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Democracia Deliberativa y Educación: La Formación Ciudadana y los Espacios Públicos Carolina Pallas ° Como es harto sabido la educación y la democracia son prácticas que se retroalimentan; por ello para determinar qué educación, es previa la pregunta sobre qué democracia. A su vez, toda teoría de la democracia requiere una concepción de ciudadano. Desde diferentes contiendas ideológicas se reclama hoy, como tarea imprescindible e imperiosa de la educación, la formación ciudadana. Pero ¿estamos refiriéndonos todos al mismo tipo de democracia? ¿Tenemos todos la misma concepción de ciudadano? Creemos que no, por lo que se hace necesario, antes de delinear a cuál formación ciudadana apelamos, determinar a qué democracia nos referimos. En este artículo pretendemos presentar una propuesta de ciudadanía y los requisitos de su formación. Para ello comenzaremos presentando la teoría habermasiana de democracia deliberativa, que aparece como alternativa al modelo de democracia liberal, dominante hasta el momento. Creemos que la democracia deliberativa, además de ser una de las más discutidas en la actualidad, se nos presenta muy atractiva y sugestiva por las perspectivas que despliega, especialmente en el examen de qué ciudadano requiere nuestra época. La Democracia Deliberativa Habermasiana. El núcleo de toda teoría democrática está en quién está autorizado a tomar decisiones colectivas y bajo qué procedimientos. La democracia se legitima si la autorización para ejercer el poder estatal surge “de las decisiones colectivas de los miembros iguales de una sociedad, quienes son gobernados por ese poder”. 1 Las teorías de la democracia, en tanto se determinarán por “lo que requiere una decisión para ser colectiva, autorizada por los ciudadanos como cuerpo” 2 , demandarán una concepción de ciudadano. Quién decide, sobre qué asuntos y cómo se decide nos lleva a las diferentes teorías de la democracia. ¿Cómo se llega a decisiones colectivas? ¿Cómo traducir muchas voluntades en una? Nos encontramos con dos respuestas a estas preguntas: - o acumulando preferencias y tomando por igual consideración a los intereses de cada persona - o por un proceso de transformación de las preferencias de los miembros de la sociedad. Para el primer caso la democracia se agota con la agregación de preferencias, ya que los intereses de los individuos se toman como dados e irreductibles. Felix Ovejero, denomina al primer grupo “democracia como instrumento”: “los votantes, como sucede con los consumidores, se enfrentarían a diversas opciones y elegirían según su parecer, según sus preferencias, de modo que, al fin, el estado social (la voluntad general) obtenido será aquel que satisface al máximo número de individuos. (...) La democracia no sería otra cosa que un instrumento imparcial, un conjunto de reglas que permite traducir muchas voluntades en pocas, una función matemática que tiene como dominio las preferencias de los individuos y como rango una voluntad general. (....) Aquello que se evalúa, justifica y da sentido a ese conjunto de reglas que es la democracia es su potencialidad para acceder a cierto estado final, sus consecuencias, y es –la deseabilidad de- el estado final lo que lleva a construir el instrumento democracia.” 3 La democracia se justifica mientras obtenga ciertos resultados, sino habría que buscar otro instrumento para el resultado deseable. ° Publicado en Revista Conversación “Revista interdisciplinaria de reflexión y experiencia educativa”. Nº 8. Montevideo, Setiembre 2004, pp. 3-11.

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Democracia Deliberativa y Educación: La Formación Ciudadana y los Espacios Públicos Como es harto sabido la educación y la democracia son prácticas que se retroalimentan; por ello para determinar qué educación, es previa la pregunta sobre qué democracia. A su vez, toda teoría de la democracia requiere una concepción de ciudadano. Desde diferentes contiendas ideológicas se reclama hoy, como tarea imprescindible e imperiosa de la educación, la formación ciudadana. Pero ¿estamos refiriéndonos todos al mismo tipo de democracia? ¿Tenemos todos la misma concepción de ciudadano? Creemos que no, por lo que se hace necesario, antes de delinear a cuál formación ciudadana apelamos, determinar a qué democracia nos referimos.En este artículo pretendemos presentar una propuesta de ciudadanía y los requisitos de su formación. Para ello comenzaremos presentando la teoría habermasiana de democracia deliberativa, que aparece como alternativa al modelo de democracia liberal, dominante hasta el momento. Creemos que la democracia deliberativa, además de ser una de las más discutidas en la actualidad, se nos presenta muy atractiva y sugestiva por las perspectivas que despliega, especialmente en el examen de qué ciudadano requiere nuestra época.

