comentario de el satiricón de petronio, noelia tomoshige

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Petronio, El Satiricón, “La viuda de Éfeso TEXTO: Por lo demás, Eumolpo –abogado de los que estábamos en peligro y autor de la concordia presente– no quiso que toda nuestra alegría se ahogara en el silencio por falta de conversación. Comenzó, pues, a ironizar a costa de la frivolidad de las mujeres: se enamoran muy fácilmente y se olvidan muy pronto hasta de los hijos. Llegó a afirmar que no hay mujer tan honesta que, bajo cualquier pasión extraña, no cometa desvaríos. Y no lo digo –afirmó– recordando tragedias antiguas ni personajes célebres de siglos pasados, sino hechos que tengo en la memoria y que expondría si estábamos dispuestos a escuchar. Así pues, puestos nuestros ojos y oídos en él, comenzó de la siguiente manera: –Vivía en Éfeso una matrona de tan reconocida virtud que era todo un espectáculo para todas las vecinas de los alrededores. Cuando murió su marido no se contentó con acompañar su cadáver –como todo el mundo–, con el pelo suelto y golpeándose los pechos desnudos a vista del cortejo. Siguió al difunto hasta el lugar del sepulcro y tras colocar el cuerpo en un hipogeo al estilo griego, comenzó a velar el cadáver día y noche sin interrupción. Tan dispuesta estaba a morir de hambre que ni parientes ni amigos pudieron hacerla desistir de su propósito. También los magistrados tuvieron que retirarse después de ser rechazados por ella. Todos se condolían de un dechado tan singular de mujer que llevaba ya cinco días sin probar alimento. Acompañaba en su duelo a la viuda una fiel criada que unía sus lágrimas a las de la apenada y que reavivaba la lámpara mortuoria cuando languidecía. En toda la ciudad no había más que un solo tema de conversación. Y los hombres de toda condición se hacían lenguas del ejemplo más claro y auténtico de pudor y de amor.

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Page 1: Comentario de El Satiricón de Petronio, Noelia Tomoshige

Petronio, El Satiricón, “La viuda de Éfeso”

TEXTO:

Por lo demás, Eumolpo –abogado de los que estábamos en peligro y autor de laconcordia presente– no quiso que toda nuestra alegría se ahogara en el silencio porfalta de conversación. Comenzó, pues, a ironizar a costa de la frivolidad de lasmujeres: se enamoran muy fácilmente y se olvidan muy pronto hasta de los hijos.Llegó a afirmar que no hay mujer tan honesta que, bajo cualquier pasión extraña, nocometa desvaríos. Y no lo digo –afirmó– recordando tragedias antiguas ni personajescélebres de siglos pasados, sino hechos que tengo en la memoria y que expondría siestábamos dispuestos a escuchar.Así pues, puestos nuestros ojos y oídos en él, comenzó de la siguiente manera:–Vivía en Éfeso una matrona de tan reconocida virtud que era todo un espectáculopara todas las vecinas de los alrededores. Cuando murió su marido no se contentócon acompañar su cadáver –como todo el mundo–, con el pelo suelto ygolpeándose los pechos desnudos a vista del cortejo. Siguió al difunto hasta el lugardel sepulcro y tras colocar el cuerpo en un hipogeo al estilo griego, comenzó a velarel cadáver día y noche sin interrupción. Tan dispuesta estaba a morir de hambre queni parientes ni amigos pudieron hacerla desistir de su propósito. También losmagistrados tuvieron que retirarse después de ser rechazados por ella. Todos secondolían de un dechado tan singular de mujer que llevaba ya cinco días sin probaralimento. Acompañaba en su duelo a la viuda una fiel criada que unía sus lágrimas alas de la apenada y que reavivaba la lámpara mortuoria cuando languidecía. En todala ciudad no había más que un solo tema de conversación. Y los hombres de todacondición se hacían lenguas del ejemplo más claro y auténtico de pudor y de amor.Por aquellos días, el gobernador de la provincia mandó crucificar a ciertos ladronescerca de la tumba donde la matrona lloraba el cadáver de su difunto marido. Lanoche siguiente, un soldado que vigilaba las cruces para que nadie llevase loscuerpos a enterrar, vio una luz más resplandeciente entre los sepulcros y oyó losgemidos de la doliente. Arrastrado por el vicio de la curiosidad humana, quiso saberquién era y qué hacía. Bajó, pues, a la tumba, y al ver a aquella espléndida mujer,quedó petrificado y perplejo, cual si se tratara de un monstruo o de fantasmasabismales. Pronto, no obstante, pudo advertir lo que pasaba cuando vio el cadáver ylas lágrimas y el rostro arañado de la mujer. Se trataba de una mujer que no seresignaba a no poseer a su marido. En consecuencia, el soldado trajo su pobre cenay empezó a exhortar a la afligida mujer.–Debes acabar con ese dolor inútil –le dijo–. Has de aliviar tu pecho de esosgemidos que no conducen a nada. Recuerda que todos tenemos el mismo fin y lamisma morada.Y terminó recordando todo lo que se dice en esos casos para curar las almasulceradas.Herida por un consuelo absurdo, la mujer se rasgaba con más vehemencia el pechoy cubría el cuerpo del difunto con los mechones del pelo que se arrancaba. Nocedió el soldado, antes bien, con la misma exhortación de antes trató de que laUnidad 7. La novela en Romapobre mujer probara el alimento. Seducida por el aroma del vino, la primera en

