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Continuidades y reestructuraciones identitarias y solidarias entre provincia rural y Lima metropolitana a partir de dos pueblos andinos del Perú Jacques Malengreau 1 La problemática de las migraciones del campo hacia la ciudad ha dado Jugar a muchos estudios y consideraciones en el mundo, en los países de industrialización incipiente y en particular en los países andinos. Las observaciones variadas giran mayormente alrededor de las causas de las migraciones, así como sobre los aspectos de la integración urbana de la población inmigrante. En los países andinos en particular, objeto de las consideraciones presentes, los primeros estudios estaban muy orientados hacia la organización social de los inmigrantes rurales en el mundo urbano en sus aspectos más tradicionales de agrupaciones que son fundadas en el común origen de pueblo rural y actúan en el campo religioso y de diversión artística y folklórica. Otros estudios más recientes se han dedicado a destacar ya sea los aspectos relacionales campo-ciudad, y a través de estos hallan cierta continuidad fundada en el origen de aldea o de provincia, ya sea las nuevas relaciones de vecindario o de solidaridad entre migran tes de distintos orígenes en el medio urbano y la formación de una \ El autor es investigador asociado en el Fondo Nacional de Investigaciones Científicas de Bélgica y miembro del Centro de Antropología Cultural del Instituto de Sociología, Universidad Libre de Bruselas. Es también profesor en dicha universidad. Nº 38, primer semestre del 2004 181

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Continuidades y reestructuraciones identitarias y solidarias entre provincia

rural y Lima metropolitana a partir de dos pueblos andinos del Perú

Jacques Malengreau1

La problemática de las migraciones del campo hacia la ciudad ha dado Jugar a muchos estudios y consideraciones en el mundo, en los países de industrialización incipiente y en particular en los países andinos. Las observaciones variadas giran mayormente alrededor de las causas de las migraciones, así como sobre los aspectos de la integración urbana de la población inmigrante. En los países andinos en particular, objeto de las consideraciones presentes, los primeros estudios estaban muy orientados hacia la organización social de los inmigrantes rurales en el mundo urbano en sus aspectos más tradicionales de agrupaciones que son fundadas en el común origen de pueblo rural y actúan en el campo religioso y de diversión artística y folklórica. Otros estudios más recientes se han dedicado a destacar ya sea los aspectos relacionales campo-ciudad, y a través de estos hallan cierta continuidad fundada en el origen de aldea o de provincia, ya sea las nuevas relaciones de vecindario o de solidaridad entre migran tes de distintos orígenes en el medio urbano y la formación de una

\

El autor es investigador asociado en el Fondo Nacional de Investigaciones Científicas de Bélgica y miembro del Centro de Antropología Cultural del Instituto de Sociología, Universidad Libre de Bruselas. Es también profesor en dicha universidad.

Nº 38, primer semestre del 2004 181

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nueva sociedad con elementos de continuidad cultural. Otros estudios, más alejados de una orientación antropológica, hacen resaltar otro aspecto, el de la "informalidad" o el de la atomización aparente de la estructura social.

Trataré acá, a partir de un examen preliminar de los datos recogidos pór entrevistas ,2

a varias familias migradas de forma permanente a la capital, la aglomeración metropolitana de Lima, desde los años 1950, a partir de dos pueblos andinos estudiados por mí en el curso de mi carrera científica, uno sureño, Cusipata, en el departamento de Cuzco, y otro norteño, San Carlos, en el departamento de Amazonas;3 y daré elementos de respuestas provisionales a dos problemáticas. La primera se refiere a las diferencias en la manera de los migrantes de cada uno de los pueblos de ubicarse socialmente entre campo y ciudad, reflejando así una experiencia histórica diferenciada. Acerca de la segunda, quiero resaltar la reproducción de ciertos modelos originarios de seguro social comunes a los dos pueblos en un ambiente social bastante diferente del de origen, reflejando de este modo lo que se podría considerar como una recreación de elementos culturales comunes a los dos pueblos en el nuevo ámbito urbano.

Contexto social migratorio e inserción urbana

El contexto de la migración permanente misma y sus motivos deben ser aclarados para entender el grado y la naturaleza de la continuidad o de la ruptura social y cultural con el pueblo de origen. El deseo de permanecer por un tiempo largo e indeterminado, pero jamás o raras veces considerado como definitivo por el migran te al momento de salir del pueblo, en la ciudad grande y en Lima en particular, está implícitamente motivado por una búsqueda de cambio en el modelo cultural de consumo y de vida y en el nivel de la experiencia educativa, pero manteniendo los lazos sociales que se originan en el pueblo. En casi todos los casos, al salir de su pueblo los migran tes eran mayormente jóvenes, menores de 25 años, solteros de ambos sexos, constituyendo, según mis observaciones en los pueblos mismos, una salida de fuerza de trabajo potencialmente activa procedente de la casi totalidad de las familias de cada población.

En el caso de San Carlos, las motivaciones de los migrantes para completar la educa­ción formal -sobre todo para los varones, entre los cuales este propósito predomina netamente- son más desarrolladas que en el caso de Cusipata, cuyos emigrantes se orientan más hacia objetivos de negocios o de empleo, estando presente la preocupación educacio­nal pero de manera complementaria al trabajo. La educación secundaria está también desa­rrollada desde más tiempo en la región de San Carlos que en la de Cusipata, teniendo los

2 Las entrevistas fueron realizadas por mí durante una temporada de aproximadamente dos meses , en varias oportunidades entre el mes de agosto de 1996 y el mes de febrero de 2000, con la ayuda de las señoras antropólogas Lucía Guerra, para los migrantes sancarlinos, y Ana María Falcón, para los migrantes de Cusipata. Las observaciones presentes son una evaluación preliminar del conjunto de las respuestas . Fueron entrevistados 34 adultos ( 17 hombres y 17 mujeres) de San Carlos así como 25 adultos ( 15 hombres y I O mujeres) de Cusipata, escogidos según las relaciones establecidas a partir de los mismos pueblos estudiados. Los pueblos de origen de los migrantes han sido el objeto de mis investigaciones y varias publicaciones desde fines de los años 1960.

3 Ver en particular Malengreau 1972, 1993 y 1999.

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sancarlinos unos años más de estudio que los cusipateños al momento de emigrar. En ambos casos se nota un gran número de mujeres solteras llevadas por parientes para que trabajen para ellos como mano de obra doméstica barata. En el caso de San Carlos, los residentes exteriores que se llevan a una pariente más joven lo justifican por el deseo de completar su educación escolar, pero, a menudo, no cumplen este compromiso. Los hombres de ambos pueblos migran en forma más independiente, pero orientándose mayormente hacia la casa de un pariente en un primer momento. Algunos hombres emigrados de Cusipata han experimen­tado una trayectoria más aventurera de supervivencia en la primera etapa temporal de la migración . La mitad de los hombres emigrados ha tenido experiencias previas de migración a la selva o a Cuzco, a veces a Arequipa, antes de dirigirse hacia Lima.

