comentario crítico de el Árbol de la ciencia (1)

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COMENTARIO CRÍTICO DE EL ÁRBOL DE LA CIENCIA La obra seleccionada es El árbol de la ciencia (1911), de Pío Baroja. Se trata de una de las novelas más importantes y representativas tanto de su autor como de la Generación del 98, en la que éste se incluye. La novela, ambientada en la España de finales del XIX, cuenta la vida de Andrés Hurtado, personaje abocado a la angustia existencial y al pesimismo como consecuencia de una serie de experiencias traumáticas. Tras estudiar Medicina en Madrid, Andrés vive un tiempo en Valencia con su hermano Luisito, enfermo de tuberculosis. Después de regresar a Madrid para leer su tesis doctoral, ejerce la medicina en Burgos. Pero tras la muerte de su hermano se hunde en una profunda crisis. Más tarde, trabaja en un pueblo manchego y, de vuelta a Madrid, se casa con Lulú, una muchacha de origen humilde que conocía desde sus tiempos de estudiante. Tras un periodo de tranquilidad, Lulú y su hijo recién nacido mueren y Andrés decide suicidarse. El árbol de la ciencia es una “novela de aprendizaje(bildungsroman) cuyo, protagonista, un hombre desengañado y perdido en un mundo absurdo, puede considerarse un alter ego del propio Baroja. También –como es típico de los novelistas del 98- tiene un fuerte componente filosófico que proporciona profundidad a los conflictos existenciales del protagonista. Así se acude a Kant para plantear el escepticismo religioso, o a Darwin para desarrollar la idea, típicamente barojiana, de la “lucha por la vida”. Sin embargo, las ideas con mayor peso en la novela proceden de Nietzsche y Schopenhauer, los pensadores más influyentes en la Generación del 98. Sin duda, el pesimismo radical de Schopenhauer es lo que explica mejor la concepción de la existencia que se plasma en la novela. Igual que el filósofo alemán, Andrés y su tío Iturrioz piensan que la vida es una fuerza ciega e incomprensible ante la que caben dos posturas: la acción, que sólo conduce al dolor; y el

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Page 1: Comentario Crítico de El Árbol de La Ciencia (1)

COMENTARIO CRÍTICO DE EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

La obra seleccionada es El árbol de la ciencia (1911), de Pío Baroja. Se trata de una de las novelas más importantes y representativas tanto de su autor como de la Generación del 98, en la que éste se incluye.

La novela, ambientada en la España de finales del XIX, cuenta la vida de Andrés Hurtado, personaje abocado a la angustia existencial y al pesimismo como consecuencia de una serie de experiencias traumáticas. Tras estudiar Medicina en Madrid, Andrés vive un tiempo en Valencia con su hermano Luisito, enfermo de tuberculosis. Después de regresar a Madrid para leer su tesis doctoral, ejerce la medicina en Burgos. Pero tras la muerte de su hermano se hunde en una profunda crisis. Más tarde, trabaja en un pueblo manchego y, de vuelta a Madrid, se casa con Lulú, una muchacha de origen humilde que conocía desde sus tiempos de estudiante. Tras un periodo de tranquilidad, Lulú y su hijo recién nacido mueren y Andrés decide suicidarse.

El árbol de la ciencia es una “novela de aprendizaje” (bildungsroman) cuyo, protagonista, un hombre desengañado y perdido en un mundo absurdo, puede considerarse un alter ego del propio Baroja. También –como es típico de los novelistas del 98- tiene un fuerte componente filosófico que proporciona profundidad a los conflictos existenciales del protagonista. Así se acude a Kant para plantear el escepticismo religioso, o a Darwin para desarrollar la idea, típicamente barojiana, de la “lucha por la vida”. Sin embargo, las ideas con mayor peso en la novela proceden de Nietzsche y Schopenhauer, los pensadores más influyentes en la Generación del 98. Sin duda, el pesimismo radical de Schopenhauer es lo que explica mejor la concepción de la existencia que se plasma en la novela. Igual que el filósofo alemán, Andrés y su tío Iturrioz piensan que la vida es una fuerza ciega e incomprensible ante la que caben dos posturas: la acción, que sólo conduce al dolor; y el distanciamiento escéptico (ataraxia), que es la que intenta seguir el protagonista.

Siguiendo postulados típicamente noventayochistas, la novela también aspira a presentar una imagen desoladora de vida española en el tránsito del S. XIX al XX. Nada escapa a la feroz crítica de Baroja. El atraso científico y cultural se hace patente en la demoledora imagen de la universidad española. Las clases populares urbanas (de Madrid) sobreviven en un ambiente de miseria y sordidez que les arrastra a la degradación moral. Peor aún es la situación de la España rural, condenada a la pobreza endémica, la ignorancia y los abusos del caciquismo. Tampoco salen bien parados los representantes de las clases privilegiadas (caracterizados por su hipocresía y egoísmo), ni la religión católica o los políticos, incapaces de reaccionar adecuadamente ante la profunda crisis finisecular. En definitiva, Baroja ofrece la imagen de un país atrasado y pobre ante el cual se enfrenta desde un amargo escepticismo, en lugar de la rebeldía.

Por lo que se refiere a la forma, El árbol de la ciencia reúne muchos rasgos característicos de las novelas barojianas y, en general, de las ideas estéticas del 98. En general, el relato manifiesta los principios formales típicos del autor: libertad, sencillez y búsqueda de la amenidad. A pesar de ello, la novela presenta una estructura simétrica muy meditada, compuesta por dos bloques: el primero (partes I-III) abarca

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toda la fase de formación de Hurtado, y concluye con un acontecimiento traumático (muerte de Luisito); en el segundo bloque (partes V-VII), se desarrolla su peripecia profesional y desemboca en un desenlace trágico. Entre ambos hay un intermedio reflexivo (parte IV) planteado en forma de diálogo entre Andrés y su tío.

El relato presenta un sencillo orden lineal y cierta tendencia al fragmentarismo (propio de la novela noventayochista), por la sucesión de capítulos breves que desarrollan rápidas anécdotas narrativas, descripciones de ambientes o retratos de personajes. El narrador es omnisciente, pero a diferencia del Realismo sitúa el punto de vista exclusivamente en el protagonista, por lo que la narración está impregnada de un fuerte subjetivismo.

En cuanto al lenguaje, hay que destacar la tendencia antirretórica característica del autor y de los noventayochistas en general. La prosa de Baroja es clara, precisa y viva, de frase y párrafos breves. Además hay que subrayar otros dos rasgos estilísticos. Por un lado, el empleo de numerosas expresiones coloquiales y de vulgarismos para caracterizar el habla popular. Por otro lado, el uso de una técnica impresionista en las descripciones, caracterizada por el empleo de pinceladas breves y vivas. Con ello Baroja marca distancias con la morosidad descriptiva típica de la novela decimonónica.

En conclusión, en El árbol de la ciencia encontramos el arte novelístico de Baroja en su plena madurez. Además se trata de una obra que refleja, tanto en su forma como en su temática, las preocupaciones características de la generación literaria que vive la crisis de nuestro país en el paso del siglo XIX al XX.