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Clase 7. Hacer y enseñar historia hoy. María del Carmen Correale . Sitio: FLACSO Virtual Curso: Diploma Superior en Enseñanza de las Ciencias Sociales y la Historia con opción a Especialización en Constructivismo y Educación - Cohorte 5 Clase: Clase 7. Hacer y enseñar historia hoy. María del Carmen Correale Impreso por: José Luis Gómez Día: lunes, 22 de junio de 2015, 17:18

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Page 1: Clase 7. Hacer y Enseñar Historia Hoy. María Del Carmen Correale

Clase 7. Hacer y enseñarhistoria hoy. María del

Carmen Correale.

Sitio: FLACSO Virtual

Curso: Diploma Superior en Enseñanza de las Ciencias Sociales y la Historia con opción aEspecialización en Constructivismo y Educación - Cohorte 5

Clase: Clase 7. Hacer y enseñar historia hoy. María del Carmen CorrealeImpresopor: José Luis Gómez

Día: lunes, 22 de junio de 2015, 17:18

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Introducción

María del Carmen Correale*

La tarea de escribir historia ha cambiado a lo largo del tiempo. Y esos cambios llevan implícitasno sólo diferentes concepciones acerca de lo que se entiende por historia, sino también del trabajodel historiador así como de lo que se considera “fuente”.

Hoy resulta indiscutible que el conocimiento del pasado ayuda a la comprensión del presente yque al mismo tiempo abre perspectivas futuras -no porque enseña lo que va a pasar tal como sepensó en algún momento- sino porque muestra caminos posibles que los hombres podrán adoptar,o no, para actuar sobre su realidad. Es entonces a través de la interpretación de las “fuentes” conlas que cuenta el historiador, que conocemos las causas de lo sucedido. Pero, ¿de qué “fuentes”?

Aunque durante mucho tiempo sólo se consideró como tal a los documentos escritos, en laactualidad las producciones culturales consideradas “fuentes históricas” se han multiplicado aligual que las formas de contar lo sucedido.

A lo largo de la presente clase analizaremos algunos de los cambios acaecidos en la forma dehacer historia y a las implicancias didácticas de los mismos.

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Cambios historiográficos en el siglo XX

Hemos visto con anterioridad cómo en el siglo XIX el avance de la profesionalización de lainvestigación y escritura de la Historia, desarrolló en forma paralela un núcleo consensuado decriterios entre los que se encontraba el tono neutro de la escritura –que buscaba asegurar laobjetividad- y el análisis riguroso de documentos escritos -en particular relacionados con lapolítica y la diplomacia- con la finalidad de que la Historia alcanzara los estándares requeridospara ser reconocida como una ciencia que buscaba conocer qué era lo que realmente habíasucedido.

Sin embargo, durante el siglo XX se introdujeron modificaciones radicales al paradigmapositivista que abrieron el camino para que la Historia dejara de ser considerada como una cienciacaracterizada por un conocimiento objetivo, acontecimental, acumulativo y cerrado.

En las primeras décadas del siglo XX, la historia económica y social comenzó a adquirirrelevancia a través del trabajo de un grupo de historiadores provenientes de la Escuela de losAnales francesa*. Los historiadores de dicha escuela se sintieron atraídos sobre todo por lasestructuras y la búsqueda de causas a largo plazo. De esta forma, la historia de los“acontecimientos” comenzó a ser dejada de lado.

El desarrollo de lo que se llamó “la historia de la larga duración” o del cambio estructural, se vioenriquecido por la influencia tanto de la antropología como de la sociología y la psicología.. Losmayores exponentes de esta etapa fueron sin dudas March Bloch y Lucien Febvre.

