contenido unidad 1

Alfabetización digital para colectivos en riesgo de exclusión social. Estrategias para la intervención socioeducativa.

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Unidad I

INTRODUCCIÓN Y CONCEPTUALZACIÓN I: APRENDIZAJE

UBICUO Y ALFABETIZACIÓN DIGITAL

El comienzo del siglo XXI asiste a la emergencia de nuevas

posibilidades y formas de comunicación e interacción gracias a la

revolución de la tecnología informática. Con ellas se abre todo un

abanico de potencialidades y retos ante el que la educación y la

intervención social no permanecen ajenas.

En la presente unidad de contenido exploraremos algunos de

los más importantes conceptos que, desde los nuevos paradigmas

educativos, atienden a la relación entre tecnología, aprendizaje y

sociedad como algo diferente al mero añadido mecánico: el

surgimiento de una nueva manera de aprender y relacionarse dentro

de una cultura de la participación crítica que abarca de manera

híbrida y continua la interacción tanto en medios físicos como

virtuales.

Aprendizaje Ubicuo: concepto y características

Bajo el nombre Aprendizaje Ubicuo se hace referencia al

innovador paradigma educativo que se hace posible, en parte, por la

aparición de los nuevos medios digitales sus posibilidades de

interacción y comunicación multimedia. La pervasividad de Internet,

las redes sociales y las tecnologías de comunicación móvil potencian

no sólo el acceso e intercambio masivo de información, sino también

la eclosión de estructuras sociales y de estrategias relacionales que

suceden, sin discontinuidades (de manera seamless), tanto en los

ámbitos físicos como en los llamados entornos virtuales.

Pervasividad: En Teoría General de Sistemas, la pervasividad es la

medida en la que un sistema recibe interacción de su medio. Los

sistemas que tienen mucha relación con su medio serán altamente


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pervasivos. En la actualidad, la pervasividad de las tecnologías de la

comunicación y la información en nuestras sociedades en muy alta y

esto tiene evidentes consecuencias para los modelos de enseñanza-

aprendizaje que ponemos en práctica.

Seamless: Literalmente “sin costuras”. Una experiencia educativa

seamless es aquella que ocurre en distintos medios (virtuales o

físicos), plataformas, formatos y contextos de forma natural y sin

discontinuidad: un aprendiz puede compartir con otros, dentro de una

red social, un video en el que expone su opinión sobre un artículo de

Wikipedia, basado en referencias externas. La experiencia del

aprendiz es continua, los formatos y medios, múltiples.

En este contexto, la definición más simple del Aprendizaje

Ubicuo propone que éste es aquel que sucede en cualquier momento

y en cualquier lugar (tecnológico o no). Esto es, en la sociedad

interconectada tecnológicamente, el aprendizaje ubicuo trasciende los

límites tradicionales del aprendizaje y las divisiones entre aprendizaje

formal e informal. El aprendizaje no sucede solo en aulas, academias

o campus virtuales: aparece allí donde existe un aprendiz con acceso

(tecnológico) a oportunidades educativas.

Sin embargo, tal y como indica Burbules (Cope, 2007), uno de

sus principales proponentes, para una completa comprensión del

concepto “ubicuidad del aprendizaje” y sus consecuencias, es

necesario desgranar algunas de sus sutilezas:

La ubicuidad en el acceso a la información: La dimensión física

ya no es un condicionante del aprendizaje, ya que este no solo

sucede en entornos académicos y presenciales. Esto implica un

cambio en los procesos cognitivos considerados “aprendizaje”: los

procesos memorísticos y de interiorización de información dejan de

ser importantes en un contexto en el cual el aprendiz puede buscar


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en otros lugares la información que necesita en el momento que la

necesita.

La portabilidad de la tecnología: Los dispositivos móviles y

portátiles favorecen la integración de las tecnologías comunicativas

en el quehacer diario de las personas. Es necesario entender, no

obstante, que estas tecnologías favorecen un tipo de comunicación

interactiva donde el usuario no solo recibe sino que también emite y

comparte información. Portar tecnología comunicativa equivale a

tener oportunidades de intercambio de información en cualquier lugar

y momento, sabiendo que otros usuarios también las están

aprovechando.

