cirugia ortopedi ca y traumatologia

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CIRUGIA ORTOPE DICA Y TRAUMATOLOGIA Sesi6n del 26 de enero de 1961 DIAGNóSTICO PRACTICO DE LAS LESIONES DE LOS MENISCOS DE LA RODILLA J. R. CADOT SEMXOLOCfA DE LOS llfBNISCOS DE LA RODILLA.- Uno de los problemas que se le ofrecen al estudioso cuando intenta analizar el cuadro clínico de una rodilla dolorosa, sea o no posn·aumática, es el de encontrar una adecuada valorización a los numerosos signos y síntomas que en la lite- ratura médica se describen como típicos de la lesión meniscal. Este fue también el problema con que noson·os chocamos al preparar nuestra Tesis Doctoral (1945). El estudio objetivo y sistemático de un gran número de casos nos llevó a conclusiones muy distintas de las admitidas corrientemen- te, permitiéndonos establecer cierta jerarquía entre los diferentes slntomas y signos, dimanada más que de la frecuencia en su aparición, de su signi- ficación fisiopatológica. En el orden práctico ello nos llevó a efectuar una clasificación semiológica con vis tas a valorar debidame nte la concurrencia de los distintos síntomas en un cuadro clínico determinado. El tiempo transcurrido desde entonces ha confirmado plenamente las conclusiones adoptadas. F UNDAMENTOS FISIOPATOLÓGICOS DE UNA SISTEMATIZACIÓN CLÍJ\'lCA.- Sa- bido es que los meniscos de la rodilla son dos fo1maciones fibrocartil agi- nosas y semianulares que vienen a rellenar el ángulo diedro dejado por la superficie convexa de los cóndilos y la relativamente plana de la meseta tibial. Se hal1a bien establecido que sólo la zona externa o periférica de los meniscos tiene una vitalidad activa capaz de reacción, pues está pro- vista de vasos y nervios; los tres cuartos internos de los meniscos o zona central presentan sólo vitalidad pasiva, no poseen vasos ni nervios y se nutren a expensas de la zona periférica y del liquido articular. Pues bien, todas las rupturas de menisco suelen ocurrir en esta zona central o muda que, incapaz de toda 1·eacción, permanece indiferente a la lesión sufrida. Clínicamente, ello se traduce en la imposibilidad de obtener signos directos

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CIRUGIA ORTOPEDICA Y TRAUMATOLOGIA

Sesi6n del 26 de enero de 1961

DIAGNóSTICO PRACTICO DE LAS LESIONES DE LOS MENISCOS DE LA RODILLA

J. R. CADOT

SEMXOLOCfA DE LOS llfBNISCOS DE LA RODILLA.- Uno de los problemas que se le ofrecen al estudioso cuando intenta analizar el cuadro clínico de una rodilla dolorosa, sea o no posn·aumática, es el de encontrar una adecuada valorización a los numerosos signos y síntomas que en la lite­ratura médica se describen como típicos de la lesión meniscal. Este fue también el problema con que noson·os chocamos al preparar nuestra Tesis Doctoral (1945). El estudio objetivo y sistemático de un gran número de casos nos llevó a conclusiones muy distintas de las admitidas corrientemen­te, permitiéndonos establecer cierta jerarquía entre los diferentes slntomas y signos, dimanada más que de la frecuencia en su aparición, de su signi­ficación fisiopatológica. En el orden práctico ello nos llevó a efectuar una clasificación semiológica con vistas a valorar debidamente la concurrencia de los distintos síntomas en un cuadro clínico determinado. El tiempo transcurrido desde entonces ha confirmado plenamente las conclusiones adoptadas.

