En el universo de los grandes compositores, Frederic

Chopin, surge acompañado de una atmósfera de

melancolía y nostalgia, a la cual pocos pueden

quedar indiferentes. Sus obras se abren camino sin

mayor dificultad hacia las fibras más sensibles de

quien las oye, despertando imágenes de tristezas

vagas, ausencias, soledad y añoranza. La carga

emotiva de la música de Chopin, junto con su

genialidad y virtuosismo, lo encumbran al sitial de

los compositores más importantes y recordados

de nuestra historia. ANDRÉS RODRÍGUEZ S., Licenciado en Música, mención Canto Lírico de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudios de Administración Cultural de la Fundación Arturo Toscanini, Italia. Profesor Red Cultural UGM.

FREDERIC CHOPIN(1810 – 1849)

El 1 de marzo de 1810, en la ciudad de Zelazowa Wola, cerca de Varso-via, el matrimonio de Nicolás Chopin, originario de Francia, y Justina Krzyzanowska, darían a luz a su segundo hijo Frederic. Criado en un ambiente de cultura y armonía - su padre tocaba violín y su madre piano - desde pequeño Chopin demostró rasgos que demostraban una gran sensibilidad, imaginación y entusiasmo, cualidades que al poco tiempo lo llevaron a interesarse por la música. Ya en esta época se haría presente también una característica que lo acompañaría para siempre, una salud frágil, que le obligaría a lidiar con diversas enfermedades a lo largo de su vida.A los seis años de edad Chopin comenzó a recibir clases de música de un anciano violinista llamado Adalverg Wojciej Zywny. Este viejo maestro, además de percatarse inmediatamente de las condiciones de su alumno y exigirle improvisar frente al piano -habilidad muy importante de dominar para todo músico de respeto- guió a Chopin hacia la música de Bach y Mozart, dos compositores que se alejaban bastante de la música imperante de esos años, en los que la influencia de Beethoven era casi absoluta, pero que sin duda influyeron en lo que más tarde su fue creación. Sin embargo el viejo Zywny no le dio clases de piano, el propio genio de Chopin y su cálido y culto hogar lo hicieron llegar a dominar el instrumento que sería el medio por excelencia para expresar sus sentimientos en un futuro próximo. El fantasma del pe-queño Mozart aún estaba muy presente en la memoria de la sociedad Europea por ese entonces, lo cual permitió que al poco tiempo Chopin fuese considerado un niño prodigio, gracias a que ya a los ocho años tocaba el piano, componía e improvisaba con maestría.Fue durante esta época que Chopin, gracias a diversos viajes, conoció el corazón de su Polonia, se empapó de sus tradiciones y su folclor a través de su música, danzas y cantos populares. Esto nos da una pista de uno de los sellos característicos de la obra del composi-tor: la fuerte carga nacionalista de su música, con ello llevó las tradi-cionales polonesas y mazurcas al umbral de composiciones de forma clásica, es decir, piezas tradicionalmente para danzas folclóricas, ahora compuestas para ser interpretadas en salones de concierto, una fusión única e inigualable que le valió el reconocimiento y cariño de su pueblo y del mundo entero hasta el día de hoy.

