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C C O O S S A A S S D D E E F F A A M M I I L L I I A A , , I I I I E. Mangana López, C. M. Selección de escritos del P. E. Mangana, aparecidos, a modo de separatas, en los boletines de las Visitas Domiciliarias de la Virgen Milagrosa. COSAS DE FAMILIA, II es una publicación de C F osas de amilia, II C C O O S S A A S S D D E E F F A A M M I I L L I I A A , , I I I I P P E E i i M M L L ó ó C C M M 1

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CCOOSSAASS DDEE FFAAMMIILLIIAA,, IIII

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Selección de escritos del P. E. Mangana, aparecidos, a modo de separatas, en los boletines de las Visitas Domiciliarias de la Virgen Milagrosa.

COSAS DE FAMILIA, II es una publicación de

CFosas de amilia,

II

CCOOSSAASS DDEE FFAAMMIILLIIAA,, IIII

PP EE ii MM LLóó CC MM

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VISITAS DOMICILIARIAS DE LA VIRGEN MILAGROSA, de Chiclayo

CHICLAYO – PERU, NOV. 2004

PARA QUE PUBLICAR COSAS DE FAMILIA A MODO DE PRESENTACION

Visitas Domiciliarias de la Virgen Milagrosa,-Chiclayo, Perú-, se ha propuesto, con la publicación de este pequeño librito, Cosas de Familia I y Cosas de Familia II, que los lectores del boletín, tengan a mano, las palabras y el recuerdo de uno de nuestros asesores, el Padre Enrique Mangana. La mayoría de los artículos seleccionados provienen de nuestro boletín. Otros –unos pocos que, por su amplitud, no pudieron ser incluidos en él, los presentamos ahora, no ciertamente como primicias, sino como muestra de agradecimiento al autor. El título, Cosas de Familia, hace alusión a uno solo de los trabajos, pero es adecuado para encerrarlos o enmarcarlos a todos. Parecería que, al hablar de cosas de familia, nos encaminamos al pequeño mundo de nuestra casa solariega y al grupo de nuestros familiares, cada vez mas reducido, pero como quiera que la palabra “cosas” tiene un sin número de significados y la palabra “familia” puede ser tomada en un sin número de acepciones, la dimensión de cosas de familia puede hacernos levantar el vuelo y movernos en las diferentes esferas de la vida de los humanos y mas aún en las diferentes esferas de la vida de los cristianos. Casi todas las páginas de Cosas de Familia están escritas a la ligera. Esto no va en detrimento del autor. Lo hemos escuchado en vivo y en directo de sus propios labios. Están escritas como sin querer queriendo. Los contenidos brotan mas del corazón que de la cabeza, y van dirigidos a gente muy sencilla, como es la gente de Visitas Domiciliarias.

A pesar de ello, o tal vez por ello, quienes quieran entenderlas a profundidad, no les va a quedar otro remedio que hacerse una composición de lugar. De lugar y de tiempo. Visitas Domiciliarias está en condiciones de colaborar con ustedes en esa composición de lugar y de tiempo. Es por ello que nos ponemos a su entera disposición.

Visitas Domiciliarias Chiclayo-Perú

LA IGLESIA LOCAL MIRANDO AL 2000 "Qué hacéis ahí plantados" 1.- EXPLICACIÓN DE TÉRMINOS 1.1 El asunto a tratar

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Como es de conocimiento de algunos de ustedes, soy ciertamente responsable de que se incluyera en el Programa del presente Curso de Misionoiogía el tema de “La Iglesia Local mirando al 2000”. Una experiencia, que podríamos calificar de eclesial, nos habla de que no siempre lo misional ha desembocado en lo misionero. Seria lamentable que, el esfuerzo organizativo del curso, no nos lleve, directamente, a la misión.

Pero ello no significa que asumiera la responsabilidad de desarrollar el tema. Obviamente se invitó a una persona representativa de la iglesia Local, al P. Marco Cortez, Rector del Seminario Santo Toribio, quien, al parecer por razones de salud, no ha podido venir.

Vamos a intentar desarrollarlo entre ustedes y yo. Colaboren. Contamos con algunos esquemas que providencialmente, nos ha dejado

Sor Amine Abrao, expositora estrella de los tres últimos días. Tenemos además un largo articulo de Vida Nueva sobre lo que, a nivel de Iglesia, se está proyectando para el 2000 y algunos apuntes personales. Estos últimos, como relleno, claro.

1.2. Concepto de Iglesia Local

¿Qué podríamos entender por “Iglesia Local”? ¿Qué debemos entender por “Iglesia Local”?

No podernos, desde luego, limitar el concepto a la denominada “Iglesia doméstica”, la familia; ni siquiera al ámbito de la “Parroquia”, célula básica del fundamento de la Iglesia. El término de “Iglesia Local” debe referirse a la diócesis, a esa corporación territorial que forma parte del pueblo de Dios y está presidida por un Obispo, como pastor propio, quien, en su territorio, representa a la Iglesia universal. Es la Diócesis la que llena a plenitud el contenido de Iglesia, con su Pastor y con aquellos organismos indispensables para su realización espiritual y temporal. Y es el Obispo quien, en ella, con su cayado pastoral debe hacernos mirar hacia el 2000.

La Diócesis de Chiclayo comprende el Departamento de Lambayeque, la Provincia de Santa Cruz de Cajamarca y el término de Andabamba.

Tiene actualmente 41 Parroquias y está atendida por 88 sacerdotes, de los cuales 52 son de origen local. 1.3 Qué sentido debe tener “mirando al 2000”?

¡Mirar al 2000! Hay muchas maneras de mirar, hay muchas intensidades de mirar. Y hay muchas motivaciones para mirar.

Para nosotros cristianos, católicos, mirar al 2,000 debe significar preparar la celebración del bimilenio del Nacimiento de Cristo. O mejor, concentrar nuestra mirada en Cristo. Preparar y centrar. Preparar y preparamos. Ad intra y ad extra. Decimos que queremos darle a Cristo como regalo de cumpleaños un mundo mas cristiano, con mas cristianos y con mejores cristianos y eso no se consigue quedándonos alelados ante la grandeza del evento. Que nadie tenga que decimos: ¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? La preparación se actúa preocupándonos y ocupándonos del acontecimiento, acariciando la fecha, cuidándola como a una criatura muy querida, como a algo muy grande y definitivo, como a un KAIROS que dicen los pastoralistas, como a un tiempo de gracia, como a un golpe de gracia.

Debemos, -al menos en esta oportunidad- vencer ese gran defecto de nuestro medio: Cuando el evento está a cinco, diez años de distancia, decimos: -¡Falta mucho tiempo, la gente se cansa, el acontecimiento pierde interés...”! Cuando el evento está encima, decimos: -¿qué se puede hacer ahora si ya no hay tiempo de nada...?

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Sería esa una manera irresponsable de ver o de mirar al año 2000. Irresponsable, sobre todo, porque la Iglesia universal nos está llamando a preparar la fecha. Y no solo nos está llamando, nos está marcando derroteros para prepararla.

Todo lo que hemos aprendido en este curse sobre la misión universal, o misión "ad gentes", sería pasto del olvido, si la iglesia Local no sintoniza su paso con la Iglesia Universal. 2.- POR QUE MIRAR AL 2000 ¿Por que mirar al 2000? ¿Que pasa con el 2000? O mejor: ¿Qué va a pasar en el 2000? O de otra forma: ¿Qué queremos que pase en el 2000? ¿Por qué la Iglesia universal está preparando la celebración del Año Santo 2000? ¿Por qué debe prepararlo también la Iglesia Local..?

Si fueran ustedes como niños yo les respondería simplemente porque sí. Creo que sería una muy buena respuesta. Como no son tan niños, les invito a leer Lc. 4, 16-21 para que elaboren su propia respuesta.

"Llegó Jesús a Nazaret, donde se había criado, y, según acostumbraba, fue el sábado a la sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le pasaron el libro del profeta Isaías. Desenrolló el libro y halló el pasaje en que se lee: "El Espíritu del Señor está sobre mi. El me ha ungido para traer Buenas Nuevas a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver, a despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia del Señor.” Jesús entonces enrolla el libro, lo devuelve al ayudante y se sienta. Y todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Empezó a decides: “Hoy se cumple estas profecías que acaban de escuchar”.

Jesús ha venido al mundo para proclamar el Año de la gracia, el gran Jubileo. Está en la línea de las costumbres de su pueblo. En el año de la gracia se liberaban todos los esclavos y se perdonaban todas las deudas (Ex. 23,10-11; Lev. 25. 1-18; Deut. 15, 1-6). Libertad y perdón llevaban y llevan lógicamente a la alegría, al júbilo. Estos años de gracia, de alegría o de júbilo por la libertad y por el perdón se celebraban en el Antiguo Testamento cada siete años, y se les llamaba “años sabáticos”.

Y cuando se cumplían siete años sabáticos, es decir, cada 50 años, como quiera que los frutos que se percibían eran mas y mayores, el júbilo y la alegría eran, también, mayores, hasta el punto de bautizar el año como año jubilar o JUBILEO.

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El Año de gracia, el año jubilar, al menos según ley, debía devolver la igualdad

entre todos los hijos de Israel; los pobres recuperaban sus propiedades y los ricos tenían que reconocer los derechos de los pobres.

Juan Pablo II ha proclamado el Año Santo 2000 en referencia a los 2,000 años del Nacimiento de Cristo. Dejadas, lógicamente, de lado las implicancias legales viejo testamentarías es, indudablemente, un motivo de inmensa alegría la liberación del pecado y la condonación de nuestras deudas. Esta sería la primera de un sinnúmero de motivaciones que, apuntaremos luego, al hablar de la celebración central del JUBILEO. 3.- PREPARACIÓN DEL AÑO SANTO 2000 3.1 El inspirador de la celebración

Cuando Juan Pablo II es elegido Papa, una de las primeras visitas que recibe es la del Cardenal WYSZYNSKY. Le dijo el Cardenal que sería responsabilidad suya introducir a la iglesia en el nuevo milenio del cristianismo y que sus actividades habrían de partir de la gracia de Dios para que llegaran al corazón de todos los fieles y comunicaran su gozo a quienes no conocen a Jesucristo. 3.2 El ejecutor de la sugerencia: JUAN PABLO II

Daría la impresión de que Juan Pablo toma muy a pecho las sugerencias del Cardenal WYSZYNSKY y dedica su pontificado a la preparación y celebración del gran jubileo.

Desde la “Redemtor Hominis”, orienta sus escritos y acciones a preparar, a la Iglesia, para celebrar dicho evento. Un evento que al margen de las dimensiones calendarías, constituye una ocasión extraordinaria, para que cristianos y no cristianos fijemos la mirada en Cristo, de modo que, por carambola, se fije Cristo en nosotros.

En la cita de Lc. 4, 16-21 hemos subrayado intencionalmente “y todos los presentes tenían los ojos fijos en él”. Daría la impresión de que es una idea motivadora del Papa, el hacer que, todos, creyentes y no creyentes centren sus ojos en Jesús, el inspirador de la fecha y de la fiesta.

Se puede afirmar, en base a sus escritos y correrías apostólicas, que, ha caminado siempre conscientemente en esa dirección. Y, desde luego, siempre que ha surgido alguna iniciativa relacionada con la celebración bimilenaria, la ha acariciado y acogido como propia. Un claro ejemplo de esto fue la acogida al Proyecto de la Nueva Evangelización 2000 del P. Tom Fórrest. 3.3 El Programa

Cuando Juan Pablo II cree que el momento de movilizar a toda la Iglesia en torno a dicha celebración es apremiante, él mismo elabora la Carta Apostólica “Tercio Millennio Adveniente” para preparar el Jubileo, el Año Santo 2000. La carta, publicada el 10 de noviembre de 1994 tiene sentido programático. Debido a ello, se nombra de inmediato, un Comité organizador y designa al Cardenal R. Etchegaray, para presidirlo. Sugiere la creación de Comisiones en las Iglesias Locales y la realización de, Sínodos continentales. Algunos de estos sínodos ha sido realizado ya, (Europa y África, 1991 y 1994); otros están convocados para el presente año (América y Asia) y otros, en proyecto. (Oceanía). 3.4. La estructura del Programa

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A) “Tertio Millennio Adveniente” son las palabras latinas con las que el Papa inicia su Carta. En castellano, significan “al acercarse el tercer Milenio” de la nueva era...

La Carta es una invitación a preparar el Jubileo del año 2000, del Año Santo 2000 y

sugiere un buen número de cosas que se pueden hacer para que dicho evento sea una efectiva celebración de la fe. Es, además, una invitación lógica, porque toda celebración, presupone una preparación cuya resonancia alcanza, no sólo a los de casa sino también a los vecinos.

B) La estructura literaria de la Carta es muy sencilla:

Consta de cinco capítulos: Una introducción: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Sentido del Jubileo del Año 2000. Aspectos generales de la preparación. La preparación inmediata, proyectada en dos fases, con los lineamientos de la celebración propiamente dicha. En el último capitulo, nos recuerda el Papa que la Iglesia ha sido, es y seguirá siendo “sacramento universal de salvación”.

C) Las fases de preparación que se establecen en la Carta son tres: 1a. Preparatoria remota, a la cual hemos aludido ya. 2a. Preparatoria próxima con una duración de tres años, del 97 al 99. 3a. Fase celebrativa (2000) ya sea en su duración calendaría ya sea en coincidencia con el año litúrgico.

D) Detalle de la Fase Preparatoria Próxima. Es indudable que toda programación de actividades y metas debe hacerse en función

de los objetivos que se persiguen. ¿Cuáles han sido, a través de la historia, los objetivos de otros jubileos? No tenemos datos sobre la celebración del primer milenio. Ni hablar por tanto, de sus

objetivos.

El primer Año Santo se celebró en el 1,300 con el Papa Bonifacio VIII. El propósito de este -y otros años santos- ha sido el perdón de los pecados sobre la base de la conversión y de la peregrinación al sepulcro de San Pedro y sobre la práctica de la caridad.

Pablo VI extiende la posibilidad de alcanzar las indulgencias a todas las Iglesias particulares, además de la de Roma. Juan Pablo II respeta esta universalidad pero otorga cierta preferencia a las celebraciones de Roma y Jerusalén y establece dos objetivos específicos, con los respectivos medios, para llevarlo a efecto:

a) Escuchar a Dios en la historia (TMA, 16) Por medio de la asimilación del Concilio Vaticano II (TMA, 18-20)

b) Impulsar la evangelización en la Iglesia (TMA, 21) Por medio de la revisión de la historia pasada y presente (TMA, 33)

Sobre este trasfondo, Juan Pablo II establece un trienio trinitario y dispone un año de reflexión sobre cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad, no precisamente en el orden en que acostumbramos a señalarlas, ni tampoco en un orden mas o menos lógico, sino sencillamente en un orden distinto. Estas son las trilogías que establece:

Jesucristo - Espíritu Santo - Dios Padre Fe - Esperanza – Caridad María Madre de Dios - María, Esposa del Espíritu Santo - María, Hija de Padre Catequesis - Unidad de la Iglesia – Conversión Unidad de los cristianos - Campos

civil-eclesial - Encuentro Religioso Monoteísta.

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A cada persona de la Santísima Trinidad hace referencia lógica una virtud teologal,

un sacramento de la Iglesia, un misterio Mariano, un objetivo pastoral y un objetivo ecuménico. La visualización de lo dicho podría dibujarse de la siguiente manera:

1997 JESUCRISTO -Fe -Bautismo -María, Madre de Dios -Catequesis -Unidad

cristiana

1998 ESPÍRITU SANTO -Esperanza -Confirmación-María, Esposa del Espíritu Santo -Unidad Iglesia- Campos civil-eclesial. 1999 DIOS PADRE -Caridad -Penitencia -María, Hija del Padre -Conversión -Encuentro Religiones Monoteístas.

Como se puede -ver, las orientaciones del Papa, significativas y llenas de contenido evangélico y apostólico, atienden a lo fundamental de la fe y el kerígma cristiano, por una parte, y por otra, dan libertad a los programas de las diócesis y de las Conferencias Espiscopales, para establecer o ejecutar lo mas oportuno en cada país o región.

4.- EN QUE MEDIDA SE ESTA APLICANDO EL PROGRAMA DE LA CARTA DEL

PAPA. Juan Pablo II, el autor del programa, lo sigue al pie de la letra. A nivel de la Santa Sede, se podría afirmar lo mismo. El Comité Central, designado

por el Santo Padre, fue dotado de un Consejo Cardenalicio de Presidencia, cuyo secretario es Mons. Sebastián). Y con el Comité Central funciona una gama inmensa de Comisiones:

Teológico-histórica Litúrgica Pastoral Social De los nuevos mártires Ecuménica Diálogo ínter-religioso Artístico-cultural Servicios técnicos y multimedia Comités romano y jerosolimitano

Atentas a la invitación del Papa, muchas Conferencias Episcopales, han constituido

ya sus comités diocesanos.

Juan Martín Abad, informa, vía Vida Nueva, que, en la última reunión del Comité Central, participaron representantes de seis grandes comuniones o federaciones de Iglesias: del Patriarcado de Constantinopla, la Comunión Anglicana, la Federación Luterana Mundial, el Consejo Metodista y el Consejo Ecuménico de las Iglesias. Delante del mismo Papa expresaron, no sólo la posibilidad, sino también sus deseos de celebrar con algún encuentro en común el Nacimiento de Nuestro Señor.

Señala además Vida Nueva, que el Cardenal Cassidy sugirió que sería bueno que se realizasen encuentros similares en las Iglesias Locales.

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El Cardenal Arinze está entablando relaciones con otras confesiones de fe como el Judaismo y el Islam para tener también algún acto en común, pues, en estas religiones, hay quienes reconocen a Jesucristo como un gran profeta.

Los viajes apostólicos del Santo Padre constituyen parte no poco importante de la preparación. Siguen realizándose. El viaje a la antigua ex Yugoslavia, Croacia, Slovenia, Saragevo, como él mismo ha dicho, sigue en su corazón.

Sigue pendiente también su viaje a Tierra Santa. ¿Por motivaciones coyunturales?

¿Por proyecciones tácticas? Pablo VI comenzó su mandato con esa visita. Juan Pablo II desearía culminar y agregarla a todas las otras. Esta última está descrita en la Carta (TMA, 24). Desde Egipto -el Sinaí y Moisés hasta Siria- Damasco y la conversión de San Pablo, pasando por Belén y Jerusalén. Nacimiento, muerte y Resurrección de Nuestro Señor... 5.- LA IGLESIA LOCAL MIRANDO AL 2.000

Presiento que alguno de ustedes está desesperado por formularme una pregunta. Para curarme en sano, voy a formularla yo. Y no se apresuren a ensayar respuestas, pues es bueno que la pregunta quede flotando.

Hemos venido escuchando algo de lo que está haciendo el Papa; bastante de lo

que ha programado el Comité Organizador, a nivel Iglesia; algo de lo que han proyectado algunas Conferencias Episcopales y, entre líneas, hemos podido captar las actividades de algunas Iglesias Locales...

¿Qué es lo que está haciendo nuestra Iglesia Local, es decir, nuestra diócesis?

¿Está mirando al 2000 para que todos los fieles vivan la gran fiesta, la fiesta de la liberación y del perdón? ¿Está cuidando, acariciando la fecha? ¿O sigue ahí plantada mirando al cielo, o lo que sería peor, mirándose a si misma?

Si me permiten utilizar términos periodísticos, puedo decides que, por nuestra casa, estamos en activo desde hace casi diez años. Primero, con toda una Oficina de Apoyo al Proyecto de la Nueva Evangelización 2000, y, luego, a partir de noviembre de 1994, con una lluvia incesante de oraciones, exhortaciones e informaciones sobre el significado y la realización del Año Santo. Los documentos de la Iglesia referentes al evento fueron estudiados y difundidos mas allá del alcance de nuestras posibilidades si bien su acción no fue mas allá de los límites sectoriales. La Carta Apostólica TMA fue esquematizada y distribuida a todos nuestros agentes pastorales, previo y minucioso estudio realizado por el P. Rosendo Huguet. C. M.

Este trabajo de difusión de los documentos de la Iglesia relativos a nueva

evangelización y al gran jubileo del año 2000, no resultaba fácil. Atractivo, sí. Pero fácil, no. Se adivinaba una cierta renuencia ante “lo novedoso”, y no pocas veces, la exposición de estos conceptos incomodaba y era bloqueada como si tuviera olor herético.

A nivel de Iglesia Local” no tengo derecho ni capacidad de hablar. Tengo la

impresión sí, de que no se está mirando al Año Santo, con los ojos con los que a mi me gustaría mirar.

Desconozco la fecha exacta, pero se que, entre los meses de junio a octubre del

año pasado, se designó, a nivel presbiterio, una Comisión que preparara la Diócesis para la celebración del Año Santo; pero como quiera que no se la dotó de los instrumentos legales pertinentes, quedó sin fuerza operativa. Y está, al parecer, muy ocupada en no hacer nada.

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Lo cierto es que hay muchas cosas por hacer, muchas cosas que se pueden hacer y que nos encontramos en el momento clave para iniciarlas.

Lo primero que se debe hacer es no desaprovechar el KAIROS, el golpe de

gracia que se nos avecina. “Si acaso escucharais hoy su voz... no endurezcáis el corazón como en Meribá...”

*Se debe crear las estructuras adecuadas, para que la noticia del hecho salvífico llegue a todos los fieles de la Diócesis.

*Se debe impregnar nuestras celebraciones ordinarias -culto y sacramentos- con

los objetivos extraordinarios del Jubileo. *Bajando un poco más a la práctica, se podría, por ejemplo, con el esfuerzo de

los responsables de la pastoral, mejor preparados que hace diez años, remisionar toda la Diócesis o al menos aquellos lugares mas débiles de la Misión Católica.

*Y podemos y debemos -pero a nivel de Iglesia Local-informarnos de lo que están haciendo otras Diócesis. Y plagiarlos. Aquí y ahora no sería malo plagiar.

6.- APUNTES SOBRE LA CELEBRACIÓN CENTRAL DEL JUBILEO El calendario nos dice que dentro de cuatro años arribamos al 2000. ¡Una fecha

redonda! Dentro de cuatro años celebramos un nuevo año, un nuevo siglo un nuevo milenio. Todo nuevo en el tiempo. Pero, ¿a qué aluden años, siglos y milenios? ¿En qué se basa tanta novedad...?

No somos tan incultos, claro! El centro de referencia es CRISTO. La

ENCARNACIÓN DE CRISTO, el Hijo de Dios, es la irrupción de Dios en el hombre y, por ende, en su historia. Y es un hecho tan fuerte, tan decisivo que, a la humanidad no le queda otra alternativa que girar en torno a él. Y así lo hace y dice. Decimos (a.C.) “antes de Cristo” y (d.C.) “después de CRISTO”. Cristo llega en “”a plenitud de los tiempos" y todo toma latitud y longitud a partir de su venida.

CRISTO no es un tipo cualquiera. Es una Persona muy especial. Una persona única. La única que tiene dos naturalezas: una divina y otra humana; es Dios y es Hombre. Con mayúscula y con minúscula. En la Sagrada Biblia, con mayúscula las dos.

Dios en Cristo se hace hombre. Y su irrupción en el hombre, y en la historia del hombre, tiene un propósito: Reestructurar al hombre desde la raíz, hacer un hombre nuevo capaz de alcanzar el objetivo de su creación: la felicidad. Al cambiar el hombre, cambia la historia, y, a la civilización del odio que produjo el hombre viejo, se impone la civilización del amor, la civilización del hombre nuevo.

Desde la Escritura Sagrada se nos dice: “así como por un hombre entró el pecado en el

mundo y, por el pecado, la muerte; así también por un hombre, CRISTO, entró la salvación y la vida... Y esto sí es motivo de alegría, de júbilo. Y esto es lo que se va a celebrar. No tanto la dimensión cronológica de los 2,000 años del Nacimiento de Cristo, que -según algunos estudiosos, se habría cumplido ya-, sino el hecho salvífico de la Encamación.

Algo mas, pero entre paréntesis. Es curioso que, un error de cálculo de Dionisio el

Exiguo, haya servido para poner en ridículo a los agoreros de cataclismos milenarios de algunas sectas. Habida cuenta del error, el 2,000 habría ocurrido ya en 1993 o en 1994. Cerramos el paréntesis).

Desde su dimensión ritual, la celebración central de Jubileo, se iniciará segura y naturalmente, con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro y en las otras Basílicas romanas. Una ceremonia que deberá celebrarse al inicio del año litúrgico 1999-2000

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o tal vez en la Nochebuena de 1999, tanto en Roma y Jerusalén como en las diversas diócesis del mundo.

Será un gesto simbólico que sintonizará y sincronizará, salvando las latitudes, las principales actividades programadas y cuyas finalidades serán para todos: “la vivencia y relación con la Santísima Trinidad, la conversión en el sacramento de la Penitencia, la participación en la Eucaristía, la oración por el Santo Padre, sucesor de Pedro y, todo ello, en todos los lugares en los que la Iglesia Católica está presente.

7.- PARA CONCLUIR ESTA EXPOSICIÓN

El tema que entre ustedes y yo hemos querido esbozar, debe quedar abierto, para que, todos los que hemos asistido a este Curso de Misionología, podamos pasar de lo misional a lo misionero.

Es obligado formular una petición ante quien corresponda, es decir, ante los

directamente responsables de la Iglesia Local. Que se nos permita mirar, con ojos de Iglesia, la verdadera dimensión del Año Santo; esa hermosa fecha para la que habíamos proyectado “regalarle a Cristo un mundo mas cristiano y con mas y mejores cristianos”.

