concepto de razón en la filosofía tomista

8/20/2019 Concepto de Razón en La Filosofía Tomista

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N U E S T R O С О И Т О D E L i R Ä Z O H

L A D O C T R I N A D E S A M O T O M A S D E A Q U I N O

RÉPLICA Á D. J . M. ORTÍ Y LARA

P O R

®

Homero ^т

B A D A J O Z .

Imp.

y

¡b .

de

,

E

Orduña.

t l


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Н О В Ш C O N C E P T O

D E

L í l

R Ä Z 0 N

Y

ü

D O C T R I N A

D E

S á

К Т О

T O M Á S

D B

A Q U I N O

RÉPLICA. Á D. J . M. ORTf Y LARA

POR

B A D A J O Z .

Imp.

y

lib.

de

D.

E.

Orduña.

1881


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NUESTRO CONCEPTO DE LA RAZÓN ¿L>

Y L A D O C T R I N A D E S A N T O T O M A S D E A Q U I N O

Al opúsculo publicado por n osotros en f in d e l

año úl t imo, in t i tu lado aLa doct r ina que es tablece

el valor o bjetivo de las ide as y la infalibilida d de la

razón no es co ntra r ia á los pr incipios del C ato l i

c ism o,» ha contes tado el S r . Or t í y L ar a en un

ar t ículo qu e inser ta «L a Ciencia C r is t ia na ,» n ú

meros 76 y 77 cor respondien tes a l 2 9 de F eb re ro

y 1 5 de M arzo del co rrien te añ o , y que lleva est e

epígrafe: «El racionalismo panteístico en el concepto

de la rázou del Catedrát ico de Psicolog ía de B a

dajoz.»

Con toda atención hemos leido el mencionado ar

t ic ul o , y hemo s m edi tado detenidam ente sobre los

conce ptos que en él desenvuelve su au to r , y fu nd a-

m ea tos en que apoya las teor ías que sus te nta acerca

del or igen y del valor de nues t ros conocimientos .


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4

Y porque juzgamos que, sobre ser do todo punto

infundad as las apreciaciones del S r . Ort i y L ar a

acerca de nuestro concepto de la razón, son erró

neos m uchos de los pr inc 'píos que establece , o pu es

tos ad em ás á la recta interp retac ión de la m eóte

del Doctor Angél ico, autor idad por ambos recono

cida y aceptada, nos proponemos replicar al ci tado

escri to de dicho se ño r. Bien ente nd ido que no vi

nimos á esta polémica y persistimos en ella movidos

po r espír itu de disputa ó inst igado s por el am or

propio ú ot ro sent imiento nacido de a lgún in teré s

pe rson al en el éxi to que alcan ce; s ino po rque nos

creemos , supues to nues t ro públ ico cargo profes io

n a l ,

en el deber de dar razón de nuestra doctr ina

á todo el que de un modo conveniente nos la pida.

En la introduc ción del referido escrito se pr op on e

e l S r . Ort i y L ara rectificar las equivocaciones y au n

la contradicción patente en que, d ice , hemos in

curr ido en la pr im era pa r le de nue s t ro opúsculo

dond e exponem os las razones que nos m ovieron a

publ ica r lo .

Deseosos nosotros de que esta polémica no salga

de los límites del problema ideológico que ha dado

p ar a ella m otivo, pasarem os por al to alg un as af ir

maciones que a l l í s e hacen , l asque , á nues t ro ju i

c io , n o cont ienen una exa cta apreciación de d e te r

minados hechos y c i rcuns tancias .

No podemos , s in embargo, prescindir de aquel los

pasages que dedica el Sr . Ort i y Lara á rect if icar-


7/80

5

n o s

por

haber nosotros juzgado impropio

de un

juicio crítico sobre tratados filosóficos, y p o c o c o n -

forme con el espíritu de la ca r idad c r i s t i ana , el

empleo que hace de las censuras ecles iás t icas impo

niéndolas á libros y doc t r inas , como si para ello

diera bas tante autor idad el ca r ác t e r de s i m p l e c r e -

y e o t e ó e l de escritor ó polemista.

A j u z g a r

por la

contestación

que nos da el

señor

Orlí

y

L a ra , cualquiera es tá facul tado para hac er

la con den ación religiosa de una teor ía , si compa

r ándo l a con las doct r inas reprob adas por la Igles ia ,

l a encuen t r a , por vir tud de un ju ic io par t icular y

prop io suy o, conforme con ellas. Dice así: «£M

cuanto á lo de agolar nosotros el catálogo de las

censuras eclesiásticas para distribuirlas caritali-*

vamenle entre nuestros adversarios

debemos

con

testar, que los errores de que consta el catecismo

no los condenamos nosotros, sino la Iglesia nues

tra madre, como puede verse comparándolos con

los que han sido reprobados en el Syllabus, en la

Constitución de Fide del Concilio Vaticano y en

otros documentos solemnes.»

T é n g a s e en cuen ta , para la recta in te l igencia de

es te punto

de la

discus ión,

que en el

mencionado

Catecismo no se j uzgan y condenan en g e n e r a l es

t a s ó aque l las d oc t r inas , que es lo hecho por la Igle

sia en los docum entos c i t ados , sino que se notan

oon cen sura s eclesiást icas las doc t r inas con ten idas

en de te rminado l ib ro de un au to r .


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6

Ahora b ien ,

de la

contestación

de

nues t ro i lus

t rad o adversar io resul ta que, una vez c o n d e n a d a

por la Iglesia una d o c t r i n a , se confiere por este

hecho

h

los fieles, ó cuando menos á los doc to r e s ,

la facultad de declarar incursos en la misma

C O Q T

denac ion , y dar, digámoslo así, pa ten tes de hereg ía

á todos los au tore s cuy as doc tr inas aprecien aq ue ^

l íos, por un juicio part icular y p rop io suy o , ser se

mejan t e s á las por la Ig les ia r epro bad as y a n a t e

mat izadas .

Como pr inc ip io , tal enunciado es, por no califi

car lo de o t ro modo, a ten ta tor io á las privat ivas

atr ibuciones

de

al t ís imas potestades

No

profosado

como doctr ina pero funes tamente seguido en la

práct ica por a lganos Teólogos , ha p roduc ido per

turbaciones

y

conflictos,

y ha

sido objeto

de las

prohibiciones de la Igles ia . Buena prueba de ello

es la his tor ia de las C ongregac iones de Auxi l i i s .

La condenación

de un

l ibro ,

(y lo

mismo de c i

m os de una de te rminada t eor ía de de te rminado

a u t o r ) el dec la ra r que en él in te rpre tado ín sensu,

como dicen, obvio se cont ienen la impiedad y la

hereg ía condenadas en gene r a l de a n t e m a n o por la

Igles ia ,

es

acto

de

poder

y de

jur isdicción,

es el

ejercicio de una potestad conferida únicamente á

aquel los á quienes

spiritus sanctus possuit regere

Ecclesiam Dei. E s t a es la doct r ina conforme con

el unánime sent i r de los teólogos catól icos .

En es te pu nto

que se

refiere

á la

po tes tad

de


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9

lum est, qui regiminis officimi sorliti sunt, qui

Ecclesiaslicas et ccelestes claves adepti sunt, non

nostrum qui pasci debemitf, qui sancii [icariqui

ligarì, nel ú ligamento solvi

egemus

»

Esto.es lo que creem os indispensable c on testar

á las obse rvac ione s dui Sr Orti y L ar a en la in tro

ducción del escrito a que replicamos.

V iniendo a l asu nto pr imera y pr incipa lme nte

debatido en esta polémica, l iemos de c om enz ar , c o

mo es lógico, exponiendo el estado do ella y fijan

do los térm inos en que debe plan tearse desp ués de

la contestación dada por el Sr . Orl i y Lara á nues

t ro opúsculo .

Dirigíase éste á pa tentiz ar la conform idad de la

doctrina expuesta por nosotros, eo los Elementos,

de Psic olo gia, ac erc a de la ¡afabilidad de la razón

y del valor objetivo de las idea s, con la en señ ad a

por Sa nt o T om ás; la qu e, adm it ida por la Iglesia

universal, no parece bien sea calificüda de hetero

doxa ó impía por ningún escritor católico

Y con efecto, el S r. Orti y La ra, e j su últim o

esc rito «E l racionalism o pan teístico en el con cep to

de la razón del ca ted rátic o de Psicología de B ad a

j o z » , hace justicia á la orto do xia de la do ctrin a qu e

estab lece la infiübilidad de la ra zó n, y la afirma y

sost iene en términos nada desem ejantes á los e m

pipados por nosotros en los ci tados «l i le m en tos de

Psicología» y Opúsculo dedicado á su defensa.

P a ra qu e el lector pueda juz ga r por sí m ism o, á

http://esto.es/http://esto.es/


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10

continuación t rascr ibimos algunos pasages , copiados

á

la

l e t r a ,

de

lo s dichos escritos

del Sr.

Ortí

y

La r a

y nue s t r o s .

Dice

el

Sr.