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tender la mano desfallecida a la cortesía del que invitaba fue la criada. Refociladacon la comida y la bebida, esta comenzó a socavar la resistencia de su ama.–¿Te servirá de algo todo esto –le increpó– si te dejas morir de hambre, si te entierrasviva y si antes de que se cumpla el destino entregas tu alma inocente? ¿Crees que laceniza y los manes aquí sepultados se acuerdan de nosotros? ¿Quieres volver a vivir?¿Quieres disfrutar de las alegrías de la luz cuando te dé la gana y acabar con eseperjuicio de mujer? El mismo cadáver aquí presente te debe enseñar a vivir.A nadie disgusta oír que le invitan a comer y a vivir. Después de varios días deabstinencia, la mujer, extenuada, consintió en romper su obstinación. Y se atracóde comida tanto como su criada, que fue la primera en rendirse.Pero ya sabéis qué tipo de tentaciones suelen asaltar a los humanos una vez hanllenado su estómago. La misma seducción que el soldado había empleado para quela matrona tomase gusto a la vida, la dirigió ahora al asalto de su pudor. Por lodemás, el joven no pareció tan feo y falto de palabra a la casta viuda. Tanto más quela criada no cesaba de recomendar su belleza y de repetir a modo de estribillo:¿Rechazarás ahora un amor que te solicita?¿Y no piensas en qué campos acabas de aterrizar?¿Para qué detenerse más? Tampoco la mujer fue capaz de mantener el ayuno en estaparte del cuerpo. Y el soldado salió victorioso al persuadirla de ambas cosas.Durmieron juntos aquella noche, que fue la de la boda, y la noche siguiente y unatercera. Es de suponer que bien cerradas las puertas del sepulcro, con el fin de quesi algún conocido o desconocido se acercara a él, creyera que la castísima esposahabía expirado sobre el cuerpo de su marido.Nuestro soldado estaba encantado tanto de la belleza de la mujer como del secretode sus amores. Según sus posibilidades, compraba de lo mejor que había en elmercado y en cuanto anochecía lo llevaba al sepulcro.Sucedió, pues, que los padres de uno de los crucificados –aprovechando que laguardia estaba desasistida– descolgaron el cadáver y le rindieron los últimos honoresmientras el soldado de turno se divertía. Cuando al día siguiente vio la luz sin elcadáver, temiendo el castigo que le esperaba, corrió a contárselo a la mujer.–No esperaré la justicia del juez –le dijo–. Yo mismo con mi espada me haré justiciapor mi descuido. Solo te pido un lugar y que el sepulcro sirva para el amigo y parael marido.–No quieran los dioses –le contestó la mujer, tan piadosa como honesta– que tengaque presenciar yo al mismo tiempo el funeral de los dos hombres para mí másqueridos. Prefiero colgar al muerto que matar al vivo.Y de acuerdo con estas palabras mandó sacar del ataúd el cadáver de su marido yclavarlo en la cruz que quedaba libre. El soldado puso en práctica la idea de aquellamujer tan sagaz. Y al día siguiente, el pueblo se preguntaba maravillado cómo unmuerto se habría subido a la cruz.