F UNDAMENTOS FISIOPATOLÓGICOS DE UNA SISTEMATIZACIÓN CLÍJ\'lCA.- Sa­bido es que los meniscos de la rodilla son dos fo1maciones fibrocartilagi­nosas y semianulares que vienen a rellenar el ángulo diedro dejado por la superficie convexa de los cóndilos y la relativamente plana de la meseta tibial. Se hal1a bien establecido que sólo la zona externa o periférica de los meniscos tiene una vitalidad activa capaz de reacción, pues está pro­vista de vasos y nervios; los tres cuartos internos de los meniscos o zona central presentan sólo vitalidad pasiva, no poseen vasos ni nervios y se nutren a expensas de la zona periférica y del liquido articular. Pues bien, todas las rupturas de menisco suelen ocurrir en esta zona central o muda que, incapaz de toda 1·eacción, permanece indiferente a la lesión sufrida. Clínicamente, ello se traduce en la imposibilidad de obtener signos directos

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CABO'f. LESIONES DE LOS MENISCOS 241

de la ruptura meniscal, a no ser que las particularidades morfológicas del fragmento determinen una perturbación mecánica en la articulación, en forma de crujidos, subbloqueos o bloqueos de la misma. La rica sintoma­tología funcional que acompaña al traumatismo de menisco no procede pues ele la misma ruptura sino que responde a la perturbación vasomotora articular engencb-ada singularmente a nivel de la zona periférica al resul­tar ésta constantemente distendida por el mecanismo patogénico de la lesión meniscal (1). El conocimiento de este hecho es :ftmdamental para la correcta interpretación ele los síntomas del trauma meniscal:

A) Un primer grupo de síntomas, el más 1loriclo y constante tenchá sus raíces fisiopatológicas en esta perturbación vasomotora de la zona peri­férica y se interpretará como demostrativo de la distensión de dicha zona, lesión que junto con PruLACHS hemos convenido en llamar "esguince me­niscal". En su forma aguda, el esguince meniscal puede o no coincidir con una ruptura de menisco según que la resistencia del fibrocartílago haya sido o no superada por la violencia del traumatismo. Por contra, la · ruptura de menisco suele ser la causa más frecuente del esguince meníscal crónico (meniscitis, sin que por ello puedan excluirse oh·as posibles causas como son la insuficiencia crónica del cuadríceps, la la:-dtud <llticular, genus. valgo, pie plano, artropatía deformante, cumpos libres articulares, osteo­condrosis y conclropatia de rótula, que a través ele un mecanismo diferente, singularmente del lado interno. Por lo tanto, este primer grupo de sínto~ mas a los que por su origen llamaremos funcionales o reaccionales penni­teo suponer, pero no afirmar, la existencia de una ruptura ele menisco, aunque nos caracteriza plenamente la presencia de un esguince menisca[ o de una meníscitis crónica.

B) En oposición a éste, un segtmdo grupo ele síntomas de más rara aparición tienen una estüpe fisiopatológica netamente mecánica. En su. origen no enconb·amos ya una perturbación vasomotora que la zona cen­tral o muda del menisco es incapaz de despertar, sino que manifiestan la existencia ele 1.111 obstáculo al libre juego articular que en forma de crujido, resalte, limitación o bloqueo nos indica Ja presencia de un fragmento des­plazado. Llamamos a estos síntomas mecánicos y la imp01tancía de su demostración clínica se comprende fácilmente teniendo en cuenta su carác­ter patognomóníco de ruphu·a meniscal. Es suficiente la presencia com­probada de uno de estos síntomas de caracteristicas bien definidas y por lo tanto fácilmente diferenciables de ob:as perturbaciones mecánicas (cuer­pos libres), para sentar formalmente la indicación quirúrgica de meníscec­tomía.

A base, pues, de esta sistematización de los síntomas en dos graneles· grupos de estirpe funcional uno y mecánica otro, estudiaremos sucesiva­mente las características del h·aumatismo meniscal en la historia clínica del lesiouado, comentaremos las particulruidades de la exploración y de

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sus maniobras especiales y valoraremos los datos obtenidos para llegar al diagnóstico correcto.

