conocimiento histórico en clave digital

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Número 1 Bucaramanga, Marzo - Agosto de 2011 Historia Abierta - http://historiaabierta.org ISSN 2027-9035 Conocimiento Histórico en Clave Digital Número 2 Bucaramanga, Noviembre - Marzo de 2011 Historia Abierta - http://historiaabierta.org ISSN 2027-9035 Conocimiento Histórico en Clave Digital H istoria 2.0

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Page 1: Conocimiento Histórico en Clave Digital

Número 1Bucaramanga, Marzo - Agosto de 2011

Historia Abierta - http://historiaabierta.org

ISSN 2027-9035

Conocimiento Histórico en Clave Digital

Número 2Bucaramanga, Noviembre - Marzo de 2011Historia Abierta - http://historiaabierta.org

ISSN 2027-9035

Conocimiento Histórico en Clave Digital

Historia 2.0

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Revista Historia 2.0, Conocimiento histórico en clave digital

Número 2ISSN 2027-9035Agosto de 2011 - Marzo de 2012Correo electrónico: [email protected]ón Electrónica: http://historiaabierta.org/historia2.0

DIRECTORJairo Antonio Melo Flórez, [email protected]

COMITÉ EDITORIALMiguel Darío Cuadros Sánchez, [email protected] (Bucaramanga)Diana Crucelly González Rey, [email protected] (Bucaramanga)Sebastián Martínez Botero, [email protected] (Manizales)Gabriel David Samacá Alonso, [email protected] (Bucaramanga)Carlos Alberto Serna Quintana, [email protected] (Pereira)

ÁRBITROSDra. Patricia Cardona, Universidad Eafit- MedellínMg. John Jaime Correa, Universidad Tecnológica de PereiraMg. Luis Rubén Pérez, Universidad Autónoma de BucaramangaMg. Oscar Blanco Mejía, Universidad Industrial de SantanderJulián Andrei Velasco, Universidad Industrial de Santander

DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y DIGITALIZACIÓNHistoria Abierta - http://historiaabierta.org

Carátula: Alumnos Internos del Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga en 1912.

Esta revista y sus contenidos están soportados por una licencia Creative Commons 3.0, la cual le permite compartir mediante copia, distribución y transmisión del los trabajos, con las condiciones de hacerlo mencionando siempre al autor y la fuente, que esta no sea con ánimo de lucro y sin realizar modificaciones a ninguno de los contenidos.

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TEMAABIERTO

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Contexto históriCo de un territorio. el Centro oCCidente Colombiano antes de la ColonizaCión antioqueña.

Sebastian Martinez Botero

Partiendo de la idea de que los territorios son espacios sociales, y por ende históricos y cambiantes, este artículo pretende trazar los rasgos generales del territorio que se configu-ró entre la conquista hispánica y el proceso de re-poblamiento conocido como “colonización antioqueña” en el centro occidente de la actual República de Colombia. El enunciamiento de las principales características históricas del territorio estudiado, permitirán componer un contexto general del mismo que servirá de apoyo al estudio de esta región que, salvo pocos ejemplos, ha permanecido descuidada por los historiadores.

This paper presents the historical features of the territory in the middle west of the Repu-blic of Colombia that was set up between the Spanish conquest and re-settlement process known as “colonization of Antioquia”. The main argument is that the territories are social spaces, and therefore historical and changing, so the objective is to show the change in the time, to construct a general context that will support the historical knowlege of this region that hasn’t have many studies like this.

Key Words

Middle-West, populate, territory, Cartago, Quimbayas

Palabras Claves

Centro-occidente, Poblamiento, Territorio,

Cartago, Quimbayas

Candidato a doctor en Historia de América Latina, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España. [email protected]

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La Historia de Pereira, ciudad enclavada en medio de las cuencas de los ríos Otún y Con-sota,1 ha sido hasta ahora imaginada por sus habitantes como un fruto más que sembraron los antioqueños en su gesta colonizadora de hace siglo y medio.2 El pasado quimbaya y colonial que vivió su territorio es considerado como un antecedente a duras penas “curio-so” para lucir en referentes simbólicos,3 pero que poco o nada le dice a los habitantes de hoy en día. Similar condición viven otras poblaciones como Anserma (Caldas) o Cartago (Valle del Cauca), donde la historia del poblamiento fue replanteada al paso de la coloni-zación antioqueña cuyo impacto creó en las generaciones posteriores un nuevo imaginario fundacional.

De tal manera, a simple vista se podría postular que el paso del tiempo en estos montaño-sos territorios de enclave colonizador, han ido creando diferentes geografías humanas com-puestas por una serie de capas sociales que se superponen en el tiempo. Esta estratigrafía social está asociada con una suerte de cronología que perpetúa la linealidad que los perei-ranos tienen de su historia, compuesta por varios “estados temporales”, el prehispánico, el colonial, el de colonización antioqueña y el del triunfo de la ciudad moderna.