Petronio, Satiricón, 110, 6 - 112, 8

LA NOVELA

A principios del siglo V d.C. un escritor latino, llamado Macrobio, define la novela como narraciones ficticias de tema amoroso cuya finalidad es la pura diversión. Se mezclan historia y ficción, prosa y poesía, amores y aventuras. Quizá el elemento común por excelencia sea la presencia del tema amoroso como núcleo de la trama; es rasgo también general el continuo viajar de los protagonistas, que posibilita la

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complicación de la trama inicial con múltiples aventuras.El primer elemento característico de la novela latina es su tono satírico. Las novelas romanas incluyen parodias de todo tipo sobre cuestiones religiosas, literarias y sociales. A través de las aventuras de los protagonistas se traza un cuadro caricaturesco de una sociedad decadente, pero su intención no es moralizante: el protagonista de la novela latina no intenta cambiar el mundo que le es hostil, sólo intenta sobrevivir en él.

BIOGRAFÍA DE PETRONIO

Este personaje de la corte neroniana es descrito de forma inusualmente minuciosa como un aristócrata de gustos refinados, con una capacidad inagotable para procurarse nuevos e inusitados placeres pero también con una considerable capacidad e inteligencia cuando desempeñaba cargo de responsabilidad. Este noble perteneció al grupo de íntimos de Nerón (37-68 d.C, gobernando a partir del 54), fue su favorito y, en palabras de Tácito, era considerado por el propio emperador su "arbiter elegantiae"; la coincidencia de este apelativo atribuido al Petronio de la corte neroniana con el "cognomen", ciertamente raro, del autor del Satiricón ha propiciado que ambos se identifiquen. Tácito nos informa también sobre la fecha y la circunstancias de la muerte de Petronio. A causa de la envidia y la intriga de otros personajes de la corte, fue acusado de tener amistad con uno de los participantes en la conjura de Pisón. Sin esperar a ser condenado se dio muerte serenamente en el año 66, manteniendo en la muerte la misma postura epicúrea que había mantenido en vida.

Petronio es autor de una notable obra de ficción, una novela satírica en prosa y verso titulada el Satyricon,, de la cual se conservan algunos fragmentos; narra las aventuras de dos libertinos, Encolpio y Ascilto, e incluye algunos cuentos milesios sexualmente explícitos. El estilo poético de Petronio es muy manierista, parecido al de Ovidio. El Satyricon es el primer ejemplo de novela picaresca en la literatura europea, y puede considerarse el modelo de novelas posteriores. Ofrece una descripción única, y a menudo enormemente desinhibida, de la vida en el siglo I d. C. A pesar de que su narrador se expresa en el mejor latín de la época, la obra es especialmente valiosa por los coloquialismos en los parlamentos de muchos personajes que ofrecen un interesante objeto de estudio sobre el latín vulgar de la época. El episodio más famoso es el Banquete de Trimalquión, una descripción sumamente realista de un banquete ofrecido por un nuevo rico y ostentoso liberto.

RESUMEN Y ESTRUCTURA DEL TEXTO

El texto comienza con una conversación entre hombres iniciada para cubrir el espacio silencionso e incómodo en el que se encuentran. Tras discutir sobre la frivolidad que las mujeres presentan ante el amor, uno de ellos comienza, pues, a contar cierta famosa historia de amor. Se trata de la viuda de Éfeso, una mujer extrañamente pasional que siente un amor infinito hacia su marido incluso después de muerto. Sin embargo, un joven cambiará su punto de vista trastornando toda la fidelidad que había mostrado ésta hasta entonces hacia su difunto marido. Es sin duda una historia de amor, irónica y extraña,  pero que muestra lo que podemos llegar a hacer las mujeres por dicho sentimiento.

Comienza, pues, el abogado a contar la historia para entretener a los demás.Cuenta que en Éfeso había una matrona que tras la muerte de su marido, se sumió en un

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profundo dolor olvidándose hasta de comer, pues estaba más que dispuesta a morir de hambre junto a su amado. Pasó así todas las noches en el sepulcro del difunto, llorando su cuerpo sin vida, acompañada de una criada que acompañaba sus llantos, un hecho que daba lugar a las habladurías del pueblo.Un día colgaron en cruces a tres ladrones,  que deberían ser vigilados para que sus familiares no pudieran darles sepultura, una tarea que estaba encomendada a un joven vigilante.