El Boletín bimestral TERTIUM MILLENNIUM que va a difundirse en seis o siete lenguas, los diversos Sínodos y Congresos que van a realizarse, etc. Etc. Podrían ayudarnos a mirar, aunque no sea mas que de lejitos, la preparación del Año Santo.

Que nadie pueda decirnos burlonamente: ¿Qué hacéis ahí plantados…?

P. Enrique Mangana López, C. M. Asesor

JORNADA MUNDIAL DE LA INFANCIA MISIONERA (O. M. P.)

En una laudable tentativa para establecer una Relación Prioritaria de colmos, el de “un cristiano que incentiva a otros cristianos a cumplir su tarea misionera”, obtendría posiblemente uno de los primeros puestos. Y hasta podría calificarse como "el colmo de los colmos". Y sería esta una calificación natural y un bien merecido puesto, ya que, desde

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siempre y para siempre, los conceptos de cristiano y misionero se implican esencial e íntimamente. El cristiano es Iglesia y la Iglesia ha sido creada o establecida para los que no son Iglesia. De ahí que no es fácil explicar ni de entender el hecho de que un cristiano, definitivamente alegre por su fe en la resurrección, no contagie de alegría y de esperanza a quienes todavía no son cristianos, y les regale, como por ósmosis, su propia fe.

Debemos admitir que, como cristianos, -perdón, como misioneros-,, somos todos un poco perezosos. Y algunos muy perezosos. Pero, claro, a Dios gracias, este es un mal que tiene remedio, que no es de muerte, que tiene antídotos. Al parecer se le recupera pronto. Basta con desperezarlo, espabilarlo, darle algunos golpes como acostumbra a hacerlo el gran misionero de nuestro tiempo, el papa Juan Pablo II, cuando nos dice a todos, pero en especial a los laicos -que son los mas desmemoriados-“la Misión es el deber supremo de todo bautizado”. La Misión, es decir, el darle nuestra fe a los que no la tienen, a los que nunca la han tenido o a los que ya han perdido.

Para luchar precisamente contra esa pereza misionera es que la Iglesia ha inspirado y estructurado un conjunto de organismos, directamente encargados de la animación misionera, nos van presentando, a lo largo del año misionero, las fechas y los aspectos mas significativos de la Misión.

Es esta la línea y el propósito del recién creado CENTRO DIOCESANO DE MISIONES (CEDIMIS) de Chiclayo, que empieza a dar sus primeros pasos. Y lo hace precisamente con la llamada santa infancia o infancia misionera. La Jornada Mundial de la Infancia Misionera se celebrará el Domingo 04 de junio, Fiesta de Pentecostés.

La Infancia Misionera tiene el amplio, laudable y educativo propósito de formar la actitud misionera de los niños y despertar su solidaridad con los mas necesitados que son precisamente aquellos que no conocen todavía a JESÚS NIÑO.

Chiclayo, 1994

El Centro Diocesano de Misiones de Chiclayo: Una experiencia de aterrizaje misionero

El hecho de que el Centro Diocesano de misiones de Chiclayo, (Cedimis), sea el auspiciador y el organizador del presente Curso de Misionología, titulado: "El Regreso de Emaús", nos coobliga a presentarles, aunque no sea mas que en forma somera, y sin fines proselitistas algunos puntos sobre: a) el sentido de su creación, b) actividades sistemáticas del centro -actividades que ya van haciendo historia, como estos cursos de misionología- y c) su dimensión como instrumento misionero de la Iglesia.

De los tres aspectos señalados, es el último el que más nos interesa ya que el centro, al menos para nosotros, constituye una experiencia de lo que, durante años, ha sido objeto de consideraciones y variopintas propuestas y que ha venido bautizándose con los manidos términos de "aterrizaje misionero".

Los centros misioneros, parroquiales primero y, paradójicamente, los diocesanos mas tarde -responden, unos y otros, a la inspiración de Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, en una de sus ponencias en el Comla 4.

Fueron "identificados" un año mas tarde, por los notables sistematizadores de la IV

Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Santo Domingo. Pero tienen, en el Congreso Misionero del Norte del Perú (Cominor), realizado del 04 al 08 de

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Agosto de 1993, su partida oficial de nacimiento. Al menos, en la forma en la que nosotros los entendemos.

En ese tiempo y en nuestro espacio nace el Cedimis. En menos de un año y con la

no desinteresada ayuda de las O.M.P. del Perú, el Centro Diocesano de Misiones de Chiclayo, recibe la aprobación oficial del Obispo de la Diócesis, Monseñor Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea, el 14 de julio de 1994.

Como quiera que el propósito de los centros misioneros es lógicamente

coincidente con el propósito de la O.M.P., empieza a caminar de la mano de dichas obras. Con el paso de no mucho tiempo, llega a constituir un instrumento de animación, formación y organización misionera, muy superior a las invertebradas direcciones existentes. Sabido es que la efectividad de las direcciones depende de la capacidad y del entusiasmo de una sola persona. El director o directora. Por el contrario, la efectividad de los centros depende de todo un equipo que es, en todo caso, inmensamente superior.

Los creadores del Centro Diocesano de Misiones de Chiclayo, con la permanente asesoría de sacerdotes de la Congregación de la Misión, conscientes y convencidos de su importancia, han colmado de atenciones a la naciente criatura. Los Cedimis y los Cepamis, por su simplicidad y diseño son susceptibles de ser asumidos a nivel de toda la Iglesia. No se han escatimado esfuerzos ni recursos para promocionarlos y difundirlos.

Los integrantes del Equipo Cedimis, tanto los venidos a primera hora como quienes se sumaron un poco mas tarde, han participado en diversos Congresos Misioneros (Comisur, Comicentro), a nivel nacional, y también mas allá de nuestras fronteras llevando siempre, no sólo el nombre y la configuración de los centros, sino también sus muy tempranos y convincentes logros.

Todos ustedes han leído la carta encíclica Redemptoris Missio, la Misión del Redentor, del Papa Juan Pablo II -El que no la haya leído no podrá aprobar este curso- Memoricen ahora las cuatro últimas líneas de la Introducción de dicha carta: "...ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo, anunciar a Cristo a todos los pueblos".

Abran su diccionario y vean qué significan las palabras como eludir, deber, deber supremo, supremo, anunciar...

Sabemos de memoria y de estimativa que tienen todos ustedes muchos deberes. Grandes y hermosos deberes. Pero, no se lo digo yo, se lo dice el Papa, su deber supremo es evangelizar, anunciar a Cristo.

He olvidado, a propio intento, las otras cosas que tenía que decirles.

P. Enrique Mangana López, C. M. Asesor

Julio, 2001

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LA OFERTA DEL PERDON

¡Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros!

1 Status quaestionis

Esta es la quinta charla del Curso de Animación y Formación Misionera sobre el bienamado tema de la Persona del Padre. Son 7 las Charlas programadas. Estamos mas allá de la mitad del curso. Debo suponer, por tanto, que todos ustedes, alumnos maravillosos, están bien informados de la Persona del Padre y plenamente conscientes de que Dios es Padre, de que Dios es Padre Misericordioso, de que Dios es nuestro Padre, de que nosotros somos sus hijos y de que, si no fuera por todo eso, ni ustedes ni yo estaríamos aquí.

Sin este telón de fondo, aunque quisiéramos encontrar una secuencia lógica para enmarcar el tema o la lección de esta tarde, entre las reflexiones del curso, no podríamos dar con ella. Sería un esfuerzo inútil. Estaríamos dando palos al aire. Predicando en desierto. Porque "lo definido", nos dicen los cautelosos escolásticos, no debe entrar en la definición. Y Dios Padre -ya está definido. Como Dios y como Padre. Como Padre Misericordioso. Como perdón. Dios está definido como perdón. Como un perdón personificado en la persona de su Hijo que llega hasta nosotros "'los demandantes", los pecadores, a través de una mujer que es Madre y Madre de Misericordia.

Cristo es la Divina Misericordia. Claro que afirmar esto es afirmar una cosa evidente y lo evidente no necesita demostrarse ni definirse. Se acepta y punto. Porque ¿qué otra cosa es Dios Padre sino una persistente, acuciosa y sonora oferta de perdón que no podemos dejar de escuchar ni aún tapándonos los oídos? "A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje". 0 ¿cómo podría ejercitar Dios Padre su profesión de Dios, su paternidad, sin echar mano de su Misericordia y su perdón? ¿En qué consiste la Encarnación sino en una gran oferta de perdón aun antes de que la demanda se produzca? ¿Para qué funda Cristo, Divina Misericordia, su Iglesia, la Iglesia, si no es para ofertar el perdón del Padre?

Creo que todos nosotros tenemos la bendita costumbre de rezar con bastante frecuencia el Padre Nuestro. ¿No es acaso el rezo del Padre Nuestro, mas que un rosario de peticiones, una disimulada oferta de perdón, émula de las leyes comerciales de la oferta y la demanda? No olvidemos que es el mismo Jesús quien lo pone en nuestros labios ...

¿No podríamos considerar acaso que la acertada inspiración que les ha impulsado a venir aquí, esta tarde, constituye una delicada y original oferta de Perdón del Padre ... ?

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George Bernanos, un literato francés, ponía en labios de uno de sus personajes, la escriturística, teológica y proverbial frase: "Todo es gracia". Sin caer en la irreverencia, a mi me gustaría acuñar otra: "Todo es perdón" 0 un poco mas suave sí ustedes lo prefieren: "Todo en Dios es oferta de perdón".

No vamos a discutir ahora si ha sido bueno o no, necesario o no, conveniente o no, haber introducido el tema entre las reflexiones del curso. Creo que en todo caso, su único propósito es evidenciar lo que ya es evidente; aclarar lo que, al menos para mi, ha estado siempre meridianamente claro. Esto es: que todo el acontecimiento cristiano-católico es oferta de perdón. Oferta de perdón del Padre a todos sus hijos, los hombres.

Querámoslo o no, estamos dentro del tema. Porque no es sólo el tema de esta tarde, es el tema del año, el tema de la celebración bimilenaria, el gran tema de la liturgia católica, el tema de nuestra vida.

El único riesgo que podemos correr es salirnos del tema. Para evitar ese riesgo, vamos a dedicarnos a rumiar el perdón del Padre, a

examinar su calidad, su cantidad. Y sería bueno aprovechar "la ocasión" para hacer demandas o pedidos. Todos los pedidos que creamos convenientes, todos los que sean necesarios. La oferta es genuina. Y gratuita.

Algo mas como preámbulo, antes de iniciar la rumia. Dos notas para deslindar responsabilidades:

La primera se refiere a la amplitud del tema. Hay una notable diferencia entre la oferta de perdón de Dios al hombre y la oferta evangélica del perdón. Aquella se refiere a todos los medios de comunicación Dios-hombre. No podría absolverla yo en las actuales circunstancias. Esta, por el contrario, está bien enmarcada entre las cuatro paredes del evangelio, con pequeñas rendijas para echarle una mirada a los libros proféticos del Antiguo Testamento. Intentaremos acometerla, con su com- prensión y ayuda.

La primera parte comprenderá una mirada a la oferta del perdón en las páginas iniciales de los cuatro evangelios, en el Benedictus (Lc 1,68-79), en la institución de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, en las parábolas de la Misericordia y del perdón (Lc. 15).

En la segunda parte, si nos quedan fuerzas y oído, ensayaremos unas variaciones metódicas sobre los conceptos de salvación, reconciliación y penitencia

2. La llamada evangélica al arrepentimiento: LA OFERTA DEL PERDON 2.1 Marcos. En el capítulo primero del Evangelio de San Marcos, Juan, el Bautista, da las primeras notas de lo que podríamos llamar la "Sinfonía del Perdón".

...apareció Juan en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" Como precursor, Juan, es testigo cualificado de que Jesús es enviado por el Padre:

"Tú eres mí Hijo amado, en tí me complazco, (Mc 1,11). Y Jesús, para cumplir su misión y corresponder al Padre, empieza su predicación diciendo:

" ... El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;

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convertíos y creed la Buena Nueva (Mc 1,15). Esta expresión, "el tiempo se ha cumplido”, confirma y manifiesta que las

relaciones Dios-hombre obedecen a un plan, que el hombre entra en los planes de Dios y que, dichos planes, están calculados y estructurados en "etapas" y que, eventualmente, una de esas "etapas", es la conversión. La Conversión. Un término que nos lleva siempre mas allá de su simple significado literal y llega “a significar un cambio de actitud", un "cambio de mente”, “una metanoia". Conversión o cambio que aquí tiene una finalidad explícita. Conversión para el perdón de los pecados.

El "Convertíos y creed la Buena Nueva" no cancela la libertad del ser humano. Es por el contrario, una invitación a ejercitarla en forma responsable y favorable, trastocando y corrigiendo el mal uso que de dicha libertad hace el hombre al cometer el pecado. El pecado, ampliaremos mas tarde-, consiste, definitivamente, en una oposición al plan de Dios, al proyecto de Dios, estructurados ambos por el mismo Dios, desde toda la eternidad.

El "Convertíos" es una invitación a retomar el camino, es decir a retomar el plan de Dios para obtener el perdón, un perdón que las alkabalas del pecado tienen retenido, dificultando así nuestra llegada a la meta. Conversión es como una vuelta "de" para volver “a”. Un cambio de sentido en el camino. En el camino de aquellas gentes que escuchaban al Bautista y en el camino de nuestra propia vida.

El "convertíos", "cambiad" o "cambien" está unido a la fe. Y es muy posible que sólo pueda ser posible por la fe.

Proseguimos en Marcos. ... “Y creed la Buena Nueva", es decir, el Evangelio. (Mc 1,15). Esta especie de binomio "fe-conversión" tiene un doble sentido y es condicionante:

Sólo por las palabras de la Palabra llegamos a la fe. Por las palabras de Jesús, que es la Palabra de Dios, llegamos a la fe y nos "convertimos". Lo que significa que el objeto de la fe está constituido tanto por Jesús como por su mensaje y que, debido a su naturaleza divina, no hay separación entre Jesús y su mensaje. La Comisión Teológica del Gran Jubileo 2,000 nos dice en su subsidio:

"En él, que es el único que no tiene pecado, tomaba cuerpo y se manifestaba el signo del amor de Dios. El era el punto focal de la conversión, la piedra angular de la autenticidad: "No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Creed en Dios y creed también en mí. Nadie va al Padre sino por mí". (Jn 14, 1~6). 2.2 Mateo: La oferta del perdón tiene, en San Mateo un mayor dramatismo. Es casi evidente. Términos como “desierto”, “ha llegado ya”, “voz que sale de los cielos”, actúan como la escenografía de un drama. San Mateo narra las mismas escenas de Marcos. Lo hace en el capítulo tercero de su Evangelio. Y despierta casi los mismos sentimientos, pero con mayor lujo de detalles.

"Aparece Juan el Bautista proclamando en el desierto de Judea: -"Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos" (Mt. 3,1-2). "Y una voz que salía de los cielos decía: -Este es mi Hijo amado en quien me complazco" (Mt. 3,17) "Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: -"Convertíos porque el Reino de los Cielos ha llegado" (Mt. 4,17). ¡El Reino de los Cielos! ¡El Reino de Dios! ¡Está cerca!. La realeza de Dios sobre el pueblo elegido, y, a través de él, sobre el mundo, es el

tema central de la predicación de Jesús. Pero esta realeza, comprometida por el pecado, debe ser restablecida por una intervención soberana de Dios y de su Mesías. Este

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restablecimiento parte de la conversión. La vida del hombre, desde su libertad, y tal vez por su libertad, transcurre entre dos soberanías: la del pecado y la de la gracia, la que rechaza la voluntad de Dios, expresada en su plan, y la que acepta dicha voluntad, dicho plan.

Un último aspecto: Si la conversión es aceptación del plan de Dios, consiguientemente, es obtención de su amistad, de su perdón, de la salvación. "Un corazón contrito y humillado, tú no lo desprecias, Señor".

2.3. Lucas: El estilo utilizado por San Lucas para cubrir la noticia de la oferta del perdón y las escenas arriba mencionadas, es diferente al de Marcos y Mateo.

Fiel, siempre fiel a su sentido histórico, dispone para ello del capítulo tercero de su Evangelio. Describe la preparación del Ministerio de Jesús. Cita a Isaías en el Libro de los Oráculos y, con esa autoridad de fondo, expone y justifica la misión del Bautista, precursora de la misión de Jesús, constatando en ambas, a modo de resonancia, la llamada a la conversión.

“...Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" (Lc. 3,3). "Y todos verán la salvación de Dios" (Lc.3,6). Los términos que utiliza San Lucas, escudándose induda blemente en el profeta,

parecen haber sido, cuidadosamente es- cogidos para hacer ver la necesidad y la urgencia de la conver- sión y para relievar y censurar la peligrosa situación de quienes pretenden justificarse sin convertirse, sin hacer las obras dignas de conversión de quienes quieren saborear unos frutos que todavía no están maduros.

"...decía pues a la gente que acudía para ser bautizada por él: -"¡Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?. Dad, pues, frutos dignos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior ... (Lc 3,7). -Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles: y todo árbol que no de buen fruto será cortado y arrojado al fuego" (Lc. 3,9) La "metanoia" o cambio de mente, o cambio de idea, o cambio de dirección en el

camino o cambio del corazón de piedra -que está embotado-, por un corazón de carne que late y trabaja y tiene sentimientos de amor, debe manifestarse en decisiones concretas, en la obra digna de conversión. (Lc. 3,8).

La naturaleza de la obra digna de conversión la señala el mismo evangelista líneas abajo.

"La gente le preguntaba: Pues, qué debemos hacer? Y él les respondía: -El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo. Esa es una obra digna de conversión. Vinieron también publicanos a bautizarse y le dijeron: -Maestro ¿Qué debemos hacer? El les dijo: -No exijáis mas de lo que os está fijado. Esa es una obra digna de conversión. Preguntáronle también unos soldados: -Y nosotros, ¿qué debemos hacer? El les dijo: -No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentáos con vuestra soldada. Esas son obras dignas de conversión.

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*Se acercaron, finalmente, unos misioneros chiclayanos y le preguntaron: ¿Qué debemos hacer nosotros? Esa pregunta, formulada a 1999 años de distancia, es una pregunta ociosa.

Porque la respuesta ya está dada. Está en el Evangelio: Hay que hacer obras dignas de conversión. Como se apunta en otra página del Evangelio: "no basta decir, Señor, Señor! Es necesario cumplir la voluntad del Padre que está en el cielo. 0, como apunta Vicente de Paúl: "Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que sea con el sudor de nuestra frente y el esfuerzo de nuestros brazos".

Hago éste comentario porque, en nuestro pequeño mundo, somos muy dados a decir Señor! Señor!, somos muy amigos de derramar lágrimas "de cocodrilo" muy propensos ''al. toqueteo", la "religión del tacto", que se propone adquirir los favores divinos, en base a un fenómeno de ósmosis religiosa ... Es indudable que todas estas expresiones pertenecen al campo de la conversión pero, como no pasan del subjetivismo y del sentimentalismo, no llegan a ser realmente obras dignas de conversión. "Si no sois mejores que los escribas fariseos ...

2.4 Juan: "He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". En el Evangelio de San Juan, en el que todos los contenidos se han sometido a riguroso esquema pre-elaborado, se pone en vivo y en directo, y en labios de su homónimo Juan el Bautista, la OFERTA DEL PERDON:

"He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29; 1,36) Es indudable que la expresión de Juan, puesta en los labios de su tocayo, va mas

allá de una simple oferta de perdón. Es una presentación, no sólo de la oferta, sino del mismo que la ofrece, del que quita el pecado, del Cordero de Dios, del perdón de Dios.

Para disipar toda duda de la identidad del que quita el pecado del mundo, utiliza Juan, en forma reiterada, la expresión "y yo no le conocía". Como diciendo: no invento nada, mi testimonio es imparcial y objetivo.

...y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel". (Jn 1,31) “...Y yo no le conocía pero el que me envío a bautizar con agua, me dijo: aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautizará con Espíritu Santo. Y yo le he visto y doy testimonio de que este es el Elegido de Dios" (Jn. 1,33-34) El Elegido de Dios, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Porque "Dios -nos dirá el mismo Juan en páginas posteriores-, no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Jn 3,17).

No obstante tener un valor, apreciativamente sumo, y no obstante ser gratuita, la oferta del perdón, no es una oferta ocasional, -con motivo de fiestas patrias o navidad o reyes-, no está motivada o inspirada en "grandes realizaciones" o por "cierre de local", la oferta del perdón es “a perpetuidad", válida sin límite de tiempo como dicen los cheques del viajero. Tan es así que, el dueño de la tienda, donde se ofrece ese maravilloso y

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reconfortante producto, llamado “perdón", le ha entregado las llaves a la Iglesia para que sea ella quién lo administre.

En el capítulo 20, terminando ya su Evangelio, al narrar la aparición de Jesús a los discípulos, apunta Juan:

"...Dicho esto, sopló sobre ellos y le dijo: -Recibid el Espíritu Santo: A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los

retengáis, les quedan retenidos" (Jn 20,22-23) El simple hecho de la institución del Sacramento de la Penitencia debe hacernos

comprender el propósito directo y definido no sólo de ofertar sino de dar el perdón.

2.5. El Benedíctus Se me antoja comparar algunos pasajes de la Sagrada Escritura a esos planos gigantes que encontramos en algunas grandes ciudades. No lo dicen todo, pero nos dan la oportuna y suficiente orientación, para saber dónde estamos, hacía dónde vamos, cómo es el camino, qué trecho falta, que tiempo nos va a llevar. Algunos, nos previenen, incluso, de posibles riesgos, curvas peligrosas, cambios de rasante... y nos señalan los recursos para superarlos.

El Benedictus es uno de esos pasajes bíblicos, uno de esos planos gigantes. Tiene todas esas características que acabamos de enumerar. Todas y más, pues, nos avisa, con tiempo, de que la oferta del perdón está en camino, proyectada y lista para su inmediata aplicación:

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por la boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahám.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. (Lc. 1,68-79)

Benedictus! Así le llamamos porque así comienza el pasaje en la versión latina. ¡Bendito!.

Pronunciado o cantado por el ya anciano Zacarías, padre del Juan el Bautista -el predicador insobornable, el precursor del Señor, el muchacho que va a perder la cabeza por el único motivo de dar buenas noticias-, el Benedictus es un canto y un encanto ¿No será esta canción del padre, el Sr. Zacarías, la que va calando en el alma de Juan y le da fuerzas para, después mas tarde, llamar al pan, pan, y al vino, vino?: "¡No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano”. Y punto!".

En el Benedictus se nos dice, no sólo cómo han sido las cosas, sino, también, cómo van a ser. Se nos dice cuál es la misión de Juan y sobretodo, que es lo que a la postre nos interesa, cuál va a ser la misión de Jesús. Esa misión que arranca de la entrañable misericordia del Padre y viene a visitarnos como un sol que nace de lo alto.

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Viene a visitarnos para iluminar a quienes vivimos en las tinieblas y sombras de muerte y a guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

En el Benedictus ensalza, Zacarías, el plan divino, el plan de la Redención, el plan de la salvación. Un plan que empieza a realizarse "como Dios lo había anunciado a los profetas".

El cantautor resalta en su canto:

*El bien de la redención y la salud mesiánica. *La misericordia de Dios y la fidelidad a las promesas, motivo de la redención. *-La justicia y la santidad de Dios, finalidad de la redención.

Debido a su importancia, por su promesa y oferta de perdón, el Benedictus es

recitado, diariamente, en el Rezo de Laudes. Rezado y/o cantado, porque es una canción.

Los exégetas- y estudiosos de la Sagrada Escritura profundizan en el Benedictus, palabra por palabra. Nosotros nos contentamos en estos momentos con subrayar:

“...anunciando a su pueblo la salvación el perdón de sus pecados". (Lc 1,77). Anunciando, es decir, ofertando.

2.6. Las Parábolas de la misericordia y del perdón.

Las parábolas de la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo perdido o pródigo, son calificadas como las "parábolas de la misericordia y del perdón".

Son parábolas, es decir, cuentos. Pero su contenido no es cuento. Su contenido es la más delicada y atractiva oferta de perdón que haya podido imaginarse y diseñarse. Parábolas-reclamo con dimensión publicitaria. ¡Pobres de aquellos que no se dejen atrapar por ellas.

En ese pastor, que se interesa por la oveja perdida y que, al encontrarla, la carga sobre sus hombros; en esa mujer que enciende todas las luminarias de la casa y registra y busca y hasta se pone a barrer para dar con su valiosa dracma; y, en ese padre de familia que, loco de contento, se echa al cuello de su hijo, por tenerlo de nuevo en casa, se deja ver la entraña de todo un Dios, cuya profesión es ser Padre y Padre de Misericordia. Un Padre que no se da por vencido, que no nos da por perdidos, que no nos trata a degüello, que no nos pasa facturas, ni nos apalea, ni nos trata de sinvergüenzas ...

Se puede, además, deducir o ver entre líneas que el hombre, los hombres, nosotros, somos seres valiosos. Que debemos ser muy valiosos para que nos tenga preparado su perdón y poder echárnoslo encima nada mas llegar o regresar… Es algo sorprendente. Pero ese es el estilo de Dios. Si estamos disponibles o dispuestos, si hemos cosechado frutos dignos de conversión... aun antes de pedirlo, nos da el "denario de la vida eterna". "Abre la boca que te la llene", nos dice.

Apuntaba antes, que lo único que el Padre hace es esperar a que lleguemos, para echarnos el perdón encima. Me he quedado corto. Hace algo mas que esperar. Dios Padre Misericordioso se ha impuesto a sí mismo la sorprendente tarea de salir a buscar, a buscarnos y a ponernos señales y reclamos. Con relativa frecuencia nos envía mensajeros, nos escribe cartas y hasta simula enfadarse diciendo: “¡Que hagan lo que les venga en gana ... !", Pero a la hora de la hora, forcejea con nosotros, en lo mas íntimo de nuestra conciencia, en el hondón del alma y hasta en el intrincado laberinto de nuestros sentimientos. Y todo ello, para ver si nos puede, para ver si nos damos o rendimos. Y, todo ello, porque nos quiere.

