confepes abuelo 01

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    Abuelo,¿me escribes un cuento?

    3  Presentación

    4 Memorias de San Lobito

    10 La Luna14 Cuento de Navidad

    18 Con el Chacachá del Tren

    22 La Zorra y el Gallo

    2 Abue lo , ¿me escribes un cuento?

    Í ndice

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    3/26Abue lo , ¿me escribes un cuento? 3

    Presentación

    L

    Los cuentos subsisten gracias a la gente que los lee y sobre

    todo, a la que los cuentan con ilusión e imaginación. Necesitan

    también que se les dedique tiempo para poder crear a su alrede-

    dor una atmósfera mágica, lejos del ruido y las distracciones.

    En un mundo en el que predominan el ritmo frenético, las prisas y lo

    urgente, aquellos que disfrutan del tiempo libre y que pueden pararse a

    reflexionar sobre lo que ocurre son unos afortunados. Los mayores lo

    somos. En la actualidad, nos dedicamos por completo a nuestros nietos

    y no son pocos los progenitores que dejan en nuestras manos la crianza

    de sus hijos. Es en esos momentos cuando los mayores transmitimos la

    tradición de escribir y contar cuentos a los más pequeños.

    Muestra de ello son

    estas seis narraciones del

    I Concurso de Escritura de

    Cuentos para personas

    mayores, organizado por

    CONFEPES y la revista EN

    ACTIVO.

    Invitamos a leerlos con

    atención y a compartirlos,

    con ilusión, con los niños

    de la familia.

    CONFEPES

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    Por Ángel Muñoz “el hombre de Navalcau”

    Yo siempre fui un lobo ilustrado. Vamos, todo lo que bien puede lla-marse un lobo fino. Y no es que mi padre fuera un lobo rico, pero

    yo de joven presumía como si lo fuera. También a los lobos

     jóvenes nos gustaba ser un poquito presuntuosos, darnos cierta impor-

    tancia y lanzarnos algún que otro farolito: vamos, lo mismo que en

    cualquier otra “clase de animales”, sean estos racionales o no. No lo pasé

    mal durante mi juventud, pero no todos los caminos por los que tuve la

    suerte de andar fueron senderos de rosa, porque, si bien asistí a la escuelalobuna de la alta sociedad durante el día, de noche teníamos que cazar

    para comer, y teníamos que andar despiertos porque en cualquier sitio

    podía esperarnos la muerte. Y así, alternando la buena vida con las dificul-

    tades fue como aprendí a ser un prudente y práctico lobo.

    Nuestra vida no es muy larga. Y nuestros antecesores siempre nos

    recomendaban que los, aproximadamente, doce años de vida que te-nemos los aprovecháramos bien. Yo, que ya tengo once años y medio, y

    puede que ya no me queden muchas noches de contar estrellas; te con-

    taré a grandes rasgos, cómo fue parte de mi vida. No te puedo contar

    todo, porque algunas de las cosas que hice no me siento muy orgulloso,

    y esas por descontado que me las pienso callar. Vamos, más o menos

    igual que en el mundo de los humanos.

    Empezaré por mi nacimiento, que la verdad es que yo creo que nací en

    4 A bue lo , ¿me escribes un cuento?

    Memorias de

    San Lobito

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    un lugar que tiene unos paisajes extraordinarios. Claro que yo estaba

    seguro de merecerlo: “Un lobo como yo, no es un lobo cualquiera”, por lo

    menos eso he pensado yo toda la vida. Mi familia había escogido bien ellugar para instalar su madriguera. La fundó un antepasado mío que parece

    ser que estuvo unos años haciendo las “Américas” y cuando regresó fue

    conocido como el Indiano. Eligió un lugar en la orilla derecha del río Tiétar,

    en el llamadado Cerro de los Lobos, cuya cima está coronada de unas

    enormes piedras, y debajo de estos peñascos, mi admirado y trabajador

    pariente se afiló bien las uñas y se puso a excavar con tanto ahínco, que

    llenó toda la parte más alta de la montaña con un gigantesco laberinto degalerías subterráneas muy bien protegidas y disimuladas todas ellas.

