cómo pensar más en el sexo de alain de botton

8/20/2019 Cómo Pensar Más en El Sexo de Alain de Botton

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Annotation

No pensamos demasiado en el sexosencillamente pensamos en él de lforma equivocada Alain de Botto

sostiene que el sexo en el siglo XXI estpredestinado a ser un acto de equilibrientre el amor y el deseo, entre laventura y el compromiso.Tratando

emas que incluyen la lujuria, efetichismo, el adulterio, la pornografía a impotencia, articula con franqueza lo

dilemas de la sexualidad modernaayudándonos a pensar con mayoprofundidad y sabiduría sobre el sexque practicamos o dejamos de practicar


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ALAIN DE

BOTTON

Cómo pensar más en el sexo

Traducción de Pablo MMigliozzi


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Sinopsis

No pensamos demasiado enel sexo, sencillamente

pensamos en él de la formaequivocada Alain de Bottonsostiene que el sexo en esiglo XXI está predestinado a

ser un acto de equilibrio entreel amor y el deseo, entre laaventura y e

compromiso.Tratando temasque incluyen la lujuria, efetichismo, el adulterio, la pornografía y la impotencia

articula con franqueza los


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dilemas de la sexualidadmoderna, ayudándonos a pensar con mayor

profundidad y sabiduría sobreel sexo que practicamos odejamos de practicar.

Traductor: M. Migliozzi, Pablo

Autor: De Botton, AlainISBN: 9788490191705Generado con: QualityEbook v0.64


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Alain de Botton

Traducción: Pablo M. Migliozzi

Título original: How to Think Morabout Sex

Traducción: Pablo M. Migliozzi 1

edición: junio 2012

© The School of Life 2012

www.panmacmillan.com

El derecho de Alain de Botton a se


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reconocido como autor de esta obra hsido declarado por él de acuerdo con lLey de Derechos de Autor, Diseño y

Patentes de 1988.

Se ha intentado por todos los mediocontactar con los poseedores d

derechos de autor del materiareproducido en este libro. Si alguno hsido pasado por alto de form

nadvertida, el editor estará encantadde hacer la restitución lo antes posible.

Se han ficcionalizado los estudios d

casos, salvo en aquellos en los cuales eautor es el sujeto, y se han cambiado lonombres para proteger las identidadede las personas implicadas.


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Diseño de cubierta: Marcia MihoticDiseño de interior:

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© Ediciones B, S. A., 2012Consell de Cent, 425-427 − 0800

Barcelona (España)

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Depósito Legal: B.19330-2012 ISBNEPUB: 978-84-9019-170-5

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rigurosamente prohibida, siautorización escrita de los titulares decopyright , la reproducción total

parcial de esta obra por cualquier medio procedimiento, comprendidos lreprografía y el tratamiento informáticoasí como la distribución de ejemplaremediante alquiler o préstamo públicos.


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I. Introducción

1.Es raro pasar por esta vida sin senti

generalmente con cierto dolo

nconfesable, quizás al final de unrelación, o cuando estamos tumbados ea cama junto a nuestra pareja sin pode

dormir) que somos un poco extraños erelación con el sexo. En el fondenemos la dolorosa impresión de que e

un campo con el que no estamo

familiarizados. A pesar de ser uno deos aspectos más privados de la vida, lactividad sexual está rodeada de ideapreconcebidas y socialment

compartidas que determinan cómo deb


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a gente normal relacionarse con el sexoSin embargo, la mayoría estamos lejo

de ser normales en materia de sexo. Cas

odos padecemos sentimientos dculpabilidad y neurosis, fobias y deseonquietantes, indiferencia y disgustosinguno de nosotros se relaciona con e

sexo en la manera que se suponadecuada, alegre y relajadamente, siobsesiones, con la debida frecuencia

a actitud serena que proporciona ehecho de no torturarnos pensando quos demás están mejor dotados. E

general sexualmente no entraríamos e

o que se considera normal... aunquello solo es así si partimos de ciertanociones bastante distorsionadas de lnormalidad.


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Teniendo en cuenta que lo más comúnes sentirse extraño, es de lamentar coqué poca frecuencia la realidad de l

vida sexual sale a la luz. En su mayoparte, lo que nos ocurre con el sexo emposible de comunicar a aquella

personas cuya opinión más nos importaLos hombres y mujeres enamoradoienden a evitar compartir sus deseos

sobre todo por temor a provocar u

disgusto intolerable a su pareja. Puedque nos resulte más fácil la idea dmorir sin haber tenido determinadaconversaciones.

La prioridad de un libro de filosofíacerca del sexo parece evidente. No srata de enseñarnos a mantene

relaciones sexuales con mayo


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ntensidad y frecuencia, sino más biede sugerir a través de un lenguajcompartido la manera de empezar

sentirnos menos extraños con el sexque anhelamos tener o que procuramoevitar.

2.

Cualquier incomodidad que noprovoque el sexo se ve agravada por ldea de estar viviendo en una época d

iberación sexual. Como consecuenciaesto nos obliga a considerar que el sexes un asunto sin ambigüedades ncomplicaciones.

El relato habitual que acompaña


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nuestra liberación dice algo así: durantmiles de años, debido a una perverscombinación de fanatismo religioso

normas sociales pedantes, en todo emundo la gente vivió afligida por unnecesario sentido de culpabilidad e

relación con el sexo. Estabaconvencidos de que se les caerían lamanos si se masturbaban. Creían que loquemarían vivos si miraban con deseo e

obillo de una mujer. No tenían ni idede lo que era una erección o un clítorisUna situación ridícula.

Luego, entre la Primera Guerr

Mundial y el lanzamiento del Sputnik 1as cosas cambiaron para bien

Finalmente las personas empezaron levar bikinis, a admitir que s


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masturbaban, a mencionar el sexo oraen un contexto social, a mirar películaporno y a sentirse muy cómodas con u

asunto que, inexplicablemente, habísido el origen de una frustracióneurótica innecesaria durante gran partde la historia de la humanidad. Mantenerelaciones sexuales con confianza felicidad se volvió algo tan común en lera moderna como lo habían sido e

emor y la culpa en otros tiempos. Esexo comenzó a ser percibido como upasatiempo útil, estimulante físicamente revitalizante, un poco com

el tenis. Una actividad que todo emundo debería practicar con la mayofrecuencia posible para aliviar el estréde la vida moderna.


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Aunque este relato de ilustración progreso resulta muy halagador parnuestro intelecto y nuestra sensibilida

aica, prescinde de un hecho ineludibleel sexo no es algo de lo que podamoibrarnos tan fácilmente. Si nos h

perturbado durante miles de años no epor mera casualidad. Los preceptoreligiosos restrictivos y los tabúesociales se apoyan en aspectos d

nuestra naturaleza que no pueden sesuprimidos. El sexo nos perturbporque, básicamente, se trata de unfuerza demencial, abrumadora

nquietante que está reñida con lmayoría de nuestras ambiciones resulta imposible integrarldiscretamente en la sociedad civilizada


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Por más que nos esforcemos edespojarlo de estas peculiaridades, esexo nunca será la actividad fácil

agradable que desearíamos. No edemocrático ni considerado; más bieestá vinculado con la crueldad, lransgresión y el deseo de humillar

subyugar. Se niega a contentarse con eamor, tal y como socialmente se esperaAunque intentemos domesticarlo, el sex

muestra una obstinada tendencia provocar descalabros en nuestra vidaacaba con nuestras relaciones, amenaznuestra productividad y nos obliga

quedarnos en las discotecas hasta muarde hablando con personas que no no

caen bien pero a las que sin embargdeseamos tocar. El sexo mantiene u


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conflicto absurdo, y tal vez sin solucióposible, con algunos de nuestros máelevados propósitos y valores. No es d

sorprender que la mayoría de las veceengamos que reprimir sus demandas

Deberíamos aceptar que el sexo es en smismo algo más bien extraño, en lugade culparnos por no responder de unmanera más normal a sus complicadompulsos.

Esto no significa que no podamoaprender más sobre el sexoSimplemente deberíamos asumir qununca superaremos del todo la

dificultades que interpone en nuestrcamino. Nuestra mayor esperanza es qualgún día seamos capaces de convivirespetuosamente con esta fuerz


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anárquica e ingobernable.3.

Los manuales de sexo, desde el KamSutra hasta La alegría del sexo, haaunado esfuerzos por centrar loproblemas de la sexualidad en la esfer

corporal. Nos aseguran qudisfrutaremos más del sexo cuanddominemos la postura del loto, cuand

aprendamos a utilizar cubitos de hielde una manera creativa o cuandapliquemos técnicas de probada eficacipara alcanzar el orgasmo simultáneo.