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¡Qué no habrá intentado para ganarnos la partida! Hasta en la oscura noche de los sentidos, no dudó en lanzar señales o bengalas luminosas, como en Sinaí y en Belén y en los cirios de los bautizos y hasta en la procesión del Señor de los Milagros...!

¡Vergüenza debería darnos que todo un Dios haya tenido que venir a "pordiosear" nuestra conversión, nuestro arrepentimiento, y, en definitiva, nuestro amor! Hermanas y hermanos: ¡Una limosnita por el amor de Dios! La limosna de su conversión.

¡Qué buenos son los versos de Lope para describir nuestra despiadada indolencia! ¿Que tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de roció, pasas las noche del invierno oscuras? ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío, sí de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¿Cuántas veces el ángel me decía: "Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuanto amor llamar porfía", ¡y cuántas, hermosura soberana: "Mañana le abriremos", respondía, para lo mismo responder mañana! 2.7. Para concluir Las parábolas de la Misericordia y del Perdón sobrepasan los límites del

simbolismo. Constituyen "la historia universal del hombre". Son nuestra historia: La generosidad de un Dios que nos tiende su mano con el único propósito de auparnos, porque nos quiere, y la testarudez del hombre que, insensato, no obstante necesitarla, no quiere asirse. "de esa mano tendida".

Debemos introducir aquí una nota. El hecho de que noventa y nueve ovejas -número bíblico, simbólico-, o nueve

dracmas, o un hermano mayor, queden relegados a un segundo plano, no significa que hayan sido desheredados del amor del Padre. El Padre ama a todos por igual. Hace salir su sol sobre buenos y malos. Manda la lluvia a justos y pecadores… Lo que se pretende aquí es dejar en claro que, los protagonistas, es decir, "los perdidos" son los que mas necesitan del amor de Dios, del perdón del Padre. Y hacia ello apuntan las alegrías en el cielo y las felicitaciones y las fiestas en el suelo. Cerramos el paréntesis.

Si concretamos nuestra atención a la Parábola del Hijo Pródigo, hermosa pieza

dramática en cuatro clásicos actos, es fácil entender que, todo en ella, se encamina a la oferta del perdón y, finalmente, a la "llamada" a la "invitación a la fiesta". Hay una introducción para presentar a los actores o personajes, un alejamiento de la casa paterna que lleva al ¿protagonista? a una situación límite, -la del pecado-, hay una toma de conciencia del peligro -conversión o regreso- y un arribo al perdón, traducido en fiesta, anhelo y meta de todo ser humano.

Apuntan los comentaristas que la conversión o toma de conciencia del peligro en la

situación límite, se funda en el recuerdo del amor del Padre y en la experiencia "de la

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nada de aquello que el mundo llama todo”, los dos factores que determinan o llevan a la conversión.

Si ensayáramos, ahora, una brevísima proyección pastoral del tema a nuestra propia vida -uno de los postulados del curso- tendríamos que decir: El Padre no espera nada del hijo, nada le pregunta, nada le censura, nada le pide, sólo le espera. Y le espera sólo porque le quiere. Y el hijo regresa al Padre, no porque tiene su carné de hijo -que él mismo considera ya caduco-, sino porque recuerda el amor del Padre y porque ha tomado conciencia de su total necesidad.

Hay, ciertamente, muchos caminos para el regreso. Así - nos lo enseña nuestra

madre la Iglesia. Y ciertamente también, al fondo de todos esos caminos, está Dios esperando, nos está esperando. Pero no vamos a poder caminar por ellos sino es con el favor de Dios y por el amor de Dios. "Nadie viene a mi si mi Padre no le trae". Favor y amor que condicionan y apremian nuestra conversión, nuestra respuesta.

P. Enrique Mangana López, C .M. Chiclayo, 1999

3. EL DRAMA DEL PECADO 3.1. Lo lógico hubiera sido

¿No creen ustedes que lo lógico hubiera sido hablar primero del pecado, del drama, de la tragedia del pecado y pasar luego a la llamada, al arrepentimiento, a la superación del pecado, a la oferta del perdón y, finalmente, a la fiesta…?

Pero no vamos a cambiar las cosas. Es muy posible que la Comisión que diseñó el

estudio, haya meditado mucho en aquello de “!Oh feliz culpa!" y haya considerado que el pecado es una simple excepción, una simple negación o deficiencia que afecta el comportamiento humano en forma temporal. Es este un pensamiento que está en consonancia con el pensar de San Pablo, quien reconoce y relieva además que el mal producido por el pecado, da ocasión a que el buen Dios lo restañe con un bien infinitamente superior: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". ¡Oh feliz culpa! 3.2. Oposición al plan de Dios: La mejor definición.

Sería una irreverencia a la Sagrada Escritura desconocer o pretender desconocer el pecado. Toda ella nos da noticias de él. Y de sus funestas consecuencias, muerte incluida. "La oposición al plan de Dios", que en eso consiste el pecado, aparece como una pesadilla en los autores sagrados. El pecado es ciertamente “negación”. “deficiencia”, pero es. Al igual que la enfermedad: se define como deficiencia, falta de salud, pero por ahí andan los microbios y las bacterias haciendo de las suyas.

Entre las líneas constantes que describen las relaciones Dios-hombre, una de las

más saltantes es esta, la del pecado. Podríamos enumerar hasta 87 puntos bajo diversos aspectos. Puntos o “crestas”. Y, siempre que los autores sagrados se animan a utilizar

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antinomias -bien-mal, luz-tiniebla, justo-ínjusto, paz-guerra, terminan contraponiendo también pecadogracia. (1).

San Pablo, 7 especialista en la materia, documenta lo que venimos diciendo y se anticipa a lo que debemos decir.

“Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado, la muerte” (Rm 5,12). Esto nos hace ver el contraste entre la desobediencia de Adán con la obediencia de Cristo, quien, con su obediencia, quitó el pecado del mundo, el pecado que Adán, por su desobediencia, había introducido en él.

En sus cartas, Pablo, nos presenta a Cristo como rechazo frontal del pecado.

Como si dijera: Yo para esto he venido, para quitar el pecado del mundo. “Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre” (Rm 6,10).

Al querer reflejar su propia lucha interior, comenta el Apóstol: “mas yo soy de

carne, vendido al poder del pecado”, en realidad ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí”, “¡pobre de mi! ¿quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?”, “con la razón sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado”.

Tocado y trastocado por Cristo, el mismo Apóstol llegó a decir mas tarde: “Vivo yo

pero no soy yo, es Cristo quien vive en mil”. Como dándonos a entender que el drama o la tragedia que el pecado había escrito en su vida, estaba definitivamente borrada.

Pero además de la doctrina paulina: Hay algo más. Un hecho que comprueba la

tristísima realidad del pecado y su naturaleza de oposición al plan de Dios; un hecho que zanja toda discusión y da por concluido nuestro comentario: la muerte de Cristo:

Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados

El hecho de que Dios, derrame su sangre por el hombre es señal inequívoca de

que Dios ama al hombre y es también señal de que el hombre está dañado por el pecado. El pecado del hombre que definimos como “oposición al plan de Dios”, o mejor, el

hombre pecador es el “que condiciona la Encarnación, la Pasión, la Muerte y la Resurrección del Señor.

3.3. Un problema que supera toda capacidad humana

La presencia del pecado desencadena en el hombre un problema que supera sus propias capacidades de solución. El “non serviam” de Luzbel y sus congéneres, el “no subimos” de Datán y Abirón, simbolizan la postura, la riesgosa situación en la que el hombre se sitúa al oponerse a un Dios Creador, Redentor y Padre. Produce un desequilibrio tan grande en la balanza Dios-hombre, que el hombre queda sin aliento, sin peso ni volumen, queda en la nada de la muerte.

El nihilismo existencialista es rechazado por el magisterio de la Iglesia, pero no por

ello deja de ser una buena descripción de la tristísima realidad del hombre cuando éste se encadena al pecado. Al sentir su impotencia para recuperar el equilibrio de ser y de ser para la vida, el hombre se entrega a los brazos de la angustia existencias y ensaya,

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desesperadamente, fórmulas de justificación tanto personal como colectiva que no conducen a nada. Fórmulas que pasan por la sicología, siquiatría, hedonismo, suicidio, evasión, pero todas ellas “intrascendentes” porque “el sentido de justicia del hombre -como nos ilustra la Comisión del Jubileo 2,000- no es la medida de la realidad” y porque, el hombre, dañado de raíz por el pecado, queda en desventaja desde su nacimiento. Y no le queda otro remedio que: “borrón y cuenta nueva”. La realidad del pecado agota todos los caminos de auto justificación humana no obstante sus permanentes intentos.

La solución propuesta por Esquilo en su tragedia de “La Orestes” al describir la

condición del hombre como una cadena inextinguible de “pecado-castigo y represalia” y que, ante la inoperancia de las leyes y los jueces humanos, propone una intervención divina, es buena, es válida, pero sólo en el caso de que el Dios que interviene no sea hechura de manos humanas, como lo son todos los del Olimpo y alrededores.

El “borrón y cuenta nueva” de que hablamos arriba, se llama Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección, se llama bautismo, entendido éste en toda su profundidad escriturística y en todo su volumen teológico, es decir, se llama Jesús. No olvidemos que Jesús significa “Dios Salva” y no olvidemos que “sólo Dios salva”. Ni olvidemos tampoco que la “intervención de Dios”, necesaria de toda necesidad, se produce como una exigencia de su amor para darle a entender al hombre que “el amor es mas fuerte que el pecado” y que “la vida puede triunfar de la muerte”.

4. ¿HAY QUIEN DE MAS...?

Las propuestas de conversión, que llevan como la flor al fruto, la oferta del perdón,

están estratégicamente salpicadas a lo largo y ancho de la Sagrada Escritura: en algunos libros del Antiguo Testamento (Números, Job, Salmos, Jeremías) y en todos los del Nuevo. (2)

Dichas propuestas aumentan en intensidad y frecuencia al acercarse Aquel a quien

el Padre hace Perdón y Misericordia y llegan a su cima cuando el Enviado, la misericordia hecha Persona, cumple, no su voluntad sino la voluntad del Padre, dándose voluntaria y totalmente a la misión de perdonar:

"Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mí Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados (Mt 26,26)

No hace mucho, peregrino en otros continentes, acuñé tras largas y “forzosas” horas de meditación la siguiente fórmula o expresión pensando, -desde lejos-, en los trabajos de este curso:

La misericordia del Padre es una Persona. Una persona con nombre y apellido. Su nombre es Jesús y su apellido, de Nazaret. Jesús de Nazaret. El Hijo de María y José de Nazaret.

Aparentemente es algo tan elemental que resulta ridículo decir que uno tenga que

pasar largas horas para descubrirlo... Pero lo cierto es que la expresión -original o no, acertada o no-, define y resume a la perfección todo lo que queremos decir:

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La gran oferta de perdón del Padre consiste en enviarnos a su Hijo. Un Hijo que viene a este mundo a derramar su Sangre para el perdón de los pecados, y a quien, acertadamente, llamamos Divina Misericordia.

El texto de San Mateo, arriba mencionado, leit motiv de una sinfonía de ofertas,

tiene cuatro acordes en Mc. 14,22; Lc 22,19; Jn 6,51; 1 Co 11,23; y otros que suenan como pre-ecos en el espacio y en el tiempo (Ex 24,8; Is 53,12).

Aquí, ya no se establecen regateos para una posible compra-venta de perdón,

como en el caso de aquellos degenerados habitantes de Sodoma y Gomorra, (Gn 20 y ss), ni se establecen límites como se infiere de la tacaña pregunta de Pedro ¿hasta cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces...? La oferta de perdón por parte del Padre no tiene límites. No te digo que “hasta siete veces, sino ¡hasta setenta veces siete!”. Es decir, siempre y porque esa expresión “setenta veces siete” no significa 490, sino que, como todos sabemos, significa totalidad, plenitud.

Basta que haya una demanda de perdón para que el Señor, por pequeña que la

demanda sea, abra las compuertas de su Misericordia. “Y por todos los hombres para el perdón de los pecados…”

¿Hay quien de más por tan poco o nada…?

P. Enrique Mangana López, C. M. Asesor

Chiclayo, 1999 SALVACION, RECONCILIACION Y PENITENCIA

…Al final de la Jornada, el que se salva, sabe; el que no, no sabe nada.

1. Situación límite El pecado del hombre y la bienhechora oferta del perdón

El pecado del hombre y la bienhechora oferta del perdón, insistentes uno y otra, a tiempo y a destiempo, acorralan moralmente al hombre, lo ponen entre la espada y la pared, lo arrastran al cuenco de la exclusa, o, como dice el poeta, lo dejan entre las fauces del tigre y un mar embravecido. Literatura aparte, el pecado y la oferta del perdón ponen al hombre en una situación límite. Nos ponen en una situación límite. El hombre -usted y yo- tiene, tenemos que dar una respuesta. Tenemos que dar una respuesta porque "el amor o engendra amor o es ocasión de odio. Y en nuestro careo con Dios, no caben las "medias tintas", no caben el "sí pero no", no cabe "el sí pero mas tarde". "Si acaso escucharais hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón..."

Aceptar la oferta de la misericordia, del perdón del Padre, es aceptar a Jesús. Y "aceptar a Jesús es compartir su vida, seguirlo hasta la cruz, amarlo hasta la muerte", (Comisión del Jubileo 2,000: Dios Padre Misericordioso).

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En algún momento, esta tarde, definimos el pecado como "oposición al plan de Dios". Una "oposición" que puede ser frontal o sesgada, pero que/en ambos casos, algo que estaba entero, se rompió; algo que estaba unido, se desató; algo que estaba vivo, se murió; algo que ya se había ganado, se perdió.

El "non serviam", ei "no subimos", referido simbólicamente y realmente al plan de Dios,

es una "ofuscación" que nos hace perder el sentido de nuestros pasos, es "un fogonazo de soberbia" que nos desvía del buen camino, es un "aturdimiento" que nos deja la vida sin sabor, "una poción embriagadora" que nos hace perder la cabeza. Con él, lo perdemos todo. (Id. (2).

El pecado es. además, ruptura. Al cometerlo, el hombre rompe su cordón umbilical creador-criatura, rompe con todo. Y queda solo. Y, como no tiene motor, queda a la deriva, a la pura merced de sus caprichos. Diametraimente opuesto a Dios y solo. Al romper con Oíos, simultánea y necesariamente, rompe con todas las criaturas. Queda solo y, con la soledad, le llega la debilidad, la impotencia: el hombre que, unido a Dios por la fe, puede mover montañas, sin él, no puede ni moverse. “Sin mi no podéis hacer nada” Jn 15,5

En el campo moral, el pecado nos lleva inexorablemente al peligroso terreno de las

“arenas movedizas” en el que, todo auto esfuerzo por salir, nos va hundiendo cada vez mas. La ayuda tiene que venir de afuera, de otro. Y este otro debe tener una fuerza superior a la nuestra. Y además esta ayuda tiene que ser urgente. Si no hay una mano salvadora, si no hay una intervención de Dios, las arenas terminarán por engullimos.

Lo único que puede hacer el hombre, lo único que podemos hacer es “gritar”.

“Gritar” es decir, convertirnos, volvemos hacia, reconciliarnos, asirnos de la tabla salvadora que el Señor nos tiende, del perdón que nos ofrece, que nos ha ofrecido siempre y que nos sigue ofreciendo. 2. Para decir algo de lo mucho que dicen las palabras salvación, reconciliación v penitencia 2a Salvación

La salvación es una realidad compleja que encierra varios significados o sentidos. El término “salvación” indica, en todo momento y a todo nivel, un anhelo fundamental

de los seres humanos. Lo cual significa que todo el mundo tiene una idea de lo que es la salvación.

Decimos “anhelo”, pero anhelo ¿de qué?. “Salvación” nos suena a paz, justicia, bendición, salud, redención, luz, verdad, vida,

amor, gracia, filiación divina, comunión con el Espíritu Santo, etc. etc. Valores todos estos que pueden concretarse en la superación de un apuro externo y si lo llevamos al plano religioso, podría expresarse como “la obtención estable de una situación de bienestar que no se tenia, que corría peligro de perderse.

Los aspectos filosóficos o los simplemente literarios hablan de superación de una

dificultad, de una situación conflictiva, de un peligro inminente, de una enfermedad, de una prueba. Así decimos, a veces. Para salvar la distancia Lima-Madrid se necesitan once horas de vuelo. Salvó la prueba de matemáticas. No pudo salvar la prueba del Curso sobre la Persona del Padre. Por un milagro, se salvaron de morir ahogados. Cuando un

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policía, atrapa al ratero o al criminal, suele decirte: de ésta, no te escapas! (Claro que, después, algunos jueces lo salvan..., dejan que se escape).

En su dimensión religiosa, hay marcadas diferencias del significado del término

salvación, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y entre estos y la Teología. El A. T. presenta la salvación con un marcado tinte histórico político, referido a la

liberación del pueblo de Dios de uno u otros poderes políticos; liberación a la que, tanto el N. T. como la Historia de la Iglesia, o, mejor la Iglesia a lo largo de su historia, otorgarán un marcado y acertado “papel simbólico”.

Según el N.T., “en Jesucristo y su obra, alcanza la acción salvadora de Dios su punto

culminante. La salvación llega al mundo por el camino de la historia, en una dimensión y singularidad espacio-temporal, “en” y “con” la Persona de Jesucristo, el único Salvador, en su actuar de palabra y obra y, sobre todo, en su crucifixión y resurrección. (H. Fries “Conceptos Fundamentales de la Teología).

El autor citado. Fríes, fundamenta sus afirmaciones en citas como: Rom 8,1-3; Gal

2,15-21; Jn 4,22: “la salvación viene de los judíos”; y Hch 4,12: “En ningún otro hay salvación”.

La Teología, por su parte, asume y sistematiza lo expresado en el N.T. Define la

salvación como: “el estado en que fue colocada la humanidad por la Encarnación del Hijo de Dios en Jesucristo v por su muerte redentora”.

La realidad expresada en el término “salvación” presupone siempre dos planos.

En nuestro caso: el plano divino y el plano humano. La “salvación” comienza siempre en la voluntad salvífica de Dios. Por parte del hombre, los presupuestos son: fe. bautismo, pertenencia a la Iglesia. ¿Cómo expresa Dios su voluntad salvífica? Enviando a su Hijo que, humanado, se llama Jesús, es decir “Dios salva” y fundando la Iglesia como sacramento universal de salvación. ¿Cómo se inicia la salvación del hombre? Diciendo: -Sí, quiero! Que en eso consiste el bautismo. Bautizarse es decirle a Dios: ¡Si, quiero!

2b Reconciliación v penitencia

Reconciliación y penitencia se usan indistintamente pero la Historia da los Dogmas asigna a cada vocablo su propio significado.

Conciliar, hacer la paz o las paces. Reconciliar volver a hacer la paz. Cristo que vino a

este mundo para ponerlo en paz. Para ponerlo en paz con Dios Padre, para reconciliarlo con él.

Como Cristo, también la Iglesia, concilia y reconcilia. Para ello celebra los concilios. Concilia y reconcilia y hace las paces con todos, pero sobre todo con los pecadores, que son los que hacen la guerra. Trata de dar la mano a todos, atraer a todos, pero sobre todo a los “peces gordos”, que son como “los profesionales del pecado”, y también a los chicos para quienes parece haberse escogido y acuñado el término “reconciliación”.

Acudimos nuevamente a Fríes en una larga cita.

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“El sacramento de la penitencia, de la Reconciliación sólo puede comprenderse y realizarse, adecuadamente, dentro del contexto más amplio que forman la concepción cristiana del pecado y de la gracia:

Del Pecado como libre decisión que afecta a todas las dimensiones del hombre, incluso a su esencial vinculación comunitaria (libertad, decisión) De la gracia, en su aspecto de perdón gratuitamente concedido, precisamente por la Iglesia, como signo y medio de la gracia de Dios en Jesucristo.

Según la doctrina católica en el orden neotestamentario de la salvación el sacramento

de la penitencia no es el único medio por el que Dios perdona la culpa al pecador arrepentido. La pertenencia a la Iglesia, necesaria para la salvación, y la participación en la vida de la

Iglesia, que se realiza en los sacramentos, admiten ciertamente grados, aunque constituyen un objetivo obligatorio; así también, como consecuencia, la petición personal del perdón por las culpas (que se dirige siempre a Dios mismo, merced a la gracia divina preveniente) implica el deseo, no siempre reflejo, de ver plasmado ese perdón en el sacramento de la penitencia”.

A modo de nota. Nos vemos precisados a dejar, para su estudio en el próximo milenio,

puntos como: 1. el tránsito de la disciplina penitencial de la Iglesia antigua a la actual “confesión auricular” .2. Los pecados que deben someterse a la penitencia. 3. El Rito de la Penitencia. 4. El proceso penitencial como sacramento. 5. La absolución sacramental. 6. Los actos del penitente. 7. La recepción del sacramento de la Penitencia como “necesidad de medio”. 8. Los valores del signo sacramental. Y otros. 3 Para salir de la situación límite, para salvarse

Los términos que definen el camino por el que el hombre puede cambiar su suerte -de mala suerte- son: La salvación, la reconciliación y la penitencia. Dicho para todos los públicos: Culto y Sacramentos.

La Comisión Teológica del Gran Jubileo 2,000 estudia estos términos en el capítulo sexto del subsidio del presente año: Dios, Padre Misericordioso. Lamentablemente limita su reflexión a tres puntitos. 1 El Sacramento de la Penitencia, 2 La Iglesia supera el pecado en la Penitencia y 3 Pecado y sentido de culpa.

Fácil es entender que tampoco nosotros podemos extendemos mucho, esta tarde.

Los autores de dicho estudio llevan nuestra atención a la dimensión comunitaria de los efectos del pecado e, indirectamente, a la dimensión comunitaria de la Penitencia y a la dimensión eclesial de la Penitencia.

“Mientras los hermanos estén divididos, su relación con Dios está turbada” nos dice la Comisión Teológica. Y citan a San Mateo: “Si pues al momento de presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas que un hermano tuyo tiene algo contra tí... (Mt 5,23 y ss) Y también: “Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo el asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si los desoye a ellos, díselo a la comunidad; y si hasta a la comunidad desoye, sea para tí como el gentil y el publicano”. “Yo les aseguro: Todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo”* (Mt 18,15-18), (Lc 17,3).

Les invito a comprobar esta dimensión comunitaria en las numerosas citas de la nota bibliográfica que les adjunto en la separata.

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El cristiano debe convencerse de que no está solo, de que no combate solo. El mandamiento del amor, pero sobre todo, la práctica del amor, que le hace entrar en comunión con Dios, le hace rebasar su privacidad, y lo sitúa, siempre para su bien, entre los miembros del Cuerpo de Cristo. La salvación no es jamás una cuestión privada entre el hombre y Dios. “Si un miembro sufre todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se alegran con él.” (1 Co 12,26). La acción buena o mala de uno de los miembros del cuerpo afecta a todos los miembros. Como la piedra que arrojamos al estanque afecta a toda el agua del estanque.

Es por eso que, la reparación debida por el pecado, efectivizada en el sacramento de la penitencia -sacramento que, a su vez, ha asumido varias formas en el curso de la historia- es un acto... eclesial. “No sólo incluye la relación individual con Dios, la reparación se debe también a la Iglesia”.

La conducta de algunos cristianos que yo califico de francotiradores, cristianos que dicen “yo me confieso directamente con Dios y ya”, es una conducta herética. Al decir y hacer lo que dicen que hacen, se separan, automáticamente, del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

“Como mediadora de la paz de Cristo, la Iglesia celebra el Sacramento de la Penitencia, para la purificación y la salvación de sus miembros pecadores. A través de su ministerio, los creyentes encuentran el perdón y el amor misericordioso de Cristo”. (Dios Padre Misericordioso, Cap. 6,2).

Al hablar del sentido eclesial de la reparación, debemos cuestionar también la mentalidad de la “auto justificación”, coincidente con la mentalidad o doctrina de algunas sectas. “El cristiano debe reconocer que la salvación le llega no de su interior, sino de la mediación histórica de Cristo, que da verdad, gracia y amor”. Y, éste, le llega a través del Sacramento de la Penitencia, administrado por el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

Si así no fuera, la institución de los sacramentos habría sido un “lujo”, un “despilfarro” de la divina gracia. Si así no fuera, jamás habría instituido Cristo los sacramentos. Si así no fuera, habría llevado el Señor -hablando vulgarísimamente- la oferta del perdón del Padre al campo del “mercado libre”. O, dicho de otro modo, La Encarnación habría sido una necedad incongruente de todo un Dios que pondría, así, en tela de juicio, la razón de ser de su paternidad y, por ende, de su misma divinidad. Y el valor de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, que es infinito, quedaría,-señoras y señores, reducido a cero. Lastimosamen-te, su Sangre habría sido derramada en vano.

A esa bárbara inutilidad contribuyen los cristianos que no se acercan a recibir los

sacramentos, en especial el de la Penitencia y el de la Eucaristía. Lo que nos resta por decir, que es casi todo, tendrá que esperar para otra

oportunidad. Como ponen en las películas: ¡Continuará!. Mi único propósito, esta tarde, ha sido darles un Guión para que ustedes estudien. ¡Buenas noches!

Enrique Mangana López, C. M. Chiclayo, Agosto, 1999

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JESÚS HOM1NUM SALVATOR JHS

Motivación, ambientación y justificación del II Curso de Misionología que tendrá como contenido “La persona de Jesús”.

