conciencia de ser

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Page 1: Conciencia de Ser
Page 2: Conciencia de Ser

El tema del ser, las formas del pensamiento, las individualidades humanas y el sentimiento, son analizados aquí con un enfoque multidisciplinario, que toma en cuenta datos de las otras ciencias y de la Psicología, que no elude completamente el rigor científico, pero que preserva "algo" de la emoción poética.

El primer ensayo: "Conciencia de ser", recrea el Espíritu de la Filosofía. Por él desfilan las sintaxis helénicas, la trinidad neoplatónica, la inmovilidad tomista y la austeridad heideggeriana.

El segundo ensayo: "Las formas del pensamiento", define lo que es pensar, y caracteriza nueve formas, que exhiben una progresiva graduación desde la deificación de la naturaleza (pensamiento mágico) hacia la deificación del pensamiento (pensamiento "inspirado"). Incluye el análisis del mito de Cástor y Pólux, y el del poema Clown, de Michaux. También se refieren pasajes de Heidegger y de Plotino, y el comienzo del llamado Ultimo evangelio, con cuyo análisis remata la descripción de las nueve formas.

El tercer ensayo: "Existencias individuales", agudiza la "descripción de los caracteres humanos. El hombre común, el místico, el científico y el artista se estudian como prototipos. El tema da pie para indagar sobre "lo que distingue al hombre", y en tal sentido se dice que la facultad de poetizar la realidad circundante puede ser "el salto cualitativo". El ensayo culmina con una lista de definiciones importantes, una concepción de la temporalidad y un salto hacia el Arte, a través de la Música y a través de la comparación de la vida misma con una comedia de Pirandello. Este ensayo sigue el pensamiento filosófico de W. Dilthey, quien buscaba categorizar científicamente los fenómenos del espíritu.

El cuarto y último ensayo discrimina términos tales como emoción, afecto, sentimiento..., siendo este último el sujeto de la pieza.

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PROLOGO

El doctor Jorge Ure, en posesión de una lucidez indeclinable, hace de la reflexión una toma de conciencia que lo abre hacia el claroscuro de su interioridad, espacio donde moldea esencias imponderables en un ascenso desde la "ratio " hacia la "consideratio". Pensador hecho a la meditación contemplativa, ensaya el instrumental de su palabra —nitidez conceptual— para investigar el secreto de la persona, punto de partida y, a la vez, camino, homologando a San Agustín cuando, en sus Confesiones, declara: "¿Hay alguna cosa más cercana a mí que el yo?". Nos advierte Jorge Ure que reclama para sí "...la libertad de intuir, pensar y avizorar, que hace de toda especulación subjetiva una hipótesis no comprobable".

Se cumple en Jorge Ure esa armonía descrita por Imbelloni como "la correlación interna entre todo bien y el bien de actitud de sus portadores" y, perseguidor de una certidumbre que lo desvela, recala en el epicentro del misterio: el ser, el pensamiento y el sentimiento, son escrutados desde una forma concreta, el hombre. Su pensamiento es compromiso y acción que lo mueve a la relación transubjetiva, en tanto reconoce que: "alguien que me maravilla habla a mi emoción". Una suerte de concepción pitagórica gobierna su apertura, filosóficamente esquematizada como "partes- conjunto-totalidad". Dice, desde estos tres tiempos de su metafísica: "recibo estímulos plurales-me-afectan-vibro" y, dócil a su cadencia intima se sitúa: a) en un espacio, b) en un mundo y c) en sí. Mediante esta concepción de triple estructura Ure unifica doce acepciones del verbo "ser", analizadas a la luz del método fenomenológico-existencial, y concluirá, tres capítulos después, enfatizando el valor de la persona humana abocada a una existencia resuelta —en sentido beideggeriano —, esperando la subsistencia del "ser", más allá de toda contingencia. Diríase que el "ser ahí" de Heidegger puede ser para Ure un "ser aquí", aunque prudentemente cita a Plotino: "es importante conocer el fin de toda especulación". Basado en ello afirma: "sólo sabemos que no puede subsistir quien desiste, quien se niega a asistir", y agrega' "subsiste quien sobrelleva su existencia con paciencia".

Observarlos en esta interesante obra un crescendo desde las simples "posibilidades del ser", a través del testimonio o "constancia", hacia la "subsistencia" (que parece estar más allá de todo conocimiento filosófico), brillando el "ser" en la belleza, que es el encuentro con la propia alegría, la "conciencia de ser". Y luego de la belleza aparece la búsqueda de la verdad, que todo el ensayo sobre las "formas del pensamiento" supone. Y finalmente el camino al bien por el camino del hombre mismo, "existente individual"¡ culminando esta ascensión con la breve exégesis "sobre el sentimiento". Pero obsérvese que no llega el autor a la primera estación (la belleza), sin antes guardar silencio (entre el fin del cuarto capítulo y el comienzo del quinto, del primer ensayo). Y es donde la "ratio" se incurva a "consideratio", y el "principio de lo eterno" irrumpe vigorosamente, enlazando este ensayo de Ure con la filosofía presocrática de Parménides de Elea.

En la seguridad de poseer un núcleo de identificación suficientemente firme, Jorge Ure se sumerge en el aposento de su propia conciencia, en la cual "no cabe la vana apariencia", y orienta sus meditaciones por el carril de la "intelligentia" donde todo es "simetría, juego y respeto". Y es in-dudablemente sabio cuando vive con intensidad la unidad sintónica de la naturaleza y encuentra en su burbujear el mejor término para la conclusión del primer ensayo. A este ensayo sucede el corrientoso análisis de los pensamientos humanos, sucesión de corredores intercomunicados, casi oníricos tramos de acceso a la verdad. Y destaco en esta hermenéutica la convalidación del pensamiento poético. El poeta, esencialmente vate, es el guardián que custodia la puerta de entrada a lo intangible, a lo sutil y misterioso.

Hay también en el segundo ensayo un esfuerzo amistoso en pro de la comunicación humana, ya que el "otro" puede usar un lenguaje diferente al nuestro, y sus palabras no serán bien entendidas. Y quizás lo más destacable, en un hombre que proviene de las ciencias positivas, sea el ontológico "respicio" (mirada cuidadosa), que implica una diáfana tendencia teológica, que quizás todo ser humano alberga. Pero ¿qué es el hombre?

En "Existencias individuales" Jorge Ure se adentra en la antropología con el metro de su formación neurológica unida a su gran pasión por la criatura humana. Conceptos tales como "el alma y sus formas", y las habilidades que detalla (conceptualización del tiempo, manipulación de los objetos, proyección, simpatía, comprensión de significados, imaginación poética, auto interrogación e intuición ética, especialmente valorizada por el autor, reactualizan el hecho de que nuestra curiosidad por conocer al hombre tropieza con el encanto de lo no definible con exactitud, de lo cualitativo, de lo comprensible no del todo explicable.

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Guiado por su inspiración filosófica Ure recala en el hombre de ciencia, el creador de obras de arte y el asceta místico, talentosos ejemplos de una perfectibilidad inagotable. La idea, en ese constante devenir, tiene un contenido visible, pero comulgando con la psicología de la forma, el autor piensa que la realidad es algo más que la suma de los datos. Concuerda asimismo con Husserl en aquello de que la conciencia "es vida y conciencia temporal". En una escalada de certidumbres aprehende el núcleo de su pensamiento (Jorge Ure, como Parménides, piensa con toda su mente, su corazón y hasta con sus humores) y desemboca en el rapto, a la vez conmocional y perfectamente equilibrado, del lenguaje musical.

El creador artístico pretende su libre subjetividad. En cambio el asceta místico quiere eternizar su libertad. Esta implicancia de lo efímero y lo eterno revela el diapasón de un ritmo de marcha hacia el espacio total donde se vuelca la expectante intimidad del hombre, buscador por antonomasia. La belleza es rumbo y puerto donde recalar, húmedas las velas por esa navegación de altura que mece los grandes sueños, ya que "...la belleza anida en la metamorfosis —afirma Ure—, tanto de una forma que deviene otra, como en una forma indiferenciada que es potencialmente madre de muchas otras". Pero nótese aquí que el filósofo no habla solamente a la inteligencia, sino fundamentalmente a la sensibilidad, puesto que uno comprende que las formas en cuestión aluden a los dinamismos de la música más que a las figuras geométricas. Así nos lleva Ure al umbral inefable de la pura belleza, a la concordancia del "ser" con el parecer y al secreto código de toda perfección: la aplicación de la voluntad a la realidad objetiva.

Es inevitable señalar que en este desarrollo filosófico hay una clara influencia de la "filosofía de la Vida" de Diltbey, de la concepción del movimiento de Whitehead y de la opción Vida (lo eterno haciéndose tiempo)-Espíritu (lo temporal eternizándose) del precozmente fallecido Scheler.

Puede decirse que en la filosofía de Ure hay un retorno de lo pitagórico, por el uso casi permanente de claves y clasificaciones, junto a una palabra sentida, a un hombre que dialoga consigo mismo, y que confiesa graciosamente su fragilidad cuando mendiga una tacita de café, para poder seguir filosofando. Y su palabra tiene el encanto de la libertad, de "todas las posibilidades", del horizonte único en el que convergen sujeto y objeto. La verdad es su proyecto de acción, y el acto deviene "poiesis", síntesis de fervor y pensamiento, cálido esquema que le da cabida a la belleza, la cual, vaticina Jorge Ure, "...es también una investigación".

"Sobre el sentimiento" es una cavilación amorosa, en la cual la inteligencia, totalmente deslumbrada, se deja habitar por el sentimiento, y señala con claridad que al señorío solo se llega a través de la vía unitiva del amor fraterno.

Así el autor desnuda al hombre como un ser esencialmente poético, hacedor de sueños que él mismo habita. Sueños que forman parte de un drama que no le pertenece, y del cual sólo sabe que ocurre en un "tiempo". Un tiempo cronológico, fechable, durante el cual vivimos. Otro tiempo interior, el de nuestra propia conciencia, apuntadora de nuestra representación. Y un tercer tiempo; fuera del tiempo, éxtasis de la temporalidad, la "fruición" o sensación de goce pleno, característica del "acto creador". Y llegando al equilibrio de la sonrisa después de haber remontado el "yambo" de la amargura, se desnuda a sí mismo como un hombre que tiene plena confianza en la Alegría. Y coloca a ésta en el primer plano, precediendo a los fenómenos. Pero nótese que esta Alegría tiene voz, puesto que en algún punto de estos ensayos, dícese a un "paquete cuántico": "... ¡Eres!"; por lo que da lugar a pensar que hay una creencia religiosa en aquella. De cualquier manera el autor evita el campo de las contiendas religiosas, dejándonos un enfoque optimista sobre las "posibilidades humanas ".

Como dijo Spranger: "...la puerta de la belleza lleva a la totalidad del mundo", y "...la historia interior del hombre es una historia eterna".

María Elena Dubecq

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Preliminar

Se me ha de disculpar a mí esta breve incursión en el campo de la especulación subjetiva. Se dirá que para filosofar, además de los deseos, se hace necesario tener el currículo y el oficio de filosofo. Pues bien; ni lo uno ni lo otro están en mi faltriquera.

Llegué a "Conciencia de ser" a través de la Psicología, y a ésta, como integrante de equipos de Psicopatología. Allí tomamos contacto con un grupo de conductas asintónicas —pero no ilógicas—, que damos en llamar "psicopáticas", y que se caracterizan por el uso —encubierto, generalmente— de la agresión y la mentira, en lugar de una "forma de ser" armoniosa y auténtica. Los fenomenólogos ubican la patología del psicópata en el "plano del ser". Puede decirse que ellos, adaptándose a las circunstancias contingentes, no expresan una forma propia, sino que la falsean permanentemente, y que, por lo tanto, son meras "apariencias". El planteo es tan complejo, que nos obligó a repasar mentalmente el significado del verbo ser.

Las "Formas del pensamiento" intenta arrojar un poco de luz sobre el espinoso tema de las "fuentes del conocimiento". Es tan común el no entenderse por utilizar distintos lenguajes, que no creo superflua esta somera exposición, que pretende una categorización formal de esos diversos lenguajes, casi siempre entremezclados en el pensar cotidiano.

"Existencias individuales" cree poder retratar los carismas del hombre de ciencia, del artista y del asceta místico-, tres tipos de hombre mal comprendidos por el común de las gentes, ignorados, despreciados o temidos; muy pocas veces, realmente amados. Tres tipos que comparten la "interioridad", emanada del asombro, de la recreación de la naturaleza o de una silenciosa admiración por todo lo que es. Esta clase de personas han hecho avanzar la civilización más allá de disputas triviales o del simple "confort ambiental". A ellos rendimos en este sucinto material nuestro más devoto homenaje.

Pero estos perfiles no hacen más que agigantar la dimensión del Hombre Ordinario, ese que con su sana alegría hace posible "las fiestas", y con su abnegado trabajo domestica a la naturaleza. El hombre de ciencia solamente "la mira", el creador de obras de arte la "recrea", el asceta místico la "desdeña", empeñado como está en llegar hasta "el umbral de la impasibilidad". Pero todos estos hombres se encuentran en el andarivel por el cual se desea "prolongarla fiesta".

"Sobre el sentimiento" no hubo mucho que decir, pero consideré necesario agregar este ensayo para redondear el mensaje de la obra, que pretende defender los valores eternos del Espíritu.

CONCIENCIA DE SER (sobre la naturaleza)

Por la ratio bacía la consideratio a V.G.L. y A.G.L., coexistentes.

1. Introducción

Es bueno para todo pensador tratar de fundamentar racionalmente aquello que es el fundamento de todo concepto. Es igualmente bueno que el lector, que es otro pensador, trate de aclarar cuáles son sus posibilidades de hacerlo.

Huelga decir que bien poco sé acerca del ser.

Nos enseñaron los sabios de la antigua Grecia que toda cuestión que quisiera entenderse, debía fijarse con referencia al ser, ser "esto" o ser "esto otro".

Posteriormente, el gran Plotino relacionó al ser con el nous anaxagórico, y lo categorizó como correlato básico del inteligir, distinguiendo "el Ser que es en todas partes Uno solo", de los seres del Uno derivados. Santo Tomás de Aquino, uniendo a su formación aristotélica la fe cristiana, define al ser como "en sí".

En el siglo XX vivió un vidente llamado Martín Heidegger. Filósofo antifilosófico, que abomina de casi toda la tradición filosófica de la humanidad. Metafísico antimetafísico, que desdeña la pura especulación ontológica. Místico antimístico, porque eligió el martirio del pensar a la contemplación del

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silencio. Teólogo antiteológico, porque en la búsqueda de la Respuesta soslaya la Creencia-, Heidegger fue sola —y genialmente— un ontólogo. Alguien que buscó al ser por el camino del ser que él era. Y encontró que la reflexión filosófica no conduce al ser, sino a "desembozar el horizonte dentro del cual se devela la pregunta por el ser". Y creyó, de buena fe, que la Poesía tenía mejores recursos que la Filosofía para transitar dentro de ese horizonte.

Parménides no enseñó la "doctrina sobre el ser", si es que ésta existe. Plotino clasificó. Tomás creyó en una religión. Hartmann y Heidegger vinieron al mundo para recordarnos que la Ontología no ha concluido, muriendo todos ellos sin haber atrapado "la esencia del ser".

¿Vale la pena escribir este ensayo ontológico? ¿De qué modo? '

Puesto que —sin duda— el "problema del ser" es el principal que tienta nuestro pobre ingenio, todo esfuerzo tendiente a esclarecerlo nos parece valioso. En cuanto a la vía de abordaje, hemos elegido la reflexión poética; es decir, un procedimiento intelectual que retiene "algo" de la licencia poética, tal como fuera practicada por Parménides de Elea, pionero de la Ontología.

Una advertencia: la reflexión poética no es científica, y sería catastrófico tomar a este ensayo ontológico por un "tratado de Filosofía". Permítasenos que la libertad de intuir, pensar y avizorar que hace de nuestra especulación subjetiva una hipótesis no comprobable por los métodos de las ciencias positivas, sirva de base a los argumentos que se os habrán de presentar.

2. Los caminos del ser: Planteo

El ser es un vocablo. La palabra constitutiva elemental de toda lengua. Aquella sin la cual nada puede ser dicho al respecto. Esta palabra encierra un contenido semántico. Y esta esencia es la que los ontólogos de todos los tiempos tratan de desentrañar.

¿Cómo acceder al ser? Pues, apoyándonos en el análisis fenomenológico-existencial de los diversos significados del vocablo en su uso corriente, y tratando de unificar las diversas acepciones. Por "fenomenológico" entiendo lo objetivo de las expresiones, en tanto que por "existencial" comprendo significados particulares. Haré una lista de lugares comunes, y luego explicaré lo que me sugiere cada uno de ellos.

1. Mesa cuadrangular

2. La mesa es un útil

3. Sea como sea.

4. Es imprescindible

5. ¡Sé hombre!

6. Eres maravilloso.

7 Son embustes.

8 Son las tres de la tarde.

9 Lo que es.

10 Soy yo.

11 Es un aficionado a la ontología.

12 Ellos son así

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1. Cualidad objetiva. Defino por hechos perceptuales que es una mesa y qué es lo cuadrangular o cualquier otra cualidad, y lo aplico al ente en cuestión: "Es una mesa", "es una mesa cuadrangular", etcétera (puedo seguir agregando infinitos predicados). Sugiere CUALIDADES 2. Cualidad subjetiva. Valoración. ¿Para qué sirve? Aquí ha aparecido el tiempo, permitiendo la interacción del ente con nosotros. Sugiere SIGNIFICACIONES. 3. Retórica categórica que se usa como preámbulo y menta cualquier posibilidad. Implica un designio, o cuando menos un vago énfasis. Sobrentiende un a posteriori del propio pensamiento. Y parece que a este mero "plan de pensamiento" también le cabe un ser. Me sugiere PROSPECCION. 4. Lo proyectado se enuncia. Todo mi Yo se vuelca a esta EXPRESION. La potencia del pensar se ha actualizado terminantemente. Esta certeza de absoluto párete un rasgo esencial de lo óntico (humano). 5. ¿Qué significa? Todos tenemos una vaga idea al respecto que justifica la afirmación; pero nadie puede definir el sentido de la frase con precisión. Tal vez se trata de la "intuición de lo que uno debe ser", y hablando a lo Heidegger, una forma de la COMPRENSION preontológica. 6. Aparece la relación transubjetiva. Alguien que me maravilla habla a mi EMOCION. 7. El existenciario básico, la verdad, está ausente aquí. No se halla la referencia primaria del existir, la concordancia sensación-intelección. Por lo tanto, el embuste no encuadra en el mundo de lo óntico, porque no atenta contra la suficiencia del ser en particular (ente), sino contra la verdad, que es la forma de descripción valedera para la realidad global. Bajo el vocablo "embustes" subyace un no-ser radical, ontológico, válido para la pluralidad de los seres. Un atentado contra la REALIDAD. 8. ¿Qué son las tres de la tarde? Nadie lo sabe en verdad, y hasta probablemente las tres de la tarde no sean, sino que "aparecen". Ni Einstein desde la Física, ni Bergson desde la Psicología, ni San Agustín desde la Religión, ni Kant desde la ratio, ni Heidegger desde la consideratio, han aclarado del todo la ontología del tiempo. Sin despreciar sus excelentes e insuficientes aproximaciones, la TEMPORACION permanece misteriosa. 9. Ahora recalamos en el epicentro del misterio. Hemos dicho que sólo la SUGESTION poética podrá allanamos el paso.

10. ¿Quién? ¿Mi cuerpo? ¿Mi emoción? ¿mis pensamientos? ¿Mis sentimientos? ¿Mis planes? ¿Mi voz? ¿Mi trazo gráfico? Se me ocurre que la Antropología filosófica es tan intrincada como la Ontología; pero, en realidad, ambas coinciden en esta INTERROGACION.

11. El ser a través del hacer brinda una UBICACION objetiva. 12. También el vocablo ser menta lo indefinible, y es axiomáticamente interpretado por la COMUNICACION para- verbal.