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  • Democracia Deliberativa y Educacin: La Formacin Ciudadana y los Espacios Pblicos

    Carolina Pallas

    Como es harto sabido la educacin y la democracia son prcticas que se retroalimentan; por ello para determinar qu educacin, es previa la pregunta sobre qu democracia. A su vez, toda teora de la democracia requiere una concepcin de ciudadano. Desde diferentes contiendas ideolgicas se reclama hoy, como tarea imprescindible e imperiosa de la educacin, la formacin ciudadana. Pero estamos refirindonos todos al mismo tipo de democracia? Tenemos todos la misma concepcin de ciudadano? Creemos que no, por lo que se hace necesario, antes de delinear a cul formacin ciudadana apelamos, determinar a qu democracia nos referimos. En este artculo pretendemos presentar una propuesta de ciudadana y los requisitos de su formacin. Para ello comenzaremos presentando la teora habermasiana de democracia deliberativa, que aparece como alternativa al modelo de democracia liberal, dominante hasta el momento. Creemos que la democracia deliberativa, adems de ser una de las ms discutidas en la actualidad, se nos presenta muy atractiva y sugestiva por las perspectivas que despliega, especialmente en el examen de qu ciudadano requiere nuestra poca. La Democracia Deliberativa Habermasiana. El ncleo de toda teora democrtica est en quin est autorizado a tomar decisiones colectivas y bajo qu procedimientos. La democracia se legitima si la autorizacin para ejercer el poder estatal surge de las decisiones colectivas de los miembros iguales de una sociedad, quienes son gobernados por ese poder.1 Las teoras de la democracia, en tanto se determinarn por lo que requiere una decisin para ser colectiva, autorizada por los ciudadanos como cuerpo2, demandarn una concepcin de ciudadano. Quin decide, sobre qu asuntos y cmo se decide nos lleva a las diferentes teoras de la democracia. Cmo se llega a decisiones colectivas? Cmo traducir muchas voluntades en una? Nos encontramos con dos respuestas a estas preguntas:

    - o acumulando preferencias y tomando por igual consideracin a los intereses de cada persona

    - o por un proceso de transformacin de las preferencias de los miembros de la sociedad. Para el primer caso la democracia se agota con la agregacin de preferencias, ya que los intereses de los individuos se toman como dados e irreductibles. Felix Ovejero, denomina al primer grupo democracia como instrumento: los votantes, como sucede con los consumidores, se enfrentaran a diversas opciones y elegiran segn su parecer, segn sus preferencias, de modo que, al fin, el estado social (la voluntad general) obtenido ser aquel que satisface al mximo nmero de individuos. (...) La democracia no sera otra cosa que un instrumento imparcial, un conjunto de reglas que permite traducir muchas voluntades en pocas, una funcin matemtica que tiene como dominio las preferencias de los individuos y como rango una voluntad general. (....) Aquello que se evala, justifica y da sentido a ese conjunto de reglas que es la democracia es su potencialidad para acceder a cierto estado final, sus consecuencias, y es la deseabilidad de- el estado final lo que lleva a construir el instrumento democracia. 3 La democracia se justifica mientras obtenga ciertos resultados, sino habra que buscar otro instrumento para el resultado deseable.

    Publicado en Revista Conversacin Revista interdisciplinaria de reflexin y experiencia educativa. N 8. Montevideo, Setiembre 2004, pp. 3-11.

  • El modelo liberal entiende que la funcin del Estado es proteger los derechos privados (tradicin romana). Por ello el papel del ciudadano se reduce a ser mero portador de derechos que debe asegurar sus intereses privados tanto del Estado como del resto de los individuos. La ciudadana es una especie de caparazn que protege al individuo del resto. El acto poltico por excelencia es votar representantes, elegir candidatos; y estos se juzgan al final de su mandato en la media que son o no reelectos.

    Para la segunda respuesta, los intereses pueden modificarse, a travs de un proceso de convencimiento, y la democracia tiene que ver sobre todo, con la formacin de la voluntad colectiva a travs de discusiones pblicas. Por ello la democracia tiene valor en s misma, las decisiones son colectivas si surgen del razonamiento libre y pblico. Los ciudadanos se tratan recprocamente como iguales, no al otorgar una consideracin equivalente a los intereses quizs algunos intereses deban ser descartados por las disposiciones de eleccin colectiva vinculante- sino al ofrecer mutuamente justificaciones para el ejercicio del poder colectivo enmarcado en consideraciones que pueden, de un modo general, ser reconocidas por todos como razones.4 Esta perspectiva entiende la poltica como una mediacin, sino como la actividad constitutiva de la socializacin, por lo que no alcanza la esfera de proteccin de los derechos privados, sino que son necesarias las libertades positivas de participacin y comunicacin. El ciudadano debe ser un sujeto responsable que detenta el poder, deciden sus metas comunes y cmo perseguirlas, por lo que exige un rol activo al ciudadano (tal como lo afirmaba Pericles).5 La necesidad de fomentar el sentido de pertenencia a la comunidad y la necesaria cohesin social, propias de toda democracia, no puede lograrse slo por la voluntad de la ley, sino que exige de los ciudadanos su decisin libre de adhesin y tambin de participacin: la llamada civilidad. Estas concepciones de democracia discutirn sobre la necesidad y el cmo de la participacin en el proceso de construccin de la comunidad poltica. La naturaleza de la ciudadana es primeramente ser una relacin poltica entre el individuo y la comunidad, es el reconocimiento oficial de la integracin del individuo a la comunidad poltica.

