como diria roland barthes

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JUSTIFICACIÓN DISCURSIVA DEL PROYECTO En la última obra de David Bestué y Marc Vives, La Confirmación, una joven vestida con traje regional canta una canción pop. Entre sus múltiples referencias encontramos la que conseguía definir el proyecto que presentamos, Como diría Roland Barthes, ni te cases, ni te embarques. Los artistas osan, en medio de una incesante cadena de alusiones, parodiar una supuesta cita del pensador francés; nosotras, siguiendo la misma metodología, nos hemos permitido tomar prestada esta frase ya que, en nuestra opinión, podría extenderse también hacia otros grandes nombres de la teoría del siglo XX a los que hoy por hoy resulta ineludible referirse si queremos conceptualizar cualquier trabajo artístico. Esta frase no es sino el punto de partida de una exposición que pretende dirigirse hacia varios de los mecanismos o figuras por los que se supone ha de ser legitimado el artista en el sistema actual. Para ello, no se nos ocurre una herramienta mejor que la ironía, pues tiene la capacidad de cuestionar de una manera ágil y eficaz las estructuras que creemos férreas, logrando ridiculizar el sinsentido que en ocasiones resulta de unas dinámicas de trabajo, si no consensuadas, al menos sí aceptadas y alimentadas por todos. Por otro lado, teniendo en cuenta que la ambigüedad es una de las principales cualidades de la época contemporánea, y por tanto también del arte, la doble cara de la ironía se vuelve el medio más coherente para desentrañar su complicada naturaleza. En este proyecto el discurso expositivo se estructura a partir de la contestación del artista frente a los diferentes agentes que rodean su práctica, los cuales, ya sea en conjunto o por separado, determinan si su trabajo es meritorio o no de ser considerado artístico. Para ello sus piezas, que en ocasiones parecen rozar el absurdo, permiten a estos artistas mirar al sistema, donde su trabajo también se incluye, desde una perspectiva crítica e irreverente pero sin caer en la utopía de la negación del mismo. Al fin y al cabo, estas obras no suponen una ruptura ni situarse en los márgenes, pues todos ellos trabajan en el interior del circuito institucionalizado del arte; no obstante, sí logran concentrar nuestra atención hacia el funcionamiento del sistema artístico, invitándonos a la reflexión y a replantearnos los procedimientos que confluyen en torno a la figura del artista. Esta exposición se sitúa en la línea de cuestionamiento que los artistas han realizado desde el siglo pasado acerca de la ontología del arte y su relación con los elementos que le rodean -el mercado, la crítica, la teoría, etc.- que, aunque de una manera superficial forman parte del mismo, de ninguna manera lo definen. Iniciamos el recorrido expositivo con la sarcástica obra I´m sorry de Oskar Dawicki, vídeo en el que el propio artista siente la necesidad de disculparse de antemano por la pieza que presenta, forjándose por una parte una armadura protectora ante la inseguridad que produce el juicio externo, con la que, a al mismo tiempo, consigue burlarse de la crítica contemporánea. Asimismo, la ironía da forma al posicionamiento desde el que los integrantes de Azorro Group - agrupación a la que Oskar Dawicki también pertenece- se enfrentan a las exigencias externas de un sistema que exige originalidad e innovación permanentes, con la obra Everything has been done. En este vídeo los cuatro artistas de esta agrupación afrontan el momento de creación de una nueva pieza y la dificultad de hacer algo nuevo tras todas las experimentaciones que han tenido lugar en una historia del arte en la que, como el título indica, todo parece estar ya hecho.

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Page 1: Como Diria Roland Barthes

JUSTIFICACIÓN DISCURSIVA DEL PROYECTO

En la última obra de David Bestué y Marc Vives, La Confirmación, una joven vestida con traje regional canta una canción pop. Entre sus múltiples referencias encontramos la que conseguía definir el proyecto que presentamos, Como diría Roland Barthes, ni te cases, ni te embarques. Los artistas osan, en medio de una incesante cadena de alusiones, parodiar una supuesta cita del pensador francés; nosotras, siguiendo la misma metodología, nos hemos permitido tomar prestada esta frase ya que, en nuestra opinión, podría extenderse también hacia otros grandes nombres de la teoría del siglo XX a los que hoy por hoy resulta ineludible referirse si queremos conceptualizar cualquier trabajo artístico. Esta frase no es sino el punto de partida de una exposición que pretende dirigirse hacia varios de los mecanismos o figuras por los que se supone ha de ser legitimado el artista en el sistema actual. Para ello, no se nos ocurre una herramienta mejor que la ironía, pues tiene la capacidad de cuestionar de una manera ágil y eficaz las estructuras que creemos férreas, logrando ridiculizar el sinsentido que en ocasiones resulta de unas dinámicas de trabajo, si no consensuadas, al menos sí aceptadas y alimentadas por todos. Por otro lado, teniendo en cuenta que la ambigüedad es una de las principales cualidades de la época contemporánea, y por tanto también del arte, la doble cara de la ironía se vuelve el medio más coherente para desentrañar su complicada naturaleza.