Los dos pueblos se diferencian bastante en términos de las actividades profesionales de sus migrantes . En su primera inserción, los hombres cusipateños mayormente trabajan como aprendices o ayudantes obreros de un pariente, o como ayudantes en la venta ambulatoria de un pariente, y solamente un tercio de los hombres son estudiantes. Las mujeres cusipateñas empiezan en su mayoría como empleadas domésticas de alguna parien­te y otras como ayudantes de una pariente vendedora ambulante, pero prácticamente ningu­na por el estudio. En lo que se refiere a las actividades actuales tanto de los recién llegados como de los que están establecidos desde muchos años, un poco más de la mitad de los hombres cusipateños trabaja como pequeños empresarios artesanos o negociantes mayor­mente ambulantes; varios de estos empresarios están en el servicio del transporte de perso­nas o de carga, mientras menos de una tercera parte trabaja como asalariados poco especia­l izados , y algunos pocos mientras estudian . Las mujeres cusipateñas, después de independizarse, se dedican mayormente a actividades de negocio ambulante con carretilla, sobre todo de comidas o verduras. Algunas combinan esta última actividad con el negocio de abarrotes en una tienda propia, ayudadas en esta actividad por su esposo. En lo que se refiere a los sancarlinos, los hombres empiezan en su mayoría por estudiar, muchos en las fuerzas policiales, y menos a menudo como aprendices o ayudantes obreros, y en este caso, por lo general para un pariente. Las mujeres sancarlinas empiezan, la mitad de ellas, como empleadas domésticas, las otras recién inmigradas se reparten entre estudiantes y mujeres dedicadas a su hogar. Los migrantes sancarlinos masculinos entre recién llegados y antigua­mente establecidos se dedican más a empleos públicos en las fuerzas armadas (policía o ejército), lo que es el caso de aproximadamente un tercio de ellos, entre hombres en actividad y hombres retirados. Menos a menudo, hasta los años 80, trabajaban en otros empleos de administraciones públicas, y a partir de los años 80, como asalariados manuales privados o pequeños empresarios. Las mujeres emigrantes sancarlinas en general se emplean: las más educadas como docentes o enfermeras, y las menos educadas se reparten entre empleadas domésticas, pequeñas negociantes en tienda de casa o amas de casa. Por lo general, los originarios de Cusipata se dedican más a actividades independientes de pequeños empresa­rios poco calificados, los sancarlinos desempeñando mayormente actividades de trabajo dependiente, s~a público o privado, pero de calificación algo mayor en relación con los cusipateños .

En términos de alojamiento, las dos terceras partes tanto de los cusipateños como de los sancarlinos son dueños de casas construidas poco a poco por ellos y a menudo inacabadas. Estas son construidas sobre terrenos comprados en barrios populares nuevos

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ya por lo menos parcialmente urbanizados o de clase media baja, a veces de invasores, y en una medida menor invadidos por ellos. Hay que notar aquí que el método de invasión es algo más frecuente en el caso de los migrantes cusipateños. Esas invasiones se organizan sobre la base de agrupaciones previas de migrantes, relacionados según criterios que varían: vecindad previa, lazos de trabajo y, en una proporción menor, origen común en términos regionales más que locales. Los migrantes de ambos pueblos construyen u ocupan sus nuevas casas después de haber sido alojados en su mayoría (el 66% de los sancarlinos y el 70% de los cusipateños), en un primer momento, en la casa de otros paisanos del mismo pueblo, casi siempre de parientes de segundo o tercer grado. Logran también tener su casa propia después de haber alquilado un espacio en casa de otras personas de distinta proce­dencia. Estos últimos alojamientos eran a menudo cuartos o apartamentos en barrios anti­guos, abandonados por sus anteriores habitantes de clase media. Pocos, sean sancarlinos o cusipateños, han comprado casas totalmente construidas, tomando en cuenta la pobreza experimentada en las dos primeras fases de instalación casera y el bajo grado de construc­ción de las parcelas ocupadas en la última fase de la implantación urbana.

Se nota en la mayoría de los migrantes más pobres una tendencia a la aglutinación de los paisanos del mismo pueblo en algunos sectores determinados de la ciudad, sectores compuestos de unas calles vecinas, organizadas alrededor de uno u otro migrante pionero del pueblo.4 En estos sectores se mezclan también con muchos pobladores de procedencias provincianas diferenciadas . Por otra parte, 24% de las familias sancarlinas entrevistadas tienen un carácter extendido fuera de la familia nuclear de padres e hijos , por 42% de las familias cusipateñas en la misma situación. De modo general, los migrantes de Cusipata tienen algo más de espacio en sus hogares. Tres cuartos de ellos tienen casas de más de dos habitaciones fuera de los espacios colectivos, en relación con solamente 2/3 de los migrantes de San Carlos. También las 2/3 partes de las cusipateñas tienen equipamiento en aparatos domésticos estándar por la mitad de las sancarlinas. El 70% de los cusipateños tienen acceso a todos los servicios esenciales urbanos en comparación con el 55% de los sancarlinos. Las carencias en desagüe y en calles afirmadas predominan en la mayoría de los casos, como en gran parte de los barrios populares limeños. Prácticamente la totalidad de los migrantes de ambos pueblos logra conseguir sus alimentos diariamente. Se nota algún paralelismo entre el nivel de vida material de los migrantes, un poco más elevado entre los cusipateños, y, lo veremos más adelante, el carácter algo más colectivo de la organización de estos últimos en términos de solidaridad originaria mayormente parental.

En eso, originarios de ambos pueblos reflejan un estatuto diferenciado de integración previa de sus pueblos respectivos en las redes de relación regionales y extrarregionales. Los cusipateños, mayormente relegados en tareas de servidumbre permanente o casi permanen-

4 Esta forma de agrupamiento alrededor de algunos pioneros está mencionada también por Golte y Adams ( 1990:57-59) en su estudio comparativo sobre migrantes de distintos pueblos rurales en Lima. Lund Skar ( 1994: 105), por su lado, observa en Lima 17 agrupamientos de migrantes de Matapuquio, donde ella realizó sus investigaciones principales; estos agrupamientos son vistos por esta autora como una reproducción de ayllus o solidaridades tradicionales a base de parentesco, alianzas y parentesco ritual.

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te de un estatuto étnico de "indio" en su propia región, han tenido que desplegar más creatividad y desarrollar una actitud algo más empresarial en sus lugares de inmigración, como lo observaremos más adelante.

