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¿Cómo entender la calidad educativa? – Perú Por: Luis Oswaldo Damián Casas La sociedad contemporánea requiere de modelos educativos que propicien el aprendizaje significativo, el desarrollo de las distintas inteligencias, del talento y del pensamiento innovador. Podemos afirmar esto, sobre todo, si entendemos que vivimos en una sociedad donde el conocimiento y las aptitudes para manejarlo son fundamentales; donde la calidad educativa, entendida en sentido amplio, se hace cada vez más necesaria. En el fenómeno educativo intervienen actores sociales como el estado, el sector productivo, las iglesias, los padres de familia, los docentes, la sociedad civil, entre otros; que con motivaciones y demandas diferentes, perciben y se crean expectativas distintas sobre la escuela, su naturaleza y su misión, y en consecuencia, entienden de manera particular lo que es una educación de calidad. Por ellos, se puede decir que hay tantas definiciones de calidad educativa como grupos que intervienen en ella y que por tanto, también existen variadas maneras de medirla. Algunos, centrándose en la eficiencia del uso de los recursos y la optimización de los procesos, sostienen que un programa educativo es de calidad cuando cuenta con una adecuada infraestructura y equipamiento, y logra maximizar el uso de los mismos con un número apropiado de horas de clase impartidas. Otros, concentrándose más bien en la eficacia y el logro de metas, sostienen que un programa educativo alcanza la calidad cuando se cumple con la programación curricular, o en otras palabras, cuando los

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¿Cómo entender la calidad educativa? – Perú

Por: Luis Oswaldo Damián Casas

La sociedad contemporánea requiere de modelos educativos que propicien el aprendizaje significativo, el desarrollo de las distintas inteligencias, del talento y del pensamiento innovador. Podemos afirmar esto, sobre todo, si entendemos que vivimos en una sociedad donde el conocimiento y las aptitudes para manejarlo son fundamentales; donde la calidad educativa, entendida en sentido amplio, se hace cada vez más necesaria.

En el fenómeno educativo intervienen actores sociales como el estado, el sector productivo, las iglesias, los padres de familia, los docentes, la sociedad civil, entre otros; que con motivaciones y demandas diferentes, perciben y se crean expectativas distintas sobre la escuela, su naturaleza y su misión, y en consecuencia, entienden de manera particular lo que es una educación de calidad. Por ellos, se puede decir que hay tantas definiciones de calidad educativa como grupos que intervienen en ella y que por tanto, también existen variadas maneras de medirla.

Algunos, centrándose en la eficiencia del uso de los recursos y la optimización de los procesos, sostienen que un programa educativo es de calidad cuando cuenta con una adecuada infraestructura y equipamiento, y logra maximizar el uso de los mismos con un número apropiado de horas de clase impartidas. Otros, concentrándose más bien en la eficacia y el logro de metas, sostienen que un programa educativo alcanza la calidad cuando se cumple con la programación curricular, o en otras palabras, cuando los estudiantes aprenden lo planteado en la programación; ya sea en términos de objetivos, competencias, capacidades o cualquier otro sobre el que se haya diseñado el currículo de centro y la programación. Finalmente, están quienes intentan evaluar la calidad en función de su significatividad, es decir, quienes consideran que el diseño es apropiado en la medida que genera aprendizajes valiosos y útiles (significativos); formando personas integrales capaces de responder a las demandas de la sociedad. Estas perspectivas no son excluyentes entre sí, y pueden combinarse para elaborar una definición más amplia y fructífera. Lo que parece necesario entonces, es identificar cómo

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aproximarnos al fenómeno educativo, a fin de poder establecer diagnósticos válidos y útiles.

Niveles de análisis

1. Escuela y Sociedad

La sociedad contemporánea ha sido denominada sociedad del conocimiento por la importancia que ha adquirido el manejo de información, la innovación y la producción de tecnologías. En ella, el acceso a los datos se ha hecho fundamental, pero más aún, la adquisición de conocimientos, los cuales suponen además de contar con información —su materia prima—, haber pasado por un conjunto de procesos sociales y psíquicos, que permiten utilizar esta información de acuerdo a necesidades determinadas.

En este contexto, una sociedad debe procurar ofrecer una buena educación en sus escuelas, planteándose metas y objetivos estratégicos para alcanzar altos niveles de calidad, y por tanto, abriendo el camino hacia el mejoramiento del desarrollo humano en su población. Asimismo, y teniendo en cuenta el proceso de globalización, es fundamental que la sociedad busque desarrollar ventajas comparativas desde la educación, formando ciudadanos innovadores, creativos y emprendedores, es decir, un contingente con “potencial energético humano”.