Aunque popular, hay que decir que esta interpretación ha marginado a una serie de cues-tionamientos claves para el entendimiento del poblamiento de la ciudad actual: ¿Cómo se conformó la comunidad pereirana? ¿Se puede hablar de un “origen” antioqueño, caucano o caldense? ¿Desaparecieron los indígenas? ¿Cuál ha sido la participación afrodescendiente? ¿Porqué se dice que es una zona de frontera y colonización si se desconoce el momento en el que se poblaron los márgenes de los ríos Otún y Consota por primera vez? ¿Cómo se dio el proceso de titulación de la tierra? ¿Porqué la ciudad crece al sur y no hacia las tierras planas del occidente?

Pero más allá de intentar responder estos cuestionamientos en unas breves líneas, lo que pretendemos con el presente ejercicio es simplemente sugerir la posibilidad de otras vías

1. Pereira está emplazada sobre la terminación de un contrafuerte de la cordillera central que linda con la rivera del río Otún, exactamente a 4º y 49’’ latitud norte con 75º y 42’’ minutos de longitud, a una altura de 1.411 metros sobre el nivel del mar, es la cabecera departamental de Risaralda, en la República de Colombia.2. La mayor parte de la historia “oficial” de la ciudad acepta esta idea. Ver: Hugo Ángel Jaramillo. Pereira: proceso de un grupo étnico colombiano. 2 Tomos. (Pereira: Gráficas Olímpica, 1983); del mismo autor: La gesta cívica de Pereira – S.M.P. (Editorial Papiro. Pereira, 1994); y, Pereira, espíritu de libertad. (Pereira: Colección Literaria Fondo Mixto para la Cultura y la Artes de Risaralda, Vol 12, 1995)3. El escudo de la ciudad de Pereira hace referencia a ese pasado “quimbaya y colonial”. Medio sol y dos coronas que dio el emperador Carlos V a la ciudad fundada por el mariscal Robledo, son traídas del escudo de la antigua ciudad de Cartago para representar al pasado hispano; por otro lado, la figura de una rana es la representación del aporte quimbaya. Cuando se realizan representaciones artísticas de la historia de Perei-ra como murales, iconografía, canciones, etc., es común encontrar símbolos que apelan al pasado quimbaya y de colonización. Un ejemplo conocido que se podría citar es el del bambuco “La Ruana” del poeta perei-rano Luis C. González cuya tercera estrofa inicia diciendo: “Porque tengo noble ancestro / de don Quijote y Quimbaya ...”. Cabe decir que este mismo autor compuso el himno a Risaralda en el cual no incorporó ninguna apelación a dicho pasado, lo mismo ocurrió con el himno a Pereira, de letra de julio Cano Monto-ya, donde los referentes históricos están más inclinados hacia una épica colonización antioqueña.

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para entender la historia acontecida en este delimitado espacio geográfico. Se quiere pos-tular una versión de la historia que no atienda a la fragmentada explicación cronológica, sino que plantee la posibilidad de que dicho espacio sea el producto de la superposición de múltiples circunstancias culturales que crearon en el tiempo una condición determinada a la que llamamos territorio.

Siendo el centro occidente un “territorio”, hay que decir que este concepto lo entendemos como “al espacio socialmente construido”,4 definición que permite el diálogo entre fenómenos de la historia local con problemáticas propias de la historia universal.5

Ahora bien, haciendo justicia, hay que reconocer que el presente plantea-miento no implica necesariamente ningún postulado nuevo, simplemente trata de exponer una historia trabajada por varios autores y ya conocida en la región sin partir de los supuestos que implantó la colonización antioqueña desde la cual se han erigido las historias más recientes del centro occidente y que han terminado consagrándose como la “historia oficial”, generando fal-sos imaginarios y desconociendo otros que consideramos deben ser tomados en cuenta. La historia oficial, o relato cronológico, ha impuesto el recuerdo histórico de que el último gran cambio socio-espacial en las cuencas medias del río Otún y Consota se dio durante el proceso de llegada de población antioqueña, esto explica porqué las gentes de hoy lo entienden como el “ori-gen” de su ciudad y de sus habitantes cuando desde muchos siglos atrás ha existido la participación de otros grupos humanos que en mayor o medida, aportaron a la conformación del territorio y del pueblo que hoy la habita.

Por otro lado, no es un objetivo el de oponerse o reaccionar contra una his-toriografía en particular. Tampoco se quiere desconocer la importancia del proceso de colonización antioqueña en la historia de la conformación del te-rritorio del centro occidente colombiano, por el contrario, lo que queda cla-ro es que aunque en su pasado existen otros grandes momentos de cambio y transformación, en la historia reciente de este territorio fue la colonización antioqueña la que marcó un precedente entre una forma de organización espacial y de poblamiento anterior a la que se da con el proyecto urbano de

la última mitad del siglo XIX.

Así bien, se considera oportuno plantear un interrogante que abra el horizonte argumenta-tivo del relato: ¿Estuvo habitado el espacio de las cuencas medias de los ríos Otún y Con-sota, que hoy conocemos como Pereira, antes de que se iniciara el proyecto de poblamiento urbano de 1863?