Marc Bloch fue fusilado por la Gestapo en Junio de 1944 porsu participación en la Resistencia

Tiempo después, Fernand Braudel reintrodujo en la discusión historiográfica la importancia de lascuestiones económicas y sociales para el estudio de las sociedades, pero esta vez enmarcadas endiferentes “duraciones de tiempo”. La larga, media y corta duración propuesta por él, permitióvisualizar los cambios y las continuidades a través del tiempo.

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A las innovaciones propuestos por la Escuela de los Annales se sumaron a mediados del siglo XX,las provenientes del marxismo. Las interpretaciones acerca de las consecuencias de laindustrialización dentro de este paradigma, por ejemplo, contribuyeron a enriquecer las miradas delos historiadores sobre determinados períodos o grupos sociales e introdujeron nuevasposibilidades de investigación. La obra de Edward Thompson acerca de la formación de la claseobrera inglesa y de su “conciencia de clase”, por ejemplo, es considerada en la actualidad una obrafundamental para el estudio de los sectores populares.

También contribuyó a abrir las puertas al estudio de los sectores populares, el desarrollo de lo quese denominó “estudio de las ideas” o de las mentalidades. La reconstrucción del mundo deaquellos que no sabían leer ni escribir inició la búsqueda de nuevas fuentes y, por lo tanto, denuevas metodologías de investigación. Surgió así “la historia vista desde abajo” entre las que sedestacan las historias de las etnias, de las mujeres, de los marginados, de las minorías, de losrebeldes o de sectas religiosas.

Los cambios mencionados a partir de la Escuela de los Anales dieron origen a lo que se llamó la“nueva historia”. Este nuevo paradigma, nacido como opuesto al tradicional, no está exento dedificultades, empezando por ejemplo, por definir quiénes son “los de abajo” y cómo y de quémanera se relacionaron con “los de arriba”

Para algunos especialistas estas transformaciones llevaron a una crisis de la historiografía de laque aún no se ha logrado salir. Pese a ello es posible observar el surgimiento de nuevas tendenciasque buscan un espacio de reconocimiento como por ejemplo, el estudio de la historia comoproducción lingüística, la historia oral o la microhistoria* aunque lo que se discute en este últimocaso, es si la cosmovisión de un hombre puede ser representativa del grupo social al quepertenece.

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El pasado y la interpretación de las fuentes

Durante mucho tiempo, sólo se consideraron fuentes históricas a los documentos escritos. Eratarea del historiador, entonces, extraer de ellos la mayor cantidad de datos posibles y ordenarloscronológicamente (es decir “describir las cosas tal como fueron”). La rigurosidad de lo que enesos momentos se consideraba la “cientificidad de la historia” le impedía que los interpretara. Deesta forma, el historiador era un simple anticuario y acopiador de datos “objetivos”.

A lo largo del siglo XX, tal como hemos visto, esta concepción fue cambiando. Marc Bloch loplanteó en estos términos:

“(…) El pasado es, por definición, un dato que ya nada habrá de cambiar. Pero elconocimiento del pasado es algo que está en constante progreso, que se transforma y seperfecciona sin cesar (…)”. (Bloch, 2004, pág. 61)

Es claro, entonces, que Bloch marcaba ya en la década de 1940 la distinción entre un simple dato yel conocimiento del pasado. En la actualidad, existe un consenso generalizado entre losinvestigadores acerca de la imposibilidad de la objetividad, en tanto un hecho histórico es una re-construcción realizada por hombres que viven en determinado momento y que se acercan a losdocumentos con determinadas perspectivas, ideas, sentimientos e imaginarios. Peter Burke lopresenta de esta forma:

“(…) Por más decididamente que luchemos por evitar los prejuicios asociados al color, elcredo, la clase social o el sexo, no podemos evitar mirar el pasado desde una perspectivaparticular. (…) Percibimos el mundo sólo a través de una red de convenciones, esquemas yestereotipos, red que varía de una cultura a otra. (…)”. (Burke, 2009,págs 19/20)

Ahora bien, acceder a un documento es sólo un primer paso en el camino de la investigación: paraque éste se convierta en una fuente, el historiador debe abordarlo con una hipótesis provisoria y“darle un sentido” a partir de un contexto determinado. Investigar historia no es por lo tanto,transcribir lo que las fuentes dicen.