Si alguna vez hemos sentido rechazpor esos manuales tal vez sea porque —a pesar de su prosa alentadora y sulustrativos esquemas— parece


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humillantes hasta lo intolerable. Quiereque nos tomemos en serio la idea de quel sexo nos resulta problemátic

principalmente porque no hemoprobado la masturbación anal o no lhemos pillado el tranquillo al métodCarezza. Sin embargo, estas soaventuras en el límite lujurioso deamplio espectro de la sexualidahumana, y no contemplan la clase d

desafíos a los que normalmente noenfrentamos.En general, lo que realmente no

preocupa no es cómo hacer que el sex

sea más placentero con nuestro amanteque ya está dispuesto a pasarse horas ea cama probando posturas en medio da fragancia de jazmín y el canto de lo


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colibríes. Lo que nos preocupa es mábien que el sexo se haya vuelto uproblema en nuestra larga vida e

pareja, debido al agotamiento quprovoca el cuidado de los niños y leconomía del hogar; o debido quizás a adicción a la pornografía de Internet

o al hecho de que al parecer soldeseamos tener sexo con la gente que namamos; o tal vez al clima que s

respira en la casa, por haber tenido unaventura con alguien del trabajodestruyendo irremediablemente lconfianza de nuestro cónyuge.


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Los problemas sexuales más urgente

a los que nos enfrentamos rara veienen que ver con la técnica. KamSutra, India,

finales del siglo XVIII.

4.


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En vista de estos y otros problemaspodríamos preguntarnos con qu

frecuencia es posible tener una buenrelación sexual. Y contraviniendo eespíritu de la época, podríamocontestarnos que unas pocas ocasiones

o largo de la vida bastarían para fijaun límite aceptable y natural a nuestraambiciones. Puede que el buen sexo

como la felicidad, sea una excepciópreciosa y sublime.Durante nuestros encuentros má

afortunados es raro que reparemos en e

privilegio que acabamos de disfrutarSolo cuando envejecemos y recordamorepetidas veces con nostalgia nuestropocos episodios eróticos, advertimos l


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acañería con que la naturaleza repartos dones. Y nos damos cuenta de que e

buen sexo es en realidad un curios

prodigio biológico, psicológico y dsincronización.

En la mayoría de las vidas el sexparece destinado a permanecer inmersen la añoranza y la torpeza. Por muchque prometan los manuales, la mayoríde los dilemas que el sexo nos suscit

carecen de solución. Por lo tanto uibro práctico de autoayuda sobre eema debe centrarse en cómo manejar e

dolor, y no en cómo suprimirlo

nmediatamente. Y si bien no podemoesperar que los libros resuelvanuestros problemas, sí nos dan loportunidad de desahogar la tristeza


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descubrir que las penas que nos afligeno son una prerrogativa individual. Loibros cumplen con el propósito d

consolarnos, recordándonos que nestamos solos frente a las dificultadehumillantes y peculiares impuestas ponuestro inevitable deseo sexual.


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II. Los placeres

del sexo1. Erotismo y soledad

1.

Antes de considerar los numerosoproblemas que nos causa el sexomerece la pena detenernos a mirar lotra cara de la moneda, para medita

sobre la cuestión (no tan obvia compuede parecer) de por qué el sexo, salven contadas ocasiones, debería ser unactividad placentera y gratificante.


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En la medida en que nuestra época snteresa por este tema, se plantea un

explicación general que deriva de l

biología evolutiva. Esta disciplinaomnipresente en el mundo moderno, nodice que los seres humanos, al igual quodos los animales, estamo

genéticamente programados parreproducirnos y que necesitamos de loplaceres del sexo como una recompens

por acometer el enorme esfuerzo duntarnos y tener hijos con una pareja.De acuerdo con la biología evolutiva

o que para nosotros tiene un atractiv

sexual es solo el reflejo de un rasgo quperpetuará la especie. Si nos atrae lnteligencia, se debe a que es un

cualidad fundamental para asegurar l


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supervivencia de nuestras crías. Nogusta ver a la gente que sabe bailar, yque eso es indicativo de un vigor qu

será muy útil a la hora de proteger a lsiguiente generación. Lo que la sociedaconsidera una persona «atractiva» es, edefinitiva, alguien que de forma naturasabrá superar las enfermedades y seguisu camino sin obstáculos.

Esta tesis biológico-evolutiva no est

mal. Sin embargo es categórica, y estdesligada de nuestras experienciaactuales con el sexo. Además, a la largresulta un poco aburrida. Si bie

consigue explicar satisfactoriamente poqué existe el sexo, no arroja ninguna lusobre nuestras motivaciones conscientepara querer acostarnos con determinada


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personas, ni tampoco sobre la variedade placeres que obtenemos de eso. Lbiología evolutiva nos ilustra sobr

nuestras acciones en términos generalespero no revela ninguna de las razoneque anidan en nuestra mente cuandnvitamos a alguien a cenar y más tardntentamos desabrocharle la bragueta e

el sofá. Y sobre esta base tampocoofrece una explicación satisfactori

sobre por qué debería importarnos esexo como entes pensantes.

2.

En busca de una explicación má

pertinente podríamos centrarnos en u


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momento singular del ritual de la citaUno cuyo recuerdo, incluso muchos añodespués, siempre seguirá provocando u

sentimiento único de excitación: emomento del primer beso, con el cuaadmitimos abierta y corporalmentnuestra atracción por una persona eparticular.

Puede haber sido en un coche despuéde una larga cena en la que apenas no

atrevimos a probar bocado. O en upasillo al final de una fiesta. O drepente, antes de una despedida en unestación de tren, sin que importe en l

más mínimo el apremio de los pasajeroque van y vienen. Puede que no seamograndes conversadores, pero cuandenemos que contar el acercamiento


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ese primer beso no nos faltan lapalabras.

A partir de este primer momento

dejamos de ser dos desconocidos parconvertirnos en dos personas que tienerelaciones íntimas. Nos excita porquhemos superado la soledad. El placeque obtenemos no solo proviene de lestimulación de las terminacionenerviosas y de la satisfacción de un

necesidad biológica. También eproducto de la alegría que sentimos aemerger, aunque sea brevemente, dnuestro aislamiento en un mundo frío

ndiferente.El aislamiento es algo con lo qu

odos nos familiarizamos después de lnfancia. Con suerte todos tenemos u


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comienzo confortable en este mundodisfrutando de una proximidad física emocional con alguien que no

proporciona afecto y nos cuidaSentimos el calor de su piel, los latidode su corazón, vemos cómo nos mircontentísima mientras no hacemos máque producir babitas. O, en otrapalabras, no hacemos más que existir

os basta con golpear la mesa con l

cuchara para provocar carcajadas dfelicidad. Nos hacen cosquillas en lodedos y nos acarician la cabeza, nohuelen y nos besan todo el tiempo. N

siquiera tenemos que hablar. Nuestranecesidades son cuidadosamentatendidas: el pecho siempre está allpara cuando lo necesitemos.


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Luego, poco a poco, nos acercamos aocaso. Primero nos retiran el pecho alegremente nos animan a descubrir e

mundo del arroz con pollo cortado erocitos. Nuestro cuerpo ya no pued

exhibirse despreocupadamente comantes. Nos avergonzamos de nuestroatributos. Las partes en continuexpansión de nuestra anatomía se veprivadas del contacto con los demás. L

prohibición empieza por la zona de logenitales, luego se extiende al estómag sigue por las axilas, la nuca y la

orejas, hasta que al final lo único que s

nos permite de vez en cuando es dar uabrazo, estrechar una mano, dar recibir un beso en la mejilla. Lsatisfacción que mostraban los demá


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por nuestra existencia disminuye y sentusiasmo empieza a guardar unestrecha relación con nuestr

rendimiento. Lo que ahora les interesno es quiénes somos, sino qué hacemosLos maestros, que antes nos animaban dibujar toda clase de garabatos, dpronto parecen alegrarse solo por lobuenos resultados de nuestros exámenesndividuos con buenas intenciones no

sugieren con una franqueza brutal ququizá ya sea hora de que empecemos ganar dinero por nosotros mismos, y lsociedad nos trata bien o ma

principalmente en función de si hemoconseguido este propósito. Tenemos queempezar a cuidar nuestras palabras nuestro aspecto. Algunas partes d


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nuestra apariencia nos sublevan aterrorizan, y sentimos que debemoocultárselas a los demás gastando diner

en ropa y peluquería. Nos convertimoen criaturas torpes, desmañadasvergonzosas y ansiosas. Noconvertimos en adultos, desterradopara siempre del paraíso.

Pero en lo más hondo siemprrecordamos las necesidades con las qu

nacimos: que nos acepten por lo qusomos y no por lo que tenemos, que noamen a través de nuestro cuerpo, que noabracen, que disfruten ocasionalment

de nuestro olor y nuestra piel. Todaestas necesidades nos llevan a unbúsqueda incesante y apasionadamentdealista de una persona con la qu


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podamos besarnos y acostarnos.

3.

Imaginemos los pasos sucesivos en l

historia de una pareja cuyos miembrose están seduciendo por primera vez, analicemos sus placeres en relación coesta tesis sobre la soledad. Empecemo

por imaginarnos a la pareja en uncafetería de una ciudad grande, a laonce de la noche de un sábado

comiendo un helado después de habevisto una película juntos.Sin duda hay una explicació

biológica para la excitación sexual qu

ambos están sintiendo, sustentada en e


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relato de la reproducción instintiva de lespecie. Sin embargo, el hombre y lmujer también están excitados por i

superando poco a poco las numerosabarreras de la intimidad que existen ea vida normal. Centrándonos en est

podemos explicar gran parte deerotismo que experimentarán hastlegar a la cama.