Hacia el siglo XVI, el territorio comprendido por la gran cantidad de vertientes que des-cienden de la cordillera central, interrumpido al sur por las planicies del valle geográfico del río Cauca y al norte por las entramadas estribaciones de las montañas antioqueñas;

4. Sobre el tratamiento de este concepto Ver: Germán Mejía Pavonny, Los años del Cambio, historia urbana de Bogotá, 1810-1910. (Bogotá: Centro Editorial Javeriano, 1998).5. Ver: Justo Serna y Anaclet Pons, Cómo se escribe la microhistoria: ensayo sobre Carlo Ginzburg. (Madrid: Cátedra Universidad de Valencia, 2000). 244-245. Planteándose la precisión del término “microhistoria”, los autores barajan las ideas de varios a quienes se les atribu-ye la representación de esta corriente histoiográfica, entre ellos a Giavani Levi , autor de La herencia inmaterial, quien concluye que todo es “un problema di scala”, ya que en la aproximación que hace un historiador a un fenómeno histórico, la pe-queña escala permite captar el funcionamiento “real” de aquellos mecanismos que a nivel general quedan sin explicar.

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estaba ocupado por un considerable número de grupos nativos entre los que se enumeran Quimbayas, Carrapas, Panches, Putimaes, Quindos, Gorrones, Ansermas, Irras y Quinchías.6

El proceso de conquista de esta zona se desarrolló desde el sur como parte de la avanzada de las huestes de Francisco Pizarro y conquistadores del Perú dirigidos por Sebastián de Belalcazar que se concentraron en las zonas de producción minera y donde había un mayor número de población nativa. En poco tiempo este espacio que para el siglo XVI se conocería como la “provincia de quimbaya”, ejerció una fuerza centrípeta sobre otras campañas de conquista que partieron desde tres frentes. Del norte llegó el grupo dirigido por los hermanos Heredia procedente de la recién fundada ciudad de Cartagena de Indias; del sur llegó el grupo de Sebastián de Belalcazar que había estado poblando a Santiago de Cali y Popayán; y del occidente entró un tercero por el océano Pacífico y el río Atrato dirigido por Pascual de Andagoya.

Sin embargo, fue el proyecto de Balalcazar el que se impuso ante los demás. Toda la vasta región que recorría el río Cauca se constituyó en torno a la jurisdicción de la ciudad de Po-payán, que en poco tiempo se erigió como cabecera de la gobernación del mismo nombre y que, ayudada de alguna manera por los accidentes geográficos, gozó de cierta autonomía frente a los centros de poder superiores a ella como lo eran Lima y Santafé.

Paulatinamente el eje que trazaba el río se fue ocupando con la aparición de un circuito de ciudades que permitieron el proceso de conquista hispana en la región. En ellas se establecieron los principales componentes sociales europeos como la burocracia real, la iglesia católica, los hacendados y los comerciantes que, entre otros, hicieron de la ciudad el centro de un espacio que se creaba con un inmenso territorio subsidiario que poco a poco se pobló con parroquias y pueblos de indios cuya función principal era la de controlar a la población nativa, o como centros de operación para enfrentarlos por medio de la gue-rra.7

Si bien las ciudades fungieron de establecer orden y arraigo a un territorio, en el siglo XVI la mayor parte de ellas en el valle geográfico del río Cauca, sirvieron básicamente para implantar la institución que le dio vida al sistema

económico hispano, la encomienda. Es más, para aquel entonces las ciudades fueron en la práctica reales “pueblos de encomenderos”.8

De igual manera será la minería la principal actividad económica de aquellos tiempos, motivo por el cual las primeras fundaciones subsisten gracias a ésta. Es el caso de Almaguer (1552) al sur de Popayán; Cartago (1540) en la actual ubicación de Pereira entre las cuen-cas medias de los ríos Otún y Consota; Anserma (1542) al norte, en la banda occidental del río Cauca; Caramanta (1548), Antioquia (1541) y Santa Fe de Antioquia (1546).

Ciudades como estas se vieron afectadas cuando comenzó el descenso demográfico de in-

6. Juan Friede, Los Quim-bayas bajo la dominación española. (Bogotá: Banco de la República, 1963). 17.

7. Manuel Miño Grijalva. El mundo novohispano, población, ciudades y eco-nomía: siglos XVII y XVIII. (México, D. F.: El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2001) 46.8. Marco Palacios y Frank Safford. Colombia: País frag-mentado, sociedad dividida. Su historia. (Bogotá: Norma, 2002) 75.

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dígenas a causa del trabajo forzado en las minas. Entre ellas se destacan Anserma, Arma y Cartago que debieron cambiar de emplazamiento. La población nativa se remplazó por mano de obra esclava traída del Africa y los centros urbanos que continuaron existiendo en este contexto se convirtieron en prestadores de funciones administrativas y avituallamiento.

A lo largo del valle geográfico del río Cauca fueron tres ejes urbanos sobre los que recayeron estas funciones. Al sur Popayán, capital de la gobernación, al norte Antioquia, y en medio Cartago que, al ser descubierto el paso del Quindío en 1550, conectó a todo el occidente con el centro del Reino por medio de Ibagué (1550), convirtiéndose así en el terminal oriental de las comunicaciones, pues ya Santiago de Cali funcionaba la terminal occidental por medio del océano Pacífico que tenía salida por el puerto de la Buenaventura.

