colombia internacional no. 16

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Universidad de los Andes, Colombia Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política Revista de libre acceso Consúltela y descárguela http://colombiainternacional.uniandes.edu.co/

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Page 1: Colombia Internacional No. 16
Page 2: Colombia Internacional No. 16

Contenido

Sección Política Exterior de Colombia La Iniciativa las Américas un año después: El caso de Colombia Mauricio Reina 3

Sección Relaciones Económicas Internacionales El mercado de armas en el período de la posguerra fría y los estados menos desarrollados Frederic S. Pearson 12

Sección Política Mundial Europa en los años noventa y sus relaciones con América Latina Luis Alberto Restrepo

22

Sección Temas Globales Hacia una teoría del Estado Democrático en América Latina Arlene B. Ticknery Óscar Mejía Q. 35

Sección Documentos Bibliografía Colombiana de Estudios Internacionales

Diego Cardona 45

Declaración de Guadalajara 53

Colombia Internacional No. 16

Santafé de Bogotá, D. C., octubre-diciembre de 1991

publicación trimestral del CEI, Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes Rector:

Arturo Infante V. Director C.E.I.: Juan Tokatlian

Editor: CEI

Jpomité Editorial: Cristina Barrera, Ana Mercedes Botero, Diego Cardona, Carlos Nasi, Liliana Obregón, ji/lartha Osorio,

Rodrigo Pardo, José Luis Ramírez, Mauricio Reina, Juan G. Tokatlian, Alejandro Valencia, Arlene Tickner \suscripciones:

Centro de Estudios Internacionales, Calle 19 No. 1 -46 Tels.: 2867504 - 2867505 «LA. 4976 Santafé de Bogotá, D. C. Fax:

2841890

Impresión y Distribución: Tercer Mundo Editores Calle 69 No. 6 -46 Tels.: 3102745 - 3102907

Page 3: Colombia Internacional No. 16

Sección: Política Exterior

de Colombia

La Iniciativa para las Américas un año después: El caso de Colombia1

Mauricio Reina*

Introducción

Más de un año después de lanzada, la Empresa para la Iniciativa de las Américas parece estar aún en estado de beatitud. Todo el mundo habla de ella y quisiera encomendársele, pero aún falta verificar sus milagros para elevarla al nivel de santidad. Son muchos más los usos y abusos que de su nombre se han hecho en múltiples discursos oficiales, académicos y privados, que los pasos concretos dados para salir a su encuentro.

En el caso colombiano este síndrome ha sido particularmente notable. En medio de una densa niebla de desinformación, cada cual quiere participar de la fiesta como mejor pueda. Los funcionarios oficiales anuncian triunfales la firma de un acuerdo marco con los Estados Unidos, como si ello significara algún avance concreto. Los diarios, de otro lado, anuncian con alborozo que Colombia se acoge

a la Iniciativa Bush, cuando descubren que el país tiene deudas concesionales vigentes con los Estados Unidos. Por su parte, los empresarios se debaten entre la incertidumbre y la esperanza, y conforman grupos de trabajo que parecen doblegarse ante el peso de sus siglas y organigramas.

Lo cierto es que los pasos concretos dados por Colombia de cara a la Iniciativa de las Américas se pueden dividir en dos categorías. Por un lado, están las acciones concretas que han surgido como respuestas explícitas a la Iniciativa. Por otro lado, aparecen reformas económicas que hacen parte de la estrategia macroeconómica global del gobierno colombiano y que, si bien no han sido inspiradas por la Iniciativa como tal, sí constituyen pasos importantes que convergen hacia los elementos enunciados por la misma como requisitos fundamentales para acceder eventualmente a sus beneficios.

Como es de esperarse en un proceso incipiente como el de esta Iniciativa, son muchos más los elementos que pertenecen a la segunda categoría que a la primera.

Este artículo presenta en una primera parte la evaluación de avances que, en los dos sentidos mencionados, se han dado dentro de la propuesta de comercio de la Iniciativa. En la segunda se tratan aquellos logros relacionados con la inversión. En la tercera, se estudian los relacionados con la

1 Este artículo es un resumen de un trabajo preparado por el autor para una investigación regional convocada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), programa de Chile.

* Profesor de la Facultad de Economía e investigador asociado del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de losAndes, Bogotá, Colombia.

3

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deuda, para finalizar con unas consideraciones generales sobre las perspectivas de dicha Iniciativa en el país.

I. El comercio

En lo referente al componente comercial de la Iniciativa, Colombia ha efectuado gestiones en dos dimensiones. Por un lado, el país ha avanzado en el desarrollo de los mecanismos institucionales contemplados en el Acuerdo Marco Bilateral sobre comercio e inversión firmado con los Estados Unidos. De otra parte, se han implementado diversas reformas de orden comercial para abrir más la economía colombiana a la competencia internacional.

Muchas de las medidas de política económica en cuestión no han sido un resultado exclusivo de la Iniciativa, sino que hacen parte, más bien, de una estrategia de reformas de corte ortodoxo, llevada a cabo por el gobierno colombiano de manera global. Sin embargo, es importante mencionar dichas políticas en el contexto del análisis de la evolución de la Iniciativa, en la medida en que esas reformas constituyen el factor esencial para tener en cuenta dentro de los criterios de elegibilidad para la misma.

A. Comisión Conjunta Estados Unidos-Colombia sobre Comercio e Inversión Durante los últimos años, diversos países de América

Latina han adelantado reforformas en sus políticas económicas y comerciales como un reconocimiento -errado o no- de los beneficios que reportan las fuerzas del mercado y la conveniencia de integrarse de una manera más decidida a la economía mundial.

Considerando que las reformas realizadas por la mayoría de los países aún no son lo suficientemente profundas como para llevar a cabo un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, el presidente Bush propuso a los países interesados que firmaran Acuerdos Marco Bilaterales de estructura operativa, mediante los cuales se trabajaría en la mayor apertura de los mercados y el desarrollo de vínculos comerciales más estrechos.

Colombia firmó dicho acuerdo en julio de 1990. Fue el primer país en hacerlo bajo el marco de la Iniciativa 2. Así como en los Acuerdos Marco suscritos con los demás países, en éste se establece la conformación de una Comisión bilateral de comercio e inversión que, además de vigilar las relaciones comerciales v de inversión entre los países en cuestión, celebre consultas respecto a asuntos vinculados con esas relaciones que sean de interés para ambas partes, y trabaje para lograr la eliminación de las barreras que se oponen a los flujos de comercio e inversión3.

El Acuerdo Marco Bilateral establece que la Comisión Conjunta sobre comercio e inversión estará presidida por el Ministro de Desarrollo Económico, por Colombia, y por el representante de la Oficina de Comercio, por los Estados Unidos. Se define, además, que las partes podrán pedir asistencia del sector privado de los respectivos países en los asuntos relacionados con el trabajo de la Comisión, y que los representantes del sector privado podrán participar en las reuniones de la Comisión si ambas partes lo consideran apropiado.

Como anexo al Acuerdo, se presenta la llamada Agenda de Acción Inmediata que señala los temas prioritarios para ser tratados por la Comisión. Dicha Agenda incluye la discusión de los siguientes temas:

- La Declaración de Cartagena y la Iniciativa de Comercio Andino.

- La cooperación en la Ronda Uruguay de negociaciones del GATT.

- La liberalización y la búsqueda de oportunidades de comercio e inversión, que incluyen el estudio de: medidas de inversión relacionadas con el comercio y otras políticas que estimulen o inhiban la inversión privada extranjera; requisitos para licencias de importación y otras barreras de acceso al mercado; y expansión del acceso bilateral

2. Con anterioridad al anuncio de la Iniciativa, México y Bolivia habían firmado acuerdos similares. Posteriormente, se han firmado acuerdos con 26 países del área: Ecuador, Chile, Honduras y Costa Rica durante 1990, y Venezuela, El Salvador, Perú, Panamá, Nicaragua y los países miembros de Mercosur y Caricom durante 1991.

3. Como ha sido aclarado en varias ocasiones por el gobierno estadounidense, la firma de un Acuerdo Marco no significa la inminencia de la negociación de un acuerdo de libre comercio por parte de los Estados Unidos con el país en cuestión. En efecto, ese mismo gobierno ha declarado en varias ocasiones que, para la mayoría de los países latinoamericanos, ese proceso podría tardar toda la década. El entusiasmo desmedido de algunos sectores oficiales en Colombia respecto al significado del Acuerdo Marco desconoce estas realidades.

4

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a la acción gubernamental. - Continuación de las

discusiones sobre un nuevo Acuerdo Internacional del Café.

- La necesidad de una política sobre comercio e inversión para un eventual movimiento hacia un Acuerdo de Libre Comercio entre los Estados Unidos y Colombia.

- Los medios para mejorar la cooperación técnica en asuntos fitosanitarios, de sanidad y permisos para productos agroalimentarios.

- La cooperación para el fortalecimiento de la protección de los derechos de propiedad intelectual.

- La cooperación bilateral con el sector privado. De otra parte, el Acuerdo

establece la necesidad de conformar varios grupos de trabajo para facilitar la gestión de los puntos establecidos en la Agenda de Acción Inmediata.

En particular, se acordó la creación de grupos de trabajo para manejar los siguientes temas: derechos de aduanas y trámites de documentos; barreras técnicas al comercio agrícola; protección de la propiedad intelectual; y el sector privado.

B. Desarrollo de la Comisión Bilateral

El proceso de trabajo de la Comisión se inició formalmente el 3 de octubre de 1990 con su reunión inaugural en Washington, donde se discutie-

ron temas de importancia para las dos partes, tales como las barreras arancelarias y no arancelarias, la protección de los derechos de propiedad intelectual y aspectos generales del desarrollo agrícola. Con anterioridad habían tenido lugar dos reuniones técnicas preparatorias, el 14 de septiembre y el 1 de octubre de 1990. La segunda reunión se realizará en Colombia en un futuro próximo.

El Grupo de Trabajo de Aduanas se reunió dos veces: en Miami en diciembre de 1990, y en Washington en abril de 1991. A pesar de que se llevó a cabo un importante trabajo en la discusión de temas de interés para las partes y en la identificación de otros temas por tratar en el futuro, el Grupo se disolvió por solicitud del gobierno estadounidense que consideraba que estos temas podrían tratarse adecuadamente en el marco de reuniones bilaterales ordinarias.

Mientras los Grupos de Trabajo sobre Derechos de Propiedad Intelectual y Barreras Técnicas a la Agricultura iniciarán labores cuando tenga lugar la próxima reunión de la Comisión, el Grupo de Trabajo del Sector Privado ha tenido una extensa actividad.

El Grupo de Trabajo del Sector Privado (GTSP), organizado como un comité ad hoc del Consejo de las Américas, está conformado por representantes de importantes compañías y organizaciones gremiales de ambos países. Sus objetivos prioritarios son:

(i) facilitar el comercio y la inversión mediante la identificación de oportunidades empresariales; (ii) identificarlas necesidades de cooperación técnica para proyectos sectoriales o de infraestructura y propiciar su desarrollo; y (iii), asesorar a los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos sobre las barreras que restringen el comercio y la inversión entre ambos países.

En su reunión inaugural, efectuada en Washington el 9 de mayo del presente año, el GTSP acordó que debería funcionar como un ente autónomo, al margen de la injerencia gubernamental, y que su labor prioritaria en el corto plazo se debería concentrar en el tercero de sus objetivos, es decir, en prestar asesoría a los dos gobiernos. Además, se decidió tomar como modelo organizativo el Consejo Empresarial México-Estados Unidos, el cual opera más como dos conjuntos nacionales que como un solo conjunto binacional4.

C. La organización del GTSP en Colombia

En los meses siguientes a la reunión inaugural del GTSP se realizaron intensas consultas dentro del sector empresarial colombiano con el fin de identificar aquellos empresarios colombianos interesados en la exploración de oportunidades de comercio e inversión con los Estados Unidos.

Como resultado de estas consultas, el 17 de julio, los principales gremios económicos

4. En este sentido, se decidió que las secciones colombiana y estadounidense tengan vida propia en el interior de cada país, y que el grupo binacional se active solamente cuando las dos secciones nacionales se reúnan. Este esquema difiere de los adoptados por los consejos empresariales de Venezuela-Estados Unidos y Brasil-Estados Unidos, los cuales actúan permanentemente como entes bilaterales con oficina en los Estados Unidos.

5

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del país crearon un Consejo Gremial Nacional para coordinar todos los aspectos relacionados con las negociaciones bilaterales. Asimismo, en dicha reunión se decidió que todas las funciones asignadas al GTSP-Sección Colombiana las realizaría en el futuro el Consejo Empresarial Colombia-Estados Unidos (CECEU).

1. Agenda sugerida a la Comisión Bilateral por el GTSP

Tanto la sección colombiana como la estadounidense del GTSP, dentro de sus consultas internas en cada uno de los países, ya han identificado puntos de interés para ser discutidos por el GTSP y ser puestos a consideración de la Comisión Bilateral.

La sección colombiana ha sugerido la discusión de los siguientes temas:

a. condiciones de acceso al mercado estadounidense. Busca establecer unos estándares sanitarios ágiles para el ingreso de productos agroalimenticios frescos y procesados a Estados Unidos; minimizar los costos directos e indirectos generados en el trámite de aduana debido a las llamadas "investigaciones intensivas" {intensive search); la eliminación de cuotas de importación que restringen el libre acceso al mercado estadounidense; la inclusión de la cláusula de no agregación en las investigaciones de dumping y subsidios; y la eliminación

de distorsiones que afecten la libre competencia en el campo de los servicios de transporte marítimo.

b. inversión extranjera. Pretende obtener una mejor protección para los derechos de propiedad intelectual, y facilitar la visita de una misión de empresarios estadounidenses a Colombia para promover los flujos de comercio e inversión.

Por su parte, la sección estadounidense ha identificado los siguientes temas para ser discutidos:

- Los altos niveles de impuestos directos e indirectos cobrados por Colombia, y su ineficaz administración;

- La evasión del Impuesto al Valor Agregado (IVA) por parte de algunos importa dores;

- La necesidad de que las regulaciones cambiarías colombianas se relajen, puesto que actualmente son complica das y restrictivas en exceso;

- La moderación en las tasas de devaluación colombiana, las cuales atentan contra la inversión en proyectos productivos debido a los altos costos que implican;

- La reducción en la excesiva protección vigente para muchas empresas colombianas en el mercado doméstico;

- La aplicación de controles al contrabando de mercancías;

- El compromiso de garantizar al resto de los países, los mismos aranceles negociados

al interior del Grupo Andino, según lo consigna el GATT en su cláusula de Nación Más Favorecida (MFN).

La urgencia de brindar una mayor capacitación a la fuerza laboral colombiana;

Propiciar una mayor seguridad personal en Colombia a los posibles inversionistas y comerciantes estadounidenses.

D. Reformas comerciales recientes

Desde 1989 el país ha venido llevando a cabo cambios fundamentales en su política de control de las importaciones tendientes a hacer más transparentes las barreras al comercio y disminuir el nivel global de protección efectiva de la economía. En ese sentido se ha buscado sustituir los mecanismos de protección basados en controles cuantitativos, por el uso de barreras arancelarias y el manejo de la tasa de cambio.

Después de dar múltiples pasos en ese sentido, actualmente el 97% de las posiciones arancelarias es de libre importación, y el 3% restante está sujeto a licencia previa de importación. En el presente, ninguna posición del arancel es de prohibida importación.

En lo referente a las barreras arancelarias, el gobierno había establecido originalmente un proceso gradual de reducciones que habría de finalizar en 1994. En el mes de agosto pasado, el gobierno decidió acelerar el proceso y reducir los aranceles al nivel previsto para dentro de

5 Actualmente, cuando se inician investigaciones sobre dumping o subsidios para un mismo producto proveniente de dos países diferentes, la evaluación del daño se hace teniendo en cuenta las importaciones de los dos países en conjunto y no individualmente. Esta situación ha mostrado ser altamente perjudicial para los intereses comerciales colombianos.

6

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En conjunto, las últimas

medidas adoptadas redujeron el arancel promedio del 25% al 15%, y la llamada sobretasa a las importaciones del 10% al 8%. El Cuadro No. 1 muestra la evolución de la protección efectiva a la producción nacional por sectores en el último año.

CUADRO No. 1

Protección Efectiva a la Producción Nacional

Dic.1990

Sep.1991

BIENES DE CONSUMO % 118.2

% 46.1

No duradero Duradero

118.1 118.4

44.9 48.6

MATERIAS PRIMAS Y BIENES INTERMEDIOS

69.1 32.9

Combustible Para agricultura Para industria

62.4 35.7 71.4

25.3 42.0 32.4

BIENES DE CAPITAL 49.6 26.5

Para construcción Para agricultura Para industria Transporte

64.2 28.8 44.7 62.5

25.9 16.7 25.2 35.6

OTROS 97.4 46.5

TOTAL 74.7 34.1

Fuente: Cálculos de José A. Ocampo, economista del Ministerio de Desarrollo de Colombia.

II. La inversión

Durante el último año, la Administración del presidente Gaviria ha introducido una serie de reformas a la reglamentación vigente sobre la inversión extranjera en el país. Estas reformas hacen parte de un cambio estructural global -que abarca además modificaciones al régimen de comercio exterior, al régimen cambiario, al financiero y al laboral-, cambio orientado hacia la búsqueda de la modernización de la economía colombiana y una mayor inserción en la economía mundial.

En este sentido, las reformas recientes a la reglamentación sobre inversión extranjera no pueden interpretarse como una respuesta a la Iniciativa de las Américas, sino como parte de una estrategia económica global del país. Sin embargo, en la medida en que estas reformas concuerdan con aquellas que pretende promover la Iniciativa, su ejecución se constituye en un paso fundamental del país hacia el futuro aprovechamiento de las oportunidades que la misma Iniciativa ofrece6.

Hasta 1990 la inversión extranjera en Colombia permaneció sometida a un excesivo control y vigilancia por parte del Estado, lo que significó un bajísimo nivel de ingreso de capitales de riesgo al país. (Véase Cuadro No. 2).

Estos controles fueron el resultado de una política global que buscaba apoyar el proceso

6 Como es bien sabido, la Iniciativa busca la creación de un nuevo programa por parte del BID para apoyar las reformas en el sector de inversión, el cual brindarla asistencia técnica y apoyo financiero para la privatización y la promoción de la inversión. Adicionalmente, la Iniciativa propone la conformación de un fondo multilateral de 1.500 millones de dólares a cinco años, con la participación de los Estados Unidos, la Comunidad Económica Europea y el Japón.

7 Los controles se orientaban principalmente al uso de los recursos externos a las actividades que se podían orientar y a los derechos cambiarios sobre giros de utilidades y reembolsos de capital.

tres años. De esta manera, las importaciones de insumos, bienes intermedios y bienes de capital quedaron libres de arancel. Así mismo quedaron libres de gravamen las importaciones de algunos bienes de consumo como los electrodomésticos, los licores y los cigarrillos

7

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de sustitución de importaciones, a través de la protección a las industrias nacionales de la competencia de los capitales foráneos. Si bien la política macroeconómica empezó a dar tímidos pasos a finales de los años sesenta para alterar la estrategia de sustitución de importaciones, éstos resultaron claramente insuficientes, así como las correspondientes reformas a la reglamentación sobre inversión extranjera.

En efecto, la legislación correspondiente a los últimos veinticinco años8 era supremamente restrictiva en lo referente a la definición y modalidades de la inversión extranjera, los trámites para su registro e inscripción, los sectores autorizados para su destinación, la fijación de parti-

cipaciones mínimas de capital nacional para la conformación de nuevas empresas con capitales foráneos, y los términos normativos para el reembolso de capitales y la remesa de utilidades9.

En esa medida, las reformas introducidas en el último año representan una auténtica transformación, tanto en sus principios inspiradores como en las medidas concretas resultantes.

El nuevo régimen de inversión extranjera, emitido en enero del presente año10, tiene como propósito fundamental complementar la estrategia global de apertura que vive la economía colombiana.

Para lograr ese fin, la nueva legislación comprende tres criterios básicos de operación. En primer lugar, se garantiza que el inversionista extranjero recibirá igualdad en el trato respecto al inversionista nacional, excepto en lo referente a la transferencia de recursos al exterior. En segundo lugar, se establece que la inversión extranjera disfrutará del principio de universalidad en lo referente a su destinación. Esto quiere decir que no existirán sectores vedados a dicha inversión, con la única excepción de las actividades de defensa nacional y la disposición y desecho de basuras tóxicas y radiactivas.

En tercer lugar, se plantea la

automaticidad en la autorización de la inversión, en el sentido en que se eliminan los procedimientos de permiso que antes estaban a cargo del Departamento Nacional de Planeación11. Solamente necesitan autorización las inversiones en servicios públicos, procesamiento de basuras, minería y petróleos, así como las inversiones en portafolio.

De otra parte, la

reglamentación crea las llamadas "nuevas modalidades" de inversión, al conformar los fondos de inversión de capital extranjero; permitir la reinversión de utilidades con derecho a giro, y crear nuevas formas de capitalizar excedentes de utilidades distribuidas. Asimismo, facilita la remisión

8. Los derroteros de esta legislación fueron establecidos en 1967 (decreto-ley 444), 1973 (decreto-ley 1900, que incorpora la

decisión 24 del Acuerdo de Cartagena) y 1987 (decreto 1265 que reglamenta la decisión 220). 9. Aunque cada reglamentación (y sus modificaciones) aparecía un poco más flexible respecto a la anterior, en la práctica

ninguna de las 0reformas significó la transformación de una normatividad excesivamente proteccionista. 10. Resolución 49 de 1991. 11. Estas autorizaciones tenían en cuenta criterios básicos como la contribución al empleo nacional, la utilización de materias

primas y la competencia de empresas nacionales en la correspondiente rama de la actividad productiva.

Año

Inversión sin

Inversión en

petróleo petróleos 1980 103.6 168.3 1981 139.8 249.41982 113.5 271.6 1983 117.2 146.11984 309.8 124.3 1985 489.5 480.91986 440.9 418.1 1987 320.6 155.7 1988 18.5 184.41989 259.1 207.5 1990 230.3 201.6

CUADRO No. 2 Inversión Extranjera en Colombia (1980-1990)

(Cifras en millones de dólares)

Fuente: Departamento Nacional de Planeación, Inversiones Extranjeras.

