trabajar conmigo.
Él pinchó un espárrago con el tenedor.
—Eres exasperante.
—Eso me han dicho. Te llevarías bien con mi padre. Y todos mis
profesores del instituto. En realidad con la mayor parte de personas del
pueblo.
—Lo dudo. Me imagino que son tan patéticos como la última vez que
estuve ahí.
Quería abofetearle. Pero necesitaba información.
—¿Así? ¿Cuándo fue eso?
Él me miró.
—Mucho antes de que nacieras.
—¿Cómo es eso posible? ¿Cómo es que no tienes unos ochenta años?
No puedes tener más de veinte.
Él levantó una ceja.
—No soy tan viejo.
—¿Cómo es posible?
—Es la maldición. El tiempo aquí es diferente.
Eso me hizo congelarme.
—¿Diferente? ¿A qué te refieres con eso?
Will frunció el ceño.
—Me esclavizaron con la maldición hace cuatro años. Pero desde
entonces, más de una generación de aldeanos ha venido y se han ido.
Dejé caer mi cuchara y cayó al suelo.
—¿Solo cuatro años? Imposible. —Mi corazón seguía latiendo con
fuerza.
35
—Ese es todo el tiempo que pasó para mí, en esta casa.
—Solo me estás mintiendo para asustarme.
—Es verdad —dijo Rose. Ella había estado callada hasta este momento,
viendo nuestra conversación con los ojos abiertos. La miré y me di
cuenta, unas venas ligeras como las plumas marcaban su cara, el
delicado colorete rojo en sus mejillas. Sus pestañas, eran… ¿pétalos de
rosa desplegándose?
—Créeme, Beauty, tengo otras manera para asustarte. —La voz de Will
llevó mi atención de vuelta a él. Mi piel picó por el sudor y miré lejos,
pensando en los gritos del laberinto que escuché anoche.
A decir la verdad, le creía. Esta casa era lo suficientemente loca como
para ser verdad. Y si lo era, entonces tenía que salir de aquí
rápidamente. De lo contrario rompería la maldición y me encontraría a
Drew en la universidad o ¡mayor! Casado, quizás. De mediana edad. El
sería viejo y yo todavía sería una adolescente.
Mi corazón empezó a latir con fuerza. Intenté calmarme respirando
profundamente. No podía pensar en esto ahora. Necesitaba centrarme.
Conseguir que me dijera más.
—¿Cómo exactamente es eso diferente?
—No lo sé —dijo él—. Cuando nosotros… cuando la maldición hizo
efecto, las estaciones pasaban rápidamente. Nieve, primavera, hojas
caídas… lo vimos pasar por las ventanas a un ritmo vertiginoso. Pero
ahora las estaciones van más despacio. Es casi como si la casa fuera
una peonza gigante, girando durante tres años y ahora ha empezado a
pararse.
Una sensación de mareo amenazó con abrumarme. Cerré mis ojos y
respiré profundamente. Averiguaría más sobre esta cosa del tiempo más
tarde. Tenía que priorizar.
—Vamos a hablar sobre la maldición —dije intentando sonar como si no
estuviera a punto de ponerme histérica.
Rose suspiró suavemente, como si hubiera mencionado la muerte de su
mascota favorita. Will miró hacia otro lado. El músculo en su
mandíbula tembló.
—Dime —dije y mi voz sonó fuerte. Rose se estremeció.
36
Will volvió la cabeza y me pilló en su mirada. Quería encogerme debajo
de ella.
—Había una bruja y ella me maldijo. Maldijo toda la casa en extensión,
incluyendo a mi hermana. Ella dijo que había una manera de romperla,
si yo era lo suficientemente listo para encontrarla, y luego ella me dejó
con un enigma a resolver y un reloj de arena haciendo la cuenta atrás.
Recordé el reloj de arena de mi primer día en la casa. No había quedado
mucha arena dentro.
—¿Qué pasa si el tiempo se agota antes de que rompas la maldición?
Su voz era fría.
—Entonces yo… nosotros… permaneceremos malditos para siempre.
—¿Y qué hay de mí?
—No sé qué pasará contigo. Probablemente te quedes atrapada aquí
también. —No parecía que le importase tampoco. Lo cual no me
sorprendió. ¿Por qué habría de hacerlo?
Necesitaba que él siguiera hablando. No podía encontrar una manera de
resolver esto si no sabía todo lo que estaba pasando.
—Háblame de ese enigma —le dije.
—Romper el enigma, romper la maldición. Pero nunca he sido capaz de
entenderlo. Dudo que lo hagas mejor que yo.
—Hey, podrías intentar de contener tu optimismo. No hay razón para
poner sus esperanzas para arriba tan alto.
Él frunció el ceño.
—¿Siempre te acercas a situaciones graves con tal ligereza? No lo vas a
entender si yo no lo hice.
Me incliné hacia delante y lo miré.
—Pruébame, Chico Bestia.
Yo esperaba que se rehusara. En cambio, con el suspiro de un mártir
oprimido él puso los ojos en el techo y recitó las palabras, más parecido
a un niño obediente repitiendo un poema de la escuela para su abuela
que la temida bestia de la leyenda:
Dejé que el dueño de la casa esté Maldito
37
La oscuridad y la luz de la luna Cambian la Cara
A menos que él tome la más brillante perla
Para siempre, Él tomara su lugar
Criatura de Pesar y Desdén
Siempre dejado a extinguirse y Llorar
Su destino inscrito en Cartas de Amor y Furia
A menos que, la ayuda de una belleza él reciba
Otorgando el don tan buscado y Después
Romper la maldición con palabras y hechos.
Mi piel se erizó al escucharlo. Se suponía que debía… ¿brindarle ayuda?
¿Se suponía que iba a encontrar una perla? ¿Algo sobre la luz de luna?
—¿Ese es el enigma entero?
—Hemos repasado cada línea de docenas de veces —dijo Rose—.
Cientos, tal vez.
Will se me quedó mirando, impasible.
—¿Y no tienes ninguna idea de lo que podría significar? Pienso que no.
—¿Cómo puede ser? Acabo de oírlo. Necesito tiempo para pensar —
dudé, repasando las líneas otra vez en mi cabeza—. ¿Realmente creen
que soy la persona que “llama” belleza?
Sus labios tiraron hacia abajo.
—Bueno, tu nombre es Beauty. Si a eso se refería.
—William —dijo Rose, advirtiéndole.
El comentario picó.
—Si quieres mi ayuda, necesitas aprender a ser más agradable.
—¿Quieres romper la maldición?, quiero romper la maldición. No
necesitamos ser amables. Necesitamos ser eficaces. Ayúdame a
entenderlo y te voy a hacer una mujer rica.
Todo lo que quería hacer era salir de esta casa. Podía quedarse con su
dinero.
38
—Está bien —le dije—. Tenemos que ir a través de la maldición línea
por línea. Averiguar lo que significa. La primera parte te maldice,
obviamente. Pero esa segunda línea, “a menos que él tome la más
brillante perla”. ¿Se supone que encontrarás una pieza de joyería?
Él suspiró.
—Créeme, he puesto de cabeza esta casa en busca de algún tipo de
perla. Un collar de perlas, un arete de perla, un broche… cualquier
cosa.
—¿Y?
—Nunca he encontrado ni siquiera un poco de polvo de perla.
Mierda. Luché contra la sensación de decepción que brotó en mi
interior. Entonces se me ocurrió algo.
—¿Cómo estás seguro de que está en esta casa?
—Bueno, ¿cómo iba a romper la maldición de otra manera? La puerta
principal está cerrada para mí. Los siervos no pueden salir. Estamos
atrapados aquí como tú. Y otra cosa: la bruja que me maldijo solía vivir
aquí.
—¿Qué? —Eso era algo que nunca había escuchado antes en alguna de
las leyendas de la ciudad—. ¿Ella vivía aquí?
—Sí. —Él trazó un círculo sobre la mesa—. Ella era mi cuñada.
—¿Qué?
—Ella estaba casada con mi hermano.
—Entiendo lo que significa la palabra —gruñí—. Estoy sorprendida. Si
ella era tu cuñada, ¿por qué te maldijo?
—Es una larga historia —dijo—. Y realmente no importa.
—¡Podría!
—Mira. —Apoyó ambas manos sobre la mesa y se inclinó hacia delante.
Sus ojos azules se quebraron de emoción no hablada—. No me gusta
mucho tenerte aquí. Y yo realmente no quiero que te entrometas en las
partes privadas de mi vida. Así que ¿Por qué no comes la cena y luego
vuelves a tu habitación como una niña buena maldita y voy a llamar
por ti cuando necesite que me ayudes?, cualquier cosa que esto
implique. ¿Entiendes?
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—De ninguna manera —le dije, arrojando la servilleta y saltando—. No
soy ninguna marica que puedas encajar en tu presentación como Rose.
No me voy a acobardar, oh, la bestia de miedo, ¿qué voy a hacer? ¡Y
olvídate de mis responsabilidades aquí!
—¿Tus responsabilidades? —Movió las manos crispándose como si
estuviera deteniéndose a sí mismo de agarrar un plato y tirármelo.
—¡Se supone que debo ayudarte a romper la maldición, idiota!
—Escucha —dijo, levantando la voz un poco—. El hecho de que la
maldición podría hablar de ti, y nadie está seguro de que es incluso lo
que está haciendo cuando se habla de la belleza, eso sí, no significa que
tienes vía libre en esta casa, y eso no quiere decir que tengo que
escuchar todo lo que dices. ¿Entiendes?
—Bien. —Deslicé mi silla hacia atrás y me levanté—. Lo que sea.
—¿A dónde vas?
—A mi habitación. Estás siendo un completo idiota y yo no voy a pelear
por esto ahora mismo.
—¿Estoy siendo un qué?
No respondí. Solo me marché.
***
Esa noche, los gritos eran peor que antes. Se elevaron por encima de los
susurros en las paredes y el crujir debajo de mi cama. ¿Alguien más
podía oírlas? ¿Me estaba volviendo loca?
Me acosté en mi cama con una almohada apretada en mis oídos para
ahogarlos. Pero todavía me atormentaban. Incluso los susurros en las
paredes a mí alrededor no cubrían los sonidos. Escalofríos bailaban
arriba y abajo de mi piel mientras escuchaba. Las palabras de la
maldición bailaban en mi cabeza.
Deje que el dueño de la casa esté Maldito...
Pensé en Rose y Housekeeper.
La oscuridad y la luz de la luna cambian la cara...
Los gritos volvieron, arrastrándome de mis reflexiones morbosas. Me
retorcía bajo las sábanas, tratando de ponerme cómoda. Tratar de
dormir en vez de pensar en ello. Pero no podía. ¿Alguien estaba herido?
40
¿Estaba esa horrible bestia torturando a alguien? Alguien como yo,
¿atrapado aquí por una maldición maliciosa?
Siempre dejado a extinguirse y Llorar…
Alguien estaba de luto en estos momentos.
Aparté la manta y busqué a tientas las pantuflas que Housekeeper me
había llevado antes. Tenía que averiguarlo.
Sintiendo a lo largo de la pared, encontré una de las velas y la saqué de
su soporte. La llama encendida una vez que la vela estaba en mi mano,
al igual que antes. Lentamente, abrí la puerta de mi dormitorio.
Los pasos para el laberinto se alejó de mí. Una corriente viscosa captó
la llama de la vela y la hizo bailar.
—Tal vez se supone que debo bajar estos escalones —murmuré en voz
alta. Famosas últimas palabras, tal vez. Me acerqué hacia adelante. Mi
dedo golpeando en el escalón inmediatamente inferior. Mi pecho se
apretó firmemente.
Un grito de agonía resonó desde abajo. Me quedé helada.
Mejor no ir con las manos vacías. ¿Quién sabe qué estaba allí? Di un
paso atrás en mi habitación y cogí el soporte de vela de la pared
también. Era de latón pesado. Lo suficientemente bueno para
descalabrar monstruos en una pelea, ¿no?
Tal vez no, pero me sentí mejor sujetándolo.
Volví a la escalera. Tomando una respiración profunda, comencé mi
descenso. Cuando llegué a la parte inferior puse una mano en la pared
de piedra y empecé a caminar. La luz de las velas iluminaba solo una
pequeña parte en frente de mí. Era como caminar en la nada.
El grito se repitió, muriendo en un susurro antes de desaparecer en la
oscuridad completa.
—¿Hay alguien ahí? —Mi voz se hundió en la oscuridad como piedras
en un gran lago—. ¿Hola? Por favor, quiero ayudarte.
Oí un sonido áspero, ¿un tintineo de cadenas?
—¿Hola? ¿Eres un prisionero? ¿Hola?
Oí a alguien aspirar una bocanada de aire. Luego se quejó, el tipo de
gemido cuando estás rechinando los dientes para contener un sonido
mucho más horrible, como un grito.
41
Aprehensión ondulaba por mi espalda como una gota de sudor frío. Tal
vez esto había sido un error. Podría haber cualquier número de
aparatos de tortura terribles aquí, esperando a que me tropiece con
ellos. Tal vez esto era un truco del laberinto, como las paredes
susurrando en mi habitación. Tal vez…
—¿Estás herido? —susurré las palabras. Tenía miedo de la respuesta.
Esperé lo que pareció mil años. Y luego, oí una voz.
—¿Quién eres tú?
—Me llamo Bee —le dije, emocionada de escuchar una respuesta. Me
moví hacia adelante, buscando al que habló—. ¿Estás bien? ¿Eres su
prisionero también?
Él gritó otra vez, ahogando el resto de mis palabras. El grito se
extinguió en una tos. Casi con nauseas. Me acerqué con cuidado.
—¿Estás bien? —No era muy buena tratando con las personas
enfermas, como que “tiendo a desmayarme al ver sangre” o algo
parecido, pero no podía dejar que este pobre hombre sufra solo en la
oscuridad sin hacer algo.
—Por favor —dijo. Sin duda era una voz masculina áspera y
estrangulada—. Por favor no avance. La luz… no. Le hace daño a mis
ojos…
Me detuve obedientemente, protegiendo la llama con mi mano.
—¿Estás bien? —repetí. Traté de sonar calmada y suave, como una
enfermera. Pero mi voz en su lugar sonó temblorosa.
—Me duele todo.
—¿Estás encadenado? —Escuché cuando él se movió. Algo hizo ruido.
—Sí.
—¿Tú también eres un prisionero?
Hubo una larga pausa.
—Sí —dijo, como si tal vez él no lo hubiera tenido en mente y en este
momento lo admitía a él tanto como a mí.
—Yo también. —La emoción zumbaba en mis venas. Si había otros
prisioneros en esta casa, tal vez podríamos unirnos para buscar una
salida. Tal vez podríamos luchar y escapar de la bestia. Necesitaba
42
conseguir información de él. Podría decirme mucho, probablemente,
como dónde el chico bestia mantenía su salida secreta, o si los
sirvientes podían ser sobornados.
Comencé diciendo las preguntas sencillas.
—¿Has estado aquí mucho tiempo? ¿Cuál es tu nombre?
El gimió de nuevo.
—Liam. —Fue una exclamación más que una palabra. Sonaba como si
estuviera muriendo.
—¿Estás muy mal herido? ¿Hay algo que pueda hacer?
En respuesta, él volvió a gritar. Sonaba como si alguien le hubiera
clavado un cuchillo o algo así.
—¿Quieres que me vaya? —Di un paso atrás.
—No es tan malo cuando… estoy distraído… —Él inhaló bruscamente,
como si hubiera sido presa de un dolor repentino de nuevo—. Nos
ayuda… hablar con alguien.
—Está bien. —Me agaché. No estaba segura de qué era lo correcto. Mi
trato con los pacientes no era tan grande—. ¿Tú… quieres sostener mi
mano? —Era algo que las mujeres embarazadas hacían cuando estaban
con dolor. Podían apretar cuando les dolía. Tan pronto como lo sugerí
me sonrojé de la estupidez de mis propias palabras. ¿Lo puedes apretar
cuando te duela? ¿Qué era yo, acaso tenia 5 años? Extendí mis dedos
de todos modos y un momento más tarde otra mano la agarró.
Me estremecí con su apretón, hice sonidos suaves. Quería hacerle
tantas preguntas, pero esto probablemente no era una buena idea en
estos momentos.
—¿Quieres que hable, entonces? —le pregunté en voz baja—. ¿O nos
oirán los demás?
—Por favor… —jadeó—. Y no, ellos no escucharán. Nadie puede
escuchar. Todos son objetos de noche, todos ellos. Solo somos tú y yo
hasta el amanecer…
Los sirvientes, Will, Rose, ¿todo el mundo? la noche sería mi mejor
opción para lograr hacer algo, entonces.
—Estoy pensando en una manera de salir de aquí —le susurré, la
emoción ahogando mi voz—. He estado buscando por todas partes una
43
puerta exterior, el que está en el vestíbulo de la entrada está bloqueada,
pero tiene que haber alguna manera, en algún lugar…
—No la hay —dijo con voz áspera—. Toda la casa está sellada con
magia.
—Eso no puede ser verdad. —El miedo helado me inundó de todos
modos.
¿No hay salida? no le había creído a la bestia Will cuando lo había
dicho, pero si este prisionero también decía lo mismo…
No, no podía ser cierto. No podía renunciar a la esperanza.
—Tienen que romper la maldición para escapar —dijo, sonando como si
estuviera hablando con los dientes apretados. Probablemente sentía el
dolor de nuevo y trataba de contener el grito para que no me asuste. Su
apretón aplastó mis dedos.
La estúpida maldición otra vez. Casi dejé caer su mano, pero él se aferró
con más fuerza.
—¡No te vayas! siempre estoy solo por la noche. Completamente,
completamente solo.
—Yo… no lo haré. —La agonía en su voz rompió mi corazón. Al menos
podría hacer feliz a alguien en este miserable lugar, ¿cierto?—. Hablaré
de… algo agradable. ¿De acuerdo?
—Por favor.
Empecé a hablar. Al principio, mis palabras apenas tenían sentido.
Describí la manera en que los bosques se veían ahora, con la primavera
que desborda en todas las ramas y estallan en el suelo. Divagaba sobre
la puesta de sol y la manera en que el agua fría se sentía cuando te
zambulles directamente en una piscina. Hablé de mis libros favoritos y
de los menos… favoritos. Le hablé sobre como mis paredes susurran en
la noche, como si en ellas se almacenaran una comunidad entera de
fantasmas. Le dije lo mucho que me quería escapar.
Gradualmente su apretón se relajó, como si la cadencia de mi voz lo
pusiera a dormir. Hablé hasta que estuve ronca y luego me senté y dejé
que el silencio nos envolviera como un manto negro y caliente. Podía oír
su respiración, baja y estable. Finalmente le dio a mi mano un apretón
final y la dejo ir.
—Gracias…. el peor dolor se ha ido.
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Me puse de pie.
—Probablemente debería irme. Me meteré en problemas si ellos me
encuentran aquí.
—Sí, deberías irte —dijo. Su voz sonaba mejor, ahora, no tan áspera.
Pero todavía extraño, como si él hubiera tragado piedras.
Me arrastré lejos. Mi vela se había consumido hasta un nudo, y lo
acuné en mi palma. Encontré la escalera y subí a mi habitación.
Deslizándome en la cama, cerré mis ojos, puse mis manos sobre mis
oídos para silenciar los susurros y caí directamente dormida.
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Capítulo 7
Traducido por krispipe, lauraaaaa y Alexiacullen (SOS)
Corregido por yuya
Desesperadamente quería preguntarle a Housekeeper sobre el
prisionero del laberinto, pero no me atreví. Si alguien sabía que yo me
estaba escabullendo allí para colaborar con él, probablemente sería
encerrada por la noche también. Pero me preguntaba sobre Liam todo el
día. ¿Se había visto obligado a venir aquí, como yo? ¿Había un trato
pactado con su familia, se había sacrificado por el bien de ellos? ¿O como
mi padre, había tontamente tratado de tomar algo de la maldita casa?
Recibí mi habitual citación para unirme al Amo y Rose para la cena.
Tristemente me preparé para la prueba, poniéndome mi par favorito de
jeans y un suéter negro. Me sentía fuerte de negro. Incluso me puse
algo de maquillaje del que había traído en mi mochila. No estaba segura
por qué lo hacía, no era como si quisiera verme bonita para ese idiota,
¿no? Pero antes de que pudiera quitármelo, el servicio estaba llamando
a mi puerta para llevarme a cenar y ya era demasiado tarde.
Butler me escoltó de nuevo. Intenté colar preguntas sobre posibles
rutas de escape, pero él no las respondió. No decía mucho de nada,
excepto: —Tendrás que preguntarle al Amo sobre eso—, lo que ambos
sabíamos que no haría. Yo echaba chispas todo el camino hacia el
comedor, el cual era largo, porque la casa nos mantenía mandándonos
en círculos. Cuando llegué al comedor y Butler me hizo una reverencia
a través de la puerta, la Bestia ya estaba esperando junto a la silla.
Rose no estaba a la vista. Hizo una reverencia, lo que me tomé como un
gesto sarcástico.
—Beauty.
—Bestia —dije, falsamente dulce. Era una respuesta estúpida, pero
pareció molestarle, y eso me alegró.
Dirigió una mirada "menos que contento" hacia mí cuando lo llamé
Bestia. Pero no dijo nada. Tomamos nuestros asientos, en los extremos
opuestos de la mesa y miré a mis cubiertos mientras él jugaba con su
servilleta.
—Me alegra que te unieras a mí esta noche —dijo.
—Ahórratelo.
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—Estoy intentando ser amable contigo —espetó.
—No me importan tus falsos modales —murmuré.
Parecía molesto, pero realmente no me importaba. Él nunca había
tenido a nadie que le contestara en su vida, excepto a mí. Sería bueno
para él.
—¿Dónde está Rose?
—Ella se siente mal esta noche. Va a cenar en su habitación.
—Ah —Bien, entonces. Tendría que soportar su compañía sola.
Los sirvientes trajeron nuestra comida y comimos en silencio. Cuando
terminamos la cena, los sirvientes despejaron los platos y el Chico
Bestia se levantó.
—Si me disculpas…
Lo último que quería en el mundo era hablar con él, pero la idea del
pobre Liam en el laberinto apretó mi mente. Necesitaba encontrar una
salida, por su bien tanto como el mío. Tenía que hacer algo.
—Espera —protesté—. Deberíamos hablar más sobre la maldición.
Quizás yo pueda…
—¿Por qué molestarse? No vas a resolver nada. Te lo dije, he estado
buscando durante años sin suerte. Realmente dudo que seas capaz de
encontrar algo que yo no haya encontrado, sobre todo desde que he
vivido en esta casa toda mi vida y tú acabas de llegar aquí.
—Estás realmente malhumorado —le respondí—. Y eres un imbécil.
Siento que tengas una horrible maldición sobre ti, pero aparentemente
te lo merecías. Y no merecía estar encerrada aquí contigo porque no le
hice nada a nadie. Así que ¡por qué no tomas un Xanax y me ayudas a
averiguar cómo podemos romper esta cosa para que pueda salir antes
de que mi novio se muera de viejo sin mí!
Su expresión cambió ligeramente.
—¿Novio?
—Apuesto que es difícil de imaginar, ¿no? ¿Qué hay alguien por ahí por
quien me preocupo? ¿Qué vine aquí porque quería rescatar a mi familia
de una maldición que mi padre estúpidamente desató sobre nosotros?
¿Por qué quería rescatarlos de ti y la marca que infringiste sobre él?
Su irritación se desvaneció en asombro.
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—No puse la marca en tu padre. La maldición la puso ahí.
—¿De qué estás hablando?
—Cualquiera puede entrar en esta casa, pero no todo el mundo puede
salir. Tu padre hizo una promesa para que lo dejara ir. Dijo que yo te
necesitaba, dijo que se suponía que estabas aquí debido a tu nombre,
debido a la leyenda. Dijo que sabía que vendrías si él te lo pidiera…
—No —dije, interrumpiéndolo. No podía ser cierto. Me había ofrecido
tan pronto como oí las condiciones, tan pronto como supe lo que estaba
en juego. Mi padre no…
Pero mi padre sabía que lo haría. Por supuesto que lo hacía. ¿Lo había
hecho a propósito? No podía creerlo. Él nunca haría eso. Nunca lo
haría…
—Las historias del reloj de arena mágico son bastante conocidas en tu
ciudad —dijo Will—. ¿No? Dicen que la arena del reloj preserva la vida,
lo que por cierto es una fábula inútil. Muchos han tratado de llegar a él
antes. La mayoría ni siquiera llegó a través de la puerta frontal. Pero tu
padre… Por alguna razón, la casa le dejó entrar.
Un recuerdo se deslizó en mi mente. La cara de mi padre, torcida por la
culpa mientras me veía caminar hacia la casa. Sus ojos, evitando los
míos. Sus manos, temblando.
El shock me había inmovilizando. No me podía mover.
En el fondo, como el dolor de una herida de arma blanca, sabía que él
estaba diciendo la verdad.
—Él me suplicó. Me dijo que tenía una hija, Beauty, y que cambiaría su
vida por la de él. Que necesitaba un poco de la magia del reloj de arena
para su esposa… que se estaba muriendo y él sabía que yo necesitaba
una Beauty.
—¿Y tú le dejaste hacer eso? ¿Le dejaste simplemente regatear con mi
vida? ¿Como si yo fuera un saco de patatas? ¿Un libro que nadie quería
usar más? —yo luchaba por respirar. Apenas podía pronunciar las
palabras.
Will frunció el ceño.
—Pensé que era asqueroso y servil, pero estaba impotente. Me quedé
allí mientras él me contó, y entonces le dije que saliera. Pero la
maldición… puso la marca en él y entonces le conté la verdad. Que esa
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era una promesa, que tenía solo unos días para traerte o todos ellos
entrarían en una maldición ellos mismos. Pero fue un trato de la
maldición, no mío.
—¿Qué quieres decir, la maldición llegó a un trato? No es una persona.
—La maldición tomó vida propia cuando se manifestó en nosotros,
como todas las maldiciones hacen. ¿Crees que tengo algún control
sobre la magia en este lugar? Ella hace lo que quiere. Y ella te quería.
Tu padre sabía eso, también, de alguna manera.
Estaba completamente entumecida. Mi mente giraba con recuerdos…
los ojos de mi padre encontrando los míos, su voz quebrada explicando
que había perdido, que había entrado en la casa para refugiarse de una
tormenta, que ella le había pedido que me llevara de vuelta o los
mataría a todos. Recordé la marca en su muñeca, hinchada como un
moratón, pulsando con luz justo debajo de la piel como si un fósforo se
hubiera deslizado en sus venas.
—Lo hizo por ella —dije, mis labios entumecidos mientras las piezas
hacían clic en su lugar—. Mi madrastra. Ella tiene cáncer.
¿Era eso un rastro de simpatía en su rostro, o simplemente asco?
—¿Él cambiaría la vida de su hija para que ella se recupere? ¿Qué clase
de padre es?
Era difícil pensar. Difícil respirar. Difícil escuchar el sonido de mi
corazón en mis oídos. Había sido vendida como un saco de maíz.
—No creo que sea realmente su hija. Sé que él no cree que sea
realmente su hija. Mi madre… —No quería terminar. Solo quería llorar.