Sin embargo, el occidente del Reino no tuvo en estos años el auge que vivieron ciudades como Santafé (1538) o Tunja (1539), pues la población nativa no llegaba al número que había en ellas. Hacia 1570 Popayán y Cartago no superaban las tres docenas de hogares de origen hispánico, pues la abundancia de oro hacía que las aspiraciones de los españoles se limitaran a llenar sus alforjas con el preciado metal para regresar a la península. Como con-secuencia, en la década de 1580, las ciudades del occidente aún estaban poco desarrolladas, más parecidas a una aldea o un lugar de campaña que a las ciudades de la península pues sus edificaciones se componían con materiales efímeros como madera y paja. Por otro lado, las zonas rurales continuaban ocupadas principalmente de población indígena que se poco a poco iban permeando las ciudades en la medida en que se “hispanizaban” como resultado de la dependencia y hegemonía que habían establecido los encomenderos en ellos.

Germán Colmenares afirma que otra característica del occidente del Reino fue el limitado desarrollo agrícola para los siglos XVI y XVII.9 Según el autor, esto se debió en parte al descenso demográfico y al énfasis en la explotación minera. Estas condiciones establecieron de alguna manera una relación económica en la que el oriente suministró víveres y manufacturas al occidente exclusivamen-te minero. Por esta razón la tierra en el occidente no tuvo mucho valor en los primeros tiempos. Las cuencas del río Cauca fueron controladas por

españoles que las recibieron como pago por su lucha contra los indios rebeldes. También se empezó a concentrar tierras por medio de los aposentos de los encomenderos que fueron la base para el surgimiento de grandes haciendas con tierras que segregaban de las comunida-des indígenas a quienes también explotaban para su producción.

Éstos fueron los cimientos de la estructura agrícola y de tierras del occidente colombiano. Al tratarse de grandes extensiones muchos propietarios nunca visitaban los confines de sus dominios, lo cual sumado a la crisis del oro y al descenso demográfico de población nativa que hizo que estos propietarios no llegaran a ser tan ricos como los de México o Perú, ge-neró que muchos blancos pobres, y más adelante grupos de mestizos, empezaran a invadir territorios “titulados”, dando inicio a una lucha por la tierra que se prolongará en el tiempo hasta el día de hoy.

9. Germán Colmenares. Historia Económica y social de Colombia, 1537 - 1719. (Cali: Universidad del Valle, 1973).

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Ahora bien, que la población nativa condicionara este proceso y que la misma hubiera disminuido considerablemente en los primeros años de dominación española, significa que este grupo era muy importante y ocupaba de una manera singular todo el espacio del occidente, siendo ésta la del poblamiento disperso, y no de grandes núcleos como ocurría en los altiplanos.

Según Juan Friede, los habitantes nativos del occidente del Reino no ocupaban las zonas por debajo de los 1.200 metros sobre el nivel del mar, pues estas eran tierras consideradas “calientes y malsanas” que según López de Velasco, citado por el mismo autor, sólo les ser-vían a los indios para “hacer guerra unos con otros, porque no había en la comarca campo abierto donde se pudiesen dar batalla”.10 Es por este motivo que cuando los encomenderos los trasladaron a estas tierras bajas para forzarlos a trabajar en hatos de ganado establecidos a orillas del Cauca, los nativos se enfermaron e intentaron oponerse a esta condición. Frie-de explica que dicha franja de tierras por debajo de los 1.200 metros sobre el nivel del mar,

era para los nativos del occidente una especie de “tierra de nadie” que dividía los dominios de grupos sociales colindantes, delimitando sus predios de caza, pesca y agricultura.

Es así como llegamos a considerar los primeros ocupantes del territorio del occidente, de los cuales tenemos noticia gracias a los registros que dejó la conquista hispana. Siguiendo a Friede, quien trabajó a profundidad dichas fuentes en varios archivos, hay que decir que las áreas meridionales del territorio del occidente del Reino eran ocupadas por quimbayas y quindos. Los primeros estaban ubicados entre el río Guacaica al norte y la quebrada “Los Micos” al sur, el río Cauca al occidente y la cordillera Central al oriente; los segundos esta-ban localizados a lo largo de la hoya del río Quindío. Al sur de éstos estaban los bugas, los cuáles se extendían hasta el río Bolo, límite establecido con los calotos.

En un generoso territorio que iba desde el valle del río Risaralda al norte, hasta el valle del Lilí al sur (donde se fundó la ciudad de Cali) bordeando la banda occidental del río Cauca, estaban establecidos los gorrones. Limitando con éstos, al norte de la desembocadura del río Risaralda, se encontraban en la provincia de Umbra, los asermas. Y siguiendo sobre la margen izquierda del río Cauca también en dirección norte, habitaban los irras, que ocu-paban la cuenca del río Opirama y limitaban más al norte con los quinchías.

