cocina de el greco

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  • Para mis hijos, que no paran de descubrirme la vida.

    Y en el recuerdo, para mi padre que un da, hace muchos aos,me descubri a El Greco.

  • c. 2014, de esta obra Teresa Prez Hernndezwww.lacocinaencuentada.com

    c. 2014, de esta edicin Junta de Castilla - La Mancha

    Coordinacin editorial Teresa Prez Hernndez

    Textos Teresa Prez HernndezDireccin de arte y diseo Coral Corona CmsC Publicidad

    Ilustraciones Jos Luis Garca MornFotografa scar J. GonzlezCeramista Jos M Gil Martn

    Colaboradores

    Primera edicin Enero de 2014

    ISBN

    Depsito Legal

  • ndiceiPrlogo Institucional 111 Introduccin desde Creta Ensalada aromtica (Variante Horitiki) 142 Estancia en la Serensima Boquerones marinados (Variante Sarde in saor) 203 Roma Saltimbocca a la romana 264 Adis Roma Pato a la Scappi 325 Bienvenida Madrid Roscn de Reyes 386 Recomenzando en Toledo Cocido violeta de tres vuelcos 447 Jernima y Manuel Frutillas de sartn 508 Felipe II y su Escorial Manjar blanco de pescado 569 Toledo, recurso y meta Conejo en escabeche 6210 Reinvencin Tortilla de Cuaresma 6811 De boda en Esquivias Entremeses 7412 El milagro de Orgaz Carcamusas 8013 Reencuentro en Toledo Rosquillas de Ajonjol 8614 Serena Madurez Tiznao con bacalao 9215 Dueo de su genio y despedida Sopas de vino 98Eplogo 104Personajes 106Equipo 113Bibliografa 116Agradecimientos 118

  • na de las visiones ms bellas que el ser humano puede dis-frutar es contemplar la salida o la puesta del sol en cualquierpunto del litoral de la cuenca del Mediterrneo.

    El paso lento de los minutos parece convertirse en un preludiode la eternidad cuando nuestros sentidos se envuelven enuna fantstica meloda de colores, que van cambiando conuna gama de matices casi infinita, que recogen la totalidaddel conjunto cromtico que compone la Creacin.

    Esta sensacin placentera despierta nuestra curiosidad, que rpidamente empieza a serrecompensada por una variada oferta de olores y sabores que nos remiten a lugares remo-tos. El Mare Nostrum es una cuenca receptora de culturas, tradiciones e ideas, que, acriso-ladas por sus clidas aguas, han dado lugar a grandes creaciones, fantsticas leyendas, pi-cas historias, hazaas inverosmiles.

    Esta confluencia de las ms variadas fuentes explica el surgimiento de genios artsticos quea lo largo de diversas generaciones han sabido asumir y expresar esta riqueza patrimonial.El Greco constituye, sin duda, uno de esos excepcionales artistas que han logrado mostrarcon su magisterio una nueva forma de representar el rico legado de races mediterrneas.Como un Odiseo en busca de su patria, Domenico Theotocopulo, inici un viaje para inten-tar asentar su patria creativa, que le llev desde su tierra natal, Creta, hasta Italia, para cul-minar su travesa en la Espaa de Felipe II, donde El Escorial y Toledo cobraban un especialprotagonismo.

    Esta trayectoria vital fructific en la configuracin de un estilo muy personal, nico e irrepeti-ble, que marc los cimientos para nuevas frmulas de expresin artstica, algunas de lascuales tardaron varios siglos en ser desarrolladas. Muchas personas influyeron en la confi-guracin de la personalidad esttica de El Greco y algunas de ellas aparecen en estas pgi-nas, exponiendo desde una novelada visin su relacin con el pintor cretense.

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    LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • El Mediterrneo ha generado variadas expresiones artsticas, pero su eclctico atractivo tam-bin ha sido el gnesis de una rica tradicin culinaria que se pone de manifiesto a travs deamplia gama de propuestas gastronmicas que deleitan hasta al ms exigente de los pala-dares. En la obra que presentamos aunamos literatura, pintura y gastronoma para ofrecer unaparticular invitacin al disfrute de los sentidos con el objetivo de aproximarnos a la cultura deuna forma amena, mostrando, adems, nuestro compromiso con un estilo de vida saludableque se resume en una serie de recetas inspiradas en la cocina mediterrnea, que nos ayu-darn a conocer mejor la figura de El Greco y nos animarn a degustar unos platos que nosayudarn a hacer de Castilla la Mancha una comunidad ms activa, fsica y culturalmente.

    Disfruten con el color y el sabor de nuestra cocina encuentada de El Greco.

    LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • 14 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    uerrn ustedes saberquin soy y yo piensoque mi obra habla por m.

    S, porque me interesa yme incumbe, que no tie-nen mucha informacinsobre mi persona, quizpor ello he decido contar-les algunas cosas.

    Me llamo Domenicos Theotocopoulos, aunque mellaman El Greco.

    Nac en la isla de Creta, territorio por aqul enton-ces, perteneciente a la Serensima repblica deVenecia, la mayor metrpoli de Europa en aque-llos aos.

    Hablbamos de mi origen. Griego, s, pero igual-mente hubiera podido ser bizantino, musulmn o,tal vez, turco.

    Aunque mi lengua fuera el griego, oficialmente,Creta no fue griega hasta 1913 y sin embargo, miisla es la cuna histrica de la civilizacin Griega ypor extensin de toda la civilizacin occidental.Paradojas de la historia.

    Llegu a este mundo en la luminosa ciudad queentonces se llamaba Canda y hoy Heraklion, capi-tal de la isla de Creta. Como deca, corra el ao1541, cuando nac -aunque he ledo que nac dosveces, pero de eso hablar ms adelante- en unafamilia con sentimiento religioso y buenas relacio-nes comerciales. Era, lo que se dice, una familiaacomodada sobre la que mucho se ha escrito afuerza de no saber casi nada. De hecho no hayinformacin contrastada de todo esto que les cuen-to hasta que en 1582 fui interprete en el procesoinquisitorial contra Michel Rizo.

    Acostmbrense, lectores curiosos; los procedimien-tos judiciales sern una constante en mi vida.Incmodos para m, desde luego, pero para ustedesy para los historiadores y curiosos que desean cono-cer mi biografa, ciertamente una bendicin.

    Me gusta hablar de mi tierra, no soy el nico. Unade las mejores descripciones que he tenido elplacer de leer es la de un paisano de nombreNikos Kazantzakis lo conocern por ser el autorde Zorba el griego-. Mi compatriota describi asel paisaje de nuestra tierra: El paisaje cretensees como la buena prosa: no est recargado, esvigoroso, reservado, y expresa lo esencial conrecursos sencillos.

    1Introduccin desde Cretaq

    Cap

    tulo

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    Y yo nac all. En un paisaje mediterrneo absolutoen el que el olivo empezaba a ganar, de nuevo, sumerecido protagonismo.

    Precisamente, fue durante los siglos de ocupacinveneciana cuando se devolvi a Creta el cultivo delolivo. Una riqueza que haba sido sea de identidadde la isla desde que el rey Minos y sus leyendas lahabitaran. La cultura minoica creci contrastando enperfecta armona sus construcciones palaciegas derojos y azules con el ocre de mi tierra; colores que,sin duda, yo mismo he llevado en mi paleta.

    En cualquier caso, no me gusta mucho hablar de m,de tener que ser, prefiero que lo hagan otros y des-pus, despus ya veremos.

  • 17

    Entre aquellos que han buscado en los datos de lahistoria para hacer que coincidan con los mos conel objetivo de conocerme mejor, los hay a los queadmiro tanto por su tesn y rigor como por su capa-cidad intuitiva para dibujar un personaje, en ciertomodo, muy parecido a m. A otros no tanto.

    Porque, amables lectores, mi vida personal fue yseguir siendo una incgnita para todos aquellosque carezcan de la curiosidad y la intuicin sufi-cientes, y tambin del conocimiento histrico de lapoca, como para aventurarse a sacar sus propiasconclusiones.

    Como vern no soy tan griego como suponan. Mihogar, que lo fue hasta que cumpl los veinticincoaos, estaba en Canda, all comenc a interesarmepor la pintura hasta que fui atrapado irremisiblemen-te por ella, y eso que lo mejor estaba por llegar.

    La historia me brindaba su momento tardobizantinomostrndome delicadas figuras en dos dimensionescuya tcnica consegu dominar muy pronto. Creta,mi isla, me ofreca su incomparable luz para trans-formar los colores.

    Dicen que sin maestro conocido, y yo lo corroboro,consegu hacerme un hueco como pintor y llegu aobtener el reconocimiento de maistro, lo que medio la posibilidad de ganarme la vida pintando y no,por ejemplo, saqueando barcos, como cuentan quese ganaba la vida mi hermano mayor.

    Manoussos, que me sacaba 10 aos, anduvo pri-mero recaudando impuestos y despus, por gracia

    del Dux de Venecia, consigui una patente de corsopara ejercer la piratera contra los turcosCiertamente eran tiempos complicados, tanto que alparecer, mi estimado hermano cometi el error deasaltar un barco italiano aquello dio al traste consu fortuna y con su estilo de vida.

    Pero no nos desviemos, que todo es empezar ahablar y la conversacin se pierde entre trazos ypliegues. Sobre todo si de quien hay que hablar esde los otros.

    Como deca, me fui abriendo camino hasta el puntode conseguir licencia para subastar un cuadro deestilo postbizantino La pasin de nuestro seorJesucristo Dorado. Y esto no es que lo diga yo, queya he avanzado que de m digo ms bien poco, esque lo atestiguan documentos oficiales. Creo queconsegu ms de setenta ducados y con eso y algoms, escuch la llamada de la metrpoli, de la capi-tal de la Repblica Serensima, de Venecia.

    Qu buscaba yo en Venecia?

  • En Creta existe la costumbrede aromatizar el aceite condiferentes plantas y bulbos.Un aceite de albahacatambin dar un toqueespecial a la ensalada.

    Tomate Queso de cabra Pimientos verdes Cebolleta Pepino Aceitunas Volos (se pueden sustituir por arbequina) Aceite de oliva aromatizado con ajo.

    Apio fresco Zumo de limn Organo Sal marina

    Se lavan y cortan las verduras.Tomates en trozos, pepino en finaslminas, apio en tiras finsimas, aligual que las cebolletas y lospimientos verdes

    Se prepara el alio con el zumo delimn, el organo y la sal. Se cortael queso de cabra en cubitos y semacera en el alio durante unahora aproximadamente.

    Se emplata la ensalada colocandoprimero el pepino y luego pimien-tos, el apio y los tomates. Se aadeel queso de cabra y las aceitunas yse salpica la cebolleta. La ensaladapuede servirse en bol o en peque-os canaps.

    Introduccin desde Creta

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    nsalada aromtica e

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  • a verdad es que norecuerdo con exactitudqu fue lo que ms meatrajo de Venecia.Bien es cierto que habaodo hablar de la famade sus artistas y que,por aqul entonces, sehallaban en el puntomximo de produccin.Y tambin lo es que

    senta gran curiosidad por el tratamiento del colorcolocndolo por encima del diseo. Algo que rom-pa absolutamente con la tradicin pictrica.

    El caso es que llegu a la Serensima en buenmomento. Dicen que fui alumno de Tiziano. Nadiecomo el Maestro para hablar sobre el asunto.

    -Tiziano: Querido Domnico, no es fcil asumir elser maestro de un maestro. T llegaste a Veneciaen el momento justo y mi tcnica impuls un pocoms tu genio. Buscabas color y luz y en mi taller se trabajabanambas cosas.