¿A dónde conducen las esencias destiladas del análisis fenomenológico-existencial de los diversos significados del vocablo ser en su uso corriente, tratando de unificar las diversas acepciones?

La cualidad puede ser particular (una mesa cuadrangular), genérica (las mesas cuadrangulares) o sustancial (lo que menta el vocablo "mesa", la cuadragularidad).

La significación puede escalonarse así: "Entonces resulta", "siendo así" y "por lo tanto". O sea que atando cabos, se enlaza para concluir.

La prospección tiene tres instancias: "Ahora que..." "haremos tal cosa" y " ¡vamos!".

En la expresión observo un "me dispongo a", "creo" y "me recojo".

Para la comprensión vale una gradación así: "Me parece que", "lo intuyo" y "es". Es la vía de acceso que explorara el autor de Ser y tiempo.

La emoción es: "Recibo estímulos plurales", "me afectan" y "vibro".

La realidad (Proclo mediante): "Parte", "conjunto" y "total".

La temporación permite instantes, períodos y eternidad.

La prospección tiene tres instancias: "Ahora que.. .", "haremos tal cosa" y " ¡vamos!".

La sugestión la vamos a teatralizar así: "Shh..., shh...", "aquí estoy" y " ¡ámame!" (tiene también sus tres fases).

El ciclo de la interrogación es éste:

Io) Descubro que puedo interrogarme;

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2o) Busco un interlocutor a quien también pueda interrogarlo;

3o) Pulo mis preguntas.

Quien se ubica, lo hace 1°) en un espacio (según Hegel, incaptabilidad de lo puntual); 2°) en un mundo (reunión de puntos); 3o) en-sí, o sea en la inextensibilidad de lo extenso. (Entiéndase esto con ingenio ontológico, o... ¡déjese al punto!)

"Dicen que", "lo entiendo" y "me pronuncio". El reino de la libertad. Sólo aquí podría darse el no-ser; pero ¿puede comunicarse?

Los doce caminos fueron recorridos desde un principio, durante un término, a la búsqueda de un fin. Nos han permitido ubicar tres fases en cada uno de ellos: una de índole subjetiva o particular, una segunda intersubjetiva o grupal, y una tercera objetiva o global.

Por ejemplo, quien se expresa (verbigracia, un pianista), está en fase intersubjetiva mientras ejecuta, pero su obra pasa a ser un dato objetivo una vez concluida, que es cuando él también se ha recogido a contemplarla. En la comunicación señalamos un "dicen que", el cual es subjetivo de quien lo dice; un "lo entiendo", que ya trascendió aquella subjetividad y, finalmente, "al pronunciarme" objetivo mi juicio.

Si se medita sobre lo expuesto, se advertirá sin esfuerzo que la triple estructuración es válida para unificar las doce diversas acepciones destiladas del análisis fenomenológico- existencial de los distintos significados del vocablo ser en su uso corriente. Esta concepción ontológica se resume así: Distribución-Congregación-Unidad.

Sin penetrar con máxima profundidad en cada ejemplo, ofreceremos una serie a través de la cual se realza la importancia de las concepciones o hechos de la naturaleza en los cuales es dable descubrir una estructuración en tres partes o fases:

En las religiones: Dogmas trinitarios.

En la sociedad: Hombres-mujeres-niños.

En la familia: Padre-madre-hijo.

En la política: Tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial).

En las fuerzas armadas: Tres armas (ejército, marina y aviación).

En la educación: Ciclos primario, secundario y terciario.

En la música: Melodía-armonía-ritmo.

En la poesía: Verso-estrofa-poema.

En la pintura: Volumen-color-forma; azul-rojo-amarillo.

En la ontología: Ente-ser- "en sí".

En la filosofía: Alma-espíritu-ser; tiempo-espacio- sustancia; belleza-verdad-bien; etcétera.

En la cosmología: Tierra-agua-aire,

En las matemáticas: Potenciación-multiplicación-suma; radicación - división -resta.

En la física: Sólido-líquido-gas electrón-protón-neutrón; movimiento-fotón-energía; etcétera.

En la química: Producto-enzima-substrato.

En la biología molecular: ADN-ARNm-ARNt.

En la citología: Medio interno-membrana-citoplasma.

En las ciencias naturales: Animal-vegetal-mineral.

En la botánica: Ramaje-tallo-raíz.

En la embriología: Ectodermo-mesodermo-endodermo.

En la zoología: Miembros-tronco-cabeza.

En la angiología: Lecho capilar-vasos-corazón.

En la endocrinología: Glándulas-hipófisis-hipotálamo.

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En la neurología: Dendrita-soma-axón.

En la psicología: Temperamento, conciencia, persona; ello, yo, superyó; vivencia, comprensión, expresión; afecto, inteligencia, voluntad; etcétera.

En las razas humanas: blancos, negros y amarillos.

En la astronomía: Satélites-planetas-soles.

En el tiempo: Ayer-hoy-mañana.

En el día: Mañana-tarde-noche.

En el espacio: Largo-ancho-alto.

En el teatro: Personajes-obra-autor.

En el cine.- Luz-cámara-acción, etc.

3. Las posibilidades del ser: Sobre el ente

¿A quién le es posible ser?... A un objeto definido material o ideal, a un vegetal, a un animal, a un humano o a un objeto metafísico indefinible, del cual nada sabemos.

¿Es un objeto un "quien"?... Si por "quien" se entiende algo que establece relaciones con el ambiente, un objeto tiene "posibilidades de ser", Una montaña por ejemplo, establece ciertas relaciones con nosotros. En primer lugar, nos despierta sensaciones, y en segundo término, plantea dificultades de accesibilidad. También interviene como regulador climático; y si un sismo o vulcanismo la agitan, se despeña activamente hacia su entorno. En mayor o menor grado, todo objeto material tiene cualidades sensibles y actuaciones micro o macro cósmicas operantes. Y todo objeto ideal plantea relaciones inteligibles.

Pero no todos los "caminos del ser" pueden ser recorridos por los objetos extensos o eidéticos. Ellos no interrogan, no se emocionan, no proyectan y no comprenden. Concretamente, tienen menos "posibilidades", por lo cual, si se los compara con los seres vivos, "son incompletos".

El vegetal, que no comprende ni se interroga, lleva su propio proyecto en su semilla, y en cuanto a emocionarse, hay experimentos que demuestran que ellos crecen mejor con los adagios mozartianos que con hard rock o con punk en Su proximidad, lo cual implica una respuesta quizás asimilable a una forma muy arcaica de emocionarse. Por alguna misteriosa razón, se siente amor por los vegetales; experiencia que muy dudosamente se puede tener con los monobloques de cemento. Se diría que allí donde hay vida, un rudimento de emoción puede estar latiendo.

Los animales, que indudablemente se emocionan, ostentan marcadas conductas exploratorias, y según demostrara incontrovertiblemente Pavlov, ellos "sienten dudas". O sea que los brutos (no tanto) han ganado un camino más que las plantas, y sólo les falta la comprensión. Tampoco creemos que ellos utilicen la temporación (o sea la generación del tiempo), que parece patrimonio de la ficción, o tal vez del acaso remoto ser indefinible.

El hombre dispone de todos los caminos anteriormente trazados, y de cuál transite con más asiduidad dependerá su "forma de existir" (ser del ente). Si presta atención a las cualidades de los materiales, puede que sea industrial. Si, en cambio, intenta desentrañar significados, tal vez se haga científico. El docente vive en proyección. El periodista puede ser un apóstol o el déspota de la comunicación, según el caso. La exacerbación de la comprensión puede hacerlo sacerdote. Para la emoción, el reducto privilegiado es la vida doméstica. Quien hace un culto de la expresión, es el artista. La realidad anida en el espíritu de lucro del hombre de negocios. Con el tiempo juega el novelista. Sugestiones, poesía. Interrogarse es la rarea del filósofo. Finalmente, quien ubica los objetos en el espacio, es el ingeniero.

Estos doce caminos no agotan las "posibilidades del ser": obviamente, hay otras "formas de existir", cuya enumeración sería vana a los propósitos de esta obra. Baste con decir que para nosotros, y siguiendo a Lequier, "ser humano" implica un "saber hacer humano", pues es "haciendo" como el hombre "se hace", y de esta forma va "completando su ser".

Quisiera entretenerlos comentando las doce posibilidades trazadas:

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1. Si hago algo, debo ganar. ¿Cuál es mi objetivo? ¿Montar plantas? ¿Mandar obreros? ¿Atestar el mercado? ¿Mejorar mi status? ¿Tranquilizar mi conciencia dando empleo a muchas personas? En manera alguna. Mi beneficio será obtener el mejor material al más bajo costo posible (el industrial). 2. El ser es la única categoría posible de lo real. Lo aparentemente irreal deja de serlo, si es susceptible de concepción especulativa, intuitiva o fantástica (el científico). 3. ¡Buenos días, señores alumnos! Voy a enseñarles una lección de muy refinada educación, para que ustedes sean, en esta ocasión, nuestra más distinguida promoción. ¡Atención! (el docente). 4. ¡No sabe usted quién es! Yo se lo digo. ¿Sabe qué pasó? Se lo cuento. Tal vez ignore quién dejó de existir, o cómo se llama Marión Brando. Pues, léame. ¿Quería comprar o vender algo? ¿Por qué no usó mis avisos clasificados? ¡Insúlteme!..., si se atreve. ¡Tomará estado público! En una palabra, si quiere librarse del esfuerzo de buscar por usted, búsqueme a mí (el periodista). 5. Póstrome en medio del tedéum, y me arrodillo. Doblo la cerviz en señal de sumisión. Vaga — e imperfectamente — conozco mi origen y presiento mi destinación. Pariente soy de toda la naturaleza, inferior a mí, y ensimismado suplico el acceso a "algo superior" (el sacerdote). 6. Nuestra madre se llama tierra, y nuestro padre es Dios.

Mis hermanos son los hombres, y mis hijos, las urbes. Allí donde reine el Amor, "el ser se está gestando" (el hombre).

7. Me inspira usted tanto como me inspiro yo. Solitario en las fronteras de mí mismo, me acurruco y gozo. Y parece que me callo cuando estallo (el artista). 8. Venid a mí, fariseos, que despreciáis las riquezas mientras atiborráis vuestros colchones con el vil asqueroso metal, ije! Cuanto queráis poseer, a mí me lo habréis de pedir. Y si producto lejano fuera..., quizá yo os lo trajera (siempre y cuando conviniera) (el negociante). 9. Cuando me place, comienzo por el final e invierto la secuencia. O bien hago salir un personaje que nunca entró. A veces arranco del medio, salto hacia el comienzo y formalizo en la página 40. Vuelvo a relatarles mi experiencia..., que en realidad nunca viví. F.s que, debo confesarles, el futuro para mí nunca ocurrió (el novelista). 10. ¿Por qué escribes, alma mía, sobre el ser?/ ¿No rayan sus perfiles la claridad de la alborada?/ Y si entrecortadas sombras velaran sus mechones,/ ¿por qué apartar el pudor de esos jirones?/ O es que sin contemplaciones/ queréis poner al fuego la enramada (el poeta). 11. Si hablo, callo. Cuando nada digo, todos me observan. He muerto en tiempo inmemorial; pero aún vivo. ¿Quién soy?. Ese al que las muchedumbres desoyen y, sin embargo, las muevo (el filósofo). 12. Trasformo el tiempo en acción. Abro rutas en la jungla y rascacielos en la ciudad hago. Hidroeléctricas me obligan a mover los ríos, y cloacas a entubarlos. Por puentes dinamito montañas, y para subterráneos tus cimientos horado. El gran estadio y el gran teatro no me son ajenos. Mi talento es rico. Mi paga nunca es excesiva (el ingeniero).

Recorrimos "doce posibilidades", y ahora recurre la pregunta inicial: ¿A quién le es posible ser?

¡Duro oficio este de escribir sobre el ser! Parece estar allí, a nuestra medida, y sin embargo se aleja. Es nuestra sombra, y aunque brincamos como galgos..., no la alcanzamos. ¿No entendéis?

Metáforas aparte, quien no entiende, no aprende, y por lo tanto, no puede enseñar. Quien nada puede enseñar, no resulta agradable. Y por lo tanto, fastidia. Al fastidiarnos, nos daña. Y al dañarnos, nos mueve al desprecio. Este desprecio lo desvaloriza. Y al percibirlo, se siente humillado (aunque nadie lo humilla, en realidad). El humillado sufre una violencia que puede moverlo a la agresión. Y esta agresión puede resultar homicida. Ahora pregunto: Quien así ha reaccionado — matando—, ¿tiene él el ser que le ha quitado al otro?

Aguzad vuestro ingenio para cortar el círculo vicioso de la ignorancia que engendra violencia, y reparad en que se os dijo que al hombre le es posible una permanente aproximación al ser a través del "saber hacer", que debe ser optimista y altruista, para poder ser válido para todos. Es necesario comprender que las "posibilidades" no deben crearse ni gestarse, sino que existen fácticamente en el "aquí-ahora" de cada momento. Desarrollemos nuestra vocación, y... SEREMOS alguien.

4. La constancia del ser:

Sobre el ser

¿En quién puede verificarse la "constancia del ser"?

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¿En una roca laurentina, o acaso en un muñón? ¿Constancia de qué? De una forma, tal vez. O de una constitución. Dentro del devenir heracliteano. O sea dentro de lo que "deja de ser" o, si se quiere, "de lo que pierde su ser", o sea de lo ontológicamente "inconstante". No vale.

¿Y los vegetales? Crecen. Pero si faltasen agua, luz o abono...

¿Y la raíz cúbica de — 1 o el paralelepípedo? ¿Son reales?

Los animales también necesitan alimento, agua, etcétera; pero entre éstos destacase uno: el bípedo implume, que justifica consideración filosófica particular. Algunos lo llaman patiens; otros, ludens; otros, políticus; otros, heurístico, sapiens, simbólico, etcétera.

No sólo tiene, como el vegetal y el resto del reino animal, una "forma de ser" (con gran diversidad, según vimos en el apartado anterior), sino que, además, puede operar con diferentes "modos de ser":

Io) Educado. Conquistador. Busca la adoración de los demás. Aburre, por falta de originalidad. Sorprendente inclinación hacia lo injusto y arbitrario.

2o) Pedante. Insidioso. Compite con todas las personas. Falto de metas personales.

3o) Pesimista. Encuentra siempre malas intenciones.

4o) Excesivo cuidado. Cobardía. Especulación gatería- lista.

5o) Incaracterístico, indefinido.

6o) Valeroso, idealista, altanero.

7o) Honesto, consciente, responsable.

8o) Abnegado, tolerante, manso.

9o) Sincero, caritativo, fecundo.

¿Qué significan estos nueve modos? Un progresivo acercamiento a la existencia auténtica, desenvuelta, que tiene a la verdad como valor irrenunciable, y que sólo anhela obrar en consonancia con lo que juzga. Un viejo adagio reza: "Cuando no hacéis aquello que predicáis, termináis por predicar lo que hacéis". ¡Grave peligro!

Sólo la reiteración de un "modo de ser", de modo claro e inequívoco, con fidelidad a los sentimientos y estabilidad en la conducta, puede apartar las falsas aproximaciones, las seducciones, los engaños y las simplificaciones estereotipadas que confunden todo discernimiento. El ser es una llamada al sosiego, a la amistad y al cumplimiento metódico de los objetivos que se traza la buena voluntad. Es la verdadera moneda que puede traernos una mañana mejor. El ser rechaza extrañas tácticas que pueden desviar nuestro rumbo y generar contradicciones, que a veces ganan nuestro "parecer".

Los hombres somos caprichosos, vanidosos e inconstantes; tendemos a vivir según los modos más bajos de la gradación expuesta. Pasamos bruscamente de un modo más digno a otro inferior, y en esto nos estamos degradando. Pero —por suerte— a veces recorremos el camino inverso, y esto significa valorizarnos, aunque paradójicamente nuestra cotización suele disminuir cuando somos más firmes, estables y auténticos, pues se corre el peligro de desembozar la superficialidad de los más inestables.

¿En quién radica la constancia del modo 9o? ¿En lo óntico humano, o en lo ontológico-ser en general? El existencia- rio "comprensión" nos indica que chez l'homme, ambos conceptos se funden y, como pensaba Heidegger, "lo esencial del hombre que soy yo" me conduce a "lo esencial del ser". Esta esencia es para nosotros, y la ejemplificarían los existentes del 9o grado (que usted y yo hemos conocido alguna vez): el amor a la verdad, que es la "vigilia del ser". Amor es deseo de crecimiento en común, y actos que tiendan a realizarlo; verdad es la concordancia entre lo que se dice y lo que se piensa. Ambas cosas convergen, porque sólo en la verdad podemos crecer juntos. La verdad es fidelidad a la realidad, la hipocresía es la instrumentación de la misma "en mi favor y en contra de ti". "Ser" y "defender la verdad" son sinónimos.

Aquí no se está haciendo mención a verdades abstrusas o logarítmicas, sino a "la pequeña verdad de cada momento". Por la organización solidaria del cúmulo de esas pequeñas verdades luchan las conciencias que trascienden al estar con el ser.

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¿Significa todo esto que una conciencia en el modo Io, existencialmente inauténtica, ha perdido la condición ontológica?

En modo alguno. "Lo humano" es a priori, y vale tanto para el asesino como para su víctima. Y líbrenos la Inteligencia de establecer categorías de lo humano, que no ha sido ésta nuestra intención. Los nueve modos son igualmente humanos; sólo que quizá no todos hagan constar "las excelencias de lo humano".

¿Cuáles son estas excelencias?

Poder padecer por un "con", dirían Kierkegaardo Frankl. Quizá no yerren, porque en este padecer el hombre "se libera del yugo pertinaz de su conciencia, acreedora de una misteriosa deuda" (tomando la línea de Heidegger).

Pero ¿cuál es nuestra misteriosa deuda?

Apartarnos de la verdad, en mayor o menor medida. La conciencia que "voca en el silencio" (Heidegger), es el órgano de nuestra restauración a la verdad. El homeóstato de "lo humano". Y en este omitir mentiras radica nuestra excelencia.

Quien vive con la verdad, deja constancia de SER ALGUIEN.

5. La subsistencia del ser:

Sobre el "en-sí"

Mientras nos hallamos en esta tienda de campaña, gemimos agobiados, pues no quemamos vernos despojados, sino ser revestidos como por encima, de manera que la vida absorba lo que hay de mortalidad en nosotros.

Pablo de Tarso: II Corintios, 5, 4

Una de las cuestiones que toda Ontología —aun ésta que se permite licencias poéticas— debe plantearse, es la de la "subsistencia del ser".

"Subsistir" quiere decir "por debajo del sto" (sto = erecto). Es sólo una de las varias locuciones de gran belleza y valor filosófico que utilizan como sufijo al sto. Otras son "existir", "insistir", "resistir", "asistir", "persistir" y "desistir". A estas locuciones tomaremos como hilos conductores hacia las grandes cualidades que preocuparon tanto a los padres de la antigua Grecia: las notas referenciales de lo ontológico. O sea: es con respecto al "estar" con el que debemos comparar al "ser", para recortar nítidamente su propio perfil.

El existencialismo germano diría que el sto no admite dudas. Es:

Io) Un "mirar al mundo de frente";

2°) Un "resistir las fueras cósmicas", y

3o) Un "llevar la cabeza por encima de la ingle".

Implica: primero, valor; segundo, energía, y tercero, espiritualidad.

El valor me inspira "amor propio", y la energía me permite trascender los fenómenos naturales con las "representaciones mentales", mientras que con la espiritualidad reemplazo el impulso instintivo con la "pausa reflexiva". Así enfrento, desafío leyes y, fundamentalmente, equivocado o no, pienso.

Guiados por esta espiritualidad "óntica a lo humano", vamos a aventurarnos hacia la "subsistencia del ser", sin que nos importen tanto los prefijos ex, in, re, a, per, de, como los compuestos que con el sto estas partículas forman. Veamos el tan trillado caso de la "existencia".