El beso, la aceptación

Con la cuchara en la mano ella hablsobre un viaje reciente que hizo España con su hermana. Cuenta que eBarcelona visitaron el pabellón de Mie

van der Rohe y comieron en u


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restaurante especializado en mariscocon un toque de cocina marroquí. Él notque ella lo roza con la pierna y percib

concretamente la elasticidad de sumedias negras que se vuelven máirantes cerca del borde de la falda

Cuando la mujer está contándole unanécdota sobre Gaudí, él se vuelvhacia ella, preparado para desistir a lprimera señal de miedo o disgusto. Per

su movimiento es recibido con ternura una sonrisa de bienvenida, y eso lhechiza todavía más. La mujer cierra loojos y ambas partes sienten el efect

único e inesperado de la humedad y lpiel del otro en sus propios labios.

El placer del momento solo puede seentendido tomando en consideración u


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contexto más amplio: el desafectabrumador con el que un beso puedacabar. No hace falta decir que l

mayoría de la gente que conocemos nsolo no estará interesada en tenerelaciones sexuales con nosotros, sinque con toda certeza la idea le darcierto repelús. No tenemos más remedique mantener una distancia mínima dsesenta centímetros, o quizá mejor de u

metro, entre nosotros y los que norodean, para dejarles definitivamentclaro que no tenemos intención dnvadir su espacio privado.

Luego viene el beso. El reino profunde íntimo de la boca (esa cavidad oscur húmeda que nadie explora salv

nuestro dentista, donde la lengua imper


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sobre un microcosmos tan silencioso desconocido como el vientre de unballena) se prepara ahora para abrirse

recibir a un extraño. La lengua, que nesperaba encontrarse con un semejantese acerca cautelosamente a scompañera de especie, avanzando con lreserva y la curiosidad propia de usleño del Pacífico que ve llegar a u

explorador europeo. Los surcos en e

nterior de la mejilla, que hasta ahoreran un territorio exclusivamentpersonal, son revelados por ambapartes. Las lenguas se enlazan en u

ntento por bailar. Una persona puedamer la dentadura de la otra como s

fuera la propia.Puede que suene asqueroso, y e


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realidad de eso se trata. Nada resulterótico si no es a su vez repugnante. Poeso los momentos de erotismo resulta

an intensos. Cuando el trance alcanza spunto álgido, encontramos permiso parodo. La unión entre dos persona

culmina con un acto que si ellas vierarealizar a otras personas shorrorizarían.

Sin embargo, si viviéramos en otra

culturas donde la aceptación eexpresada con acciones completamentdiferentes (por ejemplo, donde laparejas comparten una papaya par

demostrarse que se atraen, o donde unoca el dedo del pie del otro), esta

acciones también nos resultaríaeróticas. Es cierto que el beso result


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placentero por el efecto sensorial sobrnuestros labios, pero no debemoolvidar que gran parte de nuestr

excitación no tiene nada que ver con ldimensión física del acto. El gozo sorigina cuando uno se percata de latracción que inspira en otra persona, esa señal también podría cautivarnos sfuera transmitida por otros medios. Máallá del beso, lo que nos interesa es s

significado; tanto es así que el deseo dbesar a alguien puede verse reducido una declaración de ese deseo (lo cuapodría ser necesario en algunos casos

como cuando dos personas que se gustaa están casadas), una confesión qu

puede ser en sí misma tan erótica qucon frecuencia convierte el beso en alg


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superfluo.

El desnudo, fin de la vergüenza

La pareja se dirige en coche al piso d

ella, en una parte de la ciudad que él nconoce muy bien, y suben las escaleraen silencio hasta la tercera plantaDentro del apartamento las cortina

están descorridas y una luz anaranjadse filtra desde la calle iluminando laestancias. Vuelven a besarse al lado d

un armario. Envalentonados por lprivacidad, él le desabrocha la blusmientras ella le desabotona la camisaLos movimientos se tornan impacientes

Él intenta con torpeza desengancharle e


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sostén. Ella sonríe condescendiente aver que su amante no puede, y se llevas manos a la espalda para echarle un

mano. Al cabo de un momento scontemplan desnudos por primera vez empiezan a acariciarse tiernamente lomuslos, las nalgas, los hombros, el tors los pezones.

No es una coincidencia que en eGénesis uno de los castigos impuesto

por Dios a Adán y Eva en la expulsiódel paraíso fuera el sentimiento dvergüenza por el propio cuerpo. El Dioudeocristiano decretó que la pareja d

ngratos debía avergonzarse parsiempre de exhibir sus cuerpos. Máallá de lo que pueda interpretarse sobrel origen bíblico de este sentimiento d


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vergüenza corporal, está claro que nnos vestimos solo para abrigarnos, sinambién (y quizás en primera instancia

por temor a provocar repulsión en lootros al exponer nuestra carne. Nuncestamos satisfechos del todo con easpecto de nuestro físico. Incluso en luventud, cuando disponemos de u

cuerpo atractivo y atlético, nos parecnsuficiente y hay una larga lista d

rasgos físicos que nos gustarímodificar. Pero esa ansiedad se debe algo más existencial que la simplaversión estética. Hay alg

erriblemente incómodo en mostraciertas partes de un cuerpo adulto (estes, cualquier cuerpo capaz de desear ener relaciones sexuales) a un testigo.


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No siempre fue así. La vergüenzempieza en la adolescencia. A medidque nuestro cuerpo se desarrolla y s

vuelve apto para el sexo corremos eriesgo de parecer obscenos ante lmirada ajena. Comienza la divisióentre nuestra identidad pública por uado y nuestra intimidad sexual por e

otro. Una gran parte de nuestra vidcomo adultos, lo que abarca desde la

fantasías sexuales hasta la entrepiernaqueda vedada para la mayoría de lgente que conocemos.

Regresemos con nuestro amant

masculino, que está lamiendapasionadamente los dedos de scompañera. Para él la división dmundos y el comienzo del pudor empez


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cuando tenía catorce años. Un mes se lpasaba en grande jugando a indios vaqueros con su hermano y visitando

su querida abuelita, y al mes siguientodo lo que quería era encerrarse en s

habitación con las cortinas corridaspara masturbarse pensando en el perfide una mujer que había visto de reojo apasar por el quiosco de revistas. Sdeseo y lo que el mundo esperaba de é

eran dos elementos irreconciliables. Lépoca podía aceptar que pensara edarle la mano o un beso a la chica que lgustaba, pero esos actos benignos

nocentes apenas guardaban relación coas depravadas acciones que s

desarrollaban cada día en sdesenfrenada imaginación. Pront


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empezó a soñar con orgías y sexo anal, obsesionarse con conseguir pornografídura, a fantasear con atar y violar a s

profesora de matemáticas. ¿Cómo erposible que a pesar de todo ello pudierseguir siendo una buena persona? Lvergüenza lo impulsaba a crear un senterior que, mucho se temía, nunc

podría presentar a nadie.Algo similar le había ocurrido a s

compañera, que ahora está de rodilladelante de él. A los trece años ellaambién experimentó unransformación. Hasta entonces habí

disfrutado bordando, andando a caball horneando pan de plátano. Después, da noche a la mañana, sus pasatiempo

se redujeron a un solo rito: meterse en e


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baño, cerrar la puerta, tumbarse en esuelo, bajarse los pantalones masturbarse mientras se miraba en u

espejo de cuerpo entero. ¿Cómencajaba esa actividad con lo que lgente sabía de ella? ¿Podía alguieaceptarla en su totalidad? En lomomentos de culpa y agotamientdespués del orgasmo, ella comprendía edolor que sentía la Eva de Masaccio a

ser expulsada del Paraíso por un Diocastigador.Por lo tanto, lo que ahora se est

produciendo entre nuestros amantes, qu

a están en la habitación, es un acto dreconciliación entre sus vidas sexualesecretas. Ambos han emergido al fin da soledad pecaminosa. La parej


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acuerda tácitamente no mencionar lasorprendentes peculiaridades del cuerpdel otro, ni tampoco sus deseo

sexuales. Aceptan sin vergüenza lo quuna vez les resultó ignominiosoAdmiten mediante el lenguaje de lacaricias que son compatibles, algo poccomún hasta entonces. Lo que la parejestá dispuesta a hacer está fuertementreñido con el comportamiento que s

espera de ellos en la vida social (entren conflicto, por ejemplo, con cualquierecuerdo de sus abuelas). Pero en estmomento ya no parece nada perverso n

extraño. Finalmente, en la penumbra, loamantes pueden reconocer todas lafantasías maravillosas y alocadas quepor el mero hecho de tener un cuerpo


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desean realizar.


53/325 Durante el sexo regresamos


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(brevemente) al ParaísoMasaccio, La expulsión de

Adán y Eva del Paraíso

terrenal , 1425- 1428.

Excitación, autenticidad

Están tumbados en la cama y sigueacariciándose. Él le mete una mano entras piernas y presiona suavemente haci

arriba, comprobando con alegría quella está húmeda. Al mismo tiempo ellalarga un brazo y experimenta la mism

satisfacción al descubrir la extremadrigidez de su pene.La razón de que esas reaccione

fisiológicas sean emocionalment

satisfactorias (es decir, eróticas) es qu


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se trata de señales de aprobación poparte de ambos que no están sujetas a lmanipulación racional. Nadie pued

producir erecciones y lubricacionevoluntariamente, por lo que son undicio de interés verdadero y honesto

En un mundo en el que abunda el falsentusiasmo, en el que a menudo resultdifícil determinar si de verdad gustamoo si los demás solo se muestra

agradables con nosotros porque es sdeber, una vagina húmeda y un penerecto suponen muestras de sinceridanequívocas.