Por otra parte, a la falta de objetividad en quien escribe la historia, se suma la de los propiosdocumentos: quien escribe lo que el historiador interpreta siempre lo hace en función de sus ideas,valores e intereses y, en muchos casos, con la intención de que llegue a un destinatariodeterminado (por ejemplo, la posteridad, la oposición, un funcionario, etc) que también tiene unaposición tomada frente a lo que está ocurriendo.

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La crítica

Teniendo en cuenta todas estas cuestiones, cabría preguntarse entonces si todas “las huellas” delpasado pueden considerarse como documentos o fuentes para el historiador.

La respuesta a esta cuestión se vincula con la forma en que el historiador se acerca a la fuente.Para algunos investigadores, el problema obedece menos a la cantidad y carácter de ladocumentación y más a la formación y pertinencia de las preguntas que el historiador tenga quehacerle al pasado. En definitiva, es él quien le otorga el carácter histórico al hecho. Por lo tanto lahistoricidad del mismo no está en su propia esencia, sino en el modo en que se lo conoce. Es poreso que la historia no está compuesta por hechos aislables simplemente ordenados de formacronológica, sino por acciones en proceso que el historiador reinterpreta desde su presente. Estavinculación entre el pasado y el presente es lo que permite distinguir a algunos especialistas entre“hecho sucedido” y “hecho relatado”.

A diferencia de lo que ocurría en la antigüedad, el historiador narra acontecimientos que no havivido, pero a los que conoce “indirectamente” a través de fuentes a las que interroga luego dehaberlas sometido a una crítica exhaustiva. Pero, como las fuentes son “huellas” desplazadas de sucontexto originario, es indispensable que primero determine cuál fue su marco de producción, enel que tanto emisores como receptores tienen un lugar privilegiado.

La contextualización obliga al investigador a reconstruir las creencias, las prácticas y lasinstituciones que posibilitan entender los sentidos de los enunciados que analiza. En tanto ningúninterlocutor es neutral, todo proceso comunicativo implica un encuentro entre personas o grupossociales con distintas cuotas de poder o de autoridad que las ejercen al “hablar”. En consecuencialas fuentes pueden ser abordadas como resultantes de un proceso de comunicación específico. Y esprecisamente esa especificidad, la que debe reconstruir el historiador.

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El historiador frente a la diversidad de fuentes

La superación del paradigma positivista no sólo permitió poner en cuestión la creencia que existíahasta entonces respecto a que el historiador se acerca a los documentos despojado de todasubjetividad, sino también la propia naturaleza de lo que se considera fuente histórica.

Desde hace ya tiempo, los documentos escritos dejaron de ser considerados como los únicos tiposde fuentes con los que trabaja el historiador. La recreación del pasado se vale también de fuentesvisuales (fijas y móviles) así como de fuentes orales y auditivas entre otras. A continuaciónanalizaremos a modo de ejemplo, sólo los dos primeros.

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Las imágenes fijas

En cuanto a la posibilidad de utilizar fuentes visuales, la investigadora Gabriela Augustowskyadvierte: “(…) Mirar es una vivencia subjetiva que se produce cuando, a partir de un estímulovisual activamos significados; al percibir, otorgamos una significación a un estímulo y loincluimos en nuestro mapa de conexiones conceptuales y afectivas. Así, la identificación de unobjeto implica re conocer, es decir, volver a conocer y recurrir a un saber acumulado en elpasado. En la percepción se confronta lo nuevo con los conocimientos viejos. (…)

El ojo humano no es un perceptor neutro, automatizado e inocente, sino un instrumentocondicionado por un aprendizaje cultural y un autoaprendizaje. (…) Además de percibir luz,figuras y colores, al mirar reconocemos formas, las formas que nuestra cultura ha definido comovisibles; lo que percibimos son organizaciones de significados. (…)”. (Augustowsky, G, 2008,págs 68/69)

Si cuando nos acercamos a una imagen, nuestra mirada está condicionada por los factores queexplicitó Augustowsky, la de quienes realizan las representaciones visuales, también lo están.

