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Clase 10: Gestión del patrimonio intangible. Alfredo Torre Sitio: FLACSO Curso: Gestión Cultural y Comunicación Impreso por: María Silvina GONZALEZ VIDELA Fecha: sábado, 7 de octubre de 2006, 19:14 Tabla de contenidos Introducción 1. El patrimonio como significado 2. La apropiación social del patrimonio 3. Cultura de lo cotidiano 3.1. Ficha etnográfica de registro de observación y relevamiento 4. Patrimonio Intangible y Memoria Colectiva 5. De experiencias y otras cuestiones 5.1. Los “excluidos” 5.2. “La Niña” 5.3. Teatro comunitario 5.4. Rock en el campo 5.5. El juego de los significados, de la gastronomía y unas cuantas cosas más 5.6. De vecinas en ropa interior y prostitutas 5.7. El teatro que se incendió dos veces 5.8. Museo de lo intangible 6. Los objetos como holografías emocionales 7. El tema está en el trascender... 8. Volvamos al patrimonio, al patrimonio virtual... Bibliografía Introducción Alfredo Torre Hola colegas, Quisiera comentarles, en principio, las razones por las cuales hace tiempo me “tropecé” sin querer con este tema. Creo que de lo que ahora es una vieja y tragicómica anécdota que les pasaré a contar, es mucho lo que de aquella situación pude aprender, aunque haya modificando buena parte de mis originales perspectivas profesionales.

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Clase 10: Gestión del patrimonio intangible. Alfredo TorreSitio: FLACSO Curso: Gestión Cultural y Comunicación Impreso por: María Silvina GONZALEZ VIDELA Fecha: sábado, 7 de octubre de 2006, 19:14 Tabla de contenidos Introducción 1. El patrimonio como significado 2. La apropiación social del patrimonio 3. Cultura de lo cotidiano 3.1. Ficha etnográfica de registro de observación y relevamiento 4. Patrimonio Intangible y Memoria Colectiva 5. De experiencias y otras cuestiones 5.1. Los “excluidos”

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Clase 10: Gestión del patrimonio intangible. Alfredo Torre

Sitio: FLACSO Curso: Gestión Cultural y Comunicación Impreso por: María Silvina GONZALEZ VIDELA Fecha: sábado, 7 de octubre de 2006, 19:14

Tabla de contenidos

Introducción 1. El patrimonio como significado 2. La apropiación social del patrimonio 3. Cultura de lo cotidiano 3.1. Ficha etnográfica de registro de observación y relevamiento4. Patrimonio Intangible y Memoria Colectiva 5. De experiencias y otras cuestiones 5.1. Los “excluidos” 5.2. “La Niña” 5.3. Teatro comunitario 5.4. Rock en el campo 5.5. El juego de los significados, de la gastronomía y unas cuantas cosas más 5.6. De vecinas en ropa interior y prostitutas 5.7. El teatro que se incendió dos veces 5.8. Museo de lo intangible6. Los objetos como holografías emocionales 7. El tema está en el trascender... 8. Volvamos al patrimonio, al patrimonio virtual... BibliografíaIntroducción

Alfredo Torre

Hola colegas,

Quisiera comentarles, en principio, las razones por las cuales hace tiempo me “tropecé” sin querer con este tema. Creo que de lo que ahora es una vieja y tragicómica anécdota que les pasaré a contar, es mucho lo que de aquella situación pude aprender, aunque haya modificando buena parte de mis originales perspectivas profesionales.

Hace nada menos que 30 años estaba dirigiendo un programa radial que realizaban estudiantes de la secundaria en un colegio perteneciente a la Universidad en donde me gradué. Vivíamos en un sistema democrático (presidencia de María Estela Martínez de Perón, 1974-76), en donde la derecha más siniestra se había adueñado de las instituciones educativas y del país todo.

Un día del ’75 me dejaron cesante en mi trabajo por “díscolo”, dado que no había obedecido algunas estrictas pautas de contenido, francamente intolerables. Luego vino la dictadura militar en el ’76 y tuve que buscar otros rumbos laborales. Un amigo me ofreció un cargo técnico en la ex Dirección de Museos, Monumentos y Sitios Históricos de la Provincia de Buenos Aires, en donde, les confieso, en principio no sabía muy bien qué

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hacer. Algunos colegas llegaron a preguntarme (no sin cierta crueldad, conociendo mi situación) si ahí iba a trabajar de momia.

Para no extender el cuento debo decirles que desde allí comencé a hacer una lectura “políticamente incorrecta”, para esa época (¿solamente para esa?), de la narrativa de algunos museos históricos, entendiendo por narrativa no solamente el mensaje de su acervo, sino también su puesta en valor, selección, jerarquización, presencias y ausencias, decisiones de política institucional e ideología de funcionarios, museólogos y museógrafos. El abc de la semiología y del análisis del discurso que pude aprender en la carrera universitaria me permitió utilizar algunas herramientas para advertir el profundo mensaje del Poder en sus más variadas y sutiles formas. Tomo aquí prestada, para ejemplificar, parte de la letra de una canción del cantautor argentino Lito Nebbia: “Si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia... la verdadera historia”.

Sobre lo que acabo de decir, no quiero dejar pasar que el año pasado se cumplieron los 25 años de la muerte de Roland Barthes, quien se especializó, entre otras disciplinas, en: semiología, lingüística, el análisis de textos y la crítica literaria.

En un recuadro de opinión firmado por Sandra Russo en el diario Página 12 del 26 de marzo de 2005, dice la autora: “Habiendo leído algunos ensayos, por ejemplo, uno que analiza comparativamente las secciones de gastronomía de las revistas Paris Match y Elle de la década del ’60, ¿Cómo interpretar semiológicamente la foto de una terrina gelatinada a todo color y en papel satinado?, ¿qué se puede entender a través de una manga repostera que distribuye la crema chantilly en formas de rosas rococó?, las observaciones de Barthes me partieron el cráneo, porque gracias a ellas entendí no sólo cual era el mensaje de una terrina gelatinada sino sobre todo para qué sirve la semiología”.

Más adelante cuando se refiere a otro trabajo, “El placer del texto” (1973), al que le asigna una sensual impronta, transcribe de Barthes: ‘¿El lugar más erótico de un cuerpo no está acaso allí donde la vestimenta se abre?. Claro que sí, en lo entreabierto, en lo que no se dice’. “ Leyendo este párrafo iluminado –concluye Russo- entendí que la escritura es una camisa que el lector debe desabotonar por sí mismo. Hay que tener coraje para escribir vestido y ofrecerse a ser desvestido por el lector que uno se merezca”.

Algo más quiero decirles que considero vivencialmente muy fuerte para cerrar esta introducción y zambullirnos en el tema. Debo confesarles que mi libro de cabecera ha sido desde mi adolescencia y hasta ahora... ¡una historieta! En general, cuando no encuentro respuestas en los tratados científicos, apelo frecuentemente a la literatura y también a otros formatos más o menos despreciados por otros. Estoy convencido que la imaginación es un arma poderosísima para avanzar en el conocimiento a pasos agigantados.

Se trata de “El Eternauta”, una obra magistral del guionista Héctor Oesterheld (desaparecido junto a sus tres hijas y sus tres yernos durante la mencionada dictadura). En ella se relata la invasión de extraterrestres a la ciudad de Buenos Aires y la resistencia ofrecida por un grupo de sobrevivientes, los que descubren cómo vencer a quienes digitaban las consolas de sus maquinarias de muerte. Había que activar en ellos la “glándula del terror”. Por esta metáfora, por enseñar que “el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”, por el compromiso político de su

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autor, los militares sacaron de circulación las publicaciones y el título pasó a engrosar –por supuesto- las listas negras de lo prohibido.

Reproduzco seguidamente un diálogo entre invasor e invadido cuando el primero estaba a punto de morir sentado en la silla de una cocina hogareña:

-Alcánceme esa escultura por favor, en la gracia de ese cuello hay siglos de arte...

-No es una escultura,... es una cafetera...

-Ignoro lo que es eso... posiblemente un implemento de uso doméstico... ¿se dan cuenta los hombres de todas las maravillas que lo rodean? ¿Tienen idea de cuántos mundos habitados hay en el universo, y de cuán pocos son los que han florecido en objetos como éste? Allá en nuestro planeta, hay un objeto parecido: sirve para una ceremonia muy bella. (...) Cada cosa irradia aquí milenios de inteligencia... milenios de arte... milenios de ternura...

Siguió hablando. Al conjuro de sus palabras el abollado tarro de la yerba, las cacerolas tiznadas, la desvencijada cocina de carbón, se tornaron objetos únicos, más valiosos aún que alhajas sacadas de una tumba egipcia.

1. El patrimonio como significado

Para ir comprendiendo nuestro objeto de estudio, creo que necesariamente debemos remitirnos al concepto más extendido de “Cultura”; es decir, “no solamente al conjunto de producciones simbólicas propias de los dominios de las artes y de las letras, sino también a los conocimientos, las prácticas, las creencias, los valores, las normas, las costumbres y, en fin, las realidades no naturales que organizan y dan forma tanto a las relaciones cotidianas de una sociedad con el medio que habita como a los modos de articulación que tornan viable la vida en común y hacen posible su reproducción y su cambio”, según José Nun, actual Secretario de Cultura de la Nación (Diario Página 12 – 25/3/06).