    Para la concepcin liberal, en la que la poltica es el medio para realizar en la vida privada los ideales de felicidad, el ciudadano es receptor-pasivo-votante, y esencialmente portador de derechos. Creemos que es necesario, contraponerle un ciudadano constructor-activo-participante, y soberano. La soberana del pueblo y los derechos del hombre se presentan como los dos aspectos fundamentales de la democracia. Sin embargo, la historia de la democracia es la historia de la progresiva separacin de estos dos principios. La idea de soberana popular tendi a deformarse en la seleccin de elites y el resguardo de los derechos del hombre, con demasiada frecuencia, qued reducido a la defensa de la propiedad. Es necesario, pues, que la democracia combine esta integracin, es decir, la ciudadana, que supone en primer lugar la libertad de las elecciones polticas, con el respeto de las identidades, las necesidades y los derechos. El ncleo de la propuesta de Habermas se apoya en las condiciones comunicativas bajo las cuales el proceso poltico tiene para s la presuncin de producir resultados racionales porque se lleva a cabo en toda su extensin de modo deliberativo6.

    Habermas tomar la necesidad de vinculacin entre los miembros de una comunidad para ejercer el poder, como tambin la posibilidad de llegar a acuerdos. El problema est en que, en el marco del creciente pluralismo de culturas y de formas de vida de las sociedades actuales7, no puede haber acuerdo total sobre todo y es posible superar las divergencias slo en los aspectos bsicos de la convivencia, en un nivel de consenso tico, pero sobre cuestiones polticas opera la negociacin y el compromiso.

  • Pero se distancia del liberalismo donde la tica no juega ningn papel poltico- en la medida que entiende que la tica es fundante, es la condicin de legitimidad del proceso poltico. No habiendo primaca ni de los derechos humanos ni de la soberana popular, siendo su relacin de reciprocidad, se requiere que se aseguren los derechos privados de forma homognea y, a la vez, exige que los ciudadanos se comprendan como autores mismos del derecho. Cmo complementar estos dos pilares de la democracia? Los derechos son aquellos que los ciudadanos han de reconocerse mutuamente si quieren regular legtimamente su convivencia, y para lograr esto del nico sitio de donde ese proceso puede obtener su fuerza legitimadora es del proceso de un entendimiento de los ciudadanos acerca de las reglas que han de regir su convivencia. 8 Quines y Dnde se toman las decisiones colectivas? Entendiendo la soberana popular como intersubjetividad, que representan los procesos de entendimiento que se efectan a travs de los procedimientos democrticos o en la red de comunicacin de los espacios pblicos polticos. nicamente puede haber democracia si los ciudadanos, ms all de sus ideas y sus intereses particulares, pueden entenderse sobre proposiciones aceptadas por todos. Se trata de consolidar la coexistencia y la comunicacin entre posiciones, opiniones o gustos que se presentan primero como puramente subjetivos, y por lo tanto, reacios a toda integracin. Para Habermas, esto es posible, pero, cmo vincular lo universal con lo particular? Qu forma de gobierno en el marco del pluralismo razonable en las sociedades actuales complejas? Mediante la comunicacin y ms concretamente, a travs de la discusin y la argumentacin.9 Parece insoslayable buscar un modelo normativo de democracia deliberativa10, la que tendr en cuenta el derecho a mantener la propia forma de vida cultural y la obligacin de aceptar el marco poltico de convivencia definido por los principios constitucionales y los derechos humanos. Entonces cmo llega a formarse la voluntad colectiva? Tomando en cuenta slo las preferencias procesadas en la opinin pblica y descartando lo que no puede pasar por el proceso de deliberacin - no se tiene igual consideracin a todas las preferencias, se podra descartar alguna por no poder ser presentados en el lenguaje comunicativo-. Si el poder poltico debe justificarse por razones pblicas, el problema est en el pasaje de la deliberacin individual a la colectiva. En este marco, los resultados de la formacin de la voluntad colectiva se realizan en dos instancias: una formal o parlamentaria y otra informal: la esfera pblica. Esto constituye lo que denominara sistema de esclusas: el centro, formado por la poltica institucional -el Gobierno y la Administracin, los tribunales de justicia y el sistema representativo y electoral (cmaras parlamentarias, elecciones polticas, competencia partidista, etc.), y la periferia constituida por la accin de una "esfera pblica" integrada por todo tipo de grupos y organizaciones sociales, capaces de conformar, alterar o impulsar la opinin del pblico y que a su vez ejerce influencia y condiciona decisivamente las operaciones del "centro": el parlamento que representa la voluntad popular en los sistemas constitucionales, es desde su punto de vista la caja de resonancia ms reputada de lo que acontece en la esfera pblica.11 La esfera pblica no es una organizacin institucional, con normas y competencias establecidas y reguladas y delimitadas; sino que por el contrario se caracteriza por ser un horizonte abierto, poroso y desplazable hacia el exterior. El espacio de la opinin pblica, como mejor puede describirse es como una red para la comunicacin de contenidos y tomas de postura, es decir, de opiniones, y en l los flujos de comunicacin quedan filtrados y sintetizados de tal suerte que se condensan en opiniones pblicas agavilladas en torno a temas especficos.12

  • De lo que se trata es que el poder administrativo no se vuelva independiente de los espacios comunicativos democrticos provenientes de los contextos informales de comunicacin del espacio pblico ciudadano, de la red de asociaciones y de la esfera privada. Es necesario la existencia de circuitos de comunicacin, foros deliberativos, que si bien no mandan dirigen el poder administrativo en determinada direccin. Cmo entiende Habermas el espaci de formacin de la opinin pblica?