Universos de identificación colectiva

Si se considera los lazos sociales a que se refieren mayormente los miembros de ambos conjuntos de migrantes para ubicarse en su universo, se nota una fuerte identifica­ción con los parientes próximos. Se puede hablar de "confederación de unidades domésti­cas"' para designar el universo social predominante de los migrantes andinos, subrayando el carácter flexible y cambiante del conjunto designado, así como su extensión en ambos polos, rural y urbano, de la migración. Se trata en realidad de parientes próximos organizados alrededor de una pertenencia originaria a una misma unidad doméstica, pero abiertos cada uno a diferentes personas o unidades domésticas, relacionadas a ellos por lazos parentales , de alianza, parentesco ritual o de vecindad. Los núcleos de esos sistemas de relaciones son esencialmente relaciones entre padres e hijos de pueblo a ciudad y entre hermanos y herma­nas; más accesoriamente entre cuñados y cuñadas, o suegros y yernos dentro de la misma ciudad. Colaboraciones preferenciales a este nivel también se presentan dentro de ambos pueblos de origen de los migrantes. A esta identificación originaria se suma un sentimiento de pertenencia a varias otras entidades originarias, sentimiento previo a la migración pero reforzado en el polo urbano de inmigración . De hecho, en ambos casos, el concepto de "paisano" significa una persona de un mismo origen, pero este origen se refiere a distintos niveles encajados de identificación: comunidad, grupo de comunidades, regiones de distin­tos niveles. El nivel al cual se refieren depende de los contextos particulares del uso de la palabra. En el caso de Cusipata predomina el uso de la palabra "paisano" para nombrar a los migrantes del mismo pueblo de Cusipata y a los de algunas (y no todas) comunidades anexos del mismo distrito; en algunos contextos festivos, se trata también de los originarios de la parte andina del departamento cuzqueño. Al usar la palabra "paisano", los residentes sancarlinos se refieren también a los originarios del mismo pueblo de San Carlos; los otros "paisanos" son de un sector geográfico más extendido que incluye la provincia y dos provincias vecinas del departamento de origen, el de Amazonas (en su parte andina). Se nota de hecho un reforzamiento de la identificación supradoméstica, comunal y regional entre los migrantes de ambos pueblos.6

Sin embargo, entre los migrantes procedentes de Cusipata, la identificación al nivel del parentesco próximo tanto ínter como intrageneracional se combina con afirmaciones de

5 Este concepto ha sido usado por Smith (1984:217-218, 224-225) y adoptado por Rodríguez Doig ( 1994:23-24) para designar los lazos preferenciales existentes entre los migran tes de los universos que ellos han estudiado. Andreas Steinhauf ( 1991 ), por su lado, nota la existencia entre los migran tes de redes de telaciones parentales en el sentido amplio de la palabra a través de lazos clientelísticos que abarcan espacios extendidos de la costa y de la sierra.

6 Esta ampliación de la identificación colectiva es mencionada por varios investigadores del universo migratorio andino en la ciudad, y entre ellos Altamirano y Hirabayashi (1997: 171 - 172); Golte y Adams (1990:83), Lentz (1997:176) y Prerregaard (1997:175).

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parentesco extendido y comunitarias más fuertes que entre los sancarlinos. La ayuda entre paisanos, fuera de los parientes próximos en Lima misma, es más notable en el caso de los migrantes de Cusipata que entre los migrantes sancarlinos.

Por su lado, la identificación suprafamiliar y comunal se manifiesta más entre los cusipateños que entre los sancarlinos. Lo hace tanto al nivel de la asociación que agrupa a varios de los migrantes del mismo pueblo como a nivel interindividual entre los paisanos en general. Aparte de un intento abortado de constitución de un club propio, los migrantes sancarlinos en Lima no están organizados al nivel de una representación del conjunto de los migrantes del pueblo. Hay que mencionar el hecho de que el pueblo vecino de San Carlos, San Pablo, tiene en Lima, según una informante casada con un sanpablino, su propio club de migrantes organizado alrededor de la celebración de su santo patrón . Sin embargo, vale mencionar el hecho de que los migrantes sancarlinos van a menudo a cumplir sus cargos de fiesta en el pueblo mismo. En el caso de Cusipata, los migrantes , o por lo menos una parte de ellos, se agruparon por algunas temporadas en un comité. Este último tuvo el propósito prioritario de juntar a los paisanos en Lima para actividades sociales en la misma capital, y accesoriamente demandar alguna ayuda a las autoridades del pueblo. El comité dejó de existir por falta de comunicación con las autoridades del pueblo para las cuales los represen­tantes del club urbano pueden ser percibidos como un poder potencial paralelo al suyo, y considerado entonces como una amenaza a su poder. Actualmente existe una cofradía de cusipateños organizados alrededor de la celebración en Lima de la santa patrona del pueblo, la Virgen de la Asunción, cofradía cuyas prestaciones sociales se extienden más allá del campo propiamente religioso. Recolecta fondos para préstamos o ayuda social a sus miem­bros en Lima, pero no tiene muchas relaciones con el pueblo de origen mismo. Agrupa aproximadamente a 40 devotos representantes de familias entre las 150 a 200 familias cusipateñas radicadas en Lima, o sea entre la cuarta y la quinta parte de ellas.7

Existen también organizaciones provinciales y departamentales, y eso tanto de migran tes del departamento norteño de Amazonas como del departamento sureño de Cuzco. Ellas están compuestas mayormente por pobladores originarios de las capitales provincia­nas o departamentales y reflejan las preocupaciones de capas políticas urbano-regionales más que rurales. No participan en ellas sino muy ocasionalmente los emigrantes de los pueblos rurales observados. Los vecinos emigrados de ciudades provincianas no se pre­ocupan de las actividades de los inmigrantes rurales de su propia región, y tampoco se interesan en los problemas de los pueblos rurales de su región .

Pero, a pesar de quedar al margen de los clubes ligados a ciudades provincianas, el universo de identificación originaria o étnica regional de los migrantes de Cusipata es más activo que el de los residentes procedentes de San Carlos. Los lazos regionales de carácter

7 Hay que señalar el hecho de que el deporte agrupa en una forma menos institucionalizada a jóvenes de Cusipata y de algunos pueblos vecinos, como lo menciona también Jorge Osterling (1980: 161-163) para los jóvenes de una misma promoción de estudio de Huayopampa en la cordillera occidental del centro inmigrados en Lima. Pero me parece que hay que tomar en cuenta importantes variaciones subregionales, incluso entre pueblos vecinos. El crecimiento de la urbanización en Lima ya no deja muchos campos libres en la ciudad para la práctica del fútbol, lo que disminuye las oportunidades de encuentro entre jóvenes originarios de un mismo pueblo.

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rural se reproducen particularmente en el caso de los migrantes cusipateños por intermedio de celebraciones religiosas idénticas a las que se realizan en el medio rural de origen al nivel de santuarios regionales. Por otra parte, migran tes de distintos pueblos vecinos de la misma región donde se ubica Cusipata frecuentan las celebraciones de sus santos correspondien­tes en la ciudad misma, organizando entre ellos encuentros deportivos y bailes , y mantenien­do de este modo algún sentimiento de pertenencia a un mismo universo rural regional. Es interesante notar que en esas oportunidades se manifiestan bailes, himnos y banderas pro­piamente regionales tanto como nacionales.

Para los sancarlinos en Lima, el lugar de residencia del momento y los lazos de vecin­dad tienen más peso que las referencias de origen o de tipo étnico, de la misma manera que en su lugar de origen la relación con parcelas o sectores territoriales particulares dejan en un plano secundario la ascendencia o cualquier referencia a un universo telúrico de los antepa­sados, referencia que tiene más vigencia en el pueblo de Cusipata.