¿Y qué decir de “Patrimonio”?. En principio, desde su significado, es un término muy poco debatido. “Patrimonio” proviene de “Patria” y Patria de “Padre”. Es decir, lo que heredamos de nuestro Padre y, en su interpretación amplia, de los padres, de los ancestros. Pero la figura femenina está ausente. En Argentina decimos que el General José Francisco de San Martín (1776-1850), libertador del país, Chile y Perú, es el “Padre de la Patria”. Muy bien, ¿y quién es la “Madre”?. Cuando estudiaba en la escuela primaria me enseñaron que España era la “Madre Patria”. Rara pareja entonces, dado que San Martín peleó contra las huestes de la corona española. Un mensaje algo confuso como para empezar a entender la historia.

Si me dieran a elegir una “Madre”, yo optaría por la heroína y guerrera altoperuana doña Juana Azurduy (1780-1862), quien se alistó en los ejércitos comandados por los generales Belgrano y Güemes, y a la que el gobierno de Buenos Aires, en 1816, nombró Teniente Coronel del Ejército Argentino por su... “varonil esfuerzo”. Peleó a espada y cabalgando embarazada de su quinto hijo y vio morir a sus otros cuatro en manos de los realistas. Juana (...“flor del Alto Perú, no hay otro capitán más valiente que tú”, como dice la canción), murió a los 82 años, olvidada y en la mayor pobreza. Se la enterró en una

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fosa común sin los honores ni las glorias que su accionar y compromiso por la patria merecía.

Me pregunto, ¿por qué no hablar de “Matrimonio Cultural”? Creo que como noción es más interesante y menos paternalista. Me imagino un nosotros, decisiones tomadas en conjunto, proyectos comunes, algo consensuado y no impuesto sólo por uno. Sí, también pienso en discusiones, como las que deberíamos tener para revisar lo que nos ha sido legado (¿impuesto, quizás?).

Otra cosa, “la cultura occidental y cristiana” nos ha revelado la existencia de un “Dios Padre” (¿y si fuera mujer?), al que se le reza el “Padre nuestro”. También están los “Padres de la Santa Madre Iglesia”, en el culto católico. Lo que quiero decir, más allá del dogma, el juego de palabras y la concepción algo machista de patrimonio, es que todo proceso de transmisión o comunicación es mediado por alguien por alguna razón.

Hago un paréntesis, para incorporar la idea de mediaciones, intentando interpretar al maestro español Jesús Martín-Barbero (sí, español). En principio, consideremos a la cultura como la gran mediadora.

En el proceso de la comunicación, toda la relación es mediada. La perspectiva de análisis se orienta no ya a considerar sus elementos en forma aislada (emisor, mensaje, etc.), sino como algo inmerso en actividades cotidianas y en la vida ordinaria. La cuestión no es ya como algo es recibido sino como es apropiado, leído y resemantizado desde diferentes posiciones y exigencias sociales.

Por consiguiente, los productos culturales sólo pueden ser entendidos desde las culturas o posicionamientos sociales en los cuales son leídos, interpretados, transformados, vividos, consumidos y resistidos.

Las mediaciones se manifiestan en prácticas sociales concretas, por ejemplo:

1) La socialidad, relacionada a las prácticas cotidianas para negociar el poder de cualquier autoridad; 2) La ritualidad, que tiene que ver con ciertas prácticas rutinarias; y,

3) La tecnicidad, en su doble rol de instrumento e innovador perceptivo (como provocadores de cambios perceptuales de la realidad).

En cuanto a los tipos de mediaciones: 1) Las mediaciones individuales son las que provienen de nuestra individualidad como sujetos cognoscentes y comunicativos, posibilitando ciertos esquemas mentales; 2) Las mediaciones institucionales se dan en la familia, el trabajo, el partido político, etc.; 3) Las mediaciones massmediáticas se refieren a la diversidad de lenguajes, estrategias de comunicabilidad y tecnologías de cada medio. Hablar de “mediación tecnológica” en lugar de “medios masivos” o de “industrias culturales” implica un cambio fundamental en la forma en que entendemos la escena cultural; 4) Las mediaciones situacionales tienen que ver precisamente con la situación de la recepción; y, 5) Las mediaciones de referencia (contexto o ambiente determinado: la edad, el sexo, la raza, la clase social, el nivel de educación, etc.).

Todas estas relaciones se producen en escenarios, en donde debemos pensar en los actores sociales como productores de sentido. Escenarios..., actores..., me suena a lo que

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se conoce como tramoya teatral: Personas que nos quieren convencer que son otras y nosotros hacemos como que les creemos (para pensar, digo).

Vayamos ahora a trabajar el término “Inmaterial”, habitualmente homologado a “Intangible”. Dice la UNESCO (2003): “Se entiende por ‘patrimonio cultural inmaterial’ los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes (...) y que se manifiestan en particular en los siguientes ámbitos: tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma, artes del espectáculo, usos sociales, rituales y actos festivos, conocimientos y técnicas artesanales tradicionales” (ver más en el portal de la UNESCO y en el boletín El Mensajero del Patrimonio Inmaterial).

Como decía recién, usualmente se mantienen como sinónimos los términos “inmaterial” (según el Diccionario de la Lengua Española, “No material”; “Material/materia: realidad espacial y perceptible por los sentidos que, con la energía, constituye el mundo físico”) e “intangible” (ídem fuente: “Que no puede tocarse”).

En principio coincido con el sociólogo Sandro Venturo en lo que respecta a que ambos términos son complementarios.

Quisiera mencionar algunas cuestiones para que reflexionemos entre todos y podamos irlo trabajando –si ustedes quieren- a través del foro.

Veamos (los invito a sumar nuevos interrogantes, problemas e hipótesis): 1) Pensemos en la posibilidad de virtualización del patrimonio físico, incluso de algo creado precisamente en el espacio de la virtualidad. Pongamos: el arte virtual. No se lo puede tocar, pero cuenta con soporte material. ¿Cómo podría clasificarse, digamos, un objeto de alfarería digitalizado y almacenado en una computadora para verlo en 3 D; o, el mismo olor de algo -la contaminación ambiental que producen las fábricas, por ejemplo- como legado cultural (¿o acaso no lo es?); 2) El land-art (arte que se lleva a cabo labrando o surcando la tierra): se puede tocar, caminar sobre la obra incluso, pero... no la podemos “aprehender” ni entender, salvo que podamos visualizarla desde un avión, helicóptero, globo aerostático o mutemos en un ave.

De lo que se trata –nada más ni nada menos- es, y en todos los casos, de la construcción de sentido. La inmaterialidad del patrimonio entendido como significante y como significado. Como significante (lo que se pretende decir a través de él, porque el objeto no pretende nada). Pensemos, además, que “el patrimonio no es ingenuo”, como acota el Arq. Carlos Moreno. Y al respecto tengo una “teoría débil” (Roberto Follari dixit, también docente de la FLACSO) y -otra vez- políticamente incorrecta: Cierto patrimonio –tal como hacía de alguna manera referencia más arriba– está expuesto para agradar y legitimar el Poder. Si quieren también esto lo discutimos.

Podríamos, asimismo, pensar que “todo el patrimonio es intangible”, como afirma la especialista en historia oral Liliana Barela, si es que lo estimamos desde el significado, desde el mundo de las representaciones en el campo de las creencias, la ideología e incluso la religiosidad para asirlo, incorporarlo. Para las ciencias sociales –en general- lo importante no es lo “objetivamente cierto”, sino lo que la gente cree que es.

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“Un bien del patrimonio cultural –como señala el sociólogo Jorge Molteni- es el aparato de sentido; es decir, el código cultural del grupo o colectivo del cual surge el significado atribuido al objeto significante. Obviamente, el aparato, el código y el significado son también intangibles o inmateriales”.

Aparte agrega: “las asignaciones de valor sobre las que se objetiva la definición y existencia de los bienes culturales, tanto del patrimonio tangible como del intangible, son el resultado de la perdurabilidad en el tiempo de procesos intersubjetivos de intercambio de prácticas sociales, según un patrón de identidad cultural siempre tributario de la cultura de referencia. En suma, cada cultura genera su propio sistema de valores o patrón de asignación de sentido que es, en cada caso, lo que determina la existencia de un bien del patrimonio cultural”.

Esta perspectiva de análisis, se orienta no ya a considerar sus elementos en forma aislada (emisor, mensaje, etc.), sino como algo inmerso en actividades cotidianas y en la vida ordinaria.

Siendo intangible lo que no puede tocarse o que no es material, hay consenso en que el patrimonio cultural intangible refiere a prácticas, representaciones, conocimientos y técnicas que dan a las comunidades, grupos e individuos una sensación de identidad y un sentimiento de continuidad. Por supuesto que los objetos, instrumentos y artefactos asociados a esas prácticas –desde su valor de uso- y los espacios culturales donde se desenvuelven forman parte integrante de lo que podríamos llamar el aparato de sentido vinculado a ese patrimonio.

Vuelvo a Moreno: “El patrimonio no es tangible o intangible, el patrimonio es uno”. Ejemplo, en Argentina –como en muchos otros países– existe una impresionante manifestación de fe conocida como “peregrinación a Luján (localidad ubicada en la provincia de Buenos Aires). La misma consiste en llegar a pie después de haber marchado agotadores kilómetros al santuario de la Virgen de Luján. Este fenómeno que año tras año se repite y que forma parte del patrimonio inmaterial, no puede pensarse sin la basílica, el trayecto, la gente, la religiosidad popular, etc. Es decir, un todo material e inmaterial.

