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100 Resumen El turista de motivación cultural , aunque minoritario, es el que nos interesa atraer a nuestras ciudades históricas, por su mayor capacidad de gasto y su menor impacto ambiental. Como contrapartida, es- te visitante es un experimentado viajero que exige calidad. La calidad de la experiencia del turista de motivación cultural descansa sobre dos pilares: la accesibilidad y la autenticidad. Lo primero va referido a que el pa- trimonio esté suficientemente informado y señaliza- do para ser localizable; que su correcta conserva- ción nos permita acceder y disfrutar de los monumentos y que los lugares de interés estén abiertos, con un horario amplio y públicamente anunciado. También está relacionado con todos aquellos servicios de interpretación que nos permi- ten disfrutar comprendiendo lo que visitamos. El turista al que nos referimos es cada día más un experto conocedor de lugares de cultura y aprecia que detrás del patrimonio haya una actitud resuelta hacia su conservación y dinamización. Al turista cul- tural del futuro le gustará sentir que los lugares que visita son dinámicos culturalmente hablando y la au- tenticidad estribará en sentir que la ciudad esta viva y vibrante de contemporaneidad. Cada vez somos más los turistas que no disfrutamos en ciudades donde la miseria se oculta y se ofrece al turista un falso espectáculo; donde la conservación ha sido más el resultado de la poca capacidad eco- nómica de la población para transformar la realidad que de una conciencia patrimonial o, por el contra- rio, un escenario museificado preparado para el tu- rismo que ofrece la cultura como simulacro. Por ello, las ciudades que pretendan competir con garantía y a largo plazo en el mercado del turismo cultural deberán poner a punto políticas públicas tendentes a lograr una ciudad socialmente más justa y cohesionada y una vida cultural propia, original, creativa, diversa y vibrante. El turista vendrá por añadidura, atraído por su autenticidad y vitalidad. Palabras clave Turismo cultural / Patrimonio cultural / Ciudades his- tóricas / Autenticidad / Accesibilidad / Políticas pú- blicas / Políticas culturales El turista cultural y la calidad Podemos considerar turista cultural aquella persona cuyo principal motivo para visitar una ciudad es co- nocer su patrimonio histórico (trama urbana, mura- llas, calles, plazas, palacios, iglesias, museos, etc.); ob- servar y participar de las costumbres, idiosincrasias y modos de vida de la población residente (mezclarse en la calle, parques, restaurantes,.. con las población, comprar en sus tiendas, beber en sus bares, ...); asis- tir a manifestaciones de cultura tradicional (partici- Ciudad, cultura y turismo: calidad y autenticidad Carlos Romero Moragas Departamento de Formación Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico DOSSIER: Turismo en Ciuddes Históricas

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El turista de motivación cultural, aunque minoritario, es el que nos interesa atraer a nuestras ciudades históricas, por su mayor capacidad de gasto y su menor impacto ambiental. Como contrapartida, es- te visitante es un experimentado viajero que exige calidad.La calidad de la experiencia del turista de motivación cultural descansa sobre dos pilares: la accesibilidad y la autenticidad. Lo primero va referido a que el pa- trimonio esté suficientemente informado y señaliza- do para ser localizable; que su correcta conserva- ción nos permita acceder y disfrutar de los monumentos y que los lugares de interés estén abiertos, con un horario amplio y públicamente anunciado. También está relacionado con todos aquellos servicios de interpretación que nos permi- ten disfrutar comprendiendo lo que visitamos.

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Page 1: Ciudad, cultura y turismo: calidad y autenticidad

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Resumen

El turista de motivación cultural, aunque minoritario,es el que nos interesa atraer a nuestras ciudadeshistór icas, por su mayor capacidad de gasto y sumenor impacto ambiental. Como contrapar tida, es-te visitante es un experimentado viajero que exigecalidad.

La calidad de la experiencia del turista de motivacióncultural descansa sobre dos pilares: la accesibilidad yla autenticidad. Lo primero va referido a que el pa-trimonio esté suficientemente informado y señaliza-do para ser localizable; que su correcta conserva-c ión nos permita acceder y dis fr utar de losmonumentos y que los lugares de interés esténabier tos, con un horar io amplio y públicamenteanunciado. También está relacionado con todosaquellos servicios de interpretación que nos permi-ten disfrutar comprendiendo lo que visitamos.

El turista al que nos referimos es cada día más unexper to conocedor de lugares de cultura y aprecia

que detrás del patrimonio haya una actitud resueltahacia su conservación y dinamización. Al turista cul-tural del futuro le gustará sentir que los lugares quevisita son dinámicos culturalmente hablando y la au-tenticidad estribará en sentir que la ciudad esta vivay vibrante de contemporaneidad.

Cada vez somos más los turistas que no disfrutamosen ciudades donde la miseria se oculta y se ofrece alturista un falso espectáculo; donde la conservaciónha sido más el resultado de la poca capacidad eco-nómica de la población para transformar la realidadque de una conciencia patrimonial o, por el contra-rio, un escenario museificado preparado para el tu-rismo que ofrece la cultura como simulacro.

Por ello, las ciudades que pretendan competir congarantía y a largo plazo en el mercado del turismocultural deberán poner a punto políticas públicastendentes a lograr una ciudad socialmente más justay cohesionada y una vida cultural propia, original,creativa, diversa y vibrante. El tur ista vendrá porañadidura, atraído por su autenticidad y vitalidad.