8

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de utilidades al exterior y el reembolso de la inversión, y garantiza que las condiciones para estas remesas y reembolsos no podrán ser alteradas 12 .

III. La deuda

La propuesta de la Iniciativa de reducir la deuda concesionaria y no concesionaria, contraída por los países latinoamericanos con el gobierno de los Estados Unidos, ha sido recibida con mucho interés por parte de las autoridades colombianas, especialmente por aquellas vinculadas directamente con el manejo de la problemática ambiental.

En los últimos años el país ha cambiado notablemente su entendimiento y su actitud hacia los problemas relacionados con el medio ambiente. No solamente se ha desarrollado una mayor conciencia -no exenta de un alto grado de confusión conceptual- alrededor de la importancia de un manejo adecuado de los recursos naturales y el entorno, sino que dicha preocupación ya ha tenido un impacto concreto en el perfil político e institucional de la nación.

En los últimos años se han dado pasos significativos para incluir la variable ambiental en los planes de desarrollo, fortalecer las instituciones relacionadas con el manejo del medio ambiente, facilitar el acceso de organizaciones no gubernamentales a las instancias de decisión y promover la educación ambiental a lo largo del país. La nueva Constitución

Política de Colombia, promulgada el 4 de julio de 1991, figura como una de las constituciones del Tercer Mundo que más directamente aborda la problemática ambiental. Asimismo, el gobierno ha incluido, por primera vez en la historia nacional, un capítulo completo sobre la política ambiental dentro de su Plan de Desarrollo para el cuatrienio 1991-1994. Adicionalmente, y también como objetivo central del presente gobierno, se ha anunciado la creación en un futuro próximo, del Ministerio del Medio Ambiente para que organice y dé coherencia a las políticas del sector.

En el contexto de este enfoque renovador de la problemática ambiental, Colombia es consciente de que la cruzada por un esquema de desarrollo sostenible involucra el compromiso de toda la comunidad mundial. Por tal razón, ha sido particularmente frustrante para el país la gran dificultad que afronta para poder explotar uno de los mecanismos más importantes para la consecución de financiación internacional que ayude a desarrollar sus proyectos ambientales: los canjes de deuda por naturaleza.

En efecto, haber sido un deudor ejemplar en el contexto del mundo en desarrollo ha sido muy costoso para el país. En la medida en que la deuda colombiana se cotiza a precios comparativamente altos en el mercado secundario, las organizaciones internacionales se han mostrado renuentes a

efectuar canjes en favor de Colombia, y prefieren apoyar programas similares en otros países del área.

En este contexto, el gobierno colombiano se ha mostrado muy interesado en explorar las posibilidades que la Iniciativa ofrece como un elemento que facilite el apoyo financiero a proyectos ambientales nacionales.

Es importante señalar que Colombia cumple con todos los requisitos establecidos por la Iniciativa para ser considerada como un candidato elegible para el programa de reducción de deuda. Como es bien sabido, dichos requisitos incluyen: tener un programa con el Fondo Monetario Internacional y un préstamo de ajuste con el Banco Mundial; estar realizando importantes reformas en materia de inversiones, y haber negociado un programa financiero con bancos comerciales, si los préstamos comerciales constituyen una proporción significativa de la deuda del país.

La amplia experiencia de las autoridades económicas colombianas en su relación con el FMI a lo largo de los años ochenta, el monitoreo que esta institución ha prestado a la política macroeconómica del país, los préstamos otorgados por el Banco Mundial para el desarrollo de reformas sectoriales, las reformas al régimen de inversión extranjera aplicadas recientemente por el gobierno, y el estatus excepcional del país como "buen deudor" al no haber reestructurado jamás su deuda y

12 Solamente se contempla la posibilidad de alteración cuando las reservas internacionales del país sean inferiores a tres meses de importaciones. En este caso la alteración de las reglas será sólo temporal.

9

Page 10: Colombia Internacional No. 16

haberse mantenido dentro del mercado de préstamos comerciales voluntarios a nivel internacional, garantizan la elegibilidad del país como potencial beneficiario del programa de reducción de deuda.

minos concesionales como en términos no concesionales. El monto de la deuda pública del país asciende a cerca de 14.000 millones de dólares, siendo la deuda multilateral la más importante. (Véase Cuadro No. 3).

Como se puede observar en el Cuadro No. 4, la deuda concesional contratada por Colombia con el gobierno de los Estados Unidos cubre 525 millones de dólares correspondientes a los préstamos de la AID y 4 millones correspondientes al programa PL-480. El total de la deuda concesional corresponde entonces al 3.8% de la deuda pública total. En el mismo cuadro se observa que la deuda no concesional asciende a 550 millones de dólares, es decir, el 3.9% de la deuda pública total. Esta deuda concesional corresponde casi en su totalidad a préstamos contratados con el Eximbank.

Así, se concluye que el monto total de la deuda elegible para reducción (US$ 1.079 millones) cubre un 7.8% de la deuda pública total, cifra significativa

A. Montos potenciales

La Iniciativa para las Américas presenta propuestas tanto para la reducción de la deuda comercial13 como para la de la deuda oficial. Teniendo en cuenta el limitadísimo alcance que hasta el momento ha tenido en la región la propuesta de reducción de la deuda comercial14, a continuación se revisarán las posibilidades que tiene el país para reducir su deuda oficial con los Estados Unidos.

Deuda oficial

El componente de deuda oficial de la Iniciativa propone reducir la deuda contratada tanto en tér-

CUADRO No. 4 Deuda oficial vigente en 1990 con los Estados Unidos.

Elegible para reducción (Cifras en millones de dólares)

%

% de la deuda publica total

Total Deuda Concesional 529 49 3.8

AID P L - 480

525 4

49

3.8

─Total Deuda No Concesional 550 51 3.9

Exim CCC

549 1 51

3.9

Total 1.079 100 7.8

Fuente: Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

13 La Iniciativa acerca de la deuda comercial consiste en proponer que el Banco Interamericano de Desarrollo se una al FMI y al Banco Mundial para apoyar la reducción negociada del servicio de la deuda con los bancos comerciales, conforme a los lineamientos del Plan. Brady.

14 Hasta el momento el BID solamente se ha comprometido a prestar tal apoyo a Uruguay.

Deuda multilateral

5.739

% 42

Deuda comercial 4.622 33 Deuda bilateral con gobiernos 2.565 19 Proveedores 864 6

Total 13.790 100

CUADRO No. 3 Deuda Pública Externa de Colombia en 1990

(Deuda a mediano y a largo plazo) (Cifras en millones de dólares)

Fuente: Departamento Nacional de Planeación de Colombia.

10

Page 11: Colombia Internacional No. 16

si se la compara con la de otros deudores importantes de la región.

Conclusiones

Más de un año después de lanzada, la Empresa para la Iniciativa de las Américas sigue siendo objeto de incipientes debates en la mayoría de los países latinoamericanos. Mientras todos reconocen en ella una posibilidad de lograr una efectiva integración comercial y financiera en el continente, la mayoría apenas acierta a soñar con los placeres de la fiesta sin hacer siquiera los preparativos necesarios para la misma.

La experiencia colombiana no ha sido muy distinta de la de la mayoría de los países de la región. Las cuentas alegres y el alborozo respecto a la Iniciativa no se compadecen con el incipiente desarrollo de las acciones que tiene que ejecutar el país para, eventualmente, disfrutar de sus beneficios.

Estas acciones han estado centradas en dos frentes. Por una parte, ya se están realizando gestiones concretas inspiradas directamente por la Iniciativa, en particular en lo que se refiere a grupos de trabajo bilaterales. De otro lado, se encuentran las reformas económicas que si bien hacen parte de una estrategia macroeconómica global del presente gobierno y, por ende, no responden directa-

mente a la Iniciativa, le permiten al país moverse en la dirección correcta para ser elegible de acuerdo con los requisitos que ella establece.

Lo cierto es que, al margen del excesivo entusiasmo oficial, de las reformas macroeconómicas y de la desinformación del público en general, los ritmos de la Iniciativa se dictan según las prioridades del gobierno de los Estados Unidos. Y a pesar del optimismo de algunos de nuestros funcionarios, el Área Norteamericana de Libre Comercio y los discutibles frutos de la política económica de Pinochet podrían ser un objetivo suficiente para el gobierno estadounidense durante los años noventa.

11

Page 12: Colombia Internacional No. 16

Sección:

Relaciones Económicas

Internacionales

El mercado de armas en el período de la posguerra fría y los estados menos desarrollados

Dr. Frederic S. Pearson*

Introducción

Los efectos combinados tanto del descongelamiento de la "Guerra Fría" en 1989 y la subsecuente guerra del Golfo, como de la discusión acerca de un "Nuevo Orden Mundial", han confundido y complicado enormemente el mercado internacional de armas. Después de más de media década en que una disminución relativa en las ventas de armas al Tercer Mundo y en los gastos de defensa, junto con el aumento de proveedores condujeron a un "mercado de compradores" de armas, parecía que la creciente cooperación entre las grandes superpotencias y los esfuerzos por resolver los largos conflictos regionales (Angola, Afganistán, Centroamérica, Campuchea, Irán-Iraq) reducirían aún más la demanda de armamento. Estas expectativas también aumentaron con el problema global de la deuda y la crisis económica del Tercer Mundo.

A medida que las luchas disminuían en muchas regiones, y los ciclos de suministro de defensa se completaban, muchos miembros de la nueva generación de productores y exportadores secundarios de armas -desde Brasil a Israel- sufrieron severas reducciones en la producción que amenazaron su futura viabilidad como exportadores de mecanismos de defensa1.

Cuando el ataque de Iraq contra Kuwait condujo a una respuesta colectiva de seguridad en 1990-1991, las perspectivas para futuras restricciones en la transferencia de armas, hasta entonces sepultadas desde las fracasadas negociaciones de la Administración Carter, parecieron mejorar notablemente. El Presidente Bush, el Primer Ministro Mulroney, los líderes europeos -sensibles a las acusaciones acerca de su papel en el fortalecimiento de la enorme máquina de guerra iraquí- e inclusive el liderazgo soviético -decidido a pasar de una economía de defensa a una más productiva- discutieron la limitación del suministro de armas hacia regiones inestables como el Oriente Medio. Ciertamente, al finalizar los años ochenta, el Oriente Medio había cedido el lugar de honor en la importación de armas del Tercer Mundo, al Sur Asiático; y con la destrucción creada por la guerra, varios estados petroleros del Golfo se enfrentaron a grandes problemas de reconstrucción civil y medio ambiente, que desviaron fondos del suministro de defensa. Aun la China también pareció disminuir su

• Director del Centro para los Estudios de la Paz y el Conflicto, Wayne State University, Detroit, Michigan, Estados Unidos.

Este documento fue presentado en el XV Congreso Mundial de la Asociación Internacional de Ciencia Política, julio 21-25 de 1991, Buenos Aires. Derechos de autor, IPSA, 1991. (Traducción de Arlene Tickner).

1. Richard F. Grimmett, Trenas in Convcntional Arms Trasnfers to the Viird World by Major Suppliers, 1982-1989, Washington, D.C, Congressional Research Service, junio 19,1990; y Stephanie Newman, "Continuities and Change in the International Arms Trade"; Presentación hecha en la Reunión Anual de la Asociación de Estudios Internacionales, Washington, D.C, Abril, 1990.

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provisión de armas una vez se terminó la guerra Irán-Iraq. Por lo tanto, la guerra del Golfo y el papel de las Naciones Unidas como guardián de la paz, llevaron a pensar que un nuevo régimen internacional para inspeccionar y controlar la transferencia de armas a zonas de conflicto podía ser posible.

Aunque estas posibilidades de restringir el armamento no han desaparecido completamente, han surgido nuevos factores desestabilizadores y contratendencias. Aunque los congresistas que apoyan el control de armas, y algunos analistas y líderes como Bush y Mulroney continuaron recomendando soluciones que iban desde una moratoria sobre el comercio de armas con el Oriente Medio hasta un acuerdo estadounidense-soviético o multilateral para prohibir o frenar ciertos aspectos de dicho comercio, la Administración de Bush presionó para que hubiera ventas masivas adicionales de armas para premiar y proteger a sus compañeros de coalición en la región. Iniciativas de carácter controversial fueron camufladas para permitir la aprobación de garantías prestamistas del Banco de Exportaciones e Importaciones (Ex-Im) para ventas estadounidenses de implementos de defensa por primera vez en 1974. En un principio sólo se hicieron ventas a aquellos aliados primordiales y clientes como Israel, pero oca-

sionalmente a otros que el presidente considerara importantes para los intereses nacionales en el futuro2.

Aparte de las ventas de armas al Oriente Medio, valoradas aproximadamente en veinte billones de dólares, Washington aparentemente estaba negociando más de trece billones de dólares de ventas a clientes latinos, africanos y asiáticos en 1991. El Departamento de Defensa, en particular, pareció haber estimado que mientras que las restricciones a las exportaciones podían aumentar la seguridad en algunos casos para mantener la estabilidad regional, el suministro de armas a clientes favorecidos era más efectivo en términos militares, más aceptable políticamente, y económicamente más lucrativo (tanto para las firmas americanas de defensa como para los presupuestos americanos). La búsqueda, por parte de la Administración, de acuerdos sobre el control de exportaciones, y el "alto perfil" político necesario para anticipar las restricciones del Congreso, parecen concentrarse alrededor de tecnologías sensibles, incluyendo el comercio de armas entre Este y Oeste, proliferaciones nucleares de misiles y de armas químicas y biológicas, y exportaciones de supercomputadores4. También se escuchan argumentos de que

si los americanos no vendieran armas, los clientes se verían forzados a comprarlas a los proveedores rivales, pues las naciones siempre encontrarían la forma de armarse.

Igualmente, aunque los gastos soviéticos de defensa han disminuido en un 6% aproximadamente durante los dos últimos años, la urgente necesidad de conseguir ingresos en moneda dura ha hecho que los anteriores miembros del Bloque del Este piensen dos veces en cuanto a la restricción de exportaciones de armas. Checoslovaquia, por ejemplo, decidió en 1991 suministrar tanques a Siria, a pesar de la intención del presidente Havel de prohibir las transferencias de armas; la Unión Soviética continuó vendiendo gran cantidad de armas de primera categoría, como son los Mig-29, tanto a Irán como a Siria. Aunque en Moscú sigue el debate sobre la conveniencia de exportar armas, y a pesar de que la venta de armas soviéticas sufrió reducciones notables durante la guerra del Golfo, los soviéticos parecen dispuestos a exportar siempre y cuando Washington también lo esté5. La China también parece haber aumentado sus esfuerzos por vender misiles balísticos avanzados de medio alcance.

El interés de Europa Occidental en una posible limitación de las transferencias

2. Las repetidas advertencias del Banco Ex-Im sobre el mal uso iraquí de los créditos para propósitos militares fueron ignoradas, y aparentemente desmentidas por el Departamento de Estado en 1989. Véase Amy Kaslow, "State Department Ignored Warnings of Military Buil-dup", en Tlie Christian Science Monitor, Abril 19,1991, pp. 1-2.

3. Lora Lumpe, Arms Sales Monitor, Washington D.C., Federation of American Scientists, 1991, p. 1, citando a Antony Beilenson. David Silverger, "U. S. Sees Need fo Mideast Arms Control in Gulf War's Wake", en: Déjense News, Mayo 6, 1991, pp. 16 and 36. David D. Newsome, "Is a Window Open for Arms Control?", en Vie Christian Science Monitor, Mayo 8,1991, p. 18. Spurgeon Keeny Jr., "Arms Sales: The New World Order?", en: Arms Control Today, 21, Abril 1991, p. 2. Richard J. Durbin, "Taxpayers Shouldn't Underwrite US Arms Sales", en Tlie Christian Science Monitor, Abril 1991.

4. Lumpe, citando a James LeMunyon, Op. cit. 5. Lumpe, citando a Galia Golan, Ibid.

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de armas también ha dependido parcialmente de la disposición- improbable- de Washington y la OTAN para compensar la disminución de ventas con aumentos en las importaciones de armas. Las esperanzas crecieron cuando el embajador de la OTAN, aun antes de la guerra del Golfo, sugirió como alternativa a las ventas tercermundistas un aumento en el comercio de armas al exterior de la OTAN, a través de una baja en las barreras arancelarias. Sin embargo, las relaciones comerciales del Atlántico Norte permanecen inciertas a medida que se acerca 1992; además las tentaciones comerciales del Tercer Mundo y las iniciativas tecnológicas armamentistas se renovaron a raíz de los supuestos logros de la guerra del Golfo, incluyendo ataques exitosos de misiles sobre Israel. Mientras Alemania parece estar determinada a aumentar los castigos por las vergonzosas exportaciones ilegales, la disponibilidad general de la Comunidad Económica para limitar la promoción de ventas de armas por fuera de la OTAN parece problemática. La guerra del Golfo reveló discrepancias profundas entre los estados miembros de la Comunidad en cuanto a sus políticas de defensa (incluyendo la negativa de algunos países, como Bélgica, para brindar suministros a otro país como Gran Bretaña), pero

también aumentó el apoyo público y de las élites a una mayor coordinación de seguridad intraeuropea6. Hasta el momento, sin embargo, eso ha significado más que todo una serie de negociaciones bilaterales entre los principales estados europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania) para precisar la mejor manera de elaborar políticas de defensa (cómo equilibrar las preocupaciones de la OTAN con las de la Unión de Europa del Oeste, la Conferencia de Seguridad y Cooperación de Europa, o la Comunidad Económica)7.

En cierto sentido, con los

conflictos de interés entre los estados proveedores por mantener tanto la estabilidad regional como los ingresos por la venta de armas, la probabilidad de limitar la transferencia de armas -más allá de los esfuerzos por limitar el acceso a las tecnologías más avanzadas o peligrosas- podría depender del deseo y la capacidad de los estados importadores para encontrar garantías alternativas de seguridad, para comprar armas, o para convencer a los proveedores de que les den crédito. Algunos importadores tradicionales de armas, como Pakistán, han concluido, como resultado de la guerra del Golfo, que sólo las armas más nuevas, "inteligentes" o ágiles pueden lograr la seguridad en la edad

moderna o -como los líderes israelíes han argumentado durante muchos años- que la calidad de las fuerzas armadas puede compensar las desventajas cuantitativas. En palabras del Premier de Pakistán, "el aspecto militar de la guerra del Golfo ha dejado en claro que el descuido de la ciencia, la tecnología y los avances modernos en la defensa es desastroso... El desafío de la tecnología es un fenómeno permanente”. Tales opiniones, por supuesto, sobreestiman la utilidad de sistemas avanzados en un campo de batalla electrónico, sin que haya acceso a buenos sistemas de vigilancia del espacio, de comandos ni de control. Obviamente, mientras la búsqueda de muchos de los gobiernos de los "Países en Vías de Desarrollo" (PVD), y especialmente de los que están involucrados en conflictos regionales crónicos, puede apuntar hacia las cimas tecnológico-armamentistas, su alcance puede estar restringido por carencias presupuéstales, tecnológicas y de personal. Además, como lo ha anotado Andrew Pierre, en el Oriente Medio no tiene por qué producirse nuevamente una carrera de armas generalizada, porque sólo Iraq y Kuwait sufrieron bajas significativas de armas en 1991. Sin embargo, versiones mejoradas de misiles balísticos y cruceros, y municiones guiadas, junto con pequeños submarinos difíciles de detectar y minas prometen,

6 Theresa Hitchend, "Support Grows for Joint Policy on EC Defense", en Defense News, Mayo 6, 1991, p. 37. 7 Frederic S. Pearson, "European Security Policy and Franco-Germán Linkage", Presentación en la Conferencia sobre

NewThinking about European Security: Rethinking Defense Strategies, Columbia, MO, Marzo 1991. 8 Michael Wines, "Third World Seeks Advanced Arms", en The New York Times, Marzo 26,1991, p. A6. Marek Thee, "The Post-

Gulf War Technological Armaments Spiral", ponencia presentada en el East-West Workshop on Conversión Research, Berlin, Abril 1991.

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en poco tiempo relativamente, aumentar el poder homicida de muchos de los PVD9.

Los cambios en el sistema internacional después de la Guerra Fría parecen garantizar que el poder de regateo de los clientes de armas no será muy grande, pero, como en el caso de los proveedores, las tendencias varían. La disminución de la competencia entre las superpotencias limita la habilidad de los compradores de poner a competir a los proveedores entre sí. Los clientes tradicionales de las superpotencias, como Pakistán y Siria, pueden contar ahora menos con su suministro de armas. Sin embargo, en cierto sentido los suministros siempre eran esporádicos, especialmente durante momentos de crisis cuando las superpotencias buscaban impulsar o restringir clientes. Las grandes potencias hoy en día compiten tanto por una porción del mercado de armas como por conseguir ventajas políticas. Dado que la riqueza es escasa, los compradores capaces de pagar en efectivo o con largas listas de compra generan una competencia considerable entre los proveedores; incluyendo otros atractivos como compensaciones, transferencias de tecnología y créditos. Además, a medida que los acuerdos entre las grandes potencias han logrado estabilizar el mercado europeo de armas, los suministros de superávit de armas han aumentado, haciendo más fáciles las exportaciones desde países como la Unión Soviética y Checoslovaquia10, y

tal vez últimamente también desde Europa del Oeste. Si dichas ventas se restringirán y se reservarán sólo para los clientes confiables y desarrollados del Tercer Mundo, o si éstas se distribuirán ampliamente entre los países en vías de desarrollo, se constituye en una pregunta crucial para la estabilidad regional del futuro. Como hipótesis de trabajo, se podrían esperar las mayores limitaciones de ventas en aquellas áreas donde los compradores parecen estar exhaustos económicamente, o donde las probabilidades inmediatas de guerra parecen relativamente altas.

I. Las compras de armas en el Tercer Mundo

Para probar las hipótesis anteriores, es importante saber más sobre las preferencias y políticas de compras de armas por parte de los países menos desarrollados, y particularmente de los que están más atrasados en materia económica, militar y tecnológica. Se le ha dado mucha atención analítica a los más grandes importadores tercermundistas, los más poderosos y ricos, aquellos que concentran los más altos porcentajes en las compras de armas. Los PVD más débiles y pobres constituyen un "mercado de péndulo" para las armas, menos comprendido, pero cuya importancia podría aumentar en próximos años a medida que se distribuyan más excedentes de armas poderosas al Tercer Mundo. Muchos de estos estados, como los del Cuerno de

África, Centroamérica y el Sudeste Asiático, han permanecido en guerra durante muchos años y aspiran a tener papeles militares prominentes en sus respectivas regiones.