Estamos en Julio, 1997. Excelentísimo Sr. Obispo P. Rosendo Huguet Peralta Sra. Iris Ruiz, Coordinadora del Centro Diocesano de Misiones CEDIMIS Sres. Expositores Misioneros presentes:

Buenas tardes y Bienvenidos La Coordinadora General del CEDIMIS, me ha pedido -léase por real orden- que les

presente el Curso que vamos a tener en el corto trecho de la presente semana. Por haber sido el responsable de su programación, no me queda otro remedio que aceptar. Todos ustedes conocen el dicho que dice: -Fraile Mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten!

Eso sí, yo no puedo hablar de una cosa que todavía no se ha realizado. ¡Ni que fuera adivino! Lo que sí puedo hacer es, señalarles los lineamientos de lo que a mi me gustaría que fuera el curso, o el cursillo, porque aunque sea intenso y profundo su contenido, tendrá que ser breve en su duración. Dichos lineamientos vamos a graficarlos en cinco puntitos.

Pero, antes de iniciarlos, déjenme darles una segunda nota como introducción. Se me ha pedido la triple tarea de animar, ambientar y justificar el curso, su contenido su dimensión y enfoque. Ahora bien, si la sala está llena de comensales, ¿a quiénes tengo que motivar?. Si su tema es el tema central de todo buen cristiano, ¿puede algo generar un interés mayor?. Y si los expositores son todos de primera línea ¿no está ya justificado en plenitud?

Los que no estén de acuerdo, que no levanten la mano. Lo que sigue a continuación es simple rutina.

1.- ACEPTANDO LA INVITACION DEL PAPA Dos citas como orientación: Primera: “Este es mi Hijo muy amado. Escuchadle! (Mc 9, 7) Segunda:”... y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Lc 9,18) Tercera: “¡Jesús, ¿quién eres tú?” (Mangana, 7, 97)

Aceptando, como motivo sólido, atractivo y suficiente, para la realización del curso, la ,

invitación que, el Papa Juan Pablo II, nos cursa, en la Tertio Millennio, n° 55, para prepararnos para celebrar el Año Santo 2000 y que CEDIMIS ha colocado en el pórtico de su Plan de Trabajo, hemos querido centrar todas nuestras actividades en dos pensamientos rectores. Estos pensamientos, gratificados con grandes titulares para los miopes que todavía no se habían subido al tren del 2000, eran y siguen siendo:

1° La pregunta que Jesús formula a sus íntimos, …“y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”

2° El testimonio misterioso que Dios Padre da sobre su Hijo, en las deslumbrantes alturas del Tabor “Este es mi Hijo muy amado, escuchadle”.

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Se trata de dos referencias que, además de oportunas, son necesarias para dar (sentido unitario y práctico a las múltiples actividades del Centro Diocesano). Es por ello que las hemos elegido como “leit movit” para nuestro camino hacia el 2000. Un camino que, quisiéramos convertir en “atajo”.

A este respecto, tenemos que decir, además, -y con suma complacencia- que,

hemos podido constatar que las Comisiones Centrales de Liturgia y Pastoral Misionera han elaborado desde esta misma óptica sus correspondientes subsidios.

“Dentro de cada itinerario de fe y de cada experiencia de vida cristiana, durante el año 1997, se dice en el subsidio pastoral misionero,- tiene que resonar en profundidad, la pregunta de Jesucristo: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo”?

Esta pregunta, según el citado documento, es pregunta viva y siempre actual, por la cual, cada bautizado, tiene que sentirse interpelado a dar una respuesta ya mostrar una adhesión de fe, aún mas consciente y gozosa; y a presentar un testimonio mas coherente y significativo, en cada ámbito de la existencia y hasta en los últimos confines de la tierra.

2.- POR QUE UN CURSILLO DE CINCO DÍAS DENTRO DE UN CURSO DE DOCE MESES.

Con la seguridad y la alegría que, espontáneamente, nos ofrece la conciencia de sentirnos en el buen camino y también -por qué no decirlo- ante las tímidas, irrelevantes e improvisadas sugerencias y aportes de la Comisión Local, el Centro Diocesano de Misiones, CEDIMIS, creyó necesario, casi obligado, organizar su II Cursillo de Misionología sobre el tema del presente año, La persona de Jesucristo, llevándolo, naturalmente, a la vertiente específica de una Cristología para la Misión.

Dicho curso, posiblemente por la actualidad del tema o tal vez por su oportuna y adecuada ambientación, ha concitado un interés tan grande, que ha desbordado nuestras posibilidades de atención. La última exposición de las realizadas hasta ahora fue el 25 de Junio. El tema de la fecha “Cristo, hermano, consorte y mediador”, fue expuesto por el P. Sergio Castro. La próxima fecha será el 23 de este mes. Estudiaremos: “Seguimiento y opción fundamental”.

Así las cosas, con un Curso de Cristología programado para todo el año, ¿por qué o para qué programar un Cursillo de cinco días sobre él mismo o los mismos temas?.

Con sólo decir que se trata de la Persona de Jesús, la pregunta está de sobra. Si “de María -dice San Bernardo-numquam satis”, de Jesús... tendríamos que decir por lo menos lo mismo.

No creo que sea correcto aducir, ahora, motivaciones específicas. Su presencia aquí es ya una respuesta. Una respuesta que presupone que ustedes se han pasado la voz para venir a este curso que bien podríamos transformar en fiesta.

Mi propuesta de ahora es que abran, no sólo la mente, pues -todo cursillo, es siempre mas intenso y profundiza mas aunque sea sobre los mismos temas- sino también el corazón -ese cantarillo que no acaba de llenarse nunca- para que vaya llenándose de atractivas e imperecederas razones, de modo que, este sencillo evento misionero, se convierta en una verdadera fiesta.

3. LA TEMÁTICA DEL CURSILLO

Somos conscientes de que los temas sobre la Persona de Jesús son definitivamente inagotables e inabarcables. Y esto, en todos sus niveles o aspectos. En el nivel de su filiación divina, en su Encarnación, en su Mediación como Redentor y Salvador. En el nivel de la

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institución de la Iglesia. En la renovación y recreación de todo lo creado y en su Resurrección y Glorificación.

Inagotables en el misterio de su irrupción en el tiempo y en la historia y, en especial, en la historia del hombre, y de cada hombre.

Son temas de interés capital para todos, pero en especial para los misioneros. Son temas que, tratados, desde una óptica de experiencia de Dios, deben

ponernos en esa situación límite que se describe en la Sagrada Escritura: “Pongo ante ti el bien y el mal, la muerte y la vida, escoge. Pero sé inteligente y escoge el bien y la vida y vivirás”.

En el nivel de la filiación divina es obligado ensayar la definición del Hijo de Dios como “Amor” o “Acogida del Padre. engendrado y consustancial con el Padre y como imagen del Padre.

Ojalá que este “ensayo” y todos los temas que se traten en el curso, pudiera prescindir, en la medida de lo posible, de terminologías académicas para que los misioneros asistentes puedan, no sólo captarlo mejor, sino transmitirlo con mayor seguridad, después.

Se trata de los contenidos expresados en el símbolo de la fe, de la fe en Nuestro Señor Jesucristo, Hijo Único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Esta es la relación de los temas generadores del Cursillo. Su desarrollo, a lo largo de esta semana, “y que puede quedar como “play back” para la canción de nuestra vida”, podría acercarnos, a un primer plano, esa hermosa fotografía de Jesús que Pablo VI plasmó en uno de sus escritos y que es un placer contemplar. Véanla. Veámosla:

“Jesús está en el vértice de la aspiración humana, es el término de nuestras esperanzas y de nuestras oraciones, es el punto focal de tos deseos de la historia y de la civilización, es decir, es el Mesías, el centro de la humanidad, aquel que da un valor a las acciones humanas, aquel que conforma la alegría y la plenitud de los

deseos de todos los corazones, el verdadero hombre, el tipo de perfección, de belleza, de santidad, puesto por Dios para personificar el verdadero modelo, el verdadero concepto de hombre, el hermano de todos, el amigo insustituible, el único digno de toda confianza y de todo amor: es el Cristo-hombre.

Y, al mismo tiempo, Jesús está en el origen de toda nuestra verdadera suerte, es la luz por la cual la habitación del mundo toma proporciones, forma, belleza y sombra; es la palabra que todo lo define, todo lo explica, todo

lo clasifica, todo lo redime; es el principio de nuestra vida espiritual y moral; dice lo que se debe hacer y da la fuerza, la gracia de

hacerlo; reverbera su imagen, mas aún su presencia, en cada alma que se hace espejo para acoger su rayo de

verdad y de vida, de quien cree en él y acoge su contacto sacramental; el es Cristo-Dios, el Maestro, el Salvador, la Vida.” (Pablo VI; Alocución del 3 de febrero de 1964)

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Creo que ésta página de Pablo VI es el resumen de todos tos “modelos” interpretativos del acontecimiento de Cristo.

Centrados en la Persona de Jesús, hemos querido estructurar el Cursillo en forma secuencia!. Partiendo del mundo trinitario y acompañado al Hijo de Dios en su Encarnación, se puede percibir, con mayor claridad, el sentido salvador del Proyecto del Padre y la realización de dicho proyecto, con la entrega total del Hijo a través de su vida, pasión, muerte y resurrección. Y, contemplando ambos misterios, que son, a mi modo de ver, un mismo y único misterio, se puede entender mejor, el grandioso rol que desempeñan la Santísima Virgen y la Iglesia. La Virgen, no como corredentora -este término le da miedo a los teólogos- sino como madre del Redentor. Y la Iglesia, como sacramento universal de salvación, sacramento expresado y actualizado, sobre todo en su misión ad gentes.

¡Qué bueno seria que todos pudiéramos decir con San Juan: (Jn 4, 14-15) “nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su hijo para ser Salvador del mundo”. Y también, con el mismo Apóstol: (Jn 3, 16)” en esto hemos conocido el amor que Dios nos tiene: en que El dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos”.

Es oportuno y esclarecedor recordar ahora, aquella reflexión con la que

enmarcamos la presente década. El cristiano, en especial, el cristiano que ha tomado conciencia de ser cristiano misionero, es un servidor de vida y un servidor de la Vida. Y debe saber que el propósito de la misión es dar vida, y, en no pocas ocasiones, dar la vida.

4. UN ANAGRAMA PODRÍA RESUMIRNOS EL CONTENIDO DEL CURSILLO

La presentación de los temas no va a poder ser totalmente fiel a la secuencia temática. Dos de los expositores tenían compromisos previos a la fecha indicada. Ojalá que ustedes puedan disculparnos y, disculparles y esforzarse por reordenar, en su mente y en su corazón, el pequeño cambio introducido.

En consonancia con lo que acabamos de decir, he querido graficar los contenidos del Cursillo con las iniciales J.H.S., Jesús Hominun Salvator (Jesús Salvador de los Hombres).

Hemos querido hacerlo así. Porque, en este breve anagrama, se encierra, en cierto modo, todo lo que el Centro Diocesano de Misiones se propone brindarles para su formación y animación misionera, durante el presente año. Año que alguien ha calificado de “año de la misión ad gentes”

4.1 El Hijo de Dios

En este breve, popular y tradicional anagrama podemos leer, en primer lugar, el tema de reflexión propuesto por el Papa para el presente año: Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre (Jesús).

“Todos, afirma el Papa en su discurso del 16.02.96 dirigido al Comité Central para el Gran Jubileo-, todos estamos llamados a tener fija la mirada en Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre, y, a ponernos a su escucha, como maestro y evangelizador, para descubrir que, como El, somos enviados para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” Lc 4, 18-19). Es esta la referencia clásica de Cristo Misionero del Padre y debe ser la referencia de todo misionero.

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4.2 El Hilo de Dios hecho Hombre

El término “Jesús” nos lleva, instintivamente, a pensar en Jesús de Nazaret. Y Jesús de Nazaret nos habla, a las claras, del Hijo de Dios hecho hombre. Por ello, en el pequeño anagrama, podemos leer, también, el Misterio de la Encarnación, esa misteriosa unión de dos naturalezas en una sola Persona.

Alguien ha escrito, y con justa causa, “lo que salvó al mundo no fue una doctrina sino un hecho: la Encarnación del Hijo de Dios”. Es, para nosotros, verdad inconmovible y bienhechora realidad. El único camino para que el hombre pueda salvarse es que Dios se encarne en él y actúe, desde dentro de él, rehaciéndolo, re-creándolo.

A este respecto, acudimos al numeral 6to de “Verso II Grande Giubileo”, (el primer subsidio de la Comisión Litúrgica, Roma, enero, 1996).

Es una cita que nos lleva a un acopio de citas de la Sagrada Escritura y de los documentos de la Iglesia. Dice:

“La Encamación de Jesucristo representa el centro de la historia de la salvación. Con su venida, el único Mediador entre Dios y los hombres (1 Tm 2, 4-6) inicia una nueva era, la era profetizada por Yahveh, a través de los profetas, la era mesiánica.

Cristo cumple, con su vida y en su vida los planes salvíficos de Dios; él es el médico que viene a sanar las heridas de la humanidad (Mc 2, 17), el pastor que viene a reunir a su rebaño disperso (Jn 10; Mt 15,24), él es quien sella, con su propia sangre, la nueva alianza entre Dios y la humanidad, instituyendo un nuevo pueblo, el verdadero pueblo de Dios (Mt 18,18 Mc 14.58; Lumen Gentium, N. 6).

Toda la obra del Salvador conduce a reunir, formar, estructurar y animar a su Iglesia. (Lumen Gentium, Nros. 9 y 5).

“La Encarnación del Verbo representa el centro de la economía sacramental, en la cual está inserta la Iglesia, prolongación de Cristo que es cabeza, principio, fuente de vida, mediador y fin último del mundo de la naturaleza y de la gracia (del primero como Creador, del segundo, como Redentor). Su Encarnación y Redención asumen por lo tanto un alcance universal y tienen una repercusión beneficiosa en todo el cosmos (Ef 1, 9-10; Juan Pablo II, Redemptor Hominis, Nros. 1 y 7).

4.3 Propósito de la Encarnación

Se encuentra también en el pequeño anagrama el propósito de la Encamación. Y se encuentra expresado casi con redundancia ya que el término “Jesús” es traducido como “Dios salva”. Al utilizar los dos términos de Jesús y Salvador se estaría queriendo acentuar el aspecto soteriológico de la misión de Cristo, el Hijo de Dios, hecho hombre, para salvar.

En el numeral 4 del citado subsidio leemos: “La Redención es el núcleo central de toda la vida de la Iglesia. Para redimir a la humanidad ha venido Cristo al mundo, se ofreció a sí mismo en la cruz, dejó a su Iglesia su cuerpo y su sangre en “memoria suya” (Lc 22,19; 1Col 11.24 y ss) y la hizo ministra de la Reconciliación, con el poder de perdonar los pecados (Jn 20,23; 2Col 5,18 y ss; Juan Pablo II: “Abrid las puertas al Redentor”, N. 3”).

La obra de la salvación realizada por Cristo indica el amor del Padre que ha dado a su Hijo “para que, quien crea en El, no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

En el año jubilar, la humanidad no cesa de alabar y de dar gracias a Dios “sobre todo por el don de la Encarnación del Hijo y de la Redención realizada en El” (Juan Pablo II Tertio Millennio Adveniente, N. 32).

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4.4 Los destinatarios de la acción salvadora

Se puede, finalmente, leer en el pequeño anagrama, la noticia de quienes son los destinatarios de la acción salvadora: los hombres. Jesús, Salvador de los hombres.

San Pablo nos habla de que la creación entera gime como con dolores de parto, queriendo nacer, es decir, queriendo ser liberada de la esclavitud de la corrupción... Pero es el hombre el que está puesto en la mira de la acción salvadora. El es el ser más importante de toda la creación. El es la imagen de Dios. Humanizando nuestro lenguaje podríamos decir que el hombre es la chochera de Dios. El Hijo de Dios se encarna para salvar a los hombres. No a la humanidad en general sino a los hombres. A todos y cada uno en particular, con nombres y apellidos. Y no sólo al hombre en su dimensión espiritual sino a todo el hombre, en cuerpo y alma.

4.5 Camino o instrumento de salvación

A los aspectos anteriormente mencionados, podríamos añadir, juguetonamente, aunque sin distorsionar el anagrama, una lectura mas.

Estas iniciales, JHS, aparecen grabadas o impresas en la mayoría de los motivos eucarísticos, incluso en la sagrada forma del pan eucarístico, queriendo significar con ello y -debido a su aplicación- que la Eucaristía es el camino de la salvación.

No es este el momento adecuado, pero es bueno recordar algunos textos: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré el último día” (Jn 6,56).

Esta es la verdad. Esta es la gran verdad. La verdad insistida no sólo en el evangelio de San Juan (Caps. 6,13,15,19...) sino también en Mateo y Lucas, en el Libro de los Hechos, en las cartas de San Pablo a los corintios, a los filipenses, a los hebreos, etc. etc.

Y esta es la doctrina central del culto católico.

5. LOS EXPOSITORES DEL CURSO

Lo primero que debo decirles es que, todos los expositores, aceptaron, gustosos, nuestra solicitud para el desarrollo de estos temas. El hecho de que su aceptación haya sido gustosa es ya una garantía de éxito. Cuando hacemos aquello que nos gusta, lo hacemos bien.

Por otra parte no debe sorprenderles ni incomodarles el hecho de que todos los

expositores sean sacerdotes. Los temas del presente Cursillo, exigen presupuestos teológicos y escriturísticos que no siempre están al alcance de otras personas.

Además de Monseñor Jesús Moliné Labarta, Obispo Coadjutor de Chiclayo, quien,

como corresponsable del CEDIMIS, iniciará el Cursillo, hablándonos de Jesús, Hijo de Dios”, estarán con nosotros los PP. Donato Jiménez, OAR, Mateo Pozo, SM, Mario Mazzoni, MCCJ, Fernando Basabe, S.J., y Ricardo Guerrero, sacerdote diocesano.

En el programa aparecerá también el nombre de otro sacerdote. El del P. Ignacio

Larrañaga, franciscano. Es conocido por todos ustedes como el creador de los Talleres de Oración y Vida (TOV). Sus meditaciones cristológicas sobre Jesús de Nazaret son muy buenas para cualquier tiempo y lugar. Para el presente año, el año de Jesús de Nazaret, son extraordinarias. Ante la imposibilidad de su presencia física, nos contentaremos con escucharlo. Nos acompañará todos los días, durante veinte minutos, con su meditación cristológica. (La obra completa de Jesús de Nazaret está grabada en seis cassettes).

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Como todos ustedes pueden intuir, los solos nombres de estos sacerdotes nos revelan

que lo que vamos a recibir será indudablemente genuino. Y por provenir de personas con experiencia de Dios, será, no solamente genuino, sino también atractivo e inolvidable.

A nombre del Centro, reitero, ahora, lo que les dije antes: Qué bueno sería que todos podamos decir con San Juan: “Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo”.

Gracias por su atención.

P. Enrique Mangana López, C. M. Julio, 1997

JESUCRISTO, SALVADOR DEL MUNDO INTRODUCCIÓN AL CURSO

1. SALUDO • Autoridades presentes, • Responsables del Centro Diocesano • Responsables de los Centros Parroquiales • Agentes pastorales

No obstante mi natural aversión a formulismos, debo aceptar que es necesaria una pequeña dosis o porción de los mismos pues, se trata de un curso, es decir, de un proceso de enseñanza-aprendizaje que, conlleva, el uso de métodos, fórmulas y montajes. Más aún, como quiera que el número de expositores va a ser, gracias a Dios, considerable y a ello hay que añadir lo que dice el dicho “cada maestrillo tiene su librillo”, es muy posible que dichos montajes estén presentes a lo largo de todo el curso.

El ideal sería que los formulismos y los ritos y los estilos y hasta los nombres de los expositores pasaran inadvertidos y que apareciera, tan sólo, ante nuestros ojos una figura y un nombre: Jesús, y que sonara, tan sólo, en nuestros oídos, una figura y un nombre: JESÚS.

Teniendo por marco la figura y el nombre de Jesús, es un placer dirigirles a todos un respetuoso saludo y darles la bienvenida a este maravilloso Segundo Curso de Animación y Formación Misionera.

Como gente, práctica que somos, comprendemos que, sería bueno, elaborar, antes de iniciar la presentación del curso y el desarrollo del primer tema, un breve “status quaestionis” y

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una definición de términos para saber de qué se trata y para saber que sentido tienen las palabras con las que vamos a dar nuestros mensajes.

El marco situacional de las personas a quienes va dirigido el curso, así lo justifica y aconseja. Que nos disculpen, por tanto, los que tengan estudios de Teología y Sagrada Escritura. Es nuestra costumbre no dar nada por sobre-entendido. De modo que ya saben, si alguna palabra les suena extraña, lo cual no es extraño, no duden en recabar, a su debido tiempo, la correspondiente aclaración. 2. CONTENIDO DEL CURSO

Iniciamos hoy este segundo Curso de Animación y Formación Misionera, programado por el Centro Diocesano de Misiones (CEDIMIS-CHICLAYO), para el presente año de 1997.

Se ha estructurado el Curso en cuatro unidades y en tres temas para cada unidad. Los temas han sido distribuidos, según secuencia lógica, en los doce meses del año calendario. Cada tema contará con un cuestionario específico que nos permitirá una mejor y mas intensa asimilación.

El “leit motiv” del curso será el sugerido por el papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente”: “Jesucristo, el Hijo de Dios, nacido de una mujer. María, único Salvador del mundo, ayer, hoy v siempre”. Es el lema que está sintetizando en el logo oficial del Año santo 2000: “CHRISTUS HERÍ, HODIE, SEMPER”.

La asignatura que nos proponemos estudiar tiene, por tanto, un título muy breve: JESÚS. Ese es su título. Pero JESÚS, no obstante ser un nombre propio, resulta un nombre muy común, si es que no le ponemos algún término especificativo o algún apellido. El apellido que debemos ponerle, para ser fieles a las costumbres de su tiempo, del tiempo de Jesús, es el del lugar de su origen: JESÚS DE NAZARET.

JESÚS DE NAZARET suena mas y mejor. De todos modos, dada la importancia que tiene para nuestro estudio, vamos a

enmarcado y a confeccionar algo así como un carné de identidad para que podamos reconocerle dondequiera que se le encuentre y siempre que le encontremos:

JESÚS DE NAZARET, el hijo de María y José JESÚS DE NAZARET, el Cristo, el Ungido de Dios, el

Mesías JESÚS DE NAZARET, el Hijo del Hombre JESÚS DE NAZARET, aquel, de quien da testimonio

Dios-Padre, en el Tabor y en el Jordán: “este es mi hijo...”

JESÚS DE NAZARET, ese a quien las autoridades de su Tiempo califican despectivamente de “ese”: “no os habíamos prohibido formalmente hablar en nombre de “ese”? JESÚS DE NAZARET, esa persona a quien acudimos siempre y cuyo nombre pronunciamos, casi por inercia, juntamente con el de María y el de José. Siempre, pero sobre todo en los momentos y situaciones definitivas o cruciales de nuestra vida.

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JESÚS OE NAZARET, el Santo de Dios, conocido hasta por los demonios: "¿Has venido a acabar con nosotros? Sabemos quien eres: el Santo de Dios. JESÚS DE NAZARET, aquel a quien tenemos en la punta de la lengua, cuando algo

terrible se nos echa encima, aquel a quien invocamos clamando y ex clamando, con las más sentidas y estremecedoras expresiones ¡Jesús! ¡qué mundo este!; ¡Jesús, qué nombre!; ¡Jesús, qué vida la nuestra...! ¡Jesús, ¡qué horror!; ¡Jesús...! Etc. etc.

Este es pues, el titulo de nuestra asignatura: JESÚS. Cierto que no vamos a poder

abarcar todo su contenido. El es "El Pre-Existente" antes de irrumpir en la humanidad y la historia. Su historia, la referida a Jesús, tiene ya 1997 años; y sigue.

El hecho de que no podamos abarcar todo su contenido, no debe desalentarnos, pues esta es la única asignatura que de veras nos interesa. ¿Qué otro libro, qué otra disciplina, qué otra persona, qué otro conocimiento podría interesarnos mas que el de Cristo Jesús...?

A esta asignatura de Jesús, a este curso podemos ponerle, ocasionalmente, un subtítulo. El de “Cristología para la Misión”.

Teniendo como texto orientador el elaborado por Monseñor Juan Esquerda, publicado por las OMP de Colombia, los temas serían tos siguientes. Son los siguientes: 1.- Primer Trimestre: "Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre" 29 Enero ; “Jesús, presencia y manifestación personal Dios” 26 Febrero: “Jesús, Hijo de Dios, muerto y resucitado, vive entre nosotros”. 26 Marzo : “Dios se hizo hombre por nuestro amor” 2.- Segundo Trimestre: “Cristo Jesús. Salvador del mundo” 30 Abril: “A Cristo se le descubre por medio de la Salvación” 28 Mayo: “Cristo salva al hombre” 25 Junio: “Cristo, hermano, consorte y mediador”. 3.- Tercer Trimestre: “Del encuentro con Cristo a la Vida Nueva” 23 Julio: “Seguimiento y opción fundamental” 27 Agosto: “Transformar el presente histórico en Donación” 24 Setiembre: “Hacia una nueva humanidad” 3.- Cuarto Trimestre: “Del encuentro con Cristo Jesús al servicio de la Misión” 29 Octubre : “Compartir y prolongar la Misión de Cristo” 26 Noviembre: “Ser testigos de su amor” 3 Diciembre : “El anuncio del Reino en toda época y a todos los pueblos”

Conviene tener a la vista la relación de estos temas para percibir con claridad la secuencia lógica de los mismos. Aparecerá, seguramente, dicha relación en el Calendario de Actividades del Centro Diocesano. Cada tema irá acompañado, como hemos indicado arriba, de un cuestionario para su trabajo a domicilio.