Palabras clave

Turismo cultural / Patrimonio cultural / Ciudades his-tóricas / Autenticidad / Accesibilidad / Políticas pú-blicas / Políticas culturales

El turista cultural y la calidad

Podemos considerar turista cultural aquella personacuyo principal motivo para visitar una ciudad es co-nocer su patrimonio histórico (trama urbana, mura-llas, calles, plazas, palacios, iglesias, museos, etc.); ob-servar y participar de las costumbres, idiosincrasias ymodos de vida de la población residente (mezclarseen la calle, parques, restaurantes,.. con las población,comprar en sus tiendas, beber en sus bares, ...); asis-tir a manifestaciones de cultura tradicional (par tici-

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Carlos Romero Moragas

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par de la fiestas, gastronomía y folklore en general);presenciar representaciones culturales contemporá-neas (concier tos, exposiciones de ar te y otros es-pectáculos).

El turismo cultural es una actividad de ocio cada vezmás generalizada que ofrece, como valor añadidosobre otro tipo de turismo, experiencias relaciona-das con el saber y el aprendizaje. Esta forma de tu-r ismo activo se ha incrementado en los últ imostiempos y está influyendo en el descenso del tradi-cional mes de veraneo en la playa y a favor de perí-odos más cortos de vacaciones, distribuidos durantetodo el año (Navidad, Semana Santa, etc.), en diver-sos destinos, nacionales e internacionales. A él hayque añadir el turismo de "puentes" fin de semana yel excursionismo, con un componente muy elevadode turismo cultural.

Dentro de la categoría de turista cultural podemosclasificar a los visitantes de las ciudades en tres tiposo segmentos, según sus diferentes actitudes o com-portamientos:

• Turista de inspiración cultural, que elige destinos fa-mosos por su patrimonio cultural (Toledo, Vene-cia, ...) para visitarlo una vez en la vida y con pocasintenciones de repetir. Suele viajar en grupos or-ganizados con visitas en ruta a varias ciudades, sinuna estancia prolongada en ninguna de ellas. Es elsegmento de visitantes más abundante en las ciu-dades históricas y lo más parecido a turismo demasas por su forma de comercialización, compor-tamiento y consumo.

• Turista atraído por la cultura. Pasa sus vacaciones enun destino no cultural, como la playa o la monta-ña, pero no le importa, de forma ocasional, visitarlugares históricos y aprovechar las oportunidadesculturales disponibles (ciudades, fiestas locales,museos, sitios arqueológicos, etc.). Es una formade turismo creciente y en España tiene un ejem-plo claro en los veraneantes extranjeros de laCosta de Sol que un día visitan la Alhambra.

• Turista de motivación cultural. Elige los lugares quevisita en función de la ofer ta cultural que ofrecen.Está altamente motivado por aprender y preparasu viaje con antelación, informándose de lo quequiere ver. Pasa varios días en la ciudad o regiónelegida y realiza desplazamientos de cor ta dura-ción por el entorno inmediato. (Jansen-Verbeke,M. 1997).

El turista de motivación cultural, nacional o extranjero,suele ser residente en una metrópolis o gran ciudad,de mediana edad, de considerable nivel educativo,medio o alto nivel adquisitivo y que viaja con asidui-dad. En los países occidentales cada vez son más laspersonas adultas con tiempo libre, buena salud, quedisfrutan viajando y perciben la visita a ciudades cul-turales como una experiencia de ocio por la que es-tán dispuestos a pagar.

Este último tipo de visitantes, solo, con amigos o enfamilia, es al que nos vamos a referir en este ar tícu-lo. Aunque representan una minoría del mercadoturístico, nos parece el perfil más interesante paranuestras ciudades. Toda "ciudad inteligente" con pre-tensiones de promocionarse en el mercado del tu-rismo cultural debe intentar atraer, retener el mayortiempo posible y satisfacer las expectativas de estetipo de turistas con calidad, para que piense en vol-ver y se lo cuente a familiares y amigos.

Un municipio que quiera desarrollar una política se-r ia y coherente en el terreno de tur ismo culturanunca deberá facilitar o promover que se desarrolleen su ciudad una actividad relacionada con el turismode masas: excursiones programadas con autobusesrepletos de personas de dudoso interés en la cultura.Estos visitantes invaden la vía pública, alteran la vidanormal de la ciudad y sus ciudadanos, contribuyen adegradar el paisaje urbano y los beneficios que apor-tan se lo reparten algunos operadores turísticos, guí-as, tiendas de recuerdos concertadas y pocos más.

Las ciudades responsables con importante patrimo-nio cultural deberían plantear cómo librarse de éste

La autenticidad es también resultado de la vitalidad del

patrimonio. Las ciudades deben estar vivas, habitadas, no

convertidas en museos. El turista huye cada día más de los

entornos esterilizados, estáticos y museificados en que se están

convirtiendo muchos centros históricos

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turismo de masas, de escaso valor añadido, que oca-siona más inconvenientes que ganancias y que sólobeneficia a una minoría en detrimento de la comuni-dad. Para esta modalidad de turismo están diseña-dos los parques temáticos y otros destinos similaresque utilizan códigos culturales simplificados paraofrecerlos como simulacros y que suelen dar mejo-res resultados en la satisfacción del turismo de ma-sas que el patrimonio cultural real.

El turista de motivación cultural, el que nos interesaatraer a nuestra localidad, suele ser un experimenta-do viajero que está dispuesto a pagar más por dis-frutar de aquello que le gusta, pero que, como con-trapar tida, demanda calidad. Y ¿qué entendemospor calidad aplicada al turismo cultural?