Como el conflicto entre las superpotencias ha disminuido, se podría suponer que los PVÜ tendrían mayor dificultad en armarse. Pero ante la ausencia de los grandes proveedores de armas, las percepciones de amenaza de los PVD parecen haber aumentado, como ocurrió entre los miembros de la Asociación de Países del Sudeste Asiático durante la guerra del Golfo. Bien sea que estos países puedan o deban reducir los medios militares que les permitan desempeñar papeles regionales más activos, o que puedan reducir las brechas en la tecnología de armas, implícitas en la jerarquía del suministro de armas, son preguntas cruciales para las perspectivas de paz y bienestar en la región. Uno de los nuevos aspectos de la jerarquía tecnológica internacional, más pertinente en cuanto a la adquisición de armas, es la tendencia de los países tercermundistas a donarse o venderse armas entre sí. Esto implica un mercado de armas usadas, un mercado de reexportación para equipos modificados o mejorados -recibidos o copiados de los países industrializados-, o la exportación de diseños propios simples. Así, aun cuando los principales proveedores fueran a limitar sus exportaciones, los estados ambiciosos, en posiciones inferiores dentro de la escala del poder, tales como

9 Los países recientemente industrializados (NIC), con sus propias industrias de defensa en avance, también pueden estar o no interesados en controlar el comercio convencional o no convencional de armas, dependiendo de sus propias ambiciones en cuanto a las exportaciones y sus requerimientos de tecnología y partes importadas. Véase Lora Lumpe, Arms Sales Monitor, Washington, D.C, Federation of American Scientists, Abril 1991, citando a Golan.

10 John J. Fialka, "Czechoslovakia Plans to Export 5.500 Weapons", en Tlie Neiu York Times, Mayo 9, 1991, p. A8.

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la China, el Brasil, Argentina, Israel, las Coreas, Taiwan y Sudáfrica, serían propensos -por una combinación de intereses económicos y de seguridad, y a pesar de sus propias dificultades de producción- a continuar exportando sistemas de segunda línea, relativamente eficaces11

Para entender las posibilidades de armamento de los PVD se requiere, entonces, una comprensión de su posición en las jerarquías tanto del sistema internacional como de los subsistemas regionales. Para comenzar, estos países tienden a compartir una perspectiva típica sobre la seguridad internacional. Por razones de poder e historia geopolítica, se han concentrado más intensamente en los balances de poder y las amenazas militares que se perciben como regionales en vez de las globales, así como en las insurgencias internas y en la oposición 12. La tendencia a vincular sus acuerdos de seguridad a poderes extra regionales (en tratados de amistad y cooperación), ha sido afectada por el cambio en las relaciones entre las superpotencias. Aun cuando dichos lazos eran más predecibles, estaban acompañados por una determinación feroz por permanecer independientes, por lo menos simbólicamente. Las armas se consideraban fundamentales para lograr ambas metas, dado que la tecnología y los componentes de las armas se derivaban de patrones avanzados, pero proveían alguna supuesta medida de independencia,

especialmente cuando se vinculaban a la capacidad de producción de armamento local (como en los acuerdos de producción licenciada).

Mohammed Ayoob argumenta, por ejemplo, que las armas nucleares proveen un medio simbólico de alcanzar a los demás, en el caso de los países tercermundistas que han sufrido una gran impotencia en cuanto a su influencia dentro de la política de las grandes potencias13. Así como aquellos testigos del éxito japonés contra los rusos en 1904 concluyeron que los asiáticos no tenían que asumir siempre el papel de víctimas, los que ahora presencian el ascenso chino a un estatus nuclear (seguido por la India, entre otros), y a una alta posición en la exportación de armas, señalan el importante papel que la tecnología armamentista puede desempeñar en el alivio, no sólo de la escasez de moneda extranjera, sino también de la psicología de frustración y debilidad. Desde el punto de vista de Argelia y otros países de los PVD, si el estatus de las armas no fuera importante, entonces ¿por qué potencias como los Estados Unidos vigilan los programas de desarrollo armamentista en países como Iraq, y por qué protestan tan fuertemente en contra de ellos? Así pues, las armas están íntimamente relacionadas con el cálculo de seguridad además del económico, hasta para estados como el Brasil, que aparentemente no tienen ningún enemigo interno ni externo. La seguridad viene a tener un

significado nuevo y más político en términos de estatus internacional, influencia y futuras contingencias. No es accidental, entonces, que los importadores más ávidos de armas sean también aquellos países que están desarrollando su potencial nuclear y unas capacidades armamentistas propias, que están luchando para avanzar económicamente.

Se ha llegado a asociar el uso simbólico de tecnología armamentista con aquellos países recientemente industrializados, líderes entre los PVD. Los otros, al fin y al cabo, no tienen los medios para conseguir tantas armas, y además firmaron el Tratado de No Proliferación, en el cual rechazaron el deseo de tener armas nucleares. Sin embargo, aún no se ha explorado a fondo el papel que cumplen las armas en los cálculos de seguridad de los PVD. Mientras programas costosos pueden no haberse justificado para dichos países, es muy probable que demuestren el mismo ímpetu de armarse convencionalmente para cumplir con nociones más definidas de seguridad.

Aquí se propone analizar las políticas recientes de adquisición de armas de algunos de los PVD más representativos, escogidos en cada continente, para determinar si existen pautas que pudieran señalar sus posiciones futuras frente al armamentismo. Aunque algunas de las siguientes variables independientes parecen tener poca relación con la cantidad

11 Carol Evans, "Reappraising Third-World Arms Production", en Survival, febrero 28, 1986, pp. 99-118. Rajesh Rajagopalan, "The Developing Countries as Arms Suppliers", en Strategic Analysis, No. 12, Febrero 1989.

12 Mohammed Ayoob, "The Third-World in the System of States: Acute Schizophrenia or Grówing Pains?” en International Studies Quarterly, No. 33, Marzo 1989, pp. 70-71.

13 Ibid., p. 73.

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de armas importadas por los PVD, pueden estar relacionadas con la calidad o las categorías de armas por conseguir o por desarrollar en forma independiente: 1. experiencia reciente de guerra; 2. percepción de amenaza externa y doméstica; 3. tamaño y riqueza económica; y 4. ubicación geopolítica. Los países de la muestra han sido seleccionados para dar un amplio espectro de valores sobre estas variables.

II. Las políticas de compra de armas en los países en vías de desarrollo

Las políticas de defensa que adoptaron desde 1987 los siguientes países, han sido examinadas utilizando resúmenes del Defense and Foreign Affairs Handbook (Guía de Defensa y Asuntos Exteriores): Afganistán, Argelia, Chile, Colombia, Malasia, Nigeria, Senegal, Sri Lanka, Tailandia, Yemen y Zimbabwe. Por supuesto, no existe ninguna garantía de que el tipo de armas, adquiridas en diferentes fuentes durante la última media década, sea indicativo del futuro de estos países, pero los modelos de suministro sí revelan conexiones con proveedores que tienden a influir en decisiones futuras, e indican la dirección de la planeación de la defensa (muchas veces en períodos de cinco años).

Entre los estados todavía involucrados en grandes conflictos activos, como Afganistán, Colombia, Senegal, Sri Lanka, y hasta cierto punto Tailandia, se tiende a poner énfasis en aquellos equipos diseñados para cumplir retos militares específicos, aunque las dificultades económicas limitan sus escogencias armamentistas.

Colombia, por ejemplo, involucrada en operaciones antidrogas y contrainsurgentes, pero sin una amenaza externa obvia (excepto algunas disputas territoriales esporádicas con Venezuela), ha fortalecido el armamento móvil y las comunicaciones. Debido a exigencias logísticas y del terreno, el armamento ligero (transportadores de personal y vehículos blindados) parece prevalecer sobre los tanques y tienen más importancia las armas pequeñas, aviones ligeros de combate (por los cuales Colombia intercambió carbón con Israel en el Trato Kfir de 1988), helicópteros, misiles antiaéreos, la vigilancia aérea, y los vehículos ligeros de patrullaje ribereño. Senegal, que sufre tanto dificultades económicas, como disputas étnicas y fronterizas con sus vecinos (Guinea, Mauritania, Guinea-Bissau), ha seguido un modelo similar de armamento ligero, y participó en la coalición de la guerra del Golfo en 1990, tal vez en parte, para mejorar sus relaciones de suministro con los Estados Unidos y Francia (anteriormente Washington había intentado relacionar la asistencia militar senegalesa con la interdicción de drogas). A pesar de sus disputas, Senegal disminuyó el presupuesto de sus Fuerzas Armadas en 1990-1991, como reflejo de las dificultades económicas producidas por la quiebra de la Confederación de Gambia.

Así, las necesidades armamentistas se combinan con relaciones inestables o inseguras de suministro para tales estados; buscan una distribución confiable, a precios reducidos, sin tener que depender excesivamente de los proveedores, que dominarían su

toma de decisiones políticas e impondrían una mayor carga de deuda. Una solución es buscar una fuente de armas alternativa y más barata. Sri Lanka tiene lazos de defensa tradicionales con Gran Bretaña, pero recibe también ayuda militar de los Estados Unidos, la India, Pakistán e Israel, mientras compra armas de Gran Bretaña, Singapur, Corea del Sur, Pakis-tán, la China y los Estados Unidos. Sri Lanka también ha fomentado la producción de armas domésticas, especialmente en el caso de embarcaciones de patrullaje y vehículos blindados. A medida que la guerra civil se ha intensificado y causa crisis económica, la búsqueda de armas se torna más urgente y diversificada; en 1990, las compras de Sri Lanka incluían APC de segunda mano de Irán, y aviones usados de transporte tipo Y-12, de fabricación china.

Tailandia, con una lista de compras importante y un ejército ambicioso e influyente, también logró conseguir equipos chinos a precios preferenciales entre 1987 y 1988, suficientes para armar a cuatro divisiones mecanizadas de infantería, incluyendo también fragatas navales (con motores estadounidenses), tanques de batalla, APC y misiles de campo y antiaéreos. En 1990, los tailandeses buscaron misiles chinos tierra a tierra para armar a sus fragatas cuando las versiones estadounidenses resultaron demasiado costosas. Beijing estaba dispuesto a firmar esos pactos tanto por razones económicas como estratégicas, incluyendo su interés en tener una Tailandia bien armada al sur de Vietnam.

Obviamente, la influencia del ejército en las decisiones guber-

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namentales puede condicionar la obtención de armas. Los rumores de un fortalecimiento del ejército tailandés en 1990 se acompañaron de una campaña publicitaria en contra de la corrupción. Sin embargo, cada servicio armado tailandés supuestamente tiene fondos secretos reservados para gastos discrecionales. Tailandia también ha dado pasos hacia la producción de armas domésticas; particularmente, hacia la construcción de naves y armas pequeñas. Se mantienen los lazos tradicionales con los Estados Unidos, como en el caso del arreglo militar de pre posicionamiento, en que Washington almacenó suministros y artillería contra Vietnam en los años ochenta, con-Tailandia haciéndose dueño de la mitad de los equipos, y beneficiándose de una refinanciación de créditos para rentas militares extranjeras (FMS) durante 1988 y 1989. El ejército tailandés buscó 300 tanques viejos en 1990, y la Fuerza Aérea quiso aviones F-16 y Euro-Tornado de combate adicionales, pero decidió aceptar aviones F-5 reacondicionados. Aunque al ejército tailandés le gustaron ciertos equipos brasileños con precios competitivos -como los cohetes de artillería-una táctica cuidadosa de compras lo llevó de nuevo a los grandes proveedores cuando surgieron preocupaciones sobre la viabilidad de los programas brasileños debido a la moratoria en los pagos, por parte de Iraq.

Los consumidores más grandes entre los PVD, especialmente los que tienen doctrinas de defensa agresivas como Tailandia, Malasia y Chile (al contrario de la posición de defensa territorial más pasiva de Nigeria), se han visto fuertemente afectados debido a

las limitaciones presupuéstales y a sus deudas, y mientras tanto buscan nuevos sistemas de armas más refinados y duraderos. Varios de estos estados están al borde de convertirse, ellos mismos, en productores y Tailandia, utilizando varios grandes proveedores, es un estado enteramente armado. Ellos han buscado alternativas de suministro y financiación en lugares tales como la China e Israel (por ejemplo, las fragatas chino- estadounidenses de Tailandia; el acuerdo de intercambio colombiano con Israel, y la producción chilena de vehículos suizos bajo licencia). Muchos equipos son de segunda, equipados con componentes nuevos. Los submarinos tienen alta prioridad para muchos de estos estados que buscan equipos menos vulnerables y menos faenes de detectar frente a la vigilancia, el comando y el control aéreo, y municiones guiadas de precisión cuya eficacia se demostró en las guerras de las Malvinas y del Golfo. Las techo-logias alemana e italiana son populares tanto para comprar como para realizar inversiones conjuntas. Las compras descontroladas parecen ocurrir periódicamente, cuando el ejército puede aprovecharse de mayores asignaciones presupuesta-Íes que pretenden recompensar los malos momentos económicos, como lo ocurrido durante el ciclo de la adquisición de armas por parte de Colombia por un valor de $64 millones de dólares en 1987. Chile también se ha involucrado en acuerdos de reexportación, como en el caso del ensamblaje local y reexportación de armas howitzer israelíes y sudafricanas. Así pues, los importadores más ambiciosos entre los PVD están utilizando una gran fuente de armas en diferentes tipos de combinaciones.

Es interesante observar qué les ha sucedido a los estados previamente inmersos en conflictos prolongados y de guerra cuando los problemas de seguridad finalmente se calman, como en los casos de Yemen, Zimbabwe, Chile, Argelia y Malasia. A medida que los asentamientos políticos de Mozambique constituían una reducida amenaza civil y externa, Zimbabwe reducía el número de efectivos de sus Fuerzas Armadas, de aproximadamente 46.000 a 10.000 hombres, pero, al mismo tiempo, mantenía importantes planes de abastecimiento. En 1988, el Parlamento de Zimbabwe reguló la infraestructura de abastecimiento mediante un Comité de Defensa, encargado de establecer compañías y agencias destinadas a la compra y venta de equipos. En 1989 se llegó a un acuerdo de préstamo blando de $102 millones de dólares con la China para sistemas avanzados de defensa aérea (aviones, misiles y radares), que costaban considerablemente más en términos reales, y que representaron la primera gran venta de aviones chinos a África. Inclusive con la eliminación del estado permanente de emergencia en ese país en 1990, el presupuesto de defensa aumentó considerablemente, en especial para el ejército.

Igualmente, a pesar del acuerdo entre Argentina y Chile sobre el Canal Beagle, el ejército recibió beneficios considerables en equipos de defensa; también multiplicó sus compras antes de entregar el poder al nuevo gobierno civil. Todavía sufriendo por un embargo militar estadounidense a finales de los años ochenta, Chile intentó modernizar

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(independientemente) sus equipos existentes (aviones F-5 de Estados Unidos, y Mirage franceses), con la asistencia de Israel, como los equipos adicionales (aviones y misiles). La marina obtuvo misiles aéreos de defensa israelíes para sus cuatro destructores británicos. Además se crearon localmente variantes de equipos como el de los aviones de combate sudafricanos. Chile se unió con España para ensamblar aviones, y se convirtió también en un mercado importante para el consorcio de armas ítalobrasileño.

Un acuerdo, que formalmente terminó la insurgencia del Partido Comunista de Malasia en noviembre de 1989 (incluyendo la destrucción de armas insurgentes), tampoco evitó un subsecuente aumento de armas. Sin embargo, algunos contratos costosos, como la compra de aviones Tornado británicos, se suspendieron en 1990. La gran mayoría de los recientes aumentos presupuéstales fueron para la construcción y personal. Dado que un número de disputas regionales persistió, y que algunos grupos étnicos (chinos, cristianos) siguieron preocupando al gobierno, el ejército mantuvo tanto una estrategia de defensa progresiva y de largo plazo, como sus capacidades de contrainsurgencia. Como se ve, para muchos de los PVD con grandes infraestructuras y responsabilidades de defensa, el énfasis recae sobre los costos razonables, la movilidad y la evasión, en vez del peso y poder de fuego de las armas y equipos.

Las mejores relaciones, aunque no cordiales, entre Argelia y sus anteriores enemigos regionales como Marruecos y Libia, han abierto camino a nuevos esfuerzos por

diversificar las fuentes de obtención de armas, para evitar así su dependencia básica de la Unión Soviética. Un modelo mixto de armamento parece estar emergiendo, lo cual podría significar la reducción en la participación de este país en gran parte de África (aunque el precio todavía será un factor importante para aquellos estados con escasos recursos petroleros).

El caso de Yemen ilustra la importancia de las jerarquías regionales para condicionar la adquisición de armas. Las relaciones de Tailandia con la China señalan que las conexiones con vecinos bien dotados de armamento pueden impulsar o retrasar la adquisición de armas, dependiendo del clima de las relaciones políticas y del balance de las rivalidades en la región. La disminución de los intereses soviéticos en el Oriente Medio y el acuerdo de unión yemenita redujeron hasta cierto punto el valor estratégico de Yemen para las grandes potencias. Sin embargo, sigue siendo una zona estratégica para Egipto y Arabia Saudita. Tradicionalmente, Yemen del Norte tenía un espectro más diversificado de adquisición de armas para la defensa que Yemen del Sur, que había dependido casi exclusivamente de Siria y del bloque del Este. Yemen del Norte había sido el único lugar en la tierra en donde consejeros estadounidenses y soviéticos compartían la misma base. Yemen constituye un ejemplo de un país con equipos relativamente avanzados pero con un personal insuficientemente capacitado para usarlos, por lo que pilotos de Taiwan y Corea del Sur fueron los que volaron sus aviones durante las crisis yemenitas. Sin embargo, con la

unión, Arabia Saudita ha sido cautelosa en no brindar demasiada asistencia militar a un vecino potencialmente inestable, especialmente porque uno de los puntos de la unión parece ser lograr el debilitamiento de las tribus prosauditas en el Norte.

En el Sudeste Asiático, algunos países colaboradores entre sí (como la Asociación de Países del Sudeste Asiático) también se vigilan con recelo cuando se trata de aumentos de material de defensa. Aunque Malasia, Indonesia y Tailandia coordinaron conjuntamente operaciones contrainsurgentes, a medida que se expandía el hardware militar de Malasia, los vecinos empezaron a preocuparse. Singapur pidió inspecciones abiertas en abril de 1990, y los filipinos se preocuparon sobre las proyecciones del poder de Malasia en el mar. Aun sin disputas que merezcan el calificativo de crisis, aún permanecen asuntos delicados como el conflicto multinacional sobre las Islas Spratly, que no permiten crear un subsistema regional altamente agresivo.

Modelos o perfiles regionales de armamento también parecen existir entre los PVD, tal vez en parte por la variación en terrenos y riqueza. Armas pesadas -artillería, tanques, aparatos navales- son mucho más escasos entre los estados africanos del Sub-Sahara (excluyendo a Sudáfrica) que en 'regiones más abiertas topográficamente y más ricas, como el Oriente Medio y África del Norte. Los misiles de tierra también parecen codiciarse más en el Oriente Medio. Los estados latinos utilizan tanques ligeros, defensas antitanques y más equipos aéreos (aviones de combate y helicópteros)

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y navales. Los navales están creciendo en importancia en Asia del este, junto con los helicópteros que penetran la selva, armamento (en parte pesado pero más que todo ligero), capacidades antitanque y de artillería, aviones de largo alcance y sistemas de defensa aérea (SAM) relativamente complejos. Los ejércitos africanos parecen inclinarse a operar con vehículos y transportadores blindados, junto con defensas contra blindados y fuerzas aéreas relativamente pequeñas con aviones de corto alcance. Nigeria, habiendo recortado sus gastos militares, sigue inclinándose hacia la defensa territorial y carece de un sistema de defensa aéreo integrado. No se ordenó ningún sistema nuevo de defensa en ese país entre 1987 y 1990, aunque se desarrolló alguna producción nacional de armas como explosivos, municiones y armas cortas. Igualmente, Senegal y Zimbabwe dependen de vehículos blindados y APC, y bombarderos ligeros. Senegal también mantiene una pequeña patrulla costera y una fuerza anfibia.

Conclusiones

Varios modelos emergen para ilustrar las posibilidades de adquisición y distribución de armas entre los PVD. Por un lado, parece que la reducción de tensiones internacionales no necesariamente significa menos urgencia para armarse. Mientras, por una parte, se formulan planes de abastecimiento sobre períodos relativamente largos de tiempo (8 años en el más reciente caso chileno de aumento armamentista), en otras, los planes son

cancelados o suspendidos (por ejemplo, las compras de Malasia a Gran Bretaña), pero estos últimos generalmente asumen nuevas formas en el sentido de arreglos alternativos para equipos de segunda línea, de segunda mano o adaptados. Parece que los PVD serán más dados a combinar o intentar combinar componentes de muchos proveedores en sistemas de armas individuales. Mucho del trabajo tendrá lugar en talleres domésticos con asistencia técnica extranjera y en relaciones de consorcio. Las variantes domésticas de armas pueden ofrecerse, en algunos casos (Chile), hasta para la reexportación.

Aunque las tecnologías exóticas permanecerán generalmente fuera del alcance de los países menos desarrollados, parece que lograrán producirse imitaciones locales de los elementos más apreciados. Estos incluyen sistemas de lanzamiento y dirección de misiles (probablemente, tecnología de crucero), pequeños mecanismos antitanques, y en algunos casos (Chile, Malasia, Tailandia), submarinos relativamente grandes y defensas aéreas. Al mismo tiempo, las variaciones regionales en el tamaño y movilidad de las armas probablemente persistirán. Agrupaciones regionales, como en la península Árabe, África del Norte y el Sudeste Asiático, pueden llegar a tener participación parcial en el abastecimiento y la estandarización de armas, para mantener cierto control sobre

potenciales carreras armamentistas y sobre los vecinos inestables.