Ubicuidad como interconectividad: En el sentido de los puntos

anteriores, la interconectividad posibilitada por la tecnología genera

una “inteligencia expandida” social: El conocimiento, memoria y

capacidad de procesamiento cognitivo de una persona se suplementa

y apoya de manera constante en las tecnologías que utiliza. Por otro

lado, el aprendiz es capaz de estar en contacto continuamente con

otras personas que saben o son capaces de hacer cosas que él

desconoce.

Ubicuidad como transversalidad: Las tecnologías difuminan

las divisiones tradicionales entre actividades y esferas de la vida

tradicionalmente concebidas como separadas: trabajo/juego,

aprendizaje/entretenimiento, acceso/creación de información,

público/privado, etc.

Ubicuidad temporal: No existen horarios de aprendizaje, este

puede suceder en cualquier momento de la actividad cotidiana. La

consulta de información, la transmisión y el intercambio de

conocimiento, ocurren de manera transversal a otras actividades

diarias. Las interacciones entre usuarios pueden ser sincrónicas (en


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directo) o asíncronas (en distintos momentos) y el aprendizaje se

expande a lo largo de la vida, no limitándose a periodos específicos

de formación.

Ubicuidad como conocimiento globalizado: El aprendizaje

tampoco sucederá en espacios cerrados, virtuales o no, sino de una

manera globalizada, multimedia y multiplataforma. Las redes

relacionales de los aprendices ocurren de manera simultánea en

diferentes plataformas y medios, los flujos de conocimiento emergen

y se imbrican en complejas redes de interacción social.

Ubicuidad vs. Virtualidad: El aprendizaje ubicuo no sucede solo en

entornos virtuales de enseñanza-aprendizaje, transgrede las

divisiones tradicionales entre virtual (online) y físico (offline).

Así como el uso de tecnología educativa no equivale a

educación, la ubicuidad de la tecnología no equivale a la ubicuidad de

los procesos de enseñanza-aprendizaje. Podemos usar las tecnologías

modernas para poner en marcha prácticas pedagógicas tradicionales,

transaccionales y memorísticas, que no aprovechen sus

potencialidades ni promuevan nuevos paradigmas de aprendizaje

interactivo, colaborativo y ubicuo. Es por ello que un diseño educativo

orientado al Aprendizaje Ubicuo habrá de tener en cuenta, al menos,

los siguientes principios:

Difuminar los límites institucionales, espaciales y temporales

de la educación tradicional: Es herencia de las instituciones

educativas de nuestro pasado reciente el considerar que los

aprendices necesitan estar haciendo lo mismo al mismo tiempo y que

la enseñanza-aprendizaje consiste en una transmisión unidireccional

(de uno a muchos) del conocimiento. En la era de las tecnologías de

la comunicación y la información, estos límites no son necesarios: el

aprendizaje puede suceder en cualquier lugar y en cualquier


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momento; los aprendices aprenden colectivamente, compartiendo e

interconectándose.

Difuminar los roles profesorado-alumnado: En el aula

tradicional, el/la docente y su tablero se situaban al frente de los

estudiantes; se penalizaba la comunicación "lateral" de estudiante a

estudiante. En el aprendizaje ubicuo, el profesorado es un facilitador

de experiencias de aprendizaje que el aprendiz es capaz de

autogestionar: no posee ni toda la información ni la mejor

información, que puede ser accesible en otros medios. Los

estudiantes no son pasivos recipientes de aprendizaje, sino que

participan autónoma y colectivamente, junto al profesorado, en la

construcción colaborativa de su conocimiento.

Reconocer la diversidad personal y utilizarla como

potencialidad: Los diseños pedagógicos tradicionales asumen un

“aprendiz tipo” ideal, un “conocimiento tipo” que todos, sin importar

sus características personales, deben alcanzar por los mismos medios.

El Aprendizaje Ubicuo implica la necesidad de empoderar al aprendiz

para que ponga en práctica sus características personales a la hora

de escoger autónomamente el itinerario que quiere seguir: los medios

de información y su formato; los medios de interacción y su uso; etc.

La multiplicidad de recursos garantiza que cada aprendiz pueda

adaptar su estilo de aprendizaje a la construcción de su conocimiento.

Ampliar y mezclar los medios de representación de

información: En la era digital, la información puede tener múltiples

formatos. El Aprendizaje Ubicuo será capaz de incorporar vídeo, audio,

texto e hipertexto de forma integrada en entornos educativos sociales,

no solo como elementos de transmisión de la información, sino como

elementos de creación de la misma.