Cuando el sector turístico habla de cal idad casisiempre la asocia al servicio que prestan las agenciasde viaje, hoteles o restaurantes. En este terreno seha avanzado mucho y cada vez son mas las empre-sas que adoptan normas de calidad internacional-

mente homologadas. Sin querer restar importancia atodo aquello que tiene que ver con la calidad delequipamiento y los servicios turísticos, considera-mos que en turismo cultural esto no es suficiente.Al igual que el veraneante en la costa, además deunos servicios hoteleros de calidad, exige que la pla-ya esté limpia y no contaminada y que haga sol -deno ser así su experiencia es incompleta o poco satis-factoria- el turista de motivación cultural que hemosdefinido anteriormente, demanda otras exigencias.Entendemos que la calidad de la experiencia del tu-rista de motivación cultural descansa principalmentesobre dos pilares: la accesibilidad y la autenticidad,que a continuación pasamos a desarrollar como ejesfundamentales de nuestro discurso.

Accesibilidad

Utilizaremos el concepto de accesibilidad desde unaconsideración más amplia que en su uso habitual.Diferenciamos entre la accesibilidad física y la accesi-bilidad intelectual. La primera va referida a que el pa-trimonio y los recursos culturales estén suficiente-mente publ ic i tados en guías , planos o fol letos ;señalizados para ser fácilmente localizables; abier tosal visitante con un horar io amplio, públicamenteanunciado; y que su correcta conservación nos per-mita acceder y disfrutar sin riesgo físico.

Cuántas veces hemos visitado ciudades en las queno hemos podido ver monumentos porque no esta-ban anunciados ni señalizados. Cuando los hemospor fin localizado están cerrados o con un horariode aper tura muy restringido. Otras veces su estadode conservación es lamentable, no apto a la visitapública, con peligro de nuestra integridad física y dela del edificio. Por tanto, la primera norma de cali-dad en turismo cultural debería ir referida a que elpatrimonio para su uso tiene que estar conservado,señalizado y abierto.

En segundo lugar, para entender a qué nos referi-mos con accesibilidad intelectual debemos plantear-nos una pregunta previa: ¿Qué busca o qué placerpiensa obtener una persona cuando ha elegido li-bremente y en su tiempo de ocio visitar una ciudadpor su atractivo patrimonial o cultural?

En el caso concreto del patrimonio histórico, la sa-tisfacción primaria que la mayoría de los turistas es-peran obtener de su visita a un lugar patrimonial esel disfrute que genera la comprensión de lo que veno experimentan y el valor positivo que le dan al he-cho de aprender algo. Sentir que sabemos más, quesomos un poco más sabios porque conocemos máscosas y las podemos ver en directo. (Prentice, R.1993)

Para facilitar lo que hemos denominado accesibilidadintelectual, se utilizan herramientas de comunicaciónespecíficamente destinadas a los visitantes, como es,por ejemplo, la denominada interpretación del patri-

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monio. Este término, procedente de Norteamérica,lo introdujeron en Europa los ingleses para describirel proceso de comunicación que tiene lugar entre elpúblico visitante y un lugar patrimonial específico.(Morales Miranda, J. 1998)

La interpretación se define como la habilidad de ex-plicar el significado y trascendencia de un lugar patri-monial a la gente que lo visita. Su función es comu-nicar, hacer compresible el significado de los lugarespatrimoniales a visitantes y turistas. La interpretacióndel patr imonio nació hace unos cuarenta y cincoaños en el contexto de los parques naturales norte-americanos y en la última década es ampliamenteutilizada en Europa asociada al patrimonio cultural.En países como Francia, Italia o España, la interpreta-ción se ha impuesto a la museología tradicional entodo lo referente a la comunicación del patrimoniocon sus usuarios, por su visión más adaptadas a lasrealidades del consumo cultural actual. (RomeroMoragas, C. 1998)

Lo que diferencia la interpretación de otras formasde comunicación y educación se puede resumir en:

• va dirigida a un público en momentos de ocio yrecreación, no como un acto académico que exijaun duro esfuerzo;

• el objetivo es ayudar al público a que disfrutecomprendiendo lo que visita, directamente sobreel lugar ;

• la interpretación siempre asocia a su discurso unmensaje sobre la importancia que tiene la conser-vación del patrimonio y ayuda comprender el pro-ceso necesario para llegar a ella. (Padró Werner,J. 1996)

Es indudable que en turismo cultural se ha avanzadobastante en el terreno relativo a la accesibilidad delpatrimonio, aunque en muchos lugares o destinosculturales es todavía una asignatura pendiente.

Autenticidad

Pero quizá lo que cada día es más complejo ofer tares autenticidad. Es aquí donde radica el reto de lasciudades que quieran en el futuro competir en elmercado del turismo cultural urbano.

La autenticidad es un tema habitual en los forosprofesionales del patrimonio cultural. Este conceptotradicionalmente se ha refer ido al alto grado deconservación de los objetos materiales que han per-vivido del pasado: obras de ar te, edificios singulares,conjuntos urbano o paisajes no transformados porla industr ialización. También ha sido y todavía esmuy valorado, y motivo de atracción turística, aque-llo relacionado con los usos y costumbre de los ha-bitantes: modos de vida, fiestas, ar tesanías y culturaen general. Que todos estos elementos se conser-

ven lo más inalterado posible siempre ha sido degran valor para la industria turística 1.