Aunque la financiación continuará siendo problemática, allí donde exista la voluntad de conseguir armas, probablemente habrá forma de hacerlo, ya sea a través de regateos, de compras a precios especiales por parte de los estados exportadores más pobres, de préstamos blandos para países favorecidos por su posición estratégica o arreglos de coproducción. El comercio internacional en general trata menos de ganancias en negocios específicos, que del aumento de la producción para lograr economías de escala. Como resultado de lo anterior, muchos proveedores de armas pueden estar dispuestos, si se superan las preocupaciones tecnológicas, a vender sistemas aun con pérdidas. Algunos PVD, como Nigeria y hasta cierto punto Malasia y Senegal, han mostrado un admirable control en la adquisición de armas durante malos momentos económicos. Si los esquemas colectivos de defensa o seguridad, como aquellos en los que Nigeria ha participado en África, se muestran eficaces en la estabilización regional a niveles relativamente bajos de destrucción, la preparación armamentista pudiera girar hacia la intervención multilateral en vez de unilateral, una tendencia que podría fortalecer la paz y ahorrar dinero. De acuerdo con esta tendencia, Robert McNamara propuso, en 1991, negar asistencia internacional de

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desarrollo a aquellos países cuyos gastos militares excedieran ciertos niveles óptimos14,

Pero la tecnología también es llamativa simbólicamente para los países recientemente industrializados y los PVD; un gusto fomentado tanto por la percepción de amenaza (la búsqueda de submarinos relativamente no detectables) y la conciencia de status (la influencia militar tailandesa y chilena). Las armas han llegado a verse como la panacea tecnológica, alrededor de la cual se llevan a cabo importantes intercambios entre estados avanzados y menos avanzados -como en los proyectos para mejorar, modificar y adecuar aviones y tanques. Aunque los supuestos beneficios pueden

exagerarse, los proyectos de armas se encuentran entre las pocas colaboraciones permanentes entre ingenieros de países avanzados e ingenieros de países en vías de desarrollo. Siempre y cuando la transferencia tecnológica sea controlada; que se emplee a una gran cantidad de ingenieros bien calificados y potencialmente disidentes; y que las amenazas de seguridad, domésticas o regionales, puedan ser identificadas, las armas se considerarán como una mercancía deseada por parte de los PVD. Éstos intentarán conseguir "nichos" de avance tecnológico aun mediante la adquisición de equipos usados o de segunda línea.

El incentivo es involucrar a la mayor cantidad de fuentes

de suministros posibles, tanto . para evitar la sobre dependencia y detectar los canales de suministro, como para desarrollar al máximo nuevas técnicas e ideas. Puesto que habrá suficientes equipos genéricos, esencialmente diseños copiados, la identidad del productor/distribuidor principal se volverá menos importante y más difícil de ubicar. Finalmente, parece ser que mientras los altos niveles de deudas externas continúen restringiendo el mercado de armas, sólo una combinación de garantías regionales, aseguradas por las grandes potencias, y el acceso garantizado a formas alternativas de tecnología, podrá lograr reducir completamente esta tendencia.

14 David R. Francis, "Foreign Aid Seen as Lever to Curb Armaments in Developing Nations", en The Christian Science Monitor, Mayo 2, 1991.

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Sección: Política Mundial

Europa en los años noventa y sus relaciones con América Latina

Luís Alberto Restrepo*

Introducción

Como es obvio, ni Europa ni América Latina constituyen, cada una en sí misma, una unidad política al modo de los Estados Unidos o el Japón. Aun si se limita la consideración a la Europa occidental de la posguerra, ésta se trata de un conglomerado de diecisiete naciones, muy diversas por sus dimensiones y su población, su historia, sus instituciones, su economía y su cultura. Doce de ellas conforman la Comunidad Económica Europea (CEE) y se preparan para constituir el mercado unificado en 1993. Por su creciente entrelazamiento económico y por la aproximación relativa de sus sistemas de valores durante la posguerra, la CEE es el principal referente de un discurso global sobre Europa. Ella es su polo aglutinante. Pero más allá de la CEE, están los seis países también "occidentales" de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), además de Liechtenstein; las naciones de Europa Central, identificadas

hasta hace poco como Europa del Este; y una parte de la misma Unión Soviética, cuya identidad europea es objeto de debate. Algo similar, aunque en menor escala, se puede decir a propósito de América Latina a la que conocemos mejor. Europa y América Latina son, pues, hasta cierto punto, dos abstracciones. Teniendo en cuenta esta limitación, se intentará aquí dar una imagen global de la situación europea, con énfasis en la CEE, para concluir con algunas consideraciones sobre sus relaciones con Latinoamérica.

En primer lugar, se hará referencia a la lógica global de la reconstrucción de Europa occidental en la posguerra y a sus resultados: la CEE y el mercado unificado del 93. Luego, se evaluará el primer impacto positivo del fin de la guerra fría, en la CEE y en toda Europa. En tercer lugar, se presentará un balance de las dificultades a las que se enfrenta la Comunidad para consolidar su unidad y su protagonismo internacional, entre las que se cuenta el peso adquirido por Alemania en Europa. A continuación, en un cuarto punto, se realizará una estimación sobre el lugar de Europa y de Alemania en el "nuevo orden mundial" en cierne y se concluirá, finalmente, con algunas reflexiones sobre las relaciones de la CEE con América Latina.

A pesar de los beneficios reales que trae el fin de la guerra fría para toda Europa, y sin desconocer las perspectivas que le abre a la CEE, la revolución de Europa del Este y la transformación de la política internacional soviética debilitan

• Investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, Bogotá.

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a la Comunidad en beneficio de una Alemania reunificada, convertida ahora en eje articulador entre la Europa comunitaria y el antiguo Este socialista. En todo caso, el repliegue de la CEE sobre los retos de su propia unidad y estabilidad interna, y la competencia con los Estados Unidos y el Japón, acentuarán la tendencia a su distanciamiento de América Latina. Si el continente latinoamericano quiere preservar y mejorar sus lazos con Europa, debe desarrollar una intensa actividad de presencia conjunta en el Viejo Continente.

1. La Comunidad Económica Europea y el Mercado Unificado del 93

Para comprender la actual transición de la CEE hacia el mercado unificado de 1993, conviene tener presente la lógica que presidió su reconstrucción en la posguerra.

La lógica de la reconstrucción europea (1945-1989)

La reconstrucción de Europa occidental constituyó el eje de la estrategia norteamericana de seguridad frente a la Unión Soviética después de la guerra. El Plan Marshall buscaba, en primer lugar, reconstruir a Europa como bastión anticomunista. La identidad inicial de Europa occidental fue, pues, político-militar: la economía europea se rehizo como barrera de contención frente al modelo socialista, mientras la OTAN garantizaba la disuasión militar frente al

Pacto de Varsovia. La fragmentación política de Europa occidental y su reconstrucción "a crédito" le significaron la pérdida de casi toda autonomía frente a Washington. La República Federal Alemana (RFA), en particular, quedó reducida durante largo tiempo a la impotencia.

Es importante anotar, sin embargo, que la OTAN no sólo ha cumplido el papel de barrera defensiva contra la Unión Soviética. El temor de la "amenaza comunista" y la tutela militar norteamericana mantuvieron a raya los nacionalismos europeos, garantizaron la paz y estimularon la homogeneidad política entre los pueblos, como contexto indispensable para su reconstrucción económica. Bajo la mirada vigilante de la OTAN, el plan Marshall pudo asentar las bases financieras e institucionales de la CEE y del mercado unificado de 1993.

A lo largo de la guerra fría (1945-1989), la reconstrucción europea fue adquiriendo una "lógica contradictoria"1 Mientras la reconstitución de las capitales nacionales y su progresiva articulación en la Comunidad fortalecía el poder económico de Europa occidental, en el ámbito militar la Comunidad abandonó su defensa en manos de Washington. En consecuencia, la autonomía política de la Europa comunitaria se ha visto limitada por su hipoteca militar y no se ajusta a su real potencial económico. Algo similar podría afirmarse respecto al Japón.

A pesar del creciente multipolarismo económico, el predominio político y militar de los Estados Unidos sobre sus

aliados se ha mantenido. Esta asimetría de poder se ha ido haciendo sensible en el orden mundial desde los años setenta. De tal modo que, del anticomunismo beligerante de Reagan durante la primera mitad de los años ochenta, no estaba ausente el propósito de reafirmar la decaída autoridad norteamericana sobre sus propios aliados. La misma pretensión parece haber acompañado a la administración de Bush en la reciente guerra del Golfo.

La unificación del mercado europeo en 1993 obedece fundamentalmente a la nueva lógica de la competencia. No se trata ya de que los Estados Unidos pretendan fortalecer a Europa contra el comunismo. Por el contrario, es Europa misma la que se prepara para la competencia con los Estados Unidos y el Japón. La transformación de la CEE en un mercado unificado manifiesta la transición del orden político-militar y bipolar de la posguerra a un orden basado en la competencia entre la tríada conformada por los Estados Unidos, Japón y Europa occidental.

La Comunidad Económica Europea (CEE)

La propuesta del Plan Marshall se extendía inicialmente a todos los gobiernos de Europa pero las naciones del Este la rechazaron puesto que suponía su incorporación a la economía de mercado. El 16 de abril de 1948 se creó finalmente en París la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) con el fin de canalizar

1. Christian Déséglise, "Las relaciones de Europa con América Latina", en Análisis Político, No. 2, Bogotá,

septiembre-diciembre 1987.

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la ayuda norteamericana2. En 1951, Europa había recibido 12.400 millones de dólares. En 1960, la OECE se transformó en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), destinada a favorecer la expansión económica de sus miembros y el crecimiento de los países en desarrollo.

El Plan Marshall impulsó la reorganización de la economía mundial de mercado, tal como ésta había sido definida en la Conferencia de Bretton Woods (1944). Promovió la adhesión de los países beneficiarios al Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD, 1946), al Fondo Monetario Internacional (FMI, 1947) y a los acuerdos del GATT. Contribuyó a la creación del nuevo orden económico internacional de la posguerra, en el que los Estados Unidos desempeñarían un papel hegemónico.

Las diferentes tentativas de unión política de Europa occidental no tuvieron éxito. Con todo, surgieron algunas instituciones económicas supranacionales. En abril de 1951, se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero que agrupa al Benelux, Alemania, Francia e Italia. En 1954, la fórmula denominada Comunidad Europea de Defensa es rechazada por Francia. El sueño de la supranacionalidad aparece de nuevo en el anteproyecto de Comunidad Política Europea de 1953, que se frustra, sin embargo, al año

siguiente. Por fin, en marzo de 1957, se firman en Roma dos tratados que crean la Comunidad Económica Europea o Mercado Común y la Comunidad Atómica Europea (Euratom).

Los doce países que hoy conforman la CEE3, pueden llegar a ser dieciocho si se lleva a cabo la muy probable incorporación de la AELE4, o incluso diecinueve, si se les suma Liechtenstein. La estructura de poder de la Comunidad no es homogénea. En su seno se estableció desde el comienzo una jerarquía política que se ha ido transformando con la incorporación de nuevos miembros al ritmo de la evolución económica de cada uno de ellos. En la definición inicial del peso político de los asociados, incidieron los diversos papeles desempeñados por las naciones europeas en la segunda guerra. Alemania e Italia, causantes del conflicto y vencidas en él, entraron a ocupar un lugar subalterno pero de todos modos cercano a los centros de decisión, como una manera de garantizar su adhesión a la CEE. Los Países Bajos, demasiado pequeños y sometidos durante la guerra al control nazi, no obtuvieron una posición destacada. España y Portugal, sólo ingresaron en 1986, en un puesto claramente subordinado. Inglaterra, artífice político del triunfo de los aliados, perdió, sin embargo, el lugar de privilegio que le correspondía al postergar su ingreso en la Comunidad. La

Isla británica parecía tener inicialmente mayor interés en las gestiones financieras de la City y en el comercio con los Estados Unidos y sus ex colonias de la Commonwealth, que en la aproximación a sus históricos rivales del continente. Cuando, en 1963, quiso ingresar a la Europa comunitaria, tropezó con la oposición del general De Gaulle. De este modo, Francia, escenario de la resistencia, se convirtió en el eje político de la construcción comunitaria con el respaldo de la Alemania vencida. Mediante una rentable estrategia de "alineamiento disidente" con los Estados Unidos, De Gaulle conquistó para su país una influencia mayor que aquella que le correspondía de acuerdo con su real poderío económico. Francia fue, al menos hasta 1989, el corazón político de Europa.

La evolución económica del continente ha venido readecuando las jerarquías internas. El acelerado crecimiento de la RFA desde los años sesenta incrementó su peso político en el ámbito comunitario. Bonn pasó a ser el socio indispensable de París. La Gran Bretaña, aunque sólo ingresó a la Comunidad en 1972, se convirtió en un contrapeso al eje París-Bonn y en un freno a la dinámica integracionista de los dos anteriores. De todas formas, el relativo equilibrio demográfico y económico existente entre Francia, Alemania y Gran Bretaña, hacía de estos tres países los pilares de la Comunidad al ritmo de su

2. Vale la pena anotar que, por esos mismos días, se consolidaba la Organización de Estados Americanos (OEA), de contenido

meramente político. 3. Alemania, Bélgica, España, Dinamarca, Grecia, Francia, Holanda, Gran Bretaña, Italia, Luxemburgo y Portugal. Sólo una

pequeña parte del duodécimo miembro de la CEE, Turquía, pertenece a Occidente. El resto está situado en el Oriente Medio y sólo por razones estratégicas fue incorporado a la CEE.

4. Austria, Finlandia, Noruega, Suecia, Suiza e Islandia. La designación de "occidentales" tiene razones más políticas que estrictamente geográficas.

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crecimiento económico, Italia y, en cierto modo, España han entrado' también a asumir un activismo creciente. En cambio, otras naciones del sur, como Portugal y Grecia, continúan ocupando una posición secundaria. Los Países Bajos, limitados por sus dimensiones, han mantenido un bajo perfil a pesar de su innegable potencial económico.

El mercado unificado de 1993

El Acta Única firmada en Luxemburgo por los doce miembros de la CEE, en febrero de 1986, dio nacimiento a la Europa de "segunda generación". El Tratado de Roma era económico y preveía la creación de un mercado unificado. El Acta Única supone la globalización de los mercados de bienes, servicios, personas y capitales en Europa. Su originalidad radica, sobre todo, en haber fijado una fecha para la integración de los mercados: el 31 de diciembre de 1992. Pero además, compromete a los estados a desarrollar su cooperación política a la cual queda asociado el Consejo Europeo. Le da una base jurídica común a los diversos tratados ya existentes (la CEE, la Comunidad del Carbón y del Acero y la Comunidad de Energía Atómica), institucionaliza el Consejo Europeo y establece las modalidades de diálogo entre el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros, limitados antes a temas meramente presupuéstales.

Las sociedades financieras europeas se han anticipado a los cambios por venir, acrecentando los vínculos entre las empresas de diversos países y sectores de la Comunidad. Los bancos e instituciones financieras no europeas toman también posiciones en el Viejo Continente. La mayor parte de las entidades norteamericanas se proponen como objetivo principal el mercado de capitales europeo. Los japoneses proceden a realizar un gran número de inversiones puntuales en los países de la Comunidad, pero sin lanzar hasta ahora una gran ofensiva.

Para el intercambio de bienes y servicios, los miembros de la CEE han abandonado por ahora el intento de armonizar las distintas legislaciones nacionales, para adoptar más bien el principio de mutuo reconocimiento, que permite a las empresas operar en todas las naciones europeas de acuerdo con las reglas de su país de origen, mientras estén acordes con las orientaciones generales de la Comunidad. Esta actitud facilita a su vez cambios adicionales en la reglamentación nacional y también la acción común.

Con todo, el proyecto de mercado unificado es apenas una estrategia defensiva de la Europa comunitaria frente a los Estados Unidos y al Japón5. Los intereses de japoneses y norteamericanos se encuentran cada vez más entrelazados. La CEE está aún muy rezagada. Hasta hoy, la perspectiva de integración europea se limita a

la unificación económica de los doce países de la CEE. Pero el resultado de la unificación de doce economías supone una integración normativa, social y cultural que va mucho más allá de la mera apertura recíproca de los mercados. En todo caso, si aspira a competir con éxito en la tríada, la CEE tendrá que diseñar estrategias globales de orientación mundial, que suponen una mayor unidad política. Sin estas estrategias, incluso el mercado unificado de 1993 sólo sería una suerte de provincialismo tardío6.

El caso alemán

Teniendo en cuenta su carácter central para el nuevo orden europeo e internacional, conviene detenernos en el caso alemán. Por su PNB, la República Federal Alemana era la tercera potencia económica mundial, incluso antes de la reunificación. En 1989, sus excedentes comerciales de 189 mil millones de marcos la convertían en el primer exportador mundial, por delante del Japón y de los Estados Unidos. A diferencia de lo que sucede en estas dos potencias, Alemania ha reorientado su comercio hacia los países desarrollados de Europa que absorben hoy el 70% de sus exportaciones, mientras que la porción correspondiente a los norteamericanos ha descendido del 10% al 7% 7. Este hecho le garantiza a la economía alemana un mercado amplio, bien integrado y sólido, y le concede una notable estabilidad.

5. Kuroda Makoto, "Le triangle nippo- américain-européen", en Politique Internationale, No. 46, invierno 1989-1990 (Documento especial: Interdépendence économique: le défi des années 90, París, 1990, pp. 49-57. Makoto fue viceministro del Comercio y de la Industria de Japón entre 1986 y 1987.

6. Albert Bressand, "Économie globale: un modele européen pour le XXIéme siécle, Ibid, pp 7-20. 7. J. M. Dinand, "Comparaisons des excedentes commerciaux allemand et japonais", en Japón, París, junio 1988.

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El dinamismo comercial alemán se apoya en una sólida base industrial y tecnológica, como lo demuestra la estructura de la población activa: el 40% de los empleos se situaba en la industria en 1988, contra el 33% en el conjunto de la CEE y sólo el 30% en el Reino Unido. Según los datos ofrecidos por Eurostat, la producción manufacturera de las dos Alemanias representaría en 1988 el equivalente a la suma de la producción de Francia y del Reino Unido 8. Las capacidades industriales de Alemania se conjugan con un alto potencial financiero. En julio de 1989, aparece como el segundo país acreedor después del Japón, con 427 mil millones de marcos en su haber neto, de los cuales 151 se encuentran activos en la sola CEE 9.

Los agentes principales de la hegemonía alemana son los konzerns, consorcios que reúnen, bajo una dirección única, empresas jurídicamente independientes con miras a una mejor integración vertical de la producción. Importante punto de apoyo del nazismo, los aliados las desmantelaron en 1945 y las reconstruyeron rápidamente durante la guerra fría con la intención de levantar el muro de contención contra el comunismo. Hoy, los konzerns alemanes le imprimen su forma a la integración de los doce países en la CEE.

La muy probable integración de los miembros de la AELE y

de Liechtenstein al mercado europeo de los doce, reforzaría el lugar privilegiado que ocupa el capital alemán, puesto que Alemania es el primer abastecedor europeo de los países de la AELE. A Suecia y Finlandia, Alemania les proporciona respectivamente el 36% y el 39% de sus importaciones globales. En 1989, Austria realizaba con Alemania el 40% de las importaciones totales provenientes de la CEE y el 31 % de sus exportaciones hacia ella10. Suiza realizaba el 34% y el 21% respectivamente.

Se ven emerger así dos grandes espacios económicos en torno a Alemania: una Europa del Norte, con Noruega, Suecia y Finlandia, en la que la RFA afirma su hegemonía en un mercado de 22.5 millones de consumidores; y en el Sur, una Europa alpina que liga estrechamente a Alemania, Suiza y Austria. Este último entrelazamiento es, a la vez monetario, comercial e industrial a partir de lazos históricos, culturales y lingüísticos muy densos. En síntesis, la construcción del gran mercado europeo del 93 sobre bases neoliberales permite un reforzamiento sin precedentes, de las firmas y del Estado, más poderosos, con el riesgo de transformar a la CEE en una vasta esfera de influencia alemana. 2. La CEE ante los cambios

en el Este

Hasta 1990, el proyecto de mercado unificado para el 93, aspiraba solamente a evitarle

una decadencia irremediable al Viejo Continente. A fines de 1989, la perestroika, la revolución de Europa del Este, la caída del muro de Berlín y la reunificación alemana parecieron abrir el camino para la expansión de la CEE hasta los Urales y devolverle al Viejo Continente protagonismo en la historia. El impacto económico

En efecto, los Estados Unidos no poseen hoy la capacidad financiera necesaria para invertir masivamente en la reconstrucción de Europa central, como lo hicieron en Europa occidental después de la guerra. El Japón tiene su centro de atención en el fortalecimiento de la Cuenca del Pacífico y en la penetración en la China. Europa Central y la misma URSS se abren entonces a la inversión de la CEE y, sobre todo, de Alemania. El espacio económico de Europa se amplía considerablemente y configura un mercado potencial de 700 millones de habitantes. Si esta perspectiva se consolidara, la gran Europa podría convertirse, en algunas décadas, en el más serio competidor económico de los Estados Unidos.

Consecuencias políticas para Europa

El fin de la guerra fría liberó al Viejo Continente del chantaje del terror que lo había mantenido dividido y sometido a las dos superpotencias. Los años noventa parecían abrir, entonces, la posibilidad de pensar en una Europa unificada

8. Michel Drancourt, "De quelques remarques sur les chiffres", en Les quatre vérités, Ministerio de la Industria, No. 171, París, enero 1990

9. Fréderic F. Clairmonte, "Le triomphe du capitalisme financier", en Le Monde Diplomatique, París, abril de 1990. 10. Laurent Carroué, "Conquérante Allemagne", en Le Monde Diplomatique, p. 1, París, agosto de 1990.

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“para los europeos", con inclusión de la URSS.