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Mi comenzar por aquí obedece a una alineación filosófica. Soy de la raza de los que aman llorar junto al que sufre, escuchar al que protesta, gritar junto a los débiles, y reparar el alma esforzada de los guerreros que han visto mancillado su honor y ultrajado su cuerpo, heridos por la cobardía de los leales. Y esto hace referencia al "combate de la vida", sin alusión alguna a la Política (rama que para nosotros no tiene arte ni parte en ninguna Ontología).

"Existencia" es dolor. Oposición de contrastes hecracliteana. Querer y no poder. ¡Tantas veces! Pensarlo, pero no realizarlo. Soñar y despertarse. O tal vez nunca despertar. ¿Quién sabe? A veces, realizar antes de pensar, y luego lamentar. En todo trance, sufrir. Y sufro cuando siento que sufro. Y allí rescato "el puro dolor del sufrimiento". Y doliéndome de esa forma de mí mismo, me conduelo y lloro. Y entonces un pensamiento triste viene a mí. Y quizá un obrar triste siga la secuencia. Y así propagaré la pena y el hastío.

¿Dantesca visión schopenhaueriana? ¿Qué se hizo de la Alegría?

"Existir" es "estar fuera". Es decir, "fuera de mí". Casi todos los hechos cotidianos me obligan a la interacción con el exterior, la cual no respeta mis fronteras. O quizá yo mismo no sea un auténtico interior.

Existencia es desafuero (un estado emocional de excitación que no es solidario con nada ni con nadie), desajuste (carencia de exactitud en las medidas que se toman) y desapego (incapacidad de soportarnos). Entre tantos entes "fuera de sí", el hombre es uno más. Pero, lamentablemente, este no- minador sin autoría es un repetidor de fórmulas huecas. Por eso, nosotros llamamos a las frases del apartado 2 "lugares comunes".

Pues no pretenderá encontrarse en la jerga lingüística expresión alguna, a menos que se trascienda a la fenomenología (acotamiento de lugares) con la analítica existencial (explanación de intenciones). Es esta analítica la que nos impulsa a asumir este triple carácter de desafuero, desajuste y desapego, que es exterior a nosotros mismos, pero tan necesario como nuestra piel, y que nos deja tan vacíos, que inventamos la Filosofía. Porque se existe con "sed". "Sed" de agua. Pero también de una "paz" que neutralice el desafuero, de una "sabiduría" que ajuste la medida, y de un "amor" que nos haga participar en el apego.

"Existencia" es, por lo tanto, el tránsito de un "en sí fuera de sí" (el hombre) hacia "en-sí" —sólo y completamente—, no a, través de la introversión o el autismo, sino a través de la comprensión de que nuestra alma tiene sed de paz, sed de sabiduría y sed de amor, y que estas esencias no podrán ser adquiridas en el mundo exterior, por fuerte que sea nuestro poder económico.

¿Cuál es, entonces, el "camino de las esencias"? El de la "insistencia". El de la negligencia a ser movido como títere por el entorno, por "los muchos", por el "se" (se dice, se piensa, se comenta), por la publicidad, por los demagogos, por los ídolos, por los fanáticos, por la represión, por las drogas, por los instintos, por la angustia o por el "confort ambiental" o el deseo de notoriedad.

El "poder" de cualquier tipo parece implicar, por lo general, un renunciamiento al "ser". Cuando se es, se hace sin poder. Cuando bien poco se es, sólo se hace para poder. Y allí es cuando se hace pobre e imperfectamente, y se gana en poder. Pero ¿para qué? Porque si es para algo digno, no habrá más remedio que hacer. Y hacer implica arriesgar el poder. En todas las sociedades, aquellos que buscaron el poder, se encaramaron y mandaron a los "insistentes". Algunos los utilizaron, otros los eliminaron. Luego fueron —esos mandatarios— puestos a un lado por otra generación que compitió contra ellos por el poder. Entre tanto, los "insistentes" buscaron "ser". Y terminaron por regir la historia.

En "mí mismo", o quizá simplemente en "mismo", hallo preparadas, no sólo las formas para entender lo óntico (los a priori de Kant), sino las intuiciones de lo ontológico (los "existenciarios" de Heidegger), que serían las "categorías reales de la vida" de Dilthey. Sirven a tal fin la intuición de lo bello, de lo noble, de lo trascendente, de los significados, de las operaciones prácticas, de las leyes naturales, de las sin-tonías emocionales y la comprensión de nosotros mismos, elementos que todos llevamos latiendo en nuestro interior, y que han sido "el corralón" de los grandes poetas, "el ojo" de los grandes científicos y "la voz" de los grandes profetas, sin entrar en polémicas acerca de la legitimidad de testimonio religioso alguno; controversia que cae fuera de la Metafísica especulativa, para entrar dentro de la dogmática, en la que tanto entran un santo Toitiás como un Nietzsche, autor el primero de una Teología revelada, y el segundo, de una Teología natural. Pero la Ontología ni quiere ni puede ser teológica.

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Sólo pretendemos decir que "dentro de. cada uno" están las claves que nos permiten responder con éxito a las exigencias de la realidad. Y a este responder se limita el problema de la búsqueda de la esencia interior que falta a nuestra "existencia desaforada"

¿Y si desde el exterior tratan de sojuzgar nuestra "insistencia?..." Pues, "resistencia".

"Resistir" es permanecer, durar, dar constancia de "algo".

Si quieren forzarnos a que seamos como en realidad no somos, no podemos eludir el combate. Este combate ontológico no se verbaliza con insultos, no se ejecuta con golpes, y no se celebra con botines ni festines. Nos parece que se libra mejor en el silencio, se ejecuta mejor sin arrogancia, y quizá no se festeje jamás. "Resistir" es no darse a la fuga (Sócrates), no devolver los ultrajes (Cristo), no bajar la vista (Colón), no doblar la cerviz (Moro), etcétera. Quien resiste, vence. No hubo derrota alguna para estos grandes hombres. Ni un ejército, ni una turba, ni un motín, ni un monarca pueden alterar la conducta de quien ES hombre.

"Resistir" es permanecer en la "insistencia", aunque llueva o truene. ¿Qué se logra con esta "persistencia"? La "asistencia".

"A-sistir" significa "no erecto" ¿Significa caído? En modo alguno. Ocurre que no se puede vivir enfrentando. Se hace necesario el descanso. Hay una forma de no estar de pie sin haber caído: el "estar sentado". Veamos.

Cuando se asiste a una conferencia, a un espectáculo deportivo, a un programa de radio, al teatro, a una reunión científica o a una fiesta, se tiende a "estar sentado". Y cuando asistimos a un enfermo, nos sentamos a la vera de su lecho.

Como asistentes de un militar, quizá no podamos estar sentados. (Mas no veo en esta ocupación notas ontológicas. La uniformidad encubre al ser. El militar es "lo que es bajo su uniforme"). Tampoco creo ontológica a la política. La política es un acuerdo de intereses (Yrigoyen). Se "está" en la política.

Quien asiste a un concierto de música, "está" y "es". "Está" sentado y "es" contemplando. En el "a-sistir" se halla detenida la violencia de la existencia. ¿Habrá desafinado aquel trombón? Si se hace del "resistir" un continuo estado de "insistencia", se aprenderá a vivir en estado de "asistencia", pues nuestra paz no se verá turbada.

¿Y qué ocurre cuando no se "resiste"? Pues, que se ha "desistido". "Desistir" es hacer un modus operandi del "estar". Un "siempre estando-nunca siendo". Paradójicamente, un abandono irresponsable del sto. Un "estado de caído", diría el pensador alemán Heidegger. Ya no hay "ojos que miran de frente", ya no más un "cuerpo que avienta la borrasca" ni se lleva la "cabeza por encima de la ingle". Es que "desistir" es "siempre estar... ¡caído!". Ocurre que estar y sto no son sinónimos, puesto que sto es "estar de pie", y en tanto que, para nuestra exégesis, estar, a secas, es "estar caído" y ser títere de todos aquellos agentes que desembozamos al hablar de la "insistencia".

"Desistir" es negarse a "insistir" "existiendo", para, "persistiendo" en la "resistencia", llegar al estado de "asistencia". ¿Y qué le ocurre a quien, por "persistir" "insistiendo", "resiste" "asistiendo", y jamás "desiste" de "existir"? Pues, que la "persistencia en la insistencia" le ha quitado a la "existencia" su condición de "fuera de sí", y la ha trasformado en sola y completamente "en sí".

Es dramático plantear el problema de la "subsistencia", que subyace a la condición ontológica humana (el "estar de pie"), en términos de prestidigitación de lenguaje y vaguedad filosófica. Pero no cabe aquí otra aliada que la "comprensión preontológica". Dice el maestro de Friburgo: "El esperanzado se embarca —por así decirlo— en la esperanza, y parte al encuentro de aquello de que la tiene; pero esto presupone un haberse ganado". Este "haberse ganado" es el "estado de asistencia" o "existencia en-mí". La "esperanza ontológica" es "seguir siendo", o sea "subsistir".

Insiste Marcel con la tesis de "ser encarnado", esa "una sola cosa que somos". Interioridad psíquica y exterioridad biológica como falacia. Mi cuerpo no es mi cuerpo, si "yo" no lo habito. Pero "yo" no existo sin las operaciones de mi cerebro que me constituyen. Estos simples razonamientos dan por tierra con el dualismo mente-cuerpo; ficción grosera que convierte una unidad viviente en dos esencias muer tas, las cuales jamás podrán subsistir, puesto que no existen.

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¿Puede esta entidad indivisible que somos esperar la trascendencia a la mortalidad? Quizá la esperanza heideggeriana "aligere" las cargas de nuestra vida, y desde esta óptica el sufrir ya no sea tan triste; el pesar, no tan hondo, y el llorar, no tan frecuente.

Sólo sabemos que no puede "subsistir" quien "desiste", quien se niega a "asistir". Se "asiste" a un paciente cuando se le da un medicamento, o bien los santos óleos. Se "desiste" cuando, "dándolo por perdido", se lo deja morir. No importa aquí si usted piensa que agrupé cuidados al cuerpo con cuidados al alma. La "filosofía de la existencia", que es monista, nos permite hacerlo, sin implicar traición alguna a este breviario ontológico. Si usted es dualista, ¿qué espera de la Ontología? Ella se afana por encontrar la unidad que a usted lo atemoriza. Usted teme extraviarse. Quizá tenga razón.

Si usted no procura por su "asistencia", será absorbido por los que han "desistido". Y tal vez no encuentre "en este mundo" posibilidad alguna de "subsistencia". Si, en cambio, "sobrelleva" su existencia con paciencia, ¿quién sabe?...

¿Por qué hemos limitado la cuestión de la "subsistencia del ser" al homo viátor? Porque hemos hecho alusión a sus existenciarios, a sus ojos, a su cabeza y a su cuerpo. Y hemos hablado de su amor propio, de su coraje y de su espiritualidad. El orangután lleva —es cierto — "ojos que miran de frente", "cuerpo que avienta la borrasca" y "cabeza por encima de la ingle". ¿Pero qué sabemos de sus existenciarios?

También los árboles comparte el sto; pero carecen de las connotaciones ontológicas consignadas entre comillas; al menos, en lo que a cabeza y ojos se refiere: partes que no pueden ser desestimadas, si se trata de una cavilación profunda acerca de los rasgos que pueden determinar la "subsistencia del ser". El orangután, que mira de frente y —al menos, limitadamente— piensa, ¿comparte con el hombre esas teclas intuitivas que parecen ser la única vía de acceso a la Metafísica?

El misterioso llamado que acerca el hombre a la Belleza, a la Verdad y al Bien, ¿de dónde proviene? Indudablemente, del deseo de "seguir siendo", que no puede confundirse con el de "seguir existiendo", como lo ejemplifica la muerte del maestro Sócrates. De haber huido, no hubiera evitado el "dejar de existir" (tarde o temprano hubiera muerto); en cambio, hubiera "dejado de ser" el gran maestro de los hombres. Salvando su honor, conservó su "ser", y por añadidura debemos decir que quien "sigue siendo", "sigue existiendo"; al menos, en nuestras conciencias. Y por lo tanto, "subsiste".

De los animales podemos decir que algunas especies "subsisten", pero que no "persisten" como, individuos. La no-persistencia del individuo humano es también un hecho óntico-fáctico incontrovertible. Su "subsistencia" ontológica es un misterio. Este problema constituye una típica frontera para la Filosofía, la cual no se aventura a desafiar las leyes naturales, aunque no las absolutiza. Permanece libre con respecto a la Creencia. No ignora que esta toma de partido es la "cuestión caliente de toda filosofía". Pero a nosotros nos parece que este calor es ajeno a la misma Filosofía, y que bien hace ella cuando soslaya la disputa o cuando la analiza con frialdad.

¿El "objeto metafísico indefinible" "subsiste"? De la exégesis de la existencia que se ha hecho, se deduce que el "en-sí" no existe, pues no cabe que "esté" en conflicto "en-sí-fuera de sí". Su "no existir", es claro, no invalida la pregunta por su "subsistir", que quizá fuera la pregunta por el "ser" que formularan Heidegger y Aristóteles. Inútil será tomar como hilo conductor al esto, pues no hay razón alguna para ubicar al "en-sí", ni "de pie", ni "sentado", ni "caído", o sea simplemente "estando".

¿Cuál exégesis puede utilizarse para plantear la cuestión de un ser "en sí mismo subsistente"?

Para Plotino —y para todos los místicos: orientales, griegos y cristianos—, el Uno no se piensa, pues pensar es atar cabos, y lo Absoluto está "absuclto", o sea indescribible a esencia alguna; y ésta es la razón por la cual Plotino colocaba el Uno (o "en-sí") en una jerarquía superior a la del "ser", pues el "ser" es el concepto genérico de todos los conceptos, en tanto que el Uno es "inconceptuable". Para aquel sabio, la relación entre ambas hipóstasis era que una derivaba de la otra, o sea la Inteligencia o Ser provenía del Bien o Uno. Y es obvio que la inteligencia aspira al Bien, sin alcanzarlo jamás, pues es la Verdad la esencia destinada a la Inteligencia. Parecería que al Bien se lo alcanza a través del Amor, que rebasa toda inteligencia.

Así Aristóteles, que preguntaba por el "ser en cuanto ser" (o sea por el "ser en-sí"), se dedicó a fundar la Lógica, la Física y la Embriología. Y Heidegger, que debía escribir una "segunda parte" para contestar la "pregunta por el ser", jamás la escribió, limitándose a reactualizar la pregunta.

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Tal vez, como filósofos, no valga la pena optar por Heidegger o por Tomás de Aquino. Tal vez sea más importante conocer, como Plotino, "el fin de toda especulación".

6. La belleza del ser:

Conociendo alegremente

1. Eres. ¿Qué cosa? Un paquete cuántico de energía. Y vio ese cuanto que podía iluminar. E iluminando, se condensó. 2. Rápidamente se informaron partículas, conformando una estructura. Y colmaron el cosmos incontables trillones de diminutas condensaciones, que el hombre llama "masa". 3. La masa se agrupó e interactuó. Cedió energía (y el mensaje ha sido llamado radiación). Movilizó elementos. Y el modo de hacerlo..., ¡fue una carga! Nucleándose dipolos, se generaron los campos. Y los campos gravitaron. 4. La gravitación desplazó estructuras. Fundió soles, y abrió brechas siderales. Desenrolláronse las galaxias espirales. Y en este universo infinito limitado en expansión, una espiral se audoduplicó, y nació el virus. Y con él, la constelación llamada "vida". 5. Con el virus de la vida vino al mundo la muerte. Pero los virus ingenieros idearon un mecanismo para, "seguir siendo": la auto duplicación controló proteínas, las proteínas prensaron lípidos, las lipoproteínas constituyeron barreras biológicas, y la célula así formada decidió defenderse de las agresiones del "mundo exterior", al cual necesitaba para su subsistencia. 6. La célula comenzó por oponerse a la dilapidación de la energía. Fabricó sistemas para obtenerla y acumularla. Y transformó la energía en "utilidad". Utilidad que el hombre llama trabajo. 7. Luego hizo de la luz, alimento. Y cansada de vegetar pasivamente, se puso en movimiento. Poblaron los peces los océanos con gracia sin igual. Y echándose a volar, las aves baten mundos. Algunos monstruos se arrastraban con demasiada pesantez. Y no sobrevivieron. Y también estaba la intrigante sierpe y su venenosa lengua, riendo "polvo eres, y al polvo habrás de retornar". Y hubieron de desarrollarse los pechos de algunos, para alimentar a las crías con el néctar de su propio cuerpo. 8. Erguióse un mamífero. Tomó una caña y la dobló. Y la piedra arrojó al estanque. Y para recobrarla, nadó. Y al enterrar sus muertos, hizo monumentos. Vio a su mano dominar el mundo, y la entrenó y desarrolló. Y pensando cómo servirla mejor, fabricó útiles para ayudarla. Y cuando terminó con el "problema de la mano", comenzó el "¿Ahora qué hago?". Y sólo para resolver este nuevo problema, planificó. Y planificando, se civilizó. Y habló. Y llamó "flor" a la flor, y "mar" al mar. Y queriendo reunir en una única impresión la fragancia de las flores y la visión del mar, inventó la Poesía. Y a través de la Poesía descubrió la Música. Y cantando alabó, utilizando un monosílabo: Dios. Quiso explicar todo esto. Y para hacerlo, filosofó. Y al filosofar descubrió la Lógica. La que tenían en común todos los hombres. Y por ella olvidó su origen. Y se hizo esclavo de malos hombres, que instrumentaban a su arbitrio la oscura sinrazón del origen de la lógica. Se envaneció. Ya no se vio a sí mismo como a un bruto consciente. "Consciente de ser" hombre. 9. Entonces nació un hombre bueno llamado Sócrates. F.l trascendía a su tiempo. Y habían nacido también quienes le dieron a beber la cicuta. Nació un niño-sabio llamado Jesús. Que quiso sustanciar su raza. Y otros hombres lo flagelaron hasta matarlo. Y vivió también el Almirante valiente que en-sanchó el espacio de los hombres. Y murió Colón en la tristeza, desacreditado por los que nunca le perdonaron "haber sido". Y en estos pocos ejemplos puede certificarse la grandeza y miseria de nuestro doble origen. El "eres", impronta de Alegría que nos capacita para vivir los ideales. Y el "polvo eres", que nos liga a quien fatídicamente se arrastra para inyectar su vil ponzoña.

Esta introducción carece de todo rigor. No es una narración bíblica. Tampoco pretende la objetividad científica. Es sólo una aproximación poética a la "unidad del ser". Un canto a la energía fluyendo. A la capacidad de engrandecer. A la de ser respirado. A la de comunicarse los hombres de distintos tiempos a través de la búsqueda del origen y el sentido.

Una bendición al simio, cuando nos saca la lengua. A un meteoro, por viajar tantos parsecs sin fatigarse. A un electrón soltero, cuando busca acoplarse a otro para estabilizarse. A un átomo, por tener encanto, sabor y extrañeza, según el más sofisticado lenguaje de la Física Teórica, que lo supone compuesto de pequeñas unidades o quarks, cuyo nombre deriva de... ¡una novela de Joyce! A las flores, por dejarse cortejar por los insectos. A los gusanos, por regalarnos la seda y echarse a volar cuando se saben mariposas. Al océano tumultuoso, sereno, borracho o ramplón, siempre inescrutable. A la estrella "enana blanca", "agujero negro" o "astro rey". A la cortesana ostentando sus afeites; a la aldeana inclinando graciosamente el ruedo de su pollera; a la maestra desubicada por el guiño de ojos del niño más crecido, y a la científica que no puede evitar un simpático suspiro sensual en medio de la más incongruente operación matemática.

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Algunas hembras animales dan la vida por sus crías, y otras se alimentan de ellas. Un perro fiel vela con gesto fiero el cadáver de su amo. Mientras tanto, en algún mar tórrido un escualo feroz depreda sus propias vísceras en un rapto de impaciencia.

Todo está sujeto a las trasformaciones más misteriosas.