En los últimos tiempos un nuevo concepto de au-tenticidad está naciendo, no exclusivamente unido alpatrimonio construido, a su materialidad o a la con-servación de modos de vida y costumbres ancestra-les, sino a la capacidad que cada comunidad debetener de escoger libremente vivir en el presente sinrenunciar a su propia cultura, conservando su patri-monio y adaptando sus valores a nuevas necesida-des y situaciones, de acuerdo a los Derechos Huma-nos. Estos últimos son universales y tienen prioridadsobre las tradiciones políticas, sociales y culturales.Ninguna cultura puede justificarse hoy día en contralos principios de democracia, liber tad de expresióne igualdad de oportunidades.

Frente a esto, una supuesta autenticidad se ofrecehabitualmente al turismo, criticable en sus dos prin-cipales manifestaciones; bien por estar basada en lapobreza y la desigualdad; o bien por estar basada enel simulacro.

Supuesta autenticidad basada en la pobreza y la de-sigualdad

La autenticidad basada en la pobreza es propia depaíses o zonas terr itoriales subdesarrolladas queofrecen al turista un lugar supuestamente "detenidoen el tiempo" que conserva inalterado sus construc-ciones y sus costumbres, para ser disfrutadas por elvisitante. Si entendemos por ciudades las aglomera-ciones con cier to número de habitantes y medios

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de comunicación básicos (carreteras, televisión, telé-fonos, ...), quedan pocas o ninguna "fuera del tiem-po". Tras esa supuesta autenticidad suele esconderseatraso e injusticia social que condena a vivir a la ma-yoría de los ciudadanos en condiciones inaceptablepara cualquier habitante de un país desarrollado.

Uno de los efectos añadidos de la globalización omundialización es lo que podemos denominar "lapérdida de la inocencia". En otros tiempos el turistacultural, normalmente un nor teamericano o centroeuropeo residente en una gran ciudad, era una per-sona privilegiada que podía visitar el patrimonio quehabían creado las diversas culturas, desaparecidas ono, a lo largo el mundo y asombrarse de la grande-za, belleza y originalidad de los distintos lugares. Lamiseria la achacaba a regímenes políticos injustos ytiranos, costumbres arcaicas y atrasadas o ni siquierase lo planteaba sus motivos.

En la actualidad somos cada vez más conscientes deque como habitantes de denominado primer mundoestamos en buena par te en el origen de numerosascatástrofes y miserias humanas en todo el planeta;que nuestras posibilidades económicas de viajar es-tán vedadas a la inmensa mayoría de los seres huma-nos; que con nuestra presencia contribuimos a ladestrucción de la originalidad cultural que por un la-do vemos y admiramos; que lo que es atractivo yexótico para nosotros puede ser no más que atrasoy miseria para sus poseedores.

Esta pérdida de la inocencia es tanto por parte de losvisitantes como de los visitados. Países con gravesproblemas económicos y sociales ven en el turismointernacional una manera de equilibrar su balanza depago. Aunque esto siempre ha sido así con el deno-minado turismo de sol y playa, el impacto social so-bre las poblaciones residentes es mucho menor al es-tar concentrado en lugares costeros, de nueva planta,expresamente creados para la actividad turística.

Pero el turismo cultural se desarrolla en la ciudad, ensus calles y espacios públicos, donde viven, trabajan yse divier ten los residentes. El impacto social es mu-

cho mayor cuando se observa el alto poder econó-mico de los turistas. Para que la actividad turística sedesarrolle sin incidentes se intenta acotar y presentarla par te más simbólica y monumental de la ciudad.Una frontera invisible marca claramente lo que espara los turistas y lo que es para los locales. El visi-tante que se salte estas delimitaciones insinuadas porlas agencias de viaje, hoteles, planos turísticos, o elsentido común, se expone a toda clase de peligros osituaciones desagradables. El que no se arriesga a sa-lir de esos espacios acotados, si es inteligente, sabeque lo que ve y vive del lugar que visita es una repre-sentación preparada expresamente para él. Fuera deallí todo es distinto y puede ser peligroso.

En casi todas partes del mundo ya saben lo qué es unturista, su capacidad adquisitiva, las ventajas económi-cas inmediatas que significa tratarlos. El viajero cadavez se siente más intranquilo y acosado. Por una par-te sabe que lo que visita no es exactamente real, quecon su dinero a lo mejor fomenta la tiranía y que sisale de lo organizado para el turista se expone a peli-gros. El residente ve en el turista una forma de obte-ner beneficios fáciles e impensables de otro modo.

El viajero contemporáneo es cada vez más sensiblea que la autenticidad de la que disfruta, por su con-dición privilegiada de habitante del mundo desarro-llado que paga en dólares, sea a costa del atraso y lainjusticia social. Contra esto se argumenta que si nofuera por el turismo la vida en estas ciudades seríamucho peor. Pero ello no quita al turista inteligentecier ta sensación de culpabilidad que le impide dis-frutar plenamente de su visita. Cada vez somos máslos turistas que no disfrutamos en ciudades donde lamiseria se oculta y se ofrece al turista un falso es-pectáculo; donde la conservación es producto de lapoca capacidad económica de la población paratransformar sus condiciones de vida: un productodel atraso económico y la injusticia social.

