compromiso organizacional

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“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad alimentaria” Diplomado en Recursos Humanos Trabajo Monográfico Tema : Compromiso Organizacional Alumno: Marco Antonio Ccahuana Huachaca

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“Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y la Seguridad alimentaria”

Diplomado en Recursos Humanos

Trabajo Monográfico

Tema : Compromiso Organizacional

Alumno: Marco Antonio Ccahuana Huachaca

Ica – Perú

2013

Dedicatoria

A mis padres y familia que cada

día me motivan a esforzarme más

y lograr nuestros sueños…

Compromiso organizacional

“…La diferencia entre tener que hacer lo

que se debe hacer y querer hacer lo que se debe

hacer viene marcada por el Compromiso del

Empleado”

Definición.- Compromiso organizacional se refiere al vínculo personal del

empleado con la compañía, así como el grado de interés y responsabilidad en

el cumplimiento de la visión de la empresa.

El compromiso organizacional se considera como una actitud hacia el trabajo

que se desarrolla en el proceso de la socialización, que a su vez es el mediador

por el cual los empleados aprenden los valores, normas, y patrones de

comportamiento dentro de la organización (Claure, 2003; Zavaleta, 2005).

Se considera el compromiso como un mecanismo que produce

comportamientos sólidos, que favorecen el desenvolvimiento de las personas

con las líneas consistentes de actividad, que ellas mismas eligieron para la

obtención de sus propósitos. Asimismo, el compromiso es comprendido como

la totalidad de presiones normativas internalizadas para actuar en un camino

que se entrecruza con los intereses organizacionales (De Frutos, Ruiz y San

Martin, 1998).

A qué llamamos compromiso en el trabajo

Atendiendo al diccionario, se entiende por compromiso una obligación

contraída; pero ubicados en un entorno laboral de empresa grande o mediana,

cabe hacer una lectura aplicada y hablar de niveles o tipos de compromiso:

 ”me pagan, vengo todos los días y hago mi trabajo”;

 ”me gustan mis compañeros y mi trabajo, y lo hago lo mejor que puedo”;

 ”me surgen oportunidades de aprender y desarrollarme;

 ”me parece un proyecto estimulante y celebro formar parte de él”

De los obreros de hace cien años no se esperaba siempre que se aproximaran

al nivel de compromiso más auténtico (el formulado en último lugar), pero ya en

las décadas finales del siglo XX iba pareciendo deseable que esa idea

estuviera presente tanto en directivos como en trabajadores: formar parte del

proyecto de empresa. De modo que, aun limitándonos cada uno al nivel de

responsabilidad del puesto ocupado en la organización, además de entregar

tiempo, atención, intención y aun algo de corazón, algunas grandes empresas

esperan hoy que alineemos nuestras metas con las suyas, y que alcancemos

nuestra realización profesional contribuyendo a la colectividad. A este

compromiso organizacional, ya estudiado entre otros expertos por Meyer, Allen,

Baker, Mathieu o Zajac, me referiré en adelante; pero lo haré con mi lenguaje

de antiguo trabajador de gran empresa, de testigo de los cambios, y de

modesto consultor de recursos humanos.

Ya estamos viendo que se puede hablar de compromiso tanto en lo físico,

como en lo cognitivo y lo emocional (por no hablar aquí de lo espiritual); pero,

salvo posibles excepciones, no se nos pide que lleguemos a desequilibrar

nuestra vida familiar, social y laboral, ni siquiera cuando ocupamos puestos

directivos. Eso sí: que la presencia sea plena en el tiempo dedicado. (Bueno,

quizá se produzcan excesos: me han contado que una gran empresa ha

montado su campo de golf para que los directivos vayan a jugar los fines de

semana, y que ahora los directivos se sienten obligados?).

Cediendo de nuevo a la retrospección, en el pasado y para los trabajadores,

casi estaba prohibido pensar; tampoco estaba bien visto poner el corazón en el

trabajo…, sobre todo si el jefe no lo ponía. O dicho de otra forma: no se

contaba con que el desempeño generara emociones positivas de carácter

trascendente, y ni siquiera de origen autotélico; de modo que estas emociones

eran vistas a menudo con reservas y prevención. Ahora ya, aunque

encontremos también corrientes de opinión distintas, se admite que las

emociones son recursos valiosos, y la inteligencia emocional se va abriendo

camino, a veces con alguna dificultad.

En este punto del artículo, he sentido la necesidad de levantarme e ir a

consultar “La práctica de la inteligencia emocional”, de Daniel Goleman: “La

esencia del compromiso consiste en sintonizar nuestros objetivos con las

metas de la organización, generando así un compromiso fuertemente

emocional…”. Y más: “Quienes estiman y abrazan las metas de una

organización no sólo pueden efectuar un gran esfuerzo en nombre de ella, sino

que también están dispuestos a realizar sacrificios personales cuando sea

necesario”.

Con gusto reproduciría aquí esta sección del libro. Hay cosas como éstas: “Las

empresas u organizaciones que carecen de una misión explícita y claramente

formulada, o cuyas declaraciones al respecto son meras artimañas de

relaciones públicas, brindan muy pocas oportunidades al compromiso”.

Insistiendo en que el compromiso auténtico de que venimos hablando nace del

vínculo emocional, Goleman nos recuerda que unas mismas circunstancias

adversas pueden ser vividas con cierta desesperación, como onerosas y

estresantes, por los no comprometidos, mientras que las personas

comprometidas, que se crecen ante presiones y desafíos, las pueden vivir sin

merma de satisfacción (sean directivos o sean trabajadores).

Es evidente que todos los días hay obligaciones que atendemos en frío, pero

he recurrido a Goleman porque se viene ciertamente apelando a la dimensión

emocional del compromiso: al alineamiento de las personas con las metas y

valores de la organización. La repetida idea de la “visión compartida” (shared

vision) -una de las disciplinas de que nos hablaba Peter Senge- no es sino una

expresión más de este vínculo emocional. No se trata de acatar los objetivos de

futuro, sino de asumirlos y compartirlos: tal es el compromiso que se nos

demanda. Uno puede contraer esta obligación máxima desde los límites de su

responsabilidad, o bien puede simplemente “cumplir” con su trabajo. Esta

última es, desde luego, la opción natural de quienes se sienten preteridos o

desconectados de las decisiones que les afectan, de quienes contemplan

preocupados comportamientos corruptos de sus superiores, de quienes se

saben víctimas de un próximo recorte de plantilla, de quienes perciben el

cinismo subyacente en la comunicación interna...; pero lo ideal es que no haya

nada de esto, y que, más allá de “cumplir”, contribuyamos decididamente a las

metas colectivas.