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Potenciar el desarrollo de estrategias de conceptualización: Si

bien la importancia de lo memorístico decae, este tipo de aprendizaje

despliega un abanico de habilidades metacognitivas implícitas en la

utilización de medios tecnológico-educativos: los lenguajes

mediáticos de Internet, la semántica de las webs y su estructura, los

mecanismos de interacción social en redes sociales, el desarrollo de

habilidades críticas en la selección de información relevante, etc.

Conectar el conocimiento individual con el conocimiento

social: En la era de la tecnología ubicua, no se es lo que se sabe sino

lo que se puede saber. Cuando el conocimiento está a unos clicks de

distancia, el aprendizaje y su evaluación deben incluir la capacidad

para acceder a él, para seleccionarlo críticamente, remezclar,

reelaborar, construir y compartir nuevo conocimiento a partir del

mismo.

Construir comunidades de conocimiento colaborativo: La

ubicuidad del aprendizaje potencia formas de reflexión social que

pueden constituirse en verdaderas "comunidades de aprendizaje". El

profesorado se erige en facilitadores de las enormes energías que

surgen de la interacción y construcción del conocimiento entre iguales,

entre aprendices que colaboran en redes sociales, implicando a

personas y colectivos que, aparentemente, no forman parte del

contexto de aprendizaje (familias, amigos, expertos, círculos sociales).

Ahondaremos en este aspecto en el punto 2 del presente documento.


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Construyendo redes: aprendizaje y cultura colaborativa

Los seres humanos somos seres sociales. Todo hecho

educativo es, por definición, un hecho comunicativo, interpersonal y

social. Ningún conocimiento es construido desde la nada: siempre

surge en interacción con otros y tanto más rico es cuantas más

personas han contribuido en su construcción. Nos distanciamos del

mundo del oligopolio del conocimiento, en el que algunos producen y

muchos consumen, hacia un nuevo paradigma en el que todas las

personas tienen una implicación más activa en la construcción

cultural en la que se integran.

Por ello, el concepto de "cultura de la participación" (Jenkins,

2009) se opone a los modelos didácticos individualistas tradicionales

y busca cambiar el centro del aprendizaje de lo individual a lo

colectivo, del aprendizaje aislado a la participación en comunidades

de aprendizaje.

Así, frente a un acercamiento aislado a la relación entre

aprendizaje y tecnología, se escoge una estrategia “ecológica” y

abierta, que comprende la interrelación entre las diferentes

tecnologías de la comunicación, las comunidades culturales que

crecen alrededor de ellas y el tipo de actividades que permiten. La

cultura de la participación en entornos digitales puede emerger a

medida que la sociedad absorbe y responde a la explosión de las

nuevas tecnologías mediáticas que permiten a las personas consultar,

archivar, modificar, apropiar y distribuir contenidos e información en

ellas de maneras innovadoras, imbricando estos nuevos medios en

las redes de comunicación y colaboración social. Pero las tecnologías

de la participación no son útiles si no se desarrollan las habilidades y

el conocimiento cultural necesario para utilizarlas en la construcción

de nuestro propio conocimiento y, por supuesto, si no se inscriben en

movimientos sociales y participativos más amplios.


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Para Jenkins (2009), una verdadera Cultura de la Participación

en un ámbito educativo ubicuo se define por:

Ofrecer pocas barreras a la expresión artística y la

implicación cívica.

Ofrecer un fuerte apoyo a la creación de conocimiento y su

compartición.

Ofrecer estrategias de tutelaje informal, en el que lo que es

sabido por las personas con más experiencia es compartido con

los principiantes.

Sus miembros consideran que sus aportaciones tienen

importancia.

Sus miembros sienten alguna conexión social entre sí (al

menos se preocupan por lo que otras personas opinan acerca

de sus aportaciones).

La cultura de la participación potencia que todas las

personas contribuyan al conocimiento de una manera

cooperativa y colectiva. No todos deben contribuir, pero deben

sentir que son libres de hacerlo y que sus contribuciones serán

valoradas adecuadamente. Una experiencia educativa basada en la

cultura de la participación busca empoderar a los aprendices a

desarrollar las habilidades, conocimientos, confianza y motivación

necesarias para ser participantes activos y plenos en la cultura actual.