Supuesta autenticidad basada en el simulacro

En los países desarrollados hay cier to consenso so-bre el interés de la conservación física del patrimo-nio y es una necesidad plenamente asumida pornuestros gobernantes, técnicos urbanistas y por losciudadanos. El debate se centra más en el cuánto yen el cómo.

En cuatro podemos agrupar los principales peligrosque amenazan la autenticidad de la ciudad históricay que por tanto repercuten en la calidad del turismocultural: degradación, terciarización, gentrificación ybanalización.

Entendemos por degradación el abandono físico desectores o barrios de la ciudad por envejecimientode la población, deterioro de la edificación, infravi-vienda, deficiente infraestructura urbana, ausencia deservicios y marginalidad. Esto puede llegar a desem-bocar en la destrucción física de los edificio, del es-pacio urbano y la degradación social.

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Terciarización es el proceso por el cual los centrosurbanos que fueron residenciales o multifuncionalesen otro tiempo, por su centralidad, acaban destina-dos para uso exclusivo del sector servicios: comer-cios, restaurantes, edificios públicos y oficinas. El há-bitat p ierde impor tancia y fuera del horar iocomercial estos lugares céntricos de las ciudadesquedan desiertos.

La gentrificación o aburguesamiento es la sustituciónde la población residente tradicional, de composi-ción social diversa, por otra con un perfil más uni-forme y alto poder adquisitivo. A partir de la rehabi-l i tac ión hay un proceso de tr ansformación ysustitución del tejido social dentro del centro histó-rico. El coste económico de los edificios rehabilita-dos es por lo general más elevado que los de nuevaplanta, por lo que los precios de venta o de alquileraumentan cada vez más a medida que la rehabilita-ción progresa y da una fisonomía más atractiva alcentro. La población tradicional residente, sobre to-do las familias de bajos ingresos, son progresivamen-te empujadas hacia las perifer ias en beneficio deaquellos capaces de asumir alquileres y precios másaltos, con el consiguiente empobrecimiento de la di-versidad social que siempre ha caracter izado loscentros urbanos de nuestras ciudades.

La banalización es sobre todo resultado del turismo,al concentrar y especializar sectores de la ciudad enesta actividad. Es una forma de terciar ización degran impacto paisajístico, que favorece nuevas arqui-tecturas historicistas, falsos decorados, tiendas derecuerdos de baja calidad, restaurantes con publici-dad agresiva, masificación turística, etc. Pero sobretodo influye en que eleva los precios de la viviendaen el sector y expulsa actividades comerciales nor-males y equipamientos básicos para los residentes:tiendas de comestibles, colegios, etc.

Degradación, terciarización, gentrificación y banaliza-ción, juntos o por separado, juegan en contra de laautenticidad. Estos cuatro fenómenos son conse-cuencia del abandono de la ciudad a su suer te o aintereses privados. En la última década han primadovisiones productivistas o simplemente especulativasque han afectado muy negativamente a la autentici-dad de la ciudad.

En algunas ciudades las actuaciones públicas para larecuperación de los centros históricos se han centra-do en sus aspectos puramente físicos y ha consistidoen la mejora de las infraestructura de saneamiento,restauración de monumentos, peatonalización ypuesta en valor para la visita turística de cier tas zo-nas con un aspecto histórico patrimonial. La rehabili-tación del caserío, salvo ayudas puntuales, se ha deja-do completamente a la in ic iat iva pr ivada y almercado inmobiliario, con ausencia de programas devivienda social, lo que ha dado como resultado cen-tros históricos llenos de estudios, apar tamentos dealquiler o casas unifamiliares de elevados precios. Esdifícil encontrar una vivienda normal de tres dormi-torios a un precio razonable para una familia media.

Esto trae como consecuencia centros históricos vací-os o escasamente habitados por una población en al-quiler y de paso.

A este fenómeno también han contribuido algunaspolíticas públicas conocidas como de "marketing ur-bano", de inspiración mercantilista neoliberal. En ladécada de los ochenta y sobre todo en los noventa,los municipios europeos se ven obligados a ofrecerrespuesta a sus ciudadanos de las consecuencias ne-gativas que sobre sus ciudades trae la globalización(deslocalización de capitales, desindustrialización, pa-ro y crisis fiscal) promoviendo estrategias de desa-rrollo local. Se abordan iniciativas de dinamizacióneconómica a par tir de recursos propios. Las ciuda-des compiten entre ellas para atraer y fijar el capitalcada vez más mudable, llevando a cabo políticas ac-tivas de creación de empleo y desarrollo local.

Las ciudades compiten por llamar la atención en elterreno nacional e internacional. Hay que hacersenotar, "poner la ciudad en el mapa". La puesta en va-lor y promoción turística de la cultura y del patrimo-nio cultural será una de las áreas fundamentales deactividad. Se trata de remodelar el paisaje urbanopara transformar la imagen de la ciudad de cara alexterior y hacia la población residente. Para ello seeligen sectores simbólicos de la ciudad y se lleva acabo su transformación mediante nueva arquitecturao rehabilitaciones de calidad y cuidado diseño. Tam-bién se fomenta en su entorno una atmósfera lúdicay de ocio, con restaurantes y bares, salas culturaleso centros comerciales.

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Las ventajas que para las ciudades han tenido estasintervenciones de "marketing urbano" han sido, porejemplo, mayores inversiones en la recuperación físi-ca de los cascos históricos degradados; la creaciónde nuevos equipamientos de ocio y cultura; el dise-ño de entornos agradables y de calidad; o el fortale-cimiento del orgullo local y aprecio de los ciudada-nos hacia su ciudad.

