claudio de la torre - geografía y quimera

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  • 8/20/2019 Claudio de la Torre - Geografía y Quimera

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    CL UDIO  DE L TORRE

    eografía

    quimera

    SOCIED D

      E

     ESTUDIOS

     Y

     PUBLIC CIONES

    M DRID

  • 8/20/2019 Claudio de la Torre - Geografía y Quimera

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    OBR S DE CL UDIO DE L TORRE

    El canto diverso  poemas ) .

    La huella perdida  cuentos) .

    En la vida del señor Alegre  nove la , Prem io Na c iona l

    de Li te ra tura ) .

    Alicia al pie de los laureles  novela) .

    Lluvia de arena  novela co r ta) .

    T E A T R O

    El viajero.

    Un héroe contemporáneo.

    Paso a nivel.

    Tic tac.

    Quiero ver al doctor  en colab oración con M ercedes Ba-

    l les teros) .

    Hotel Términus.

    Tren de madrugada  Pre m io Piqu er , de la Real Acade-

    mia Española ) .

    Clementina  Prem io de l Te a t ro La ra de M adr id) .

    En el camino negro.

    La cortesana  Prem io de Tea t ro Ciudad de Ba rce lona) .

    El rio que nace en junio   Prem io Nac iona l de Li te ra -

    t u ra ) .

    La caña de pescar.

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    ^

      f^ ^y^

      ^ ^^

      ^ '^ '^'^'^ ^ ^

    GEOGR FÍ Y QUIMER

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    G E O G R F Í Y   Q U I M E R

    SOCIEDAD DE ESTUDIOS Y PUBLICACIONES

    MADRID 1964

  • 8/20/2019 Claudio de la Torre - Geografía y Quimera

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    Núm. Regtro.: 450-64

    Depósito legal: M. 2456-1964

    Prtnted in Spain

    OosAMA COficina G ráfica M ad rileS a .— Or en se, 16— ^Madrid  ¡ñ

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    ¡CUENTA, CUENTA

    Este es e l g r i to que resuena por los cas t i l los de Fran

    cia en los años cabal lerescos del s iglo xi i , cuando en

    las la rgas ve ladas de inv ie rno , suspendidos los to rneos ,

    los caba l le ros en t r e t ien en su forzado d escanso contán

    dose en verso , unos a o t ros , las ú l t imas novedades de

    la época. En boca de estos varones fa t igados de la

    pe lea los po em as adq uie re n , s in em barg o , un a v ida

    inusi tada . Tanta , que pronto sa ldrán de los cas t i l los y

    se i rán por esas ru tas de Dios , repe t idos por buhone

    ros y mendigos en ese t ra j inar incesante que an ima los

    caminos medieva les . Así , cuerda a cuerda , quedará ten

    sa un día la l ír ica nacional.

    Han pasado los t iempos duros . El señor no es ya e l

    t i rano so l i ta r io , a i s lado , embut ido en e l c i l indro de su

    tor reó n . A los p ies de l cas t il lo se ha form ado u n pu eb lo

    extraño. Aquel los labriegos indecisos, pegados a las pie

    dras de la baronía , que apor taban e l g rano en t re los bra

    zos tem blo roso s par a el recu ento de l señor , form an

    ahora compactos grupos en los que se d iscu te y se

    m u rm u ra . H ab rá qu e con ta r con e llos en e l fu turo , sua-

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    CL UDIO D E L TORRE

    vizar cargas y gabelas por s i las guerras con e l vecino

    hic ie ran prec iso jun ta r los de nuevo.

    Pero e l mundo va a cambiar . No lo saben aún en es-

    tas so ledades . Por mesones y hos te r ías van aparec iendo

    ros t ros nuevos . Algún que o t ro vagabundo indisc re to

    en to na la s sá t i r a s m ás desenfadadas sobre cos tum bres

    que aquí se ignoran todavía .

    El pr ínc ipe es tá ce rca . Una más ampl ia organizac ión

    feudal se dispone a someter a l señor del cast i l lo . Junto

    a l pr ínc ip e re fu lgente de g lor ia v iene tam bié n u n ab ad

    m it ra do . Grave es e l m o m en to : la Ig lesia cond ena la

    res is tenc ia . De a lm ena en a lm ena vue la la no t ic ia y m uy

    pron to aque l los to scos ca s te l l anos t endrán que acep ta r

    nuevas fórmulas de v ida .

    Mandarán los h i jos a la cor te para que se eduquen de

    dis t in to modo. Tendrán caba l lo nuevo y re luc ien tes a r -

    mas los que puedan. La educación de los hi jos exige

    estos sacr i f ic ios. Es costoso e l espaldarazo. Los más po-

    b r e s s in escu dero s qu e les s i rvan se rá n e l los m ism os

    escu deros . Las h i jas en cam bio co nt in ua rán en e l cas-

    t i l lo

    l ib res ya de la t i ran ía de los hermanos . Es és ta

    o t ra novedad . En ade lan te han d icho los monjes que

    emp iezan a m end igar po r los con torno s ha br á que t ra -

    t a r me jo r a l a s muje re s . San Je rón imo ha e sc r i to que

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    GEOGR FÍ Y QUIMER

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    GEOGR FÍ

    Y

     QUIMER

    La isla de Pascua es en realidad la única isla con «es-

    tatuas». Porque la otra la que visitaron los antiguos

    que aseguraban que tenía también «estatuas» y que

    mencionaron repetidamente los cartógrafos medievales

    con el nombre de «La Antilia» resultó al fin que ni

    siquiera existía. Las naves de viajeros y conquistadores

    removieron las aguas del nuevo océano después de

    Colón sin encontrarla por parte algima. Las olas se la

    habían tragado.

    Fue «La Antilia» en definitiva uno de los grandes

    mitos destruidos por la naciente realidad de América.

    Pero como la leyenda había sido tan bella—^nada menos

    que resucitar la Atlántida de Platón— tenía por lo

    menos que salvarse el nombre del olvido. Así desapare-

    ció la isla de los mapas; pero el nombre de «La Antilia»

    quedó ya unido para siempre a un archipiélago y a

    su mar.

    Este fluctuar entre la geografía y la quimera consu-

    mió durante siglos gran parte de la energía humana.

    No parece probable que al mundo medieval le hiciese

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    navegantes. Femando Colón habla de ella en su Diario.

    Estas y tantas otras islas como poblaron la imagi-

    nación medieval movieron a los hombres a lanzarse

    por el mar desconocido en pos de sueños y quimeras

    sis sospechar la realidad que les aguardaba. La realidad

    fue América continente mucho más fabuloso que to-

    das las islas previstas. Porque a veces por el juego li-

    b re de la fantasía se llega tam bién a descubrir la ver-

    dad insospechada.

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    LA ISLA MISTERIOSA

    Conocemos de e l la además de la abundante iconogra

    f ía qu e nos of rece e l l ib ro d e l do c tor S tephen -Chau ve t

    en su lujosa edic ión chi lena la acuarela en que e l joven

    mar ino Ju l i en Viaud recoge su p r imera impres ión de

    la isla el 7 de enero de 1872 hacia las cinco de la ma

    ñana . Es ta acue re la ded icada más t a rde a Sa ra Be r -

    nh a rd t po rq ue el m ar i no Ju l i en Viaud se conv i r tió con

    e l t iempo en e l esc r i to r F ie r re Lot i nos muest ra un

    c o n j u n t o a b i g a r r a d o d e h o m b r e s y p i e d r a s c o m o a p r e

    tada síntesis de la fabulosa is la de Pascua.

    Pe rd ida en e l m ar con sus pá ja ros sag rados ju s to a

    mi tad de camino en t re las cos tas de Chi le y las suaves

    playas de Tah i t í l a i s la de Pascu a l lam ad a de San

    Carlos por los españoles en los años del virre inato del

    Pe rú s igue gua rdan do hoy un m is te r io indesc if rab le

    para los ojos del via jero que la visi ta . Es para los sa

    bios ima incógni ta e tnológica y arqueológica . Para los

    p r o f a n o s u n m u n d o f a n t a sm a l .

    Cuando e l ho landés Roggeween la descubre e l d ía

    de Pascua de Resurección de 1772 y aun en los años in-

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    . CLAUDIO DE LA TORRE

    m ed ia to s que s igu ie ron se hu bie ra ta l vez po did o acla -

    ra r e l m is te r io s i los p i r a ta s y ba l len eros qu e sur cab an

    entonces e l Pacíf ico hubiesen s ido más af ic ionados a la

    e tnolo gía o p o r lo m en os a las bel las ar te s . Pe ro prefi-

    r i e ron en t re unos y o t ros ex te rmina r aque l l a raza mis te -

    r ios a que debió de ten er sus gra nd es secre tos razón po r

    la cua l monseñor Tepano Jaus sen hubo de queda rse pe r -

    p le jo a l ve r en t re sus m ano s l a p r im er a « tab li l la pa r lan -

    t e» es cr i ta co n ca ra cte re s ideográficos regalo de los in-

    d ígenas . A és tos has ta en tonces se les hab ía ten ido por

    « inmem or iale s» po r ignoran te s de l a e s c r i tu r a ; de

    m an e ra qu e el ha l lazgo no pod ía s e r m ás inespe rado .

    A m on señ or J aus sen l e acom pañ aba en l a ocas ión u n

    m od es to «sabio» ind ígena qu izá e l ú l t im o que qu eda ba

    en la i s la qu e ape nas pud o expl ica rle que se t ra ta b a

    de una «madera de h ib isco in te l igen te» . Ni s iqu ie ra

    supo desc i f ra r la . E l pobre «sab io» sab ía esc r ib i r con

    dien tes de t ibu rón pe ro no le hab ían ense ñado a lee r .

    Los ve rda de ros s ab ios hab ían s ido ex te rm inad os .

    Traduc idas poco t i empo después po r lo s l ingü i s ta s

    parece se r que es tas maderas sagradas só lo conten ían

    vagos poe m as na rra t ivo s . N ada de h is to r ia de no t ic ias .

    N ingu na ley escri ta . ¿Signif icaba p o r ta nt o qu e lá re-

    m o ta c ivi lización de la is la se ha bía a l im en tad o s ie m pr e

    de pura fan tas ía? ¿Nos encontrábamos acaso an te los

    g lor iosos ves t ig ios de un pueblo de poe tas?