Podrá pensarse, si se detienen en reflexiones paralelas, que la demanda

generalizada de compromiso emocional no es coherente con las distancias

excesivas entre el “nosotros” y el “ellos”; que tampoco es coherente con los

despidos masivos o con los contratos temporales; que tampoco es coherente

con el espectáculo de los entidades SERVIS mercenarios que se enriquecen

para sí y para toda su descendencia mientras sus empresas se van a pique;

que es asimismo incoherente con la fuga de altos directivos para ser mejor

pagados por la competencia; que a menudo las metas formuladas lo son para

la galería mientras los auténticos propósitos de la empresa son otros… Eso me

parece a mí. Sin duda es saludable y enriquecedor lo de vivir comprometido

intrínsecamente con alguna meta, tanto en lo profesional como en lo personal,

pero hemos de ser cautos y perspicaces al otorgar nuestra confianza, y adoptar

luego las metas que se nos proponen.

El Compromiso con la empresa: ¿Obligación o elección?

La contribución a la empresa por parte de empleados motivados y

comprometidos es clave para maximizar el retorno de la inversión en gestión

del talento.  Sin embargo sólo un 19% de los empleados en España está

totalmente comprometido con su empresa.

Los empleados siempre han tenido y tendrán el poder de elegir si contribuir con

su trabajo y un pequeño esfuerzo extra al éxito de su departamento y de su

empresa o realizar meramente sus funciones; tener una buena actitud frente al

cambio o resistirse y perjudicar a los de su entorno; responder a los retos de

cada día o no tomar nunca la iniciativa, ser competitivo o ir a la cola y acabar

desmotivandose. 

Pero ¿realmente eligen ellos desmotivarse o existen factores organizacionales

que les influyen a la hora de comprometerse o desengancharse de la empresa?

La nueva edición del estudio de Towers Perrin – ISR,”Global Workforce Study”

realizado entre 88,000 empleados de más de 18 países de todo el mundo y

más de 1000 empleados sólo en la muestra de España, destierra mitos y

expone realidades sobre el compromiso, la retención y la atracción del talento. 

El estudio revela que la reputación e imagen de la empresa así como la

confianza que inspira su alta dirección son factores clave en España para

generar compromiso entre los empleados. Sin embargo en este sentido, sólo

un 28% de los trabajadores españoles considera que la alta dirección de su

empresa trata a los empleados como el valor más importante.

El compromiso con las metas de la empresa.

Al hablar del grado en que cada uno de nosotros contribuye a los resultados de

su organización (y partiendo de una suficiente sintonía entre el puesto y la

persona que lo ocupa), parece que lo relacionamos muy directamente con

elementos como la responsabilidad, la motivación, la inteligencia, la

satisfacción profesional, el talento, la diligencia y, entre otros, el compromiso.

Estamos ante conceptos complejos e interrelacionados que han de

interpretarse con rigor, sin adulterarlos; en estos párrafos vamos a detenernos

en el último citado: el compromiso. Consistente en la asunción profunda de una

obligación que es preciso definir, parece materializarse en una actitud proactiva

tras las metas compartidas en la empresa; pero caben muchas reflexiones ante

este elemento alentador y orientador de nuestros esfuerzos.

No se trata -el compromiso- de una habilidad o destreza personal, innata o a

adquirir, sino, más precisamente, de un sentimiento a cultivar o desarrollar,

generador de positivas actitudes y conductas. Algo indefinido en el pasado, el

compromiso parecía venir marcando la frontera entre el “nosotros” y el “ellos”

en las organizaciones; pero quizá hoy debamos pensar en un compromiso

compatible con el cuestionamiento del statu quo y, desde luego, definible. En

un compromiso extensible a toda la organización. En un compromiso con algo

concreto: las metas explícitas y compartidas.

Puede verse también el compromiso como una fortaleza del carácter que,

como otras “el afán de aprender, la amplitud de miras, la creatividad, la

integridad, la prudencia, la diligencia y algunas más”, supone la intervención de

la voluntad, para decidir nuestra actuación o postura ante un escenario que la

demanda. Decidimos comprometernos, o no hacerlo; y cuando nos

comprometemos, nuestros esfuerzos se orientan, nuestros intereses se

subordinan y nuestra conducta se adapta. Hay personas más dispuestas a

comprometerse que otras, y al hacerlo no erosionan su libertad sino que la

ejercen.

No todas las empresas esperan de todas sus personas un pleno compromiso

organizacional, y hasta puede que algunas se limiten a pedir a sus directivos y

mandos, según el caso, responsabilidad, lealtad, resultados, connivencia,

proactividad, imaginación, contactos comerciales, jornada ilimitada de trabajo, u

otras manifestaciones específicas o particulares del compromiso. No obstante,

sí parece haber una tendencia generalizada al compromiso colectivo (directivos

y trabajadores), y desde luego los gurús del management postulan la activación

emocional de las personas tras las metas empresariales: eso pude comprobar

en el Expomanagement´2004, en Madrid (Peters, Covey, Bedbury, Maguire,

Teerlink, Senge…).

¿Qué mueve nuestra voluntad y a qué nos comprometemos? O, para empezar,

¿a qué llamamos compromiso, en nuestro trabajo? Con las mías aquí

formuladas, sólo pretendo alentar las reflexiones del lector, especialmente en lo

que se refiere a los tipos de metas empresariales que decidimos -o no- asumir

como propias.

Nuestra voluntad

A comprometernos de la forma a que nos referimos nadie nos puede obligar,

como tampoco dejamos que nos obliguen a casarnos o tener hijos. Clarence

Francis, que fue asesor del presidente Eisenhower, decía: “Uno puede comprar

el tiempo de las personas, su presencia física en un lugar e incluso un número

determinado de movimientos musculares por hora. Pero no se compra su

entusiasmo, ni se compra su lealtad, ni se compra la devoción de sus

corazones: eso hay que ganárselo”. De modo que uno se compromete

libremente, sobre todo porque le atraen las metas de la organización. Y, ¿por

qué le atraen estas metas?