    Antes de que mi familia llegara a esta zona, todo esto se llamaba el

    Cerro del Muerto, por aquella historia que contaban los lugareños de los

    pueblos cercanos que, según decían, allá por el año 1800 un pastor cayó

    muerto por un rayo y los parientes lo enterraron bajo un montón de

    piedras, muy cerca de las puertas de nuestra lobera. Nuestros ante-cesores que, al parecer siempre fueron muy piadosos, colocaron dos tro-

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 5

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    zos de madera en forma de cruz sobre las piedras de la tumba, y los ma-

    yores de nuestra familia siempre nos enseñaron a los pequeños lobeznos

    a santiguarnos cada vez que pasábamos por aquel sendero.

    Cuando nuestro antecesor se construyó allí la madriguera que,

    estratégicamente, está muy bien hecha y nos servía de refugio seguro

    cuando los habitantes de los pueblos cercanos nos asediaban con sus

    batidas de perros y armas de fuego. Según ellos, decían que estaban

    cansados de que nuestra familia lobuna se alimentara a costa de sus ani-

    males. ¡Qué ignorantes! No imaginaban lo pesado que es tener que comer

    carne de oveja para desayunar, comer y cenar todos los días.

    En fin, como quiera que sea ya me estoy alargando demasiado.

    Vayamos a mis primeros recuerdos que puede que sea lo más interesante:

    cuando tenía unos tres meses, mi madrina la loba Parda, que era muy

    buena cristiana, me llevó hasta el río para bautizarme. Me metió la cabeza

    bajo el agua y me puso por nombre San Lobito, diminutivo de San Lobón,

    que era el Santo del día además de ser el patrón de todos los lobos. Ciertoes que para mí, el nombre de San Lobito me dio suerte. Eso sí, cuando fui

    mayor me quedé solo en “lobito”, y con minúscula, porque para que a

    alguien le pongan el San delante, hay que tener dinero. Vamos, que en el

    mundo de los lobos también existen las categorías.

    Yo siempre tuve mucho aprecio y respeto a mi madrina, la loba Parda,

    que fue muy buena toda su vida. Recuerdo aquella noche de invierno fríay lluviosa que, estando con ella de caza,

    nos encontramos una niña perdida en

    el monte, puede que de unos tres

    años de edad. Yo me relamía los

    bigotes pensando en el festín

    que me esperaba, después de

    varios días sin tener ni un trozo

    6 A bue lo , ¿me escribes un cuento?

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    de oveja que comer. Mi madrina me dijo que de comerme a la niña, nada

    de nada, “¡Ya comerás otro día!”. Para que la niña no se asustara ella se

    disfrazó de virgen María, se llevó a la niña hasta nuestra madriguera, para

    lo cual hubo de echar fuera a todos los parientes que, como yo, la queríanclavar el diente. Y pasadas unas horas, cuando fue de día, la dejó cerca de

    la cabaña de unos pastores y así la niña siempre tuvo una bonita historia

    que contar, aunque la verdadera realidad nunca se llegó a conocer.

    De mis padres casi nada les puedo contar. Yo era muy pequeño cuando

    un tipo, llamado el Lobero, les atizó dos tiros a cada uno, y, según me

    comentaron, los pasearon muertos a lomos de burro durante varios díaspor los pueblos cercanos, donde aquel tipo que los mató reclamaba su re-

    compensa entre los ganaderos de la región. Aquel individuo mal encarado

    fue una maldición para nuestra familia, además de mis padres, se cargó a

    varios parientes de los cuales ya no recuerdo su nombre. Yo creo que a

    los lobos viejos también nos afecta algo la enfermedad de Alzheimer.