Por el contrario, los inconvenientes de fomentar unaciudad demasiado volcada al visitante y a su imagenexterior, han venido derivados de focalizar las inver-siones en puntos simbólicos (frentes de agua, plazasmayores, grandes equipamientos culturales, etc.) oen megaeventos. El "marketing urbano" desvía laatención sobre problemas estructurales que existenen la ciudad y concentra las inversiones en los cen-tros urbanos y actuaciones emblemáticas, en detri-mento de las periferias donde viven la mayoría delos ciudadanos. El esfuerzo presupuestario realizadoen estas actuaciones y en la organización de grandeseventos –a favor de la exaltación del espectáculo yde lo efímero– van normalmente en detrimento delas políticas sociales y de cohesión.

Los nuevos espacios recuperados para la ciudadsuelen ser demasiado parecidos unos a otros, "des-provistos de alma", museificados. Se peca de repeti-ción y homogeneización, con entornos cultos, lim-

pios, seguros, de ocio,.. rodeados de barrios infrado-tados o deprimidos. También ha supuesto la subidageneral de los precios de las vivienda y la gentrifica-ción de los barrios en los centros urbanos. (Gonzá-lez Cevallos, S. 2000)

Políticas públicas y modelo de ciudad

Los turistas de motivación cultural vienen a las ciuda-des históricas por su patrimonio y su cultura. Pero laindustria turística no invier te en la protección, con-servación y puesta en valor del patrimonio cultural.Ellos sólo se ocupan de la infraestructura turística(hoteles, restaurantes, agencias, etc.), a lo más enmarketing promocional. ¿Quién se encarga entoncesde sensibilizar a la población en la protección delpaisaje urbano y la conservación del patrimonio edi-ficado,? ¿Quién se ocupa de educar a los habitantespara que conozcan su patrimonio cultural y puedancompartirlo con los visitantes? La complejidad de laconservación de una ciudad histórica no se puedebasar únicamente en una labor "restauradora de lapiedra". Los ciudadanos tienen que querer su ciudady para ello deben conocer su historia y valorar suspeculiaridades, su estilo de vida.

Una ciudad es siempre una realidad más complejaque un espacio para el turismo. Una ciudad es unacomunidad de intereses, con tensiones y contradic-ciones entre sus ciudadanos. Por ello se diferenciade un parque temático, exclusivamente diseñado pa-ra la satisfacción de sus visitantes/clientes. El turistade motivación cultural viene a ver ciudades originalesque han conservado su personalidad y de algún mo-do par ticipar de su contemporaneidad, no a par-ques temáticos o escenificaciones que ofrezcan lacultura como simulacro.

La autenticidad es también resultado de la vitalidaddel patrimonio. Las ciudades deben estar vivas, habi-tadas, no convertidas en museos. El turista huye ca-da día más de los entornos esterilizados, estáticos ymuseificados en que se están convir tiendo muchoscentros históricos. Hay que reforzar la autenticidadde las ciudades, sobre todo mediante la consolida-ción del hábitat y la reinserción de las funciones pro-pias de las zonas urbanas. Sólo teniendo en cuenta alos usuarios locales se puede conseguir eso. Los tu-ristas vendrán después, atraídos por la vitalidad y laveracidad del lugar. La restauración de los edificios ydel paisaje debe estar subordinada al objetivo pri-mordial de rehabilitar la vida urbana. (Viau S. 1992)

¿Es compatible la rehabilitación de inmuebles con larehabilitación de la vida social y cultural?, o por elcontrario ¿un barrio rehabilitado es un barrio musei-ficado? ¿Es posible este tipo de rehabilitación de losedificios y de la vida social dejándolo únicamente enmanos del libre mercado inmobiliario? o ¿es necesa-ria la intervención de la Administración para garanti-zar la permanencia de los vecinos y evitar su esterili-zación y museificación?

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La autenticidad de las ciudades debe sustentarse so-bre dos premisas:

• un modelo social de ciudad;

• una vida cultural propia, actual, diversa y vibrante.

Para ambas son necesarias políticas públicas com-prometidas con el futuro de la ciudad que favorez-can una sociedad mas igualitaria; políticas públicasque luchen contra la pobreza y la exclusión social;políticas urbanas que refuercen la conservación delpatrimonio y la cohesión social; y políticas culturalesactivas contra la banalización y el simulacro.

La intervención desde los ayuntamientos es funda-mental para definir modelos económicos, sociales yterritoriales para las ciudades, lo que implica dotarsus actuaciones de fuer te componente político eideológico. Los proyectos políticos y la acción socialson esenciales para mejorar la sociedad.