El grado de identificación con el mundo comunal, provincial y regional se refleja en los límites del mundo endogámico. De hecho, la mitad de los migrantes cusipateños, a pesar de haber contraído matrimonio en su mayoría en Lima, lo ha hecho con paisanos del mismo pueblo y la otra mitad con gente procedente de la sierra sur en general, pero sobre todo de la región de Cuzco. Por su lado, los pobladores procedentes de San Carlos se casan dentro de un universo algo más amplio: una cuarta parte, no más, se ha casado con otra persona originaria del mismo pueblo. Aproximadamente otra cuarta parte de los migrantes está casa­da con personas originarias de la provincia de origen o de provincias vecinas de esta. Los cónyuges fueron encontrados en uno u otro acontecimiento social fuera de la familia o del universo comunitario o regional. Dicho de otra manera, los matrimonios de migrantes de Cusipata se realizan dentro de un universo endogámico más bajo (pueblo) que el de los sancarlinos, cuyos matrimonios son más dispersos. En cambio, pocos residentes originarios de cada uno de los pueblos se han casado con una persona criolla, o sea nativa de Lima o de la costa.

Así se reproducen en el medio limeño unas estructuras supradomésticas rurales que presentan en Cusipata y en su región cuzqueña una intensidad más grande y una forma más corporativa y jerarquizada que las estructuras correspondientes en San Carlos y en la región de Chachapoyas (parte andina del departamento de Amazonas), donde se ubica San Carlos. Estas últimas reflejan relaciones sociales más atomizadas u organizadas en formas de redes abiertas fuera de todo conjunto cerrado y exclusivo de relaciones. El último tipo de relacio­nes prevalece entre los migrantes sancarlinos en Lima.x Sin embargo, las versiones urbanas de las relaciones sociales de Cusipata presentan un carácter a la vez más emblemático y más se lectivo que las asociaciones del mismo pueblo. Así, la agrupación que representa los migrantes de Cusipata lo hace bajo la forma de una hermandad cuyo propósito explícito es asegurar en Lima la celebración de la patrona del pueblo de origen, la Virgen de la Asunción, cada 15 de agosto, y paralelamente a la misma fiesta celebrada en el pueblo en la misma fecha.

8 Este grado más elaborado de corporativismo entre los migrantes de una comunidad del sur en compa­rac ión con los migrantes de una comunidad del norte ha sido observado también por Jürgen Golte y Norma Adams, sobre la base de una muestra de migrantes de comunidades más numerosas del Perú (Golte y Adams 1990:78-80).

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Pero la agudización en la ciudad de la identificación con el mundo originario entre los migrantes de ambos pueblos va a la par con una cierta percepción ambivalente de ese mundo. A este lo ven como un mundo vacío, silencioso, aburrido, sin vida y sin futuro, donde uno se encuentra solitario y forastero, y donde uno tiene que aceptar ~l peso perma­nente del control y de las obligaciones sociales, así como de la envidia frente a cualquier iniciativa o innovación individual. Simultáneamente consideran su mundo de origen como un lugar donde se siente a la vez alguna seguridad, tranquilidad y armonía social y ambiental frente a los desórdenes, la suciedad y la incertidumbre de la c iudad. Cuando ellos notan los cambios ocurridos en el pueblo, consideran como mejoras unos signos exteriores de moder­nidad en té1minos de urbanización. Pero también denuncian la corrupción de las autoridades, según ellos inexistente en el tiempo de su estadía en el pueblo. Además lamentan el reempla­zo de muchos pobladores emigrados por inmigrantes, quienes llegaron de otras partes y contribuyeron a alejar más el pueblo en su imaginario. Algunos escasos residentes en Lima piensan regresar a su pueblo en un futuro indeterminado, unos para terminar su vida y descansar después de haber educado a sus hijos en Lima, otros para desarrollar una peque­ña empresa familiar en un centro regional cercano al pueblo o en el pueblo mismo. Pero lamentan la falta de servicios adecuados para tal empresa; también existe el miedo de que este regreso sea considerado entre los parientes y en el pueblo como la manifestación de un fracaso de vida. La percepción del pueblo de origen es bastante similar entre los residentes de Cusipata y los de San Carlos, y probablemente está bastante influenciada por las nuevas normas urbanas. Pero es más frecuente encontrar residentes sancarlinos que residentes cusipateños que tengan la idea de regresar algún día a vivir en su pueblo de origen, siendo las personas más emprendedoras en sus actividades económicas las que más consideran un posible regreso después de educar a sus niños, más a menudo para emprender una pequeña actividad económica nueva que para aprovechar un retiro de descanso. Los cusipateños piensan su identidad colectiva en una forma más negativa y alejada del pueblo mismo; sin embargo, aparentemente tienden a reproducir lajerarquización social y étnica más evidente en la región de Cuzco que en el norte chachapoyano.

No he estudiado en una forma tan detenida las relaciones sociales, y en particular originarias, de los hijos de los migrantes cusipateños y sancarlinos. Los hijos de migrantes a menudo apenas conocen el pueblo o los pueblos de sus padres . Los pocos que lo o los han visitado lo han hecho en une forma muy ocasional y perciben el mundo de sus padres como bastante exótico. Allí, dicen , no encuentran amigos, no se acostumbran a la comida y les faltan las distracciones y todas las facilidades de la ciudad. Por otra parte, los hijos de migrantes cusipateños, en particular, no lograron hablar el quechua, idioma materno de sus padres y del medio de origen de estos últimos, quienes todavía usan este idioma con los paisanos en Lima. Hay que notar que los sancarlinos son hispanohablantes desde antes de emigrar hacia Lima. En cuanto al universo identitario de tipo étnico u originario de los hijos de migran tes de ambos pueblos, parece que se amplía más allá de estos o de las provincias a las cuales pertenecen. Esta identificación se manifiesta en una forma ambigua, tanto por definirse al nivel del espacio serrano por oposición al medio costeño como a través de nuevas formas de consumo cosmopolita de clase media baja transnacional que poco tiene que ver con el modo de vida de las clases medio altas y altas criollas de Lima. Sería interesan­te, en cambio, evaluar hasta qué punto se reproducen en las nuevas generaciones algunos

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modelos culturales de relaciones sociales de los padres serranos, si no con los paisanos, sí con otras personas.

Reestructuraciones y continuidades en los modelos de relación social

El mantenimiento de identidades originarias y el desarrollo de nuevas identificacio­nes a base de criterios de vecindad o de actuación social en el mismo lugar de inmigración, o sea en Lima, deben ser apreciados en relación con la permanencia o la reestructuración de los modelos de comportamiento social que predominan en los lugares de origen. Conviene apreciar en qué medida esos modelos se reproducen en la ciudad entre los migrantes de ambos pueblos.9

Hay que mencionar primero que las jerarquías sociales que se manifiestan en el medio rural, aunque de manera algo más rígida en la región donde se ubica Cusipata, tienden a debilitarse en Lima entre los migrantes de cada uno de los pueblos como consecuencia de la pérdida del monopolio por unas cuantas familias de las experiencias de vida externas al pueblo y de la educación escolar. Hay que tomar en cuenta también que los pobladores más acomodados, como en el otro extremo los más pobres, del pueblo emigran menos a Lima o a otra parte. Los más acomodados se orientan más hacia actividades tradicionales locales o negocios provinciales, los más pobres practican migraciones estacionales o temporales en la provincia o hacia las zonas selváticas. w

