contribución a la noción de identidad

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  • 7/31/2019 Contribucin a la nocin de identidad

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    Contribucin a la nocin de identidad:Esquemas, Prcticas y Pliegues Estratgicos

    Por Ricky Esteves (UBA)[email protected]

    El objetivo es desarrollar distintos esquemas para pensar las identidades; para posteriormente

    plantearlos en trminos pragmticos dentro de distintas lneas de accin o estrategias tantomicro como macro polticas.En este sentido estos desarrollos tericos buscan una finalidad prctica, en trminos deestrategias polticas identitarias que nos puedan brindar en tanto sujetos posibilidadesde encuentros, salidas y escapes, satisfactorios en trmino de bienestar localizado en elcuerpo.

    La intencin aqu es plantear un punto de partida, analtico, subjetivista, psicoanaltico crtico,para en seguida abandonarlo de inmediato para contrastarlo con otro modelo disitinto, acasocomplementario, a veces auxiliar, que tiene su foco en el cuerpoy el acontecimiento.El primer esquema de 6 puntos (del que partimos y solo presentamos sintticamente paracentralizarnos en el segundo) se resume en: 1) las identidades no son racionales, 2) las

    identidades no son escenciales ni puras, sino ms bien inconsistentes, 3) la identificacinimplica al mismo tiempo solidaridad y rechazo, 4) las identidades no pueden ser suprimidas,retornan como lo reprimido, 5) la identidad posee un elemento trgico, ser querer ser quien sees implica algo irreconciliable que jams se alcanza por completo, 6) la constitucin de lossujetos polticos (el desafo) debe permitir que en las articulaciones equivalenciales semantenga la singularidad de las identidades involucradas.El segundo esquema plantea como una tiopologa, dos dimensiones con pares opuestos. Elprimer par de opuestos son cuerpo-otro. Este par en algn sentido intenta conjugar la materiaviviente, inscripta -aunque sea a travs de un orden simblico- en lo real, con la experiencia delencuentro del otro (que con lo ya antes dicho) implica la subjetividad. El segundo par son lacircunstancia y el acontecimiento. Este segundo par se articula necesariamente con el primero

    en la medida que este es fundamental para su misma distincin: circunstancia/acontecimiento.La circunstancia y el acontecimiento es aquello que se desenvuelve entre los cuerpos que ensus diversas agrupaciones harn de una situacin normal algo impredecible: el acontecimiento.

    Esta propuesta, como mencionamos en el objetivo, busca poder anclar en una dimensinoperacional de prcticas y pliegues estratgicos que brinden herramientas para las luchaspolticas, en especial aquellas que buscan reivindicaciones identitarias que necesariamente sonpolticas.

    Por ltimo, en este esquema, ms que modelos, presentamos estragias dentro de una serie decategoras para pensar estas prcticas identitarias. La serie que proponemos, a forma demarco o trablero, para desplegar las identidades planteadas en los esquemas; es obediencia -

    trangresin - contrahegemona - hegemona - fuga.Esto significa que todo el desarrollo de estos dos esquemas identitarios (uno basado en lasubjetividad/inconsciente; el otro basdo en el cuerpo/sensacin/experiencia) est planteado -adems de para ponerlos en tensin- ponerlos en juego en situaciones que impliquen prcticasidentitarias concretas.En el tercer punto podremos ver como se ponen en juego las identidades en determinadassituaciones, plegndose a distintas posiciones, como son, la obediencia, la transgresin, lacontra-hegemona, la hegemona y la fuga.

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    I- Identidades en 6 Puntos

    La nica funcin de este esquema que parte de la pregunta -Que es una identidad? proponeaqu simplemente prestar un contrapunto al esquema que le contina.Estos puntos son presentados casi como aforismos y no sern desarrollados in extenso1 paradejar a este modelo dialogar con otro modelo, sino opuesto, incompatible, con el objeto de

    forzar en estos modelos miradas, reflexiones y perspectivas sobre las identidades polticas.

    1) Las identidades no son racionales, sino que se desarrollan a partir lo afectivo (fundado en losexual). El principio freudiano de la identificacin.

    2) Las identidades son inconsistentes. No pueden presentarse de forma acabada ni plegarsesobre algo fundado en lo Real. Esto es casi lo mismo que decir que no pueden haberidentidades puras. No existe un sustento ontolgico de las identidades puras.

    3) Todo proceso de identificacin implica al mismo tiempo una fraternizacin y exclusin. Estohace que los procesos de identificacin en el fondo sean polticos. (Pulsin de vida y muerte, S.Freud M. Klein; La pregnancia de la poltica de Hannah Arendt con la rivalidad divisoria de Carl

    Schmitt)

    4) Las identidades no pueden ser suprimidas. La represin como estrategia defensiva no puedebloquear el retorno de lo reprimido de manera eficiente. (El eterno retorno de lo reprimido)

    5) Un sujeto poltico popular (como verdadero sujeto democrtico) debera hacer posible unaarticulacin equivalencial de las demandas democrticas que preserve las singularidadesidentitarias que las constituyen. El desafo de la democracia es mantener un Sujeto poltico quepueda articular hegemnicamente las diferencias (identitarias).

    6) Las identidades poseen un elemento trgico. As como en los mitos como el de Edipo, elSujeto est entregado a un destino sobre el cual no tiene ningn control. Estamos entregados a

    nuestros destinos.

    Si estos puntos dicen o sugieren algo sobre las identidades sern contrastados,complementados o reemplazados por un nuevo esquema focalizado exclusivamente en elcuerpo y el acontecimiento.

    II - El cuerpo y el encuentro del otro:La experiencia corporal, las emociones y la exposicina los dems (el acontecimiento)

    Si nos proponemos abordar la misma cuestin de la identidad que presentbamosanteriormente desde una perspectiva analtica, psicoanaltica crtica, con un fuerte sesgosubjetivista, aqu en un movimiento de pndulo fijaremos el foco en el cuerpo. Es evidente que

    esta cuestin no se encuentra completamente escindida de lo plateado en el punto anterior,pero el enfonque cambia el rumbro y la perspectiva desde la que se encara la cuestin de lasidentidades.As como todos los elementos del punto anterior son vlidos para pensar la identidad, el cuerpoes un buen punto para pensar la identidad.

    1 Una versin de este estraxto se presento en el IX Congreso Nacional de Ciencia Politica de la SAAPbajo el ttulo Diez cosas que siempre quizo saber sobre el post -estructuralismo y nunca se anim apreguntar

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    El cuerpo, en primer lugar, es un buen elemento para comenzar a pensar la identidad por suinnegable condicin material. El cuerpo adems de tener esta condicin material contienefuerzas (productivas, digmos!), afectos y otro tipo de cualidades que lo movilizan y lo llevan aactuar.Si fuera necesario demarcar los alcances como lmites de los cuerpos, as como lo queentendemos por ellos y las experiencias y sentimientos que se desatan en estos en relacin a

    las identidades, sugeriramos un marco precario y provisorio para cubrir la nocin de cuerpopropuesta.II. 1 En contra de cierta nocin de sociologa del cuerpo social, exploramos en uno de losvrtices de este cuadriltero del cuerpo ms all del dualismo cartsiano cuerpo-mento, en lacual el cuerpo el es una materialidad suceptiblede percepcin, sensibilidady significado. Estasera la lnea de la fenomenologa existencialista de Merleau-Ponty. Esta cuestin pone al cuerpo como un elemento que une esa separacin entre cuerpo y mente,entre la razn y las pasiones. Esta nocin de cuerpo nos exige una reflexin localizada en unmundo de cuerpos afectados, en trminos que se encuentran sumergidos en el mundo de lavida donde las ingeniosas deducciones analticas no pueden contra la abrumadora materialidadde la existencia.Esta nocin del embodyment o filosofa de la corporalidad trae con sigo tres aportes valiosos

    para pensar una dimensin de las identidades. Las tres consideraciones bsicas de estacorriente de la filosofa de la corporalidad son 1) La percepcin (en especial la visual) no esuna forma de representacin. Las imgenes percibidas -por la visin- no duplican el objeto delmundo en la mente de su observador. La percepcin de los objetos del mundo es una forma deabrirse a su existencia y apertura del Ser ante la materia inteligible. La percepcin del mundose da frente a un innegable encuentro con el mundo ms que en una esquema derepresentaciones, propias e ntimas de ese mundo vivo y existente. 2) El cuerpo contiene doscualidades, es sensible y consciente. En este sentido puede ver y ser, visto, tocar y ser tocado,afectar y ser afectado. En este sentido, la articulacin cuerpo-mundo, entendida (tal vez encontra de esta nocin sociolgica que mencionbamos anteriormente del cuerpo social) con laexperiencia de lmite, la nocin de adentro y afuera que est intimamente relacionado con elcuerpo y la posibilidad de entrar en contacto con el mundo. 3) Esta consideracin de la

    corporalidad conjuga la carne viviente y lo significativo. Esta nocin de cuerpo -en lnea conmuchos pensamientos biopolticos- encarna una (termo)dinmica de las emociones ysentimientos que obliga, necesariamente, atribuir, sujetar sentidos y significados a esa carneviviente2.Este cuerpo es indescindible del discurso, siendo estos componentes de la misma corporalidad.El lenguaje es parte de la experiencia corporal en un centenar de sentidos3 sin contar que elcuerpo mismo es el soporte material del discurso ms all de sus sustancia lingstica, como lagestualidad y todo lo que puede (decir) expresar el cuerpo. Estos cuerpo siempre como el resultado de procesos socio-histricos, cuerpos moldeados porsociedades y necesidades singulares que en cada poca dieron lugar a distintos cuerpos yconcepciones de los mismos.En niveles menos filosficos podramos reconocer en la antropologa del cuerpo (las corrientes

    del embodyment) que consideran al cuerpo como un receptculo de nociones y emocionesculturalmente preconcebidas. Estas nociones y emociones se corporizan a travs de losrituales o otras prcticas dando formas singulares (socio-histricas) a los cuerpos.