Al norte del río Gacayca y del territorio quimbaya, estaban los carrapas que a su vez limi-taban con la tribu belicosa de los pacuras. Todo este territorio estaba enmarcado al oriente por la cordillera Central, detrás de la cual, en sus vertientes opuestas al territorio quimbaya, vivían los panches y putimaes, y al sur el temido grupo que se dio a conocer como pijaos (Ver mapa 1).

10. Friede. Los Quimbayas... 14.

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Mapa 1: Población nativa del centro occidente a la llegada de los españoles en siglo XVI

Este mapa fue elaborado por el autor tomando como modelo la “Carta Cartográfica de la Provincia del Cauca” elaborado por G. A. de la Roche en 1843. En: Archivo General de la Nación. Mapoteca 6, Mapa 76. Fueron incluidos los pueblos indígenas identificados por Friede, En: Los Quimbayas (...).

Sería muy pertinente contar con más estudios sobre la resistencia que opusieron a la con-quista los pueblos nativos del occidente colombiano. Aunque hay documentadas algunas rebeliones acaecidas en el siglo XVI, se ha difundido la idea de que estos pueblos fueron mucho más dóciles que los del sureste de la cordillera central o la costa caribe. 12

12. Una de las rebeliones indígenas que afectó más arduamente a los españoles asentados en el occidente pro-vino del Chocó. Desde 1540 la zona del Atrato había intentado ser ocupada por expediciones que partían desde Anserma pero el acoso indio no lo permitió. En tributarios del río San Juan fueron empleados varios indios de encomiendas de gente de la misma ciudad para sustraer oro, pero en 1586 estalló una rebelión generalizada en todo el Chocó apartando de allí a los españoles por décadas. Pero sería en 1640 cuando los indios rebeldes no conformes con haber clausurado las minas del Chocó, cruzaron la cordillera Occidental y atacaron las poblaciones españolas de Anserma, Arma y Cartago, incendiandolas. La pacificación llegaría con los Jesuítas, quienes luego de más de treinta años de evangelización en la región, lograron con algún

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Ahora bien, ha sido precisamente gracias a las resistencias que los indíge-nas del centro occidente opusieron a la conquista hispánica, que quedaron documentadas la rebeliones que permiten entrever su estructura social. El historiador Juan Friede logró dar alguna información sobre el particular por medio de la rebelión quimbaya de 1542.

Para el siglo XVI los quimbayas se agrupaban en cacicazgos, cada uno con un líder que obedecía a un cacique principal ya anciano que se llamaba Tacurumbí, éste era secundado por uno más joven que actuaba como capi-tán llamado Yamba. En la zona meridional estaban los caciques Consotá y

Pindaná, que no parece haber tenido una jerarquía sólida pues intentaban persuadir a otro cacique, Vía, para que actuara en conjunto con ellos.

Hay un buen número de grupos todos con su líder, lo cual demuestra que en los quimbaya existió una clase dominante que controlaba al grupo. Las mujeres, esposas o hijas, podían suceder en el cacicazgo, y tenían derecho a voz y voto en las juntas de guerra. Éstas juntas se convocaban esporádicamente en situaciones especiales por los caciques con mayor pres-tigio y podían asistir todos los indios pero sólo tenían el derecho de voz y voto los caciques principales.

En los pueblos con jerarquía social se facilitó la implantación del régimen español que se valió de la evangelización para usar a los indígenas como fuerza laboral. En el caso quimba-ya este mecanismo chocó con el poblamiento disperso de este pueblo, por lo que, a partir de 1560, las autoridades españolas se propusieron a congregar a los nativos en grandes comunidades sin importar a que grupo pertenecieran.

Ésta práctica tuvo dos facetas, una pecuniaria y otra religiosa. La congregación de indios facilitó la evangelización, y ésta a su vez sirvió a las empresas agrícolas de los españoles. Los “dóciles indios” dejaban tierra libre para ser explotada al tiempo que podían ser puestos al servicio de los españoles como mano de obra. Por otro lado la cristianización del indio fue produciendo lentamente en los siglos XVII y XVIII una nueva capa social, “los mestizos”.

En las cuencas del bajo Cauca, cada vez se hacía más difícil encontrar el sustento, pues este provenía de los grupos indígenas que, comparativamente menor al que habitaba en los altiplanos. Paulatinamente el grupo indígena menguaba e iba siendo remplazado por uno de mestizos que se consolidaba ocupando los espacios que iban dejando los nativos. Derivado de esta situación se dio que los centros urbanos españoles se veían en apuros para abastecerse, se hacía necesario liberar tierras para producción. Esta situación estimuló a que las tierras que estaban en poder de los indígenas, fueran pasando en mayor número a ocupantes mestizos o españoles pobres.

Excepto por un grupo de fundaciones en el valle del Cauca, hasta el siglo XVII el occidente había sido un lugar de poca influencia hispánica. Sería en este siglo, pero aún más en el XVIII, cuando “los españoles y criollos influyentes empezaron a hacerse a considerables

éxito conjurar las rebelio-nes. Ver: Palacios y Safford, Colombia (...); Friede, Los Quimbayas (...); Hermann Trimborn, Señorío y barbarie en el valle del Cauca: Estudio sobre la antigua civilización quimbaya y grupos afines del oeste de Colombia. (Madrid: CSIC, 1949).