Los psicólogos hablan del “afán propio”, o del “tema vital”, para referirse a

aquello a lo que una persona enfoca su voluntad por encima de todo, y a los

medios que para ello emplea. En la literatura del management se habla de

designio particular, de purpose. Nos lo dice Robert K. Cooper: “El designio es la

brújula interior de nuestra vida y nuestro trabajo”. Si nuestro propósito en la

vida sintoniza, o convive en armonía, con los objetivos y estrategias de nuestra

empresa, estamos más cerca de la eficacia y la satisfacción perseguidas. Para

los directivos el purpose es fundamental, y si no lo tienen muy definido habrían

de adoptar uno que entronque en la visión o misión de la empresa a que

contribuyen. Ya saben lo del médico: según se mire, su misión es recetar, o,

más eficaz y enriquecedoramente, contribuir a la calidad de vida de sus

pacientes y de su entorno.

Las personas que poseen un afán de esta naturaleza pueden dar significado a

todo lo que les sucede: será positivo si les acerca a su meta, o negativo si les

aleja. Quien carece de un afán definido, tiene más problemas para interpretar

los sucesos y, en general, se pierde emociones positivas. Como nos señala el

profesor Csikszentmihalyi, cuando la energía psíquica de una persona se pone

al servicio de su tema vital, la conciencia logra armonía y el individuo plenitud.

Podemos aceptar que comprometernos resulta emocionalmente inteligente:

“llena” nuestra vida profesional; quizá por eso activamos nuestra voluntad de

comprometernos.

Claro, algún lector pensará, por una parte, que hay metas y “metas”, y por otra

que toda esta teoría se adultera en la vida real, y que a veces lo que decide la

voluntad es aparentar el compromiso y esperar varias cosas: una buena subida

de sueldo, una rápida ascensión y la consecución de poder (quizá para

utilizarlo en beneficio propio)… Sin descartar que, una vez en la cima, el

ejecutivo se vaya a ganar más dinero, precisamente a la empresa competidora.

También puede ocurrir que el compromiso sea auténtico al principio, y se

adultere o corrompa después… Pero sigamos; sigamos en la hipótesis más

virtuosa: la integridad de las personas, sean directivos o trabajadores.

Modelo de Meyer y Allen

Meyer y Allen (1997, citados en Calderón, 2009) resaltan lo común de varias

definiciones hechas por diferentes autores sobre el compromiso organizacional,

de esta manera plantean que:

• Es un estado psicológico.

• Característica de las relaciones de los empleados con la organización.

• Tiene implicaciones para la decisión de continuar siendo miembros de la

organización.

Meyer y Allen proponen que el compromiso organizacional tiene tres

componentes, las cuales son tres: afectiva, de permanencia y normativa. El

compromiso afectivo es el lazo emocional que las personas forjan con la

organización, refleja el apego emocional al percibir la satisfacción de

necesidades (especialmente las psicológicas) y expectativas, disfrutan de su

permanencia en la organización.

Los trabajadores con este tipo de compromiso se sienten orgullosos de

pertenecer a la organización. Significa también que el empleado se sienta

identificado con los valores de la empresa, sintiendo orgullo de pertenecer a la

organización y sintiéndose preocupado por la empresa cuando la misma tiene

problemas (Meyer y Allen, 1991).

Compromiso de permanencia, señala el reconocimiento de la persona, con

respecto a los costos (financieros, físicos, psicológicos) y las pocas

oportunidades de encontrar otro empleo, si decidiera renunciar a la

organización. Es decir, el trabajador se siente vinculado a la institución porque

ha invertido tiempo, dinero y esfuerzo y dejarla Análisis comparativo del

compromiso organizacional manifestado por madres y mujeres sin hijos

implicaría perderlo todo; así como también percibe que sus oportunidades fuera

de la empresa se ven reducidas, se incrementa su apego con la empresa.

En otras palabras hace referencia a los costos que representaría el abandonar

la empresa, se habla de la inversión que hace el individuo con el pasar del

tiempo, como la antigüedad, o el estatus que tenga la empresa, entonces el

empleado espera que su inversión sea retribuida (Meyer y Allen, 1991).

El empleado con un alto compromiso de permanencia, mantiene un nivel bajo

laboral dentro de la organización, limitándose estrictamente hacer lo necesario

para seguir dentro de la empresa (Meyer y Allen, 1991).

El compromiso normativo, es aquel que encuentra la creencia en la lealtad a la

organización, de alguna manera como pago, quizá por recibir ciertas

prestaciones; por ejemplo cuando la institución cubre el costo de la

capacitación; se crea un sentido de reciprocidad con la organización. En este

tipo de compromiso se desarrolla un fuerte sentimiento de permanecer en la

institución, como efecto de experimentar una sensación de deuda hacia la

organización por haberle dado una oportunidad o recompensa que fue valorada

por el empleado. Entonces el compromiso normativo es emocional porque el

empleado siente la obligación de no dejar la organización por estar en “deuda”

con la misma (Meyer y Allen, 1991).

Meyer y Allen definen el compromiso como una actitud que se expresa como el

vínculo Psicológico del empleado hacia la organización que hace que sea poco

probable que el empleado abandone la organización.

Peter (1998) menciona que las organizaciones sólo aprenden a través de

individuos que aprenden, y el presidente de Kyocera, Kazuo Inamori (1985,

citado en Peter, 1998) apoya esto al mencionar que “si los empleados no están

motivados para alcanzar metas de crecimiento y desarrollo tecnológico... no

habrá crecimiento, mayor productividad ni desarrollo tecnológico”. Es decir, la

motivación es aquello que impulsa a una persona a actuar de determinada

manera ya sea por estímulos externos o internos, en la cuestión laboral se trata

de “convertir al trabajo en un fin”, en términos de Arias (1998).