En este sentido apuntaba la propuesta de Gorbachov de hacer de Europa la "casa común", insistentemente reiterada por el dirigente soviético hasta mediados de 1990. El proyecto de integración de la URSS a Europa occidental estaba en el centro del diseño internacional de Gorbachov. A esta propuesta hacía eco la fórmula de Mitterrand, quien habló, en 1989, de conformar una "confederación de naciones". Uno y otro pensaban, evidentemente, en la recuperación del protagonismo político europeo, independiente de los Estados Unidos y suficientemente fuerte como para hacerle frente al creciente poderío asiático de la Cuenca del Pacífico. En la resonancia francesa a la propuesta de Gorbachov, podría leerse además, el esbozo de una alianza que buscaría hacerle contrapeso al poder alemán en el centro del continente. Cálculos estratégicos similares frente al fortalecimiento del Japón y Alemania podrían estar animando también la aproximación entre los Estados Unidos y la URSS. En todo caso, Europa reunificada ocuparía, de nuevo, el centro de la historia mundial. Cualquiera sea la suerte de estos proyectos utópicos, el "nuevo pensamiento" soviético y la apertura del Este parecían consolidar inicialmente la tendencia al fortalecimiento del Viejo Continente en el escenario mundial.

Alemania, principal beneficiaria

De nuevo, la gran beneficiaría del fin de la guerra fría es Ale-

11. Ibid

12. Ibid

mania. Por sí sola, la Alemania reunificada queda convertida en el tercer polo de la nueva tríada de poder emergente, al lado de los Estados Unidos y el Japón.

La ampliación de la base productiva hacia la RDA le plantea a la RFA agudos problemas inmediatos pero representa, a mediano plazo, uno de los medios para asegurar la perduración de la hegemonía económica alemana en la CEE y en toda Europa. Los konzerns de la RFA están a punto de asegurarse el control de la mayor parte del potencial industrial este-alemán. Una ley votada en junio de 1990, en el Parlamento de Berlín Este, le ha confiado a un solo organismo, la Treuhandanstalt, el trabajo de reorganizar y privatizar un conjunto de 8.000 conglomerados y empresas "propiedad del pueblo" que representan el 80% de la economía de la RDA y 4 millones de empleosl1. Los demás países europeos, de hecho, están excluidos de estas adquisiciones, salvo raras excepciones. La anexión de la RDA le ofrece además oportunidades de apertura hacia el Este totalmente insospechadas, porque los lazos industriales tejidos por la RDA en el Comecon perdurarán todavía durante largo tiempo. Los soviéticos tienen una necesidad vital de mantener sus nexos técnicos con ella y el acuerdo histórico Kohl-Gorbachov del 16 de julio de 1990 les aporta la garantía.

Por si fuera poco, la presencia alemana en Europa central es ya fuerte. La RFA ocupa un lugar dominante en las importaciones originadas de Europa occidental: 60% para

Polonia, 57% para Checoslovaquia, 52% para Bulgaria y 50% para Hungría. En 1989, la RDA controlaba el 30% del mercado del conjunto de los países del Este, contra solamente el 7% de Italia y el 6.5% de Francia12.

Si la Comunidad no avanza en su unificación política, Alemania podría lograr por sí sola lo que una Comunidad desarticulada no alcanza. La "casa común" europea, tan acariciada por Gorbachov, podría llegar a ser la casa de los konzerns alemanes.

3. Las dificultades para la consolidación de Europa

A pesar de las buenas perspectivas que se le abren a Europa occidental en los años noventa, la Comunidad enfrenta graves dificultades para avanzar en su unidad interna y en su protagonismo internacional.

Dificultades internas de la CEE

Contra los propósitos de unificación política de la CEE expresados por Francia, Alemania e Italia, la Gran Bretaña de la señora Thatcher presentó siempre una oposición férrea. Desde luego que la "casa común" o la "confederación de naciones" no merecieron ni siquiera una alusión británica. La idea neoliberal del mercado unificado de la señora Thatcher no incluía, sin embargo, ninguna limitación de la soberanía política nacional. El nuevo primer ministro, John Major

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se ha mostrado más discreto en este punto. Y es de esperar que el túnel submarino que unirá en este año a la Gran Bretaña con el continente contribuya a mitigar sus históricas tendencias insulares.

Otros obstáculos menos manifiestos son mucho más poderosos. Desaparecida la "amenaza soviética", se diluye también el aglutinante del terror que había mantenido la frágil armonía entre las naciones de la Comunidad. Los nacionalismos tienden a renacer. Desde luego que la economía comunitaria está hoy fuertemente integrada y la presión de la competencia internacional en favor de la unidad es grande. Pero la ausencia del "enemigo común" libera las tendencias centrífugas de la antigua Europa occidental.

Esta tendencia tiene su expresión concreta en las tensiones que genera el papel de Alemania. Las tareas de su reunificación, los crecientes nexos de Alemania con Checoslovaquia y Hungría le restan forzosamente energías a la construcción del mercado europeo. Es lícito incluso preguntarse en qué medida Alemania quiera y pueda seguirse considerando como el margen derecho de Europa occidental, ocupando en realidad el centro de todo el Viejo Continente. Y sin la participación alemana, Europa 93 no puede llevarse a cabo. En cualquier hipótesis, es un hecho que la reunificación alemana rompe definitivamente el ya precario equilibrio de poder existente hasta 1990 entre Bonn, París y Londres. Su situación estratégica convirtió al pueblo alemán en arbitró del fin de la guerra fría, en punto clave del mercado unificado y en actor

fundamental del nuevo orden europeo e internacional en cierne. Y aunque nada señala por ahora en esta dirección, nada garantiza tampoco que la nueva nación alemana no quiera traducir su poder económico en aspiraciones políticas de carácter hegemónico.

La idea de una hegemonía política de Alemania en Europa encuentra una resistencia unánime, no sólo en Francia o en el occidente de Europa, sino también en Europa central, en la URSS y en los mismos Estados Unidos. Ninguna de las potencias occidentales admite la idea de una reconstitución eventual de la Gran Alemania por el camino indirecto de la hegemonía económica. Sólo el Japón -el otro polo del Eje durante la guerra- no manifiesta resistencia particular. Por el contrario, dos gigantes como la Mitsubishi nipona y la Daimler Benz alemana han hecho ya una alianza para fabricar, en Singapur, aviones que puedan competir con los productos norteamericanos.

Dos acontecimientos recientes añaden nuevos interrogantes al panorama europeo: la guerra del Golfo y el deterioro de la situación en la Unión Soviética.

Las consecuencias de la guerra del Golfo

En la guerra contra Irak, Europa vio aplazada una vez más su aspiración para asumir un papel autónomo en los grandes asuntos internacionales. Washington recompuso una indiscutida hegemonía militar. Reconstruyó la OTAN con dos ventajas adicionales: conquistó el respaldo de las Naciones Unidas y obtuvo el apoyo de

todas las potencias mundiales, incluidas la URSS y China, y de numerosos gobiernos del Sur. De este modo, los Estados Unidos aspiran a constituirse en gendarmes del "nuevo orden mundial" preconizado por Bush. Europa, en cambio, permaneció en un lugar subalterno.

La guerra del Golfo sorprendió a la CEE muy lejos aún de su unidad política. En el conflicto, prevaleció la alianza con América del Norte y la defensa de los intereses vitales de las grandes potencias, amparados esta vez por las Naciones Unidas. Pero, en medio de esta convergencia fundamental, se puso una vez más de manifiesto la diversidad de intereses de los miembros de la Comunidad y se profundizaron sus divergencias. El alineamiento inmediato e incondicional de Inglaterra con Washington, bloqueó cualquier debate comunitario. Francia se mostró fiel a su tradición de alineamiento disidente con los Estados Unidos, aunque terminó subordinándose sin condiciones a Washington. No sin dificultad, Alemania dio alguna contribución financiera a los aliados, pero se mantuvo al margen de toda intervención directa.

Los países del Sur-Italia, España y Portugal, así como Irlanda- quisieron impulsar una iniciativa propia de la Comunidad, pero se encontraron con la sólida oposición británica y holandesa, y con la ambigua posición de Francia. En definitiva, la crisis reiteró las divergencias europeas y puso de manifiesto la impotencia política de la Comunidad en un conflicto que afectaba sus intereses vitales en mayor medida que

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a ninguna otra región industrializada del mundo.

Una vez concluida, la guerra no sólo replanteó los conflictos del Oriente Medio. Creó, además, una fuente de grave inestabilidad interna para la Comunidad Europea. En una parte significativa de la población árabe se agudizaron los resentimientos contra las potencias occidentales. Los Estados Unidos están muy lejanos; pero la CEE comparte con estos pueblos la cuenca mediterránea y muchos de los países comunitarios, como España, Italia y Francia, cuentan con una fuerte inmigración de origen árabe. Para apaciguar los ánimos y disminuir las desconfianzas, la Comunidad deberá invertir notables recursos financieros y diplomáticos en la región. La conquista de la paz le resultará entonces mucho más costosa que la guerra, sin que la CEE obtenga de la reconstrucción de Kuwait beneficios económicos comparables a los que reciben las empresas norteamericanas.

La inestabilidad de la Unión Soviética

El segundo factor de preocupación para la CEE es el deterioro creciente de la situación en la Unión Soviética y, en general, en el antiguo Este socialista.

En Europa central, la perestroika de Gorbachov pasó, entre 1989 y 1990, de ser una reforma del régimen dirigida por el partido comunista, a convertirse en una singular revolución hacia el pasado13. En nombre de los principios de la revolución francesa se derroca-

ron regímenes inspirados en la revolución de octubre. Pero la consolidación de la democracia se muestra más difícil que el derrocamiento del régimen totalitario. En la Unión Soviética, la perestroika vacila entre la anarquía, el autoritarismo civil y la dictadura militar. La democracia pretendida inicialmente por Gorbachov aparece cada día más lejana. En el ámbito internacional, parece muy poco probable una reconstitución de la guerra fría, aunque las negociaciones para el desarme se encuentran parcialmente estancadas. Pero la creciente inestabilidad interna de la región plantea serios interrogantes y retos a la Comunidad Europea.

A pesar de la crisis, en la URSS no hay tampoco retorno posible al pasado: ni al brezhnevismo, ni al stalinismo y quizá ni siquiera al marxismo-leninismo. El partido, cuyo monolitismo había garantizado hasta ahora la continuidad del régimen, ha estallado en múltiples facciones. La división no se reduce a la oposición entre quienes siguen a Yeltsin por fuera del partido y los "comunistas". Entre los supuestos "demócratas" se cuentan incluso nacionalistas rusos que aspiran al retorno de los zares. Y entre los "comunistas", cada vez son menos los que piensan en volver a un régimen brezhneviano. Buena parte del poder de Gorbachov se ha debido a que sus adversarios no saben adonde ir. Aun el antiguo líder del ala conservadora, Ligatchev, reconocía ya en 1989 que no era ni posible ni deseable el retorno a la época de Brezhnev. Menos

aún hay unidad en torno a Gorbachov. Intentando mantenerse en un centro cada día más estrecho, el presidente se ha quedado solo. Hasta sus más estrechos colaboradores, como Yakovlev y Schevardnadze, lo han abandonado, sin que por ello se haya ganado la confianza de los más duros. A las divisiones internas del partido, se añade un hecho mayor: la población soviética ha perdido por completo la fe en sus dirigentes, en la revolución de octubre y en el mismo marxismo. Si durante setenta años estuvieron convencidos de que vivían en el mejor de los mundos, hoy se inclinan a pensar que todo lo suyo es lo peor. En estas condiciones, el consenso más amplio en la URSS es el rechazo al pasado. De tal manera que, si la crisis desembocara en guerras civiles, éstas no implicarían tampoco restauraciones socialistas.

En el campo económico, la URSS se encuentra en un callejón sin salida. El objetivo central de la perestroika fue siempre la modernización de la economía para impedir que la URSS quedara por fuera de la competencia en la nueva fase de mundialización económica. Pero la economía soviética se viene hundiendo en la crisis. Retornar a una colectivización a ultranza acabaría de sumir a la nación en el atraso y no parece, pues, verosímil. Un salto hacia el libre mercado no podría tener éxito antes de dos o tres décadas. Entre tanto, la Unión saltaría en pedazos. Para evitar una crisis social de mayores proporciones, Gorbachov se esfuerza por imponer un ritmo pausado y conservar elementos del antiguo

13. Jürgen Habermas, Die nachholende Revolution, ediciones Suhrkamp 1633, Frankfurt am Main, 1990, pp. 179-204.

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modelo. Pero las vacilaciones paralizan el dinamismo necesario para la modernización anhelada.

Con la economía y el régimen político en crisis, la Unión Soviética está al borde de la implosión. Todas las fuerzas centrífugas latentes en la Unión se han puesto en actividad. Las quince repúblicas reclaman la independencia de Moscú en distinto grado. Dentro de cada una de ellas se manifiesta la tensión entre los nacionales y los inmigrantes rusos. En algunas, como en Armenia, Georgia y Azerbaiyán, los conflictos interétnicos han hecho explosión. Y habrá que ver si, ante la quiebra del partido y de su ideología, los sesenta millones de musulmanes de la Unión Soviética no son afectados por el fundamentalismo. La guerra del Golfo también podría haber encendido esa mecha.

En la URSS, sólo permanece en pie el poder militar -el segundo del planeta. Las tropas que regresaron de Afganistán, los contingentes que retornan de Europa central y los 380.000 hombres de élite, aún acantonados en condiciones precarias en la antigua RDA, son un foco de resentimientos frente al actual gobierno. Pero, al mismo tiempo, la poderosa KGB está en el centro de las reformas llevadas a cabo por Gorbachov, y las divisiones y el descrédito del partido afectan la unidad política de las fuerzas armadas. De tal manera que si la URSS deriva hacia un régimen militar, no se tratará de una

dictadura del proletariado. Se impondrían más bien dictaduras militares como las que se conocen en América Latina.

No puede descartarse por completo el escenario catastrófico según el cual, después de implantar la dictadura hacia dentro, el Ejército Rojo se volcará de nuevo hacia fuera en una "fuga hacia adelante" 14, sobre todo si Washington, animado por sus recientes éxitos, continúa ejerciendo presión sobre la evolución interna de la URSS. La renovación de la guerra fría es, sin embargo, poco probable. La URSS necesita del entendimiento con Occidente para no hundirse en el atraso y salvar la difícil situación interna. De todos modos, en la Comunidad Europea la incertidumbre de 1991 ha puesto fin a la euforia de 1989.

4. Europa y el Nuevo Orden Mundial

Se repite con insistencia que el fin de la confrontación entre Washington y Moscú ha dejado el orden mundial en la incertidumbre. Según el presidente Bush, la guerra del Golfo habría servido para sentar las bases del "nuevo orden" anhelado. La fuerza militar de los Estados Unidos, apoyada por las demás potencias y por otros gobiernos regionales, se convertiría en el brazo armado de las Naciones Unidas para ejercer un patrullaje mundial e imponer la democracia y el derecho internacional en el planeta. Este proyecto no es otra

cosa que una prolongación y ampliación de la estrategia clásica de seguridad militar practicada por la OTAN, aplicada ahora a enemigos ocasionales y a "causas justas"15.

Sin embargo, la realidad del nuevo orden mundial podría ser otra. El clásico poder militar va siendo minado por la estrategia "paradójica" del Japón y Alemania que, careciendo de poder bélico, se han concentrado en el desarrollo de la tecnoestructura 16. El fin del conflicto entre Washington y Moscú deja al descubierto esta nueva relación de fuerzas creada por la evolución de los últimos treinta años. Con los Estados Unidos, el Japón y Alemania deberían conformar la tríada rectora del nuevo orden. Pero ninguna de las potencias del Norte -ni al Este ni al Oeste-ve con simpatía el ascenso de las naciones del Eje. Quizá por esta razón, entre otras, todas aceptaron de buena o mala gana la guerra del Golfo, impuesta por los norteamericanos para postergar la recomposición del poder mundial y para enderezar, por la clásica vía militar, su decaída hegemonía. Japoneses y alemanes aplicaron una vez más la política de bajo perfil para concentrar sus esfuerzos en la competencia económica y en el equilibrio social, en el que se juega quizás el nuevo orden mundial del año 2000. Y ni siquiera en el ejercicio de su predominio militar pudo Washington escapar a las nuevas realidades. En búsqueda de ayuda financiera tuvo que tocar a las puertas de Bonn y de

14 Hubert de Beaufort y Jacques de Zélicourt, La paix dans l'oeil du q/clone, perspectives stratégiques 1990-2000, Éditions Universitaires, París, 1990, p. 313.

15 Así se calificaron la invasión a Panamá y la guerra contra Irak. 16 Beaufort y Zélicourt, op. cit.

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Tokio. Los Estados Unidos siguen, siendo la primera potencia económica mundial y, probablemente, lo serán aún por dos o tres décadas más. Pero padecen un peligroso endeudamiento, han disminuido su poder relativo en el mercado mundial, parecen estar perdiendo la batalla de las tecnologías de punta y han dejado desbordar los desequilibrios sociales en su interior. El Japón, en cambio, acumuló gigantescos excedentes en el pasado y durante la década anterior comenzó su penetración mundial. Lleva ventaja en importantes sectores de punta. Sin embargo, hasta ahora el crecimiento nipón tiene un punto vulnerable: no está basado en el consumo interno sino en la exportación, y buena parte de sus inversiones se hallan en los Estados Unidos, cuya suerte final está en relativo entredicho. Alemania, en cambio, reunificada, puede constituirse por sí sola, en el tercer punto de apoyo de la tríada mundial a fines del siglo. La RFA es ya el primer exportador mundial y, después del Japón, dispone de los mayores recursos financieros del mundo. En los años noventa se concentrará en la reconstrucción de la exRDA, en la expansión económica hacia el Este y en la cooperación con la URSS. Pero los enormes costos de estas empresas constituyen inversiones para el final de la década. La nación alemana ejercerá una supremacía económica indiscutible en todo el continente europeo, aunque tendrá dificultades para conquistar una simétrica hegemonía política, debido a la

desconfianza que inspira su pasado. La tensión entre el poder económico alemán y la resistencia a su influencia política, plantearán dificultades a la integración europea.

Unificado, el mercado europeo sería el más fuerte del mundo, pero, mientras carezca de unidad política su poder económico no tendrá una adecuada traducción en las decisiones internacionales. Y su unidad política no parece tarea fácil. La CEE enfrenta ahora tres obstáculos que perturban sus propósitos de integración: el repliegue alemán sobre su propia reunificación y sobre el Este, la inestabilidad de Europa central y de la URSS, y la tensión con los pueblos árabes en el Mediterráneo y en su propio suelo.

Como quiera que sea, este nuevo orden mundial emergente no promete ser más equilibrado que el anterior. Por el contrario, se regirá más que nunca por las leyes neoliberales de la competencia y agudizará los conflictos Norte-Sur y las tensiones internas en los países industrializados del Norte. El África subsahariana y el Asia Central han quedado ya al margen de la evolución internacional. América Latina se debate por salir del estancamiento pero su porvenir es todavía incierto. 5. Europa y América Latina Como es sabido, desde el siglo pasado las relaciones entre Europa y América Latina han estado regidas por la doctrina Monroe: "América para los

americanos". De ser una doctrina contra el colonialismo europeo en el siglo pasado, pasó a convertirse en una fórmula neocolonial en beneficio de los norteamericanos. En el contexto de la guerra fría, América Latina se convirtió en zona de influencia estadounidense, y después de la revolución cubana, en región sensible para la seguridad de los Estados Unidos. Europa quedaba así, al menos en principio, doblemente alejada de América Latina. Una vez concluida la guerra fría, se abre paso una nueva regionalización del mundo, esta vez por razones económicas: la CEE, bajo la hegemonía económica de Alemania; la Cuenca del Pacífico bajo la influencia del Japón; y América, bajo el dominio norteamericano. Las relaciones entre Europa y América Latina en los años noventa no parece que hayan de ser más estrechas que antes. Por el contrario, tienden a debilitarse.

Expectativas asimétricas

Las expectativas recíprocas entre América Latina y Europa son asimétricas17. América Latina, y Colombia en ella, espera más de Europa que ésta de aquélla. La razón fundamental de esta asimetría hay que buscarla en la naturaleza y composición de la Comunidad Europea. Las relaciones de la CEE con el Tercer Mundo reflejan la jerarquía interna de la Comunidad. En 1963, se firma el convenio de Yaoundé con los países africanos que mantienen relaciones históricas con algún

17 Pedro Camacho, "La Comunidad Económica Europea: expectativa latinoamericana", en Política Internacional, No. 3, Caracas, julio-septiembre 1986.

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país excolonialista de la Comunidad. Por su parte, los intentos de Kenia, Uganda y Tanganika, de influencia británica, no fructifican hasta 1973, cuando Gran Bretaña se vincula a la CEE. Entonces se amplía el interés de la Comunidad hacia los países de la Commonwealth. La jerarquía existente en la Comunidad hace que la incorporación de España y Portugal no implique en principio una relación especial con América Latina, comparable a la que existe con los países de la ACP o con los del Magreb y el Machrek. No hay, pues, una política general de la CEE hacia el Tercer Mundo, distinta del Sistema de Preferencias Generalizadas (SPG), que introduce además importantes limitaciones y discriminaciones, opuestas a su pretendido carácter general.

Tendencias de las relaciones económicas

Las tendencias de los años ochenta apuntan hacia una acelerada disminución de las relaciones económicas entre América Latina y Europa 18. Éstas se han circunscrito, en gran parte, al ámbito comercial en el que la asimetría de intereses se hace particularmente evidente. Para América Latina, el comercio con Europa ocupa un lugar preponderante debido a la importancia de este mercado. La crisis de la deuda destaca aún más la urgencia del intercambio comercial con Europa. Pero la Política Agrícola Comunitaria (PAC) de la CEE, que reviste un carácter clave en la construcción

europea y que la Comunidad ha defendido en el GATT, genera serios efectos negativos para América Latina. Gracias a la PAC, la Comunidad ha logrado la autosuficiencia agrícola e incluso se ha transformado en competidor de América Latina en los mercados internacionales. En el campo de los productos manufacturados, la complementariedad comercial entre América Latina y Europa se está reduciendo sensiblemente. La diversificación de las exportaciones latinoamericanas ha llevado a situaciones de competencia con la producción europea en sectores como los textiles, el calzado o el acero. Europa occidental es la región del mundo en la que las exportaciones de América Latina han perdido más terreno, y a la inversa: las exportaciones europeas hacia América Latina han decrecido más que las exportaciones hacia cualquier otra región del mundo.