Ortí

y

L a r a : ( n úm . 7 6 d e

la

«Ciencia

eris t ianai) página

294)

«La

infalibilidad

así

co-

mo

la

veracidad

absolutamente

consideradas,

pertenecen á Dios fuente y principio único de luz

y

de

verdad,

pero

de

la

humana

razón

no

puede

decirse que sea infalible sino MOHO F I N I T O ET Q U O A U

A L I Q U A S V E B I T A T E S ó SEA С •N IN FA L IB U D A Ü PA l i T IC l -

P A D A Y R E L A T I V A » . Y más adelante en la pág ina

5 0 3 )

ss

expresa

as í : «Sólo Dios es en efecto la

verdad,

bien, la perfección y la justicia ó san-

tidad;

el espíritu humano no puede poseer estas

cosas sino de una manera participada y relativa.

Lo

mismo

podemos

decir

de

la

infalibilidad».

Veáse aho r a nues t ra doctr ina en los «E l emen to s

de Psicología» (par te

2 .

a

cap.

2. al

final)

«Es

indudable que hay una Razón suprema, la Razón

divina, que ilumina oda inteligencia, de la qite

la

razón

humana

es

una P A R T I C I P A C I Ó N I M P E R F E C -

T »

Y en el opúsculo contes tación al Sr. Ort í y

La r a (página 17 ) decimos: «Hay para el espíritu

humano

una

fuente

indefectible

de

verdad,

P A R T I -

C I P A C I Ó N HE LA V E R D A D E T E R N A , R E F L E J O DE LA I N F I -

N I T A I N T E L I G E N C I A que hace posible la certeza de

nuestros

juicios etc. Segu ramen t e

que

á n inguno

de nues t ro s lec tores se ocul tará que hay comp l e t a

•conformidad de conceptos en los pasages cop i ados .


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11

Queda por tan to fuera del objeto de esta p olém ica

la infalibilidad de la raz ón . El S r. O rtí y L a ra

ace pta la fórmula de San A gu stín qu e no es m eno s

expres iva que cuanto nosotros hemos dicho acerca

de este punto:

« T O D O

E L Q U E . B I E N D I S C U R R E A L C A N Z A

I N F A L I B L E M E N T E L A V E R D A D , E N L A Q U E S E E N C I E N D E

L A L U Z M I S M A D E L A R A Z Ó N . »

Por lo que respecta al principio de la objetividad

de las ideas , habíalo condenado el Sr . Ort í y Lara,

en el Catecismo de los tex tos visv os, de un m od o

ab solu to, calificándolo de pa nte ís t ico . E sta es la

razón de que nosotros lo defendiéramos en nuestro

opúsculo en términos también generales . Pero en el

escr i to á que ahora repl icamos , e l Sr . Or t í y Lara

se expresa as í :


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12

ma, la esencia del espíritu que la posee »

Es indudable que el au to r de las an ter iore s l íneas

no disiente ya de nosotros en esto de a t r ibui r va

lor objetivo á las ideas, sino en lo que respecta al

or igen y naturaleza de las mismas . No podia ser

de otro modo

si

había

de

con t inuar l l amándose

escolástico y pretendiendo la conformidad de su

doctr ina

con la de

San to T umis . Só lo ,

en

efecto,

dentro de un s is tem a sensu alis ta cabe el n e g a r el

valor de las ideas . Yeáse lo que á este propósito

dice un eminente filósofo, gloria del catol icismo y

h o n r a de nue s t ra pa t r i a en el presente s ig lo , cuya

autor idad seguramente monos que nos o t r o s r echa

zará

el Sr.

Ortí

y

L a r a . B a lmes ,

Fíl fun. lib. 4.°,

capítulo 9.°, párrafo 64. «Todos los melafísicos

(no incluye

en

es tadenom inac ion

á ¡os

sensu al is tas )

escolásticos y no escolásticos, están acordes en

cuanto se trata de atribuir á las ideas un valor

objetivo real y hacerlas un medio seguro pata,

encontrar la verdad independientemente de los

fenómenos sensibles. Estas escuelas si

bien

discor

des en cuanto al origen de las ideas convienen en

lo tocante á la realidad y valor de las mismas.»

Y

ya ve el Sr.

Orlí

y

Lara como

no es

g r a tu i t a

nuestra suposición de qua per tenecen al sensua l i s

m o los principios con que nos comba te en su t r a

tado sobre

los

textos vivos. Fuera

de

aquella

es

cuela no hay me tafisico esco lástico ó no escolástico

que presuma negar el valor objetivo de las ideas .


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13

y

en

cuan to

a

haberle nosotros l lamado tra di-

cionalista en filosofía, para ello, aparte de q t r a s

consideraciones, tuvimos presente la doctrina que

expone en el párrafo 205 de su t ra tado de Lógica

impreso en Madrid en 1870.

El período últimamente copiado del a r t ícu lo del

Sr. Orlí

y

L a ra

es

digno

de

atención

y

examen

ba

jo otro punto de vista. A s abe r ; en cuan to de t e r

mina

el

concepto

de

filosofía cristiana,

por lo

menos en lo relativo al problema del origen y fuen

tes de nuestro conocim iento .

Creemos oportuno re pe tr lo para

que el

lector

Ajeen el su consideración: íín la filosofía cristiana

la razón o mejor dicho las ideas del entendimiento,

tienen valor objetivo en cuanto representan obje

tos realmente distintos del mismo entendimiento,

A C U Y O C O N O C I M IE N T O L L E G A E S T A P O T K N C I A P A R T I E N

D O DE LA E X P E R I E N C I A .

Permítasenos que in t e r rumpamos por un mo

mento la ilación de nuestro discurso , para de te

nernos en hacer el juicio de tan aven turada y

grave afirmación.

Por el contexto todo del escrito á que per tenece

aquel per íodo,

y por la

índole

de las

convicciones

que su aut or manifiesta tener, las pa labras «par

tiendo déla experiencia»

significan que no hay para

el espirito humano otra fuente de verdad ( t r a t á n

dose del conocimiento natural) que los sentidos y

la observación interna; y que el conocimiento in te -


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ligibleno exige condiciones

á

priori independientes

de la sensibi l idad. Confirma esta interpretación

otro pasaje del mi smo a rt icu lo pa g i na 29 8 del nú

mero 76 de la Ciencia cr is t iana, que dice asi: Fué

el intento de Kant examinar y reconocer la fuer

za propia de la razón y el valor de los conceptos

á priori, MAS

C O M O

ERA DE

E S P E R A R

semejante em~

presa

D E B I Ó

de conducirle y le condujo al Scepli-

cismo, pues no lardó en reconocer que los con

ceptos puros sin intuición (sensible) correspon

diente no pueden suministrar ningún conocimien

to son vanos.

Si el sentido que a t r ibuimos á las palabras del

docto catedrát ico de la Centra l , es el que r e a l m e n

te

ha

querido darles

su

autor , .muy. pobre concepto

se

ha

formado dé la Filosofía cr is t iana. ¡ L aF ilo so

f ía cr is t iana encerrada en los estrechos moldes de

un sistema filosófico, y éste el mas incompleto y

deficiente de todos los s i s tem as , el Empi r i smo

N o. Ese concepto de la Filosofin cris tian a es

falso. CrMiano y muy católico es el insigne filóso

fo ci tado antes , D. Ja ime Balm es ; sus obras de

filosofía ha n sido no solo recomendadas sino- im

pues tas

por el

manda to

de

dignís imos Prelados ,

pa r a la instrucción de los jóvenes que en los S e m i

narios conciliares reciben la debida preparación

para ejercer

el

sacerdocio católico

en

todos

sus

g r a d o s . Y bien; los principios filosóficos de B a l m e s

uo caben dentro de los reducidos límites que con-


17/80

1 5

ced e á la Fi losofía cr ist iana el S r . Ort í y L i r a .

Balmes admite las condicionesá priori del cono

cimiento: La aclwidad intelectual tiene candido-

nes á priori del todo independ ientes de la sensi

bilidad, y que aplica á lodos los objetos sean

cuates fueren las impresiones que le causen

Luego en nuestra inteligencia hay algo á priori y

absoluto, que no podría alterarse aún cuando se

variasen completamente todas las impresiones que

recibimos de los objetos y sufriesen un cambio ra

dical todas las relaciones que tenemos con los

mismos.

F I L O S O F Í A F O N D A M E U T A L L I B R O

4 . ° ,

C A P .

3 0 .

Balmes enseña que las verdades que expresan las

relacionos eternas y necesarias de las cosas repre

sen tad as en el ser infinito, han sido da da s en la

creación á las razon es individuales y que dichas

verdades son una ley primitiva de la naturaleza de

aquellas

razones: La misma inteligencia infinita

no vé mas razón de sí misma que á sí misma.

En la plenitud de su ser lo encuentra todo, y las

relaciones de lodo Al crear las razones in

dividuales les ha dado una intuición de esas rela

ciones

Los que admiten el valor subjetivo de las ideas

dudando de su objetividad ó negándola p ierden

de vista este hecho. Cuando la razón humana lia

visto ciertas verdades, no puede ir mas allá, ni

dudar de ellas, está sometida á una ley primitiva

de su naturaleza; de la cual no puede prescindir


18/80

16

sin dejar de ser lo que es. C A Í » .