Las empresas “requieren de insumos, maquinaria y de procesos de fabricación,

distribución y mercadotecnia” (Prieto, Reynaga, Cacho & Elizalde, 1999), así

como también requieren del trabajo humano, el cual determina “el éxito o

fracaso de una empresa debido a que el talento, las capacidades y las

habilidades de las personas que constituyen la organización son únicas y no

pueden ser reemplazadas sin que esto conlleve un enorme desgaste de

tiempo, dinero y esfuerzo productivo (Prieto & cols., 1999).

El compromiso se produce cuando en una persona surge una relación de

afecto, un vínculo emocional, que le lleva a darse, a identificarse con una

persona, con una idea, con una organización.

 Un extracto de varios autores

En el mundo empresarial los temas de lealtad, fidelidad, permanencia,

retención, parecen no pasar “de moda”, pero las condiciones del mercado y el

tema generacional van teniendo mucha influencia dentro del contexto de la

gestión de personas en las organizaciones.

 Se habla de la importancia de contar con empleados comprometidos, y cuando

se definen las condiciones o características que deben tener los trabajadores

para considerarlos como tal, se “solicitan” una serie de requisitos y

comportamientos pero únicamente esperados por la empresa, es decir, de los

empleados a las organizaciones.

 Sin embargo, siendo un tema tan interesante e importante, no debieran acaso

las organizaciones o los empresarios y gerentes responsables de considerar si

estas empresas ofrecen y/o generan las condiciones necesarias a efecto de

“despertar” y fundamentar el compromiso de sus colaboradores?  Pues

evidentemente no es una cuestión de una sola vía.

 Partiendo de Supuestos…

Si las personas son la verdadera ventaja competitiva de las organizaciones, los

empleados comprometidos seguramente, garantizarán que lo anterior sea una

realidad…

 Entonces resulta trascendente conocer cuáles son los factores sobre los

cuales se puede influir para obtener ese compromiso, no basta el conocimiento

a fin de resolver los problemas que causa la condición humana.

 Es necesario cultivar la capacidad emocional para lograr más fácil y

rápidamente las metas organizacionales, en beneficio de todos, un camino para

lograrlo es el compromiso personal con la organización.

 Del contrato al compromiso…

Según Meyer y Allen, es el estado psicológico que caracteriza la relación entre

una persona y una organización, el cual presenta consecuencias entre la

decisión de continuar en ella o dejarla.

 Contrato de trabajo legal y el contrato psicológico

Que una persona pueda estar obligada formalmente, mediante un contrato

legal, a desempeñar una labor dentro de una organización, no necesariamente

va a establecer un nexo afectivo con la misma.

 Puede desarrollar sus labores desagradado, inclusive tener manifestaciones

de “odio” hacia la organización, apareciendo consecuencias como bajo nivel de

desempeño, menor calidad, conflictos, ausentismo, abandono.

 Todo lo anterior eleva los costos para la organización y la sociedad misma. El

compromiso organizacional es un algo, que no sólo es susceptible de

mantenerse, también se puede incrementar. Las formas de conseguir lo

anterior, son diversas, y están vinculadas con la misma diversidad de los

factores motivadores.

 Cada vez más, las organizaciones se interesan o debieran interesarse en

conocer no sólo el tipo sino también el grado de compromiso que los

empleados tiene para con ellas, primero hay que tener claridad de qué tipo de

compromiso se desea alcanzar, puesto que los medios para obtenerlo o

elevarlo suelen ser diferentes para cada caso…

 El trabajador comprometido es aquel que muestra una actitud y un

comportamiento que lo ligan con su organización, el empleado transforma,

reestructura y ajusta los eventos y experiencias que ocurren en su organización

a través de sus percepciones, llega a identificarse no solamente con las metas

de la organización sino con la actividad laboral que realiza y esto a la vez le

lleva a querer permanecer en la empresa.

 El trabajador comprometido está interesado en el bienestar de su

organización, y tiene un sentimiento de orgullo y pertenencia.

 Componentes del Compromiso  (Meyer y Allen)

Los autores después de haber realizado una serie de investigaciones y

aplicado encuestas a un sinnúmero de colaboradores, llegan a la conclusión de

que el compromiso organizacional tiene tres componentes:

 Afectivo (El Deseo)

Los lazos emocionales que las personas forjan con la organización al percibir la

satisfacción de sus necesidades (especialmente psicológicas) y expectativas,

por lo tanto disfrutan de su permanencia en la organización.

 Se refiere a un estado cognitivo, el cual se lleva a cabo por un proceso de

discriminación del individuo, es la persona quien decide intencionalmente

orientarse hacia la organización como un fin en sí mismo.

 Compromiso Normativo (Deber)

El empleado buscará cumplir con la organización no sólo porque está

contratado, sino porque cree que esto es lo correcto, se enfoca a cumplir con

los objetivos organizacionales, pero también cree tener cierta responsabilidad

por los demás, evitando la desaprobación social.

 En el compromiso normativo hay una obligación a ser leal, a diferencia del

componente afectivo que expresa un deseo de serlo.

Continuidad  (La Necesidad)

Según Becker:

Es el vínculo que establece el individuo con su organización, fruto de las

pequeñas inversiones realizadas a lo largo del tiempo, esto se entiende como

persistencia conductual, puesto que la conducta de compromiso realizada bajo

unas condiciones particulares, afecta su reaparición.

 Consecuencias del Compromiso Organizacional

Aspectos Positivos:

Intención de permanencia.

Cantidad de tiempo e intensidad dedicada al trabajo.

Mejoras en los costos, rotación, ausentismo, nuevas contrataciones.

Clima organizacional – compromiso de trabajo – desempeño.

 

Aspectos Negativos:

Inflexibilidad respecto de las transformaciones.

Rechazo a las innovaciones.

Falta de adaptabilidad.

Aumento de los costos.

 Factores que Propician el Compromiso

Hay una serie de factores que se relacionan directamente con la generación y

el fomento del compromiso organizacional, muchos de estos tienen una

vinculación con el estilo de dirección y las condiciones del clima organizacional,

para mencionar algunos de ellos:

 La contribución personal, el trabajo como reto,  la claridad de roles, el apoyo

del superior inmediato, la oportunidad de expresión de los propios sentimientos,

el apoyo organizacional percibido, las expectativas de recompensa, el proceso

de socialización, el reconocimiento por el trabajo efectuado.