Estas reacciones involuntariaprovocan tal deleite que nuestra parejadespués de hacer el amor, retomará lconversación que mantenían antes. Él l


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preguntará con una mirada maliciosa santes, en la cafetería, ya estaba excitadmientras contaba el viaje a Barcelon

con su hermana. Y ella, con una sonrisaresponderá que sí, por supuesto, quodo el tiempo había estado húmeda

desde el momento en que se sentaron pidieron sus helados. Él por su parte lconfesará que en la cafetería ya tenía epene duro y atrapado en el pantalón. Y

volverán a excitarse simplementpensando que por debajo de aquellconversación intelectual sus cuerpos yestaban experimentando un deseo qu

asomaba irrefrenablemente a lsuperficie del trato social.

Los momentos en que el sexsobrepasa nuestro lado racional tiene


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a buena costumbre de volverseróticos. Transcurrido un tiempo nuestrpareja viajará a la costa para pasar e

fin de semana. El sábado a la noche eel hotel, después de un día de sol playa, se tumbarán en la cama parconversar y finalmente saldrá el tema das fantasías sexuales. Ambo

reconocerán que tienen debilidad poos uniformes. Él le explicará lo much

que le gusta imaginarse a una enfermerrecatada y austera con su excitantconjunto blanco. Ella le confesarsonriendo mientras mira por la ventana

que de vez en cuando se excita miranda los hombres que llevan trajeelegantes, sobre todo el típico joveejecutivo bien vestido que parece ta


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concentrado y severo mientras caminpor las calles de Wall Street, llevandosu maletín y el Financial Times.

El erotismo de esos uniformes guardrelación con la distancia abismal quexiste entre el control racional qusimbolizan y la pasión sexuadesenfrenada, la cual, al menos en eplano de la fantasía, es capaz de acortaesa distancia. La gente con la qu

ratamos a diario (ya sean enfermerasmédicos, directores financieros contables tributarios) no lubrican nienen erecciones mientras hablan co

nosotros. De hecho apenas reparan enosotros, y no van a interrumpir uprocedimiento médico o una llamadelefónica para atendernos. L


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ndiferencia del trato pragmático nopuede resultar dolorosa y humillante. Dahí que recurramos al peculiar poder d

a fantasía para subvertir la realidad nvertir sus prioridades. En nuestrouegos sexuales podemos reescribir lo

guiones: la enfermera quiere hacer eamor con nosotros tan desesperadamentque se olvida de que su cometido en esmomento es tomar una muestra d

sangre. El capitalista por una vez dejde pensar en el dinero, tira el portátil asuelo y empieza a besarnoalocadamente. Mientras tenemos sex

apasionado en lugares imaginarioscomo el lavabo de un hospital o earchivo de una oficina, la intimidad (amenos simbólicamente) prevalece sobr


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el estatus y la responsabilidad.Muchos escenarios pueden se

sorprendentemente eróticos. Así como

os uniformes pueden inspirar lujuripor la evocación del deseo de rompeas reglas, también es excitante (y po

razones similares) imaginarse unescena sexual en un rincón de lbiblioteca de la universidad, en eguardarropa de un restaurante o en e

vagón de un tren. Nuestro desafiantespíritu transgresor nos proporciona unsensación de poder que va más allá do puramente sexual. Mantene

relaciones sexuales en la parte traserde un avión lleno de ejecutivos ententar subvertir el orden de jerarquíasntroduciendo el deseo en un ambient


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en que la disciplina insensiblgeneralmente prevalece sobre lpersonal. A diez kilómetros de altura, a

gual que en el cubículo de una oficinaa victoria de la intimidad parece má

dulce, y de este modo nuestro placeaumenta. Decimos que hacerlo en eavabo de un avión es excitante, pero e

realidad nos referimos a que nos excitsobreponernos a una especie d

alienación que, por otra parte, noresulta opresiva.


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Un lugar atractivo parahacer el amor.


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Así pues, el erotismo parecmanifestarse más claramente en lntersección entre lo formal y lo íntimo

Es como si necesitáramos que se norecordara lo convencional para podeapreciar adecuadamente lo maravillosque resulta ser imprudentes, o seguiexponiéndonos a ser vulnerables parpoder percibir en su justa dimensión laparticulares cualidades del lugar al qu

se nos ha permitido acceder. Esoexplica por qué nos atraen tanto lorecuerdos de la primera noche coalguien, cuando ese contraste es much

más vívido, aunque también, máristemente, explica la falta de erotism

que podemos sentir en una playa nudisto con nuestra pareja de muchos años qu


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ha olvidado proteger su desnudez depeligro siempre presente que representnuestra predatoria ingratitud.

Rudeza, amor

Mientras hacen el amor la mujer hacsaber al hombre, aunque sin palabrasmediante esa manera sutil d

comunicarse que a veces tienen loamantes, que le gustaría que él le tirardel pelo. Al principio él se muestr

ndeciso; el acto no le parece algprecisamente«bonito», pero es evidente que a ell

a no le interesa ninguna definició

convencional de esa palabra. Así qu


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coge un buen mechón de pelo castaño ira con brutalidad al ritmo de su

embestidas. Animado por el entusiasmo

de su compañera, se atreve a insultarlaen parte porque siente un gran cariñpor ella. Con el mismo afecto y excitadsobremanera, ella le llama cabrón y lacusa de ser un intruso abominable depravado. Él la sujeta bruscamente dos hombros. Al día siguiente ella tendr

arañazos en toda la espalda.En la vida normal siempre se esperque seamos amables. Por lo general npodemos ganarnos el respeto o el cariñ

de nadie sin reprimir severamente todeso que llevamos dentro y que eostensiblemente «malo»: nuestragresividad, nuestra falta d


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consideración, nuestra tendencia a seavariciosos y despectivos. No podemoser aceptados por la sociedad s

revelamos el espectro completo dnuestros pensamientos y nuestramanías. De ahí el interés erótico qusentimos (aunque es más bien unsatisfacción emocional) cuando el sexnos permite que esa parte secreta dnosotros salga a la luz, y que además se

aceptada.Con las personas que parececonvencidas de nuestras virtudes noatrevemos a compartir aspectos d

nosotros mismos que normalmente noespantan o avergüenzan. Empleamopalabras y gestos que bastarían para quen el mundo exterior nos tildaran d


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ocos. El permiso para abofeteaduramente a otra persona o parapretarle el cuello con fuerza puede se

una prueba de amor. Por eso nuestropadres nos dejan claro que ellos sabeque somos buenas personas. A ellos noes importa que tengamos nuestro lad

oscuro. Nuestros padres (al igual que lpareja ideal) conocen todas nuestrafacetas y nos consideran buena

personas. Cuando un amante dispuesto generoso nos permite decir y hacer lapeores cosas que podamos imaginar, noestá brindando la extraordinari

oportunidad de sentirnos a gusto dentrde nuestra propia piel.

Si estamos en el lugar del que recibeste tipo de trato rudo y violento, pued


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que experimentemos un placer similar, hasta cierta sensación de poder, ya qupodemos decidir por nosotros mismos l

manera en que seremos insultadosmaltratados o sometidos. Durante graparte de nuestra vida en este munddejamos que los otros nos maltraten. Amenudo nos vemos forzados a padecea voluntad perversa de nuestro

superiores, así como los métodos d

maltrato que ellos escogen. Por tantopuede resultar realmente liberadocambiar esta dinámica de poder enuestro propio juego teatral, someterno

voluntariamente y en circunstancias qusolo nosotros creamos, y ante unpersona que sabemos que en el fondo ebuena y cariñosa. Es una manera d


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superar el miedo a la fragilidad, pues aser golpeados e insultados disfrutamosintiendo que nos hacemos más fuertes

resistentes, nos enfrentamos a lo peoque alguien podría pensar al infligirnoun castigo, y sobrevivimos.

A medida que aumenta la rudeza, eazo de lealtad que une a la pareja tiend

a estrecharse. Cuando más espeluznantpueda resultar nuestro comportamiento

a sociedad sentenciosa en la quvivimos, mayor será nuestra sensacióde estar construyendo un paraísprivado de mutua aceptación. No tien

sentido analizar esta clase de rudezdesde un punto de vista biológicoevolutivo. El hecho de que una personpermita que la abofeteen, la aten a l


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cama, la estrangulen o la violen, solo sexperimenta como una prueba daceptación desde un punto de vist

psicológico.El sexo nos libera temporalmente de l

dicotomía de la penitencia, bieconocida por todos desde la infanciaque comprende lo sucio y lo limpioHacer el amor nos purifica, pues aquellque parece ser lo más sucio de nosotro

se ve involucrado en el proceso y deste modo es ungido con una dignidanueva. Nada lo demuestra mejor qucuando hundimos deseosamente nuestr

rostro, esa fachada pública, limpia respetable, entre las piernas de nuestroamantes, ese rincón sucio y privadopara besarlo, lamerlo y explorarlo co


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nuestra lengua, aceptando de modsimbólico todo su ser, a la manera eque un sacerdote vuelve a aceptar en e

seno de la Iglesia a un penitentculpable de muchas transgresionesredimiéndolo con un casto beso en lfrente.