Pero no había lágrimas. Nunca había lágrimas.
Di media vuelta y salí de la habitación, él no me siguió. Volví a mi
dormitorio y me tumbé en la cama con una almohada apretada contra
mi boca. Cuando los gritos del laberinto comenzaron después de caer la
noche, subí a mi cama y cogí una vela fresca de la pared. Ahora era mi
turno de necesitar a alguien para hablar conmigo.
Él había estado esperándome, creo. Su voz resonó en la oscuridad.
Estaba jadeando en voz baja, como si estuviera tratando de sobrellevar
el dolor y fallando miserablemente.
—¿Bee?
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—Soy yo. —Me acerqué a su lado y entonces alcancé su mano en la
oscuridad—. ¿Estás muy dolorido esta noche?
—Sí —susurró.
—¿Qué te pasa?
—Estoy cambiando. Todas las noches me cambio en una criatura. Un
animal. ¡Igual que todos en este maldito lugar!
Sus manos estaban calientes en las mías. Un escalofrío recorrió mi
brazo.
—¿Una criatura? ¿Como…un monstruo? —De repente las cadenas
tuvieron sentido. Él vaciló. Probablemente sintió mi miedo.
—Sí. Por favor no tengas miedo.
—¿Me harás daño?
—No. Estoy encadenado como un perro. Así no puedo hacer daño a
nadie o romper cosas. Así no puedo hacerme daño.
Eso sonaba horrible.
—¿Bee?
—Estoy aquí. ¿Cómo te sientes?
—No es tan malo ahora —dijo—. Es bueno tener compañía.
—Sí… —Era bueno tener compañía. Alguien con quien hablar a quien
no iba a gritar y gruñir. Mi garganta se apretó firmemente con lágrimas
no derramadas y tomé un rápido aliento.
—¿Estás bien? —preguntó Liam.
—No.
—Cuéntame. —Su tono era suave, a pesar de estar mezclado con dolor.
Esto destapó la emoción en mí y derramé la historia para él. No dejé
nada fuera… mi padre, la Bestia y sus atrocidades, la loca casa y los
susurros en mi habitación. Drew. Mis amigos. Cómo estaba temerosa de
salir y encontrarlos a todos quince años mayores que yo.
El escuchó cuidadosamente. Podía escucharle respirando en la
oscuridad cerca de mí y me hizo sentir mejor.
—Mi padre no me quiso —concluí, dando un final trágico a mi cuento
trágico. Sólo diciendo estas palabras me hacían sentir como si hubiera
50
tragado un montón de piedras. El dolor colgaba en mi pecho,
haciéndose pesado. Mi corazón era una masa de crudo y palpitante
dolor.
—Tu padre es claramente un idiota, porque eres una chica valiente y
sorprendente. Justo ahora estás sosteniendo la mano de un hombre
lobo en la oscuridad, solo porque está solitario y lleno de dolor.
Apreté su mano y él me devolvió el apretón.
—Quiero sacarte de aquí.
—Eso no va a ocurrir —dijo—. No a menos que rompas la maldición.
—¿Eres peligroso si eres dejado en libertad?
Él sólo apretó mi mano de nuevo. Me pregunté si era un criado,
condenado a esto por algún imperdonable pecado al oponerse a la bruja
cuando ésta había pronunciado la maldición sobre todos. Pensé en
Will… ¿a él le preocupaba si quiera si Liam estaba ahí abajo, sufriendo?
—Estoy intentando descubrir que hacer. El pedante e imbécil a cargo no
parecía que fuera a ayudar en algo. Le llamo la Bestia, lo que creo que
no le gusta mucho.
Liam sólo se rió un poco y sonó más duro.
Había tenido probablemente problemas similares con Will, supuse.
Especialmente si él estuviera aquí abajo encadenado en la oscuridad
así.
—¿Liam?
—¿Sí, Bee?
—¿Serás mi amigo? No tengo amigos aquí.
Apretó mi mano de nuevo. Tomé ese gesto como un sí.
***
—Buenos días, Beauty. —Housekeeper anduvo de puntillas en la
habitación con una sonrisa preocupada. Me pregunté si había
escuchado la conversación entre su Amo y yo la noche anterior… ¿era
algo privado en una casa que susurraba y murmuraba en la oscuridad,
poseída por una maldición que hacía tratos con padres crueles sobre
las vidas de sus hijas?
51
Me di la vuelta y miré la pared mientras ella llenaba el lavabo de agua y
hacía una pelota con las ropas sucias al pie de mi cama. No quería
hablar. No quería respirar.
—No debes culpar al Amo —dijo después de un largo silencio que
probablemente interpretó como si me enfurruñara—. Él está muy
enfadado, por culpa de la maldición. Ha cambiado desde que aquello
ocurrió.
—Debería creerlo —murmuré. Era duro concentrarse en algo excepto
los sentimientos de traición que fermentaban en mi estómago—. Es
culpa suya.
—No recuerdo los detalles —murmuró—. La maldición, ya sabes,
interfiere con nuestros recuerdos… pero le recuerdo. No era mala
persona. Era un buen chico. Amable, honesto. Muy amigable. Pero
ahora está muy enfadado, muy dolido.
¿Amable… honesto? Casi me reí, pero tragué saliva y expulsé un
sollozo. La maldición debe haber dado bastantes vueltas con su cabeza.
Pensando que yo estaba llorando ó algo, Housekeeper se dirigió hacia la
cama y movió mi hombro torpemente.
—Ahí, ahí —dijo—. Funcionará. Ya verás. Eres la Chica de la Maldición.
Y ahora estás aquí para ayudarnos.
—¿Qué se supone que tengo que hacer? —estallé—. ¿Tengo que saber
para qué estoy aquí? La maldición no lo dice. Se supone que tengo que
dar ayuda. ¡No da ninguna… —Tiré las mantas para atrás y empujé mis
pies sobre el lateral de la cama—… dirección! Sólo alguna mierda sobre
perlas y luz de luna y cartas… —me quedé helada.
¿Cartas?
Una idea estalló a la vida en mi cabeza como una cerilla encendida.
Había asumido—como lo había hecho Chico Bestia, supongo—que las
cartas significan ABCs etc.
Cartas de amor e ira, decía. Pero ¿qué si se referían a cartas de papel?
¿Como correspondencia, como instrucciones, ó quizás incluso
explicaciones?
Me giré hacia Housekeeper.
—Bestia B… er, el Amo dijo que la bruja solía vivir en esta casa. ¿Dónde
estaba su habitación?
52
Housekeeper puso una mano en su mejilla. Su delgada boca trabajaba
como si estuviera intentando decidir si decirme algo ó no.
—No sé si puedo…
—Por favor —dije—. Esto le ayudará. Esto te ayudará. ¿No quieres
recordar tu nombre?
—Está bien —dijo—. Ven conmigo mientras limpio el polvo. Te enseñaré
que aspecto tiene. Pero no sé cuándo lo encontraremos. La casa está
muy revuelta por la mañana.
***
Para la sorpresa de Housekeeper, encontramos la habitación enseguida.
—Quizás quería ser encontrada —dijo ella, sorprendida.
Di varios pasos al interior de la habitación. El polvo estaba por todas
partes. Una cama con dosel dominaba el espacio y arrinconaba un
escritorio de aspecto frágil en la esquina. Cortinas de terciopelo cubrían
las ventanas, bloqueando la luz del sol.
Todo parecía muerto.
Housekeeper pronunció lentamente.
—La habitación ha estado triste desde que ella se fue. Como si el alma
hubiera salido de allí. Supongo que puedes decir que el alma de una
habitación es su residente, ¿no?
—Supongo. —Necesitaba pensar. Si había cartas ocultas en esta
habitación, ¿dónde estarían?
Empecé con el escritorio. Todos los cajones estaban vacíos de todo
excepto polvo. Mis dedos dejaron pequeños rastros en él, como
lágrimas.
Algo resbaló por mis dedos en los espacios intermedios… ¿una
cucaracha? Retrocedí, sobresaltada y entonces apreté los dientes y
seguí mirando. No tenía tiempo de estar preocupada por bichos. Pasé
horas buscando en los estantes de libros y hurgando en los rincones
polvorientos. El sol trazaba una estela luminosa en el suelo. Finalmente
me senté sobre mis talones, exhausta y frustrada más allá de las
palabras. Había pasado casi todo el día buscando y no tenía nada que
mostrar a cambio.
Quizás Will tenía razón.
53
Miré a la luz del sol que incidía directamente sobre la tarima del suelo.
Si solo el estúpido tiempo no corriera a velocidad cuádruple de lo normal
ó algo así, tendría mucha más libertad de acción con esto. Pero la luz del
sol brillaba sobre los listones de madera, ajenos a mi mirada...
Espera un segundo. ¿Brillaba?
Gateé por el lugar. Algo brillaba a la luz del sol. Un destello de metal.
Había algo brillante atrapado en la tarima del suelo.
Mi corazón empezó a latir el triple de rápido, llenando mis oídos con un
sonido crepitante. Metí mis uñas en la grieta, intentando cogerlo. Esto
podría ser algo importante, o podría ser un fracaso total, pero de
cualquier manera iba a sacarlo.
Una sombra cayó sobre mi mano. No miré hacia arriba. Estaba tan
cerca…la cosa brillante se deslizó un poco más lejos. Susurré llena de
frustración.
—¡Mierda!
—Housekeeper dijo que estabas aquí.
Aparté el pelo de mis ojos. Will era lo último que quería en ese
momento.
—¿Querías algo? Porque estoy ocupada rompiendo tu estúpida
maldición.
—¿En serio? —El desprecio en su tono me enfureció y metí más hondo
la uña por la grieta—. Porque parece como si estuvieras escarbando el
suelo con la pata.
—Si esperas un segundo, te enseñaré… —Mi uña enganchó el trozo de
metal una cadena la arrastré hacia arriba y la cogí con la otra mano.
¿Un colgante? Lo moví ante él—. Estaba oculto en la tarima. ¿Quizás
perteneció a la bruja?
Se agachó, ahuecando las manos alrededor del colgante. Sus ojos
parpadearon con reconocimiento, y el desprecio en su rostro se
convirtió en sorpresa.
—De hecho, sí. Esto era de ella.
Ninguna perla, sin embargo. Mi corazón se hundió un poco.
—Mira —dijo—. En la grieta.
Papel. Lo saqué con mis uñas y se lo tendí.
54
—Una carta. —El triunfo se alzó en mi pecho—. ¿Ves? Yo era útil.
Aparentemente el Chico Bestia era demasiado bueno para "escarbar el
suelo con la pata" y encontrar cosas.
—Déjame ver. —La arrebató de mis dedos y desplegó la carta. Me
incliné sobre su hombro para ver y me dio una mirada que decía que no
le gustaba que estuviera tan cerca. No me importaba.
Mi querido amor, la carta comenzaba.
La Bestia murmuró algo entre dientes.
Tu última carta me molesta profundamente. No puedo decirte lo triste que
estoy por tu opinión en este asunto tan importante. Si nosotros no
podemos estar de acuerdo en esto, ¿lo podemos estar en algo más?
¿La última carta? ¿Cuántas cartas había? ¿A cuál se refería la
maldición? ¿Y en qué habían estado ellos en desacuerdo?
Deseo con todo mi corazón tu felicidad, mi amor, pero lo que más deseo
es que tengas bondad. Si ser feliz te impide ser bueno, entonces preferiría
que fueras miserable. La miseria engendra arrepentimiento, después de
todo.
—Eso es alentador —murmuré.
Arrugó la carta con ambas manos y la tiró al otro lado de la habitación.
—No quiero leer más. Esto es repugnante. Ella pensó que podía jugar a
ser Dios con las vidas de otras personas. Pensó que podría poner unos
cuantos hechizos y que arreglaría todo. Estaba equivocada.
Sus hechizos nos arruinaron y la convirtieron en un monstruo. La
magia así corrompe hasta que el usuario está muerto y podrido por
dentro.
Fui a recoger la carta.
—¿Es de eso de lo que trata la maldición? ¿Una lección?
—En cierto modo —dijo—. En cierto modo era venganza. Creo que le
gustaba fingir que sus motivos eran altruistas. Tranquilizaba su
consciencia si pensaba que estaba enseñando algo en vez de solo
castigar.
—¿Qué había en la última carta, aquella de la que ella hablaba? —
pregunté, recogiendo el papel que él había arrugado y alisándolo con
mis dedos.
55
—¿Cómo debería saberlo? No la he leído.
—Pero tú la escribiste.
Me miró.
—No, no lo hice.
—¿No lo hiciste?
—No. Fue Robert, mi hermano. —Retrocedió un paso y se rió con
incredulidad—. Espera, ¿estás diciéndome que pensaste todo este
tiempo… que yo… que era quién… —Él se rió de nuevo, con frialdad. Se
pasó una mano por la cara y negó con la cabeza—. Eso explica mucho,
¿no?
—¿Qué? —exigí.
—Piensas que la maldición estaba puesta en mí.
—¿No lo estaba? —Pensé en la casa. Pensé en los gritos. ¿Estaba la
maldición puesta en la casa, en los sirvientes? Estaba en todos—.
Dijiste que fuiste maldecido, ¡no lo soñé!
—Bueno, quiero decir, lo estoy —comenzó pacientemente—. No se
suponía que estuviera en mí. Se suponía que tenía que estar en Robert.
—¿Su marido?
—Sí.
Me senté dejándome caer. Eso lo cambiaba todo.
—Espera —dije, agitando una mano—. Pero, ¿por qué estás maldito?
¿Por qué Rose está maldita?
—Ahí está la cosa de la magia —dijo Will— tiene una forma de irse de
las manos. Ella estaba realmente enfadada cuando creó la maldición.
La hizo demasiado grande y demasiado poderosa. Se tragó a toda la
casa y a toda la gente que había dentro. Una vez que la hubo hecho, no
podía deshacerla. Y, después de un tiempo, no quiso hacerlo. La magia
la arruinó también.
Mi cabeza estaba dando vueltas. Así que él no… nadie aquí tenía…
—Probablemente deberías contarme toda la historia —dije—, desde que
también formo parte de este encantador culebrón.
—¿Culebrón?
56
—No te preocupes por eso.
—Bien –dijo—, te lo explicaré. Cuando te unas a mí en la cena.
—¿Por qué estás tan obsesionado con que yo coma contigo?
—A Rose le gusta eso.
Estaba harta de sus pequeñas trampas, pero al final acepté. Porque al
final iba a conseguir la historia.
***
—Marian estaba enamorada de Robert desde el día en que se
encontraron —explicaba mientras comíamos. La carta estaba sobre la
mesa entre nosotros. Ahora estaba sentada a su derecha, en lugar de en
el extremo opuesto de la mesa. Rose estaba sentada frente a mí. De esta
manera podíamos ver y escuchar mejor. Pero eso no significaba que
estuviéramos empezando a llevarnos bien ni nada. Por supuesto que no.
Will estaba en el modo narración de cuentos en toda regla. Su cara
estaba enrojecida y sus ojos brillaban con su vida interior. Casi parecía
una persona normal, en lugar de un recluso maldito desde hacía
cientos de años.
—Robert, por su parte, nunca ha estado enamorado de otra cosa que no
sea el sonido de su propia voz.
—¿Por qué estuvo de acuerdo en casarse con ella?
—Bueno, Marian era rica cuando hicieron el acuerdo. Más tarde perdió
su fortuna y Robert comenzó a perder interés. Había demasiadas chicas
para permanecer fiel a una durante mucho tiempo.
—Eso es triste —murmuré. Perversamente deprimente, la verdad.
—Nuestro hermano era un consumado canalla –añadió—. De cualquier
forma, Marian no lo sabía al principio. O no le importaba. Ella le
amaba, aunque su afecto se estaba desvaneciendo. Se casaron en la
ciudad y vivieron aquí con nosotros. Marian tenía su propia suite de
habitaciones después de que Robert comenzara a derivar en sus
afectos.
—¿Ella era, ya sabes, una bruja estereotípica? —No estaba segura de
cómo preguntar si era una persona horrible y terrible.
Negó con su cabeza, con aspecto perplejo.
—No sé lo que quieres decir.
57
De acuerdo, así que quizás la bruja malvada no era un estereotipo en
su día.
—Ya sabes, ¿era malvada?
Su expresión se frunció.
—No, no en ese momento. Ella era encantadora.
Rose asintió con sus ojos abatidos. Me preguntaba si Marian había sido
como una hermana para ella una vez. ¡Que traición debía haber sido!
Por supuesto, lo podía entender.
—¿Entonces por qué puso una maldición en Robert?
Will suspiró. Lanzó una rápida mirada a Rose, quien estaba mirando
fijamente a su plato. Frotó sus manos y volvió a mirarme. —Érase una
vez, como dicen, mi hermano, mi hermana y yo vivíamos en esta casa.
Yo tenía catorce años y Rose casi doce. Mi hermano mayor, Robert,
administraba todo desde la muerte de mis padres. Era diez años mayor
que yo.
Abrí mi boca para hacer una pregunta y él levantó un dedo de
advertencia.
—Un día, una hermosa chica llegó a nuestra puerta. Su caballo había
perdido una herradura y ella estaba desamparada. Era Marian, por
supuesto —suspiró—. Era la chica más guapa que cualquiera de
nosotros había visto nunca… su cabello negro era como una franja de
tinta cayendo sobre su espalda, y sus ojos… tenía la habilidad de
mirarte y hacerte sentir como un príncipe o un completo idiota con una
sola mirada. Robert quedó prendado… le prestó su mejor carruaje y la
acompañó a su casa. Durante los siguientes meses la persiguió y
finalmente ella aceptó casarse con él e hicieron planes para la boda.
Me di cuenta de que sus dedos habían anudado la servilleta de su
regazo.
—Unas semanas después de su boda, Marian se enteró de que Robert
estaba viendo a otra mujer. Estaba furiosa… cuando escuchó los
hechos de los labios del detective que contrató, pensé que iba a
apuñalar al hombre. Pero sólo se quedó ahí, de pie, como si se hubiera
vuelto de piedra y, fuera, el cielo se volvió negro con nubes de tormenta.
Despidió al hombre, se giró y fue a su habitación. La encontré allí
escribiendo una carta…
—¿La carta que encontramos?
58
—Sí, eso creo. Se puso de pie cuando entré, me miró con esos ojos
perforándome y me dijo que esperaba que yo no saliera como mi
hermano. —Se quedó en silencio en ese momento, con la barbilla
apoyada en su mano. Mirando fijamente a las velas en la mesa. Me
preguntaba qué estaría pensando. ¿Pensaba que se había vuelto como
su hermano?
Esperé a que continuara. El silencio se envolvió en mí, frágil como el
cristal… cualquier ruido que hiciera lo rompería. Me senté sin moverme
hasta que él se estremeció.
—¿Dónde me había quedado? Lo siento. Ella se fue esa noche. Escribió
las palabras de la maldición en una carta y la dejó en el vestíbulo. Me
desperté con un golpe de la puerta delantera… alguien de la ciudad vino
a decirme que mi hermano había muerto en una pelea de bar a las once
y media de la noche. Encontré la carta de Marian justo después de
recibir la noticia de la muerte de Robert. Y la maldición, como todo
hechizo hace, tomó efecto a medianoche.
—Pero tu hermano estaba muerto… —Estaba empezando a tener
sentido. Mi estómago se encogió cuando lo entendí.
Él se encontró con mis ojos.
—Sí. Mi hermano estaba muerto y la maldición cayó sobre mí en su
lugar. Y debido a la furia de Marian, la maldición fue demasiado
poderosa. Envolvió todas las cosas. Los sirvientes estaban obligados,
Rose también y la casa. Y así todos somos prisioneros. Esperando el día
en que se rompa. Esperando —hizo una mueca— a ti.
—Pensé que dijiste que no me necesitabas.
Se frotó la frente.
—Dije muchas cosas, estaba realmente enfadado el otro día y a veces
soy demasiado precipitado. Encontraste esta carta. Te has demostrado
sorprendentemente suspicaz. Tal vez te necesitamos.
Me moví en la silla. El más pequeño goteo de buenos sentimientos,
mezclado con el malestar porque yo todavía no le gustaba, se
encharcaba en mi estómago. Había encerrado al pobre Liam, por
ejemplo. Y era un completo idiota. Pero…
—¿Qué les sucederá si no lo rompen a tiempo?
Su voz fue plana pero constante.
59
—Entonces llegaremos a estar malditos para siempre, atrapados en las
formas que tomamos por la noche hasta la muerte.
Rose se cubrió los ojos con las manos. Incluso sus dedos tenían el
rubor rosado de nuevos brotes. De repente me sentí fatal por ella. Era
sólo una niña pequeña, realmente. Ella no había pedido nada de esto
mucho más que yo. O, para ser justo, más que Will.
—Queremos las mismas cosas —dije lentamente.
—¿Estás intentando ofrecerme una tregua?
Me encogí de hombros.
—No te gusto. Esto no significa nada. Sólo quiere decir que quiero salir
de aquí tanto como tú. Y finalmente te has dado cuenta de que podía
ayudarte.
—¿Así que dejarás de asaltarme todas las noches?
—Solamente si dejas de insultarme en cada oportunidad. Y sólo si
empiezas a actuar mejor. Y sólo… —mi corazón latía con fuerza— si
liberas al chico del laberinto.
Rose bajó las manos de sus ojos. Junto a ella, Will se puso tenso.
—Lo siento, eso es imposible.
—¿Qué ha hecho? ¿Por qué tienes que mantenerlo encadenado de esa
manera?
—Eso no importa. No es de tu incumbencia —Puso una mano en el
brazo de Rose porque parecía como si estuviera temblando.
—¡Está mal! No deberías mantenerle prisionero. Está sufriendo ahí
abajo.
—No hables sobre cosas que no entiendes.
—Tienes razón. No lo entiendo. Deberías hacérmelo entender,
explicándolo.
Se puso de pie. Pude sentir la ira rodando fuera de él.
—No. No tengo que explicarte nada a ti.
—¿Qué hay sobre la tregua?
—Trabajaremos juntos para romper la maldición. Esto es todo. Lo
tomas o lo dejas.
60
—¿Qué hay sobre Liam? —le encaré tercamente. No iba a dar marcha
atrás en eso—. Eres un monstruo por mantenerle ahí abajo.
Me miró fijamente, pero lentamente la furia se desvaneció de su rostro y
sus hombros se relajaron.
—No puede ser libre hasta que la maldición esté rota.
Suspiré. No sabía si podía creerle. Pero verdaderamente necesitábamos
trabajar juntos. Le tendí mi mano.
—Trabajaré contigo. Por el bien de Liam. Y por el mío propio. No por el
tuyo.
Tomó mi mano y la estrechó. Un escalofrío recorrió mi brazo y lo dejé
caer tan pronto como el apretón de manos fue hecho. Realmente no
quería tocarle.
Estaba haciendo esto por Liam. Por la pobre Rose y los sirvientes. Y por
mí misma.
No por la Bestia.
61
Capítulo 8
Traducido por PaulaMyfair
Corregido por yuya
Después de hacer mi difícil tregua con Will, las cosas se acomodaron en
un patrón. Los días se enmascaraban entre sí empapados por una
lluvia de acuarelas. Will siguió siendo un idiota, seguí luchando
alternativamente con él e ignorándolo. Rose, por otro lado, era más
agradable cada día. Tenía una sonrisa tímida que me contagiaba y me
daban ganas de devolverla.
Comenzó a seguirme por todos lados, como un perrito faldero, mientras
recorría la casa buscando maneras de salir y tratando de pensar en lo
que podía significar el enigma de la maldición. Cuando Housekeeper me
traía el almuerzo durante mi búsqueda, empezó a comer sándwiches de
pepino y a beber té conmigo. Will, por otra parte, me evitaba como un
gato evita agua, excepto para las cenas, a las que él estrictamente
observaba.
Por mi parte, pasé una semana buscando en la habitación de Marian
cualquier cosa que pudiera ser mencionada en la maldición y visitaba a
Liam cada noche en el laberinto, contándole sobre mi progreso y
derramándole mi corazón.
—Odio a Will —dije una noche mientras estábamos sentados juntos en
la oscuridad.
Las cadenas de Liam resonaron mientras cambiaba de posición.
—El odio es una cosa fea, Bee. Es como un músculo. Cuanto más se
ejercita, más fuerte se vuelve. Corrompe a la persona que tiene en su
interior. Mira lo que le pasó a Marian. —Yo no sabía qué decir. Me
sentía culpable.
—¿Que le pasó a Marian después de que maldijera a todos?
Liam suspiró.
—Ella es una sombra de su antiguo ser. Una mujer retorcida y fea.
—¿Todavía está viva? —Recordaba vagamente a Will mencionarlo. ¿Por
qué no pensé en esto antes?
—Ella vive en las Tierras Mágicas.
62
¿Las Tierras Mágicas?
—¿Qué es eso?
Liam vaciló.
—Vas a tener que preguntarle a Will sobre eso.
—Will me odia más de lo que lo odio. No me dice nada.
—Él está roto por dentro y está arremetiendo. Creo que quiere tu
amistad. Está solo, ya sabes. No sabe cómo pedirlo.
—¿Mi amistad? Lo dudo —murmuré.
Liam se quedó en silencio, que es lo que hacía cuando pensaba que
estaba siendo excesivamente terca.
—Está bien. Voy a tratar de ser amable con él. Y voy a preguntarle
acerca de las Tierras Mágicas.
—Gracias —dijo Liam—. Lo necesita. Te lo prometo. Todo el mundo
necesita amor.
Supuse que estaba pensando en sí mismo cuando dijo la última parte.
Yo había notado que sus gritos y gemidos habían disminuido desde que
había comenzado a visitarlo por la noche.
Tal vez su pedacito de la maldición estaba mejorando. Tal vez estaba
haciendo progresos de alguna manera.
***
Estábamos cenando. O más bien, Will y Rose estaban cenando. Yo
estaba sentada jugando con mi comida, tratando de reunir el valor
suficiente para hacerle mi pregunta. Él parecía sentir mi temor, porque
no dejaba de dispararme miradas que no podía descifrar. Como si
supiera que estaba nerviosa, y no estaba seguro de si quería fomentar
el sentimiento o calmarme.
Un nerviosismo se deslizó por mi espalda. Iba a sacarle el tema, a
quemarropa.
—Si Marian todavía está viva, ¿entonces por qué no podemos pedirle
que quite la maldición?
Will quedó helado.
—Esa es una idea realmente mala.
63
—¿Por qué? —Exigí. Estaba harta de él haciendo declaraciones crípticas
y nunca siguiendo con las explicaciones.
—Porque sí. Marian está loca ahora. Ha estado completamente
corrompida por su magia. No va a hacer nada por nosotros.
—¿Qué hay de mí? ¿Y si yo le pregunto? Ella no me odia.
—Ella odia a todo el mundo — dijo.
Se hizo el silencio. Will miró fijamente su comida. Me mordí el labio. Yo
tenía otra pregunta que hacer.
—¿Que son las Tierras Mágicas? —No mencioné a Liam.
—¡Oh! —dijo Rose, como si hubiera dicho una palabrota.
Will levantó sus ojos a los míos, pero no dijo nada durante un largo
rato. Anudé mis dedos en mi regazo. ¿Había dicho algo muy malo?