2 7

DEL L I B R O C I

T A D O .

Y por último Ba lines establec e q'ie no hay dife»

rencia ent re la subjetividad y la objet ividad cuan do

se t ra ta de la inteligencia de las verdades necesa

r ias : Por lo mismo que vé (la razón) el objeto está

segura de él; la diferencia entre la subjetividad y

la objetividad,

cabe

en el terreno de tas ilaciones;

mas no en el de la razón inmediata ó sea en la

inteligencia de las verdades necesarias. E N E L

MJSMO C A P Í T U L O V L Í C M O .

Bastap. las c i tas hechas para convencer de que

las doctr inas del sabio presbítero español no caben

dentro del es trecho cr i ter io que pretende el señor

Orlí y L a r a sea la medida de la Filosofía cristiana.

P e r o ,

qué

mas?

Si el

asunto mereciera

)a

pena

de aducir el arg um en to teológico de la t radic ión,

sprla sumamente fácil el probar con testimonios

de escri tores de lodos los tiempos de la Iglesia,

desde

el

s iglo prime ro hasta nue stros días

sin in

t e r rupc ión , que los principios de P la tón (prec i

samente los mas opuestos al enunciado del señor

Órti y L a r a ) un tan to mod ificados, han merecido

la preferencia

de los

San tos Padres

y

Doctores

del Cristianismo p$ra la explicación

y

defensa de

las verdades reveladas .

«NINGUNO

D E L O S F I L Ó S O F O S ,

dice con este motivo el g ran Padre ele la Iglesia

San Agus t í n , en la ciudad de Dios lib. 8.° cap 5

0

S E

A M l O X l M Ó T A N T O

Á

N O S O T R O S C OM O L O S P L A T Ó N I C O S

I)


19/80

1 7

Y

os de

no ta r

que la

solución

que los

p la tó

nicos dan al problema de las ideas es una de las

razones porque el Obispo de H i p - n a les concede

la preferencia sobre las dem

.'is

escuelas filosóficas,

sin excluir la peripa tética V éase como se exp resa

en el capí tu lo 7.° del l ibro antes ci tado: «Estos

otros—los

filósofos platónicos—que con razan an

teponemos á los demás, distinguieron tas cosas

que vemos con el entendimiento de (as

q>


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18

La idea cr is t iana no está monopolizada por

nin gú n sistem a filosófico. Es sup erio r á todo p e n

samien to hum ano en el t iempo. Pue do disc utirse

el pensam iento de Platón ó el de A ris tó te le s , el

de San Agus t ín ó el de Sa nto Tom ás qu ed an do ,

s in embargo, por cima de esta discusión, íntegra

é inviolable la autoridad de la verdad cr is t iana.

Pero dand o ya por terminada es ta d ig res ió n,

volvamos á reanu dar e l h ilo de nu es t ro in te r r u m

pido discurro .

Después de la contestación dada por eí Sr. Orli

y La ra á nu estro opúscu lo, no hay necesidad de

insistir en la prueba de la Ortodoxia d»l principio-

de la infalibilidad de la razó n ni en la de la do c

trina que establece el valor objetivo de las ideas.

Nuestro i lustrado adversario admite la infal ibi

lidad de la razón, si se la entiende dependiente de

la verdad abso luta. Siem pre nosotros la en te n d i

m os y enseñam os a s í , y c i tadas qued an ar r iba

nuestras palabras que dan fé de ello.

No menos conforme está con que las ideas ten

ga n valor objetivo y sean el testimon io qu e de sí

m isma d a la verd ad . En cua nto á si las ideas y el

valo r que tienen proceden ó n a de los senLiJos,

a su n to es q u e no fué p ue sto en cu estió n en el Ca-<

tecism o de los texto s vivos, ni habrá m otivo p ar a

que nosotros lo ab ord ára m os de frente en n u es tra

contestación, l imitada á la defensa de los concep

tos impugnados ea dicho Catecismo.


21/80

19

. Resul ta , poes , c ier to ,

y ya sin

contradicción

por par te del Sr. Orli y L a r a , que «La doctrina

que

establece

el valor objetivo de las i'.'eas y la

infalibilidad de la razón, es conforme á la menta

de Santo Tomás y, por lo tanto, no es opuesta á

los principios del Catolicismo;» que es cuanto


22/80

2 0

Instituto de Badajoz es puro panteísmo y tiene

contra sí toda la luz y autoridad de ta admira

ble filosofía del Ángel de las Escuelas, en la cual

se estrella precisamente esa grande lieregía da

nuestros tiempos »

Digamos como de pasada, que á nadie causaría

extrañeza el que el S r . O rt í y La ra m os trara p re

dilección por una escuela ó sistema de ter m in ad o

entre los que se disputan e\ dominio de las in te l i

gencias en el campo de la Filosofía; ni que, abun

da nd o en sus convicciones, em pleara sus talen tos

y su instrucción en la pro pa ga nd a de sus ideas por

medio ile la discusión razonada y de la exposición

científica. Pero juzgamos que no á lodos parecerá

bien el que, á guisa de quien no tiene confianza en

los procedim ientos de la razó n, prom uev a en las

conciencias asustadizas alarmas contra sus adver

sar ios den igrándo les con los dictados de a leo s,

pan te i s t as , impíos , here jes , e t c . , e l e . Porque , á

la ve rda d, con citar sentim ientos no es esclare cer

conceptos , y semejante manera de discutir , s in que

conduzca al mayor prestigio de las creencias, baca

enojosa la controversia científica.

Se gu ram en te que a los suscri to-res de la «C ien

cia Cristiana» que lean la proposición sentada con

tr a noso tros por el Sr Orl í

y

L ar a, es tará rnuy

lejos de pasarles por m ien tes el que en nu est ros

«Elementos de P. icología» defendamos la sus lan-

cialidad del alma y lom ando do ello pié c o m b a la -


23/80

2 2

oíos el pan teísm o; que establezcamos la l iberta d

hu m an a y refutemos el fatal ismo p an leis ta ; qu e

recha cem os la impe rsonal idad de la razón y af i r

m em os que hay una Razón infinita de la que las

razone s individuales son part icipación im pe rfec ta;

que p on gam os, en f in, que el alm a está do tad a de

espon taneidad y rec ep tivid ad , y que sólo Dios es

absolutamente espontáneo; as imismo que él «ólo es

absolutamente inf ini to é inf ini tamente absoluto.

No es incumbencia nu es t ra av er i gu ar si aquel

estilo de polémica tiene modelos en escritores más

ó menos piadoso s; pe ro , como qu ier a que ello sea',

n a d a put-de justificar el que en la discusión sob re

m ate rias científicas, las doc trin as de los qu e en

ella interv iene n, en vez de recibir de no m ina cio ne s

propias para darlas á conocer y refer ir las al grupo

á que pertenezcan do ¡os qu e la histo ria de c ad a

ciencia rpgistra y clasifica, se design en con califi

cativos de mayor ó menor sonoridad y efecto para

de term ina do s lectores , pero s in otro valor en las

contiendas sobre Filosofía que el que en las compo

siciones poéticas tienen los que los pr ec ep tista s

l laman r¡//ios.

l 'ero (lujando á un lado c ue stion es de forma y

entrando en el fondo de la conclusión del Sr. Ortí

y L ar a, procede ante s que otra cosa hac er una

rectificación á que nos ob liga el olvido en q ue fre

cu ente m en te incurre dicho seño r , de la s igni f ica

ción y valor que nosotros damos á algunas pala^-


24/80

2 2

bras de uso frecuente é importancia decisiva en es

ta polémica, las que por cier to, en su lugar opor

tuno, tuvimos buen cuidado de definir y explicar .

Cuando hab lamos de

I Ü E A S ,

E L E M E N T O S P R I M A R I O S

D E L C O N O C I M I E N T O , C A T E C O R Í A S , y decimos

que

son

in na to s en nues t ro espí r i tu , que no son obra de

nu es tra cau sal id ad, no s ignificamos con aquellas

pala bras conocim ientos hech os , conocimientos ya

formados, nociones, juicios ó raciocinios; s ino s im

plemente los datos , las condiciones ó leyes objet i

va s

para formar los con ocim ientos : eu su m a, la

verdad cognoscible en cuanto presente al espír i tu

y dada para e l con ocim iento . Pueden verse nue s

tros elem ento s de Psicología, lecciones 19 y 2 2 ,

segunda ed ic ión .

Ta m poc o es verdad que

Dosotros

sos tengamos

que C O N O C E M O S las cos as inteligibles en las ideas ó

razones eternas con que son conocidas del mismo

lJios. Cítenos el Sr. Orlí y Lara aquel de nuestros

escri tos en que nosotros hayamos hecho semejante

afirmación. Por mas que h emo s de dec larar que

es ta do ctrin a no nos asusta y que le da m os mil ve

ces

la preferencia sobre e l mal encu bier to no m in a

l i smo

del S r . O rt í y L a ra . P ero aun cua ndo asi e s ,

no nos place responder de otras op i n i ones que de

la s nu estra s y de las consecu encias . todas que en

riguro sa Lógica se deduzcan de el las ; de n in gu na

m an era de las que fantaseando tenga á bien a tr i

b u im o s, con la mejor bu ena fé, un cr i t ico ó un


25/80

23

ce ns or , sea él quien sea y aníme lo

6 nó

el mág

piadoso y cari tat ivo es pí r i tu .