Las relaciones económicas no comerciales entre América Latina y Europa son muy limitadas. Por razón de la estructura jerárquica de la Comunidad, América Latina ha recibido escasos beneficios, tanto por la falta de cooperación industrial y financiera de la CEE como por la limitada ayuda oficial al desarrollo proveniente de los diversos países europeos, que dan preferencia a las ex colonias de los países más poderosos.

El confinamiento de las relaciones económicas entre Europa y América Latina al intercambio comercial y la asimetría de intereses en este

sector, colocan a América Latina en una posición de solicitante. Esto en un momento en que las relaciones económicas, sometidas a la dinámica de una intensa competencia internacional y a procesos acelerados de concentración regional de capitales, se basan cada vez más en la pura reciprocidad del mercado. La actitud reivindicativa, pues, no surte efecto.

Tendencias de las relaciones políticas

Las posiciones políticas internacionales de la CEE han estado marcadas desde su constitución por la "lógica contradictoria de la construcción europea" a la que se aludió al inicio. Esto se ha manifestado con claridad en las relaciones políticas de Europa con América Latina, colocadas ambas inmediatamente después de la guerra, bajo la tutela de los Estados Unidos. La influencia europea en Latinoamérica estaba excluida.

Tanto América Latina como Europa comunitaria coinciden, sin embargo, en el interés por aumentar su autonomía relativa frente a Washington. Esto explica que, al tiempo que declinaban las relaciones económicas entre ambos continentes, los gobiernos europeos asumieran, en los años ochenta, posiciones políticas independientes de la Casa Blanca y coherentes con las perspectivas latinoamericanas. La politización de las relaciones entre América Latina y Europa es un fenómeno nuevo y se

18 Hubert Julienne, Cooperación económica entre la Comunidad Europea y América Latina: Posibilidades y opciones, IRELA, Madrid, Documento de Trabajo No. 4,1987; Arrióla y Unceta, op. cit.

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produjo, particularmente, en torno a la crisis centroamericana19.

En 1982, los Estados Unidos primero, y después los gobiernos europeos, habían dado su apoyo a Gran Bretaña en el conflicto contra la Argentina en torno a las Malvinas, para salvaguardar la armonía entre los miembros de la Alianza Atlántica (OTAN). Sin embargo, la paulatina internacionalización de la crisis centroamericana a partir de la revolución nicaragüense de 1979, le dio a Europa la oportunidad de modificar su actitud hacia América Latina y de hacer sentir su autonomía relativa frente a Washington. Las gestiones del Grupo de Contadora propiciaron, en 1984, la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la CEE con los gobiernos de América Central y de los países miembros del Grupo, celebrada en San José (Costa Rica). El encuentro marcó un punto crucial en el compromiso de Europa con América Latina y se convirtió en una prueba para la alianza Atlántica. Llegó incluso a ser denominada como "el punto final de la doctrina Monroe". Esta orientación se confirmó luego con el acuerdo firmado en Luxemburgo con los gobiernos centroamericanos, y el apoyo al proceso de paz en la región, confirmado en la conferencia de Guatemala. Por otra parte, gracias a la solidaridad entre "familias políticas", los partidos europeos han cumplido y siguen cumpliendo un papel importante en el esfuerzo por la democratización de América Latina. El Parlamento europeo ha sido particularmente sensible a esta evolución.

En el problema del tráfico de drogas que, al menos hasta ahora, toca más directamente a los Estados Unidos que a Europa, la posición de los gobiernos europeos ha sido cautelosa. Aunque no se han opuesto a la guerra a la producción proclamada por la administración norteamericana, muestran una comprensión más compleja del problema, y algunos gobiernos se esfuerzan por controlar el consumo en sus países y comienzan a luchar contra el lavado de dólares en su propia banca. La liberación arancelaria concedida recientemente a algunos productos colombianos es testimonio de esta actitud, en contraste con la posición norteamericana que no ha trascendido las promesas.

Con todo, ante la reciente invasión norteamericana a Panamá, rechazada unánimemente por América Latina, los diversos gobiernos de Europa comunitaria con excepción de España asumieron una actitud "comprensiva" ante Washington, a diferencia del Parlamento europeo que la rechazó enfáticamente. Es posible preguntarse si la posición de los gobiernos europeos está expresando, no tanto la tradicional hipoteca militar a los Estados Unidos, sino el nuevo repliegue europeo sobre el Este. Podría estarse reflejando aquí una tendencia hacia la distribución del mundo en nuevas esferas de influencia de las potencias, de tal manera que Europa, convertida en "casa común" (Gorbachov) o en "confederación de naciones" (Mitterrand), integrara al Este de manera subalterna en el nuevo orden mundial. América, en

cambio, sería abandonada de nuevo a la tutela exclusiva de los norteamericanos, según el antiguo postulado de la doctrina Monroe.

Posibilidades de las relaciones América Latina-Europa

No ya en una actitud reivindicativa, sino sobre la base de la reciprocidad y de la convergencia de intereses, es posible que América Latina logre interesar a nuevos sectores europeos. En el terreno económico, requiere integrar nuevas áreas de interés común, relacionadas con el comercio, como pueden ser la cooperación financiera, industrial y tecnológica. En el campo político, debe velar por el fortalecimiento de los incipientes lazos creados en los últimos años que contribuyen a consolidar la creciente autonomía europea en la escena internacional y a impedir su repliegue exclusivo sobre el Este y el Mediterráneo.

El principal obstáculo económico para una cooperación mutuamente beneficiosa para América Latina y la CEE es, sin duda, la crisis financiera de los países latinoamericanos. Sin embargo, los créditos globales de Europa no están tan concentrados en América Latina como los norteamericanos y la banca europea han hecho provisiones mucho más altas. Su menor vulnerabilidad podría favorecer un alivio de la deuda, y sobre todo de sus intereses, que sea compatible con la situación de los bancos acreedores. Por su parte, los países latinoamericanos podrían

19 Wolf Grabendorff, "América Latina y Europa: Esperanzas y desafíos", en Nueva Sociedad, No. 85, Caracas, septiembre-octubre 1986.

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orientar sus esfuerzos al desarrollo del comercio intrarregional y a estructurar una estrategia exportadora que les permita penetrar en el mercado europeo hasta donde lo permita el Sistema de Preferencias Generalizadas (SPG). Las inversiones europeas pueden contribuir a la recuperación de las economías latinoamericanas, aunque deban ser acogidas con un criterio selectivo que se ajuste a los intereses nacionales y regionales.

La cooperación científica y tecnológica europea se orienta a la satisfacción de las necesidades básicas de las capas más pobres de la población de los países menos desarrollados y se limita habitualmente a la agricultura y medicina tropicales. En algunos países de América Latina podría ser complementada con una cooperación en sectores más amplios, que promueva una capacidad tecnológica propia a través de proyectos conjuntos de investigación y de formación de científicos e investigadores. Pero esta cooperación tecnológica exige el desarrollo de verdaderas políticas tecnológicas sectoriales.

El tráfico de drogas puede conducir a un aislamiento aún mayor de la región andina, que quedaría así sometida a la exclusiva vigilancia militar norteamericana con asentimiento de la comunidad internacional. Mediante la coordinación entre los gobiernos de los países afectados, y con el apoyo de otros países latinoamericanos y de los gobiernos europeos, es posible

limitar los daños causados por el tráfico de drogas y tratar de obtener algún beneficio del oscuro protagonismo internacional. La región andina debería mantener un constante diálogo con los diversos gobiernos y fuerzas políticas de Europa, con el fin de presentar conjuntamente una alternativa diferente de la opción militar impulsada por Washington. Se requiere una especie de nuevo Grupo de Contadora. Por otra parte, los gobiernos de la región podrían buscar en Europa una cooperación que les permita luchar eficazmente en la solución de los problemas sociales que están en la base de la producción y tráfico de las drogas.

Conclusiones

El mercado unificado de 1993 capacita mejor a la CEE para la competencia con los Estados Unidos y el Japón, y tiende a fortalecer su autonomía política en el contexto internacional. Estas tendencias se vieron, además, notablemente reforzadas, en 1989 y 1990, por el fin de la guerra fría y la consiguiente ampliación del horizonte económico y político de la Comunidad. Sin embargo, la reunificación alemana, la creciente inestabilidad del Este, así como las consecuencias de la guerra del Golfo, plantean difíciles retos a la consolidación europea en el escenario internacional. Alemania, en cambio, resulta beneficiada por la actual evolución.

El fin de la bipolaridad militar entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y el surgimiento de una nueva relación internacional de fuerzas, basada en el desarrollo de la tecnoestructura, pone en tela de juicio el orden mundial heredado de la posguerra. Como lo puso de manifiesto la guerra del Golfo, los Estados Unidos siguen pensando en un orden basado en un poder militar multinacional reunido bajo su dirección. Pero este esquema podría no resistir por largo tiempo a la presión económica de sus nuevos rivales, la Cuenca del Pacífico y la Comunidad Europea, o más exactamente, a la presión de Japón y Alemania.

Para las relaciones entre América Latina y Europa, los escenarios que se abren hacia los años noventa no son halagüeños. En esta década, la CEE se verá obligada a concentrarse en cuatro tareas gigantescas y no siempre complementarias: la unificación de su propio mercado, la articulación con los mercados del Este, la competencia con los Estados Unidos y el Japón y la cooperación con los pueblos árabes. Tal esfuerzo la obligaría a dejar de lado, al menos durante varios años, otras regiones del mundo más alejadas de sus intereses, como lo es sobre todo América Latina. Para mitigar los efectos de esta tendencia, los gobiernos y los distintos actores sociales latinoamericanos deben multiplicar su diplomacia regional en todas las instancias de la Comunidad.

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Sección: Temas Globales

Hacia una teoría del Estado democrático en América Latina

Arlene B. Tickner* Óscar Mejía Quintana*

Introducción

Una de las características de la sociedad capitalista contemporánea ha sido el cambio sustancial ocurrido en el ejercicio del poder y, como resultado de ello, el surgimiento tanto de un Estado cualitativamente diferente como de una nueva economía del poder; esta última definida por la presencia de una red de poderes y la utilización informatizada del saber.

Si bien lo anterior es cierto para el sistema mundial de naciones, adquiere unas especificaciones particulares en los países latinoamericanos, en especial, en cuanto al proceso de modernización de dicha sociedad, y al surgimiento de un modelo neoliberal de sociedad y, por ende, de Estado, así como de una legitimación política diferente.

Aunque el capitalismo y la democracia han funcionado en Occidente, no se puede decir lo mismo de América Latina, en donde el capitalismo descontro

lado puede exacerbar, aún más, las desigualdades existentes y poner en peligro la democracia en la región.

No obstante el cambio radical observado en el carácter de la sociedad latinoamericana y de sus estados, aún se pretende caracterizarlos mediante paradigmas tradicionales que no logran hacer comprender las profundas transformaciones que han sufrido. Por lo tanto, se hace indispensable una Teoría del Estado Democrático en América Latina, intermedia entre aquel Estado "fantasmal" propio del modelo neoliberal y aquel otro, interventor e improductivo, que caracterizó a la región durante casi un siglo. Esto, con el fin de comprender el proceso de reestructuración del proyecto democrático latinoamericano, y permitir la teorización sobre la sociedad y el Estado democrático en esta parte del continente.

El presente artículo pretende brindar algunos elementos que contribuyan a la construcción de dicha teoría.

En una primera parte, se abordan las principales premisas conceptuales para entender los cambios alrededor del Estado, la estructura de poder, el surgimiento de una nueva economía del poder; esto con el fin de caracterizar la relación Poder-Estado en la sociedad posmoderna.

En la segunda parte, se presentan los principales cambios sufridos por América Latina, enfrentados a la limitada capacidad de comprensión brindada por las teorías predominantes acerca del subdesarrollo.

* Investigadora del Centro de Estudios Internacionales, Universidad de los Andes. ** Coordinador académico y profesor del Centro de Educación Humanística, Universidad del Rosario.

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Finalmente, se elaboran algunas consideraciones que pueden ayudar a la conformación dé una Teoría del Estado, que comprenda la compleja realidad por la que atraviesan las sociedades latinoamericanas y contribuya a la profundización de la democracia en el área.

I. Algunos elementos conceptuales

1. Reestructuración mundial del Estado

Como Foucault lo mostró a lo largo de todas sus investigaciones, tanto la estructura del poder como, consecuentemente, la del Estado, han cambiado sustancialmente en los últimos cincuenta años. En un simposio desarrollado en la Universidad de Vincennes1, él definió esos cambios como un replanteamiento estructural del "Estado Providencia" y, con ello, el surgimiento de un Estado cualitativamente diferente y, en consecuencia, una nueva economía del poder.

Esta reestructuración se hacía manifiesta en un repliegue aparente del Estado, caracterizado por los siguientes elementos:

- una ampliación del margen de tolerancia del Estado en zonas que no eran claves para la supervivencia del sistema;

- la ubicación de áreas estratégicas donde el Estado no permite la más mínima incidencia de la sociedad civil;

- la consolidación de un

sistema de información que permite cubrir todo riesgo potencial sin necesidad de una vigilancia represiva permanente;

- la constitución de consensos estadísticos para legitimar sus decisiones a través de un manejo institucional de los medios de comunicación.

De esta nueva caracterización del Estado, Foucault derivaba cambios sustanciales en el ejercicio del poder en la sociedad contemporánea.

2. Nueva economía del poder

Foucault partió de un cuestionamiento radical de los postulados convencionales sobre el poder para plantear cuáles eran sus nuevos parámetros en las sociedades contemporáneas. Los postulados que, a su entender, debían ponerse en entredicho para lograr una reinterpretación adecuada del poder eran:

- el postulado de propiedad, que considera que la clase dominante posee el poder;

- el postulado de localización, que señala al Estado como el ámbito exclusivo del poder;

- el postulado de subordinación, que subordina el poder a un modo de producción específico;

- el postulado de modo de acción, que define la coerción física e ideológico-política como instrumentos de dominación; y

- el postulado de legalidad, que considera que en la ley se materializa el dominio del poder2.

Dejando de lado estos argumentos, no para negar su validez, sino para que no sesgaran, a priori, una perspectiva diferente en su análisis, Foucault enunció entonces la serie de proposiciones que definen la nueva economía del poder en las sociedades contemporáneas, de la siguiente forma:

- el poder se ejerce a partir de innumerables puntos, en un juego de relaciones móviles;

- las relaciones de poder son inmanentes a toda situación particular, micro o macro política;

- no hay matriz general del poder, sino que surge de acuerdo con cada circunstancia;

- las relaciones de poder no son espontáneas sino intencionales, y se ejercen siempre hacia miras y objetivos específicos;

- el poder absorbe la verdad y utiliza el saber -así como el placer- como mecanismo de control3.

La red de poderes que, como vectores invisibles, entre-' cruza la sociedad contemporánea tendrá como fin principal la interiorización del orden institucional con miras a conformar una sociedad discipli’¡nante y disciplinada. Este proyecto de dominación, masivo, permanente y homogéneo, ya no amenaza de muerte sino que gestiona la vida, y se ejerce como autonomía

1 Michel Foucault, "Nuevo orden interior y control social", en Revista Viejo Topo (Extra No. 7), Barcelona, 1976. 2 Miguel Morey, Lectura de Foucault, Madrid, Editorial Taurus, 1983. 3 Michel Foucault, Historia de ¡a sexualidad (Tomo 1), México, Editorial Siglo XXI, 1984.

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política del cuerpo humano y biopolítica de la población, a través de una vigilancia jerarquizada, un cuerpo de sanciones, procedimientos de selección y una disciplinización del sexo y la sensibilidad, que nos convierte en sujetos predispuestos al dominio.

Elias Canetti realiza uno de los aportes más singulares a esta reinterpretación del poder4. Explora Canetti las entrañas del poder desde una óptica que desborda la consideración sociopolítica convencional, se hunde en las raíces del mismo y muestra cuáles han sido los símbolos, instrumentos y elementos que desde siempre han caracterizado su ejercicio. Sin embargo, su aporte decisivo a este debate sin duda viene representado por su análisis del secreto como médula del poder, punto clave en el ejercicio contemporáneo de éste, y el control que ejerce sobre la sociedad.

3. Poder y Estado en la sociedad posmoderna

Jean Francois Lyotard ofrece elementos adicionales para complementar esta nueva caracterización5. La sociedad posmoderna se define por una utilización informatizada del saber y quien lo detenta y manipula ejerce su dominio sobre el resto de la comunidad.

Este saber informatizado, de carácter global y sistemático,

tiene como principal objetivo su legitimación, la cual logra por medio de un triple procedimiento, a saber: la deslegitimación de los saberes narrativos (saberes parciales y particularizados como la filosofía, la religión, la estética, la política, etc.); la auto-legitimación de sí mismo por el desempeño, de facto, del sistema que somete la verdad a los criterios técnicos y la investigación y la enseñanza a los poderes tecnológico-políticos; y, finalmente, por lo que Lyotard denomina la paralogía, por medio de la cual se desecha el consenso social y se remplaza por un estímulo estructural a la tensión y el disentimiento, como mecanismos para alcanzar un mejor desempeño del sistema.

El poder que se deriva de este saber lo encarna una tecnocracia ejecutiva que todo lo sabe y todo lo decide, de acuerdo con imperativos técnico-científicos, supuestamente neutrales y, por lo mismo, incuestionables, que no pueden considerarse democráticamente por la población, y se imponen de esta manera como decisiones técnicas, sin "contaminaciones" políticas ni ideológicas. Ello, mediante consensos artificialmente inducidos, gracias a toda la batería de medios de comunicación a críticos e institucionalizados que respaldan la acción del sistema6.

Este último elemento es decisivo para una correcta interpretación de la sociedad y las características de la posmodernidad. Gianni Vattimo

ha señalado en sus últimas investigaciones que el rasgo verdaderamente distintivo reside en el papel determinante de los "Mass Media" en su interior7. Gracias a éstos, la sociedad se presenta como una "sociedad transparente", por lo que se considera, en principio, el manejo libre y abierto de la comunicación masiva.

Sin embargo, esta sociedad posliberal (como la denominan quienes todavía no aceptan el concepto de posmoderna) que se autodenomina transparente por la libertad de información que a sí misma se permite, esconde, realmente, un manejo discrecional del flujo de la comunicación social. Lo anterior hace relativo el carácter democrático con que el sistema se autodefine y auto legitima y que, de hecho, somete a la sociedad a una dominación sutil y sesgada.

Habermas coincide con estos argumentos cuando reconoce de qué manera los medios de comunicación, en la sociedad de masas, se han convertido en los instrumentos por antonomasia del control social, al adueñarse por entero del lenguaje comunicativo cotidiano, neutralizar los contenidos críticos de la cultura y "encasquetar" al individuo y la comunidad en una conciencia estereotipada y pasiva8. La abolición de la distancia crítica con la que Jameson caracteriza a la cultura posmoderna, refuerza y complementa en idéntica dirección, los anteriores planteamientos9.

4 Elias Canetti, Masa y peder, Madrid, Alianza Editorial, 1987. 5 Jean Frangois Lyotard, La Condition Postmoderne, Paris, Editions de Minuit, 1988. 6 Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Tecnos, 1984. 7 Gianni Vattimo, La sociedad transparente, Barcelona, Editorial Paidós, 1990. 8 Jürgen Habermas, Teoría de la acción comunicativa (Tomo II), Buenos Aires, F.ditorial Taurus, 1989. 9 Véase Fredric Jameson, El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Barcelona, Editorial Paidós, 1991.

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4. La modernización occidental

A partir de los planteamientos de Max Weber sobre los procesos de modernización de la sociedad europeo-americana, Habermas ha mostrado que éstos no pueden ser circunscritos exclusivamente a Europa y los Estados Unidos, sino que comportan elementos comunes al desarrollo del capitalismo en el mundo entero10.

El proceso de racionalización occidental se caracterizó por dos factores. En primer lugar, se produjo un desencantamiento de las cosmovisiones tradicionales del mundo, en el cual las antiguas imágenes cosmológicas (religiosas, metafísicas, sociopolíticas, estéticas) sufren un proceso de horadamiento y pierden su poder vinculante y cohesionador. Estas cosmovisiones se remplazan por una "ética del éxito" (la ética protestante en el caso viejo europeo y norteamericano) que destruye las normas, valores y tradiciones que hasta entonces regulaban las relaciones sociales, convierte el dinero y el poder en medios de relación íntersubjetiva, y somete la sociedad a los imperativos derivados de la planeación racional y la competencia y consumo capitalistas.

En segundo lugar, se produce una materialización de lo que Habermas denomina la "acción racional con arreglo a fines" (ARCAF), propia de la organización industrial, en "sistemas de acción racional con arreglo a fines" (SARCAF). Ello, gracias a un proceso de racionalización del derecho en el cual éste deviene en el

"medio organizativo" que posibilita la institucionalización vinculante de ambas instancias, así como su diferenciación y autonomización frente a otras esferas de valor por intermedio de un sistema jurídico desacralizado y técnico, que busca garantizar y legitimar la planeación estratégica, tanto en la sociedad como en los individuos que la componen.

La descomposición de la sociedad tradicional que con ello se genera, debido a esta racionalización social y cultural que se produce en todos los ámbitos de la sociedad (cognoscitivo- instrumental, práctico-estético y ético-moral), se origina un cambio cualitativo en el carácter de la sociedad, determinado por los siguientes aspectos:

el hundimiento del Estado interventor, lo cual conlleva a que el Estado deje de regular dominios no estratégicos de la vida económica y los deje en manos de los particulares; la re politización del marco institucional, en términos de una resolución tecnocrática de los problemas sociales, sin participación efectiva de la comunidad; y una nueva legitimación del dominio político, sin recurrir a la presión represiva ni apelar a las antiguas tradiciones político-culturales disueltas;

la consolidación de una ideología científico-tecnológica, la cual impone una lógica del progreso técnico a la sociedad; la disociación de su auto-comprensión convencional, a partir de la deslegitimación de sus sistemas de referencia comunicativa (tradiciones vin-

culantes) y sus conceptos de interacción simbólicamente mediados (valores y símbolos constitutivos); y, por último, la fundamentación de la legitimidad en una conciencia tecnocrática, la cual se presenta como neutra y no ideológica ni politizada, que garantiza así la pureza racional-estratégica del proceso técnico de planeación social, sobre el que la comunidad no puede tener ninguna incidencia efectiva.