    De todas formas, algunas cosas conservo como lejano recuerdo. Una deaquellas tardes en la que toda la familia habíamos comido muy bien y

    bebido mucho vino, ya que uno de mis primos apodado el Caco había con-

    seguido robar un barril de buen tinto en la choza de un pastor y así fue

    cómo, animados por la bebida, formamos consejo familiar y, entre todos,

    decidimos cargarnos a aquel tipo que se ganó el apodo de el Lobero a

    costa de ir matando de cuando en cuando a alguno de nuestros parientes.

    Qué ilusos nosotros los lobos jóvenes, nos creíamos seguros de matar alLobero, pero se trataba de un tipo feo, duro y astuto, y nos montó una

    encerrona, que por muy poco no quedamos alguno vivo.

    En total, nos juntamos quince lobatos jóvenes y tres mayores.

    Esperamos al tipo que montado en su burro se dirigía a nuestro cerro

    para colocarnos sus trampas; le salimos al paso aullando como ver-

    daderos diablos, pero el topo se cargó a los tres parientes mayores en

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 7

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    un abrir y cerrar de ojos, los dejó tiesos de otros tantos disparos.

    Acabados los tiros, el hombre se bajó del burro y salió corriendo, y

    nosotros detrás de él. ¡Cómo corría el tío! Era todo un campeón, tres

    leguas fue delante de nosotros a todo correr y debía tener mucho miedo

    porque notamos un cierto olor desagradable mientras el Lobero se

    manchaba el pantalón de color marrón y empezamos a notar que

    pisábamos algo blando y resbaladizo.

    Dos de mis primos jóvenes se desnucaron al resbalar; los que

    quedábamos útiles seguíamos corriendo cada vez con más ganas de

    acabar con aquel tio que era la pesadilla de toda nuestra familia lobuna. El

    individuo se metió entre dos paredes de piedra que se estrechaban más y

    más. Al final quedamos mi prima la lobata Pardina y yo, que de pronto nos

    dimos cuenta de que estábamos cayendo en una trampa especial para

    cazar una manada de lobos. Los dos retrocedimos a tiempo y muy cansa-

    dos, dolidos y jadeantes, nos refugiamos en nuestra lobera.

    Allí estuvimos unos días sin atrevernos a salir al exterior hasta que el

    hambre nos obligó a cazar de nuevo. Unos meses más tarde me casé con

    la Pardina y pudimos reconstruir la manada. Y pasados ya varios años es

    bastante numerosa. Gracias a aquella hazaña de todos nosotros y al sa-

    crificio de casi toda mi familia, el Lobero cogió tanto miedo que nunca

     jamás volvió a aparecer por el cerro de nuestra guarida, ni a causarnos

    preocupaciones con sus trampas.

    En el día de hoy somos un clan bastante numeroso y yo creo que

    algunos de mis descendientes están deseando que finalice mis días para

    convertirse en el jefe de la manada. Yo, mientras tanto, me mantego un

    poco apartado de las hermosas correrías de la caza y como ya tengo

    poco apetito y ando mal con la dentadura y el vino me produce ardores

    de estómago, me limito a comerme algún conejillo tierno que, de cuando

    8 Abue lo , ¿me escribes un cuento?

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    en cuando, me regalan mis nietos y con ello voy pasando.

    Por las noches me siento sobre mis patas traseras delante de nuestra

    guarida, recordando mis aventuras, lanzo unos aullidos sonoros a la luz dela luna en honor de todos los lobos muertos, y recito con fervor la oración

    “de salud hambre a San Lobón, gran rey de todos los lobos”. Mientras

    espero reunirme alguna vez con aquel Lobero en el cielo. Yo creo que el

    Dios de toda la creación, que es muy bueno y justo, ¡estoy seguro de que

    a él también le perdonará!

    f i n

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 9

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    Una noche de verano, en la puerta de una casa de un pueblo se

    encontraban sentados el abuelo, su nieto y un vecino que se les

    había unido. Los dos ancianos fumaban su cigarro. El cielo lucía

    su azul más hermoso. En la bóveda la luna majestuosa sonreía feliz

    acompañándola las estrellas.