    2Crosley, Nick: Merlau-Ponty, the Elusive Body and carnal Sociology, Londres, Sage, 1995 (trad. RuthFelder y Ma. Victoria Pita)3de los que basta mencionar las exprexiones indiciales, como, dentrs mio, arriba mo, debajo,etx.

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    II. 2. El segundo vrtice de este cuadriltero que planteamos para pensar la nocin de cuerpoen pos de una contribucin a las identidades, contina muchos aspectos de las ideasplanteadas Merlau-Ponty desde la perspectiva contempornea de la teora cognitivista (con susideas sugestivas como con sus crticas).La filosofa fenomenolgica de la experiencia, en otro nivel o dimensin, nos puede abrir en elcampo de la cognicin cuestiones tiles para anclar en el lenguaje las corporalidades que estn

    implcitas en percepcin cognitiva4. La lingstica cognitiva plantea que el lenguaje estmoldeado por la experiencias corporales y que muchas expresiones son el resultado devivencias y sentimientos localizables en el cuerpo. En este sentido el cuerpo es una materiaque encarna discurso y establece sus lmites y categoras a partir de sus experiencias vitalescognitivas. Las expresiones lingsticas como salir volando, sentirse liviano, sentir que algoes un quemo, estn enraizadas en experiencias corporales sensibles. El lenguaje en este sentido no es solo una manifestacin de los estados de nimos del cuerpotanto como la materia de la expresin y el pensamiento. No hay una entidad del pensamientofuera de la materialidad del lenguaje. Al mismo tiempo, el lenguaje esta moldeado porexperiencias bsicas de espacio y sensaciones. Esta nocin del cuerpo y lenguaje presentanuna nocin poco metafsica del pensamiento y la trascendencia. Continuando con la idea, ellenguaje es la corporalidad del pensamiento, y ste no existe ms que en el lenguaje de los

    hombres.Estas corrientes plantean una alternativa al esquema significado/significante, donde las seriessignificantes y su arbitrariedad es ocupado por la experiencia sensible y los campossemnticos.Esta mencin apunta a sealar un enfoque del discurso ms centrado en los desplazamientossemnticos y empata terica ms que en los significantes y sus encadenamientos en laasociacin libre.Esta distincin en el esquema, la de la experiencia cognitiva (de los campos semnticos) porsobre la del significante, mantienen el discurso en un campo corpreo, provisto de subjetividad,pero contenido an en un cuerpo singular que el el resultado de mltiples intervenciones,fuerzas y disciplinas.En este sentido esta cuestin habilita a pensar las identidades en el campo del discurso desde

    una perspectiva cognitiva. Esto es pensar el discurso como expresin del cuerpo. En estesentido, la identidad del cuerpo, en trminos cognitivos, se pueden encontrar en el mismodiscurso. Este discurso, en trminos cognitivos, opera ms en el campo semntico5 que el de lagramtica y la sintaxis. Esta mencin es claramente para establecer posiciones polticasrespecto del programa minimalista de Chomsky (As como de la teora comunicativa deHabermas) de una gramtica universal y la posibilidad de un pleno entendimiento como laconstitucin de una nueva babel.

    4Es necesario, al transitar en este, aclara ciertas posiciones y mencionar ciertas discusiones(sin entrar en detalles) sobre algunos supuestos de algunas corrientes cognitivistas dellenguaje. Basicamente distanciarse de los planteos de la sintaxis de N. Chomsky y su modelode competencia y actuacin.5 Para resumir las referencias a esta corriente cognitiva, podramos mencionar a Lakoff, Lakoff y Johnson(metforas de la vida cotidiana). Otras posiciones como la de Mark Turner plantean que de la mismamanera que las metforas (fundadas en experiencias cognitivas) como recursos del lenguaje que daforma al pensamiento termina moldeando, por medio del mismo discurso, las percepciones, experienciasque dan forma al mundo en el que vivimos. El caso de Fauconnier, aunque sugestivo es mucho msmental que fsico, como si el el lenguaje y las metforas permiten recrear en la mente el mundo exterior.

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    La conclusin de este punto es que las nociones de la lingstica cognitiva pueden brindarnosun acceso al cuerpo y la corporalidad a travs del discurso, contribuyendo en un nivel muyemprico, el de las metforas para pensar los procesos identitarios.II 3. El tercer vertice tiene que ver la propuesta de la Lgica del Sentidode G. Deleuze sobrelos estoicos en relacin con los efectos de superficie y sus causas o consecuencias. Esto nosintroducir dos categoras, que en ejes o dimensiones perpendiculares, intentamos cruzar para

    establecer espacios de propiedades que al menos permitan acercarnos a los atributos de lastipificaciones teniendo en cuenta los cuerpos y los acontecimientos: El cuerpo (el Ser) y elAcontecimiento.Estos dos elementos claves: Los cuerpos, con todas las emociones y potencias que contieneny en segundo, y las causas que son los cuerpos para otros cuerpos dentro de una unidadcerrada que llamamos destino, nos permiten pensar el espacio entre estas superficies (loscuerpos) y el espacio -(vaco) en el que se desarrolla el acontecimiento- que encarna comoheridas en estos cuerpos.Hay dos elementos claves en este cruce entre los cuerpos, sus causas y el espacio quedespliega entre ellos y si destino. En primer lugar la temporalidad, que se encuentra arraigadaa los tiempos, por al mismo tiempo la trasciende tanto en el futuro como el pasado. En segundolugar el acontecimiento aparece como algo violento que marca el cuerpo en forma de herida.

    En este ensamble de cuerpos, causas y destino. En esta el acontecimiento aparece como algoviolento que no solo afecta al cuerpo sino que tambin revela una verdad inmanente quedescubre tanto el acontecimiento singular as como la lgica del acontecimiento, iluminando unconocimiento que ya jams podr ser apagado por el olvido para el individuo.Deleuze en mil mesetas logra ir ms all de este principio y genera ya una propuesta delcuerpo: El cuerpo sin rganos. Este cuerpo sin rganos, adems de ser una respuestaresistente al Yo del psicoanlisis que necesita ordenar las pulsiones y sus destinos. Lapropuesta del cuerpo sin rganos no est en contra de los rganos, sino del organismo y suorganizacin. El cuerpo sin organos es una propuesta que vienen a brindar senderos para eldeseo productivo, que el psicoanlisis obtura con con sus caminos convencionales que hademarcado la forma de normalidad.Los cuerpos (sin rganos) que propone Deleuze son el cuerpo hipocondraco, cuerpo

    paranico, cuerpo esquizofrnico, cuerpo masoquista y cuerpo-drogadicto. Esta frmula decuerpos sin organos se invierte la funcin del organo en relacin a la organizacin del cuerpo.Esto es hacer orificios de entradas donde hay orificios de salida; crear nuevos orificios; eliminaralimento por donde supuestamente debe entrar. Esta propuesta deleuziana va mucho ms allde la bsqueda de nuevos placeres corpotales cuestionando el placer como medida intrnsecadel deseo.Esto permite abrir planteos de nuevas formas de encastre, generacin de intensidades ycomplementariedad de los cuerpos que pueden estar motorizados por el deseo pero que nonecesariamente busquen placer.Esta propuesta de prctica corporales concretas tiene tanto intencin como efecto poltico entrminos de formas de encuentro de los cuerpos.En esta interrgacin sobre la generacin de intensidades en el cuerpo, Deleuze explora el Tao

    y la dualidad del Ying y el Yang, como un orden (biopoltico) de distribucin de las intensidadescorporalmente estratificada (varn-mujer).Esta alusin oriental nos permitir entrar al cuarto punto con el demarcamos una nocin decuerpo til para un esquema de las identidades.II 4. El cuarto, el cuerpo del guerrero. Esta nocin del cuerpo directamente ligado con laviolencia, tal vez sea uno de ms sobrevalorados por varias cuestiones. En primer lugar a lafilosofa no le gusta pensarla violencia. Justamente la violencia es la que est en todo momentoamenazando con borrar la filosofa. En ese sentido la violencia es considerada una anti-filosofa.