 Existe una correlación interesante entre factores y variables que propician un

clima organizacional sano y la satisfacción de necesidades psicológicas y

materiales que son o no son satisfechas durante la estadía del trabajador en la

empresa.

 Otros factores relacionados, se refieren a la combinación de los componentes

del compromiso, no se puede generalizar en el tema, pero si ahondar en el

mismo, lo importante es conocer que existe la forma de medir el grado de

compromiso que los trabajadores tienen hacia su organización, (cuestionarios

compuestos de diferentes reactivos) mas allá de la mera medición de los

niveles de satisfacción expresados en una evaluación del clima organizacional.

 El tema entonces debiera tener una relevancia por sobre otros programas que

disminuyen la rotación del personal, generan la lealtad, la continuidad y la

estabilidad, mismas que no están determinadas por la recepción de salarios y

beneficios, aunque éstos por supuesto forman parte del “paquete”.

 Tal y como se anota al inicio de la parte I de este artículo: Si las personas son

la verdadera ventaja competitiva de las organizaciones, los empleados

comprometidos seguramente, garantizaran que lo anterior sea una realidad…

Mitos y Realidades sobre la motivación  y el compromiso de los

empleados

Según los resultados del estudio, está demostrado que la motivación y el

compromiso no son solo actitudes que elige el propio individuo sino que éstos

están seriamente influidos por lo que ven y experimentan dentro de la empresa

y de su propio departamento.  Si  colocamos a un empleado de alto potencial

en un departamento donde no se valoren sus capacidades, donde no se le

permita contribuir a las decisiones de su departamento y no pueda ver el

impacto de su trabajo, se desmotivará y frustrará.  Por el contrario el mismo

individuo en un entorno donde se tenga en cuenta el desarrollo profesional de

la persona, estableciendo unos objetivos claros,no sólo cumplirá esos objetivos

sino que sobrepasará con creces las expectativas.

Los empleados más comprometidos son más fieles a la empresa y quieren

esforzarse por mejorar la calidad del servicio de la compañía y el nivel de

satisfacción del cliente, por lo que el compromiso se perfila como elemento

clave para incrementar la competitividad y crear una cultura de alto

rendimiento.

Pero ¿de qué depende ese compromiso? Uno de los mitos que se ha

demostrado falso en los resultados de varios estudios de este tipo es que la

motivación depende exclusivamente de la retribución económica.  Un salario

base competitivo es un factor importante a la hora de atraer el talento pero la

clave para la retención lo forman factores como; tener una buena relación con

el jefe directo  o que la alta dirección comunique una visión clara de cómo

alcanzar el éxito a largo plazo. 

El secreto del compromiso lo forman factores como el interés por parte de la

alta dirección en el bienestar de los empleados, la reputación de la empresa

por su responsabilidad social corporativa, la capacidad de tomar decisiones o

las  oportunidades que ofrece la empresa de crecer profesionalmente. 

Otros multiples estudios realizados  por Towers Perrin demuestran claramente

que las compañías que cuentan con mayor número de empleados

comprometidos consiguen mejores resultados en términos de margen

operativo, beneficio neto y otros indicadores financieros.

Los directivos son responsables del compromiso de los empleados?

Un estudio canadiense afirma que la motivación depende de los líderes y no de

los trabajadores

Un nuevo estudio de la firma Psychometrics Canada ha revelado que el 84%

de los profesionales consideran que el compromiso de los empleados no

depende de ellos mismos, sino que es responsabilidad de los altos directivos y

los líderes. Aunque el 82% de los participantes son conscientes de la

importancia que tiene prestarle atención a la motivación dentro de sus

organizaciones, solo un 41% de ellos hace algo para influir en ella

directamente, y el 69% la considera un problema dentro de la empresa. Por

Catalina Franco R.

La motivación y el compromiso de los empleados constituyen un aspecto

fundamental en la vida diaria y el funcionamiento de cualquier organización, ya

que tienen que ver con la satisfacción general del equipo de trabajo. De ellos

dependen, asimismo, elementos tan esenciales para los negocios como la

productividad y la retención del talento. 

Pero, ¿de qué o de quién depende que los trabajadores se sientan motivados y

comprometidos con la compañía? La firma consultora para el desarrollo y la

selección de personal en distintas áreas de negocios, Psychometrics Canada,

ha llevado a cabo un estudio que consistió en la realización de una encuesta a

368 profesionales de recursos humanos de empresas canadienses de distintos

sectores. 

De acuerdo con los resultados obtenidos, el 84% de los participantes considera

que el compromiso de los empleados con sus organizaciones no depende de

ellos mismos, sino que es responsabilidad de los altos directivos y de los

líderes. 

Además, la encuesta reveló que, aunque el 82% de los profesionales de

recursos humanos afirma ser consciente de la importancia de hacer algo para

influir directamente en el compromiso de los trabajadores con su trabajo

(menos del 0.5% señaló no considerarlo importante), sólo el 41% está haciendo

algo al respecto en la actualidad.

¿Cómo pueden la alta dirección y los jefes directos ayudar a generar ese

compromiso rentable?

En las memorias de muchas grandes compañías se pueden leer frases en la

linea de: “Nuestro Capital Humano es la clave de nuestro éxito y lo que nos

hace realmente competitivos” sin embargo, a decir por los resultados del

estudio la alta dirección de la mayoría de las empresas no actúan en

consecuencia con esta gran verdad.

Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia:

Si la alta dirección trata a los empleados como contribuyentes

respetados comunicándoles de forma transparente los objetivos y la

confianza en ellos para lograrlos

Si los jefes directos mejoran sus capacidades de “coaching” ayudando a

sus subordinados a identificar las capacidades que necesitan desarrollar

y  avanzar su carrera

Si la empresa se molesta en entender las motivaciones de sus

empleados tan bien como las de sus clientes

No sólo se genera compromiso sino que además se evita la desmotivación y el

“desenganche” que no es rentable.

Por parte del empleado también es importante trabajar para una empresa

donde sus propios objetivos personales encajen con la cultura ya que existen

varios modelos de culturas de alto rendimiento.        