Todo, a la vez lógico y extraño, a la vez onírico y real; y quien quiera separar tajantemente ambos mundos, será arrasado por la vida, que perdona todo, menos la falta de imaginación o la falta de cordura. Pues la vida no es loca ni ama la locura; pero tampoco es "totalmente seria".

La belleza no "está" en la vida, sino que la vida "es" bella. Posible, pero no probable. Probable, pero no cierto. O cierto, aunque nunca se lo tuvo en cuenta. Joven y hermoso, pero malvado. Deforme y ceniciento, ya casi no habla; pero cuando lo hace, ilumina. Barato, pero ¿para qué?

Amigo de todos, pero ¿de quién? Amante de la buena música; pero no de la que nos gusta a nosotros. Plantó..., y la lluvia lo anegó. O buscando agua, encontró petróleo. Así es.

Por doquier veo yo bizarras rectas y ululantes curvas, graciosa o torpemente combinadas. Y también veo aniñados óvalos, sabios cuadrados y enigmáticos triángulos. Y perfectas leyes que no circunscriben el universo a un orden cerrado. Allí está la voz del artista para expresar el "ser de su propia conciencia", que no estaba contenido en forma alguna distinta de la de su propio cuerpo. Y en menor o mayor grado, todos tenemos algo de artista.

¿Y el mundo del inteligir? Todo es juego, simetría, respeto, caballerosidad y amistad, pues el querer pensar verdades no admite trampas, y el "círculo de la ciencia" es un "círculo hermético" que no descalifica a quien hace una apreciación errónea, sino a quién miente a sabiendas. A pesar de esto, Pitágoras murió sin haber descubierto su teorema, e Hipócrates parece haber sido sólo uno entre una centena de grandes médicos a quienes les debe la mayoría de los escritos que llevan su nombre. "Hecha la ley, hecha la trampa". O, mejor dicho: cualquier cosa que hagas, luego vendrá la leyenda, porque el ser humano siempre añade "algo más".

Vive de la alegría el ser. Y quizá la malhadada "desistencia" (mal dicho, porque "desistir" era el único verbo acuñado del sto que no admite sustantivo) sea solamente la negativa voluntaria a reír junto al cosmos. "Hermanos, no temáis. La Naturaleza conoce el gran secreto y... sonríe" (Hugo). O, como dice el poeta: "Sí. Hay otros mundos; pero están en éste" (Artaud).

Este mundo es bello, aunque a veces no lo parece. Y no es extraño que en momentos en que menos lo parece, nos afecte con máxima intensidad la emoción de su belleza. Hay lugares que siempre aparecen bellos. Y viven de eso, felices y descubiertas, ciertas zonas de turismo.

¿Ha colmado la medida de vuestra emoción esta poética investigación? ¿Será que no hemos dicho con el corazón todo lo que se resiste a ser penetrado por nuestra razón? Puede ser.

En los textos de Ontología abundan generalmente frases dubitativas o negaciones como "en modo alguno", "de ninguna manera", "de algún modo", etcétera. Porque el ontólogo es el ser humano especializado en saber "lo que no se debe decir" o, si os gusta más, quien mejor sabe elegir el mo-mento de callar. La Ontología, amigos, la más osada y profunda de las Ciencias, es aquella que intenta averiguar el significado del verbo primero, y para hacerlo no cabe más que remontarse a su origen: el silencio. A este silencio pretendimos llegar al fin del apartado sobre "la subsistencia", y de él quisimos arrancar esta breve disertación sobre "la belleza".

¿Aclarado está el "problema del ser"? En modo alguno.

Deudores somos en nuestro lenguaje del ontólogo de Friburgo, M. Heidegger, y lleva nuestra concepción un sello de la trinidad plotiniana y un aire del Doctor Angélico. Y es nuestra moderación en la "cuestión caliente" tributaria del gran pensador de Kónigsberg. Pero es probable que ninguno de ellos hubiese alcanzado la órbita de la Ontología, de no haber tenido el placer de poder leer el poema Sobre la naturaleza de Parménides de Elea, que reza así':

Todo él está repleto de ente.

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Todo él es continuo, pues ente se junta con ente.

Es, además, inmóvil en los límites de grandes lazos, sin comienzo ni final.

Es el mismo, en lo mismo permanece, y en si mismo está situado, y así se mantiene firme en su lugar...

Así se mantiene también este poema, piedra fundamental de la historia de Occidente, desde hace 2.500 años, aproximadamente..., firme en su lugar.

7. Conclusiones

1. El "problema del ser" —problema central de la disciplina especulativa llamada Filosofía— sigue siendo una cuestión a discutir, a pesar de la proscripción impuesta durante el "siglo de las luces", por:

Io) Ser la aspiración máxima de toda inteligencia que busque revisar los conceptos elementales que son su instrumento de trabajo;

2o) Porque el ser implica reposo y es natural a toda potencia en movimiento, y la inteligencia lo es, la búsqueda del reposo que complementa su movimiento;

3o) Porque la Ontología nos eleva por sobre los problemas triviales óntico-fácticos, y nos permite examinarlos con mayor claridad. A ella no le son del todo extrañas, preguntas como, por ejemplo, ¿qué somos? o ¿para qué vivimos?

2. Presentóse un modelo teórico inspirado en algunos hechos del mundo sensible y en constructos inteligibles que discierne una estructuración ontológica triparticional, y que sigue, en líneas generales, el esquema de Procio, que puede resumirse como: Io) integrantes; 2o) integración, y 3o) integridad. Llamamos entes a las partes; ser, al núcleo, y "en-sí", a una totalidad indefinible que no admite parcelación, pero que puede verse como "origen del ser", en conformidad con el dogma tomista. 3. Sobre el ente. Coméntanse "formas de ser" en relación a algunas de las ocupaciones que los individuos humanos desempeñan en la sociedad, destacando la importancia de los "hechos" concretos en la realización temporal del ente. 4. Sobre el ser. Coméntanse "modos de ser" habituales en las relaciones humanas, destacándose la importancia de la sinceridad, única constancia de una naturaleza ontológica, trascendente a la parcialidad de los entes. 5. Sobre él en-sí. Acótase que en la "existencia" se sufre un violento conflicto entre sinceridad e hipocresía, del cual no es posible sustraerse. Se dijo que en el recinto de la propia conciencia ("insistencia") no hay lugar para la vana apariencia, y que si la mentira flota en el ambiente, es preciso "resistirle" con "persistencia". Al cabo del tiempo se disfrutará una actitud contemplativa, no necesariamente inactiva, que denominamos "asistencia", que disminuye la tensión del conflicto. O bien, se "desiste" de toda actitud crítica frente a la propia mentira, a la cual se toma por hecho obligado y natural. En cuanto a la "subsistencia" de la "asistencia" (los otros estados no tienen suficiente "consistencia" ontológica), la Filosofía no puede más que permitir una Esperanza, sin que ello implique alentarla. Tomar partido sería invadir el dominio de la Teología o de la Poesía Mística (disciplinas ambas que no parten de la razón natural) y desnaturalizar la Filosofía. O bien, adherir a concepciones ateas que tampoco pueden justificar sus postulados mediante el uso de la recta razón, y que llevan el peligro de malversar la Filosofía, puesto que la "muerte de Dios" suele implicar el desmedro de la noción de Bien universal, y de allí se pasa al "bien para mí, mal para ti", que por ser opuesto a la fórmula del otro, conducirá inevitablemente a la guerra y a la destrucción, tal cual ocurriera con la generación influida por la filosofía del superhombre (?) y la "voluntad de dominio", que encuentra la "resistencia" de quien no admite "hombres superiores" ni tolera su "voluntad de dominio". Y con todo esto no decimos que el "ser en-sí" esté vivo, pues creemos que la respuesta o suposición está librada a la conciencia personal de cada lector, y es ajena a la especulación ontológica como tal.

6. Conociendo alegremente. Vívese con intensidad la unidad sintónica de la naturaleza, y encuéntrase en su burbujear el mejor término para estas consideraciones. Concluyese silenciosamente.

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LAS FORMAS DEL PENSAMIENTO (sobre las ideas)

E.J.F. a M.P. y M.A.D., co-pensadores

¡Levántate, Nilo, que tu voz resuene!

¡Oh, Nilo, levántate, deja oír tu voz!

(pensado hace unos 4 mil años)

1. Introducción

En su origen etimológico "pensar" se relaciona con "pesar"; es decir, "tomar el peso". Pesar es establecer una medida. Y pensar es, por lo tanto, medir. Medir según mi criterio. Lo cual establece desde ya un doble aspecto: Io) objetivo o medida, y 2o) subjetivo o criterio. Y es este segundo aspecto el que diferencia a "pensamiento" de "pesada".

Llamo "pensar" a plantearme proposiciones con sentido. Y veo en esto un triple aspecto:

Io) Un acto reflexivo en el que tomo parte y del cual soy juez;

2o) Un despliegue del pensamiento en el tiempo, que puede llegar a trascenderlo (es decir, a inmovilizarlo), y

3o) Una dirección definida, llamada "sentido".

Acuñando el análisis objetivo y el subjetivo del fenómeno

que los hombres llaman "pensar", puede decirse que quien piensa:

Io) Mide la realidad;

2o) Se convierte en patrón de medida;

3o) Juzga;

4o) Se espiritualiza;

5o) Recorre una distancia.

Por lo Io, el pensamiento debe ser lógico, pues la medida de la realidad es la lógica.

Por lo 2o, conviene que sea original, creativo.

Por lo 3o, es necesario que sepa autocriticarse.

Por lo 4o, puede llegar a ser inmutable, perenne.

Por lo 5o, nos muestra un panorama, a nosotros mismos y a quienes nos escuchan.

O sea que en su expresión más perfecta, pensar es "establecer secuencias lógicas de una manera particular, luego de un tiempo de análisis, con miras a esclarecer definitivamente problemas comunes".

Dedúcese de nuestra definición que cuando no se es lógico, cuando solamente se repite lo que pensó otro o tal vez nadie, cuando no hubo meditación alguna, cuando no se intenta una conquista, o cuando no se puede compartir con nadie la motivación del pensamiento, no se piensa. Se piensa, sí, en el uso vulgar del vocablo. Mas no se piensa. Se divaga. Se charla. Se fabula. Se aburre. O se delira. Pero no se piensa.

A nosotros nos interesa, en este ensayo, tratar el punto Io, básico y fundamental, cuál es la relación que las expresiones humanas corrientes guardan con la lógica, y tocar someramente algunos de los otros puntos, como, por ejemplo, originalidad, análisis, aspiraciones, etcétera.

Según nuestro criterio, pasamos a analizar las siguientes "formas del pensamiento":

6o) Filosófico; 7o) Poético; 8o) Místico; 9o) ¿Inspirado?

5o) Científico;

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1.1. El pensamiento mágico

Inviste de "poder sobrenatural" a los hechos naturales. No examina objetivamente la causación, sino que brinda un testimonio emocional pre-racional. Por esta razón, es normal en los niños pequeños y en las culturas primitivas. Ejemplo, "el hombre de la bolsa", "las brujas", etcétera.

Cree ver lo que quiere ver, y realizar lo que desea hacer con sólo quererlo. Ejemplo, la alquimia, el embrujo, el curanderismo. Las ideas se hacen estúpidamente omnipotentes, sin juicio crítico.

"Se hace pasar un cabello del enemigo por el ojo de una aguja que haya cosido tres mortajas y después con ella se traspasan los ojos de un sapo." El cabello simboliza la vida del enemigo; la aguja, a la muerte; el sapo es el enemigo mismo. Obsérvese la "participación" mágica, por la cual los objetos pierden su identidad real, para tomar la que se nos ocurra. Esta "participación" también es utilizada en la religión; por ejemplo, el cáliz que se bebe en el sacrificio de la misa; pero hay una diferencia cualitativa esencial. La religión (por lo menos, las formas más avanzadas de ella) se basa en la experiencia de la "autohumillación" que conduce a la "súplica". El mago no predica el amor, sino que busca "tener un poder". O sea que opuestamente tiende a ensoberbecerse.

Iº) Mágico

2º) Mítico

3º) Vulgar

4º) Técnico

La magia de "imitación" se basa en el principio de que "lo semejante llama a lo semejante". Usando una piel de león sobre mi cuerpo, aumentará mi bravura. La de "contaminación" dice que dos objetos que han estado en contacto, se siguen influyendo. El "hechizo", la "necromancia", la "adivinación" y los "tabúes" (lo que debe evitarse) son formas harto conocidas de "pensamiento mágico", sobre las cuales sería fatigoso explayarnos.

El pensamiento mágico conduce a las operaciones estereotipadas llamadas "pases". La entronización de esta forma arcaica del pensamiento absolutiza el ritual, y se llama animismo.

1.2. El pensamiento mítico.

El "mito" se orienta hacia las esencias. No por medio de la abstracción reflexiva, como el pensar teórico o especulativo, característico de las ciencias y de la filosofía, ni por medio de la sugestión poética, ni de la suposición de una cosmovisión unicista, característica de la religión. A diferencia de las ciencias, el mito utiliza fundamentalmente la imaginación. A diferencia de la poesía, el mito plantea "historias concluidas", cerradas, incapaces de ser sometidas a alteración alguna por parte de quien recibe la historia. A diferencia de la religión, el mito se emparenta con el politeísmo; es decir, el paganismo.

¿Es esta imaginación similar al pensamiento mágico, recientemente analizado? El pensamiento mágico suele plantearse objetivos materiales, inmediatos, concretos, o bien supercherías muy vagas. Surge de la pura emoción. El pensamiento mítico, en cambio, tiene una estructura lo suficientemente firme como para encarar cualquier solución abstracta. Surge de un "fondo común de representaciones" que es un verdadero "pre-consciente", y que trasciende la "informalidad de la pura emoción". A diferencia de la ratio, que toma los símbolos ya acuñados, el "fondo mítico" sería el órgano formador de los símbolos, conforme a la ya clásica doctrina de Jung de los "arquetipos".

¿Es este conocer similar al material "intuitivo"? No precisamente. La "intuición" puede ser un patrimonio individual de poderoso alcance; en cambio, el "fondo común" es impersonal y de escasa profundidad gnoseológica. El "mito" hipertrofia las esencias particulares y las generaliza, y en esta sobredimensión pierde toda precisión.

Por proceder de la imaginación, el mito puede alterar las características de la realidad, y sacar sus protagonistas del medio natural, para hacerlos intervenir en situaciones oniroides. Pueden mezclarse en él personajes divinos, humanos o animales, o algunos de rango semidivino o compuestos de partes de diferentes animales. Pero estas libertades no se encaminan al azar, sino que están inteligentemente orientadas a contestar los grandes enigmas de la existencia humana, o bien a retratar las situaciones arquetípicas del diario vivir.

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Pueden separarse, por lo tanto, en los mitos, dos aspectos: Io) el relato o leyenda, y 2o) la alegoría, que es el aspecto esencial que la imaginación pretende descubrir. Dice Férrater Mora: "La alegoría es lo que puede ocurrir si la realidad coincide con su paradigma".

Cástor y Pólux eran hermanos que se amaban. Sólo Pólu era inmortal. Pasaron su infancia unidos, y combatiendo 'piratas .en el mar. Recuperan a su hermana Helena, raptada por leseo. Conquistan el vellocino de oro, junto a Jasón y los argonautas. Matan al fiero Amicus, rey de los bebriccs, y posteriormente raptan a dos primas; y debiendo sufrir la venganza de los esposos de ellas, muere Cástor. Pólux lo venga, y luego pide a Zeus la muerte, para permanecer junto a su hermano. Zeus no acepta; pero, en cambio, les ofrece seis meses alternados de vida y muerte a ambos, para que puedan seguir juntos. Y conmovido por el amor fraterno, los convierte en la constelación de Géminis. Los griegos adoraban a los mellizos como a "ángeles de la hospitalidad", y suponían que solían recorrer las casas, para experimentar la bondad de sus anfitriones.

Aparecen aquí algunas ideas de valor universal:

Io) La exaltación del amor fraterno;

2o) La dualidad de la condición humana, mortal en cuanto al cuerpo, inmortal en potencia a través de las obras, simbolizada en el hecho de que uno de los héroes es inmortal, y el otro, no;

3o) La unión interpersonal de los héroes a través de la lucha en común por el bien;

4o) La humanidad de los mismos, movidos por el deseo de aventuras, por el honor familiar, por sus propios apetitos pasionales, etcétera;

5o) El premio a sus buenas acciones (la reconquista de Helena, por ejemplo) y el castigo a las malas (la muerte de Cástor, luego de raptar a su prima).

Su desarrollo seduce, pues apela a un fondo de mitologistas que todos tenemos. Se exalta la vida de los héroes, que ejecutan magníficas hazañas, desafían las leyes de la naturaleza, y permanecen siempre vivos, a pesar de alumbrarnos desde el firmamento. Pese a tan excitante descripción, los mitos son fríos, irreales y más intelectuales que emocionales. El que acabamos de referirles lleva el nombre de "Tindáridos", casi de manera similar a lo que leemos en la etiqueta de una lata de conservas. Es muy bello; pero dice muy poco. A pesar de que su estudio es de enorme valor para la antropología cultural y para la psicología profunda, y de que, recreado por un artista, puede adquirir todo el calor que falta a su descripción legendaria.

En cuanto al sentido del mito de los Tindáridos, es antirreligioso:

Io) Concluye con la adoración de dos aventureros;

2») Exalta la venganza;

3°) La actitud de Zeus de no consentir la muerte de Pólux, y a su pedido darle una muerte cíclica, es opuesta al dogma central cristiano, por el que sabemos que Cristo pide vivir, si es posible; su Padre se lo niega, y luego le da una resurrección lineal; es decir, definitiva;

4o) A diferencia de Cristo, que muere por todos los hombres, Pólux muere por un solo hombre: su hermano Cástor, sin el cual la vida para él carece de sentido.

Obsérvese aquí el rasgo cardinal del "pensamiento mítico": tomar una esencia particular, y extralimitar su valor. Sin Cástor, que es un ente particular, ya nada tendrá sentido para el otro héroe. Esto ocurre a menudo en la vida real. Y es signo de idolatría.

1.3. El pensamiento vulgar

El "pensamiento vulgar" parte de la ratior; pero carece de toda consideratio; es decir, de la etapa de análisis, meditación y autocrítica que es necesaria a un pensar más genuino. Lo vulgar es lo más genérico, y se opone directamente a lo técnico o especializado, que pronto habremos de considerar. Es "lo que se sabe de algo, cuando no se sabe mucho de ese algo". Todos lo utilizamos muy a menudo.

El gran filósofo friburgués M. Heidegger, a quien ya hemos citado en nuestro ensayo ontológico "Conciencia de ser", destaca en el análisis del existir inauténtico tres características que bien pueden relacionarse con la forma de pensamiento que nos ocupa: Io) las habladurías; 2o) la avidez de novedades, y 3o) la ambigüedad.

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Io) Repetir lo que se dice en círculos y autoritariamente. La cosa es así, cuando se dice así. Se explica lo que nunca se averiguó. Y al faltar base, falla lo que se dice. No hay "propiedad" en lo que se afirma.

2o) Sólo interesa lo nuevo. No aprehende ni sabe. Se abandona a la curiosidad, no la dirige. Se adora "lo actual", y se vive "pasando de una cosa a la otra".

3o) "Todo tiene aspecto de genuinamente comprendido, captado y dicho, y en el fondo no lo está, o no tiene aspecto de tal, y en el fondo lo está". "Todo está resuelto antes de haber empezado".

Poco puede agregarse a lo acotado por el genio de la Selva Negra. La reiteración del "pensamiento vulgar" conduce a la intrascendencia, intrascendencia a la "parcialidad" del ente.