El lenguaje iconográfico tiene particularidades que no pueden ser dejadas de lado por quien sepropone analizar a las imágenes como testimonios de una sociedad determinada en un momentodeterminado. Debido a estas particularidades, su interpretación requiere de una metodología quedebe superar la simple aproximación empírica.

La imagen es considerada como un instrumento de comunicación que, en tanto tal, expresa ideas ysuele captar lo que se denomina el sentido común de la época: es decir, sus actitudes mentales,prejuicios y valores. Por eso en muchos casos informan sobre aspectos de las sociedades que nofueron transmitidos por otras fuentes. Sin embargo no se puede desconocer que no son un fielreflejo de la realidad, sino la representación de la misma que nos transmite su creador.

Esto último tiene valor de advertencia tanto para la utilización de obras de arte, afichespublicitarios o propaganda política así como de fotografías aunque estas últimas hayan sidoconsideradas durante un tiempo como “testimonios de la realidad”.

Al igual que una iconografía de otro tipo, la fotografía no sólo brinda información parcializadaacerca de lo que representa, sino también sobre la propia mirada de quien lo produce.

También es necesario no perder de vista que el receptor realiza su propia lectura a través de la queha realizado el fotógrafo y esto, sin dudas, influye en su mirada: “(…) la lectura de todafotografía (…) pone en funcionamiento en cada espectador todo un marco de referencias en elcual la fotografía se inscribe, marco que ella sola no puede modificar completamente. (…) Nohay, digamos, lecturas naturales, sino exclusivamente, lecturas culturales donde cada espectadorpone sobre el tapete sistemas de valores, opiniones políticas, prejuicios y convicciones. (…) lafotografía abre así un campo de significaciones posibles. (…)”(Beceyro, R, 2005, pág.78/9).

Para finalizar se debe tener en cuenta que la lectura que se realiza de una fotografía sobre todoperiodística –aunque esto sucede con cualquier tipo de fotografía e incluso con cualquier imagen-también está influenciada por el epígrafe que la acompaña. Por lo general, estos textos dan cuentade algunos datos específicos de la imagen y de su creador y también pueden orientar o cambiar elmodo en que esta se interprete.

Tal como se ha visto, en el lenguaje iconográfico perviven ciertos elementos de las tradicionesculturales que se activan en la memoria de los sujetos cuando a estos se les presentan ciertosestímulos. Es por eso que, sostienen los especialistas, cada representación lleva inscripta en sí

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misma, algo más que lo que su imagen a simple vista pone en evidencia. El trayecto y lapervivencia de las imágenes no es lineal, sino que se va cargando de diferentes sentidos a lo largodel tiempo. De allí que se considere importante para analizarlas el conocimiento del contexto deproducción.

El investigador Michael Baxandall denominó a este contexto de producción “el ojo de una época”en tanto, vivir en un mismo tiempo supone experiencias compartidas que permiten establecercódigos visuales en común que, justamente por eso, pueden ser decodificados por suscontemporáneos.

A continuación le presentamos una serie de afiches que circularon durante la Primera GuerraMundial. Le proponemos que averigüe cuáles fueron los códigos visuales que caracterizaron a lapublicidad en esta época. Teniendo en cuenta esto, ¿por qué cree que la figura del afiche apela aquien la mira a través de imperativos, con pocas palabras y señalando o mirando de frente alreceptor? ¿A quiénes habrán estado dirigidas principalmente?

