Con la frase “las misteriosas delicias del espíritu”, queremos hacer referencia, en esta sección, a los misterios que encierra la experiencia mística en el camino hacia el Ser, donde la esencia siente la tendencia de probar su valía frente al Creador y encuentra hasta gusto en pasar pruebas y tormentos para demostrarle a su Ser, que lo ama. Solo así podemos entender las palabras, por ejemplo, del V.M. Francisco de Asís cuando nos dice: "Te doy gracias ¡Oh Señor y Dios mío! por todos estos dolores, ya que en cumplir tu santísima voluntad encuentro yo los más inefables consuelos". O las que pronunciara San Juan de la Cruz, cuando ante la aparición de su Cristo Íntimo cargando la cruz sobre sus hombros, éste le dice: “Juan, pídeme lo que quieras”, a lo que Juan le responde: “Padecer, Señor, y ser por vos despreciado, es lo que pido". San Agustín decía por su lado: “Como en el fuego se prueban el oro y la plata, los hombres se convierten en agradables a Dios en el crisol de la tribulación”. De forma paradójica e inexplicable, cuando Santa Teresa de Jesús pasaba por sus más grandes tribulaciones, solía decir: “No cambiaría las tribulaciones que mi señor me está enviando ni por todo el oro del mundo”. Volviendo a San Francisco de Asís, este gran Maestro repetía: “Tan grande es el bien que espero, que toda pena se me torna en gozo”.

Santa Teresa de Jesús, dijo además, en la misma sintonía de emociones superiores: “¿Qué mayor ganancia que tener algún testimonio de que agradamos a Dios?” ¡Pero Hay! ¡Que la mayor parte de los hombres desfallecen con solo oír el nombre de “cruz”, de “humillación” y “dolores”! Sin embargo, todavía hay almas que ponen todas sus delicias en padecer, y andan como inconsolables cuando les faltan afrentas y penas”. Santa Teresita, mostrando un vaso que contenía un remedio que por fuera parecía un agradable licor, pero que en realidad tenía un sabor horrible, exclamó ante sus hermanas: “Este vaso es como un retrato de mi vida. Por fuera parece muy agradable, pero nunca he tomado algo que sea tan amargo como esto. Y así fue mi vida. Por fuera parecía ante los demás como una existencia bella y agradable, pero por dentro, en el alma, había muchas amarguras. Pero, aun así, mi vida no ha sido amarga, pues aprendí a ofrecer todo por amor a Dios y así los sufrimientos se fueron convirtiendo en dulzura y alegría”. ¡Qué misterios tan profundos! ¿Verdad amigos? ¡Totalmente incomprensibles para los valores sociales presentes! Si no ahondamos en ellos, no los capturamos… Mientras el mundo siempre ha buscado el placer hasta el extremo de caer en el hedonismo, los Iniciados, sin embargo, han buscado la destrucción de sus egos. Abandonar el placer y pasar por la muerte del yo, implica dirigirse voluntariamente hacia el dolor. Obviamente, las gentes que no tienen anhelos espirituales no comprenden tal actitud, tildando a los buscadores de la Verdad como masoquistas, y a las expresiones místicas que acabamos de estudiar provenientes de distintos buscadores del Ser, como estupideces.

La equivocación que se comete al tachar al caminante de “masoquista”, es tan grosera que no hay posible explicación para quien no siente estos misterios de forma natural en su corazón. La distancia entre el místico y el materialista (como lo hemos sugerido anteriormente), es insalvable, irreconciliable. La Gnosis nos enseña que al Superhombre le odian tres tipos de personas, los escribas, los sacerdotes y los ancianos. “Los escribas”: Es decir, los intelectuales, porque el Iniciado no encajará ni obedecerá jamás los dogmas e indicaciones de los dormidos y sus teorías. Teorías que a la fuerza quieren implantar en las mentes ajenas como verdades absolutas (por lo común, sin que nadie se los pida), intentando substituir con tales teorías, nada menos que a la mismísima “dialéctica de la conciencia experimental”. “Los sacerdotes”: Porque un Maestro no comulgará nunca con creencias muertas y dogmatismos religiosos, por congruentes que puedan llegar a sonar. Y porque el lado oscuro, evidentemente, odia que los Maestros enseñen, ayuden y despierten a las multitudes. Las filosofías y concepciones religiosas están, en su mayoría, muy lejos de la vivencia religiosa esotérica de tiempos idos. Un Maestro no puede ser jamás un “creyente”. ¡Eso es imposible! Es una persona que “vive” los misterios en primera persona, entonces el, no “cree” nada, él “vive” la religión. La “creencia”, es para gentes de conciencia dormida y la “experiencia”, pertenece al mundo de la conciencia. Por último, “los ancianos”: Porque no coincidirá, ni un poquito, la gran revolución interior y de vida del Superhombre, con las viejas costumbres, formas culturales del momento, proverbios, refranes, morales extemporáneas, rancias tradiciones detenidas en el tiempo, títulos