Mejorando el compromiso 

Aunque no son mayoría las empresas que ofrecen capacitaciones relacionadas

con el compromiso de los empleados, de acuerdo con el estudio, éstas tienen

como resultado beneficios significativos: en las compañías que sí han recurrido

a este tipo de capacitaciones, el porcentaje de trabajadores comprometidos con

la organización ha aumentado en más de un 10%, y el de aquéllos que ven el

compromiso y la motivación como un problema ha disminuido en 20%. 

Según los participantes, los beneficios más comunes que resultan del

compromiso de los empleados son la disposición a hacer más de lo que se

espera de ellos (39%), una mayor productividad (27%), mejores relaciones en

el trabajo (13%) y clientes más satisfechos (10%). 

Según Mark Fitzsimmons, presidente de Pshychometrics Canada: “Para

mantener comprometido al personal, las organizaciones deben darle la

oportunidad de utilizar sus habilidades, de ser creativo y, sobre todo, de ser

escuchado. Esta encuesta demuestra que muchas empresas ya entienden

esto, pero que pocas están dando los pasos necesarios para enfrentarlo”. 

Los profesionales de recursos humanos consideran que, como el compromiso

se da a partir del ambiente y los procesos laborales, éste solo puede verse

afectado por las personas que tienen influencia sobre él, es decir, por los

líderes de la empresa. En su opinión, los tres elementos más efectivos para

mejorar el compromiso de los empleados son el control que éstos tengan sobre

cómo hacer su trabajo; las oportunidades que tengan para hacer uso de sus

habilidades; y las buenas relaciones con los directivos y los líderes. 

Además, los participantes del estudio opinaron sobre aquellas cosas que

podrían hacer para incrementar el compromiso de los trabajadores: un 71%

afirmó que una opción sería comunicar expectativas claras; el 68% señaló

como iniciativa escuchar las opiniones de los empleados; el 58% hizo mención

al hecho de dar reconocimiento; el 56% señaló como posibilidad el

proporcionar oportunidades de aprendizaje y de desarrollo; un 39% mencionó

la posibilidad de ayudar a encontrar soluciones a los problemas; y un 15%

abogó por los beneficios directos. 

Que el compromiso no sea un problema 

Así como el compromiso y la motivación de los empleados pueden estar del

lado del buen funcionamiento y del éxito de la organización, si no se les presta

atención ni se hace nada para fomentarlos, también puede convertirse en un

dolor de cabeza. De acuerdo con el estudio, estos elementos son vistos como

un problema por el 69% de los profesionales de recursos humanos

participantes. 

De acuerdo con el estudio, los resultados más comunes de contar con un

personal no comprometido con su trabajo son las relaciones laborales

disfuncionales (29%); una productividad más baja (25%); y la no disposición a ir

más allá de lo que se establece en la descripción del puesto de trabajo. 

Por otra parte, aunque podría parecer contradictorio, los porcentajes de

empleados no comprometidos que renuncian o que faltan a su trabajo son muy

bajos: 8% y 7%, respectivamente. Al parecer, este tipo de trabajadores no opta

por abandonar la organización debido a su falta de compromiso, sino que

permanecen en ella afectando negativamente la productividad y envenenando

las relaciones laborales. 

Los resultados del presente estudio evidencian que el compromiso y la

motivación de los empleados son de vital importancia para cualquier

organización, y que los líderes juegan un papel fundamental a la hora de

convertir estos elementos en aliados o en enemigos.

Materialización del compromiso

Insistiría en la necesaria reciprocidad del compromiso, de modo que si la

empresa nos considerara un mero coste inevitable, cuidaremos de ajustarnos;

pero sigamos imaginando el mejor escenario: la organización inteligente. Así

las cosas, la mejor relación de compromiso catalizaría conductas como las

siguientes:

• Desarrollar con diligencia y esmero nuestras tareas.

• Asegurar su contribución a resultados colectivos.

• Neutralizar cualquier circunstancia o evento que ponga en riesgo las metas.

• Guiar, en su caso, la actuación de nuestros colaboradores.

• Asegurar el alineamiento de éstos con las metas comunes.

• Seguir las reglas y métodos establecidos para la convivencia profesional.

• Subordinar intereses propios a los colectivos.

• Cultivar los valores corporativos.

• Colaborar con los demás.

• Ejercer crítica constructiva, inteligentemente formulada.

• Hacer fluir la información y conocimientos de que disponemos.

• Ser leales, íntegros y coherentes.

• Ser preactivos o proactivos, lejos de la reactividad o la inactividad.

• Conjugar la percepción de la realidad con el optimismo.

• Perseverar ante las dificultades.

• Superarnos a nosotros mismos cada día.

• Perseguir la mejora continua y la innovación.

• Representar dignamente a nuestra organización ante terceros.

• Equilibrar la relación personal con la ejecución de tareas.

• Contribuir a la calidad de vida en el trabajo.

El lector puede completar esta lista porque la he improvisado con las 20

primeras ideas surgidas: la dejo abierta. Son, por decirlo así, algunos

indicadores del compromiso. Si quisiéramos medir el compromiso de las

personas, habría que observar conductas como las anteriores y comprobar su

autenticidad.

Pérdida del compromiso

Con lo ya comentado sobre el compromiso organizacional, podemos convenir

en que se hace sólido por la catálisis de elementos como la confianza, el

alineamiento con las metas, el progreso hacia ellas, las relaciones internas, la

cohesión y coherencia de la comunidad, la satisfacción general, la ética y

justicia reinante, el reconocimiento interno, el prestigio social de la

organización, etc. Y podemos igualmente convenir en que se perdería al

debilitarse sus fundamentos; de esto hablaremos ahora. En verdad, puede

haber dudas hasta que decidimos comprometernos en plenitud, pero, en su

caso, el descompromiso podría ser bastante automático, llegado el caso.

Nuestro compromiso se puede desvanecer por razones endógenas y

exógenas; entre estas últimas, podemos destacar algunas quizá más

frecuentes:

• La corrupción de los ejecutivos.

• La desviación de las metas originales.

• La pérdida de vigencia de las mismas.

• La falta de transparencia de la organización.

• El fracaso en los resultados.

• El sentimiento de ser preterido, excluido o subestimado.

• El desacuerdo con las tácticas o los métodos.