    -EG: Me deslumbr la luz, maestro, la importanciade esos colores que manejabais con generosidad

    Estancia en la Serensimay dominio. Me deslumbraron vuestros colegasTintoreto y Verons.

    -Tiziano: Y sin embargo, no quisiste quedarte.Venecia era demasiado mundana para ti?Recuerdo que, por entonces, te ofreca introducirteen la sociedad y no s si mi relacin con el rey espa-ol, Felipe II, tuvo que ver con tu posterior marcha ala pennsula ibrica.

    -EG: Es posible, maestro, es posible.

    -Tiziano: La duda, la posibilidad abierta, la reflexininterior. Esas eran, en su mayora, las respuestas deEl Greco.

    De haber venido de otro, quiz me hubiera ofendido,pero el maestro Tiziano contaba ms de ochentaaos cuando nos encontramos en Venecia, sus con-clusiones sobre mi carcter, como mnimo, merecantodo mi respeto.

    Del taller de Tiziano recuerdo, con especial inters,la obra que el maestro pint justo el ao de mi parti-da: San Sebastin.

    Contaban por el taller que Tiziano, perfeccionistaimpenitente segn sus discpulos, se haba inspirado

    2Captulol

    20 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • en El Apolo de Belvedere para el cuerpo del santo.Quiz esa sea la explicacin por la que, ms decuatrocientos aos despus, muchos hablen delcuadro de San Sebastin como un icono gay. Y no lodigo yo, un servidor sencillamente se hace eco delos comentarios que escucha por aqu y por all.

    Y por all, por la Serensima, se escuchabanmuchas cosas. Recuerdo, concretamente, la llega-da de ingenios que facilitaban las reuniones entorno a la mesa que, si bien el genial Leonardo sehaba empeado en aconsejar sobre la importanciade la frugalidad y la cautela a la hora de darse a lacomida y a la bebida, sus Notas de Cocina y losusos de la poca desmentan y desmienten esepretendido comedimiento.

    Entre los ingenios destac la llegada del tenedor. No sehizo popular entonces pero supuso todo un aconteci-miento. Recuerdo que decan que la Reina gastrno-ma, Catalina De Mdicis, lo usaba con arte y dominiolo mismo para comer que para rascarse la espalda.

    Junto al tenedor y coincidiendo con mi partida haciaRoma, llegaron tambin la recetas de uno de loscocineros ms destacados de la culinaria mundial,Bartolomeo Scappi, como muchos de ustedessabrn, autor de Opera dellarte del cucinare y coci-nero privado del Papa Po V quien lleg a hablar del como el Miguel ngel de la cocina.Arte y gastronoma de la mano, as ha sido y as ser.

    Scappi me precedi en su llegada a Espaa. Yo lle-gu en carne y hueso, l en papel. Resulta queScappi lleg en un libro, bajo el brazo del espaolGranado Maldonado. Digamos ironicamente queMaldonado, a modo de homenaje, incluy al genialScappi en su libro recopilatorio Oficial de cozinaresidente en esta Corte.

    En cualquier caso, tal vez el maestro Tiziano tenarazn y si la Serensima me cautiv, no fue sufi-ciente para permanecer all. No acab de encon-trar mi lugar.

    -Tiziano: Quiz porque no estaba all. Venecia no erasuficiente para ti.

    -EG: Puede ser maestro, el caso es que deseaba ira Roma. No tena all contactos, pero la suerte y mitalento jugaron de mi parte.

    A mi llegada tuve la fortuna de conocer al que seconvertira en amigo y protector, Julio Clovio, al quellegaron a llamar El Miguel ngel de la miniaturas. Miguel ngel, siempre Miguel ngel.

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  • Venecia es la ciudad de Italiadonde se consume ms pes-cado por habitante; estocontribuye a que muchosvenecianos vivan de lapesca en la laguna.

    Boquerones 2 cebollas Vinagre de vino blanco Aceite de oliva Pasas

    Piones Harina de trigo Pimienta verde entera Sal sin refinar

    Mientras se calienta el aceite deoliva en una sartn, se limpian losboquerones, se retiran las cabezasy se destripan. Se secan los cuer-pos con un pao y se enharinan.

    Cuando el aceite est en el puntode fritura, se fren los boqueroneshasta que queden dorados y cru-jientes; se escurren y se reservan.

    Se calienta de nuevo el aceite y sesofren las cebollas, luego se aa-den los piones y las pasas con lapimienta, la sal y el vinagre. Seecha el adobo sobre los boquero-nes y se deja reposar el plato en unsitio fresco durante 48 horas.

    Estancia en la Serensima

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    (Variante de Sarde in saor)

  • e nuevo un papel poneun poco de luz sobremi velada biografa deemigrante como unprofesor contempor-neo de ustedes, lecto-res, ha calificado gen-ricamente mi periplovital-. Una carta en laque mi amigo GiulioClovio me recomienda

    a la casa del cardenal Alejandro Farnesio. Creo queera en estos trminos:

    "Acaba de llegar a Roma un alumno de Tiziano, unjoven candiota, el cual, a mi parecer, es del peque-simo nmero de aquellos que sobresalen en pintu-ra; y entre otras cosas ha hecho un autorretrato queha llenado de admiracin a todos los pintores pre-sentes en Roma. Yo deseara vivamente colocarlobajo Vuestra Santa Ilustrsima y Reverendsima pro-teccin, siendo solamente necesario ayudarlo a vivir,alojndolo hasta que logre salir de su penuria"

    Don Giulio Clovio

    -Giulio Clovio: S Domnico, el texto fue, si no idnti-co, muy similar. Sin embargo, hay quien dice que lle-gaste a Roma sabiendo que, tras la muerte de

    Miguel ngel, sera posible lograr encargos intere-santes. Talento no te faltaba.

    -EG: Cada cual busca su lugar. En mi caso y graciasa usted me asignaron un tico en la residenciaFarnesio desde donde pude intentar introducirme enla sociedad romana.

    -Giulio Clovio: Lo tenas todo a favor; el retrato vene-ciano que me hiciste era una excelente carta de pre-sentacin para el crculo del cardenal y, ms ade-lante, afianzaste tu reputacin con Muchachoencendiendo una candela.

    -EG: No llegu a sentir que mi reputacin seafianzara a pesar de que, por momentos, sentamerecerlo.Sin embargo, es cierto que me codee con los mejo-res gracias a la amistad con el bibliotecario de lacasa Farnesio, Fulvio Orsini.

    -Giulio Clovio: Recuerdas su nombre.

    -EG: Imposible no hacerlo; l era uno de los gran-des humanistas del siglo y tena un alto conceptode mi obra.

    -Giulio Clovio: Entiendo. Contina, contina.

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    Roma

    26 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

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  • -EG: Deca que gracias a Fulvio Orsini y a las reu-niones que propiciaba entre los intelectuales deRoma, conoc a dos eruditos espaoles muy consi-derados en los crculos romanos: el Cannigo deToledo, Pedro Chacn y Lus de Castilla, hijo delDen de la Catedral de Toledo.

    -Giulio Clovio: Otra posible seal en tu biografa detu posterior viaje a Espaa.

    -EG: Es posible, quiz.

    Recuerdo que en 1572 entr en la Academia de SanLucas, de este modo logr integrarme entre los artis-tas de la ciudad y en cuanto a que entrara comominiaturista Muchos han querido ver en ello un des-honor; yo no lo vi as en absoluto. Recuerden que lamano que me haba abierto la puerta de la sociedadde Roma era el prestigioso miniaturista Giulio Clovio.

    -Giulio Clovio: S, Domnico, pero t no tenas inte-rs alguno en ser miniaturista. T apuntabas msalto. Por qu queras tener taller propio si, al final,tampoco te quedaste en Roma?

    -EG: Tena que intentarlo. Buscaba encargos grandesque sirvieran para dar a conocer mi obra. Yo tambinaspiraba a la fama que les haba sido dada a otros.

    -Giulio Clovio: Y llegaron?

    -EG: De sobra sabis que no, amigo Giulio.Tuve encargos de particulares que, si bienme procuraban un sustento, no me permi-tan exponer mi pintura al cien por cien. Misobras resolvan las composiciones de unamanera diferente. Hablaron de mi frescura,mi trazo, de mi facilidad para incorporar losescenarios de la tcnica italiana. Yo, habaviajado a Verona, haba estado en Vicenza,haba admirado a Palladio y a Serlio, sus fon-dos arquitectnicos estaban en mis obras...Me senta henchido de gracia e inspiracin. Yo quera hacer algo grande.

    -Giulio Clovio: Por eso lehiciste aquella oferta al PapaPo V?

    -EG: Y por qu no iba ahacerla? Porque trata-ra de enmendar a otroartista que se llama-ba Miguel ngel?

  • En Roma, para indicar lastabernas en las que se podabeber, se adornaban lasentradas con hojas de parrallamadas frasche, que aca-baron dando nombre a latpica taberna romana:frasca o fraschetta.

    8 escalopes de ternera finos 8 lonchas de jamn ahumado Perejil Sal sin refinar 2 manzanas golden 2 cebollas

    Tomate triturado 50 g de mantequilla Harina Pimienta recin molida 1 vaso de vino chianti tinto

    Se extienden los filetes sobre unasuperficie seca. Se untan con man-tequilla por una cara y se espolvo-rean con pimienta. Se coloca unaloncha de jamn y unas hojas deperejil encima.

    Se enrollan cuidadosamente losfiletes y se pasan con un palillopara que no se desmonten.Mientras, se calienta una sartn deaceite de oliva a fuego vivo. Sefren los rollitos y se reservan conun poco de sal.

    En una sartn se sofren la cebolla yla manzana en mantequilla, seaade la harina y, cuando el sofritotome color, el tomate y la pimienta.Se remueve y se incorpora el vino.En tres minutos se vierte sobre losrollitos y se sirve caliente.

    Roma

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    altimbocca a la romanas

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  • artista aumentaba da a da.Yo mismo era consciente de que comenzaba a domi-nar el dibujo del cuerpo humano; el color y la pers-pectiva empezaban a mostrarme sus misterios y yolos utilizaba con soltura y facilidad. Atrs quedaba yael temple sobre tabla, dominaba el leo sobre lienzoy crea que era el momento de demostrarlo.

    Perdido en mis consideraciones personales, pasea-ba por las calles de Roma, entraba en sus hosterasbuscando algo agradable para comer. En las casasde alquiler nos estaba prohibido cocinar y, hastaque llegu a la casa Farnesio, no tuve ms alternati-va que visitar las tabernas para conseguir un platocaliente. Dicen que era una norma para evitar losincendios en una ciudad cuya poblacin urbanacreca desmesuradamente.

    La cocina romana y yo tenamos algo muy sutil encomn. Mientras yo maduraba mi estilo, perfeccio-naba mi trazo y ampliaba mi paleta absorbiendocolores, naturalismo, manierismo y sobre todo luz,mucha luz; Roma se esponjaba ante la llegada deproductos de ultramar. Sus cocinas crecan en aro-mas, sabores y colores y sus cocineros perfeccio-naban estilos y, probablemente sin saberlo, senta-ban las bases para futuras generaciones.

    -Miguel ngel: Qu queris decir? Acaso considerisque sentasteis las bases para futuras generaciones?

    -EG: Me alegro de escucharos, Miguel ngel. No lle-gu a coincidir con vos en Roma, pero o hablar devos tanto y en tantos escenarios diferentes que escomo si hubiramos compartido tertulias y charlascon los dems intelectuales.

    -Miguel ngel: Ciertamente llegasteis tarde. Mimuerte se produjo seis aos antes de vuestra llega-da, pero eso no os impidi tratar mi memoria deforma ambigua; tan pronto me honrabais como que-rais corregirme. Respndedme, por favor, real-mente creeis que creasteis escuela?