Se nota por otra parte que, tanto entre los migrantes de San Carlos como entre los migrantes de Cusipata, existe una cooperación que reproduce modelos de interacción social específicos a cada uno de los pueblos originarios. Así, vale destacar que los sistemas de cooperación solidaria de grupo aparecen como más desarrollados entre los migrantes cusipateños que entre los migrantes sancarlinos. En el pueblo mismo de Cusipata y en la región de Cuzco, la estructura social se asienta sobre lazos horizontales y de cooperación comunitarias, que se expresan particularmente entre los estratos socio-económicos media­nos que más proveen migrantes, como verticales y de clientelismo regional, que se expresan más entre estratos altos y bajos, que menos proveen migrantes. La estructura social reposa también sobre antagonismos de grupos sociales jerarquizados con carácter étnico más fuer­te y más proveedor de corporativismo que en San Carlos. En cambio, en las relaciones sociales entre migrantes sancarlinos predominan, fuera de las relaciones entre parientes

9

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Esta reproducción de modelos tradicionales de ayuda mutua en las asociaciones populares nuevas aparecen en todos los estudios sobre migrantes andinos en la ciudad, desde los trabajos pioneros de Matos Mar en los barrios populares de Lima, y con lo que este mismo autor ha designado como una nueva cultura urbana (Matos Mar 1991: 14-16). De su lado, refiriéndose a los sistemas nuevos sociales construidos por los migrantes andinos estudiados por ellos en un barrio popular de Lima, Degregori, Blondet y Lynch hablan de nueva ciudadanía usando una herencia cultural diversificada (Degregori, Blondet y 4nch 1986:287-296). Rosa Mendoza García ( 1995:43-48), por su lado, subraya el hecho de que dentro de las personas que migran son las que pertenecen a los estratos medios de los pueblos rurales andinos quienes más conservan y reproducen los lazos rurales después de migrar en Lima, mientras los emigrados de los estratos superiores e inferiores, cuando migran, expresan una ruptura más grande con su pueblo de origen.

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próximos, lazos de reciprocidad más ocasionales entre dos actores, en una forma indepen­diente de obligaciones de grupo. En el pueblo originario mismo y en la región de San Carlos las relaciones sociales son más atomizadas, y cuando son organizadas en torno a grupos, lo son mayormente alrededor de personas originarias de una misma unidad doméstica o dentro de estructuras sociales sectoriales o comunales más deliberativas. No hay en San Carlos y en su región estratos sociales tan cerrados y diferenciados como los que tradicionalmente ejercieron hasta la Reforma Agraria de los años setenta en Cusipata y en la región de Cuzco un peso importante en las decisiones de las actuaciones colectivas. También existen en San Carlos relaciones clientelísticas, pero en una forma más segmentaria e independiente de estratos socio-étnicos.

Entre los cusipateños, la cooperación involucra, en una forma de intercambio más general, tanto parientes próximos como parientes más alejados, pero dentro de un universo más cerrado o corporativo que entre los sancarlinos. Entre sancarlinos, la cooperación tiene este carácter corporativo y redistributivo solamente entre familiares próximos; las otras relaciones con paisanos (como con vecinos o colegas de trabajo) suelen ser de tipo más abierto e interindividual, siendo cada prestación estrictamente equilibrada con otra corres­pondiente.

El objeto de las relaciones preferenciales fuera del medio doméstico mismo entre los migrantes de ambos pueblos y dentro del medio urbano varía según la proximidad en térmi­nos tanto residenciales como originarios de las personas involucradas, y en un grado menor, en términos de relaciones que son mayormente a la vez profesionales y de vecindad geográ­fica . El grado de solidaridad está también condicionado por el grado de desarrollo de urbani­zación y de institucionalización política en el sector particular en el cual actúan los que están comprometidos en relaciones preferenciales.

Entre vecinos, y eso independientemente de su procedencia, existen objetos de movilización social y de cooperación institucionalizada que normalmente serían de res­ponsabilidad de la administración municipal. En la segunda etapa de su permanencia, y eso después de haber permanecido en un primer tiempo con parientes de integración urbana anterior, algunos residentes más pobres, tanto sancarlinos como cusipateños, participan en invasiones colectivas de terrenos para establecer sus residencias. Lo hacen con perso­nas de distintos orígenes, cada familia participante recibe su lote del comité organizador de la invasión. Pero la mayoría de los pobladores cusipateños y sancarlinos, más acomoda­dos, se integran más individualmente en unos barrios ya semiconstruidos y semi urbanizados donde han comprado su parcela de residencia , generalmente todavía sin construcción. Asociaciones barriales, muchas veces originadas a partir de la organización invasora al inicio de la urbanización, y en muchos casos preexistentes a la llegada de los migrantes de quienes se trata aquí, después de haberse dedicado a la consolidación de la propiedad de las parcelas, y de haber promovido la urbanización del suelo en términos de delimitación de lotes y de construcción de calles, aseguran el suministro y mantenimiento por las autoridades responsables del sector de los servicios urbanos materiales básicos, como el agua, desagüe y electricidad, la seguridad de las personas y de los bienes, y el tratamiento de la basura. A veces y en un primer momento, intervienen con el aporte de mano de obra de los vecinos en la ejecución de una u otra obra pública. Esta forma de movilización es más usualmente obra de comités de padres de familia de colegios. También ocurre por parte

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de las mujeres de una vecindad, especialmente organizadas para el propósito en la prepa­ración y la distribución de alimentos, sobre todo para los niños pobres. Pero el aporte más común de los pobladores es su participación en las asambleas, a veces pagando cuotas o respondiendo a colectas, y para algunos de ellos asumiendo cargos directivos , raras veces en una forma rotativa como más a menudo es el caso en el pueblo de procedencia. El cumplimiento de todos esos servicios, frente a la carencia o insuficiencia de las institucio­nes formales , implica una movilización ·y una organización que transforman al poblador pasivo, mayormente migrante o hijo de migrante, en ciudadano responsable. Esta moviliza­ción ya tiene sus antecedentes en los pueblos mismos, donde los padres de los mismos migrantes les han trasmitido una larga experiencia institucional local. Se observa, sin embargo, que la actividad de las asociaciones de barrio ha declinado proporcionalmente con la elaboración de los servicios urbanos y que solamente una minoría de pobladores de ambos pueblos ocupa, fuera de su participación más frecuente en las asambleas, cargos de responsabilidad en esas organizaciones.

Paralelamente a las actividades formales de asociaciones de barrio, existen relaciones de vecindad más informales que involucran tanto a los habitantes originarios de San Carlos como a los de Cusipata o a los de otras procedencias, y eso sin tomar en cuenta la proceden­cia misma. Son ocasionales e implican recolecciones de fondos en el barrio de residencia para ayudar a la familia de un vecino a enfrentar una situación de crisis relacionada con la salud, con un accidente personal o con la muerte. Estas recolecciones pueden ser excepcionalmen­te la obra de una organización de barrio, pero son mayormente organizadas de manera informal y por su propia iniciativa por las mismas familias que se encuentran en una situación de necesidad, a cambio de responder favorablemente a un pedido similar ulterior por parte de cualquier otra familia del vecindario que las hubiera ayudado. También, algunos residentes invitan a sus vecinos a ayudarlos en la construcción de una parte de su casa (casi siempre inconclusa) , agasajándolos con alguna pequeña celebración después de la obra. En todos esos casos , la reciprocidad es la regla. En caso de necesidad de salud o, más particularmente en lo que se refiere a los cusipateños, en caso de asumir un cargo colectivo de santo del pue~lo de origen, la familia en estado de necesidad puede organizar una kermesse, donde se vende comidas y bebidas y se baila, cobrando el consumo para juntar los fondos necesarios a la ayuda que se busca. En este caso los participantes pueden ayudar con materiales de consumo. Los vecinos de cualquier origen suelen también reunirse y aportar sus regalos en celebraciones familiares diversas (cumpleaños, bautismos, matrimonios) de uno u otro de sus vecinos inmediatos.