Las razones endógenas para romper los compromisos son igualmente

importantes, pero pueden variar más de unas personas a otras. Me he detenido

en esto de la fragilidad del compromiso porque creo que las organizaciones

tienen más problemas para mantenerlo en sus personas, que para conseguirlo

inicialmente. De todos modos, hay que insistir en que no todos los

compromisos lo son realmente: o sea, en que también cabría hablar de falsos

compromisos o compromisos extrínsecos.

Claro —no sé si esta reflexión encaja aquí, o debería haberla hecho antes—,

yo querría detenerme en que quizá resulte difícil esperar o mantener el

compromiso de aquellos a quienes visiblemente veamos como meros recursos,

empleados, colaboradores, seguidores o subordinados, y de quienes sólo

busquemos obediencia sin reparos. Lo digo porque de algunos de nuestros top

ten (el aparente establishment de que les hablaba) salen pensamientos como

éstos: “un buen directivo-líder es aquel que sabe obtener los mejor de sus

colaboradores”; “un buen directivo-líder es aquel que consigue que los

subordinados obedezcan convencidos y contentos”, “un buen directivo-líder no

pretenderá que un empleado lo obedezca por temor o por una recompensa —

como lo haría un gestor—, sino motivado por el valor real de la acción”,

“liderazgo y coaching vienen a ser lo mismo”…

Si éste es el modelo mental que guía la concepción de programas formativos,

quizá hayamos dado con la explicación de los resultados alcanzados; quizá nos

expliquemos mejor la falta de calidad directiva de que habla Juan Carlos

Cubeiro. No lo sé: piénselo ustedes. Yo creo que las relaciones no deberían

establecerse sobre la base de mandar y obedecer, o sobre la base del directivo

ejemplar y el trabajador que lo imite, sino en conformidad con el creciente peso

del saber en la economía del siglo XXI, que parece ser la economía del

conocimiento y la innovación, la economía de la profesionalidad de todos.

Estrategias de Intervención: implantación de buenas prácticas en la

Gestión del Compromiso

a) Elaboración de Manuales y Sistemas de Acogida que facilitan la

integración de los nuevos trabajadores a la Empresa, presentan la

Identidad Corporativa y el sistema de Valores de la Organización,

permiten al trabajador conocer las tareas y las expectativas en se

desempeñó, agilizando su adaptación y productividad en el puesto de

trabajo y refuerzan una impresión favorable de la Empresa.

b) Diseño de Sistemas de Compensación y Beneficios. Creación e

implantación de sistemas de retribución diseñados para generar

compromiso, políticas retributivas que apoyan las estrategias de

negocio, que orienten a los equipos hacia su logro y que comprometan a

los equipos con la permanencia en el proyecto empresarial.

c) Creación de Sistemas de Valoración y Gestión del Desempeño que

integran objetivos, valores del negocio y consecución de resultados,

asegurando objetividad en el reconocimiento según la contribución y

compromiso de las personas en la organización. Hoy en día el “café para

todos” ya no sirve.

d) Desarrollo de Programas del Liderazgo requerido para la eficaz gestión

de los Planes de Acción implantados.

e) Asistencia Técnica y Formación individualizada al equipo de Recursos

Humanos para la Implantación y Gestión del Compromiso

Organizacional de manera permanente.

A qué nos comprometemos

Déjenme recordar —enseguida verán por qué— declaraciones de un conocido

bodeguero de Rioja que hace 30 años se propuso aumentar su producción y

difundir su mejor vino por el mundo: “Para lograrlo fue preciso poner en marcha

un plan bien meditado a 10 años vista. Era obvio —decía don Julio Faustino

Martínez en la revista Vino y Gastronomía— que el objetivo básico y primordial

era conseguir un terreno de excepcional calidad, para plantar las mejores

variedades de vino de La Rioja… Tuvimos que despedregar todo el terreno…

Finalmente hubo que drenar, estercolar y desinfectar el suelo en varias

parcelas y hacer una buena labor de desfonde…”.

Don Julio parecía mostrarse orgulloso no sólo de haber alcanzado

exitosamente su objetivo, sino del trabajo realizado para ello; no hablaba de

resultados económicos sino de logros profesionales, y esto parece lo más

frecuente en el sector vitivinícola, no solamente en España. Pero también en la

prensa económica, se pueden encontrar declaraciones en esta dirección

vocacional de ofrecer satisfacción a las expectativas de consumidores. En El

País-Negocios, por poner uno entre muchos ejemplos posibles, aparecía un

texto en 2006 sobre las Bodegas López Hermanos (las del Málaga Virgen).

Podíamos leer: “Más de 120 años de una historia difícil y apasionante”, “La

bodega apuesta por primera vez en su historia por un vino tinto (Pernales),

elaborado a partir de la variedad Syrah”, “…cuatro variedades exclusivamente:

Pedro Ximénez, Chardonnay, Moscatel y Syrah”, “…el celebérrimo Málaga

Virgen o la Quina San Clemente, indicada en aquellos tiempos para abrir el

apetito de los niños”.

Sin embargo, también encontré reportajes y declaraciones (año 2004) de

ejecutivos de unas conocidas bodegas (Bodegas Vinartis, con vinos de mesa

como Cumbres de Gredos y otros de alta calidad como Pata Negra, por

entonces presididas por don Miguel Canalejo, conocido financiero), que me

resultaron inusuales: “El vino español tiene un problema de competitividad en el

exterior: las Denominaciones de Origen” (Expansión, en junio); “El objetivo es

incrementar las ventas en 2004 y obtener un ebitda de 15 millones, un 17,1%

más” (Expansión, en junio); “El ebitda estimado para 2004 asciende a 14,5

millones, lo que supone una subida del 20,8%” (Cinco Días, en diciembre);

“Cumbres de Gredos prepara su desembarco en la denominación Rioja”

(Estrategia empresarial, en diciembre); “El año que viene nos reforzaremos con

la compra de bodegas en Rioja y Ribera del Duero” (Expansión, en junio);

“Cumbres de Gredos prepara su desembarco en el mercado de EEUU” (Cinco

Días, en diciembre). Se trataba del sector del vino, pero las intenciones

parecían distintas.