Una verdadera cultura participativa incluirá:

Afiliaciones: Capacidad de pertenecer formal e informalmente a

comunidades de personas en red.


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Expresiones: Capacidad de construir nuevos artefactos

creativos, como textos, vídeos, música, remixes, etc.

Resolución de problemas colaborativa: Trabajo cooperativo en

equipos (formales e informales) para realizar actividades y

construir nuevo conocimiento.

Diseminación: Compartir el conocimiento con múltiples

personas a través de múltiples medios y plataformas.

Espacios de afinidad: Numerosos estudios muestran que nos

vinculamos y aprendemos más profundamente en aquellos

contextos sociales que tienen que ver con nuestros gustos y

afinidades personales. Esto es evidente en nuestro

conocimiento de la cultura popular. Las culturas de la

participación potencian la creación de grupos formales e

informales de afinidad social en las que las personas desarrollan

sus habilidades en una interacción mediada por sus intereses

compartidos.

Así, no es posible reducir el aprendizaje digital a la adquisición

de competencias técnicas para el uso de las tecnologías prescindiendo

del desarrollo de habilidades orientadas a participación en la

construcción colectiva del aprendizaje. Esta construcción, como

veremos a continuación, ha de ser eminentemente crítica y activa en

el caso de comunidades de aprendizaje orientadas la intervención

social.


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Las nuevas alfabetizaciones digitales para una ciudadanía

crítica. Definición, ámbitos y enfoque

Históricamente, el término "alfabetización" se reservaba

exclusivamente a la adquisición de las competencias necesarias para

decodificar texto escrito (leer) y producir textos alfabéticos y

numéricos (escribir). Sin embargo, la irrupción de los medios

audiovisuales durante el S. XX y, más recientemente, de las

tecnologías inforcomunicacionales, ha obligado a antropólogos y

educadores (Jenkins, Buckingham, Prenski, Knorr) a ampliar su

espectro de aplicación.

La persona alfabetizada en la presente sociedad multimedia

es aquella que ha desarrollado “múltiples alfabetizaciones”,

entendiendo estas como más que el mero desarrollo de habilidades:

la capacidad de interpretar y crear críticamente artefactos culturales

en múltiples códigos: textuales, sonoros, visuales, informáticos, etc.

En este sentido, la UNESCO ofrece una definición ponderada de

alfabetización para la información y los medios:

“La alfabetización para los medios y la información permite a las

personas interpretar y hacer juicios informados como usuarios de

información y de medios, así como convertirse en hábiles creadores y

productores de información y mensajes mediáticos por sí mismo (…).

El empoderamiento de las personas a través de la alfabetización para

los medios y la información es un prerrequisito importante para

garantizar el acceso equitativo a la información y el conocimiento, así

como para construir sociedades del conocimiento inclusivas”.

Así, cabría destacar la existencia de dos escuelas de

pensamiento respecto a la Alfabetización Digital:

El desarrollo de las habilidades personales básicas para manejar

tecnologías de la información de la comunicación.


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Entendiendo que las tecnologías de la información y la

comunicación han penetrado en todas las áreas de la sociedad

contemporánea, incluiría la adquisición de las habilidades

técnicas básicas pero también el uso y producción de medios

digitales, el proceso de información, la participación en redes

sociales para la creación y compartimiento de conocimiento, etc.

Estar alfabetizado no es solo conocer y emplear los códigos

digitales, sino utilizarlos en un ámbito social de manera que se

contribuya al desarrollo personal y colectivo.

Desde el punto de vista de una actividad de intervención

social alfabetizadora que tome como referencia la segunda

perspectiva, en el trabajo con colectivos en riesgo de exclusión, estas

habilidades incluirían la adquisición de habilidades críticas para

detectar, cuestionar, reelaborar y contrainformar acerca de la

información e imagen que de estos colectivos existe en los medios: el

sujeto alfabetizado digitalmente no utiliza los medios digitales

acríticamente, sino que se convierte en un elemento activo para su

mejora hacia la inclusividad y equidad social. En todo caso, en

nuestras sociedades la alfabetización digital es un proceso que

requiere del aprendizaje a lo largo de la vida, pues ni los medios

tecnológicos ni las culturas que los sustentan son estáticos. Supone,

asimismo, un importante factor de empleabilidad personal que, en su

ausencia, ejerce de limitador al ascenso socioeconómico y que agrava

las situaciones de exclusión social.