—Las Tierras Mágicas —repitió, pareciendo triste.
Rose parecía aturdida, como si hubiera sacado un tema prohibido pero
secretamente soñado.
—Will no me deja ir allí —dijo.
—¿Qué es eso? —le pregunté directamente.
—Esta casa, una vez maldita, pasó a formar parte de otro mundo. La
maldición la une a las Tierras Mágicas, un punto de encuentro para
todas las cosas mágicas. Es por eso que no estamos sujetos al tiempo.
—¿Y podemos ir allí? Pensé que no podías salir de casa. —Realmente no
sabía si quería eso. Sólo quería intentar algo.
—Técnicamente, mi casa es ahora una parte de las Tierras Mágicas, así
que las reglas son diferentes. No podemos quedarnos en el gran Fey
mucho tiempo y no podemos escapar a través de él. Sólo podemos
volver aquí. Pero ir allí no es una buena idea. Es peligroso, y además,
Marian está allí.
—Perfecto. Tenemos que hablar con ella. Y no me asusta el peligro. —Yo
estaba totalmente asustada.
Él negó con la cabeza.
—No es lo que estás esperando. No es un lugar agradable.
—¿Cómo diablos sabes lo que estoy esperando?
64
—Confía en mí. Tú no quieres ir. Eso sólo va a deprimirte. Y no va a
solucionar nada.
Primero que nada, él sólo había lanzado un desafío. Segundo, ¿desde
cuándo le importan mis sentimientos? Yo estaba sospechando. Crucé
mis brazos y fruncí el ceño.
—Yo quiero ir. Ahora.
—¿Ahora? —Arqueó una de sus cejas peligrosamente.
—Sí —susurré.
—Tendrás que cambiarte —dijo, dándome un vistazo que sugirió que
mis pantalones vaqueros y camiseta eran similares a la ropa de
mendigo ante sus ojos—. Algo más, eh, magnífico. Seamstress
probablemente tiene algo para ti.
Rose aplaudió.
—Voy a ayudar. Te vas a ver hermosa. Igual que una verdadera dama.
De alguna manera yo dudaba eso. Pero no quería arruinar la sonrisa en
su rostro. Así que dije que estaba bien. Cualquier cosa.
Después de cenar me fui a mi habitación y saqué uno de los vestidos de
mi armario. Lo miré con ojo crítico, suspiré y me lo puse. El tejido era
negro y de encaje. La falda con volantes se arrastraba por el suelo, y el
corpiño era tan apretado que casi podía sentir mis costillas
rompiéndose.
—Te ves deslumbrante —dijo Rose con una sonrisa soñadora—. Como
una princesa enojada.
Sombríamente, examiné mi propio reflejo en el espejo. Me parecía un
cruce entre Scarlett O'Hara y una chica rockera gótica. Pasé los dedos
por mi pelo unas cuantas veces—no era mucho lo que podía hacer allí—
y fui a buscar a Will. Rose me siguió, murmurando acerca de querer
demasiado poder ir y cuán injusto era todo.
Él estaba esperando en su estudio, la habitación con el reloj de arena
gigante. Entré sin hacer ruido y me paré en la puerta. Rose no entró.
Sabía dónde estaba y que no estaba permitido.
El reloj de arena estaba situado en la mesa en el centro de la habitación
justo como lo recordaba. La arena dentro brillaba débilmente,
burlándose de mí con su resplandor. Teníamos muy poco tiempo.
65
Pero fue Will quien atrajo mi mirada. Se detuvo ante un adornado,
espejo de cuerpo entero, ajustando un botón de su camisa. Se había
peinado hacia atrás el pelo y puesto un abrigo largo y negro que le daba
un aspecto peligroso y duro.
Cuando él me vio en el espejo, se volvió con una media sonrisa. Parecía
sorprendentemente guapo y un escalofrío me recorrió. Hice una burlona
reverencia a medias para ocultar mi nerviosismo.
—Hmm —dijo, que fue el único comentario que hizo sobre mi
apariencia. Resistí la tentación de decir algo sarcástico. De acuerdo, en
ese momento no necesitaba tener una pelea con él.
—¿Vamos? —Tendió su brazo, me acerqué y lo tomé torpemente. Me
había perdido mi baile, pero tal vez esto era un sustituto lo
suficientemente parecido. Lo único que faltaba era el pesado volumen
de un ramillete en mi hombro derecho y mi madrastra tomando muchas
fotos mientras posábamos en el porche delantero, sonriendo
forzadamente.
—¿Qué pasa ahora? —Estábamos solos de pie en medio de la sala,
delante del espejo—. ¿No deberíamos pasar por una puerta o algo así?
¿Cómo podemos llegar a las Tierras Mágicas?
Will bajó la mirada hacia mí, y sus agudos ojos azules me hicieron
temblar.
—Vamos a través del espejo. Aguanta la respiración. Esto es
desagradable.
Dio un paso hacia adelante y no tuve tiempo de aspirar el aire antes de
que nos cayéramos.
66
Capítulo 9
Traducido por AariS, Lyricalgirl, rihano y Lauraaaaa
Corregido por Klarlissa
Estábamos perdidos en la niebla. No podía ver nada. Al principio mi piel
se congeló y luego quemaba. Involuntariamente tomé una bocanada de
aire y quemó como si hubiera inhalado un trago de enjuague bucal.
Sensaciones frías y calientes escaldaron mi garganta y mi nariz.
¿Estaba ahogándome? Me golpeé y los brazos se envolvieron
apretadamente a mí alrededor.
—¡Deja de luchar!
Luz y sonido se precipitaron a nuestro alrededor sin previo aviso y el
suelo surgió como magia bajo nuestros pies. Will me tenía en un
incómodo abrazo y parecía molesto por ello. Me apoyé en él, la cual era
la última cosa en el mundo que quería hacer. Pero mis piernas no
podían soportar mi peso. Por encima de su hombro, pude ver un muro
de piedra y docenas de personas. Unos pocos estaban mirándonos con
curiosidad.
—Levántate —dijo Will en mi oído—. Estás llamando demasiado la
atención sobre nosotros.
Probé mis piernas y estaban funcionando de nuevo.
—Lo siento. O… olvidé aguantar la respiración.
Me soltó y dio un paso atrás.
—Vivirás. La barrera se siente como hielo y fuego, pero no te hará daño.
Quería replicarle acerca de cuánto no te hará daño había, en realidad,
verdaderamente dolido, pero me ofreció su brazo y lo tomé sin hablar,
porque teníamos otras cosas que hacer esta noche además de pelear.
Will se inclinó hacia mí.
—Sólo trata de parecer como que no me odias, ¿está bien? —murmuró
en mi oído.
Enderecé mi ceño en algo parecido a una sonrisa. Luego tuve mi primer
vistazo real alrededor y mi boca cayó abierta.
67
La habitación en la que estábamos parados parecía más una catedral
que otra cosa. Los altos techos estaban compensados con brillantes
vitrales que dejaban pasar chorros de luz del sol. Una lujosa alfombra
roja se extendía hacia delante como una carretera bajo nuestros pies.
Espejos se alineaban en las paredes y, mientras observaba, varias
personas caminaron a través de uno, se sacudieron el polvo y
empezaron a alejarse. Nadie tenía el problema que yo había tenido.
—¿Por qué está brillando el sol? Es de noche.
—Estamos en las Tierras Mágicas —dijo Will—. Están en un horario
diferente.
—Oh.
—Por aquí. —Tiró de mi brazo, llevándome hacia delante. Estiré el
cuello para mirar hacia arriba al techo pintado mientras caminábamos.
Algo revoloteaba en lo alto, vi un destello de alas y escamas.
—Bebé dragón —dijo Will, siguiendo mi mirada—. Debe haber entrado
aquí de alguna manera. No te preocupes, no producen fuego hasta que
maduran.
—¿Qué es este lugar?
—Estas son las Tierras Mágicas. Pero no son en realidad una tierra
específica, que conste. Sólo una especie de centro neurálgico para los
pasajeros que pasan de una tierra a la siguiente. —Su frente se arrugó
mientras pensaba por un momento—. Dimensión podría ser una
palabra que tenga más sentido para ti.
Volvimos una esquina y entramos en otra habitación, ésta incluso más
grande que la primera. Carpas y chozas se esparcían por todas partes,
como un diminuto villorrio.
—El mercado de las hadas —dijo Will—. No cobran dinero aquí.
—¿No? —Me quedé mirando las hileras de botellas misteriosas para la
venta, las pilas de sedas brillantes.
Una anciana sin dientes me dio una amplia sonrisa.
—¿Quieres comprar una poción de amor, cariño?
Will me condujo pasándola.
68
—Su precio podría ser tu alma —dijo, y su aliento me hizo cosquillas en
la oreja. Me estremecí, ya sea por el roce de su aliento o por la idea de
vender mi alma, no lo sabía.
Nos abrimos paso a través de la multitud y serpenteamos alrededor de
las tiendas de productos. Gente de todos los tamaños y especies
pululaban a nuestro alrededor, algunos escudriñando nuestras caras
mientras pasaban, algunos sin mirar a nadie a propósito. Vi hermosas
mujeres con piel de suave porcelana y ojos negros y opacos que
parecían más muertas que vivas, hombres bajitos con gruesas barbas
rojas metidas en sus cinturones, esbeltas chicas con hojas en su pelo
llevando vestidos de hiedra y flores. Hombres con orejas puntiagudas y
largo pelo plumoso avanzaban a través del mercado sin mirar a nadie.
—Elfos —me murmuró Will—. Son muy peligrosos. No hagas contacto
visual.
Apresuradamente desvié la mirada y reparé en un grupo de chicas
jóvenes con cabello enmarañado y piel oliva que se transformaba en
escamas en sus muñecas. Sus dedos eran garras.
—Arpías —me dijo Will en voz baja—. Te dije que este lugar podía ser
peligroso. No hay muchas leyes o encargados de la ley. No causes
ningún problema con nadie. No dejes que nadie te engañe.
—¿Cada criatura mágica posible pasa el rato aquí? —Me estremecí
cuando accidentalmente hice contacto visual con una criatura de ojos
verdes y piel gris que podría haber sido un trasgo. O un troll.
—Es un lugar de reunión para cualquier cosa y cualquier persona
conectada con la Fey, sí. Mucha gente desaparece aquí. Muchos llegan
a perderse, también. —Su mano apretó mi brazo cuando pasamos a un
hombre alto vestido con un abrigo azul marino y un sombrero de copa.
El hombre estaba besando el cuello de una mujer, al menos eso pensé
hasta que levantó la cabeza y vi el hilo de sangre que corría por su
barbilla. Los ojos de la mujer se entreabrieron y miró hacia nosotros sin
vernos. Will movió su brazo a mi cintura y tiró de mí pasando a un
ritmo más rápido.
Ni siquiera me importó el contacto extra, porque mi corazón estaba
golpeando duro en mi pecho y había brotado sudor a través de mis
palmas. Le permití empujarme lejos.
—Casi cada criatura de aquí es peligrosa para ti. Incluso los que se ven
bien. Las hadas son las peores. Parecen inofensivas, pero son
monstruos viciosos. Roban humanos para usarlos como esclavos, o te
69
succionan la vida mediante chanchullos para verse más jóvenes. Nunca
dejes a un hada tocarte, a menos que hagas un negocio específico con
él, de otra manera robará de ti. Los negocios lo obligan, y mantendrá
una promesa, pero tienes que hacerlos prometer.
Asentí.
—Otra cosa —añadió Will, inclinándose más cerca y hablando
suavemente en mi oído—. No comas ni bebas nada aquí, nunca.
Olvidarás el tiempo completamente y permanecerás aquí cien años si no
eres cuidadosa. Los humanos como tú son particularmente vulnerables.
Asentí otra vez, intentando no mirar fijamente a una chica con pinta de
abandonada con un manto rojo que estaba discutiendo con un gigante
hombre lobo. Una espiral de miedo se retorció en mi estómago. Tal vez
esto había sido un error.
—William —una voz gritó detrás de nosotros—. ¡William!
Ambos nos detuvimos y el brazo de Will se tensó contra mí. Nos dimos
la vuelta, juntos para ver a un hombre alto de cabello oscuro con la piel
del color de la madera quemada y orejas puntiagudas serpenteando
hacia nosotros en la multitud. Will se relajó, pero sólo ligeramente.
Mantuvo su brazo alrededor de mi cintura.
—¿Quién es tu dama amiga? —preguntó el hombre, alcanzándonos. Sus
brillantes ojos verdes me barrieron de arriba a abajo. Su boca se quebró
en una sonrisa especulativa.
—Soy Beauty —dije. No estaba segura de por qué usé mi nombre
completo, excepto que sonaba mucho más formal que Bee. Estaba
demasiado asustada para ser habladora. Él exudaba la energía de una
tormenta.
—¿Su Chica Maldita? —Elevó ambas cejas y su sonrisa se extendió más
amplia. Will suspiró y no dijo nada.
—Storm —dijo el hombre, como si sólo pensara en la necesidad de
presentarse. Se inclinó—. A su servicio, por una tarifa.
—Es un elfo de la noche —susurró Will—. Un pícaro. No es tan
peligroso como algunos de los otros, pero no confíes en él.
Examiné la cara de Storm por alguna señal de sed de sangre o
caprichosa malicia. Pero él sólo parecía engreído, y tal vez un poco
vanidoso. Su largo pelo negro colgaba hacia abajo por su espalda en
una mezcla de rizos y trenzas. El sombrero en su cabeza posado en un
70
ángulo torcido. Llevaba un collar de piedras oscuras, envueltas en una
cadena.
Storm hizo una pantomima agarrándose el corazón.
—William, me hieres. Me darás una mala reputación.
—Tú ya tienes una mala reputación.
—No con Beauty. Pizarra limpia. —Se volvió hacia mí, lamiendo sus
labios—. No creas nada de lo que te diga de mí. Soy muy agradable.
Especialmente con las damas.
—Hmmm —dije. No me gustaba realmente ser mencionada como una
dama, no cuando era dicho con una mirada lasciva como esa.
—Ve al punto —dijo Will.
Storm nos dirigió a ambos una reluciente sonrisa, imperturbable por la
beligerancia de Will.
—¿Supongo que estás buscando a Marian?
Estaba sorprendida, pero entonces tal vez no debería estarlo. Storm
parecía como el tipo de persona que sabía los asuntos de todo el
mundo. Esperó hasta que Will suspiró, extendió una mano y tocó las
puntas de los dedos del elfo. Luego nos deslumbró con otra sonrisa.
—Está en el salón de baile de la flor. —Con un toque en la punta de su
sombrero, se giró sobre sus talones y desapareció entre la multitud.
—Eso fue interesante —dije. ¿Qué había hecho Will? ¿Le había dado
algo?
—No deberías haberle dicho tu nombre —dijo Will. Dejó ir mi cintura y
me ofreció su brazo de nuevo—. Los nombres tienen poder.
—Pensé que era sólo en hadas y cosas —dije.
—Nunca sabes cuánto tiempo vas a permanecer humana en un sitio
como este.
Ese comentario hizo estremecer todo el camino hasta mi centro.
Will comenzó a caminar más rápido y me apresuré a seguirle. Mi
corazón estaba golpeando otra vez con el pensamiento de Marian.
Incluso Will era reconfortante comparado con ella.
71
Pasamos a otro pasillo y giramos a la derecha, deteniéndonos ante la
tercera puerta. Sobre ella oscilaba un rótulo pintado, cubierto con flores
vivas que brotaban directamente de la madera por alguna clase de
encantamiento, probablemente. Sin palabras.
El salón de baile floral.
—No todos aquí pueden leer —dijo Will, asintiendo hacia el cartel—.
¿Deberíamos entrar?
Al principio su voz sonaba tan dura como siempre, pero entonces vio mi
cara y su expresión se suavizó solo un poco.
—Todo va a estar bien. Ella no va a, ya sabes, comerte.
Tal vez había visto mi expresión cuando nos encontramos con el
vampiro más temprano.
—Esta bien —dije, repentinamente no queriendo en lo absoluto y sin
gustarme la imagen mental que me acaba de dar. Mis piernas
temblaban un poco mientras lo seguía.
Estábamos a punto de conocer a la bruja misma. Mi estómago se
enredó en nudos. Tomé una respiración temblorosa.
Necesitaba ser fuerte, aun cuando quería correr. O desmayarme.
El salón de baile no estaba muy lleno de gente. Arañas colgaban desde
el alto techo, cubiertas de enredaderas. Por todos lados se abatían
mariposas y pájaros y el olor de las flores llenaba el aire. Hubiera sido
impresionantemente hermoso, si no fuera por la subyacente corriente
de peligro que inundaba el aire. Tal vez era solo mi imaginación, ¿o
cada ojo en la habitación se había volteado hacia nosotros?
La sentí antes de verla. Su presencia era como un fuerte perfume,
abrumador e hipnotizante. Me paré ahí, sintiendo su magia girar
entorno a mí como humo y entonces una mujer alta con una franja de
pelo negro tinta enlazado con plateado se volteó hacia nosotros,
clavando en nosotros su mirada.
—Marian —suspiró Will.
Su piel se veía demasiado delgada, como papel y podía ver todas sus
venas, como si alguien la hubiera abierto y hubiera reemplazado su
sangre con un extraño líquido negro. Sus ojos eran piscinas negras en
la blanca máscara que era su cara, y sus ropas colgaban débilmente de
su cuerpo, como una sábana enganchada en un árbol en el medio de
72
una tormenta. El único color visible que venía de ella eran sus labios.
Ellos brillaban un rojo profundo como de una rosa.
—William —ronroneó—. Que bueno verte. ¿Y quién es ésta? Podría ser
que hayas encontrado a tu Chica Maldecida por fin, ¿tal vez? —Sus ojos
cayeron en mí, haciéndome temblar.
Todos aquí parecían saber lo que una Chica Maldecida era, como si
fuera una cosa normal de la que hablaban todo el tiempo. De nuevo,
dado que el hecho de que brujas malvadas andaban por ahí, tal vez era
algo normal. No sabía.
—Marian —dijo él, inclinando su cabeza. Sus ojos eran brillantes y
duros y localicé un ligero rubor rojo oscuro recorriendo su cuello.
—Que bueno es no verte. Esta es Beauty.
¿Se suponía que dijera hola? Ella me dio una sonrisa hambrienta y
simplemente me paré ahí.
—Oh, eso es adorable —dijo Marian. Su voz era grave y rica, como el
chocolate—. Su nombre es Beauty. Que... limpio. No era eso a lo que me
refería con la maldición, pero tal vez funcione. Estas cosas tienden a
sorprenderme hasta a mí, ¿sabes?
—Seguro —dijo Will, descuidada y furiosamente al mismo tiempo—.
Escucha, vinimos porque Beauty cree que eres un decente ser humano
y piensa que si te pregunta, nos dirás como romper el hechizo.
Los ojos de Marian se abrieron con sorpresa y luego rió como si
acabáramos de sugerir que le diéramos un millón de dólares.
Hubiera esperado que su risa sonara horrible, como el gorgoteo agónico
de una mula, pero en cambio burbujeó cálida y contagiosamente, ese
tipo de risa que hace que todos sonrían pese a no estar de acuerdo. Era
un eco de como era al principio, supuse. Y luego simplemente me sentí
triste.
Ella había sido arruinada por su magia. Estaba loca.
—¿Decirte? Primero que todo, eso no es muy justo querida. El halcón
no recibe quejas del cuervo al que come, ya sabes.
Me encrespé. —Hey, maldecir a la persona equivocada tampoco es muy
justo —dije. Mi voz salió temblorosa del nerviosismo.
Marian se detuvo, mirándome fijamente. Su cara se suavizó.
73
—Tus ojos, cariño, se ven como la superficie de un lago cuando esta
cubierta de neblina. Tu boca es como un pequeño retazo de seda... —
Ella dejó caer su cara en sus manos y comenzó a llorar suavemente—.
Él era tan guapo, ya sabes, usando su arruinado honor como una
espada. Me pregunto por qué, ves. Su voz temblaba como una taza de té
en su platillo cuando dijo mi nombre...
Miré a Will. Estaba frunciendo el ceño. ¿Qué estaba parloteando ella?
Los hombros de Marian se quedaron quietos. Levantó su cabeza y
tembló como si hubiera emergido de un sueño.
—Querida —continuó, respondiendo a mi pregunta como si no acabara
de empezar un parloteo loco—. No hay justicia cuando se trata de
maldiciones. ¿Sabes lo que pasó luego de que maldije a mi difunto
esposo y en cambio atrape a su hermano menor?
—No —susurré.
—Ah. Bueno, Beauty, estaba embarazada. Y cuando nació se veía justo
como Robert, esa serpiente mentirosa y yo… —Primero su cara se
arrugó como un pañuelo viejo, pero luego su expresión se alisó y sus
ojos se volvieron fríos—. Y lo maté. No podía tener algo que se viera así
andando por ahí, ¿no es así?
Sus cambios de humor me estaban dando latigazo cervical, y ahora
esto. Quería vomitar. Mi brazo comenzó a temblar contra el de Will.
—¿Mataste a tu propio bebé?
—Se veía justo como él. —Sus ojos se entrecerraron—. ¿Entiendes?
Me sentía enferma. Ella claramente estaba psicótica, eso era lo que
entendía.
—No vas a decirme cómo romper el hechizo, ¿verdad?
—Cariño, eres brillante. —Me sopló un beso y salió como una nube de
humo que quedó suspendida en el aire entre nosotros—. Will no te
merece. Aunque nuevamente, él no merece nada que no sea un salón
oscuro y una fría cadena alrededor de su…
—Marian —espetó Will.
Le eché sigilosamente otro vistazo a Will y él estaba rechinando sus
dientes.
—Eres tan guapo cuando estas enojado, querido —arrulló la bruja.
74
Así que ella abrigaba un odio irracional hacia cualquiera que estuviera
conectado a su difunto esposo. Cuan genial era eso. Y había caído justo
en medio de esta amorosa familia y ahora mi destino estaba envuelto en
el de ellos y el de ellos estaba bajo el taco de una vengativa y loca bruja.
Una vena palpitaba detrás de mi oreja izquierda y mi visión comenzó a
nublarse. Estaba tan enojada que quería darle un puñetazo en la cara.
—Beauty —dijo Will en mi oído—. Cálmate.
—Eres una persona horrible —le dije a ella. Mi voz se quebró.
Marian me estudió calmadamente, sus oscuros ojos eran imposibles de
leer.
—Las maldiciones no sólo lastiman a aquellos a los que son conferidas.
¿A qué se refería con eso? Miré fijamente su cara con intención,
tratando de entender su expresión, tratando de darle sentido a su
vertiginoso comportamiento.
—Beauty —repitió Will. Tiró de mi brazo y dejé que me trajera hacia
atrás.
—La maldición era para Robert —gritó Marian en el último segundo
antes de que saliéramos por la puerta. Sus ojos abiertos de par en par y
jadeando como si acabara de correr una vuelta alrededor de la
habitación. Era como si tuviera múltiples personalidades, cada una
resurgiendo por unos momentos y luego volviendo a enterrarse en los
oscuros descansos de su mente. Esta parecía casi amigable.
—Las líneas son referencias personales, entre nosotros dos. Solíamos
escribirnos cartas, sabes. Lo amaba, ya sabes. —Ella puso una de sus
manos sobre sus labios. ¿Acaba de darnos una pista?
—Voy a romper esta maldición —le dije.
Su expresión pasó de la intensidad al aburrimiento.
—Buena suerte. Ni siquiera estoy segura de saber cómo romperla. Ha
tomado vida propia, ¿sabes? —bostezó.
—Sí —dije—. Eso he notado. Espero que te cueste dormir por las
noches, sabiendo lo que le hiciste a una niña tan dulce como Rose.
Marian simplemente arqueó sus cejas y volteó nuevamente a su bebida.
75
Will me llevó al primer espejo que vio. El camino de vuelta no fue tan
duro, al menos me había acordado de retener mi respiración la segunda
vez.
Mi cabeza estaba dando vueltas con lo que Marian me había dicho.
Cuando tropezamos en la alfombra del estudio de Will, me levanté y me
volteé hacia él en triunfo.
—¡Nos dio una pista!
Will, por otro lado, estaba pálido.
—Esa fue una idea bastante terrible, el llevarte allí. No debería haberlo
hecho. Marian es extremadamente inestable. Quién sabe lo que podría
haber hecho si realmente se hubiera enojado...
—¡Pero nos dio una pista!
—Tal vez. Ya viste como estaba. Está loca. Y ella misma dijo que no
estaba exactamente segura de cómo romper el hechizo.
—¿Es ésa la razón por la que nunca levantó la maldición luego de
enterarse de que eras tú y no Robert quién la tenía?
Will arrastró una mano por su cara.
—Primero que todo, cualquiera pueda maldecir a alguien, pero una vez
que ha sido dicho las reglas son obligatorias. No puedes simplemente
pronunciar a la ligera una maldición y luego correr alrededor revirtiendo
las cosas y lo que sea que ella haya querido decir en ese momento,
bueno, la magia a veces puede retorcer las cosas para satisfacer sus
propios propósitos. Ella no levantó la maldición porque no podía. Y
segundo, no lo haría porque su magia la ha enloquecido. Bueno, eso y
el hecho de que odia a toda nuestra familia ahora. Mató a su propio hijo
porque se veía como Robert y todavía desea que yo sufra, sólo porque
soy su hermano.
Comencé a pasear de un lado al otro de la habitación.
—Mencionó unas cartas. Lo que me dijo, ¿recuerdas? Ella habló de
cartas.
Asintió, todavía distraído por su frustración.
—Ellos se escribían mientras ella estaba lejos durante su compromiso.
—¿Crees que tal vez esas cartas mencionan algunas de las cosas en la
maldición? Como dónde están las perlas, por ejemplo.
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Will me observó durante treinta segundos completos antes de hablar.
—Esa es la mejor idea que he oído hasta ahora. Bien hecho, Beauty.
Su elogió me complació más de lo que debería, especialmente ya que
básicamente parecía una caricia en la cabeza. ¿Qué me importaba si él
pensaba que había hecho un buen trabajo? Aun así, sonreí.
Los ojos de Will cayeron a mi vestido, el cual no había comentado antes.
—Te ves muy atractiva esta noche —dijo él—. Una belleza y una Beauty.
Bueno. Yo no supe qué decir a eso.
Él no parecía saber, tampoco. Pareció sorprendido de su propia
declaración. Volteándose, buscó a tientas algo en su escritorio mientras
yo estaba allí luchando por una respuesta.
Un golpe en la puerta nos sobresaltó a ambos.
—¿Will? ¿Beauty? —La voz de Rose llegó, apagada—. ¿Están bien?
—Estamos bien —dijo Will. Me dio una mirada—. Probablemente
deberíamos hablar de esto por la mañana. Se está haciendo tarde.
Yo no entendía al principio qué se refería. ¿A quién le importaba si se
estaba haciendo tarde? Podríamos quedarnos arriba y tratar de resolver
la maldición. No teníamos un toque de queda.
Entonces me di cuenta. Ah, claro, la maldición... por la noche...