1.4. El pensamiento técnico

Tiende a simplificar problemas materiales, prácticos, concretos. Es pragmático, y sirve al progreso. Implica un conocimiento especial en cualquier ocupación, e incluye:

Io) El mundo propio del arte, oficio u ocupación en cuestión;

2°) Un lenguaje especializado;

3°) Un instrumental especializado, para inquirir sobre algo, para dominarlo a través de la mensura y poder utilizarlo luego. Da origen a la tecnología, que es el conjunto de aparatos, operaciones y procedi-mientos estándares necesarios para implementar la técnica. Se encuentra en "perfeccionamiento permanente". Tiene relación con nuestra manualidad, necesidades y caprichos. De él se nutre la industria moderna, y a él debe mucho el avance de las ciencias positivas.

Utiliza las fuerzas intelectuales (programación de ordenadores), las físicas (electricidad, mecánica, calor, etcétera), las químicas (hidrocarburos combustibles, metales y todo tipo de materiales, plásticos sintéticos, caucho, alambres, hojalata, vidrios, etcétera). Sirve al confort (medicina, vivienda, obras sanitarias, alumbrado, limpieza, gas, etcétera); pero también a los "valores" culturales (imprentas, discos de acetato, grabadores, máquinas fotográficas y cinematográficas, instrumental científico, etcétera). Es, por lo tanto, noble. Pero debe servir a alguna "filosofía". La "técnica per se" no es filosofía suficiente. Da una visión manipuladora, atomizadora y fría de la realidad. Debemos servirnos de la Técnica sin adorarla, ya que es impersonal. Mero espejo de lo que los hombres colocan en ella, como ocurre con los "cerebros electrónicos".

El creer que poder manipular la realidad a nuestro antojo es la suprema forma de conocimiento, es absolutizar la técnica, se llama "cientificismo", y se opone al principio de incertidumbre de las ciencias. Conduce al materialismo, o adoración de "lo que se deja medir".

1.5. El pensamiento científico

La ciencia es una indagación teórica y/o experimental sobre los fenómenos naturales basada en las doctrinas de mayor certeza probable trasmitidas a través de las generaciones, que se eleva por sobre el pensamiento asistemático (mágico, mítico y vulgar) y pragmático (técnico), tendiendo a la gnosis o penetración intelectual de lo real; y descubriendo sentidos y —sin proponérselo específicamente — utilidades, puede ser aplicada en favor del desarrollo de la especie.

Utiliza la intuición para diseñar hipótesis, y la experimentación, para testear su valor, o bien descubre al azar sin hipótesis previa. Necesita información para "estar al día". Se aplica a contestar casi todos los "¿cómo?" y los "¿por qué?"

Puede dividirse a las ciencias en nomotéticas e ideográficas. Las nomotéticas aspiran a captar leyes matemáticas, en tanto que las ideográficas se ocupan de hechos singulares, como, por ejemplo, la historia. En las primeras priva el valor del "método experimental"; en las segundas se jerarquiza la "comprensión de significados", y para el caso de la psicología puede valer una combinación de ambos procederes, la medida objetiva y la comprensión empática, sin que ésta implique sustraerla al círculo de las ciencias naturales, para llevarla al plano de la filosofía.

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La Ciencia cree en la vieja "idea" platónica, en el "número" pitagórico, en la "forma" aristotélica, es decir, en la repetición de invariantes que modulan la creación, "líneas de fuerza" que, una vez penetradas, nos proporcionarán un hermoso paseo por los secretos de la realidad, Y más allá de la tradicional polémica sobre determinismo o no, y en qué grado, la historia demuestra que "esto" que cree la Ciencia, no es ilusión ni aporía. El nous, logus o como se le quiera llamar, existe; y da buena prueba de ello el notable avance de la física teórica durante nuestro presente siglo, y las ingeniosas consecuencias de este avance derivadas.

El objetivo final del científico es presentar una teoría correcta. En su estructuración, el hombre de ciencia, como el artista, busca simplicidad, armonía y coherencia; pero a diferencia del artista, que puede "jugar" con la realidad, será la "realidad" la que habrá de jugar con el científico y, cual dama caprichosa, se le entregará o lo despreciará.

Estos breves párrafos muestran que poco puede separarse del espíritu de las ciencias la ciencia madre o filosofía. Hacerlo es quitarle a la Ciencia su espíritu, lo cual se llama "positivismo", y nos parece a nosotros una postura que al cancelar la imaginación, disminuye la alegría y empobrece el "arte" de pensar. La absolutización del pensamiento científico lleva al enciclopedismo (y conduce a un progresivo ahogo entre las millones de páginas que jamás terminaremos de leer).

1.6. El pensamiento filosófico

Atravesando el río que divide las ciencias de lo plural, empeñadas en alcanzar objetividad de la especulación sobre lo singular llamada Filosofía, alcanzamos las playas de esta disciplina, para la cual no creo conveniente definición alguna, limitándome a decirles:

Io) Que la Filosofía depende exclusivamente del talento del filósofo;

2o) Que este talento sólo puede valorarse:

a) Por las consecuencias de su pensar en el campo científico- natural; b) Por su influencia en el desenvolvimiento de la cultura; c) Por su capacidad de formular predicciones; d) Por su aptitud para poder entroncar la razón natural con alguna de las cosmovisiones religiosas más avanzadas.

Y aun así, ninguno de estos puntos es especialmente significativo; y respecto a d, pudiera darse que gran filósofo fuera alguien que pudiera asestar un golpe mortal a alguna de las grandes religiones. Esto puede ser el pasaporte más fácil hacia la gloria, como intentara F. Nietzsche. Pero es muy prematuro opinar sobre el valor de la filosofía del autor de Ecce Homo, y sobre si su metafísica es ontológica o si "sólo es" una fría reedición del mito prometeico, al cual se parece este dios humano, que me resulta muy inhumano.

La Epistemología, o Teoría de Teorías, es el río que une y divide Filosofía de Ciencias, y de alguna manera es el asunto de todo este ensayo sobre las "formas del pensamiento".

Nosotros vemos, en acuerdo con algunos conceptos de W. Dilthey, cinco formas en el pensar filosófico:

Io) El empirismo, que se resiste a filosofar;

2o) El racionalismo, que emite juicios racionales;

3o) El idealismo, que agrega concepciones personales;

4o) El existencialismo, que gusta de derribar fronteras;

5o) El escepticismo, que simplemente se recoge.

Todos tienen en común el preguntarse y el dudar, aunque la pregunta del Io sea "¿Para qué voy a preguntarme?", y la duda del 5o, verse siempre sobre lo que dice el otro, pues no duda de que él no sabe.

El Io busca utilidades; el 2o, relaciones; el 3o, significados; el 4o, comprensión, y el 5o, posibilidades.

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El 2o pregunta "¿Qué es?"; el 3o, "¿Para qué?"; el 4o, "¿Quién soy?", y el 5o, "¿Es cierto?".

Los filósofos siempre han aborrecido el pensamiento vulgar, al que ellos llaman "opinión", y poco tienen en cuenta al científico, cuando no se da el caso —muy frecuente — de que cultivan una ciencia particular, en la que generalmente sobresalen, como, por ejemplo, Descartes y Leibniz en las matemáticas, Pascal en la física, Kant en la astronomía, etcétera. Estos ejemplos indican que estos "cazadores de esencias" no representan la disolución del pensamiento en lontananza, sino su máxima profundización por el camino de la ratio.

Pueden citarse como características del pensar filosófico: riquísima originalidad; sutileza^ lenguaje riguroso; tendencia a las matemáticas o a la poesía o a la teología, según los casos; especial interés por las definiciones, austeridad en la vida privada (en este caso, característica del hombre y no de su pensamiento; pero ocurre que en este oficio es muy difícil separar ambas cosas).

Tiene menos interés por "predecir futuro" que el científico natural, y suele odiar más la técnica que éste, porque depende menos de ella, y le teme como factor masificador del pensamiento. La absolutización de esta forma (la filosofía) conduce al "intelectualismo", falto de interés por el "ser ahí" (Heidegger), sufriente, chorreando sangre (Unamuno).

1.7. El pensamiento poético

La poiesis es "industria" en un sentido muy amplio. Invento. Y por lo tanto, una "forma muy particular del pensamiento". Requiere como condiciones: Io) el "contacto afectivo" con la realidad; 2o) la experiencia de su belleza, y 3o) la facultad de trasmitirla mediante palabras.

1. Priva en ella un hablar simbólico, metafórico, muchas veces metasemántico. 2. Implica máxima penetración intelectual. Nos dice Montaigne: "Podéis haceros los tontos en cualquier cosa, menos en la poesía". Si meditamos esto, coincidiremos en que el poeta es el único que "no puede hacerse el tonto". 3. Fundamenta lo ontológico; al menos, en el lenguaje del más grande pensador de la esencia, cual fue Parménides, y en el de uno de los más grandes pensadores de la existencia, cual fue el ya citado M. Heidegger. 4. Entremezcla lo que algo es con lo que no es, resultando, por lo tanto, liberadora, abarcante y universal; a veces, a costa de romper con toda categorización formal. 5. Busca esencias, más que significados. No se sirve de la pura causalidad lógico-explicativa. 6. El poeta "se siente" grande, misterioso, visionario en conexión con una "interioridad" oculta por la exterioridad de la materia. 7. Opuesto a un diccionario, el poeta desea velar su discurso, y dejarlo abierto a la intuición del que lo recibe. Prefiere comportarse como "duende" antes que como "buen alumno" que ha estudiado pacientemente su lección. 8. Su pensamiento y lenguaje se hallan en estrecha conexión con los encantos del arte musical. 9. La poesía procede de la "intuición". Es enigmática hasta para quien la hace, si es que cabe aquí decir que "la hace", pues más lógico es pensar que "anida dentro de él", y que se verbaliza con cualquier pretexto.

Si consideramos el Universo como una moneda, y admitimos en él dos caras: la cara (es decir, lo que aparece) y la ceca (es decir, lo que es), admitimos que la poesía resbala por "el canto de la moneda". Utiliza elementos formales (las palabras) propios de la cara, a la búsqueda de trascenderlas con una "descripción viviente" que nos acerque a la ceca o, si se es "un poco poeta", a la Meca que anhela nuestro corazón.

Al acaso cae en la mesada de nuestro laboratorio un texto de Michaux: Clovm, cuya exégesis habrá de asesinar su no poco encanto poético, pero que puede servir a los fines utilitarios de este ensayo, y que dice así: Un día. Un día, pronto quizá. Un día arrancaré el anda que retiene a mi navío lejos de los mares. Con esa especie de coraje necesario para ser nada, y nada más que nada, me soltaré de todo lo que me parecía indisolublemente próximo. Lo cortaré, lo voltearé, lo romperé, lo haré precipitarse en el abismo. De golpe, destapando mi pudor miserable, mis miserables

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combinaciones y encadenamientos "paso a paso", vaciado del absceso de ser alguien, beberé de nuevo el espacio estimulante. A fuerza de ridiculeces, de venirme abajo (¿qué es venirse abajo?), por estallido, por vacio, por una total disipación-irrisión-purgación, expulsaré de mi la forma que se creía tan bien adherida, compuesta, coordinada, adecuada a mi contorno y a mis semejantes, tan dignos, tan dignos mis semejantes. Reducido a una humildad de catástrofe, a una nivelación perfecta, como después de una intensa batahola. Devuelto por debajo de toda medida a mi rango real, al rango ínfimo del que no sé qué idea-ambición me hiciera desertar. Aniquilado en cuanto a la altura, en cuanto a la estimación. Perdido en un rincón lejano (o ni eso), sin nombre, sin identidad... (Es parte de uno de los poemas de Peintures. Lo cortamos aquí, para no aburrir al lector que no disfrute con esta poesía.)

Obsérvese:»

1. El velo "mágico": "Un día, quizá". 2. La estructuración ontológica: "ancla-navío-mar". El "ancla" es nuestra materialidad, el "navío" es nuestra "conciencia existencial", y los mares "son". 3. El valor: "coraje para ser nada, y nada más que nada". 4. La ruptura con "lo mundano": "me soltaré de todo lo que me parecía indisolublemente próximo". 5. La exégesis antropológica que descubre una noble naturaleza: Io) anímica ("pudor miserable"); 2o) físico- química ("miserables combinaciones y encadenamientos"). Parece esencialmente "miserable" la segunda, ya que allí el calificativo precede al sustantivo. 6. La búsqueda del "en-sí", patentizada en la condena al ser algo o ser alguien, y la aceptación del "ser nada", que es ser sin predicado, o sea "en-sí". 7. La aspiración trascendente: "beberé de nuevo el espacio". Implica un volver al origen, más allá de todo punto y lugar (aquí debe recurrirse al ingenio ontológico, o sea la suposición de que el "espacio" no es la naturaleza primera). 8. Una serie de ideas-fuerzas eslabonadas ágil y graciosamente: "la fuerza de la ridiculez", "la naturaleza del desánimo", "las conmociones interiores", "la metamorfosis", que deben ser tomadas en un doble sentido: directo y metafórico. 9. La búsqueda de la autenticidad del ente: expulsa la "persona" para liberar el "alma", siguiendo la temática de Jung que fuera filmada por Bergman. 10. La preocupación moral, expresa en la sátira a "mis semejantes". 11. La inclinación a la virtud. Después de dos estrofas, sólo queda la humildad, que ha sido destilada luego de recio conflicto. 12. Aparece el poeta como "vidente", conoce el "rango real" que subyace a toda medida y se encuentra "en lo pequeño". 13. La abolición del espacio es una de las grandes preocupaciones de la Poesía (tanto como superar al tiempo lo es de la Ciencia), "perdido en un rincón lejano (o ni eso)". La frase entre paréntesis es un claro jaque a la "situación". 14. La fusión con el cosmos sucede inmediatamente a la pérdida de la ubicación espacial, e implica una "comunión total con la naturaleza", que quizá sea la fuente del encanto de la Poesía. Tal vez este anhelo "sin identidad" se encuentre reposando en el "corazón" de cada uno de nosotros, y a "ese oído" se dirige la voz del poeta.

Por supuesto que las características de Clown no se encuentran en todos los poemas, y que algunos pueden traernos aires muy distintos. Lo que se ha querido mostrar es que:

Io) La Poesía puede ser vehículo de expresiones (en rigor de la verdad, son "algo más" que pensamientos) de inusitada profundidad conceptual;

2o) La Poesía tiene lazos comunicantes con la disciplina especulativa llamada Metafísica;

3o) El lenguaje de la Poesía es el de la sutileza, que torna inconsistente cualquier desacuerdo;

4o) El Poeta no vacila, aunque tampoco quiere trasmitir doctrina. Sólo se rige por "sí mismo";

5o) Si se quiere penetrar el misterio del poeta, conviene leer "entre líneas", pues lo más importante de su mensaje tal vez nunca lo diga, y sólo lo siembre con insinuación;

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6°) Como intuir que trasciende el pensar solamente lógico, el mundo de la Poesía es sumamente paradójico. La absolutización de este pensar conduce al romanticismo.

1.8. El pensamiento místico

El místico intenta recomponer lo dividido, y tiñe todas las cosas con el sentimiento de la unidad, de la cual todas participan. Carece de fronteras definidas con el poeta, al punto de que muchos de los grandes maestros de la Mística han sido eximios poetas. Supone la existencia de un Tú que preside el universo y aspira a la experiencia amorosa con Él, a través de una sensualización del intelecto, pues se emociona con alguien a quien nunca vio, en quien sólo piensa.

Esta sensualización también se da en la psicosis, de la cual se diferencia por:

Io) El ascetismo, que lo lleva a trascender la vida sensual y fortalecer la potencia activa o voluntad;

2o) La quietud, que lo lleva a despreciar lo puramente racional; pero puede entenderlo e iluminarlo, pues su inteligencia se halla en reposo —más estable—, no en autismo;

3o) La beatitud, un cierto estado de unción amorosa, un permanente "no afectarse", una alegría silenciosa y contagiosa de la que es permanente testigo (valga la redundancia de la "permanencia", expresión que tan nítidamente utilizó Parménides en su poema Sobre la naturaleza).

Estos estados se relacionan con los trances de la vida mística. Purgativa es la etapa que conduce a la mortificación del cuerpo. Iluminativa, la que lleva al reposo el intelecto. Finalmente, unitiva se llama la vía regia que conduce a la "unión trasformante", que es el estado comentado como 3o.

El místico, a diferencia de lo que piensa el vulgo, no vive preocupado por "ver visiones", "gozar éxtasis" o realizar mágicas operaciones llamadas "milagros"; elementos que no tienen parte en un ensayo epistemológico, y a los cuales los místicos a veces recusan con vehemencia.

El místico vive preocupado por gobernar sus instintos, por dulcificar su intelecto, y por llegar a la "des-pre-ocupación", o sea no estar ocupado inútilmente, aunque desde luego el concepto de utilidad de un místico poco debe de tener que ver con el de un asaltante.

El místico entroniza un "ser superior" que encarna al Amor; y no puede negarse que la idea es bella y puede ser fecunda, si no hay desarreglos psicológicos de por medio. Transcribiremos un texto de Plotino:

"Quienquiera que se ve a sí mismo convertirse en El, se considera a sí mismo una imagen de Él. Partiendo de sí, como de la imagen al arquetipo, llegará indudablemente al fin de la jornada. Y si alguna vez se aparta de la contemplación, reavive de nuevo su virtud, y comprendiendo entonces toda su ordenación interior, vuelva a su ligereza del alma, y por intermedio de la virtud misma llegue hasta la inteligencia, y a través de la sabiduría, ascienda incluso hasta El."

Obsérvense los siguientes conceptos:

Io) Divinidad del hombre, refleja de Su creador;

2o) Fusión con Dios como objetivo de la vida;

3o) Recomendación de la virtud como medio para alcanzarla.

Indudablemente que esta "forma de pensar" es religiosa, o sea que está centrada en la idea y presencia de Absoluto; vivencia muy difícil de explicar, pero tradicional de nuestra especie.

1.9. El pensamiento inspirado (?)

Hay autores que se dicen inspirados por Dios, y hablan en su nombre. A diferencia de la "forma mística", aquí no se canta a la bondad de Dios, ni se busca transformación personal alguna. Se intenta nutrirse de "pura armonía" y, como un deseo personal de colaborar en el desenvolvimiento de esa armonía, se intenta "exhalar un soplo" trascendente a toda posibilidad de construcción humana, racional o poética. La legitimidad de esta forma es muy "cuestionable de suyo".

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Admitirla implica aceptar la autoría de Dios, conclusión que escapa al recto discurrir filosófico. Negarla equivaldría a quitarle "carácter propio", y asimilarla a alguna de las formas anteriormente consignadas, o bien a la "pérdida de toda forma, llamada enajenación", y que es del dominio de la psiquiatría.

Nosotros, que no tomamos parte en la disputa, nos limitaremos a trascribir frases de un texto de alguien (el evangelista Juan) que se sintió alimentado por la pneuma, y dijo así: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio en Dios. Por El fueron hechas todas las cosas, y sin El no se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas. En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres".

Obsérvese:

Io) El autor escribe desde "fuera del tiempo".

2o) El Verbo "estaba en" y "era", o sea que su "situación existencial (óntica)" era "ontológica", o sea trascendente a la parcialidad de los entes. Si se sigue la línea de este pensador, el Verbo sería, por lo tanto, el "ser" que apetece el filósofo.

3o)Dice que "todo se hizo por El y con Él". Véase aquí una teleología global para toda la Creación; cuestión que, sana o enfermizante, sólo puede enfocarse desde la óptica de esta "forma del pensamiento", que quiere ser "pura armonía".

4o) A diferencia de una consideración teórica idealista, para la cual la Inteligencia (luz)'precede al Alma (vida) -la neoplatónica, por ejemplo—, se nos dice aquí que "la vida era la luz de los hombres", lo cual se acerca a una concepción "existencialista", "el existir como fuente del inteligir".

5o) En síntesis, se trata de una metafísica religiosa que trata sobre las causas finales, enuncia una "vía de acceso" a la verdad (ontológica), y revisa alguna de las concepciones especulativas derivada de la Academia platónica. (Platón es objeto de permanentes revisiones, y está de moda para algunos decir que Platón "no fue platónico".)