    No enc ie r ran l a s t ab la s s in em bargo e l m ás ho ndo

    mis te r io de la i s la . Es te res ide como en pé t reas for-

    ta lezas en lo que los v ia je ros de aque l las t ie r ras l laman

    «las es ta tuas» . Son de p ied ra descom unales a lgunas

    de m ás de ve in te m etro s de a l tu ra tocad as en su mayo-

    r ía por unos soberb ios gorros ro jos también de p iedra .

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    Pueblan l i teralmente la i s la . En el fondo del cráter del

    Rano-Roraku se encuen t r an ag rupadas c i en to c incuen

    ta y t res . A sus pies hay un lago de agua dulce y un

    bosca j e sombr ío de p l an t a s i nd ígenas nac idas a l r e s

    gu ar do de los vien tos . Afuera en la l lanu ra ot ra s cua

    renta es ta tuas bordean e l camino que conduce a l vol

    cán . Hay más de quin ientas en la pequeña i s la . Todas

    ellas

    con las cuencas vacías de los ojos vuelven la ca

    beza hac ia e l N or te c iegas a luc inadas com o s i acen

    tua ran e l mi s t e r io de su o r igen con un común p ropós i to

    que nadie aún ha desc i f rado.

    ¿Ge nte qu e tuvo po r única mis ión en su so ledad la

    de embel lecer e l sue lo inhospi ta la r io en que nac iera?

    La c ienc ia más avi sada se inc l ina hoy a aceptar es ta

    g rac iosa h ipó tes i s despu és de r echa za r u n a p or un a a

    lo largo de un s iglo de es tudios las más diversas inter

    p re t ac iones .

    No s imbol izan las es ta tuas e l socorr ido cul to a los

    m ue r tos m ás o m eno s os t en toso que se sue le supo ner

    en casos semejan t es pues pa rece p robado que e s t e cu l

    to no exi s t ió nunca ent re los indígenas . Los pr imeros

    v ia je ros r e fi er en so rp ren d ido s qu e se en co n t r a ron a l

    desembarcar en la i s la con que sus p layas es taban sem

    bradas de e sque l e tos .

    Es t a tuas de p i ed ra y huesos humanos daban l a t ón i ca

    a l pa i sa je cuando l l egaron los europeos . La t i e r ra re

    seca a l imen tada ún icamente por tmos cha rcos de agua

    dulce en el fondo de los volcanes daba una vegetación

    raquí t i ca polvor ienta fác i lmente confundib le con los

    pedruscos de l t e r reno. Sólo v i s i t aban la i s la de paso

    las aves mar inas migra tor ias . En los recovecos de la

    p iedra volcánica v iv ían adormecidas xmas débi les ra tas

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    ne gra s . E s ta s fue ron ap a r t e lo s pá ja ros e r r an te s lo s

    únicos an imales conoc idos por los ind ígenas . Ningún

    •otro.

      Ni cuad rúped os n i aves dom és t i ca s n i s iqu ie ra

    insec tos . Los pr imeros cerdos que l levaron los co lonos

    a la is la se volvieron sa lvajes a l contacto con la t ierra

    inhósp i t a .

    Exist ía un cul to re l igioso: e l del ave de paso e l pá

    ja ro sagrado; d is tan te y fuera de l a lcance de la mano

    de l ho m br e com o todo ob je to de vene rac ión . Se nom

    braba je fe fami l ia r de la i s la en t re los ind ígenes a aque l

    que se apode rase de l p r imer huevo de go londr ina de

    m ar depos i t ado en ab rup to peñasco f ron te ro a l Rano-

    Roraku . En t re una y o t ra o r i l l a hab ía que a t ravesa r a

    na do u n e s t recho b razo de m ar m uy pe lig roso a causa

    de l o lea je embravec ido a l romperse las aguas en los

    innumerab le s e sco l los . En l a t en ta t iva se p robaba p le

    namen te e l a r ro jo humano y e ran muchos los que des

    apa rec ían a r ra s t rad os po r la co r r i en te o los cadáve res

    de los ahogados que e l acant i lado recogía . El nadador

    qu e lograb a reg resa r con e l t rofeo b ien ganad o ten ía

    e l t í tu lo de je fe . Es te s in em barg o só lo se con cedía

    por un año a l cabo de l cua l se ce lebraba de nuevo e l

    a r r ies gad o con curso acu dien do a pres enc ia r lo la i s la

    en te ra .

    Ocho año s despu és de l des cub r im iento de la i s la en

    1780 M anuel A m at virre y del Pe rú envió u n a expedi

    c ión que la baut izó con e l nombre de San Carlos. Agüe

    ra t raza en tonces e l p r imer mapa que se conoce . A par

    t i r de esa época ap rox im ada m ente ba l len eros y aven

    ture ros se lanzan a toda c lase de t rope l ías que enfurecen

    a la pacíf ica población indígena. En 1843 desembarca

    la pr im er a m is ión evange l izadora com pu esta po r ve in-

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    VIAJE AL FIN DE LA TIERRA

    Los ho m br es de nu es t ro t iemp o a l qu e Uamaremios

    prov i s iona lm en te m ode rno d i sponen de un a t écn ica fa

    bu losa con l a que l l ega remos a exp l i camos muchos mis

    te r ios . Una técnica que nos ha hecho en t ra r ya en e l

    m u n d o de lo qu e fue ha st a ho y casi ficción inven ción o

    fábula . Todo en e l Universo de es te m od o qu ed ará

    al f in acla rad o según las opin iones m ás raz on able s.

    Lo malo es que esto de la razón apl icada a descifrar

    m iste r ios no p as a de ser otr a técnica y fuera de la téc

    n ica quedan los recuerdos los sueños la c reac ión poé

    t ica y tan tas o t ras rea l idades de l hombre . Aun dent ro

    de l mundo f í s ico hay todavía mucho que ac la ra r .

    H ace se tec ien tos años po r e j emplo que San Bran-

    drán se fue a buscar e l Paraíso. Este via je s igue aún

    inexpl icado pese a t r a t a r se de u n hec ho f ís ico . Por qu e

    no se proponía e l monje i r landés ha l la r e l lugar inma

    ter i a l de las a lm as a l qu e sólo se l lega p o r la fe qu e es

    u n a especie de técnic a sup erio r s ino local izar en u n

    ex trem o del m u nd o al lá do nd e e l m a r finaliza la t ie rra

    p rome t ida a lo s ju s tos .

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    Parece ser que la cu lpa de todo la tuvo e l abad Ba-

    r in tus . Un d ía fue a v i s i ta r a San B ran da n que fue tam

    bién ab ad an te s que san to y le co ntó que un o de sus

    m on jes inc l inado i r r emis ib lem en te a l a so ledad se ha

    bía ido a vivir a la is la Del iciosa perdida entre los ma

    r e s .  M ás a Occiden te según inform ación de l so l i ta r io

    a l o t ro lado de un r ío color de arco i r i s es taba e l Pa

    ra í so .

    No deb ió neces i t a r más e l fogoso San Brandan pa ra

    lanzarse a la aventura . Reunió a ca torce monjes de su

    monas ter io y con e l los se h izo a la mar hac ia los

    bo rde s l e j anos de l m un do don de nad ie hab i t a .

    De i s la en i s la de roc a en roca po rq ue la ru ta de l

    Pa raís o es com o un archipiélag o s in fin los m on jes

    avanzaron sobre las o las con su barca a fuerza de

    r e m o s .

    Una de las i s las que v is i ta ron es taba cubier ta toda

    e l la po r ixn reb añ o de b lan cas ovejas gra nd es c om o

    bueyes . Los m on jes des lu m hrad os po r l a b l a nc ura de l

    r ebaño ace r t a ron só lo a apodera r se de un t i e rno cor

    dero b lanco también . Pero no era a l l í en aquel lugar

    donde e l Señor quer ía que se ce lebrara su Resur recc ión .

    El d ía de Glor ia habían de conmemorar lo los monjes

    en o t ra i s la más ext raña todavía . Era una i s la pequeña

    y redo nda s in bah ías n i rocas n i vege tac ión n i p l ayas .

    Te rm inad a la ce remon ia San Bra nd an y los suyos ad

    vier ten a te r rados que la i s la se pone en movimiento .

    Sal tan a su barca y contemplan e l fenómeno. No hay

    tal is la . Han celebrado la Pascua sobre el lomo de Jas-

    coniu s e l m on s t r uo m ar i no que se es fuerza inút i lmen

    te

    desd e e l pr in c ip io de los t i em po s en m or de rse la co la

    pa ra mos t ra rnos lo que es l a E te rn idad .

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    El v ia je de San Brandan y los suyos dura s ie te años

    durante los cua les se suceden los pe l igros y l as mara-

    vil las.

      Conocen la i s la de los pá ja ros qu e n o son o t r a

    cosa que ángeles d i s f razados con p lumas ; e l Monas te r io

    de l a E te rn a Juven tud don de l es r ec iben uno s mo njes

    de b lancos cabe l los y de semblantes juveni les . S in em-

    bargo l a s j o rnadas más duras se ap rox iman .

    Vuel tos a la mar un gigante los det iene. Asienta los

    pies en e l fondo del océano y su cabeza se pierde entre

    las nu be s . Pe ro con e l agua de l ba ut i s m o e l aba d B ran-

    dan apagará e l fuego que devora a l gigante y és te que-

    dará as í dormido para s iempre en la paz de l Señor .

    Encont rarán después a l gr i fo águi la t emible por sus

    gar ras capaces de levantar por los a i res

      vm

    navio . Un

    dragón def iende la barca . Y seguramente fue es te mis -

    m o dragón vue l to a l as profu ndid ade s d e l m ar e l que

    debió de contar a los peces y has ta a l as bes t ias sub-

    mar inas que dormi tan en e l l echo de l océano e l pro-

    d ig io que acababan de ver sus o jos : unos pobres seres

    juguetes de l as o las pro tegidos únicamente por ima

    débi l barca ent regados con entus iasmo a sus cantos y

    orac iones .