    Consiste en una red abierta e inclusiva de espacios pblicos subculturales -pluralistas-

    que se solapan unos con otros, con lmites temporales, sociales y objetivos fluidos. Estos espacios se forman de manera ms o menos espontnea dentro de un marco garantizado en trminos de derechos fundamentales. El total de estos espacios pblicos no se dejan organizar en conjunto, constituyen un complejo salvaje, y a causa de su estructura anrquica tiene la ventaja de ser un medio de comunicacin menos restringida, ms sensible a novedades, al autoentedimiento con mayor articulacin de necesidades.13 Es en esa red de redes donde se formulan las necesidades, se elaboran las propuestas polticas concretas y donde se controla la realizacin efectiva de los principios y reglas constitucionales Estos espacios, que escapan a la regulacin poltico administrativa, son tales por la forma en cmo se producen (espontaneidad, autonoma, etc.) y por el amplio asentimiento por el que vienen sustentados (deben estar compuestos de los contextos de comunicacin de los potencialmente afectados, es un pblico que se recluta de la totalidad de ciudadanos). Esta sociedad civil est deslindada de los dems subsitemas: como el Estado, la economa, etc. En la medida que el ncleo de la democracia deliberativa est en que las decisiones colectivas son las que se logran por un proceso pblico de discusin y razonamiento entre seres libres e iguales, resulta necesario establecer las condiciones de este proceso:

    Qu es lo que posibilita la comunicacin y la argumentacin que legitime el poder poltico?

    Cmo es posible la discusin crtica y abierta de asuntos de inters general? En primer lugar, como ya analizamos, la existencia de un espacio pblico -lugar donde las preferencias pueden modificarse-. Es necesario un contexto social que permita la libertad de expresin del pensamiento, de participacin, y de organizacin. Estos procesos de formacin de la voluntad poltica no institucionalizados, que se encuentran en las diferentes redes que conforman la sociedad civil requiere entre otras cosas de asociaciones como partidos polticos, sindicatos, foros de discusin, asociaciones de vecinos, organizaciones no gubernamentales, etc; y medios de comunicacin. En segundo lugar, sujetos libres, iguales y racionales, que acepten que las decisiones que se toman tiene valor colectivo: las ideas de igualdad y libertad, significan que los ciudadanos son tratados como libres e iguales en el debate. Esto depender de las condiciones de la deliberacin. Pero adems, el ser racionales, es lo que tambin posibilita la discusin: porque por ello, somos capaces de ponerse en el lugar de cualquier otro es lo que se denomina el punto de vista moral, que evita la parcialidad y atendiendo la tica del discurso: la necesidad de asumir el carcter de interlocutor vlido del que goza cualquier ser dotado de competencia comunicativa. La idea de juicio imparcial consiste en tomar en cuenta no lo que deseamos o nos conviene, sino lo que cualquiera podra querer desde la perspectiva de la igualdad y la universalidad. El mutuo compromiso de ciudadanos de aceptar y orientarse por el poder colectivo. En tercer lugar, el poder colectivo, que conlleva la deliberacin. Supone la presentacin de razones que sean aceptables y el estar dispuesto a aceptar razones -razones pblicas, de

  • intereses universales no de fracciones ni de personas-. El proceso deliberativo no slo incluye la apelacin a la razn, sino que supone que se sea imparcial: desinteresado y desapasionado.

    La condicin necesaria para la existencia del poder colectivo, sujetos libres, iguales y racionales, como la participacin en la esfera pblica es una educacin que prepare para ello. El ciudadano y su formacin El principio democrtico todo poder del estado proviene del pueblo significa para Habermas que no puede haber soberano alguno y lo fundamental ser la circulacin de deliberaciones y decisiones estructuradas racionalmente. Lo que se realiza a travs de los presupuestos y las condiciones de la comunicacin; y por los procedimientos de formacin de la opinin y la voluntad pblica, implicando como consecuencia un determinado tipo de ciudadano: autnomos e incorporados al Estado, con determinadas praxis de discusin y debate, de participacin poltica en elecciones, etc. Entendiendo la democracia como el proceso de discusin y argumentacin de formacin de una voluntad comn por parte de todos los afectados por la decisin colectiva, y estos son los ciudadanos, Habermas tomar como punto de partida a Rousseau: el ciudadano democrtico se distingue por poder entenderse no slo como destinatario de las leyes, sino tambin como su autor. Este hombre que se convierte en ciudadano reconoce que ms all de los intereses particulares de cada uno, existen intereses comunes como producto del vnculo social, y sobre la base de ese bien comn es que la sociedad debe ser gobernada. Este ciudadano, tiene como consecuencia, que es igual ante todos los dems y correspondientemente compensado en derechos, bienes y deberes. Para Habermas la aparicin del concepto rousseauniano de ciudadana significa la transformacin de la dominacin poltica o poder poltico en autolegislacin, (...) pero en el lenguaje jurista ciudadana slo ha tenido durante mucho tiempo el sentido de pertenencia a un Estado o nacionalidad; slo recientemente ha sido ampliado el concepto en el sentido de un status de ciudadano circunscrito por los derechos civiles (...).14 En palabra de Habermas lo decisivo es ensanchar el marco formal de la democracia representativa: se tratara tanto de profundizar en los elementos de participacin ciudadana ya existentes mediante el fomento de una cultura poltica activa como de asegurar los contenidos materiales de carcter distributivo establecidos por el estado de bienestar con el fin de neutralizar las indeseadas consecuencias no igualitarias de la economa de mercado.15 Frente a la concepcin liberal "pasiva", dado su nfasis en los derechos puramente privados y en la ausencia de toda obligacin de participar en la vida pblica, entendemos que hay que revertir el papel pasivo y marginal que tiene el ciudadano liberal, que slo toma en cuenta el inters individual, sin auto comprenderse en una prctica poltica comn. Por eso es central el papel de los espacios pblicos, annimos, espontneos, influyentes en los organismos de decisin publica. Los espacios pblicos, como contexto de justificacin de la autoridad poltica, estn formados por los ciudadanos y es el medio propio de la interaccin comunicativa. Este intercambio comunicativo produce argumentos, influencias y opiniones. El desarrollo y la consolidacin de una poltica deliberativa, la teora del discurso los hace depender, no de una ciudadana colectivamente capaz de accin, sino de la institucionalizacin de los correspondientes procedimientos y presupuestos comunicativos, as como de la interaccin de deliberaciones institucionalizadas con opiniones pblicas desarrolladas informalmente.16