Por supuesto que así como dijimos que la exégesis de un poema equivale a su "despoetización", la trascripción de la teología a metafísica equivale" a su "desacralización". Esto obliga a preguntamos qué es lo sacro. Nos viene como respuesta la palabra "respeto".

"Tener respeto" es "prestar atención". Pienso que nosotros aquí la hemos tenido al incluir en la serie sobre las "formas de pensamiento" esta "forma polémica" (Polemos es el "padre de todas las cosas", dijo Heráclito), "carente de sentido", para los ateos, o bien "plena de sentido", para los creyentes.

2. Conclusión

Hemos pretendido analizar las "formas del pensamiento" sin prejuicios ni preconceptos. Mucho se ha omitido respecto a la Lógica, de la cual poco puede agregarse a los planteos de Aristóteles y de Whitehead. Muy poco se ha abordado la Epistemología o filosofía del pensamiento. Hemos elegido el camino de la concisión y la sencillez, que rechaza todo encuadre rígido. Y nuestra conclusión es ésta:

1. Las nueve "formas del pensamiento" estudiadas, son válidas "según el contexto". 2. El pensamiento mágico es válido en los juegos, en el arte y en las culturas primitivas. 3. El pensamiento mítico es especialmente interesante para la literatura fantástica, el teatro y la psicología profunda. 4. El pensamiento vulgar es el leitmotiv de las conversaciones informales, que por suerte abundan, y sin las cuales vivir sería harto fatigoso. 5. El pensamiento técnico preside las actividades prácticas y es poderoso nexo en común para todos, aunque su especialización creciente tiende a originar "sectas". Dicho sea de paso, excepto la vulgar, todas las formas restantes pueden originar "sectas" de gente que "habla el mismo idioma". 6. El pensamiento científico pertenece al "círculo de las ciencias", y su vulgarización es pedantería. 7. El pensamiento filosófico aparece en las "conversaciones serias". Con justicia se dice que "cada hombre tiene su filosofía"-, es decir, su posibilidad de aportar una opinión sensata en el "campo de las especulaciones".

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8. El pensamiento poético, o simplemente poiesis, es la vena nativa de la creación artística, en la cual se imbrica con otras formas —mágica, mítica, mística, "inspirada", por ejemplo—, y es, en mayor o menor medida, casi completamente necesario para jerarquizar el amor del hombre y la mujer. 9. El pensamiento místico interviene en cosmogonías, escatologías, ascesis, metafísica, creencias religiosas, y en mayor o menor grado en el arte, que canta al amor, "esa esencia que engrandece y nos hace felices".

10. El pensamiento inspirado es llamado "don de profecía". Su contexto es la teología.

El problema del contexto es exclusivamente teórico. No puede pretenderse que los hombres se pongan de acuerdo entre sí respecto a cuándo usar una u otra forma de pensamiento.

Y además, aunque lo hicieran, los contextos se mezclarían caprichosamente, y siempre aparecerían situaciones "fuera de contexto".

Tal vez sólo sea importante para nosotros mismos examinar ¿qué hacemos con las palabras? O, al menos, ¿qué queremos hacer? ¿Distorsionar su significado? ¿Explicarlas? ¿O trascenderlas?

Si "nuestra voz" es previa a nuestra palabra, tal vez haya una chance de lograrlo. Y de que nuestras palabras expresen lo que nosotros queremos decir. En cuanto a "distorsionar" y "explicar", son también operaciones válidas, siempre y cuando estemos conscientes de qué es lo que estamos haciendo con las palabras.

En cuanto a las palabras de los demás, bien vale saber con referencia a* qué está hablando nuestro interlocutor. Animismo, idolatría, intrascendencia, materialismo, positivismo, intelectualismo, romanticismo, misticismo y vocación, tal vez se relacionen con los nueve "modos de ser" expuestos en "la constancia" de "Conciencia de ser". O no. Y luego se hace menester saber ¿qué "forma de pensamiento" está utilizando en "aquello" que nos está diciendo? Por supuesto que esta averiguación puede resultar incierta y cansadora, o dificultar la comunicación; pero al menos cuando no nos enmendarnos con alguien, sepamos que él puede estar utilizando alguna "forma de pensamiento" distinta de la nuestra, y que si no hacemos un esfuerzo por entenderlo, sus palacras caerán en "saco roto".

El pensamiento mágico, que busca poder, se opone al místico, que busca amor. El pensamiento mítico, que magnifica lo pequeño, se opone al poético, que sutiliza lo consistente. El pensamiento vulgar, que explica sin averiguar, se opone al filosófico, que averigua aun cuando no explique. El pensamiento técnico, que conoce para manipular, se opone al científico, que manipula para conocer. El pensamiento inspirado, Vox Dei, es polémico en su propia esencia. Hasta aquí llegamos, sobre "las formas".

EXISTENCIAS INDIVIDUALES (sobre el hombre)

a J.A.L., médico Desde la Filosofía de la Existencia hacia el Tao Sólo aquel a quien el pasado se torna presente consigue descifrar la sencilla ley de la historia.

(Novalis)

1. Introducción: El eterno presente

Atrás quedaron el risueño silencio de la ontología y el rumoroso fluir de la epistemología, meramente inspeccionadas por nuestra particular "visión", y estamos fondeados en el misterioso puerto de la antropología filosófica, esta rama que compone, con la psicología y la neurobiología, un armazón solidario, en cuyas mallas se aloja la naturaleza humana.

Llamamos antropofilosofia al estudio riguroso y sistemático de aquellas características del hombre que no están sujetas a medida alguna, y que lo hacen a él agente de mediciones. Es decir, el hombre "tomando medidas" en base a su "propia medida". Y vemos en la "propia medida" más de "propiedad" que de "mensurabilidad", puesto que si "su medida" pudiera medirse, otro se estaría apropiando de ella.

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Por lo tanto, antropofilosofía es indagación especulativa sobre "lo propiamente humano". Que tiene indisolubles lazos con la indagación teórica que hace la psicología, y con la experimental que hace la neurobiología. Y, por supuesto, con cualquier otra rama de la Antropología.

Inútil será antropofilosofar sin una idea princeps sobre la condición humana. Al respecto, uno puede pensar que la superioridad del hombre radica en la bipedestación. O quizá en la mano. O en el logos. O ser "temporalista", y pensar que la memoria y la imaginación humanas, junto al sentir "patico" de la duración, pueden asociarse por algún mecanismo emocional que quizá la biología cerebral contribuya a aclarar, y brindarle al sapiens una suerte de "eterno presente" que deja sin efecto —y los convierte en ilusorios - la "partición" de los tres segmentos de la temporalidad, y le permite experimentar los objetos "a distancia temporal" de la percepción de ellos.

Este trastrueque del tiempo en espacio sería lo que los hombres de todos los tiempos y lugares laman "interioridad". Concepción que retoca las ideas de Bergson, inmortalizadas por Proust.

Sólo "a distancia" de los objetos puede nacer la "comprensión" de éstos-, es decir, la captación de aquello que los Objetos tienen en común. Un simio puede planificar operaciones, porque entiende; pero no puede poetizar, porque no comprende. Con mucha razón puede argumentarse que el nombre es un "animal que poetiza"; pero el poeta, ¿es un animal? Cualquier poeta rechazaría calificativo, y bien va- e escucharlos, y tener por cierto que la antropofilosofía -estudio de lo que el hombre "comprende"— es el estudio más rigurosamente antropológico de cuantos puedan hacerse 'sobre él".

¿Por qué jerarquizamos las "emociones ligadas al tiempo" en desmedro de los extensores de las piernas, los músculos prensiles de las manos y el riquísimo lenguaje articulado o logos? Pues bien, todos sabemos que los osos se yerguen, los monos pelan las bananas con sus manos, y los loros hablan con fluidez. Pero ¿"comprenden" ellos lo que están haciendo?

Creemos que no, porque se trata de habilidades que no enriquecen su forma de vivir la realidad. Tampoco creemos que lo propio del hombre sea sentir afecto, puesto que los perros son indudablemente afectivos; o contemplar, puesto que los equinos son dulcemente contemplativos, aun cuando estén pastando.

Pero ¿poseen el perro y el caballo, nuestros amigos naturales, esa "esencia" que engrandece y que transforma el afecto en amor, y la contemplación en recogimiento? Machos y hembras se acoplan por instinto y selección; pero ¿pueden poetizar los animales su tendencia a aparearse? Hay muchos hombres que olvidan casi por completo su "humanidad"; pero aquí no aludimos a actitudes promedio, sino a "lo que nos distingue".

En este terreno de la distinción se ubican el hombre de ciencia, el creador de obras de arte y el asceta místico; tres especies genéricas que han aprendido a cultivar la "esencia que engrandece". Es nuestra modesta opinión que esto que' llamamos "alma", empieza por ser una "idea básica" con la cual nacemos, y que puede —si lo consentimos— ser el motor de nuestras acciones.

Si esta idea se halla en el campo del realizar acciones que nos agraden y evitar las que nos disgusten, nos hallamos en el seno de la vida cotidiana, cuya norma es la "utilidad". Esta es la existencia ordinaria necesaria para la superviviencia de la especie, y el símbolo de ella es el dinero.

Esta idea, si bien absolutamente necesaria, genera roces y competencias, pues la paga es poca y el interés es grande. Pero un gran número de personas no han nacido obsesionadas por la idea de utilidad. Piensan en cambio en el "sentido" de las cosas, y saben, lo "sobrentienden", que la "extracción" del sentido aparece cuando "la parte se refiere a un todo". Esto es razonar. Unir partes (la razón es cualitativa, es "lo que une". No admite a fortiori de sí misma). Opuesto a matar para ganar el sustento. Nivelador de las conciencias. Así nace la "paz". Que es lo que busca el "hombre de ciencia".

Pero esta idea bucólica está peligrosamente cercana a la inacción. Pues el conocimiento es reposo, y nos tiene a todos unidos, pero quietos. Entonces aparecen nuestros melancólicos amigos, que nos recuerdan que "algo falta a nuestra felicidad", y "nos mueven a alcanzarla". Son los artistas, temerarios videntes ensoñados, embajadores de una esperanza, burladores de todos los códigos y de todos los sistemas. Sentimentales "a ultranza".

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Movidos, pero "excitados", debemos encontrar una forma que no invalide el "mensaje" del artista, pero lo sosiegue. Entonces, con sus vestimentas raídas, sus cuerpos escuálidos y su mirada "ardiente", llegaron los ascetas, los monjes de cualquier época, lugar o ideología, dispuestos a un "no transigir" estereotipado y permanente, que domestica nuestro cuerpo y fortalece nuestra virtud. Los ascetas, cuyo grito es "¡Podemos!" Y para demostrarlo, realizarán cualquier hazaña. Y la inconformidad del asceta, máxima expresión de "lo individual", sería ruinosa para la especie, si por fortuna no hubieran nacido las "especies comunes".

El hombre ordinario, el de ciencia y el de arte, al cual poco le sienta el ser "hombre de", pues ya casi no pertenece al "mundo", del cual tiempo atrás desapareció el asceta, a quien "los más comunes" llamarán "loco", pero sin "menosprecio alguno", pues lo comprenden en "algún rincón del corazón".

Lista vieja idea del "alma" tiene que estar excluida de la ciencia positiva; pero no se puede trabajar sin ella en la antropofilosofía, ya que los existentes fundamentalmente individuales, cuales son el teórico, el artista y el santo —bien que los dos primeros en la "comunidad de los muchos"—, se nutren de una potencia que puede llegar a contrariar los dictados del propio cuerpo, y no sería justo ignorar el "alma del filósofo", el "alma del artista" y mucho menos el "alma del santo", sin que esto implique adherirnos a ningún culto o idolatría por científicos (en este ensayo no se discrimina ya entre científicos teóricos y científicos especulativos o filósofos, también llamados por algunos "teóricos puros"), artistas, etcétera.

El alma, en un decir muy propio de nuestra escuela, sería aquello que nos impulsa a "hacer a nuestra manera", que debe reflejar "la manera como estamos hechos"; una apretada síntesis en correspondencia con el "mi" de Kierkegaard, el "ser ahí" de Heidegger y el "ser encarnado" de Marcel.

El alma pide "formas", y habrá que descender nuevamente a ellas. O, mejor dicho, condescender, porque las formas vehiculizan la expresión común y permiten que se nos entienda más, aunque tal vez se comprenda menos. Dejamos nuestra retórica, y nos allanamos al lenguaje académico. Y él nos dice:

La Ciencia es una indagación especulativa, teórica y/o experimental sobre los hechos del mundo natural basada en las doctrinas de mayor certeza probable, que se eleva por sobre el pensamiento asistemático y pragmático, y tendiendo a la gnosis, penetra los misterios de lo real, descubriendo sentidos y utilidades, que pueden ser aplicadas en favor del desarrollo de la especie humana.

El Arte es una expresión personal tendiente a la belleza, infragmentable, testificadora de la unidad del mundo subjetivo y su armonía con el objetivo, que utiliza una materia a la cual modela con criterio propio en busca de una resonancia agradable, a través del cual vuelca lo más recóndito de su personalidad el hombre que le da origen.

La Ascesis es una disciplina mortificatoria que tiende al control de la sensualidad, al estoicismo y a la vida contemplativa, recogida e iluminada por un sentimiento de amor universal, y que se manifiesta como contrición perfecta, alegría serena y caridad efectiva.

¿Por qué pasamos del "reino de las palabras tiernas", con las que estábamos pronunciándonos en este ensayo, al sermón de las "definiciones cortantes", con las que amenazamos transformar este opúsculo ameno en una filosófica monserga? Les pido excusa a los condescendientes lectores, pero es preciso que junto a la "apertura del corazón", ustedes traten de entender a los señores científicos, a los inspirados artistas y a los benevolentes ascetas. No sea que vivan admirando sus obras y condenando sus "rarezas".

Para completar esta primera parte del ensayo, reseñaremos las cualidades que a nuestro juicio nos parecen distintivas de lo humano, desde la más elemental hacia la más refinada:

Io) Conceptualización del tiempo;

2o) Proyección al futuro;

3o) Manipulación de los objetos;

4o) Simpatía;

5o) Comprensión de significados;

6o) Autointerrogación;

7o) Imaginación poética; 8o) Intuición ética.

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Nosotros destacamos en este ensayo la importancia de la séptima, a partir de la cual el hombre deviene "ser creativo".

Pasamos a estudiar ahora tres modelos tipológicos de decisiva importancia cultural:

Io) KI hombre de ciencia (práctico, teórico o especulativo);

2o) II creador artístico, y

3o) K1 asceta místico.

1.1. El hombre de ciencia

Io) La Ciencia es una indagación especulativa, teórica y/o experimental. Esto justifica "el aire de no saber" que suele presentar el científico, y que a mucha gente suena a "pose". El científico vive en "actitud de preguntar", y de ahí que tenga la curiosidad de un niño.

El especulativo es el filósofo puro, como, por ejemplo, Sócrates y Heidegger, que carecen de interés por las cantidades, y sólo se preocupan por captar cualidades. Debéis permitirles a estos hombres defectos de información, ya que ellos creen contraproducente el exceso de lectura, y tolerarles cierto "aire de superioridad", que coexiste con el de "no saber", y proviene de que ellos "leen" detrás de los rostros, las actitudes y las palabras.

El teórico, a mitad de camino entre la especulación y las ciencias, busca trasformar la cualidad en cantidad; es decir, moviéndose en el "reino de las cualidades", intenta darles "formas concretas", que puedan registrarse gráficamente. Es, en cierta forma, un "opuesto a la naturaleza", ya que en ésta las cualidades provienen de las formas concretas, y no al revés. Como "antinaturales" que son, pueden ser sofisticados (recuerden la melena de Einstein), chocantes y poco preocupados por el sufrir concreto de aquel que tienen a su lado, aunque, por supuesto, no carentes de buenos sentimientos. Y debe tolerárseles su escaso "sentido práctico".

El experimentador cree trascender las cantidades con más cantidades, y habrá de hacer tantos experimentos como sean necesarios para probar que es verdad lo que dice el teórico, o en contadas excepciones el especulativo. El, como la naturaleza, trasmuta cantidad a cualidad, siempre y cuando se lo auxilie. Este hombre es dominador por excelencia, ya que su pensar se halla en frontera con el técnico, y además, necesitado de estima, por su falta de agudeza, razón por la cual suele recurrir a la autoalabanza, especialmente, cuando encuentra un posible socio en el arte de pensar.

2o) La Ciencia indaga sobre los hechos del mundo natural. No existe, por lo tanto, la "ciencia ficción", la cual, ajena al espíritu de la Ciencia, es bastante pobre en ficción, aunque puede resultar entretenida y fecunda en nuevas concepciones. Esto explica el escaso interés del científico por las supersticiones, y en muchos casos por las religiones, sustantivos que pueden confundirse. Aquí es necesario un "sentido de orientación" que no todos los científicos tienen, pero que el Arte contribuye a desarrollar. Así se explica el extraordinario interés que los científicos solemos tener por el Arte.

3o) La Ciencia se basa en las doctrinas de mayor certeza probable. Esto explica la avidez de información que los científicos tenemos, ya que la información cumple para nosotros el papel de la inspiración para el artista, y la vocación para el hombre de ascesis. Es claro que no se trata de un "acopio". Pero la Ciencia crece a un ritmo cuya evolución hay que seguir, pues no se puede viajar a pie en la era de los jumbos. Por esto, no es razonable pensar —como dice algún freudiano— que cuando un hombre de ciencia se recoge a estudiar, inevitablemente encubre un conflicto psíquico, y que sublima con los libros el calor que no puede expresar con su cuerpo. Es una exageración más de los malos discípulos de Freud.

4o) La Ciencia se eleva. Respeto por ella. Dice Galileo en la dedicatoria de una de sus obras: "Recibid, pues, esta gloria gentilicia reservada a vos por los astros, y gozad por muy largo tiempo de aquellos bienes divinos que os son dados, no tanto por los astros, cuanto por su creador y rector, Dios". Y comienza así: "Grandes cosas, por cierto, propongo en este breve tratado a quienes investigan la naturaleza, para que las estudien y consideren. Grandes, repito, ya sea por la importancia de ellas mismas, como por la novedad inaudita que encierran". Y luego: "En verdad, es algo grandioso poner al alcance de los ojos la multitud de estrellas fijas... Es en extremo hermoso y sumamente agradable observar tan de cerca el cuerpo de la Luna".

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Es en verdad lamentable la quiebra de la ciencia moderna respecto a las artes y a la adoración religiosa; quiebra iniciada, justamente, a partir de un hombre que poetiza y diviniza sus experiencias científicas, piedras fundacionales de las ciencias teórico-prácticas. Esta quiebra es nada menos que la "falla" (Nietzsche) entre lo que se intelige, lo que se siente y lo que se piensa, pues hemos visto en nuestro ensayo "Sobre el pensamiento" que siempre se piensa (o sea, se relaciona) con referencia a una cierta noción de absoluto, que- debe ser libre (libertad de credos, de pensamiento, de cultos), pero que de ninguna manera puede hallarse ausente de nuestra investigación. Es lo que Popper llama metalenguaje, y Madsen llama "nivel M", o metaciencia.

Nosotros, fieles al espíritu de Galileo y al saber de los grandes epistemólogos de la época, nunca creímos en el positivismo lógico, expresión convencional de la "quiebra" tantas veces denunciada (cómo no recordar aquí a Jung!) que nos está conduciendo a científicos deshumanizados, artistas tontos y ascetas superfluos, y pone en grave peligro la "supervivencia del espíritu"; hecho casi irreal, pues a la muerte de los deshumanizados y de los tontos, el mundo seguirá leyendo a Galileo, a Nietzsche y a Jung, y lamentando en el segundo su "ceguera" para valorar a los ascetas.

5o) La Ciencia sistemática y metapragmática. Esto fue visto en el ensayo anterior, y nos incita a tolerarles a los científicos el ser fríos y aburridos, cuando hablan como Tales (recordemos que así se llamó uno de los primeros matemáticos, y que el científico se agiganta al despersonalizarse, y valga el doble sentido).

