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Filosofía de la biología. Sobre Alfredo Marcos.TRANSCRIPT
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Comentario del texto “El concepto de especie en la biología evolucionista: polémicas actuales”,
de Alfredo Marcos.
José Miguel Serrano Gil. Problemas filosóficos de la Biología.
Marcos realiza en el texto un recorrido histórico en torno al concepto de especie, que
arranca en el concepto platónico de eidos y el aristotélico de especie y género, pasando por el
universal medieval, para centrarse finalmente en el surgimiento del concepto evolucionista de
especie, que emerge en el debate en contraposición con las tesis naturalistas del siglo XIX. A
continuación, el autor eanaliza las variadas definiciones del concepto de especie en la actualidad
como consecuencia de la creciente especialización de la biología tras la consolidación de la teoría
sintética evolucionista en la segunda mitad del siglo XX. Una vez perfiladas estas definiciones,
Marcos abordará cuáles son sus consecuencias éticas de la definición conceptual de especie, sobre
todo en lo referente a la conservación de ecosistemas y biodiversidad y a los problemas éticos que
plantea el dilema del anti-especista.
En contra de lo que tradicionalmente se ha creído en biología evolucionista, el
concepto de especie no surgió en contraposición a las nociones aristotélicas de género y especie.
Éstas se centraban, a través de la noción de forma (morfe), en aspectos relativos a la physis más que
en aspectos relativos al logos o la lógica (aspectos exclusivamente tipológicos o esencialistas). La
forma permitía explicar el movimiento -y aun el cambio o evolución- frete al fijismo1 de las
tipologías y las distinciones meramente lógicas.
Fueron, antes bien, los naturalistas del siglo XIX quienes focalizaron su interés en el
aspecto tipológico-esencialista. Las ideas evolucionistas copaban el ambiente intelectual de la
época, y había que definir con precisión qué se entendía por especie, bien desde una perspectiva
fijista, bien desde una perspectiva evolucionista. Por tanto, lo que está en juego es la precisión del
término, desde uno u otro punto de vista. Tal vez este fue el motivo por el que Darwin, pese a
rechazar el fijismo, empezó a utilizar el término especie, piedra angular de las tesis de Linneo y los
naturalistas.
Para los naturalistas inmediatamente anteriores a Darwin, la biología se podría
constituir como ciencia únicamente si definíamos con precisión el concepto de especie sobre la base
de la estabilidad de las especies. Solo podremos hablar de biología científica si ésta se construye del
mismo modo que lo ha estado haciendo la física desde Galileo.
1 Permítaseme el anacronismo.
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En esta línea, John Ray define especie como grupo de organismos que entre sí guardan
relaciones genealógicas. A diferencia de las posturas esencialistas, perfila el término especie desde
“abajo”, desde los individuos que conforman poblaciones determinadas. Se da, pues, el paso
decisivo de la lógica a la biología.
Para Buffon, el término especie hace referencia a unidades poblacionales separadas
que tenían un origen común, de manera que este origen común no podría darse entre dos géneros.
Dentro de esta línea argumentativa, para Cuvier la noción de especie se corresponde con aquellos
individuos que descienden unos de otros. Por último, para Lyell, es imposible hablar de evolución si
hablamos de especie. Especie y evolución son excluyentes.
Así pues, desde el fijismo-esencialismo se pretende garantizar la cientifidad de la
biología desde el supuesto estatismo conceptual que debe adscribirse la noción de especie, estatismo
que explicaría el cambio evolutivo en términos de simples desviaciones o perturbaciones respecto
de las características fundamentales que configuran la especie.
En este contexto, Darwin biologiza -permítasenos la expresión- el concepto de
especie, negando “las características definitorias de la propia categoría de especie”2 y concluyendo
con la necesidad de estudiar, a fin de comprender adecuadamente el fenómeno evolutivo, segmentos
temporales de una especie determinada y de distintas especies comparadas entre sí que a su vez
provienen de un mismo tronco genealógico común.