Hech as estas salvedades h em os de l lam ar la

alencion de nues t ros lectores sobre la c i rcuns tan

cia de que dicho señor ahora, como en su censura

an ter ior , acusa de heterod oxia á do ct r inas que

precisam ente son tamb ién de Sa nto To m ás de

A q u í n o .

No sotros , por tan to , á las conclus iones del s e

ño r ür l í y La ra oponemos las s iguien tes pr op os i

c iones :

Pr ime ra . La doct r ina que es tablece que e l e s

pír i tu posee , por vir tud de su propia na tur ale za ,

no por adquis ición suya, los datos para el conoci

miento intel igible ú racional , ó sean las condicio

nes objetivas de dicho conocimiento á las que nos

ot ros damos el nom bre de ideas , ca te go r ías , e le

m entos in te lig ibles e t c . ; y qu e dichos d atos ó

cond iciones obje tivas son del todo indep endien tea-

de la sensibilidad, es conforme á la mente de San

to Tomás de Aquino .

S eg un d a. La doctr ina del Sr . Orlí y La ra qu e

en oposición con la nuestra establece que los sen- '

t idos son la fuente única de todos nuestros conoci

m iento s ; que únicam ente de las imp res iones de

aquellos reciben estos todo su valor y toda su ver

dad; que los e lementos pr imar ios del conocimien

to in te l ig ible— prim a inte il ig ibi l ia— las suprem as

razones del ente , de lo uno, de lo verdadero, e tc . ,


26/80

24

son obra de nuestro espíritu, no verdad y luz que»

formen parte integrante de su naturaleza intelec

tual, contradice abiertamente la doctrina del Án

gel de las Escuelas.

Aunque diferentes en la forma estas dos propo-

s¡ciona iSon

idénticas en el fondo, por lo que no

las consideraremos aisladamente al intentar la de

mostración de ellas.

S í ,

por establecer algún urden, haremos cons

tar primeramente que, según Santo Tomás, hay

en todo conocimiento intelectual humano elemen

t o s ,

condiciones á priori, ó sean datos que el es

píritu posee independientemente de toda experien

cia, que no son adquisición suya, no son produc

to de su actividad espontánea, son innatos. En

segundo lugar haremos manifiesto que, de confor

midad coii la mente del mismo Santo Doctor,

aquellos elementos primarios del conocimiento-

constituyen una diferencia específica entre el hom

bre y el bruto y son por tanto la propia esencia y

naturaleza intelectual del espíritu.

Vamos á tratar de estos dos puntos siguiendo el

órdea en que los hemos designado, i

Apenas hay una página de las obras de Santo

Temas en la que se ocupe el Santo Doctor del co

nocimiento intelectual, que no ofrezca un testi

monio para poder probar de un modo concluyen-

le, que reconoce en el espíritu humano una fuente


27/80

25

sup erior de conoc imientos inde pen dien te de lo?

sen tido s, una verdad innata que i lumina é i lu stra

la inteligen cia en la forraaciou de todo con oci

m ien to , verdad en la cua l co no ee no s to da la verdad

que nos es dado conocer , dato que el entendimiento

apor ta i todo conocimiento, condición á pr ior i , ley

ineludible de to lo acto intelectual.

No com prendem os como pu el e aQrraarse qu e

seg ún la enseñanza del A utor de la Su m a T eo ló g i

ca todos los elementos, toJos los datos., todas las

condiciones para e l conocimiento humano se redu

cen á la impresión sensible.

... Ba star deb iera, a nu estro juic io, p ara que ni a u n

se intentara concebir semejante suposición, sólo el

con sidera r ona nto es el a precio y es t im a que é l

A ngélico Doctor hace de las do ctr in as de Sa n A -

gus t in , autor idad para é l preferente y decis iva en

todos los casos.

Y con ef*cto , s iendo tan gr an de ad m irad or de l

Ob.spo de Hipona, quien profesaba ios principios de

Platón, no puede concebirse que rechazara los e le

mentos racionales del conocimiento que. el espir i ta

hum ano posee indepe ndientem ente de la esper ien -

cia Ser ía un hecho por de m ás s ingular ís imo

y

dpi

que no podría darse sat isfactoria explicación, el que

Sa nto Tom ás enseñ ara qno la sensación mas ó m e-

nos tr as formad a , mas ó rn en os dep urada po r l a

ab strac ció n, era la fuente única del con ocim iento

h u m a n o

y

m os t ra ra entus iasm o por las doct r inas


28/80

26

de un Pla tónico, buscando en e l las apoyo para

sus

conclusiones ideológicas .

Yes lo cier to qu« apenas, s i alguna vez, se ocupa

Sa nto To m ás del cono cim iento intel igible que no

invoqu e la autor idad de San A gu s t ín , com entan do

y explicando sus tes t imonios en sentido concil iador

c m las teorías de A ris tó tele s; como si fuera su

em peñ o el co nc er tar , tajo la base de la teodicea

oaló lioa, los principio s dé la A cadem ia con los del

Liceo. Y bas ta nos a t rever íamos

A

afirm ar que este

prop ósi to de armon ía y conc ier to es la m ejor reg la

pa ra descub r i r y conocer l oq u e de propio y ca ra c

ter ís t ico t iene la doctr ina del g ra n m ae stro de Id

Filosofía Escolást ica.

Nosotros tenemos por un error la opinión de los

qu e dicen que Sa nt o To m as en filosofía es e xc lu si

vamente per ipa té t i co . Se^un nues t ro modo de ver ,

su s tende ncias son el arraonism o» Aristó tele s es sí

su m aes t ro , pero en tanto en cu an to cabe con cor

dar sus doctrinas con las del Obispo de Hipona, esto

e s , con el Platonismo cris t iano.

En la cuestión del co no cim iento , San A gu stín

q u e ,

aunqu e pla tón ico , no podia ac ep tar la teoría

de las ideas sepa radas de Platón po r cu an to e í

opuesta á h fé catól ica, puso que nosotros velamos

en Dios las esencias de las co sas ; in tro du cie nd o, ó

cuan do m enos ac redita nd o con la au torida d de su

ciencia .y de su pala bra , esta modificación de las d o c

tr in as platón icas . Pe ro , adm it ida la vis ión de las co sas


29/80

2 7

en

la m ism a es enc ia d e Dio s, se hac e difícil el pod er

dis t inguir en tre el conocim iento na tura l defho m bi-a

en esta do de viador y la vi-ion beatífica de q u e j

po rg ra ci a sob ren atu ral , gozan ios que han a lcal iza

do la pat r ia e terna. Santo Tomás , para obviar es ta

dif icul tad, explica á su vezáS. Agustín en el sentido

de que nosotros vemos las cosas en Dios, pero no

porque su misma infinita esencia so nos manifieste,

s ino en las razones ete rn as que son la pa rt icip ació n

en nosotros de la verda d infinita, la copia e x a c ta

f idelís ima de la suprem a ete rn a verd ad . P or ra zó n,

em pe ro, de la imp erfección del espír i tu h um an o

que ocupa el grado ínfimo en la escah de los seres

intel ig en tes , aquella semejanza dé la verdad divina

está en nosotros diversificada, esto es, dividida en

muchas como partes ó aspectos parciales de la mis

ma verdad Las concepciones del en te ,d e lo u n o , da

lo verdadero e tc . , en suma, las pr imeras concep¿

ciones com unes á todos los hom bres re pr es en ta s

aquellas verdades part icipadas de la verdad divina.

Dichas concepciones const i tuyen el conocimiento

r a t u r a l , son semil la de la ciencia, y en ellas se r e

suelven los conceptos todos que eleo ten dim ien to for

ma de las esencias de las cosas.

En cuanto al hecho mismo de la existencia de los

sores y a la s dete rm inac ione s bajo las cua les exis

ten, no son conocidas en las razones • terna s como

las ese nc ias, sino m ed ian te la espe riencia dé los

sentidos ú de la conciencia.


30/80

2 8

E s ta

es, tal

cual nosotros

la

en t endemos ,

la

d o c

t r ina de San to Tom ás , d i s t an te como el cielo de la

t i e r r a de l a q u e le a t r i b u y e el Sr. Orlf y L a r a .

P a r a no ser más difusos de lo que permite la ín

dole de este t rabajo, ci taremos sólo tres tes t i

monios de las obras del San to en apoyo de la su

maria exposición que hemos hecho . El a r t í cu lo

quinto

do la

cues tión och enta

y

c u a t r o

de la

p r i

mera par te de la suma Teológ ica ; el cua r to del

quodlibeto octavo ci tado en nues t r o an t e r i o r opús

cu lo , y el sé t imo del quodl ibe to déc imo.

Estos t res ar t ículos forman un t r a tado comple to

de Ideología;

y si se

es tud ian

en el

concier to

que

e n t r e si tienen y se medi tan con la detención que

m erec en , nad a , a ju icio nue s t ro , de janq ue desear pa

r a compr ende r

el

pensamiento

del

Angélico Doctor

en lo que se refiere á la fuente y formación de n u e s

t ros conocimientos .