HrsTORIA ANAMNÉSICA.- Un interrogatorio cuidadoso, sistemático y ordenado es fundamental ante una rodilla dolorosa. Unas veces nos dará hecho el diagnóstico al poner de manifiesto el episodio mecánico típico: el bloqueo articular. Pero incluso en los demás casos nos será de gran utilidad puntualizar la existencia de un traumatismo inicial que en las lesiones inveteradas el enfe1mo apenas recuerda. Es rara la lesión de me­nisco en cuyo origen no se encuentra un derrame articular manifiesto. Si éste se instauró rápidamente, en pocas horas, dio grandes molestias e inclu­so determinó una cierta elevación febril, pensaremos en una hemartrosis y en las lesiones intrarticulares (ligamentos cruzados, cápsula) que suelen producirlas. La ruptura de menisco raras veces da lugar a w1a bemartrosis, pues, como hemos dicho, ocurre en la zona central avascular. El derrame seroso de la ruptura meniscal se instaura lentamente, en varias horas y sólo da las molestias propias de la distensión que ejerce sobre el saco sinovial.

La evolución crónica de una ruptura de menisco se caracteriza por la sucesión típica de episodios agudos separados por intervalos libres de rela­tivo bienestar. La duración de los intervalos libres es muy variable, en relación con la morfología de la ruptura y la actividad física desplegada por el enfermo. En enfermos de vida sedentaria los hemos visto prolon­garse incluso durante décadas y es precisamente en estos casos cuando la reaparición de las molestias meniscales, siempre muy atenuadas, crea un problema a los no avisados, que, a falta de un traumatismo reciente, tienden a considerar estos lesionados como reumáticos. Sin embru·go, el relativo bienestar de los intervalos libres no está desprovisto de pequeñas limitaciones y molestias que, debidamente puestas de mani:Sesto en el inte­rrogatorio, adquieren un inusitado interés. Son éstas el pequeño dolor o molestia que e¡.:perimenta el lesionado de menisco al subir escaleras (dolor de escalera) o al levantarse ele su asiento y echar a an<;lar (claudicación de butaca). Son también aquellos fallos de rodilla en los que el enfermo cuen­ta que al ac;Ioptar cierta posición o tropezar levemente, la rodilla cede de manera repentina con peligro de venirse al suelo. Estos fallos son muy significativos cuando van acompañ.ados ele crujidos o bien de sensaciones subjetivas tales como "notar como si algo en la rodilla saliera de su sitio" o "como si ambos huesos tropezaran con un obstáculo y se desplazaran entre sí".

Los episodios agudos suelen presentarse de la manera más imprevista, a veces con una sencillez asombrosa. Un pequeño movimiento de rotación, el simple agacharse para recoger un objeto bastan a veces para desenca­denar un dolor súbito e intenso, una desagradable sensación de incon­gruencia articular y generalmente un crujido. Aparece subsidiariamente

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CA.BOT. LESIONES DE LOS MENISCOS 243

un derrame y las molestias dolorosas se prolongan varios días hasta que remiten lentamente y comienza un nuevo intervalo libre. Este accidente agudo adquiere un valor patognomónica cuando da lugar a un bloqueo articular. A consecuencia del mismo, el enfermo queda súbitamente impo­sibilitado para extender la pierna. La rodilla queda en una posición de semiflexión típica y todos los esfuerzos para llevar la extensión de la pierna más allá de los 160 grados son vanos al chocar con una resistencia elástica y dolorosa que se les opone. Las características del bloqueo meniscal son las de su estabilidad y difícil reducción, que si se logra va acompañada ele w1 cmjido muchas veces audible y sensación de resistencia elástica. En oposición, los bloqueos por cuerpos libres carecen de estas características y son inestables y muy fugaces. El enfermo inveterado llega a conseguir una metódica para la reducción de sus bloqueos que suele detallar proli­jamente.