2. La apropiación social del patrimonio

La apropiación social del patrimonio es otro asunto directamente ligado a esta problemática. Alguien le da sentido y determina (o debería determinar) la importancia de algo para que este sea considerado como patrimonio legado o a legar a futuras generaciones. Al respecto, más adelante trabajaremos sobre alguna experiencia de gestión.

La historia nos ha demostrado que esa responsabilidad siempre ha recaído en especialistas, políticos o una extensa gama de representantes, por lo general, de la llamada “alta cultura”. Sin rodeos: al común de la gente no se la ha consultado para determinar si verdaderamente algo lo siente representativo de sí o de la comunidad a la que pertenece.

En este aspecto, son pocas las experiencias que han intentado llevar exitosamente a cabo algo así. Citaré dos: 1) La campaña de sensibilización al ciudadano, encarada por la

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Dirección General de Patrimonio del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Entre sus objetivos se encuentra: a) Sensibilizar al ciudadano sobre el significado del patrimonio para que lo identifique; b) Generar una cultura de participación ciudadana, para que lo conserve; 2) El Proyecto “Museo Virtual de lo Cotidiano” del Centro de Proyectos y Estudios Interdisciplinarios / CePEI ( [email protected] ) de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, el que veremos en detalle más adelante y mediante el cual se pretende que sean los ciudadanos los que determinen qué es y no es patrimoniable y por qué, todo a través de un dinámico diálogo social.

Para que vaya tomando cuerpo esta idea, hace muchos años emprendí una investigación de campo en 18 distritos de la provincia de Buenos Aires, preguntándoles a los convocados a un trabajo de taller, denominado “¡Escóndete, objeto!” (exclamación pintada en la Universidad de la Sorbona durante el Mayo Francés, mencionada por Abraham Moles en su libro Los objetos): ¿Qué dejarían como legado para que en el futuro se les recuerde colectivamente? Dos sencillas respuestas dieron claramente cuenta de lo que estoy tratando de reflejar en esta clase: a) “la bicicleta, como fenómeno de libertad, lo que nos permitía ir más allá de la cuadra o de la vuelta manzana”; y, b) “el recibo de sueldo de un maestro, para que se recuerde la importancia que los gobernantes le daban a la educación”. 3. Cultura de lo cotidiano

El CePEI, realimentando el concepto antes señalado por el Secretario Nun, entiende por cultura de lo cotidiano, “el espacio simbólico en que se desenvuelve la vida diaria de los sujetos miembros de toda sociedad. La integran las prácticas sociales a través de las cuales los individuos participan de su mundo social, incluidas las del ámbito público como las del privado, las de la esfera del trabajo como las del ocio, las creencias y valores que subyacen a tales prácticas, así como el sustrato de su imaginario colectivo, sus representaciones, su memoria compartida y su identidad cultural”.

Acerca del patrimonio cultural como constructo social, éste adquiere su entidad en un mundo que podemos llamar la “realidad” y que se manifiesta en lo que el sentido común denomina la vida cotidiana. Ésta se presenta como una realidad interpretada por los hombres y que para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente. Esa coherencia es el producto de intercambios de acción social entre sujetos, persistentes en el tiempo y generadores de sentido.

Basado en el modelo de clasificación que propone el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional de Brasil, he preparado el siguiente listado:

Acontecimientos: hechos o sucesos extraordinarios o imprevistos, especialmente cuando revisten cierta importancia.

Casas/edificios/locales: construcciones hechas para habitación u otros usos.Celebraciones: Rituales, fiestas (de trabajo, religiosas, entretenimientos),

prácticas de la vida social.Creencias: conjunto de sucesos o hechos que se tienen por ciertos, sin tener

prueba fehaciente de ellos.Costumbres: hábitos colectivos de proceder, ya sean por tradición o repetición.

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Dichos/refranes: relatos breves que dan cuenta de una circunstancia pasada registrada como parte de la memoria de la comunidad / sentencias agudas que se repiten de modo invariable.

Formas de Expresión: manifestaciones literarias, musicales, plásticas, escénicas, lúdicas, entre otras.

Instituciones y/u organizaciones: organismos que desempeñan una función de interés público.

Lugares/espacios sociales: mercados, ferias, santuarios, plazas y demás espacios donde tienen lugar prácticas culturales colectivas.

Monumentos conmemorativos: piezas de estatuaria o construcciones levantadas con motivo de rememoración, conmemoración de algún episodio, hecho, personaje, etc., en cualquier lugar (edificio, plaza, vía pública).

Objetos: elementos movibles e inanimados de existencia física visible. Personajes: personas destacadas en la vida pública, ya sea por sus virtudes, peculiaridades, defectos, etc.

Saberes: conocimiento y modos de hacer enraizados en la vida cotidiana de las comunidades.Como vemos, casi por partes iguales se identifica lo intangible de lo tangible.

Otro aporte a una taxonomía de lo inmaterial, es el que hace Diego Bosquet para la Dirección de Patrimonio Histórico-Cultural de la provincia argentina de Mendoza. A los fines explicativos, mencionaré todos los rubros por él citados, desagregando solamente algunos.

1. Técnicas constructivas (habitación, esparcimiento, religiosas, funerarias...).

2. Técnicas artesanales (textil, cuero, metal...).

3. Tecnología / Manufactureras: 3.1. Técnicas de Adquisición (caza, pesca, agricultura...) 3.2. Industrias químicas (pinturas/tintas, fertilizantes, pirotecnia...).

4. Indumentaria / Atavíos (pintura corporal, tatuajes, ceremonial, cotidiana...).

5. Gastronomía (elaboración de comidas y bebidas, conservación de alimentos...).

6. Medicina popular (farmacopea, terapéutica, preventiva/higiene...) Perdón por la interrupción. Aquí me quedo pensando en las recetas de la abuela... a ver... ¡Ah, sí!, también en los saberes de las machis y los chamanes en el arte de curar. Después vinieron los representantes de los grandes laboratorios, se los hurtaron subrepticiamente y los patentaron. Resultado: El que sabía, nada; el otro, ¡multimillonario! Perdón, sigan leyendo el punto siguiente.

7. Literatura oral: 7.1. En prosa (cuentos, fábulas, leyendas...) 7.2. En verso (coplas, himnos, villancicos...) 7.3. Paremiología (refranes, dichos, trabalenguas, adivinanzas...).

8. Música: 8.1. Canciones 8.2. Danzas.

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9. Danza / coreografía (individual, colectiva...).

10. Juegos / Actividades lúdicas: 10.1 De adultos 10.2 De adolescentes 10.3 De niños.

11. Fiestas / Celebraciones: 11.1 Calendáricas 11.2 Cívicas 11.3 Devocionales 11.4. Del ciclo vital (nacimiento, muerte y entierro, nupciales...).

12. Cosmovisión: 12.1 Mitologías 12.2. Creencias mágico-religiosas 12.3. Concepciones religiosas (deidades, héroes culturales) 12.4 Prácticas mágicas 12.5. Prácticas religiosas 12.6 Rituales 12.7. Sitios / materiales de culto 12.8. Especialistas /Chamanes / Sacerdotes.

13. Usos / Costumbres: 13.1. De carácter social (saludo, intercambio de regalos, hospitalidad...) 13.2. De carácter familiar 13.3. De carácter personal 13.4. De uso / Distribución del tiempo (sueño, levantarse, comida, descanso...) 13.5. en relación con el trabajo (colectivo, división por sexo, trabajo de los niños...) 13.6. Relacionados con el ciclo vital (infancia, noviazgo, matrimonio, ancianidad...).

Los invito ahora, bajo el modelo propuesto por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, a conformar la siguiente planilla sobre la base de hechos conocidos por ustedes y, de considerarlo necesario, realizar y fundamentar algunas modificaciones o variaciones a la metodología aquí empleada que les resulte más operativa . Quiero agregar que sobre la columna de la izquierda, podrán agregar fotografías, cuadros, mapas, etc., del evento elegido (ver también la Ficha Guía para la elaboración de inventarios de patrimonio cultural inmaterial, utilizado en Colombia).

Además, la misma ha sido confeccionada para una Celebración y/o Fiesta, entendiendo dicha comisión que ”las fiestas, celebraciones y rituales populares de la ciudad, recrean los espacios urbanos, ejerciendo su influencia sobre diferentes niveles identitarios locales y globales, dejando huella sobre las vivencias colectivas de los diversos grupos sociales involucrados por relación a la religiosidad, el trabajo, el entretenimiento y otras prácticas de la vida cotidiana y social. A través de lo festivo, celebratorio y de los rituales es posible reconocer procesos de transformación de las dinámicas sociales, formas de comprensión ligadas a la vida política, económica, social y/o cultural”.

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3.1. Ficha etnográfica de registro de observación y relevamiento

Celebración y/o Fiesta Relevamiento y Registro Etnográfico Fecha de celebración Dia-mes y año. Horario de la celebración De X a X . Periodicidad de la fiesta y/o celebración Localización (mapa con un punto) Calle entre tal y tal/ plaza/ barrio. Descripción del sitio

En caso de que exista un epicentro claro: Describirlo en términos arquitectónicos, decorativos (decoración, estado del edificio, puestos), ubicación del público.

Relación con la ciudad (con determinados espacios, avenidas, calles, otros barrios, etc.) Zona de la ciudad en la que se encuentra. Barrios cercanos.

Avenidas principales. Medios de transporte, edificios públicos relevantes.