    -EG: Que lo crea o no, es cosa que carece de impor-tancia. Sobre mi obra hay otros con ms perspectiva

    4Captulo

    rAdis Roma

    32 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    oma me apretaba y noporque se me quedarapequea, me apretabaaqu, en el orgullo.

    Tras mi paso porVenecia y el largo tiem-po que llevaba ya entrelos romanos, no hacafalta que nadie me dije-ra que mi calidad como

  • que yo para opinar, aunque he de destacar que, aque-llos que realmente se han acercado a ella con ojos tancuriosos como sabios, se han mostrado de acuerdo.

    -Miguel ngel: Crea que vuestro objetivo era enmen-dar a los artistas consagrados de la poca.

    -EG: Quiz lo fue durante un momento de mi vida.Supongo que os refers a esa ancdota que se nosatribuye sobre vuestro Juicio Final.

    -Miguel ngel: Atribuida est y para la mayoraforma parte de vuestra historia e indirectamente dela ma. Segn consta en las pginas de los librosque la recogen, fuisteis vos quien decidi acercar-se a Po V para ofreceros a mejorar mi obra pres-cindiendo de ella.

    Pero, djadme recordar; creo que dijisteis que podr-ais hacer desaparecer mis frescos para pintar algoms decoroso. Os asustaba mi naturalismo? Oacaso perseguais el favor del Papa para conseguir,por fin, encargos de envergadura?

    -EG: Creo que no recordis que fue el Pontficequien se sinti ofendido por los desnudos quehabais realizado.

    -Miguel ngel: Los tiempos cambiaban. LaContrarreforma tambin llegaba a la Roma delRenacimiento Tardo pretendiendo encorsetar elpensamiento, el arte y la audacia artstica. Yo elegasumir el riesgo de dejar que mis pinceles conti-nuaran evolucionando. Creo que es lo que llamanadelantarse a los tiempos.

    34 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • -EG: Precisamente, querido cole-ga. Nos unen ms cosas de lasque nos separan. Eso es lo quehan dicho de m y de mi obra.

    -Miguel ngel: De vuestra obra,como de la ma, se han dichomuchas cosas.

    -EG: Por eso aprovecho estas pgi-nas para contestar a las que considere.

    Desde luego no fue a Miguel ngel Buonarroti alnico que no le sent bien mi ofrecimiento a Po V; la reaccin de los pintores italianos ante mi sugeren-cia no se hizo esperar.

    Las camarillas pusieron en marchasus engranajes y sent que poco o nada

    tena que hacer ya en Roma.

    Entonces, surgi Espaa. La Corte de Felipe II se acababa de trasladar aMadrid y buscaban, segn decan por aqu y porall, pintores destacados para participar en la deco-racin del Monasterio del Escorial.

    LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO 35

  • Esta receta pertenece aBartolom Scappi, cocineroprivado del Papa Po V ygran innovador de la coci-na del siglo XVI.

    Un pato de unos dos kilos 250g de jamn cocido picado 1/2 botella de vino tinto 50 ml vinagre de vino tinto 30 g de azcar sin refinar 75g de ciruelas pasas sin hueso

    Pimienta rosa entera Canela en polvo Nuez moscada Clavo de olor Pasas sultanas maceradas en vino dulce Sal sin refinar

    Se ralla la nuez moscada, se mez-cla con los clavos, la canela y lapimienta y se echa a una cazuelacon un fondo de aceite de oliva afuego muy lento para que den todoel aroma.

    Se aaden a la cazuela las cirue-las, las pasas sultanas, el azcar,el vinagre, el vino tinto y el jamn yse mezcla todo con mimo, mante-niendo el fuego muy bajo.

    Se coloca el pato en la cazuela y selleva a hervir tapada. Cuando rompeel hervor se pasa el pato al hornodurante una hora aproximadamentea 150 C. Cuando el asado est ensu punto se pasa a una fuente y sesirve con la salsa aparte.

    Adis Roma

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  • uiz vi en Madrid lajusta recompensa amis desvelos por con-seguir encargos mere-cedores de mi arte.Mi biografa de emi-grante culminara coneste viaje a Espaa. Apartir de mi llegada a laCorte, acompaado demi inseparable y queri-do Francisco Preboste,

    y dispuesto a conseguir el lugar que mereca, los via-jes largos se transformaron en breves desplazamien-tos por Madrid, Toledo y sus alrededores. No en vano,ya no era un muchacho. Por aqul entonces tena yotreinta y seis aos y veintitrs contaba Francisco.

    -Francisco Preboste: Fue un honor acompaaros.

    -EG: Me alegra escuchar vuestra voz y, seguramen-te, no soy el nico. Me consta la curiosidad que hagenerado vuestra figura a mi lado desde nuestroencuentro en Roma hasta nuestra separacin enToledo ms de cuarenta aos despus.

    -Francisco Preboste: Muchas fueron las preguntas einfinitas las suposiciones.

    -EG: Y lo siguen siendo. Cuanta ms libertad dan lostiempos ms libertades se toman las plumas.Dejmosles con sus conclusiones inconclusas;ambos sabemos de nuestra confianza y cario.

    -Francisco Preboste: Aprend mucho junto a vos.

    -EG: No tuvisteis nada que no hubierais ganado porvuestro propio mrito; de otro modo, no hubieraispodido acompaarme en los negocios, colaborar enmi taller o cobrar los pagos en mi nombre. Peroantes de todo lo que vivimos en Toledo, tuvimosnuestro encuentro con el Madrid de la Corte de losAustrias. Recordais, querido Francisco?

    -Francisco Preboste: Recuerdo el impacto. Venamosde Roma con la expectativa de encontrar una capitalde la Corte a tono con sus pretensiones y con lo quehabamos odo acerca de ella y sin embargo no fueas. Al poco de vivir en nuestra casa de Toledo, measalt el pensamiento de no entender por qu tantoempeo en sacar a la Corte de la ciudad a causa desus angostas calles y llevrsela a Madrid que creca,sin orden ni concierto, con calles tan estrechas y ser-penteantes como las de la misma Toledo.

    -EG: S, pero no os olvideis de que la Corte, enMadrid, actuaba con ms libertad que en Toledo.

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    Bienvenida Madrid

    38 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • Pocos nobles y representantes religiosos hacan lavida menos complicada. Bien es verdad que prontoMadrid multiplicara su poblacin pero, para enton-ces, ya estaba El Escorial en marcha.

    -Francisco Preboste: Es mejor que no pensisdemasiado en aquello.

    -EG: Al contrario, querido Francisco, recordarlo melibera y me reafirma en la injusticia que se cometicon mi obra y mi persona.

    -Francisco Preboste: Como deseis.

    -EG: Sin embargo, no ser ahora cuando le presteatencin a aqul momento, sin duda, determinanteen mi vida. Hablbamos de vos y de m, de nues-tro establecimiento en Toledo, la ms trentina detodas las ciudades espaolas de la poca. Hayque ver con que celeridad se consolidaban y pon-an en prctica en Toledo los decretos del Conciliode Trento.

    -Jusepe Martnez: Perdonad que os interrumpa.

    -EG: Sois vos, Jusepe? He de reconocer que mesorprende vuestra visita.

    -Jusepe Martnez: El mismo, me quedo solo un ins-tante, lo justo para recordaros que si bien Toledo era

    trentina, como decs, vuestra casa no era exactamen-te el mejor ejemplo de recogimiento de la ciudad.

    -EG: Me desconcertis Jusepe, no s a qu os refe-rs. Y sin embargo me han llegado noticias de malconcepto que tenais de mi persona y de cmohablabais de lo que ni yo mismo hablo: mi vida pri-vada. En cualquier caso, no me asombran vuestraactitud ni las crticas sin fundamento que sobre m ymi obra vertisteis y que han quedado para la historia.Al fin y al cabo siempre fuisteis ms romano queveneciano, ms de Miguel ngel que de Tiziano.

    -Jusepe Martnez: Lamento que las opiniones deotros sean para El Greco crticas infundadas. Yo novena a hablar de vuestra obra, que considero mscercana a la locura que a la razn.

    -EG: Ya veo, ya. Y entonces?

    -Jusepe Martnez: Si Toledo era trentina no ocurraas en vuestra casa. En ella, los ducados corranentre los msicos que tenais contratados paraamenizar vuestras comidas. Tampoco es fcil olvi-dar la forma en la que entrasteis en Toledo, dandoa entender que no haba en el mundo nada superiora vuestras obras.

    -EG: Y como ya habis dicho lo que venais a decir,podis marcharos.

    LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO 41

  • El Roscn de Reyes tieneorigen pagano y romano.Entre los esclavos se repartaun pan de fruta con un habaseca; el que la encontraba erarey por un da y presida elbanquete de los patricios yera aclamado y/o vilipen-diado por las calles.

    70 g leche templada 10 g levadura fresca, diluida en la leche 1 cucharadita de azcar 130 g harina de fuerza

    Todo bien amasado en forma de pelota secoloca en un bol grande con agua calenti-ta durante 10 minutos.

    60 g leche 70 g mantequilla a temperatura ambiente 2 huevos a temperatura ambiente 20 g levadura fresca 450 gr harina de fuerza 1 pellizco sal 120 gr azcar aromatizada con piel de 1+1/2 naranja rallada y piel de 1/2limn rallado Agua de azahar, embotellada en vidrio, al gusto.

    Poner la harina en forma de volcny en el crter mezclar todos losingredientes anteriores empezandopor 60 g de leche templada con lalevadura diluida

    Se tapa con un pao y se dejalevar unas 4 h (se duplica o ms).Pasado el tiempo se separan dosbolas y se deja descansar 5 minu-tos cada bola. Se da forma de ros-cn a las bolas y se cubren con unpao. Se dejan levar 2 o 3 h.

    Se pintan con huevo y se adornanprimero con azcar baada enagua de azahar y luego con la frutay la almendra. Se mete en el hornoprecalentado entre 170 y 180hasta que se cueza por dentro ypor fuera se dore al gusto.

    Bienvenida Madrid

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    oscn de Reyesr

    42 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • s cierto que la llegadaa La Corte fue tan inte-resante como desalen-tadora. El viaje emprendidodesde Italia no fue, nimucho menos, un viajede esos que ahora lla-man de placer. Poraqul entonces, iniciarun viaje significaba asu-

    mir una serie de riesgos. Mejor que yo mismo, loexplica Nez Florencio: En un mundo que an estlejos del concepto de ocio o de la medicin compul-siva del tiempo, el viaje se presenta primariamentecomo un medio cuya necesidad o exigencia se acep-ta con cierta dosis de fatalismo. Viaja, por lo general,quien no tiene ms remedio: viajar es incmodo,pesado, agotador, incluso peligroso; los caminos sonmalos e inseguros, la posibilidad de contraer enfer-medades aumenta.

    Efectivamente, los que viajbamos era porque notenamos ms remedio. En mi caso, quera conquis-tar la Corte y lo intent. Provisto de algunas cartasde recomendacin y con algunos contactos intentconseguir el favor de Felipe II como mecenas. No lo consegu.

    Felipe II era un gran admirador del Renacimiento italia-no, buscaba el estilo veneciano, veneraba a Tiziano.Pareca, a todas luces, que yo era el hombre que nece-sitaba. Pero, por lo visto, los consejeros a los que elMonarca prestaba odo en la poca de laContrarreforma no estaban de acuerdo con mi opinin.

    -Don Luis de Castilla: Quiz, sencillamente, vuestroestilo no encajaba con sus prioridades. Digamosque erais un hombre esencial y excesivamente rena-centista, demasiado filosfico para un monarca tanreligioso. Podra ser?