E n el artículo citado de la Suma T eo lóg i ca , S an

to Tomás p lan tea la cuestión del conocim iento de

las cosas inmateriales y resuelve que es tas son co

nocidas en las r azones e te rna s .

E n

la

doct r ina

de San

A gu stín funda S an to

Tomás es ta solución, y t rae en apoyo de el la aquel

notab il ís im o test imonio del libro de las Confesiones,

capí tulo 25, que dice asi: «Si ambo videmus ve-

rüm esse qwd dicis, el

ambo

videmus verum esse

quod dico

t

ubi quwso id videmus? on ego utique


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2 9

in

fe

nec

tu in

mejsed ambo

in

ipsa

qm

supra

mentes nostras esl incommutabili vertíale.»

Acerca del sentido que á es tas palabras da S a n

to Tornas no cabe que haya dudas ni discus ión.

De el las , después de es tablecer en una proposición

menor «que la verdad inconmutable se contiene

en las razones eternas,» concluye que en es tas ra

zones conoce

el

alm a intelectiva toda

la

verdad .

Es muy d igno de que se note y tenga en c o n s i

de r ac ión que, en el cuerpo del a r t í cu lo , el San to

Docíor reconoce y declara que San A gustín tomó

la solución propuesta de las doct r inas pla tónicas

en que es taba im bu ido, la sq u e modificó y a c o m o

dó á las exigencias del dogma catól ico .

¿Puede ahora caber en el juicio de a lguien que

quien acepta

las

soluciones

que da

Pla tón

al

origen

de los conoc imien tos , por mucho que las modifique

y mi t igue , ha de l legar hasta la negación de todo

conocimiento á pr ior i en la in te l igenc ia hu m an a ,

has ta rechazar toda condición independiente de la

expe r i enc i a , y no adm i t ir más fuente ni ot ro medio

de comunicación de nu es t ro espí r itu con la verdad

que las fugaces y bas ta c ier to punto engañosas re

presen tac iones

de los

sentido*?

Pensar lo así de San to Tom ás valdr ía tanto com o

dar la razón al Genuens e que acusó de c o n t r a d i c

tor ia la doct r ina del S a n t o .

P e r o no; para el Angélico Doctor las razones

que con t ienen la verdad inmutable son la fuente del


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íSSnocimíenlo de las cosas inmater ia les ; y la e x p e

riencia de los sentidos juntamente que aqu-dlas razo-

nesexpi ican, y en esto hace diferenc iar su doct r ina de

la de l ' laton, el origen del de las cosas materiales i£l

dominio de los sentido s que da pues reduc ido, en la

doct r ina

del

S a n t o ,

al

hecho

de la

existencia

de los

seres corpóreos , con sus ú l t im as de te rm inac iones ,

tínica cosa

que pue len

revelar .

Lo

neces a r i o ,

lo

e t e r n o , lo inmutab le , las leyes, las c a u s a s y los

pr incipios , son conocidos en la verd íd d iv ina da

que nue s t ro espí r i tu par t ic ip a .

Para satisfacción

de

nue s t ros lectores co pia m os

lo[más notable del ar t ículo ci tado.

Después de s en t a r , en el Contra del artículo^

las doct r inas de San A gus t ín , como hem os dicho

a r r i ba ,

en e| cuerpo del

mismo

se

expresa

así: Et

ideo Augustinus, quidoclrinis Plalonicorum im-

butus fueral, si qua invenit fidei accommoda in

eorum diclis, assumpsil: qua vero invenit fidei

npstrce adversa, in mélius commulavil Sed

guia videlur esse alienum á fide, quod formw re-

rum extra res per se subsislant absque materia,

sicut l'latonici posuerunt, diaenles VER S E V I T A M ,

aut

PER SE

SAPiENTiAii

esse quasdam substanlias

crealtces ., ideo Augustinus posuit loco ha-

rum idearum, quas Plato ponebal, ra/iones on¡ -

nium crea tur arum in mente divina existere, se~

cundum quas omnia formanlur, el secundtm

quas eliam anima humana omnia.cognoscil.


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31


34/80

5 2

bien el ser inmutables é infalibles

«Ab una

prima

vertíate mu lta; veritates in mentibus hom inum re-

iullant, siout ab una facie hom inisresultant mu l

ta) facies inspeculo fraclo, hcec autem resu ltatio

verilalis est quantum ad duo, scilicet quantum

ad lumen intellecluale de quo in l'salmo . S I G N A -

T U M

E S T S U P E R N O S L U M E N V U L T U S T U I D O M I N E , el

quantum ad prima principia nalurali/er nota si-

ve sint complexa sive incomplexa. Nikü autem

pomimus verilatts cognoscere nisi ex primis prin-

cip v s

el ex lumine inlellecluali; quœ veritalem ma

nifestare non possunt; nissi secundum quod sunt

similitudo illius primee veri alis: quia ex hoc

etiam habenl quandam immutabililalem el infalli-

bititatem. Sic ergo in prima verilate secundum suam

essentiam non omnia videnlur á nobis in statu

via; cum nec ipsa per suam essentiam á viatoribus

tideatur S E U I N

I P S A

R A T I O N E

SUJE

I M A G I N I S S C I L I C E T

V E R I T A T I S

A U E A E X E W P L A T ^ O M N I S V E R I T A S À N O B I S

C O G N O S C I T U R . Et exinde est quod duo idem verum

vident in quantum

ab eadem

prima vertíale résul

tai exemplala eritas in men le utriusqne: el ill

inlelligendum est dictum Auguslini.

De la doc t r ina sentada aquí por Sa nto To m ás

deduc imos nosotros las s iguientes co nclu sion es:

Pr i m era . Si pues las ra to ne s e te rna s , es to

3 9 ,

las

ve rda des en las cuales conocem os las esencias de

las cosas , derivan en nosotros de la pr imera verdad;

l uego

O

sou dep endien tes de la esper iea cia ,

ni


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33

obr a nues t r a , son inna tas en la significación mas

propia y r igorosa de la pa l ab r a . Segunda . Si todo

conocimiento de la verdad supone y exige en n u e s

tr a inleligencia aquellas verd ade s pa rt icipa da s de

Dios,

si nada de la verdad podemos sin e l las cono

cer ; luego son ley de nues t ra act iv idad in te lectual ,

condición de todo conocimiento de la verdad sin la

cual

la

intel igencia

no

puede a lcanzar g r ad o a lg u

n o de desenvolvimiento. Y por ú l t imo , si aquel las

verdades son copia de la verdad divina (ve ri tate a

exemplatae á pr ima ver i ta te) , si son i n m u t a b le s é

infalibles; luego

son el

fundamento

de

n u e s t r a

cer teza , y la ga r an t í a del valor de n u e s t r o s c o n o

c imien tos .

T an to

los

primeros principios com o

la luz

i n t e

lectual

son,

s egún San to T o m ás ,

la

impres ión

en

noso t ros de la p r imera verdad , el ejemplar de la

verdad divina en el cual conocemos todas las o t r a s

ve r dades . Mas en esto de ser medio para el c o n o

cimiento de la ve r dad , el Santo Doctor en. la c o n

testación al a r gum en to s egundo del ar t ículo que

venimos examinando

y en el

antes c i tado

de la

cues t ión ochenta y cua t ro de la Suma , e s t ab l ece

una diferencia entre

los

pr imeros pr incipios

y la

luz intele ctu al . A quellos , con siderad os en relación

con el entendimiento agente, vienen á ser como un

ins t rumento para el conocimiento de las conc lus io

nes , las cuales son en eilos con ocid as tanquam in

objeclo coquito. Pero

la luz

in te lec tua l

no es ins-


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37/80

5 5

como el en ten dim ien to ha ce d eriv ar de aquella-

verdad divina que él l leva consigo, los conocimien

tos de las cos as Inteligibles, esto e s, c óm o la a c ti

vidad espo ntánea del espír i tu fo rm a, val iéndose

de los elementos primarios del eonocimiento de los.

qu e ¿1 ha sido hecho par ticipe en la cr ea ci ó n, el

concepto de lo qu e ao cae bajo el sen tido ni la

imaginac ión .

Es te ar t ículo puede ser oons iderado oomo com

plem ento y aplicación de la do ctr in a exp uesta e n

los dos examinados an te r io rmente .

Comienza el Ang élico Doctor sen tand o con S an

A gu stín qu e el cono cimien to de la esencia de la

caridad es P O R V I S I Ó N . Sabido es qu e el ser V I S T A S

se dice de aqu ellas cosas que muev en por sí m is

m a s a l e n te n d im i e n to ( 2 . 2 . q .

1

. a . 4 , i o c o r -

p a r e ) .