El bloqueo articular se produce generalmente cuando una ruptura lon­gitudinal se extiende al segmento anterior del menisco. En estas circuns­tancias el fragmento central puede desplazarse hacia adentro y al verifi­carse la extensión, el cóndilo femoral queda enclavado en el ángulo ante­rior de la ruptura (fig. 1). Quiero esto decir que el bloqueo requiere para producirse unas circw1stancias muy particulares que apenas se dan en un. 35 ~ de los casos. Sin duda es el síntoma que mejor caracteriza la ruptura de menisco, pero pocas veces lo encontraremos en las historias de los

FIG. 1

Blor¡oco articular.- Se produce gcn~ralmcnte cuando una ruptura longitudinal se extiende al SCC?•tnto an1erior del menisco. El r ragmento central se desplaza entonces bacía adentro y al ver~fiearse la extensión, el eúndilo r emoral queda encbvado en el ángulo :ulterior de la

ruptura.

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244 ANALES. SECCIÓN CffiUCÍA

enfermos, casi nunca en las ele aquellos que llevan una vida sedentaria. El diagnóstico en estos casos sin bloqueo se ofrecerá más cüfícil, pero po· drá conseguirse igualmente valorando cuidadosamente todos los indicios recogidos en la historia y efectuando una meticulosa exploración.

SÍNTO~IAS FUNCIONALES DE LA LESIÓN MEJ\'ISCAL.- Una parte de estos síntomas son comunes a todas las lesiones de la rodilla, que como unidad funcional reacciona de rma manera parecida frente a distintos insultos. El derrame articular suele ser muy manifiesto a continuación del episodio agudo y luego desaparece lentamente durante los intervalos, de tal forma que en los casos inveterados suele ser difícil ponerlo de manifiesto. Es, sin embargo, ttn síntoma constante y puede demostrarse casi siempre por la ingurgitación de los fondos de saco paranotulianos al flexionar fuertemente la rodilla (signo de Hagiskamoff). Por el contrario, la atrofia muscular, que como es sabido afecta precozmente el músculo cuadríceps, sigue un desa­rrollo inverso y sus manifestaciones más intensas suelen encontrarse en los casos inveterados, prestándose a confusión con todas las sinovitis crónicas, singularmente la fímica y la reumatoidea, que igualmente cursan con una gran atrofia muscular.

Los síntomas específicos de la lesión meniscal ponen de manifiesto la perturbación vasomotora de la zona periférica mediante la provocación de dolor. Pero este dolor emigra o varía de acuerdo con los movimientos que desplazan los meniscos en la rodilla, y ele ahí su carácter típico. El dolor a la presión sobre la interlínea articular cuando es típico se halla estricta­mente localizado en la franja que comprende la zona periférica meniscal y es muy caracteristico enconb·arlo a nivel del tercio ar1terior y medio de la interlínea interna y del prmto de unión del tercio medio con el posterior en la externa. El punto maxlmal de dolor a la presión que suele encon· trarse en la parte anterior de la interlinea interna cuando la rodilla se halla en extensión, emigra hacia atrás al flexionar la misma, pues es sabido que al efectuar este movimiento son los propios meniscos los que se desplazan hacia ah·ás (signo de Steimmann U). Igualmente, la intensidad dolorosa que el enfe1mo experimenta al presionar este punto cuando la rodilla se halla en moderada flexión, aumenta considerablemente cuando se efectúa una rotación interna en la pierna y desaparece al efectuar la rotación externa, de acuerdo también con el hecho de que la parte anterior del menisco interno se acerca y respectivamente se aleja del dedo presor en cada una de estas rotaciones (signo de Bragard).