    -EG: Podra, podra ser, aunque algunos han dadoen asegurar que siempre fui un artista oriental yque lo bizantino destac en mi obra por encima decualquier otra corriente artstica. Fuera como fuere,los consejeros de El Rey tampoco estaban de miparte. En cualquier caso, querido amigo, es gratoescucharos.

    -Don Luis de Castilla: Fue por eso que aceptasteisvenir a Toledo?

    -EG: Mi querido Luis, a vos no os puedo mentir. S,as fue; decid replegarme, buscar nuevas oportuni-dades que me permitieran volver a avanzar en ladireccin que yo buscaba.

    6Captuloe

    Recomenzando en Toledo

    44 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • -Don Luis de Castilla: Es decir, dar un paso atrspara tomar impulso.

    -EG: Todo hombre tiene derecho a perseguir unsueo y el mo era El Monasterio de El Escorial.Desde all s se dara a conocer plenamente mi obra.

    -Don Luis de Castilla: Ambicin no os faltaba y, aun-que inicialmente vuestro deseo fue permanecer en LaCorte de Madrid, me alegr mucho saber que acep-tabais el encargo de El Expolio en Toledo, pues sentque las puertas de esta ciudad se abran para vos.

    -EG: Y as fue, amigo mo, pero ni eso ni los retablosdel Convento de Santo Domingo, consiguieron miti-gar mi ambicioso deseo de trabajar en El Escorial.

    -Don Luis de Castilla: Y volvisteis a intentarlo con ElSueo de Felipe II.

    -EG: Y con Adoracin del nombre de Jess oAlegora de la Liga Santa, que no ser por falta denombres, aunque ese nuevo intento tampoco cuaj.Sin embargo, el mismsimo Monarca me encargEl Martirio de San Mauricio.

    -Don Luis de Castilla: Creis que el Rey haba vistoya El Expolio o los cuadros de Santo Domingo, delos que s, y sabis que digo la verdad, que os sen-ts especialmente orgulloso?

    -EG: Estaba convencido de ello. Cuando su majes-tad visit Toledo para el Corpus de 1579 tuvo quever mis obras. En la Corte haba un vaco indiscu-tible: la figura de Navarrete el Mudo haba desa-parecido. La muerte del pintor que gozaba delfavor del Rey era una oportunidad para m. Era laoportunidad por la que yo haba apostado al salirde Roma.

    -Don Luis de Castilla: Pero la emocin os pudo y eldeseo de ser vos mismo no os permiti ser mssagaz y recordar que en la Corte, no s si de bocade Fray Sigenza o de Juan de Navarrete, elmudo, lo que se buscaba era un pintor que pinta-ra santos de modo que no quiten la gana de rezar enellos. Y vos, Domnico, parecais ser el pintor de ladispersin en una Espaa que se transformaba aldictado de la Contrarreforma.

    -EG: S, eso se ha dicho, aunque tambin es cier-to que el propio Fray Sigenza afirm que yo eraun gran autor y que se vean cosas excelentes demi mano.

    -Don Luis de Castilla: Quiz llegaste, querido amigo,en un momento equivocado, a contracorriente delos tiempos.

    -EG: Precisamente de eso estuve hablando el otroda con Miguel ngel.

    LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO 47

  • La flor de ternera es la piezagrasa que hay entre el vacoy el matambre. Da un toquede sabor insustituible alcaldo y a los garbanzos.

    600 g de garbanzos de calidad ptima Apio Puerros Col Lombarda Zanahorias Patatas Chorizo curacin media-baja

    Morcilla de arroz y cebolla Tocino de pring 1/4 gallina sin piel 2 huesos blancos 100 g de flor de ternera semidesgrasada 2 huesos de jamn 1/2 kg Morcillo

    La vspera, se ponen a remojo losgarbanzos. Se pone la cazuela alfuego con los huesos de jamn, elhueso blanco, la flor, la gallina y elmorcillo y se deja cocer a fuego lentodurante una hora; sacando la espu-ma y la grasa al gusto. Se aadenlas verduras, salvo la patata y losgarbanzos en red.

    Dos horas despus, se retiran treslitros de caldo para la sopa en unacazuela separada y se hierven enese caldo las patatas, cuando estn,se reservan y se echa la pasta de lasopa. En otra cazuela aparte, secuecen durante una hora los chori-zos y el tocino, la morcilla se aadeen el ltimo cuarto de hora.

    Se sirve el cocido en tres vuelcos oplatos: uno con la sopa, otro con losgarbanzos y las verduras y otro conlas carnes y embutidos. A partir deah, cada comensal puede combi-nar los vuelcos como quiera.

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    ocido violeta de tres vuelcosc

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  • on Luis de Castilla, sinduda, fue mi mentor enla llegada a Toledo entodos los sentidos. A lle debo los encargosque, ms tarde, trajeronotros: El Expolio y lasobras realizadas paraEl Convento de SantoDomingo. A l le debola casa en la que me

    alojaba y los primeros amigos y conocidos que meabrieron las puertas de la sociedad toledana.

    He de decir que, aunque mucho se ha dicho de sucondicin de trentina, en Toledo haba una corrienteintelectual que mucho distaba de ser subterrnea.Yo me instal en un viejo palacio del siglo XIV pro-piedad del Marqus de Villena.

    En un principio no me plante permanecer en Toledomucho tiempo pero, salvo durante una breve etapa,los acontecimientos hicieron de ese palacio mi hogarhasta el final de mis das.Tanto en mi casa como en casa de otros intelectua-les, se sucedieron un sin fin de relaciones socialesde las que, en ocasiones, no sal bien parado.

    S que a muchos de ustedes les interesan esas rela-ciones sociales que unos califican de interesadas yotros de interesantes. Hablaremos de ellas, sinduda, ms adelante. Ahora me gustara zanjar unasunto a cerca de una persona que, de un modo uotro, supuso un punto de inflexin en mi vida:Jernima de las Cuevas.

    Tengo la certeza de que el inters por saber ms dela madre de mi hijo es, en gran medida, pura curiosi-dad. Qu ms les da a ustedes conocer mi vida pri-vada? En qu va a modificar ese conocimiento elvalor que le puedan dar a mi obra?

    Siempre procur que mi vida personal estuviera aresguardo de especulaciones y casi lo consegu. Deno haber sido por los trmites burocrticos y los plei-tos que me vi obligado a iniciar para proteger mihonor y mi bolsillo, a estas alturas sera para ustedesun completo desconocido en lo que a mi vida priva-da se refiere.

    Sin embargo, en el momento en que decid con-vertirme en portavoz de m mismo y de mi tiempo,comprend que, tarde o temprano, tendra querozar ciertos aspectos personales que estn ya enboca de todos.

    7Captulod

    Jernima y Manuel

    50 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • Esto no es para m ms que un juego de distracciny como tal lo planteo. Veremos hasta qu punto esainformacin que puedan conseguir, sacia su curiosi-dad y alumbra mi persona.

    Jernima de las Cuevas es una mujer que entra en mivida a travs de la sociedad toledana para permane-cer siempre en mi biografa. No es que yo renieguede ella, es que lo que pas, pas y es cosa nuestra.

    -Jernima de las Cuevas: Decs bien, lo que pas,pasado est, pero an no se ha contado.

    -EG: Jernima, es un placer recibiros. Dud muchode contar con vuestra presencia.

    -Jernima de las Cuevas: Aqu estoy Domnico, perono como protagonista, solo soy vuestra acompaante.

    -EG: Las mujeres siempre tan precisas.

    -Jernima de las Cuevas: Es preciso llamar a lascosas por su nombre, al menos cuando se puede.De mi relacin con vos, sin embargo, ya hay quehablar de otra manera.

    -EG: No quisiera sino ofrecer algn dato que saciarala curiosidad que hace cientos de aos no se saciay pasa de generacin en generacin como si mi vidaprivada fuera de su incumbencia.

    -Jernima de las Cuevas: Os conozco, Domnico, am no me tenis que dar explicaciones. Es cierto que nos conocimos en Toledo al poco dellegar vos de Roma. Y ms cierto an que soy la

    madre de vuestro nico hijo, como tambin lo es queno convivimos como familia.Quiz mi sangre fuera impura para aquellos tiem-pos, quiz yo ya tuviera marido cuando nos conoci-mos, quiz erais vos quien tena esposa all enRoma. Tal vez fui incapaz de resistirme a vuestrapersona o tal vez buscabais compaa femeninapara acallar algunas bocas que hablaban de vues-tra intimidad con Francisco.

    De aquellos meses recuerdo especialmente el emba-razo y el nacimiento de Manuel y, luego, quiz lamuerte por separarme de l.

    -EG: Vos y yo, Jernima, sabemos que no importa sinos dejasteis al poco de nacer Manuel o si, despe-chada ante imponderables, os refugiasteis en unconvento. No importa si volvisteis con los vuestros osi, sencillamente, lo nuestro no poda ser. Tener cono-cimiento real de aquellos hechos no va a cambiar nila historia ni mi huella en ella.

    -Jernima de las Cuevas: Dejemos las minucias, porfavor. Manuel se qued con vos, con Francisco y tam-bin convivi con su to Manussos. S que se hizovuestro ayudante y que lleg a tener su propia familia.

    -EG: As fue, sin ms detalles. Manuel tuvo un hogaren Toledo, un oficio y dos matrimonios. Del segundonacieron dos nietas. Ellas fueron mis herederas; sellamaban Claudia y Mara.

    -Jernima de las Cuevas: Nuestras nietas,Domnico que, en ocasiones, dais ms detallespor lo que callais que por lo que contais.

    52 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • Los pestios, junto con chu-rros y buuelos, son las fruti-llas de sartn que ms seconocen actualmente. El secreto de su calidadest en los ingredien-tes y en la masa.

    500 g harina blanca de trigo 250 ml de agua 250 ml de vino blanco semi-dulce Ralladura de 1 limn Canela en polvo

    Sal Piel de una naranja y de un limn Ajnjol Ans grano Miel de azahar

    Para aromatizar el aceite de la fritu-ra se fren en una sartn honda lapiel de naranja, la de limn, los gra-nos de ans y el ajonjol. Se cuela elaceite y se reserva.

    Se prepara la masa con una pizca desal, la harina y la piel de limn rallada.Se mezcla bien y se aade el vino,el agua y 175 ml de aceite aromati-zado. Se amasa hasta que la masase suelta de las manos, se extiendey se corta en rombos y se pliegan.

    Se fren las masas y se van pasandopor una mezcla al 70/30 de miel yagua caliente para que sea absorbi-da por las frutillas y estn ms jugo-sas. Se sirven fras.

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    rutillas de sartnf

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  • erminado mi litigio conla Catedral por el pagode El Expolio deboinsistir en que siemprehe considerado que unhombre ha de lucharpor sus intereses, comomuestra la larga lista depleitos que adorna mibiografa- lleg la opor-tunidad que estaba

    esperando. Me llamaron de El Escorial. Felipe IIestaba interesado en mi obra.

    El Rey requera mis servicios, ya por conocer miobra, ya porque yo se los ofreciera el da del Corpusde 1579, eso qu ms dar! El caso es que Felipe IIme requera para El Escorial.

    -Fray Jos de Sigenza: Y vos no supisteis o no qui-sisteis complacer al Rey.

    -EG: Pocas veces en mi vida he pintado para com-placer a un cliente, siempre he intentado que elcliente pidiera lo que yo le quera ofrecer.