    Como la cur ios idad se desper tó en seguida ba jo l as

    ondas

    dad o lo insó l i to del espe ctáculo cu an tos seres

    viven en e l mar inc luso los mons t ruos v igorosos de

    los ab ism os sub iero n a la superf ic ie y ro de ar on la bar-

    ca escuchando extas iados los rezos de los monjes .

    Es tos rezos l es conducen a l l l egar l a noche ante una

    igles ia de cr is ta l . Ninguna t ier ra la sost iene. Se apoya

    sobre e l mar t ransparente . Pero es ta v i s ión es só lo un

    ant ic ipo de lo que bu scan com o p ar a dar nuevos áni-

    mos a los remeros después de tan tos sus tos . Aún han

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    de nav ega r en tre fraguas a rdi en tes vecinas del infier-

    no y so bre todo ha n de en f ren tarse con la exper ienc ia

    más impres ionan te de su v ia j e : e l encuen t ro con Judas

    a tad o sobre tma roca so l i ta r i a ba t id a fu r iosamente po r

    las olas.

    Después de es te en cu en t ro a te r ra do r la dulce com-

    pa ñía de Pab lo e l e rm i tañ o y las ú l t i m as Pas cua s ce le -

    b radas sobre e l apac ib le lomo de Jascon ius e l mons -

    t ru o pensa t ivo devuelven la paz a los v ia je ros . As í t ra s

    s ie te año s de naveg ación los fa t igado s mo nje s y su

    sa nto l legan p o r í in a l bo rd e de la t ie r ra a l l í do nde se

    t e rm ina qu e e s don de em pieza r ea lm en te el Pa ra í so .

    E l abad Brandan y sus monjes vo lv ie ron a I r l anda y

    con ta ron muchas de l a s marav i l l a s que hab ían v i s to .

    Pe ro sus po bres l enguas en to rpec idas p o r e l a som bro

    no acer ta ron a descr ib i r toda la grandeza de l v ia je an te

    sus oyentes . M ás convenció a és tos com o pr ue ba rea l

    de cua nto o ían u n a espec ie de a rom a a la vez dulce y

    fuer te que im pre gn aba los háb i tos de los m onjes . E ra

    e l a rom a s in dud a de l ja rd ín para dis íac o .

    Años m ás ta rd e e l ab ad re la tó su v ia je en un l ibro .

    La vers ión oral de la aventura se repi te desde el s iglo

    noven o ha s ta el pre sen te en que Paúl Tuff rau en t re

    o t ros escr i tores ha vue l to a con tar la . E n e l re la to com o

    hemos v is to se observan bas tan tes zonas oscuras y

    a lgún que o t ro pasa je de dudosa rea l idad . Pero quizá

    pudieran hoy ac la rarse ap l icándoles la técnica de nues-

    t ros días .

    Por lo pronto a lgún ves t ig io mater ia l ha l legado has-

    ta nosot ros de aquel la le jana navegac ión . Por ah í anda

    po r los m are s de Ca nar ias la ba rca de San Bra nd an o

    26

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    la i s la de San Borondón que han v is to tan tos v ia je ros .

    Gente muy i lus t re acredi ta su ex is tenc ia .

    Por e l Tra tado de Evora la Corona de Por tuga l cede

    a la de Cast i l la e l derecho a conquistar las Islas Ca-

    nar ias inc luyendo en e l las la de San Borondón. Car-

    los V dec ide nombrar obispo para su d iócesis . Los v ia -

    jes en busca de es ta t ie r ra soñada se suceden aún en

    nu es t r os d ía s . M a te B ru n a fi rma como o t ro s m uch os

    via je ros qu e sus cos tas se ven desd e las m on tañ as de l

    a rchip ié lago canar io . Hay inc luso un mapa colgado en

    un a Univers idad por tu gu esa en el qu e se da e l con-

    tor no de ta l lado de la i s la m is te r iosa con indicac ión

    inc luso de l t ra je de sus habi tan tes . Un rey por tugués

    l lega ha s t a rega la r la i s la a un o de sus sub di tos m ar in o

    exper to a condic ión de que la encuent re .

    No sabemos en re sumen dónde e s tá s i tuada exac ta -

    men te e s ta i s l a pa rad i s í aca ; pe ro t ampoco sabemos

    ot r as m uc ha s cosas . A la luna qu e es un lugar bas-

    tan te conocido no se pudo i r con e l pr imer d isparo lo

    que prueba que había un e r ror de cá lculo sobre su s i -

    tuación. Se fue más a l lá . Porque ésta es la quiebra

    de todas las técnicas : que s iempre hay un más a l lá .

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    INFANCIA Y ESTRELLAS

    E n la t i e r ra de K nu ds to rp qu e l e v io nace r rodea-

    da de ba l l e na s i l um i na da s po r l a s a u r o r a s bo r e a l e s

    suen a en 1546 po r p r im era vez ese no m br e mágico que

    por la curva de los s iglos vendrá luego a caer en los

    oídos de n u es t ra infancia fasc inánd ono s com o u n se-

    cre to .

    Tycho Brahe va t an un ido a l a n iñez como los l áp ices

    de colores . Es la gran conf idencia que rec ib imos de

    los c ie los es t re l lados y que apenas entendemos. Se

    t r a t a de t m no m br e he r m é t i c o de un a pa l a b r a c l ave

    que suena a jugue te ro to o a cohe te l e j ano . Es un

    son ido fami l i a r en t re los r ecuerdos in fan t i l e s como e l

    de aquel a f i lador que pasaba por la ca l le .

    A pes a r de su o r togra fí a l abe r ín t i ca su no m br e pue-

    de p ronunc ia r se cor rec tamente en los años de in fan-

    c i a : co m o se n o m b ra n los s ignos y los r íos . T iene p o r

    ú l t im o s u r e p r e s e n t a c i ón c o r pó r e a b i e n d e t e r m i na da

    porque surge de improv i so en nues t ra f an tas ía : e s pe -

    queñ o t r av ieso y en lugar de cuerpo luce un a es fe ra

    29

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    armi la r . Cas i no es un se r h i imano porque es tá hecho

    de a lambres y de c í rculos de cobre .

    Y s in em ba rgo Gassendi su b iógrafo la t ino no s lo

    desc r ibe como un hom br e m ás b ien a lto de ba rb a pun

    t iagud a y b igotes la rguís im os ca ídos qu e le l legaba n

    has ta e l pecho . Ta l como lo vemos en e l r e t r a to que

    m a n dó a r e p r od uc i r pa r a s u b i og r af ía e l a s t r ó no m o s e

    corona adem ás con un a espec ie de b i r r e t e a do rnad o

    c on un pom pón y r e m a t a do po r una p l um a e r e c t a . N o

    es tá tampoco mal como vis ión de infancia .

    Pe ro de t rás de todo es to de su pompón y de su

    p lum a y de sus l a rgos b igo tes de los que n o po dre m os

    ya dese nred ar nu es t ro s a l am bres Tycho. Br ah e tuvo

    u n a infancia ejem plar . E n 1560 a los t re ce años de eda d

    des lumhrado aún por e l pr imer ec l ipse de sol que ob

    se rva ra años an tes nos lo enc on t ram os en Copenha

    g u e .

      M ira con. f recuencia la no ch e con es t re l las pe ro

    cuando baja los o jos a la t ie r ra compone excelentes

    versos la t inos . Compar te as í e l es tudio de los as t ros

    con e l d e hu m anid ade s que v iene a se r lo m ism o. Dos

    años después va a Leipzig acompañado del preceptor

    pa ra ded ica r se po r en te ro a l a ju r i sp rud en c ia . Pe ro

    tampoco deb ió de se r t an por en te ro porque l e sobra

    t i empo pa ra l ee r los manua les de as t ronomía que l l e

    gan a sus manos y has ta pa ra adqu i r i r una es fe ra d i

    minu ta . En e l l a comprueba sus p r imeras obse rvac io

    nes

    con gra n desesp erac ión de l pre ce pto r . Oigamo s a

    su biógrafo Figuier ta l como relata la escena con l í

    ne a s y t i n t a s de g r a ba do r om á n t i c o :

    «Cuan do e l m ae s t ro d orm ía e l d isc ípulo se levanta

    ba abr ía la ventana y enñlando los c ie los con su com

    p á s seguía durante las noches serenas e l desplazamien-

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    G E O G R A F Í A   Y

     QUnVÍER

    to de los p lanetas o in tentaba f i ja r e l lugar de las cons-

    te lac iones y las es t re l las anunciadas por las tablas de

    Copémico . Las p r imeras luces de l a aurora l e sorpren-

    dían aún ent regado a su t rabajo vigi lando con un ojo

    el sueño de su preceptor y con e l o t ro la s i tuación re-

    lat iva de las est rel las .»

    As í desc r i to nos se rv i r í a muy b ien es t e g rabado para

    fe l ic i ta r l as Navidades que es cuando cobran vida los

    mejores r ecuerdos . Cuando se hace un hombre y l l ega

    a ser ese ot ro re t ra to de los b igotes ca ídos recordará

    en tonces a su t e r r ib l e p recep tor y como en su t i em-

    po se mezclan la as t ronomía y la as t rología como dos

    bara jas s imi lares d i rá de és te que «su carác ter se for -

    m ó s in duda a lguna bajo la inf luencia de una cons te-

    lac ión mal igna».

    Tycho Brahe lo ordenó todo lo midió todo lo ca lcu-

    ló todo. Se le quebró con f recuencia la verdad ent re

    las manos cogida por las tenazas de las luchas de su

    época . Pero nos dejó como herencia los mejores ins-

    t rumentos de su s ig lo y 777 es t re l las ca ta logadas . Por

    es to ú l t imo seguramente es t an amigo de los n iños

    grandes coleccionis tas de todo lo que br i l l a .

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    VIAJES IMAGINARIOS

    En los a lbores del s iglo xvi i los sabios se prepara-

    ban pa ra da r a l mundo una buena o rgan izac ión ma te -

    m á t i ca . Cre ían de e s t e m odo h ab e r enco n t ra do e l ve r-

    dadero camino de toda c iencia incluso de la f i losófi-

    ca . Pero an tes en e l s ig lo xvi e l más c la ro jus t i f ican te

    de e s t e loab le p ropós i to p rovoca p rec i samen te en l a

    H u m a n i d a d u n a c on fu s ió n p e r t u r b a d o r a : l a T i e r r a

    nu es t ro p lan e ta p ie rde su condic ión de cen t ro de l Uni-

    ve r so seña lada desde los t i empo s de P to lomeo po rq ue

    un pac ien te po laco Nico lá s Co pém ico ha em pleado

    cuarenta años de su v ida en observar e l paso de las

    es t re l las por ima rendi ja ab ie r ta en una de las pare -

    des de su cuar to . Premio a tan ta labor ios idad fue co lo-

    c a r a l sol en e l s i t io qu e le co rres po nd ía en e l pr op io

    cora zón del Universo com o u n a do rad a con decorac ión .