Imágenes tomadas de http://www.loc.gov/wiseguide/july03/patriotism.htmly de http://playforce.net/guntherprien/tienda/product_info.php?cPath=44

Imágenes tomadas dehttps://historiahervas.wordpress.com/2010/02/22/carteles-de-propaganda-

primera-guerra-mundial/y de http://laprimeragm.blogspot.com.ar/2011/06/propaganda.html

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Imágenes tomadas dehttp://unsiglollamaalapuerta.files.wordpress.com/2009/02/waraus008.jpg

y dehttp://www.claseshistoria.com/1guerramundial/imagenes/%2Bcartelpropagana4.jpg

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Las imágenes móviles

Entre las imágenes móviles que los historiadores pueden utilizar como fuentes se cuentan laspelículas ambientadas en un momento del pasado, las que reconstruyen un período histórico comorecurso de divulgación de la historia y los documentales que por lo general se basan en la historiaoral.

Es posible ver en los tres tipos mencionados, una forma más de escritura del pasado*. Peronuevamente resulta necesario advertir que estas formas de representación del pasado, no son sufiel reflejo: al igual que una representación pictórica, gráfica o una lente fotográfica, la lente dequien filma puede distorsionar, simbolizar o calificar aquello que representa, aún cuando eldocumental –como la fotografía- parezca reflejarlo más fielmente.

“(…) La pantalla revela el mundo, evidentemente no como es, sino como se le corta en lamesa de montaje, como se le comprende en una época determinada; la cámara busca lo queparece importante para todos, descuida lo que es considerado secundario; jugando sobre losángulos, sobre la profundidad, reconstruye las jerarquías y hace captar aquello sobre lo queinmediatamente posa la mirada (…)”. (Jacubowicz, E, 2006, pág.14)

Por supuesto que aquí habrá que tener en cuenta también, no sólo a quien emite un mensaje sino aquienes lo reciben que lo harán de acuerdo a sus propias representaciones, tal como sucede conotro tipo de fuentes.

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Las fuentes orales

La información oral puede clasificarse en dos tipos: la proveniente de la tradición oral –quetransmite gran cantidad de información de generación en generación- y la que proviene de losrecuerdos personales, basados en la experiencia del propio informante. A esta última nosreferiremos en la presente clase.

Durante mucho tiempo, una parte importante de los historiadores se negaron a aceptar a losrecuerdos narrados a través de la oralidad como fuentes para la reconstrucción del pasado. Sinembargo, en los últimos cuarenta años ha comenzado a extenderse su uso, sobre todo, parareconstruir los detalles de las vidas de la gente común, detalles que son difíciles de encontrar enotras fuentes. En muchos casos, además se la utiliza para comprobar la fiabilidad de otros tipos defuentes. Por supuesto que quien trabaja en el campo de la historia oral, tiene en cuenta en elmomento de analizar los testimonios obtenidos, “las trampas” que puede tender –conciente oinconcientemente- la memoria del entrevistado: “(…) el recuerdo nunca es neutral, en tanto sepliega a la necesidad del presente en que se evoca (…) Los actos del recuerdo son, también, almismo tiempo, actos emocionales, del afecto, del pensamiento y están al servicio de lasnecesidades de acción inmediata. (…)”. (Rosa, A., 2006, pág.43)

Debido a las dificultades que representa trabajar con los recuerdos, los investigadores orales handesarrollado una metodología de trabajo y un conjunto de técnicas específicas, entre las que ocupaun lugar preferencial la entrevista grabada. La historiadora Laura Benadiba alerta sobre otroselementos a la hora de cuestionar la fiabilidad de los testimonios orales: “(…) puede afirmarseque la confiabilidad de un informante, y por ende de las potencialidades del testimonio oral,dependen más de las presiones sociales, de la práctica de la entrevista, de los condicionamientosideológicos del entrevistador y del contexto que de posibles fallas en la memoria del entrevistado.(…)”. (Benadiba, L., pág. 30) Sea por la razón que fuera, lo cierto es que el historiador debeapoyarse en otro tipo de fuentes para contrastar la información que ha recibido. Pero esto nodifiere de lo que realiza con otro tipo de fuentes que aparentan ser más confiables.

