SALUTATIO PATRIS GENERALIS | JULIO/AGOSTO 2017 | 1

Queridos hermanos:

Como todos sabéis, nuestra Orden acaba de celebrar en Santiago de Chile su primer Congreso Internacional de Educación Escolapia (COEDUPIA 2017). Creo que todos los congresistas salimos felices de la experiencia vivida, com-prometidos profundamente con nuestra vocación de educadores escolapios. Pero también salimos comprometidos con una tarea que será muy importante:

trasmitir a los demás lo vivido y experimentado en Chile.

Yo quiero colaborar en esta tarea de “transmitir” enviando a las Escuelas Pías una carta fraterna sobre el Congreso, que la he titulado con lo que yo considero que fue el tema central de la asamblea escolapia chilena: renovar nuestra opción por ser educadores es-colapios. Os ofrezco unas sencillas reflexiones que fui elaborando a lo largo del Congreso.

1. Personalmente, yo tenía un objetivo para este Congreso al que le daba y le doy mucha importancia: que los participantes en él avanzaran en su comprensión y visión de lo que es la realidad de las Escuelas Pías. Que vieran lo que realmente somos y vivimos. Y creo que este objetivo fue sobradamente cumplido. COEDUPIA fue una auténtica experiencia calasancia, y todos pudimos experimentar lo que realmente somos. Puedo decir que el Congreso fue un grupo bien representativo de la realidad de las Escuelas Pías: doscientos congresistas, religiosos y laicos, todos educadores, de todas las demarcaciones de la Orden, de edades, procedencias, trabajos y estilos diferentes, pero todos escolapios. Puedo decir que el sentimiento de alegría y de

CARTA A LOS HERMANOS

JULIO/AGOSTO 2017

COEDUPIA 2017

Ser educadores escolapios

SALUTATIO PATRIS GENERALIS

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orgullo por lo vivido era –y sigue siendo- común entre todos. Es una primera constatación que quiero compartir con vosotros.

2. Salimos de Chile convencidos de que tenemos un tesoro extraordinario. Somos por-tadores de algo formidable que debemos saber valorar, en lo que debemos creer y desde lo que tenemos que vivir. Y ese tesoro es Calasanz, el carisma calasancio, el sueño de una educación capaz de cambiar el corazón de cada uno de los niños y jóvenes porque antes ha cambiado el nuestro. A todos los educadores escolapios les doy las gracias por ser por-tadores y constructores del sueño de Calasanz.

3. Constatamos que tenemos una identidad que nos une, pero no nos hace idénticos. Somos diversos, respondemos a situaciones diversas, tratamos de dar lo mejor de nosotros mismos a los niños y jóvenes que tenemos delante, y por eso damos respuestas diversas. Pero en todas ellas se reconoce a Calasanz. Esta es la identidad. Al final del Congreso pedí a los participantes, y a quienes escuchaban el acto de clausura a través de las redes sociales, que disfrutaran de ser calasancios, de ser portadores de un regalo extraordinario de Dios para los niños y jóvenes. Ojalá sea siempre así entre nosotros.

4. Renovamos nuestra fe en el proyecto escolapio que tenemos. Y sabemos que es y ha sido bueno para los niños y jóvenes de todas las generaciones. De todas. Pienso que el legado de Calasanz es profundamente actual e interpelante. Lo es por muchas razones. En primer lugar, porque el desafío de la educación de calidad y para todos sigue siendo real, y él es un ejemplo, en un contexto muy difícil, de que es posible luchar por ello y abrir un nuevo camino. Además, es importante destacar que, en su respuesta al desafío, Calasanz elaboró una propuesta sobre la que hoy se sigue trabajando: la educación integral. Además, creo que el mundo de hoy necesita modelos atractivos de vida entregada, de autenticidad de fe, de compromiso por el cambio social. Los jóvenes necesitan saber que la plenitud de vida, desde Cristo, es posible si uno se da día a día. Y eso es Calasanz.

5. Pero además de actual, creo que Calasanz es necesario: los niños y jóvenes siguen nece-sitando educadores que crean en ellos. Calasanz creyó en el joven, y siempre pensó que, si un joven se encuentra con un educador capaz de ayudarle a crecer desde lo mejor de sí mismo, desde la propuesta de Jesús, ese joven crecerá como un hombre o una mujer de bien, capaz de cambiar el mundo. Este es el carisma de Calasanz. No conozco nada más actual ni más necesario.

6. Pienso que el Congreso Internacional de Educación Escolapia, en sí mismo, es un mensaje para las Escuelas Pías. El Congreso es el mensaje. Además de los materiales que se publi-quen, además de las ponencias, además de todo lo que se trabajó, este Congreso nos dice:

• Que cuando nos convocamos a algo como esto y lo preparamos consultando con tantas personas como se ha consultado, somos capaces de hacer algo bueno y significativo.

• Si compartimos lo que hacemos, nos enriquecemos y aprendemos unos de otros. Y eso es bueno para los niños.

• Que sólo en equipo podemos crear algo que realmente dé respuesta a lo que los alum-nos necesitan.

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• El clima de amistad, de colaboración, de apertura, de comunión, fue un don extraor-dinario. Estamos contentos de ser escolapios.