    Desde entonces—^y puede que antes—^no volvió a girar

    e l so l a l red edo r de la Tie r ra s ino todo lo con t ra r i o .

    Se t a rdó t an to en descubr i r lo po rque aún no se ha -

    b ía inv enta do e l te lescopio ins t ru m en to auxi l ia r pode-

    ros ís imo que iba a dar a los cá lcu los as t ronómicos una

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    i n sospechada r ap idez . Años m ás t a rd e en Eu rop a con

    espec ia l m et icu los id ad en H olan da se cu l t ivaba la de-

    l i cada a r t e san ía de l a s l en te s pe ro aún no se pensaba

    en u t i l izar las p ar a las ob servac ione s es te la res . As í ve-

    mos a l a s t rónomo Tycho Brahe en su luminosa i s l a da -

    nesa ocu pad o con prefe renc ia en la con s t rucc ión de

    un as m áqu inas enorm es ca lcu la r l a m ás a p rox im ada

    div isión de los l im bos de cobre y sob re todo ent rega-

    do a la ta rea fa t igosa de medi r e l t i empo con c leps i -

    dr as y re lo jes todav ía és tos s in pén du los ta re a a la

    qu e e l ho m br e ha ded icado en todo t iem po aun s ir -

    v i éndose de c ron óm et ros exac tos su m ás desesp e rada

    a tenc ión . E s Kep ler e l m ás genia l as t r ón om o d e la

    época e l p r im ero qu e in t e n ta la cons t rucc ión de im

    te lescopio con e l acop lam iento de dos len tes . P er o ocu-

    p a d o

    s in duda en la labor in te rminable de sus cá lcu-

    l o s ya q u e aún no se hab ían inven tado t am poc o lo s

    loga r i tmos no deb ió de d i spon er de m uc ho t i em po

    para mirar a los c ie los con su invento cur ios idad que

    es taba reservada a Gal i leo .

    Ya es ta m os pu es en p leno siglo xvi l con te lescopio

    y loga r i tmo s d i spues tos a o rden a r e l m un do . No e s

    fáci l por entonces ostentar e l t í tulo de f i lósofo. El mun-

    do sufre una revolución cient í f ica . Todas las c iencias

    se neces i tan unas a o t ras para l legar a la verdad f ina l .

    Se m ezclan la m edic ina la ópt ica la geom etr ía . Se pre-

    s ien ten las más ex t rañas ap l icac iones de l á lgebra . En

    1673 Descar tes publ ica su

      Discurso del método

    La T ie r ra con t an tos va ivenes pa rec ía ha be r pe rd i -

    do impor tanc ia a l desplazarse de l cent ro de l Univer -

    s o ;

      pe ro e s to mismo con t r ibuyó seguramente a que sus

    hab i t an te s d i e ran desde en tonces más impor tanc ia a

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    la as t ronomía . Esta c ienc ia según Cass in i se reanima

    con e l paso de los cometas cuyo dest ino consis t ía pr in-

    c ipa lmen te en ac recen ta r l a cu r ios idad de los hombres .

    Algo c ie r to debía de haber en es to cuando los hom-

    bres se lanzaron te lescopio en mano a las aventuras

    más ex t rao rd ina r i a s . Ve ían de  cerc por p r imera vez

    la superf ic ie de o t ros p lane tas ; pero sobre todo la

    luna l e s mos t raba a l a l cance de l a mano un mundo de

    marav i l l a . Era una t en tac ión i r re s i s t ib le pa ra cua lqu ie r

    espír i tu via jero. Y así nacieron los via jes imaginarios.

    Godwin nos cuenta en ima de sus narrac iones fan-

    tás t icas que l legó a amaest ra r unos c isnes sa lva jes

    procedentes de la i s la de Santa Elena a fuerza de

    most ra r les ima y o t ra vez un obje to b lanco y redondo.

    Acostumbrados los c isnes a volar en la dirección del

    objeto Godwin los t raslada a la is la de Tenerife . Y

    una noche desde e l Te ide remolcado por sus c isnes

    emprende su via je a la I tma a la que l lega en menos

    de dos semanas . Esto ocurr ía en 1638.

    Tam bién e l ing lés W ilk ins en época po ste r io r quie -

    re in ten ta r l a aven tu ra ; pe ro gu iado por su e sp í r i tu

    prác t ico reduce has ta e l l ími te e l número de las aves

    amaest radas y se lanza a l espac io sentado en una mo-

    desta águi la . Esta y o t ras ten ta t ivas guiado s iempre

    por su esp í r i tu prác t ico las reúne en e l capí tu lo de

    una de sus obras que d ice as í : «Que no es imposib le

    que a lguien de la poste r idad pueda descubr i r o inven-

    ta r a lgún modo de t r anspor ta rnos a e se mundo de l a

    luna y que de hab e r en é l hab i t an te s haga m os com er -

    cio con ellos.»

    E ste auge de la imag inac ión ma rc a la v íspera com o

    ha sucedido s iempre de los hechos rea les .

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    ULTIMAS

      F A N T A S Í A S

    De las experiencias imaginarias del siglo xvii llegan

    hasta nosotros entre otras popularizadas por unos ver

    sos sonoros las cinco maneras de Cyrano de elevarse

    por los aires. El drama de Rostand las ha puesto al

    alcance de todas las memorias y no hay por tanto

    que citarlas aquí.

    Pero la Humanidad no se contentaba solamente con

    soñar sino que aspiraba naturalmente a realizar sus

    sueños. De aquí que en busca de materializaciones el

    hombre concibiera las más extraordinarias fantasías.

    En 1670 el padre Francisco Lana jesuíta nos des

    cribe un nuevo medio de ascensión. Se trata de dos

    esferas de cobre pero de un cobre tan delgado que

    no llega a darnos su espesor. En estas esferas había de

    producirse el vacío hasta lograr que el aparato fuese

    menos pesado que el aire. Para sus cálculos el padre

    Lana prescinde una vez más del espesor del cobre no

    especificado. El vacío podrá obtenerse en su opinión

    de la manera más sencilla: basta con llenar de agua

    las esferas y poco a poco irlas vaciando. Al final na-

      7

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    tu ra lmente , queda hecho e l vac ío y e l apara to en con-

    diciones de elevarse. Se aplican luego unas velas a las

    es fe ras . . . ¡y a nav ega r

    Como ocu r re , s iem pre an te l as ideas gen ia les , l a de l

    j e su í t a t uvo t ambién sus de t r ac to re s . ¿Qué o t r a mi s ión

    —exclamaban és tos—^podían cumpli r las velas que no

    fuera la de seguir c iegamente , como las esferas , la d i -

    recc ión de l v ien to que sop la ra? E n e l mar— argüían—

    se navega porque hay dos fuerzas que se oponen en t re

    s í :

      la ac t iva del v iento y la res is tencia de las aguas .

    P er o ¿en los a i res . . .?— concluían con un a car cajad a

    desconce r t an t e .

    . Se pensó entonces con toda ser iedad en la autént ica

    navegación aérea . Y otro re l ig ioso, e l padre Gal ien, ha-

    c ia mediados del s ig lo xvi i i nos expone su cur iosa teo-

    r ía sobre e l tema.

    «Parece ser—^nos dice—que en la atmósfera hay dos

    capas de a i re superpues tas , s i endo más pesada la in -

    fer ior . De es te modo, un baroo colocado con su l ínea

    de flo tación en la ju n tu ra d e am ba s capas pod r ía na-

    vegar perfectamente .» Nos l lega a dar e l buen padre

    las caracter ís t icas del navio en cuanto a su peso, ca-

    pa c ida d d e ca rga y fo rm a. A juz ga r po r los da tos qu e

    nos sumin i s t r a , deb ió de t r a t a r s e de un ba rco de ma-

    yor tamaño que la c iudad de Aviñón, cuna del inven-

    tor esc larecido, Pero lo que no se nos dice en par te

    a lguna e s de qué med ios pensaba va l e r se pa ra t r ans -

    por ta r su nav io a l a a l tu ra necesar ia , a l a famosa jun-

    tu r a donde pud ie r a ho lgadamen te navega r .

    Aún hay ot ro innovador en es te s ig lo dichoso del

    que se t ienen más vagas not ic ias todavía . Se l lamaba,

    quizá , Lorenzo de Guzmán. Se discute s i nació en e l

    8

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    Brasi l . Se discute incluso su existencia . Pero sí se ru

    morea que un d ía v io e levarse has ta las ventanas de

    su casa en L i sboa una casca ra de huevo impulsada por

    el viento. Con tan exigua experiencia c ient í f ica conci

    b i ó t a m b i é n a r ro j a d a m e n t e su m á q u i n a v o l a d o ra.

    Hasta se asegura que voló en Lisboa hacia 1736 si bien

    fue a es t re l la rse cont ra las comisas de l pa lac io en e l

    que e l r ey Ju an V y su Cor te p re senc iaban a som bra

    dos

    t an ex t raño expe r imen to .

    No ha de incluirse esta tenta t iva de Lorenzo de Guz-

    mán por t an to en t re los v ia je s imag ina r ios pe ro s í

    cabe seña la r la como una de las u l t imas fan tas ías .

    Porque ya e s tamos en l a s pos t r imer ía s de l s ig lo xv i l i

    en la víspera de esos días en que vienen a l mundo los

    he rm an os Montgol fier aque l los dos n iños que no pu

    die ron nunca jugar con g lobos porque fueron e l los

    años más ta rde los que los inventaron .