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    En el caso de la filosofa poltica, la violencia, tema inevitable -aunque tambin a vecessolapado o disimulado en eufemismos como la autoridad, la ley y el orden- fue tratado portodos los pensadores que padecieron el nazismo de primera mano, como fueran WalterBenjamin, Hanna Arendt. Pero en estos casos y an filiando con una nocin hobbesiana depoder monoplico de Estado y cuerpo social, el estudio de la violencia est particularizado nocomo violencia en s, sino en tanto dispositivo disciplinario del Estado. En este sentido -y sin

    reproche- la filosofa poltica se ha dedicado a pensar la violencia del Estado frente alciudadano. Podramos decir una violencia inventada por la modernidad, por sus instituciones, elabsolutismo (y su heredero el Estado Moderno) y el programa de la ilustracin.En una direccin completamente distinta, nos proponemos abordar este ltimo vrtice delcuadriltedro de la nocin de cuerpo en la dimensin de la violencia, especficamente a partirde la idea de guerrero. El guerro, tanto para la filosofa como para la poltica, es un personaje,por un lado menospreciado, (no por nada la ficha de menor valor en el ajedrez, el pen,representa a la infantera), temido y -por sobre todo, para el poltico- indispensable.Los griegos no desconocan ni la lucha ni la guerra, incluso los espartanos hicieron de esta unareligin, sentando muchos principios que hoy en da en son utilizados. Es sin duda, en estepueblo, los espartanos, donde encontraremos una nocin de cuerpo constituido, destinado parala guerra.

    Y estas lecciones, por ms crueles sean nuestros prejucios democrticos, nos pueden revelaren el pensamiento filosfico mucho sobre los cuerpos y las fuerzas que estos puedendesplegar si se conectan apropiadamente tantos los cuerpos como sus pasiones.Pero adems de esta forma de violencia de la guerra, los griegos, en particular los espartanos,ejercan la lucha como un deporte o una forma de entretenimiento. Scrates ya recomendabapara la educacin de la pols las matemticas y la gimnasia, casi como anticipando su destino(al igual que Arqumedes) y ensearnos que la filosofa requiere de la resistencia del cuerpo.En este marco -ya no de la invencin moderna del poder monoplico del Estado- del cuerpocomo materialidad viviente capaz de energias y sentimientos, de fuerzas, y de potencias.Es de esa violencia particular en relacin al cuerpo -que tan poco inters tiene para la filosofa ymenos para la poltica- que nos gustara explorar en este punto.Desde una mirada netamente exploratoria e hipottica perseguimos una intuicin sugestiva

    respecto a la violencia (en sentido de lucha) proveniente de la filosofa oriental, concretamentede la filosofa Zen y Budista. Esta claro que esto no es ni un tratado, no soy un especialista dela filosofa Zen y Budista, pero un simple dato que no deja de aparecer de forma notable y alparecer occidente (al menos su filosofa) ha ignorado de forma caval. De todas formasavanzamos -manifiestamente- sobre intuiciones y asunciones que posteriormente debern sercorroboradas, pero a los efectos de la reflexin pueden ser ltiles.Nos interesa poner en tensin estas dos figuras, las del filsofo occidental con la del filsofooriental, el monje budista, en especial el budista zen. Nos interesa esta tensin no tanto desdeel pensamiento (en trminos de algo localizado en el espritu, en la cabeza) sino desde elcuerpo (que en todos los casos sigue significando pensamiento). La tensin que nos interesaaqu es el de las prcticas del cuerpo y los conocimientos que estas habilitan.Aqu la pregunta demoledora que motiva todo el desarrollo en torno al cuerpo es:

    Que conocimiento (filosfico, poltico, religioso, pragmtico) genera el cuerpo en ladisciplina (o arte) de la lucha?Bsicamente: Que es eso que la filosofa en occidente nopuede aprender o se resiste a aprender? En trminos sintomticos: A que se debe estanegacin, estos silencios sobre la violencia, de la filosofa poltica, cuyo objeto haestado abusando de este recurso ltimamente?Aunque las preguntas abren todos estos interrogantes nos abstenemos de entrar en la cuestinde la violencia moderna del Estado, porque pensamos que la filosofa occidental puede hacergran uso de esta, no en el sentido de los regmenes que conocemos sino para evitar que lapoltica borre con tanta facilidad a filosofa. Por otro lado la filosofa no puede decir nada de lo

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    que no conoce. As como el sistema filosfico se ha sofisticado e instituc ionalizado tanrigurosamente, los profesores de historia de la filosofa (acaso los filsofos de claustro),encerrados en sus despachos han perdido en la bsqueda de la verdad aquellas cosasverdaderas como el mundo de la viday la violencia(en el sentido menos simblico del trmino).El contraste que proponemos entre el filsofo occidental y el monje Zen nos permite encontrarlas diferencias y similitudes de estas figuras senalando algunas cuestiones desconocidas

    (reprimidas) por el pensamiento occidental. La cuestin necesitara de precisiones con las queno se cuentan en este momento sobre, las distintas variantes, corrientes y monasterios queadoptaron estas prcticas.En el caso del Budismo chino, es especial en el monasterio Shaolin, de donde se atribuyeproviene el Kung-Fu, como en los templos Zen japoneses, la meditacin es acompanada por elentrenamiento de lucha.La paradoja que debera brindar luz a este interrogante tiene que ver con las actividadescontradictorias (en principio) a la que entregan estos monjes sus cuerpos. Exige al menosdetenerse a pensar como los sujetos ms pacficos sobre la faz de la tierra (los monjesbudistas) que dedican casi por en entero su vida a meditar, saben lo que es lanzar unpunetazo. Que saberes habilita a un sujeto a tan contemplativo esta prctica tan mundanacomo violenta.

    Este punto con respecto al cuerpo cierra con una demanda al pensamiento filosfico y polticode conocer, descubrir, a nivel el cuerpo (no del espritu o la cabeza) la violencia. Las propuesta del cuerpo del guerrero, en todas estas configuraciones de cuerpos dciles,formados y construidos para tareas especficas, para ocupar un orden o estrato definido,representa la radicalidad de la corporalidad (en trminos que de esta dicotoma de trabajomental y trabajo manual o corporal) tanto en trminos de intensidades, fuerzas y entrega delmismo cuerpo. El cuerpo del guerrero es el epteto del pensamiento centrado en el cuerpo.El entrenamiento, condicin indispensable de la construccin y constitucin del cuerpo delguerrero, la repeticin automtica generadoras de reflejos corporales es un proceso de educaral cuerpo en la prctica del pensamiento corporal. Este pensamiento corporal del guerrero (que simplemente no podra estar ms alejada del yo)opera sobre una realidad que se desarrolla demasiado rpido para que la mente piense,

    dejando lugar al cuerpo que acte.Aunque toda la filosofa occidental desde Aristteles hasta Descartes han intentado solapar elelemento animal del cuerpo bajo el espritu propiamente humano, subestimado su sustratobiolgico que es el cuerpo. En este sentido, el postulado sera: -Primero existo, despuspienso, como un juego de inversin, poniendo el cuerpo por sobre la conciencia. De la misma manera que en las disciplinas filosficas, el cuerpo puede ser cultuvado y formadoen las disciplinas de la lucha (y de la guerra).En esta nocin de cuerpo de guerrero es necesaria esta distincin que surge entre el guerrero(soldado) y el luchador. Los dos casos nos presentan el cuerpo guerrero con una misma lgicapero en dos modalidades diferentes.El guerrero -y esto los espartanos lo descubrieron tempranamente- pelea por el companero quese encuentra a su lado. La patria, la nacin, los valores y dems juegan un papel muy

    secundario a la hora de la conflagracin. Por esta misma razn los espartanos coman juntos,dorman juntos y entrenaban juntos. Estas prcticas generan solidaridades que hacen de launin de los cuerpos una fuerza destructiva capaz de someter y establecer su voluntad sobreun territorio u otro grupo de cuerpos.La sociologa moderna norteamericana redescubri este principio espartano en los trabajos deRobert K. Merton en sus estudios sobre los soldados, financiados por el departamento deestado, publicado bajo el ttulo The American Soldier. Este antecedente de la sociologapositiva norteamericana y del mtodo del surveydescubri que los soldados, en el momento dela batalla luchan por sus buddies, sus companeros.