rimbombantes, tendencias políticas, formulismos familiares, posiciones sociales o religiosas, y toda idea que sólo sirva para degenerar aún más a nuestra raza humana y alejarnos sutilmente del Ser. Si bien estos tres tipos de personas son las que se oponen al Cristo en su revolución espiritual, se observa en la práctica que, el inconformismo de “escribas, sacerdotes y ancianos”, comienza en realidad, tan pronto una persona se revoluciona a sí misma contra las mecánicas tenebrosas del mundo, es decir, mucho antes de incluso, entrar al camino iniciático. Vasta que alguien decida revelarse contra la tiranía conjunta que ejerce el Anticristo desde el interior de la masa humana y desde dentro de sí mismos, para que esta lucha se acreciente más y más hasta llegar a la exacerbación de, literalmente, intentar destruir al caminante, o al menos, desacreditarlo públicamente, gestión que a las tinieblas le encanta hacer. Cuando una persona que está fuera de la Gnosis, y que no tiene anhelos espirituales, escucha que existe una didáctica para la disolución del ego, dice: “¿Pero cómo voy a aceptar eso, destruir mi propio ego, pero si mi ego es lo único que tengo, es lo que más amo, cómo se entiende eso? ¡Esa filosofía es una locura, es un contrasentido a la vida!” Lógicamente, el mundo jamás comprendió y jamás comprenderá a quienes están en contra de sí mismos como ego, porque el mundo ama al ego y lo defiende. ¡Los que se van, los que se liberan, jamás serán comprendidos por los que se quedan, por los moradores de la tierra! Además, no podemos sino admitir la existencia de fuerzas tenebrosas dentro de cada uno de nosotros (obviamente, incluso aunque amemos y practiquemos estos estudios), fuerzas que detestan que nuestros semejantes progresen y se liberen de sí mismos. ¡Quisiéramos verlos hoy igual que estaban ayer! ¡Odiamos el progreso espiritual ajeno!

Cuesta admitir esta horripilancia, pero la tenemos dentro, hace parte de la estructura de nuestras tinieblas, es parte integrante de cada sujeto humano. Vasta que una persona que aparentaba ser un buen amigo se entere de un progreso específico que está experimentando otro amigo, para que, de amigo, pase a ser enemigo, y hasta le odie por estar acercándose a su Ser. ¡Así trabajan las tinieblas del yo capital de la envidia, surgido de la espina putrefacta del orgullo! Realmente, la raza humana de hoy en día es una raza, en ciertas áreas interiores, detestable. Somos en el fondo… tan egoístas y tan exclusivistas… Precisamente por eso es necesario estudiar cómo sienten y piensan los revolucionarios del espíritu, esos virtuosos varones y santas mujeres que nos han enseñado el camino a través del ejemplo de sus propias vidas y liberación, porque en ellos está nuestro modelo a seguir para nosotros también poder triunfar. Si nosotros queremos, igual que ellos, hollar el sendero que habrá de conducirnos hasta nuestro Ser y por fin poder encarnarlo, no nos queda más remedio que destruir el ego. ¡Es un paso ineludible, no podemos escapar a esta tarea, o fracasamos! Si llegar al Ser queremos, tenemos que unir a este anhelo la destrucción del ego en nosotros. Para eso, necesariamente, habremos de emular los caminos de los grandes Maestros intentando comprender sus vidas. Intentando asimilar sus juicios, sus trabajos, su inteligencia, sus visiones de futuro, la urgencia por despertar conciencia que siempre tienen, el estoicismo ante el sufrimiento, la fortaleza ante las pruebas, el desapego, la aceptación del pago del Karma sin rechistar. ¡Y que el Padre nos ayude, porque nada de esto es fácil!