En este proyecto el discurso expositivo se estructura a partir de la contestación del artista frente a los diferentes agentes que rodean su práctica, los cuales, ya sea en conjunto o por separado, determinan si su trabajo es meritorio o no de ser considerado artístico. Para ello sus piezas, que en ocasiones parecen rozar el absurdo, permiten a estos artistas mirar al sistema, donde su trabajo también se incluye, desde una perspectiva crítica e irreverente pero sin caer en la utopía de la negación del mismo. Al fin y al cabo, estas obras no suponen una ruptura ni situarse en los márgenes, pues todos ellos trabajan en el interior del circuito institucionalizado del arte; no obstante, sí logran concentrar nuestra atención hacia el funcionamiento del sistema artístico, invitándonos a la reflexión y a replantearnos los procedimientos que confluyen en torno a la figura del artista. Esta exposición se sitúa en la línea de cuestionamiento que los artistas han realizado desde el siglo pasado acerca de la ontología del arte y su relación con los elementos que le rodean -el mercado, la crítica, la teoría, etc.- que, aunque de una manera superficial forman parte del mismo, de ninguna manera lo definen.

Iniciamos el recorrido expositivo con la sarcástica obra I´m sorry de Oskar Dawicki, vídeo en el que el propio artista siente la necesidad de disculparse de antemano por la pieza que presenta, forjándose por una parte una armadura protectora ante la inseguridad que produce el juicio externo, con la que, a al mismo tiempo, consigue burlarse de la crítica contemporánea.

Asimismo, la ironía da forma al posicionamiento desde el que los integrantes de Azorro Group -agrupación a la que Oskar Dawicki también pertenece- se enfrentan a las exigencias externas de un sistema que exige originalidad e innovación permanentes, con la obra Everything has been done. En este vídeo los cuatro artistas de esta agrupación afrontan el momento de creación de una nueva pieza y la dificultad de hacer algo nuevo tras todas las experimentaciones que han tenido lugar en una historia del arte en la que, como el título indica, todo parece estar ya hecho.

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Más adelante encontramos la videoinstalación el del perro de Begoña Olavarrieta y los carteles de Annika Ström, en los que podemos leer frases tan contundentes como Excuse me, I´m sorry o This work refers to no one. Ambas con una clara base conceptual, cuestionan la carga teórica y referencial que tiene que tener una obra para ser mejor valorada, optando por la sencillez, con un discurso directo en sus mensajes como contrapartida a la complejidad de discursos en la que se supone ha de sumergirse el artista contemporáneo. En el vídeo el del perro se mezclan los sencillos movimientos de un animal con una hipercita bibliográfica en bucle, inventada de principio a fin por la propia artista.

Por otra parte, retomamos de nuevo el mundo teórico pero esta vez para referirnos a la divulgación de la obra de un artista a través de su inclusión en publicaciones especializadas, lo cual sin duda, supone también un procedimiento de legitimación. Ante esto, nos encontramos el proyecto Residual Catalogues de Jaime Pitarch, quien ha ideado su propio sistema para ser incluido en los fondos de las bibliotecas y librerías de algunos de los principales museos de arte contemporáneo. El artista ha dispuesto su nombre en el lomo de 150 cuadernos a estrenar y los ha ido colocando sutilmente en las estanterías de librerías y bibliotecas por todo el mundo, a ser posible en el lugar que le corresponde alfabéticamente, para después tomar una foto que documenta la acción.

Otra de las prácticas que se han consolidado como una vía de acceso al sistema para los artistas –en especial los más jóvenes- es la concesión de premios y becas. Hoy en día, son pocas las instituciones culturales públicas o privadas que no cuentan en sus programaciones con un certamen artístico. El artista Miguel Ángel Rebollo ironiza y reflexiona sobre las subvenciones y ayudas que han contribuido a su legitimación como artista con su pieza PLAY> rebollo, realizada precisamente durante el periodo de disfrute de una beca de residencia en la Casa de Velázquez de Madrid, para la que contrató a un actor que se hizo pasar por él. El proyecto expositivo reúne los correos electrónicos intercambiados entre el artista y el actor durante el período de disfrute de la beca, junto con material fotográfico recopilado por el propio actor, o el vídeo de entrevistas La condición del artista, en el que varios artistas son invitados a responder a una seria de preguntas en torno a su práctica y al contexto que la rodea. También con ironía y sarcasmo se aborda la relación entre artistas y comisarios, galeristas o críticos de arte, a través del vídeo de Ximena Cuevas Contemporary artist, que en tono de parodia nos habla de los miedos y dudas que suscitan en la artista la toma de contacto con un importante comisario. Y de nuevo, el humor ácido de Azorro Group, con su vídeo Portrait with a curator, en el que los artistas se han retratado junto a personas importantes del mundo del arte polaco, con las que han coincidido en inauguraciones y otros eventos, por supuesto, sin pedirles permiso. Este y otros temas son abordados a través de las ilustraciones que forman el proyecto Artoons de Pablo Helguera, compuesto por sencillas viñetas cercanas al lenguaje del comic que ridiculizan las diferentes figuras y situaciones que convergen en torno al mundo del arte.

Por último la entrada de un artista en el mercado del arte y la revalorización de su obra suponen también que éste sea mejor valorado entre los sectores especializados. Un sencillo lienzo de medidas reducidas sirve a Fernando García para decidir de manera contundente y sin cortapisas cuál es el valor de su obra, a partir de una frase sencilla realizada con acuarelas de colores: “cuadro caro de Fernando García”.