    El nieto miró el cigarro que tenían en sus labios pegados y que fuma-ban sin utilizar sus dedos. Observó que se consumía por el humo que

    Por Manuel Ol loqui “Alan”

    La Luna

    1 0 A bu el o, ¿me escribes un cuento?

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    salía por la comisura, obligando a mantener un ojo cerrado para evitar

    las lágrimas. El vuelo de un murciélago atrajo su atención y al seguirlo

    vio a la luna que le sonreía.–Abuelo, ¿por qué en la capital no veo la luna? –dijo.

    –Allí sólo hay muros.

    –¡Qué filósofo te has vuelto! –exclamó el vecino.

    –Es que mi abuelo es muy listo. Me cuenta muchos cuentos –contestó

    orgulloso el nieto.

    El abuelo le sonríe sintiéndose satisfecho mientras deja escapar unabocanada de humo que cubre su cara como si por delante de ella estu-

    viera un día de niebla que, poco a poco, va desapareciendo.

    –¿Sabes por qué la luna a veces está grande, otras oscura o a medias

    a derecha o izquierda? –dijo el abuelo deseando despertar la curiosidad

    en su nieto.

    –Se llama llena, nueva, creciente y menguante –respondió el vecino.–¿Es un cuento? –preguntó con ansiedad el nieto.

    –Sí –contestó el abuelo que le sonrió.

    –Cuéntamelo –había deseos.

    –Bueno, ¿has ido al mar?

    –Sí –dijo con alegría. Extrañado continuó– ¿No te acuerdas que fuimos

    un verano? Me compraste un helado y no te bañaste, aunque presumías

    de saber nadar.–¿Tú? ¿Nadar? –dijo el vecino sonriendo.

    –Bueno, dejemos eso –miró al nieto e ignoró la mirada pícara del veci-

    no– ¿No te fijaste en lo que pasa?

    –Sé que tiene mucho agua –respondió el nieto con su inocencia.

    –Pero, ¿no te fijaste que por la mañana y por la tarde el agua sube o

    baja?

    –No –dijo pensativo.–Pues sí –había una sonrisa maliciosa en el abuelo.

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 1 1

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    El niño le miró pensativo; hay algo que no le cuadra. Como no puedequedarse con dudas le consultó.

    –¿Eso qué tiene que ver con la luna? –preguntó el nieto.–Pues que ella es quien lo hace.

    La respuesta de su abuelo le desconcertó y se manifestó en su rostro.

    –Pero…

    –Cuando a la luna le falta parte es porque la ha dejado en la tierra y

    por eso sube el agua del mar…–¿No es que cuando hay llena la marea es alta y cuando son los cuar-

    tos baja? –dijo el vecino.

    –Tú no te metas –el abuelo le hizo un guiño pícaro.

    –Sigue abuelo y acláramelo.

    –Pues te diré pequeño que la luna, ahí donde la ves, es una ladrona.

    –No, abuelo, no es así –se precipitó a decir al no estar de acuerdo. Le

    habían dicho que la luna era buena, pero sonreía por la noche.–Sí, muchacho. La luna cuando quiere tira parte de ella para quedarse

    tan pequeña que casi no la ves y otras quiere ser grande…

    –Se dice nueva –añadió el vecino.

    –Entonces toma del fondo del

    mar tierra para

    llenarse.

    –¡Ya decía yo!Por eso cuando

    veo en la tele-

    visión los reporta-

     jes de naturaleza

    en el mar hay

    agujeros…

    1 2 A bue lo , ¿me escribes un cuento?

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    –Se llaman simas –aclaró el vecino.

    –Así es –dijo el abuelo. Miró pícaramente al vecino siendo cómplices.

    El pequeño estaba contento de su abuelo: sabía mucho. ¡Claro: erapor los años que tenía!

    –¿Cómo se lleva la tierra o cómo la tira? –preguntó de sopetón el

    nieto mirando con seriedad.

    –Pues…

    –¡Eso! ¿Cómo lo hace? –dijo el vecino sonriendo pícaramente, desean-

    do ver cómo salía de aquella situación.

    Los años dan experiencia, acumulan conocimientos. Después de largos

    segundo le llegó la luz.