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porciones de tierras antes consideradas marginales”.13 De igual modo al grupo de mestizos se le sumaba otra capa social que empezaron a constituir comunidades independientes en la región, se trató de los mulatos y negros libres.

Durante estos dos siglos, XVII y XVIII, se terminó de producir la ocupación española en todo el occidente. Así, personas de cultura hispánica, aunque de fisiologías muy variadas, colonizaron los espacios de las vertientes antes marginales y considerados inhóspitos como lo era el quebrado territorio de

Antioquia. En búsqueda de tierras para labranza y atraídos por el famoso oro de “maza-morreo”, se asentaron en Antioquia grupos de mestizos, mulatos y blancos pobres que, en colaboración o conflicto con la elite terrateniente, desarrollaron un “ethos” regional como resultado de la oportunidad que allí tenía el hombre libre para hacer empresa.14

En consecuencia con lo anterior, se podría afirmar que el oro en el occidente colombiano durante el siglo XVIII sentó las bases de una minoría aristocrática en el sur en Popayán, mientras que al norte, en Antioquia, estimuló la formación de una “burguesía comercial”. Las dinámicas del oro en Antioquia impulsaron el crecimiento de dos centros urbanos, Medellín y Rionegro. Comerciantes de estas dos poblaciones se dedicaron a abastecer las minas con víveres producidos en la región, telas de algodón de la cordillera oriental y bienes importados que traían de Cartagena. Sus pagas las recibían con oro polvo, generando una fortuna tal, que les permitió controlar el comercio de todo el occidente durante el siglo XVIII y dominar otros sectores de la economía a nivel nacional durante el XIX.

Con la instalación del virreinato de la Nueva Granada y la puesta en marcha de las polí-ticas borbónicas en siglo XVIII, se llevó a cabo para Antioquia un nuevo ordenamiento territorial. Tal como lo narran los oidores y viajeros que surcaron la región, hasta entonces Antioquia sólo era una tierra marginal, montañosa y alejada de los grandes centros de po-der, por ello le son anexadas las jurisdicciones de Arma, Marinilla, Remedios y Supía. Este mecanismo dotó a Antioquia con abundantes extensiones de tierras realengas que, sumadas a la política ilustrada de fomento al desarrollo minero, comercial y agrícola, posibilitaron el asenso demográfico y la aparición de nuevos asentamientos urbanos.

Antioquia se constituyó como un espacio social ocupado por gente habituada a la movi-lidad. Las elites conocedoras de los procedimientos legales para hacerse a los realengos, lograron concesiones de tierras que fueron empujando a la población necesitada y pobre a nuevos espacios de colonización proveídos por los empresarios. Fue el caso, entre otras, de las concesiones Villegas y Aranzazu que establecieron una nueva forma de explotación de

la tierra, la mano de obra libre y la ocupación del territorio.

Cuando mucha de la gente que vivía de arrendar parcelas en estas tierras empezó a “sentirse estrecha”,15 se iniciaron nuevos desplazamientos que fueron dejando a su paso el rosario de pueblos del sur-oriente antioqueño llegando a los límites con la jurisdicciones de las ciudades caucanas. Éstas, dadas sus condiciones geográficas y sociales, habían constituido una socie-

13. Palacios y Safford. 10014. Palacios y Safford. 125.

15. Roberto Luis Jaramillo Velázquez. La colonización antioqueña. En: MELO, Jorge Orlando (dir), Historia de Antioquia. [pp. 177 a 208]. (Medellín: Compañía Suramericana de Seguros, 1988) 179.

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dad distinta a la antioqueña, y así el occidente quedará marcado para los años venideros en dos claras regiones, Cauca y Antioquia.

Para las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX, gracias a los funcionarios del poder civil, las instituciones de justicia y el clero regular y secular asentado en ellas, las ciudades caucanas arraigaron su poder territorial en el valle del Cauca. No obstante, siguie-ron existiendo áreas a las que su radio de influencia no llegaba. Zonas de vertiente como las del centro occidente, los boscosos piedemontes de la cordillera Occidental o las tierras altas de la Central que ya no eran asediadas por los indios belicosos, pero como en tiempos prehispánicos, quedaron a merced de quien las ocupara, como lo dicho por Friede, como “tierra de nadie”.