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    EL HOMBRE EN EL AIRE

    Cuenta el historiador Marión que el viejo mariscal

    De Villeroi, octogenario y enfermo, se asomó a las ven-

    tanas de las TuUerías en tma tarde de otoño del año

    1783 par a com prob ar con sus propios ojos la increíble

    novedad que anunciaban los papeles públicos. Se tra-

    taba, según éstos, de un nuevo experimento físico que

    iba a asombrar al orbe entero: la ascensión por los

    aires de un objeto extraño, especie de balón, impulsa-

    do hacia las nubes por otro aire más caliente.

    La noticia turbó bastante al viejo mariscal. Sus ojos

    cansados le hacían ya ver visiones, sobre todo a las

    horas crepusculares, y por un momento tuvo la sen-

    sación, al ir de una a otra ventana agitado convulsiva-

    mente, de que aquella luna oscura que se elevaba por

    el cielo de París volvía a ser un nuevo engaño de su

    mirada mortecina. Pero la luna pasó tan cerca de su

    ventana, que el pobre mariscal cayó de rodillas, mien-

    tras exclamaba:

    — ¡Ahora sí que no cabe dud a Descub rirán el secre-

    to de la inmortalidad, pero para entonces yo me ha-

    bré muerto.

    41

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    N o fa ltó qu ien rec o rd a ra en ton ces que aun qu e ya

    pe rd i do en la an t igü edad se ha b la ba todav ía de u n

    cie lo mitológico por e l que navegaba s in cesar un dios

    de pie s a lado s m uy afic ionado a vis i tar la T ierra . ¿Po r

    qué no devolver le la v is i ta? se preguntaban los más

    am bic iosos . E n cuan to a los poe ta s s i em pre des in te re

    sados se conten ta ron con vo lver a hab la r de Ica ro y su

    infru ctuo so vuelo en u n día de sol . La c i ta p o r en ton

    ces

    conservaba su pres t ig io .

    S im ón e l M ago según tod as las apa r ienc ias h izo e l

    p r im er ensayo se sen ta años después de Cr i s to cuan do

    aún es taban ca l ien tes las hue l las de San Pedro por los

    senderos de Roma. El ig ió la Ciudad Ete rna para su

    exp e r ienc ia ; pe ro lo s c r i s t i anos de en ton ces pe rsegu i

    dos po r Nerón no deb ie ron da r más impor tanc ia a l

    vue lo que a las locuras de l t i rano . Es taban aún dema

    s iado ce rca lo s mi lag ros pa ra que nada - le s a sombrase .

    Lo c ie r to es que S imón se rompió la cabeza en e l

    expe r im en to lo qu e no imp id ió que tuv ie ra sus d i sc í

    pu los y que és tos s igu ie ran también la misma suer te .

    La teoría del p lano incl inado s irviéndose de la res is

    tenc ia de l a i re ha b ía f racasado p or ta n t o . A es ta con

    c lus ión se l legó en aque l los remotos t iempos .

    H abía pu es qu e vo lver a em pezar rec t i f icando e l

    pu n to de pa r t ida . Los ho m bre s deso r ien tado s e leva

    ron los ojos a l c ie lo y vieron cruzar por e l espacio a

    u n a p a lo m a . A p re s u ra d a m e n te l a r e p ro d u j e ro n e n m a

    dera y la lanzaron desde una co l ina . La pa loma c ruzó

    e l espac io desde la co l ina a l sue lo pero aquí se que

    dó .

      Los amigos de P la tón pud ie r on dec i r aque l l a t a rd e :

    «La pa loma de madera es un cuerpo s in v ida .»

    ¿Qué hace r? As í quedaba p lan teado e l p rob lema : a l

    4

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    hombre con v ida l e f a l t aban a l a s ; a l a s pa lomas de

    madera les fa l taba v ida . Hubo que l legar a l s ig lo x in

    para a lcanzar conocimientos más c ient í f icos . Se volv ió

    a pe nsa r en e l ho m bre pe ro dad a l a exper ienc ia ayu

    dánd o le u n poco m ás . Así e l m onje Bacó n expone su

    idea de cons t ru i r una máqu ina pa ra vo la r en l a que

    es tan do e l ho m br e sen tado o suspend ido en su cen

    t r o

    pud ie ra da r vue l t a s a una man ive la que pus ie ra

    en movimiento unas a las ta l como hacen las aves .

    Conse jo tan prudente fue seguido a l p ie de la le t ra

    por o t ro sabio benedic t ino Ol iver io de Malmesbury

    que después de fabr icarse las a las un poco inf lu ido

    quizá por las an t iguas descr ipc iones de  l a s . d e  Dédalo

    se lanzó desde lo a l to de una torre . All í quedó el des

    grac iado f ra i le a l p ie de la tor re con ambas p iernas

    r o t a s .

      V iv ió s in embargo muchos años más como un

    pá ja ro a t e r ido po r e l f río de su desven tu ra achac ando

    su f racaso a la fa l ta de precaución de no proveerse

    de una cola .

    Igua l des t ino desven tu rado tuvo o t ro no tab le ma te

    m át i co de Pe rugg ia Ju an Bau t i s t a Dan te a l l á po r e l

    s iglo XV movido s in duda por la emulación de la fan

    t a s í a de su más i lus t r e homónimo. No sé sabe h i s tó

    r i camente has t a qué pun to Leonardo l l evó a l a p rác t i

    ca sus más o menos capr ichosas teor ías . Su anécdota

    del c r iado t iene todas las carac ter í s t icas de una bro-

    naa pop u la r t r a t ánd ose de pe r sona je t an hu m an o b ien

    que la época faci l i tara estos excesos.

    En f in para que a es tos nombres a i s lados no les

    fa l ta ra e l sabro so cond im en to de la sa l española ha

    br ía de agregar a la l i s ta e l de l cordobés Aben Fi rnás

    po l íg ra fo poe ta g ram át i co mús ico y m ecán ico qu e vo ló

    4

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    GUSINDE EN ESPAÑA

    Difícil era de sospechar para los ojos profanos que

    aquellos cráneos alineados en las vitrinas de los mu

    seos antropológicos estuvieran destinados con el tiem

    po

    a ser meros exponentes de una ciencia casi morte

    cina al compararlos con la materia viva que hoy es

    tudian los etnólogos.

    El padre Gusinde es im audaz representante de la

    nueva escuela en la que no bas ta el saber científico

    con ser mucho el qu e acrunula el ilustre profesor si

    no va acompañado de una decidida acción personal en

    busca del ser humano allí donde se encuentre.

    El profesor vienes lo ha buscado denodadamente por

    todos los rincones del mundo: desde África a la Pa-

    tagoma. Y en una de las selvas del ex-Congo belga tro

    pezó con las trib us de los pigmeos con las que vivió

    durante casi un año.

    No hay novela de aventuras que supere el relato apa

    sionante de esta experiencia. Gusinde nos lo cuenta

    con mesura midiendo bien sus recuerdos como si se

    tratara de despertar en el oyente la misma ternura que

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    é l exper imentó an te e l ha l lazgo . Duran te once meses

    s igu ió a es tas gen tes d iminutas por los a l tos bosques

    af r icanos de copas de á rbo les le janas qu e cer rab an la

    luz del sol deja nd o en so m br a la se lva tod a s i lencio-

    sa como una ca tedra l en reposo . Sobre un sue lo duro

    l impio de vege tac ión pues jamás l legaron has ta é l los

    rayos so la res acampó d ías y noches con es ta raza o l -

    v idada y compar t ió con e l la la v ida pr imi t iva .

    El profesor habla de sus pigmeos con una dulce son-

    r i sa que deb ió de se r e l a rma secre ta de su aventura .

    «Un metro veinte—^nos dice con minucioso pormenor—

    fue una es ta tura comprobada por mí . Ági les r i sueños

    y habladores cor r ían por la se lva en la más d ichosa de

    las l iber tades . Jamás t ransgred ían la ley mora l . Mono-

    te í s t a s y m onógam os com o fue ron indudab lem en te l a s

    pr imeras soc iedades según las novís imas inves t igac io-

    nes de la c ienc ia no debie ron de contaminar le nun-

    ca acaso p o r sus mi les de año s de a is lam iento de las

    cos tumbres re la jadas que t ra je ron la d ispers ión y mez-

    cla de las razas . Es c ier to que mil años antes de Jesu-

    cr is to—agrega con f ino humor—^un Faraón mandó t raer

    a su Cor te a uno de esos p igmeos maes t ro en danzas

    sagradas . Pero seguramente devue l to a la se lva no pu-

    do contar nada de lo que había vis to en e l país le ja-

    n o y poco debió de in f lu i r en sus contemporáneos . Yo

    mismo he hab lado con o t ro que es tuvo una vez en Lon-

    d re s donde lo exhib ie ron en una expos ic ión ; pero n i

    s iquiera supo expl icarse e l v ia je . En e l fondo nada de

    nuestra vida les in teresa . Viven fe l ices en su medio

    con sus c reenc ias ded icados a l cu l t ivo más escrupulo-

    so de sus t rad ic iones . E l hombre por e jemplo se casa

    s iempre con mujer de o t ra t r ibu . Ambos muy jóvenes .

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    casi niños . El igen l ibrenaente a l vis i tarse unos a ot ros .

    Pero en las conversac iones fami l ia res que preceden a

    la cerenaonia los pa dre s s iem pre in te resa do s p lan tean

    e l problema de la dote . Es ta sue le cons i s t i r genera l -

    men te en una de t e rminada can t idad de p imtas de f l e -

    cha muy apreciadas . Si una de las famil ias carece del

    nú m er o fi jado la bo da se ro m pe . Y a veces es to pro -

    voca la so luc ión románt ica : los novios huyen de l ho-

    gar pa te rno como dos n iños que se perd ieran por e l

    bosque . A l cabo de l t i empo sobre t odo s i ha hab i -

    do un h i jo varón en e l nuevo mat r imonio la pare ja

    vuelve a r r ep en t id a y sumisa a sus m ayores qu i enes

    la reciben con toda clase de fes te jos y agasajos .

    Conserva pues es ta gente fe l i z l as mismas cos tum-

    b r e s

    más o menos que desaparec ie ron un d ía en e l

    caos del mundo civi l izado. Por eso es tos raros sabios

    de la e tnología pers iguen entre ot ras cosas lo que el los

    l l aman «e l pensamiento e lementa l» .