    –Has escuchado hablar de los meteoritos, maremotos, tornados…

    –Sí, una vez lo ví en la televisión. ¡Claro! Se las lleva en el viento hasta

    ella y cuando la tira es por los meteoritos –aseguró con firmeza, con unaamplia sonrisa de satisfacción.

    –Así lo hace–. Respiró profundamente mientras miraba al vecino y

    éste le comprendió. Había salido del apuro. Le dio un ataque de tos que

    salió de su interior.

    –Abuelo, tienes que dejar el tabaco –le miró preocupado.

    –Ya lo sé, pero a mi edad es el único capricho que tengo. –Se encogió

    de hombros.–Es malo. Lo tienes que dejar.

    –Bueno… –sonrió.

    Abuelo y nieto se miran, sonríen y la luna en las alturas les sonrió

    picarona.

    f i n

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 1 3

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    Carlota, Luis y Berta estaban alborotados. Eran las fiestas de

    Navidad y mamá les había dicho que vendrían los abuelos apasar con ellos unos días. ¿Los abuelos? Apenas les recordaban.

    Carlota un poquito porque era la mayor, pero Luis y Berta vagamente. Los

    abuelos eran los padres de su papá, los de su mamá hace mucho que se

    fueron los dos a jugar con las estrellas. Lo decía mamá. A Luis le daba

    cosa que subieran tan alto y le decía a Carlota: “¿Cómo han subido?”.

    Carlota se reía y respondía: “Mamá lo sabe”.

    –Oye Carlota, y ¿cómo es el abuelo?.

    – Pues como todos los abuelos…

    – Pero –dice Berta– ¿por qué no vienen a casa?

    – Pues no sé… Mamá dice que son muy raros.

    – ¿Qué es ser raro? –pregunta Luis con los ojos muy abiertos.

    – Pues no sé… Mira, déjalo ya y vamos a sacar las figuritas para poner

    el Belén.– No, no –dice Berta–, yo quiero que vengan los abuelos para ver qué

    es lo raro.

    Carlota se enfada, apoya sus naricillas en el cristal de la ventana y con-

    templa la nieve. “¡Cómo nieva! ¡Qué frío! No hay pajaritos en los árboles.

    ¿Dónde se esconden?”.

    Luis y Berta se sientan en el suelo. Berta saca de la caja una oveja, un

    Por Elvira de la Osa “Xouviña”

    Cuento de

    Navidad

    1 4 A bu el o, ¿me escribes un cuento?

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    pastor, un molino, el papel de plata para hacer el río. Está contento, Luisobserva a su hermana muy callado.

    –Ven –le dice Berta–, mira qué bonita es esta casita: tiene ventanas y

    una gallina–. Luis no responde.

    Berta le toca y le dice:

    –¿Estás enfadado con Carlota porque dice que los abuelos son raros?

    –No. No estoy enfadado, pero quiero que mañana cuando vengan esté

    todo muy bonito con las luces encendidas y calentitos. Así lo raro si es

    malo no lo veremos.

    –Es verdad –dice Berta y le da un beso a Luis–. Tendremos el nacimien-

    to colocado. ¿Les gustará a los abuelos?

    Los tres niños están nerviosos. Para ellos la Navidad es alegría y fiesta.

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 1 5

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    16/26

    Con sus papás cantan villancicos y comparten el

    turrón y los pasteles con otros vecinos y

    amiguitos al final de la cena. ¡Qué bien,

    Navidad! Pero este año es distinto: ¡¡lle-gan los abuelos!!

    –Carlota, Carlota: ¿dónde van a

    dormir los abuelos?

    –No lo sé. A lo mejor en el sofá del

    comedor.

    –¿Los dos? –pregunta Luis.

    –No, no caben. Se caerán –dice Berta.

    –Mirad, cuando llegue ya lo dirá mamá. ¡Sois unos

    pesados! –dice Carlota.