Es por ello que es necesario diferenciar entre la adquisición de

habilidades y el desarrollo de competencias para la Alfabetización

Digital. Desde el punto de vista de las habilidades, algunas de las

consideradas básicas por parte de la UNESCO son:


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Habilidades Digitales Básicas Habilidades Digitales Profesionales

Aquellas que deben adquirir todos

los ciudadanos en la sociedad del

conocimiento.

Especializadas y de alto nivel.

Seleccionar y utilizar sistemas y

dispositivos TIC efectivamente.

Utilizar herramientas comunes y

genéricas de software en sus vidas

privadas.

Utilizar herramientas especializadas

para trabajar.

Adaptarse flexiblemente a los

cambios en la infraestructura y

aplicaciones.

Investigar, desarrollar y diseñar

herramientas TIC.

Gestionar, producir, distribuir y

vender herramientas y servicios.

Asesorar, integrar e instalar

aplicaciones TIC.

Mantener, administrar y servir

sistemas TIC.

La adquisición de estas habilidades es un proceso que toda

persona inmersa en la sociedad digital ha de afrontar: una persona

que aparentemente domina las habilidades básicas puede mostrar un

bajo nivel de alfabetización. De esta forma, bajo el segundo

paradigma mencionado, una persona o colectivo no estará

verdaderamente alfabetizado digitalmente mientras no desarrolle

dichas habilidades, al menos, a través de las siguientes

competencias:

De acceso y evaluación de la información: Identificar las

fuentes de información así como desarrollar las técnicas para la

obtención de la misma. La búsqueda de información digital

exige habilidades críticas más refinadas que la alfabetización

tradicional, siendo la validez y autenticidad de dicha

información más difícil de discernir.


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Integración de la información: Se refiere a la interpretación y

representación de información a través de herramientas TIC.

Consiste en sintetizar, resumir, comparar y comparar

información de múltiples fuentes. A menudo, diferentes tipos de

información deben ser analizados al mismo tiempo. Por ello, la

integración requiere de la alfabetización visual y textual:

imágenes, textos, gráficos y otros formatos de información

deben gestionarse simultáneamente.

Creación de nuevo conocimiento: Generar nueva información

de forma digital, adaptando, aplicando, diseñando, inventando

y creando nuevo conocimiento. La creatividad y la capacidad de

utilización de información para su reformulación son claves aquí.

Comunicación: Supone transmitir información a otras

personas, usando formatos y contenidos relevantes y

adaptados a la variedad de contextos socioculturales en las que

estas audiencias existirán.

Colaboración: La capacidad de integrarse y gestionar la

interacción en redes sociales digitales orientadas a la creación

colaborativa de conocimiento y el intercambio de información.

Análisis crítico: La capacidad de identificar y cuestionar los

aspectos ideológicos subyacentes a las tecnologías utilizadas,

así como los implícitos en la información utilizada. En el ámbito

de la intervención con colectivos en riesgo de exclusión social

incluirá el análisis de la visión mediática del propio colectivo, la

incidencia de las brechas digitales y tecnológicas en el

desarrollo del mismo, así como la adopción de estrategias

técnicas y sociopolíticas para superarlas.


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Referencias :

BUCKINGHAM, D. (2007). “Digital Media Literacies: rethinking media

education in the age of the Internet”. En Research in

Comparative and International Education, Volume 2, Number 1,

2007.

COPE, B. y KALANTZIS, M. (eds.) (2007) Ubiquitous Learning.

Exploring the anywhere/anytime possibilities for learning in the

age of digital media. Urbana : University of Illinois Press.

GUTIÉRREZ, A. y TYNER, K. (2012). "Educación para los medios,

alfabetización mediática y competencia digital". En Comunicar:

Revista científica iberoamericana de comunicación y educación,

Nº 38, 2012, págs 31-29.

JENKINS, H. (2009) Confronting the Challenges of Participatory

Culture. Media Education for the 21st Century. Massachusetts,

The MIT Press.

KARPATI, A. (2011). Digital Literacy in Education. Moscú, UNESCO

Institute for Information Technologies in Education.

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