Pe ro como la cuest ión plante ada y la solu ció n

pro pu esta se refieran al conocimiento qu e pu ed en

te n er de la caridad los qu e no poseen esta virtu d»

de aqu í la necesidad de exp licar cóm o la m ism a se

hace presente y mueve por sí a l en ten dim ien to ,

para que pueda ser vista por és te . San A gus l in»

en el l ibro décimo ace rca de la Trin ida d qu e ci ta

Santo Tomás en dicho ar t ículo , d ice que la car idad

y los de m ás háb itos sem ejan tes á ella son conocí-,

dos en la prim era ve rda d. L a dificultad qu ed a así,

res ue l ta, puesto qu e Dios con tiene en s í de un m o

do eojinente el s o r da todas las c osas . San to T o -


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39/80

37

dice inn ato , s ino las razones repre sen tada s por

dich as concepcione s, que son las m ismas razone s

ete rna s de que par t ic ipa nue s t ro espí r itu de r iv a

da s de la Razón infinita, seg ún el testimo nio de l

Psalmista: aSignatum est super nos lumen vulíut

íui, Dominen;

tes timonio aducido aqui por S an to

T om ás , como lo es en ei ar t ículo sét imo del quodli-

beto décimo y en el quinto de la cuestión ochenta y

cuatro de la pr imera parte de la Sema ya ci tados;

y en todos e l los para comprobar e l mismo pensa

mien to .

Dichas razones ó, s i se quiere, elementos inte

l ig ibles—prima inte l l ig ibi l ia—representados por

aquel las concepciones son naturalmente conocidos

— p e r 9 e n o l a — , y e n

tal concepto vistos por n ue s

t ro ente ndim iento , no obra su ya ; y de aquí que e l

conocimiento de la esencia de la car idad formado'

única m ente con dichos e lem ento s , no con los r e

cibidos por algu na ot ra fuente, se a, segú n Sa n

Agust ín y Santo Tomás , conocimiento pur vis ion.

Y cuen t a adem ás que San to T om ás ex p r e s a

mente consigna que dicho concepto de la car idad

no t iene parentesco a lguno próxim o ni r em ot o '

con las imágenes de las cosas en los sentidos ó en

la imaginación.

Po r la mu cha extensión qu e t iene dicho a r t ícu lo

y porque en nues t ro anter ior opúsculo nos hemos

referido á é l , no lo t rascr ibim os aquí , l im i tánd o

nos á comentar lo , como lo hemos bocho, con toda


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3 8

fidelidad, y

á

r ecomendar lo

á

aquellos

de

nu es t r o s

lectores que no hay an tenido oca sión de es tudiar lo

de ten idamente

El Sr. Ortí y Lara nos p r e g u n t a , en el escri to

3 que replicarnos: «¿Qué hemos querido ver en di

cho ar t ículo? ¿Por ventura que las ideas del e n t e ,

d e

lo uno, de lo verdadero , etc., perte:ieoen a la

esencia del esp ír itu hu m ano , ó que no son a d q u i

sición suya?»

^ Nosotros , contes tando á nue s t ro I lus trado ad

versar io , debemos deci r le quu en nues t ro an te r io r

opúsculo citamos dich'> articulo para otro fin que

el. de hacer ver que aquel las ideas per tenece n á la

esencia del espír itu hu m an o, pues que acerca

de

esto no se había movido expresa c uest ión en tre el

S r .

Oí

tí y

Lara

y

nosotros cuando escribimos

di-,

cho opúsculo; pero que aho r a sí, con ese pro pósi to

lo c i ta m os ; para hacer cons tar que la dootr ina

calificada de panteísmo por el Sr. Ort í y L a r a , ea

la misma que enseña Santo Tom ás de Aquino .

El Sr. Ort í y Lara a to rmenta inú t i lmente su

en tendimien to para dar á las pa labras «insunt

nobis wluratiter» una explicación que las haga

concil iables

con el

incom pleto s is tema ideológico

que él profesa y del que quiere que sea r e s pons a

b le San to Tomas :

«Preguntará acaso alguno

(pá

g i n a 43o de la Ciencia Cristiana ) por qué dice.

Santo Tomás que esos conceptos están en nos

otros naturalmente,

I N S Ü N T N O B I S E T I A M N A T U K A U -


41/80

39

T E R ,

y aun

pREExrsTEM

en nuestro entendimiento

como

S E M I L L A S

de tas ciencias; á cuya pregun ta

se responde fácilmente observando que el hallar

se N A T U R A L M E N T E en nosotros tales nociones, es

muy conforme á la naturaleza de nuestro enten

dimiento, que procede de lo imperfecto á lo per

fecto, por lo cual antes de llegarse al conocimien

to científico de su objeto, aprehéndelo imperfec-

tísimamente bajo esas razones comunes é inde

terminadas de E N T E , de U N O , e t c . , las cuales son

sutceplibtes de las determinaciones que sucesiva

mente reciben del mismo entendimiento, y se van

asi desarrollando al modo de la sem illa que

existe en la tierra, luego que esta la ha recibido,

y que preexis'e al fruto, y aun á la planta qite

de ella se origina »

Mas el Sr Ort i y L ar a no ha pen sado qu a

aquella atr ibución t iene el mismo valor cuando el

Santo la hace recaer en las concepciones del ente,

de lo un o , de lo verdadero , e tc . , que cu an do , l í

ne as an te s , la apl ica á los pr imeros principios ; y

pa ra indicarlo así estnn emp leadas en aquella lo

cución las palabras similiter y etiam: utít simili-

ter in inlelleclu insunt nobis etiam natuialiter.»

Ahora bien, los primeros principios son innatos en

nosotros según declaración del mismo Sa nto T o

mas:

uOportet igitur N A T U R A L I T B E R N O W S

E S S E

I N D I T A ,

sicul principia especulabilium, ita

el

prin

cipia operabilium » Q 7 9 , a r t . 12 )

1


42/80

40

,

-

¿Pero

á

qué

echarse

a

n a d a r

en un mar de ca-

bilaciones

en

busca

del

recto sentido

de

palabras

que están r igurosamente definidas

por el

A n g é l i

co Doctor en el mismo art ículo en que se e n c u e n

tran empleadas? Después de dec i r el San to que

las pr imeras concepciones del ente de lo uno y de

lo verdadero

en las

cuales

se

resuelv en todos

los

conceptos , son « N A T U R A L I T ER

o m m b u s

ñola», añade

seguidamente :

«¿7

quia naluralis cognilio

est

guaedam similitudo divince veritalis mentí nos~

tr e impressce.» Donde está muy claro que á di

chas concepciones se las llama naturalmente co

nocidas,

conocimiento natural,

por

cuan to repre

s en t an i nmed ia t amen te

la

verdad divina impresa

en nosotros ,

y no por las

sutilezas

con que

p r e

t ende

el Sr.

O rtí

y

Lara acomodar

el

texto

á su

pensamien to

en vez de

e n m e n d a r

su

pensamien to

p o r el t ex to .

En

la

in terpretación

que

noso tros dam os se

en

t iende bien

el que

San to Tom ás pre tend a exp l ica r

ú n i c a m e n t e , y de n ingún modo enmendar ni c o r r e

g i r , la doc t r ina de San Agus t ín que dice que la ca

r idad es con icida en la verdad pr imera; y en e fec

to ,

en el

sentido

que de

aquella interpretación

re

s u l t a ,

es en la

verdad primera

en la que

conoce

m os

la

virtud

de la

ca r idad según Sa nto To m ás ;

no c ie r t amente

en la

verdad prim era vista

en si

m i s m a , en su propia esencia, s ino en c u a n t o p a r

t ic ipada é Impresa eo la cr ia tura racional ¿Pero


43/80

41

en

la interpretación riel

Sr.

Ortf y Lara

como sa

sálvala integridad del pensamiento del Santo Doc

tor?

En la ideología de Santo Tomás se dá princi

pal importancia, en las cuestiones relativas al orí-

gen y naturaleza del conocimiento, á una pro

piedad

que el

Santo llama lumen inlellecluale

y

también

lumen ralionis: Es

ésta

la

propiedad

que

tiene

el

espíritu

de

participar

de las

razones eter

n a s ,

esto

es, de

llevar

en sí la

impresión

de la

primera infinita verdad según la cual conoce y

juzga de toda verdad.

Todas las dificultades del presente debate vie

nen á refundirse, según nuestro modo de ver, en

la interpretación del concepto de luz intelectual.

Este concepto

es la

clave para

la

recta inteligen

cia

de la

doctrina ideológica

del

Angélico Doctor."

De haberlo formado erróneo

é

incompleto resul

tan,

4

nuestro parecer,

los

errores

del

ilustrado

Catedrático de la Universidad Central en la inter

pretación de Santo Temas y la inevitable declina

ción de su doctrina hacia el sensualismo.

¿La

luz

intelectual

es una

mera virtud

ó

fuerza

abstractiva del espíritu vac ía de todo contenido de

verdad

y

reducida

a la

función

de

despojar

á los

phantasmas

de la

imaginación

de sus'

condiciones

individuales?

¿0 más

bien

la luz

intelectual

re

presenta

los

elementos primarios

del

conocimiento

—p iuMA i isrELLiGiDHiA— la s razoaes eternas de


44/80

42

que

el

espí r i tu humano

ha

s ido hecho part ícipe

en

la creación,

la

verdad resultante

en

nue s t ra in te l i

gencia de la p r imer a é inf ini ta verdad, en s u m a ,

las concepciones del en t e , de lo uno, do lo verda

d e r o , etc. , que forman el fondo de todos nu es t ro s

conocimientos y son la p r imera luz y p r imer a ley

de todo humano pensamiento?