El sector público debería jugar un papel preeminente,plenamente comprometido en la transformación delas condiciones que generan necesidad y desprotec-ción. Los municipios tienen capacidad para actuar enla transformación social y favorecer la redistribuciónde la r iqueza y la solidar idad, contr ibuyendo a laconstrucción social de un espacio urbano que evite lasegregación. La mejor inversión que puede hacer unmunicipio en turismo cultural es fomentar una ciudadsocialmente cohesionada, interviniendo, mediante po-líticas públicas, contra la pobreza y exclusión social,reduciendo las desigualdades en todos los terrenos eimpulsando mejoras en la calidad de vida, el bienestardel conjunto de la población y la convivencia ciudada-na. (Brugué, Q. y Goma, R. 1998)

Los poderes locales también pueden ejercer unfuer te impacto en el urbanismo y la creación de es-pacio público, condición indispensable para garanti-zar la cohesión social, configurando una realidad ur-bana donde lo colectivo gane terreno frente a laprivacidad. Dejar exclusivamente al mercado la re-habilitación del casco histórico conduce sólo a vi-viendas de lujo o apar tamentos y estudios de alqui-ler para poblac ión de paso, pero no se podráconsolidar un hábitat normal, para familias de diver-so poder adquisitivo. Los mecanismos reguladoresestán en manos de la Administración, a través de re-glamentaciones y mecanismos financieros que ayu-den a la construcción de vivienda social. El reto esconseguir que los cascos históricos sean espaciosgeneradores de cultura a partir de los nuevos ingre-dientes humanos. Si no es así estarán condenados aser un mero escenario para el comercio, el turismoy las representaciones de la cultura tradicional ofre-cidas como espectáculo.

Junto a una política social es necesario llevar a caboactuaciones urbanas:

• reequilibrar mediante inversiones equitativas losdistintos sectores de la ciudad;

• regenerar los tejidos urbanos multidegradados;

• construir con calidad el espacio público, tanto ensu urbanismo como en cualquier tipo de equipa-mientos y servicios complementarios;

• recuperar espacios emblemáticos, simbólicos eidentitarios, sobre todo de los centros históricos,primando el uso público y la sociabilidad;

• consolidar el hábitat en las zonas históricas y sucarácter urbano multifuncional

• contrarrestar los procesos de terciarización, de-ser tización o gentrificación de los cascos históri-cos. (Troitiño Vinuesa, M.A. 1999)

El modelo promocional, comunitario y estratégicode bienestar local requiere una gestión que superela segmentación y el centralismo tecnoburocrático ylos sustituya por un modelo de producción de servi-cios integrado, descentralizado, participativo y plura-lista. Los Ayuntamientos han de asumir roles relacio-nales que facil iten la coordinación y el l iderazgoestratégico de todas aquellas energías sociales y co-munitarias que puedan ser puestas al servicio de laresolución de necesidades.

La posibilidad de que las instancias locales realicenaportaciones estratégicas al desarrollo y al bienestarde sus ciudades debe entenderse en el contexto delestilo relacional de gobierno. Un estilo que implicagobernar a través de redes de actores interdepen-dientes y no de jerarquías decisionales legalmenteestablecidas. Los gobiernos municipales deben pasara desarrollar un papel dinamizador creando relacio-nes y redes horizontales de par ticipación de distin-tas administraciones (público), organizaciones ciuda-danas (asociativo), empresas (pr ivado), creandoesquemas de integración descentralizados, participa-tivos, pluralistas, integrales, estratégicos medianteplataformas, par tenariados, consorcios, convenios,etc., Es decir, se trataría de:

• transferir poder a la comunidad;

• suavizar el peso de la burocracia;

• tender a estructuras flexibles de gestión pluralista.(Brugué, Q. y Goma, R. 1998)

Turismo y política cultural

El turista de motivación cultural cada día es más ex-perto conocedor de lugares de cultura y aprecia unaserie de cosas, entre ellas, que detrás del patrimoniocultural haya una actitud resuelta hacia su conserva-ción y dinamización. Demanda ciudades actuales yreales, con una vida cultural propia, donde al turistase le pueda ofrecer la autenticidad producto de undesarrollo peculiar y no escenarios "demasiado pe-trificados" y "limpios", o "demasiado auténticos", pro-

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ducto de un atraso económico secular. Al visitantele gusta sentir que la ciudad es dinámica cultural-mente hablando y no un cascarón vacío. Le gustaque los ar tesanos y ar tistas recrean nuevas formas apartir de la tradición, que haya equipamientos cultu-rales que funcionen y una vida cultural intensa y di-versa. La autenticidad estriba en sentir que la ciudadesta viva y vibrante de contemporaneidad.

El patrimonio cultural y el modo de vida local singula-riza una ciudad o región, contrarrestando el fenóme-no homogeneizador de la cultura globalizada a travésde los medios de comunicación de masas. Pero si elpasado y la tradición no es capaz de innovarse, quedaanquilosada. Desde la singularidad de lo local debe-mos ser capaces de operar en un entorno global: hayque integrar tradición (pasado, patrimonio material einmaterial) con modernidad e innovación. Local/glo-bal, tradición/innovación; espacio y tiempo. El crucede estos vectores marca el ámbito conceptual sobreel que construir estrategias de desarrollo 2.

La mejor inversión que una ciudad puede hacer enturismo cultural es reforzar su autenticidad, propi-ciando un modo vida urbana propio, original y diver-sa. Los turistas vendrán después, atraídos por su ve-racidad y vitalidad.

La ciudad y la vida urbana es el pr incipal espaciocreador de cultura. La cultura a su vez es un ele-mento estratégico para la ciudad, un recurso funda-mental para el desarrollo local. El sector cultural tie-ne potencialidad para genera empleo directo y esfundamental para sectores cercanos como el turis-mo. Atrae la inversión al generar valor añadido alentorno donde se desarrolla y dinamiza la innova-ción de cualquier sector económico. Tiene capaci-dad para integrar y cohesionar a los ciudadanos, fa-cilitando el acceso al conocimiento y mejorarando laigualdad de oportunidades.