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3.- SENTIDO CELEBRATQRIO DEL CURSO

Decíamos arriba que el “leit motiv” del Curso va a ser: "Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre".

Este "leit motiv", debido a la cercanía del Jubileo del Año Santo 2000, nos está pidiendo añadir, a los propósitos de animación y formación misioneras del curso, un tercer propósito. Nos está pidiendo darle un sentido celebratorio. Es decir, debemos no sólo estudiar la persona de Jesucristo sino también “celebrarla”. Estudiar y celebrar,

A decir verdad, desde 1990, casi todas nuestras actividades pastorales se han inspirado en una celebración: La de los dos mil años del nacimiento de Cristo.

Es esta una fecha tan significativa -aunque lo significativo no sea la fecha sino su contenido- que todos nuestros esfuerzos serán insuficientes para celebrarla, como Dios manda.

Hemos proyectado, concertadamente, regalarle a Cristo “un mundo” -el que él ha creado- mas cristiano y con mas cristianos. Como llevamos casi diez años trabajando en ello, nos hemos dado cuenta de que nos va a sobrar papel y nos va a faltar regalo.

Después de leer a San Pablo en Efesios y Colosenses, nos hemos dado cuenta de que, Jesús mismo ha dicho que quiere algo mejor. Quiere que le ayudemos a completar el Plan que Dios-Padre había proyectado realizar por él: recapitular en él todas las cosas del cielo y de la tierra, es decir, hacer que todo el mundo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra (Ef. 1,10). De lo que está en los cielos, creo que no deberíamos ocuparnos, por ahora. De lo que está en la tierra, sí.

Esto mismo y, con palabras muy parecidas, se lo dijo, también, a los de Colosas: "Reconciliar por él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col. 1,20).

¡Un mundo reconciliado! ¡Un mundo pacificado! Sería el mejor regalo de cumpleaños

para Jesús, de cualquiera y en cualquier de su cumpleaños. Si a otros nos gustan los regalos, a Jesús también. Se me ocurre que, el solo

hecho.de intentar, ahora, este trabajo sería apreciado, como regalo, por el mismo Jesús. Y, algo mas: el solo hecho de que estamos buscando algo que le gusta, alimentaría nuestro entusiasmo en la preparación y justificaría nuestra pretensión celebratoria. Que sea este, un motivo, al menos para nosotros que, tenemos tan arraigado el sentido de la fiesta.

Si celebramos a Jesús con sinceridad, alegría y con bastante música... no sería extraño que, gentes no cristianas, se contagien y, en agradecimiento por lo mucho que Jesús ha hecho también por ellas, aporten algún regalo adicional.

Celebraciones relativas a la estatua de la libertad en Nueva York o a la torre Effel, en París, han despertado en muchos cristianos ideas y proyectos de preparación para celebrar “adecuadamente” el bimilenio del nacimiento de Jesús. Ideas y proyectos realmente atractivos y dignos de admiración.

La Iglesia ha elaborado su propio proyecto. Tiene su programa oficial. Un programa atractivo y bueno, algo que es algo mas que un programa. Tiene una proyección mas amplia que la de la misma fecha. En él, en el programa, hay una secuencia lógica, no expresada en palabras, que le impregna de un cierto pregusto de eternidad. Lo extraño es que, como dice Antonio Pelayo, en Vida Nueva, el tren del 2000 no acaba de arrancar.

El programa a que me refiero se titula Tertio Millennio Ad-veniente. Su autor es el Papa Juan Pablo II ¿Quién mas podría ser? Su fecha de presentación: noviembre de 1994. La lógica, no expresada en palabras y a la que acabamos de aludir, es esta: Para que la

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celebración, sea extraordinaria, sí, al menos, buena, es necesario que conozcamos a fondo, a la persona homenajeada, a la segunda persona de la Santísima "Trinidad, al Hijo de Dios hecho hombre en las entrañas de una mujer, María, allá por la plenitud de los tiempos y por Belén de Judá. Una persona realmente única, la ÚNICA. Una persona que tiene dos naturalezas divina y humana.

El Papa quiere que la conozcamos a fondo porque "a mayor conocimiento, mayor amor y, a mayor amor... mayor celebración.

Creo que lo que estarnos proponiendo para el presente curso es muy razonable. El Papa sitúa la reflexión sobre la persona de Cristo en este primer año del "trienio trinitario". Debemos pensar que lo nace teniendo en cuenta que, conociendo mejor a Jesucristo, objeto y sujeto de la fiesta, se despertará en nosotros un mayor amor. Y, amándole mas, la fiesta durará desde el alba hasta el ocaso y por una eternidad de eternidades.

Para esta propuesta, el Centro de Misiones tiene la palabra. Por el momento es una simple sugerencia personal.

4.- DEFINICIÓN DE LAS PALABRAS QUE MAS ESCUCHA REMOS DURANTE EL CURSO

Casi todas las disciplinas utilizan una terminología propia o específica. Terminología que debe aclararse en las primeras páginas. Nosotros lo hacemos en esta breve introducción. Entendemos que no todos han asistido a cursos de Teología o de Sagrada Escritura.

Los términos son: Teología. La palabra teología proviene de dos vocablos griegos; Theos (Dios) y Logos

(Discurso). Teología es la ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones. Hasta el siglo VIII, la Teología, cultivada por los padres de la iglesia, tuvo carácter

marcadamente apologético y consistió, principalmente, en la exposición y estructuración del dogma y en la defensa de la fe. Fueron grandes teólogos San Clemente, Orígenes, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino.

Cristología Literalmente, es la ciencia que trata de Cristo, el estudio teológico de Cristo. Con

otras palabras, es la reflexión, explicación y comunicación del núcleo de la fe en Cristo-Dios.

El curso que iniciamos trata de Jesucristo y tiene un subtítulo que indica la ciencia en la que se desarrolla: Cristología para la Misión.

La cristología, como ciencia, puede recibir diversos nombres según los diversos puntos de partida para su desarrollo, según los ejes sobre los que gira la reflexión, y según las diversas lecturas de Cristo Jesús, el hijo de Dios vivo, el Mesías.

Seguramente escucharemos hablar de Cristología fundamental, títulos cristológicos, cristología en perspectiva, Cristología filosófica y hasta de Cristología de la liberación.

Otros términos utilizados en nuestros días y que pertenecen al ámbito de esta ciencia son: "Cristologías tradicionales, cósmicas, antropológicas, progresistas, etc. etc.

Cualquiera que sea la postura adoptada en el estudio o reflexión sobre el acontecimiento llamado Jesucristo, la Cristología debe permitimos entrar en la realidad divina que se esconde en Jesús de Nazaret. Para poder apreciar la presencia o manifestación o epifanía de Dios en la persona del Hijo encamado, es necesario abrir la puerta adecuada. Y esa puerta adecuada es Jesús de Nazaret y esto lo decimos tanto para el desarrollo general del curso como para el primer tema que en breve vamos a desarrollar.

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No nos detenemos en clarificar aquí otros conceptos como Cristo, Hijo de Dios, Hijo de! Hombre, Salvador, Salvación, encuentro, pre-existencia, pro-existencia, Soteriología, Vida Nueva, Servicio, Misión, términos que aparecerán de continuo en labios de los expositores. Se trata de conceptos más asequibles para todos y que, además, gozarán de un amplio desarrollo en su momento.

5.- PROYECCIÓN MISIONERA DEL TEMA DEL CURSO OBJETIVO DEL CENTRO DIOCESANO

Hablar de Cristología para la Misión es casi una redundancia. Difícil sería hablar de

Jesús sin tener en cuenta las grandes motivaciones de la encamación, de la voluntad de Dios-Padre al enviar a Dios-Hijo al mundo e incluso de la entraña misma de su propio nombre Jesús. Jesús que significa Salvador. Mejor aun, Jesús que significa salvación. Nuestra misión tendrá siempre como propósito último anunciar a Jesús, como lo dice que es; Salvador. El tema elegido para el curso del presente año, cualquiera que sea el enfoque que se le otorgue a las diversas unidades o a los diversos puntos de cada unidad, tiene, por tanto, garantizada su vertiente misionera. Jesús, el Misionero del Padre, el primer misionero y objeto y contenido de la misión, es esencialmente la buena nueva, el evangelio, el salvador, la salvación. "Así como mi padre me ha enviado..." El Centro Diocesano de Misiones busca, de esta manera, colaborar con el objetivo señalado para la celebración del Jubileo: el fortalecimiento de la fe v del testimonio de los cristianos.

EL CEDIMIS es consciente de que, para conseguir este fortalecimiento y este testimonio, va a ser necesario:

Promover un mayor conocimiento, amor y seguimiento de Jesucristo, Señor de la Iglesia, de la historia y de la humanidad.

Suscitar, preparar y formar a los nuevos evangelizadores para el siglo que ha de venir, bajo la docilidad del Espíritu Santo.

Promover la reflexión y el anuncio de Dios, que es Padre, en la vida de los hombres. Favorecer la conversión por el sacramento de la penitencia. Promocionar la acción caritativa y social y su necesaria coordinación como

expresión de la misericordia de Dios Padre, signo de comunión eclesial y elemento esencial de la evangelización.

Promover la espiritualidad trinitaria, centrada en la Eucaristía, fuente y culmen de la evangelización, en la vida cristiana, personal y comunitaria.

Es evidente que el centro no podrá hacerlo todo. Pero también es claro que el Centro deberá hacer todo lo que pueda. Dice Tomás "Señor, no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Dice Jesús: "Yo soy el camino y la verdad y !a vida". E! centro Diocesano sabe muy bien a donde va.

P. Enrique Mangana López, C. M

Enero 1997 40

"Muéstranos al Padre y nos basta"

CELEBRACIONES Y PLEGARIAS LA DEMANDA DEL PERDÓN

En principio, todos estos cursos programados por el Centro Diocesano de Misiones (Cedimis), deberían ofrecer una doble vertiente: formación y animación, estudio y celebración. No pocas veces, y por razones que yo no podría precisar, la celebración, la fiesta, se queda en el programa, en la simple intención. Es decir, que se expone el tema, pero no llega a vivirse.

En lo que se refiere a esta tarde, va a suceder lo mismo. La excesiva extensión del

tema, -dos en uno-, nos va a dificultar un poco las cosas. Pero si ustedes colaboran y aceptan que alguien hable por ustedes, podríamos salir airosos y obtener de nuestro buen Padre Dios, ese perdón que ustedes y yo tanto necesitamos.

La Charla nos habla de la OFERTA DEL PERDÓN. La celebración deberá llevarnos a la

DEMANDA DEL PERDÓN, a la petición del perdón. Vamos a intentarlo a través de cuatro momentos o actos penitenciales, elaborados a base de canciones utilizadas en la liturgia católica: PRIMERO

El Salmo 130, al que antiguamente llamábamos “De profundis” y que resuena en

veinte libros de la Sagrada Escritura, nos invita a clamar. Clamar significa “pedir a voces”, “implorar”, “suplicar”. Es una forma de expresar que los sentimientos que hay en el corazón son profundos y verdaderos y que, la presión que ejercen sobre el hombre, sobre nosotros, necesita una vía de escape. No es un simple deseo, ni tampoco una necesidad llevadera, sino una situación límite que ya no se puede sostener por mas tiempo:

Desde lo hondo te grito, Señor, escucha mi voz, escucha mi voz, escucha mi voz... *Por tu infinita bondad, escucha mi voz y por tu gran compasión escucha mi voz... *Porque confío en ti, escucha mi voz, porque yo espero en tí, escucha mi voz... *En los momentos de paz, escucha mi voz, cuando me agobia el dolor, escucha mi voz...

E. Vicente Mateu:

"Mi canto de esperanza" SEGUNDO

A lo largo de este año, se nos dice en el subsidio litúrgico, se nos invita a descubrir y

a celebrar el sacramento de la reconciliación, en su sentido mas profundo (TMA 50). La liturgia católica presenta una riqueza y una variedad de formas celebrativas asombrosa. En especial los actos penitenciales que varían desde simples "Kyrie eleison" gregorianos hasta los estremecedores “Misericordia” polifónicos. La finalidad, en unos y otros, es “volver

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a encender en nosotros el amor del Padre y convertimos plenamente a El”. Escuchemos unas pocas de esas mas de cuatrocientas variedades a que tenemos acceso:

Alcalde: Kyrie eleison.Ghriste eleison.Kyrie eleison Espinoza: Perdón, Señor, perdón Misericordia, mi Dios, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mí culpa... Lava del todo mi delito y limpia todo mi pecado... Palazón: Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad (2) Mateu: Perdón, Señor, Señor, perdón. Perdónanos, Señor, porque eres el Dios que nos salva; nuestros ojos te buscan a tí, perdón. Señor. Perdón, Señor. Señor, perdón... Gabarain: Perdón, Señor, misericordia, Padre bueno que nos Amas. No quieres dejar caído al pecador, buscándonos vas, amigo y buen Pastor. Viniste a salvar al enferme y pobre, perdón. Rivas: Ten piedad, Dios mío, dame tu perdón: soy un peregrino, soy un pecador. Vengo arrepentido, ten piedad, Señor. Vuelve a mi tus ojos con amor. Gabarain: Tu que has sido enviado a sanar los corazones afligidos, Señor, ten piedad... Viejo: Piedad, Señor, piedad (2) Por las veces que deje de sonreír, por las veces en que no quise ayudar, por las veces en que el bulto yo escurrí y la espalda di a tu santa voluntad, Piedad, Señor, piedad... Sánchez: Perdón, Señor, hemos pecado, perdón, Señor (3) hemos pecado. Somos pecadores. Tu sólo eres santo. Solo en tí los hombres hallan el perdón. Perdón, Señor, hemos pecado...

TERCERO ¿Quiénes tienen que pedir perdón? No pocas veces escuchamos expresiones como esta “yo no robo ni mato”, o también: “yo, padre, yo ya no...”Como diciendo: Yo no necesito pedir perdón. Ya de entrada, todos somos pecadores. Todos, por lo tanto, necesitamos perdón. Todos debernos pedirlo. La liturgia pone, hasta en los labios de los niños, la súplica del perdón -con el convencimiento de que son ellos quienes mas fácilmente pueden obtenerlo-. Pero tampoco descarta la súplica desgarradora de los mayores: Erdozain: Ten piedad, Señor, ten piedad (Bis y bis)

Me alejé de tí creyendo encontrar la felicidad y la libertad. Ten piedad, Señor, ten piedad...

Erdozain: Señor, ten piedad (2) Porque no somos hermanos por caer en el pecado, piedad, piedad - Cristo, ten piedad (2), mensajero de la gracia y la paz: Olvidamos tu palabra, alejándonos de casa, Señor, piedad, piedad -Señor, ten piedad (2) Porque eres misericordia y bondad: imploramos tu demencia y acudimos a tu mesa Señor, piedad, piedad, piedad, piedad, piedad...

Erdozain …También yo vengo a tu lado, también yo corro a tus brazos; mira mi llanto, perdona, Señor, mi pecado, dame tu mano. Vacías encuentro mis manos, vacías de fruto y trabajo; mira mi llanto, te pido perdón del pasado, dame tu mano. Ten piedad de mi, ten piedad de mi, Señor… E. Pérez Porque eres mi Dios y yo se que me quieres, porque eres

amor, Señor, ten piedad. Señor, ten piedad… Gabarain: Tú que siempre nos perdonas porque nos quieres mucho,

tú que siempre nos perdonas, Señor, ten piedad… Luna: Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de noso- tros. Luna: Señor te pedimos perdón a ti que siempre nos amas (2)

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Perdón, perdón, perdónanos, Señor (bis). Díez: Señor, ten piedad (2), Cristo, ten piedad (2), Señor, ten pie dad ten piedad…

CUARTO Y ULTIMO MOMENTO PENITENCIAL

Después de los términos “perdón” y “piedad”, el mas utilizado para recabar el perdón es “misericordia”. Y es muy posible que las mejores composiciones hayan sido elaboradas en torno a él, partiendo, como se puede ver a las claras, del salmo 50 que se acapara indiscutiblemente el primer puesto en todos los actos penitenciales. (Las variaciones musicales sobre “misericordia” y sobre “Cordero de Dios” quedarán también para el próximo milenio. Las palabras “piedad”, “perdón”, “misericordia” están frecuentemente presentes en el lenguaje humano y deben estarlo siempre en el cristiano. Y casi del mismo modo que las referimos al Padre, debemos referirlas también a la Madre. María es, también, Madre de Misericordia. Agradezcamos al padre el haber hecho de su Madre nuestra Madre, refugio de pecadores, puente y camino del perdón del Padre. De “María de Nazaret”, la canción “NO SABIA QUE ME AMABAS” ...Gracias, Señor, porque, entre otras muchas cosas, nos has dado por madre a tu misma madre.

"Y por qué (2) no sabía que tu me amabas, y por que fui viviendo tanto tiempo lejos de ti. Sólo ahora he comprendido que esta vida puede ser una aventura maravillosa, he comprendido lo que es amar. Tú, antes que nadie, encendiste la esperanza. ¡Oh...! Tú, antes que nadie, madrugaste al amor, oh Madre de Dios. Y por qué... siendo la mas grande, elegiste el silencio. ¡Oh...! Por eso hoy te ensalzan todas las generaciones, oh Madre de Dios. Y por qué... REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Dios, Padre Misericordioso (Comisión Central del Gran Jubileo del Año 2,000). Abbá, Padre (Comisión Central, Subsidios Litúrgicos para 1999) En la Escuela del Padre (F, Rodero - A. Izquierdo, Valencia, España. 1998) Padre, ¿quién eres? (Jean Galot. Salamanca, 1998) Arrepentios y Convertios (Maximiliano Calvo, Madrid, 1998) Conceptos Fundamentales de la Teología (Heinrich Fries, Madrid, 1979). Historia Bíblica, Nuevo Testamento (Ignacio Schuster – Juan B. Holzammer, Barcelona, 1944) Nueva BIBLIA DE JERUSALEN (Bilbao, 1975) El Regreso del Hijo Prodigo (Henri J. M. Nouwen, 1998, Madrid) La Buena Nueva: Dios es Padre (Carlos Ignacio González S.J., Lima 1996). Con Dios Padre (Adérito G. Barbosa, Santa Fe de Bogotá,1998) El amor entrañable del Padre (LA CASA DE LA BIBLIA, Estella, Navarra, 1998). Abba, Padre - Catequesis dé San Juan (José Minguet Mico,Valencia, 1998). El Padre os ama (Juan Esquerda Fifet, Barcelona, 1998)

REFERENCIA BÍBLICAS

1 Perdón

Rm 6,21-23 (Pues qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley… Gn 3,7 (Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban

desnudos...); Gn 3,16; Gn 5; Gn10; Gn11). Nm 24,34; 27,3 Lv 4,1

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1 S 15,9 2S 12,14; 24,1 1R 17,18; 20,36 2Cro 11, 8;26,16.19 2M 12,38 Jb 1,6; 6,24; 7,20; 9,30; 14,4; 15,14; 26,6 Sal 6,7; 32,1; 36,1; 41,7; 51, 4.5.14; 65,3; 106 Quo 5,5 Sb 1,13; 5,20; 11,16

2 Pecado

Nm 15, 31 (El que obra con descaro, ciudadano o extranjero, por haber despreciado la palabra de Yavé

y quebrantado su mandato, será exterminado. Su pecado pesa sobre él) Jb 14,13 Sal 51,18; 65,4 Jr 31,31 Mt 16,19 (lo que ates...); 18, 21 (hasta siete veces? Lc 7,47 (quedan perdonados tus muchos pecados); 23,34 (Padre, perdónalos porque no saben lo

que hacen) Hch 1,5 (Seréis bautizados en el Espíritu); 1,8 (Recibiréis la fuerza del Espíritu); 2,3.8 (Convertíos y

que cada uno de vosotros se haga bautizar para remisión de vuestros pecados). 1 Tm 5,22 Ti 3,7 Ap 1.6 Si 18.21; 25,24; 40 Lm 4.6 Os 2.5; 4,3 Am5,18 Za 5,3 Mt 3,15; 4,17; 8.10.29; 9,2; 16,18; 20.28; 22 Lc 13.1 Jn 2.11; 5,14; 8,12.21; 16.9 Hch 5.39 Rm 1.18; 1.24; 3,1.20; 3,24; 5,12; 6,7.10.12.15; 7,1.4.7.13,

7,24; 5,12; 6,7.10.12.15; 7,1.4.7.13; 7.24; 8, 2.3.10.29; 12,19 1Co 1,7.8; 10,4; 11,30; 13,1 2 Co 5,21 Ga1,4 Ef 1,10; 6.12 Flp2,7 Col 1,22; 2,14; 3,10 2Ts 2,4 1 Tm 5,22 Hb 2,14; 6,1; 7,27; 9,28; 11,7; 12,16 1 Jn 2,14; 3,19; 5,16 Judas 7 Ap 15,5

3. Dimensión Comunitaria del Pecado y del Perdón

Ap 2,2-7; 13,3.6; 15,22 - 3Jn 9-12 - Ga 2,11-21 -2Co 12, 20 y ss - 2Tm 2,1-7; 4,3 y ss; 14,16 - St 2,1-7 1Tm 4,1-3.

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UBI SPÍRITUS IBI SALUS

Presentación del Curso sobre la Persona del Espíritu Santo 1. Con una pequeña dosis de sinceridad

Al presentar el curso correspondiente al año lectivo del CEDIMIS, sobre el tema de la PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO, lo calificaba de curso indiscutiblemente novedoso. Y lo hacia sin miedo a equivocarme, dado que ninguno de los asistentes había participado, a la fecha, en curso alguno con ese tema específico de la PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO.

Al hablar de tema específico estaba exceptuando a los Srs. Sacerdotes que, como es natural y como es sabido, deben estudiar, obligatoriamente Teología y, en Teología, también obligatoriamente, deben estudiar este tema en el tratado de Peo Uno et Trino. Tratado que es introducción y fundamento de toda la teología.

Y, exceptuaba, de igual modo, a todas aquellas personas que, con motivo de su preparación para recibir el sacramento de la Confirmación, han tenido reflexiones, aunque breves, sobre los dones y frutos del Espíritu Santo.

A excepción de estas dos excepciones, no cabía duda alguna de que era, era y es, un tema realmente novedoso. En la práctica, un tema sin estrenar para la mayoría de los asistentes,

Ahora, premunidos de las mismas circunstancias, no debe sernos difícil aceptar que la proyección misionológica del tema resulta mas novedosa aún y, ciertamente, con sabor a "algo no estrenado".

La proyección misionológica que el Centro Diocesano de Misiones se propone imprimir a todas sus actividades y a todos los cursos programados, es algo que brota y se mantiene como una “constante” desde su nacimiento y que, a la fecha, constituye ya su “estilo propio”.

Por estas, y otras muchas consideraciones, acalladas ahora en aras de la brevedad, resulta un verdadero placer presentarles este breve pero novedoso Curso de Misionologia con el tema de la Persona del Espíritu Santo. 2. Cómo enmarcar el Curso

El presente curso, al igual que, eventualmente, todos los cursos programados por el CEDIMIS, se inscribe en el contexto eclesial de nuestra preparación para el Año Santo 2000, Al hacerlo, no hacemos otra cosa que seguir las pautas y sugerencias del Papa Juan Pablo II, programadas e insistidas en su Exhortación Apostólica 'Tertio Millennio Adveniente”.

El Centro Diocesano se esfuerza en hacer realidad, dentro de ese contexto, lo programado hace mas de dos años, teniendo un curso anual sobre, cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad y complementándolo con un cursillo en el que se trata de imprimir, o mejor de proyectar el sentido misionológico que dichos temas comportan.

Así, en 1997, estudiamos la Persona del Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, nacido de una mujer, María. Un tema relativamente fácil, todo él iluminado por la fe. Fue complementado por un cursillo “Crístología para la Misión” del 07 al 11 de julio.

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Para este año, 1998, el tema de estudio es la Persona del Espíritu Santo. El tema ha sido programado de marzo a diciembre, en diez fechas pero con nueve puntos. De las diez fechas, dos se han cumplido ya. La introducción al curso, el 25 de marzo, a cargo de quien les habla; y. el primer punto sobre “El Espíritu Santo en la Trinidad y en la salvación” fue expuesto por el P. Juan José Miranda Cilla, el 29 de abril.

La virtud de la esperanza, fruto global de la acción del Espíritu Santo en nuestras almas, es la que debe dar calor y atractivo a nuestros estudios del presente año.

El próximo año, 1999, nuestra reflexión será sobre “la persona del Padre”, a lo largo de todo el año. Tendremos, seguramente en el mes de julio, un cursillo sobre la dimensión misionológica del tema. Cursillo para el que, la Coordinadora del Centro Diocesano, está invitando a expositores de otras latitudes. Con su ayuda, es muy posible que logremos encender en todos los asistentes, la antorcha de la caridad, objetivo de las celebraciones de dicho año.

Haciendo cuentas cabales, se podría decir que estarnos a la mitad del camino, en nuestras actividades y reflexiones del trienio trinitario. 3. En lo que a contenidos del curso se refiere

Siendo la Exhortación Tertio Millennio Adveniente la fuente inspiradora y sugeridora del tema “La Persona del Espíritu Santo”, a ella debemos acudir para precisar el sentido y el alcance del curso.

La carta empieza por establecer los lineamientos claros del trabajo. Lineamientos claros y confiables. “La Iglesia, dice, no puede prepararse al cumplimiento bimilenario de otro modo sino es por el Espíritu Santo” (TMA.44). “Entre los objetivos primarios de la celebración del Jubileo se incluye el reconocimiento de la presencia y de la acción del Espíritu que actúa en la Iglesia. (TMA, 45).