—Te veo mañana —le dije, sintiéndome tonta por no recordar. Su
comentario acerca de mi apariencia seguía flotando en el aire también,
y ninguno de los dos quería encontrar los ojos del otro—. Y ah, gracias
por llevarme a ver a Marian. Sé que debe haber sido difícil para ti. Con
tu historia con ella, y todo...
Él asintió con la cabeza.
Sintiéndome tonta, salí y me fui directo a mi habitación. Estaba tan
cansada que olvidé ir a ver a Liam esa noche. Caí en la cama y me
dormí como un tronco, por primera vez desde que había llegado a la
casa maldita.
***
Cuando me dormí, soñé con mis amigos, comiendo helado en el sol del
verano. En mi sueño estaba allí, observándolos mientras el verano
anterior a nuestro último año desapareció como agua entre los dedos.
77
Ellos no me vieron y yo no podía hablar ni siquiera susurrar para
alertarlos de que estaba allí.
Me desperté con un sudor frío, temblando.
Los recuerdos de esas pesadillas me impulsaron a regresar a la
habitación de Marian a la mañana siguiente. Le di vuelta al colchón de
plumas y me asomé a cada grieta en el piso. Pero no había nada que
encontrar. La habitación estaba vacía como un cubo de agua durante
una sequía.
Finalmente, me di por vencida. Si había cartas, no estaban en su
habitación.
Will me encontró sentada en el medio de la habitación, con motas de
polvo flotando alrededor de mi cabeza y lágrimas corriendo por mis
mejillas. Giró la cabeza y miró por el pasillo en lugar de directamente a
mí y miré fijo a una mota de luz del sol que entraba por la ventana. El
silencio zumbó entre nosotros. Por alguna razón inexplicable, las cosas
eran extrañas a su alrededor ahora. Sin resolver.
Él habló primero.
—Yo... yo quiero mostrarte algo. Para compensar por lo de anoche. —Su
pelo oscuro estaba peinado lejos de los ojos hoy y lo hacía parecer
mayor. Más agradable, de alguna manera. Como el tipo de chico que
llevarías a casa para presentarle a tu madre. El tipo de chico con el que
tomarías un batido después de la escuela.
Me ayudó a ponerme de pie y me arrastró tras él a través de la puerta
abierta. Entramos en un largo pasillo forrado con ventanas.
—¿A dónde vamos?
—Sólo sigue —dijo Will, su viejo yo surgiendo por un momento a pesar
de sus buenas intenciones. Abrió una puerta y murmuró algo entre
dientes, haciendo una mueca—. Si la casa va a cooperar, estaremos ahí
en un minuto.
La magia parecía dispuesta. Sólo pasamos por el conservatorio y tres
dormitorios antes de que llegáramos a la habitación que él estaba
buscando. La biblioteca.
Yo había estado aquí solo una vez antes, en el primer momento. La luz
del sol se filtraba por las ventanas de vidrio de color y hacía dibujos en
la alfombra. Unas pocas rosas secas estaban esparcidas sobre la
alfombra en una esquina, y despedían un olor fragante, almizclado. El
78
silencio del espacio de los libros apilados me envolvía como un abrazo.
Era encantador.
Me acordé de la última vez que había estado aquí. Habíamos tenido una
pelea, por supuesto. Esto era como, su escondite secreto y yo lo había
violado con mis gérmenes extraños o algo así. Este era su santuario
interior. Y ahora me había dejado venir aquí. Él me había traído aquí.
Casi no podía creerlo.
—Relajante, ¿no?
Él me estaba mirando como si estuviera tratando de averiguar algo. Me
hizo sentir vagamente incómoda, pero yo no podía poner un dedo en el
por qué. Tal vez simplemente no me gustaba ser analizada como un
pájaro exótico. Tal vez simplemente no me gustaba él, sin importar
cuan agradable trataba de ser. Para ocultar mi malestar, recorrí con mi
dedo a lo largo de los lomos de un estante de libros.
—Mucha gente piensa que las bibliotecas son calmantes —le dije.
Hablar era más fácil que detenerse en el repentinamente incómodo
silencio—. Los libros tienen una magia especial, creo.
—¿Eres una lectora?
Me encogí de hombros. —No realmente.
—Oh.
Él parecía decepcionado, así que me apresuré a explicar. ¿Por qué
quería explicar? No me importaba lo que pensaba. ¿O si?
—Me gustan los libros, pero siempre me metía en problemas porque
arrancaba las páginas y hacía origami con ellas. Mi abuela me enseñó.
Mi madre estaba tan enojada con ella también, porque arruiné cada
libro de la casa cuando yo era pequeña. Mi madre… —Una punzada
dolorosa en mi pecho me ahogó, cortando mis palabras. ¿Qué podía
decir de mi madre? Las palabras no podían capturar su esencia. Ella lo
había sido todo en mi vida y cuando se murió lo que tenía dentro se
marchitó. No podía expresar en voz alta lo que sentía por ella.
Hice un gesto de impotencia con una mano.
—Cuando mi madre murió, fue como si el sol dejara de brillar. ¿Sabes?
Él asintió con la cabeza una vez, sólo un movimiento de su cabeza,
como si encontrara la conversación un poco incómoda. Pero su
expresión se había suavizado. Él pareció entender.
79
Nos quedamos en silencio otra vez.
Caminé hacia una de las ventanas, mirando las vidrieras. La escena
representaba una tormenta. La luz del sol brillaba a través de los azules
oscuros y el rayo amarillo y pintaba el arco iris sobre la alfombra. Era
hermoso. Muchas cosas en la casa eran hermosas, más hermosas que
cualquier cosa que jamás había visto en la ciudad...
—¿Cómo es él? —preguntó, rompiendo mi ensueño.
Volví la cabeza. —¿Quién?
—Este chico por el que estás tan desesperada por regresar. —Él se
había instalado en una de las sillas junto a la chimenea y entrelazó las
manos detrás de su cabeza, dándome una mirada desafiante. Casi
sonaba celoso, pero eso sería ridículo y él claramente no lo era.
Sintiéndome a la defensiva sin razón, tomé un libro de uno de los
estantes y empecé a moverme a través de este para ocultar mis
emociones azoradas.
—Se cuidadosa con ese libro —dijo—. Costó más que tu dote.
Mi dote. Hmmm. Decidí dejar esa pequeña joya aparte y concentrarme
en la conversación actual. Pero, íbamos a revisar eso completamente
eso algún día. ¿Una dote?
—Drew es increíble —le dije—. Por un lado, él es el caballero perfecto.
Los ojos de Will brillaron como si hubiera llamado a su madre algo
horrible, pero su boca se torció en una sonrisa.
—Que yo recuerde, mi hermano y yo éramos los únicos caballeros de la
región.
Jar, jar.
—No esa clase de caballero. Me refiero a una buena persona, no a
alguien de sangre noble.
Él se echó a reír. —¿Estás sugiriendo que no soy una buena persona?
—¿Estás bromeando? —Ahora era mi turno de reír.
Se puso serio cuando no continué el comentario con algo más.
—Me estás llamando sinvergüenza.
80
—Realmente, Chico Bestia, tu actuación es excelente. Apenas puedo
decir que estás bromeando.
—No estoy bromeando. He sido un perfecto caballero para ti en todos
los sentidos de la palabra, Beauty.
—Escucha —le dije—. Fuiste un imbécil absoluto el primer día que
llegué. ¿Puedes negarlo?
—Yo… —Él hizo una pausa—. Tal vez no fue mi mejor día ese. Tu
presencia era inquietante. Y había sido una noche difícil para mí. No lo
entenderías.
—Pruébame.
Se irguió rígidamente. —Yo preferiría no hacerlo.
Lo odiaba cuando sacaba la mierda del estilo antiguo. Prefería que no lo
hiciera y ya. Él parecía casi digno diciéndolo, como si tuviera veinte
años de edad en lugar de la edad adecuada para estar en el grado once
conmigo. Parecía, bueno, como un caballero. No es que yo nunca, jamás
le diría eso.
—Tal vez si te explicaras más —le dije—, haríamos un mejor equipo.
—Tal vez si te metes menos en mis asuntos personales, me encontrarías
más un caballero —respondió él.
—No me estoy metiendo. Confía en mí, sólo estoy tratando de romper la
maldición y regresarnos a los dos de vuelta a la normalidad.
Los ojos de él se estrecharon.
—No. Tú no. Estás intentando molestarme e irritarme como has estado
haciendo durante días. He decidido tu nick “Bee” es completamente
apropiado. Eres como un insecto irritante.
Ese comentario sarcástico fue la gota que colmó el vaso. Cerré de un
golpe el libro que estaba sosteniendo y me dirigí rápido hasta la puerta.
Tanto por crear lazos afectivos en su guarida secreta. Tanto por trabajar
juntos.
—Beauty —dijo tras de mí—. Espera, yo...
Cerré la puerta de golpe en su cara y miré alrededor. Estaba en el
conservatorio.
Le llamé de todo, estúpido, monstruo, cretino, bastardo, puñetero.
Arranqué cada página de su preciado libro e hice 50 rosas de origami
81
con ellas. Cuando me cansé de las rosas, hice un barco y una docena
de pájaros. Cuando las piezas dobladas de papel formaron una pila a mi
lado, me detuve finalmente.
Mis entrañas estaban latiendo, pero la ira estaba convirtiéndose en algo
más. La tristeza se hundió en mi alma. ¿Por qué estaba en esta horrible
casa con Will y su maldición mientras Drew y el resto de mis amigos
vivían sus vidas y disfrutaban de su primer año? Oh sí, porque me
martirizaba a mí misma por mi familia, quien resultó que lo hizo a
propósito de todos modos.
Ahora iba a perderme el baile de graduación. Iba a perderme los juegos
de baloncesto y la fiesta de pijamas. Debía empezar mi primer trabajo
en el cine con Violet los fines de semana. Debía ir al lago con Drew, y
que me besara bajo las estrellas, y...
Las lágrimas estaban cayendo sobre los pájaros de papel, haciendo que
el papel se arrugara y se ablandaran. Extendí un dedo y golpeé el más
cercano como si estuviera vivo. Pensé en mi abuela. ¿Qué me diría ella
ahora? Sé fuerte, probablemente. Estaba harta de ser fuerte. Justo
ahora quería ser débil. Débil y melodramática. Ojalá tuviera helado para
comer.
—¿Señorita Beauty?
Housekeeper permanecía en el umbral de la puerta, sus ojos amplios y
sus manos puestas detrás de su delantal. Froté las muñecas de mis
manos a través de mi cara para borrar las lágrimas y entonces me puse
de pie.
—Estoy aquí, Housekeeper.
—El amo quiere saber si vendrás a cenar.
No era capaz de enfrentarme a él en este momento. Lo lamentaba por
Rose, pero ella podía manejarlo. Yo no podría. No ahora.
—No gracias. Estaré en mi habitación.
Ella bajó la mirada.
—¿Señorita Beauty?
—¿Sí?
—Todos los criados, nosotros...creemos que vas a ayudarle a romper la
maldición. —Las palabras me golpearon en el estómago como un puño.
Había sido tan egoísta. Esto era más grande que Drew y yo, o incluso
82
Will. Esto era por mucha gente cuyas vidas habían estado
desordenadas.
—Gracias —dije—. Y, eh, ¿Housekeeper?
Ella esperó.
—No importa lo que dije antes. Iré a cenar.
Ella sonrió. —Le diré al amo.
***
Cuando llegué al comedor, Will estaba esperando junto a mi silla. Rose
estaba de pie en la puerta, intentando disimular que no estaba
escuchando, mientras él me miraba con una nueva expresión en sus
ojos que no podía descifrar. Ambos intentamos hablar a la vez y reímos
nerviosamente. Él alzó una mano.
—Permíteme hablar primero, por favor.
Asentí, dejándole primero.
—Tenías razón. Pensé en lo que dijiste antes y he sido una verdadera,
eh, bestia. He sido un verdadero canalla y un horrible anfitrión y estoy
avergonzado de mí mismo. Te he tratado horriblemente y has sido de
hecho realmente útil para mí y Rose. Por favor perdóname.
Mi boca había caído abierta un poco. Le miré hasta que me di cuenta
que estaba esperando a que yo hablara.
—Eh, sí. Lo haré. Yo también. Quiero decir, he sido egoísta. Solo he
querido romper la maldición por mí misma. Olvidé a toda la gente
implicada en esto. Rose, Housekeeper, el Butler, todos ellos.
Su boca se movió.
—Has sido mucho menos egoísta que yo —admitió él.
Me encogí de hombros. No iba a entrar en una discusión sobre quien
era más egoísta. Solo quería que trabajáramos juntos para deshacernos
de este embrollo.
—¿Lo hacemos? —Gesticuló a la mesa. Fui a por mi silla, y él tropezó
intentando sacarla para mi primero. Estuve a punto de reírme
disimuladamente, pero me contuve. Supongo que realmente teníamos
una tregua ahora.
—Sé que te estás riendo de mí.
83
—¡Lo siento! Es duro no hacerlo algunas veces. —Alcé la vista y vi que
él estuvo a punto de sonreír. Vaya, parecía mucho más agradable
cuando sonreía.
Las esquinas de sus ojos se arrugaron y su boca se abrió para mostrar
unos dientes rectos y blancos.
Él era realmente guapo.
Arrastré mi mente lejos de esa idea. De ninguna manera iba a ocurrir
algo.
Will sacó una silla para Rose, quién se había unido a nosotros ahora
que las disculpas habían terminado. Ella me sonrió como si le hubiera
tendido un millón de dólares. Me di cuenta que unos pocos capullos de
rosa salían de su cabello. ¿Eran esos nuevos? ¿No les había notado
recientemente?
Un enfermo sentimiento de aprensión llenó mi estómago ante el
pensamiento de que ella estaba llegando a ser más y más Rose,
mientras los días avanzaban. El tiempo estaba agotándose.
—Así que... —Gesticulé hacia ella, intentando no mirar las nuevas flores
creciendo fuera de su cabeza—. ¿Dijiste a Rose sobre lo que Marian
dijo?
—Si. Le conté también tu idea. —Él se sentó junto a mí, cogiendo la
campanilla para llamar a los criados y despedirles.
—Y estaba pensando en las cartas. Robert y Marian escribieron docenas
de ellas mientras ella estaba lejos acomodándose en la finca de su
padre. Cuando regresó para casarse con mi hermano, tenía estas cartas
atadas en un libro. No sé que le ocurrió. Podría estar en la biblioteca en
alguna parte.
Pensé en las interminables estanterías.
—¿No hay como cinco mil libros?
—Veinte mil —dijo él.
Mi boca cayó abierta.
—Podemos encontrarlo si trabajamos juntos.
No estaba tan segura.
—¿Vamos a discutir cada paso del camino? —Yo era todavía
ligeramente escéptica sobre toda la cosa de la disculpa y la tregua.
84
Me dio otra encantadora sonrisa.
—Quizás. Pero prometo ser un caballero esta vez. Por tu definición.
—No es mi definición —gruñí—. Como si esto fuera todo parte de mis
caprichos o algo así. Lo es de la sociedad moderna.
—Lo que sea. Seré la personificación, no importa de donde proceda.
Alcé una ceja.
—¿No vas a actuar como el Chico Bestia que he conocido?
—Te doy mi palabra.
Suspiré. Esto era bueno. De verdad. Necesitábamos salir de aquí.
Trabajar juntos era nuestra única oportunidad, ¿o no? Y él había sido
más agradable últimamente. Menos las sonrisas de suficiencia y las
disputas. Él había sido casi decente. Casi. Suspiré. Bien, lo que fuera.
Le daría otra oportunidad, entonces.
—¿Estás seguro de que la biblioteca es el mejor uso de nuestro tiempo?
—En realidad no —dijo él—. Pero es la única cosa que tenemos justo
ahora.
Desafortunadamente, sabía que él tenía razón.
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Capítulo 10
Traducido por Omakehell y Alexiacullen
Corregido por Klarlissa
El sol comenzaba a iluminar el horizonte cuando me arrastré fuera de la
cama hacia la librería, para reunirme a Will.
—¿Un té? —Él sujetaba una taza y yo, encantada, acepté. El fresco
sabor de la menta inundó mi nariz.
Cuando lo probé, me di cuenta de que nunca había pensado de dónde
salía la comida, si estábamos todos encerrados en la mansión.
—¿De dónde viene toda la comida? Quiero decir, nadie puede
abandonar la casa, ¿no? ¿Viene del supermercado? ¿Tienen un
laboratorio de investigación para desarrollar comida en la buhardilla?
—Magia. Es parte del hechizo que nos mantiene vivos aquí dentro. La
comida siempre está en la cocina al amanecer, esperándonos.
Tomé otro sorbo de té y supo completamente normal.
—¿Comida mágica? ¿Crees que podrías pedir algo de helado de menta
con trocitos de galletas de chocolate para mí, entonces?
Él se rió.
—No funciona así. La magia es imparcial. Misteriosa. Es sólo una
fuerza, como los rayos del sol, el aire o el agua. No es una persona y no
puede pensar.
—Oh —dije, frunciendo el ceño—. Entonces… ¿cómo va a saber cuando
hemos roto la maldición?
Will resopló.
—La magia no es un sentimiento, ¿sabes? Pero eso no quiere decir que
no se pueda ajustar como una máquina.
No lo entendí, pero lo dejé pasar. La magia, posiblemente, iba a ser
como una de mi clase de gramática de griego. Apoyé las manos en mis
caderas y miré a mí alrededor, viendo las estanterías llenas de libros.
—¿Por dónde empezamos?
86
—Por donde quieras —Will se acabó la taza de té y la dejó en la mesa—.
Busca cualquier cosa que mencione a Marian o a Robert. No solo en los
libros y cartas, sino también en periódicos, diarios, cualquier cosa
escrita a mano. Cualquier cosa podría ofrecer alguna pista sobre la
maldición.
—Está bien. —Saqué el primer libro que vi de la estantería y lo abrí.
Libro de historia. Nop. Lo puse en su sitio de nuevo. Will empezó a
buscar entre los libros de la estantería que estaba encima de mí, por el
lado contrario al que estaba yo. Intenté un segundo libro, pero era una
guía sobre remedios de medicina herbal. Suspiré.
Esto iba a ser eterno.
—Entonces, ¿Tienes otros hermanos y hermanas además de Robert y
Rose? —pregunté. Cualquier cosa para terminar con este silencio
mortal.
Will miró por encima del libro que estaba revisando. Lo cerró de un
golpe. —No, sólo nosotros tres, hasta que Robert murió. Nuestros
padres están muertos, también.
—Por supuesto —dije, aunque eso hubiese pasado más de ochenta años
atrás, para él solo habían pasado cuatro años—. Lo lamento, lo siento
mucho. —Mi estúpida boca, a veces debería ser más sensible.
Will sacudió su cabeza. No parecía ofendido.
—Ellos murieron cuando yo era muy pequeño, nunca conocí a ninguno
de los dos. Robert fue ambos, padre y hermano, él era mi guardián, lo
ves.
Me quedé quieta, pensando en eso. Él fue traicionado por su figura
paterna, yo por mi propio padre. Al menos teníamos algo en común.
—¿Qué hay sobre ti? ¿Tienes algún hermano o hermana? —En el
momento en que habló una mirada disgustada cruzó su rostro, como si
hubiera dicho algo equivocado sobre plantear a mi familia.
Probablemente pensaba sobre mi padre y su abandono en mí.
—No te preocupes —dije rápidamente—. Me gusta hablar sobre ellos. Y
sí, tengo dos hermanastras, Mindi y Jessica.
Durante un momento, el único sonido era nuestras manos rebuscando
a través de las páginas polvorientas. Pensé sobre toda la gente de ahí
fuera, en la ciudad. Podían parecer a un millón de distancia, pero
87
estaban tan cerca. Sólo unas cuantas millas. ¿Pensaban en mí?
¿Estaban preocupados?
—Ellas son muy guapas, supongo —continué—, nos peleamos a veces,
por supuesto y no me hablan en el colegio. Pero las quiero. Me di
cuenta de que era de verdad una vez que vine aquí.
Él me estaba observando, tal vez buscando alguna señal de que el tema
iba a hacer entristecerme.
—Puedo contártelo —le dije finalmente.
—Tus ojos brillan cuando dices sus nombres. ¿Cuántos años tienen?
—Mindi es un par de meses mayor que yo y Jessica es dos años mayor.
—Sólo decir sus nombres hacía que mi garganta se sintiese estrecha.
En los recuerdos de mi mente, veía sus largos cabellos rubios platinos,
sus grandes ojos azules y sus sonrisas.
—Apuesto a que realmente las echas de menos —Su tono era
sorprendentemente amable.
—Sí, lo hago —Miles de emociones llenaron esa sencilla oración. Mi
pecho se apretó y me tragué un sollozo repentino.
Will estudió mi cara, digiriendo mi tristeza. Apretaba y separaba sus
manos, dudando.
—Así que tú eres la más joven —lo dijo como si estuviera confirmando
una sospecha.
Estaba cambiando de tema bastante claro para intentar animarme. Fue
dulce. Así que le dejé. Seguí el juego, frunciendo mi ceño en un
simulacro de indignación.
—¿Qué estás diciendo Chico Bestia?
—Bueno —dijo inocentemente—. Mi hermano siempre me dijo que era el
más joven, estaba condenado a muestras dramáticas de furia cuando
no me salía con la mía y un insaciable deseo de atención…
Se agachó y el libro que tiré voló por encima de su cabeza y golpeó la
pared.
—¡Estoy bromeando, estoy bromeando!
—Estarías mejor. —Pero yo me estaba riendo. La risa me calentaba
como un fuego alegre. ¿Cuánto tiempo había pasado realmente desde la
última vez que me reía? ¿Semanas? Se sentían como años.
88
Todavía sonriendo con complicidad, Will agarró el libro que yo había
arrojado y comenzó a hojearlo. Lo puso en el estante con un suspiro. El
buen humor se desvaneció de nuevo a la seriedad como si alguien
hubiera tirado de un interruptor. Sólo había bastantes emociones
revolviéndose dentro de ambos, suponía yo. Estábamos de tan mal
humor hoy.
—Desearía haber tenido un hermano —dije, después de otro corto
silencio—. Siempre quise un hermano. O una hermana muy feroz y
protectora. Alguien para buscarme en el colegio cuando era
intimidada…
—¿Fuiste intimidada?
—Por supuesto. Quiero decir, mírame.
—Estoy mirándote. ¿Se supone que voy a ver algo que valide la
intimidación?
Hice un gesto inútil. —Tú mismo dijiste que el que yo fuera llamada
Beauty era un error.
—No dije eso como eso y ya hemos establecido que yo estaba siendo un,
¿Cómo se dice? Un gilipollas —me estudió, con una evaluación de
arriba abajo—. Y yo estaba terriblemente mal. Tú eres muy guapa,
sabes.
Enterré mi cara en el libro en mis manos. ¿Acaba de decir eso?
¡Embarazoso!
—Uh, gracias. Pero las animadoras de mi instituto no estarían
exactamente de acuerdo.
—¡Imbéciles! —Will desestimó su opinión con un resoplido.
—Yo también creo eso. Pero ellas eran populares y verdaderamente
preciosas y enérgicas. No soy muy enérgica. O popular. Soy más de un
tipo tranquilo y vergonzoso.
—¿No? Me parecía recordarlo de otra manera. Especialmente anoche.
Gritaste a una bruja demente. Has pasado la mayor parte de nuestros
portazos y asaltos fuera de las habitaciones. Me parecías bastante
enérgica.
—Bueno —Curvé un mechón de pelo alrededor de mi pelo,
avergonzada—. Pero normalmente no estoy tratando con una maldición
loca y un huevón Chico Bestia.
89
Ablandé mis palabras con una sonrisa y levantó la mirada de la
estantería a tiempo para pillarlo. Nuestras miradas se contuvieron. Sus
ojos azules miraban fijamente los míos con su suave expresión. Algo se
encogió en mi estómago y me ocupé de la estantería. ¿Qué fue eso?
¿Estaba mi corazón bombeando más rápido? ¿Acababa de sentir un
revoloteo de excitación?
No, no. Estábamos simplemente sintiéndonos solidarios. Una conexión,
un mutuo entendimiento de dos prisioneros malditos. ¿Verdad? Sin
atracción. Hmm. Eso era un montón de chorradas y yo lo sabía. Estaba
atraída por él.
La comprensión hizo que mi piel provocara un sudor frío. Me gustaba
Drew. Prácticamente amaba a Drew. No podía pensar en el chico
increíblemente guapo y sorprendentemente simpático de pie cerca de
mí. No podía.
Como si él respondiera a mi pánico mental, Will se movió más cerca y
se inclinó sobre mi hombro.
—¿Qué pasa con tus otros amigos, cuales son sus nombres?
Mencionaste a uno llamado Drew —dijo.
—Uh —Tragué saliva—, juega al fútbol y corre en pista. Va a mi
instituto.
—¿Estas…? No estoy seguro de cómo funciona ahora. ¿Os veis el uno al
otro? ¿Cortejando?
—Er, ¿saliendo? —Agité mi cabeza—. No realmente. Algo así. Es
complicado. —Me preguntaba por qué estaba diciéndole esto. Las
palabras se derramaban fuera.
—Saliendo —Analizó la palabra y luego sonrió. —Suena raro.
—Hey, ahora. ¿Raro más que cortejar?
Will me ignoró.
—¿Qué hace la gente moderna cuando salen? En mi época, Robert solía
llevar a Marian en carruajes de caballo y caminar en el bosque. O se
sentaban en el salón o se escribían cartas el uno al otro. A veces iban a
jugar.
—Eso es un poco como algo que hacemos, solo que un montón de cosas
menos aburridas —dije—. Cosas como obras de teatro. Excepto que son
películas. ¿Sabes qué son las películas? ¿Imágenes en movimiento?
90
Señaló a una estantería y vi una colección polvorienta de periódicos.
—Consiguieron entregarlos con la comida. No soy un completo idiota
cuando se trata de todo lo que ha ocurrido en varias de las últimas
décadas. Y sí, había cuadros que muestran cuando yo no estaba
maldito.
Los cuadros muestran. Era algo adorable. Me tragué una risita y solo
asentí en su lugar. Parecía la cosa más diplomática para hacer.
—Así que vas al cine cuando tienes una cita —Will dio un codazo.
—Sí, al cine. A veces restaurantes, si podemos permitírnoslo, o al
parque. O la pista de baile. Pero Drew no tiene mucho dinero. Así que
normalmente pasamos el rato en el lago o en la casa de alguien.
—¿No tiene mucho dinero?
¿Era eso una sonrisa en su cara? Definitivamente parecía como una
sonrisa. Así que me apresuré a calificar mi declaración defensiva acerca
de lo que hacer con Drew parecía malo delante de la Bestia Will
Ricachona, quien probablemente nunca había tenido que hacer un
trabajo para nada en su vida.
—Pero trabaja duro en un lugar de comida rápida en la ciudad, Burguer
Barn. Es nuevo. Durante mucho tiempo no teníamos nada, sabes, estar
fuera en el medio del bosque como estamos. No has tenido que conducir
media hora hacia Russville si querías comprar otra cosa que no sea el
producto del mercado del agricultor. Ahora tienen un supermercado y
dos hamburgueserías y una heladería.
Pensé sobre eso último trozo durante un momento.