Pero la calidad y la competitividad no son producto de una casualidad ni surgen espontáneamente; se alcanzan a través de mucho esfuerzo, de un trabajo sostenido y de un largo proceso de aprendizaje. Por ello, un país que aspira a mejorar en el mediano y largo plazo el nivel de vida de su población y el funcionamiento de sus instituciones, tiene que plantearse, un plan de inversión en infraestructura educativa y en efectiva capacitación docente; una alianza en la que participen el estado y todos los actores de la sociedad civil con el objetivo de promover la calidad de los aprendizajes.

Un sistema educativo es de calidad cuando tiene la capacidad de producir cambios a nivel global en el largo plazo y cuando los aprendizajes construidos desde la escuela contribuyen a disminuir los problemas sociales y a transformar la estructura social. En definitiva, el impacto de las medidas que se tomen no podrá ser apreciado inmediatamente; pero es necesario empezar con ellas desde hoy.

La cultura de la calidad y la cultura del cambio

Son dos nociones que se complementan y hacen viable la calidad educativa:

a. La cultura de calidad: es un estilo de vida que el ser humano incorpora en su estructura mental y materializa con sus actos cotidianos. Significa poner en acción el pensamiento lógico, hacer uso del sentido común y tener la voluntad de hacer siempre bien las

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cosas. Calidad no es igual a perfección y no es un concepto estático; calidad es buscar el perfeccionamiento, mejorar, trazarse metas. Cuando nos referimos a un programa o sistema educativo de calidad, estamos señalando aquel que ha alcanzado estándares óptimos de desarrollo y continúa superándose.

b. La cultura del cambio: consiste en adecuarse al proceso de transformaciones acelerado por el avance de la ciencia, la tecnología y los nuevos componentes socioculturales. Ser parte de la cultura del cambio supone entender nuestra posición (personal o institucional) frente a los nuevos elementos culturales que se van configurando, comprender la naturaleza de las transformaciones y ser capaz de explotarlas.

En las últimas dos décadas ciencias de la educación han avanzado mucho en este sentido. Los aportes de la antropología, la sociología, las ciencias de la comunicación, la biología, la neurociencia y la psicología le han permitido enriquecerse y desarrollar valiosos modelos pedagógicos.

2. Escuela y comunidad

A un nivel intermedio podemos comenzar por transformar nuestras instituciones educativas, públicas o privadas, en unidades autónomas, democráticas y participativas, desde las cuales se produzca una articulación con el sector productivo y se promueva la aplicación de la investigación científica a los modelos educativos. Desde las que se difundan los valores de convivencia y el desarrollo de las capacidades superiores (la creativa, la crítica, la de resolución de problemas y la de toma decisiones) que permitirán que nuestros educandos se adapten mejor a los requerimientos de esta sociedad.

Tiene que plantearse, un plan de inversión en infraestructura educativa y en efectiva capacitación docente

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Este segundo nivel de análisis es menos amplio que el anterior, y permite introducir temas más concretos como el de la importancia del respeto a la diversidad y la pertinencia de los aprendizajes generados en las aulas.

En primer lugar, debemos mencionar que además del valor ético del respeto a la pluralidad, este se muestra también con una dimensión práctica, la cual tiene que ver con el hecho de que muchos de los saberes particulares, propios de cada comunidad, son valiosos para los individuos que la conforman y no para otros, y que por ello, no pueden ser extrapolados despreocupadamente sino ser utilizados adecuadamente, es decir, de manera pertinente.

Es fundamental tener en cuenta la correspondencia entre lo aprendido por los estudiantes y el contexto inmediato del centro educativo, por lo que vale la pena considerar el concepto de “escuela total”, con el cual se busca trascender el ámbito tradicional de enseñanza-aprendizaje, y plantear un espacio de formación ética y moral, a través de la cual se acerque a los estudiantes a lo que pueden aportar en su formación, los padres de familia y la población en general . Se trata de desarrollar una personalidad abierta en los alumnos que les permita asumir, valorar y aprovechar la influencia del colectivo social, haciendo que la escuela asuma lo positivo de la idiosincrasia local, sus costumbres, saberes y valores; superar lo meramente cognitivo para fomentar y desarrollar un tipo de aprendizaje amplio: los “aprendizajes holísticos”.

Una escuela de calidad debe comprometerse con su comunidad y con su realidad cercana, y atender, en lo posible, los problemas que la aquejan. Asimismo, a través de la educación para el trabajo, debe utilizar eficientemente los recursos tecnológicos y vincularse con el sector productivo, para constituirse también en un polo de desarrollo sensible a las necesidades de su medio.

La escuela de calidad debe tener como política institucional aplicar los principios de inclusión, participación y responsabilidad social. Solo así propiciara una socialización saludable y promoverá una cultura democrática e inclusiva, respetuosa de la diferencia, la defensa de la igualdad y de la justicia.

3. Maestro – alumno

Este tercer nivel de análisis debe centrarse propiamente en los procesos pedagógicos entendidos como el conjunto de hechos, interacciones e intercambios que se producen en el proceso de enseñanza – aprendizaje.