  • Esto nos emprende en la tarea de caracterizar la deliberacin, requisito fundamental del ciudadano. Habermas toma en cuenta la caracterizacin que realiza Josua Cohen del procedimiento ideal de deliberacin y toma de decisiones: Las deliberaciones se realizan en forma argumentativa, es decir, mediante el intercambio regulado de informaciones y razones entre partes que hacen propuestas y las someten a crtica. Las deliberaciones son inclusivas y pblicas. En principio no puede excluirse a nadie; todos los que pueden verse afectados por las resoluciones han de tener las mismas oportunidades de acceso y participacin. La deliberacin est exenta de coerciones externas. Los participantes son soberanos en la medida en que slo estn ligados a los presupuestos comunicativos y reglas procedimentales de la argumentacin. Las deliberaciones estn exentas de coerciones internas que puedan mermar la igual posicin de los participantes. Todos tienen la misma oportunidad de ser escuchados, de introducir temas, de hacer contribuciones, de hacer propuestas, y de criticarlas. Las posturas de afirmacin o negacin vienen slo motivadas por la coercin sin coerciones del mejor argumento.17 Qu nos reclama esta caracterizacin de la deliberacin? Las capacidades que necesitan los ciudadanos parecen ser rigurosas y exigentes: reflexionar y hacerlo adecuadamente, saber escuchar, saber deliberar, no excluir y tolerar a los otros.18 Tres elementos nos resultan bsicos: la argumentacin, la informacin y la cultura poltica -formacin y prctica ciudadana-, y slo son posibles en el marco de una educacin que prepare para la deliberacin. Capacidad Argumentativa Reiteremos que la democracia habermasiana gira en torno a la transformacin de preferencias y no a la mera acumulacin de ellas, esto implica que la deliberacin exige no slo el dilogo sincero y el explicitar razones; sino que nos compromete con la disposicin a cambiar el propio juicio. Sostener que mi juicio es correcto supone admitir que es defendible por razones, al invocar razones reconozco que mis preferencias estn subordinadas a un tribunal que muy bien puede mostrar- a m, que soy el que lo invoca- que estoy equivocado: mi compromiso no es con las preferencias, sino con la argumentacin que la fundamenta. En ese sentido, rectificar mi juicio es, en rigor, confirmar la correccin de mi sistema de fundamentacin.19Que todas las ideas (menos el fundamentalismo, que no dan cabida a otras interpretaciones) tienen presumiblemente el mismo valor, es lo que constituye el sentido del respeto y la tolerancia democrtica. Se quiere decir que, todas las valoraciones, preferencias e intereses pueden ser sometidas al foro, a la discusin pblica, pero no todas tendrn igual valor. Esto tambin consiste en que es posible demostrar que no todo es lo mismo, no todas las ideas valen per se: La democracia se justifica como un procedimiento para determinar las mejores ideas, y el procedimiento requiere que todas las ideas se puedan expresar.20El dilogo hace posible que en la relacin con el otro y el diferente pueda desarrollarse un intercambio. Ese intercambio de opiniones posibilita la comprensin recproca, que tiene como consecuencia, por un lado, no usar la violencia en contra del otro -en contra de quien profesa ideas distintas- y por otro lado, el reconocimiento del otro como igual en dignidad y conocimientos, es decir, reconocer a todos los participantes la distribucin simtrica de oportunidades de hablar y sacar temas, la libertad para iniciar y mantener una discusin crtica y evaluar argumentativamente todas las posturas. El reconocimiento de toda persona como interlocutor vlido, con derecho a expresarse y defender sus argumentos, comprende que las personas no se crean portadores de la verdad y que es posible llegar a entenderse, aunque no signifique llegar a acuerdos totales. Estar