“El Espíritu es también en nuestra época el agente principal de la Nueva Evangelización (TMA, 45).

Con estos lineamientos básicos, la dimensión misionera del tema queda explicitada y constituye, no una simple sugerencia, sino mas bien el derrotero por el que deben discurrir nuestras reflexiones sobre la Persona del Espíritu Santo.

Los subsidios que, sobre este tema de la Persona del Espíritu Santo, nos ofrecen las Comisiones de Liturgia y Evangelización del Comité Central del Año Santo, al igual que las Conferencias Episcopales y algunos estudiosos particulares, abarcan, naturalmente, el tema en su totalidad y nos presentan una variada y acertada gama de referencias teológicas y de atractivos itinerarios, no sólo para la reflexión, sino también para la celebración, a través de todo el año litúrgico. Es por ellos que tenemos amplia información sobre la Persona del Espíritu Santo, diversificada en temas como:

*EI Espíritu Santo en la Trinidad y en la Salvación. *EI Espíritu Santo y la Creación *EI Espíritu Santo y el Hombre *EI Espíritu Santo y Cristo *EI Espíritu Santo y la Iglesia *María y el Espíritu Santo *EI Espíritu Santo en la Liturgia *EI Espíritu Santo en la vida del Cristiano

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Contamos, además, con guías o pautas para Celebraciones de la Palabra y Celebraciones Litúrgicas con especial referencia al Espíritu Santo y con “tipos” o “modelos” de celebraciones relativas a sus dones y frutos y celebraciones relativas a la Santísima Virgen. Una de estas últimas merece especial mención. Es la que se basa en el Himno Akathistos. una composición mañana que canta el Misterio de la Encamación del Verbo de Dios, desde la Anunciación hasta la Parusía, contemplando a la Virgen Madre indisolublemente unida a Cristo y a la iglesia. Como una concesión a la curiosidad, diremos que esta composición o himno recibe el nombre de AKATHISTOS que significa “cantado del pie”. 4. El eje del curso

Como el curso es breve, en aras de una economía conceptual y de un sentido que

entendernos elementalmente práctico, hemos ofrecido a los expositores un Esquema simple, aunque difícilmente simple. Nuestro deseo es que todos los asistentes puedan ir, ellos mismos, dibujando o fijando en las pantallas de sus almas, la gigantesca imagen de la Persona del Espíritu Santo, con el sano propósito de que puedan proyectarla mas tarde a todos aquellos que, en pleno siglo XX y casi en el XXI, se encuentran en la misma situación en que se encontraban aquellos discípulos de Efeso a quienes Pablo preguntaba: -¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe? y ellos contestaban –“¡Pero si nosotros no hemos oído decir siguiera que exista el Espíritu Santo!”. (Hech,19.2).

El Esquema, -ustedes lo tienen en el Programa del curso-podría resumirse en estos titulares:

El Espíritu Santo

Creador - Redentor - Santificador - Salvador

Algo, que podría motivar a los expositores a esforzarse en la simplificación y

plastificación del tema y a todos los asistentes a espabilarse un poco para su captación, sería considerar que hay miles de millones de personas que no tienen ni la menor noticia de la existencia de la Persona del Espíritu Santo, no obstante ser él quien les permite alentar y vivir.

A modo de lema motivador podríamos utilizar aquellas palabras que utilizamos en el Curso de Formación Cristiana en el mes de febrero: Ubi Spiritus. ibi Salus. Donde está el Espíritu, allí está nuestra Salvación. 5. Dos lugares comunes que justifican la proyección misionolóqica del tema.

Mejor que “comunes” deberíamos calificarlos de “clásicos”. Es decir válidos para todos los tiempos y para todas las personas. Nos referimos al Capítulo Vil de la Exhortación Apostólica “Evangelli Nuntiandi” de Pablo VI: “El Espíritu de la Evangelización” y al Capítulo III de la Carta Encíclica “La Misión del Redentor” de Juan Pablo II: “El Espíritu Santo, protagonista de la Misión”.

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Paradójicamente, no hacemos referencia alguna a la Carta Encíclica “Dominum et Vivificantem” de Juan Pablo II ya que, además de limitar el tema sobre la Persona del Espíritu Santo, tiene mas bien un enfoque doctrinario, teológico y pastoral, pero no misionológico.

Pueden ustedes intentar la búsqueda, pero les va a ser difícil encontrar documentos mas apropiados y autorizados que los que acabamos de mencionar para ensayar una proyección misionológica de la Persona del Espíritu Santo. Justificamos esta afirmación. 5.1 El primero de esos tugares comunes

Decía Pablo VI, en diciembre de 1975: “nosotros vivimos en la Iglesia un momento

privilegiado del Espíritu. Por todas partes se trata de conocerlo mejor. Tal como lo revela la Escritura. Uno se siente feliz de estar bajo su moción. Se hace asamblea en torno a El. Quiere dejarse conducir por El”. (E.N. 75).

“Ahora bien -concluye el Papa-: Si el Espíritu de Dios ocupa un puesto eminente en la

vida de la Iglesia, actúa todavía mucho mas en su misión evangelizadora”. (E. N.75). “Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la Evangelización. El es quien impulsa a cada uno a anunciar el evangelio y quien, en lo hondo de las conciencias, hace aceptar y comprender la Palabra de Salvación”. (E.N.75). Pensamiento éste que expone también el Concilio Vaticano II en su Decreto “Ad Gentes”.

Al leer la Evangelii Nuntiandi, pero en especial este capítulo VII, se tiene la impresión de que es Pablo VI quien escribe pero que es el Espíritu Santo quien dicta. “No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo”. Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia crece. El es el alma de la Iglesia” (E.N.75).

Y, aunque la expresión que yo voy a emitir no condice con el estilo y la ecuanimidad del Pablo VI, podríamos afirmar que defiende el protagonismo del Espíritu Santo en la tarea evangelizadora, “a capa y espada”.

“Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las mas perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu. La preparación mas refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin El. Sin El, la dialéctica mas convincente es impotente sobre el espíritu de los hombres, Sin El, los esquemas mas elaborados sobre bases sociológicas o sicológicas, se revelan pronto desprovistos de todo valor”. 5.2 El segundo de los lugares comunes

No el segundo, sino el otro lugar común o clásico que nos facilita la proyección misionológica del tema, se debe a Juan Pablo II y viene a ser como el Reglamento de la “ley” establecida en el C. Vil de la Evangelii Nuntiandi.

La ley podría enunciarse así; “El Espíritu Santo es el protagonista de la Misión”. Juan Pablo II, citador empedernido de Pablo VI, dice: “El Espíritu Santo es en verdad

el protagonista de toda misión eclesial; su obra resplandece de modo eminente en la “misión ad gentes”.

Al hablar de “modos eminentes” y de “misión ad gentes”, el Papa está admitiendo algo que podíamos describir como diversificación de responsabilidades y de etapas en la tarea misionera; es decir estaría originando un Reglamento. Y para que el protagonismo del Espíritu Santo permanezca incólume, Juan Pablo II puntualiza: ...”Sin embargo, en estos hombres y por medio de ellos -refiriéndose a los apóstoles-, el Espíritu Santo sigue siendo el protagonista trascendente de la realización de esta obra en el espíritu del hombre y en la historia del mundo (R Mi. 21).

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En lo que se nos antoja calificar de reglamento, Juan Pablo II habla de “envío hasta los confines de la tierra” “del Espíritu que guía la Misión, que hace misionera a toda la Iglesia y que está presente y operante en todo tiempo y lugar”.

Creo que si partimos de estos dos lugares clásicos, no se puede reflexionar sobre la Persona del Espíritu Santo, sin llevarla necesariamente a una dimensión misionera. Ojalá que todos los expositores sientan y piensen lo mismo. 6. Un poco mas sobre lo mismo

Hoy, pero con más motivaciones de las que Pablo VI contaba en 1975, podemos afirmar que vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu.

Fundamentan nuestra afirmación todos esos congresos misioneros que vienen realizándose sobre todo en diversos países de América y que están conducidos por el Espíritu, A nivel amplio pensemos en los COMLAS y a nivel chico pensemos en los COMINOR y COMISUR.

El COMICENTRO a realizarse en Huancayo, del 05 al 09 de Agosto próximo, tiene precisamente como lema: “Con la fuerza del Espíritu, impulsa tú, la misión universal”. Y en la oración propia de dicho congreso misionero se puntualiza la súplica: “Danos la fuerza de tu Espíritu para impulsar la misión también mas allá de nuestras fronteras”.

Pero, lo que realmente nos permite vivir un momento privilegiado del Espíritu, es el

hecho de que el Papa haya movilizado a toda la Iglesia a reflexionar sobre la Persona del Espíritu Santo, durante todo el año de 1998. Cursos, concursos, libros, revistas, celebraciones, todo y en toda la Iglesia contribuye a esa vivencia y presencia de la Persona de! Espíritu Santo.

Señores expositores, misioneros todos, procuremos darle a este cursillo de

misionología una doble dimensión. Reflexión y celebración. Porque el Espíritu que envía el Señor es amor, sabiduría y fortaleza, nos libera del temor y de ¡a ley, nos da la fuerza y la vida.

Este es el sentir del Centro Diocesano de Misiones de Chiclayo.

P. Enrique Mangana López, C. M. Asesor

Junio, 1998

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LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO CON EL MEJOR DE LOS DESEOS

Aunque no estoy en condiciones de asumir los costos, creo que esta hojita puede

sernos muy útil, por no decir “necesaria” El curso sobre la Persona del Espíritu Santo es Indiscutiblemente “novedoso”.

Entiendo que ninguno de nosotros ha participado, hasta la fecha, en cursos o cursillos sobre la Persona del Espíritu Santo. Si alguno de ustedes puede desmentirme, ordenamos, de inmediato, un minuto de silencio.

Es fácil entender que todos hemos participado en el estudio de temas relativos al

Espíritu Santo, con motivo de la Confirmación, por ejemplo, y en oportunidades varias. Pero nunca, sobre este tema específico.

Y es fácil entender también que, quienes tienen que seguir estudios de Teología,

como por ejemplo, los sacerdotes, estudian obligatoriamente el tema de la Persona del Espíritu Santo. Mas aún, es su primer punto de estudio: “la Trinidad de Dios”.

Si damos por sentado que no todos han estudiado Teología, que sería lo mas sensato, debemos ir, ya desde ahora, esforzándonos a familiarizarnos con conceptos como:

Naturaleza Persona Simplicidad Inmanencia Trascendencia Inmutabilidad Misiones Apropiaciones Eternidad, Bondad Producciones Procesiones Inespacialidad Generaciones Verdad, Belleza Circurminsesión Dignidad, Santidad

Como se trata de un tema indiscutiblemente árido, no visualizable, de un tema que se mueve en un mundo, desafortunadamente, distinto del nuestro, aunque contactado con el nuestro, es decir, del mundo del Espíritu, he creído conveniente adelantarles la relación de los puntos que vamos a tratar, para que puedan ir ubicándose o ubicándome en el transcurso de la exposición. PUNTOS DE LA EXPOSICIÓN 1 Para darle a la caza alcance (Introducción) 2 Un Curso tridimensional 3 Contenido del curso. Temas a tratar: 3.1 La Mediación del Espíritu Santo en la Trinidad y en la Salvación. 3.2 El Espíritu y la Creación 3.3 El Espíritu y el Hombre 3.4 El Espíritu Santo y Cristo 3.5 El Espíritu Santo y la Iglesia 3.6 MARÍA y el Espíritu Santo 3.7 El Espíritu Santo en la Liturgia 3.8 El Espíritu Santo en la vida del Cristiano

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3.9 La Esposa y el Espíritu dicen: Ven! 4 En la búsqueda deja imagen de la Persona del Espíritu Santo BIBLIOGRAFÍA

Utilizada en la Presentación del Curso. Mas que referencias bibliográficas, son extractos, casi literales, en especial los relativos al Subsidio de la Comisión Central del Jubileo, presentado por el CELAM CELAM: El Año dedicado al Espíritu Santo. Orientaciones Generales. Mons. Luís Augusto Castro Quiroga: El Espíritu Santo en la Misión del Siglo XXI, Bogotá, 1977 Comité Central del Gran Jubileo: “De tu Espíritu Señor está llena la tierra; Bogotá, octubre,1997 Asociación de Editores del Catecismo: “Catecismo de la Iglesia Católica”, Madrid, 1992 Michael Schmaus- Teología Dogmática, Ediciones RIALP, Madrid, 1963 Carlos Ignacio González, S. J.: El Espíritu del Señor que da la Vida”, Lima, 1997 - Conferencia Episcopal Peruana Bibliografía del Curso

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Joel 3 Habacuc 1,11 Zacarías 5,3 Citas N.T. Mateo 3,6.11.16; 8,29; 12,92 Lucas 4,1; 11,13.20; 21,15 Juan 1,33; 3,23.35; 4,23; 6,27.63; 8,21; 9.32; 12,32; 14,12.16.17.26; 15 26; 16,9.10.11.15.25; 20,22 Hechos 1,2.5.8; 2,2.22; 8,20; 9,17.31; 10,19; 11,27; 13,3; 15,10; 19,2; 21,4 Romanos 1,9; 3,24; 5,2.5.12; 7,1.5.24.25; 8,2.10.14.27.29; 9 1 Corintios 5.15; 12,12; 13,1; 15,44 Gálatas 2,19; 4,5 Efesios 1,13; 2,18; 4,30 Colosenses 2,18; 3,16 Tesalonicenses 4,8; 5.23 2 Tesalonicenses 2,8 1 Timoteo 4,14 Tito 3,7 Hebreos 9,12 Santiago 4,5 1 Juan 2,20.27; 3,9; 4,6.13; 5,6.8.16 Judas 10.9 Apocalipsis 13,15; 21,6

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3ER CURSO DE ANIMACIÓN Y FORMACIÓN MISIONERA, 1998

"LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO"

PRESENTACIÓN DEL CURSO 1 PARA DARLE A LA CAZA ALCANCE

Pensando siempre en el año santo 2000 y, sin desviar el propósito de la celebración bimilenaria, centrada en la Persona de Jesús, Juan Pablo II nos invita a reflexionar, durante todo el año 1998, sobre la Persona del Espíritu Santo.

En la TMA, que obra en nuestro poder desde 1994, Juan Pablo II, fundamenta y

justifica la dedicación de todo un año al estudio de la Persona del Espíritu Santo, en el hecho de que la Encarnación del Hijo de Dios se realiza por obra y gracia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la Persona que es consustancial al Padre y al Hijo; la Persona que es AMOR; la Persona que es don increado: la Persona que es fuente eterna de toda dádiva que proviene de Dios en el orden de la creación; la Persona que es principio directo y, en cierto modo, el sujeto de la auto comunicación de Dios en el orden de la gracia.

Observa, además e) Papa que, el Misterio de la Encarnación, realizado por él

Espíritu Santo, constituye el culmen de esta dádiva y de esta auto comunicación divina. Pero aparte de las justificaciones que nos facilita el Papa, debemos admitir que el

mejor camino de. preparación para celebrar, digna y conscientemente, el Jubileo, es, precisamente el mismo Espíritu Santo. Es él quien actúa y actualiza la Revelación, haciéndola viva t eficaz en la Iglesia y en cada cristiano. Esto se deduce de las palabras del mismo Cristo: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14,26). Si la Iglesia no acierta a reconocer oficialmente la presencia y la acción del Espíritu (1 Cor 12, 1-11 y 1 Cor 14) no estaría haciendo las cosas bien, su preparación para celebrar el Jubileo no sería la mas adecuada.

Por otra parte, aparte de las motivaciones aducidas por Juan Pablo II, el Centro Diocesano ha tenido en cuenta, lógicamente, otros aspectos.

Debiéndose al Espíritu Santo el Misterio de la Encarnación y siendo la Encarnación el contenido de toda evangelización y de toda misión, poco podría hacer un centro diocesano o un centro parroquial de misiones que no fije en él todas sus coordenadas pastorales. Una pastoral misionera que no parta del Espíritu Santo, estaría dando palos al aire o dicho de una forma más descriptiva, estaría queriendo caminar pero sin camino y lo que es peor todavía, estaría queriendo caminar sin camino y sin mochila”

Nuestra reflexión sobre la Persona del Espíritu Santo es necesaria de toda necesidad. Más que una pieza que encuadra, a la perfección, en el engranaje lógico de las actividades propias del Centro Diocesano, es, más bien, el cauce natural por el que debe llegar hasta nosotros la fuerza torrencial de Espíritu que nos transforme en misión y en misioneros; y el cauce natural por el que nosotros, podamos arribar al océano inmenso de la divinidad,

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braceando conscientemente contra corriente, para divisar, aunque de lejos, esa misteriosa Persona que nos ha convocado aquí y que nos va a decir qué hacer y cómo hacerlo. En este curso, como en otras muchas ocasiones, no somos nosotros quienes buscamos a Dios, es El quien nos busca a nosotros, porque siempre la iniciativa es de Dios. 2 UN CURSO TRIDIMENSIONAL Si permiten utilizar el, término dimensión, en lugar de finalidad o propósito, les diré que estamos programando el Curso en una triple dimensión. PRIMERA: Queremos estudiar o diseñar la imagen de la Persona del Espíritu Santo en la medida en que El nos lo de entender. SEGUNDA: Queremos estudiar o analizar, en el contexto de la Sagrada Escritura y de la Teología, la interrelación dinámica de las divinas personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es decir, estudiar el Misterio de la Santísima Trinidad pero, en especial, la procedencia del Espíritu Santo, que, sabemos es fruto del amor y expresión Personal del mismo, estableciendo la ecuación Espíritu Santo = AMOR. TERCERA: Quisiéramos definir y contemplar la acción asignada al Espíritu Santo, es decir, su acción profesional; la que realiza en el universo-mundo con el Creador y en las criaturas, con el Hijo de Dios y en los hijos de Dios.

Creemos que este anhelo tridimensional es justo. Pues a estos tres aspectos nos remiten los folletos y subsidios elaborados por las diferentes comisiones abocadas a facilitarnos la preparación del Año Santo 2000. A estos tres aspectos remitimos, lógicamente, este Curso de Animación y Formación Misionera, el tercero organizado por el Centro y lo hacemos siguiendo, por evidentes razones pedagógicas, no sólo el orden de los nueve temas elaborados por la Comisión Central de Jubileo, sino también, asumiendo las líneas matrices o elementales de su contenido.

Podrían utilizarse, ciertamente, otros esquemas, -válidos sin duda y tal vez más sencillos- que nos permitieran llegar a nuestro objetivo; acompañando por ejemplo, a un Espíritu Santo Creador, Redentor, Santificador y Salvador, pero los tres aspectos arriba señalados: de dibujar la imagen de la Persona del Espíritu Santo, de estudiar la interrelación de las personas de la Santísima Trinidad y de describir la acción viva y vivificante del Espíritu en el mundo y en el hombre, enfocados, naturalmente desde la óptica de cada expositor, nos conducirán necesariamente, a la clarificación de nuestra vida personal como hijos de Dios y, consiguientemente, a la clarificación del sentido de nuestras actividades pastorales misioneras.

Con estos presupuestos, crecerá nuestra animación misionera y, conscientes de nuestra esperanza, nos decidiremos a compartir con los de cerca y los de lejos, esa buena porción de vida humana y cristiana que tenemos.

Al contactar, hoy en día, a muchas personas, es fácil ver que no tienen ni la más remota idea de haber sido creados por un Dios Padre, ni de haber sido redimidos por un Dios Hijo ni de estar siendo santificados por un Dios Espíritu Santo. Ello nos lleva a pensar que, el concepto y la realidad de la salvación, no tienen significado alguno para ellos.

Tarea impostergable de todo misionero y contenido esencial de toda misión, es, por tanto, llevar, a todas esas buenas gentes, el conocimiento o la consciencia de que son hijos de Dios Padre, de que han sido redimidos o rescatados, a precio altísimo, por un Dios Hijo y de que están siendo santificados o conducidos a la salud, a la salvación, por un Dios Espíritu Santo.

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3 CONTENIDO DEL CURSO.- TEMAS A TRATAR 3.1 La mediación del Espíritu Santo en la Trinidad y en la Salvación.

Recuerden lo del Cursillo... UBI SPIRITUS, IBI SALUS

Siendo el Espíritu Santo una de las tres divinas personas, la primera tarea que se nos impone es hablar de la Trinidad. Tenemos que metemos con la Trinidad y en la Trinidad. La Trinidad, es decir, la realidad de un solo Dios en tres personas, nos ofrece una enseñanza inmediata. Nos dice que Dios es COMUNIÓN y ello nos posibilita el concepto de Dios-AMOR lo que le hace a nuestro Dios absolutamente diverso del dios de cualquier otra religión. Dice Tomás de Aquino: Donde actúa el Espíritu amoroso de Dios no puede haber ningún aislamiento ni individualización, no puede haber ningún yo solitario entregado a sí mismo, sino sólo un “nosotros” lleno de amor.

Cada persona divina posee, no obstante, algo propio que la distingue de las otras dos. En cuanto a ese algo propio que atañe al Espíritu Santo, leemos en 1 Cor 2,9-11: “Como está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu, y el Espíritu, todo lo penetra, hasta la profundidad de Dios. Pues ¿Qué hombre conoce lo que en el hombre hay sino el espíritu del hombre, que en él está?. Así también las cosas de Dios nadie las conoce sino el Espíritu de Dios. Y Juan Pablo II afirma: “Dios, en su vida íntima, es amor, amor esencial, común a las tres Personas divinas, pero el Espíritu Santo es Amor-Personal como Espíritu del Padre y del Hijo”.

Ello nos lleva a afirmar que no existe comunicación alguna de Dios con sus criaturas, si no es en el Espíritu; ni experiencia alguna referente a Dios y a las cosas de Dios, si no es en el mismo Espíritu.

Dios llega a ser experiencia viva, a través de su Palabra, en el Espíritu. Más aún su

Palabra llega a ser vida en el Espíritu y si nos habla hoy, es sólo en el Espíritu y si la Iglesia nos comunica con Dios, es sólo en el Espíritu. Y, finalmente, el conocimiento de Dios sólo puede lograrse en el Espíritu. “Vivir en el Espíritu” es el medio natural para la celebración del gran Jubileo, Y, si el Espíritu es el lugar de la experiencia de Dios en nosotros y por nosotros, celebrar el Jubileo, será para el cristiano, apropiarse de la novedad conmovedora del Misterio Pascual: misterio de reconciliación, de liberación del pecado y de salvación, que son frutos de la acción del Espíritu.

3.2 El Espíritu y la Creación

¡Veni, Creator Spiritus! decimos.

Uno de los títulos que la liturgia otorga al Espíritu Santo es el de Creador.

Espíritu Creador. Ello no se opone a las asignaciones tradicionales que otorgamos tanto al Padre como al Hijo.

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La fórmula o expresión ideal sería: “Dios Padre ha creado todo lo que existe fuera de la divinidad, a través de su Palabra, con la fuerza del Espíritu”. Fórmula aclarativa y conciliatoria, resumen teológico y escriturístico.

“Creo en el Espíritu Santo, confesamos en el Credo, que es Señor y dador de vida”. Y, en la Plegaria Eucarística III, decimos dirigiéndonos al Padre: “Por Jesucristo, tu Hijo, Señor Nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo das vida y santificas todo”.

La Iglesia cree, por tanto, que Dios crea todo, dando la existencia y la vida, por medio de Jesucristo, en su Espíritu. Y el Espíritu es la Persona divina, a través de la cual Dios Padre, inmediatamente, infunde la vida. Es el último toque, a través del cual Dios alcanza a sus criaturas, las salva, las conserva y las renueva, las conduce a plenitud. Estar en el Espíritu, es estar en la vida”.

Si la creación, como dicen los Padres, es la palabra de Dios hecha realidad, se comprende cómo ella deba su existencia a la acción actual del Espíritu Santo: es decir, significa que el mundo existe en virtud del Espíritu Creador y que es “bueno” porque existe en el Espíritu y por el Espíritu.

Los Padres tienden a ver el mundo como una “teofanía”, un signo de su presencia y de su belleza. Se trata de una verdadera y propia “cosmología sacramental” en la cual el mundo es considerado sagrado. En “Los Hermanos Karamazov” apunta Dostoievski: “Hermanos míos, amad a toda la creación en su conjunto y en sus elementos, cada hoja, cada rayo, los animales, las plantas; Y, amando cada cosa, comprenderéis el misterio divino de las cosas”

3.3 El Espíritu y el Hombre

La doctrina sobre el Espíritu Creador, sugerida en el segundo tema, es válida ante

todo para el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. “Hagamos al hombre a imagen nuestra, a semejanza nuestra. Hagamos ¡Expresión ésta a la que se le puede otorgar indudablemente una dimensión trinitaria. "Hagamos”!

En la creación Dios sopló en el rostro del hombre un soplo de vida. Escritura y Tradición señalan que, si el hombre vive, se debe a la acción actual del Espíritu, por lo cual, es un ser espiritual sólo en el Espíritu de Dios que representa, para el hombre, el principio vital. El Espíritu Santo, afirman los místicos, es el alma del alma humana. Y no es que haya una identidad entre el Espíritu Santo y el hombre: el Espíritu es siempre un don, una gracia hecha al hombre por Dios Padre; ¡Y qué gracia!. En su ensayo “El desconocido más allá del Verbo” escribe H. U. von Balthasar "Nuestros actos más íntimos de fe, de amor y de esperanza, nuestras disposiciones de ánimo y los sentimientos, nuestras resoluciones mas personales y libres: todas estas realidades inconfundibles que nosotros somos, están impregnadas de tal forma por su aliento, que el último sujeto -en el fondo de nuestra subjetividad- es El, el Espíritu”.