    -Fray Jos: Quiz, en este caso debisteis ser mscauto y menos presuntuoso. El Contrato de el Mudo

    lo deca bien claro al hablar sobre las obras que sepintaran para El Escorial: Las cuales pinturas hade hacer conforme a la voluntad de su Majestad y asu contento y satisfaccin del padre prior o de laspersonas que para ello fuese servido nombrar.Todo estaba en el contrato entre el pintor y laCongregacin, hasta la altura de las figuras.

    -EG: Como bien decs, ese contrato era con elMudo no con mi persona.

    -Fray Jos: Perspicacia y humildad, Greco, perspi-cacia y humildad. Por qu no iba a servir para voslo que haba servido para el pintor favorito de suMajestad? Acaso creis que estabais exentos decompromisos con la Congregacin por el simplehecho de ser vos mismo?

    -EG: Yo, yo mismo, exactamente. Yo y mi tcnica, miuso del color, mi dominio de la luz, mi maestra en eldibujo, mi creatividad Poco o nada tena que vercon el Mudo. Por qu no bamos a ser tratados dediferente manera?

    -Fray Jos: Sencillamente porque los planteamien-tos de el Mudo no eran dados por buenos por sersuyos, no era lo que el Mudo quera o deseabaplasmar en los lienzos.

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    Felipe II y su Escorial

    56 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • Escuchad de una vez por todas, Greco: el Mudono haca ms que reflejar los deseos del Rey en susobras; eso es lo que se esperaba de vos y de vues-tro San Mauricio y La legin tebana.Recuerdo otra parte del contrato que os puede inte-resar: Y en las dichas figuras, no ponga gato niperro ni otra figura que sea deshonesta, sino quetodos sean santos y que provoquen a devocin.

    Sed sincero y decidme: Creis de verdad quevuestra obra, pensada para ocupar uno de los alta-res laterales de la iglesia de El Escorial, provocabarealmente devocin?

    -EG: Para ello fue creada. El que a vos no os agra-de no me causa ms problema que el de vuestrainfluencia sobre el monarca, desde vuestro cargo debibliotecario de El Escorial. Acaso he de recorda-ros que afirmasteis que si mi obra estuviera realiza-da con razn y con arte, gustara a todos?

    Quedaos con vuestro Tiziano espaol, como des-cribais a Navarrete el Mudo que a m se me llega

    la hora de comer y de ese placer, a poder seracompaado de msica, no me privo salvo en casode necesidad.

    Cierto es que no quiso el Rey mi cuadro, que hubode dar una y mil vueltas como fantasma en elMonasterio antes de encontrar su lugar. Cierto esque fui rechazado, pero no lo es menos que no fuepor falta de calidad de mi obra, sino por la cortedadde miras de los que tenan que juzgarla.

    Y no digo que hubiera mala fe en ello, nimucho menos. Sencillamente, lle-gu demasiado pronto donde,encima, no se me esperaba.

  • Esta receta era la de los mon-jes de la Cartuja de Scala Dei,en la comarca del Prioratocataln. Los monjes nopodan comer carne y, pro-bablemente, no quisieronperderse la moda delmanjar blanco.

    1 Pescadilla o merluza de 2 kg, aproximadamente Leche de vaca semidesnatada Leche de almendras Harina de arroz Azcar refinada

    Se limpia la pescadilla, se separaen dos lomos, sin piel ni espina, yse deshace con los dedos en unplato. Hay que tener especial cui-dado en conseguir que la carne delpescado quede libre de espinas.

    Se echa el pescado desmigado enun cazo profundo y se cubre conleche. Se calienta la mezcla mien-tras se bate para desmigar bien elpescado. Se va incorporando sua-vemente la harina y ms leche, sifuera necesario.

    Se aade el azcar, sin dejar deremover para que no se cuajen gru-mos, hasta que la crema tenga con-sistencia de natilla. Se sirve calientesin ms compaa que el pan.

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    anjar blanco de pescadom

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  • i yo mismo hubiera podi-do imaginar que Toledoacabara siendo mihogar. Ciertamente nome lo esperaba pasa-dos los cuarenta, con laspuertas de los ansiadosencargos de la Cortecerradas y con el lastrede haber pleiteado con-tra la Catedral por el

    clebre caso de El Expolio en el que sal perdiendo.

    No me faltaban amigos ni admiradores. No sera enla Corte, no sera en la Catedral, pero yo tena lacerteza de que, de alguna manera, llegara mimomento.

    Y estbamos en la dcada de los 80, en una ciudadque apenas sesenta aos antes haba sido capitalde la Corte del Reino, capital del imperio espaolconducido por Carlos I y que, ahora, era conocidapor muchos, miopes a juicio mo, como la capital delos conventos.

    Decan que, con el traslado de la Corte a Madrid, aToledo solo le haba quedado la Iglesia y que sehaba convertido en la segunda Roma.

    Eso decan los que desconocan que, tras la Puertade la Bisagra, un Toledo diferente bulla entre lascallejas y los patios. Conventos haba muchos, igle-sias en buen nmero, eso a mi persona le satisfacapor lo que pudieran engordar los encargos. PeroToledo era tambin una ciudad cmoda, bien pro-vista de reuniones y encuentros en los que las bue-nas tertulias, los buenos platos y la mejor msica sepodan encontrar sin demasiada dificultad.

    -Antonio de Covarrubias: Yo puedo dar fe de todo ello.

    -EG: Qu satisfaccin, Antonio, que vengis acorroborar mis palabras; no sabis lo que llevolidiado con opiniones infundadas sobre mi vida, miarte y mi persona.

    -Antonio de Covarrubias: No podais esperar menosde m, como amigo y como hombre.

    -EG: En esos momentos que estoy detallando,sabis bien que no esperaba mucho, aunque losegua ansiando todo.

    -Antonio de Covarrubias: Os he escuchado hablarde la Toledo trentina y no he podido disimular unasonrisa. Como sabis, el mismo Felipe II tuvo a bienenviarme personalmente a Concilio de Trento, de

    9Captulon

    Toledo, recurso y meta

    62 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • manera que podis fiarme autoridad para las pala-bras que diga.

    -EG: La tenis, Antonio, como hombre, como amigoy como la personalidad jurdica que os reconocenToledo entero y la historia sin excepcin.

    -Antonio de Covarrubias: Es cierto, amigo Domnico,que Toledo era una ciudad oscurecida por el trasla-do de la Corte, pero no lo es menos que su proximi-dad a Madrid, a El Escorial, la colocaban tambin enuna posicin privilegiada. En ella vivan grandes eru-ditos e intelectuales que, como bien decs, no hacanmiramientos a buenas y jugosas reuniones. A esasreuniones acudan hombres que la historia ha desta-cado como sobresalientes. Recordaris a don Lusde Gngora, por ejemplo.

    -EG: A l, que de m ha dejado recuerdo imborrablelegndome un epitafio que tambin da que hablar,y a otros muchos que fueron colegas de charlasinterminables, prolongadas en sesiones de encuen-tros que me transportaban a las maravillosas con-versaciones romanas con Fluvio Orsini y tantas ytan variadas amistades que tuve la oportunidad decultivar entonces.

    -Antonio de Covarrubias: Me sorprendis con esanube de melancola. Recodad que ha sido Toledoquien finalmente os ha otorgado la inmortalidadartstica. La misma Toledo en la que, casi puedodecir de la noche a la maana, tiene lugar elprodigioso auge de vuestro taller.

  • -EG: No, querido Antonio, ni olvido ni quito a Toledolo que le pertenece.

    -Antonio de Covarrubias: Como seguramenteconoceris, hay muchos que dudan de ese reco-nocimiento que manifestis y ciertamente aducenrazones que respaldan sus argumentos.Aseguran que Toledo y nosotros, vuestros amigosversados en el arte italiano, el griego y la filosofa,fuimos el blsamo para un corazn herido y paraun orgullo maltratado.

    -EG: Y esas palabras qu demuestran? Acasocualquier hombre no se sentira herido ante el recha-zo irracional de los frutos de su ms preciado talen-to? Consideris, quiz, que las opiniones vertidaspor los que eran sombra del Rey y por el Rey mismo,no deberan haberme rozado? Es que pensis queno tengo alma o corazn?

    -Antonio de Covarrubias: Calmos, querido amigo,no ha sido mi intencin irritaros justo ahora quevuestra vida comienza a tener un objetivo tan mere-cido como slido. Hablaba por mi boca palabras deotros y por vuestra respuesta veo que an no estasentado el dao ni restaadas las heridas.

    -EG: Hay cicatrices que jams se cierran pero queno impiden seguir adelante aprovechando las ven-tajas brindadas por unos a costa de los despreciosde otros. Vos, que me ofrecisteis vuestra amistadentonces, lo tenis de sobra conocido.

  • La mayor parte del clavo quese consume en el mundoproviene de Tanzania,Zanzbar e Indonesia.

    Un conejo 5 dientes de ajo Pimenta blanca en grano Vinagre de vino blanco 1 vaso de vino semi-seco Laurel

    Clavo de olor Tomillo Romero 1 cebolla grande 3 zanahorias Aceite de oliva

    Se sofre despacio el conejo trocea-do hasta que se dore por las dospartes y se reserva en la cazuela dehierro. En la misma sartn del cone-jo se hace un sofrito con la cebollaen trozos, las zanahorias cortadas ylos dientes de ajo.

    Se aade el sofrito a la cazueladonde reposa el conejo y se utiliza lasartn para tostar ligeramente lashierbas aromticas, el clavo y lapimienta. Se incorpora est mezcla ala cazuela.

    Se aade el vinagre y el vino con unchorrito de zumo de limn y se dejareposar un mnimo de 24 horasantes de disfrutar de un sabor anti-guo y delicioso.

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    66 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • e nuevo vuelta al prin-cipio. Parece que reco-menzar era mi destinoy as lo asum.Era necesario planificarun modelo de trabajo.Probablemente no vol-vera a tener la oportuni-dad que el destino mehaba arrebatado tantasveces en mi vida.

    El favor de los prncipes no estara a mi alcance,pero eso no me iba a arredrar.

    Lo primero fue mirar a mi alrededor, buscar recur-sos, recapitular. Para poner en marcha esta nuevaetapa tuve, una vez ms, a Francisco a mi lado.

    Toledo era un buen lugar para nuestros proyectos ytenamos la sabidura y los contactos necesariospara llevarlos a cabo.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Y no os refers solo acontactos como el mo, verdad Greco?

    -EG: No, don Andrs, no solo, y mire que como miprroco fue uno de los contactos ms destaca-dos. Sin embargo, estaba pensando en alguien a

    quien conoc mejor a travs de usted. La casuali-dad es caprichosa.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Sin duda os ayud aintroduciros en algunos crculos pero, bien sabeDios que os valais muy bien vos solo. De quin mehablis entonces?

    -EG: Durante mi estancia en Italia, supe de la exis-tencia de un escritor espaol tan cualificado parasu arte como rebelde y hasta atolondrado, segnalgunos crculos.Permitidme que os explique que si yo me mova enlos crculos del cardenal Farnesio, l lo haca en losdel joven cardenal Acquaviva y claro, los crculosacaban por tocarse en una ciudad que herva comoun caldero.Como deca, supe de su existencia y ocurri graciasa Orsini que, probablemente de manera intenciona-da, nos hizo coincidir en una ocasin.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Me hablis, sin duda,de don Miguel.

    -EG: Siempre me ha interesado vuestra perspicacia;se os asoman las horas de confesionario atandocabos, don Andrs. En cualquier caso, con duda osin ella, aqul joven escritor me cautiv; haba algo

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    Reinvencin

    68 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

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  • en sus ojos, en su manera de estar, inquieta peroserena a la vez. Era como si estuviera esperando aque se revelara alguna verdad indiscutible, como siaguardara la respuesta a una pregunta vital.Nunca he podido olvidar aquella expresin.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Ya veo por dnde vais,hijo mo. Mucho se ha hablado de eso, Domnico,mucho se ha escrito sobre esa mirada y sobre el cua-dro que vos realizasteis aos despus, bajo el enig-mtico nombre de El caballero de la mano en el pecho.