Determinados movimientos comprimen o distienden la zona periférica meniscal, lo que se aprovecha para provocar otros signos típicos. Así el dolor provocado por la hiperex.1:ensi6n o por la flexión responde a la coro· presión que sufren el segmento anterior o con más frecuencia el segmento posterior meniscal en el transcurso de estas posiciones. La rotación ~-terna de la pierna con la rodilla en moderada flexión distiende el segmento ante·

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CAI30"f. LESlONES DE LOS MENISCOS 245

rior del menisco interno, lo que se traduce también por dolor cuando éste se halla lesionado (signo de Steimmann I). Igualmente se provoca un dolor típico cuando los movimientos de flexión-extensión se realizan mientras se imprime a la rodilla una fuerte abducción (para el menisco externo) o ab­ducción (para el menisco interno). En esta maniobra (BoHELER), la inter­línea COITespondiente se estrecha, con lo que la zona peiiférica correspon­diente resulta comprimida.

Los signos mecánicos de la mptura de menisco. -Como hemos dicho, la limitación permanente de la extensión, o sea el bloqueo articular es el signo "princeps" de la ruptura de menisco (ng. 2).

FtG. 2.- Dos cj~mplos de •·u¡llur:t longitudinal con luxaci6n, lesión que detennina el bloqueo 3rticular.

La llamada "rodilla a resorte" se l1a descrito en relación con la pre­sencia de un menisco discoideo. Otras veces puede corresponder a una ruptura que ha dejado un fragmento libre posterior. El resotte ocurre tanto en los movimientos activos como pasivos. Al llegar a un cierto ángulo ele flexión, In rodilla se encuentra bruscamente detenida por un obstáculo (cresta del menisco cliscoideo o fragmento desplazado en el caso ele mp­tu~), obstáculo que puede forzarse repentinamente con un crujido seco e mtenso, después de lo cual el movimiento termina libremente. Es un sig­no característico pero muy raro de encontrar.

Otro signo mecánico poco frecuente es el llamado del salto por la es-

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cuela de Finochietto. Se provoca en algún caso al forzar el movimiento de cajón que se emplea habitualmente para probar el estado de los ligarnentos cruzados. Cuando es positivo, la tibia se subluxa bruscamente y con cierta elasticidad hacia delante dando un pequeño salto doloroso. Así que se deja de impulsar la tibia hacia delante, la pierna retrocede elásticamente pro­vocando otro pequeño salto y todo vuelve a la normalidad. Para que este signo aparezca, es necesario que exista un cierto grado de laxitud articular, lo que pocas veces suele ocurrir. El salto es característico de las rupturas del segmento posterior del menisco interno y se provoca cuando, por acción de la maniobra del cajón, el fragmento se subluxa de su posición posterior hacia delante, pasando por debajo del cóndilo femoral.

Más importancia que los anteriores tiene la comprobación, mediante maniobras exploratorias adecuadas, del crujido táctil y muchas veces audi­ble que se provoca al forzar el fragmento meniscal a ser pellizcado en la pinza cóndilo-tibial. Estos crujidos provocados son frecuentes y constituyen un síntoma definitivo para sentar el diagnóstico de ruptura cuando única­mente se presentan en la maniobra adecuada para provocar el pellizcamien· to del fragmento y en ninguna otra y cuando se acompañan de dolor y de sensaciones subjetivas que el enfermo compara con las experimentadas en sus episodios agudos. Muchas han sido las maniobras descritas con esta finalidad y que han recibido los nombres de sus autores (SLOCUM y MoonE, GRAHAM, APPLEY, etc.), pero la que goza de mayor predicamento es la publicada en 1398 por Me MURRAY. Nosotros la incluimos en una e.x-plora­ción más compleja de la rodilla en la forma siguiente:

Primer tiempo.- Mientras una mano se apoya en la rodilla y la fija, la otra mano empuña el pie por el talón y le imprime una rotación externa, al mismo tiempo que lleva la pierna a una adducción forzada. Mantenien­do esta posición se inicia la flexión de la rodilla a partir de los 90 grados hasta completarla. De esta forma el menisco interno distendido entre sus dos inserciones se introduce en la interlínea (signo de Steimmann I), donde es comprimido por el estrechamiento de la misma provocado por la adduc­ción (signo de Boehler). La maniobra puede ejecutarse igualmente suje­tando el pie del enfermo bajo la axila del médico explorador y maniobran· do sobre la rodilla con las dos manos.