No obstante la movilidad del concepto darwiniano de especie, Darwin acepta las
clasificaciones taxonómicas de los naturalistas de su época, o al menos su modo de proceder a la
hora de establecerlas, solo que no hay límites absolutos entre las mismas, sino que se trata de un
continuo evolutivo cuyo origen es común a todas las especies.
Con la consolidación definitiva de la biología como ciencia autónoma gracias, en
parte, a la teoría sintética de la evolución, y la proliferación, a partir de la segunda mitad del siglo
pasado, de múltiples especialidades biológicas, el concepto de especie se diversifica, conviene y
satisface a cada especialidad siguiendo diferentes patrones y justificaciones.
El concepto biológico de especie3 es el más clásico de todos los conceptos de especie.
En referencia o en contraposición al mismo, se sucedieron los demás. Así, según Mayr, las especies
son “poblaciones mendelianas máximas”4, esto es, poblaciones cuyos miembros se reproducen entre
sí pero no con miembros de otra población. ¿Por qué se produce este fenómeno? La razón es la
ocupación de diferentes nichos ecológicos, esto es, la separación entre ambos grupos de la misma
2 A. Marcos: “El concepto de especie en la biología evolucionista: polémicas actuales”. P. 6.3 Marcos: o. c., p. 8.4 Ídem nota anterior.
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especie es puramente geográfica. La especiación es debida a barreras geográficas.
A diferencia del concepto de bioespecie de Mayr, la nocion de ecoespecie de Van
Halen establece que no es el aislamiento ecológico el que establece barreras reproductivas, sino la
presión o la influencia del nicho ecológico en que el grupo vive. El ecosistema presiona y
diferencia.
Llegados a este punto, cabe plantearse cuales son las dificultades conceptuales en las
que ambas nociones desembocan. En primer lugar, es difícil aplicar ambas a organismos que no se
reproduzcan sexualmente. En segundo lugar, tendríamos que considerar individuos
morfológicamente idénticos como pertenecientes a diferentes especies única y exclusivamente
porque viven en diferentes nichos ecológicos.
El concepto fenético de especie pretende dar una solución a este problema. La especie
es reducida a términos numéricos: las características morfológicas similares son codificadas
numéricamente, operativamente. El problema que presenta la concepción fenética radica en la
dificultad de operar con especies polimórficas y de codificar las variables individuales relativas a
las características de cada uno de los individuos.
Frente a la rigidez numérica de la concepción fenética y su inviabilidad respecto a las
características propias de cada individuo, a través del concepto evolutivo de especie
(“cronoespecie”) se afirma que la especie conserva sus características esenciales distintivas a lo
largo de todo su proceso evolutivo (Simpson y Wiley). Según Mayr, de nuevo este concepto sigue
sin resolver el problema de la aplicación del concepto de especie a las especies polifórmicas.
El concepto filogenético de especie (Cracraft) establece que solo podemos hablar de
especie si nos referimos a miembros de un linaje que comparten las mismas “características
evolutivas”5. Mientras el debate permanezca irresoluto, habrá que perfilar el concepto de especie,
según Paterson, según “pautas de reconocimiento (the recognition species concept) <que se
producen> cuando los individuos de un grupo no reconocen como parejas potenciales a los de
otro”6.
El concepto de Paterson adolece, tal como opina Templeton, de las mismas
dificultades teóricas que el concepto de bioespecie de Mayr (las diferencias entre especies son
debidas a barreras geográficas), por lo que habría que reformular dicho concepto en términos
genéticos, comprendiendo también a poblaciones que de hecho no se han apareado. En este sentido,
“pertenecerían a una misma especie aquellas poblaciones con suficiente parecido genético”7.
5 Marcos: o. c., p. 11.6 Marcos: o. c., p. 12.7 Ídem nota anterior.
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Analizados ya los diferentes significados del término especie, Marcos pasa a
considerar cuál es el estatuto ontológico de este concepto. En primer lugar, la especie darwiniana no
es una esencia ni una categoría lógica, ni una forma, ni una abstracción. Es una realidad que se
transforma. Más aún, según la s-a-i (species as individuals thesis) la especie puede considerarse
como un individuo (Ghiselin). En este sentido, si cada especie es un individuo, su estatuto
ontológico tal real y concreto como el de los organismos (Hull), que evolucionan.