Por su lado, también, los lazos de origen común movilizan la población migrante de ambos pueblos hacia cooperaciones de tipo social entre paisanos. Los parientes de la ciudad y del pueblo de origen, en particular, constituyen entre los migrantes de ambos pueblos la fuente principal del sistema de seguro social. Más específicamente, y sobre todo entre hermanos y hermanas así como entre tíos y tías, se apoyan el uno al otro, dando alojamiento provisional, apo~ándose en materias de acceso a estudios y a empleos, o en forma de apoyo material y social en celebraciones familiares, o en caso de necesidades relacionadas con la salud o con un luto .

Pero los migrantes de cada uno de los dos pueblos se relacionan en un grado muy diferente en los niveles de identificación superiores a los lazos de parentesco próximo. En el

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caso de los sancarlinos, las relaciones entre paisanos en Lima se concentran sobre los parientes del primer al tercer grado de proximidad, o sea de hermanos y hermanas a primos y primas, incluyendo tíos y tías. Salvo en algunos casos particulares , los paisanos del mismo pueblo que no son parientes no se ayudan y menos se visitan en Lima. Noltienen ninguna organización propia. La única tentativa de reunir a los pobladores del pueblo en un club en Lima fracasó por la falta de concurrencia y porque unos organizadores se apartaron después de acaparar los pocos recursos del grupo incipiente. Hay que notar también que la mayoría de los sancarlinos no parientes desconocen sus lugares respectivos de residencia en la ciudad. Hasta se desconoce la presencia o la muerte de un paisano en la ciudad si no es por intermedio de parientes en el pueblo mismo. Eso no impide, en cambio, que varios poblado­res sancarlinos, a pesar de ser una minoría de ellos, se junten de vez en cuando en las reuniones o celebraciones de uno de los clubes provinciales o del club departamental.

Los residentes originarios de Cusipata mantienen las relaciones originarias más allá del parentesco próximo, y eso tanto entre parientes al nivel extendido como entre gente procedente de la misma comunidad o de la misma región . Los mismos apoyos que existen más precisamente entre los parientes próximos sancarlinos se encuentran entre los cusipateños, pero no solamente a este nivel, sino también al nivel de parientes en una forma algo más extendida. Existen además entre los cusipateños otras formas de colabora­ción entre paisanos no parientes. Así se trata esencialmente, más allá de los lazos familia­res, de colaborar con la familia de un enfermo para hacer frente a gastos medicinales u hospitalarios, o de ayudar a una familia doliente para hacer frente a los gastos de un entierro. Pero también se trata de prestar su ayuda en servicios y donaciones en la celebra­ción de fiestas familiares de paisanos, fiestas que están relacionadas con el ciclo de la vida personal. Esta ayuda entre paisanos tiene también como objeto apoyar el festejo por uno de ellos de la santa patrona del pueblo de origen, santa patrona que sirve de emblema identificatorio importante para ellos. La imagen es celebrada anualmente con fasto, partici­pación extendida de los cusipateños y originarios de pueblos vecinos, y con redistribuciones particulares de bienes y servicios festivos. Una celebración mensual de la misma imagen existe igualmente en una forma mucho más limitada. También existe una participación, pero por parte de un número más reducido de personas, en celebraciones de entidades religio­sas de carácter regional del lugar de procedencia. Para juntar los medios para los distintos tipos de apoyo mencionados, los residentes utilizan la organización de colectas de dinero o la venta, en fiestas organizadas con este propósito, de comidas, bebidas o boletos de lotería, cuyo beneficio es entregado al paisano necesitado. Paralelamente, la asociación que tiene la responsabilidad permanente de la transmisión por turno del cargo de la santa patrona del pueblo ha utilizado hasta hace poco sus fondos como caja de crédito para los paisanos. Fallas en el reembolso pusieron fin a esta práctica por el momento. También se reunían en Lima los cusipateños para partidos de fútbol entre grupos de distintos orígenes serranos. Pero el crecimiento de la urbanización redujo considerablemente el número de campos libres en la capital, poniendo fin a esta práctica de grupos deportivos originarios . Actualmente , la asociación cusipateña trata de juntar, a través de la ayuda de sus miem­bros y de distintas actividades sociales organizadas por ella, una suma de dinero suficien­te para comprar un terreno donde construir un local para las actividades y celebraciones de la asociación.

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Pero fuera de estas manifestaciones rituales y sociales es de notar que , tanto entre los cusipateños como entre los sancarlinos, son los parientes cercanos quienes constitu­yen la fuente principal de ayuda en la busca de un empleo, así como en la organización y financiación de empresas económicas, o también en prestaciones en caso de desempleo o de enfermedad, de educación o de vejez, y eso con un universo de redistribución muy restringido y prácticamente inexistente entre las capas sociales diferenciadas de la socie­dad en su conjunto.

Esas distintas prestaciones de ayuda prorrogan prácticas corrientes similares a las de los pueblos de origen. Pero en el caso urbano los lazos originarios poco corresponden, ya como en el pueblo, con los lazos de vecindad y tienden entonces a espaciarse. En cambio se suman a los lazos de vecindad, como también a los lazos profesionales que vamos a conside­rar ahora.

Hay que notar entre los migrantes de ambos pueblos la organización solidaria parti­cular entre profesionales de cualquier procedencia en materias ligadas al ejercicio de su profesión. Se observa particularmente entre los vendedores ambulantes. De hecho, estos últimos tienen que organizarse frente a las expulsiones de sus lugares de trabajo por parte de las autoridades municipales, y para solucionar y gestionar la competencia entre ellos mismos en la ocupación de lugares estratégicos para vender. Se observa también en casos aislados entre artesanos o pequeños empresarios vecinos, quienes, independientemente de su ori­gen, juntan sus esfuerzos para consolidar su ocupación de un sitio particular, para conseguir condiciones ventajosas de negocio en la compra de instrumentos o materias primas y en el acceso a los mercados , pero también para organizar el acceso a la propiedad de viviendas o en el apoyo económico a uno de ellos que está afrontando problemas de salud.