Un hecho muy significativo desde 1690 fue el traslado de Cartago 30 kilómetros al su-roeste hacia las tierras bajas del valle del Cauca, cuya jurisdicción intentó dominar todos el territorio del centro occidente del Reino. En consecuencia, las tierras meridionales entre los ríos Poso y La Vieja, y a ambos márgenes del río Cauca, se constituyeron en una zona de frontera entre las regiones mineras del Cauca y Antioquia (Ver mapa 2). Durante más de

un siglo quedaron al margen de los procesos de poblamiento “oficiales” de la corona, siendo el último remanente de los tiempos de encomenderos en la región, el pueblo de indios de Pindaná de los Zerrillos,16 que permaneció

hasta muy entrado el si-glo XIX.

mapa 2: el Centro oC-Cidente Colombiano a mediados del siglo xix

Este mapa fue elaborado por el autor tomando como mo-delo la “Carta Cartográfica de la Provincia del Cauca” elaborado por G. A. de la Roche en 1843. En: Archivo General de la Nación. Ma-poteca 6, Mapa 76. Fueron incluidos todas las poblacio-nes y lugares de referencia del proceso de pobla-miento del centro occidente colom-biano.

16. Víctor Zuluaga Gómez. Crónicas de la Antigua Perei-ra. [s. n.] (Pereira, 1998). 56.

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El valle del Cauca presentaba considerables diferencias con el caso antioqueño. Una mayor cercanía a Popayán, ciudad que era el epicentro político y económico de la gobernación, lo ponían bajo un mayor control y dominio de las autoridades. No obstante, en él también se llevaron a cabo concesiones de tierras como había ocurrido en Antioquia, por ejemplo la de Burila, otorgada a la familia Caicedo, pero allí la acumulación de tierras en pocas manos y el establecimiento de grandes propiedades en haciendas azucareras, cuya mano de obra era esclava en su mayoría, marcó la principal separación con el caso antioqueño.

Al margen de las dinámicas de la economía colonial, como “tierra de nadie” y enclave para la articulación de las regiones de Cauca y Antioquia, el centro occidente se enfrentó hacia el siglo XIX a una nueva corriente poblacional resultado de los procesos de mestizaje. For-malmente aún dentro del radio jurisdiccional de Cartago, las zonas de vertiente van siendo ocupadas, por una parte, por gentes provenientes del valle del Cauca, y por otra por otras venidas de Antioquia.

En el primero de los casos hay que hacer mención a los asentamientos de “pardos” – negros, zambos, mestizos y mulatos libres - en las márgenes de las haciendas, dedicados al comercio con las regiones mineras del Chocó. Tal es el caso del efímero Palenque de Egoyá, establecido en 1785 al margen del la quebrada del mismo nombre en el sitio actual de la ciudad de Pereira; y del poblado de Sopinga - actual municipio de La Virginia - que prosperó du-rante la primera mitad del siglo XIX de manera completamente autónoma y espontánea.17

En el segundo caso desarrolló un poblamiento dirigido,18 es decir, proyec-tado dentro de los marcos institucionales que establecía el Estado Colonial y posteriormente el republicano. Aquí había que titular las tierras según el marco legal vigente y los dictámenes que el gobierno estableciera para la en-trega de realengos o baldíos según fuera el caso. Las políticas de poblamiento variaron diferencialmente, más aún si se toma en cuenta que este periodo está surcado por el proceso de independencia, aún así hay que decir que un objetivo en común fue el de poblar para abrir caminos e integrar el comercio de la región de Antioquia con el Cauca y el Magdalena.

Como resultado, quedaron grupos de familias dispersas en las zonas de ver-tiente de las Cordilleras Central y Occidental, desde las provincias del Centro y Oriente de Antioquia hacia el Sur y el Occidente. A este movimiento se le conoció como “colonización antioqueña”, la cual desde 1830 avanzó sobre las antiguas regiones mineras del surocci-dente de Antioquia, y para mediados del siglo sobrepasó el límite del río Chinchiná, en la antigua jurisdicción de Cartago perteneciente a la región del Cauca.

Como hito de este proceso, volvió a ser ocupada la explanada donde se alzó Cartago en el siglo XVI, territorio que como se ha podido ver, era estratégico en la articulación de las dos regiones. En efecto, el naciente poblado quedó inserto en la red de caminos que unían la

17. Eduardo Patiño Horta. Transformaciones del Refe-rente Local del Desarrollo en Pereira (1863-2010): Un Estudio Histórico de las Instituciones Locales a partir del Análisis Cognitivo de Políticas Públicas y la Teoría de Sistemas-Mundo. [tesis]. Universidad de los Andes, Maestría en Políticas Públi-cas. (Bogotá: 2010.) 10.18. Para los conceptos de “colonización espontánea” y “colonización dirigida”, ver: Hermes Tovar Pinzón, Que nos tengan en cuenta: Co-lonos, empresarios y aldeas en Colombia: 1800 – 1900. (Bogotá: Colcultura, Tercer Mundo Editores, 1995)

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región de colonización de Antioquia con las ciudades del valle de Cauca, y a estas a su vez con el centro del país por el “camino del Quindío”, gracias a lo cual Pereira se consolidó, previo a la llegada del café y otros productos de exportación, en nodo regional del comercio de víveres, ganado y suministros agrícolas (Ver mapa 2).

Para concluir, hay que decir que el proceso de poblamiento del territorio iniciado a me-diados del siglo XIX de alguna manera significó ruptura y consecuencia del orden socio-espacial vivido durante los siglos de colonia española, resultado de las dinámicas demo-gráficas, económicas, políticas y regionales de carácter endógeno que se obtuvieron del enfrentamiento y encuentro de diversas culturas.