Segundo tiempo.-Este es el que corresponde propiamente a la ma­niobra de Me Murray. Manteniendo la posición antedicha, se fuer-.la la flexión hasta llevar el talón junto a la nalga y entonces, conservando esta flexión exh·ema, se pasa varias veces de esta posición a la de abducción y rotación interna.

Tercer tiempo.- La maniobra finaliza extendiendo lentamente la rodi­lla mientras se mantiene aquella posición de abducción y rotación interna. Durante este tiempo se ejerce una sobrecarga similar sobre el menisco externo.

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CABOT. W::SlONES DE LOS MENISCOS 247

El crujido puede aparecer en cualquier momento durante la maniobra y entonces es claramente percibido por la mano que permanece apoyada sobre la rodilla. La ruptura del menisco será entonces tanto más posterior cuanto mayor sea el grado de flexión necesario para provocar el crujido, correspondiendo al menisco externo si éste aparece en posición de abduc­ción y rotación externa. Los resultados de la prueba pueden ser los si­guientes:

l. Positivo mecánico. -Aparece un crujido característico que de­muestra la ruptura del menisco correspondiente.

2. Positivo funcional. -No aparece crujido, pero la maniobra pro­voca dolor a nivel de la interlinea estrechada. Puede existir una ruptura, pero su morfología o su tamaño no son adecuados para la provocación del crujido. La maniobra tiene entonces el mismo valor que un síntoma funcional cualquiera.

3. Positivo contralateral.- El dolor aparece en el lado contrario o sea a nivel de la interlínea d.iastasada. Significa entonces una lesión cápsulo­ligamentosa a este nivel.

4. Negativo. - No aparece dolor ni crujido. Puede excluirse la lesión meniscal.

FJc, 3. - Ruplura transversal oblicua en "pico de loro". Esta lesión mnuma pasa co11 fre­cuencia i11advcrtiüa y el dolO!' CJue produce s uele inte rpretarse como 11 reumático".

F1c. 4 - RuJ)turn longitudinal en un menisco discoideo.

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248 ANALES. SECCIÓN CffiUGÍA.

El signo poplíteo en las l-esiones del menisco extemo. - La semiología del menisco externo presenta importantes particularidades. Los síntomas del episodio agudo y en general todos los síntomas funcionales suelen ser muy poco manifiestos. Los bloqueos son completamente excepcionales, pues las lesiones que predominan en el lado externo son la ruptura transversal en "pico de loro" (fig. 3), las formas discoideas (fig. 4) )' Jos quistes de menisco, todas las cuales evolucionan sin bloquear el movimiento articular. De ahí que muchas lesiones de menisco externo pasen inadvertidas o se interpreten con faci lidad como artritis reumatoicleas de variado origen. Para reconocerlas se requiere otro criterio de valoración, interpretando cui-

FIG. 5

FiG. 5. - Sillno poplí teo. Posición inici:d de la maniobra parn provocarlo.

dadosamente los pequeüos síntomas que siempre existen, e investiganuo lo que nosob·os hemos descrito como el síndrome ploplíteo.

La morfología del menisco externo se caracteriza por presentar a nivel de su tercio medio-posterior, una zona de menor resistencia mecánica, for· macla por el ojal de paso del tendón del poplfteo o hiato poplíteo. Cuando el menisco externo sufre w1a lesión, la perttll'bación mecánica provocada por la misma repercute en la zona de menor resistencia del hiato poplíteo determinando una serie de cambios con tendencia a la degeneración quís· tica de la misma. Tales cambios tienen una sintomatología propia, referí· ble por lo tanto a la lesión otiginal, y es al conjunto de esta sintomatologia a lo que nosotros llamamos síndrome del hiato poplíteo.