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    Esto dice mucho del cuerpo del guerrero y las solidaridades que generan y los poderes quedesencadenan.Por el lado del cuerpo del luchador, inscripto en la misma lgica, de preparacin y formacindel cuerpo del guerrero, se diferencia de ste en que l lucha por s mismo (o en el caso depelear por otro -su familia, etc.- ste no se encuentra junto a l como su buddie). Mientras que el cuerpo del guerreo se encuentra agrupados en grupos, en manadas, en

    ejrcitos, el cuerpo del luchador se encuentra solo.Aunque estas lgicas son equivalentes los despliegues de estas dos fuerzas, la guerra y lalucha, representa dos prcticas completamente distintas con consecuencias materiales y ticasmuy diferentes.Cerrando el Cuadriltero: Estos cuatro puntos solo buscan enmarcar una nocin de cuerpopara el esquema que desarrollaremos a continuacin. Esta nocin de cuerpo implica 1) unamaterialidad provista de percepcin sensorial que es bsica para la constitucin de unaconciencia, 2) los cuerpos son el resultado de una construccin socio-histrica determinada.Estas nociones culturales de los cuerpos conforman muchas nociones y categoras bsicas dela concepcin del mundo y de la misma corporalidad, 3) el lenguaje es la manifestacin de laexperiencia cognitiva del cuerpo. El discurso permite expresar nociones fundamentales de lascorporalidades y como sustancia del pensamiento constituir concepciones y prcticas sobre el

    mundo, 4) el cuerpo del guerrero nos habilita a concebir un pensamiento del cuerpo, autnomode la mente. Esto es considerar el cuerpo como un organismo pensante (sin un pensamientolocalizado, por ejemplo en la cabeza), una fuerza carente de conciencia y gran capacidadtransformadora en trminos histricos.Este desarrollo busca aclarar cierta idea de cuerpo para armar el siguiente esquema y pensarlas identidades en este plano.

    Los Pares de Opuestos: Cuerpo-Otro, Circunstancia-Acontecimiento

    Los dos pares opuestos pero articulados buscan trazar distinciones en el campo de lasidentidades partiendo del cuerpo (el propio y el ajeno) y el acontecimiento (aquello inesperadoque sucede en una situacin dada).

    Un par de este esquema est conformado por el cuerpo y la experiencia del encuentro conotros cuerpos (subjetividad).Por el otro, la circunstancia y el acontecimiento como ese espacio en el que los cuerpos seencuentran sumergidos en su destino. En un par se encuentran los cuerpos con susemociones. En el otro el devenir. En otras palabras, tenemos a los hombres con sus pasioneslibrados en unas circunstancias que que le son contingentes y tan solo puede encontrar en elacontecimiento una oportunidad para darle sentido a su existencia, para marcarse o darlesignificado a una marca ya obtenida.Partimos del cuerpo como una unidad, un cuerpo sin rganos6 como alternativa al Yo delpsicoanlisis. El cuerpo posee una unidad de expresin ms compleja que la del yo. Aunqueel cuerpo es ya significante de una significacin, de un moldeado disciplinario previo, de unmodo de producin, de una condicin de clase, de gnero, de nacin, mantiene algo, la nuda

    6El Cuerpo sin rganos se efecta sobre un plano de consistencia que se opone a un plano de organizacin y desarrollo. Cu ando

    Deleuze recoge la expresin Cuerpo sin rganos (CsO), acuada por Artaud, nos presenta una prctica que se opone a laorganizacin ms que a los rganos; el cuerpo y la particular relacin que tenemos con l, es la primera dimensin de estaprctica. Penetrando en los planteamientos deleuzianos habra que decir que hay tres estratos o modos de organizacin a loscuales el CsO se opone[2]. El primero es el organismo, el cuerpo, la relacin con el cuerpo establecida. La segunda es lasignificacin, las representaciones, los valores, los significados en los cuales nos organizamos. La tercera, la subjetivacin, comoconciencia sicolgica del yo. La prctica del CsO constituye una experimentacin que tiende a desestratificar estas tres

    dimensiones. Adan SalinasComo hacerse un cuerpo sin rganos

    http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/http://nomadant.wordpress.com/biblioteca/textos/etico-politica/
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    vida, un exceso de vida, que no puede ser significado y se encuentra ms del lado de lanaturaleza que de la cultura. En este sentido ntimo el cuerpo moldeado, construido, tambinest ligado a la naturaleza. El cuerpo como nocin primaria, material, capaz de emociones yfuerzas, ms all de su encuentro con el otro, es nuestro punto de partida en este primer parindisociable (no como en la nocin de gnero, sino ms all de este) presenta una solidaridad

    singular que da lugar de mltiples configuraciones. El cuerpo sin organos, como intento desuperar una nocin de sujeto centrado en una subjetividad organizada (de oganicidad), lograencarnar la materia que brinda una base real para las significaciones que puede dar de smismo y reconocerse en el otro.La idea de cuerpo, la nocin de lmite, exterior y del encuentro con la alteridad -en el plano yano analtico sino del- cuerpo implica en encuentro imaginario (intersubjetivo) con un elementoanclado en lo real que por ms que dej algo de uno en el otro. Esta impresin es solo undestello significable que puede ser atrapado de exceso de vida que afecta a otros cuerpos y porende se encuentra atrapado con ellos en un destino comn.Este par extiende un espacio de propiedad que distingue desde la corporalidad -una presenciaconcreta (no una especulacin analtica o metafsica)-, del espacio del cuerpo (con los atributosmencionados) frente a otro cuerpo que se presenta como alteridad y por tanto implica unaintersubjetividad. Esta no es una distincin dialctica como lo es dicotmica y platea comolmite el cuerpo.La identidad de este par, s mismo-otro, aunque basado en el cuerpo no se agota en elmismo. Esta distincin dicotmica de los cuerpos no es una cuestin de clasificacintaxonmica, de ordenar por gnero, clase, nacin, etc. Esta distincin no es un dispositivo deagrupar segn caracteres positivos, claramente visibles por las instituciones y sus discursosordenadores.Por alguna razn los cuerpos se concentran de forma aleatoria, contingente, otras vecessujetados por ciertos discursos, ciertas identificaciones que aglutinan por sobre las divisiones

    que estn establecidos en un orden biopoltico.Este punto donde esa concentracin desborda la dimensin de lo s mismo-de lo distinto deluno-mismo y otro , de la repeticin y la diferencia (como ese lugar de lo idntico y lodiferente) es donde comienza a operar la segunda dimensin o par de situacin-acontecimiento. Cuando el desborde de la distincin en la clasificacin; cuando el orden delas cosas, los cuerpos, las identidades abren el espacio de la excepcin -netamentepoltico- de concentrar (en el segundo eje) los cuerpos en el campo del acontecimiento.Este esquema presenta el primer eje de la distincin uno-otro, igual-distinto, segn unavariedad de patrones impuestos arbitrariamente y dicotomicamente, (como varn-mujer) lasidentidades en este continuo polar.Recin mencionamos que esta dimensin, esta clasificacin, en ciertas situaciones se hacedifusa y deja de operar y las identidades, por un momento, se mezclan, al menos dentro de lasdivisiones que establece la distincin en este nivel. Esta excepcin, esta disolucin de lasfronteras en la dimensin de la distincin, cuando los cuerpos se mezclan indistintamente,cuando son un aluvin y ya no se distingue, esta operando la dimensin diagonal delacontecimiento. La situacin ya no puede contener la distincin establecida y emerge elacontecimiento como mltiple abierto, como la ruptura del sistema de categoras en el eje-nivelde la identidad-diferencia.

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    Para aclarar la dimensin de la situacin y el acontecimientopodemos pensar este continuo, enrelacin -necesaria- con la dimensin de la identidad (semejanza-diferencia). La situacin,aquello exterior y ajeno a los cuerpos, tiene como condicin (dira Sartre) la nada. Esto puedepensarse como algo que est sobredeterminado a suceder. La situacin es el estado normal,el agrupamiento natural de las regularidades. En otras palabras, aquello predecible, aquello

    que sucedera a pesar de todo, como que salga el sol todas las mananas y la luna por la noche.La situacin es lo predecible, pertenece al campo de la previsin y lo calculabe. En otraspalabras podemos pensar la situacin como el devenir ininterrumpido de una tendenciaimperceptiblemente alterada.Cuando la situacin ya no puede contener sus lmites, cuando ya no se puede sostener comotal, irrumpe el acontecimiento. El acontecimiento aparece como la disrupcin de la situacin, entanto momento predecible, esperable y posible.Poniendo en este esquema alguno de los casos mencionados anteriormente podemos pensarel devenir del cuerpo guerrero en el acontecimiento. El cuerpo guerrero est hecho, construidoen serie para intervenir en el acontecimiento. El soldado que pelea una guerra es parte delacontecimiento y desde su corporalidad da forma material a la historia. El cuerpo guerrero es el

    que sin conciencia histrica (es solo conciencia de cuerpo) da forma a la historia misma con lafuerza de su propia corporalidadEsto no significa, ni queremos decir que sea este cuerpo particular, el del guerrero, el sujetoprivilegiado del acontecimiento. Solo es un buen ejemplo del compromiso del cuerpo y sumaterialidad con el acontecimiento.En este sentido el esquema es claro, una simple estructura de tipologa que posee unadimensin de identificacin de los cuerpos por sus semejanzas y sus diferencias por un ladocontra una dimensin de situacin y acontecimiento.Las cuatro posiciones posibles de este esquema igualdad-situacin, diferencia-situacin y ,igualdad-acontecimiento, diferencia-acontecimiento. En este sentido esta planteado como tipoideal no tipo construido.

    III. Practicas Identitarias y Pliegues Estratgicos: Obediencia, transgresin, contra-

    hegemonia, hegemona y fuga.