El Espíritu Santo imprime en el hombre la imagen de Dios. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Este ser “hechos a imagen de Dios” es constitutivo del hombre y de la mujer, es parte de su estructura. La imagen no es algo añadido al hombre sino que es el hombre mismo. Dios no constituye primero al hombre y después le añade su imagen: el hombre es imagen de Dios.

Esta imagen, salida pura de las manos de Dios, ha sido perturbada por el pecado, pero ha sido restaurada, luego, por Cristo, con su Muerte y Resurrección. Redención en efecto significa restauración de la imagen divina en el hombre.

El gran Jubileo ha de constituir una llamada dirigida a todos los que “adoran a Dios en Espíritu y verdad”. "Dios es Espíritu y no sólo está cercano a este mundo, sino que está

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presente en él y, en cierto modo, inmanente, lo penetra y vivifica desde dentro. Esto sirve especialmente para el hombre”. (DeV 54).

Aquí está la profunda verdad del hombre: ser imagen de la Trinidad, “capaz de Dios”, abierto a la relación consigo, con los otros, con Dios.

Por consiguiente, al hombre no le puede bastar la simple vida biológica, porque ésta no puede responder a su búsqueda de amor y libertad. El mensaje evangélico, en cambio, subraya que, “vivir del Espíritu Santo” es acoger la vida como don y hacer espacio a la vida de los otros.

3.4 El Espíritu Santo y Cristo

“Ninguno puede decir “Jesús es Señor” sino es bajo la acción del Espíritu Santo” (1 Cor 12,3) No se puede desligar la tarea del Hijo de la misión del Espíritu.

Jesús posee el Espíritu y da el Espíritu. Y lo da generosamente. Para el Nuevo Testamento el Espíritu es “Espíritu de Cristo”, y es presupuesto y medio para conocer a Dios Trinidad. A El le ha sido confiada la misión de actualizar, en el tiempo, el designio amoroso de Dios que, a partir de la creación del universo, especialmente del hombre creado a “imagen y semejanza de Dios” y, “hablando por medio de los profetas”, manifiesta progresivamente la Palabra Dios en la historia. Y es el Espíritu quien, “en la plenitud de los tiempos”, hace que se realice el vértice de la auto comunicación de Dios, con la humanización del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María (Lc 1,35).

“El inicio biológico de Jesús es debido, por tanto, al Espíritu; por esto en el Credo confesamos: “fue concebido por obra Espíritu Santo”. En Jesús, se realiza por tanto plenamente, el designio de Dios, de unirse al hombre divinizándolo. Se puede afirmar que Jesús, en la potencia del Espíritu, es la unión perfecta entre Dios y el hombre: “La obra del Espíritu que da la vida, alcanza su culmen en el Misterio de la Encarnación”.

Hay dos momentos fundamentales en la relación entre el Espíritu y Cristo. Antes de la

Pascua, el Espíritu es dado a Jesús. Después de su Muerte y Resurrección, es Jesús quien da el Espíritu.

“Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el

bautismo. Aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios, con la fuerza del Espíritu Santo: que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él”. (Hc 10,37-38),

Desde ese momento en adelante, toda acción de Jesús no será otra cosa que una

actualización de la fuerza del Espíritu que, conducirá, casi de la mano, al Salvador hacia su obra de Salvación.

La fuerza operante del Espíritu está presente y eficaz también en la Resurrección de

Jesús. Ciertamente es el Padre quien resucita a Jesús (Rm 8,11; 1 Cor 6,14), pero esto sucedió, según el Espíritu Santo, porque “Murió en la carne pero volvió a la vida por el Espiritual Pc 3,18).

Brevemente. La finalidad última de la Encarnación, además de la glorificación del

Padre, consiste en comunicar el Espíritu a los hombres: “Cristo nos ha rescatado de la maldición... para que, en él, nosotros recibiéramos la promesa del Espíritu, mediante la fe (Gal 3,13-14).

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Puesto que en el gran Jubileo se hace memoria de todo el misterio de Cristo, es

necesario que se recupere plenamente también, el sentido de la Resurrección. El Espíritu Santo hace presente hoy a Cristo resucitado y, comunica la vida, en Cristo resucitado”.

Cirilo de Alejandría dice: “Aquel que recibe la imagen del Hijo, es decir, el Espíritu, posee por ello mismo, en toda su plenitud, al Hijo y al Padre que están en él” (Cirilo de Alejandría: Tesoro sobre la Trinidad, 13).

3.5 El Espíritu Santo v la iglesia

Donde está la Iglesia allí está el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está también la Iglesia y toda gracia, afirma San Ireneo. Y San Ambrosio dice: La Iglesia ha sido construida por el Espíritu Santo.

Para el Espíritu, constituir la Iglesia no es un hecho estático, sino dinámico.

Envuelve, personalmente, a cada miembro de la Iglesia, la cual se renueva continuamente a través de la palabra, los sacramentos, los carismas y los ministerios, y sobre todo a través de la caridad”.

La iglesia es una, santa, católica y apostólica, en virtud del Espíritu. Nosotros

creemos en la Iglesia con estas notas o atributos, porque es, ciertamente, Dios, uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, quien la funda y hace verdadera.

Todos los temas del curso son de interés para nosotros. Este, del Espíritu Santo y la

Iglesia, es el más importante de todos, por lo que se refiere a la nota de la apostolocidad de la Iglesia.

En virtud de la acción del Espíritu Santo, la Iglesia es apostólica, es decir, es

dimensión histórica de la Comunión trinitaria y realidad visible de la Comunión con los apóstoles. Creer en la Iglesia apostólica significa creer en el Espíritu Santo que hace apostólica a la Iglesia.

También el simple fiel es apostólico, si posee y vive la verdad transmitida por

los apóstoles. Además de fundada, 1a Iglesia se difunde evangelizando en el Espíritu. “Evangelizar”

es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad mas profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, para ser canal del don de la gracia” (EN,14).

Pablo VI (EN,75) “No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo” y Juan Pablo II (TMA, 45) : El Espíritu es también, para nuestra época, el agente principal de la nueva evangelización... Completen ustedes la cita en el lugar indicado.

Para deshacer entuertos, es necesario apuntar que, “las técnicas de la evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu”. La preparación mas refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin él. Sin él, sin el Espíritu, la dialéctica mas convincente es impotente sobre el espíritu de los hombres. Sin el... (Vean la cita en EN.75).

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Sólo el apóstol “espiritualizado” puede evangelizar con eficacia. Jesús y los apóstoles evangelizaron con la fuerza del Espíritu”.

A la luz de estas consideraciones, podemos decir que el gran Jubileo llega a ser una

ocasión única para descubrir el misterio de la Iglesia, subrayando, a la luz del Espíritu, su vocación evangelizadora, en el anuncio del evangelio al mundo. San Agustín en “Discursos” LXXI, dice: La Iglesia es obra propia del Espíritu Santo y, fuera de ella, no existe remisión de los pecados.

3.6 MARÍA y el Espíritu

Meditar sobre el Espíritu Santo, implica mirar a aquella por medio de la que el Espíritu ha hecho nacer a Jesús. Así como no se puede concebir a Cristo y a la Iglesia, sin la indispensable acción del Espíritu Santo, así tampoco, sin dicha intervención, se puede pensar en María. Todo lo que María tiene y ha llegado a ser, con su libre asentimiento y colaboración, se lo debe a su Hijo Jesús y a la acción del Espíritu Santo.

Desde el primer momento de su existencia, fue “sagrario” del Espíritu Santo. Llena de

gracia no significa otra cosa que “llena del Espíritu Santo” Teófanes de Nicea, un autor bizantino del siglo XIV, en su “Discurso sobre la Madre de Dios” (3), escribe: “María, desde el origen, estaba unida al Espíritu Santo, autor de la vida; todo lo que experimentaba en la existencia, lo compartía con él, porque su participación en el Espíritu era como una participación en el ser”. He aquí la verdadera razón por la cual María fue toda santa desde el primer instante de su existencia.

El Espíritu, de la misma manera que conduce a los hijos de Dios (Rm 8,14) y, al igual que guió a Jesús en el desierto, (Lc 4,1) así, guió a María, a lo largo de toda su vida, especialmente, en los momentos más sobresalientes de su existencia.

Uno de esos momentos fue precisamente el de la “La Anunciación” cuando María,

sostenida e inspirada por el Espíritu, consintió libremente en ser Madre del Verbo. María, en virtud del Espíritu, llega a ser Madre de Dios. Toda la grandeza de María

consiste en esto: en ser Madre de Dios. Este es el punto central de todo lo que la Virgen es en si misma y en relación con los creyentes. Precisamente, en la maternidad divina, es donde el Espíritu está mayormente presente y eficaz en ella, siendo obra del Espíritu Santo. Aquel advenimiento, ocurrido hace 2000 años, y que la Iglesia se apresta a celebrar en el gran Jubileo, se debe al Espíritu.

Pero hay algo más e igualmente importante. María, en Espíritu, continúa siendo

Madre del Cuerpo de Cristo. Cuando la Virgen Santa concibe y da a luz a Jesucristo, por virtud del Espíritu, con él y en él, concibe y genera también a todos aquellos que vendrán, porque Cristo desde primer momento está destinado a ser “la cabeza del Cuerpo de la Iglesia” (Col 1,18).

María, permanece para siempre como prototipo y modelo de la Iglesia, en lo referente

a su maternidad.

María fue fecunda sólo por la fuerza del Espíritu. Si la Iglesia quiere ser fecunda, no sólo desde el punto de vista sacramental, sino también existencialmente en la santidad cotidiana, debe renovarse continuamente en el Espíritu. Como el Espíritu ha fecundado misteriosamente a la Virgen y ha generado a Cristo, así fecunda continuamente a su esposa, la Iglesia. Y si María colaboró con el Espíritu para que se realizara aquella

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generación, también la Iglesia debe disponerse, documente, a él, para ser madre de los santos y de los mártires”.

Esto vale para la Iglesia como Iglesia y también para cada cristiano. Para que Jesús pueda nacer en cada alma y continuar; así, el misterio de la Madre de Dios, es necesario que el Creador se ponga en el mismo corazón de la creatura y que el Espíritu divino lo cubra con su sombra.

Hacer nacer a Cristo en sí, como María, sería el modo mejor de celebrar el gran

Jubileo, la gran memoria de estos 2000 años, desde el nacimiento de Cristo de María Virgen, por obra del Espíritu Santo.

Esperemos que nadie en el mundo controle esta natalidad. 3.7 El Espíritu Santo en la Liturgia

Como las acciones salvíficas de Cristo se han cumplido, hace veinte siglos, tarea del Espíritu es hacer visiblemente presente a Cristo Resucitado, a través de los signos para que los hombres se hagan contemporáneos de sus acciones salvíficas: nacimiento, vida, enseñanzas, milagros y, sobre todo, su muerte y resurrección. A la actualización de las acciones salvíficas la llamamos Sagrada Liturgia.

En la sagrada liturgia, -“recapitulación de toda la economía de la salvación”- la

acción del Espíritu es más evidente que nunca; y aún más, en ella, se encuentra la confirmación de cuanto venimos diciendo. En la Liturgia es la Santísima Trinidad, la que actúa: el Hijo encarnado es el centro viviente, el Padre es el origen primero y el fin último y el Espíritu Santo es el que hace presente a Cristo en el hoy de la Iglesia.

En la Liturgia, el Espíritu Santo es el pedagogo de la fe del Pueblo de Dios, el artífice

de las obras maestras de Dios que son los sacramentos de la Nueva Alianza. El deseo y la obra del Espíritu en el corazón de la Iglesia, es, que vivamos de la vida de Cristo resucitado.

Cuando encuentra en nosotros la respuesta de fe que él ha suscitado, entonces se realiza una verdadera cooperación. Por ella, la Liturgia viene a ser la obra común del Espíritu Santo y de la Iglesia. En esta dispensación sacramental del misterio de Cristo, el Espíritu Santo actúa de la misma manera que en los otros tiempos de la economía de la salvación: prepara a la Iglesia para el encuentro con su Señor, recuerda y manifiesta a Cristo a la fe de la asamblea; hace presente y actualiza el misterio de Cristo por su poder transformador; finalmente el Espíritu de comunión une la Iglesia a la vida y a la misión de Cristo”.

En la Liturgia, el Espíritu perpetúa Pentecostés, hace presente el pasado, hace pregustar el futuro, reúne a los fieles en la unidad, vivifica la palabra, está presente y actuante en todos los sacramentos. Así, en el Bautismo es el Espíritu quien nos justifica, nos incorpora a Cristo y a la Iglesia y nos marca, con su sello; en la Confirmación es el Espíritu quien nos hace partícipes del Misterio de Pentecostés, nos ayuda a crecer en Cristo y nos confiere sus siete dones; en la Eucaristía es el Espíritu quien hace presente a Cristo, actualiza el Misterio Pascual, hace de la Eucaristía un Pentecostés, nos hace pregustar el reino futuro y llega a nosotros juntamente con Cristo.

El Espíritu Santo incorpora al “Cristo total” y hace que toda la vida, llegue a ser Liturgia

y Culto.

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3.8 El Espíritu en la vida del Cristiano

Si por un lado, no es fácil decir quién es el Espíritu Santo, por otro, se puede constatar, fácilmente su acción en la vida de aquellos que se dejan transformar por él. Después de haber tratado de su misteriosa acción o interacción trinitaria, con la creación, con Cristo, con la Iglesia, con María, con el hombre en general, debemos contemplar ahora su acción transformadora en la vida del cristiano; que se deja “trabajar” por él, que continúa esculpiendo la imagen de Cristo en el alma de cada bautizado.

El primer efecto del trabajo del Espíritu es disponernos a la acogida de la vida divina,

por la fe. Disponemos y hacemos partícipes de la misma vida divina. Haciéndonos hijos de Dios en el Hijo, los cristianos, dice San Ireneo, “a través del Espíritu, suben al Hijo, y, a través del Hijo, suben al Padre”.

Nuestra vida en Cristo, a la que nos da acceso el Espíritu, se expresa en una relación

filial. Es una vida de hijos, alimentada, orientada, defendida, curada, perdonada y renovada por el Espíritu. El Espíritu Santo es verdaderamente el corazón de la vida cristiana, su misma respiración, hasta tal punto de que manifiesta a Cristo a la fe de la asamblea; hace presente y actualiza el misterio de Cristo por su poder transformador; finalmente el Espíritu de comunión une la Iglesia a la vida y a la misión de Cristo”.

En la Liturgia, el Espíritu perpetúa Pentecostés, hace presente el pasado, hace pregustar el futuro, reúne a los fieles en la unidad, vivifica la palabra, está presente y actuante en todos los sacramentos. Así, en el Bautismo es el Espíritu quien nos justifica, nos incorpora a Cristo y a la Iglesia y nos marca, con su sello; en la Confirmación es el Espíritu quien nos hace partícipes del Misterio de Pentecostés, nos ayuda a crecer en Cristo y nos confiere sus siete dones; en la Eucaristía es el Espíritu quien hace presente a Cristo, actualiza el Misterio Pascual, hace de la Eucaristía un Pentecostés, nos hace pregustar el reino futuro y llega a nosotros juntamente con Cristo.

El Espíritu Santo incorpora al "Cristo total" y hace que toda la vida, llegue a ser Liturgia

y Culto.

3.8 El Espíritu en la vida del Cristiano

Si por un lado, no es fácil decir quién es el Espíritu Santo, por otro, se puede constatar, fácilmente su acción en la vida de aquellos que se dejan transformar por él. Después de haber tratado de su misteriosa acción o interacción trinitaria, con la creación, con Cristo, con la Iglesia, con María, con el hombre en general, debemos contemplar ahora su acción transformadora en la vida del cristiano; que se deja “trabajar” por él, que continúa esculpiendo la imagen de Cristo en el alma de cada bautizado.

El primer efecto del trabajo del Espíritu es disponernos a la acogida de la vida divina,

por la fe. Disponemos y hacemos partícipes de la misma vida divina. Haciéndonos hijos de Dios en el Hijo, los cristianos, dice San Ireneo, “a través del Espíritu, suben al Hijo, y, a través del Hijo, suben al Padre”.

Nuestra vida en Cristo, a la que nos da acceso el Espíritu, se expresa en una relación

filial. Es una vida de hijos, alimentada, orientada, defendida, curada, perdonada y renovada por el Espíritu. El Espíritu Santo es verdaderamente el corazón de la vida cristiana, su misma respiración, hasta tal punto de que el cristiano sólo puede vivir, respirar y vivir del Espíritu Santo,

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Es necesario tratar de recuperar, durante el presente año, valores básicos de la vida cristiana, vividos y predicados, a la luz del Espíritu, pues la salvación no es fruto de la conquista humana, sino el resultado de una relación íntima con Dios que se produce por la acción del Espíritu Santo. Para recuperar esos valores no nos queda otro camino que la oración.

Pero dirigirse al Espíritu Santo significa invocar el don de la docilidad a su acción. Prestémosle, ahora, nuestra docilidad e invoquémosle con Simeón, el Nuevo Teólogo:

Ven, luz verdadera, vida eterna, misterio escondido. Ven, tesoro sin nombre, persona inconcebible. Ven, luz sin ocaso. Ven, espera infalible de todos aquellos que deben ser salvados. Ven, despertador de quienes duermen. Ven, oh potente, tu que siempre haces y rehaces todo y todo lo transformas con tu sólo poder, Ven, oh invisible, totalmente intangible e impalpable. Ven, gozo eterno, corona incorruptible, púrpura del gran Rey, nuestro gran Dios. Ven, tú el Solo en el solo, porque, tu lo ves, yo estoy solo. Ven, tu que has llegado a ser tu mismo deseo en mí; tu, que me has hecho desearte. Ven, mi soplo y mi vida. Ven, consolación de mi pobre alma. Ven, mi alegría, mi gloria y mi delicia por siempre. 3.9 La Esposa y el Espíritu dice: Ven!

Tomo estas palabras del libro del Apocalipsis. Este último tema, nos habla de síntesis, de conclusión. Es un tema celebratorio. El Espíritu y la Novia dicen: “¡Ven!”. Y el que oiga, diga: ¡Ven!. Y el que tenga sed que se acerque, y el que quiera, reciba gratis el agua de la vida. (Ap. 22,17).

Nos acercamos al tercer milenio. Un milenio nuevo, sin estrenar, limpio. E! actual tiene

las manos ensangrentadas. Se ha lanzado, desaforadamente, al progreso técnico material y se ha ido alejando del Espíritu. Resultado comprobado: miles de millones de muertos a destiempo y millones de personas extenuadas de hambre. ¿Una paradoja? ¡Una realidad!.

El cambio de rumbo es obligado. Sólo podrá producirse si es que le permitimos soplar sobre nuestras velas al Espíritu. Las realidades últimas comienzan en el Espíritu. “Se puede decir que la vida cristiana en la tierra es como una iniciación en la participación plena en la gloria de Dios; y el Espíritu Santo es la garantía para alcanzar la plenitud de la vida eterna cuando, por efecto de la Redención, serán vencidos también los restos del pecado que son: el dolor y la muerte”.

4. EN LA BÚSQUEDA DE LA IMAGEN DE LA PERSONA DEL ESPIRITU SANTO

En la presentación del Curso de Cristología, el año pasado, apuntábamos que, a Jesús de Nazaret no podíamos llegar a entenderlo ni a aceptarlo, si no nos situábamos en la práctica del amor y en la óptica de la fe. Y que no podíamos llegar a ese entendimiento

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ni a esa aceptación, aun cuando obraran en nuestro poder un sin número de circunstancias propicias, como las de aquellos que tuvieron la ocasión de ver a Jesús, de hablar con El, de acariciarlo, de tutearlo y hasta de matarlo. Pues era un Jesús que hacía cosas tan más allá de la lógica humana, que, sólo echando mano de nuestras reservas de locura, provenientes de la fe y del amor, se le podía aceptar.

Lo mismo, pero en mayor grado, tenemos que decir ahora sobre la persona del

Espíritu Santo, al iniciar este curso. Sin estos dos elementos, la fe y el amor, va a resultarnos imposible obtener un

diseño de la figura de la Persona del Espíritu Santo. No obstante conocer su definición como Amor y como luz o fuego, y no obstante

saber que es Persona y es Persona Divina, porque él mismo nos lo comunica, se nos escapa -por su naturaleza divina- a todo intento de confinación, de configuración.

Con estos dos elementos de !a fe y del amor, en activo, podemos seguir, aunque a

una considerable distancia, las trazas del Espíritu en la creación, en Cristo, en María, en la Iglesia y en el hombre.

Es este presupuesto, fe y amor, en vivo y en directo, que el Padre Roberto Maloney, Superior General de los Padres Vicentinos, en su Carta Circular, con motivo de la Cuaresma de este año, nos invita a contemplar la presencia del Espíritu en todos los momentos de la vida, -en la luz y en las tinieblas-, con sólo acudir a las lecturas de cada domingo de Cuaresma.

“En Lucas, nos dice el P. Maloney, el Espíritu del Señor descendió sobre María, en

el momento de la Encamación (Lc.1,35). El Espíritu llena también a Jesús en el momento de su Bautismo y lo conduce al desierto durante cuarenta días (Lc. 4,18). Habiendo vencido a Satanás, Jesús vuelve a Galilea por la fuerza del Espíritu (Lc. 4,14) y comienza su ministerio (Lc. 4,18). Jesús se llenó del gozo del Espíritu (Lc. 10,21). El asegura a sus seguidores que su Padre celestial infundirá su Espíritu a todos los que se lo pidan (Lc. 11,13) y les dice que el Espíritu les enseñará, en tiempos de persecución, todas las cosas que han de decir (Lc. 12,12.

El segundo libro de Lucas, los Hechos, acentúa la presencia del Espíritu en la vida

de la Iglesia. Para Lucas, el Espíritu es la Providencia de Dios, es su AMOR que nos acompaña. Lucas, concluye el P. Maloney, nos llama a confiar plenamente en el Espíritu del Señor.

La Revelación nos dice, ciertamente, que la Persona del Espíritu Santo está ahí,

aleteando sobre nosotros, como lo hace el ave sobre sus polluelos, para damos vida y hacernos sentir lo que sentimos, pero cuando volteamos para atrapar su figura, su imagen, con nuestra mirada o con nuestra imaginación, nunca llegamos a tiempo, se nos escurre como el agua de nuestras manos o como el viento que choca con nuestra cara.

De la imagen de la Persona del Hijo, Jesús de Nazaret, tenemos cualquier cantidad

de fotos. Tantas que no caben en nuestros ojos que son como los álbumes de nuestra vida. De la persona del Padre, también tenemos algunas fotos. Menos, desde luego. Pero

no nos resultaría difícil diseñarlas, a partir de lo que El nos dice de su Hijo.

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De la persona del Espíritu Santo no tenemos ni siquiera parecidos. Los signos que la Escritura y la Tradición nos presentan (palomas, lenguas de fuego, aire) nos conducen a su imagen; pero nos dejan en la antesala de su presencia: en sus dones y en sus frutos.

De todos modos, moviéndonos, un poco, en el ámbito de una sana curiosidad, debemos recordar que la teología, apuntalada en la Revelación, nos enseña que la persona del Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Su imagen, por tanto, su identikit, su fotografía, no puede estar muy lejos ni de la imagen del Padre ni de la imagen del Hijo.

Decimos que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. La procedencia, ya sea

en tiempo, ya sea en eternidad, nos habla de parecidos, por razón de su cercanía. De hecho sabemos que el Espíritu Santo está en el Padre y está en el Hijo y es uno

con el Padre y el hijo y está consiguientemente en todos aquellos que, por amor, hemos sido hechos a imagen y semejanza de la Trinidad. “Y vendremos a él y haremos morada en “él”.

A modo de conclusión -y a título personal- debo señalar que no creo que estemos

desacertados al afirmar que la creación del hombre nos permite elaborar la imagen del Espíritu Santo, a través del hombre mismo. El Espíritu Santo tiene nuestra propia imagen, es parecido a nosotros. La pequeña diferencia lógica de su naturaleza y atributos divinos no debe cambiar mucho las cosas, ya que, en breve, "le veremos tal cual es y seremos semejantes a él”

Este curso debe ser lección y oración. Debe ser estudio y celebración. El hecho de

que no tengamos, por el momento, vía Sagrada Escritura, una imagen como tenemos del Padre y del Hijo, no es motivo para desanimamos, sino para todo lo contrario: para estudiar y rezar mas: Hay que pedírsela en la oración. Déjanos ver tu rostro. Y pedirla en nuestra oración al Padre. Porque “el Padre del cielo dará el espíritu a quienes se lo pidan” (Lc. 11,13).

Serafín de Sarov, un santo ruso, afirmaba, allá por 1833: “El verdadero fin de la vida

cristiana es conseguir el espíritu Santo. La oración, el ayuno, las vigilias, la limosna y toda otra buena acción, hecha en el nombre de Cristo, son sólo medios para conseguir el Espíritu Santo”.

Como pueden ver, vamos por buen camino. Buenas noches.

P. Enrique Mangana López, C. M

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Primer Congreso Nacional Misionero Chiclayo Del 4 al 8 de Agosto De 1993

Panel:

“LOS CENTROS PARROQUIALES Y DIOCESANOS DE MISIONES, INSTRUMENTOS

NUEVOS Y VÁLIDOS DE ANIMACIÓN Y FORMACIÓN MISIONERA”

Nota de suma importancia:

Queridos misioneros: Una lógica elemental para poder hablar de los centros Diocesanos y parroquiales de Misiones como instrumentos nuevos y válidos para la animación misionera nos obliga a definirlos, a decir qué son, antes de decir que son nuevos y válidos para la animación misionera.

Al hablar de Centros Diocesanos y parroquiales de Misiones, hablamos lógicamente de los centros que hemos tratado de configurar, aquí en la Diócesis de Chiclayo, a partir del Congreso Misionero del Norte, celebrado hace diez años, en este mismo escenario.