Nuestros Maestros nos han demostrado cómo pasar por las extremas exigencias que el Ser obliga a su hijo a pasar para depurar enteramente su alma, hasta lograr la pureza total y la inocencia del primer instante, a la que un día tenemos que llegar. Si nos interesa seriamente la Gnosis, el camino del dolor voluntario es nuestro camino. ¡Suena terrible, y además, lo es! Por eso este camino es, en realidad, para gentes que aman muy fuertemente a Dios. ¡Si no amamos al Padre con la suficiente fuerza, este camino no se puede resistir! Nuestro amor por el Ser ha de ser, al menos, igual al dolor por el que habremos de pasar para depurarnos. ¡Es decir: importante, fuerte! Y pensar que hay gentes que mezclan la Gnosis con pseudoesoterismo, o que pretenden hacer de la Gnosis una especie de escapatoria al sufrimiento, queriendo crear un pequeño nirvana de salvación egoísta y personal, una nube blanca dentro de la tormenta negra de la vida, una puerta de escape de la realidad. Pues nada más contradictorio que eso, porque esta enseñanza lo que hace es enfrentarnos con la cruda realidad de las tinieblas que tenemos dentro, y eso es muy duro y muy difícil, pero es la única salida, el único escape, la muerte del yo, la disolución del ego. En las luchas por conseguir llegar al reino del Ser, el iniciado revira el universo y comprende que, lo que la sociedad considera derecho (en un Kali Yuga), se encuentra torcido, y que lo que el mundo encuentra torcido, está en realidad, derecho, viéndose finalmente obligado a quedarse solo en el mundo, y por lo general, incomprendido y detestado, aunque, hasta cierto grado, en compañía de su Ser. Ser incomprendidos, caminar por el mundo sin hacer parte del sentido general de la trivial vida social de nuestros días, ser detestados y que no crean en nuestra buena voluntad, para colmo, por intentar ser mejores y estar en contra de nuestro propio ego, es muy doloroso, pero en un Kali

Yuga, obviamente, no nos queda más remedio que divorciarnos de la degeneración reinante, o involucionar. Es muy revelador, por parte de las fuerzas del mal, que cuando uno quiere salir fuera del círculo de la decadencia, es precisamente cuando la gente…, se enoja con uno. ¡Qué paradójico resulta, qué paradójico!

Durante esta semana, pediremos ayuda al Logos del Planeta Venus, al V.M. Uriel. El procedimiento de la práctica es como sigue: Invocamos al V.M. Uriel con el Mantram “Antia Dauna Santaza”, (que ya saben cómo se hace), y luego decimos: “¡Venerable Maestro, Logos Uriel, Logos Uriel, Logos Uriel, señor del amor, en nombre de Cristo, por el poder de Cristo, por la Majestad de Cristo, concurrid, concurrid, concurrid a este llamado!” El Mantram “Antia Dauna Santaza” y la invocación completa, han de repetirse por tres veces seguidas, como ya lo hemos estudiado antes. Inmediatamente terminada la invocación, que como ya sabes, apenas nos toma algunos minutos, vocalizaremos el Mantram “U” concentrados en nuestro centro emocional (el que se encuentra situado en la boca del estómago), uniendo la concentración en el Logos Uriel, a la vocalización del Mantram “U”, por 30 minutos seguidos. Este Mantram se canta así: Uuuuuuuuuuu. En la segunda media hora, pediremos ayuda, en profunda oración articulada, hablando en oración al V.M. Uriel, para que él nos ayude. Abramos nuestro corazón a este gran Ser, para que nos ayude espiritualmente. Lo que perseguimos con esta práctica, es que el V.M. Uriel nos cure el mundo emocional, nos ayude a limpiarnos de las emociones negativas y nos desarrolle las emociones superiores hacia el Ser. El V.M. Uriel nos inundará con los efluvios sagrados del planeta Venus, en el cual se encuentra el poder de ablandar las emociones y los corazones endurecidos de las gentes de este Kali Yuga, es decir, de nosotros. Pidámosle todas estas

cosas para poder progresar en nuestro camino espiritual, pidámosle que las emociones hacia Dios, hacia el Ser, sean despertadas y liberadas de su prisión, en nuestro corazón. ¡Que la compasión del Ser y de los Maestros nos arrulle con su cariño, que mucho lo necesitamos! ¡Es verdad, con tango ego y malos hechos acumulados en nuestras existencias anteriores, no merecemos nada, pero no merecer, no significa no necesitar! ¡Necesitamos del amor de Dios, y de tantas ayudas más, para poder caminar! Por eso es imprescindible que nuestros corazones se activen, tenemos que hacer de la oración un ejercicio fuerte, que permita realmente fortalecer los músculos del espíritu, y además, hacerlo rápido. ¡Afortunadamente el amor divino es grande, y todo es posible gracias a eso, sin la misericordia del Ser y de los Maestros, estaríamos espiritualmente desahuciados! ¡Animo entonces! ¡Vamos adelante con nuestros trabajos místicos, adelante con las oraciones, quitémonos de encima todo herrumbre espiritual, para que la mística fluya en nosotros y fluya libremente! ¡A orar se ha dicho! ¡Hagamos de la oración, una forma de vida!