  • predispuesto no slo a aceptar la resolucin final sino a entender que la decisin correcta es la que atiende a intereses universalizables y no grupales o individuales. Supone la empata con los otros y sus problemas, tomar la autonoma de los dems y la nuestra en serio, atender igualmente los derechos e intereses de todos, respetar al interlocutor desde la solidaridad: pensar ponindose en su lugar. Informacin La discusin racional debe estar enmarcada no slo en los derechos de libre pensamiento y participacin; sino que y en este caso creemos que es decisivo- en la informacin que tengan los ciudadanos. Uno de los problemas a los que se tiene que enfrentar Habermas consiste en que la aparicin de los nuevos medios de comunicacin, en especial las grandes agencias de noticias bajo la influencia de los Estados, han convertido al ciudadano en consumidor de entretenimientos y de noticias presentadas en forma manipulativa y controladora. Tomando las ideas de Parsons sobre la influencia constata que el espacio pblico no slo forma influencia sino que en l se lucha por ejercerla.21 La capacidad de interaccin entre los agentes sociales es posible en la medida que se permita la sinceridad de las expresiones y las crticas abiertas: Las opiniones pblicas pueden manipularse, pero ni pueden comprarse pblicamente, ni tampoco arrancrselas al pblico mediante un evidente ejercicio de presin pblica. Esta circunstancia se explica porque un espacio de opinin pblica no puede fabricarse a voluntad.22 Slo una publicidad crtica permitir la expresin de los conflictos reales y la superacin de los mismos por la generacin de la voluntad comn. La publicidad crtica ejercida por la sociedad civil respecto de los aparatos del Estado, sus formas de organizacin y ejecucin, constituyen elementos fundamentales de la vida poltica democrtica. 23 Es importante notar que Habermas dotar a este elemento de la "publicidad" de un valor normativo, aunque sea necesario saber qu hacer para revitalizar ese tejido comunicativo: los medios de comunicacin de masas han de entenderse como mandatarios de un pblico ilustrado, cuya disponibilidad de aprendizaje y capacidad de crtica presuponen, invocan y a la vez refuerzan, (...) han de preservar su independencia respecto de los actores polticos y sociales, han de hacer suyos de forma imparcial las preocupaciones, intereses y temas del pblico, y a la luz de esos temas y contribuciones, exponer el proceso poltico a una crtica reforzada y a una coercin que lo empuje a legitimarse. As quedara neutralizado el poder de los medios y quedara bloqueada la transformacin del poder administrativo o del poder social en influencia poltico-publicstica.24 Ms adelante presentamos los inconvenientes que tiene esta presentacin que realiza Habermas. Formacin y Prctica ciudadana El ciudadano habermasiano exige conciencia no slo de derechos, sino tambin de responsabilidades; es decir, de una participacin responsable en el desarrollo del proyecto comunitario. Parece necesario que la comunidad poltica se responsabilice de la formacin ciudadana, sino carecera de sentido involucrarlos en la formacin de la opinin pblica. Para que los ciudadanos, teniendo los canales necesarios, participen de manera ms sistemtica, se debe promover e impulsar la importancia que tiene el incidir en las decisiones pblicas, y adems, que esto suceda que realmente incidan- y que no sea puro fiasco. Por lo tanto, la propuesta habermasiana exige una nueva cultura y prctica poltica ciudadana, la que podemos caracterizar como una actitud propositiva y responsable en la participacin pblica por parte de los ciudadanos.

  • Ser necesario quebrar la concepcin dominante acerca de la participacin, romper con la desconfianza en la capacidad de los ciudadanos como sujetos polticamente capaces para ejercer su facultad de decisin y juicio. Esto implica:

    o el ciudadano no puede ejercer su tarea y responsabilidad total como constructor de lo pblico si el Estado no le reconoce esta posibilidad como parte de su ciudadana.

    o cambiar la relacin ciudadano-poltico: los representantes emanados de los procesos electores deben abrirse a una real participacin de los ciudadanos en el mbito pblico, promoviendo e integrando a los ciudadanos al mismo. Esto no significa sustituir las funciones de las autoridades pblicas sino que debe convertirse la autorizacin de ejercer el poder poltico de manera corresponsable: uno influyendo en las decisiones y el otro escuchando y acatando el mandato que la ciudadana le otorg.

    Los ciudadanos deben estar ms informados y preparados en cuanto al funcionamiento de las estructuras e instituciones de gobierno; por lo tanto resulta necesario que los ciudadanos conozcan las reglas y los procedimientos formales de la democracia.

    La necesidad por parte de los ciudadanos de un conocimiento de sus derechos ciudadanos y un ejercicio responsable de los mismos, nos plantea que el sistema educativo est acorde, teniendo que contribuir a la construccin de espacios democrticos de donde emerjan ciudadanos participativos. La educacin debe proveer de informacin, dotar de elementos argumentativos, crticos, de evaluacin; y promover actitudes especficas; rompiendo con la idea de que el gobierno y la sociedad deben estar separados. Esto quiere decir que nuestro papel de educadores es facilitar la discusin reflexiva ciudadana.

    Y como mnimo nos exige que los estudiantes: - Conozcan los derechos y obligaciones que como ciudadanos les asignamos a nuestros

    gobernantes, y los que nosotros mismos tenemos como ciudadanos. - Entiendan la necesidad de buscar el equilibrio entre los intereses de los ciudadanos

    particulares con los otros grupos de ciudadanos como para alcanzar el inters general. - Entiendan que ningn gobierno puede hacer bien sus funciones si no cuenta con el

    apoyo razonado y decidido de la ciudadana. - Se formen en mbitos de tolerancia (respeto mutuo) y de pluralismo (diversidad cultural

    y tnica). Estos dos valores son prerrequisito para que las condiciones bsicas del dilogo se den realmente, esto implica que se deben admitir y reconocer en principio a todos los actores.