Si hay características salientes (por ej. Áreas predominantes: residencial, comercial, etc., marcarlo. Hitos relevantes del barrio (personajes, lugares, etc.: ojo, tener info de que es realmente relevante para la gente). Clasificación de la fiesta y/o Celebración Púbico/semipúblico/privado

Institucional/espontáneo

Étnica/religiosa/devocional, etc.

Si es religiosa: devocional, patronal, litúrgica: ¿qué es la Pascua, la Navidad, Pentecostés?. ¿Y qué pasa con las categorías de las celebraciones judías?

Carácter de la celebración y/o fiesta (local, porteña, regional, nacional, de países limítrofes, etc.) Carácter: barrial, porteña, nacional, global, de países limítrofes.

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El criterio es que puede ser una celebración de origen de la ciudad y luego se nacionalizó, o se globalizó. O a la inversa. En general están casi todos los criterios, por ej., el danés es de origen nacional porque es una fiesta en origen dinamarquesa, pero adoptada a nivel local (o importada desde la migración danesa) y adaptada a la ciudad y al barrio donde se hace (al menos en el caso que relevamos hubo una murga barrial). No consideraremos global esta porque no se da en otros lados, como podría ser Halloween o San Patricio. Organizadores (asociaciones, gobierno, vecinos, etc.) Organizadores: todos.

Detalles/indicadores de la organización: patrulleros, cintas plásticas, gente de las asociaciones que cuidan límites del grupo Procesos de conformación histórica de la celebración y/o fiesta (Origen, permanencias, cambios, presente):

Historia y Usos oficiales

Historia oral

Procesos de conformación de la celebración en el barrio.

Lo institucionalizado: La relación de la celebración con la historia del barrio. En el caso de vírgenes, o santos, la historia de ella. En celebraciones no religiosas, la historia que corresponda.

Lo relevado en campo

En todos los casos esta: los relatos relevados a partir de los folletos difundidos, los relatos desde los organizadores vinculados a la historia de la celebración (por micrófono, altoparlante o por fuera del marco oficial de la celebración)

Relatos recogidos entre los participantes/público. Descripción de la celebración y/o fiesta Mapa de la Fiesta y/o Celebración

- Recorridos/ itinerarios Sólo recorrido en el caso de que lo hubiera y si no especificar que no hay. Espacios y edificaciones vinculantes Sólo mencionar cuales son los lugares o espacios relevantes para la fiesta (que no hayan sido mencionados en otro ítem) Actividades desarrolladas

En caso de que haya informaciones de dos años o de dos días, poner primero, lo que haya en común y luego diferenciar marcando con un subtítulo.

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Descripción de todas las actividades que se realicen, pero en caso de que correspondan a otro ítem solo mencionar la generalidad. En estos casos, indicar a que apartado hay que dirigirse. Separar con subtítulos aquellas actividades que puedan diferenciarse. (por ej., procesión, misa, espectáculo etc.). Bienes y/o elementos asociados (recursos utilizados: elementos y técnicas Todo lo que sea asociado estrictamente a la fiesta (en el caso e la religiosa: velas, estampitas, agua bendita, imagen, rosarios, serpentinas).

Banderas, carteles, pirotecnia, globos, pasacalles

Marchas: esténcil, banderas, folletos, pancartas,

Todo lo que sea infraestructura del evento: escenario sillas, equipo de sonido.

Rituales asociados

Las fiestas / celebraciones con rituales asociados: describirlos, por ejemplo que las procesiones no son rituales aún cuando pueda haber dentro de ellos rituales. En el caso de conmemoraciones por memoria, el grito de 30. 0000 desaparecidos etc, consideramos que es ritual. Dentro de las religiosas, es como bastante claro, en el caso del año nuevo chino, la danza del dragón y del león pueden llegar a ser rituales.

Comida Solo especificar los alimentos. Puede diferenciarse por su origen. Música Especificar tipo de música, instrumentos utilizadas, bandas, letras en el caso de que haya, autores, reutilización de temas conocidos. Danza Cantidad de integrantes, proporción mujeres y varones, tipo de danza, descripción general y amplia de la danza. Descripción con terminología adecuada y específica. Vestimenta Diferencias: grupos participantes (murga, danza, presentadores, organizadores, seguridad etc)

Público: cuando es relevante especificar (por ej. banderazo, januca). Si hay algo que predomina, nombrarlo.

Culto Populares Tipo de Público (Asociaciones, gobierno -el gobierno puede asistir como público, o como funcionarios o técnicos- vecinos, procedencias, etc.)

Cantidad

Proporción por sexo, edad.

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Agrupaciones en el caso que este identificados. Celebración en la ciudad: crecimiento y puesta en valor Sentido y Apropiación de la celebración Incorporación de elementos de fiestas contemporáneas y/o globales Relación con otras fiestas de la ciudad Agrupadas por categorías globales (por ej., las de la memoria entre si). Ver cómo.

Seguramente podrán sin dificultades llevar a cabo la tarea propuesta, sobre la base de una festividad y/o celebración que detecten en sus respectivos países. Si quieren ver en forma más completa lo realizado por el organismo gubernamental antes citado, conozcan el recientemente conformado “Atlas de patrimonio inmaterial de la Ciudad de Buenos Aires. Fiestas, celebraciones y rituales”, en donde encontrarán datos sobre legislación, fundamentación, objetivos, encuadre conceptual, metodología de relevamiento, definiciones y clasificaciones, etc.

Ahora, piensen lo siguiente: Solamente registrar una celebración les ha llevado “x” tiempo de investigación, selección y registro. ¿Y el resto de las manifestaciones que quedarían aún por relevar? ¿Cuáles? ¿Por qué? No habiendo, por lo general, políticas culturales destinadas a llevar a cabo estos procedimientos, por cuanto lo tangible ha sido por tradición y excluyentemente lo rescatable, aún nos quedaría sortear otros aspectos que pisan el terreno de lo ideológico.

Sería ocioso rememorar la poca o nula importancia que se le ha dado como patrimonio a través del tiempo, a todo aquello que tenga que ver con el diario vivir (¿recuerdan la cafetera que señalaba el extraterrestre?). Mucho más si el mismo no se corresponde con los intereses de los sectores hegemónicos de la sociedad. ¿En cuantos museos hemos visto puesto en valor como algo “exótico” aquello que pertenece a las minorías nativas?

Entonces, ¿qué sucede con relación a los que “nada tienen”?. Decimos habitualmente que alguien cuenta con patrimonio cuando posee bienes materiales heredados o adquiridos (de cualquier manera). Pregunto: los llamados “excluidos”, ¿acaso no tienen pasado ni nada que los represente en su identidad?

4. Patrimonio Intangible y Memoria Colectiva

El patrimonio intangible se construye con un elemento fundamental que es la memoria colectiva y compartida. Para entrar en el tema de la memoria colectiva hay que pensar en el mundo de la vida cotidiana, integrado por anécdotas, relatos, refranes, modos de decir que delimitan un marco codificado donde los recuerdos de un grupo social se transforman en materia narrable y corresponde a valores compartidos. El acto fundacional de la memoria, recordar, es volver a evocar a través de la interacción, la lengua, las representaciones, la memoria social del grupo al que se pertenece. Pero al coexistir varios grupos en cada sociedad, el escenario público es el campo en que se manifiesta la

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diversidad de intereses y voluntades de los distintos grupos entre sí, es decir, el espacio de confrontación donde se disputa la posición hegemónica.

A través de textos, archivos, testimonios e imágenes, la sociedad refuerza y consolida la capacidad memorística de sus miembros. El pasado también imprime su huella en lugares físicos, como ciertos edificios de contextos urbanos cuya sola presencia tiene un potencial evocador muchas veces mayor que las celebraciones oficiales. En tanto, el lenguaje es también una de las formas más básicas y estables de exteriorización de las memorias individuales. Con frecuencia la verbalización de un recuerdo significa para el sujeto tomar algo colectivo de su ambiente y expresar algo que se comparte con el entorno social al que se pertenece.

Por supuesto, a la hora de la sobrevivencia de los recuerdos –colectivos o individuales- la existencia de la escritura es fundamental. Las culturas ágrafas, es decir, puramente orales, están depositadas en la memoria de los ancianos y en la eventual capacidad de transferencia que el grupo de pertenencia posea. Por eso es tan conocido ese concepto de que “cada anciano que muere es una biblioteca que desaparece”, que en principio fue utilizado respecto de las culturas orales de África.

Si bien el relativismo cultural mantuvo durante cierto tiempo en equilibrio la cuestión, muchas veces se ha sostenido y se lo sigue haciendo, que las culturas puramente orales se encuentran en un estadio evolutivo inferior, o que sólo las culturas con soporte alfabético consiguen una prevalencia hegemónica tanto en su relación con el entorno natural como con el resto del mundo social. Este argumento no tiene en cuenta que –por ejemplo-, en la Grecia clásica, la vida política organizada alrededor de la Asamblea o la tradición poética están sostenidas sobre la oralidad. La poesía tanto como la democracia estaban edificadas estructuralmente de tal manera que la oralidad pudiera sostenerlas y transmitirlas para la construcción de la memoria. Sin embargo, la cultura oral es más vulnerable que la alfabética. El corte con el nexo pragmático de la experiencia sólo puede producirse en la elaboración de texto y sólo así procurar la distancia analítica para la teorización.