Fetichismo, bondad

Nuestra pareja tiene fetiches, y ecada cópula ambos van tomando nota

ncorporándolos al ritual de excitaciónEl fetichismo normalmente se asocia coo más extremo, incluso con patologías con ciertas prendas de vestir

accesorios como uñas largas, trajes d


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cuero, máscaras, cadenas y lencería. Siembargo, nada de eso está en la lista dpreferencias de nuestra pareja.

En términos clínicos, un fetiche edefinido como un ingredientípicamente inusual que debe esta

presente para que el fetichista alcance eorgasmo. El primer investigadoreconocido de fetiches fue el médico sexólogo austro-alemán Richard vo

Krafft-Ebing. En su libro PsychopathiSexualis, publicado en 1886, identificcerca de doscientos treinta fetiches. Locasos de fetichismo varían según e

objeto que provoca excitaciónestigmatofilia (tatuajes), dacrifililágrimas), podofilia (pies)

sthenolagnia (músculos) y thilpsosi


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agujas).Estos ejemplos extremos puede

hacernos pensar que solo los demente

ienen fetiches, pero por supuesto no easí. Los fetiches no tienen por qué seextremos o incomprensibles. De umodo u otro todos somos fetichistasaunque la mayoría pertenecemos a uipo moderado que puede tener sexo si

recurrir a sus objetos favoritos. En est

sentido los fetiches son simples detallea menudo un determinado tipo de ropo una parte del cuerpo del otro) que noevocan los aspectos más deseables de l

naturaleza humana. El origen de esentusiasmo es más bien oscuro, percasi siempre puede rastrearse en algúaspecto significativo de nuestra infancia


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os sentimos atraídos por cosaespecíficas porque evocan cualidadelamativas de una figura paternal amada

o, por el contrario, porque anulan o noayudan a escapar de un recuerdo dhumillación o terror.

La tarea de comprender nuestrapreferencias respecto a esto debería sereconocida como parte de un proyectde autoconocimiento. Lo que Freu

decía de los sueños puede aplicarse os fetiches sexuales: son un camindirecto al inconsciente.

El miembro masculino de nuestr

pareja tiene como fetiche un particulaestilo de zapato. Al comienzo de lnoche reparó con excitación en que lmujer llevaba unos mocasines negros


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planos (de los que suelen llevar labibliotecarias y las colegialas, en estcaso de la marca italiana Marni),

ahora, mientras hacen el amor en lcama, aunque ambos están totalmentdesnudos, él le pide que se los pongpara aumentar su placer.

Para explicar por qué el hombre sdeleita con los zapatos de su compañerdeberíamos invocar todas su

experiencias del pasado. Su madre fuuna actriz famosa que se vestía de umodo extremado y ostentoso. Lfascinaban los abrigos de leopardo, la

uñas violetas y los tacones altos. Otrcosa significativa es que ella siemprdejó claro que no le importaba mucho shijo. Nunca le decía nada agradable n


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e demostraba cariño, y en cambidedicaba toda su atención a su hijmayor y a sus diversos amantes. A su

hijo no le leía cuentos en la cama, nejía abrigos para sus ositos de peluchencluso ahora, de mayor, el hombr

siente un terror secreto por las mujereque le recuerdan a esta matriarca egoíste indiferente.

Si bien el hombre no es consciente d

odo esto, su historia psicológica es efiltro omnipresente a través del cual éobserva los zapatos, y por extensión as mujeres que lo llevan. La cita de est

noche, por ejemplo, podría habeomado un rumbo completamente distint

si su compañera hubiera llegado con upar de zapatos de Manolo Blahnik o d


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Jimmy Choo: de haber acabado en lcama de todos modos, puede que él nhubiese tenido una erección. Pero lo

mocasines eran y son los zapatoperfectos, pues en ellos se concentraas cualidades que él más dese

encontrar en una compañera sentimentaEn dos estrechos objetos de cuero dveintidós centímetros de largo él pueddetectar la identidad de la mujer ideal

ranquila, inteligente, contenidaelegante, modesta y un poco tímidacomo es él. Puede hacer el amor coella, pero si las circunstancias l

requieren o lo permiten (digamos, si ellestá en un viaje de negocios y él está ecasa ansioso de que regrese) tambiépodría alcanzar el orgasmo sin ningú


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problema con solo mirar los zapatos.La mujer, por su parte, tiene un fetich

propio. Le encanta el reloj de s

compañero, antiguo, de segunda mano con correa de cuero. Mientras hacen eamor ella lo mira fijamente. En umomento aprieta el antebrazo dehombre entre sus piernas y le excitsentir el roce del cristal y el metacontra su piel. El reloj se parece al qu

levaba su padre. Él era un médicalegre, simpático y brillante que fallecicuando ella tenía doce años, dejando uvacío en su corazón imposible de llenar

Durante toda su vida adulta ella se hsentido atraída por hombres que ecierto modo tenían el aura y el olor dsu padre. Al ver el reloj se le ponen lo


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pezones duros, pues la imagen lransmite subliminalmente el mensaje d

que su nuevo amante podría tener e

común importantes cualidades con lpersona que ella más ha admirado en emundo.

Y hablando de cosas que se llevan ena muñeca, el hombre tiene otro fetich

que se exhibe en esa zona. Después dbesar por primera vez a la mujer se di

cuenta de que ella llevaba una gomelástica en la muñeca izquierda. KrafftEbing nunca reparó en este caso: hay ufenómeno —hasta el momento si

nombre— que es el de la excitaciósexual provocada por las gomaelásticas. Esto nos demuestra que loestudios sobre fetichismo están mu


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verdes y que a los investigadoreodavía les queda mucho por hacer. (Y

no solo a ellos, también a lo

realizadores de porno, ya que lofetiches que se muestran en los sitioweb y películas porno apenas abarcauna pequeña parte del surtido de cosaque nos excitan. Todavía quedan muchositios web por crear. Daré algunapistas: hay gente que se excita con la

chaquetas de punto, con las personas quse sonrojan, con las que conducen o laque leen.) El hombre de nuestra parejse excita con la goma elástica porque e

hecho de llevarla en la muñeca le parecun gesto descarado, informal, andrógin saludable. Le sugiere que su portador

no es una persona que se preocupe po


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seguir una moda establecida, que ssiente tan libre por dentro como parexhibir un objeto sin ningún valor. Un

vez más, se excita con algo que lo liberde la sombra de su madre, que siemprlevaba joyas carísimas (y ninguno dos hombres que se las compraban era s

padre).Una explicación interesante sobre lo

fetiches la ofrece Sócrates, en el diálog

sobre el amor en El banquete de PlatónUsando a Aristófanes como portavozPlatón expone la teoría que se ha dado conocer como la escalera del amor. As

argumenta que todo lo que nos atravisualmente al final nos aleja de lo ques puramente visual o materiaconduciéndonos a una categoría má


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amplia a la que Platón se refiere com«el Bien». Esta construcción de unescalera que conecta el mundo de lo

objetos con el de las ideas y virtudepuede servirnos para rescatar a nuestrofetiches de otra interpretaciódeprimente, que los considera triviales ntrascendentes por tratarse de un asunt

meramente sexual. Gracias a la filosofíde Platón, un par de bonitos mocasines

un precioso reloj vintage o una gomelástica dejan de ser absurdos fetichencapaces de producir otra cosa que n

sea insignificantes e irrelevantes ataque

de deseo. Al contrario, estos y todonuestros fetiches pueden encontrarse apie de una escalera que asciende hacio más apreciable de un ser humano. S


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nos excitan es porque son emblemas deBien.

Los objetos nos excitan entanto que representan lo

bueno.

Orgasmo, utopía


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Los orgasmos que disfruta nuestrpareja durante las primeras horas somucho más que sensaciones física

generadas por la fricción y la presión dsus órganos genitales al obedecer emandato biológico de propagar lespecie. El placer que obtenemos desexo también está relacionado conuestro reconocimiento y aprobación daquellos ingredientes que dan lugar a l

buena vida, y cuya presencia hemodetectado en la otra persona. Cuanto mádetallado sea nuestro análisis de lo quentendemos por «sexy», mejo

comprenderemos que el erotismo es esentimiento de excitación que sproduce al encontrar otro ser humanque comparte nuestros valores y nuestr


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sentido de la existencia.El orgasmo en sí mismo indica e

momento supremo en que nuestr

soledad y alienación somomentáneamente superadas. Todo loque apreciamos en nuestro amante (sucomentarios, sus zapatos, su manera dmirar) se mezcla en una concentraddestilación de placer que hace que cadmiembro de la pareja se muestr

excepcionalmente tierno y vulnerablcon el otro.Por supuesto que también hay manera

de alcanzar un orgasmo que muy poc

ienen que ver con encontrar propósitocomunes con la otra persona, pero estadeben contemplarse en mayor o menomedida como una traición a lo qu


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debería ser el verdadero sentido desexo. En un extremo próximo, estexplica el sentimiento de vacío

soledad que normalmente sigue a lmasturbación; en un extremo alejadoustifica que nos escandalicemos ant

casos de zoofilia, violación o pedofiliaactividades en las que el placer que unparte obtiene de la otra eespantosamente unilateral.