    Hasta aqu, con los esquemas presentados, podemos decir que no solo hemos planteado unhorizonte amplio respecto a la discusin sobre las identidades polticas. Pero las pregunta quenos debemos hacer aqu es, cual es la contribucin estratgica o a las prcticas identitariaspara movimientos democrticos populares, o que se plantea en el punto 5 del primer esquemasobre identidades (el desafo la construccin de un sujeto poltico que consiga articularhegemnicamente demandas diferenciales.).

    Las preguntas aqu seran, para que sirven las identidades polticas?Que se puede hacercon ellas? y Que tipo de estrategias polticas se pueden construir a partir de estasidentidades?Despus de todo, todos tenemos una identidad y podemos hacer algo con ella.Para esquema, ms pragmtico que descriptivo o prescriptivo proponemos un continuo condistintas posiciones de sujeto para en cada caso poder examinar las prcticas y plieguesestratgicos que demanda cada situacin frente a una circunstancia concreta.

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    En otras palabras intentamos plantear un marco estratgico para hacer operar los dispositivosidentitarios descriptos en los puntos anteriores con la finalidad de la construccin de Sujetospolticos ms mplios que logren multiplicar las demandas democrticas, en algunos casos, que por el contrario habiliten nuevos caminos polticos y que puedan reivindicar de distintasmaneras demandas identitarias de distintos tipos.

    * Este desarrollo tiene su origen en las discusiones del grupo Debates Actuales (con PabloLesser y Daiana Yovan) en torno a las instituciones, el cuerpo u la transgresin. La pregunta deesa discusin era: Que posibilidades abran en las instituciones la transgresin? Esto es,la transgresin es una estrategia que le permite al individuo realizar su libertad dentro deunrgimen biopoltico como el de las instituciones?Quizs un poco apresuradamente -aunque no deja de ser vlido- asumismos que latransgresin no hace otra cosa que reforzar el dispositivo disciplinario de la institucin, esto es,fortalecerla en tanto cuenta con la situacin para utilizar sus recursos de poder para reforzar laautoridad de la institucin.Aunque en nuestras discusiones acordamos muchas veces que la transgresin provoca elefecto contrario al deseado. Esto es, intentando escapar de la presin de las normasinstitucionales, la trangresin provoca un castigo, haciendo las normas institucionales mstortuosas.En el segundo esquema, en el punto 3- mencionamos las distintas formas que tienen loscuerpos para resistir sus organidad, esto es prefijar los flujos, las direcciones, intensidades ytipos de goces, y la propuesta del cuerpo sin rganos y los mltiples ensambles que propone.En tales casos, la misma pregunta sobre la utilidad de la trangresin puede adquirir maticesmuy distintos. Para el caso del masoquista la transgresin en una fuente de satisfaccingenerada por su propio deseo.En tal caso la misma accin, la trangresin puede brindar resultados diametralmente opuestos.Para el caso que busca en la transgresin librarse del control disciplinario de la institucin se

    expone a lo opuesto, mientras que el masoquista consigue someter ese poder disciplinario a sudeseo de, disciplina, dolor, (lo que fuera). En el mismo caso la trasngresin somete a unindividuo a la institucin, en el otro l individuo somete a la institucin a su deseo.Por otro lado est tambin la posicin reformista que plantea la transgresin como una formade protesta que eventualmente permitir la incorporacin de esa demanda. Ms adelantedesarrollaremos posibles derivaciones.Esto no permtira adelantar una conclusin provisoria: Los objetivos -en trminos de lo quese busca- en una prctica no tienen que estar focalizados en una forma especfica de accin(digmos la transgresin) sino en lo que se desea obtener o no de las instituciones (en sudefecto, de una situacin dada).Otra opcin en este esquema es la obediencia. La obediencia, esto es cumplir, plegarse alorden disciplinario de una institucin o situacin. En el mismo sentido del planteo anterior estclaro que las especulaciones analticas no implican compromisos ticos. La obediencia enmuchas situaciones puede significar o implicar muchas cosas distintas. En los casos deregmenes biopolticos de exterminio como los campos de concentracin la obediencia y latrangresin tienen un contenido vital tanto ms alto que excede cualquier reflexin moral quepodamos hacer al respecto.

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    Esto hace oportuno pese a que desarrollaremos esta categora ms adelante, proponer elpliegue estratgico como una accin desligada de cualquier principio de identidad, que esdejado de lado, interrumpido (excepcionalmente) en base a un eleccin vital.En situaciones de riesgo de vida, la identidad, como pliegue estratgico, puede ser negada conla intencin de seguir viviendo, esto no afectar de forma esencial la identidad del sujeto.

    Retomemos el caso reformista y la transgresin. Frente a la pregunta: De que manera seintroducen cambios en los ordenes institucionales (o situaciones)?En tal caso la trangresin, en tanto estrategia de incorporacin de cambios, ms cuando estosinvolucran las demandas de otros. Cuando estas transgresiones son colectivas, esto es,alguien se identifica con ellas, comienza con esto una disputa por el orden establecido.Es este caso estamos pasando de la transgresin a la conta-hegemona.En este movimiento podemos comenzar a distinguir que cosas se pueden buscar el latransgresin.En la transgresin debemos buscar que es lo que desafa?, que es lo que sebusca liberar?, que se busca disciplinar? y lo que busca cambiar?Este es un esquema ni exhaustivo ni causal y donde la voluntad tampoco agota la posibilidadde reaccin de la institucin o situacin.En el continuo, de la obediencia, la trangresin, para que sta prolifere como propuesta contra-hegemnica, necesita una articulacin, que haya identificacin con esa demanda otransgresin y se conforme una demanda colectiva. Esto es un grupo de personas (cuerpos)que a pesar de sus diferencias y similitudes en el campo de las identidades, interviene unexceso, un acontecimiento, por el cual se interrumpen las distinciones posibilitando constituiridentidades colectivas.Este movimiento identitario -poder a pesar de las diferencias- articular una demanda unificadainscribe el hecho en el plano del acontecimiento puede agotarse en s mismo o inscribir unnuevo orden. En este sentido el movimiento contra-hegemnico busca el acontecimiento conesta finalidad estratgica de reinscribir un orden, una clasificacin con sus lmites y categoras.

    Esta prctica contra-hegemnica implica una tensin en la unidad identitaria hegemnica. Unatensin en potencia, que no logra inponerse, aunque se reconoce como un fenmeno colectivo,una identidad compartida, una posibilidad de articular unificadamente particularidades distintas.En otras palabras, de agrupar a los cuerpos en torno a discursos. De contar, bajo unaidentidad, una serie de cuerpos que se despliegan como una fueraz vital que produce y sereproduce.La contra-hegemona -en s- no es una identidad como lo es una estrategia. No cualquieridentidad colectiva (cuantitativamente relevante) es contra-hegemnica. No existe unanecesariedad ontolgica de las identidades coletivas en convertirse en contrahegemnicas. Dehecho la contra-hegemona opera en otro plano instrumental escindido de la identidad en s.Esto es, cualquier identidad colectiva (aunque no necesariamente) puede ser contra-hegemnica.Aqu es muy importante distinguir que no hablamos de una identidad contra-hegemonica sinode una posicin contra-hegemnica. Aqu nuestra contribucin viene de la mano de la nocinde pliegue estratgico. Esto implica una estrategia particular. Plegarse a una posicinidenpendietemente de la afinidad identitaria. Esto es formar parte de una posicin contra-hegemnica a pesar de no compartir la identidad que motoriza la misma. Esto es lo queplanteamos como pliegue estratgico. La posibilidad de plegarse en posiciones - obediencia,

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    transgresin, contra-hegemonia y fuga- ms all de una identidad dada. Esto es adoptar laposicin de una identidad que puede no ser la propia.En principio esta nocin puede presentar aportes estratgicos, que en el plano de lasobrevivencia (como hemos mencionado anteriormente) son ms claros e intuitivos que ensituaciones cada vez ms alejadas de la excepcin. Plegarse estrategicamente a una posicin

    impropia o contraria a la de la propia identidad en una situacin de excepcin extrema dondeesta en juego la vida propia o de alguien ms, plantea un juicio sencillo, sin demasiadoreproche, considerando esa posicin como vlida y hasta tica. Pero en situaciones denormalidad u orden, adoptar una posicin, cualquiera, plantea un cuestionamiento msprofundo, no desde un punto de vista tico, sino del deseo. Adoptar una posicin contraria a lade la propia identidad como un medio estratgico de satisfacer un deseo (como siempreprivilegiando el campo de lo) corporal, responde a una lgica de la satisfaccin en trminos delogros o destino de la fuerza que impulsa el deseo. Esta idea atenta en muchos sentidos con lanocin de identidad objetiva de clase. En tal caso la identidad esta sobredeterminada por unaserie de fuerzas bsicamente dadas en el campo de la produccin. Es decir uno es, entrminos identitario el resultado del choque de fuerzas antagnicas liberadas en el campo de laproduccin. Por otro lado, la Ideologa Alemana (Marx y Engels) plantea que ms all deestas condiciones materiales la clase dominante logra universalizar sus valores particulareslegitimando un orden de explotacin, bsicamente a travs de la apropiacin de los medios deproduccin y obligando al proletariado a vender su fuerza productiva naturalizando esa formade explotacin por medio de un discurso, econmico y poltico que fue el capitalismo. En contrade las posiciones ms estructuradas sobre las identidades polticas, basicamente aquellas de lasobredeterminacin de clase, el sujeto estara provisto de una autonoma y poder razonar entrminos tan claros sus opciones estratgicas como si estuvieramos proponiendo un rationalchoice. Nada ms alejado del rational choice proponemos aqu (Esquema 1 punto 1 y 2).En este punto plateamos un esquema de posiciones, movimientos, jugadas que puede ser