    Todo es to en r e sumen no e s más que l a anécdo ta

    lo que cor re más v ivaz para e l profano que se adent ra

    a su vez por esa ot ra selva que es e l a lma humana.

    Luego viene la biología la prehis tor ia . . .

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    ESMERALDAS

    No fue posible inform ar al rey de los Dañabas po r

    que se trataba de los remotos tiempos de la sagrada

    literatu ra hindú de que su bilis fabulosa roba da po r

    la serp iente voladora llegaría a conv ertirse un día en

    piedra tan preciosa como la esmeralda. La falta de tan

    valiosa información ha motivado sin duda que aun

    después de los muchos siglos transcurridos desde el

    real despojo indu stria tan productiva como la explo

    tación de las miaas de esmeraldas que hoy existen en

    la India se encuentre todavía en manos de una sola

    familia usu fruc tuaria exclusiva de los yacim ientos.

    De conceder el crédito que merece al historiador

    Otero Muñoz ex presidente de la Academia Colombia

    na de Historia los egipcios fueron m ás decididos par

    tidarios de la publicidad. Sus piedras verdes inunda

    ron el mundo antiguo y en su rutilante carrera de lu

    ces por la Tierra llegaron a instalarse en el propio

    corazón de la Cristiandad rep rese ntad o esta vez po r

    la tiara de los Papas en las que luce desde el pontifi-

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    cado de Ju l io I I una de l as más be l las esmera ldas

    or ien ta les .

    Del m ism o le jano or igen debió de se r t am bié n la

    smer g us  de N eró n con la qu e se en t re te nía en se

    guir las incidencias de los juegos en e l Circo Romano

    mirando por e l la como por una lente y t i f iendo as í la

    sangre de un color i r real . Si ent re las caracter ís t icas

    de es tas esmera ldas de l Or ien te hay que lamentar su

    fal ta de t ran sp are nc ia fue és te u n re pa ro c ient íf ico

    p l a n t e a d o m u c h o ti e mp o d e s p u é s d e h a b e r s e c e r r a d o

    los circos.

    Para que la esmera lda luzca en todo su esp lendor

    desd e e l co lor verde profu nd o ha s ta e l m ás pá l ido y a

    veces b lanco según la cant idad de óxido de c romo y

    de h ie r ro en so luc ión que haya en t rado en sus ve tas a l

    t iem po de cr is ta l izarse fue no sólo nec esar io q ue Co

    lón descubr iese América s ino que J iménez de Quesa-

    da conquis tase Nueva Granada. Al l í junto a la cordi

    l l e ra or ien ta l de los An des a un os c ien k i ló m et ro s d e

    la c iudad de San ta Fe se ab re e l va l le es t rec ho y pro

    fund o de l r ío M inero orgul lo de l a zon a esm era ld í fe ra

    de l v iejo re ino . H as ta aque l las a l tu ras po r t e r re no que

    b r ad o e i n sa lubre roda nd o a veces po r l a s pen d ien t e s

    pedregosa s t uv i e ron que en ca ram arse l o s p r im ero s

    conqu i s t adores en busc a de l a m ág ica p rom esa . E ra

    ésta la provincia de los Muzos t ier ra cal iente y húme

    da en la que se cocía lentamente avivada por e l fuego

    de la t radic ión una de las razas más tenaces en defen

    de r su suelo. La re in a de sus leyend as Fura-Ten a per

    sonif icación del mineral verde de los Muzos se exten

    día po r las m on tañ as sa l inas com o un va por en e l es-

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    GECXiRAFIA Y QUIMERA

    pac ió

    emendo todo e l val le con sus brazos oscuros .

    Por en t re es tas t in ieb las de l paisa je y de las a lmas

    sonaban a l andar los h ie r ros de los conqu is tadores

    como campanas de fe .

    Después v ino e l descubr imiento de l cap i tán Penagos

    la p r im er a m in a de e sm era ldas y a p ar t i r de en ton

    ces la larga y penosa explo tación de los yacimientos

    hasta l legar a la poses ión des i lus ionada de l tesoro . Es

    p e ran z a y m e ta t í p i cam e n te h i sp an as .

    Como dato cur ioso recoge Otero Muñoz una de las

    ord en an za s ex ped idas en 1643. «Qu e los ind ios qu e t ra

    bajan en las minas—decía esta ordenanza—^no puedan

    ser ocupados en o t ra cosa . Que las horas dé t rabajo

    deben ser de las ocho de la mañana a las doce de l

    d ía y desde las dos de la tarde has ta las cuat ro . Que

    los dueños de cuadr i l l a no puedan hace r los t r aba ja r

    m ás t iem po so pe na d e 20 pesos de mu l ta . Que de no

    che no puedan se r ocupados los ind ios en l as minas

    aunque d igan que van de su voluntad . Que los indios

    que den l ibres los sába dos e tc .»

    «D e t a l m o d o — c o m e n t a el h i s t o ri a d o r c o l o m b i a n o -

    hace t res s ig los no se abrumaba a los indios con e l t ra

    ba j o com o se ha so s tenido pu es ya se hal la ba es tab le

    c ida pa ra e llos un a jo m a d a de se is hor as m eno r qu e

    la ac tual y e l derecho que se cree modernís imo de l

    week en de los sábados.»

    E n 1650 las m in as s on inco rp or ad as a la Real Coro

    na excluyéndose de su explo tación a los pa r t icu lare s .

    No vue lve desde esa fecha a sacarse provecho n i u t i

    l idad alguna de los yacimientos hasta e l año 1824 con

    quis tada ya la independencia por Colombia . De enton-

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    ees acá como un a riqueza que se encauza el río d e

    esmeraldas discurre hoy bajo la dirección del Banco

    de la República de Bogotá que ha em pezado po r rega-

    lamos en una cuidada edición la historia de su le-

    yenda más poética.

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    PUE LOS ECUESTRES

    Prim ero fue la selva según el profesor -Otto Jessen

    y de ella partió la agricultura. Los habitantes de la

    selva se asomaron un día a la orilla de la estepa y así

    tuvieron ante los ojos vírgenes una visión extensa de

    lo que debió ser el Paraíso. Aves de todas clases vola

    ban limpiamente por el aire mientras abajo humede

    cía los pastos el hondo respirar de los bisontes. Y en

    tre estos dos reinos de tan opuestas vidas se ilumina

    ba casi completa la lámina de la zoología hirviente

    bajo el sol en libertad po rque la estepa era en tonces

    un mundo que el hombre no habitaba.

    El hom bre entonces se hizo cazador y más tard e

    como alguien tenía que reunir a tanto animal suelto

    como aún quedaba empezó a dibujarse en el horizon

    te un nuevo tipo de habitante de la estepa: el pastor

    a caballo. Porque ya estamos en la estepa. El primer

    contacto con la selva ha producido una ancha fronte

    ra—^los primeros cultivos los primeros animales do

    mésticos—entre los dos mundos. Con los hombres de

    la selva pues llegaba también la agricultura campos

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    dispersos de labor que desaparec ían en imas horas

    ba jo e l ga lope de las manadas .

    La f ranja d e l a f rontera s in em ba rgo se ensancha-

    ba cada vez más . Nuevas v idas se incorporaban a l a

    conquis ta has ta que toda la es tepa fue como un in-

    m e n s o c a m p a m e n t o s e ñ a l a d o e n l a s t a r d e s q u i e t a s p o r

    las d i s tan tes co lumnas de humo de los hogares . Los

    abor ígenes somet idos a una ley de guer ra o a una ley

    de amor perd ían su pa l idez de venc idos a l mezc larse

    con los conquis tadores . La t i e r ra e ra en tonces de un

    solo color.

    Nacieron de es te modo ent re o t ros pas tores a caba-

    l lo los cosacos de la es tepa rusa los vaqueros de l Bra-

    sil lo s  boers  de Áfr ica del Sur los gauchos de la Pam-

    pa los l l aneros venezolanos los

      cowboys

      d e N o r t e a m é -

    r ica . Verdaderos pueblos ecues t res c rearon un t ipo de

    v ida muy ca rac t e r í s t i co con l a cu r iosa pa r t i cu l a r idad

    pes e a l as en orm es d i s tanc ias que les sep arab an de

    presen ta r t odos e l l os unos r a sgos comunes . En t r e nos -

    o t ros

    aun los más conocidos—^los cosacos los gauchos

    y los  cowboys—allegan de ta l manera a confundirse unos

    con o t ros que fo rman jun tos en nues t r a memor i a ima

    única pe l ícu la de aventuras .

    Al leer e l es tudio del profesor Jessen sobre los pue-

    blos ecues t res de l as es tepas se p iensa inevi tab lemen-

    te en nues t ros caba l l i s tas de l campo andaluz . Al l í no

    hay e s t epa s ino m ar i sm a . No pue de hab la r se de l avan-

    ce de la se lva porque tampoco la hay; pero s í de los

    ensayos de agr icul tura en los más á r idos d i s t r i tos . El

    cabal lo en Andalucía como en la

      pust

    húngara fue

    e l e lemento prec i so para dominar e l pa i sa je . En Te-

    xas en Kansas durante e l s ig lo pasado se l l evaban de

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    u n lad o a ot ro a co sta de inn um era ble s r iesgos c ien-

    tos de mi les de an imales cada t ropa con su   cowboy.

    No era menos e l pe l igro a la hora de dar les descanso

    l legada la noche cuando e l ganado sufr ía verdaderos

    a ta qu es de te r r or y res u l ta ba d if íc il con tener lo com o

    no fuera rodeándolo de hogueras y canc iones .

    En e l campo anda luz la canc ión y e l toro—su animal

    más rep resen ta t ivo con e l caba l lo—se jun tan t ambién

    con frecuencia . Y no es menor e l pel igro del toro des-

    mandado que no e s t ampoco un so lo an ima l s ino mu-

    chos reunidos en la sangre toda una cas ta que se re -

    vuelve a la menor inci tación.