Tras la primera parte y tras haber contado el inicio de la historia, llegamos a la tercera parte, donde entra en escena el vigilante. Éste, invadido por la curiosidad tras haber visto la luz del sepulcro, donde se contaba que se encontraba la viuda, va a verla.  Se asombra al ver a la mujer tan bella y dolida.  Éste le lleva comida y le tienta para que coma; la criada es la primera que cae y posteriormente, la viuda tampoco rechaza el amor carnal que éste le ofrece, pues lo necesita tanto como la comida. Pasan así algunos días de diversión para el vigilante,  que se olvida de su propio trabajo. Los parientes de uno de los ladrones aprovechan la ausencia del vigilante para descolgar a su hijo y enterrarlo. El joven amante, tras saber la noticia e imaginarse su castigo, decide darse él mismo su castigo. Sin embargo, la viuda no lo permite y decide colgar el cuerpo de su difunto marido en el lugar del ladrón.

COMENTARIO

La viuda de Éfeso pertenece a la obra de "El Satiricón" de Petronio compuesto por varios libros que con el paso del tiempo han aparecido fragmentados. Se calcula que estos manuscritos pertenecen a los últimos años de la época del reinado del emperador Nerón. Está escrita en prosa y en verso aproximadamente hacia el siglo I a.C

Este fragmento cuenta con tono picante la seducción de una viuda por parte de un soldado en la propia cámara sepulcral de su marido.Se trata de un género difícil de clasificar, es una obra totalmente nueva y original que tiene como tema principal el amor. Vemos cómo este sentimiento tan fuerte siempre presente en el texto, hace que los protagonistas hagan locuras por él. Vemos el claro ejemplo de la viuda, una mujer hermosa que tras la muerte de su querido marido se encierra en esclavitud agarrándose al sentimiento de dolor que este le provoca, llegando a velar todas las noches junto al cadáver de su marido.Sin embargo, podemos comprobar que la debilidad humana es inevitable, pues incluso esta mujer,  entregada en cuerpo y alma a su difunto marido, cae en la tentación carnal que el joven vigilante del cementerio le muestra.Petronio escribe esta obra con cierto tono de picardía e ironía. Se trata de una historia bastante trágica pero que muestra signos un poco cómicos como es el siguiente: " y al día siguiente el pueblo se preguntaba maravillado cómo un muerto se habría subido a la cruz".

COMENTARIO CRÍTICO

El amor es casi siempre el tema principal de toda obra. Este sentimiento tan fuerte y tan difícil de entender es a menudo objeto de locuras, dolor, arrepentimiento, peleas... Y a pesar de todos los problemas que conlleva dicha palabra tan corta y aparentemente insignificante, es necesaria para nuestra vida. Al igual que la protagonista del texto, cuando amamos a alguien con tanta fuerza, seríamos capaces de cualquier cosa, aunque

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esto suponga una locura. En este caso, nos encontramos con que tras la muerte de su marido, la mujer cae en una profunda depresión llegando incluso a intentar morir junto a él matándose de hambre. Claramente no sé lo que se siente ante esta clase de amor enfermizo, pero sé que muchas veces ha sido protagonista en la vida de muchas mujeres.Esta clase de amor me recuerda en cierto modo el que sentía Juana la Loca hacia el rey Felipe; ésta también destapó por largo tiempo la tumba del difunto para besarle a pesar del estado de putrefacción.Sin embargo, el autor ha jugado con dos clases de amor, el aparentemente eterno y el pasional. Tras conocer al vigilante que le devuelve en cierto modo la pasión perdida, la viuda se olvida completamente de su difunto marido a pesar de haber intentando morir tras su fallecimiento, entregándose a un amor puramente carnal con el joven. Éste es un claro ejemplo de la debilidad que sentimos los seres humanos ante la tentación; un sentimiento atractivo, que hace perder la cordura y a menudo es inevitable caer en él.La viuda de Éfeso es, desde mi punto de vista, una mujer que es fiel a su marido moralmente (pues le sigue queriendo) y que, sin embargo, no puede serlo físicamente.