Y aquí, creo, es preciso recurrir a lo que plantea Jacques Hassoun (Los contrabandistas de la memoria. Ed. de la Flor, Buenos Aires, 1996, p.139 y ss.). Él asegura que “en resumidas cuentas, si transmitir una tradición, una historia, se presenta como una construcción, es en última instancia porque el deseo de asegurar una continuidad en la sucesión de las generaciones, se presenta como una necesidad interna”. Esto es, no puedo como sujeto entrar en contacto con lo nuevo, que se me presenta en la interacción social, si no encuentro en ello cierta familiaridad, con eso que porto como herencia y que me permite participar de situaciones nuevas que a priori me parecen desconocidas. Y ya que todo pensamiento es repensamiento y toda transmisión, retransmisión, la transmisión sería una página escrita, un relato, que cuente la gesta de los predecesores, que cada uno podrá leer o rescribir a su manera. Construcción de la memoria colectiva, herencia y transmisión son, entonces, inherentemente partes de un solo proceso.

5. De experiencias y otras cuestiones5.1. Los “excluidos”

Me preguntaba hace un momento, qué representaría a aquellos sectores postergados, pobres, que en buena parte de América latina conforman la mayoría o –por lo menos- un

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sector más que importante de su población. Si se dice que son los “excluidos del sistema”, es porque así lo definen etnocéntricamente quienes están adentro. Preferiría ubicarlos dentro de un subsistema interrelacionado e interdependiente con otros culturalmente más favorecidos, por ejemplo, desde el punto de vista de ciertos consumos culturales (libros, CD, teatro, cine, etc.).

Ahora bien, ¿qué patrimonio refleja hoy o manifestará en el futuro sus huellas identitarias? Quisiera que conozcan la obra que viene realizando en el Museo y Parque Ecológico “Enrique Hudson” de Florencio Varela (distrito cercano a la Capital Federal de mi país) su Director, Rubén Ravera. Rubén, como pocos, está en contacto diario con la pobreza. Impulsado por el espíritu ecologista de Hudson (y un tesón a prueba de balas) les enseña a los habitantes de las villas cercanas a hacer calefones domésticos reciclando botellas de plástico. “Es para que los chicos no tengan que romper la escarcha de un fuentón para lavarse la cara en invierno y así poderlo hacer con agua tibia”, dice. La transmisión de este tipo de saberes para mejorar la calidad de vida... ¿se los podría considerar como parte del patrimonio intangible de la pobrería? Y la música conocida en Argentina como la “cumbia villera”, ¿también?

Rubén, que participa y es cofundador del Club del Trueque, a través del cual se movilizan miles de personas de escasos recursos en el intercambio de bienes y servicios sin la mediación de papel moneda convencional, afirma: “Se está financiando para el odio. Hay que generar una economía periférica, distinta. Necesitamos un nuevo pacto social. Nadie ha pactado vivir para la mierda”.

Pregunto (me pregunto), las formas organizativas y los procedimientos aplicados en el Club del Trueque (basado en los principios del economista germano-argentino Silvio Gesell, que aporta el concepto de la oxidación del dinero para que no pueda ser juntado y obrar con él en forma especulativa), pensadas como estrategias de supervivencia de carácter cultural... ¿también engrosarán la nómina del mencionado legado?

Como práctica de “aguante” (modo intangible), también deberíamos –creo– incluir el trabajo de los cartoneros y recicladores, a los que se podría denominar eufemísticamente como agentes ecológicos. Ellos reincorporan a la cadena productiva los residuos sólidos urbanos evitando el daño ambiental y el derroche de nuestros recursos.

Aporto otro dato para abrir un nuevo espacio de reflexión. En la reunión llevada a cabo por el Movimiento Nacional de Trabajadores Cartoneros y Recicladores (Ciudad de Buenos Aires, 26/8/06), uno de los puntos en discusión fue “Propuesta de documento que nos dé identidad”.

Otra cosa, ¿y qué hay de las creencias de “ese tipo de gente”, como le escuché decir a un glamoroso gestor cultural, que curiosamente no podía separar miseria de delincuencia? Hay un ejemplo que me parece emblemático. En las villas pobres cercanas a la Ciudad de Buenos Aires, existe el Santo de los Pibes Chorros (traducción: “pibes” por niños y adolescentes; “chorros” por ladrones). Lo apodaban “El Frente” Vital y fue ejecutado por la policía cuando se había rendido desarmado luego de una redada.

La imagen del Frente Vital, el pibe chorro que se convirtió en santo de los ladrones, preside una misa en su homenaje.

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Su canonización, como otras llevadas a cabo con personas fuera de la ley, tiene ribetes particulares. Por ejemplo, se pondera su modelo solidario al robar un camión de productos lácteos para repartirlos en la villa. Los “pibes chorros” aseguran que encomendando sus fechorías al Santo, él se encargará de desviar las balas de la policía para que no ser heridos o muertos. Pregunta: este acto de fe, ¿entraría en el registro “oficial” de creencias populares?. A propósito, no quiero dejar pasar este momento sin dejar de recomendarles la lectura de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. Historia de pibes chorros, de Cristian Alarcón (Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2003), un ex alumno mío. ¿Y el culto al “Gauchito Gil”, que vivió en el 1800 en Corrientes (provincia del este argentino), se enemistó con un comisario y terminó liderando una banda que robaba ganado y repartía carne a los pobres?. Este santo popular y sanador, murió colgado atado de los pies a un árbol y degollado por un militar, al que antes de morir le dijo: “Cuando llegues a tu casa tu hijo estará muy enfermo”. Parece que así fue, volvió el soldado a donde estaba el cadáver sin cabeza, lo enterró y le rezó para que su hijo sanara. Dicen que eso sucedió después.

¿Y cómo se entiende el hurto de una estatua de 100 kilos de San Jorge (que el Vaticano retiró en la década del 60 del santoral oficial) de una iglesia de las afueras de la ciudad Buenos Aires, venerado por los ladrones como su “patrono”? (ver diario Clarín, 31/3/06 p.51). Dicen de este santo que es el defensor de la prepotencia y la injusticia.

Mi pequeña teoría es que ciertos testimonios culturales del pueblo marginado serán considerados como “patrimonio” siempre y cuando el Poder, en cualquiera de sus formas, lo legitimice. O la gente común comience a hacerlo de una buena vez y para siempre.

Sucede que esta importante franja de la población vive el presente, su núcleo de interés pasa por cuánto cuesta una garrafa de gas o si va a comer hoy. Aporto un dato que, me parece, no es menor: Cuando las inundaciones les lleva a los desposeídos lo poco material que poseen, se lamentan -especialmente las mujeres- por la pérdida de dos cosas: los documentos de identidad y las fotografías familiares. Testimonios insoslayables de reafirmación del quiénes son y quienes fueron, pilares sin los cuales difícilmente se pueda construir la identidad.

A propósito de esto último, quiero –a modo de digresión- decir algo más. Los procesos de migración a las grandes urbes bajo el imaginario de llegar para tener una mejor calidad de vida, han producido un fenómeno por demás interesante para analizar, especialmente entre quienes no pudieron lograr sus objetivos. En los lugares donde vivían –supongamos, pequeñas comunidades rurales- eran alguien. En este nuevo ámbito y con las condiciones de pobreza antes mencionadas, no son nadie. ¿Cómo logran revertir a veces esa situación? Pongo tres casos: 1) Cuando son cooptados por algunas religiones. Se les dice: “Vengan con su mejor ropa, porque se trata de una celebración” y, cuando se retiran, el pastor les da la mano a cada uno. Vuelven a ser alguien; 2) Cuando son cooptados por la delincuencia o ingresan a las filas de las fuerzas de seguridad. Obtienen un grado (aunque sea el más bajo) y responsabilidad. Vuelven a ser alguien; 3) Cuando son cooptados por la política. En los barrios humildes donde sobreviven, se les encomienda a cambio de dinero o mercadería, movilizar gente a favor de tal partido. Tienen un compromiso y si no lo cumplen regresan a su estado anterior. Vuelven a ser alguien.

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5.2. “La Niña”

Laura y Ricardo viven en la estancia “La Catita”, ubicada en la localidad de “La Niña” en el partido bonaerense de 9 de Julio, a unos 270 Km. de Buenos Aires. Los conocí en las “1as Jornadas Bonaerenses sobre Patrimonio Cultural y Vida Cotidiana”, que organizamos desde el CePEI, como ponentes y relatores de su propia experiencia y la de sus vecinos.

Problema: el tren que dejó de pasar en la década de los 90 y una inundación atroz, se encargaron de hacer terrible estrago. El panorama: desolador. Un pueblo desaparecido. “Ni cartel indicador teníamos en la ruta, ¡no existíamos en los mapas!”, diría Ricardo.

¿Qué hacer con los campos inundados? Sembraron peces. De agricultores pasaron a piscicultores y luego... ¡organizaron un campeonato internacional de pesca! ¿Qué loco, no?. Pero sin duda lo que más ha trascendido de este lugar de la llanura, son sus almanaques. Acompañados en el proyecto por la fotógrafa Tuti Maglio, comenzaron a elaborar los calendarios con la imagen de pobladores con oficios (alambrador, panadero, arreador, mecánico, etc.), uno por cada mes. Después vendrían los ancianos (algunos fallecidos antes que el anuario saliera de la imprenta), en el 2006: los jóvenes. Todas las láminas acompañadas por pequeñas historias de vida.

Tuve oportunidad de presenciar la ceremonia de presentación de esta maravilla de la producción cultural autogestionada, a fines del 2004. En una ex usina láctea en pleno campo, a la que jocosamente llaman “Centro de Convenciones”, se reunieron los habitantes de “La Niña” junto a algunos invitados especiales. Unas 750 personas (el pueblo tiene 500). Ricardo comenta: “hicimos estos almanaques no para mostrarnos, sino para mirarnos”.