Las formas de cooperación solidaria también relacionan los migrantes de Cusipata y de San Carlos a sus paisanos de los pueblos respectivos, como indirectamente a sus aliados en los casos exogámicos. Entre los originarios de ambos pueblos, esta cooperación se concentra en forma predominante entre padres del pueblo y sus hijos en la ciudad. 11

La relación transgeneracional de los migrantes a la tierra de origen materializa particu­larmente la naturaleza de la relación entre migrantes y residentes del pueblo. En ambos pueblos , los padres quedan con las parcelas familiares que siguen trabajando para dejarlas después a sus hijos que han permanecido en el pueblo con ellos. Los residentes exteriores no parecen preocuparse en consolidar derechos individuales propios a esos terrenos. Pero los cusipateños se diferencian en algo de los sancarlinos en cuanto al universo social al cual asignan la tierra de sus padres . Mientras los sancarlinos aceptan la idea de la venta de los terrenos en provecho de sus padres ancianos, y valorizan menos la continuidad en el futuro del lazo familiar a la tierra, la misma idea de venta de los terrenos familiares es rotundamente rechazada por parte de los cusipateños, quienes identifican estrechamente la herencia de la

1 1 La articulación del mundo rural y del mundo urbano en un solo sistema de interacción de producción diversificadb según un modelo de complementariedad económico-ecológica vertical dentro de redes de parentesco traspasando las fronteras entre campo y ciudad ha sido puesta de relieve, entre otros autores , por Long y Roberts ( 1984:224-225), Rodríguez Doig ( 1994: 18) y Prerregaard (1997 :250-251 ), quienes subrayan particularmente el uso combinado de los recursos de ambos mundos en una sola empresa económica por parte de los migrantes y sus familias .

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tierra con el grupo familiar transgeneracional mayormente patrilineal. Consideran esos terre­nos como pertenecientes al grupo familiar, que es tanto de los padres que deben seguir disfrutando de estos terrenos , como lo hicieron sus antepasados, como lo es de los hijos de los residentes que podrían potencialmente usarlos en el futuro, y como lo es de los mismos migrantes, considerando la posibilidad teórica de su regreso futuro al pueblo.

Por otra parte, los parientes mantienen intercambios de regalos y servicios por enci­ma de la frontera rural-urbana. Mientras se mantienen en plena actividad productiva, los padres siguen mandando regularmente a sus hijos en Lima, varias veces al año en promedio, un costal de productos alimenticios estrechamente identificados con el pueblo o elaboracio­nes culinarias asociadas a este último. Los hijos, por su parte, fuera de los que estudian y de algunos de ellos demasiado pobres, mandan a sus padres en el pueblo pequeñas cantidades de productos alimenticios agroindustriales, como aceite, arroz o fideos , alguna ropa y algo de dinero, y eso, en la mayoría de los casos, varias veces al año. En el caso de los cusipateños, una vez rotos los lazos entre padres e hijos por motivo de muerte de los padres, los hermanos y hermanas, como tíos y tías por un lado y sobrinos y sobrinas por el otro, se hacen benefi­ciarios de esos regalos mutuos en lugar de los padres. De hecho, pocos son los cusipateños de Lima que no hacen ningún intercambio con sus parientes, en cambio entre los sancarlinos se encuentra una larga minoría que no intercambia bienes con sus parientes. Generalmente, una vez finados los padres en el pueblo, padre y madre en el caso de los sancarlinos, parientes próximos en general en el caso de los cusipateños, los hijos de la ciudad dejan de hacerse regalos mutuos con parientes. En el caso de los sancarlinos, las encomiendas se mandan por agencia, pero también y más a menudo, por algún paisano "de confianza", quien viaja, según el caso, a la ciudad o al pueblo. En el caso de los cusipateños, los parientes o paisanos viajeros fuera de cualquier agencia son los intermediarios casi exclusivos.

Por otra parte, los migrantes visitan a sus padres en el campo, eso mayormente con una regularidad que varía según los casos , de una vez en algunos años a una o dos veces cada año. Los hijos aprovechan a menudo las vacaciones o celebraciones nacionales o una de las fiestas anuales del pueblo para visitar a sus padres. En el caso de Cusipata se quedan a menudo durante algunos meses, mientras los emigrados de San Carlos regresan a su pueblo por períodos que generalmente no pasan de algunas semanas. Los residentes de ambos pueblos en Lima, en forma más ocasional, reciben y sobre todo traen uno u otro de sus padres ancianos del pueblo, muchas veces con el propósito de curarlos en una institu­ción médica, antes de volver a despacharlos a su pueblo a pedido mismo de los padres, ansiosos del cuidado de sus animales y de su casa. Pero las visitas de los padres a Lima son mucho menos frecuentes que las visitas de los hijos al pueblo. Eso es más notable aún en el caso de los cusipateños, cuyas visitas a los parientes en Lima son también de duración más corta que las visitas de los padres sancarlinos. De su lado, los hermanos y hermanas de ambos pueblos aprovechan a menudo la presencia y la hospitalidad de sus hermanos o hermanas en Lima para migrar a esta ciudad. Las salidas y las llegadas de personas de cada uno de los dos pueblos son oportunidades de reuniones familiares con abundante consumo de comida y de bebida, y eso tanto en el pueblo como en Lima.12

12 Hay que mencionar acá la importancia para los migrantes de ambos pueblos de mantener un movi-

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Algunos migrantes permanentes de ambos pueblos regresaron definitivamente a su pueblo después de varios años de permanencia en Lima. Tal hecho es considerado general­mente como el resultado de un fracaso social y económico al cual poco se hace referencia, lo que dificulta la obtención de informaciones relacionadas con este fenómeno. Después de su regreso, les retornantes conforman su apariencia y sus hábitos a los de sus paisanos del pueblo para evitar cualquier diferenciación con esos últimos. Los retornos definitivos pare­cen haber aumentado en la última generación de migrantes , pero quedan estadísticamente muy marginales. Aparte de este fenómeno, varios empleados públicos retirados, más específicamente en San Carlos, regresan al pueblo para estadías de algunos meses, para descansar, aprovechando del beneficio de su seguro de vejez y completándolo con activida­des agropecuarias reducidas en el pueblo.

En lo que se refiere a los contactos personales entre aliados de pueblos distintos, en particular en lo que toca a las visitas de los yernos de Lima a los suegros de un pueblo, cabe observar que son muy escasos y, en el caso de los cusipateños, menos exogámicos, casi inexistentes. Mayormente, las visitas se hacen entre padres e hijos y entre pueblo y ciudad, mas no entre aliados, eso con excepción de los aliados que radican en la misma ciudad.

Tanto entre los sancarlinos como entre los cusipateños, ayudas ocasionales han sido prestadas al pueblo en su conjunto por parte de algunas personalidades individuales, quie­nes usaron sus relaciones con algunas personalidades de la capital. Fueron en ambos casos intervenciones con un objeto claramente colectivo, pero muy puntual y fuera de cualquier plan complejo de desarrollo local o regional. En Cusipata, por ejemplo, una docente oriunda del pueblo y establecida en Lima solicitó a un miembro del Congreso que presione para la destitución y el enjuiciamiento del principal responsable municipal de su pueblo comprome­tido en malversaciones. En San Carlos, un general del Ejército originario del pueblo se ha mostrado particularmente activo en el mejoramiento por su institución del ramo de carretera que llega al pueblo y en la instalación de una generadora eléctrica usada obsequiada por el Ejército. Llama la atención el hecho de que en los casos de ayuda prestada por parte de un individuo, y eso en el caso de cada uno de los pueblos, ese individuo ya no tenía pariente próximo en el pueblo. Él activaba entonces sus lazos de origen a un nivel de identificación social algo más elevado, nivel que para él era el más bajo nivel de identificación originaria, que para otros corresponde al nivel familiar. Se nota así que los residentes de ambos pueblos que expresaron más su preocupación por su pueblo como conjunto fueron personas con lazos familiares debilitados.