—Mmmm, helado.
—¿Eso está bueno? —La frente de Will se arrugó cuando miró mi
expresión de felicidad.
—¿El helado? ¿Nunca has tenido helado? —Mi voz se disparó con
incredulidad—. No creo que fuera eso una noticia de un invento.
—No lo es. Pero dijiste tú mismo que solamente el pueblo tenía una
heladería recientemente.
Agité mi cabeza. Aparentemente el dinero no era todo.
—El helado es la mejor cosa que nunca probarás en tu vida. Es dulce y
cremoso y delicioso…
91
Habíamos desarrollado constantemente caminos por las hileras de
extremos opuestos y ahora estábamos encontrándonos en el medio. Su
cadera chocó contra la mía cuando alcanzó a sacar otro libro de la
estantería. Me deslicé lejos. No podía decir si él se dio cuenta o no. Sus
pestañas parpadearon un poco, pero él estaba mirando el libro.
—¿Hay algo más que eches de menos? —preguntó Will.
—Mi madrastra.
—¿De verdad? Pensé…
—¿Qué la odiaba por la traición de mi padre?
Se encogió de hombros.
—No me malinterpretes, que lo que mi padre hizo fue terrible.
Horroroso. Incluso no quiero hablar sobre ello. Pero mi madrastra…
tenías que haberla conocido. Es una de las mejores personas que nunca
te has encontrado. Su sonrisa ilumina la habitación entera. —La
imaginé, con el pelo rojo esparcido a través de su almohada como algas
flotando en una ola, su piel fina como el papel y tan frágil al tacto. Los
moretones que se formaban tan fácilmente en ella esos días. Sus ojos de
color verde grisáceo, cerrados contra el dolor de su paliza—. Y de verdad
estaba enferma. Will. De verdad, realmente enferma.
—Eso no significa que él lo hiciera bien.
—Lo sé. —Agarré otro libro y lo hojeé. Mi garganta se apretó, haciendo
más difícil hablar—. Duele pensar en cómo… —No necesitaba terminar
esta declaración. Will no quería escuchar mis historias lagrimosas.
Esperaba que él cambiara de tema o dejara mis palabras colgando
torpemente, pero para mi sorpresa tocó mi hombro.
—Realmente siento eso que te sucedió.
—Gracias. —Miré desde su mano a su cara. Mis ojos trazaron la
cicatriz.
—¿Cómo conseguiste eso? —pregunté suavemente antes de perder mis
nervios. Desde que estábamos confesando hoy todo tipo de secretos…
Los ojos de Will se nublaron.
—Marian —dijo, los músculos de su mandíbula apretándose.
Lo conocía suficiente para dejarlo caer. Retomamos nuestro trabajo
evitando los ojos el uno del otro.
92
—¿Algo de suerte? —preguntó después de un corto silencio.
—Nada. Sabes, esto sería mucho más fácil si estos libros estuvieran
ordenados en algún tipo de orden. Te culpo a ti, Will. Es tu biblioteca.
—Debidamente anotado. La señorita desea que yo fuera más organizado
en el pasado. ¿Alguna otra cosa quieres añadir? ¿Aversión por mi color
de pelo, mi altura, mi nariz?
—Ser organizado es mucho más controlado que un atributo físico, ¡Hey!
—chillé cuando deliberadamente me empujó fuera del camino para que
pudiera conseguir otro libro. Me caí de espaldas sobre la alfombra en
un ataque de risa. Will se dio la vuelta riendo.
Una contestación saltó dentro de mi cabeza, pero cuando nuestras
miradas se atraparon no pude hablar. La risa en sus ojos se desvaneció
en intensidad. Mi cerebro tropezó.
En serio, eso no era bueno. Yo. No. Tenía. Una. Cosa. Por. Will. ¿Lo
tenía?
Will se inclinó para ayudarme a levantarme, cuando nuestras manos se
tocaron un impacto eléctrico saltó entre nuestros dedos. No sabía que
hacer o decir. Liberé mi mano tan pronto como estaba de pie y tomé
unos cuantos pasos hacia atrás.
—¡Imbécil! —dije tratando de burlarme de él, pero sonando sin
respiración y demasiado entusiasmada en su lugar. Mi cuerpo entero se
ruborizó. Me moría de ganas de moverme hacia él en lugar de alejarme.
Puse una mano en mi mejilla. Will se quedó de pie junto a la biblioteca,
sus ojos azules desconcertados. Di otro paso hacia atrás.
—¿Va todo bien?
—Creo... eh… voy a irme —Me las arreglé.
—¿De verdad? No hemos estado trabajando tanto tiempo.
—Sí, pero estoy cansada.
Miró escéptico, pero por suerte no la forzó.
—De acuerdo. ¿Trabajaremos más en esto mañana?
—Mañana. —Añadí y prácticamente escapé de la habitación.
***
93
—Creo que estoy atraída por él —confesé a Liam. Él se había vuelto
como mi sacerdote, escuchando pacientemente en la oscuridad todos
mis problemas y temores. Se había vuelto mi amigo, ofreciéndome
asesoramiento y apoyo.
Sus cadenas tintinearon cuando se movió. Sonó casi divertido.
—¿Y?
—¿No estás impresionado? ¿Horrorizado? Quiero decir, ¿no es su culpa
que seas un prisionero?
—No es su culpa el que yo esté aquí. Es culpa de la maldición. Y no, no
estoy impresionado u horrorizado. Eres una chica. Él es un chico. Esas
cosas suceden.
Esas cosas suceden. Um, de acuerdo.
—Bueno, yo estoy impresionada y horrorizada.
—¿Por qué?
—Bueno, estoy como saliendo con ese chico, Drew. Recuerda. Te hablé
de él.
—Tu amigo del instituto.
—Sí, bueno, él es más que un amigo. Pero no es un novio. Y de todos
modos… me gusta Drew. No Will.
—¿Así que él es Will ahora? ¿No el Chico Bestia?
Sonreí en la oscuridad hacia mí misma.
—Oh, definitivamente él todavía es el Chico Bestia. Pero es más que eso
también, espero.
—Es un progreso —dijo Liam.
A veces me preguntaba de qué lado estaba él.
94
Capítulo 11
Traducido SOS por Alexiacullen
Corregido por Rose_vampire
Fui levantada la mañana siguiente con un golpe en la puerta de mi
dormitorio. Me di la vuelta, entrecerrando los ojos en la cercana luz del
sol de la mañana.
—¿Adivina quién? —mis palabras salieron haciendo gárgaras. ¿Qué
hora era?
—Beauty, ¡Levanta! ¡Tienes que venir a ver esto!
Rodé fuera de la cama y me tambaleé hacia la puerta. Puse mis labios
en la rendija. —¿Will?
Prácticamente me tiró al suelo cuando entró. Me di cuenta demasiado
tarde de que estaba solamente en una camiseta sin mangas y un
pantalón corto. Probablemente era demasiada piel para un caballero de
la vieja escuela como Will para manejar sin vergüenza. Quiero decir,
vamos, apenas mostraban sus tobillos en aquella época. Pero él ni
siquiera pareció darse cuenta, estaba tan excitado.
—¡Mira! —agitó un puñado de frescas rosas blancas en mi cara. El olor
me hizo cosquillas en la nariz y estornudé.
—Flores. Muy bonitas —me las arreglé. Estaba demasiado dormida para
cavilar el motivo por el que estaba ofreciéndome rosas. Yo solo quería
poner mi cabeza de vuelta en mi almohada…
—No, escucha —me agarró por mis hombros mientras yo intentaba
volver a la cama, achuchando las rosas contra mi hombro—. ¡Hay rosas
frescas!
—¿Así que…?
—¡No ha habido rosas frescas en esta casa en cuatro años!
—No es cierto —farfullé— había rosas en la biblioteca el otro día.
¿Puedo volver a dormir?
—No, huesos perezosos, tienes que ver esto primero —me condujo hacia
la puerta. Hice un gemido de protesta y señalé hacia la cama.
—Adormilada. Yo. Cama. Ahora.
95
Will solo me empujó a través de la puerta y entré en un estudio
húmedo.
—Esto está, ah… ¿muy oscuro? —en realidad, eso era agradable.
Quizás podría dormir aquí.
—No esta habitación, vamos —cruzó la alfombra y abrió la puerta de
enfrente—. ¡Ajá! Aquí vamos —realizó un amplio movimiento con la
mano en una invitación elegante para que fuera primero. Le empujé al
pasar con un gruñido. Estaba adormilada.
El ruido murió en mi garganta cuando di un paso dentro del
conservatorio y vi lo que era todo el alboroto. Mi mandíbula cayó
impresionada.
—Es un barco.
Un barco de vela enorme llenaba la mitad del conservatorio, el mástil
extendiéndose hasta la parte superior del techo y el casco descansando
sobre las baldosas como si una ola gigante lo hubiera depositado allí.
Montones de rosas blancas rodeaban el barco y colgaban sobre los
lados. Escuché un rumor de alas y miré hacia arriba para ver a las
palomas revoloteando alto sobre nosotros en la luz del sol, intentando
pasar por las ventanas hacia el mundo exterior.
—¿Qué…? —una sensación de cosquilleo comenzó en mi cerebro. Se
suponía que debía recordar algo. Eso era todo de alguna manera muy
familiar—. ¿Qué está pasando?
—Es algún tipo de magia —dijo Will, con una silenciosa reverencia en
su voz. Corrió hacia el velero y golpeó con sus nudillos el casco—.
¿Quizás quiere decir que estamos a punto de romper la maldición?
La comprensión se precipitó sobre mí como un jarro de agua fría. —Es
mi origami —susurré, aturdida.
—¿Qué?
—La otra noche vine aquí después de nuestra pelea. Doblé un montón
de papeles en origami. Algunas rosas, un barco, algunos pájaros…
Me miró desde el velero. No se podía negar su existencia. —Esto es
increíble —dijo—, esto nunca había sucedido en cuatro años de
maldición. ¿Tú… hiciste aparecer esas cosas?
—No lo sé —dije honestamente—, no tengo ni idea. ¿Esto no había
sucedido antes?
96
—¡Caray! No. Pero esto es algo así como mi primera experiencia con una
casa maldita también.
Una de las palomas se posó sobre su hombro. Will tocó las plumas con
un dedo. —¿Las hiciste dóciles también?
—No lo sé. No intenté hacer esto. No sé cómo habría dado instrucciones
a una pieza de origami.
La paloma volvió a despegar con un susurro de alas. Los ojos de Will se
encontraron con los míos. —¿Crees que puedes hacerlo otra vez?
***
En la biblioteca esa tarde, doble rosas y estrellas mientras Will buscaba
a través de los libros solos. Hice cajas y lirios. Intenté un piano.
—Tengo miedo de no saber cómo hacer toneladas de cosas —dije
después de no poder hacer muy bien un tulipán—. Conozco en su
mayoría flores. Y barcos.
—No hagas otro barco —dijo Will, mirando nervioso ante la idea—.
Haría falta otra habitación. Me gusta de verdad esta biblioteca, ya
sabes.
—¿Crees que el color del papel afecta al color del objeto? Usé papel en
blanco nuevo para las palomas y las rosas y la vela. Y todos ellos son
blancos —miré larga y fijamente al piano en mi mano, pensando.
—Pero normalmente estas cosas son blancas de todos modos — Will se
encogió de hombros.
Miré alrededor de la habitación. —Si encontramos algunos papeles
coloreados podemos experimentar.
—Hey, mira esto —hojeó a través de las páginas— Es de Marian.
Ninguna carta. Pero, ¿quién sabe? Podría contarnos donde están las
cartas. Deberíamos leerlo de todos modos.
Se lo cogí y hojeé la primera página. He encontrado al amor de mi vida
comenzaba la primera entrada.
—Eso es un poco trágico, considerando como terminó todo.
—En gran medida —añadió Will. Puso su barbilla en su mano y me
miró mientras pasaba la página. Mi piel picando por su atención, bajé
mis ojos a las palabras escritas. Palabras de Marian.
97
Robert me llevó a montar hoy. Los campos estaban maravillosos con
margaritas y los niños del pueblo estaban jugando en el arroyo. Nunca
había experimentado tanta felicidad o amor. Me estremezco al pensar que
podría casarme con este hombre, que nuestros propios hijos podrían
jugar un día en ese arroyo.
Me deslicé a través de las entradas mientras Will continuaba buscando
en la biblioteca libros o cartas. La mayoría de las entradas eran sobre
las hierbas que había recolectado u olido que ella había aprendido. O
Robert. Un montón del diario enfocado en Robert, de verdad. Eran
ridículos límites de cómo de obsesionada estaba.
—Realmente se preocupaba por tu hermano —comenté, después de
terminar otro párrafo que describía su impecable rostro y sus profundos
ojos marrones—. Escribe sobre él constantemente. Y quiero decir,
constantemente. Si buscaras obsesionado en el diccionario, ibas a
encontrar un cuatro de Marian y Robert.
—Marian era como una tormenta eléctrica —dijo Will. Su voz sonó
apagada, estaba en cuclillas delante de la estantería inferior,
comprobando los libros enterrados detrás de una recopilación de
enciclopedias. —Cada emoción suya estaba amplificada debido a la
magia. Si rasgaba el borde de su vestido, lloraba por ello. Era muy
apasionada.
—O psicópata —refunfuñé.
—Me sentía mal por ella —continuó Will— ardió como la paja,
rápidamente encendida, pero sin resistencia. —Levantó la cabeza para
mirarme y me reí cuando vi una mancha de polvo en su nariz.
—Tienes una… —llevé mi mano para indicar mi nariz.
—¿Dónde? —Lo frotó con sus manos y solamente consiguió empeorar
las cosas. Me reí. A veces era como un niño.
—Aquí —dije—, permíteme. —Will se dejó caer a mi lado y limpié el
polvo con mi manga.
—Gracias. —En lugar de volverse hacia arriba, se tendió en el suelo y
dobló sus manos detrás de su cabeza. Su mirada se desvió por encima
de mi cara. —Marian no era nada como tú.
—¿No es una aguafiestas adicta al trabajo quieres decir? —Levanté una
ceja fingiendo estar ofendida.
98
—No —insistió, serio— ella era hermosa y ardiente, pero era
insustancial. Y ahora está completamente loca. Pero mírate. Eres fuerte.
Hasta puedes sonreír después de las cosas que te han sucedido. Eso es
probablemente la cosa más admirable en el mundo. Haces cosas. No te
das por vencida. Eres valiente.
—Gracias —murmuré, desapareciendo mi sonrisa burlona. En el
momento sentí algo pero valiente. No era una heroína. No era
admirable. Simplemente era terca como para seguir adelante incluso
cuando todo parecía estar cayéndose a pedazos. Mi padre siempre había
odiado eso de mí. ¿A él le gustaba?
—Te admiro más que a nadie que haya conocido nunca —dijo Will. Alzó
la mano y metió un mechón de pelo detrás de mi oreja. Su mano se
quedó allí. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y aparté la mirada.
—Debería, ummm, seguir leyendo.
—Sí, por supuesto —dejó caer su mano. Volví a mi lugar y abrí la
página de nuevo por donde lo había dejado. El silencio llenó la
habitación como una inundación. Me estaba ahogando en ello. Intenté
pensar en Drew, a pesar de que mi mente seguía viendo a Will.
99
Capítulo 12
Traducido por Isane33
Corregido por Rose_vampire
Cuando entré arrastrando los pies en la biblioteca la mañana siguiente,
Will estaba sentado en un reluciente piano blanco esperándome. No dijo
nada, simplemente extendió las manos para indicar que todas las cosas
que habían cambiado en la noche y sonrió como si él las hubiera hecho.
—Funcionó —murmuré, todavía asombrada al ver las piezas de origami
transformadas frente a mis ojos. Flores blancas estaban esparcidas
sobre la alfombra. Una caja blanca de aspecto resistente estaba
colocada a la izquierda del piano. Parecía lo suficientemente grande
como para llevar una cama dentro.
—No puedo entender la relación de tamaño —dijo Will. Tocó una serie
de acordes—. Las flores son pequeñas, pero la caja es grande. Por
cierto, este piano es magnífico. Bien hecho, Beauty.
No me había dado cuenta anteriormente de lo mucho que me gustaba
oírle decir mi nombre. Me sonrojé. Sonaba bien viniendo de él. Lo dijo
afectuosamente, como si fuera verdad. Como si no fuera una broma
cruel que mis padres me jugaron.
—¿Puedes tocar? —le pregunté, para distraerlo de mi rubor.
En respuesta, se lanzó a un concierto de Mozart. Me acurruqué en una
de las sillas junto a la chimenea vacía y cerré los ojos, dejando que la
música me empapara como lluvia. Casi me entraron ganas de llorar al
oír el sonido. Me había olvidado de cuan maravillosa era la música.
Cuando la canción se detuvo, abrí los ojos y encontré a Will mirándome.
—Fue maravilloso —susurré.
Él sólo sonrió, y su sonrisa fue como el sol que entraba por la ventana
que estaba encima de él.
***
Los días pasaron mucho más rápido de lo normal. La punta de mi nariz
empezó a sentirse fría cuando despertaba en las mañanas y empecé a
usar suéteres para cenar con Will y Rose mientras continuamos nuestra
búsqueda del libro con las cartas. Las hojas empezaron a caer de los
100
árboles y a cubrir el césped de dorado y naranja y los días empezaron a
hacerse más cortos.
Me sentí enferma solamente de pensar en todo el tiempo que
probablemente había trascurrido en el exterior. Solamente había estado
aquí durante un mes, quizá dos… ¿Pero ya era otoño? Yo había llegado
a la casa en mayo. ¿Era Septiembre afuera? ¿Octubre?
Sola, me senté en la cubierta del velero y observé por las ventanas del
invernadero los cambios del otoño que iban apareciendo en el paisaje y
me dolía por dentro. ¿Alguna vez íbamos a encontrar la manera de
romper la maldición? Will y yo habíamos buscado en un poco más de la
mitad de la biblioteca sin suerte aparte del diario. Yo seguía leyéndolo,
tratando de encontrar pistas. Pero hasta ahora, no había encontrado
nada allí tampoco.
Las cosas que había doblado estaban por todas partes. Rosas como
siempre, en fragantes pilas. Cajas, bolsas, zapatos. Un espejo. Lo recogí
y me quedé mirando mi expresión. Presioné los dedos contra el frío del
cristal. Mi aliento empañó el espejo, haciendo un círculo. Dibujé un
círculo tembloroso en el centro de la parte empañada e hice dos puntos
para los ojos. Una carita sonriente. Pero le dibujé la boca fruncida.
A veces me sentía como si me hubiera quedado dormida y nunca
despertara. Como la Bella Durmiente, atrapada en su cama durante
tanto tiempo. Yo vivía en un mundo de sueños y, como una pesadilla,
me olvidaba de las personas que había dejado atrás. Había dejado de
ver la cara de Drew cada mañana cuando me despertaba, en ese
espacio de ensueño entre dormir y despertar antes de abrir los ojos.
Solía pensar en él antes, pero ahora...
¿Lo estaba olvidando? La idea hizo que me doliera el estómago. ¿Cómo
me atrevo a dejar que su recuerdo se desvanezca? ¿Cómo me atrevo a
traicionarlo por mi apatía? Era como si el aletargamiento de la casa,
detenida en el tiempo por tantos años, se filtrara en mis venas y
corrompiera mi corazón.
Golpeé el espejo con tanta fuerza que el cristal se rompió. Un pedazo
cayó en mi regazo.
—¿Qué estás haciendo?
Me volví y vi a Will en la puerta del invernadero. Mis entrañas dieron un
tirón. Él estaba de pie en la sombra, con el brazo apoyado en el marco
de la puerta y con sus ojos puestos en mí. Cerré los dedos sobre el
fragmento del espejo y lo metí en mi bolsillo. Empujé el espejo debajo de
101
una pila de rosas. No había razón para parecer suicida o algo así. Él se
preocuparía.
—Hola —le dije, me alegró verlo, pero le temí al mismo tiempo. Esta
extraña mezcla de emociones había estado surgiendo mucho en torno a
él. Me asustaba… pero me gustaba.
—¿Estás bien? —Dio unos pasos hacia mí.
Miré por la ventana y luego de nuevo a él. Pensé en mentir y decir que
todo estaba simplemente perfecto, pero ¿cuál sería el punto? Él merecía
oír cómo me sentía. —No.
—¿Qué pasa?
Un suspiro se extendió por mis pulmones y salió por mis labios. Will
saltó sobre la borda del velero y balanceó sus piernas al lado de las mía.
Miré mis pies descalzos, junto a los suyos con calcetines. Era extraño lo
diferente que yo era con él ahora. Tan diferente del principio de nuestra
relación.
—¿Qué pasa? —volvió a preguntar Will, golpeando mi pierna con la
suya—. Estás poniendo tu cara pensativa.
Lo dijo para hacerme sonreír. Pero todo lo que consiguió fue un
pequeño tirón de mis labios.
—¿Crees que alguna vez vamos a romper la maldición? Quiero decir,
sinceramente.
Él se quedó callado por un largo tiempo, como si estuviera pensando
cuidadosamente en lo que iba a responder. Me senté esperando
mientras que el frío se apoderaba mi piel. Una parte de mí quería que él
realmente lo pensara, sin duda, pero una gran parte de mí solamente
quería que dijera inmediatamente Por supuesto que lo haremos, no seas
tonta.
Pero no estaba diciendo eso. Él estaba pensando.
Me miré las manos y me mordí el labio.
—¿Has terminado de leer el diario de Marian? —dijo en lugar de
responder, después de una larga pausa.
Lo dejé librarse de contestar. Porque no quería oír su respuesta más de
lo que él quería darla. Era más fácil pensar en las cosas por hacer en
vez de pensar en lo que no podemos cambiar.
102
—Casi. Es una lectura muy lenta.
—¿Y no menciona el libro con las cartas, o la maldición, o algo así?
—No.
—Saltaste al final primero, ¿no? Porque ella podría haberlo
mencionado…
—No soy una completa tonta —le dije con una risa baja—. Por supuesto
que leí los últimos fragmentos de inmediato. Pero el diario termina
antes... antes de que esto comenzara. Termina con su boda. Tal vez ella
decidió que ahora que estaba aquí con él, no lo necesitaba. O tal vez
comenzó otro diario.
—Debemos estar pendientes de él de todos modos.
—Sí.
Ambos dejamos de hablar a continuación y el silencio se precipitó como
una manta caliente. Esta vez se sentía bien. Estar a su lado era como
estar sentado al lado de un cálido fuego. Reconfortante.
Y en este momento lo que de veras necesitaba era algún consuelo.
El cosquilleo comenzó en la parte trasera de mis ojos. El escozor de las
lágrimas no derramadas. Froté una mano sobre mis ojos y me aclaré la
garganta. Realmente deseaba poder llorar.
—Beauty… —comenzó Will.
Quería gritar, pero salió como un sollozo. Will envolvió su brazo
alrededor de mis hombros y me acercó a él. Apoyé la cabeza en su
hombro.
Era la primera vez que nos habíamos abrazado.
Estuvimos así durante mucho tiempo.
—Estoy asustada —murmuré, con mi boca aplastada contra su camisa.
—¿Por qué?
—Esta estúpida maldición. No vamos a resolverla. No estamos…
—Sí lo haremos.
Giré la cabeza para que mi voz fuera más clara.
103
—Tenemos que ir a verla de nuevo… Es decir a Marian, por supuesto.
¿A quién más?
—¿Qué? ¿Estás loca? —Will se echó hacia atrás y me miró fijamente a
la cara. Se rió con incredulidad—. La última vez que fuimos, fue un
desastre. Nunca debí haberte llevado. No. De ninguna manera.
Un pensamiento me vino a la cabeza.
¿Quién dijo que él tenía que llevarme?
—Está bien —murmuré, tratando de lucir lo suficientemente
decepcionada para que él no sospechara nada.
Will suspiró y comenzó a estrecharme en su brazo, pero la culpa se
estaba filtrando en mí otra vez y me alejé. Él dejó caer su brazo, pero no
discutió. Sólo miró al suelo.
—Lo siento, Bee. Quiero decir, vamos a esforzarnos más para encontrar
el libro con las cartas. Eso es lo que tenemos que hacer, de todos
modos.
—Claro —le dije—. Tienes razón. Nos esforzaremos más.
Pero en mi cabeza hice otros planes. Y cuando la luna salió en el cielo y
descendió la oscuridad, me deslicé silenciosamente hacia el espejo en
su estudio esa noche mientras la casa dormía bajo su maldición. Y pasé
sola a las Tierras Mágicas.
104
Capítulo 13
Traducido por PaulaMayfair y Elizzen
Corregido por Nony_mo
Todo era tan malo como lo recordaba. Los ojos oscuros de las hadas se
burlaban de mí detrás de una fila de columnas y un caballero delgado
con un traje rojo me preguntaba si quería que le diera mi sangre.
Empujé a través de la multitud, buscando la sala de baile. Quizás
Marian estaría allí de nuevo.
—¡Beauty!
Me volví. Era Storm, el elfo canalla. Me alcanzó y, al ver que estaba sola
en esta ocasión, me dirigió una sonrisa sugerente.
—¿Sin correa esta noche?
—No estoy bajo el pulgar de Will, si eso es lo que está insinuando —le
dije—. Y vete.
—Estás buscando a Marian, ¿cierto?
—No te puedo pagar. No tengo nada de dinero.
Storm se echó a reír.
—Mi querida chica, no acepto dinero. A mí me pagan en recuerdos.
¿Recuerdos? Un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras recordaba
la forma en que Will había puesto sus dedos contra Storm, a cambio de
información. ¿Le había estado dando al duende un recuerdo?
—¿Qué clase de recuerdos?
Sus ojos brillaban.
—Unos llenos de emoción. Tienen un sabor mejor.
Pensé en la noche en que había llegado a la casa de la maldición. La
rabia y el dolor que sentía por haber sido abandonada, el miedo y la
tristeza de estar sola.
No me importaría olvidar ese momento.
—Está bien —dije. Sin embargo, no estaba completamente segura de lo
que acababa de acordar—. ¿Yo voy a, uh, cambiarte un recuerdo y
entonces me mostraras dónde está Marian?
105
Storm echó la cabeza hacia un lado.
—De acuerdo. —Tomó mi mano—. Ahora piensa en el recuerdo.
Cerrando los ojos, saqué la escena en mi mente —la oscuridad llena de
murmullos, la cama y las almohadas de plumas suaves. Mi pecho
dolorido y mis ojos secos y arenosos. La mano de Storm quemando en
la mía y el recuerdo estaba repentinamente más brillante, más vivo.
Sentí el dolor estallar en mi interior, fresco como si hubiera sido
pegado. Di un grito ahogado y Strom apretó más fuerte. Mi mente se
quedó en blanco por un momento mientras el evento que había estado
imaginando desaparecía de mi mente para la de Strom. La vívida escena
desapareció, dejando una sensación persistente de tristeza en mi pecho.
Y luego... nada.
—Ahhh —suspiró y liberó mis dedos—. Muy bien.
Eso fue raro. Me froté la mano y aparté la mirada. Me sentía como una
prostituta de mente o algo así. Esperanzada de que ese recuerdo no
fuera importante, ya que se había ido.