¿Qué historias desatarán cada personaje cuando sean vistos (se vean) en tiempos futuros? “Es parte de lo que nos toca, crecés sabiendo que algo tenés que hacer y que tenés que estudiar, por más que trabajes en otro lado, siempre vas a ser de acá... allá por más que conozcas te encontrás solo muchas veces...de alguna manera uno siempre está”, dicen desde el mes de septiembre unos adolescentes posando en el frente de la fachada de la Escuela Nº 18. Acerca del rescate de lo intangible, creo que el ejemplo basta y sobra.

Almanaque “La Niña” 2006

Algo más, ¿recuerdan cuando hablamos al principio del land-art?. Bueno, Laura y Ricardo han hecho esta experiencia denominada “Fin Zona Urbana”, bajo la idea y dirección de la artista May Borovinsky, en su propio campo (ver fotos aéreas) y, como si fuera poco, están llevando a cabo el Museo del Almanaque en “La Niña”.

5.3. Teatro comunitario

A pocos kilómetros de “La Niña” se encuentra el pueblo de “Patricios” (menos de 500 habitantes), en plena zona rural. La pérdida del tren marcó también a fuego este lugar en lo que hace fundamentalmente a su comunicación y desarrollo. Sin duda la desazón fue minando a todos poco a poco.

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Suelo decir, desde mi más absoluto convencimiento, que si la cultura no sirve para mejorar la calidad de vida de la gente, entonces no sirve para nada. Y el ejemplo que paso a comentarles –de alguna manera- me da la razón. Alguien de allí tuvo la feliz idea de ponerse en contacto con el Teatro Comunitario de Catalinas Sur, en Buenos Aires, primero en el país, para ver si podían hacer algo parecido.

El teatro comunitario es el teatro hecho por vecinos, de la comunidad para la comunidad, y tiene un objetivo concreto que es comunicar. Para recrear, mantener la historia, los lazos culturales y expresar la cultura de un pueblo. Pero, además, el arte aquí tiene un rol de dignificación en la gente, permitiéndole pararse mucho mejor ante lo social. Frente a determinismos económicos muy fuertes, el arte pensado como un camino por donde poder encontrarse. Si la sociedad no le da oportunidades, el arte popular o el arte en la comunidad le da la posibilidad de hacer a todos por igual. Cientos de vecinos del barrio Catalinas Sur así lo entendieron.

Hay algo más. Como si hubieran tomando la esencia de la murga uruguaya, bufona y contestataria a todas formas de Poder, el contenido de las obras que son elaboradas por ellos presentan recurrentemente temas de conflicto sentidos por la comunidad.

Vuelvo a Patricios. Tuve la oportunidad de ver la puesta de la primer obra. El escenario: la ahora “desactivada” estación de trenes. Un lugar maravilloso. Nombre del elenco: “Patricios unidos de pie”. El argumento: una recuperación de la memoria colectiva con relación a las consecuencias de un tren que dejó de pasar. Vecinos que padecieron la perdida absoluta de su fuente trabajo, los violentos traslados, el desarraigo, el desmembramiento de sus familias y la pérdida de la posibilidad de una vida más digna. Todo un ejemplo de autogestión del patrimonio intangible, sin duda.

5.4. Rock en el campo

Cuando estaba finalizando mi adolescencia, mi sueño era asistir a Woodstock. Un impresionante festival de música al aire libre en los Estados Unidos, que congregaba a mis ídolos de aquel entonces y también de ahora: Janis Joplin, Santana, Jimi Hendrix, Joe Cocker (¡un monstruo cantando “With a little help of my friends”!). Asistieron finalmente más de 450.000 jóvenes. Y yo no estaba entre ellos.

Otro escenario: Un pueblo pequeño cerca de “Patricios” y “La Niña” conocido como “Quiroga”, también en el partido de 9 de julio. Otro festival: “Rock al campo”. Crédito local: “Jaqueca”, una banda que define a su música como “agrícola-ganadera”. Cientos de jóvenes provenientes del todo el país, principalmente adherentes a conjuntos del circuito alternativo, se darán cita. Escucharán en distintas jornadas el ensordecedor sonido de muchos grupos que han venido desde lugares lejanos... México, por ejemplo. Los jóvenes quiroguenses formarán junto a los otros una inmensa cofradía y compartirán esta intransferible experiencia con la presencia de sus amigos, padres, abuelos y tíos. Algo nunca visto.

Lo he presenciado y puedo dar fe de esta conmovedora integración. Expresiones culturales generalmente asociadas a los espacios urbanos, cobran en el ámbito rural una dimensión impresionante. La música, lo intangible, presente como integradora de un colectivo. Un Woodstock raro, con otras tribus, pequeño, distinto... y hermoso.

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5.5. El juego de los significados, de la gastronomía y unas cuantas cosas más

No me cabe duda que debe haber pocos lugares en el mundo –y les aseguro que no exagero- como el Museo del Puerto de Ing. White (casi 700 Km al S.O. de Buenos Aires). Se presenta así: “un Museo donde se come y se baila, vecinos de carne y hueso y sirenas de Cartapesta. Un Museo para enterarse de las noticias del día. ¡Historia + PoesIa + AntropologIa + MUsica + EconomIa! Un Museo donde aprender a distinguir el pescado fresco”. En otra de sus páginas dice: “Se puede hacer un museo sin objetos, no sin vecinos”.

Les pido por favor que no sigan leyendo y entren, por ejemplo, haciendo clic en el botón de Relatos. Si les cuento más, se pierde la magia.

(compás de espera mientras ustedes navegan el museo con el audio encendido de la PC)

¿Y? ¿Qué tal la experiencia?. ¿Les llamó la atención la manzanita verde siempre presente? No debería decirles por qué está ahí (seguramente el arquitecto Reynaldo Merlino, su artífice, se enojaría mucho conmigo). Pero ahí va: Un dicho local relata que las abuelas aconsejaban comer todos los días una manzana verde para no perder la memoria.

Conocí el museo no hace muchos años. Pienso que resume buena parte de lo que todos quisiéramos para este tipo de instituciones muchas veces obsoletas, estancadas. Un espacio estéticamente atractivo, dinámico, participativo. Cada lugar despierta el asombro, la curiosidad. El querer conocer o imaginar los significados de cada cosa. Eso que la cartelería convencional jamás podría hacer.

¿El lugar más importante?: La cocina. Ahí se reúnen los vecinos a preparar los platos que hacían sus antepasados inmigrantes (italianos, judíos, españoles...), para después degustarlos e intercambiar recetas. (¿Vieron dónde está también lo que llamamos patrimonio cultural intangible?).

Entre los videos que el museo edita, hay uno muy simpático que se llama “Cómo hacer lechón para 40 personas”. Un señor gordinflón, reconocido en la comunidad como “el” asador, explica ante las cámaras la técnica mientras van llegando los invitados a comer y después bailar cumbia, seguramente con algunos vinitos de más bien puestos.

Es sin duda algo de su acervo, lo que moviliza particularmente a la comunidad “güitense” (así gustan llamarse con g y ü). Por lo menos, eso es lo que me ha producido una de las experiencias más fuertes que allí he tenido. En una sala ambientada como un aula de la década de los años 40, 50, ciertos objetos como el maniquí que representa a la maestra, el globo terráqueo y otros, están envueltos en plástico transparente. Aclaro que el museo está emplazado en el centro de una zona industrial altamente contaminante, donde una de las industrias que más perjudica al medio ambiente es precisamente la que produce... plásticos, ¡¡¡y es mecenas del museo!!!. En ese lugar se encuentra una vitrina repleta de muñecas antiguas. Sólo una de ellas está recubierta en ese material y cuenta con una tarjeta que la identifica como perteneciente a una joven desaparecida durante los años de la última dictadura argentina.

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Quisiera agregar que a la misma administración cultural municipal de Bahía Blanca, pertenece Ferrowhite, donde “sus herramientas son las voces, la memoria y el hacer de los trabajadores ferroviarios y portuarios“.

5.6. De vecinas en ropa interior y prostitutas

Norma Perera es museóloga y responsable de un museo municipal en la pequeña y provinciana ciudad de Pigüé (590 Km de Buenos Aires). Todos los días mantiene una lucha desigual. El caudal y calidad de sus ideas y proyectos desborda a quienes ejercen el poder político. Pero este no es el momento para analizar lo que a tantas Normas le sucede a menudo en los más diversos rincones del planeta.

Quiero rescatar una experiencia del patrimonio intangible que verdaderamente me ha llamado mucho la atención. Tiene que ver con involucrar la intimidad femenina a través de las prendas de lencería.

Con motivo de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, Norma generó una exposición temporaria denominada “Adiós al corsé”. Buscó en viejas tiendas y pidió prestadas ropas de todas las épocas: desde diminutas y actuales bikinis hasta enormes bombachudos con encajes como los que usaban nuestras abuelas o bisabuelas. Localizó también un ajuar completo como el que iban preparando las niñas de antaño para su casamiento. En este caso, de alguien que no pudo usarlo porque quedó soltera.

Norma no se conformó con exponer bombachas y corpiños, necesitó de modelos para en una improvisada pasarela darles vida. Fueron algunas de sus vecinas las que se prestaron a desfilar, tanto lencería que les tapaba casi todo, como otras que no les cubría casi nada.Si alguien me hubiera contado que algo así hubiera sucedido en París, Barcelona o cualquier otro lugar, no me hubiera llamado la atención. Pero... ¿en Pigüé? ¿Un lugar donde se conocen casi todos y que mantiene un perfil de algo a muy conservador?