    confundidas con un intento de rational choice. Este mismo fenmeno observado, que desde unlado ve un clculo basado en informacin incompleta (que no considera el principio entrpico(catico) de que todos los jugadores estn jugando a ciegas en trminos de posibilidad depredecir el desencadenamiento inesperado del acontecimiento ); por el otro ve cuerpos que seatraen ms all de ciertos cdigos o imposiciones biopolticos de clase, raza, nacin, as comode los procesos institucionales que se encargaron de disciplinar y estratificar. Esto sera unpensamiento de la falla, la excepcin (en algn sentido), de la posibilidad improbable que apesar del orden establecido frreamente por el Estado, las instituciones y toda organizacin, elcomportamiento -de la situacin- no coincida con el clculo experto. Como el mismo asombrode Heisenberg al descubrir el principio de la incertidumbre los calculadores (especuladores)polticos se encuentran muy poco seguido (solo cuando sus clculos y juicios ticos nocomienzan a coincidir con sus predicciones cientficas, que buscan como una alquima, crearoro de simples materiales).Es necesario reiterar (Ver excurso) que la propuesta estratgica de este modelo o secuencia nose presentan como una estructura cerrada. Este modelo busca seala enr el territorio irregularde los cuerpos, las pasiones y las identidades una demarcacin general e imaginario que operapor un orden desbordado y catico. Claramente descartamos la leyes generales lgicasnecesarias de la historia, de las clases y de las identidades.

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    Esta negacin de una positividad de la identidad, como atributo descriptivo, atentara contra lanocin y posibilidad del pliegue estrategico.El pliegue estratgico como posibilidad de acompaar un movimiento o realizar prcticasimpropias y hasta antagnicas de la propia identidad, plantea (lo que se menciona en el punto 2del esquema 1) que stas no se pueden explicar a partir de estas positividades, los actos, los

    hechos y por sobre todo, los acontecimientos.As como el pliegue estratgico presenta posibilidades articulatorias para la constitucin deidentidades capaces de intervenir y operar polticamente, tambin presenta peligros que debenser mencionados y resultan muy difciles de distinguir.El pliegue estratgico por un lado posibilita la constitucin de identidades colectivas a partir dedistintas demandas. Esto es sumar en una demanda propia, apoyos (estratgicos) de otrasidentidades para una construccin contra-hegemnica hegemnica, segn corresponda.El ejemplo paradigmtico en la Argentina es la construccin a partir de los derechos humanos,de una identidad poltica, con un discurso propio, con un modelo, con una serie de prcticas,que afectan de forma material la realidad. En casos ms especficos podramos mencionar elcaso del matrimonio igualitario, demanda a la que se plegaron identidades que nonecesariamente se identifican como gay.En este caso el pliegue estratgico es ms claro. Distintas identidades se aglutinan en torno auna demanda que puede afectar (en trminos de los derechos que se buscan) de formadiferencial. En este sentido pensar las demandas a partir de una positividad, como su identidadobjetiva, o la manera en que afecta el derecho que busca la demanda, provee una miradasingular, de lo igual y no de lo distinto que se encuentra de manifiesto en una demanda.El pliegue estratgico en parte es la posibilidad de estos deslizamientos de lo distinto entre loigual, esto es, hacer de una demanda propia una demanda colectiva. Esta categora estplanteada en trminos instrumentales. Esto es, no nos dice nada de la identidad en s mismams all de lo que resulta de esa accin, prctica, hecho o acontecimiento.

    Estas son las referencias peligrosas de los pliegues estratgicos. El pliegue estratgico sepresenta al sujeto como una posibilidad pero el acontecimiento como un destino. El sujetodefinitivamente, si tiene algn control sobre sus pliegues, no tiene ningn control sobre elacontecimiento y su destino.Un pliegue estratgico -que se me ocurre, en una realidad ficticia que nos permita (comopropone Rorty) encontrar en la literatura las solidaridades que nos permitan entender (en estecaso los peligros de esta estrategia) para nuestra realidad. Imagino -en este relatohistricamente localizado, en 1933 en Alemania- cientos, miles, (millones?) de sujetos quepodan sentir rechazo por la persona de Hitler pero pensaron que la mejor manera de cambiarlas cosas era hacerlo desde adentro. Estos sujetos con la mejor de las intenciones de, en estepliegue a esta fuerza pujante que poda sacar a Alemania de su depresin poda contribuir coneste proceso. La estructura, el partido, el Estado, la burocracia, las instituciones, lasorganizaciones necesitan de sujetos honestos y decentes. Y esta misma decencia y honestidaddel sujeto ser la garanta de que la participacin en este movimiento, que este pliegueestratgico conseguir, como se lo propone el sujeto, alcanzar esa sociedad ms justa quebusca. As se, como tantos otros sujetos, se afiliaron al partido nazi, en un pliegue estratgicoque brindaba mltiples razones para el mismo: Altruismo, Oportunismo, Idealismo,Conveniencia, Temor, etc.

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    Esto no es una justificacin, sino por el contrario una forma de sealar la responsabilidad queest en juego en el uso de los pliegues estratgicos.Estos pliegues como posibilidades estratgicas frente a distintos acontecimientos (como losque mencionamos) el campo de exterminio, el surgimiento del nazismo, la aparicin delmovimiento de derechos humanos en la Argentina, el matrimonio igualitario; dan lugar a

    acontecimientos con consecuencias polticas muy distintas. En ese sentido el sealamiento alaspecto netamente instrumental de esta accin estratgica, desprovista de contenido moral. Enotras palabras el pliegue estratgico puede posibilitar movimientos emancipatorios que denlugar a sujetos polticos cada vez ms inclusivos (en trminos de identidades, demandas yderechos), as como a regmenes de terror y muerte.Para este caso, no poseemos una tipologa, a lo aristotlico, del caso virtuoso y el casocorrupto, ni una nocin clara de que obtendremos de nuestros actos. Esto es bsicamente loplanteado en el punto 6 del primer esquema: Las identidades tienen un destino trgico. Comodira Hamlet: -Soy lo que soy! y Marx (incluso Rorty) agregara:- y los hombres sedesenvuelven en circunstancias sobre las que no tienen ningn control.

    Avanzando en el esquema de posiciones estratgicas tenemos que mencionar la hegemona.La hegemona es la capacidad de cerrar parcialmente la disputa sobre el sentido de lostrminos que establecen un orden poltico y social. En trminos simples: la posibilidad degenerar autoridad y obtener obediencia. La hegemona es la forma en que un Sujeto poltico -como una identidad- logra universalizar su propia particularidad naturalizando as el orden delque provienen sus privilegios. Ernesto Laclau ha revitalizado en el concepto de AntonioGramsci la idea de una lgica inmanente de la poltica: generar dominacin. En este sentido ycomo todos los trminos de este esquema, son instrumentales. En la discusin sobre lasestrategias para obtener la hegemona de un orden poltico desplazando a su Sujeto, laburguesa, por el proletariado (en el caso de Gramsci) y por el pueblo (Laclau), esta posicin

    cumple un rol instrumental. En el caso de Laclau la idea de Hegemona va un poco ms all dela cuestin instrumental siendo un lgica necesaria de todo orden poltico. Para Laclau casi(como en la descripcin sintomtica del as if de ese desplazamiento) poltica y hegemonasignifican lo mismo. Toda poltica tiende a ser hegemnica. Casi de forma tautolgica, el ordensiempre busca el orden. Esto pensado como la razn de la poltica (poder) es establecer unorden. En este sentido el poder es contingente. Esto es, todo orden poltico es contingente y noexiste una universalidad (tica ni histrica) que determine un Sujeto justo de la poltica. En unalectura radical nietzscheana no existe un orden o sujeto poltico justo sino distintos tipos deejercer la injusticia en nombre de distintos Sujetos. Est claro que no existe un Sujetoprivilegiado que con su liderazgo moral lograrn obtener una hegemona cultural queestablezca un nuevo orden que redefina la relaciones de poder. En este sentido Nietzsche(segunda intempestiva) reconoce la historia no como la suma de los hechos o una fidelidad aun acontecimiento, sino como el resultado de la victoria de un Sujeto determinado. Est elSujeto activo y pujante que escribe una historia monumental, el Sujeto que venera y conservaque escribe una historia anticuaria y el Sujetos que sufre y busca su liberacin que escribe unahistoria crtica. Esto nos podra pensar en los distintos tipos de hegemonas, como la capacidadde un Sujeto particular -una identidad colectiva- que logra cerrar de forma aparente un discursosobre un orden de dominacin.