Los definimos como “instituciones que aseguran la presencia de l carisma misionero en la vida de la Iglesia local y ofrecen la posibilidad de que la diversidad misionera de los carismas se encarne y llegue a ser vida en las personas.

Para la definición, utilizamos los mismos términos que Monseñor Luís Augusto Castro Quiroga utilizó para inspirarlos y animar, en cierto modo, su identidad.

Entre paréntesis ¿no creen ustedes que es un poco irreverente que hablemos de

estas dos criaturas, los centros Diocesanos y Parroquiales, teniendo a su señor padre aquí presente?

Creo que Monseñor Castro Quiroga no se va a molestar porque todo lo que tenemos para sus hijos son piropos.

La definición es válida para los dos niveles, parroquial y diocesano. Pero tal vez esté mas acertada y justa al referirla a los centros parroquiales, en especial, si la completamos diciendo que son los centros parroquiales los que constituyen el mejor instrumento para el aterrizaje misionero.

La animación claro está, necesita de personas y necesita de ambientes o lugares. Necesita de personas, pero más que de personas, necesita de equipos de personas. A diferencia de las tradicionales direcciones, cuya eficiencia se limitaba a la capacidad y al entusiasmo de una sola persona, los centros cuentan con equipos de personas cuya capacidad de trabajo y de proyección es, indiscutiblemente, superior.

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Es por ello, que hemos estructurado su constitución, similar en ambos niveles, de la siguiente manera.

Cada centro tiene una coordinación general, con un equipo de dos sub coordinadoras y cuatro secretarías con sus respectivos equipos de trabajo para Infancia Misionera, Juventud Misionera, Unión de Enfermos Misioneros y Familia Misionera.

El centro diocesano tiene, además, una Tesorería para los fines pertinentes. Esta estructuración está pensada para atender todas las necesidades pastorales

de una familia. Los centros no son algo añadido a la Parroquia o a la Diócesis. Es la parroquia

misma que enfoca toda su pastoral para animar, formar y organizar la actividad misionera en el ámbito parroquial. Y es la diócesis misma que anima, forma y organiza la actividad en el ámbito diocesano.

Aunque nos cueste un poco debemos esforzarnos en entender que, si la Iglesia es esencialmente misionera, toda la pastoral de la Iglesia diocesana o parroquial, deberá se pastoral misionera.

Los centros, así entendidos posibilitan la realización del deber supremo de todo bautizado.

Al hablar de centros parroquiales y de centros diocesanos inercialmente pensamos también en centros nacionales. Sería una vertebración lógica, pero la tarea de la animación, la formación y la organización misionera, a nivel nacional, está a cargo de la O.M.P. y de la Comisión Episcopal correspondiente. Como ustedes saben: “entia non sunt multiplicanda sine necesitate”

. 2. Composición de lugar Si lo que voy a exponer no fuera de su completo agrado, no se preocupen no lo tomen a mal. De todos modos, al terminar les pediré disculpas. Nos encontramos en Chiclayo, Perú, 2003, celebrando el primer Congreso Nacional Misionero (I CONAMI), pero vamos a retroceder un poco para agarrar carrerita y seguir las huellas de la progresiva configuración de los centros diocesanos y parroquiales de misiones.

COMLA 4, celebrado en Lima, 1991. IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en santo Domingo, 1992. COMINOR, Congreso Misionero NOR Peruano, celebrado en este mismo escenario, 1993. COMISUR, Congreso Misionero del Sur, celebrado en Arequipa, 1995. COMLA 5, Celebrado en Belo Horizonte, Brasil, 1995 COMICENTRO, Congreso Misionero del Centro Peruano, celebrado en Huancayo en 1998. COMLA 6 – CAM 1, Celebrado en Paraná, Argentina, 1999.

En los documentos de todos estos eventos misioneros se habla, directa o indirectamente de la creación de los Centros Diocesanos y Parroquiales de misiones. 3. Inspiración y progresiva configuración de los centros de misiones 3.1 Ponencia de su Excelencia Monseñor Luís Augusto Castro Quiroga, COMLA 4, Lima, 1991, sobre la Educación Universitaria de la fe.

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Es una larga ponencia que tiene un largo título y una conclusión que todavía no concluye. De ella usurpamos lo siguiente: El acápite 4.1 dice así: El Centro Misionero Diocesano

“El centro Misionero Diocesano es una institución que asegura la presencia de todo el carisma misionero en la vida de la Iglesia local y da la posibilidad de que la diversidad misionera de los carismas encuentre la posibilidad de encarnarse, de llegar a ser vida en las personas concretas. El Centro Misionero Diocesano es, entonces, el lugar de la máxima acogida de toda expresión misionera en la Iglesia Local, vocacionalmente hablando, de la mayor y mas variada provocación misionera. El centro asume toda vocación misionera vivida y desafía a vivir misioneramente toda vocación”.

Son de interés para nuestro panel otros tres puntitos de la ponencia de Monseñor Luís Augusto Castro.

Al hablar de relación entre el Centro Misionero Diocesano y las Obras Misionales Pontificias presentes en la diócesis, nos dice:

“Función primordial del centro es reflejar el estilo misionero peculiar, el rostro misionero propio de una Iglesia local. Esta identidad misionera local está dada por el espíritu con que actúa la misión, por las actividades que desea acentuar mayormente, por los contenidos misioneros que evidencia y por los métodos que elige”.

Mas abajo: "Considero que las Obras Misionales Pontificias, conscientes de la necesidad del Centro Misionero Diocesano deberían actuar como de parteras que favorecen que la Iglesia local lo dé a luz y estimule su crecimiento al punto de lograr establecer la primera o la segunda relación a que hemos aludido"

La primera relación a que aludía era esta: "Las OMP están involucradas dentro del Centro Misionero Diocesano que las ha hecho suyas ocupando “con todo derecho el primer lugar” en su programación y preocupación". La cita intercalada es del DG 38.

La segunda relación dice así: "Las OMP y el Centro Misionero Diocesano son dos entidades presentes en la Diócesis, igualmente misioneras y en estrecha colaboración aunque diferentes en sus objetivos específicos".

No se apunta aquí nada de los Centros Parroquiales de Misiones porque gozan de plena autonomía en su constitución y funcionamiento ya que su propósito, su razón de ser, es la animación, la formación y la organización misionera en el ámbito de la parroquia. 3.2. IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano Santo Domingo, 1992

El Episcopado Latinoamericano, después de constatar, en su Documento, que se

percibe un concepto muy limitado y hasta erróneo de nuestra naturaleza misionera, al no considerarla como deber supremo, invita a cada Iglesia Particular del continente a que “Introduzca en su pastoral ordinaria la animación misionera, apoyada en un centro misionero diocesano, sostenido por un equipo misionero, movido por una espiritualidad viva para una acción misionera, creativa y generosa”. La misma Conferencia establece diversos mecanismos o líneas pastorales que de haberse implementado a su debido tiempo, la Iglesia de América latina estaría ya en plena primavera y con nuevo rostro.

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3.3 COMINOR, Del 4 al 8 de Agosto de 1993

El Congreso Misionero del Norte (COMINOR) se celebró del 4 al 8 de agosto de 1993, pero empezó a prepararse en noviembre de 1991, bajo la batuta del P. Mario Masón.

Ya desde el inicio de la preparación condicionamos nuestra colaboración y nuestro esfuerzo al cambio de las entonces llamadas direcciones o delegaciones de misiones, a cargo de una sola persona, por algo, todavía sin nombre, que luego se llamarían Centros de Misiones. No resultó fácil. Pero todos ustedes, muchos de ustedes, son testigos de la animación misionera de estos diez últimos años en la que mucho tienen que ver los Cedimis y los Cepamis.

Abramos las páginas de las memorias del Cominor. En el capítulo referido a los compromisos y conclusiones prioritarias de dicho Congreso, como que se fuerza a estas dos criaturas, a estos centros, a tomar figura y nombre y a empezar a caminar.

Quienes caminamos a su lado, con la asesoría, debemos apuntar que sus primeros pasos fueron muy inseguros. El Cominor, en cambio, los creía capaces de todo.

Para la animación misionera: “Crear un centro Diocesano Misionero en la que estén representadas las fuerzas vivas de la diócesis” “Comprometer a los señores Obispos, asistentes al Cominor, a que favorezcan la creación del centro Diocesano Misionero, arriba mencionado, con su acción o al menos con su presencia”.

Para la formación misionera: “Estudiar la posibilidad de la creación de un centro de Formación Misionera Regional”.

Para la organización misionera: “Dotar a los centros arriba mencionados de una oficina propia para las misiones”.

Temeroso de que el parto no llegara a producirse y las criaturas quedaran en el papel, los llevamos a las “Líneas prioritarias a ponerse en práctica”.

La necesidad de que el dinamismo misionero renueve nuestras Iglesias Locales, refuerce la fe y la identidad cristiana, pues “la fe se fortalece dándola”, requiere urgentemente que, en cada Diócesis, se constituya el Centro Diocesano Misionero, sobre la base de la OMP, en coordinación con el Sr. Obispo.

Y hay algo más, además, en dichas líneas prioritarias: “Que este Centro Diocesano de Misiones cree, a su vez, equipos parroquiales de

animación misionera (Infancia Misionera, Unión Misional de Enfermos, Grupos Juveniles Misioneros).

Equipos que, como ya hemos indicado, fueron llevados a la categoría de centros. Centros Parroquiales de Misiones.

4.- Los primeros pasos de los recién nacidos centros diocesanos y parroquiales de misiones. En los trípticos que el CONAMI, vía Cedimis, les ha facilitado, encontrarán ustedes la

definición de estos centros, cómo nacen, cuáles son sus objetivos, cuáles sus funciones y su actual organización tanto a nivel diocesano como a nivel parroquial.

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Hay algo paradójico en la aparición de los Centros. Por lo general los padres nacen antes que los hijos. En éste caso ha sido al revés. Los Centros Parroquiales nacieron de pié y echaron a caminar el mismo en que se clausuró el Congreso. Los Centros Diocesanos, con eso de que las cosas de palacio van despacio, tardaron casi un año en hacerse a la mar. Pero una vez puestos en marcha caminaron juntos en la misma dirección y el Centro Diocesano cumplió eficientemente su tarea de animar, formar y organizar la actividad misionera en el ámbito de la diócesis, creando Centros Parroquiales y participando activamente en todos los eventos misioneros de América Latina, llevando con su presencia, la gran noticia de que el aterrizaje misionero es posible y que puede demostrarse con la creación de estos centros en todas las circunscripciones y en todas las parroquias de la Iglesia Universal.

Constatamos aquí, por si acaso se les olvida hacerlo el día de mañana que Cedimis Chiclayo ha estado sus nueve años en permanente actividad, programando anualmente sus tareas misioneras en coordinación lógica con OMP Lima y con la Diócesis de Chiclayo. Realizando hasta ocho cursos de animación y formación misionera, muchos cursillos y jornadas de preparación de los integrantes de los equipos de Infancia Misionera, Juventud Misionera, Unión de Enfermos Misioneros (UEM) y Familia Misionera.

“Por sus frutos los conoceréis”. Pues bien ahí están sus frutos. Frutos como el huerto bien regado. Con vocaciones religiosas y con misioneros “ad gentes”.

No se si nuestros cohermanos de Lurín, Cajamarca, Huancayo, Piura, trujillo y Callao están de acuerdo en que pongamos aquí sus nombres. De todos modos ya lo hemos hecho.

¿Qué mas se necesita para reconocer su novedad y su valía? 5. – Pon tu grito en el cielo Entiendo que la mejor manera para que el Primer Congreso Nacional Misionero

pueda poner su grito en el cielo es asumiendo el compromiso de crear, al menos en las demarcaciones eclesiásticas asistentes a este Congreso, los Centros Diocesanos y Parroquiales de misiones.

Al elaborar el esquema de este breve panel, pensé, aunque sólo por un instante porque ya estaba el programa impreso, pensé, digo, en cambiarle los titulares. Rezaría así:

El Primer Congreso Nacional Misionero

ha sido convocado y celebrado para poner el grito en el cielo. Y esto sí suena bien. Y es atractivo porque tiene música y poesía y porque,

además, si somos consecuentes, para eso se ha convocado. para poner el grito en el cielo.

Cuando el Señor eligió a sus apóstoles, los eligió para ser pescadores. Pescadores

de hombres. Al enviarlos a faenar tuvo que utilizar la forma de comunicación de los pescadores, es decir el grito. Tuvo que poner las manos en forma de bocina y gritar: ¡Remen mar adentro¡ Si ustedes lo prefieren: !Duc in altúm!. O tal vez en su lengua nativa que no se cómo es pero sé que algo celestial porque El vino de arriba.

El ruido del oleaje obliga a los marineros, digo a los misioneros, .a comunicarse a gritos.

¡Gritar¡ Y ¿por qué no?

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En la oración del Congreso escuchamos el grito de Juan Pablo II, prolongación del grito del Señor, para decirnos a todos los bautizados que evangelizar es nuestro deber supremo. Y no creo que haya moros entre ustedes. Bueno moros tal vez no, pero sordos., tal vez haya alguno. Le pedimos que ponga atención que es el Papa quien le grita.

En el himno del Congreso, disparamos un grito a cada continente, Pero no un grito a la manera del grito de Edvar Munch, desesperado y desesperante, sino a la manera de los "ijujús" de los salmos como respuesta gratificante a los "save our souls" que nos llegan desde el corazón y la mente de esos mas de cuatro mil, cincuenta y cinco millones de seres humanos, hermanos nuestros hechos por Dios a su imagen y semejanza.

El grito del CONAMI nos un grito del niño malcriado que pide irracionalmente la luna. El grito no se produce nunca sin motivos. Se emite siempre en situaciones límite, cuando algo muy importante está en juego.

Si la salvación de mas de cuatro mil, cincuenta y cinco millones de hijos de Dios está en juego, hay motivos para gritar. Sabemos de memoria y también de estimativa que hay no pocos cristianos que, cuando se les dicen las cosas serías y comprometedoras, no aguantan pulgas: -"!No me grite, Padre, que no soy sorda".

Amigos misioneros, hay muchos casos en los gritar no es opcional, es obligatorio. Uno de estos casos es el CONAMI. Dotar a este Congreso de la dimensión del grito, no es una simple ocurrencia poética. No estamos iniciando el grito, lo estamos sosteniendo.

"Te doy mi corazón sincero, para gritar sin miedo tu grandeza, Señor” decimos en la Canción del Misionero. "Del corazón de los Andes, brota el grito del Espíritu, grito de fe en Jesucristo, grito de un pueblo en camino" cantaba el COMICENTRO.

Termino. Hace diez días y sin querer queriendo, logré captar la conversación de dos damas atareadas con los preparativos del Congreso; -Me han dicho que el "abogado del diablo” se ha quedado completamente afónico. ¡Qué bueno! Ya podemos trabajar tranquilas.

Les informo que ese "abogado del diablo" era yo. Soy yo. Y yo creo que no podemos celebrar un congreso misionero para quedar tranquilos. Para quedar tranquilos no hace falta celebrar congresos.

Enrique Mangana López, C.M. Chiclayo, Agosto, 2003

EL OTRO CONGRESO

EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE VIDA NUEVA

Esperamos que, no esté prohibido soñar.

No me refiero a esos estrafalarios y descabellados sueños que se apoderan de nosotros cuando estamos dormidos. Me refiero a esos maravillosos sueños que, en plena alerta y vigilia, brotan de nuestra consciente creatividad y de nuestra, bien despierta, vivencia cristiana. Se trata de eso que algunos califican de “soñar despiertos”. Queremos soñar despiertos. Nos gusta soñar despiertos. Y esperamos que no esté prohibido soñar despiertos.

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Con esta humana esperanza que, dadas las circunstancias, también es una justa espera, nos atrevemos a pedir que, el Congreso Eucarístico Diocesano, programado por la Comisión Diocesana del Jubileo 2000 como una actividad más dentro de las actividades del año jubilar, no sea un congreso de tantos o un congreso que podría celebrarse en cualquier otra oportunidad, sino que sea el Congreso Eucarístico del Año Santo 2000. el punto primero de la celebración jubilar y el punto de partida para la vida nueva. Es decir un congreso término y comienzo, un congreso irrepetible.

En Reunión de Presbiterio, correspondiente al mes de abril, se detallaron algunos pormenores siempre sobre la base de que, el evento a realizarse en la polifacética semana que va del 25 de junio al 01 de julio, está en vías de preparación y que la Comisión está llana a recibir sugerencia. En circular previa, dirigida tan sólo a los señores Párrocos, se habían adelantado los siguientes puntos:

“A nivel del ámbito parroquial, se ha sugerido que, un mes antes del Congreso, podamos dedicarnos a la tarea de formar a nuestros fieles. Algo similar se podría hacer en el trabajo pastoral que desempeñas. Que sepas que las conferencias, a las que están invitados tres obispos, se tendrán por las tardes y comenzarán a partir de las 3:00 p.m. hasta las 9:00 p.m.”

“Sabemos que tendremos dificultades a la hora de encontrar fieles con

disponibilidad de tiempo, para asistir, pero que esto no impida que realicemos aquello que dice el Santo Padre: “El dos los puntos de avance de la circular firmada por el P. Carlos Mundaca.

Creo que las dos, primeras recomendaciones huelgan. Que están demás. Toda tarea pastoral parroquial tiene que estar encaminada a la Eucaristía, a su celebración y, consiguientemente, su preparación.

Y el temor a la falta de concurrencia, o posible falta de concurrencia, por parte de los

laicos, es justificable si se piensa en un congreso eucarístico netamente académico. Estamos seguros de que hay otros caminos para despertar el apetito.

Decían los miembros de la Comisión que estaban llanos a recibir sugerencias. Pues bien que la cosa no quede por falta de sugerencias. Sugerencias, apuntaladas

por la vivencia eucarística de 23 Centros de la Primaria Archicofradía de los Jueves Eucarísticos, correspondientes a otras tantas parroquias. Centros y Parroquias de la Diócesis de Chiclayo.

1. TEXTO BASE

Se necesita un Texto Base para la celebración del Congreso, pero, sobre todo, para la preparación, que es lo que más importa en la realización de un congreso.

a) Entendemos que un congreso debe moverse en torno a objetivos y metas. Para el proyectado congreso eucarístico, existen hermosos objetivos que hablan no sólo de conveniencia y oportunidad, sino incluso, de necesidad. No en vano ni por inercia se ha señalado la Eucaristía como tema de reflexión para este año santo. La doctrina escriturística y teológica nos presenta la Eucaristía como “Sacramento de Vida Nueva”.

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Llevar a todos los fieles, letrados e iletrados, esta dimensión de la Eucaristía no es ningún imposible, y sí es una necesidad urgente y transformadora. ¿Objetivos? Amén de los primarios referidos a un mayor conocimiento de la Eucaristía y de su acción transformadora de la vida del cristiano, podrían especificarse: 1. Descubrir y vivir cada día con más fuerza cómo la identidad de la Iglesia tiene su fundamento y su fuente en la Eucaristía. Jesús nos legó su propio misterio para que vivamos siempre de él y para que lo revivamos en el mundo. La entraña de este misterio está en que El es el Dios que está en persona con nosotros, “Emmanuel”.

2. Descubrir y vivir cómo la Eucaristía inaugura un movimiento desconcertante que lleva a los discípulos que la celebran, a responder a aquel movimiento de Dios, con una responsabilidad con el mundo y de solidaridad con los hombres, con cada uno de los cuales el Hijo de Dios se ha identificado. 3. Descubrir y vivir cómo la Eucaristía me instaura en unas relaciones sanas con la realidad en su cuádruple vertiente:

relación con la naturaleza, (pan), relación con el prójimo, (comensalidad), relación con la historia (Jesús que vivió y pervive), relación con el misterio de amor y de gracia que es Dios (el pan

que la tierra nos da se convierte en el pan nuevo y vivo del Reino definitivo).

Todos estos objetivos específicos no son producto directo y original nuestro. Están

dados para otras latitudes pero son válidos para la nuestras.

Las metas deberían fijarlas las integrantes de la misma Comisión organizadora. Siendo la Eucaristía el punto de partida para esa “vida nueva” hay en nuestro medio un sin fin de metas que el Congreso podría establecer. Colaborando con la Comisión, diríamos: b) No podemos contentarnos con un congreso eucarístico académico dirigido de antemano a los Sres. Sacerdotes, a religiosos y religiosas, con la participación de algunos laicos “selectos”. Eso sería parte del congreso, pero el congreso no debería limitarse a eso. ¿O es que todavía no tenemos la convicción de que, en los caminos de la salvación, no se incluye, necesariamente, un especial manejo de la Sagrada Escritura y de la Teología? 2. INSTRUMENTOS DE ANIMACIÓN Además del Texto Base, en el que se constatan objetivos y metas, actividades y recursos, deberían procurarse para el Congreso instrumentos varios de animación, como son: a) Afiches. Bueno sería el que acostumbra a utilizarse en la celebración diocesana del Corpus, claro está, con un logo y una leyenda específicas.

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b) Lema. Bueno es el del Congreso Misionero Mundial a celebrarse este año, en Roma, en el mes de octubre y que reza así: “JESÚS, FUENTE DE VIDA PARA TODOS”. c) Himno. A falta de tiempo para creaciones originales, podría convenirse en alguna de las muchas y hermosas canciones compuestas por autores varios y para este año, en torno a la Eucaristía. “El Sacramento de nuestra fe”, del P. Muñoz, podría resolver la situación. d) Libros. sobre la Eucaristía, además del Libro Oficial elaborado por la Comisión Central del Jubileo, una mayor difusión de la Carta Pastoral del Sr. Obispo.

En lo que se refiere a la Eucaristía, y pensando en el año santo, se puede hablar de una verdadera explosión bibliográfica. Hay muchos y buenos. Desde temas sencillos hasta verdaderos tratados como el del P. Carlos Ignacio Gonzáles, S.J. “Bendijo el pan y lo partió”. Y es cierto que, aunque algunos están al alcance del bolsillo, son muy pocos los que están al alcance de la mano. Buena tarea para el Congreso.

Hay uno, muy especial, que el Congreso debe promocionar y utilizar. Es el Devocionario Eucarístico de la Primaria Archicofradía de los Jueves Eucarísticos, elaborado por Don Jesús Martínez, para este año santo, y presentado por el P. Vicente del Val Meléndez, actual Director General de la Cofradía de los Jueves Eucarísticos, quien, aún desde lejos -Zaragoza, España-, muestra un gran entusiasmo y amor por el Perú. e) Cancioneros y otros. Pero este otros no lo ponemos para concluir el párrafo. Los Centros Parroquiales de la Primaria Archicofradía de los Jueves Eucarísticos tienen banderas, medallas, distintivos varios. ¿Por qué se ha desestimado y “hasta prohibido” el que se presenten en las manifestaciones eucarísticas públicas con sus insignias...? 3. ALGUNAS METAS De los objetivos del Congreso brota, decíamos, un sin fin de metas. Con la esperanza de que se nos disculpe el atrevimiento, señalamos algunas que han sido siempre de mi anhelo, anhelo y agrado. 3.1 Propiciación del Ministerio de la Eucaristía a los agentes pastorales laicos.

Pensamos que, selectos integrantes de la Unión de Enfermos Misioneros, (UEM), podrían prestar su ayuda, con la debida autorización del Sr. Obispo, para llevar la Comunión a los Enfermos. Creemos que, en estos momentos, esta ayuda es no sólo necesaria sino casi indispensable. La pastoral de los enfermos nos habla de una consoladora realidad a la que los sacerdotes no pueden atender, adecuadamente, sin la ayuda de los laicos. 3.2 Rentabilizar y redimensionar el presupuesto religioso de Eten como ciudad eucarística. Partiendo del Niño del Milagro y dejando de lado toda formulación o valoración de autenticidad, de historia o de leyenda, debemos pasar a la interpretación de este fenómeno religioso local para revitalizar la vida cristiana del entorno. Y todo ello, a través de la Eucaristía. Al igual que se ha hecho en otros muchos lugares, y aún en nuestro propio medio, en el que de simples devociones personales se ha arribado a multitudinarios centros de fervor religioso, -debería hacerse con “Eten, como ciudad eucarística”

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CONCLUSIÓN Somos conscientes de que no es fácil imprimir, en el Congreso Eucarístico Diocesano

esta otra dimensión, pero es lo que otorgaría al Congreso su razón de ser. El esfuerzo señalaría el grado de nuestro aprecio por la Eucaristía en el termómetro

de nuestra vida cristiana. Y como el aprecio debe ser sumo, del mismo modo nuestro esfuerzo debe ser el más grande.

Señores integrantes de la Comisión den cabida a los laicos en el seno de su propia

Comisión no escatimen esfuerzos. Nobleza obliga.

P. Enrique Mangana López, C. M. Asesor

ÍNDICE Introducción La Iglesia local mirando al 2000……………… Jornada mundial de la Infancia Misionera (1994). El Centro Diocesano de Misiones de Chiclayo….. La Oferta del Perdón……………………………. Salvación, Reconciliación y Penitencia…………. Jesús Hominum Salvator (JHS)………………… Jesucristo, Salvador del Mundo……………… Celebraciones y Plegarías: “La demanda del Perdón”……………………………………………

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Ubi Spiritus, ibi salus (Presentación del Curso sobre la Persona del Espíritu Santo…………….. La Persona del Espíritu Santo…………………... Los Centros Parroquiales y Diocesanos de Misio- nes, instrumentos nuevos y válidos de animación y formación misionera…………………………. El otro congreso: Eucaristía, Sacramento de Vida Nueva………………………………………

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CCoolliisseeoo MMaannuueell PPaarrddoo EEsscceennaarriioo DDee llooss