Cuántas historias... ¿Cuántas intimidades se habrán contado susurrando las visitantes? ¿Y qué habrán murmurado los hombres presentes?

La misma museóloga, en el 2006, hizo una apuesta más fuerte y aún más resistida por el Consejo Deliberante Municipal. Armó una exposición temporaria sobre la historia de la prostitución en su pueblo. Y fue un éxito. Los más viejos contaban sus visitas a los prostíbulos y recordaban los nombres de fantasía de esas “mujeres de la vida”. Va textual parte de la gacetilla de prensa que mandó a los medios: “Anónimas boquitas rojas, una investigación sobre el trabajo sexual pago: la prostitución y su relación con el poder y la sociedad de la época (finales del siglo XIX y ppios. del XX) (...) Exposición con una apertura a todo tango. `Porque el tango y la prostitución se ligaron en un equívoco duradero: ambos comparten un lugar común, las pasiones exageradas y las historias cultivadas. El tango como el lunfardo estuvo en los lupanares, el cabaret, el dancing…´”.Hábitos clandestinos con una condena social expresa y también el tango, digo, ¿alguien los reivindicará como parte del patrimonio intangible? Norma, sí.

Afiche de la muestra“Anónimas boquitas rojas”

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5.7. El teatro que se incendió dos veces

Para comenzar esta historia, viene primero a mi recuerdo (re-cordis: volver a pasar por el corazón), un pequeño relato de uno de mis autores preferidos, el uruguayo Eduardo Galeano. Dice más o menos así: Un hombre andaba de pueblo en pueblo haciendo sonar su arpa en las fiestas. Un día, unos bandidos lo asaltaron en el camino, le pegaron y le quitaron el instrumento. Cuando se fueron, malherido pensó: “se llevaron el arpa, pero no se pudieron llevar la música”.

1977: Se incendia uno de los teatros líricos más bellos de mi país: el Teatro Argentino de La Plata, ciudad en la que actualmente vivo. Más de 20 años pasaron para que construyeran en el mismo lugar una mole de cemento que hoy alberga un Centro de las Artes.

¿Qué pasó durante tanto tiempo con sus elencos estables? Pensemos en unas 550 personas a la deriva: Artistas, artesanos, técnicos y administrativos. La mitad ubicados en un destartalado edificio prestado; la otra, apiñados en el escenario y el subsuelo de un anfiteatro. Aquí el segundo incendio: El olvido, el maltrato, la frustración, la impotencia...

A mediados de los años 80 me convocaron para hacerme cargo de la Dirección General de algo verdaderamente inmaterial e intangible: Un teatro sin edificio y una obra en construcción con una fecha de conclusión absolutamente incierta.

Aunque no lo puedan creer, acepté el cargo... pero presenté mi renuncia ¡al tercer día! El funcionario político que me había llamado a cumplir una misión casi imposible (ni siquiera comulgábamos políticamente), me dijo: “No creí que duraría tan poco, cálmese, si en un mes usted no puede lograr nada, se cierra el capítulo de ‘el Argentino’ para siempre y la gente, con el tiempo, se irá jubilando”. Me pareció terrible. Se estaba preanunciando no solamente el acta de defunción de un ámbito para la ópera y el ballet, sino la interrupción definitiva de la transferencia de conocimientos artesanales (legado intangible) en vestuario, zapatería teatral, peluquería, escenografía, etc.

Para hacer más breve este ejemplo, debo decir que algo mágico (como no podía ser de otra manera en un teatro) sucedió de la forma más inesperada. Un empleado de maestranza iba a ser sancionado por su superior porque paraba el trabajo de limpieza para mirar los ensayos de las óperas. Como su actitud era reiterativa, lo mandé a llamar para conocer personalmente qué estaba pasando con (por) él. Este hombre humilde de origen italiano terminó dándome la llave para seguir llevando adelante un sueño imposible de remontar. Me dijo: “¿Sabe lo que pasa?, yo quise ser cantante lírico como fueron mi padre y mi abuelo. Cuando en la Segunda Guerra todo había sido destruido en mi pueblo, la gente se reunía en los únicos lugares que quedaban en pie: Las capillas de los teatros (parte de atrás en los escenarios). Allí los cantantes populares entonaban canciones para mitigar tanto, pero tanto dolor”. Ese relato me pareció estremecedor. Lo llamé urgente al escenógrafo Raúl Bongiorno y le dije: “Raúl, dibujame un espacio escénico con público y artistas en el mismo lugar. Necesito verlo”.

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Al estar imposibilitados de utilizar el mencionado anfiteatro donde estábamos durante los meses de frío, porque la platea era (es) al aire libre, había que meter a todos juntos y ver qué pasaba. Era una locura. Finalmente lo logramos.

Un público entusiasta que colmó pasillos y balcones, presenció “La italiana en Argel” de Rossini, a centímetros de distancia de músicos y artistas, mientras los técnicos -como sombras chinescas- hacían equilibrio entre los puentes.

Digo: la transmisión oral puede servir para rescatar la memoria de un pueblo dolido, pero también puede ser inesperado disparador para un proyecto cultural sin precedentes.

Hoy, a la distancia y con un edificio sólido y monumental, repito: No se pudieron llevar la música. Y la música, también forma parte del patrimonio intangible.

5.8. Museo de lo intangible

Desde ((bien cultural)) venimos impulsando la creación de un museo de lo intangible, al que he denominado Museo de los saberes y procesos productivos artesanales, basado en el concepto de economuseo o museo-empresa. Se trata básicamente de ponderar –principalmente- el conocimiento transmitido de generación en generación, respecto a determinado hacer de características genuinas y sobre sus transformaciones sufridas a través del tiempo.

La palabra “economuseología” es muy reciente. El concepto que designa presenta una nueva opción cultural, en virtud de la cual el mundo de la empresa artesanal se asocia al de la museología, entendida en su sentido más amplio, para garantizar las bases financieras de un organismo destinado al desarrollo y la difusión de la cultura material de un país. Este nuevo centro de producción dotado a su vez de un centro de animación e interpretación que valoriza las cualidades patrimoniales del lugar, tiene la misión de renovar los productos tradicionales en función de la creatividad y las necesidades contemporáneas.

Un Economuseo está constituido por seis áreas con sus respectivas funciones:

- La recepción: Donde se hace la conmemoración de una persona importante o una habilidad tradicional,- El taller de la producción: Es el corazón del economuseo. El artesano produce objetos de calidad usando los métodos tradicionales en presencia del público,

- La interpretación de objetos patrimoniales: La demostración a los visitantes de la habilidad y creatividad de los artesanos tradicionales por medio del significado de objetos de colección, textos interpretativos e iconografías,

La interpretación de colecciones contemporáneas: La exhibición de objetos contemporáneos con el propósito de mostrar al público cómo las ocupaciones tradicionales se adaptan a las necesidades contemporáneas,

El centro de documentación: Para el visitante que quiere saber un poco más sobre la actividad artesanal,

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La boutique: Les permite a los visitantes comprar productos fabricados por el artesano, a quien ahora ellos están en capacidad de apreciar. El Economuseo es una marca registrada. Existen alrededor de 36 en funcionamiento, en Québec (Canadá), integrándose en una red regional. (Párrafos tomados de: "Vigencia de la Nueva Museología en América Latina: conceptos y modelos", de Georgina De Carli. En: Revista ABRA, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional, Editorial EUNA, Costa Rica, julio-diciembre, 2004. Edición electrónica http://www.ilam.org/).

6. Los objetos como holografías emocionales

Entiendo que hay objetos como holografías emocionales cargados de una formidable y profunda memoria. La idea sería, por ejemplo, tomar objetos cuyo valor sólo resida en ser disparadores del recuerdo. Recordar, como decía antes, puede también significar “volver a pasar por el corazón”, con todo lo que ello representa.

Prescindiendo ya de los objetos, me pregunto cómo se podría representar y testimoniar en un posible museo de los valores, los valores perdidos (¿?) como la honestidad, la solidaridad, la palabra empeñada..., o las utopías, los sueños incumplidos, lo no-dicho, la protesta, la pobreza..., lo pienso como desafío para museólogos, para comunicadores, para sociólogos...

Y en tren de interrogarme: ¿quiénes y cómo recordarán el premio que las Naciones Unidas otorgó a la Red Solidaria de Argentina como ejemplo para la humanidad (¿cuántos de ustedes –especialmente argentinos- lo sabían?)

El Arq. Rodolfo Livingston me contaba (y figura en uno de sus libros) que en un pequeño museo de Cuba le llamó la atención una copa común en espera para ser inventariada. Preguntó a qué correspondía y le dijeron que pertenecía a una barcaza que luego de luchar ferozmente con otra embarcación de la marina norteamericana se hundió en aguas del Caribe. Livingson preguntó: ¿Y esto cuándo sucedió? La semana pasada, le contestaron. 7. El tema está en el trascender...

Vengo observando que existe hoy en el mundo una tendencia a decidir cómo y a través de qué quiere la persona humana, como ser social, que se la recuerde. Podría decir que sería algo así como un deseo activo de comunicarse con el futuro.