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La Historia en el aula

Tanto los contenidos que se enseñan como las prácticas que los docentes de historia realizan en elaula están enmarcadas en postulados historiográficos, en sus “ideas previas” respecto a quéenseñar y cómo, así como también en decisiones político-institucionales y gubernamentales.Dentro de este marco, el docente jerarquiza y selecciona aquellos contenidos que considera másimportantes.

Ahora bien, aunque la mayor parte de los cambios en el ámbito académico que estuvimosanalizando con anterioridad se consolidaron alrededor de mediados del siglo XX, las prácticasdocentes así como los libros de textos se mantuvieron por mucho tiempo signados por unaconcepción de la historia “tradicional” o positivista debido a que la renovación del ámbitohistoriográfico y el mundo escolar tenían pocos puntos de contacto.

Aunque es esperable que la vinculación entre ambas esferas sea estrecha, esto no significa que setrasladen a la escuela los resultados de la renovación académica “en crudo”. El conocimientocientífico debe transformarse en “saber escolar” a través de la adecuación de los contenidos* a lasposibilidades y necesidades de los alumnos.

Pero la enseñanza escolar de una ciencia no se limita sólo a la adecuación e incorporación dedeterminados contenidos. También toma en cuenta algunas cuestiones relacionadas con su métodode investigación. Por eso, en el caso específico del aprendizaje y la enseñanza de la historia, losespecialistas recomiendan trabajar con fuentes. Pese a ello aclaran que como los alumnos no sonexpertos, no todas las fuentes pueden servir para trabajar en el aula, ni todas las tienen la mismarelevancia.

El uso de fuentes –sobre todo si presentan diferentes visiones sobre una misma cuestión-contribuye a que los alumnos incorporen las nociones de “multiperspectividad” y de“historicidad”. La primera, los podrá ayudar a comprender la importancia de los diferentes puntosde vista a la hora de abordar una determinada problemática y la segunda a vincular las accionesdel pasado con las del presente. De esta forma, estaremos favoreciendo el acercamiento de losalumnos al complejo proceso de construcción de conocimiento histórico.

¿Qué criterios cree que son necesarios tener en cuenta al momento de seleccionar fuentes paratrabajar con fuentes en el aula? Ejemplifique su respuesta con algún caso en particular con el quehaya trabajo o se proponga trabajar.

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Conclusión

A lo largo de esta clase tomamos contacto principalmente con algunos de los cambios que seprodujeron en el campo historiográfico durante los últimos 100 años. La superación del paradigmapositivista fue posible cuando la historia dejó de considerarse una ciencia objetiva y cuando eltrabajo del historiador comenzó a enriquecerse a través de la incorporación del estudio dediferentes aspectos de la sociedad y al mismo tiempo, a vislumbrar las particularidades de losdiversos grupos sociales que la conforman.

Estos cambios en la concepción y en la manera de escribir historia no fueron ajenos a los que seprodujeron en lo que hasta entonces se consideraba una fuente histórica. Aunque los documentosescritos no perdieron importancia, a ellos se agregaron diferentes tipos de soportes culturales o derelatos. La inclusión de estos nuevos testimonios requirió de renovadas metodologías deinvestigación.

Gran parte de las transformaciones en el campo historiográfico a las que se hicieron referenciacomenzaron a incorporarse al trabajo en el aula, sobre todo, en los últimos años.

Sin lugar a dudas la aplicación de estas innovaciones junto a otras contribuirán a desterrar esa ideatan extendida entre alumnos -y padres- según la cual, para estudiar historia sólo hace falta elrecurso de la memoria…aunque aún no se ha “ganado la batalla”.

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