    - Por ltimo, es insoslayable y urgente, que existan mbitos de decisin dnde se lleve a la prctica en el mbito educativo la voluntad colectiva formada desde la perspectiva deliberativa; integrado por todos los actores del sistema. La educacin deber estar constituida por espacios pblicos propios, influyentes en los organismos de decisin.

    Esta ciudadana activa, y no de mero observador que evala es contraria a lo que ha prevalecido histricamente en amplios sectores de la sociedad: el desinters en la participacin en los asuntos de inters pblico. Habermas insiste en poner el acento en la esfera pblica, asentada sobre la sociedad civil, que son aquellos espacios libres de interferencia estatal y dejados a la espontaneidad social no regulada por el mercado ni por los poderosos medios de comunicacin. El problema sigue siendo la dificultad de compatibilizar los presupuestos normativos del modelo al funcionamiento efectivo de las "democracias reales". Habermas es plenamente consciente de estas dificultades y las tiene bien en cuenta. El propio Habermas se presenta escptico ante la posibilidad de que existan espacios pblicos no manipulados y con influencia real sobre el poder poltico administrativo, porque en muchos

  • casos representan intereses de grupos con poder econmico o social, pero es necesario regularlos y corregirlos. Pero la realidad puede contradecir este aspecto normativo que el pretende: ... uno tiende a valorar con muchas reservas las oportunidades que la sociedad civil pueda tener de ejercer influencia sobre el sistema poltico. Sin embargo, esta estimacin slo se refiere a un espacio pblico en estado de reposo. En los instantes de movilizacin empiezan a vibrar las estructuras en las que propiamente se apoya la autoridad de un pblico que se decide a tomar posicin. Pues entonces cambian las relaciones de fuerza entre la sociedad civil y el sistema poltico.25Esta llamada a la necesidad de movilizacin marca la tendencia de los planteamientos habermasianos: una perspectiva pragmtico-discursiva y utpica, que ofrece conceptos crticos de la situacin presente y permite establecer objetivos futuros realizables (o no) en funcin del desarrollo concreto de las capacidades discursivas (personales y colectivas) y cooperativas compartidas por los ciudadanos.26 Esta pobre atencin hacia lo pblico de los ciudadanos nos hacen reafirmar la urgencia no slo de garantizar la participacin, sino las condiciones para que la participacin sea significativa. La dificultad se encuentra en el compromiso de los ciudadanos con la cosa pblica, conseguir que los ciudadanos preocupados por satisfacer sus deseos individuales, o privados, cooperen tambin en la construccin de la comunidad toda, y la apertura de los gobernantes a la sociedad civil. Estos tres elementos -argumentacin, informacin y la cultura poltica (formacin y prctica ciudadana)-, es lo que falta en las teoras y prcticas educativas actuales. Y lo que es peor, se hace todo lo contrario:

    - se privilegia la recepcin acrtica de contenidos en desmedro de la capacidad argumentativa, no se promueve el dilogo ni el reconocimiento recproco, y se presenta una nica verdad con un slo modelo posible de portador.

    - no se trabaja la lectura crtica de los medios de comunicacin, cuya disponibilidad est limitada; y

    - las prcticas cotidianas dejan de lado la intersubjetividad como forma de construccin colectiva, -siendo los protagonistas de la comunidad educativa tanto docentes como estudiantes-, invisibles para las autoridades, carentes de decisin; y meros aplicadores y receptores de planes.

    Los tres elementos bsicos que requiere de los ciudadanos la democracia deliberativa

    propuesta por Jrgen Habermas: la argumentacin, la informacin y la cultura poltica -formacin y prctica ciudadana-; demandan una educacin pensada y practicada de una manera diferente a lo existente . El siglo XX nos ha legado una sociedad de masas y la constante renovacin tecnolgica, produciendo cambios sociales y culturales significativos. Las nuevas formas de comunicacin a travs de mquinas -correo electrnico, computarizacin de servicios-, hace que cada vez nos veamos menos las caras, los gestos; sustituyendo las relaciones directas por el enfrentamiento a las pantallas. Pero adems, el problema de la igualdad real, la igualdad de oportunidades incluso para algo tan fundamental como la libertad de expresin y la formacin de una opinin pblica verdaderamente significativa, se mantienen. En definitiva, resulta esencial para la sociedad, y en particular para los educadores, la discusin de cmo contribuir a la construccin de una nueva cultura poltica ciudadana, la cual se pretende que sea participativa y democrtica, y cuya finalidad es que los ciudadanos tengan una mayor presencia y corresponsabilidad en las decisiones pblicas. Una educacin para la vida democrtica es condicin necesaria para ello. Notas.

  • 1. J. Cohen. Democracia y Libertad en Elster, J., comp., La democracia deliberativa, Gedisa, Barcelona, 2001: p.