    Cosacos gauchos cowboys a n inguno ha fa l tado en

    su m o m e n t o su l i t e r a t u r a p o p u l a r s a t u r a d a d e ro m a n -

    t ic ismo. Estos t ipos rebe ldes va l ien tes e indisc ip l ina-

    dos e n c a m a ro n c o n v e rd a d e ra h o l g u ra l os g r a n d e s

    idea les de su t iempo cuando aún la es tepa no es taba

    encadenada por los a l ambres de los e s t anc ie ros . En t re

    aque l los idea les ger m inab an confus am ente confundi -

    dos con un pun to de honor muy qu i squ i l loso l a s p r i -

    m er as re iv indicac iones soc ia les . La l iber tad res p i r ad a

    a l a i re l ib re e ra pa ra e s tos pas to re s una pa lab ra hen-

    chida de nosta lgia .

    Nuest ro caba l l i s ta anda luz t iene también su l i te ra -

    tu ra . Pe ro é s ta e s como s i d i j é ramos m ás u rb ana m ás

    de la c iudad pese a l campo y a l cabal lo . Se dir ía que

    desde e l caba l lo anda luz de m ay or a lzada po r no se r

    caba llo de des ie r to se pu ed e s i emp re v i s lu m bra r a l

    té r rh ino de la mar isma la pr imera casa b lanca de los

    pueb los .

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    BREVE HISTORI

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    HALLAZGO DE UNA VILLA ROMANA

    Pa ra enco n t ra r un a v il la rom ana lo p r im ero que

    hay que hacer es dir igirse a un si t io en e l que hayan

    estado antes los romanos. El t raba jo es b ien senc i l lo

    por tan to ya que los romanos es tuvie ron en cas i todas

    pa r te s aun en lugares inverosími les dada s las d is tan-

    cias e n su t ie m po . C ruza ron e l Canal de la M ancha y

    a l l í en las oscuras Is las Br i tán icas tuvie ron inc luso

    u n a pro vin cia f loreciente . No es p ue s de ex tra ña r qu e

    vin iesen a E sp añ a en u n la rgo v ia je por t ie r ra qu e

    hac ía más p lacentero la semejanza de l c l ima.

    Pe ro en este largo via je l leno de m il incid ente s y

    av entu ras las leg iones a veces se d ispe rsaba n perd i -

    das o a t ra ídas por los encantos de l pa isa je . Muchos

    se nt ían la a tra cc ión de la t ie rr a fér t i l y a l l í se queda-

    ban a m i tad de cam ino conve r t ido e l escu do en a nch a

    azada.

    Pocos b ienes tan codic iables como es tos t ranqui los

    campos le jos de los negocios del Imperio. Aquí e l sol

    y e l s i lenc io tem pla ba n b ien la m adu rez de l gue rre ro

    necesi tado a l f inal de su vida del reposo necesario

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    CLAXJDIO DE LA TORRE

    para ordenar t an tos recuerdos . Algo as í debió de ser

    la causa de es tas vi l las a is ladas que señalan el paso de

    los romanos por España , pues e s cu r ioso obse rva r que

    cas i toda s e l las d i s f ru tan de u n be l lo e m plaz am iento .

    Para i r en busca de la v i l l a romana más comple ta

    qu e se ha enc on t r ad o en . nues t r a t i e r r a , ba s t a sa l i r en

    coche de Pamplona y dar vis ta a Monreal , e l viejo ca-

    mino de Sant iago de los que venían de Jaca . Corre con

    el coche k i ló m et ros y k i lóm et ros la agre s te s ie r ra d e

    Aláiz , por la que Medinacel i , en t iempos, hacía rodar

    los jabal íes .

    Aquí , ju n to a l cam ino, de jam os e l pu eblo de I do cin ,

    cuna de l padre de San Francisco Javier . Por eso e l

    a lma, contagiada de sant idad , se d i la ta ahora a l a v i s -

    ta del val le de Sangüesa, con los Pir ineos al fondo, ha-

    cia la cuenca del I ra t i . Zona   r ibereña , ca l ien te , b ien

    trabada de viñas y de ol ivos .

    M ás al fondo todav ía se yerguen las es t r ibac ione s de

    la s ie r ra de Lei re , l a verdadera s ie r ra dentada , con su

    imponen te monas t e r io enca ramado en l a s rocas . ¡Dura

    cues t a pa ra los há b i to s bened ic t inos cuan do t engan

    que l l ega r ha s t a é l Na tu ra l eza hosca , de p i ed ras he l a-

    das ,

      por las que pisaba el cabal lo de Car los e l Noble ,

    levantando a su paso las más bravas perdices de Na-

    var ra . Hoy, en aquel las a l turas , a l abr igo de un v ie jo

    b al u ar te d el siglo xi q ue es la to rr e de la iglesia , se

    refugia en invierno un rebaño de ovejas , a l que los

    monjes van a apacentar . Al p ie de las rocas , escondi -

    do ,

      junto a l r ío Aragón, volvemos a encont rar de nue-

    vo a Javier , pero ahora en persona y en espí r i tu , en e l

    pueblo en que nac ió . Es tamos en e l corazón de Na-

    var ra .

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    ¡Qué le jos todavía su tenaz predicac ión de aque l los

    t iempos en que languidecía en Salona la vejez de Dio-

    c lec ian o P or qu e debió de se r en to nces , cuan do el an

    c iano emperador cu l t ivaba sus lechugas , que v ino a Es

    paña es te poderoso pa t r ic io y , a imi tac ión de su señor ,

    buscó e l o lv ido en es ta recóndi ta cañada .

    Organizó una verdadera explo tac ión agr íco la , cons

    t ruyó xma v i l la pr inc ipa l y t res más modestas para sus

    s ie rvos y esc lavos . En e l t razado que hoy queda en e l

    sue lo tenemos la p lan ta comple ta . Aquí e l per i s t i lo y

    el ábside, f inal de la vivienda; e l molino de acei te , las

    te rmas, las p i las para e l v ino . Más a l lá e l gran es tan

    q u e ,  e l pa t io con e l pozo . . . Por la t ie r ra corren todavía

    las conducciones de agua. Mosaicos de gran lujo, rojos

    y azules, decoran e l inter ior . No fa l ta nada. Por no fa l

    ta r , aquí es tá también e l cementer io , a l abr igo de los

    vientos .

    Para reconst ru i r e l ca rác te r de l morador de la v i l la ,

    n ingún da to tan prec ioso como e l de las te r razas . Avan

    zan és tas hac ia e l r ío , a una a l tura conveniente para

    que no sea e l pa isa je e l que domine . Todo es tá ba jo

    la, m ira da v ig i lan te de l pa t r ic io . Su esp í r i tu gu erre ro

    no debía de sent i rse de l todo adormecido cuando le

    gus taba rec rea rse en e s te t a jo d ramá t ico de l I ra t i ,

    donde las rocas se h ienden para dar paso a las aguas

    es tancadas . Pero a l l í también , ba jo sus p ies , mient ras

    recorre con la mirada e l duro pa isa je , s ien te e l v ie jo

    guerre ro e l t ra j inar de la co lmena v iva que es su casa

    el t rasegar del t r igo y la acei tuna, e l vaivén del t raba

    j o .  Todo es suyo. Hasta ese grano que l leva en e l pico

    la paloma de la paz.

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    CLAXJDIO DE LA TORRE

    Después de más de tina centuria de abandono, los do

    minicos de Silos vuelven a animar el monasterio con

    sus rezos.

    Mientras los monjes de San Bernardo bajan de los

    m ontes nevados a ra stra s con sus pe rros, los domini

    cos de Silos se disponen a escalar la sierra de Leyre.

    Se diría que los agustinos descienden de los Alpes con

    aire cansado tras la dura lucha por despertar la cari

    dad entre los hombres, al paso que los monjes de

    Burgos dejan el llano para cantar en las alturas.

    En 1847, año en que se imprimió el tomo X del Dic

    cionario Geográfico Madoz, se hacía en este libro ado

    rable la más sorprendente descripción del monasterio

    de Leyre. Su origen, decía en la página 271, «es de u na

    antigüedad tan remota que se pierde en la oscuridad

    de los tiempos, aunque se cree, con bastante funda

    mento, que fue construido en la época de los godos. Su

    advocación es de San Salvador y su fábrica de piedra

    arenisca, que abimda en el territorio, pero.sin ningún

    mérito artístico, lo cual ha motivado el dictamen de la

    Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Na

    varra, que se ha declarado por la enajenación absoluta

    del edificio, que, sin embargo, aún no está vendido».

    De un siglo a esta parte se han introducido notables

    reformas en los datos que nos aporta el diccionario.

    Por lo pronto, «la antigüedad tan remota que se pier

    de en la oscuridad de los tiempos» queda fijada en

    el siglo XI, hacia 1059, fecha aproximada en que se

    construyó la iglesia románica de tipo fortaleza. La fe

    cha de la iglesia primitiva es la misma que la de la

    cripta. Esta es como la iglesia reproducida bajo tierra,

    como su réplica subterránea, con todo el aire enrare-

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    c ido y ca tedra l ic io que dan aunque sea en reduc ida

    esca la es tas ba jas cons t rucc iones románicas .

    El res to de las edif icaciones y e l convento pertene-

    cen ya a l s ig lo xvi . Del x i i se conservan aún en pie

    unos muros la tera les de la ig les ia s in que sea posible

    t razar hoy e l a rco que deb ió de un i r los . Al monas te -

    r i o en resumen no sólo se le reconoce hoy un s ingu-

    la r mér i to a r t í s t i co s ino que ha s ido dec la rado mo-

    numento nac iona l . Su pór t ico de la Glor ia merec ía es te

    homena je .

    Es tamos en es tas a l tu ras a l p ie de la s ie r ra de Leyre

    asomados a una de las sae te ras de la to r re de la ig le -

    s ia . Ahora s í d ice verdad e l d icc ionario cuando af irma

    que desde aquí se «goza de muy hermosas v is tas por

    los muchos pueblos y e l te r reno l lano y ameno que se

    divisa a los lados del r ío Aragón y cuyo panorama es

    tanto raás del ic ioso cuanto e l monaster io es tá coloca-

    d o . . .  deba jo de t ina te r r ib le montaña e r izada de peñas -

    cos que amenazan desp lomarse» .

    Buena a ta laya para descubr i r la t ie r ra y sus se res .

    A lo le jos vem os ah ora inv ert ido e l pa isa je la v i lla

    romana de Liédena . Por a l lá aba jo rozando las már-

    genes de l I ra t i pasa ron un d ía las leg iones . De ja ron

    por a l l í las huel las de su laborios idad y de su contento

    de vivir. Vivieron de los fruto s de la t ie rra apeg ado s

    a la t ie r ra con las sanda l ias hum ede c ida s po r la p ro-

    x imidad fe r t i l izan te de l r ío .