6o) Tendencia gnósica. Esto sólo lo conoce quien lo experimenta. ¿Cómo puede alguien emocionarse contando las metámeras de un gusano? ¿Por qué no? ¿No es acaso maravilloso? Aquí viene en nuestro auxilio la "capacidad de asombro", teorizada en el preliminar de la obra.

7o) Penetración de lo real. Esto convierte al científico en un "gordo satisfecho después de comer". Y los mueve a mostrarse descorteses, antipáticos y sobradoras. En lo que demuestran que su penetración es aún escasa. O a hacerse muy reservados.

8o) Descubrimiento de sentidos y de utilidades. Lo primero es patrimonio de la ciencia ideográfica o "espiritual", y lo segundo lo es de las nomotéticas o "plurales". No negarle a la primera —en la que entran las ciencias llamadas específicamente "humanas"— el carácter científico, porque, de lo contrario, se les crearán a las otras problemas insolubles que ridiculizarían su propia esencia. Y la ciencia misma carecería de sentido.

9o) Aprovechamiento ético de las utilidades. Este es el punto más importante: la "razón práctica" de Kant. No porque nos hayamos vuelto pragmáticos, sino porque el "ser hombre" es más abarcativo que el "ser científico", y "radica lo humano" en "la intuición del bien". Una ciencia malvada ha perdido su verdadero carácter, y es sólo una muestra más de ¡a perversión del ingenio humano. No merece consideración alguna.

1.2. El creador de obras de arte

Io) El Arte es una expresión personal. Significa que uno de los atributos fundamentales del artista es la originalidad. Esto nos moverá a comprenderlos, y si los vemos descalzos, desgreñados, disfrazados, o si nos dicen cosas irritantes, o nos exponen como "objeto de arte" un silencioso inodoro.

2o) Tendencia a la belleza. Esto es el substrato de la rama del filosofar llamada Estética, rama en la cual no habremos de extendernos. Sólo diremos que para nosotros la belleza anida en la metamorfosis, tanto de una forma que deviene en otra, como de una forma muy indiferenciada que es potencialmente "madre de muchas otras". Pero esta metamorfosis —a diferencia de las que "se recortan" en el mundo de los sentidos—es tal, que, "cambiando su carácter, resulta siempre lo mismo". O sea que la forma inicial nunca se pierde. Este gracioso movimiento, mecánicamente, inconceptuable, lleva un "cuño" individual, particular del artista que lo lleva "en sí", y constituye, con todo, el material formal (colores, timbres, palabras, etcétera), el llamado "mundo interior del artista". Así se puede hablar de "equilibrio mozartiano", "embrollo kafkiano", "visión dantesca", etcétera.

3o) Infragmentable. Esto es lo que hace que no haya recetas para la creación artística. Fragmentarlo y recomponerlo sería hacerlo. Hacerlo lógico. O tal vez artesanal. Pero el Arte se resiste a que lo encuentren, parte de un movimiento personal que sólo resulta agradable —aunque inexplicable — en quien así es. Por eso no se dice que el artista haga, sino que él crea. Crea belleza con un movimiento gracioso que comunica sus vivencias.

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4o) Testificador de unidad y armonía. Esto no merece ser pensado. Es mejor escuchar una sinfonía, leer a Rimbaud o contemplar un Tiziano.

5o) Modelado material. El arte no es pura "espiritualidad óntica". Necesita una materia. No es "puro volar" También tiene una técnica, y ¡vaya si la tiene! Pero el gran artista suele ser un "fanático de lo que hace", y esto hace que además de ser el más inspirado, pronto se convierte en el mejor entrenado, pues tanto disfruta con "lo que hace", que en poco tiempo ya "no quiere hacer otra cosa".

Se diría que aspira a un estado de "creación continua"; sentimiento que lo desencaja y lo hace proclive a cualquier destemplanza (alcoholismo, toxicomanía, divorcios a repetición, paranoia política, deportes de alto riesgo, etcétera).

En esto se parece el creador de obras de arte a los enfermos psiquiátricos llamados psicópatas. Pero el diagnóstico diferencial es sumamente fácil de hacer, porque el psicópata "no crea", sino que "destruye". Detrás de todo verdadero artista se esconde el lenguaje fraterno del amor, y detrás de todo aparente psicópata hay una infranqueable barrera de odio. Y si el amor se apaga durante la vida de un artista, se apaga también su arte: éste pudo ser el caso de Rimbaud, el traficante, y de Rossini, el cocinero, dos de los "atardeceres precoces" más famosos de la historia del arte. Claro es que en ellos el poeta y el músico habían asomado muy precozmente, pero no tanto como Mozart, quien, sin embargo, emitía quejidos musicales aun desde su lecho de muerte.

O Beethoven, para quien la muerte física de su aparato auditivo no podía calmar su insaciable "sed de música". Así es que Beethoven, sin escuchar lo que quería decir, apretó los dientes; masculló: "La fiesta debe continuar...", y compuso el Himno a la alegría, que la cultura occidental atesora con fruición. Y Proust se adelantó a terminar El tiempo recobrado, porque estaba gravemente enfermo y no le quedaba "tiempo que perder".

6o) El criterio propio. En esto convergen el artista y el científico, aunque el primero busca adelantarse a lo objetivo, y tal vez modificar las costumbres de la gente, y el segundo va detrás de lo objetivo sirviendo a las costumbres, o bien sólo se reserva la libertad de disentir. El artista es un "enamorado de la libertad", a quien repugna la solidez de la ciencia, y su prudencia para "soñar y volar".

Uno de los grandes de nuestra época, explica así el misterio de su creación, que produjo el boom comercial más portentoso que se recuerde, relacionado con el "misterio de la creación":

"No busco llegar a una meta. No hay ningún plan que dirija mis actos. Uno puede comprender el universo de un artista; pero no puede asirlo. Me gusta transformarlo todo y ver “lo que hay dentro de las artes” y lo que “puede venir después”. Me gusta <asir las potencialidades *, y observar las consecuencias de las deformaciones. Todo tiende a tener cierto happening. No hace falta conocer las causas. Uno no puede •< explicarlo todo *.

La verdad es muy compleja y hace, falta conservar la hipótesis de que pasan muchas cosas ajenas a nuestra comprensión. Por ejemplo, si me dirijo a un piano y oprimo una tecla, pasan muchas cosas allí en las cuales nadie repara"."La gente tiende a demoler los raros, por peligrosos. Porque le quitan la seguridad de frases como •< de esto no vale la pena discutir*. Y de esa manera se niegan a averiguar si realmente vale la pena o no. Han perdido toda la credulidad de la infancia. Tal vez para ellos la vida sólo sea <sus propias circunstancias* . Yo opino lo contrario: <Hay que mirar más allá del muro de uno mismo*. Por supuesto que no voy a salir a la calle a gritarles que me sigan, porque he encontrado la verdad. Yo soy como ellos, y veo en mí la misma potencialidad que veo en ellos."

Obsérvese la reiterada "defensa de la libertad", un primer lugar, se libera de su propia voluntad, pues "no hay plan que me dirija". También se libera de la admiración de su público y de su rol de artista: "No pueden asirlo", dice en tercera persona. Luego se libera de las leyes físicas ("me gusta ver lo que hay dentro de las artes"), de la espacialidad ("asir potencialidades") y del tiempo ("lo que viene después"). Y no cree en la lógica ("uno no puede explicar todo"), ni en el progreso de las ciencias ("pasan cosas ajenas a nuestra comprensión"). Retoma su papel de "duende".

"Voy a un piano y lo desarmo —parece decirnos—, y entonces usted no va a entenderme, y quizá me margine, y marginándome a mí, se marginará usted mismo, porque yo soy como usted".

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La libertad ha descendido cual rayo solar (recuérdese que a los grandes artistas se los llama astros), porque tendremos que admitir que nunca vamos a saber del todo lo que contiene una nota musical; que él tiene sentimientos bellos que nosotros no tenemos, y que, lejos de "hacerlo raro", lo hacen "delicioso", y que esta "delicia" es su profundo sentido de libertad.

Pero el mensaje termina diciendo: "Y veo en usted la misma potencialidad que veo en mí"; lo cual es decir: "También usted es delicioso". O sea que todos podemos ser astros. "Pero no voy a salir a la calle a gritarles qué me sigan". Aquí se libero de su estrellato: "porque yo soy igual que usted", y se nivela en la "humildad", que también aparecía al término del poema de Michaux que analizamos en el ensayo anterior.

Por cortesía hacia el autor del "libérrimo" discurso, diremos que se trata de Mc Cartney contrabajista de un cuarteto musical inglés que acercó bastante los acordes de la música popular a las excelencias de la música clásica. "Detesto la música clásica. Puedo estar más o menos influenciado por ella; pero la detesto", dice. Evidentemente inasible es este sujeto. Tanta libertad nos exaspera; pero sus canciones son amadas.

¿Es posible disociar el bappening? No creo, porque el bappening es la vida misma que se manifiesta "ocurriendo", y todo lo que dice el músico con las palabras o con las cuerdas de su contrabajo, es lo que "se le ocurre" (como las declaraciones periodísticas de Borges). Así el arte "ocurre espontáneamente en el artista". Y cuando un ferviente admirador le preguntaba a Raffaello cómo hacía, él contestaba: "Me gustaría ayudarlo; pero me temo que no puedo hacerlo. Utilice estas combinaciones que le voy a trasmitir; pero no le va a salir igual que a mí". Obviamente, Raffaello no era egoísta ni vanidoso. Era un genio creativo.

7o) "En busca de resonancia agradable". El Arte es también una investigación. Una insaciable investigación en pos de "la verdad" por el camino de "la belleza". Las obras maestras son "verdaderas". Sus imitaciones son "falsas". A diferencia del científico, que dispone de instrumentos objetivos para captar sus imprecisiones, el artista no dispone de otra brújula que "su sensibilidad" para "llevar a cabo la investigación..." La investigación artística comienza con escasos planes. (Bergman, el más intelectual de los cineastas, dice: "Mis películas comienzan sin argumento; las imágenes me irán inspirando".)

Consta de dos movimientos pendulares: uno de inspiración, mediante el cual monologa el artista consigo mismo, y su voz parece débil y desfalleciente (en las artes plásticas no se apreciará esto, porque se recibe la obra consumada), que lo va cargando de armonía y energía, y durante el cual tiende a una estilización acompasada que evita toda aspereza. Y un segundo movimiento expelente, la expresión, de inusitada fuerza y autenticidad que, pese a inspirar una impresión de "gran poder", no resulta nunca violento, y que suele rematar en una estilización fija, como son los acordes finales de una sinfonía, los agudos con los que concluyen la mayoría de las arias, la pausa luego del paso de baile, la firma con que se rubrica un cuadro, el punto con que concluye un poema, o el telón con el cual se cierra la representación.

El éxito de la investigación depende exclusivamente de haber obtenido la "resonancia agradable", que el artista buscó sin saber dónde habría de encontrarla. ¿Qué es lo que el artista descubre? Hallazgos intraducibies a palabras, exploraciones cualitativas en el "mundo de los sentimientos", ese mundo tan singular que justifica la existencia de la antropofilosofía. Pero es claro que el primer lugar donde el artista debió obtener esa "resonancia", es en "él mismo", razón por la cual la primera condición que el creador de obras de arte necesita, es el "buen gusto", que es el "juicio" al que hizo referencia Kant en la tercera y última de sus Críticas.

La segunda condición es la "fidelidad en sí mismo", porque cualquier pensamiento que lo aparte de su "buen gusto creador", entorpecerá su trabajo, y es por esto que nosotros no vemos con agrado el "arte comprometido", pues en el "reino de la libertad" no cabe compromiso alguno, ni siquiera con la belleza, que podría trasformar al cautivante arte en pulido ¿esteticismo.

Finalmente, la tercera condición es la aceptación del público, lisonjera vedette que-suele aclamar a los mediocres y postergar a los talentosos. Es muy variable lo que a cada * artista le importa "su público": a algunos, enormemente, y a otros, muy poco y suena a Falso decir que ellos necesitan del público, que es un serio peligro para la autenticidad del creador de obras de arte, pues quedó visto que el artista vive enamorado por su propia creación —como les ocurre a los niños.

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Y de allí que su narcisismo pueda reemplazar la ausencia de un público que lo aplauda, siempre y cuando se trate de un artista genuino que "se expresa", y no de un simple showman que expresa la necesidad que los aburridos tienen de estar entretenidos.

Pero ocurre que esta necesidad varía mucho según el público del cual se trate, razón por la cual el entretenedor sólo tiene valor ocasional. En cambio, el artista crea "para todo o cualquier público", aunque a veces sólo una élite lo comprende. Elite que conservará cual don precioso su mensaje, y lentamente lo trasmitirá a las generaciones venideras, las cuales habrán de decir: "Es un clásico". Y no es raro saber que la mayoría de nuestros clásicos han sido escupidos, insultados y escarnecidos hasta que "un buen día el sol salió desde sus creaciones", y los tímidos nubarrones de protesta se ocultaron temerosos del desprecio de la historia universal.

8o) "Lo recóndito del hombre". Como enseña Goethe, "mi pensamiento es intuitivo, y mi intuición es inteligente". Porque mi pensamiento parte de "la vida" que le ha dado origen, y por eso puede "comprender la vida". Mas si la res cógitans se aparta de la vida, no puede más que quedarle un conjunto de ideas muertas, o quizás alguna inexpresiva formulación matemática. Pero los artistas poco saben de res cógitans y de inexpresividades matemáticas.

En conexión con el profundo misterio de la vida —como se dijo al hacer la exégesis del pensamiento poético, en el ensayo anterior—, ellos "se penetran intuitivamente", y alcanzan regiones poco conocidas por los "profanos al arte", que pueden desconocer sus producciones y tildarlos de "raros". Pero, ¿qué garantiza en sus personales producciones la legitimidad de su mensaje? Quizá, como se dijo ya en este ensayo, el mero sentimiento de que "algo falta para que alcancemos una felicidad completa".

1.3. El asceta místico

Io) Disciplinado por la mortificación. El asceta utiliza el ayuno, las largas caminatas, la soledad, la continencia sexual, el dormir sobres suelos ásperos, el exponerse al frío o al calor, el realizar cualquier tipo de cosa contraria a su "comodidad". Todo esto está en neta contradicción con el "sentido común", del cual el hombre de ciencia desconfía, el artista aborrece, y el asceta simplemente desoye.

¿Hasta cuándo y hasta dónde debe el asceta mortificarse? ¿Debe acaso enfermarse y contagiar bacilos de Koch, o ponerse neurasténico y agredir a mansalva? Por supuesto que "ascesis" no implica "desequilibrio", sino solamente "ejercitación". Y es el equilibrio del hombre que se está mortificando el que debe dictarle "hasta cuándo y hasta dónde", impulsado por un "proseguir" que no parece viable a los bonzos que se incineran, o a esos ascetas japoneses que se llamaron "aviadores suicidas", y que no consiguieron con sus sacrificios inclinar en su favor la balanza de la guerra. Quizá resulte extemporáneo mezclar bonzos con aviadores (sólo los tomamos como ejemplo, porque ellos llevaron la "mortificación del cuerpo" hasta el extremo de "perder la vida").

Mas, en nuestra modesta opinión, en alguna medida dicho ya por Nietzsche, la ascesis es una de las expresiones más formidables de la vida, que en un alarde insensato de altivez se vuelve "contra sí misma", a fin de demostrar la magnificencia de su poder. Pero es claro que este frenesí no debe destruir la existencia de la "vida misma", pues en este caso, en vez de contemplar la "estupenda parábola de la vida misma", estaríamos asistiendo a su harakiri, y esto, claro está, nos llenaría de tristeza, y entonces ya no podríamos cantar loas a los ascetas. Esto no invalida la "muerte por amor" del filósofo o del profeta; pero éstos no se ultimaron, sino que permitieron que se cumpliera con ellos "el deseo de los muchos" que querían matarlos, por ser ellos "hombres fuertes" y querer probar "hasta qué punto" podían "ser fuertes".

2o) El control de la sensualidad. Implica el gobierno de las pasiones por la inteligencia. No comer, si se desea no engordar. O no besar a la amada, si no nos pertenece. O poder ceder el puesto al otro, si lo necesita más que nosotros. Aquí los ejemplos son interminables. Este punto es rechazado por la razón natural, que adjudica el calificativo de "tonto" a quienes así piensan. No obstante, es una cordillera de ascensión difícil, para la cual se necesita un "altísimo sentido de equilibrio".

3o) El estoicismo. Esta filosofía proviene de Oriente; fue difundida por Zenón en Grecia, y sacralizada por Jesús en Galilea. No se dice aquí que la pasividad india, la abnegación como filosofía de vida y la noción del prójimo universal que el cristianismo plantea, sean la misma cosa.

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No parece imprudente decir que el santón hindú está "vaciado de sí mismo" (como proponía el poeta de Clovm), el maestro griego se halaga "pagado de sí mismo" y el santo cristiano permanece "en sí mismo", en una figura que remeda la sobrenaturaleza intuida por Parménides.

Para el gurú, se trata de abandonar todo deseo personal; para el griego, se trata de haber encontrado la verdad, y para el "apa", se trata de evitar la "desconcentración" de sus pensamientos, fincados en las parábolas evangélicas. En todos los casos, y con pequeñas variantes doctrinarias, se aseverará que "el saber sufrir es garantía de buen servicio", y el buen servicio es agradable a nuestra conciencia, a nuestra mentalidad o a nuestro Dios, según de qué corriente se trate. Una busca la estabilidad, otra, la sabiduría, y la tercera, la trascendencia.

4o) La vida contemplativa. Sobre esto, como sobre la armonía del arte, no valen mis palabras. Valen las de aquellos que curtieron las plantas de sus pies en el desierto, que aprendieron a pensar en el olvido, y se ejercitaron en el amor sin semejantes.

Este párrafo puede resultar intrigante; pero cuando, como en nuestro caso, se han leído algunos textos ascéticos, se discierne fácilmente que sus autores "no habían perdido el tiempo". La sabiduría es concisa, casi monosilábica. Se expresan con apotegmas, sentencia "breve y feliz". Ejemplificada con actitudes, más que con palabras. La ternura es muy oculta, casi lejana. La contundencia de las reacciones remeda un poco el arrebato histérico.

Mas, como en el diagnóstico diferencial entre artista y psicópata, el de asceta e histeria es sumamente fácil. El asceta, que puede tener sus emociones facilitadas, no habla sobre lo que le pasa. El histérico, en cambio, nos dará muchas explicaciones tendientes a "aclararse'.'. El asceta, molesto, no las necesita. Sabe "lo que le pasa".

Cuentan que al abba Antonio vienen un día a importunarlo para escuchar de sus labios "el camino de la salvación". El abba, conciso, espetó: "Si te pegan en una mejilla, pon la otra". "No podemos", le dijeron los visitantes. Entonces abba declamó: "Si te pegan en una mejilla, soporta el golpe". "No podemos", volvieron a decirle. Indignado, concluyó el padre: "No peguéis vosotros primero". "No podemos", terciaron.

Rápidamente, Antonio desapareció, y regresó con una papilla de harina. "No vinimos a comer", dijeron orgullosamente los otros. "Si os pido misericordia, y no la tenéis; resignación, y tampoco la queréis, o al menos mansedumbre, y decís que no podéis, ¿qué otra cosa que viandas puedo daros yo a vosotros?".

Vemos en este ejemplo la rapidez mental del asceta. Quizá sus visitantes lo tomaban en broma. Pero él, que los tomó en serio, los puso en ridículo en una seguidilla que recuerda un poco los knock outs de la esgrima pugilística. Y es que, como los boxeadores, los ascetas son intrínsecamente fuertes, y muy duchos en el "arte de soportar golpes".

5o) Amor universal. Este tema fue tratado en el apartado sobre "pensamiento místico", del ensayo anterior. Nada puede decirse "sobre él".