—Bien, ahora ¿dónde está Marian?
Storm se veía en éxtasis ahora. Él me miró parpadeando adormilado y
se lamió los labios.
—La encontrarás en el Salón de las Rosas.
Asombroso.
—Bueno, ¿dónde está eso?
—Lo siento, sólo doy una respuesta por recuerdo. Si quiere
instrucciones, tendrás que compartir otro. —Me miró con hambre de
mí.
No estaba segura en este punto lo que le había dado, mi recuerdo se
desvaneció en una niebla gris borroso cuando traté de recordarlo—pero
sabía al menos que no había sido bueno. Traté de pensar en otra
situación desagradable, que no me importaría olvidar.
¿Mi llegada a la casa de la maldición?
No, tenía que aferrarme a eso. Como terrible que fuera, tenía que
recordar ese momento. Busqué algo más. ¿Qué pasa con el tiempo en
que Will me dijo el verdadero motivo de mi padre para traerme a él?
Mi estómago se retorció. No uno de esos. No uno de Will.
106
El deseo de atesorar recuerdos de él me sorprendió. Pero allí estaba.
Miré a Storm y sacudí mi cabeza lentamente.
—No importa. Encontraré el Salón de las Rosas yo misma.
Storm frunció el ceño, pero la expresión cambió a algo lascivo una vez
más.
—Está bien. Haz lo que quieras, Chica Maldita.
Yo pasé junto a él para el mercado de hada. No me atrevía a preguntarle
a nadie por el camino. Storm había pedido un recuerdo. Alguien podría
pedir mi sangre.
Mientras caminaba, se me ocurrió que no sabía cuánto tiempo había
pasado. Estaba hambrienta, pero recordé la advertencia de Will. Ningún
alimento o bebida aquí.
Adelante, vi un pasillo de columnas cubiertas de hiedra. La luz del sol
amontonaba a través de tragaluces de vidrio y podía escuchar música.
La escena era hermosa pero irreal. Como estar en el medio de un
bosque en ruina.
Alguien tropezó conmigo y me giré, dispuesta a defenderme si se trataba
de un vampiro o un elfo sanguinario. Mi corazón tropezó en mi pecho.
Pero sólo era una chica joven que estaba sorprendida con las dos
manos apoyadas sobre su boca, viéndose igualmente aterrorizada. Nos
miramos la una a la otra, determinando que no era ninguna amenaza y
luego se echó a reír con voz temblorosa.
—Lo siento mucho —jadeó ella cuando pudo hablar de nuevo—. Estaba
mirando a los pájaros... soy tan torpe.
¿Torpe? Eso no suena como algo que un ser encantado diría. Eso
sonaba como una chica humana.
—No eres un hada, ¿verdad? —dijo ella, vacilante.
Sonreí, aliviada. Ella prácticamente había leído mi mente.
—Nop. ¿Eres humana?
La niña sonrió y juntó las manos.
—Puedes llamarme Anna. ¡Este lugar es tan aterrador! Estoy buscando
a un mago llamado Maleus. ¿Sabes quién es?
107
—No, lo siento —le dije y lo estaba realmente. Deseé poder ayudarla—.
Estoy buscando a una bruja llamada Marian.
—No sé quién es —dijo—. Lo siento.
—¿Sabes dónde está el Salón de las Rosas, por casualidad? —Valía la
pena intentarlo, ¿cierto?
Una sonrisa brillante cruzó por su rostro.
—¡Sí, sé donde esta! ¡Ven conmigo!
Ella estiró la mano.
—Aquí, toma mi mano y te mostraré.
Llegué a ella y luego me detuve. ¿Qué me había dicho Will acerca de
tocar a la gente aquí? Era peligroso por alguna razón.
Anna echó la cabeza, confundida por mi vacilación.
—¿Qué te pasa?
Esperé un segundo. Un pensamiento se dejó caer en mi mente como
una piedra en un estanque, causando ondas de aprehensión. Ella
nunca había contestado mi pregunta de ser humana, ¿lo había hecho?
—Las hadas tienen que responder a preguntas directas honestamente,
¿cierto?
—Sí —dijo Anna. Su ojo derecho se crispó.
Sospecha zumbaba en mi pecho. Di un paso hacia atrás.
—¿Eres humana, Anna?
Sus brillantes ojos azules se descoloraron a negro mientras silbaba con
furia. Sólo entonces vi sus orejas, largas y puntiagudas y sus dedos,
con uñas como garras. ¿Habían sido ocultados con la magia antes?
—¡Humana estúpida! Estuve muy cerca de atraparte. Espero que te
pudras para siempre bajo la maldición de Marian.
Mi interés se despertó.
—¿Así que conoces a Marian?
El hada hizo un mohín.
—¿Por qué debería decirte nada?
108
Probablemente necesitaba sobornarla, no quería regalarle otro recuerdo.
Eso era demasiado escalofriante. Me mordí el labio, tratando de pensar.
¿Qué es lo que tengo? Busqué en los bolsillos de mis vaqueros, pero lo
único que tenía era un pedazo de papel y el plateado trozo del espejo
roto que había puesto en el bolsillo delantero antes. Saqué el papel y lo
doble en una rosa. Tal vez le gustaría origami.
—¿Qué magia es esta? —susurró el hada. Miré a mi mano y me congelé.
La rosa de papel se había vuelto real.
—Es... origami. —Estaba en stock. Al parecer, el cambio no necesitaba
que pasara una noche de magia en las Tierras Mágicas—. Aquí, tómalo.
Puedes llevarlo en tu pelo. —El Hada deslizó tímidamente la rosa entre
sus rizos y saqué el trozo de espejo para enseñarle.
—Anna —se animó cuando ella lo vio—. ¡Un escudo!
—Es un espejo.
Ella inclinó la cabeza en un gesto rápido. Sus largos dedos ya estaban
llegando.
—Sí, sí, un espejo.
—¿Un escudo contra qué?
—Contra la magia, contra malicias... no es nada para ti. Todo para mí.
Ahora te llevaré al Salón de las Rosas —dijo el hada—. Dame el escudo
y te llevaré.
Intrigada, le entregué el trozo de espejo. No lo necesitaba. ¿Tal vez era
una cosa de hadas? Me lo arrebató y se lo guardó en su cinturón.
—Por aquí —dijo, señalando a las columnas cubiertas de hiedra—.
Entontarás a la bruja Marian allí.
***
Marian me estaba esperando. Alguien debe de haberle dicho que estaba
cerca, preguntando por ella. Tal vez las hadas tenían una red, tal vez
Storm a sus servicios también, tal vez era sólo un poco de la extraña
magia. Lo que sea. De cualquier manera, lo sabía. Sus ojos oscuros
pasaron por encima de mí, acogiéndome.
—Hoy te ves mucho menos bonita —dijo con sorna—. Menos que
Beauty sin su Bestia, ¿verdad?
109
—Nunca me importó —le dije—. Estoy aquí para hablar contigo. Solo yo
esta vez.
—¿De qué quieres que hablemos?
—No te hagas la tonta conmigo —le dije—. El reloj de arena está casi
vacío. No tenemos mucho tiempo. Quiero que me des otra pista.
Ella me miró a los ojos durante un largo tiempo, tanto tiempo que casi
pensé que había olvidado que yo había hablado. Después se echó a reír.
—¿Por qué continúas pensando que voy a seguir tus afirmaciones
infantiles? No estoy atada a ti.
Me puse delante de ella cuando trató de salir. Mi corazón latía con tanta
fuerza en mi pecho que casi podía oírlo.
—Porque creo que en algún lugar, en el fondo, sientes lo que has hecho.
Ella se quedó muy quieta.
—Chica —dijo al fin, con voz extraña—, tú no entiendes la profundidad
de la culpa, ¿verdad? ¿La agonía de la traición?
—Tú no sabes nada de mí.
—Sal, fuera de mi camino antes de que te mate —dijo Marian y esta vez
su voz estalló como un látigo.
—Escucha… —gruñí.
—¡Beauty!
Una mano me agarró y tiro de mí hacia atrás a la vez que Marian
empezó a levantar su arma. Miré hacia atrás, frenética, pero la bruja ya
había desaparecido entre la multitud.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Era la voz de Will en mi oído.
Sacudí sus manos fuera de mí.
—Estoy tratando de salvar nuestras vidas, Will.
Incredulidad y furia lucharon en su rostro y ganó la furia.
—¿Te has parado a pensar un segundo cuando te estabas dirigiendo de
cabeza a uno de los lugares más peligrosos a los que podrías ir?
—Estaba bien. —No iba a mencionarle al hada. O a Storm.
110
—¡Al parecer, no! ¡Llegué justo a tiempo para arrastrarte lejos de una
bruja loca!
—William —espeté—. Para. Sólo detente. No eres mi padre. No puedes
regañarme así.
Él me ignoró.
—¿Qué habría hecho yo si hubieras sido asesinada?
—Oh, estoy segura de que todavía serías capaz de encontrar el libro de
letras sin mí. —Todo mi cuerpo se ruborizó. Estaba prácticamente
gritando.
—Bee —gritó él—. Olvídate de la maldición. No sé lo que haría si te
perdiera.
Oh.
Aturdida, miré al suelo, a su hombro, a cualquier lugar menos a su
rostro.
—Me preocupo por ti, Beauty. Ya no se trata de la maldición.
Levanté mi mano antes de que pudiera decir nada más, antes de que
pudiera llegar a algún lugar del que nos arrepintiéramos ambos.
—Por favor, Will. ¿Podemos ir a casa?
Exhaló ruidosamente y después restregó sus manos por su cara. Su
expresión, cuando sus dedos se deslizaron lejos, era resignada.
—Sí, está bien. Vámonos.
Pero sus ojos estaban heridos.
111
Capítulo 14
Traducido por Auroo_J y Vafitv
Corregido por Fher_n_n
Las rosas que había recogido en los últimos días florecían en jarrones
por toda la biblioteca, llenando el aire con su aroma. Will trabajó en un
extremo de la habitación y yo trabajé en el otro. Me mordí el labio
mientras sacaba libros de la estantería y comprobaba su interior.
Housekeeper nos trajo té.
¿Era solo mi imaginación, o su piel pintada parecía desvanecida, como
si su piel real se viera a través?
La esperanza en mi pecho se hinchó como un globo, empujando un
poco de la tristeza.
¿Tal vez estábamos haciendo progresos?
El sol brillaba sobre el cabello oscuro de Will, haciéndolo lucir negro
azulado. La cicatriz en su frente brillaba de color blanco perla. Su piel
parecía menos pálida, sus ojos menos tristes, a pesar de que había
parecido tranquilo y triste desde que habíamos regresado de las Tierras
Mágicas. Viéndolo a escondidas, seguí la forma de sus hombros con mis
ojos y memoricé la forma en que se limpiaba el polvo de la frente con el
dorso de la mano.
¿Cómo no lo encontré guapo cuando lo conocí por primera vez?
Agaché mi cabeza cuando miró hacia mí. En esos momentos estaba tan
confundida. Había estado en la cúspide de una confesión cuando lo
había interrumpido. ¿Por qué no lo dejé terminar? ¿A qué le tenía
miedo?
Oh, sabía exactamente lo que temía.
Saqué el siguiente libro, tenía una encuadernación de cuero suave y no
tenía palabras en la portada. Lo abrí distraídamente, todavía pensando
en Will. Mi mirada se posó en la página.
Mi querido Robert, te escribo esta carta desde mi casa en la ciudad, y te
extraño tan terriblemente …
Me congelé. Un rugido llenó mis oídos y mi cuerpo se puso caliente y
luego frío. Casi se me cae el libro.
112
Este era.
¡Este era!
Traté de gritarle a Will, pero mi voz salió en un chillido estrangulado.
Me temblaban las manos mientras hojeaba las páginas. Cartas escritas
a mano, unidas en forma de libro... sí, este era.
—¿Beauty?
—El libro… —tartamudeé—. Son las cartas…
Él llegó a mi lado inmediatamente. Tomó el libro de mis dedos
temblorosos.
—Tienes razón. ¡Tienes razón! ¡Este es!
Me agarró en un abrazo. Me reí, mareada y con una sensación de
hormigueo, lo extraño entre nosotros se olvidó. Lo habíamos hecho. ¡Lo
habíamos encontrado!
—Eres increíble —dijo Will, deteniéndose y mirándome. Le di una
sonrisa de felicidad pura. Y antes de que supiera lo que estaba
pasando, se inclinó y me besó.
Retrocedí tambaleándome, la mano volando hacia arriba para cubrir mi
boca.
Los ojos de Will se oscurecieron inmediatamente mientras tomaba nota
de mi reacción. Su sonrisa se desvaneció.
—Yo... lo siento —dijo. Estaba respirando con dificultad, no mirándome
a los ojos—. Eso no era lo que quería… no era mi intención… ¿te he
molestado?
Estaba tratando de encogerme de hombros.
—Uh, no, está bien.
Sólo que no estaba bien. Yo estaba bastante asustada por el momento.
Pero más que eso, quería hacerlo de nuevo totalmente.
Pero me obligué a alejar el pensamiento y traté de parecer normal. No
era gran cosa, ¿verdad? Se había dejado llevar. Solo estábamos
emocionados de encontrar el libro.
El libro. Me acordé de golpe. Esto era demasiado, todo a la vez.
—Beauty...
113
Señalé el libro que estaba en sus manos.
—Probablemente deberíamos ver eso.
No podía hablar de nuestra complicada relación en estos momentos.
Necesitaba tiempo para pensar en ello.
Will suspiró profundamente y asintió.
—Sí —estuvo de acuerdo—. Vamos.
Los dos buscamos en las páginas, reímos con voz temblorosa y lo
intentamos de nuevo. Mi mirada cayó sobre las primeras entradas de
nuevo.
—Esto es de hace mucho tiempo atrás. ¿Qué hay en la época de la
maldición?
Will volteó hacia atrás.
—Terminan con su matrimonio. Vamos a tener que leer todo el asunto.
—Arrancó un manojo y me las entregó—. Aquí tienes. Me quedo con la
primera mitad, toma la última.
Parpadeé en estado de shock.
—No puedo creer que hayas mutilado un libro.
—Bueno, este libro puede ser la clave para romper la maldición.
Buen punto. Tomé las páginas y comencé a leer.
Se aclaró la garganta y empezó con la otra mitad. Lo miré a hurtadillas
a través de los papeles. Parecía que acababa de perder a su cachorro o
algo así.
No sabía qué pensar.
***
Cuando Butler me acompañó a cenar esa noche, no me llevó a la sala
del comedor. Pasamos a través de ella, pero la habitación estaba vacía y
sin encender la luz.
—¿Butler? ¿La cena?
—No, señorita —dijo el criado con un guiño misterioso. Me di cuenta de
su piel comenzaba a parecer más humana como la de Housekeeper—.
Vamos al Invernadero esta noche.
114
Perpleja, no tuve más remedio que seguirlo.
Contuve el aliento cuando entramos en el Invernadero. Las velas
parpadeaban en la cubierta del barco de vela, echando un suave
resplandor a través de las ventanas y los montones de rosas blancas y
lirios. Una manta estaba esperando, extendida con bocadillos y fruta.
Música de violín flotaba en el aire y vi a un criado jugando en una
esquina. Me volví a Butler.
—¿Qué está pasando? ¿Qué es?
Will salió de detrás del barco de vela.
—Gracias, Butler. Eso es todo.
Hice un gesto hacia la comida y velas.
—¿Qué es esto?
Will dejó caer su mirada.
—Yo, eh, pensé que podíamos cenar.
Puse una mano sobre mi boca. ¿Era esta una disculpa o una cita?
—Por favor, siéntate —dijo, señalando.
Una parte de mí quería dar la vuelta y marcharse por la puerta, pero
Will se veía tan esperanzado de que no podía hacerlo. Me dejé caer
sobre la manta y miré a mí alrededor otra vez.
—¿Es todo... adecuado? —preguntó Will, dejándose caer a mi lado.
—Es muy bonito. Pero Will...
—Primero, cierra los ojos. Te tengo una sorpresa.
Por poco no lo hice, pero se veía tan serio sentado allí. Así que cerré los
ojos obedientemente. Escalofríos nerviosos bailaban en mi estómago.
¿Qué iba a hacer? Esto era un error, ¿verdad?
—Ahora abre la boca.
—Will, ¿qué…?
—Beauty —dijo con severidad—. Confía en mí.
Abrí la boca.
115
Algo frío tocó mi lengua y luego probé una ráfaga de frescura frutal
azucarada. Helado de fresa. Mis ojos se abrieron con alegría.
—¡Helado! —prácticamente lo grité—. ¿De dónde lo sacaste?
Will estaba triunfante.
—Resulta, que el cocinero sabía cómo hacerlo. Sin embargo, tenemos
que comerlo primero, antes de que se derrita.
Y así que comimos helado en una manta en el estudio, rodeados de
velas. Will no mencionó el libro de cartas ni una vez. No era más que
encantador. Casi podía fingir que estábamos de vuelta en su tiempo, en
una fiesta de lujo. Él cubrió todos los temas aceptables de conversación
para una vieja fiesta estirada, el clima (frío), mi salud (impecable), la
habitación (marcado por un gran velero). Pero lo hizo con ingenio y
encanto.
Incliné la cabeza hacia atrás para estudiar la monstruosidad náutica
que había tomado más de la mitad del conservatorio.
—Sabes, me gusta el velero. Le añade un toque especial a esta
habitación. Me gusta pensar que hemos mejorado la disposición de los
muebles con él.
Will solo negó con la cabeza. La luz de las velas brillaba en su cicatriz.
Cuando sonreía, tenía un hoyuelo en el lado izquierdo de su boca.
—Me siento como si estuviera en un baile, casi —le dije—. Pequeñas
charlas ridículas, música en vivo, velas...
Una mirada diabólica apareció en su rostro, él se paró.
—¿Puedo tener este baile?
—Oh, no soy una buena bailarina —protesté. De pronto sentí mis
manos resbaladizas.
—Tonterías. —Se inclinó y me levantó en sus brazos—. No es difícil en
absoluto. Aquí, sostienes tu mano, así y eso…
—En serio no creo que… —Al estar tan cerca de él hizo que mi cara
comenzara a calentarse. Me aclaré la garganta—. Lo que quiero decir
es… no sé los pasos.
—Vas a hacerlo bien —dijo él—. ¿Lista?
—Realmente no estoy segura de eso. Probablemente soy terrible.
116
Pero él ya me conducía al ritmo de la música, contando los pasos en mi
oído. Tropecé, luego encontré mi equilibrio. El brazo de Will se apretó a
mi alrededor. Mi estómago se estaba tambaleando, pero en un buen
sentido.
—¿Estoy matando los pasos?
—Lo estás haciendo muy bien —dijo él—. Tú no eres terrible en
absoluto. Bastante graciosa, en realidad.
—Tomé clases de Tap durante dos años —ofrecí—. Tal vez eso tocó
algún sentido de baile en mí.
—No estoy seguro de lo que es “Tap”. Pero eres una buena bailarina.
Una sonrisa asomó a mis labios. Will tocó mi barbilla con su dedo.
—Ahí está.
La música cambió a una canción más lenta. Yo no sabía qué hacer, así
que puse mis manos detrás de su cuello y presioné mi mejilla en su
hombro. ¿Era lo normal en un baile lento, no?
Will se puso ligeramente rígido.
—Esto es agradable —dijo, envolviendo sus brazos alrededor de mi
cintura y relajándose contra mí—. Pero ciertamente este no era el modo
que nosotros habríamos bailado en un baile de etiqueta. Esto habría
causado un escándalo.
Me eché hacia atrás y lo miré a la cara. Nunca me había dado cuenta de
cuan largas sus pestañas eran. O la forma que los bordes de su cabello
cepillaban las puntadas de ellas. Me gustaba.
—Si tú me hubieras conocido en tu tiempo, ¿qué habrías pensado de
mí?
—Que eras la chica más hermosa que jamás haya visto.
—No, de verdad. ¿Qué habrías pensado?
Sus ojos se arrugaron cuando sonrió.
—Te lo dije. La chica más hermosa.
—Mentiroso —susurré, pero mi tono era ligero.
117
Hilos invisibles tiraban de mi cuerpo, me atraían más a él. Podía sentir
su mano sobre mi espalda, que quemaba a través de mi ropa. Nunca
había sentido esto por nadie.
Ni siquiera por Drew.
Él rozó mis labios con un beso y sentí un escalofrió todo el camino
hasta abajo a mis pies. Mi cabeza empezó a girar. ¿Estaba realmente
besando a la bestia en la casa de la maldición? ¿Y esto me gustó?
Extendí mi mano y pasé los dedos ligeramente sobre la cicatriz en su
frente. Nunca le había preguntado como la había conseguido. Will
sonrió ligeramente, girando su cabeza para rozar mi mano.
Seguimos bailando y busqué a tientas algo, cualquier cosa, que decir.
—Nunca he bailado con nadie así —le dije.
—¿Ni siquiera con tu antiguo prometido?
—¿Prometido? ¿Te refieres a Drew?
—Sí, me refería a tu novio. Prometido es una vieja palabra para eso.
Independientemente de lo que sea. El chico flaco y de pelo rubio.
Negué con la cabeza.
—No, Drew y yo nunca hemos bailado. Nosotros no tuvimos ninguna
ocasión, porque hoy en día la gente en general solo baila en la
graduación y en las bodas.
Espera un segundo. El chico flaco, de pelo rubio.
Dejé de bailar y él tropezó contra mí. Miré arriba a su cara.
—¿Cómo sabes que es rubio? Nunca te dije eso.
La expresión de Will cambió ¿Era aquello culpa en sus ojos?
—Acertada suposición.
No, de ninguna manera. Tenía un mal presentimiento sobre esto.
—Tú no adivinaste, estabas constatando un hecho. ¿Qué no me estás
diciendo?
—Este no es el mejor momento para esto, Bee.
Me distancié, rompiendo su agarre en mí.
118
—¿El mejor momento para qué?
Un sentimiento de malestar corría a través de mi pecho.
Lo miré duramente, tratando de leer la verdad en sus ojos.
—¿Qué es eso?
Agachó la cabeza.
—No es nada. Es solo que…. es… es acerca de Drew. Él vino aquí hace
unas semanas. Quería verte.
—¿Qué? ¿Drew vino aquí? ¿Estuvo dentro? —Apenas podía pronunciar
las palabras. Todo el aire había salido de mis pulmones—. ¿Él estuvo
aquí y no me lo dijiste?
—Él no entró. Golpeó la ventana de la biblioteca y exigió verte.
Mi pecho dolía como si me hubieran dado un puñetazo. Envolví mis
brazos a mí alrededor.
—¿Qué le dijiste?
Will pasó las manos por su pelo, luego se cubrió el rostro con ellos.
—Estaba tan enojado esa vez… fue justo después de una de nuestras
peleas. Le dije que estabas aquí por tu propia voluntad y que yo no te
estaba haciendo daño. Él pidió verte. Le dije que no. Hizo algunas
insinuaciones. Entonces le grité y le dije que se fuera. Y así lo hizo.
La sensación de dolor se extendió por todo mi cuerpo. Mis siguientes
palabras salieron en un susurro.
—¿Y no me lo contaste? ¿Tú me has estado mintiendo todo este tiempo
al respecto?
El dolor palpitaba mientras hablaba. Quería que él lo negara.
Pero solo se limitó a sacudir la cabeza tristemente, confirmando mis
miedos.
—Yo no quería decirte. Tenía miedo de que solo te perturbara más.
Tenía miedo… —se interrumpió y se alejó de mí con la cabeza
agachada.
—¿Qué? —me quebré. La ira comenzó a hervir dentro de mí,
comiéndose por completo los sentimientos de dolor con llamas calientes
de furia.
119
—Tenía miedo de que te olvidaras de mí si lo veías de nuevo.
Will levantó la cabeza. Sus ojos estaban llenos de dolor y esperanza.
—Cometiste un gran error Chico Bestia.
Will se estremeció como si yo lo hubiese cortado.
—Me has mentido y me has hecho daño, me has manipulado con el
baile y las velas y todo tipo de… —me interrumpí y cubrí mi rostro con
mis manos. Quise gritar. Había sido tan tonta.
—Beauty…
—No, ni siquiera me hables. No quiero escuchar tu voz mintiendo.
Él se acercó a la ventana y miró hacia a la oscuridad, con la manos
apretadas a los costados.
Expulsé un suspiro tembloroso.
—Ahora mismo, estoy bastante enojada contigo. Pero estoy segura que
por la mañana, después de haber pensado en esto durante mucho
tiempo, veré un rayo de luz en todo esto. Así que por ahora, buenas
noches. Gracias por mentirme. Actuaste como un verdadero amigo. Eso
fue sarcasmo, por cierto. Has sido una Bestia, justo como todas las
leyendas decían.
Will sabiamente no intentó hablar de nuevo. Fui a la puerta y la abrí de
golpe. Antes de salir lo miré por encima de mi hombro.
Su cabeza estaba agachada y su rostro estaba contorsionado por la
tristeza o la ira. Tal vez ambas.
Cerré de golpe la puerta al salir.
120
Capítulo 15
Traducido por krispipe y Katiliz94
Corregido por Rose_vampire
Pasé la siguiente hora acurrucada en el suelo al lado de mi cama,
intentando respirar. La traición de Will me cortaba con un cuchillo. No
me había dado cuenta de lo mucho que había empezado a gustarme, lo
mucho que había pensado que era un buen tipo. ¿Y ahora esto? Me
había mentido. Había escondido a Drew de mí. Había sido un idiota de
primera clase.
Necesitaba tanto hablar con Liam.
El montón de papeles del libro de cartas yacía en una pila sobre mi
cama. Tomé una hoja y le eché una ojeada, intentando distraer mi
mente de todo. Las palabras se desdibujaron juntas y finalmente apreté
los dientes y empecé a doblarla. Mis dedos formaron una figura con el
papel mientras mi mente pasaba por encima de las palabras de Will una
y otra vez. Una clave. Nunca había hecho una clave antes. Me quedé
mirando desapasionadamente cuando hube terminado, entonces dejé
caer la creación de papel en la cómoda y comencé a doblar una rosa.
Tenía miedo de que me olvidaras si lo veías de nuevo.
—No es tu decisión, Will —murmuré. ¿Cómo se atreve a tratar de
manipular mis sentimientos de esa manera? ¿Qué le dio el derecho a
controlarme?
Hervía y me enfurecía mientras que las sombras se deslizaban a través
de las ventanas y la luz del sol se desvanecía en el crepúsculo. Cuando
la habitación estaba casi negra, cogí una vela y fui en busca del
laberinto.
***
—¿Liam?
Su respiración jadeaba ruidosamente en la oscuridad. No respondió a
mi llamada.
—Liam. ¿Estás bien? —Me agaché cerca de él en la oscuridad y apagué
la vela. Habría luz de nuevo cuando la recogiera.
121
Él me había dicho más de una vez que la luz hería sus ojos, así que no
tomé la oportunidad de causarle dolor con la luz de la vela más.
Agarró mi mano y la apretó. Le devolví el apretón, tratando de darle
consuelo. —¿Estás muy dolorido esta noche?
—Estoy bien —dijo con voz áspera.