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CABOT. LESIO:)."ES DE LOS MENISCOS 249

El síndrome se caracteriza por: a) dolor irradiado al hueco poplíteo y

a lo largo de la pantorrilla. b) Hipersensibilidad dolorosa a la presión en

el punto de ln interlínea articular, situado exactamente por delante del liga­

mento externo. o) Por el signo poplíteo. El signo poplíteo descrito por nosotros en 1955 se obtiene manteniendo

L'l rodilla del enfenno en una Bexión de 90 grados y fuerte abducción (figu­

ra 5), lo que se logra fácilmente apoyando el pie sobre la rodilla sana y

empujando con la mano la rodilla enferma hacia abajo. En esta posición

es fácil, resiguiendo con el dedo la interlínea externa, encontrar por tacto

una cuerda tensa que es el ligamento lnteral externo. Inmediatamente por

delante del mismo se aplica el dedo explorador y en este momento se invi­

ta al cnfe1mo a extender lentamente su pierna contra la ligera resistencia

que ofrece la otra mano aplicada en la región del tobillo. Cuando existe

una lesión delrne1úsco externo se producen entonces los dos hechos siguien­

tes: a) Por una parte, el dedo explorador situado por delante del ligamento

lateral externo es empujado violentamente hacía afuera por la base menis­

cal engrosada por las lesiones degenerativas típicas. b) En el mismo mo­

mento, el enfermo experimenta una agudísimo dolor, se detiene en el mo­

vimiento emprendido y muchas veces no puede completar la extensión

hasta tanto el cirujano no afloja la presión digital. Para considerar el signo

como positivo es necesario que ambos hechos se produzcan y precisamente

de una manera simultánea. El signo poplíteo ha sido publicado recientemente por nosotros (4) y

no goza todavía de la difusión que merece. A pesar ele su estirpe :S.siopa-

FJG. 6. - Neumoartogramas. Proyección oblicua anteriot· en In que se demuestra una hendi·

dura de la cuiia n1eniscal externa correspondiente a. una ruptura de menisco.

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250 ANALES. SECCIÓN CU\UCÍA

tológica mixta funcional-mecánica se ha demostrado en nuestras series como un elemento de diagnóstico fidelísimo. No en balde es la expresión clinica de lesiones definitivas ineversibles, que sólo desaparecerán con la extirpación del menisco afecto. Neumoarlografía. - La uti]jdad de la neumoattografía en el diagnós­tico de las lesiones meniscales ha sido muy discutida y para ciertos autores viene a ser poco menos que nula. Lo cierto es que la neumoarlrografía es una e>..'ploración completamente innocua que practicada correctamente y con meticulosidad proporciona muchas veces datos de un gran interés pric­tico. La técnica seriada en distintas rotaciones que desde el principio (3) hemos preconizado puede proporcionar imágenes concluyentes de ruptura meniscal que decidan definitivamente el diagnóstico. Lo que no puede pre­tenderse es extraer datos utilizables de un neumograma técnicamente inco­rrecto. Sabido es que la imagen meniscal se presenta en el neumograma como la de una cuya de bordes lisos y regulares, sin solución de continui­dad. Las rupturas de menisco se traducen en amputaciones, hendiduras, vacuolas y muescas que aparecen en esta cuña. Otras veces se obtienen imágenes monstruosas difíciles de sistematizar, p ero indudablemente anor­males.