II. El Estado latino -americano

1. Cambios en la sociedad latinoamericana

Pese a sus diferencias regionales, el capitalismo se ha desarrollado como un sistema global que ha introducido en los países del Tercer Mundo características comunes a las sociedades industriales avanzadas. Es lo que algunos autores han denominado la "ley del desarrollo desigual y combinado" que caracteriza su evolución planetaria desde el comienzo mismo de su aparición11.

La caracterización de la sociedad latinoamericana responde todavía a paradigmas de interpretación tradicionales que no alcanzan a hacer comprender la reestructuración total que en ella se ha producido. Los esquemas empiristas continúan dando razón de transformaciones sectoriales sin captar el cambio total que se ha producido en su interior y su articulación definitiva en el marco de una economía mundial.

10 Jürgen Habermas, Teoría de la acción comunicativa (Tomo I), Buenos Aires, Editorial Taurus, 1990. 11 George Novack el al., ha ley del desarrollo desigual y combinado, Bogotá, Editorial Pluma, 1977.

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Toda una serie de datos permite deducir la extensión de este cambio en el carácter de la misma, para cuyo análisis pueden servir los elementos expuestos anteriormente. Tal transformación puede sintetizarse de la siguiente manera:

- el proceso de modernización de la sociedad latinoamericana se ha caracterizado por una institucionalización progresiva de la acción racional con arreglo a fines y la consecuente creación de sistemas a niveles macro y micro político y económico, con las respectivas adaptaciones del aparato productivo, estatal y jurídico-legal;

- este proceso ha generado una crisis ético-cultural por el debilitamiento paulatino que produjo en la visión cosmológica convencional a nivel de los símbolos, valores y tradiciones religioso-metafísicos, estético-vitales y socio-políticos dominantes, los cuales posibilitaban una interpretación unitaria de lo real-humano y un marco común a la comunicación intersubjetiva de las comunidades;

- a partir de ello surge una ética del éxito y un modelo de organización orientado al cálculo racional, los cuales entran a determinar los parámetros de vida a nivel personal, social y cultural y suplen mecánicamente el vacío generado por el desmoronamiento de las imágenes tradicionales del mundo;

- ello ha ido acompañado por el hundimiento del modelo de Estado interventor, la crisis del marco institucional

convencional y la aparición de un nuevo tipo de legitimación política con fundamento en una ideología científico-tecnológica que se presenta como neutral, renovadora y no politizada; - el dominio de clase se ha

mimetizado en la planeación técnica que opera a través de la doble táctica de delegar funciones no esenciales en la comunidad y guardar para uso exclusivo de los organismos de planeación pertinentes las decisiones estratégicas sin discusión ni control democrático;

- se introduce, como característica estructural, un manejo discrecional de los medios de comunicación cuya función crítico-fiscalizadora queda relegada a cuestiones marginales, auto concibiéndose como soportes institucionales del Estado y el equilibrio social, y evitando la discusión abierta y democrática de problemas neurálgicos de la sociedad, la cual se remplaza por consensos estadísticos que se presentan como la opinión libre y generalizada de la comunidad12;

- el sistema de enseñanza, en todos sus niveles, se somete a los imperativos tecnológicos de la planeación económica; se supedita paulatinamente la crítica intelectual a los recursos de investigación disponibles y se ejerce sobre aquélla una censura de facto;

- en el marco de lo anterior, los movimientos alternativos sufren un proceso de deslegitimación ideológico-política progresiva que los conduce a una integración

mecánica al orden institucional o, de lo contrario, a su marginación definitiva de lo legal-social;

- simultáneamente van apa-reciendo un sinnúmero de subculturas paralelas, de corte mesiánico-religioso o estético-anarquista, como expresión de la descomposición cultural y de la impotencia política;

- el desplazamiento de los ha-bitantes de las zonas rurales a las zonas urbanas crea un desequilibrio entre oferta y demanda de mano de obra urbana y produce altos ni-veles de pobreza junto con el aumento del sector informal urbano y la periferización tugurial de clases medias y bajas;

- por último, el carácter excluyente del orden económico, el aumento de pobreza y la desintegración social por falta de concertación político-social conducen a un aumento de la violencia espontánea y delincuencial.

2. Teorías del subdesarrollo latinoamericano

Lo anteriormente expuesto refleja un cambio radical en el carácter de la sociedad latinoamericana que poca relación guarda con las caracterizaciones que de ella hicieron el Cepalismo, el Desarrollismo y la Teoría de la Dependencia.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL), bajo la dirección de Raúl Prébisch, buscaba explicar el subdesarrollo de la región mediante un análisis de las estructuras globales que lo

12 Jesús Martín- Barbero, De los medios a las mediaciones, Barcelona, Ediciones Gustavo Gili, 1987.

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impedían. En su artículo, "Economic Development in Latín America and its Principal Problems" (1950), Prébisch señalaba cómo la expansión del capitalismo, la división internacional del trabajo y la inserción de las economías latinoamericanas en el sistema global habían perjudicado a aquéllas, creando una asimetría entre los grandes centros y los países periféricos.

Prébisch concluyó que los términos desiguales del comercio, fomentados por la naturaleza del sistema y la debilidad de las economías latinoamericanas por ser productores de materias primas, sólo se podrían resolver efectuando un desarrollo desde adentro, a través del proteccionismo del mercado local, la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) y la creación de mercados comunes en la región. Esta doctrina cepalina, como es bien sabido, se vio como la panacea para los problemas de desarrollo en la región, y se instrumentó vigorosamente en toda América Latina. Sin embargo, el fracaso del modelo al agotarse la etapa "fácil" de la ISI resquebrajó el mito de desarrollo gradual y las reformas moderadas conducidas por una burguesía nacional progresista.

Basado en el análisis del comportamiento político de América Latina a través de marcos conceptuales estructural-funcionales, psicológicos y sistémicos, el desarrollismo de los años sesenta sostuvo que las sociedades sufrían un proceso

de desarrollo lineal, en el cual iban adquiriendo valores occidentales que les permitían efectuar la transición de una sociedad tradicional a una sociedad moderna. Como resultado, concluía que era necesario considerar las características culturales de cada nación para determinar su potencial para el desarrollo.

La hipótesis fundamental sobre la cual se basa esta interpretación es que los valores, instituciones y actitudes de la sociedad tradicional son la causa del subdesarrollo y constituyen el principal obstáculo a la modernización en América Latina por su naturaleza irracional13. Dicho análisis supone que en los países en vías de desarrollo existen dos sociedades: una arcaica, tradicional y agraria; y la otra, representada por sectores "progresistas" de la élite, moderna, dinámica e industrial. Esto produce un conflicto entre tradición y modernización que se resuelve educando a las élites políticas en los valores occidentales, llevando a cabo un proceso de racionalización del comportamiento y de las organizaciones sociales para efectuar la transición a la modernidad.

La ahistoricidad, el etnocentrismo, la falta de análisis de estructuras sociopolíticas específicas y la carencia de una interpretación adecuada de las relaciones entre las clases, la economía, los partidos políticos y el Estado, que caracterizaron a la teoría desarrollista la hicieron superficial e incongruente.

Además, como argumentaron posteriormente los exponentes de la dependencia, el dualismo de la sociedad latinoamericana no existe, ni su desarrollo es lineal. Los dos polos de la sociedad son el resultado de un único proceso histórico, y las relaciones mutuas entre grupos arcaicos y modernos representan el funcionamiento interdependiente de esa sociedad14

Mucho del trabajo original sobre la dependencia buscaba explicar por qué se encontraba subdesarrollada América Latina en términos económicos, y cómo la dependencia externa había moldeado las fuerzas internas en una forma perjudicial para la igualdad y el establecimiento de sistemas políticos abiertos. Los teóricos de la dependencia, en un claro rechazo a la modernización gradual de la burguesía propuesta por los cepalistas, explican que el desarrollo dependiente y periférico produce una estructura de oportunidad donde las ganancias personales de la élite latinoamericana, en coalición con las fuerzas elitistas del centro, no pueden conducir a una ganancia colectiva de la sociedad, lo que hace imperativo el cambio radical de la sociedad y de las relaciones económicas. En este caso, se trata de considerar no tanto la explotación del centro a Latinoamérica, sino la explotación de las clases dominantes del centro y la periferia a los grupos dominados por ambos.

Como dirá André Gunder Frank, criticado posteriormente por la rigidez de su modelo de

13 Véase Samuel Valenzuela y Arturo Valenzuela, "Modernization and Dependency", en Comparative Politics, No. 4, julio 1978, pp. 535-557, y S. M. Lipset, "Valúes, Education and Entrepreneurship", en Élites in Latín America (New York, 1963) para una discusión más amplia de la teoría del desarrollo y sus críticas.

14 Marco Ingrosso, Modelos socioeconómicos de interpretación de la realidad latinoamericana: de Mariátegui a Gunder Frank, Barcelona, Editorial Anagrama, 1973, p. 25.

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y por su falta de análisis de las estructuras de clase, "el desarrollo y el subdesarrollo son las dos caras de la misma moneda. Ambos representan el resultado necesario de la manifestación simultánea de contradicciones internas al sistema capitalista mundial"15. O sea, el subdesarrollo no es una condición pre-capitalista, como los cepalistas y los desarrollistas afirmaban, sino que es la consecuencia de la economía capitalista global, que, de acuerdo con la ley del desarrollo desigual y combinado, genera una estructura en la que formas arcaicas de producción coexisten e interaccionan con formas más avanzadas16.

El Estado burocrático-autoritario, como lo denominó Guillermo O'Donnell en su libro Modernization and Burocratic Authoritarianism: Studies in South American Politics, cuyo esquema utilizó para caracterizar las dictaduras del Cono Sur y Brasil, era el producto de una etapa del desarrollo dependiente capitalista, resultado del fracaso de la industrialización por sustitución de importaciones y de las políticas populistas que la acompañaban. Más importante que la teoría misma, limitada en todo caso en su aplicación a la región entera, su trabajo sobre el Estado burocrático-autoritario cuestionaba, tanto la perspectiva cepalista como la desarrollista, en su afirmación de que el crecimiento económico y la industrialización interna conllevaban la modernización y la democracia. El autor mostró,

por el contrario, que tales factores junto con el aumento de burocracias (públicas y privadas) y grupos tecnocráticos se podían asociar con la introducción del autoritarismo político.

Aunque las principales aseveraciones de la teoría de la dependencia no se pueden refutar, por el simple hecho de estar basadas en un modelo histórico, los teóricos de esta línea de pensamiento se han mostrado incapaces de ofrecer una solución a la situación de dependencia aparte de la revolución o la adopción de formas socialistas de producción. Entonces, habría que preguntarse si la dependencia económica es una consecuencia necesaria del sistema capitalista y el libre mercado, o si dentro de la región misma, la base para la dependencia no será tanto el capitalismo en sí, sino una marcada disparidad de poder en la que los actores débiles son vulnerables a la explotación. Además, la teoría ignora políticas que pueden reducir esta relación de dependencia, tales como la integración regional, la regulación de inversiones de las corporaciones multinacionales y la transferencia tecnológica, para citar solo algunas. 3. El neoliberalismo y el Estado

latinoamericano El modelo neoliberal ha sido asumido recientemente por los países latinoamericanos como una fórmula mágica capaz de acabar con todos los impedimentos al desarrollo, que

tradicionalmente ha sufrido la región. Sus principios pueden ser sintetizados de la siguiente manera: a) la iniciativa individual (o sea, la privatización) se considera como el resultado necesario de la ineficacia del Estado interventor, y una forma de transferir una mayor participación a la sociedad civil en el desarrollo social; b) las funciones estatales relacionadas con el interés público (culturales, tecnológicas, salud, educación) deben quedar relegadas al ámbito privado, donde se supone que la iniciativa privada les atribuirá mayor rentabilidad; c) la democracia es deseable, siempre y cuando sea de una naturaleza restringida que permita el libre funcionamiento del sistema; d) una economía de mercado junto con la privatización constituyen la orientación estratégica del proceso de recuperación económica en América Latina; e) el subsidio y la tributación al capital desestimulan la creación de riqueza social y deben ser eliminados17.

En una visión neoconservadora -como realmente se la denomina en Europa y los Estados Unidos- de la democracia, el modelo neoliberal concibe al Estado como un ente que funciona en buena parte para proteger la propiedad y limitar los "excesos" de la participación y hace un énfasis desproporcionado sobre el individualismo, el consumismo y el avance científico-tecnológico. Este temor a la democracia de "masas", es expresado claramente por

15. André Gunder Frank, Capitalismo y subdesarroUo en América Latina, La Habana, Instituto del Libro, 1969. 16. Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina, México, Siglo XXI, 1969, y

Osvaldo Sunkel y Pedro Paz,, El subdesarrollo y la teoría del desarrollo, México, 1970, para mayores profundizaciones sobre esta teoría.

17. Emeterio Gómez, "Reflexiones sobre el Neoliberalismo", en Ciencia Política, No. 15, II Trimestre 1989, pp. 11-27, para una interpretación neoliberal del esquema.

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Samuel Huntington, uno de los fundadores del pensamiento "neo-conservador" en los Estados Unidos cuando propone establecer nuevos espacios de "gobernabilidad" y un sistema de control de demandas, conlleva a políticas que terminan burlándose de la base igualitaria de la democracia18.

Como han observado muchos críticos del neoliberalismo, los programas de reforma que propone el modelo destacan la eficiencia, indudablemente importante para la reinserción de las economías latinoamericanas en un sistema global en transformación, pero no una mejor prestación de servicios a las clases medias y bajas. Esto, ya que el Estado neoliberal se muestra indiferente a la justicia social y no ha sido capaz de disciplinar a las élites latinoamericanas para tener un sentido justo de la equidad en sus sociedades, ni para permitir el surgimiento de movimientos de base autónomos19.

Los hechos históricos demuestran que la democracia y el capitalismo han funcionado en Occidente, aunque el laissez faire también ha mostrado sus debilidades últimamente. Sin embargo, existen dificultades al extrapolar los mismos argumentos hacia América Latina, donde hay "evidentes peligros de que el capitalismo (descontrolado) incremente aún más las severas desigualdades y se, ignoran las necesidades de las personas pobres..."20 lo cual se evidencia claramente en el Chile

de Pinochet, el régimen fundador del Estado neoliberal moderno. Al contrario de lo que puede afirmar este modelo, la privatización, cuyos méritos nadie discute, no puede equivaler a la reducción del papel del Estado en un continente que carece de los mínimos recursos vitales para permitir la supervivencia de amplias capas de la población.

Hoy en día, las sociedades latinoamericanas buscan resolver sus problemas, tanto económicos como políticos, y fijar su lugar en el sistema global de una manera democrática. Sin embargo, las tendencias pronosticadas por el neoliberalismo se presentan como amenazas al orden democrático que se está tratando de imponer, y a las probabilidades de desarrollo equitativo en la región, lo cual se ve claramente en los procesos de transformación que está sufriendo el Estado latinoamericano.

El nuevo ciclo de cambios estatales se distingue por un proceso de democratización a nivel del régimen político, incluyente en términos políticos, acompañado por un proceso de modernización del Estado que se muestra socialmente excluyente21. Los programas de estabilización macroeconómica, caracterizados por el ajuste fiscal, la desregulación del mercado, la privatización y la descentralización, predican el desmonte de políticas sociales, tradicionalmente a cargo del Estado, y la racionalización de

la gestión pública, cuyas acciones se presentan de una forma técnica y desideologizada con el fin de eliminar cualquier posibilidad de análisis o crítica.

La descentralización del Estado, laureada como la respuesta final a los retos democráticos de América Latina, también tiene dos caras. Indudablemente, y de acuerdo con la tradición histórica de la región, el ámbito local es el espacio político que más favorece el ejercicio de la democracia directa. Sin embargo, la privatización y la localización de los servicios sociales pueden usarse como un instrumento para restringir y limitar la presión social a nivel municipal, donde es más fácil de controlar, sugiriendo que no se podrá hablar de una descentralización verdadera del poder hasta que el pueblo pueda intervenir en los procesos regionales y nacionales .

Según la lógica neoliberal, el papel protagónico del Estado como promotor del desarrollo se ha ido transfiriendo a las fuerzas del mercado en la organización de las relaciones sociales. Este modelo de "reestructuración" del Estado, preocupado exclusivamente por la modernización del sistema económico, ha producido una declinación en las políticas culturales estatales, especialmente en el ámbito de la educación, y ha favorecido una mayor concentración del poder económico y la riqueza23. Una democracia, con los niveles de exclusión económica y social

18. Robert Rothstein, "Democracia, conflicto y desarrollo en el Tercer Mundo", en Ciencia Política, No. 24, III Trimestre 1991, p, 124.

19. Véase Tina Rosenberg, "Beyond Elections", en Foreign Poticy, Fall 1991, No. 84, pp. 72-92, para una interesante discusión de la naturaleza de la democracia y el Estado en América Latina.

20. Robert L. Rothstein, op. cit., p. 126. 21. Fernando Calderón y Mario R. Dos Santos, Hacia un nuevo orden estatal en América Latina, Chile, Fondo de Cultura

Económica, 1991, p. 20. 22. Ibid., p. 114. 23. Ibid., p.101.

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como la propuesta por estos programas, constituye una clara contradicción y una barrera contra la profundización y la supervivencia de la democracia en América Latina.

Consideraciones finales: hacia una teoría del estado democrático

De acuerdo con lo anterior, una teoría del Estado democrático en América Latina debe contemplar y profundizar las siguientes realidades que se presentan como tendencias objetivas del actual proceso:

- la inserción en la economía mundial se está haciendo a costa de la desorganización de la producción industrial interna. La apertura no está dándose paralela con procesos de concertación social en los que se convoquen los diferentes actores sociales y políticos y se amortigüe, de esta manera, el costo inicial del ajuste;

- el ajuste estructural neoliberal al mercado internacional genera, necesariamente, inestabilidad política, la cual sólo puede contrarrestarse si se la supedita a una expansión productiva y distributiva que permita compartir el costo social equitativamente entre todos los sectores sociales, y no exclusivamente entre las clases medias y bajas, como viene haciéndose;

- el modelo neoliberal no tiene en cuenta que en las economías en las que existen marcadas desigualdades sociales el mercado no puede,

por sí solo, ser el factor protagónico del equilibrio y la integración social; de allí que se requiera la consolidación de un consenso amplio y participativo que permita cohesionar la sociedad en general en torno de unos objetivos mínimos de crecimiento nacional -que no se está propiciando- para mantener la dirección unidireccional del proceso; la concepción del mercado como ente milagroso se presenta como un error estructural del esquema, en países de economía dependiente tendría que ser orientado por el Estado para ponerlo al servicio del desarrollo;

la lógica del ajuste se ha ido imponiendo a un gran costo social; esto produce un desplazamiento de funciones estatales al capital nacional y transnacional y a las instancias tecnoburocráticas del Estado, y genera un proceso de marginalización económica, social y política que hace más profundos los desequilibrios ya existentes;

el análisis crítico de la realidad social, que necesariamente es la instancia que permite generar conciencia sobre las incongruencias del esquema y plantear eventuales reorientaciones, tiende a ser neutralizado, marginado y sometido a la cultura instrumental del sistema;

el papel acrítico de los medios de comunicación se hace más profunda en la medida en que se produce un manejo y control institucional

de los mismos por parte del Estado, y pierden su au-tonomía y su capacidad de transmitir elementos de análisis desde la perspectiva de la comunidad24;

- la generalización del papel neutro de la tecnocracia des plaza las decisiones y ejecuciones macro y micro políticas a los organismos de planeación económica sin consultarlas con las comunidades afectadas, y se las legitima por consensos estadísticos, no democráticos;

- la despolitización de los actores sociales de bajos y me dios recursos debería remediarse con el apoyo a toda iniciativa de consulta democrática que devuelva a la comunidad la capacidad de incidir en los organismos del Estado y fiscalizarlos, responsables del diseño y ejecución de políticas eco nómicas y de servicios públicos;

- los símbolos, valores y tradiciones sociopolíticos constitutivos de la identidad particular de cada comunidad, se ven desplazados por una ideología unidimensional y tecnologizante, que paulatinamente se impone como pauta cultural dominante y que sólo podría contrarrestarse a través de políticas culturales que posibiliten una re simbolización efectiva de las culturas locales.

Después de varias décadas de dictadura en Latinoamérica, el subcontinente se ha enfilado hacia la consolidación de la democracia. Sin embargo, el regocijo de la libertad no ha

24 José Hernández, "La República de los Periodistas", en El Tiempo, 17 de noviembre, 1991, p. 1E.

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permitido precisar las diferentes existentes en la actual sociedad latinoamericana, el cambio sus-tancial en su carácter y el nuevo ejercicio del poder, a nivel mundial y subcontinental, que se está ejerciendo. Estos factores, que pretendieron ponerse de presente en la parte inicial de este artículo, determinan la reestructuración del proyecto democrático en América Latina y, en consecuencia, la teorización sobre la sociedad y el Estado democrático.

Las reflexiones anteriores apuntan hacia la necesidad de estructurar una tercera interpretación teórica entre el Estado fantasmal propugnado por el modelo neoliberal y el Estado interventor, que ca-racterizó a la región durante casi un siglo. Ante esto hay que afirmar que el antagonismo que algunos han querido establecer entre el estatismo y el privatismo no existe y es posible una forma mixta de cooperación entre el Estado,

la empresa privada y los movimientos civiles y políticos25. Lo que sí es cierto es que hay que redefinir la relación que existe entre el Estado y la sociedad civil para preservar el papel protagónico del primero y rescatar la libertad de la segunda. Sólo en esta mutua interrelación logrará América Latina encontrar el camino de una democracia amplia, pluralista y participativa.

25 Néstor García Canclini, "Cruces, arraigos y deslindes", en El Espectador, Magazín Dominical, 17 de noviembre, 1991, pp. 4- 8.

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Declaración de Guadalajara1

Los jefes de Estado y de Gobierno de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, reunidos en la Ciudad de Guadalajara, México, los días 18 y 19 de julio de 1991, hemos acordado emitir la siguiente declaración:

1. Con especial beneplácito nos hemos congregado, por primera vez en la historia, para examinar en forma conjunta los grandes retos que confrontan nuestros países en un mundo en transformación. Nos proponemos, por ello, concertar la voluntad política de nuestros gobiernos para propiciar las soluciones que esos desafíos reclaman y convertir el con junto de afinidades históricas y culturales que nos enlazan en un instrumento de unidad y desarrollo basado en el diálogo, la cooperación y la solidaridad.