Si cada especie es individuo, no hay leyes universales (formales, esencialistas), sino
leyes biológicas, descriptivas de los individuos, que poseen ciertas regularidades a partir de las
cuales es posible elaborar dichas leyes, de manera que el que la especie cumpla o se se explique o
no a través de una serie de leyes será siempre una cuestión empírica: se extrae la ley de lo empírico,
no se aplica en primera instancia lo formal a lo natural si aquél no ha sido extraído de éste.
Las tesis s-a-i se complementan con las tesis cladistas, que abogan por las unidades de
clasificación a la hora de definir a la especie -que no organismo-, que será una suerte de ínterin
entre la extinción de una especie y la aparición de otra. Si definimos así especie, no partiríamos de
ninguna definición previa de individuo (con las dificultades que esto entraña) y, además, la tesis no
podría ser aplicada a especies distintas que apenas difieren en nada.
Marcos trae a colación una tercera vía, que sintetizaría de alguna manera clase e
individuo y donde podríamos situar a autores como:
–Kitcher y Wilson: las especies son conjuntos, aun reconociendo que “los moldes
cnjuntistas se adaptan muy mal a realidades con decurso temporal”, por lo que habría que constituir
a las especie en virtud de una “mezcla de entidades existentes e inexistentes”8, o mezcla de tipología
y empirismo,
–Mayr: las especies son poblaciones, entidades concretas, no abstracciones lógicas,
–Ruse: las especies son grupos, realidades más concretas que las clases,
–Stamos: especies como relaciones o complejo de relaciones de semejanza y los
organismos en ellas imbricados.
En el ámbito de aplicación de concepto de especie de la biología evolucionista, lo
ideal, según Marcos, es que “el concepto de población cargue con los aspectos físicos y el de
especie con los lógicos”9, de manera que la población es entidad concreta, sea o no un individuo. A
cada clase, pues, pueden pertenecer diversas poblaciones que satisfarían determinados criterios de
semejanza.
8 Marcos: o. c., p. 16.9 Marcos: o. c., p. 19.
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En la última parte de su artículo, Marcos describe dos dilemas éticos surgidos en torno
al concepto de especie en la actualidad. En primer lugar, la relación entre la definición de especie y
sus consecuencias para con la conservación de la biodiversidad, nuestra responsabilidad para con la
misma y las políticas que se lleven a cabo para tal fin. A la hora de hablar de conservación de la
biodiversidad se suelen distinguir argumentos antropocéntricos (conservar la biodiversidad porque
es útil para el hombre, sobre todo si asumimos que cada especie es imprescindible para mantener el
equilibrio del ecosistema, ) y no antropocéntricos (valor intrínseco de las especies, aunque solo sea
por la “conveniencia de conservar una especie por el placer estético o intelectual”10 y porque “no
podemos eliminar especies, es decir, laminar la riqueza del universo como objeto de
contemplación , sin jugarnos nuestras posibilidades de ser felices”11).
En segundo lugar, en el dilema del anti-especista, que surge de las reflexiones de Peter
Singer en su Ética práctica, se parte de la tesis que sostiene que clasificar en especies implica
siempre un tipo de discriminación valorativa. Si discrimina, eliminamos el concepto de especie.
Pero si lo eliminamos, tendríamos que buscar algún otro para valorar a las especies, aunque solo sea
para defenderlas y ser claros y eficaces en la lucha contra su extinción. El dilema queda irresuelto
por cuanto “el propio concepto de especie no es el más adecuado en contextos morales y
políticos”12. Son preferibles otras nociones, como la de familia humana, empleada en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, en tanto la noción de especie no conlleva necesariamente
vínculos afectivos o morales, mientras que la noción de familia sí. Para Marcos, este tipo de
vínculos familiares es el que habría que extender también al resto de los seres vivos.
10 Marcos: o. c., p. 21.11 Marcos: o. c., p. 22.12 Marcos: o. c., p. 23.
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