Todo municipio tiene que afianzar y desarrollar suidentidad y poseer un proyecto de futuro donde lacultura sea parte fundamental. Para ello, independien-

temente de su tamaño y localización, debe contarcon unos equipamientos y servicios básicos mínimosy adoptar una política cultural propia enmarcada enuna política municipal que tenga en cuenta sus parti-cularidades históricas y territoriales, los agentes exis-tentes, las propuestas asociativas y privada. Tambiéndebe contar con recursos económicos y humanos yestablecer estrategias culturales globales vinculadas asus programas de planificación y desarrollo. Un sectorcultural fuer te , operativo, adaptado al contexto,abierto a la creación y a los avances tecnológicos, ca-paz de llegar al conjunto de los ciudadanos 3.

Por tanto:

• Todo municipio, independientemente de su tama-ño, localización o riqueza, debe poseer los mediossuficientes para poder plantear y ejecutar una polí-tica cultural, sólo o en cooperación con otras enti-dades, acorde con sus necesidades, sus posibilida-des y sus aspiraciones.

• Cada ciudad necesita una política cultural única,no dispersa, enmarcada en una política municipalque tenga en cuenta la realidad terr itor ial , losagentes existentes, las propuestas asociativas y pri-vadas, el desarrollo progresivo de las iniciativas ypropuestas para captar nuevos públicos, nuevoscreadores, nuevas producciones.

Las políticas culturales deben ser plurales, par ticipa-tivas, integradoras y enriquecedoras. Tradicional-mente han sido cuatro las orientaciones claves quehan guiado la intervención pública en cultural:

• reforzar la identidad de los ciudadanos con su co-munidad, con su pasado y con su patrimonio;

• posibilitar la diversidad de las manifestaciones cul-turales (culta, popular, étnicas, etc.);

• fomentar la creatividad y la producción de nuevasobras que serán el patrimonio del futuro;

• animar a la par ticipación y posibilitar el acceso detodos los ciudadanos a la vida cultural de la formamás activa posible. (VV.aa, 1999)

La misión de la administración es facilitar que surja la"vida cultural", democratizarla, no ser competidor deotras iniciativas públicas o privadas y corregir los de-fectos de forma subsidiar ia, sin olvidar en ningúnmomento que los verdaderos protagonistas de lacultura son los ciudadanos como creadores, organi-zadores de eventos, conservadores y transmisoresde su pasado, productores y comercializadores.

Toda ciudad debe contar con un área de cultura queaúne investigación y conocimiento, conservación,puesta en valor, dinamización y fomento de la crea-ción, así como una política de turismo cultural basa-da en la puesta en valor de esos recursos. Los sec-tores posibles de actuación pública municipal encultura son:

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• preservación del patrimonio cultural; planificar laacción sobre el patrimonio local;

• fomento de la creación; garantizar el desarrollo delas formas de creación menos comerciales;

• posibilitar el acceso a las nuevas tecnologías onuevas formas de creación, producción y consumocultural;

• promoción de las producciones culturales locales,industriales o artesanales, facilitando su comerciali-zación.;

• cultura y turismo; hacer accesible físicamente ycomprensible la cultura a los visitantes;

• cultura y comunicación; presencia activa de lasproducciones y actuaciones locales en los mediosde comunicación;

• cultura y educación; acercar la cultura a la escuelay colaborar estrechamente con la red educativa;

• fomento de la fiesta y la cultural en vivo; facilitar lafunción social de la cultura;

• apoyo al asociacionismo y voluntariado cultural.(López Aguileta, I. 2000)

En conclusión, el turismos cultural se deben explotarlas diferencias culturales, no las similitudes. Por tan-to, hay que reforzar esas diferencias, ponerlas en va-lor y difundirlas, de forma que haya interacción en-tre el tur ista y la cultura local . Los retos de lasciudades que quieran promocionar turísticamente sucultura son:

• que el turismo sirva a las necesidades de la ciudady de los ciudadanos y no al contrario;

• que las estrategias turísticas enriquezcan el patri-monio y la cultura de la ciudad en lugar de simpli-ficarla, banalizarla o destruirla.

Las localidades con un importante patrimonio cultu-ral que quieran promocionarse turísticamente de-ben supeditar el turismo a una política cultural queasegure la autenticidad y sostenibilidad del sistema.El turista debe percibir que detrás de los lugares desu interés hay un modelo social de ciudad, una polí-tica local, en la cual el patrimonio y la cultura cum-plen una misión fundamental como elementos sim-ból icos , ident i tar ios de la comunidad y no unescenario adaptado al negocio turístico. El reto estransformar la calidad de vida de la población localen garantía de autenticidad y que revier ta en la cali-dad de la experiencia turística del visitante.

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1. Sobre el concepto de autenticidad puede consultarse la con-ferencia internacional que con este fin se celebrado en Nara,Japón, del 1 al 5 de noviembre de 1994, organizada por ICO-MOS, ICCROM y el Centro de Patrimonio Mundial de laUNESCO, de donde surge la Declaración de NARA. Una tra-ducción al castellano está en el Boletín PH del Instituto Anda-luz del Patrimonio Histórico nº 11 de junio de 1995.

2. Extraído del Plan Estratégico del Sector Cultural de Barcelona,elaborado por el Institut de Cultura de Barcelona. El Planpuede ser consultado en www.bcn.es/icub/accentcultura.

3. Argumentos contenidos en el documento denominado MapaCultural de Sabadell, finalizado en 1995, dirigido por Pere Vidalpara el Ayuntamiento de Sabadell.

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Bibliografía

Notas