Se desarrollan a través del apredizaje y la experiencia. Así pues, muchas de las destrezas vitales se apreden o se viven en el centro de nuestra familia. Ser cosiderado con los sentimientos de los demás o valorar la honestidad so destrezas vitales que a muchos de nosotros nos enseñaron de infancia. Otras destrezas vitales, como la paciencia o la adaptabilidad, más bien las aprendimos a través de la experiencia o de las situaciones que requerían de estas habilidades para poder manejarlas.

Sin importar en que situación, una vez que se ha aprendido practicado una destreza vital, ésta puede convertirse en uno de los cimientos de nuestra personalidad, de manera que estemos mejor preparados para manejar la vida con éxito. Existen muchas destrezas vitales que nos proporcionan una base sólida sobre la cual edificar nuestra vida personal y profesional.