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    La idea de la lgica hegemnica de Laclau es criticada por S. Zizek en el punto en que estalgica poltica aglutinante replica los fenmenos populistas de las experiencias totalitarias delnazismo y el stalinismo. Dentro de esta crtica se piensan que en las lgicas articularoriaspopulares se pierde la singularidad del sujeto (Zizek sera mucho ms miserable, tal vezhaciendo referencia a los individuos y sus libertades). La crtica de Zizek al populismo es una

    versin sofisticadamente barroca de la concepcin de la elites polticas desplazadas (?).En defensa frente a la crtica de Zizek de la propuesta de la democracia radical y el populismode Laclau es necesario reconocer que su horizonte es abrir el espacio de la poltica al pueblo(un Sujeto poltico mplio e indeterminado [que articula una serie de identidades diferentes])para satisfacer necesidades particulares y concretas.La democracia radical de Laclau piensa una forma de democracia que permite unaincorporacin progresiva de nuevas identidades bajo el Sujeto de Pueblo que depositan enuna demanda singular la posibilidad de obtener satisfacciones parciales.En este sentido el esquema de Laclau no es trascendental en trminos de que su estrategiahegemnica populista busque la emancipacin del pueblo pensando como un metacolectivo deidentificacin absoluto o universal.Por el contrario, en oposicin con la teora comunicativa de Habermas y su idea de consenso,la Hegemona entiende la imposibilidad de cerrar la puja identitaria que se atribuye el ordenimpuesto. La hegemona de Laclau opera como el objeto a de Lacan en el campo de la poltica:No ofrece devolverle el objeto de su fijacin original de deseo (el pecho de la madre, la libertad,bienestar permanente [cualquier objeto imaginario inexistente]) sino una satisfaccin parcialcon un objeto real.En este sentido podramos pensar (ponindonos a la moda con el pensamiento polticonorteamericano) la propuesta de la democracia radical como un programa minimalista de lajusticia. Esto (y ya jugando a abogado del diablo) un modelo que no busca la justicia ensingular como un bien pleno, total o universal, sino pequeas reivindicaciones de justicia a un

    grupo inclusivamente ms amplio (el pueblo).Esta resea busca ilustrar un poco como operan las identidades en una posicin hegemnica.En muchos sentidos podemos pensar los muchas solidaridades entre los trminos dehegemona y pliegue estratgico.La crtica a esta posicin en este esquema proviene del prximo y ltimo punto, la fuga, rupturao renuncia. Esta idea que nos result muy problemtica7, difcil de definir, y complicada deimplementar.Podemos hacer un intento, como en un montaje o un collage, por recolectar algunas nocionesde esta posicin estratgica.La primer mencin a esta idea de fuga o renuncia en la filosofa occidental moderna provienede Arthur Schopenauer en El mundo como representacin y voluntad propone -inspirado en laidea budista- la renuncia comoa forma de, en la sustancia del mundo compuesta por lavoluntad, librarse del dolor renunciando a los deseos, voluntad de vivir, escapar de laexistencia para obtener la paz, o en terminos budistas, Nirvana.Esta idea de renuncia de Schopenauer persiste en Nietzsche abrindose en mltiplesdevenires. Solo por mencionar algunas de estas renuncias que podemos encontrar en el

    7 En el grupo Debates Actuales de la Teora Poltica Contempornea

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    pensamiento de Nietzsche, como la del mundo de los hombres de Zarathustra, la renuncia a losvalores morales, renuncia, a s mismo, a la verdad (Nietzsche, Tercera Intempestiva).Esta idea de renuncia -sostenida por la idea de un constante devenir inmanente- plantea unacuestin filosficamente poderosa respecto a la voluntad, el destino y el acontecimiento. Ahorala cuestin de renuncia, en este esquema estratgico, que puede proponer para la poltica?

    En una posicin opuesta a la idea de hegemona en Laclau, de la poltica como un actonecesariamente articulatorio, esto es tiende a ejercer un poder totalizante (aunque sea solo ensu pretensin), la renuncia, propone dejarse llevar sin resistencia por las fuerzas contingentesdel de cierto destino inmanente.Este tipo de posiciones son las que hacen que Laclau se agarre la cabeza diciendo TonyNegri le ha hecho un gran dano a la izquierda en europa. La objecin y argumento de Laclau son vlidos en su propuesta de construccin de Sujetospolticos populares. Esto es desplazar la hegemona, de rdenes polticos establecidos por lasoligarquas, por la una hegemona de un Sujeto amplio y determinado que permite mltiplesidentificaciones y consigo la satisafaccin -al menos posibilidad de expresas- demandas. Peroel mismo Laclau reconoce tensin de su modelo para conciliar lo universal con lo particular enesta lgica poltica. Aunque este es un problema propio de cualquier modelo, podemos seguirpreguntndonos por la singularidad en esas articulaciones equivalenciales que creanidentidades colectivas.El problema ms que terico es emprico. Esto eso, como en los gobiernos populistas podersostener una singularidad dentro de la identidad colectivo. Y esto mismo nos puede hacerpreguntar por la satisfaccin parcial de esa identidad. La pregunta que nos podemos hacer quede la identidad propia (como singularidad) puede ser rescatada en esa identidad colectiva delSujeto Pueblo?En un ejercicio puramente filosfico podramos -a lo Nietzsche o Schopenhauer- podramosrenunciar a la idea, a la pretensin de dominar. Esto sera una poltica de la renuncia. Una

    poltica que no se resiste. Una poltica que no reacciona.En torno a esta intuicin filosfica nos podramos hacer tres preguntas: Como podemos pensaruna poltica de la renuncia? Que consecuencias se pueden esperar de una poltica de larenuncia? En que casos, dimensiones, estratos y estrategias resulta procedente una poltica dela renuncia?En el devenir inmanente que supone esta renuncia asume que cualquier acto implicanecesariamente ejerce una injusticia. Al igual que en Laclau, este planteo, sostiene que inclusoen una hegemona popular, una democracia radical, no existe un valor especficosobredeterminante, esto es, una nocin suprema de bien o virtud que se realiza en esaforma de dominacin.Desde esta perspectiva, renuncia, puede significar cosas completamente opuestas. Para elcaso de la identidad que se articula, en tanto diferente, en una identidad colectiva, por ms queobtiene (o no) una satisfaccin parcial (esto es, no realizar su ideal poltico, pero al menospodr realiza algo que no llene sus expectativas, pero en definitiva realizar algo real) renunciapuede significar plegarse en un movimiento hegemnico. La renuncia moral de la que hablaNietzsche es completamente coherente [incluso ntima y secretamente relacionada con elpensamiento de Maquiavelo] con esta identidad colectiva que en momentos muy concretospone en tensin la identidad particular del Sujeto con la identidad colectiva del Pueblo.

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    Estas no son objeciones tericas sino empricas. Hemos visto como la identidad popular enciertas situaciones o frente a ciertos acontecimientos ponga en tensin esencial lasparticularidades articuladas en la identidad colectiva. En el caso argentino -un buen caso parael modelo de Laclau- vemos como frente a ciertas situaciones como las sanciones delmatrimonio igualitario, la ley anti-terrorista, (y actualmente las discusiones sobre) el aborto y la

    despenalizacin de las drogas; como apoyar al gobierno ante acontecimiento como elaccidente de tren de la estacin de Once, que mantener cohesin con esta identidad colectivaimplica en muchos sentidos renuncia.En este sentido la idea de renuncia como posicin estratgica puede en ciertos casos adoptaruna posicin hegemnica. Apoyar una poltica sin importar lo que sta haga implica unarenuncia. Esto es devenir sin resistencia en una identidad colectiva.En otro sentido podemos ver la renunciacomo fuga. Estos dos trminos sin duda no son lomismo, pero en la renuncia hay algo que se abandona, un lugar del que uno se desplaza,saliendo como en una fuga.La fuga puede significar muchas cosas y abre algunos caminos, acaso puntos, para pensarposibles lneas que escapen a lo establecido. En este sentido y dentro del plano de inmanenciaque implica la poltica (ese secreto que descansa desde Scrates, Aristteles y Maquiavelo) lafuga puede plantear puntos o lneas para introducir o producir algo nuevo.Esther Diaz hablando de la fugan en Deleuze8 menciona un plano muy singular para pensarla:La msica. La fuga en msica es una forma de composicin polifnica que a partir de dos ovarias voces componen una pieza. Este ejemplo de orden en la msica puede servir parainspirar nuevos rdenes polticos. La fuga, en su versin decacofnica (inspirada en larevolucin atonal de Schoenberg) presenta una armona en constante tensin, plenamenteanrquica y descentralizada. Si contrastramos la msica medieval (como manifestacin deorden socio-poltico determinado) con la fuga decacofnica podramos apreciar las diferenciasentre las concepciones de orden, forma y armona, de estos dos contextos de produccin. Y

    entendiendo la estructura, la lgica de estos dos modelos compositivos tambin podremosdescubrir sus posibilidades y horizontes musicales. En este sentido, esta comparacin nospermitira pensar que en ese sistema inmanente decacofnico (de doce notas) se puedenestablecer infinitos rdenes (msicas) posibles. Con solo doce notes se puede hacer tanto!Solo hay que encontrar puntos de fuga.En otra acepcin de la nocin de fuga podemos mencionar la idea de escapar. La fuga -comoen el caso de las prisiones- hace referencia a la posibilidad de escapar de cierto ordenestablecido. Esta idea de fuga podra estar emparentada con la idea de renuncia en un sentidoZarathustriano. Un ejemplo contemporneo que podemos encontrar en la cultura popular es lapelcula dirigida por Sean Penn Into de Wild que cuenta la travesa de un joven universitariohacia el salvaje mundo natural de Alaska. En este caso podramos pensar en una fuga en elsentido de escape a un orden establecido.En este caso nos podemos seguir preguntando que utilidad tienen para la poltica este tipo deestrategias. Tal vez estas estrategias constituyan un acontecimiento para la filosofa pero nonecesariamente para la poltica. O todo lo contrario.