En los procesos de colonización, los núcleos urbanos representaron al poder ejercido sobre un espacio determinado, así como al control que se efectuaba sobre el grupo de individuos que lo habitaban, tanto desde el centro como desde su periferia. En consecuencia, una de las formas que se replicaron en la historia del centro occidente para acceder a nuevos espacios geográficos, fue el emplazamiento de nuevas poblaciones que, según el momento histórico, impusieron nuevos “ordenes políticos”. Ejemplo de ello fue la reagrupación de la población nativa con la conquista hispánica, la fundación de ciudades en la colonia, la reconfiguración de jurisdicciones en el periodo republicano resultado de la independencia, y el numeroso grupo de fundaciones que quedó en la región fruto de la movilización de campesinos antioqueños durante todo el siglo XIX.

El territorio específico de las cuencas medias de los ríos Otún y Consota, cuenta con una tradición de ocupación humana permanente que va mucho más allá en el tiempo que el siglo XIX. Fue habitado por quimbayas, cuyas formas de asentamiento nuclear aún no se encuentran muy estudiadas, durante 150 años fue ocupado por la fundación hispánica

de San Jorge de Cartago, con todas la consecuencias que ello implica,19 fue refugio de negros esclavos que formaron un palenque en los márgenes de la quebrada Egoyá en siglo XVIII, fue paso de viajeros que iban de Quito a Santafé por el camino del Quindío y se detenían a abrevar en el “contadero de Egoyá”, y fue el refugio de mestizos y blancos pobres que encontraron en sus vertientes el espacio para subsistir.

Todas estos grupos que conformaron el territorio del centro occidente, más allá de conside-rarse “etapas” o eslabones en una supuesta cadena evolutiva, constituyeron una amalgama a través de la cual pueden visualizarse los diferentes “momentos históricos” del territorio que actualmente es consecuencia de dicha mixtura, y no exclusivamente de una de las partes.

obras Citadas

A.G.N. Mapoteca 6, Mapa 76. “Carta Cartográfica de la Provincia del Cauca” elaborado por G. A. de la Roche, París: 1843.Ángel Jaramillo, Hugo. “Pereira: proceso de un grupo étnico colombiano”. 2 Tomos. Pe-reira: Gráficas Olímpica, 1983.

19. Martha Cecilia Cano (et al). Encuentro con la Historia: Catedral de Nues-tra Señora de la Pobreza. (Pereira: Academia Pereirana de Historia, 2001).

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---. “La gesta cívica de Pereira – S.M.P”. Pereira: Editorial Papiro, 1994.---. “Pereira, espíritu de libertad”. Pereira: Colección Literaria Fondo Mixto para la Cultura y la Artes de Risaralda, Vol 12, 1995.Cano, Martha Cecilia (et al). “Encuentro con la Historia: Catedral de Nuestra Señora de la Pobreza”. Pereira: Academia Pereirana de Historia, 2001.Colmenares, Germán. “Historia Económica y social de Colombia, 1537 - 1719”. Cali: Universidad del Valle, 1973.Friede, Juan. “Los Quimbayas bajo la dominación española”. Bogotá: Banco de la Repú-blica, 1963.Jaramillo Velázquez, Roberto Luis. “La colonización antioqueña”. En: Jorge Orlando Melo (dir), Historia de Antioquia. [p. 177 a 208]. Medellín: Compañía Suramericana de Segu-ros, 1988.Trimborn, Hermann. “Señorío y barbarie en el valle del Cauca: Estudio sobre la antigua civilización quimbaya y grupos afines del oeste de Colombia”. Madrid: CSIC, 1949.Tovar Pinzón, Hermes. “Que nos tengan en cuenta: Colonos, empresarios y aldeas en Co-lombia: 1800 – 1900”. Bogotá: Colcultura, Tercer Mundo Editores, 1995.Miño Grijalva, Manuel. “El mundo novohispano, población, ciudades y economía: siglos XVII y XVIII”. México, D. F.: El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2001.Mejía Pavonny, Germán. “Los años del Cambio, historia urbana de Bogotá, 1810-1910”. Bogotá: Centro Editorial Javeriano, 1998.Palacios, Marco y Safford, Frank. “Colombia: País fragmentado, sociedad dividida. Su historia”. Bogotá: Norma, 2002.Patiño Horta, Eduardo. “Transformaciones del Referente Local del Desarrollo en Pereira (1863-2010): Un Estudio Histórico de las Instituciones Locales a partir del Análisis Cog-nitivo de Políticas Públicas y la Teoría de Sistemas-Mundo”. [tesis]. Universidad de los Andes, Maestría en Políticas Públicas. Bogotá: 2010.Serna, Justo y Pons, Anaclet. “Cómo se escribe la microhistoria: ensayo sobre Carlo Ginz-burg”. Madrid: Cátedra Universidad de Valencia, 2000.Zuluaga Gómez, Víctor. “Crónicas de la Antigua Pereira”. [s. n.] Pereira: 1998.