Me deslicé a su lado. Quería contarle mi propia historia, pero si le dolía
tenía que prestarle atención a él primero. —¿Qué está mal?
—Nada —dijo, pero su voz se trabó y no me lo creí. Su mano yacía fría y
húmeda en la mía esta noche—. No te preocupes por mí. Estás molesta,
puedo decirlo.
—Sí —dije. El dolor en mi propio pecho palpitaba—. Algo terrible
sucedió hoy.
—Cuéntame.
—Estás seguro de que te sientes bien.
—Por favor, Bee.
Cedí, o mejor dicho, la historia salió de mí antes de que pudiera dejar
de decírselo. Casi me ahogo explicando los acontecimientos del día—
buscar el libro, mi alegría, el beso y, luego, la revelación de Will de que
Drew había venido a verme.
Liam se quedó callado por un largo tiempo. —Fue una cosa terrible lo
que hizo —dijo finalmente—. Me imagino que está muy apenado por
ello.
—¡Fue una cosa terrible! ¡Tendría que habérmelo contado! No puedo
creer que no lo hiciera…
—¿Y qué estás pensando ahora? —La voz calmada de Liam disparó mis
agotados pensamientos. Suspiré.
—No lo sé. Estoy muy, muy enojada con Will. Pero al mismo tiempo, en
cierto modo lo entiendo. No éramos buenos amigos cuando esto pasó.
¿Y qué haría viendo lo que Drew ha hecho por mí? Probablemente solo
me habría asustado o algo así. —Tracé sus dedos distraídamente con
los míos en la oscuridad—. Quizás esto fue lo mejor. Pero no debería
haberme mentido.
—No —dijo Liam y la palabra salió estrangulada.
Me enderecé. —¿Estás con dolor otra vez?
122
—Estoy bien. En serio. No te preocupes por mí.
Él suspiró.
Acaricié su mano y el gesto pareció calmarlo. —Voy a romper esta
maldición y entonces estarás mejor —dije—. Créeme, serás lo único que
echaré de menos cuando me haya ido. Tú has sido un verdadero amigo
para mí.
—Bee, hay algo que debo decirte.
Apenas lo oí, sin embargo, porque los pensamientos llenaron de pronto
mi cabeza. ¿Iba realmente a irme? Había estado aquí tanto tiempo que
casi esperaba que mi piel se fundiera con el papel tapiz como
Housekeeper. Me sentí un poco como una rama, injertada en un árbol
extranjero. Había empezado a florecer, pero ahora… ahora solo quería
ser cortada.
Solo quería salir.
—Beauty —dijo Liam con urgencia.
Tendí una mano para ver si sentía dolor y sin querer rocé su cara. Mis
dedos rozaron pelo, piel, una cicatriz.
¿Una cicatriz?
—¿Liam? —Mi voz salió extrañamente aguda—. ¿Qué es lo que quieres
decirme?
Un creciente sentimiento de enfermedad había comenzado a roer mi
estómago.
—Bueno… —dijo Liam—. Esto es…er…Bee, quiero que me escuches.
Cogí la vela. La mecha ardió a la vida en mis manos. Empujé la luz
hacia delante, iluminando su rostro.
Vi una cara de lobo, mitad humano y mitad monstruo. Vi dientes largos
y brillantes y ojos azul eléctrico. Ojos humanos.
Los ojos de Will.
Él se arrastró atrás, ocultando su rostro de la luz.
—¿Will? —dije jadeando. Pero al mismo tiempo, profundamente dentro
de mí, todo estaba chasqueando en el lugar. Había sospechado eso. En
cierta forma, lo había sabido.
123
Pero eso no hacía la absoluta traición que sentí más fácil.
—Por favor —dijo Liam. Dijo Will. Era ambos. Su voz era diferente, toda
gruesa y raspante, pero sus ojos eran iguales.
La cicatriz era la misma. Definitivamente era él, aunque parecía un
monstruo en vez de su yo normal.
—¿Will? —Repetí. Su nombre era la única cosa que pude decir. Un
temblor fue a través de todo mi cuerpo, como un terremoto de
emociones. Sólo me senté ahí paralizada, sosteniendo la vela sobre él,
tambaleando mi brazo. Cera chorreó hacia mi brazo.
—Beauty, por favor… escúchame.
Salí corriendo hacia atrás, sacudiendo la cabeza. Esto era bastante.
Primero Drew, ahora esto ¿Sobre qué más había mentido él? —¡Escucha!
No pude contártelo al principio porque… ¡porque habías tenido que
escapar! ¡Mírame! ¡Soy un hombre lobo! Estoy encadenado aquí abajo
en la noche porque soy peligroso. ¿Quieres ver la bestia de la leyenda?
Esta es la bestia. Este soy yo, ¡maldito! —Contuvo el aliento. Sus ojos
eran brillantes, febriles. Las palabras seguían derramándose fuera de
él, una cascada de explicaciones desesperadas—. Estaba tan solo,
porque nadie más me temía cuando era como esto, y tú no eras… y
luego no te lo conté porque no sabía cómo. Quería que fueras mi mejor
amiga. Y después cuando eras mi mejor amiga, no quise perderte.
Odiabas a Will, pero no me odiabas a mí. —Su voz se rompió sobre el
último trozo.
El fresco dolor exploto dentro de mí. —Si querías ser mi amigo, deberías
haberme dicho la verdad en vez de mentir y manipularme. Eso es como,
¡Amistad 101 bártulos!
—Lo siento —dijo, su cara retorciéndose con dolor. Parecía un animal
herido.
Algo dentro de mí se endureció en una mísera, fría pelota.
—Es un poco tarde para eso. —Me puse de pie.
—Beauty —habló con voz áspera. Las cadenas sonaron discordantes
mientras el sacudía con fuerza contra ellas violentamente—. ¿Dónde
vas a ir?
—No lo sé. A algún lugar sin ti en él. —Gritó mi nombre otra vez, pero
no me detuve hasta que había conseguido volver a mi cuarto.
124
A mitad de camino de ahí, fui consciente de que estaba llorando por
primera vez desde que mi madre me había dejado. Su traición había
destapado una poderosa emoción dentro de las más profundas esquinas
de mi interior. El dolor tan fuerte que me doblé en el suelo de mi
habitación, dejando caer la vela. Nadie más me había herido de esta
manera antes, ni siquiera mi padre cuando me había dejado aquí,
porque mi padre nunca me había querido o se había preocupado por
mí.
No como Will.
Me acurruqué en medio de la cama y lloré hasta quedarme dormida.
Desperté antes del amanecer. Me desenrosqué lentamente, estirando
mis tensos miembros. Mi garganta estaba raspante y seca, como si
hubiera tragado un puñado de hojas y mi cabeza palpitó. Al principio
no entendí lo que había ocurrido y, excepto por un dolor sordo en mi
pecho, me sentí casi normal.
Y después todo me golpeó como una salpicadura de agua helada. La
noche pasada. La pelea. La revelación. Will había mentido sobre Drew.
Will había mentido sobre ser Liam.
¿Había algo sobre lo que Will no hubiese mentido?
Me senté en la cama, buscando a tientas algo que plegar para poder
calmarme. Mis dedos se cerraron sobre el frío metal. ¿Una llave?
Vagamente recordé haciéndola la noche anterior, cuando había estado
tan preocupada. ¿De qué servía una estúpida llave? Necesitaba un bate
de béisbol, o una palanca. Algo que poder usar para romper cada cosa
frágil en esta casa.
Me deslicé fuera de la cama y arrastré un abrigo, la llave todavía
agarrada en mis dedos. Alguien tocó la puerta, probablemente
Housekeeper, pero le ignoré y finalmente la persona deslizó algo debajo
de la puerta y se fue.
Un sobre. Probablemente más explicaciones de Will. La miré, sin querer
recogerla.
En este momento no quería hablarle. Nunca, tal vez. Era difícil pensar a
través de la niebla en mi cabeza.
La llave era pesada en mi mano. Miré hacia abajo a ella y una idea
comenzó a formarse. Casi sollocé cuando pensé en ella. Imposible…
¿verdad?
125
Cogiendo la mochila, apiñé todo lo que había llevado dentro a la casa de
la maldición. Mi ropa, productos de mi tocador, cepillo. Las cosas que
había llevado conmigo. Las cosas que fueron mías.
Dejé las cosas que él me había dado, las cosas que Seamstress me
había hecho, las cosas que me hice a mí misma desde el papel. Excepto
la llave. Eso entró en mi bolsillo. Me vestí rápidamente, mi respiración
rápida y pesada en el silencio. La esperanza comenzó a florecer en mi
pecho.
Esto podría funcionar.
Cuando había terminado, fui de puntillas a la puerta y me escapé.
La casa aún estaba en la oscuridad antes del amanecer. El centello de
la luz brillaba en la ventana, señalizando el amanecer. Me moví sin
hacer ruido a través del suelo de moqueta, deslizándome arriba y abajo
de las escaleras y a través de los estudios y las salas. Finalmente
encontré el recibidor. No había regresado desde el día que llegué. Todo
era lo mismo—los muebles derrumbados, los papeles dispersos. La
pesada puerta de roble con el pomo de bronce.
Todo lo demás desapareció en un borrón a mí alrededor. Lentamente
avancé a rastras hacia adelante. Mi corazón forcejeando en mi pecho.
La esperanza me mareaba. Saqué la llave de mi bolsillo y la deslicé con
un tintineo en el ojo de la cerradura.
Mi pulso chocó en mis orejas. Mis dedos se adormecieron.
Giré la llave.
Click.
La puerta se abrió.
Era libre.
126
Capítulo 16
Traducido por Omakehell (SOS), Alexiacullen (SOS) y AariS
Corregido por Yuya
Salí sin mirar atrás. El rocío empapó mis calcetines y trozos de hierba
húmeda se aferraron a mis piernas. Seguí corriendo hacia el bosque
mientras las lágrimas corrían por mi cara. Mis pulmones me dolían y
me quemaba la nariz, pero no me detuve.
Corrí todo el camino a casa. Quería ver a Drew en primer lugar, y a mis
otros amigos, pero sufría por mis hermanastras y necesitaba ver a mi
padre.
No pensaba dirigirle la palabra, pero necesitaba verlo de todos modos.
Al llegar a nuestra calle un nuevo estallido de energía me llenaba y me
impulsaba hacia adelante. El sol había salido y los coches hacían ruido
al pasar. La gente estaba camino al trabajo o la escuela, o algo así. Me
di cuenta de que no sabía qué día era, ni qué mes era. El aire era frío y
crujiente y las ramas de los árboles estaban en su mayoría desnudas,
con unas cuantas hojas que se aferraban tercamente, aguantando. Mi
respiración se hizo una nube delante de mi boca. Tal vez fuera finales
de octubre, ¿o principios de noviembre? Me estremecí en mi ropa de
primavera.
Doblé la esquina de mi casa. Mis zapatillas marcaban el ritmo mientras
corría por la acera. Me detuve al subir la escalera.
Estaba en casa.
—¿Bee? —exclamó una voz detrás de mí, incrédula.
En cuanto me giré vi a mi vieja vecina, la señora Teasley. Ella estaba al
lado de su buzón de correo, con el correo de la mañana colgando en su
mano. Sus ojos se ensancharon cuando vio mi cara.
—Eres tú —jadeó ella, dejando caer el correo—. Querida hija, pensé,
todo el mundo pensaba, quiero decir, la gente supone que tú... bueno,
no importa. No importa. Estás aquí ahora. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dije, consiguiendo tomar aliento—. He estado fuera, lo
sé, pero…
—Pensamos que te habías ido para siempre. —Ella recogió sus cartas y
se acercó a la valla que separaba el césped. Sus ojos se clavaron por
127
encima de mí, como si estuviera comprobando marcas de mordiscos—.
Es bueno verte, cariño. Te ves bien.
—Siento no poder hablar más tiempo —dije—. Necesito hablar con mi
padre.
Alzó ambas cejas.
—Pero toda la familia se ha ido a la ciudad.
Sus palabras me hirieron como un puñetazo en el estómago. ¿La
ciudad?
—¿Qué? —Me las arreglé a decir. Mis palabras salieron en un chillido
de incredulidad.
La Señorita Teasley asintió con la cabeza.
—Oh, cariño. Se fueron hace meses. En el verano. Tu madrastra está
recibiendo tratamiento allí. Te has ido tanto tiempo y tu padre dijo…
Negué con la cabeza, interrumpiéndola.
—Gracias por contármelo. Yo… yo no lo sabía. —No quería saber qué
mentira le había contado mi padre a ella.
Su rostro se contrajo con compasión. Miré a mis pies. Necesitaba
encontrar a Drew y Violet y a todos los demás.
—¿Señorita Teasley?
—¿Sí, querida?
—Uh… ¿qué día es hoy? Y, umm, ¿qué mes?
Su rostro ceñudo no cambió de expresión ante mi extraña pregunta,
seguramente sonaba desquiciada, y la quise por eso.
—Sábado, querida. Y ahora es noviembre.
—Gracias. —Empecé a bajar las escaleras.
—Bee —gritó detrás de mí.
Me giré.
—Tu madre era una buena mujer. Incomprendida, tal vez, pero una
buena mujer. Te pareces a ella. Siempre quise decirte eso.
Sonreí en agradecimiento.
128
Ella entró en su casa y yo salí a la carretera
***
Mi estómago comenzó a retorcerse en un millón de nudos mientras
conseguía acercarme a la casa de Drew. Vivía solo unas calles por
encima de mí y estaría allí en un minuto. Todo tipo de emociones
llenaban mi cabeza y mi corazón. ¿Se había olvidado de mí? ¿Cerraría la
puerta en mi cara, asustado de los rumores, o estaría feliz de verme?
Mis pies disminuyeron el paso cuando alcancé su jardín delantero.
Respirando hondo, comencé a subir la acera. Llegué a la puerta
principal y presioné el timbre.
Pasos sonaban en el pasillo. Escuché el deslizamiento de la cerradura.
Traté de componer mi cara. No sabía si debería sonreír o parecer seria.
Me sentía abochornada y enferma. La puerta se abrió de golpe y ahí
estaba él.
—Hola. —Intenté tímidamente.
—Hola. —Él estaba mirándome fijamente—. ¿Bee?
Di una patada al suelo con mi zapato.
—Sé que he estado ausente mucho tiempo, pero…
Salió de su trance y me agarró en un abrazo antes de que pudiera decir
nada más. Me quedé congelada en sus brazos y luego me relajé contra
él.
Una sonrisa enorme se extendió por mi rostro y le devolví el abrazo.
¡Estaba feliz de verme!
Drew quería saberlo todo. Corrió al interior y llamó a Violet y a los otros
para decirles que vinieran, luego me llevó al sofá de la sala de estar y
me hizo sentarme.
—¿Necesitas algo? ¿Una bebida, algo para comer?
—Quizás algo de agua —sugerí. Estaba muy sedienta por mi carrera a
través de los bosques.
Él asintió con la cabeza y desapareció en la cocina. Miré alrededor de su
sala de estar. Solo había estado una vez aquí antes. Las oscuras
cortinas no dejaban pasar la luz del sol y el tapiz de la pared pasado de
moda daba a la habitación un aire antiguo, victoriano. Como la casa de
la maldición.
129
Mi estómago se tambaleó al recordarla.
Drew vino de vuelta con un vaso de agua. Se sentó cerca de mí y me
miró mientras yo vaciaba el vaso. Se mantuvo mirándome como si
tuviera miedo de que yo me desvaneciera en una nube de humo.
—¿Cómo has estado? —dije.
Sonrió con incredulidad, como si tal pregunta mundana fuera
impensable. Se pasó una mano sobre su pelo y luego cogió mi mano.
Sin embargo, se detuvo antes de tocarla y murmuró algo.
—¿Qué se siente? —preguntó después de una pausa larga.
Negué con la cabeza. ¿Cómo iba a hablar sobre eso? ¿Qué podría decir
para resumir todo en una forma que él pudiera entender?
—Extraño. Loco. Horripilante. Bueno, algunas partes fueron casi
agradables, en cierto modo, tan raro como suena.
—¿Bonito?
—Bueno, parte de ello —Pensé sobre Rose, Housekeeper y las rosas de
origami y la sopa de calabaza. Esas partes habían sido bonitas.
—¿Estás bien? —continuó— ¿No estás herida o algo…?
—Estoy bien. —Sonreí tan amplio como podía, esperando que eso le
convenciera.
—¿Qué hay en tu mano?
Bajé la mirada fijamente y vi que todavía estaba sujetando la llave.
Aunque se había convertido de nuevo en papel, probablemente cuando
abandoné la casa.
—Oh, es origami. —Lo desdoblé. Había utilizado una de las páginas del
libro de cartas. Los garabatos cubrían el papel en trazos oscuros. Mis
ojos cayeron a los párrafos mientras hablaba—. Hice una llave y la
utilicé para escapar…
Las palabras me llamaron la atención. Las palabras de Marian. Y mi
corazón se congeló.
En las vertientes de nuestra alma colgamos al más grande de las
virtudes humanas, brillantes gemas que brillan en nuestros corazones
mientras tratamos de pulirlas con el uso.
130
Examiné el resto del párrafo, absorbiendo sus palabras. Mi corazón me
dio un vuelco y luego se tropezó, bombeando más rápido. El sudor
estalló a través de mis manos. ¿Esa era la respuesta? ¿Era eso de lo que
ella había hablado en la maldición? Lo habíamos tenido todo mal, ¿O
no? Entonces pensé algo más, algo que Marian había dicho de mí la
última vez que me había visto…
Drew estaba todavía hablando. Llevé mente de vuelta a él. Apenas podía
escucharle sobre el rugido en mis oídos. Su cara se tambaleó en mi
visión.
—… todavía en shock. Pensábamos que nuca ibas a… bueno,
estábamos preocupados. Tu padre dijo que estabas en la ciudad, pero
sabíamos que nunca nos habrías dejado sin decir adiós. Había rumores,
y yo estaba tan preocupado de que no estuvieras a salvo.
Las palabras de la maldición zumbaban en mi cerebro, haciendo más
difícil escucharle. Me pasé la lengua por mis labios.
—Drew…
—Fui a verte —estalló—. Quería saber si estabas segura, si estabas ahí.
Quería hablar contigo.
—Lo sé —dije—. Me lo contó después… ayer, realmente. No sabía que
habías venido. Lo siento. No conseguí verte…
Oí la voz de Marian, entrometiéndose en mi cabeza, ahogando mi propia
voz. No entiendes la profundidad de la culpa, ¿verdad? ¿La agonía de la
traición? Todavía no podía creer que la maldición hubiera sido tan
engañosa. Nada que ver con collares en absoluto.
—Está bien —dijo Drew, su voz atravesando mis pensamientos de
nuevo—. Estuvo bien saber a ciencia cierta dónde estabas, al menos.
Pero estaba bastante decepcionado de que no llegué a verte. Habría
conseguido una auténtica locura de calificaciones en mi informe de
periodismo si pudiera haber dejado abierta la historia de que estabas
realmente en la casa embrujada. Había habido muchos rumores, ya
sabes…
—Espera un segundo. —Parpadeé, intentando nadar a través del
torbellino de emociones y pensamientos a lo que él estaba diciendo—.
¿Viniste a verme por un proyecto de la escuela? ¿No para rescatarme?
Asintió, su sonrisa congelándose como si se hubiera acabado de dar
cuenta de que había dicho algo incorrecto.
131
Luché para hablar normalmente. Estaba temblando.
—No sé lo que decían los rumores, pero estaba atrapada en la casa y
posiblemente en grave peligro, ¿y no hiciste nada al respecto? ¿No
pensaste que era un poco raro que simplemente desapareciera? ¿No
estabas ni siquiera, tú sabes, preocupado por mí?
Drew frunció el ceño.
—Por supuesto que lo estaba. Todos lo estábamos. Pero ese chico dijo
que estabas allí por tu propia y libre voluntad. Elegiste ir. No era como
si estuvieras obligada ni nada. Tenías que vivir en ese lugar ostentoso
mientras el resto de nosotros estábamos todos preocupados por ti. Fue
un poco egoísta, en realidad. Si hubieras querido huir de tu padre,
podías haber venido a mí o a Violet o cualquiera de tus otros amigos.
Me estaba resultando difícil respirar. Sentía como si acabara de correr
otro kilómetro más, pero al mismo tiempo mi mente estaba clara. Había
sido tan estúpida respecto a él.
—¡No estaba huyendo de casa! ¡Era una prisionera, Drew! Por supuesto
que fui obligada… es decir, fui por elección propia, para salvar a mi
familia por el error tonto de mi padre, pero entonces no tuve elección.
¿Ni siquiera intentaste encontrar a tu propia novia?
—No eres mi novia —dijo rápidamente—. Ya no.
—¡Lo era entonces!
Drew cambió.
—Me imaginé… pensé que querías romper, ya que simplemente huiste.
Estoy saliendo con alguien más ahora.
—¿Qué? —Pensé que iba a explotar.
Drew parecía igualmente aturdido.
—¿Entonces no huiste?
—¡No, genio! Y estuvimos trabajando muy duro para romper esa
estúpida maldición…
—¿Estuvimos?
—¡Will! La… la bestia de las leyendas. —Dos pensamientos me llegaron
de repente. En primer lugar lo estúpido que sonaba ese nombre. Will no
era una bestia.
132
Era solo un chico, solitario e idealista y atrapado en un lugar horrible.
Sí, era un cabezota y malhumorado y realmente obstinado a veces, pero
también era dulce y divertido, generoso y romántico.
En segundo lugar, no me sentía tan triste acerca de las noticias de que
Drew había avanzado. Traicionada, sí. Enfurecida, sí. ¿Herida? Sí. ¿Pero
triste?
Curiosamente, estaba casi aliviada. Ahí estaba yo sintiéndome culpable
por mi atracción a Will, ¡y él ni siquiera había estado preocupado por
mí!
Sentí una punzada de inquietud y preocupación por Will. Era mi amigo,
y me preocupaba por él. Profundamente. Y lo había abandonado en
probablemente el momento más crucial de su vida.
Es mi amigo, y me preocupo por él. Esa comprensión reverberó a través
de mi mente, congelándome en el lugar y lanzando todos los demás
sentimientos y pensamientos a un caos total. ¿Qué estaba haciendo?
Había dejado solo a Will y no había forma de romper la maldición sin mí
y apenas quedaba tiempo. ¡Y ahora sabía la respuesta!
Claro, estaba enfadada, pero era su vida de la que estábamos hablando.
El enfado podía esperar.
De repente tenía una mala, muy mala sensación acerca de eso. ¿Cuánto
tiempo había quedado en el reloj de arena? ¿Unos pocos días?
¿Semanas? ¿Por qué de repente me sentía como si no tuviera tiempo en
absoluto?
—Mira, lo siento por la ruptura. —Drew puso su mano sobre la mía—.
¿Estás bien?
—No, Drew. No estoy bien. Oh Dios mío, eres un idiota. Pero no tengo
tiempo ni siquiera para entrar en eso ahora. Necesito irme. Porque he
sido una completa idiota también.
—¡Pero los demás van a venir a verte! ¿Qué está pasando?
—Los veré más tarde. Realmente no tengo tiempo para explicártelo. —
Me levanté de un salto. ¿Dónde estaban mis cosas? ¿Había traído
cosas? Agarré mi mochila del suelo—. ¿Tienes una bici que me puedas
prestar?
—Uh, claro. —Se levantó también, mirándome como si quisiera discutir.
Pero no lo hizo—. Está en el garaje.
133
Corrí hacia la puerta.
—¡Espera, Bee! ¿A dónde vas? —Drew me siguió al garaje.
—¡De vuelta a la casa maldita! ¡Hay algo que necesito hacer!
—¿Estás loca? ¿Por qué vas a volver allí? ¡Pensé que acababas de decir
que habías sido una prisionera!
—Tal vez estoy loca. —Agarré su bici y elevé una pierna por encima—.
Dile a todos que los quiero y que espero verlos pronto, ¿está bien?
—¡Bee! ¡Espera!
No me detuve a escucharle.
Tenía que volver con Will antes de que algo terrible sucediera.
***
Llegué a la casa maldita mucho más rápido en la bici. Cuando la piedra
descolorida y las columnas desmoronadas se pusieron a la vista, dejé
salir un suspiro de alivio. Salté de la bici y la dejé caer. Corrí a través
del césped cubierto de hojas y subí los escalones hasta la puerta.
El pomo giró fácilmente bajo mi mano, justo como lo había hecho el
primer día que había entrado en la casa. Me precipité adentro, mis
pasos haciendo eco ruidosamente.
—¿Hola? ¿Will? ¿Rose?
La casa estaba silenciosa y grabada con sombras. Nada se movió en el
silencio cristalino que me confrontó. No me había dado cuenta de lo
mucho que las paredes respiraban, lo mucho que cada esquina y
sombra y grieta había estado llena de extraña y serpenteante magia
hasta que había desaparecido.
Ahora las paredes eran como huesos, las habitaciones como pulmones
vacíos sin aire.
Corrí a la primera puerta y la abrí de un tirón, rezando por la biblioteca,
o el estudio de Will, o cualquier otro lugar en el que pudiera estar. En
su lugar encontré una polvorienta sala de música. Cerré la puerta y la
abrí de nuevo, intentando otra cosa.
Pero era simplemente la misma habitación otra vez. Unas pocas de
motas de polvo fueron a la deriva en el aire, provocado por mi frenético
abrir y cerrar.
134
¿Qué estaba ocurriendo? ¿Había sido levantada la maldición? Tomé
aire, tratando de pensar. ¿Por qué tenía una sensación tan horrible en
la boca del estómago? ¿Por qué la casa se sentía más como un cadáver
que cualquier otra cosa?
Y lo más importante, ¿dónde estaba Will?
Fui a la siguiente puerta y encontré un pasillo. Lo tomé. Era extraño
estar abriendo y cerrando puertas normalmente de nuevo, en lugar de
jugar a la ruleta rusa con ellas.
Llegué a la sala de baile, enorme y llena de asfixiantes sombras.
—¿Will? ¿Housekeeper? ¿Alguien?
La única respuesta fue el eco de mi propia voz. Seguí corriendo. La
siguiente habitación era un salón, con descolorido papel de pared azul
decorado con rosas y pergaminos. Como la piel de Housekeeper. Di un
buen vistazo alrededor, pero no vi a nadie allí tampoco. Empecé a seguir
adelante cuando algo en la pared me llamó la atención y me hizo
detenerme.
¿Era solo una sombra? Me acerqué y el latido de mi corazón trastabilló.
Una mancha de agua cubría la pared junto a la ventana. Casi parecía
una persona. Allí estaba la cabeza, los hombros, los brazos…
—¿Housekeeper? —susurré, afligida. ¿Simplemente se había fundido en
la pared?— ¡Housekeeper!
No escuché respuesta. Permanecí allí otro momento, mi boca secándose
y mi corazón martilleando, y luego empecé a correr.
—¿Will? ¿Rose?
Tenía que encontrar a Will. Tenía que encontrarlos a todos.
Su estudio estaba vacío también. El reloj de arena yacía en medio de la
habitación, destrozado, la arena diseminada a través de la alfombra en
un montón con forma de S. Ya no era brillante.