7. Las ponencias elegidas expresaron nuestras claridades: queremos innovar desde lo que somos, desde el tesoro de Calasanz; queremos que Cristo esté en el centro y aprender de Él como el único maestro; queremos acompañar a los alumnos en el extraordinario descubrimiento de que sólo desde el servicio a los demás crecemos como personas y, finalmente, queremos responder al joven de hoy desde lo que él vive, pero ayudándole a acoger que ni él ni sus deseos es lo central, porque hay algo más grande que le queremos ayudar a descubrir. Porque le amamos y le valoramos, queremos ayudarle a comprender que él no es su propio horizonte: queremos que descubra una plenitud más grande que él. Por esto el trabajo educativo es extraordinario: porque estamos llamados a acompañar a cada joven para que descubra todo lo bueno que hay en su corazón, pero también para ofrecerle lo que necesita para ser mejor.

8. Hemos comprobado que el carisma de Calasanz vive en cada rincón de las Escuelas Pías. El carisma está en cada lugar en el que vivimos y trabajamos. El carisma se encarna en cada lugar. Por eso ha sido bueno un Congreso como el que hemos vivido. Porque al reunirnos descubrimos que hay muchas otras personas y comunidades que viven el caris-ma de modo diferente, y eso nos da un mensaje formidable: el carisma es más grande que yo. Por eso me puede transformar. Ni siquiera este Congreso nos muestra la totalidad de Calasanz. Si no fuera así, no podríamos hacer otro. Y necesitamos seguir descubriendo…

9. Puedo decir que a lo largo de los días del Congreso se acercaron a mí muchos congresistas para compartir sus sentimientos. Fui escuchando muchos testimonios personales, algunos de los cuales sintetizo en este párrafo: me ha impactado conocer gente valiente, que da respuestas formidables en situaciones bien difíciles / todo lo que yo hago y todo lo que yo soy es fruto de mi encuentro con lo escolapio / estoy profundamente agradecida por haber estado aquí; me siento orgullosa de pertenecer a las Escuelas Pías / tenemos que seguir en esta dirección, tenemos que seguir trabajando juntos / nunca me imaginé la riqueza que tenemos… Todo esto y muchas cosas más son nuestros sentimientos. También esto es un mensaje.

10. Este Congreso ha provocado expectativas. Pienso que todos queremos más, necesita-mos más, buscamos más. Es decir, hay que seguir trabajando en red, colaborando, com-partiendo. La tarea pendiente no es sólo un post-congreso; se trata de una nueva manera de comprender la Orden, de comprender las Escuelas Pías, de comprender la misión. No se trata sólo de trasmitir lo vivido en Chile, sino de vivir desde lo allí experimentado. Invito a todos a pensar creativamente sobre esto.

11. Hay algo muy importante que se vivió en el Congreso: fue una experiencia de “elaborar Pedagogía”. El Congreso Escolapio fue también un laboratorio pedagógico en el que doscientos educadores trabajaron juntos sobre muchísimos temas y desafíos propios de la educación que hoy necesitamos impulsar. Queda mucho trabajo por delante todavía, pero podemos sentirnos contentos de que, realmente, estamos “construyendo educación”. Ya desde ahora os invito a leer y a trabajar sobre todos los materiales que se irán publicando poco a poco.

12. Hay un detalle que quiero destacar: estuvimos todos. Ninguna Provincia se quedó fuera, todas enviaron sus representantes. Contamos también con la presencia de las Escolapias,

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las Calasancias y los Cavanis. Hemos dado un paso fuerte como Familia Calasancia. Y, además, estuvimos bendecidos por la noticia de la canonización del Beato Faustino Mí-guez, escolapio, fundador del Instituto Calasancio de las Hijas de la Divina Pastora, que nos fue comunicada precisamente mientras estábamos en Chile. No podíamos pedir más.

13. Este Congreso Internacional de Educación ha sido el primero de nuestra historia. Pienso que COEDUPIA 2017 es una página extraordinaria de la historia de la Orden. En la historia de las Escuelas Pías quedará marcado este Congreso. Y lo hemos hecho entre todos. Estamos agradecidos por ello. Ojalá, además de histórico, sea realmente renovador. Sa-bemos que los grandes eventos tardan tiempo en ser acogidos y en dar fruto. Trabajemos para ello.

14. No quiero dejar de decir algo que es muy importante: el agradecimiento de todos los con-gresistas hacia las Escuelas Pías de Chile. Todos trabajaron muchísimo, y lo hicieron muy bien. Nada hubiera sido como fue sin la dedicación silenciosa de tantas personas. ¡GRACIAS! Pero quiero añadir algo más: todos los congresistas pudieron conocer algo de la realidad escolapia de Chile, y comprobar lo bien que se trabaja en nuestros colegios. También esto fue una gran alegría para todos.

Estas son, queridos hermanos, algunas de las reflexiones que me fui haciendo a lo largo del Congreso. Quedan muchas tareas por delante. Los diversos talleres que se organizaron siguen trabajando para ofrecer documentos propios de una “educación viva y en desarrollo”; la tarea de dar a conocer las diversas experiencias educativas de las Demarcaciones sigue abierta y en proceso; la experiencia de que el trabajo compartido nos enriquece pide ser desarrollada, etc. Tenemos por delante una tarea apasionante.

Alegrémonos, queridos hermanos, de ser educadores escolapios. Y trabajemos para serlo cada vez mejores y más entregados, siempre convencidos de que el ministerio educativo es, en ver-dad, muy digno, muy noble, muy meritorio, muy beneficioso, muy útil, muy necesario, muy enraizado en nuestra naturaleza, muy conforme a razón, muy de agradecer, muy agradable y muy glorioso”.

Recibid un abrazo fraterno.

Pedro AguadoPadre General