4.

Una de las dificultades del sexo es qua fin de cuentas) no dura mucho. Inclus

en un caso de duración extrema estamo

hablando de una actividad que com


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máximo podría llegar a ocupar dohoras, o lo que dura aproximadamentuna misa católica.

Después el ánimo tiene tendencia decaer. La tristeza posterior al coito menudo invade a la pareja. Uno, cuandno los dos, tiende a quedarse dormido, eer el periódico o a marcharse. E

problema no es tanto el sexo en sí comel contraste entre la ternura, l

violencia, la energía y el hedonismpropios de él. A esto hay que sumar loaspectos más banales y constantes en eresto de nuestra vida, como el tedio, l

cohibición, los problemas y la apatía. Esexo puede poner de manifiesto nuestroretos personales de un modnsoportable. Por otra parte, una ve


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saciada la libido, el trance de hace unstante puede parecer inhibidorament

extraño y desconectado de lo qu

pensamos como personas normales copreocupaciones normales. Por ejemplopuede que la mayor parte del tiempo noesforcemos en ser razonables, pero hacun instante (¿cómo puede ser posible?estábamos desesperados por flagelar nuestra amante. Aunque por lo genera

estamos contentos de vivir en unsociedad moderna y democráticaacabamos de pasar una noche cuymejor parte fue cuando exteriorizamo

nuestro deseo de ser un noble sádico quiene a una doncella cautiva en un

mazmorra medieval.Nuestra cultura no nos anima


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conocernos como somos mientrapracticamos sexo. Da la sensación dque el acto sexual podría ser un proces

puramente físico, sin trascendencipsicológica. Pero como hemos podidver, lo que sucede al hacer el amor estestrechamente ligado a algunas dnuestras principales ambiciones. El actsexual se lleva a cabo mediante lfrotación de órganos, pero nuestr

excitación no se reduce a una burdreacción fisiológica. Se trata más biedel éxtasis que sentimos al encontrar alguien capaz de acabar con algunos d

nuestros grandes miedos, y con quieenemos la esperanza de compartir un

vida basada en valores comunes.


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2. ¿Puede e

erotismo serprofundo?

1.Cuando decimos que alguien nos gust

porque es «sexy» puede parecer qu

estamos valorando a un ser humano poun patrón ofensivamente superficial. Eesto nuestra cultura es estrictamanifestar nuestra aprobación de un

persona basándonos solamente en lapariencia no está bien visto en locírculos de gente civilizada. Antes ddeclarar nuestra preferencia por un


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persona en particular, estamos obligadoa conocerla poco a poco sosteniendconversaciones. Se supone que n

podemos enamorarnos (o sentir deseo) primera vista. Incluso puede parecer unraición a las cualidades humanas de lo

demás si los juzgamos principalmentpor su aspecto físico, quesupuestamente, a diferencia de scarácter, no puede cambiar. Pensamo

que la gente está compuesta de unterior y un exterior, y damos prioridada lo primero.

Sin embargo, no se puede negar qu

nuestro envoltorio desempeña un papede suma importancia en nuestro destin nuestros anhelos. El deseo d

acostarnos con determinadas persona


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puede surgir en nosotros mucho antes dque tengamos la oportunidad dconocerlas, esto es, antes de que s

presente la ocasión de hablar con ellaacerca de su vida, intereses sentimientos. Podemos decinmediatamente que esas personas so

atractivas solo porque las hemos visten una fotografía o en la calle al pasar, ynos hemos imaginado lo placentero qu

sería compartir unas vacaciones coellas, sin más fundamento intelectual quel hecho de que nos resulten físicamentatrayentes.

Esto seguramente resulta chocantepero en un libro sobre sexo no se puedgnorar. Así que antes de descartar po

completo la importancia del atractiv


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físico, deberíamos preguntarnos a qunos referimos cuando declaramos qualguien «nos pone». ¿Qué nos atrae d

esas personas? ¿Qué es exactamente espersona que nos atrae?

Una vez más la biología evolutiva noofrece contundentes e interesanterespuestas. Según su lógica, la belleznos atrae por una razón simple definitiva: es una promesa de salud. L

que llamamos una persona «bella» (o squeremos ser más informales, «guapa»es en esencia alguien con un sistemnmunológico fuerte y una resistenci

física suficiente. Esos individuos nogustan (o podríamos decir, «nos ponen»porque suponemos (por medio de esfacultad intuitiva que la naturaleza no


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ha concedido para tomar decisionenstantáneas en situaciones complejas

apremiantes) que con ellos tendremos l

posibilidad de engendrar hijos sanos fuertes.

El erotismo, al parecer, noestá en la mirada del que

observa. En un estudio, un 97 por ciento de los encuestados prefería


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acostarse con la mujer de la derechde rostro más simétrico).

En la foto de la derecha, erostro del hombre tiene una

proporción óptima de grasaen relación con el largo y eancho. En la foto de la izquierda, e


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mismo rostro tiene un excesode grasa. Lo que llamamos«erotismo» equivale a lo que

los biólogos llaman «salud».

Una impresionante variedad d

estudios ha demostrado que cuando grupos aleatorios de personas de todo emundo se les muestra fotografías drostros femeninos y masculinos y se lepide que los ordenen jerárquicamentsegún el grado de belleza, los resultadoson sorprendentemente uniformes, má

allá del abismo social y cultural. Surgun consenso acerca de qué tipo drostros encontramos más atractivos. Apartir de estos estudios, la biologí

evolutiva ha llegado a la conclusión d


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que un ser humano atractivo, lejos de seuna abstracción inclasificable, es eesencia una persona de rostro simétric

es decir, un rostro en el que la partderecha e izquierda son iguales), corasgos equilibrados, proporcionados armoniosos.

2.

Puede resultar incómodo que a alguiese le pregunte con quién se acostaría si

antes darle la oportunidad de formarsuna opinión. Los experimentos de lbiología evolutiva parecen esos trucode magia en los que el ilusionista no

venda los ojos y misteriosament


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adivina qué carta vamos a escoger de lbaraja. Pero, a diferencia de los magosos biólogos evolutivos no tienen nad

que ver con lo sobrenatural. Sostieneque bajo nuestras preferencias podeterminadas facciones subyacefundamentos científicos. Si concedemoanta importancia a la simetría y l

armonía es porque lo contrario (lasimetría y la desproporción facial) e

ndicio de alteraciones que se haproducido ya sea en el útero o en loprimeros años de vida, cuando eorganismo todavía se está formando. U

feto con un ADN contaminado pomicrobios o que ha soportado tensionedebilitantes durante los primeros mesede gestación revelará esto


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contratiempos en la composición de surasgos. Nuestro semblante es indicadode nuestro destino genético.

Es difícil contradecir la tesis de lbiología evolutiva, según la cual nuestrcerebro ancestral está obsesionado coa supervivencia y cada segmento de

mismo percibe la belleza como unmarca distintiva de la salud. La biologíevolutiva también parece acertar a

atribuir incluso una importanciconsiderable a los aspectos menores da apariencia facial, argumentando, po

ejemplo, que un milímetro más o meno

de ancho en el puente de la nariz o entras cejas puede incidir notablemente ea manera en que la gente reacciona ant

nosotros. Esta disciplina absuelve a l


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atracción física del cargo de ser algpuramente superficial. Si bien admitque juzgamos a la gente por s

apariencia, sostiene que la apariencia esí misma no es en absoluto trivial, sinque de hecho señala cualidadeprofundas. El hecho de que una personnos atraiga sexualmente significa quhay algo trascendental en ella que nofascina. El deseo sexual y la apreciació

de la belleza están ligados a uno de lograndes proyectos de la vida: lfecundación.

3.

Después de un tiempo, sin embargo, l


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explicación biológica sobre la atracciófísica empieza a perder peso y se vuelvalgo deprimente, pues parece reducir l

nquietud sexual que alguien nos inspira un simple criterio calificativo: hastqué punto será saludable esa persona.

No es que esta cualidad nos traiga sicuidado. Es solo que dada la amplitude requisitos que impone una vidcompartida aceptable, nuestra impresió

verdadera acerca de la apariencia de ueventual compañero debe tener que vecon algo más que su bienestar corporal.

El escritor francés Stendhal nos ofrec

un escape a este callejón sin salida quproponen los científicos, con su máxim«La belleza es una promesa dfelicidad». Esta definición tiene l


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ventaja de ampliar nuestra comprensióde por qué describimos a determinadapersonas como hermosas. L

explicación va mucho más allá de lbuena salud: utilizamos el término pardefinir a aquellos individuos en cuyorostros detectamos una variedad drasgos de personalidad que, segúnuestra intuición, podrían ser favorablepara entablar una relación satisfactori

con ellos. Por ejemplo, en sus faccioneal vez percibimos virtudes comdeterminación, inteligencia, lealtadhumildad y un sentido amablement

rreverente. Si nos resulta posibldeducir de manera inconsciente lresistencia física a las enfermedadebasándonos en la forma de la nariz d


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una persona, ¿por qué no podríamoambién descubrir un indicador d

paciencia en los labios, o una catártic

nclinación a reírse de las absurdidadede la vida en la ceja?