—¡Will! —chillé, cayendo de rodillas. Recogí un puñado de arena y traté
de echarla de vuelta en el reloj de arena. ¿Qué había hecho? ¿Qué había
ocurrido?
El espejo. Tal vez había pasado a través de él, tal vez todos habían ido a
través… me giré para mirarlo. Mi propia cara, drenada de todo color, me
devolvió la mirada como un animal asustado.
135
No quería ir allí sola de nuevo, pero ¿qué más podía hacer?
En el suelo vi el libro de cartas. Había estado leyéndolo aquí
probablemente. ¿Había descubierto una respuesta a la maldición? ¿O
se había rendido porque me fui? Agarrando el libro, lo metí debajo de mi
brazo y respiré hondo.
Luego caminé a través del espejo y entré a las Tierras Mágicas.
136
Capítulo 17
Traducido por Lyricalgirl y Alyshiacheryl
Corregido por Klarlissa
La fresca ráfaga de magia barrió sobre mi piel como una cortina de
agua. Contuve el aliento y los destellos de fuego e hielo se rizaban
contra mi piel sin dañarla. Mi cabeza se estremeció y el mundo se
materializó a mí alrededor en una explosión de sonido y color. Alguien
me empujó hacia atrás mientras pasaban.
Me tomó un segundo darme cuenta de dónde estaba. Estaba en el
mercado.
Aferrando a mi pecho el libro de cartas, salí disparada de la multitud de
peatones hacia un callejón improvisado entre dos carpas vendiendo
mercancía mágica. Una anciana elfo me miró maliciosamente.
—¿Quieres vender tu voz, Beauty? ¡Te daré un buen precio por ella!
Ahora Will probablemente me odiaba, si es que seguía vivo. No estaba
segura que era lo que Marian planeaba hacer con él si estaba aquí.
Debía encontrarlos rápido.
—Emm, no gracias —le dije—. Pero ¿De casualidad no sabrías dónde
esta Marian la Bruja ahora mismo?
Tenía este profundo sentimiento de que si encontraba a Marian,
encontraría a Will.
Ella sacudió su cabeza vigorosamente. Revolví mis ropas por algo que
pudiera utilizar como soborno. ¿Joyería? Nop. ¿Un recuerdo?
Definitivamente no.
¡El libro de cartas! Arranque de él una hoja de papel y plegué una rosa.
La anciana observó con incredulidad cómo se transformaba en la palma
de mi mano.
—Increíble —susurró ella. Estiró su mano, pero empujé la rosa lejos.
—¿Dónde está Marian?
—En el Salón de Rosas —dijo, sus ojos todavía en la rosa—. Pero no lo
escuchaste de mí.
—Lo tengo —decía, mientras estaba en movimiento.
137
Mientras corría, traté de formular algún tipo de plan. ¿Qué si llegaba
allí y Will ya estaba maldecido permanentemente, o peor, muerto?
¿Y si Marian no podía ser cambiada de opinión? ¿Podía luchar contra
ella? ¿Qué implicaría eso?
Tenía esta escurridiza sospecha de que una lucha contra ella no
supondría tiradas de pelo ni cachetadas en la cara. Dime loca.
Arranqué un par de hojas más del libro y empujé el resto en mi
mochila. Necesitaba que mis manos estuvieran libres. Metí a empujones
las hojas sueltas en mi cinturón. Un difuso plan estaba comenzando a
tomar forma en mi cabeza. Probablemente era suicida.
Con ese alegre pensamiento resonando en mi mente. Me dirigí
directamente al salón de baile.
***
Una multitud se había reunido. Humanos, hadas, trolls y otras
criaturas mágicas merodeaban por allí o estaban de pie paralizadas por
lo que estaba sucediendo. Pero nadie estaba haciendo nada para
ayudar. Me hice espacio a empujones hasta llegar a la pelea, sin
importarme a quien empujaba. Podía escuchar. Podía escuchar la voz
de Marian.
—¿Estas listo para una vida de agonía interminable, William? ¿Estas
listo para ser una bestia para siempre?
Un alivio me atravesó. No había pasado todavía. Ella probablemente
estaba jugando a la gata y al ratón con él, lo que era horrendo, pero me
daba tiempo.
Llegué al borde de la multitud y paré repentinamente. Marian estaba
parada en el centro de la habitación, sus manos en sus caderas. Will
estaba en el suelo frente a ella, colapsado en posición fetal. Su cara
enterrada en su brazo y todo lo que podía ver era su rizo de pelo oscuro
y una de sus manos, estirada como si le hubiera estado suplicando a
ella.
—Tu Chica Maldecida te dejó —dijo Marian—. Has fallado la prueba. Tu
tiempo de ha acabado.
La voz de Will salió amortiguada.
—Por favor, solo deja a mi hermana fuera de esto. Y a los sirvientes...
ellos no te han hecho nada.
138
—Silencio —siseó Marian—. Estas totalmente solo ahora. Ya es hora.
Terminé lo que estaba doblando. Hablé alto para que mi voz pudiera
llegar a través del murmullo de la multitud.
—Estás equivocada Marian. Él no está solo.
La bruja se volteó. Los ojos de Will se abrieron rápidamente y sus ojos
encontraron los míos. Una feliz corriente entró en mi cuando nuestros
ojos se encontraron.
Estaba tan feliz de verlo.
—Volviste —dijo él y sonaba como un niño pequeño. Perdido, solo, y
feliz, todo al mismo tiempo.
Di un paso hacia él.
—Fue estúpido abandonarte de esa forma. No debería haberlo hecho y
no lo haré de nuevo.
Will sacudió su cabeza débilmente. La sangre se deslizaba camino abajo
por su frente y su mejilla.
—No, Bee… deberías irte de aquí ahora, antes...
—No importa —interrumpió Marian. Me dio una sonrisa envenenada—.
Todavía no has roto la maldición. No sabes cómo.
—Ahí es donde te equivocas —dije.
La sonrisa de Marian se volvió más filosa.
Tragué aire y seguí hablando.
—Encontramos tu libro de cartas. Leí una de ellas esta mañana, de
hecho. Y me di cuenta de algo. —Di otro paso hacia Will— ¿Cuáles eran
las palabras de la maldición? Excepto Que Él La Perla Más Brillante
Sostenga. Naturalmente, pensamos que se refería a una perla de
verdad.
Marian entrecerró sus ojos.
—Como ves —continué—. Estábamos buscando estúpidos collares. No
descubrimos que estabas usando una metáfora al principio.
Deliberadamente confuso, debería añadir. Como sea, leí tu carta. La
transformé en una llave y cuando volví a salir la podía ver sin magia y vi
lo que habías escrito a Robert. Le dijiste que de todos los regalos de
amor, todas las virtudes humanas son como brillantes perlas en un
139
collar, pero la perla más brillante de todas es el regalo del perdón
cuando el que amas te ha hecho daño. Al principio pensé que eso
significaba que debías perdonar a Robert por lo que te había hecho,
pero luego recordé algo que me habías dicho. Me preguntaste si ¿Sabía
la profundidad de la culpa o la agonía de la traición? No creo que haya
sido Robert quien te haya traicionado.
Ella se quedó absolutamente tiesa, esperando a que terminara. Sus
dedos se cerraron en un puño.
—Creo que fuiste tú quien traicionó a Robert.
Will aspiró ruidosamente. Marian estaba callada.
—El bebé —dije—. Que Robert te haya abandonado... todo señala a una
sola cosa, ¿no es verdad?
Marian se estremeció.
—Y supongo que pensaste que era muy inteligente de tu parte hacer
que él te perdonara de verdad, antes de que lanzaras la maldición de
hombre lobo sobre él. Por supuesto, Will no te ama, así que cuando lo
maldijiste por error, la solución estaba completamente fuera de tus
manos, tanto si querías liberarlo o no. Y a medida que la maldición le
consumía, te consumía a ti también. Te volvió loca.
Su boca se abrió y cerró, como si las palabras se hubieran quedado
atrapadas en su garganta. Ella no trató de negar nada de lo que yo
había dicho.
Me volví hacia Will. Él levantó una de sus manos, me miraba con una
mezcla de admiración, asombro y terror.
—Will, ¿me amas? —Era una pregunta muy abrupta y mis palabras
lograron tomarlo por sorpresa. Hice un gesto con mi mano—. No de esa
forma, ya sabes, romántica ni nada, pero…
—Sí —dijo, interrumpiéndome antes de que comenzara a divagar más—.
Realmente lo hago. Nunca he pensado tanto en alguien más en toda mi
vida como lo hago en ti.
—¿Me perdonas por salir corriendo y abandonarte?
—Por supuesto —dijo él.
Ahora era mi turno. Sentí como si estuviera proponiéndole matrimonio.
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—Will, creo que eres exasperante, frustrante y completamente engreído
a veces.
Su expresión decayó y él tragó saliva. Luego asintió con la cabeza.
—Pero —añadí, suavizando mi voz—, tú también eres uno de los
mejores chicos que he conocido y, por la razón que sea, me preocupo
por ti. Un montón. Me atrevo a decirte que podría llamarlo amor. Sí.
Amor.
Miré a la multitud, la cual había caído en un completo silencio.
—Él fue bastante malo conmigo al principio y, luego, después de que
empecé a enamorarme de él, me mintió sobre algunas cosas. Él
realmente me enfureció e hirió. Pero, ¿saben qué? Cuando amas a
alguien, le das otra oportunidad. Porque así es el amor. Toda una vida
de segundas oportunidades.
El rostro de Will se suavizó. Nuestras miradas se encontraron y juro
que sentí una onda de electricidad saltando a través de la sala de su
cuerpo al mío.
—Lo siento, te mentí —dijo él—. Fue un gran error de mi parte. ¿Me
perdonas?
—Sí —dije—. Te perdono, Will.
Un fuerte hormigueo eléctrico pasó por encima de mi piel como una
descarga de corriente proveniente de un enchufe de luz. La cabeza de
Will se partió, como si estuviera liberándose de la bestia, y él cayó al
suelo con un grito de dolor5. Una ráfaga de viento se deslizó a través de
la habitación, soplando mi cabello hacia atrás. Los ojos de Marian
parpadearon, y su piel se arrugó como una manzana dejada al sol.
Cuando el viento se tranquilizó, ella lució vieja y marchita. Vio sus
manos y se quedó sin aliento, horrorizada.
—¿Will? —llamé. Él no se movió. Fui hacia él, pero la bruja me bloqueó
el paso.
—No tan rápido —gruñó ella—. Es posible que hayas roto la maldición,
pero yo no voy a dejar que te vayas.
—¡Hemos roto la maldición! Tienes que dejarnos ir. ¿Las reglas no son
así o algo por el estilo?
5 En ingles habla sobre que su cabeza se partió, pero el contexto se refiere a una
transformación del protagonista, como una liberación de la bestia que lleva dentro.
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Sus labios se curvaron en una mueca de desprecio.
—No hay reglas, pequeña.
—Beauty, ¡cuidado!
Marian levantó ambas manos sobre su cabeza. Algo me golpeó con
fuerza, noqueándome. Caí al suelo. Cuando levanté la vista, Storm
estaba inclinado con una mano sobre su vientre, retorciéndose de dolor
en el centro de la habitación, fulminando con su mirada a la bruja.
—Se rompió la maldición. Estás siendo deshonrosa.
—Fuera de mi camino, duende —replicó Marian, ella lo arrojó a un lado
como un muñeco de trapo.
Me puse de pie. Marian avanzó hacia mí como un león acercándose a su
presa.
—Al parecer has hecho algunos amigos —dijo—. Pero ellos no podrán
ayudarte.
Will se puso de pie.
—Marian —gritó—. Déjala en paz.
Marian se detuvo. Ella inclinó su dedo hacia mí6 y yo caí de rodillas.
—¡No! —Él se abalanzó y Marian lo echó hacia atrás con su magia. Él se
golpeó contra la pared y cayó al suelo con un gemido. La sangre
burbujeó entre sus dientes.
Marian se volvió hacia mí.
—Así que ahora —ronroneó—, no hay nadie más que te proteja de tu
destino. Te convertiré en polvo. —Ella movió los dedos, y una luz azul
brillante apareció entre sus palmas.
Una idea se formó en mi cabeza. ¡Escudo! ¡Escudo!
—Beauty —gritó nuevamente Will, pero yo estaba muy por delante de él.
Sabía exactamente qué hacer ahora.
Tomé una hoja de papel de mi cinturón y la comencé a doblar.
Marian lanzó la magia en mí. Yo levanté las manos, y el origami entre
ellas se volvió los más real posible en el último momento. La magia
rebotó en el espejo y volvió hacia la cara de asombro de Marian. Ella se
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congeló en un segundo, un momento chisporroteante, con una
expresión horrorizada de completo shock en su rostro.
Y luego se disolvió en un montón de polvo.
Me desplomé en el suelo, sollozando de alivio.
Se había acabado.
La pesadilla había terminado por fin.
La bruja estaba muerta.
Will se arrastró a mi lado y me atrajo hacia él en un abrazo cuidadoso.
¿Fue mi imaginación, o vislumbre brevemente a la hada llamada Anna
dándome su aprobación con su pulgar hacia arriba en medio de la
multitud?
—¿Estás bien? —dije, inclinándome hacia atrás para estudiar su rostro.
El corte en su frente se había secado. Hizo una mueca de dolor cuando
toqué su costado.
—Costillas rotas, tal vez. De lo contrario, ella solo consiguió que el
viento me dejara inconsciente. ¿Y tú?
—Estoy bien. —Miré alrededor buscando a Storm. Había sido leal
después de todo. Él nos ayudó. Vi al elfo de la noche deslizándose a
través de la puerta. Se dio la vuelta y le hice una seña para que se
acercara, pero él se limitó a sacudir la cabeza y guiñarme un ojo.
Supuse que quería preservar su reputación.
—¿Dónde aprendiste a hacer eso con el espejo? —jadeó él, mirando el
lugar donde el polvo de Marian estaba en una pila.
—Un hada. —Limpié mis ojos con la palma de la mano y con la otra lo
abracé firmemente. No quería dejarlo ir. Había estado a punto de perder
a una de las mejores personas que jamás había conocido.
Sus ojos se abrieron ante la palabra hada, y él negó con la cabeza.
—Tú —dijo—, eres increíble. ¿Alguna vez te he dicho eso?
—No lo suficiente —dije. Toqué su cara suavemente—. ¿Seguro que
estás bien?
—Muy bien —dijo, haciendo una mueca mientras se ponía de pie. Me
levantó después de él—. ¿Me veo menos bestial...?
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El mágico azul de sus ojos había desaparecido, dejándolos ordinarios y
azules grisáceo, como los de una persona normal. Su cicatriz aún era
suave, un blanco perlado, pero el resplandor de otro mundo se había
desvanecido. Su cabello negro estaba despeinado.
Pero él era hermoso.
Me incliné hacia delante y lo besé.
—Nunca te has visto tan bien —dije. Y lo decía en serio.
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Capítulo 18
Traducido por rihano
Corregido por Rose_vampire
Cuando Will y yo salimos tambaleándonos de nuevo a través del espejo,
todo el mundo estaba esperando por nosotros. Rose saltó hacia delante,
agarrándome en un abrazo apretado.
—¡Lo hiciste! —gritó ella, apretando mis costillas. Por encima de su
cabeza, vi a los sirvientes, Housekeeper, Butler, y a los demás.
La cara de Housekeeper brillaba con un saludable resplandor color
melocotón. No más papel pintado color piel. Butler tenía una agradable
sonrisa y una cabeza calva. Él se inclinó ante mí con gravedad.
—Hannah —me dijo Housekeeper, su sonrisa dividiendo su cara—. ¡Mi
nombre es Hannah! ¡Me acuerdo!
—El mío es Winifred —dijo Rose, arrugando la nariz—. Creo que me
quedaré con mi nombre maldición, muchas gracias.
Ella me soltó y corrió hacia Will. Miré a nuestro alrededor a la casa. Con
la maldición mágica desaparecida, todo parecía viejo y desgastado.
Había agujeros en el techo, donde las tejas se habían arrancado. La luz
del sol se filtraba a través de ellos, haciendo un patrón cambiante en el
suelo. Era hermoso.
Will tomó mi mano y la besó. Juntos comenzamos a caminar por las
habitaciones en ruinas.
—¿Qué vamos a hacer ahora?
Deslicé mi brazo alrededor de su cintura. Mi sonrisa se extendía ancha
mientras me daba cuenta de la riqueza de las delicias que nos
esperaban. Nunca pensé que llegaría a mostrarle a alguien del pasado
la actualidad.
—Hay tantas cosas que vas a tener que hacer. Déjame pensar... Helado.
Definitivamente, necesitas tener un poco de helado con pedazos de
doble chocolate. Y una hamburguesa. Películas, vamos a tener que
presentarte eso. Y tendremos que encontrar un lugar para que ustedes
chicos vivan, ah, ¡y mi familia se fue a la ciudad! Tenemos que
encontrarlos. Tú y Rose pueden ir conmigo. Y los sirvientes, ellos
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necesitan a alguien para ayudarles a adaptarse a la sociedad moderna
también.
—¿Tu familia? —Tenía la frente arrugada por la preocupación—. ¿Cómo
lo sabes?
—Averigüe eso cuando me fui esta mañana. Me enteré de muchas
cosas, en realidad. Como el hecho de que Drew ya no es más mi novio.
Está saliendo con alguien más.
—¿Qué? —Will dejó de caminar. Se veía atónito—. ¿Está loco?
Hice un gesto con la mano. Yo estaba totalmente de acuerdo con toda la
cosa de ser—botada—sin—saberlo.
—Créeme, no estoy sorprendida. Por cierto, ¿te queda algo de dinero en
esta vieja mansión?
—La herencia de mi padre todavía debe estar esperando por mí —dijo
Will, aún con el ceño fruncido. Sus ojos buscaron los míos como si
estuviera decidiendo si decir o no algo más.
—Bien, porque probablemente necesites obtener tu GED7 y luego ir a la
universidad. Probablemente vas a tener que conseguir un trabajo, ya
sabes. Y Rose…
—Beauty —dijo.
—Y tendrás que conseguir tu licencia de conducir…
—Beauty —repitió él.
Hice una pausa.
—¿Sí, Will?
—Te lo dije antes, eres la chica más hermosa que he visto nunca.
También eres la más valiente, más inteligente y más amable. —Sus ojos
azules brillaban mientras me miraba—. Y antes de hacer cualquiera de
estas otras cosas que has planeado, hay algo más de lo que necesito
hacerme cargo primero.
Él se detuvo y tomó mi mano entre las suyas.
7 GED (General Educational Development): Desarrollo Educativo General son un
grupo de exámenes de cinco materias que, una vez aprobados, certifican que el
beneficiario tiene habilidades académicas al nivel de secundarias estadounidenses o
canadienses.
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—Bee, ¿me harías el increíble honor de ser mi novia?
Mi sonrisa casi partió mi cara.
—Por supuesto.
Y entonces él me besó.
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Adelanto del libro Once Upon a Heist
Traducido por Katiliz94
Corregido por Rose_vampire
Penelope escaneó sus órdenes oficiales otra vez antes de meter los
papeles en la mochila con un suspiro.
Su mejor amigo, Tom Thumb, estudió su cara desde el sitio al lado suyo
en el asiento.
—No te ves feliz. ¿Malas noticias?
Ya estaba de mal humor por tener que usar un carruaje para llegar al
palacio, aparentemente era una boda tradicional por lo que los
invitados llegaban en carruajes tirados por caballos. Esta noticia solo
hacía peor su humor.
—Trabajo, como de costumbre —dijo Penelope—. Al parecer nunca
puedo escapar, ni siquiera por la boda de mi mejor amiga. Acabamos de
recibir un dato de que los Hermanos Grimm estarán en la ciudad para
la boda de Rapunzel, así que voy a tener que seguir un mirador hasta la
recepción en lugar de disfrutar de mí misma.
El carruaje chocó contra un bache en la carretera, empujándola contra
la almohada y Tom agarró su rosado dedo para estabilizarse.
—¿Los Hermanos Grimm? ¿Esa banda de criminarles? —Dejó ir su
dedo y se hundió en la almohada al lado de ella, la cual era tan grande
como una cama para él—. ¿Aun estás buscando a esos chicos? Pensé
que estaban detenidos por sus crímenes de hace un mes.
—No, eso solo era una imitación del grupo esperando impresionar a sus
amigos. Según parece el autentico McCoy estará en la ciudad para la
boda de Rapunzel, probablemente con la esperanza de llenar sus
bolsillos con los caros regalos de boda. De todos modos el jefe piensa
que es increíblemente una suerte que vaya a estar presente, por lo que
puedo usar la oportunidad para intentar capturar a los malvados. —Se
pellizcó el lugar entre sus cejas y suspiró. El estrés estaba ya
comenzando a ponerse sobre sus hombros como una manta de hierro—.
Oh bueno, de todas formas no es que hubiera estado buscando a
alguien con el que bailar.
—Me gustaría bailar contigo, pero… —Tom se señaló con un pequeño
movimiento de su pequeña mano y Penelope sonrió. Una de las
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desventajas de ser el mejor amigo de alguien con el tamaño de su dedo
corazón, supuso ella.
El chivatazo de una famosa banda de ladrones no pudo haber llegado
en peor momento, porque había estado esperando esta boda durante
meses y ahora iba a tener que estar corriendo por los alrededores
asegurándose de que nada fuera robado. También, estos chicos
realmente eran profesionales. Habían levantado miles de dólares en
regalos de boda desde la última boda real a la que habían entrado sin
ser invitados, la única donde el príncipe y la princesa se habían casado
en la profunda—cintura de un estanque, para celebrar la manera en
que se habían conocido. (Al parecer el pobre chico había sido convertido
en una rana.)
—No sé cómo voy a explicar esto a Rapunzel. Soy su dama de honor.
Tengo responsabilidades. No sé porque el trabajo no pudo haber sido
entregado a alguien más que actualmente no está en la boda.
—Tal vez tu jefe imaginó que serías la persona indicada para mantener
un ojo sobre las cosas —dijo Tom.
—Tal vez.
De cualquier manera, no valía la pena preocuparse por eso ahora.
Tendría su trabajo y lo haría bien, por supuesto. Y a lo mejor eso era
apropiado, viendo cómo consiguió un trabajo policial en primer lugar
debido a la abducción de Rapunzel durante su infancia. Penelope había
querido estar segura de que no más chicas desaparecerían debido a los
celos de las brujas o los malvados hechizos, especialmente después de
que Rapunzel fuera rescatada y narrara su historia de horror a la
entrada del reino. Por supuesto, nadie había pensado que Penelope
sería capaz de mucho cuando primero hubo comenzado con la fuerza de
la policía (desde que era técnicamente una princesa y todo, y en las
mentes de algunas personas se igualaba a la princesa mimada) pero ha
demostrado que todos estaban equivocados. Era la mejor agente secreta
que había tenido ahora. Precisamente la semana pasada había disuelto
la organización criminal de una corrupta hada madrina que estuvo
estafando el acomodamiento de esperanzadas chicas que creyeron
dejarse enamorar del príncipe. Penelope se preguntaba ¿Cómo algunos
príncipes hacían pensar a las personas que estaban deambulando por
los alrededores del reino, buscando enamorarse de cada chica que perdía
un zapato en frente de ellos?
Tom se encaramó al alfeizar de la ventana del carruaje para ver como se
acercaban a los muros del castillo. Banderas con los colores del rey
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flotaban en la brisa para celebrar la boda, brillando como arcoíris
contra el cielo azul. Penelope miró fijamente el escudo de la familia
estampado a través de las telas ondeando y recordó a alguien más. Algo
bastante lamentable.
—Oh no.
—¿Qué? —preguntó Tom.
—Olvidé que el hermano menor del Príncipe Greg, Andrew va a ir ahí.
Greg era el principesco prometido de Rapunzel.
—¿Andrew? —Tom se rascó la cabeza y luego una sonrisa rompió a
través de su cara—. ¿Quieres decir aquel tipo que siempre solía
coquetear contigo al terminar el colegio?
—Sí y él no flirteaba conmigo —dijo Penelope, su voz saliendo un poco
más afilada de lo que había pretendido—. Me molestaba, me tiraba del
pelo, robaba mis libros del colegio y ponía mis vestidos de barro.
—Me parece recordar que el barro en tus vestidos era tu propia culpa —
dijo Tom con un arco en la ceja mientras se dejaba caer en el borde de
la ventana y dejó que sus piernas colgaran—. Viendo como siempre
estabas escalando árboles y corriendo alrededor de los prados.
—Sí, bueno… Andrew me metía en problemas constantemente y hacía
mi vida miserable, muchísimas gracias, y nunca flirteamos ni siquiera
una vez. Forcejeó con uñas y dientes es más como ello.
A pesar de sus impetuosas protestas, ella se sonrojó mientras él frenó—
si dios no lo quiere Tom no lo notaria. ¡Maldita sea, ese horrible
príncipe! Aun estaba causándole problemas. Bueno, con un poco de
suerte ahora estaría casado y aburrido, con una barriga y un
adelgazamiento de pelo.
El carruaje se tambaleó para una parada, enviando caer a Tom.
Penelope alisó su falda y pasó rozando los mechones de su pelo de sus
ojos.
Necesitaba parecer presentable, profesional, y… oh, lo colgó. No se
preocupó de si Andrew iba estar allí. Tenía un trabajo que hacer y un
amigo al que ver casado.
No tenía tiempo para tonterías.
Recogió su falda y su mochila, descendió del carruaje y se encontró cara
a cara con nada menos que la reina.
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—Su majestad —murmuró, bajando en una reverencia—. Mi nombre es
Penelope, y yo…
—¡Pen! —Rapunzel apareció desde detrás de la reina, abrazando a
Penelope tan fuerte que se tambaleó—. ¡Estoy tan contenta de verte!
Sobre los hombros de su amiga, Penelope vio la boca de la reina bajar,
probablemente la escandalosa ausencia de decoro que acababan de
mostrar. Oh, bueno. Nunca había sido buena al impresionar a las
reinas, especialmente no su propia madre, así que ¿por qué debería
preocuparse si a esta tampoco le gustaba ella?
Era, después de todo, la madre de Andrew.
—Su majestad —dijo Rapunzel después de que se hubo ido, dejando a
Penelope recobrar unos pocos jirones—. Esta es mi mejor amiga, Pen.
—He oído mucho sobre usted —dijo la reina con una inhalación.
Penelope sonrió. —Bueno, estoy segura de que Rapunzel ha exagerado
en gran medida de mis aventuras.
—No de Rapunzel —dijo la reina, con otro sorbo de nariz—. De mi hijo
Andrew.
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Sobre la Autora
Kate Avery Ellison.
Vive en Georgia con su marido y dos gatos mimados. Cuando no está
escribiendo se divierte viendo los programas de espectáculos de
comedias de la NBC, jugando a videojuegos y comiendo tartas heladas.
Actualmente está trabajando en una novela de zombis. Pero
decididamente es del Equipo Unicornio.
Sus libros escritos hasta ahora:
Once Upon a Beanstalk (29 de Agosto de 2011)
Thorns “The Frost Chronicles” (5 de Septiembre de 2012).
The Curse Girl (26 de Marzo de 2012)
Frost. Volumen 1 (18 de Abril de 2012)
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