Por ejemplo, en los festejos de la llegada del año 2000, el ex presidente Clinton y su esposa, exhibieron el prototipo de la Cápsula del Tiempo nacional para conmemorar el Milenio. Si el planeta llegara a sobrevivir a eventuales guerras y otros desastres, los norteamericanos del año 2100 abrirán la cápsula y para su curioso deleite se encontrarán con los anteojos oscuros del cantante Ray Charles, un teléfono celular, un casco usado en la Segunda Guerra Mundial, dibujos del muñequito Pokémon y un pedazo del muro de Berlín, entre muchos otros objetos “representativos” del agitado siglo que acaba de concluir.

Artistas, políticos, historiadores y estudiantes aportaron para tal fin sugerencias sobre los artefactos que debían incluirse en la cápsula y el resultado fue una decisión

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decididamente arbitraria de símbolos del siglo XX, que divirtió a quienes lo hicieron, pero que dejará a los estadounidenses de futuras generaciones algo perplejos y con claves extrañas, cuando no inentendibles, acerca de nuestra época.

Algunos creen que se trata principalmente de un intento de sintetizar lo más característico del presente, un inventario básico de la contemporaneidad. Por otra parte, están los que piensan que la cuestión se reduce a darle un valor simbólico y medio supersticioso a un montón de objetos reunidos de manera caprichosa.

Una de las empresas dedicadas a la venta de estas cápsulas, es la californiana Barrtek Technologies Inc., cuyo mensaje institucional es: “Deje un mensaje para las generaciones futuras. Use la cápsula del tiempo 2000 y contribuya a mantener vivo el mundo actual para el porvenir”.

Más allá de la importancia que revista este servicio, el que de hecho forma parte de un aparente muy buen negocio, es evidente que existe un avance del sector privado sobre el público respecto a la preservación de los testimonios del pasado, lo que llevaría a plantear seguramente una discusión sobre el actual rol del Estado en esta cuestión. En tal sentido, Canadá ha tomado medidas muy concretas (ver http://collections.ic.gc.ca/).

Lo cierto es que el fenómeno cuenta ya con expertos que analizan su significación, además de explicar qué mueve a particulares, escuelas, ciudades, grupos religiosos y cívicos por querer tener sus propias cápsulas.

Otro intento relacionado a lo anterior que merece ser tenido en cuenta por su originalidad y potencialidades, es el de dos científicos del Instituto de Investigación NEC, en Princeton (New Jersey), Andrew V. Goldberg y Peter N. Yianillos, quienes han desarrollado un proyecto denominado "Intermemory". La idea es sencilla: la gente arrienda una parte del disco duro de su ordenador para que sirva de refugio seguro del conocimiento mundial. A cambio, se otorga la oportunidad de colocar parte de nuestros archivos o documentos en Intermemory.

Las copias de seguridad en todos sus formatos no son del todo seguras. Pueden ser robadas, quemarse, o estropearse por una inundación, un terremoto o un ataque nuclear. De esta forma, guardando pedacitos de historia y conocimiento repartidos por los ordenadores de todo el mundo, destruir todos los documentos de un ordenador sería mucho más difícil. Así tendremos que temer menos un cataclismo de proporciones mundiales, porque siempre se salvará algo que permitirá que los que nos sustituyan conocer parte de nuestra civilización.

Noten que en los dos casos que he señalado, hay un común denominador: la voluntad por resguardar el pasado y la seguridad por recuperarlo frente a una potencial amenaza de destrucción. ¿Qué sucedería si alguien pudiera robar, destruir o manipular la memoria de una comunidad? Los ejemplos mucho antes de la invención de las computadoras sobran como para imaginar los resultados.

En el CePEI, que antes he mencionado, hemos trabajado sobre una herramienta que denominamos Museo Virtual de lo Cotidiano (MVC) que también se inscribe dentro de esta tendencia planetaria que intenta el rescate digitalizado de las huellas culturales del hoy, con miras a que en el futuro sean consideradas parte de la historia de una comunidad. Es decir, precisar en el tiempo actual, qué es lo que se podría contar como

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potencial patrimonio a legar a las futuras generaciones, sin descuidar el rescate documental y/o testimonial del pasado en forma permanente.

Así como históricamente esta misión estuvo delegada en especialistas o promotores de una historia oficial en distintos ámbitos de la cultura, aquí lo que se promueve son procesos de participación y de vida asociativa, para que la cultura sea el producto de la construcción colectiva y conciente del futuro.

Hay otra cuestión al respecto que también merece ser tenida en cuenta y está vinculada a la posible participación ciudadana a partir de la irrupción de Internet, a la que frecuentemente se la denomina como “democrática”. Los argumentos en contra parecen tan lógicos como simples. El más frecuente es el siguiente: La enorme mayoría de la población mundial no tiene Internet, por lo tanto de ninguna manera puede hablarse de democracia cuando el sector más numeroso quedaría excluido de toda posibilidad de participación. Suena contundente.

En definitiva, si bien el nivel tecnológico necesario para una democracia electrónica ha sido alcanzado por la increíble escalada de los últimos años, hay factores sociales, políticos y económicos que impedirán toda modificación real y que, de no ser solucionados previamente, reducirán la teledemocracia a un simple juego de minorías.

8. Volvamos al patrimonio, al patrimonio virtual...

Defino como patrimonio virtual al legado digitalizado de las huellas culturales tangibles e intangibles del pasado y del presente incorporadas, representadas y resignificadas en el entorno virtual, además de las creadas en ese mismo hábitat.

Se fundamenta esta propuesta a implementar sobre soporte informático, en su potencial capacidad para, entre otras cosas:

Reunir y sistematizar en un solo lugar, las más variadas evidencias de la cultura; hecho que el museo tradicional impide;

Incorporar elementos y testimonios de manera ilimitada en formato de texto, imagen, sonido y/o video; como objetos, modas, lugares, dichos populares, personajes, acontecimientos, etc. Incluso colecciones de particulares a las que difícilmente se tiene acceso;

Establecer hipervínculos entre elementos del mismo museo y otros correspondientes a diferentes bases de datos remotas;

Acercar a personas imposibilitadas de acceder a ese patrimonio por muy diversos motivos (lejanía, enfermedad, etc.);

Posibilitar el aporte y el diálogo social respecto del acervo y su importancia, sin limitaciones ni exclusiones;

Crear salas temáticas de encuentro virtual para contar historias, anécdotas o costumbres;

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Fomentar la integración intergeneracional y patrocinar a través de los adultos mayores, la ancestral responsabilidad de trasmitir saberes y experiencias, perdidos muchas veces en la tradición oral, y de indispensable valor en la consulta para la articulación y lectura del pasado;

Exponer de forma temporaria fotografías, historias de vida, tradiciones orales, pintura, música, sonidos (urbanos, rurales, domésticos, etc.);

Incorporar y/o utilizar de forma inmediata, todo avance tecnológico que optimice ya sea su resolución o el transporte de su caudal informativo;

Ser financiado y/o patrocinado (ya sea en bloque, “sala por sala” o por cada lugar temático, etc.);

Digitalizar, por ejemplo, el olor y los sonidos de la ciudad y del campo, incluso distintas zonas de una misma geografía para saber de las transformaciones sufridas;

Registrar secuencialmente imágenes de un mismo lugar a través del tiempo, como en la película Cigarros (si no la vieron, no se la pierdan), y ver sus transformaciones. Las webcam podrían ser hoy una buena herramienta;

Atravesar de manera dinámica distintos aspectos de la reforma educativa, haciendo partícipe a los educandos de la construcción de la historia local a través de los registros del presente;

Ocupar el tiempo de ocio a través de un juego virtual siguiendo los mecanismos básicos de la búsqueda del tesoro permitiendo así el descubrimiento de diversos aspectos que hagan a la historia local y/o regional. Cada paso dado, llevaría a encontrar nuevas pistas para acceder a otros estadios indagatorios. Al final del recorrido, una recompensa podría coronar la empresa. Por ejemplo, un diploma acreditado por la Municipalidad en donde se designe como investigador inquieto, al ciudadano que haya llegado a la meta exitosamente.

Este recurso, además, posibilitaría entre otras cosas, romper con el aislamiento de la computadora como único recurso de búsqueda de información, comprometer el testimonio oral de antiguos vecinos que aporten datos sobre la vida cotidiana de antaño para seguir jugando, relevar información de periódicos, reconocer aspectos de un objeto histórico no del todo conocidos, visitar museos reales para recabar detalles de un objeto, ponerse en contacto a través del correo-e con oriundos de la localidad investigada que vivan en el exterior para que respondan sobre cuestiones puntuales de la misma que ellos conozcan, etc.

Por otra parte, los recorridos además de presentar distintos grados de complejidad, podrían estar destinados a públicos específicos: Estudiantes de distintos niveles de la enseñanza que utilicen este recurso como apoyatura de su trabajo en el aula, trabajadores rurales que puedan apelar a sus saberes vivenciales para la resolución de determinadas intrigas, adultos mayores que recuerden lo que no fue escrito en la “historia oficial” para sortear nuevas etapas, familias que a partir del intercambio generacional participen en el juego pero que también aporten a través del mismo información para el MVC.

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Por ahora, nada más. Espero no haberlos aburrido demasiado. Les agradezco el haber compartido conmigo esta experiencia y espero que en otra oportunidad pueda salir de sus pantallas convertido en un holograma y así poder conversar con ustedes “cara a cara”.

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Fuentes personales citadas

Sociólogo Jorge Molteni. Investigador del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.

Arquitecto Carlos Moreno. Investigador y consultor argentino en preservacionismo.

Historiadora Liliana Varela, Directora General del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.