    -EG: Y no ser yo, bien me conocis, quien desvelesin motivo el misterio y rompa el juego de las hip-tesis; pero me gusta comentar con vos aquellos dasen que hice de la tcnica del retrato una de misespecialidades.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Y tanto, Domnico!Se ha llegado a afirmar, y no sin razn a juicio mo,que eres uno de los ms grandes retratistas que enla historia han sido.Pero volvamos a nuestra conversacin anterior.Recordis entonces las presentaciones oficialesentre Miguel y t?

    -EG: Por supuesto que recuerdo ese momento; fueun da de invierno, un da 12 de diciembre en 1584.

    No era un da cualquiera, don Miguel se casaba conla joven Catalina en Esquivias.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Te acuerdas del motivo de nuestra presencia en Esquivias?Andbamos en conversaciones por el encargo de El Entierro del Conde Orgaz y yo tuve que despla-zarme al pueblo para atender mis obligacionesfamiliares para con la hija de mi hermana Elvira. Eltiempo apremiaba y os suger la posibilidad deacompaarme para intentar cerrar los flecos quenos quedaban.

    -EG: Y que no quedaron cerrados entonces, sientorecordaros.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Sois grande, Greco ya fe ma que si fuerais menos quisquilloso vuestragrandeza aumentara.

    -EG: De poco servira una grandeza mayor enestos tiempos de miopes. Pero a lo que vamosy me preguntis: s, recuerdo Esquivias, lorecuerdo perfectamente.

  • LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO 71

  • El devoto rey francsCarlomagno, llego a publicaren una de sus Capitularesdel siglo VII, que sera con-denado a muerte el quecomiera carne en perio-do de Cuaresma.

    7 huevos 2 patatas terciadas 1 cebolla 1 pimiento verde 100 g de bacalao desalado Perejil Aceite de oliva

    Se pelan y cortan las patatas paratortilla y se escurre el bacalao quepreviamente se habr desaladodurante 24 horas con un cambiode agua. Se pone a calentar elaceite en una sartn.

    Se fren las patatas con la cebollaaadiendo el pimiento verde cuan-do ya estn empezando a pochar-se. Se baten los huevos para torti-lla con un chorrito de agua y elperejil picado.

    Se mezcla la fritura con el bacalao yse remueve todo bien, se aade elhuevo, poco a poco y sin parar deremover. Se deja reposar la mezclaunos minutos y se cuaja la tortilla enla sartn.

    Reinvencin

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    ortilla de Cuaresmat

    72 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • mo olvidar aqul acon-tecimiento inesperado?

    El invierno se habaprecipitado congelandoen mi memoria el recha-zo del San Mauricio.Meditabundo y heridouna vez ms, me habadecidido a acompaar adon Andrs a Esquivias.

    Un desvo y un bache profundo me distrajeron de lospensamientos que se empeaban en conservar,como mala cicatriz, aqul asunto de El Escorial.

    -Miguel de Cervantes: Y en el camino, si mal norecuerdo, vuestro carro rompi la rueda.

    -EG: Creo que fue ms bien el eje del ingenio en elque viajbamos don Andrs y yo mismo el que provo-c el accidente y, por casualidad, nuestro encuentro.

    -Miguel de Cervantes: Donde estuviera una buenamontura que se quitaran los carruajes, que nodaban ms que problemas.

    -EG: Don Andrs no poda cabalgar y, por deferen-cia hacia l, alquilamos un carruaje.

    -Miguel de Cervantes: Tal vez hubiera sido mejorhacer caso a vuestro Rey, don Felipe II, en esta oca-sin al menos, y seguir el valioso consejo que, dec-an, le haba dado a su propio hijo y que se extendipor la corte como la plvora: viajar por los reinos noes til ni decente.

    -EG: Mi deber era acompaar a don Andrs. Detodos modos, decidme Miguel queris decir que yodebera hacer caso al monarca porque vos os ple-gis en vuestros escritos a los deseos del cliente?Qu ha quedado de aqul muchacho contestatarioy rebelde con quien me encontr en Roma?

    -Miguel de Cervantes: Lepanto y Argel haban sidobuenos blsamos para mi apasionado carcter,pero no os engais, Domnico, bajo aquella apa-riencia tranquila segua palpitando la misma sed deaventura que me llev a alistarme contra el turco.Sencillamente haba pasado a experimentar la inten-sidad de la vida a travs de mi pluma. Acaso no osocurra a vos lo mismo con vuestros pinceles?Dnde estaba aqul joven orgulloso y arroganteque paseaba su genio y atrevimiento por los salonesde Roma?

    -EG: Se encontraba ante vos, viviendo una vida quele pareca ajena, sacndole provecho. Recuerdo

    1Captuloc

    De boda en Esquivias

    74 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    1

  • que me ofrec a acompaaros a Toledo para mos-traros el retrato de un caballero que, seguramente,os iba a sorprender.

    -Miguel de Cervantes: Domnico cunto misterio!Os record entonces que conoca la obra y tambinhaba odo hablar a cerca de su supuesto modelo, el

    marqus de Montemayor.

    -EG: S, efectivamente, yo tambinconoca al Marqus. A fuerza de

    vivir en Toledo tuve la suertede relacionarme con

    muchos hombresdestacados;

    y como

  • adems veo que conocis la obra ya podemos cam-biar de tema.

    -Miguel de Cervantes: Permitidme entonces pregun-taros por el objetivo de aquella noche, tan lejos devuestro epicentro cultural y profesional.

    -EG: Yo viajaba con Don Andrs por motivos denegocios. Y qu hacais vos en aqul cruce, tanlejos de vuestros anteriores destinos de ultramar?

    -Miguel de Cervantes: Yo no viaja con Don Andrspero, de algn modo, tambin mi futuro estaba liga-do a su persona. Por avatares del destino y de lamano del prroco, haba conocido a la jovenCatalina con la que, como sabis vos y la historia,me desposara al da siguiente.

    -EG: Qued desconcertado entonces y no me des-digo ahora. Saba de vos y vuestras aventuras,haba tenido ocasin de or hablar de vuestra carre-ra y de vuestra pasin por una mujer casada, AnaFranca. Cmo no sorprenderme al conocer queibais a casaros con una jovencita y recluiros en elpequeo pueblo de Esquivias?

    -Miguel de Cervantes: Domnico, siempre tan incisivo.Toledo y sus cercanas eran, efectivamente, un galli-nero en el que cualquier noticia corra rauda, aunquefuera a contra viento, y ms si se trataba de un cotilleosobre personas pblicas, como era el caso.

    Ana Franca, como bien decs, fue una pasin,Catalina, por su parte, representaba la calma; ade-ms, he de confesar, ya que estamos entre hombresde mundo, que el hecho de que a su madre viuda nole gustara el matrimonio pona, quiz, el contrapun-to de aventura del que, coincido con vos, careca elacontecimiento. En cualquier caso, Domnico, yo me casaba enEsquivias, eso no significaba en modo alguno, quefuera a permanecer all para siempre.Y sobre vuestro desconcierto, qu puedo decir msque la verdad: no me sorprendi lo ms mnimo. Al finy al cabo saba que hablabais por experiencia; vosvivais en Toledo despus de haber conocido tantomundo. A qu se deba? Quiz habais encontradoen Toledo el reconocimiento que tanto ansiabais?

    -EG: Quiz, Miguel, quiz.

    -Miguel de Cervantes: Os invit al enlace y aceptas-teis. No s si con curiosidad por conocer mi destinoinmediato o, tal vez, por conocer hidalgos y caballe-ros con los que ampliar vuestro crculo de amistadesy, quin sabe, quiz aumentar los encargos. Esperoque fuera lo primero porque en mi boda, como tuvis-teis ocasin de comprobar, se contaban los asisten-tes con los dedos de la mano.

    -EG: Sobre mis motivos, como sobre el misterio delcaballero castellano de mi lienzo, que decida cadacual lo que le convenga.

    LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO 77

  • El sombrero de cubra lacabeza de don Quijote seasemeja a una baca debarbero. Muy utilizada anti-guamente como palan-gana en las barberas.

    Cochinillo troceado Ajo, perejil, laurel, guindilla Calabacines Pimientos verdes, pimientos rojos y cebolla Tomate natural triturado Queso manchego de curacin media Mermelada de higos

    Cochinillo cochifrito

    Se cuece el cochinillo cortado entajadas pequeas, se escurre y sesofre en una sartn con ajo, perejil,guindilla y una hojita de laurel.

    Pisto

    Se cortan los pimientos, la cebolla ylos calabacines en juliana gorda yse sofren en una sartn.Se aade el tomate natural trituradoy se deja a fuego lento una hora.

    Queso

    Manchego mezcla de curacinmedia larga cortado en tringulosacompaado, por ejemplo, de mer-melada de higos.

    De boda en Esquivias

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    ntremesese

    78 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • l regreso de Esquivias,la posibilidad de pintarEl Entierro de Orgazcomenz a consolidar-se. Los herederos deOrgaz haban perdidoel pleito iniciado pordon Andrs para quesiguieran pagando larenta anual a la que sehaban comprometido

    tras el fallecimiento del Caballero de Orgaz.

    -Don Andrs Nez de Madrid: No poda ser de otromodo, Domnico. Nadie sino t, como ha quedadodemostrado para todos los aos que hayan de venir,poda ser capaz de plasmar mejor el momento de lamuerte del seor de Orgaz. Como ya os dije en unaocasin: sois grande, Greco.

    -EG: Me encontr sin saberlo con la obra que, almenos en Toledo, me colocara en el lugar que mecorresponda.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Ya os he advertidoque menos quisquilloso y ms humilde, Domnico.

    -EG: Y os escucho, pero permitidme continuar.

    Santo Tom, mi parroquia, se me figuraba como elmejor de los escenarios. El momento histrico quedeba plasmar, el ms adecuado para mis pincela-das y, la libertad con que me obsequiasteis para lle-var a cabo el encargo, la mejor de las licencias.

    -Don Andrs Nez de Madrid: La verdad es querecuerdo haberte dado algunas instrucciones comoque deba haber pblico observando el milagro oque los santos Esteban y Agustn deban depositaral difunto seor de Orgaz en la sepultura y ah s, yarecuerdo! Tambin que la escena deba tener lugardurante el oficio por los difuntos.

    -EG: Que oficiabais vos.

    -Don Andrs Nez de Madrid: No me dis tanto pro-tagonismo en la escena, Domnico, eso solo oscorresponde a vos. Algn prroco tena que haber yme toc a m.

    -EG: En cualquier caso os confieso que, con o sininstrucciones, es muy probable que la parte terrenalde la obra hubiera tenido el mismo aspecto; sinembargo, no hubo instruccin ni norma para la partesuperior del cuadro. Hacedme caso si insisto enagradecer esta libertad, sabis que no soy hombrede muchos cumplidos.

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    El milagro de Orgaz

    80 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    2

  • -Don Andrs Nez de Madrid: Me doy por satisfe-cho con el resultado. Y mira que pleitos y dinero mecost. Quiz no gozabais del favor de los prncipespero, en aquella ocasin, parecais trabajar para elmismsimo monarca.Tendrais a bien saciar una curiosidad que meacompaa desde que vi la escena completa? Aqu introducir nobles y reconocibles toledanos en laobra? Buscabais quiz complacer su vanidad paraposibles frutos futuros?