    Aquí a r r iba en es tas rocas ten ía que asen ta rse tm

    idea l más duro de más d i f íc i l a lcance . Había que sub i r

    a l monte ca rgado con todos los desengaños de l im-

    p e r i o

    só lo pa ra re sp i ra r me jo r .

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    B A B I E C A

    Don Ramón Menéndez Pidal que ha ordenado sa-

    biamente cuantas noticias pudieran interesamos sobre

    el

      Poema de Mió Cid y

      que nos las ofrece po r añadi-

    du ra con la más certera crítica literaria q ue haya

    jamás desentrañado texto alguno de nuestra literatu-

    ra recoge tam bién de la

      Crónica Particular del Cid

      la

    anécdo ta que refiere q ue a nu estro héroe siendo niño

    «llamóle su padrino

      babieca

      porque eligió para sí un

    po tro sarnoso» al que el niño llam ó desde entonces de

    aquel modo. Si el animal nació en tierra de Burgos o

    en Valdeburon o en los cam pos del Mondego es é ste

    un punto oscuro sobre el que no se han puesto aún

    de acuerdo las tradiciones. Lo único cierto que sabe-

    mos es que el caballo no aparece en el poema hasta

    la m itad del can tar y eso de un a m ane ra inesp erada

    sin explicarse cómo acaso por olvido del poeta. Pa-

    rece ser sin embargo qu e el Cid acababa de ganarlo

    a «aquel rey de Sevilla» sin que pudiera saber toda-

    vía las condiciones del animal.

    A las prim eras prue bas a los pocos versos todos

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    se maravi l lan. El Cid decide l levar a  Babieca  a la gue-

    r r a c o n t r a  Yucef para en t ra r luego v ic tor ioso en Va-

    l enc ia e spa da en m ano caba l gando en e l sudo roso

    an i m a l que m ue s t ra a l a s dueña s o rgu l loso . Pe ro qu i-

    zá l a hazaña más b r i l l an t e dé   Babieca,  m á s p r o p i a d e

    u n cab al lo es la qu e real iza a l da r a lcanc e veloz a l d el

    rey Búcar .

    Buea caballoi tiene Búcar e grandes saltos faz

    mas  abieca  el de mío Cid alcanzádolo va.

    Pes e a tod as es tas proe zas M enéndez P ida l ano ta q ue

    sólo se le dedican a  Babieca  en e l po em a dos e log ios

    s in ro d eo s : e l de «caba l lo qu e b ien an da» y e l de

    «corredor» . Es verdad que e l rey no lo acepta a l se r l e

    of rec ido po r e l Cid p o r en tend er q ue a t a l caba l lo

    co r re sponde t a l caba l l e ro ; pe ro é s t os ya son p i ropos

    indi rec tos de los que los bru tos no se en teran .

    No s re fi ere i m ben em ér i t o e sc r i t o r rom án t i co don

    Jo sé de Cas t ro y Ser ran o en su l ib ro  Anim ales céle-

    bres de todos los tiempos y de todos los países,  que

    Babieca

      cu en ta a l m or i r e l Cid según l as c rónicas l a

    ed ad de t re in ta y och o años lo qu e v iene a de m os t ra r

    una vez más las excelencias de la vida a l a i re l ibre . Aún

    le qu ed an po r rea l i zar s in em barg o pes e a su anc ia-

    n i dad dos g rand es ha za ña s : gan a r l a ú l t i m a ba t a l l a a

    los moros con el cuerpo ya s in vida de su amo sujeto

    a l a s i l l a y asegurar l a descendencia con dos hermosas

    yeguas que le proporciona su f ie l Gi l Díaz. De ambas

    empresas a r r i e sgadas sa l e t ambi én v i c t o r i oso .

    He aquí lo que nos d ice l a  Crónica General:  «. . . y

    desde el d ía post rero en que el Cid descendiera de é l

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    GEOGRAFÍA Y QUIMERA

    por l as r i endas l e l l evaban a abrevar . . . ; y desde que

    las yeguas fueron preñadas , guardáronlas muy b ien ,

    y l a una de e l l as par ió macho y la o t ra hembra ; y

    dice la his tor ia que del l inaje de es te cabal lo del Cid

    hubo después en Cas t i l l a muchos buenos caba l los muy

    prec iados , y por ventura hay hoy en e l d ía» .

    Babieca  muere dos años después que el Cid, o séase,

    a la avanzada edad de cuarenta años. Gi l Díaz, su de-

    voto pa la f renero , lo en t ie r ra an te l a puer ta de l mo-

    nas te r io de San Pedro de Cárdena , donde un d ía infe-

    l iz se recogieran la mujer y las hi jas del Cid. La

    descr ipc ión de l lugar de l en te r ramiento en la

      Crónica

    General  da abu nd an te s de t a l l e s : e s t á en t e r r a do en l a

    plaza a mano derecha , f ren te a l a puer ta de l monas-

    t e r io .

      Gi l Díaz plantó a l l í dos ohnos, a los costados de

    de la tum ba , con el caba l lo en m edio . «Y tant o c rec ie ron

    qu e tan gran des son los o lmo s) , que es un a gra n

    maravi l l a , cua les puede hombre ver s i a l l á quis ie ra i r ,

    y al l í yace entre el los el caballo   Babieca  del Cid Ruy

    Díaz.»

    En l a p l aza de Cárdena e s t á en t e r r ado t ambién e l

    bueno de Gi l Díaz . As í lo quiso é l mismo, como prueba

    f inal de su car iño al bruto, á cuyo lado descansa. Con

    su humi ldad de judío converso no se a t rev ió a pensar

    en e l in te r ior de l monas te r io como lugar de e te rno re -

    p o s o ,

      y se conformó con que lo en ter ra ran en la p la -

    za , an te l a puer ta de l sagrado rec in to . De es te modo

    su alma tan ardiente no tuvo más que enf i lar , para sal -

    varse , aque l t rozo de c ie lo encuadrado ent re l as tor res

    venerables de l monas te r io y aquel los o lmos tan a l tos

    que mandó p lantar un d ía junto a lo que más qxxisQ

    en la Tierra .

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    E L PR I ME R E SC R I T O R Q U E T U V O E ST I L O

    Este pr ínc ipe don Juan, a quien los manuales de

    l i t e ra tura , por causa ignorada , l l aman e l infante don

    Ju an M anu el , ra ue re en 1348. H i jo de infa nte y n ieto

    de l r ey San Femando , no pa rece haber cor r ido con mu-

    cha sue r t e en e l p ród igo r epa r to de conmemorac iones

    ofic ia les es te v ie jo es cr i to r de nu es t ro rom an ce , pr im e-

    ro en la Edad Media «que tuvo es t i lo en prosa», según

    la fra se c on ocid a de M enén dez y P elayo.

    E n 1943 la h i s tor ia do ra doñ a Mercedes G aibrois de

    Ballesteros, a quien se debe el fel iz hallazgo de los

    tes tamentos de l pr ínc ipe en los a rchivos de L isboa , re -

    cue rda en e l Ins t i t u to de España l a p rox imidad de l

    cen tenar io pa ra que , con t i empo , pueda des t aca r se

    apropiadamente fecha tan señalada en las l e t ras espa-

    ñolas . Pero lo cier to es que 1948 se terminó s in que

    supiéramos de n inguna ce lebrac ión. La hubo, eso s í ,

    indi rec ta , a l pasear en proces ión solemne por v i l l as y

    plazas la espada de l rey San Fernando, que acaso fue-

    ra l a mi sma que l ega ra don Juan Manue l a su h i jo ,

    pues a s í pasaba de mano en mano por d i spos i c ión de l

    propio rey .

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    E L M I S T E R I O D E L M I S T E R I O

    El mes de agos to se abre por l a mi t ad , exac tamente

    p o r e l d ía 15, p a ra qu e sa lga de la t i e r r a y sub a a los

    cielos Nuestra Señora. Desde el s iglo v la Iglesia con-

    memora la Asunción de la Vi rgen, y hacia los años

    ú l t imos de l v i pa rece se r que e l emperador Maur ic io

    señala para la gran f iesta el 15 de agosto, en lugar del

    1 de enero , en q ue se venía c e leb rand o. Es , pu es , l a

    del 15 u n a ant ig ua fecha en los corazon es cr i s t ia no s .

    , «Y p o r tan to os d igo— escr ibe e l infante don Ju a n Ma-

    nuel en el siglo xiv—que el otro día, que era la f iesta

    de la Asunción, a la que l laman en Cas t i l l a Santa Ma-

    r ía de Agosto mediado, o í dec i r a a lgunas personas

    ho nr a da s y m uy l e t ra da s que a lgunos pon í a n e n du da

    s i es taba Santa Mar ía en cuerpo y en a lma en e l Pa-

    ra í so . Y bie n os d igo que tuv e de es to mu y g ran pe-

    sa r .» Tan to , que más ade lan te , en e l mismo

      Tratado

    de la Asunción añade que es t a r í a d i spues to a aven-

    tu ra r s e en cua lqu ie r pe l ig ro de m u er t e po r de fender

    es to la pre sen cia en cue rpo y a lm a de M ar ía Sant í s i -

    ma en e l c ie lo) como a mor i r por la santa fe ca tól ica .

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    CLAUDIO DE LA TORRE

    Es cu r io so obse rva r cómo e l in fan te don Juan Ma

    nue l s in g r an baga je de conoc im ien tos teo lóg icos só lo

    p o r in tu ic ión poét ica se ad ela nta se is s ig los a lo qu e

    un d ía va a se r dogma de fe . Cur ioso también recordar

    p a ra e l p ro pó s i to de es t as l íneas la re lac ión de l in fan

    te don Ju an M anue l con l a v i ll a de E lche luga r do nd e

    la fes t iv idad de la Asunc ión adquie re mayor re l ieve

    po r la t rad ic iona l repr esen tac ió n de su M is te r io ho y

    reva lorada por la sab idur ía de l compos i to r Osear Esp lá .

    En e l  Libro de la caza  ya nos hab la de Elche don

    Juan Manue l a l d