    –Bueno mejor. ¿Pero sabes una cosa? Luis y

    yo dormimos e el salón del comedor, el abuelo

    en la cama de Luis y la abuela en la mía –dice

    Berta. Luis la besa.

    –Eso, eso. Ellos en las camas. ¡Qué Navidad

    tan bonita!

    Al día siguiente el timbre de la puerta suena

    muy fuerte. Los pequeños corren para abrir. Papá y

    mamá también. Son los abuelos, ¡qué guapos! El abuelo lleva gorra y ella

    tiene el pelo de algodón. ¿Dónde está lo raro? Los abuelos lloran. ¡Cuánto

    tiempo sin verlos!

    Los pequeños caen sobre ellos como una tromba besándoles y cogien-

    do sus manos. Entran todos al salón. Todo está precioso. Luis mira al

    abuelo, después a la abuela.

    –¿Raros? ¡Son guays! Es lo mejor de la Navidad. Carlota, Berta, venid.

    1 6 A bu el o, ¿me escribes un cuento?

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    17/26

    Las niñas cogen las panderetas y Luis canta: “Han 

    venido los abuelos, han llegado en Navidad,

    dormirán en nuestras camas y con nosotros 

    vivirán ”.

    En la calle sigue nevando, hace frío, pero

    en casa de Carlota, Luis y Berta, el amor

    llena la Navidad. Los papás deciden que los

    abuelos no vuelvan al pueblo. ¡Se quedan con

    ellos! Luis se acerca al Portal de Belén, toma en

    sus manos al Niño Jesús y le dice bajito: “Graciasporque me has escuchado. Yo también soy raro y necesitaré que me

    quieran”.

    Los ángeles alaban a Dios y en una humilde casa tres niños hacen bro-

    tar el milagro del amor y la acogida.

    f i n

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 1 7

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    18/26

    Transcurría el año 1951, era en el mes de junio. Yo viajaba desdeMorón de Almazán a Soria para examinarme del segundo curso

    del Bachillerato. Estudiaba por libre, como se llamaba entonces, y

    eso consistía en aprender los cuestionarios en casa y examinarse de

    todo el curso en un par de días. Nosotros éramos ocho hermanos y no

    podíamos ir al colegio, por lo que yo –que era la más pequeña– estudia-

    ba con mi hermana, bueno ella estudiaba más por mí que yo.

    Esa vez iba yo sola en el tren, pues mi hermana tenía que seguir en

    la escuela dando clase. Al subir al convoy me senté en un departamento

    con otras cinco personas, una de ellas era un señora muy bien arreglada

    y enjoyada. Yo observé que llevaba un pendiente desabrochado y le dije:

    –Señora, se le va a caer el pendiente.

    –Muchas gracias niña. Te lo agradezco porque no sólo es el valor quetiene, que es mucho, sino el sentimental, pues es muy antiguo.

    Perteneció a mi abuela materna, de ella pasó a mi madre y lo conservo

    como el objeto más preciado de todos los que tengo.

    Charlábamos y recuerdo que me preguntó si habría más sorianos o

    pinos. Yo le dije que lo mejor sería atar un soriano a cada pino y de ese

    modo no habría confusión. Le hizo mucha gracia. Tenía tantas ganas dever cosas, que me marché a dar un vuelta por los pasillos del tren.

    Por Fel isa Valtueña “ la Cuentera”

    Con el Chacachádel T ren

    1 8 Abue lo , ¿me escribes un cuento?

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    19/26

    Sentía curiosidad por todo, pues yo sólo salí de mi pueblo a los

    exámenes en el mes de junio y a veces en septiembre, si me quedaba

    alguna asignatura (que va a ser que sí).

    Miraba por todos los departamentos, me llamaban la atención las

    maletas y las personas, pensaba que me iba a encontrar con alguien

    conocido, pero ¡qué va!

    De vuelta al asiento veo a la señora muy alterada diciendo:

    –Llame al revisor para que de cuenta a los guardias. Ha sido la niña.¡Sí! ¡Tú has sido!

    -¿Yo he sido qué?

    –La que me ha robado el pendiente.