Una definición de calidad

“Dos principios caracterizan la mayoría de tentativas de definición de lo que es una educación de calidad: el primero considera que el desarrollo cognitivo del educando es el objetivo explícito más importante de todo sistema educativo y, por consiguiente, su éxito en este ámbito constituye un indicador de la calidad que se ha recibido; el segundo hace incapié en el papel que desempeña la educación en la promoción de las actitudes y valores relacionados con una buena conducta cívica, así como en la creación de condiciones propicias para

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el desarrollo afectivo y creativo del educando. Como el logro de estos últimos objetivos no se puede evaluar fácilmente, es difícil efectuar comparaciones entre países a este respecto”.

Unesco. Informe de seguimiento de la EPT en el Mundo 2005. Educación para todos, el imperativo de la calidad. París, 2004.

Hasta hace unas décadas, la labor docente y todo el aparato educativo, tenían como eje al llamado paradigma a la enseñanza, es decir, a la idea de que el profesor debía transmitir la información a sus alumnos, quienes debían aprenderla y reproducirla sin mayor aporte. Actualmente, esto ha cambiado, y este paradigma ha sido desplazado por el del aprendizaje, que desde una perspectiva constructivista, propone reconocer las distintas aristas de la dinámica educativa e ir elaborando los conocimientos en la interacción misma de un salón de clase. Para esto es fundamental que se establezcan relaciones maestro–alumno bastante horizontales y que se cree un espacio de diálogo y apertura para fomentar la intervención de los alumnos y facilitar un proceso de aprendizaje exitoso.

Así, un maestro que contribuya a desarrollar un aprendizaje de calidad, debe propiciar el desarrollo sistemático de las capacidades de pensamiento complejo, procurar la diversificación curricular, aplicar el principio de jerarquía de los aprendizajes y trabajar con los esquemas de análisis metacognitivos. Es decir, utilizar los recursos más apropiados que en concordancia con los planteados en os niveles superiores, contribuyan a lograr un aprendizaje de calidad en sus estudiantes.

En los sectores rurales los impedimentos para valorar los conocimientos y representaciones procedentes de la perspectiva femenina son alarmantes. Es imposible alcanzar una educación de calidad si las diferencias de género son tan grandes.

Calidad en un sentido amplio pero concreto

Hemos visto cómo la calidad puede ser entendida de muy diversas maneras, y cómo podemos, además, analizarla a distintos niveles, yendo desde una escala macro, hasta lo más elemental y restringido, como la relación alumno - maestro.

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Pero para finalizar, debemos decir que la prioridad en una educación de calidad es el desarrollo de los aprendizajes holísticos, o sea, de los aprendizajes que recogen y procesan sistemáticamente (de la tradición local, de la experiencia propia del alumno y la del mismo docente) capacidades, destrezas, habilidades, conocimientos, valores, actitudes, emociones, sensaciones y sentimientos. El aprendizaje debe estar orientado a que los estudiantes aprendan a estructurar su pensamiento, a que aprovechen las herramientas de la metacognición, que empleen la información y los conocimientos como medios para desarrollar capacidades que les permitan interactuar adecuadamente en la sociedad y convertirse en agentes comprometidos con el desarrollo integral de la sociedad.

La cuestión de género

Para lograr la calidad debemos empezar por reconocer la existencia de una educación “masculinista”, que reproduce formas de entender el mundo tradicionalmente masculinas, e impide validar los conocimientos y las representaciones procedentes de la perspectiva femenina. Este tipo de educación, además, tiende a asignar roles rígidos y limitantes, de manera que las niñas y los niños son educados con pocas opciones de vida.

Como lo han señalado estudios de Patricia Ruiz Bravo, Fanni Muñoz y Patricia Ames, esta situación es más grave en sectores rurales y muchas veces contribuyen a acrecentar los índices de deserción escolar femenina; por ello, es fundamental iniciar el cambio hacia un sistema educativo y un estilo docente inclusivo y promotor de la igualdad entre hombre y mujeres.

Algunos indicadores de calidad educativa en el Perú:

La tasa neta de matrícula en pre-primaria es de 48,9%, de 90,9% en primaria, y de 69,5 % en secundaria[cifra del 2002].

El 8,2 % de los alumnos repiten de año en primaria y el 4,2 % en secundaria [cifra del 2002].

El 3,9 % de los alumnos abandona la escuela en primaria y el 6,8 % en secundaria [cifra del 2002].

En 1999 el promedio de profesores había recibido15 años de educación El promedio de hombres entre 25 y 59 años ha recibido 10 años de

educación, en tanto que el promedio de mujeres en el mismo rango de edad ha recibido 8,7 [cifra del 2000].

Fuente: Grade. Informe de progreso educativo 2003. Lima, 2004.