    -EG: Veo que no dais puntada sin hilo, don Andrs.Permitidme antes un apunte; s de qu penosospleitos hablis porque fue mi mano la que los iniciy no por soberbia o avaricia, sino por orgullo.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Creedme, Domnico; nodudo ni de una de las letras que habis pronunciado.

    -EG: Me agrada hablar con vos, pero ahora mismome est reclamando un invitado tan imprevisiblecomo acertado. Sin embargo, no quisiera dejar nuestra conversacin amedias ni vuestra curiosidad sin saciar sobre el asun-to de los modelos terrenales que eleg. Digamos quelos nobles pasaron a la posteridad por vez primera enEl Entierro y, en cogindole el gusto, me pidieron des-pus que los inmortalizara individualmente.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Ya veo, ya.Y, antes de irme, podra

    conocer la identidad devuestra visita?

    -EG: Cunta curiosidad! Os tengo dicho, prroco,que se os asoman las horas de confesionario, aun-que ahora vuestra curiosidad es acertada.Precisamente a vos os conviene saber de este asun-to; se trata de don Diego Granado Maldonado, elcocinero ms importante de Espaa.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Ya que decs quetengo inters en el asunto, contadme a santo de qumantenis conversaciones con l. Segn cuentan,se trata de un cocinero especializado en las lechu-gas de otros huertos... Ya me entendis, hijo mo.

    -EG: Eso dicen por los salones de Madrid. A m nome importa si imita, copia o inventa. Lo que buscoes su ingenio y maestra en la cocina y las presen-taciones de los banquetes.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Acaso tenis pre-visto deslumbrar a Toledo con un banquete?

    -EG: Tenemos, prroco, tenemos. Con una partedel dinero que me paguis haremos una cele-bracin en mi casa para que todos puedancomentar mi obra.

    -Don Andrs Nez de Madrid: Tan segu-ro estis de vuestro poder de convoca-toria, Greco?

    -EG: Mirad la parte terrenal de ElEntierro del seor de Orgaz y decidmesi consideris que yerro.

  • Cuentan que el origen deesta receta est en la creati-vidad de un tabernero quepretenda que tanto loscarcas como las musasacudieran a su estable-cimiento. Dicen quefue todo un xito.

    1 kg de solomillo y magro de cerdo en trozos 150 g de chorizo 250 ml de caldo casero de carne 400 ml de tomate natural 1 Cebolla

    5 dientes de ajo 250 g de guisantes Pimentn picante 250 ml de vino blanco seco Sal

    En una sartn con fondo de aceitese saltea la carne; se reserva y en lamisma sartn se sofre el ajo y lacebolla. Cuando estn doraditos seaade el chorizo, se da unas vuel-tas y se reserva.

    Se mezcla la carne con el conteni-do de la sartn y se remueve paraque se contagien los sabores. Seaade el pimentn, el vino y eltomate y, en cinco minutos, ms omenos, el caldo.

    Se remueve todo con firmeza perocon suavidad y se deja a fuegomedio durante un cuarto de hora.Se deja reposar un poco y se sirvecalentito y con pan cerca, porque lasalsa es irresistible.

    El milagro de Orgaz

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    84 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • l Entierro me abrimuchas puertas pero,como muchos han reco-gido con sus plumas, yoera persona de grupospequeos, de relacio-nes cercanas, de ami-gos y de confidentes.

    Decan que contactosy mritos para acudir a

    los cigarrales no me faltaban. Es cierto, as era;otra cosa es que a m me apeteciera participar enaquellas reuniones.

    Me mova con facilidad entre quienes valoraban elarte en Toledo a pesar de que, como es sabido, elcastellano nunca fue mi fuerte.

    Sin embargo, viene al caso recordar que la coloniade griegos haba aumentado en la ciudad y que,por mi cuna cretense, yo dominaba su idioma. Nosabra decir con exactitud qu era lo que me atraade ellos: nuestros rasgos culturales comunes,nuestra condicin de emigrados, nuestra necesi-dad de encontrar hilos de nuestra tierra en cual-quier tela... Como digo, lo desconozco.

    Por entonces, la llegada de mi hermano Manussosme acerc a aquel grupo de compatriotas que,aunque poco aportaban a mi carrera artstica,bien es cierto que alimentaban esos vestigiosbizantinos que anidaban entre mis pinceles y quevarios especialistas han sabido interpretar muchotiempo despus.

    -Manousos: Sin embargo, ayudabas a los griegosen sus asuntos con traducciones certeras que lesfacilitaban los trmites para iniciar una nueva vida.

    -EG: Digamos que practicaba para no olvidar miidioma y se produca un intercambio de intereses.Pero, no hablemos solo de m, querido Manussos.Decidme: qu hay por Venecia? Son ya casi quin-ce aos los que hace que me march de laSerensima y an sueo con ella.

    -Manousos: Venecia se cansa, hermano. Los nuevoscaminos del mar recortan su influencia y tambinsus dominios.

    -EG: Por favor, Manussos, siempre tan preocupadopor los asuntos econmicos y polticos. Habladmede Venecia, de la Serensima, de sus pintores y artis-tas, de sus reuniones, de sus triunfos eternos, que

    1Captuloe

    Reencuentro en Toledo

    86 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    3

  • del desgaste del tiempo, creedme hermano, empie-zo a saber ya demasiado.

    -Manousos: Si os refers a vuestro maestro Tiziano,cre que sabais de su muerte

    -EG: Tiziano es inmortal, Manussos; pero a pesar deello, s, s que Tiziano dej Venecia un ao antes deque yo llegar a Espaa.

    -Manousos: Pues poco ms puedo contaros. Dicenque con Tintoretto y Verons se mantiene viva laEscuela Veneciana aunque, como bien decs, her-mano, mis campos de accin son otros; los del arteson los vuestros. Y hablando de caminos: decidme,hacia dnde nos dirigimos?

    -EG: Venid, Manussos, es por aqu. El griegoDamaskins casa a su hija con un caballero espaol yme ha pedido que le ayude con los papeles. Ya vishermano que mis campos de actuacin se han abiertoa nuevas materias; ahora se me dan bien los papeles.

    -Manousos: Os sigo, Domnico. Dicen que, a fuerzade pleitos, os habis convertido en un especialistaen las leyes y su lenguaje.

    -EG: A la fuerza ahorcan, Manussos. Uno tiene quedefender sus intereses. Pero dejemos eso, la casade Damaskins est cerca y no quiero perder el hilode nuestra conversacin. Me interesa la continui-dad; Tiziano me ense a creer en ella, por esoquiero crear escuela.

    -Manousos: Vuestro taller es ya una escuela. Losencargos van creciendo. Cuntos pagaran porentrar a vuestro servicio para aprender! Conseguiraisun buen dinero, hermano.

    -EG: Me interesa el dinero, pero no es mi campo,Manussos. No se trata de que entre el que puedapagar, sino el que sea capaz de demostrar que lomerece. Un da quisiera contar con mi hijo en el taller.

    -Manousos: Y Manuel quiere?

    -EG: No solo es que l quiera o deje de quererlo. Lehe visto las trazas, el talento. Ha demostrado quemerece una oportunidad.

    Dejemos el tema por ahora, hermano que ese es elhuerto de la casa y el mismo Damaskins viene anuestro encuentro.

  • Las regiones de Somalia yEtiopa eran conocidas anti-guamente como El pas de lacanela Hasta all llegaronexpediciones, enviadasdesde Egipto por la reinaHatshepsut, para reco-ger esta especia a laque atribuan pode-res prodigiosos.

    500 g de harina 200 g de azcar sin refinar 150 ml de aceite de oliva 2 huevos a temperatura ambiente

    Piel rallada de un limn Ajonjol Canela molida Un chorrito de aguardiente

    Se colocan todos los ingredientes,excepto la harina, en un bol y semezclan con una cuchara de palo.Se va aadiendo la harina poco apoco. Cuando la mezcla es homo-gnea se amasa hasta que sesepara de las manos con facilidad.

    Con la masa preparada se vancortando pedacitos y se va dandoforma a la rosquilla, al gusto delconsumidor. Mientras tanto sepone a calentar una sartn conaceite de oliva.

    Se fren las rosquillas y, segn vansaliendo, se rebozan en una mez-cla de azcar y ajonjol y se ponensobre una superficie lisa para quese enfren.

    Reencuentro en Toledo

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    osquillas de ajonjolr

    90 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • l taller y Manuel, esaera mi vida. Mi fielFrancisco segua a milado y Manussos conti-nuaba viviendo connosotros en Toledo.

    Y vivamos bien, nocabe duda, tenamos elviento a favor. Ms dediez aos despus de

    mostrar El Entierro de Orgaz, por fin haba llegadomi momento.Hasta comienzos del XVII, los encargos se sucedie-ron sin tregua. Lleg el del Colegio de doa Marade Aragn en Madrid, el del Monasterio deGuadalupe o el de la Capilla de San Jos en Toledo.

    Era imposible asumir aquella ingente cantidad detrabajo y no estaba dispuesto a decir que no. Eltaller creci.

    -Manuel: Y yo con l, aunque ya no era tan nio. Dehecho, llegu a dudar de si me permitais trabajarcon vos por mis mritos o para que me hiciera cargodel pequeo Tristn.

    -EG: Poco o nada necesitaba Luis Tristn de los

    cuidados de nadie. A sus trece aos saba cuidar-se bien solo y, aunque no tena trazas de genio,haba algo en l que me llamaba poderosamente laatencin; quiz esa forma de saber guardar elequilibrio entre la pasin y la tcnica.En cuanto a vos, Manuel, de sobra est justificarvuestra presencia en el taller. Como en su da ledije a vuestro to Manussos, sencillamente merec-ais la oportunidad.

    -Manuel: Fuisteis buen ejemplo, aunque, como suce-de a menudo, no solo aprend de vuestro estilo, vues-tra visin o vuestro inters por la arquitectura; vues-tras formas para los negocios tambin hicieron mellaen mi manera de manejarme en asuntos econmicos.

    -EG: No es solo mi influencia, Manuel; la vida ense-a que uno ha de pelear por lo que quiere y si la vason los tribunales, pues sea. En cualquier caso,Preboste ha sido mi representante y socio, algohabris aprendido tambin de l.

    -Manuel: Eso sin duda, l defenda vuestros intere-ses. Lo entend perfectamente a lo largo de losaos que viv con vos y acab ponindolo en prc-tica en mi vida posterior. Para los libros y la historiaha quedado mi litigio con el Hospital de Tavera ysus consecuencias.

    1Captuloe

    Serena madurez

    92 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    4

  • -EG: Volvamos al taller, Manuel; son gratos momen-tos los que acuden a mi mente. Recuerdo que cuan-do el taller comenz a despegar, vos desplegasteisvuestra alas.

    -Manuel: As fue, pero no vol muy lejos. El tallersigui siendo una segunda casa tras mi matrimo-nio con Alfonsa y el nacimiento de vuestro primernieto, Gabriel.

    De hecho traje a mi colega y amigo, Orozco paraque colaborara con nosotros en el taller cuando lafamilia al completo dejamos las casas de Pantoja yvolvimos a las casas del marqus de Villena. Enellas, el taller comenz a trabajar a pleno rendimien-to, los encargos se contaban por decenas y, si a elloaadimos vuestro gusto por las copias...

    -EG: Tienes razn, Manuel. Demasiados pincelespara un mismo estilo: Francisco, Tristn, Orozco,Pedro Lpez o t mismo En ocasiones, tantos pin-tores en el taller acababan por distraerme. Y meconsta que no soy el nico que duda de la autorade alguno de mis cuadros.