No

hay

necesidad

de

dec la ra r

qua

nosotros

' e -

chazamos el primero de es tos conceptos de luz in-

-telectual tachándolo de incomple to cuand o m en os

y que acep tamos el seg un do como s iendo el qua

expresa la genuina mente do S a n t o T o m á s . En

•cuanto al Sr. Ortí y L a r a , j uzgue el lector por

. sus miomas pa lab ras : «La semejanza de la luí

divina impresa en nosotros no es la

verdad, si

n o

el

medio

que nos la manifiesta, al cual se te

Má por esta razón el nombre de U Z

Esta es la

razón de haber llamado

L U Z

el Santo Doctor

al entennimienlo agente, LU Z

I N T E L I S I B L U .

( g.

dispp. De venl. q. 12, á ij porque con su ac-

•cion descubre las esencias de tas cosas materia-

les,

y forma las

especies

ó representaciones in

teligibles mediante las cuales son aquellas cono

cidas del entendimiento posible.»

Nadie duda que la luz in te lectual es medio para

conocer la verdad; per» en cuanto que el Sr. Or

t í 'y Lara niega que ella misma sea ve r dad , co n

t rad ice ab ie r tamente la doc t r i na de S a n t o To-

m á s . Véase sino

como define

éste la luz i n t e l e c -


45/80


46/80

44

t a r a p a r a j u z g a r que la verdad recibida de D ios

en la creación no puede ser medio para el c o n o c i

miento de otras verdades y luz ella m isma de la

intel igencia? ¿Acaso

los

primeros principios

no

se

dicen luz de la ciencia? ¿La ciencia misma

n o es luz de la intel igencia? ¿Las verdades de fé no

son luz pa r a el creyente?

Desengáñese e lSr . Or t í

y

L a r a .

En la

doc t r ina

de San to T omás la luz n a t u r a l no es más ni o t ra

cos aque los p r imer os e l emen tos del conocimiento

—-pr ima inte l l íg ibi t ta—, las razonesdel ente , de lo

r iño,

do lo ve r dade r o , etc., las cuales representan

la verdad reflejada en nuestro espír i tu de la V er

dad pr imera .

La luz

na tura l

es lo

in te l ig ible m is

m o ,

según expresión de San to T omás : Ipsum in~

íelligibile vocalur lumen

vel lux

p.

p. q. 12. a:

5 . in. c.)

N o son, como er rad am ente opina el S r. Ortí y

L a r a , una m isma cosa la luz in te lectual y el en

t end imien to agen t e , en la doc t r ina de S a n t o To

m á s . Y precisamente porque el Sr. Or t í y L a r a

los confunde es por lo que no acier ta á i n t e r p r e

ta r r ec tamente

el

pensamien to

del

S a n t o ,

y por lo

que desconoce y niega el sentido racionalis ta de su

ideología.

En pr imer lugar ; según la m e n t e del Angél ico

Doctor , la luz intelectual es una impresión de la

verdad divina;

ea

una propiedad

que

se a t r ibuye al


47/80

4 5

esp í r i tu en

cuanto

receptivo,

en

cuan to

i nf lu ido

por

la

verdad suprema; sigillalio divinas veritatis

in nobis

(p. p. q. 84. a. 5.°) El

entendimiento

agente , por el con t ra r io , es una virtud activa á

la que se le asignan funciones propias y que r e p r e

senta la espontaneidad del espíritu en el conoc i

miento.

oOportet igitur poneré aliquam virlutem

ex parte

inlelleclus,

qum

F A C U T

inlelligibilia

in

actu

per

abstraclionem specierum

á

conditioni-

bus materialibus.

ET H.E C ES T

N E C E S S I T A S

P O N E S D I

1NTELLECTUM

A G E N T E M . »

1 . p. q 79. a. 3 C

En segundo lugar ; de la luz in te lectual par t ic i

pan también los espí r i tus puros , los Ange l e s :

«Triplex est lumen in Angelis, natura et grada»

ct gloria}.»

Por el contrar io el en tendimien to

agen t e

no

puede

ser

atr ibuido

á los

A n g e l e s : «

Er-

go in angelo non est inlelleclus agens.» (1. p. q.

5 4 .

a. 4. con t r a . )

Ú l t i m a m e n t e , el a lma en su estado de s e p a r a -

clon del cuerpo entiende por la influencia de la luz

in te lec tua l ; pero

no

ejercita

el

en tendimien to ag en

t e ,

en cuan to á la función, por lo m e n o s ,

de

a b s

t r a e r de los p h a n t a s m a s las especies in tel ig i

bles,

u

Anima separata

non

inlelligit

per

species

innatas,

NEC PER.

S P E C I E S , O JI A S T U N C A B S T I U H I T ,

sed per species ex influenlia divini luminis par

ticípalas, quarum anima

¡it

parliceps, sicul

el

alia} subslanlm separata}, quam vis infcriori

modo.» ( 1 . p. q, 89. a. 1. ad 3.«'

a


48/80

4 6

Vert iendo el pensamien to de San io Tom ás en un

l engua je más cor r i en te hoy en t re los que se d e d i

can

á

este g éne ro de es tudios , la luz na tura l deb e

ser clasificada entre las que se dicen facultades

objetivas ó reales y también receptivas; el e n t e n

dimiento agente t iene su lugar ent re las

facultades

activas ó formales.

Baste

io

dicho para

que

pueda aprec ia r se c u a n

to distan de la verdadera mente de San to T omás

los que, como el Sr. Ortí y Lara, confunden el en

t end imien to agen te con la luz na tura l .

Si ahora se cons idera además que es también,

defectuoso el concepto que dicho señor se ha for

m a d o del en tendimien to ag en te , ca lc u la r s ep ued e

has t a

qué

punto nuestro implacable censor esta,

conforme

con las

doctr inas

del

Santo. jCaso

ex

t r a ñ o El Sr. Ort í y Lara nos declara adv ersario s

de San to Tomás y se dice él discípulo suyo-, cuan

do en realidad de verdad, excepción hecha del

longuaje técnico y de pormenores de anális is ,

nuestra doctr ina psicológica entraña más c u m p l i

damen te que la suya el pensamiento del Angélico

Doctor .

Avaro

de

expl icaciones

se

mues t ra

el Sr.

Ort í

y

L a r a , en el escrito á que con tes tamos , por lo que

respecta al en tendimien to age n te , apesar de que

m á s de una vez parece provocar él mismo la oca

sión

de

hacer declaraciones aeerca

de

e st e pu n t o .

Nosot ros , no obs tante , fundados en apreciaciones


49/80

47

suyas acerca

de

ot ro s par t icula res re lacionados

con éste,

y

teniendo

en

consideración cuanto

es la»

que obliga la Lógica , nos a t revemos á suponer , sin

t emor de equ ivocarnos , que el docto Catedrát ico

de la Centra l no a s igna al entendimiento age nta

en la formación de la species inteligible, ot ra fun

ción que la de abs t raer , es to es, la de des ca r t a r

del pliantasroa de la imaginación las c i r c u n s t a n

cias individuales . Puede ser expresión de su d o c

t r ina en esta parte la siguiente fórmula que co

piamos de un escolástico: «filens Mis mutibus

imaginationis provócala ob ejus cum corpore

vtnioncm, rebus imaginalione reprcesenlalis alien-

•dil\ alque eas suo modo percipit per simililudi-

nes longé nobiliores

Q U A S

E X

I L U S S IM U L A C H R IS

K U -

C I T

justa Peripatéticos »

Ahora bien,

las

funciones

del

entendimiento

agente sobre el phantasma para formar la r e p r e

sentación intel igible, son dos según Santo To m ás :

iluminar y abstraer; son dis t in tas la una d é l a

o t r a y se ejerci tan sucesivamente en el mi s mo

orden en que las enumer amos .

La función do i luminar consis te en apo r t a r , pa

r a

la

formación

de la

species

ó

r epresen tac ión

in-*

tel igible, los e lementos á priori del conocimiento

—prima inlelliyibilia—, las razones del en t e , de

lo uno, etc., impresas en nuestro espír i tu y que

cons t i tuyen la luz intelectual en su propio y p r e

ciso co nc ep to, Es ta aplicación ha ce posible que


50/80

4 8

el

objeto representado por el p h a n t a s m a de la

ima g i n a c i ó n sea concebido con c i e r t a inmutab i l i

dad y universalidad.