2. Representamos un vasto conjunto de naciones que comparten raíces y el rico patrimonio de una cultura fundada en la suma de pueblos, credos y sangres diversos. A quinientos años de distancia de nuestro primer encuentro, y como uno de los grandes espacios que configuran el mundo de nuestros días, estamos decididos a proyectar hacia el tercer milenio la fuerza de nuestra comunidad.

3. Reconocemos que este propósito de convergencia se sustenta no sólo en un acervo cultural común sino, asimismo, en la riqueza de nuestros orígenes y de su expresión plural. Nuestra comunidad se asienta en la democracia, el respeto a los derechos humanos y en las libertades fundamentales. En este marco, se

Guadalajara, México, 18 a 19 de julio de 1991.

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reafirman los principios de soberanía y de no intervención y se reconoce el derecho de cada pueblo a construir libremente en la paz, estabilidad y justicia, su sistema político y sus instituciones.

4. Encontramos en la aproximación respetuosa de nuestras diferencias y en la voz múltiple de nuestras sociedades, las bases de un proyecto de cooperación iberoamericana sustentado en el diálogo, la solidaridad y la adopción de acciones concertadas.

5. Manifestamos la voluntad de contribuir unidos a un futuro común de paz, mayor bienestar e igualdad social. Estamos comprometidos con el desarrollo económico y social de nuestros pueblos, la plena vigencia de los derechos humanos, la ampliación de los cauces democráticos, el fortalecimiento de nuestros sistemas institucionales y el respeto de las normas de derecho internacional.

6. Deseamos un futuro de certidumbre, paz y seguridad para nuestros pueblos. Ello sólo será posible mediante el respeto al Derecho Internacional y a través del desarme general y completo que desaliente el uso de la fuerza y propicie la solución negociada de controversias. Reafirmamos nuestro apoyo a las metas para la década de las Naciones Unidas contra el colonialismo. Frente al abuso del poder, invocamos la razón y el diálogo.

7. Reafirmamos que es obligación del Estado de Derecho promover y garantizar la plena vigencia de los derechos humanos. A partir de nuestros propios esfuerzos y sobre la base de una cooperación internacional amplia, no selectiva y no discriminatoria, estamos decididos a conformar un acervo iberoamericano en el ámbito de los derechos humanos que consolide conductas de respeto, libertad y armonía en lo político, lo jurídico, lo económico y lo social.

8. Reconocemos la inmensa contribución de los pueblos indígenas al desarrollo y pluralidad de nuestras sociedades y reiteramos nuestro compromiso con su bienestar económico y social, así como la obligación de respetar sus derechos y su identidad cultural.

9. Estamos comprometidos en un proceso de profundo reajuste de nuestras economías con el objeto de lograr con eficiencia la recuperación y el crecimiento. Nuestros países han hecho avances significativos en sus procesos de modernización por medio de la

modernización por medio de la reforma del Estado y de la liberalización económica. Tales procesos han entrañado sacrificios que deben cesar para que sea posible establecer una verdadera justicia social. En nuestra región se han dado procesos sin precedente tendientes a la integración económica gradual regional y subregional que hagan posible una posición más favorable en el escenario internacional. Nuestras iniciativas se verán fortalecidas si existe un entorno internacional que facilite recursos complementarios para el desarrollo y la supresión de obstáculos al intercambio comercial.

Manifestamos nuestro decidido apoyo a los procesos de integración en curso tanto a nivel regional como subregional y nos proponemos seguir avanzando en este camino. Reiteramos que estos esfuerzos de integración son abiertos al resto del mundo.

La persistencia de la actual situación puede llevar a que se substituya el bipolarismo ideológico por una división entre el Norte, rico en capitales y tecnología, y el Sur, pobre y sin perspectivas. Para superar el problema es necesario, por un lado, desarrollar formas efectivas de reciprocidad y solidaridad, por otro, fundamentarlas en una propuesta ética, guiada por la justicia social y por la libertad y que impulse, con nuevos esquemas, una verdadera cooperación entre los países del mundo.

10. Desplegaremos todos los esfuerzos necesarios para liberar a nuestros pueblos antes del siglo XXI del flagelo de la miseria. Para ello, procuraremos el acceso general a servicios mínimos en las áreas de salud, nutrición, vivienda, educación y seguridad social, de acuerdo con las metas establecidas por las Naciones Unidas en las Estrategias Internacionales del Desarrollo. Así contribuiremos al fortalecimiento de la democracia en nuestra región.

11. Reafirmamos que la deuda externa es uno de los principales obstáculos para el crecimiento y estabilidad de la región y que en consecuencia constituye, para muchos de nuestros países, un factor fundamental del desarrollo eco nómico de evidente dimensión política.

12. Reconocemos que nuestras aspiraciones de desarrollo económico, social, tecnológico y cultural requieren un impulso decidido a la educación y a la cultura que a la vez que

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fortalezca nuestra identidad nos permita bases sólidas para asegurar la inserción adecuada de nuestros países en un contexto internacional caracterizado por la innovación científica y tecnológica.

Es necesario acortar la brecha tecnológica utilizando la tecnología básica para atender los derechos a la salud, a la educación, a la alimentación y a la vivienda. La transferencia de tecnología debe responder a criterios sociales y no exclusivamente a bases mercantiles.

13. Ante el deterioro ecológico global, íntima mente ligado a modelos de desarrollo que han prevalecido hasta hoy, principalmente en los países industrializados, requerimos un es fuerzo renovador en el ámbito de la cooperación multilateral. Ello permitirá eliminar ese deterioro y superar la pobreza. Es indispensable que dicha cooperación internacional establezca mecanismos eficaces de transferencia de recursos financieros adicionales y de tecnologías apropiadas en condiciones preferenciales y no comerciales para los países en desarrollo teniendo en cuenta que la responsabilidad de la solución debe recaer básicamente en aquellos que más contribuyen a generar el daño. Estos mecanismos deben contener modalidades innovadoras fundamentadas en la administración soberana de los recursos naturales y en la promoción del crecimiento económico. Asimismo, se deben establecer las bases de un régimen jurídico global convencional que contemple los aspectos indisociables del desarrollo y de la preservación de la naturaleza. La actual desigual dad del sistema económico internacional y sus consecuencias para gran parte de la humanidad que vive en la pobreza, requieren la creación de un nuevo orden para el medio ambiente sano y equilibrado.

14. Nos comprometemos a desplegar los esfuerzos necesarios para dar cumplimiento a las metas definidas en la Cumbre Mundial en favor de la Infancia. Para ello impulsaremos la formulación de los Programas Nacionales de Acción destinados a promover la supervivencia, la protección y el desarrollo integral de la niñez iberoamericana.

15. Las deficiencias del desarrollo se reflejan en el costo que representan la muerte y la enfermedad en nuestros países, particularmente para aquellos sectores más vulnerables de la población. Conscientes de las condiciones de

alto riesgo que han llevado a brotes epidémicos como el cólera, cuya magnitud ha creado una situación de emergencia, manifestamos nuestra voluntad de cooperación a fin de superarlas y lograr mejores niveles de salubridad y de vida.

16. Frente al flagelo del narcotráfico y sus secuelas, afirmamos el principio de la responsabilidad compartida y reiteramos nuestro compromiso de fortalecer la cooperación internacional para su erradicación, basada en una perspectiva integral y multilateral con pleno respeto a la soberanía de los Estados.

17. En un mundo en el que se perfila la formación de grandes conglomerados regionales, dinámicos y competitivos, el aislamiento y la incomunicación son causa de pobreza, marginación y atraso. Requerimos una mayor fuerza colectiva que atenúe la vulnerabilidad y los riesgos de la dispersión.

18. Ante la pobreza, la guerra, la intolerancia, el hambre, la enfermedad, la degradación del medio ambiente y la ignorancia, proponemos una nueva cultura de cooperación internacional como única vía para un mundo justo y estable. Entendemos ésta como una verdadera operación conjunta en la que confluyan intereses y objetivos compartidos entre las naciones de Iberoamérica que trasciendan el simple dar y recibir.

19. Aspiramos por ello a convertirnos en un interlocutor pleno en el escenario mundial. A partir de nuestras coincidencias hemos decidido emprender iniciativas para superar los desafíos que enfrentamos y unir nuestras voluntades ante las más apremiantes cuestiones globales.

20. Asumimos que nuestro acercamiento se enriquece con la diversidad de experiencias que están teniendo lugar y abre nuevas posibilidades de diálogo y entendimiento con todas las regiones del mundo. Por lo tanto, la intensificación de la cooperación iberoamericana no excluye ni sustituye los esquemas de integración y concertación regionales y subregionales en los cuales actuamos.

21. Al final del siglo XX se configura el surgimiento de un nuevo esquema de organización de las relaciones internacionales. Sin embargo, sus rasgos fundamentales están aún por definirse; no podemos esperar el cambio pasivamente, debemos actuar para conformarlo, tenemos interese genuinos que deben ser reafirmados e impulsados.

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22. Sólo una sociedad internacional regida por el Derecho puede asegurar la paz y la seguridad para todos los pueblos. En esa tarea deberá desempeñar un papel esencial la Organización de las Naciones Unidas, unas Naciones Unidas revitalizadas y renovadas y a las que la nueva situación internacional debe facilitar la consecución efectiva de los fines para los que fueron creadas.

El fortalecimiento de las bases de convivencia y justicia internacionales, conforme a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, es una responsabilidad compartida por todos los Estados y no prerrogativa exclusiva de algunos.

Se trata de un proceso que debe ser abierto y participativo, en el cual se hagan valer los intereses de la comunidad internacional en su conjunto. Estamos decididos a aportar nuestra contribución.

23. La interdependencia de los desafíos que enfrenta la humanidad nos obliga a conjugar esfuerzos para superarlos. Lograrlo requiere el estricto apego a las normas fundamentales del Derecho Internacional, así como a su desarrollo progresivo en las nuevas áreas, resultado de los procesos de integración y globalización.

24. Reafirmamos la fuerza de nuestra cultura que se ve enriquecida por nuestra participación en los procesos de integración y globalización.

Los jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica nos comprometemos a realizar consultas para alentar una cooperación más amplia y acrecentar los intercambios que nos permitan impulsar políticas comunes que promuevan el óptimo aprovechamiento de las ventajas que se derivan de la pertenencia a una misma comunidad. Nos hemos fijado los siguientes objetivos:

I. Vigencia del Derecho Internacional

A) Guiar la conducta externa de nuestros países sobre la base del Derecho Internacional y actuar en forma conjunta y coordinada para contribuir a eliminar el uso o la amenaza del uso de la fuerza.

B) Promover decididamente los procesos de

negociación para la solución de conflictos regionales y apoyar iniciativas en materia de control, reducción y tráfico de armamentos. Respaldar en ese sentido los procesos de negociación en Centroamérica tendientes a establecer una paz justa, firme y duradera y a ese efecto nos comprometemos a abstenernos de cualquier acción o medida que obstaculice la pronta solución de los conflictos y exhortamos en ese mismo sentido a todos los miembros de la comunidad internacional.

C) Impulsar el derecho al desarrollo y el estable cimiento de relaciones económicas internacionales más justas y equitativas.

Ch)Participar activamente en la reestructuración de los foros multilaterales, en particular del Sistema de las Naciones Unidas, con el fin de alcanzar un orden internacional más justo y democrático que garantice la paz y promueva el bienestar de los pueblos.

D) Promover el fortalecimiento de la democracia y del pluralismo en las relaciones internacionales, con pleno respeto a la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de los Estados, así como la igualdad soberana y la autodeterminación de los pueblos.

E) Propiciar consultas sobre el desarrollo y la codificación del Derecho Internacional sobre la base de un proceso consensual y orientado hacia aquellos temas, que por su carácter global, presentan una mayor urgencia. Merecen atención prioritaria el fortalecimiento de los mecanismos de solución pacífica de controversias, normas aplicables en conflictos armados, promoción del desarme convencional, nuclear y de armas de destrucción masiva, vigorización de los instrumentos de protección de los derechos humanos, definición del marco jurídico para la defensa del medio ambiente, combate al narcotráfico, derecho del mar y del espacio exterior y transferencia de tecnología.

F) Fortalecer la cooperación entre gobiernos y entidades de la sociedad civil y organismos multilaterales competentes en materia de derechos humanos, y fomentar la plena adhesión a los instrumentos internacionales de promoción y protección de estos derechos tanto de carácter universal como regional.

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G) Adoptar el compromiso de crear, y en su caso consolidar, en nuestros respectivos países, mecanismos nacionales de promoción, protección y defensa de los derechos humanos, así como establecer una cercana colaboración entre los mismos.

II. Desarrollo económico y social

H) Fortalecer el sistema multilateral de comercio internacional impulsando una mayor comunicación, y en su caso colaboración, entre los diferentes esquemas de integración y cooperación en los que participan, tanto en América como en Europa, los países iberoamericanos a fin de garantizar una economía mundial abierta.

I) Contribuir al éxito de la Ronda Uruguay del GATT, al cumplimiento pleno de sus reglas y objetivos, a la lucha contra el proteccionismo, al rechazo de la discriminación en el comercio internacional y a la justa reciprocidad para los países que realizan esfuerzos unilaterales y regionales de apertura comercial.

J) Definir modalidades realistas y pragmáticas, que permitan reinscribir las cuestiones del desarrollo económico y de la cooperación internacional en la agenda multilateral.

K) Fortalecer los mecanismos nacionales e internacionales que contribuyan adecuadamente a promover de manera definitiva el ejercicio pleno de los derechos y la incorporación en completa igualdad de la mujer a la sociedad.

L) Alentar encuentros de los agentes económicos en Iberoamérica con el fin de intercambiar experiencias y fomentar mayores vínculos entre ellos aprovechando ventajas comparativas mutuas para el comercio, la inversión y el desarrollo tecnológico. Para tal fin se podría estimular el establecimiento de una organización empresarial iberoamericana.

Ll) Se propone la creación de un fondo iberoamericano con el apoyo de organismos internacionales, para el desarrollo de los pueblos indígenas, que permita resolver favorablemente los acuciantes problemas de los pueblos originarios al margen de cualquier sentido de "reservas indígenas" o de compensaciones paternalistas.

M) Apoyar, a propuestas del presidente de México, la candidatura del señor Carlos Solchaga de España como presidente del Comité Interino del Fondo Monetario Internacional.

N) Asegurar que las medidas de control, reducción y eliminación de armas de destrucción masiva no obstaculicen el acceso legítimo a tecnologías avanzadas para uso pacífico, indispensables para el desarrollo económico y social de nuestros pueblos.

O) Impulsar soluciones al deterioro ambiental sobre la base del pleno respeto de la soberanía de los Estados sobre sus recursos naturales y a sus políticas ecológicas, tomando en cuenta que la responsabilidad de los países es proporcional a la medida en que han contribuido a tal degradación. Llamamos en particular la atención sobre la necesidad de prevenir por medios internacionales el uso y transferencia de tecnologías contaminantes. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo constituyen una oportunidad singular para que se amplíe la cooperación internacional para el desarrollo y se revierta el proceso global de degradación de la naturaleza.

P) Promover programas de cooperación a corto plazo de lucha contra el narcotráfico, de acuerdo con los instrumentos internacionales vigentes, por medio de intercambio de información, la fiscalización de activos monetarios de procedencia ilícita y el control de la producción y venta de precursores químicos.

Q) Demandar a los países consumidores que intensifiquen sus acciones tendientes a la erradicación del uso de drogas.

R) Requerir a los países industrializados y a los organismos internacionales que brinden su apoyo económico y financiero para permitir a todos los Estados afectados por el narcotráfico llevar a cabo programas de sustitución de cultivos y desarrollo alternativo, así como el fortalecimiento de sus sistemas judiciales y administrativos. Una de las modalidades más eficaces de compensación de los costos socioeconómicos generados por esta lucha, es la apertura de mercados para los países en desarrollo que emprendan los citados programas.

S) Otorgar atención a los problemas de salud y, en especial, a los de salud preventiva. Damos pleno respaldo a la elaboración de un plan de emergencia para la prevención y control del

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cólera en Iberoamérica y para inversiones de mediano y largo plazos orientadas a reducir las carencias en materia de abastecimiento de agua potable y el tratamiento adecuado del agua usada.

Proponer a los organismos internacionales de crédito la factibilidad de prestar ayuda a los países de la región en sus planes agrarios.

III. Educación y cultura

U) Identificar las áreas educativas que de acuerdo con cada país presenten ventajas comparativas y de las que pudieran derivarse beneficios para la región iberoamericana como países individuales o en su conjunto y, en función de sus prioridades, diseñar programas específicos de cooperación, sea a nivel bilateral o multilateral.

V) Promover un mercado común del conocimiento como un espacio para el saber, las artes y la cultura, liberalizando los intercambios de materiales culturales, didácticos y educativos; facilitando el intercambio y la provisión de equipamiento científico y tecnológico; y creando incentivos para la comunicación y transmisión de conocimientos. De igual manera, nuestros países deberían destinar, dentro de sus posibilidades, recursos para la puesta en marcha de un proyecto de desarrollo tecnológico destinado a fortalecer la capacidad de generación de innovaciones para reforzar la competitividad industrial y la eficiencia social.

W) Fomentar encuentros iberoamericanos de expertos en las diversas áreas del pensamiento y la creación culturales. Invitar a cada país de la región a fundar una biblioteca iberoamericana como eslabón de cultura, esencia de nuestra comunidad.

X) Intensificar los vínculos entre instituciones iberoamericanas de educación superior.

Y) Ampliar los programas de intercambio cultural y de becas.

Z) Impulsar el aprovechamiento de los sistemas de comunicaciones por satélite que existen en la región, lo que contribuiría a mejorar los vínculos entre los países de Iberoamérica.

Para alcanzar los objetivos antes mencionados

hemos decidido establecer un diálogo al más alto nivel entre los países de Iberoamérica. Los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Guadalajara, México, hemos decidido constituir la Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno con la participación de los Estados soberanos de América y Europa de lengua española y portuguesa. Para ello nos reuniremos inicial-mente en España el año próximo, en Brasil en 1993, en Colombia en 1994 y en Argentina en 1995. La celebración de estas reuniones permitirá avanzar en un proceso político, económico y cultural a partir del cual nuestros países podrán lograr juntos una mejor y más eficiente inserción ei un contexto global en plena transformación. Expresamos la conveniencia de intercambiar información sobre el avance de los objetivos de esta Declaración antes de la próxima Cumbre.

T)

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CEI Centro de Estudios Internacionales

Universidad de los Andes

Publicaciones periódicas

DOCUMENTOS OCASIONALES

1. Rodrigo Pardo y Juan G. Tokatlian. Teoría y práctica de las relaciones internacionales: el caso de Colombia, enero-febrero, 1988 (agotado).

2. Jaime Acosta Puertas. América Latina: ¿modelos de industrialización y de innovación tecnológica? Reflexiones, marzo-abril, 1988 (agotado).

3. Igor Kavass, Rainer Dombois y Juan G. Tokatlian. La cuestión de las drogas: una problemática, tres perspectivas, mayo-junio, 1988 (agotado).

4. Adriana de la Espriella. Panorama de los derechos humanos en Colombia, julio-agosto, 1988 (agotado).

5. Malcolm Deas y Marc Chernick. Colombia durante el gobierno del presidente Betancur: las relaciones entre política exterior, crisis centroamericana y proceso de paz nacional. Dos enfoques, septiembre-octubre, 1988 (agotado).

6. José Luís Ramírez León. Las relaciones internacionales de Colombia con el Medio Oriente. Evolución, desarrollo y perspectivas, noviembre-diciembre, 1988.

7. Dora Róthlisberger. Las relaciones internacionales de Colombia con los principales países asiáticos de la Cuenca del Pacífico, enero-febrero, 1989 (agotado).

8. Alejandro Valencia Villa. Derecho internacional y conflicto interno. La humanización de la guerra y el derecho de gentes en Colombia. Una aproximación histórica, marzo-abril, 1989 (agotado).

9. Cario Nasi. La política internacional de Colombia hacia Cuba y Nicaragua durante el gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala, 1978-1982, mayo-junio, 1989.

10. César Torres del Río. El presidente Eduardo Santos y la nueva práctica de la política exterior de Colombia, julio-agosto, 1989.

11. Gabriel Murillo, Mónica Rugg y María Victoria Llorente. Las relaciones entre Colombia y Venezuela: dos aproximaciones, septiembre-octubre, 1989.

12. Ana Mercedes Botero. Un aporte

interpretativo en torno a las drogas y su papel en las relaciones entre Colombia y Estados Unidos, noviembre-diciembre, 1989 (agotado).

13. José Luís Ramírez León. Las relaciones internacionales de Colombia con la Comunidad Económica Europea, enero-febrero, 1990.

14. Christian L. Fréres. Colombia y España: una reseña de sus relaciones, marzo-abril, 1990.

15. Mauricio Reina. Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos (1978-1986), mayo-junio, 1990.

16. Diego Cardona. Evaluación de la política exterior de la administración Barco, julio-agosto, 1990.

17. Alberto G. Flórez Malagón y Luís Guillermo Baptiste. Ecología y política internacional. El caso colombiano, septiembre-octubre, 1990.

18. Marta Osorio. Las relaciones comerciales entre Colombia y la Comunidad Europea, noviembre-diciembre, 1990.

19. Daniel García. Democracias pactadas y política exterior: las experiencias de Colombia y Venezuela, 1957-1962, enero-febrero, 1991.

20. Alfredo Fuentes. Reorientaciones en políticas económicas y científico-tecnológicas en América Latina, marzo-abril, 1991.

21. Pío García P Colombia en la era del Pacífico, mayo-junio, 1991.

22. Cristina Barrera. Trabas burocrático-administrativas en el comercio andino: Cinco estudios de caso, julio-agosto, 1991.

23. Bagley, Fergusson, García, Peralta y Tokatlian. Las drogas bajo tres nuevos enfoques analíticos: De la narcodiplomacia y la simbología jurídica a la industria del placer, septiembre-octubre, 1991.

24. Amorín, Sohr y Soto. La seguridad y la defensa en América Latina en los años noventa: retos y perspectivas, noviembre-diciembre, 1991.

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