    –Señora –le dije con voz entrecortada– yo no he sido.

    –Sí. Bien te fijaste en él cuando entraste. Y además, sospecho que no

    viajas sola. Has ido a entregárselo a tu cómplice.

    –Señora, yo…–No digas nada, ladrona. Ya se ocuparán los guardias de sacarte la ver-

    dad.

    ¡Qué desazón! ¡Qué nervios! ¡Qué espanto! Del susto que tenía no me

    salían ni las lágrimas. Ya, en Soria, estaban los guardias esperándome, ¡a

    mí! Sí ¡A mí! Jamás volvería a mi casa. ¿Qué pensaría mi familia? ¡Qué

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 1 9

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    20/26

    disgusto el de mi madre! Y los de mi pueblo, ¿qué dirían?

    Uno de los guardas al verme tan sofocada dijo:

    –No parece que esta niña haya robado su pendiente.

    –Ya estamos con favoritismos. Sepa usted que soy una persona muy

    influyente y con gran prestigio y exijo que se la lleve a la comisaría parainterrogarla.

    –De acuerdo señora…

    Al bajar del tren me esperaba mi prima, pues era la que se encargaba

    de mí mientras duraran los exámenes. Asombrada al verme con dos

    guardias, preguntó:

    –¿Qué ha pasado? ¿Se encuentra mal?

    –Está acusada de robo –contestó uno de los agentes- y la llevamos a

    comisaría. Acompáñenos.

    Uno de los guardias cogió mi paquetito donde llevaba algo de ropa y

    comida del pueblo. El otro guardia acompañó a la señora y a su ayu-

    dante que tenía cara de pocos amigos. Cuando el señor de cara agria

    fue a coger la maleta, vio que debajo del asa estaba el pendiente de

    2 0 A bu el o, ¿me escribes un cuento?

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    brillantes y esmeraldas. En ese momento parecía que las esmeraldas me

    miraban tratando de consolarme: “Tranquila, ya pasó. Respira hondo,

    todo está arreglado”.

    Jesús, ¡qué alegría! La luz se hizo, el cielo se abrió, cesó el huracán y

    todo respiraba calma. La señora roja, nerviosa, intranquila y muy asusta-

    da me pidió perdón repetidas veces. Me besó, sí, me besó y ví el

    arrepentimiento en su rostro.

    –¿Cómo podré recompensar este rato tan malo que te he hechopasar?

    –¡Otra vez piense antes de juzgar! –le respondió el agente.

    –De nuevo pido perdón; pero nada será suficiente para resarcir ese

    daño.

    –Quiero entregarte un dinero para que puedas costear tus estudios.

    –La señora sacó 50.000 pesetas.

    Se imaginan lo que eran 50.000 pesetas entonces? Yo le dije que no,

    que me conformaba con que se hubiera aclarado todo. Ella me insistió

    para que las aceptara aunque ya sabía que no era suficiente.

    –Cógelo –dijo uno de los guardias.

    –Bien te lo has ganado –añadió el otro agente.

    El público que se arremolinó para curiosear decía:

    –Cógelo que a ella le sobra.

    Y ante tanta insistencia y el consejo de mi prima para que lo acep-

    tara. Ya lo iba a coger, alargué la mano y … entonces… entonces… ¡Me

    desperté!

    f i n

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 2 1

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    É

    rase una vez un pueblo muy pequeño, donde las abuelitas sesentaban al sol en el Cerrocepillo, un lugar dondese estaba muy, muy bien y tranquilo.

    Cuando de pronto aparece un gallo muy sofocado co-rriendo, corriendo, corriendooooo.

    Dice la abuelita:

    –¿Qué te ha pasado gallo que

    vienes sofocado?–¡UUF! ¡UFFF! ¡Abuelita!¡Me persigue una zorra!¡UUUF! ¡UUUUF! Nopuedo más uuuuuuuffff.

    –Pues, ¿qué te hapasado con la zorra ga-llito?