6o) Constricción implica "estar contra uno mismo", imputarse la "deuda" heideggeriana, llegar al estrato "polémico" de la inspiración. O sea sensibilizarse frente a las propias faltas, examinar el diario vivir y arrepintiéndose de aquéllas, oponérseles, ni como juez, ni como verdugo, ni como oficial sumariante, sino simplemente como tierno "rival". Esta "conciencia moral", que es el "homeóstato de lo humano", es el summum del "espacio antropológico" llamado "interioridad". Casi podríamos decir que "el poder estar contra uno mismo" es la "sustancia" de la condición humana; algo similar a lo que nos enseñara el maestro Kant en su segunda crítica.

7o) Alegría. No puede haber exégesis antropológica alguna sin una meditación profunda "sobre la alegría". Ella es la "meta del hombre", y quizá también su origen. Profundas palabras dijo Tagore: "Desperté, y vi que el servicio era alegría". Indudablemente, estas palabras producen alegría, ya que han sido editadas por las diseñadoras de pósters y vendidas a buen precio, con grata aceptación general. Una ironía. Pero ¿qué le vamos a hacer? Quiere decir que a la "alegría" hay que dejarla "tal cual es", porque ella es el implícito sujeto de la enigmática locución "¿qué le vamos a hacer?"

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8o) Caridad efectiva implica un obrar concreto, en sustitución de un "decir qué se va a hacer". Decía un adagio latino: Caritas Deus est. La caridad es una especial delicadeza para evitar, aliviar o remediar el sufrimiento de los demás, siempre y cuando ese sufrimiento no se origine en una lacerante falta de contrición. Esta excepción contempla el bello y sabio aforismo psiquiátrico: "No aliarse con el psi-cópata".

2. Conclusión en tres tiempos 2.1. Tacita de .café

Se ha intentado retratar los "perfiles existenciales" o "carismas" de los "hombres de ciencia", de los "creadores de obras de arte" y de los "ascetas místicos", aun cuando sus singularidades escapen a todo intento de caracterización, como las de los "benditos hombres ordinarios", para quienes todos ellos "trabajan", si es que escudriñar, expresarse y orar pueden ser llamados "trabajos".

Se ha escrito este ensayo como especulación de antropofilosofía, basado en una óptica "temporalista" que finca en la posibilidad de "recrear momentos", la estupenda condición humana cuyo paradigma es la poiesis, o simplemente "invención".

Así pasó el "ser eterno" en el primer ensayo, el "espíritu inmortal' por el segundo, y desnudarse, hubo de hacerlo el "alma frágil" y casquivana en esta conclusión. Y sea cual fuere la agudeza de mi filosofar, creo haberme hecho acreedor, como meritoria recompensa, a una hirviente y sabrosa tacita de café, que voy a ingerir en el acto.

Ignorante soy de si la filosofía "sirve para algo", o si "si se encuentra en decadencia". Si cualquiera de estas cosas fuese cierta, arrepentido imploro vuestro perdón, por haber extraviado de este modo vuestra dignísima atención. Tal es nuestra única conclusión. Por el momento.

2.2. En "tiempo de siesta"

Fieles al concepto heideggeriano de que filosofar es aclarar el sentido de los "términos fundamentales", y conforme a nuestra propia metodología, que será el exponer tríadas, para luego unificarlas; importunados serán con un sabihondo glosario:

1. El tiempo: Despliegue de las formas;

2. El espacio: La forma;

3. La sustancia: Aquello que informa.

4. La belleza: Concordancia de nuestras emociones con la alegría;

5. La verdad: Concordancia del ser con nuestro parecer;

6. El bien:' Concordancia de nuestra voluntad con la realidad objetiva.

7. La potencia: Lo que puede llegar a ser;

8. La libertad: La actualización de lo que está en potencia;

9. El acto: Lo que es.

10. La materia: Cualquier cosa;

11. La forma: Algo indefinido;

12. El amor: Lo que forma materiales.

13. El alma: El acto de informarse un cuerpo;

14. La vida: Cuerpo en formación;

15. El ser: Forma fija trascendente al cuerpo.

16. La paz: Coincidencia de lo que "vamos haciendo" con "lo que debemos ser";

17. El espíritu: El programa universal;

18. La alegría: La "sustancia-informe".

Convencidos estamos —lo dijimos en "Conciencia de ser"— que todas las tríadas aluden a "lo mismo", y que lo que en ellas cambia, es "el punto de referencia".

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Veamos: el sujeto de la primera es "la forma", que es teórica; el de la segunda somos nosotros mismos, único ente del cual tenemos cabal certeza; el de la tercera es "lo que ocurre", o sea la realidad; el de la cuarta es la creación, que nos advoca a admirarla; el de la quinta son los cuerpos, que es lo que nos representamos al figurar partes, y el de la sexta es el ideal que deseamos.

Cinco sujetos son nuestras potencias, a saber: Io) la abstracción; 2o) la apercepción; 4o) la comprensión; 5o) la razón, y 6o) la fruición, y una sola: 3o) la realidad.

Sabemos lo que es abstraer, porque conceptuamos: lo que es apercibirse, porque nos damos cuenta de algo; lo que es comprender, porque nos enamoramos; lo que es razonar, porque objetivamos, y lo que es gozar, por "algo" que sentimos aun cuando no sepamos discurrir "sobre esto". Pero la realidad ¿qué es?

Tal vez "esto", que "simplemente ocurre", es aquello de lo cual el hombre ordinario se previene, sobre lo cual el hombre de ciencia medita, al artista vigorosamente anima, y al asceta inspira renunciamientos allende la lógica.

Y así vive atemorizado el hombre ordinario, aspira a fijar los momentos el hombre de ciencia, a recrearlos el creador artístico, y a "respirar la eternidad" el místico embelesado. Y sólo sabemos de la "susurrante" realidad, que origina diferentes respuestas, según cuál sea la cualidad de nuestra alma, siempre y cuando le permitamos a ella "expresarse con libertad".

De esta suerte, parecería que la realidad es subjetiva, y que "ser real" es ser consecuente con uno. Y en nuestro caso, la amorosa comprensión trasciende a la Cándida razón, a la vaga abstracción, a la escueta apercepción y a la refinada fruición. Pero admito que la realidad, que es para mí, tal vez no sea igual para ti. Y por eso quiero a la Ciencia, que iguala la medida, tanto como al Arte, que subjetiva la muestra-, y reverencio al Asceta, que "puede con esfuerzo", tanto como al Hombre Ordinario, que "se esfuerza por poder", pues todos contribuyen a nuestra "realización". Como dijo Terencio: "Soy hombre, y nada de lo humano me es ajeno".

El "hombre ordinario" trasforma su tiempo fijo (plan ordenado de acciones) en utilidades (trabajo, dinero, poder), inversamente al científico práctico, que utiliza los recursos para fijar hechos (categorizar leyes naturales). El teórico parte del "tiempo fijo de la propia hipótesis" hacia la mutabilidad del pensar objetivo externo a todo pensador, y, a la inversa, el "filósofo puro" se introvierte, para contemplar los recovecos de su propio pensar.

El artista se asemeja al teórico, porque "parte de sí mismo"; pero, a diferencia de aquél, intenta "liberar lo objetivo"; es decir, desposeer a la objetividad de su mustia impropiedad, para hacerle sentir a ella misma, o sea a su "libre subjetividad", opuestamente al asceta, que desea "eternizar su libertad".

Parecería que el tiempo "va" desde el hombre ordinario, el teórico y el artista, mientras "refluye" desde el práctico, el filósofo y el asceta. Los primeros "entregan su tiempo", en tanto que los últimos "intentan retenerlo". Los primeros "viven en la duración bergsoniana", y los últimos, en "el tiempo fenomenológico husserliano". Y quizá sean las dos corrientes que el insigne y precozmente desaparecido antropofilósofo Scheler denomina VIDA y ESPIRITU; las mismas que Lao-tse llama "existencia" y "no existencia", de las cuales recortó el taoísmo los principios "yang" y "ying".

La vida se nos da como don, y ella vive arriesgándose para ganar. El espíritu es, en cambio, una meta, y a él aspiramos sin nada que perder. La primera nos excita, y el segundo nos alivia. Nada seríamos sin la vida. Pero debe reconocerse que "a ninguna parte vamos" sin espíritu. Lo eterno se temporaliza a través de la vida; pero lo temporal se eterniza a través del espíritu.

Así vive el hombre en la misteriosa encrucijada de dos tiempos: uno que "fluye" desde el pasado hacia el porvenir (duración), y otro que, "estático", contempla mi existencia y la recrea por medio de la imaginación desde el presente hacia el pasado (temporalidad propia).

En el primero vivo, y por medio del segundo me recreo. Y aspiro a conocer mi origen mientras me dirijo inexorablemente hacia el fin. "Tiempo de crecer" y "tiempo de soñar", el primero es mensurable, y el segundo violenta toda esquematización. Y ambos pueden fundirse en uno, como Proust en "el tiempo recobrado deviniendo", o Heidegger cuando alude al "hacerse del tiempo".

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Dijimos que la realidad "es según cada uno", y luego sintetizamos nuestros conceptos antropológicos con la concepción binaria de Scheler (que quizá sea taoísta), haciendo surgir a ésta de la "deriva del tiempo". Es obvio, por lo tanto, que la verdadera realidad del homo viátor es el tiempo, pero más precisamente debemos aclarar "su tiempo particular". Porque el hombre a su propio devenir llama tiempo. Y alcanza el hombre su mejor estado físico en la juventud, pero éste decae en la edad madura. Y sus mejores realizaciones llegan en la madurez, y flojas eran las de sus verdes años. Porque uno es el tiempo de la vida (duración), y otro es el del espíritu (temporalidad).

Estas reflexiones no cierran el discurso, que queda abierto, y por ende "no del todo claro". Tal vez valga el "susurro" de Altman: "No entenderás el plan, a menos que tomes parte en él". Por eso pudo decir el poeta: "Preferí caminar a interrogarme" (Martínez Yantorno). Yo también, por lo que suspendo este ordinario discurrir, y me dispongo a recogerme en mi habitación, para escuchar un adagietto de Gustav Mahler. Ahora hablan los violines. Dicen algo claro, sin palabras. Se trata de un afecto sincero, capaz del más heroico de los renunciamientos. Y musita el arpa su misterioso acorde.

Parece traer el encanto remoto de una patria lejana, que ha acudido a consolar ese oscuro sentimiento de "algo que nos falta". Y los violines hablan con dramatismo, mientras el arpa permanece muda en su letanía. Y parece el "alma" frágil llamando al "espíritu" consolador. La vida haciéndose eterna, el devenir "siendo", el tiempo "fundido" sin dirección. Esta es la lección que nos da la vida hecha POESIA.

La felicidad encuentra su sostén en la desgracia (Lao-tse). Y tal vez el Arte nos permita encontrarles un sentido a los renunciamientos ascéticos "allende la lógica".

Con esto concluye "nuestra lección". Es todo por hoy. 2.3. Sobre una comedia

Nos permitimos delinear una analogía entre los seis tipos de hombres que nosotros teorizamos, y los "seis personajes en busca de autor", de Luigi Pirandello.

El asceta, encarnado por "el padre", y cuyo leitmotiv es la mortificación, diciendo: "No se rían, no se rían de ese modo, por favor".

El artista, personalizado por "la hijastra", y cuyo leitmotiv es la seducción, diciendo: "Aquí está, aquí está..."

El filósofo es la niña completamente inerte que ignora las flores grandes, pero repara en las "tiquitas" con una alegría loca: su leitmotiv es el candor.

El hombre teórico es la madre doliente, cuyo leitmotiv es la aflicción, pues "siento que pierdo mi tiempo", y "comprendo a todos los personajes como si fueran hijos míos".

El investigador práctico es el muchacho, desesperado por la contemplación de su hermana muerta (el filósofo) "flotando en la fuente".

El hombre ordinario es protagonizado por el hijo, que dice así: "Si, puedo irme, me quedaré aquí pero le repito que yo no represento nada".

El séptimo es irreal, y representa al existente inauténtico, que es cualquiera de los otros, cuando ha desvirtuado su mensaje.

El director representa la esencia común a todos ellos, la necesidad de armonía.

Los actores son "personas sin alma", pues "las almas son los seis personajes". Y el autor que ellos buscan, ¿quién es?

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SOBRE EL SENTIMIENTO

a Nuni, Patricia y sus hijos, y a Pepe.

No se ríe del otro quien ríe con él.

Resulta difícil escribir sobre los sentimientos. Parecería que todas las personas poseen una clave para valorar sentimientos; pero esto nunca llega al punto de ser un testimonio objetivo. En todas o casi todas las conversaciones se hace referencia, explícita o encubiertamente, al "mundo de los sentimientos". Y se habla con el otro creyendo que se tienen los mismos sentimientos. Sin embargo, suele haber crudas decepciones en el "campo de los sentimientos".

¿Compete al recto filosofar el análisis de los sentimientos? Sí, si se tiene en cuenta que se trata de un problema universal. No, si se espera una conclusión, deductiva y categorial. Obviamente, la pregunta en cuestión es: ¿Qué son los sentimientos?

Claramente aparece ante nosotros que los sentimientos no son emociones, puesto que aquéllos pueden perdurar, en tanto que éstas desaparecen. Tampoco creemos inteligente la confusión de afectos con sentimientos, pues nadie comprendería qué es "afecto patriótico", y, en cambio, no resulta difícil compartir un "sentimiento patriótico", por lo que yo veo, en el sentimiento algo más tran subjetivo y menos particular del individuo que lo siente, que en el afecto.

No negamos que los sentimientos determinen emociones, ni que puedan arraigarse afectos a partir de ellos; pero nos parece que el sentimiento excede, por naturaleza, la dimensión de la excitante emoción y la prodigalidad de los misteriosos afectos. Hay en el sentimiento mayor firmeza que en la emoción, y mayor claridad que en el afecto.

Hay algo de universal en los sentimientos que toda la gente cree compartir. Y siembra espanto la frase: "El señor X no tiene sentimientos" (Puede decirse que le sobra el título de señor, pues donde no hay sentimientos, tampoco hay señorío). En cambio, si nos hubieran dicho que esa persona no tenía afectos, hubiéramos pensado: " ¡Pobre, cuán solo está!"

Por medio del afecto me relaciono empáticamente con mi medio. Pero sólo a través del sentimiento adquiero dignidad.

Hablando retóricamente, no hemos avanzado mucho en la investigación que nos ocupa, porque dijimos que el sentimiento es subjetivo, abarcante, sorpresivo, problemático, misterioso, interindividual, estable (no siempre), inteligente (esto es polémico) y que nos enaltece; pero no decimos qué es. Lo hemos adjetivado sin poder sustantivarlo.

Para mis entendederas, sólo hay dos tipos de sentimientos: los buenos y los malos. Llamo buen sentimiento al que se preocupa por el cuidado de la vida física del otro y la preservación de los objetos útiles, el enriquecimiento intelectual compartido, la armonía de los individuos, y la efusión de una alegría moderada y gratuita, necesaria para dulcificar la existencia, que no se goza con el sufrimiento de nadie. El mal sentimiento no cuida del otro, no teme la destrucción —o la desea—, anhela la humillación intelectual y el sometimiento físico de cuantos lo rodean, y establece relaciones competitivas y desleales, basadas en el engaño y la traición.

Se diría que el buen sentimiento sólo aspira a mantener ese estado alegre del cual se alimenta, en tanto que el malo aspira a ser el primero a costa de los otros, que deben servirle de séquito o de bufones. O sea que el sentimiento sería algo parecido a la idea que nos formulamos acerca de nuestro papel en el cosmos. Estar alegres o ser los primeros. Serían las dos antípodas.

Entonces, el sentimiento se sustantiva a través de una cosmovisión intuitiva y elementad, en la que va implícito nuestro mayor deseo. Liberarnos. De la tristeza, en un caso. Del acatamiento, en el otro. Una cosmovisión apunta al goce "en sí" mismo, y la otra, a un goce derivado de que una situación equis —el poder o la gloria, por ejemplo — nos haga felices. Esta última tiene un correlato intelectual. La otra... es un sentimiento puro. Aleluya.

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INDICE

Prólogo

PRELIMINAR

CONCIENCIA DE SER (sobre la naturaleza). Por la ratio hacia la consideratio.

• Introducción

• Los caminos del ser: Planteo

• Las posibilidades del ser: Sobre el ente

• La constancia del ser: Sobre el ser

• La subsistencia del ser: sobre él en - si.

• La belleza del ser: Conociendo alegremente

• Conclusiones

LAS FORMAS DEL PENSAMIENTO (sobre las ideas).

• Introducción

• El pensamiento mágico

• El pensamiento mítico

• El pensamiento vulgar

• El pensamiento técnico

• El pensamiento científico

• El pensamiento filosófico

• El pensamiento poético

• El pensamiento místico

• El pensamiento inspirado (?)

• Conclusión

EXISTENCIAS INDIVIDUALES (sobre el hombre). Desde la filosofía de la existencia hacia el Tao.

• Introducción: El eterno presente

• El hombre de ciencia

• El creador de obras de arte

• El asceta místico

• Conclusión en tres tiempos:

• Tacita de café

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• En tiempo de siesta

• Sobre una comedia

SOBRE EL SENTIMIENTO

LIBROS DEL SELLO AGON

INDIGO. Poemas de Adelina García.

ANIMAS EN PUNTA DEL ESTE. Cuentos fantásticos uruguayos, por Alejandro Von der Heyde.

AGON EN CLAVE DE ANGEL. Poemas por varios autores. CRISIS DE LA IMAGINACION. CRISIS DE LA ESPERANZA. Ensayo de María Elena Dubecq.

AGON 22, EN CLAVE DE STREEo. Cuentos por varios autores. DOS VECES TRECE. Poemas por Carlos Pensa. UN ALTO EN EL CAMINO. Pcemas por Ismael Marcos Jiam. MERIDIANO DEL ALMA. Poemas de Adolfo Reynoso EN UN ALBA LEJANA. Poemas de Zaida de Castellán. GAVIOTAS ERRANTES. Poemas de Hugo Adán Gorrini. LA SANTA LLAMA. Poemas de María del Carmen Aguer. LA LUZ DEL*FUEGO. Poemas de Lila Duffau de Rabaudi. COPLAS SIMPLES DE LA VIDA Y DE LA MUERTE. Poemas de Tilda Pérez Pieroni. CANTO INGENTE. Poemas de Gripcé Moré. MACEDONIO FERNANDEZ Candidato a Presidente. Ensayo por Enrique Fernández Latour,

UN ANGEL NO ES NOTICIA. Cuento» por Susana López de Gomara.

AGON 22, EN CLAVE DE ENIGMAS. Cuentos por varios autores.

PARA ALMAGRO. Antel Renato Nestiero Maré.

PAYRO, HUMORISTA DE LA TRISTEZA. Ensayo por Noemí

Vergara de Bietti.

TU, EL DUEÑO DE LAS FABULAS. Poemas de Juana Amalfi. ATATURK, biografía del Creador de la Nueva Turquía. Ensayo por J. Blanco Villalta.

RAMOS GENERALES. Ensayo de Alberto E. Perillo. LA CASA DEL TESORO. Cuentos por Andrés H. Atanasiú.

EDICIONES AGON

Ediciones AGON Charcas 3918 (1425) Buenos Aires

Directora

MARIA ELENA DUBECQ

Colección ENSAYOS

IMPRESO EN LA ARGENTINA Queda hecho el depósito que marca la ley.

1981 Ediciones AGON Todos los derechos reservados. Queda hecho el depósito que establece la ley.

IMPRESO EN LA ARGENTINA

JORGE URE

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CONCIENCIA DE SER

Ensayos Filosóficos Este libro se termino de imprimir en los talleres gráficos de Imprenta El Trébol S.R.L., Patacones 2725, Capital Federal, en el mes de Junio de 1981.

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1. Todo texto publicado en este medio que lleve la firma de sus autores ó cite la FUENTE, se considera expresión propia de los mismos, pudiendo o no reflejar el criterio y las ideas de los editores. Su contenido es de exclusiva responsabilidad de dichos autores y bajo ningún concepto comprometen la opinión de los EDITORES.

2. Según la Ley N° 26.032, la búsqueda, recepción y difusión de información e ideas

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