    8 Esther Diaz "Guilles Deleuze y el Arte de la Fuga"http://www.estherdiaz.com.ar/textos/deleuze_fuga.htm

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    En un sentido extramoral -incluso desde un punto de vista maquiavlico- no habra unaeleccin ms justa en renunciar (como no oponer resistencia ni reaccin) fugarse, en elsentido de huir, escapar de ese orden. Las preguntas aqu son claras, huir a donde? Huircomo?Otra cuestin matizada entre la fuga y la hegemona se podra encontrar en un fenmeno muy

    cercano a la realidad latinoamericana que es la villa de emergencia. Est claro que la Villa noes un lugar de fuga sino un lugar de reclusin. Un orden biopoltico al interior de otro ordenbiopoltico. Lo que queda claro es que la Villa de emergencia es, frente al Estado, laexcepcin, un lugar, un espacio, donde el Estado no opera (ms que en delimitar y contenersus lmites) . Est claro que la villa de emergencia se constituye por fuera del Estadoquedando excluido del mismo y de sus derechos.Esta realidad nos permite pensar los rdenes polticos que se solapan, superponen o escapande una lgica hegemnica como la del Estado. Est claro que lo que manifiesta la emergenciade la villa miseria es una estrategia vital de plegarse en una posicin, que no es, ni laobediencia, ni la transgresin (como disputa), una contra-hegemona, ni en la hegemona. Cuales entonces esa posicin, esa estrategia vital, que establece nuevos rdenes y lgicas almargen del Estado que constituye a la villa de emergencia. Este argumento busca al menos dejar abierto el espacio para una categora que no se agote enla hegemona y que se pueda nutrir de las realidades emergentes -que aunque no seanidentificables con los ideales socialistas o populares- que nos muestran las lagunas, lasmolculas que se rechazan, que no se unen con otras estructuras moleculares entrecruzandoflujos de formas singulares. El caso ms paradigmtico de esto quizs sea el fenmeno de loscartoneros que parecera mostrar como unos viven de la basura de los otros. En estosintercambios vitales -que se dan fuera del omnipresente mercado- existe por un lado unarenuncia fundamental que posibilita este orden paralelo. Se podra argumentar rpidamenteque esto no es una renuncia sino una exclusin, que este tipo de marginalidades son

    impuestas y establecidos por el mismo Estado y la sociedad. Es cierto. El Estado y la sociedadposeen este atributo y capacidad de excluir, incluso en Laclau esto es requisito necesario parael establecimiento de una identidad. Ahora, la forma en que se acepte, se resista o se renunciea esta exclusin sigue siendo contingente. Esto es, el Estado y la sociedad generan lasexclusiones que posibilitan la emergencia de estas villas miserias no buscan generar estasvillas. Esto significa que la forma villa si la pudiramos capturar en un tipo ideal, nos darauna forma contingente y no necesaria. La obra de Antonio Berni ilumina esta cuestin almostrarnos en sus series Juanito Laguna y Ramona la prostituta al retratar esta realidademergente de las villas imitando sus estrategias. Esto es componer sus cuadros como collagescon basura y todo tipo de desechos. En la obra de Antonio Berni (en el perodo mencionado1950-1960) vemos el surgimiento de un nuevo orden biopoltico (y esttico) construido con losdesechos de la sociedad. Berni logra mostrarnos la transformacin de esos mrgenes, que enun momento fueron las masas de obreros o desocupados, que para comienzos de los aos1960s ya haban despojado sus excesos a los mrgenes, imponiendo un corte en la claseobrera y generando reservas para el futuro, para que la oferta de mano de obra garantice eldisciplinamiento de la clase obrera y garantizar un modelo de acumulacin capitalista singular.Como conclusin de este punto -que deseamos dejar abierta- hemos al menos planteado laposibilidad de pensar lgicas polticas ms all de la hegemona y la muchedumbre.

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    Como conclusin del esquema pudimos establecer una serie de posiciones alternativas sobrelas que se pueden plegar mltiples identidades constituyendo distintos sujetos y prcticaspolticas.Este esquema -a diferencia de los anteriores- no plantea la constitucin de identidades (aunques de Sujetos) sino las posiciones que pueden adoptar mltiples identidades. La posicin

    hegemnica no dice nada sobre una identidad, ms all de su capacidad de universalizar suparticularidad (independientemente de cual sea sta).

    Conclusiones

    Presentamos dos esquemas para pensar las identidades, uno descriptivo, otro dinmico ycentrado en el cuerpo y su insercin en el mundo. Propusimos un esquema de posicionesestratgicas -donde la nocin de pliegue es central- como la obediencia, la transgresin, lacontra-hegemona, la hegemona y la fuga o renuncia.En trminos generales propusimos piezas de dos tipos distintos para intentar encastrarlas,hacerlas entrar en una estructura con agujeros, ranuras, fracturas, como en esos juegos deninos, de colocar las piezas segn sus formas. Estos modelos, en el segundo caso, unatipologa, que aparecen como tipos ideales, buscan en realidad ser tipos construidos a partir derasgos y emociones que se puedan vivir, experimentar y expresar por medio del cuerpo. Estostipos, queda claro, van en contra de nociones esenciales, sobredeterminadas, o permanentes,de identidad. l ancla ms firme y concreto que proponemos para las identidades es el cuerpo.Si tuvieramos una cartografa exhaustiva de los flujos, direcciones, intensidades y contenidosde los deseos, al menos podramos, en estos esquemas, ensayar (ya sea por deporte,curiosidad, conocimiento) como en el ajedrez las partidas de cualquier situacin micro-poltica.Esto es un ajedrez de las identidades en el que podamos involucrar nuestros cuerpos, ms queobligados a actuar de una forma determinada, orientar nuestros actos a las consecuencias que

    nos brinden los flujos e intensidades que deseamos.Una de las conclusiones ms importantes (y que fue posible gracias al segundo esquema) esque la identidad no es una cosa, sino un afecto que se desplaza. Esto es plantear la identidadinvolucrada en una accin y no como una simple categora esttica y sobredeterminada.En cierto sentido esta nocin de identidad intenta lo que plantea Adorno como Devolverle elespritu al espritu. Nos parece que hemos apuntado a algo ms: -Devolverle el cuerpo alespritu. Esto permite -mucho ms que pensar- hacer.Considerar la identidad en una accin concreta que tiene al cuerpo como principal protagonista,y no a la conciencia o esencia de esa identidad- necesariamente nos obliga a desplegaremociones que nos encierran en el juego inmanente de la poltica.

    *

    La estrategia propuesta obliga a montar un dispositivo que nos obliga interrumpir un recorrido,visitar un esquema, volver al otro, complementar -ms all de la validez- estas formas depensar lo mismo. En este sentido este texto tiene ms valor como ejercicio que comodiccionario o texto de referencias sobre las identidades. En muchos sentidos(Wittgensteinianos) podemos pensar que hemos presentado un tablero con una reglas muysingulares. En este mismo tablero (de posiciones de sujeto [el tercer esquema]) operan dosclases de piezas con lgicas distintas, sin un orden determinado, y estar en el jugador mover

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    una clase de piezas (con sus operaciones posibles) y otras veces mover otras (obteniendoresultados cualitativamente distintos a los de las piezas anteriores).En este sentido la pregunta que buscamos responder en este texto no es: -Que son lasidentidades? Sino: -Para que sirven (polticamente) las identidades? Esta es una perspectivaestratgica y no descriptiva de las identidades polticas.

    Si tuviramos que responder esta pregunta -para que sirven las identidades en poltica?- antetodo deberamos responder lo que acabamos de decir: -Las identidades sirven a la poltica,ante todo, para este juego. El juego que proponemos mediante esta idea de tablero (el terceresquema de posiciones de sujeto) en el cual las identidades -los cuerpos- devienen y sepliegan en distintas articulaciones que generan distintos sujetos polticos.