    –Pues… uuuuuffff la muy tuna meha querido engañar. Estaba yoen la era dándome un paseíto y medice la zorra: “Oye gallo, ¿no ves los granosde trigo que hay en el suelo? ¡Pero mira quéapetitosos están!” “Sí, sí que los veo”, contesté yo. “¿Por qué no te loscomes?” Yo agaché la cabeza para comerlos y… ¡ZAS! Se tira a micuello y por poco si me lo arranca. ¡QUÉ SUSTO me llevé! Y por eso

    corro, la muy ladina lo que quería era comerme.

    Por Eustiquia Cordero “la Contadora de sueños”

    La zorra y el gallo

    2 2 A bu el o, ¿me escribes un cuento?

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    Dice la abuelita:

    –¿Quieres que le demos un escarmiento a la zorra?

    –Sí, sí –dijo el gallo.–Pues métete debajo de mis sayas y escucha, pero no salgas oigas lo

    que oigas.

    Al poco rato se ve a la zorra que viene a todo correr la calle abajo. Ledice la abuelita:

    –¿Dónde vas zorrita con tanta prisa y tan sofocada? –El gallo estaba

    temblando debajo de las sayas de la abuelita.–No me entretengas abuelita, que llevo mucha prisa, pues voy bus-

    cando a un gallo que me debe la vida y ¡no me ha dado ni las gracias!¡Usted cree que eso está bien! –Piensa la abuela “será ladina esta zorra.¡Qué bien miente!”.

    –Oye zorrita, pues hace un rato he visto pasar a un gallo corriendo atodo correr hacia el río, por la calle del medio. Si te das prisa seguro quelo alcanzas.

    –Pues no me entretengo más –dijo la zorra.–Pero corre, corre muy deprisa que si no, no lo alcanzarás. Corre hacia

    el río.

    La zorra salió a todo correr y ni miraba para atrás.

    –JA, JA, JA. ¿Ves gallito cómo hemos engañado a la zorra?

    –¡Gracias, gracias abuelita! ¡Me has salvado la vida! –respondió el gallo.–Gallito, mira siempre con quién andas, pues no todas las compañíasson buenas, aprende a elegir a tus amigos.

    Y de la zorra nunca más se supo. Todavía debe andar buscando al gal-lito.

    Y COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO. Y COLORÍN

    COLORETE POR LA CHIMENEA SALE UN COHETE.

    f i n

    Abue lo , ¿me escribes un cuento? 2 3

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    E n una noche tormentosa se encontraba una mula en su cuadra yen el exterior un león. Éste quiso entrar en la cuadra, pero al verlas chispas de fuego que la mula provocaba con las herraduras enlas piedras del suelo, el miedo le hizo desistir y tuvo que dormir en lacalle bajo la lluvia.

    Al día siguiente recrimina el león a la mula, diciéndola: “Tú me hashecho pasar una noche malasabiendo que yo soy el rey delos animales”. A ello replicó lamula: “Demuéstramelo”, para lo

    cual acordaron ir de caza.

    La mula se tumbó en el suelo y

    abrió los labios del culo, ocasio-nando que dos cigüeñas curiosaspicaran esa zona y quedaranatrapadas, una vez cerrados los

    labios.

    El león después de unfatigoso largo día cazó sola-

    mente una serpiente. Alcotejar la caza de ambos, se

    Por Manuel Macias “El abuelo cuentista”

    Más v ale maña

    que f uerza

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    dio por ganadora la mula. El león exigió una nueva prueba, que se referíaa la pesca.

    El león con un enorme esfuerzo pescó un pez, mientras que la mula,que llevaba una sera en el lomo, se lanzó a pescar en un lago, llenandola sera de pesca.

    Los dos contendientes mostraron los motines alcanzados: mientras elleón, enseñando el pez, se reía de la mula, creyendo que ésta no habíapescado nada. Pero… ¡Oh! Sorpresa: la mula se sacudió y arrojó infinidadde peces que estaban dentro de la sera.

    Con esto se demuestra, una vez más, que: más vale maña que fuerza.

    fin

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