Hay ciertamente empresarios, directivos y profesionales que intentan alcanzar

la mayor calidad y competitividad de sus productos o servicios (ganando dinero

como consecuencia), y otros que se orientan sobre todo a los parámetros

financieros, es decir, a generar beneficios con la actividad profesional, vivida

ésta como medio; ello con todas las posibilidades intermedias y sin menoscabo

de la legitimidad. (Sería quizá una digresión que nos detuviéramos ahora en

recordar que don Miguel tuvo que vender Vinartis en 2007, a un precio

sensiblemente inferior al pagado por estas bodegas en 2003).

Lo anterior me sirve para sugerir que quizá un buen profesional prefiera

desplegar su compromiso en una empresa más autotélica (las del primer tipo),

más que en una empresa exotélica, orientada sobre todo a las cifras; pero no

debemos descartar que haya también buenos profesionales técnicos en

empresas de perfil exotélico, como los hubo en ITT en los tiempos de Geneen

(permitan que recurra aquí a mi experiencia personal en ITT, donde yo era un

modesto empleado en los años 70, pero pude convivir con magníficos

profesionales españoles, en el Centro de Investigación de Madrid: recuerdo a

Rafael Burriel, por ejemplo).

Compartimos —hemos dicho— las metas “profesionales” de la organización, y

ello nos mueve a trabajar para el corto y el largo plazo. Cuando conducimos

nuestro automóvil en la carretera, atendemos a nuestro entorno próximo pero

no perdemos de vista el horizonte, ni olvidamos el destino. Acertada o no la

analogía, debemos atender al corto y largo plazo, asegurando que lo que

hacemos cada día nos aproxima a —y no aleja de— la denominada “visión”. De

modo que, aunque los directivos abordan cada día lo que les dicta su agenda y

también alguna cosa imprevista, su punto de mira está en las metas de fin de

ejercicio y, quizá especialmente, en las del futuro deseado (ganar clientes,

liderar el mercado, consolidar las innovaciones introducidas, etc.).

Tan saludable parece esta manera de trabajar, que la formulación y asunción

de objetivos se extendió también a los trabajadores, en no pocas grandes

empresas, en los años 80 y 90. Temo que la cosa no funcionara bien —es

conocida la frecuente adulteración del sistema de dirección por objetivos—,

pero el hecho es que se viene alentando el compromiso con los resultados a

obtener, más allá del desempeño cotidiano de tareas. Ahora bien, ¿de qué, o

quién, depende el resultado perseguido? Efectivamente, tal como estará

pensando el lector, a veces se nos piden resultados que no dependen de

nosotros, y ni siquiera de que trabajemos en equipo… A veces, la Alta

Dirección parece más ocupada en fusiones y adquisiciones que en la marcha

de la compañía, y aparece un cierto vacío en la coordinación.

La Dirección desempeña ciertamente un papel fundamental en la consolidación

del compromiso de las personas; puede alentarlo, pero también puede

bloquearlo o sofocarlo, con mayor o menor conciencia de ello. Al hilo de esto, el

propio Tom Peters señala que la gente tiene buen olfato para detectar el

compromiso —o su ausencia— en los líderes; si éstos persiguen metas

distintas de las declaradas, se acaba sabiendo. También recuerdo a Peter

Senge diciendo que la Dirección tendría que empezar por dejar de desmotivar

a la gente.

Reflexión final

Ya sabemos que unas empresas parecen más preocupadas por el deseable

bienestar social que otras, y que, de estas últimas, algunas persiguen el

beneficio económico aunque sea precisamente a costa de aquel bienestar.

Aquí les insistiría yo en la analogía del automóvil: creo que una empresa puede

liderar el mercado de la Telecomunicación, el mercado del e-learning, u otro

mercado, si lleva la mirada más lejos, a horizontes más amplios; pero si se

queda en perseguir el liderato, quizá resulte más complicado alcanzarlo. Ante

obsesiones de crecimiento desmedido, una empresa podría, por ejemplo,

empezar a considerar válido el sobornar a quienes toman decisiones de

compra, porque eso la aproximaría a la meta…

Habrá quien piense que en los negocios el fin justifica los medios, pero lo cierto

es que, como leí hace tiempo en una columna de Juan F. San Andrés, directivo

de Oracle, “la ética es la gran creación de la humanidad, para hacer posible la

convivencia”. A menudo se declaran incompatibles la ética y los negocios, y de

hecho los medios de comunicación nos trasladan casi todos los días casos de

alta corrupción en las grandes empresas. Cuando la corrupción reina, la

organización lo detecta y, o bien “la obediencia debida” socava nuestra

integridad y autoestima, o bien nuestra repulsa se vuelve contra nosotros;

desde luego no queda ya sitio para el compromiso intrínseco.

Uno cree que la prosperidad de las organizaciones pasa por la efectividad tras

metas de interés social, por la calidad de vida en el trabajo y, en suma, por la

opción del círculo virtuoso, lejos del vicioso caracterizado por la entropía

psíquica, la tensión nerviosa, el imperio del corto plazo, el camuflaje de los

malos resultados, la degeneración de los buenos usos y costumbres… Hay

sitio para otras creencias, pero uno cree que el bien común es más nutritivo

que el particular.

Para terminar, si tienen la fortuna de pertenecer a una organización que apunta

a la prosperidad y el bien común, no duden en comprometerse; y si se les

presenta la oportunidad de enderezar una empresa en crisis o malograda,

también parece una meta estimulante. Me pareció, en suma, que éste era un

tema para la reflexión y aun para el debate, pero no he pretendido agotar la

primera sino alentar el segundo.

Bibliografía

1.- Análisis comparativo del compromiso organizacional manifestado por

madres y mujeres sin hijos. Mario Blanco, Docente y director del Departamento

de Recursos Humanos de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, La

Paz, Bolivia.

Linkografia

1.- http://www.eleconomista.es/blogs/la-conciencia-del-directivo/?p=353 , blog de

economía y realidad empresarial.

2.-http://jcvalda.wordpress.com/2009/06/09/el-compromiso-con-las-metas-de-la-

empresa/ , pagina web de pymes y recursos humanos.

3.-http://www.thinkingpeoplerecursoshumanos.es/desarrollo-de-rr-hh/compromiso -del-

empleado/ , pagina web de recursos humanos