4.

La cantidad de información qu

nuestro rostro es capaz de comunicar shace evidente en los retratos de lograndes pintores que plasman sobre e

ienzo a gente atractiva que nconocemos en carne y hueso. Tomemocomo ejemplo la representación dngres de una tal Madame Devaucay. E

sujeto retratado es a todas luce


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atractivo, por lo tanto saludable, segúa interpretación de la biologí

evolutiva. Pero si quisiéramos explica

su encanto con cierto grado dcomplejidad necesitaríamos indagar esus virtudes más allá de la aptitureproductiva de su ADN. Ella nontriga, y puede que hasta nos excit

sexualmente, ya que su rostro sugieroda una serie de cualidades, aparte d

a salud. Son cualidades que podríamoexpresar en palabras (sin aspirar ninguna clase de validez científica), aceptaríamos de buen grado en un

compañera de carne y hueso.


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El atractivo es algo más que buena salud. Es una promesade felicidad. Madame Antonia Devaucay

de Nittis, 1807, retrato de


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Jean-Auguste-DominiqueIngres.

Hay algo en la boca de MadamDevaucay que denota tolerancia. Da lmpresión de que podríamos contarl

cualquier cosa a esa mujer (como quhabíamos evadido impuestos o hechalgo malo durante la Revolució

francesa, o que teníamos gustos sexualeextravagantes) sin que sus labios nohicieran ninguna amonestaciósanturrona; no se escandalizaría, n

reaccionaría con lecciones de moral ncensura provinciana. Ella sabría hastqué punto pueden nuestras almas vivien el tormento sin perder la purez


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fundamental. Su nariz parece albergauna dignidad heredada. En cierto modndica que es una mujer privilegiada

pero no consentida, acostumbrada asufrimiento pero siempre dispuesta conservar la elegancia en los momentodifíciles. Por otro lado, su cabellsugiere a la vez sentido de la disciplin una sensatez conmovedora

Seguramente aprendió a peinarse así e

un convento, donde acaso era una de lapreferidas de las amables monjas. Ecuanto a sus ojos, expresan un corajfascinante: podrían sostener la mirad

de un cruel inquisidor sin apartarse ni uápice. No renunciaría a suconvicciones ni traicionaría a suamigos por conveniencia.


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Si apreciamos la belleza de MadamDevaucay, queda claro que no lvaloramos solo por su aspect

saludable, sino también porque noconmueve toda su personalidad en tantque sabe transmitirnosla por medio dsus rasgos faciales.

Como muchos otros ejemplosobresalientes del género, el retrato dngres nos revela que la aparienci

puede ser un portador de auténticsignificado. El género es instructivprecisamente porque en el lienzo asomgran parte de un sujeto. El exterior, lo

corporal, no siempre tiene que estar econflicto con el interior, con unpersona que se esconde bajo el disfrade su piel: ambas cosas puede


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coincidir y estar integradas. Nuestraganas de acostarnos con alguien porquo encontramos físicamente seductor n

significa que ignoremos quién puede seen realidad. Lo que ocurre más bien eque sentimos interés y un deseo ardientde acercarnos a una clase excitante dbondad (o, como diría Stendhal, a unpromesa de felicidad) que con acierthemos discernido en sus labios, su cutis

su boca y sus ojos.

5.El aspecto psicológico de un

mpresión de erotismo resulta evident

ambién en la ropa, especialmente en la


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mujeres que visten a la moda. Volviendouna vez más a la biología evolutivapodríamos trazar una sencill

comparación entre una presentación dproductos de alta costura y unexhibición de apareamiento de averopicales. Así como la calidad de

plumaje de estos animales podríndicar la presencia o ausencia d

parásitos en la sangre y, por tanto

comunicar de inmediato un mensajsobre el estado de salud a una eventuapareja, la moda también parece estaorientada (al menos visto co

perspectiva) a subrayar los indicios dun estado físico saludableespecialmente cuando estos smanifiestan en las piernas, las caderas


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os pechos y los hombros.Sin embargo, la moda sería u

fenómeno unidimensional si solo no

hablara del físico. No nos intrigaríanto la diferencia entre los productos d

empresas y diseñadores como Dolce& Gabbana o Donna Karan y los qu

crean Céline and Marni, Max Mara Miu Miu. Puede que una parte de lmisión de la moda consista en enfatiza

el protagonismo del físico, pero en univel más ambicioso esta forma artísticabastece a las mujeres con prendas dvestir que para un amplio espectro d

miradas simbolizan lo que es ser unpersona interesante y deseable. En todasus combinaciones, las prendas de vestison la reafirmación de una serie d


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valores y actitudes éticas y psicológicas nosotros juzgamos cada estilo com

agradable o desagradable en función d

si aprobamos o no el mensaje quransmiten. Decir que un conjunto e

sexy no es tan solo una forma dmanifestar que quien lo lleva podríprocrear niños fuertes y sanos. Equivalambién a reconocer que nos excita l

filosofía de vida que esa rop

representa.En cualquier temporada podemoechar un vistazo a la colección de udiseñador y pensar en el mensaje qu

nos quiere transmitir. Dior, por ejemplonos invitará a recordar la importancia dciertos elementos como el trabajartesanal, la sociedad preindustrial y e


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recato femenino. Donna Karaposiblemente destaque la independenciaa competencia profesional y la

emociones de la vida urbana. Y puedeque Marni defienda la excentricidad, lnmadurez premeditada y las idea

políticas de izquierdas.La atracción sexual es un proceso qu

nvolucra a toda la persona. Nuestrexcitación es la aprobación de u

conjunto amplio y articulado dsugerencias con respecto a la vida qupodríamos tener.


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Marni (izquierda). Dolce & Gabbanderecha). Cuando decimos que alguiese viste de forma sexy, no solo noreferimos a

que nos atrae su aspecto saludable


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También implica que nos agrada suvisión del mundo.


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3. ¿Natalie o

Scarlett?1.

Aun comprendiendo la complejidadque envuelve el concepto de erotismosigue sorprendiéndonos el hecho de qua gente se excite con cosas ta

diferentes. ¿Por qué no a todos nogustan las mismas caras o las mismaprendas de vestir? ¿Por qué varían tantnuestros gustos sexuales?

La biología evolutiva predice con todcerteza que nos veremos atraídos por lgente según su estado de salud, pero n

propone ninguna teoría realment


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convincente acerca de por qué tenemopreferencia por un tipo específico dpersona saludable antes que por otro.

2.

Para explicar el misterio de nuestrogustos sexuales deberíamos empezar poentender nuestros gustos no meno

subjetivos en materia de arte.Durante mucho tiempo lo

historiadores del arte no han podid

explicar por qué la gente prefiere muchmás a un artista que a otro, aunquambos sean reconocidos creadores dobras maestras de gran belleza. ¿Por qu

algunos aman a Mark Rothko, po


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ejemplo, pero sienten un pavor instintivpor Caravaggio? ¿Por qué algunosienten rechazo por Chagall per

admiran a Dalí?

Podemos encontrar una

respuesta muy sugerente aeste acertijo en un ensayotitulado

«Abstracción y empatía», publicaden 1907 por Wilhelm Worringer, un

historiador del arte alemán. Worringeargumenta que todos crecemos echandalgo en falta en nuestro interior

uestros padres y nuestro entorno no

frustran de diferentes maneras, y así s


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va forjando nuestro carácter, con zonavulnerables e inestables. Y básicamenteson estos déficits y grietas los qu

determinan nuestra predilección rechazo por el arte.


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¿Qué buscamos y qué nos aterroriz

cuando decimos que algo nos gusta


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no? Fachada de la iglesia de SantPrisca y San

Sebastián, Taxco, México.

Toda obra de arte está impregnada deuna psicología y una moral. Podemodecir que una pintura transmitserenidad o desasosiego, audacia cautela, modestia o exceso de confianzamasculinidad o feminidad, valoreburgueses o aristocráticos. Nuestra

preferencias por unos rasgos u otros soel reflejo de nuestros antecedentepsicológicos, o más específicamente, das zonas vulnerables que se ha

formado en nosotros durante nuestrcrecimiento. Estamos ávidos de obrade arte que contengan elementocompensatorios de nuestras fragilidade


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nternas y nos ayuden a ser otra vendividuos sanos y completos. Buscamo

ansiosamente en el arte esas cualidade

de las que carecemos en nuestra vidaDecimos que una obra «nos gustacuando suple la falta de virtudepsicológicas, y decimos que «no nogusta» cuando nos coacciona coemociones o motivos que nos resultaamenazantes o abrumadores.


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Agnes Martin, Amistad1963 (izquierda)Michelangelo Caravaggio

Judit y Holofernes, 1599(derecha). Ambas obras son bellas; sin embargo, lavaloración por una u otradepende de lo que echamosen falta.

3.