En materia de ayuda prestada por un conjunto colectivo de migrantes, hay que repetir que solamente los migrantes de Cusipata se han organizado colectivamente al nivel del pueblo. Su comité intervino en asuntos relacionados con la urbanización del pueblo, y en particular en el pago del alquiler de las máquinas para la apertura de calles y en la provisión

miento tantq de personas como de bienes entre el lugar de inmigración y el de emigración, por lo menos en la generación de los migrantes. La dramatización y la ritualización de este movimiento pendular entre los polos de origen y destino con sus ritos apropiados de traspaso de fronteras entre los dos mundos, complementarios pero desiguales en términos de "progreso", han sido particularmente puestas de relieve en sus investigaciones acerca de migraciones andinas por Lund Skar ( 1994: capítu­los 2, 3 y 8).

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de los materiales para el desagüe público y para el alumbramiento de las calles. También mandó objetos de carácter festivo o ritual, como una banda militar para la escuela o ropas nuevas para la santa patrona. Pero no intervino en materias directamente relacionadas con las actividades económicas, quedando su intervención confinada al campo1de los aspectos colectivos exteriores o simbólicos de su pueblo, y hasta cierto punto superficialmente rela­cionados con asuntos de educación y de salud. Pero los residentes cusipateños en Lima ahora se quejan por la falta de reconocimiento de sus esfuerzos para el pueblo por parte de las autoridades de este último, y no tienen a corto plazo ningún nuevo proyecto de ayuda a este, concentrándose en las necesidades y el bienestar de sus propios miembros en la ciudad capitalina.

Falta verificar hasta qué punto se reproducen en las nuevas generaciones normas y prácticas culturales o éticas heredadas de la vida en el pueblo, así como grupos o redes relacionales particulares entre los hijos de migrantes de cada uno de los pueblos o de su región. Pero ya se puede notar un debilitamiento de los lazos de vecindario en los barrios más acomodados , así como en los nuevos distritos urbanos más pobres una vez consolidados los servicios básicos de urbanización y el desarrollo de las estructuras municipales. En cuanto a la participación en relaciones de cooperación solidaria entre gente de un mismo origen, parece alargarse el universo de identificación originario al mismo tiempo que desarro­llarse modelos más individuales de comportamiento entre los hijos de migrantes.

Conclusiones

Los niveles de identificación originaria se amplían en el contexto urbano en el caso de los migrantes en Lima, eso tanto de San Carlos (sierra norte) como de Cusipata (sierra sur) . Pero la identificación supradoméstica (parental, comunitaria o regional) tiene un carácter más corporativo e institucionalizado y se concretiza más en el caso de Cusipata que en el caso de San Carlos, cuyos miembros tienen relaciones más esparcidas y en forma de red, o tiene carácter de grupo provincial o regional en una forma más ocasional. Además, los migrantes de Cusipata diferencian más estrictamente los paisanos mismos, especificando en particular los que son aliados preferenciales en los matrimonios y los que son paisanos más alejados. Mientras para los migrantes de San Carlos, los paisanos fuera de los parientes no son tan diferenciados y no forman una categoría con límites claros. Pero sí existe entre los sancarlinos una identificación más general difusa a los "amazonenses" y, en una forma más amplia, a los "norteños" , incluyendo mayormente a gente de la cordillera. Esta diferencia, entre los migrantes de un pueblo al otro, en la forma de identificarse con el medio originario aparece también en el grado de institucionalización de la identidad originaria: pues los migrantes cusipateños, mas no los sancarlinos, han creado una asociación propia fundada sobre el origen común.

Prácticas de solidaridad existen entre los migran tes de ambos pueblos, pero con un peso diferencial en los criterios de selección de sus participantes. El criterio más operacional de selección solidaria entre los migrantes de ambos pueblos es la pertenencia actual o anterior a una misma unidad doméstica, y eso en lo que se refiere a las relaciones tanto entre migrantes como entre ellos y sus parientes próximos en el pueblo. Esta solidaridad se mani­fiesta entonces a través de confederaciones de unidades domésticas próximas esencialmen­te por la ascendencia, y secundariamente por la alianza, como también, pero de manera

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menos intensiva, dentro de redes de unidades domésticas más alejadas a partir de cada una de las unidades domésticas de confederaciones determinadas.

En el caso de los migrantes originarios de Cusipata, se extiende la solidaridad interdoméstica a miembros del parentesco extendido y a otros paisanos, del mismo pueblo y secundariamente de la misma región; entre los cusipateños, el vecindario residencial juega el papel más importante después del parentesco, y en varios casos se sobrepone parcialmente a los lazos de origen dentro de agrupaciones residenciales que incluyen también gente de distintas procedencias andinas . Para los migrantes originarios de San Carlos, el vecindario constituye el universo más importante de identificación y de solidaridad, pero eso inmedia­tamente después del parentesco próximo y antes del parentesco extendido, siendo las rela­ciones con parientes extendidos o paisanos no parientes (locales o regionales) más esparci­das y menos corporativas que en el caso de los migrantes de Cusipata.

Por otra parte, se reproduce entre migrantes de ambos pueblos un modelo originario de cooperación social y desinteresada a base de redistribución y de reciprocidad. Sin embar­go, en ambos casos, este modelo se traduce en las visitas (en frecuencia decreciente) y en el intercambio de bienes económicos y de servicios en materia de salud y de educación entre padres del pueblo e hijos de la ciudad, el alojamiento de parientes llegando del pueblo en la ciudad, la cooperación entre vecinos, tanto de manera formal en servicios materiales de urbanización como informal bajo la forma de ayuda material en casos particulares de duelo, de enfermedad o de accidentes corporales individuales. En ambos casos aparece la impor­tancia de la relación con un territorio de residencia dentro del medio urbano: así, el vecindario residencial asume en algo el papel tradicional de la comunidad rural, eso incluso entre pobla­dores de distintas procedencias. Pero ese vecindario está algo más relacionado con el origen geográfico en el caso de los cusipateños que en el caso de los sancarlinos.

Pero también cabe destacar el papel decisivo y diferenciador jugado por el contexto historico-cultural de cada pueblo, como el status social (mayormente de estrato socio-eco­nómico intermedio) dentro del medio originario y la historia individual ,13 para determinar tanto la forma de integración en el mundo urbano como la orientación de la identificación social y el tipo de relaciones mantenidas con el pueblo de origen. Hay que observar, en fin, que las diferenciaciones regionales entre norte y sur, en particular en términos de jerarquización y de centralización sociales más o menos rígidas, se suman probablemente a diferencias notables de trayectorias históricas entre pueblos vecinos en ambas regiones . Pero eso tendría que ser confirmado por encuestas más sistemáticas a ese nivel, lo que no ha podido llevarse a cabo en el cuadro de las encuestas mencionadas.

Jacques Malen.greau Universidad Libre de Bruselas

13 Este acondicionamiento en términos históricos colectivos e individuales fue particular y explícita­mente puesto en evidencia por las investigaciones en las cuales Gol te y Adams compararon las formas diferenciadas de integración urbana entre los migrantes de varios pueblos ubicados en regiones muy distintas de la costa y de la sierra peruanas (ver Golte y Adams 1990:57-59, 78-79).

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