D IAGNÓSTICO DE LAS L~SIONES DE MI];Ntsco. - Como resumen y conclu­sión de las páginas precedentes, vemos que el diagnóstico de una lesión meniscal puede plantearse en los casos recientes y en los casos inveterados. Casos recientes. - Inmediatamente después del episodio agudo suelen predominar en el cuadro los síntomas :Aexionales generales y no es posible una exploración cuidada de la rodilla. En eslos casos el diagnóstico deberá aplazarse, etiquetándolos de sinovitis b·aumática y tratándolos como tales. Con las manifestaciones agudas remitidas ya será posible una exploración detallada. Si de la misma obtenemos signos mecánicos (crujido provocado o signo poplíteo), el diagnóstico de ruptura de menisco ya está hecho. Si por el contrario sólo existen síntomas funcionales, deberemos entonces con­siderar provisionalmente el caso como de esguince meniscal y repetir las exploraciones hasta la curación o hasta la obtención de un signo mecánico. Si al final subsiste todavía algw1a duda, la eJ-:ploración neumoartrográlica está indicada para resolverla. Casos inveterados.- En algunas ocasiones bastará con escuchar la his­toria que relata el enfermo con varios episodios de bloqueo articular para llegar rápidamente al diagnóstico. En los demás casos habrá que valorar cujdadosamente todos l.os antecedentes, datos de la exploración y neun10· grama para llegar a una conclusión. El diagnóstico de ruptura puede en­tonces sentarse: a.) En presencia de un signo mecánico. l:J) Por un neuma­grama postivo; y e) Por la repetición accidental y reiterada de los episodios agudos y de una sintomatología funcional después ele c_uraciones aparentes.

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CABOT. LESIONES DE LOS MENISCOS 251

Capitulo aprute merecen Jos ps&udorreumatismos de origen meniscal. En la base de éstos suelen existir formas anómalas (meniscos cliscoideos) o bien pequeñas ruptums ocurridas en meniscos previamente degenerados. En estos casos, la sintomatología meniscal es tan vaga y el antecedente traumático tan banal que ni el enfermo lo recuerda. Basta obtener en la placa racliográRca la imagen de ruptura característica para lograr con una pequeña operación la reintegración de estos enfermos a su trabajo ha­bitual.

BIDLIOGRAF1A

l. C.< BOl", J. R.: Trn<unatolcgía de los meniscos de la rod illa. Editorial Par. Montalvo. j\fadrid, 1951.

2. CABOT, J. R.: Diagnóstico clínico y radiológico de las lesiones de los meniscos de la ro· dilla. Tesis Doctoral. Madrid, 1945.

J. CABOT, J. R.: La neumoartografia en el diagnóstico de tos traumas meoiscales de la ro· dilla. Medicina Clínica, 7, 327·344; 1946.

4. CABOT, r. R.: l\Jundo Médico. Vol. 1!, n.• 2, 97:107, 1955.

Servicios Médicos del Instituto Médico-Deportivo de Barcelona. (Dü·ector: Dr. J. R. CABOT.)

DISCUSióN

Dr. Santos Palazzí.- Expone su opinión sobre la aparición de neuromas y el lratamjento adecuados en estos casos. Es partidario de la ligadura y la alcoho­lización cJjstal.

Conferenciante Dr. Moragas.- No tenemos apenas e:.-periencia en el trata­miento de neuromas. Hemos operado sólo 2-3 casos, extirpación, y no hemos visto recidivas.

Conferenciante Dr. Cabot . - Es problema interesante el de los neuromas. Debemos establecer una distinción entre: l. neuromas fw1cionales (neuroma adherido a la cicatriz), que duelen sólo al mover la rodilla y la cicatriz; 2. neu­rom~s camálgicos, que duelen siempre y en todo el trayecto del nervio hasta el pte.

El primer tipo ele neuromas curan con la simple extirpación. El segundo, en cambio, precisan con frecuencia la extirpación del nervio

sofet~o _i nterno, aunque provoquemos un área do anestesia. En estos ueuruHlas cnmalgtcos, puede estar indicado el método descrito por el Dr. Santos Palazzi.

Dr. Santos Palazzi. - En efecto, hemos obtenido unos buenos resultados con e.~te método. (Expone _la técnica.)