«Vertías non esl lotalitcr á

sensibus expeclanda. Bequirilur enim lumen in~

tellec/us agenfis per quod inmulabiliter veritatem

in rebus mutabilibus cognoscamus el discernamus

ipsas res á simililudimbus rerum » (1. p q. 84.

a. 6. l .

m n

) S i en la representación sensible se

dieran, aunque ocultas

por los

accidentes indivn

duales , la s esencias de los objetos que son la ma

teria de la s representaciones in te lig ibles, ¿p or qu é

hab ia

de decir el San to : «

Venias non est lolali-

íer á sensibus expeclanda»? Ks muy

claro

que es

de

los

sentidos de quienes hubiéramos de espera r

la verdad si el conocimiento sensible contuviera ya

todo

lo que es

objeto

del

conocimiento intelig ible

y solo fuera necesario descubrirlo con auxilio de la

abstracción. Nótese en confirmación de es to que

Santo Tomás , en el lugar citado, explica un t e s t i

monio

de San

Agustin quien,

de

conformidad

con

sus principios plító nico s, niega á los sent idos la

sinceridad de la verdad.

Insistiendo en el mismo pensamiento al c o n t e s

t a r

á la

objeción tercera

de

dicho art ículo, dice

el

Santo Doctor:

«Non esl mirum, si inlellectualis

cognilio ultra sensilivam se . extendil

.» Si en el

conocimiento intelectual de las cosas m ate r ia le s

hay algo que está fuera del conocimiento sensible

y

sobre é l,

¿quien puede dudar que és te

no basta


51/80

4 9

para explicar la presencia en el espír i tu de toda la

verdad representada por aquel? La abstracción

no puede descubrir en la especies sensible lo

que en ella no se co ntie ne , lo que es tá fuera y

sobre ella,

qtwd ultra

Mam se

exlendil

Esta otra función, la de abstraer , consis te en el i

m ina r ilel plian tasm a de la im agina ción sus co nd i

ciones individuales , luego que su objeto, bañado pur

la luz intelectual, ha sido concebido por el

e n t e n -

dimiento bajo las razones de ente uno etc. , es to-os ,

segú n las razones ete rn as , ó sean ios pr im eros el e

mentos in te l ig ibles .

Estas dos funciones del entendimiento agente y el

orden en que se suceden es tán term ina nte m en te

cons ignadas en l i pr imera par le de la Suma q. 85.

a. 1. ad

q u a n u r n :

«Phanlasmala

el

illuminantur

ab inklleclu agente, et ilerum ab eis per vi-lutem

inlellectu* agenlis species intelligibiles abslrakun-

tur Illuminantur quidem , quia exvirlule inletlec-

tus agenlis R E U U U N T U R H U J I L U U T A » E I S I M E N T I O N E S

I N T E U I G I D I I . E S

AcsTHAiiANTUR. Abstraliit aulem in-

iellecius agens species intelligibiles á phan lasmati-

bus, in quantum per virlutem inlelteclas agenlis

accipere possumus in nostra consideralione natu

ras specierum sine individualibus condilionibus,

secundum quarum simililudines inlellecius possibi-

lis informalur »

. Reasum iendo tenem os: Pr im ero . Que el es pí r i lu

hu m an o, según Santo To m as , ha sido hecho p a r t í -

http://inteuigidii.es/http://inteuigidii.es/http://inteuigidii.es/


52/80


53/80

Si

Sobradamente resul ta

do

todo

lo

expues to an te s

la

verdad

de

es te enunciado,

con no

menos ev iden

cia que la del p r imero . L as qu e noso t ros ll am am os

ideas , e lementos pr imar ios del conoc im ien to y ca

t ego r í a s , son en el tecnicismo empleado por S a n t o

TomáS , «RVriONES ETBRN/E,» MRIHK I M T E U I G I B I U * , »

avRRiTATES

R . X E M P L A T J Í J

Á P R I M A

V E U I T A T E . »

Ahor a

bien; ¿Quien puede poner

en

d u d a ,

con los

t e s t i

monios ci tados á la vis ta, que d i chas r azones e t e r

nas s on , en la doctr ina del S a n t o , una de las p e r

fecciones exigidas por nues t ra na tura leza rac iona l y

principio diferencial entre ella y la del bruto?

Bas te pues , por no dejar de deoir algo que di

ñ e

amenté

se

refiera

á

aquel la propos ic ión, repet i r

aquí un tes timonio ci tad o con o t ro p ropós i to en

nues t ro an te r io r opúscu lo .

Expl icando Santo Tomás ( inPsa l ra 35) aquel las

pa labras del vers ículo décimo In tumine tito vide-

bimus turnen, se expresa asi: ln lumine tuo, qnó

scilicel tu luces, quodesl similitud o subslantim t»m.

Jslud lumen non partid¡jant animalia bruta, sed

ralionalis erealura prius parlicipat illud in cog-

nitionenaturali: Ntlvl enim esl aliud ralio n>tu-

ralis hominis nisi refutgentia divina) clarilatis in

anima, propler quam clarilalem estad imaginem

Vei.

Nuest ra razón, segun es to tes t imonio,

es el

r e s

p l andor de la divina claridad en el a l m a , la verdad

par t i c ipada de la verdad pr im era pa ra el Conocí-


54/80

82

mien to na tu r a l , lá semejanza de la substancia dá

Dios.

Esto, entendido en ar raonia con la doc t r i na

antes expues ta , quiere deci r que la r azón na tur a l

está const i tuida

por las

razones e ternas par t ic ipadas

da Dios, por los elementos intel igibles , por las ra

zones del ente de lo uno de lo ve r dade r o e t c . , y por

los primerosprinoipios. Ahora bien, esta razón natu->

ra l

es, de

conformidad

con el

mismo tes t imonio,

perfección ó atr ib uto diferencial en tre el h o m b r e

y

el bruto: nlstud lumen non participanl animalia

bruta.»

Luego las r azones del en te de lo uno de lo

verdadero eto., (prim a intel l igibí l ia) ó, como noso

f

t ros las l lamamos, las i deas , los e le m e n t o s p r i m a

r ios del conocim iento , los datos de la r azan , las oa-»

t ego r í a s son atr ibulo diferencial entre el hombr e

y

el bruto

y

cons t i tuyen,

por

t a n t o ,

la

propia esencia,

y

naturaleza

del

esp í ri tu hu m an o.

Confirma esto mismo el que S a n t o T o m á s , ha

blando del conocimiento ó percepción de aquel los

primeros inteligibles á los que l lama también

teligibles comunes, dice que dicho conocimionto

es

cons iguiente á la naturaleza do la espec ie humana:

«Cognoscere

aulem prima intelligibília esl actio

conseguens

spcciem humanam.»

p. p. g.

7 9 .

a. 5 .

ad

3

u m

. L u e g o es cons igu ien te t ambién á la na

tura leza de la especie humana la presencia en el es

píritu de aquel los pr im eros e lem entos in te l ig ible s ,

sin la cual uo podr ía lener l u g a r él sobredicho ca*

nocimlento .


55/80

5 5

De

co nc ep to d e en te ya dice el Cardena l Gaye»

taño (opuse, tom . 5 . t ract . 7) que es c ier ta forma

general ís ima del enten dim iento . «Conceptus ent ia

esl qusedam

f o r m a

general i ss ima ips ius in te l lectus ,

s icut forma corp orel tat is es l forma gen eral iss im a

ipsius materiae.

Entremos ahora en el examen de los motivos en

que el Sr Orl í y La ra preten de fund ar la acusación

de panteísmo contra nues t ra doct r ina .

Dice así en la pág. 500 del n.° 76 de «La Cien-,

cía Cristiana: «Si altura volvemos los ojos á la

doctrina expuesta por el Sr. Hom ero de Castilla,

asi en sus E L E M E N T O S D E P S I C O L O G Í A , como en el

opúscu lo á que contestamos, ofrecerse há delante

de líos su perfecta identidad con el racionalismo

germánico.. . . Sólo que el Sr. Castilla ha perfec

cionado la teoría del maestro común de lodos los

racionalistas, diciendo que estas ideas son la na

turaleza del mismo espíritu. De

esta

suerte, lara*

son ó sea

E L E S P Í R I T U E N C U A N T O P O S E E L A S I D E A S

P R I M O R D I A L E S D E L c o N o c iM iE w T o ,

conociendo

por me

dio de las ideas conocería

Q U E E S U N A M I S M A

C O S A

C O N sus I D E A S , por razón de su esencia ó naturale

za y conocería actualmente todas las cosas que

puede conocer, toda vez que su esencia es acto de

ser, y por consiguiente lo seria de conocer.»

Vam os á in tentar pr im eram ente e l descif rar

e l

an ter io r períod o, nad a claro por cier to , y e nyo

au to r

s in

em bar go nos hecha

en

cara,

eu

esto m ismo


56/80

5 4

escri to

del que lo

cop iamos ,

el

envolver nues t ros

er rores en las nieblas de un lenguaje equívo co ó

in t r incado .

E l a rgumento del Sr. Ortí y Lara parece q ue rer

deci r que, supues to que la esencia del espí r i tu es ta

con s l i tu ida , como nosotros af i rmam os,

por

las ideas

ó categor ías del en t e , de lo uno e tc . ; si endo es ta s

ideas

el

medio

en que

conocem os toda verd ad,

de

necesidad ha de con clui rse que noso t ros conocemos

actualmente todas las cosas, puesto que t odo l o qu e

cons t i tuye la esencia de un ser se da a c t u a l m e n t e

e n él.

Duélenos tener que cor reg i r la lógica que em plea

el

Sr

concepto de razón en la filosofía tomista

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