Para desarrollar esta teoría, Worringe

plantea que la gente cauta, comedida que respeta las reglas a menudo se veratraída por un tipo de arte apasionado espectacular, pues esto puede atenuar l

sensación de una vida seca y estéri


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Podemos predecir, por ejemplo, quserán muy sensibles a la intensidad dearte meridional, admirando la oscurida

rojo sangre de las telas de Goya y laformas fantasmagóricas de larquitectura barroca española. Pero estmisma estética llamativa, segúWorringer, tal vez disgustará a otrondividuos más ansiosos

sobreexcitados debido a su entorno

Estos temperamentos nerviosos nquerrán saber nada del barroco, hallarán más belleza en el arte de lcalma y la lógica. Sus preferencias so

probablemente más próximas al rigomatemático de las cantatas de Bach, lsimetría de los jardines franceses y esereno vacío de los lienzos pintados po


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artistas minimalistas como Agnes Martio Mark Rothko.

4.

La teoría de Worringer nos permiteobservar cualquier obra de arte preguntarnos qué debería faltar en lvida de una persona para que esta l

encuentre «bella», como asimismo qupodría aterrorizar a esa persona parque la considere «horrible». Este mism

acercamiento nos proporciona a su veuna fascinante explicación sobre por quencontramos atractivas a ciertapersonas y a otras no.

En el caso del sexo pasa algo similar


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o que hemos observado en cuestión dgustos artísticos. Aquí también influyeos accidentes de la naturaleza y la

peculiaridades de nuestro ámbito dcrecimiento, que son la causa de qualcancemos la vida adulta en un estadde desequilibrio, tras haber recibiddemasiado por una parte y muy poco poa otra. Esto nos convierte en individuo

demasiado tranquilos o demasiad

ansiosos, demasiado enérgicos demasiado pasivos, demasiadntelectuales o demasiado pragmáticos

demasiado masculinos o demasiad

femeninos. Así que declaramosexualmente atractivas a las personas eas que vemos claras muestras d

aquello que para nosotros ser


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compensador, y nos repelen aquellaque probablemente harán qudesarrollemos más aún nuestra

cualidades extremas.

Scarlett Johansson(izquierda), Natalie Portman(derecha). ¿Por qué no todaslas personas saludables y

atractivas nos


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seducen por igual? ¿Por quétenemos preferenciasindividuales tan acentuadas?

Frente a dos personas de apariencigualmente saludable (para est

ejercicio escogeremos a NataliPortman y Scarlett Johansson) eprobable que sepamos, gracias al map

único de nuestra historia psicológicaque solo una de ellas nos parecvisualmente atractiva. Si cargamos coel trauma de unos padres excesivament

extrovertidos e inestables, tal vepensemos que los rasgos de Scarleanuncian un gusto exagerado por lexcitación y el melodrama


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Posiblemente nos parezca que supómulos son los de una persona que solpiensa en sí misma, algo con lo que y

estamos familiarizados de sobra, y qusu mirada, si bien parece tranquila en lfotografía que estamos observando, es lde alguien que fácilmente podría estallaen ataques de ira destructivos a los quambién nosotros tenemos ciertendencia y para los que no necesitamo

ningún refuerzo.Puede que terminemos prefiriendo atalie, que objetivamente no es má

guapa que Scarlett, pero cuyos ojo

reflejan la calma que anhelamos y nuncobtuvimos de nuestra madrhipocondríaca. Quizá nos excite ldeterminación firme y pragmática qu


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detectamos en la frente de la señoritPortman, precisamente porque no es urasgo que podamos atribuirnos

nosotros mismos (siempre perdemos lalaves de la casa o no sabemos cóm

rellenar un impreso de solicitud). Ypuede que nos seduzca su boca porqusugiere una reserva y un estoicismo ques el contrapeso perfecto de nuestrdolorosa inclinación a la impetuosidad

a destemplanza.En síntesis, podemos explicar nuestrrelativa atracción por Natalie o Scarleteniendo en cuenta lo que consideramo

que nos falta a nosotros, del mismmodo que preferimos los cuadros dAgnes Martin o Caravaggiconsiderando las diferentes carencia


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particulares de nuestra vida adultaecesitamos tanto el arte como el sex

para sentirnos completos, de modo qu

no es de sorprender que los mecanismode compensación sean similares eambos casos. Los detalles específicode lo que encontramos «bello» o «sexyson indicadores de lo que deseamoansiosamente para alcanzar nuestrequilibrio.


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III. Los

problemas desexo

1. Amor y sexo

1.

Situémonos en el siguiente escenarioTomas es de Hamburgo y está en un

congreso en Portland, Oregón, dondconoce a Jen. Ambos tienen veintiochoaños y trabajan en el sector de lnformática. Tomas se ve

nmediatamente atraído por Jen


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Mientras intenta conocerla mejodurante el transcurso de unos pocodías, se ríe de los chistes que ella hac

sobre los compañeros de trabajoadmira su sarcasmo para el análisipolítico y su inteligencia para hablar dmúsica y cine. También se sienteconmovido por un rasgo de ternura quadvierte en ella: le pareció de lo mádulce cuando ella le contó durante l

cena que todavía llama a su madre caddía cuando está de viaje y que su mejoamiga es su hermanita de once años, a lque le encanta trepar a los árboles

Cuando un amigo le pregunta a Tomapor Jen, él confiesa que la encuentrpreciosa.

A Jen también le gusta Tomas, pero no


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de la misma manera. Ella quierumbarlo en la cama de la habitación de

hotel (el Crown Court Inn) y lanzars

sobre él. Quiere tomarlo entre sus labio ver la expresión de placer en su rostro

Desde que se conocieron ella no hdejado de fantasear con la imagen de scuerpo semidesnudo en diferenteposturas. Hace un instante se imaginaba ambos teniendo un encuentro sexual e

una de las salas de conferencias dondse realiza el congreso. Pero más allá depapel que le asigna en sus fantasías, Jeque es una amiga leal, una ciudadan

ejemplar y aspira a ser algún día unbuena madre) no tiene la menor duda dque Tomas sería un compañero derelación totalmente inapropiado par


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ella. No se imagina toda la vidaguantando su buen humor, su cariño poos animales y su entusiasmo por salir

correr. La noche anterior ella apenapodía prestarle atención mientras él lcontaba la larga historia de su abuelque agonizaba en una residencia con unenfermedad que para los médicos erdesconocida. Después del sexo, a Jepreferiría no volver a verlo.

2.

El dilema al que estas dos personas senfrentan prevalece en nuestra sociedadque ni siquiera hoy en día nos ofrece un

manera sencilla de articular nuestro


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deseos a menudo divergentes de amor sexo. Tendemos a acercarnos depuntillas a lo que queremos, a oculta

nuestras necesidades con evasivas y mentir mientras lo hacemos. Así lerompemos el corazón a nuestrosemejantes y sufrimos durante noches dfrustración y culpa.

El desarrollo humano no ha alcanzadun nivel que permita a Jen expresa

abiertamente a Tomas que solo quiereener sexo con él y nada más. Para lmayoría, semejante muestra dsinceridad sonaría terrible (inclus

cruel), bestial y vulgar.Por otra parte, Tomas tampoco pued

ser honesto respecto de lo que quiere, yque su anhelo de encontrar el amor e


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Jen parecería blando y sensiblero. Eabú que le impide decirle «Quier

amarte y cuidar de ti durante el resto d

mi vida» se impone tanto como el que lmpide a ella decir «Quiero follarte ea habitación del hotel y no volver

verte».Para tener alguna posibilidad de éxito

ambos han de callar sobre suntenciones. Jen debe tener cuidado d

que no se note que su interés por Tomaes puramente sexual y Tomas no debexpresar sus deseos de amor si nquiere que Jen salga corriendo. Los do

esperan conseguir lo que quieren siener que manifestarlo de form

explícita. Esa ambigüedad por lgeneral lleva a ser desleal o destruy


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expectativas. La persona que quieramor pero solo recibe sexo se sientusada. La persona que solo quiere sex

pero debe fingir que quiere amor parconseguirlo se ve forzada a entablar unrelación en la que se siente atrapada, si consigue escapar de ella se sientdeshonesta y vergonzosa.

3.

¿Cómo podría nuestra socieda

permitir que Tomas y Jen y otros tantocomo ellos lleguen a mejor puerto? Lprimero es reconocer que ningunnecesidad tiene una ventaja moral sobr

a otra: querer amor más que sexo,


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ncluso lo uno en lugar de lo otro, no emejor ni peor que lo contrario. Ambanecesidades tienen un lugar en nuestr

repertorio humano de sentimientos deseos. La segunda condición es qucomo sociedad hemos de encontrar víapara asegurar que ambas necesidadepuedan ser expresadas con total libertadsin miedo ni culpa, sin recibir ningúipo de condena moral. Tenemos que

mitigar los tabúes que rodean ambodeseos, además de minimizar lnecesidad del disimulo, locontratiempos emocionales y las culpa

que esta artimaña provoca.Mientras la única manera de tene

sexo sea fingir que se está enamoradoalgunos mentiremos y luego echaremos


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correr. Y dado que la única manera deencontrar amor a largo plazo eactuando como aventureros temerario

dispuestos a tener sexo sin ataduras codesconocidos en una habitación de hoteotros nos expondremos a sentirnodolorosamente abandonados a la mañansiguiente.

Ha llegado el momento de conferir emismo estatus a las necesidades de sex

cómo pensar más en el sexo de alain de botton

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