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Cierto día llegaron al Cielo un mariscal, un filósofo y un labrador. Un emisario divino los recibió en la elevada esfera, con el fin de oírlos. El

mariscal se aproximó, reverente, y habló:

- Mensajero del Comando Supremo, vengo de la Tierra distante. Conquisté muchas medallas al mérito, vencí a numerosos enemigos, recibí varios

homenajes en monumentos que honran mi nombre.

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- ¿Qué desea a cambio de sus grandes servicios? - indagó el enviado divino.

- Quiero entrar en el Cielo. El Ángel respondió sin vacilar:

- No, no puede recibir esa dádiva. Soldados y adversarios, mujeres y niños lo llaman insistentemente de la Tierra.

Verifique lo que alegan de su pasaje por el mundo y vuelva más tarde.

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El filósofo se acercó al delegado divino y pidió:

- Ángel del Creador Eterno, vengo del pequeño círculo de los hombres. Di a las criaturas mucha materia de pensamiento. Fui laureado por diversas academias.

Mi retrato figura en la galería de los diccionarios terrestres.

- ¿Qué pretende por lo que hizo? - preguntó el emisario.

- Quiero entrar en el Cielo.

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- Por ahora, sin embargo, -respondió el mensajero, sin titubear-, no le corresponde la concesión. Muchas mentes están trabajando con las

ideas que usted dejó en el mundo y reclaman su presencia, de manera que puedan separarle los caprichos personales de la inspiración

sublime. Regrese al viejo puesto, solucione sus problemas y vuelva oportunamente.

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El político tomó la palabra y acentuó:

- Ministro del Todopoderoso, fui administrador de los intereses públicos. Firmé varias leyes que influyeron en mi tiempo. Mi nombre figura en muchos documentos oficiales.

- ¿Qué pide en compensación? - preguntó el Misionero de lo alto.

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- Quiero entrar en el Cielo. El enviado divino, no obstante, respondió firme:

- Por el momento no puede ser atendido. El pueblo mantiene opiniones divergentes a su respecto. Innumerables personas pronuncian su nombre con amargura y esos clamores llegan hasta aquí. Retorne a su gabinete, atienda las cuestiones que le interesan a la paz íntima y vuelva después.

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Se aproximó entonces el labrador y habló, humilde:

- Mensajero de Nuestro Padre, fui cultivador de la tierra... Planté el maíz, el arroz, la papa y los frejoles. Nadie me conoce, pero tuve

la gloria de conocer las bendiciones de Dios y recibirlas, en los rayos del sol, en la lluvia benefactora, en el suelo bendito, en las

simientes, en las flores, en los frutos, en el amor y en la ternura de mis hijitos...

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El mensajero celestial sonrió y dijo:

- ¿Qué premio desea? El labrador pidió, llorando de emoción:

- Si Nuestro Padre lo permite, desearía volver al campo y continuar trabajando. Tengo deseos de contemplar nuevamente los milagros de cada día... La luz surgiendo en el firmamento en horas ciertas, la flor abriendo

por sí misma, el pan multiplicándose!... Si pudiera, plantaría el suelo nuevamente para ver la grandeza divina revelarse en el grano,

transformado en dadivosa espiga... No aspiro a otra felicidad, sino a la de seguir aprendiendo, sembrando, adorando y sirviendo...

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El mensajero espiritual lo abrazó y exclamó, llorando igualmente de júbilo:

- Venga conmigo! El Señor desea verlo y oírlo, porque delante del Trono Celestial, solamente comparece quien procura trabajar y servir sin recompensa.

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Moraleja:

Con esta parábola, el espíritu de luz Neio Lúcio nos enseña que con la humildad, el trabajo y el reconocimiento de las bendiciones que recibimos, estamos más cerca de Dios; con la soberbia, el orgullo y la vanidad, nos alejamos de Él.

Finalmente, no olvidemos que “La humildad es la etiqueta que exige el ceremonial para las audiencias con Dios”.

Dicen que “Dios tiene dos tronos. Uno en lo más alto de los cielos y otro en el más humilde de los corazones.”

Lao Tse nos dijo hace más de dos mil años antes de Cristo: “Ensalza lo humilde, multiplica lo poco, recompensa la injuria con bondad, corta el problema en su brote y siembra lo grande en lo pequeño.”

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“Alborada Cristiana”Psicografiado por el médium

Francisco Cándido Xavier

3ra. Edición - Octubre 1984

Impreso en el Brasil

Una colaboración de:

www.amaliadomingosoles.divulgación.org