    235. 2. J. Cohen. Democracia y Libertad, p. 236. 3. F. Ovejero. Teoras de la democracia y fundamentaciones de la democracia, Revista Doxa, 19. 1996: 314-

    316. 4. J. Cohen. Democracia y Libertad, p. 236. 5. Cfr. J. Habermas. Tres modelos normativos de Democracia( 1992) en La inclusin del otro, pp. 231-246. La

    inclusin del otro. Estudios de Teora Poltica, Paids, Barcelona, 1999. Para Pericles todos los atenienses son capaces de participar en la comunidad, y todos tienen que atender a la vez sus asuntos privados y pblicos. La discusin racional no es considerada intil, o un estorbo para la accin; sino indispensable y preliminar a cualquier decisin: es perjudicial no examinar las cosas a fondo con los debates, antes de pasar a la accin. (Pericles, Oracin Fnebre; reconstruida por Tucdides II. 37-40. ) Desde esta perspectiva, tradicin poltica republicana, el ciudadano se ocupa de las cuestiones pblicas y no se contenta con dedicarse a lo privado, el hombre es tal si acta en poltica.

    6. J. Habermas. Tres modelos normativos de Democracia, p. 239. 7. Habermas parte de la existencia de personas y comunidades que tienen diferentes estilos y filosofas de vida:

    multiplicidad inconmensurable de doctrinas religiosas, morales y filosficas, concepciones del mundo, del bien, de valores; que incluso son irreconciliables. Lo que permite a Habermas hablar de una poca posmetafsica (no hay accesos a mundos ideales por fuera de lo social) y afirmar que los sujetos estn relacionados en el lenguaje con los colectivos; que pertenecen a una comunidad (rechazando la filosofa de la conciencia: que afirmaba que todo lo presente en el sujeto le es enteramente particular y subjetivo).

    8. J. Habermas. Facticidad y Validez, p. 149. Facticidad y validez. Sobre el derecho y el estado democrtico de derecho en trminos de teora del discurso, Trotta, Madrid, 1998. orig. 1992.

    9. Josua Cohen, en el marco del llamado pluralismo razonable aceptado tanto por los pensadores liberales como por Habermas-, afirma que la gente es razonable, polticamente hablando, slo si est dispuesta a vivir con otros en trminos que esos otros, como libres e iguales, tambin encuentran aceptables. Los ciudadanos son libres si no hay perspectiva religiosa o moral que fundamente el poder poltico, los ciudadanos pueden rechazar o aceptar distintas opiniones sin condicionamientos. Pero adems, esta perspectiva requiere igualdad: todos los ciudadanos tienen la capacidad de discusin que autorice el ejercicio del poder. Frente a la pluralidad de cosmovisiones la nica fuerza integradora es la razn pblica, lo que significa que podemos aceptar que los otros pueden tener buenas razones para seguir sus formas de vida. No significa que estas deban converger, sino que pueden coexistir polticamente. Para ello deben tener puntos comunes, se requiere algn acuerdo, por ejemplo la injusticia de ciertas prcticas, como es la esclavitud. (Democracia y Libertad, p. 238 y ss). La perspectiva de que la justificacin de las decisiones colectivas deber ser pblica, ha recibido crticas desde diferentes contiendas: Hayeck, Lyotard, Foucault.

    10. Una buena introduccin a la discusin actual de la democracia deliberativa: Nino, C.S., La constitucin de la democracia deliberativa, Gedisa, Barcelona, 1997.

    11. J. C. Velasco. Orientar la accin. La significacin poltica de la obra de Habermas. p..17. En Habermas; La inclusin del otro. Paids, Barcelona, 1999. Cfr. Jimnez Redondo, M., Introduccin, en Habermas,J: Facticidad y validez. Sobre el derecho y el estado democrtico de derecho en trminos de teora del discurso,Trotta, Madrid, 1998.

    12. J. Habermas. Facticidad y Validez, p. 440. 13. Cfr. J. Habermas. Facticidad y Validez, p. 385. 14. J. Habermas. Ciudadana e Identidad Nacional (1990) en Facticidad y Validez, pp. 623-624. 15. J. C. Velasco. Orientar la accin..., pp. 17-18. 16. J. Habermas. Facticidad y Validez, p. 374. 17. Cfr. J. Habermas. Facticidad y Validez, p. 382. 18. En La inclusin del otro reiteradamente, rechaza cualquier intento de exclusin de los diferentes, y afirma

    que la democracia debe permitir el acceso de todos con independencia de la procedencia cultural de cada uno. Habermas aboga por un patriotismo constitucional por el que los ciudadanos se identifiquen con los principios de la propia constitucin como una conquista en el contexto histrico de su pas, y al mismo tiempo, conciban la libertad de la nacin de manera universalista. Se tratara, por tanto, de una comprensin cosmopolita y abierta de la comunidad poltica como una nacin de ciudadanos. Velasco. Orientar la accin..., p. 22

    19. F. Ovejero. Teoras de la Democracia, pp. 339- 340. 20. Cfr. F. Ovejero. Teoras de la Democracia, pp. 350-351. 21. Cfr. J. Habermas. Facticidad y validez, p. 443. 22. J. Habermas. Facticidad y validez, pp. 444-445. 23. Cfr. M. Boladeras. La opinin pblica en Jrgen Habermas, p. 61 y ss. Revista Anlisi 26, 2001, pp. 51-70. 24. J. Habermas. Facticidad y Validez, pp. 459-460. 25. J. Habermas. Facticidad y validez, p. 460. 26. M. Boladeras. La opinin pblica en Jrgen Habermas, p. 69.

  • Democracia Deliberativa y Educacin: La Formacin Ciudadana y los Espacios Pblicos El ciudadano y su formacin Capacidad Argumentativa