    -Manuel: En efecto, mucho se ha hablado de vuestrasobras y de los nombres que las firmaron. Cuandodecidisteis daros de alta en censo de artistas del

    Consejo Arzobispal, era previsible que los encargosvolveran a subir como la espuma y que haran faltams pinceles en el taller.

    -Francisco de Pantoja: Te lo dije, Greco, lo recuer-das? Saltaba a la vista.

    -EG: Querido Francisco! Siempre estar en deudacon vos.

    -Francisco de Pantoja: Como casero, puede; comoamigo, las di todas por pagadas.Pero no os visito para hablar de deudas sino dedudas, de esas dudas que se han alzado comosombras para dilucidar si vuestro pincel traz cami-no en sta o aquella obra que sali de vuestro taller.La verdad es que vos mismo sembrasteis para reco-ger estas incertidumbres repitiendo versiones devuestras obras como si, ms que un taller, fueraisposeedor de una imprenta.

    -EG: No creo que fuera para tanto, amigo Pantoja.Ah est mi Piedad, la que llaman de Niarchos; unasola obra. En cualquier caso, pienso que es mejor que lo deci-dan los que se cuestionan y que otorguen a cadauno lo que corresponda. Luego, el pblico, que crealo que le convenga.

    94 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • El bacalao ha sido con-siderado, desde siempre,

    un pescado accesible por suprecio. Sin ir ms lejos, nues-tros vecinos portuguesestiene una frase: para quem bacalhau, basta parareferirse a cualquiersituacin en la quesigue habiendo espe-ranza de mejorar.

    Bacalao en salazn de buena calidad Pimientos rojos carnosos Aceite de oliva

    Se pone a desalar el bacalao lanoche anterior y se cambia el aguauna vez. Si el bacalao fuera muyalto se dan 12 horas ms al proce-so y un cambio ms de agua.

    Se lavan y secan los pimientos rojoscarnosos y grandes y se asan en elhorno untados con aceite de oliva.Se sacan se pelan y se reservan.

    Se desmiga el bacalao con lasmanos para que quede en trozospequeos y para librarlo de posiblesespinas; se mezcla con las tiras delpimiento asado. Se pasa por la sar-tn a fuego fuerte y se sirve.

    Serena madurez

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    iznao con bacalaot

    96 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • o no era consciente,pero deb intuirlo.

    Toledo renaca comofaro aventajado delbarroco y de la contra-rreforma.

    La vida cambiaba. Mihijo Manuel era padrede Gabriel y yo me

    segua desgastando haciendo lo que haba hechosiempre: pintar como senta que deba hacerlo.

    Vientos nuevos soplaban con fuerza por nuevoscaminos. Por un camino march Tristn y el viento sellev a Francisco.Luis Tristn se march a Italia. A Italia con diez yseis aos! Cmo no comprenderlo?Francisco, sencillamente se fue.

    Manuel tom las riendas del taller, si bien yo mesegu reservando el derecho de aceptar encargos.

    -Gregorio Angulo: Manuel tom las riendas comosocio porque en lo que se refiere a los encargos, ty solo t seguas teniendo la ltima palabra.

    -EG: Gregorio, amigo, qu alegra escucharos. Vosestabais cerca en aquellos das. Fue una suerte paraManuel que accedierais a ser el padrino de su hijo.

    -Gregorio Angulo: Lo hice por muchas cosas, perosobre todo por vos. No quera distanciarme de laque tambin consideraba mi familia.

    -EG: Distanciaros? Cmo sera eso posible, sierais una fuente inagotable de bienestar para noso-tros? Lo mismo nos ayudabais en algn apuro eco-nmico, y los dos sabemos que fueron varias yvariadas las ocasiones, que conseguais encargospara el taller.

    -Gregorio Angulo: Sobre los que vos tenais, insisto, laltima palabra. Pero ahora, disculpadme el atrevimien-to; me acompaa otra visita que quera hablar con vosy me he permitido el lujo de invitarlo a vuestra casa.

    -EG: Lamento la brevedad de nuestro encuentro,sobre todo por lo certero de vuestras palabras: escierto, yo decida. Lleg el retablo para la CapillaOvalle en la Iglesia de San Vicente y lo acept.Lleg el retablo mayor y dos laterales para la Iglesiadel Hospital de Afuera y lo acept tambinY decidme, quin es esa visita que os acompaa?

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    Dueo de su genio y despedida

    98 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    5

  • -Francisco Pacheco: Yo mismo, Greco. Dais vuestropermiso?

    -EG: Lo tenis Pacheco, cmo negarme a recibiral artista dueo de los pinceles ms destacadosde Sevilla?

    -Francisco Pacheco: Como siempre lo habis hechotodo, a las claras.

    -EG: A las claras os digo que es un honor recibirosen mi taller que es mi casa y la vuestra.

    -Francisco Pacheco: Veo que es verdad lo que cuen-tan sobre vuestra minuciosidad en el estudio previode los cuadros que componis, todos esos origina-les al leo pintados a pequea escala lo corroboran.Son todas vuestras obras?

    -EG: Qu observador, Pacheco. Me gusta entrete-nerme y lo tengo ya por hbito. Si andis desocupa-do podis ojearlos; veris que s, estn todas y cadauna de las obras que he realizado.

    -Francisco Pacheco: Se trata de una costumbrede vuestra tierra o la adquiristeis en Italia, junto alos grandes?

    -EG: No sabra deciros, querido colega. Pero decid-me vos a quin os refers con los grandes?

    -Francisco Pacheco: S que trabajasteis y aprendis-teis junto a Tizziano

    -EG: Me tranquilizis, colega, ya veo que hablamosel mismo idioma.

    -Francisco Pacheco: No os entiendo qu espera-bais escuchar?

    -EG: Disculpadme. Por un momento pens que meibais a hablar de los grandes en referencia aMiguel ngel Buonaroti.

    -Francisco Pacheco: Y qu mal habra en ello? Setrata de uno de los artistas con ms renombre

    -EG: Miguel ngel, un buen hombre que, sin embar-go, no saba pintar.

    -Francisco Pacheco: Una vez ms hacis honor avuestra fama, Greco. Nunca dejaris de asombrar aquien os escuche.

    -EG: Decidme, habis cenado? Me dispona atomar unas sopas de vino en este instante; quizdeseis acompaarme.

    -Francisco Pacheco: Ser un honor.

    Aquella cena fue agradable, como todas las quesiguieron despus hasta una, un mes de abrilde 1614, en la que sent que ya estabacansado y era horade retirarme.

    100 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • En la antigua Grecia, el aza-frn creca silvestre a loslados de caminos y los ciu-dadanos lo recogan paraformar hermosas alfom-bras al paso de loshombres que conside-raban importantes.

    6 rebanadas de pan 1 punta de jamn Puerro Col verde Aceite de Oliva Azafrn

    Hierbabuena Tomillo Pimienta blanca Vino tinto manchego Sal

    Se pone la cazuela con tres litros deagua, la punta de jamn y las ver-duras y se lleva a ebullicin. En elmomento que rompe el hervor, seaade el tomillo y la hierba buena.

    En un mortero se deshace el aza-frn con la sal y se aade al caldoque debe cocer durante dos horas.Conviene desgrasar el caldo unpoco para que quede ms ligero.

    Se aade el vino, se deja cocer uncuarto de hora ms y se apaga elfuego. Se ponen las rebanadas depan, tostadas con aceite, en unplato y, si se desea, se aaden a lasopa unos torreznillos fritos que ledarn un toque especial.

    Dueo de su genio y despedida

    i n g r e d i e n t e s

    un

    o

    tre

    s

    do

    s

    opas de vinos

    102 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • icen que nac dosveces; no es cierto. Minacimiento tuvo lugar enCreta una sola vez. Sinembargo, la huella quehe dejado, el tiempo seencarga de esconderlay descubrirla.Cambian los tiempos,cambian los pensa-mientos y los hombres y

    mujeres ven las cosas con miradas nuevas.

    Padre del modernismo para Kandinski; inspiradorpara el cubismo de Picasso, admirado y defendidopor Czanne Aunque tambin a qu no decirlo?para don Federico Madrazo, que fue director de ElPrado, un dolor de cabeza tras otro por no poderarrojar del Museo caricaturas tan absurdas. Aseran otras mirada sobre mi obra.

    Y don Benito Prez Galds, que no se qued atrsacusndome de alucinado, de pintar con falso colorfiguras esculidas, terrorficas A qu seguir?

    Seguir porque la vida fluye, es imparable y a unos lessuceden otros que descubren lo que aquellos no

    apreciaron en sus miradas. Fue Meier Graefe quien sesinti abrumado por mi obra: no porque sea grande,sino porque es nueva. Eran los inicios del siglo XX.

    Y esa novedad, por suerte, cautiv a mi amigo que,a fuerza de estudiarme, es ya de mi casa, Jos lva-rez de Lopera. l entr en mis ciudades, en miscasas; conoci a mis amigos, enemigos y contactos.l habl de m y de mi obra como nadie jams lohaba hecho, con el tesn de un estudioso apasio-nado por el objeto de su estudio, s, pero con lalibertad y cautela de un amigo.

    Vienen das en los que mi nombre va a sonar msveces y en ms plazas; as son los aniversarios.

    Con estas pginas confo en haber aplacado, queno calmado, curiosidades antiguas y haber incen-diado otras nuevas.

    Al final volver la calma y lo que se mantendr inmu-table ser mi obra, por ms palabras que se viertansobre ella; permanecer exactamente igual quequed hace cuatrocientos aos, concluida.

    Les dejo, no les entretengo ms, aunque tan cierto esque he partido como que nunca he estado tan presente.

    EPLOGO

    dEl tiempo de las miradas

    Se ha cerrado el teln, se acab la genial desmesura

    104 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

  • -EL GRECOCanda Creta 1541 / Toledo 1614

    -LVAREZ DE LOPERA, JOS1950 Algarinejo, Granada / 2008 Madrid.Doctor en Filosofa y Letras y Jefe de Conservacin de Pintura Espaola en el Museo de El Prado. As cons-ta en su biografa, aunque lo que ms claramente se aprecia en su obra es la pasin y rigor con la que hainvestigado sobre El Greco. Gracias a lvarez de Lopera, hemos conseguido conocer un poco mejor a unode los artistas ms complicados, prodigiosos y vanguardistas de todos los tiempos.

    -BUONAROTI, MIGUEL NGEL1475 Caprese Michelangelo / 1564 Roma.Reconocido como de los artistas ms relevantes del Renacimiento italiano, destacaba principalmente por sudominio del dibujo y la escultura. Entre sus obras ms destacadas estn la cpula de la Capilla Sixtina, cuyaspinturas desagradaron profundamente a Pio V, y la escultura El David.

    -CZANNE1839 Aix en Provence, Francia / 1906 Aix en Provence, Francia.De nuevo un pintor trasgresor con su poca que abri las puertas a las vanguardias bebiendo de las fuen-tes clsicas que Tiziano haba abierto y El Greco haba llevado hasta sus ltimas consecuencias siglos atrs.De hecho, Cezanne cuenta entre sus obras con varios lienzos en los que no ocultaba su imitacin del estilode el Candiota al que admiraba.

    -CLOVIO, GIULIO1498 Croacia / 1578 Roma.Pintor miniaturista de quien decan que haca tantos detalles fascinantes con el pincel, que el ojo humano

    106 LA COCINA ENCUENTADA DE EL GRECO

    ersonajesp

  • apenas los poda percibir. Fue amigo de El Greco y admirador de Miguel ngel. De hecho, era conocidocomo el Miguel ngel de las miniaturas.

    -DE ANGULO, GREGORIORegidor de Toledo y poeta. Amigo ntimo de El Greco y su familia, hasta el punto de ser el padrino de