A los quince años entró en la escuela en la que enseñaba su padre para seguir estudios secundarios, al mismo tiempo tomaba clases particulares con Joseph Elsner, director del conservatorio de Varsovia quien fue su último maestro. Elsner fue fundamental en la formación de Chopin, ya que permitió que creciera en la música libremente, sin abrumarlo con reglas y normas, ni siquiera le dio clases de piano, permitiendo que el joven compositor desarrollara un estilo personal desde el principio de su carrera. El 1º de noviembre de 1830 Chopin toma una decisión que venía gestándose en él desde hace un tiempo, impulsado por una serie de viajes anteriores y con el interés de empaparse de la cultura europea y desarrollar su carrera profesional, decide marcharse de Varsovia, tal vez sin saber que jamás regresaría. Cuenta la leyenda que un grupo de amigos, durante una velada en algún bar, le entregaron un puñado de tierra polaca diciéndole: “Para que nunca olvides tu país nativo donde quiera que estés; para que nunca dejes de amarlo con fervor y fidelidad”.El destino escogido sería Viena, ciudad a la que llegaría el 22 de noviembre después de viajar a través de diversos lugares. Estando en esta ciudad sucede un hecho que sin lugar a dudas marcará la vida del compositor para siempre, algo que sellará una impronta particular desde ahí en adelante, tanto a su vida personal como a su música. Se trata de la sublevación del pueblo polaco contra los rusos. Tras este hecho brotará una contradicción interna dentro del sensible y delicado Chopin, en la cual chocaban el infinito amor que sentía por su tierra, ilustrado en sus sublimes mazurcas y polonesas, y la incapacidad de ir en defensa de su patria debido a su delicada salud, lo que se refleja-rá para siempre en sus composiciones. Como si esto fuera poco, la aristocracia Vienesa con la que se relacionaba le da la espalda, por el temor a perder parte de su imperio si la revolución triunfaba. Esto produjo una baja constante en el público que asistía a los conciertos que ofreció, no obstante la crítica siempre le fue favorable.

Su consagración en FranciaEs así como el 11 de septiembre de 1831 llega a París. La capital Francesa por esos días estaba empapada de toda la grandilocuencia del romanticismo, lo cual contrastaba con la personalidad más bien tímida de Chopin. Esto le causó una primera impresión bastante ne-gativa, llegando a comentar “Este pueblo lleva al extremo el esplendor y la miseria. A cada paso pueden descubrirse carteles sobre enfermedades venéreas y hay más ruidos, gritos, suciedad y bullicio de lo que se puede imaginar. Nadie se preocupa por lo que está haciendo su vecino... “.Esto sumado a que el éxito musical no llegó de inmediato. En un prin-cipio su manera de tocar el piano fue considerada demasiado íntima y refinada por el gusto parisiense, y su música exuberante y desordena-da. Pero el destino de Chopin no estaba en los grandes conciertos sino en los salones. El sabía que tenía un estilo propio, tanto en su manera de componer como en la de tocar, la grandeza de su música reside en las formas pequeñas, y siempre se sintió más a gusto presentándose en lugares más pequeños e íntimos como su música.Poco a poco comenzó a abrirse paso presentándose en los ricos salones privados, un público culto y sensible era lo único que Chopin necesitaba para entregar sus creaciones musicales y era esto lo que ahora le brindaba París.Así el compositor logró su consagración en Francia, los conciertos que daba en funciones sociales más íntimas y las clases particulares que daba en familias aristócratas, lo convirtieron en el músico predilec-

Luego de la sublevación del pueblo polaco contra los rusos, brotará una contradicción interna dentro del sensible y delicado Chopin: el

infinito amor que sentía por su tierra, ilustrado en sus sublimes mazurcas y polonesas y la incapacidad de ir

en defensa de su patria debido a su delicada salud, lo que se reflejará

para siempre en sus composiciones.

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to de la alta sociedad. Esto no sólo le proporcionó un buen pasar económico sino que además le permitía moverse en un ambiente en el que se sentía totalmente grato, Chopin disfrutaba mezclándose con la gente rica y de la compañía de mujeres hermosas. Fue aquí donde sus valses, nocturnos, estudios y polonesas encantaron al público con su ternura, belleza y elegancia. Al poco tiempo gozó de una gran popula-ridad, los editores competían por publicar sus últimas composiciones y la gente esperaba expectante algún nuevo estreno del compositor. En la música de Chopin también podemos reconocer sentimientos relacionados con el amor. Desde luego un amor sufrido, melan-cólico o triste. Lo cierto es que en este aspecto el compositor, hasta el momento, no había sido del todo afortunado. Konstancia Gladkowska, una cantante de la que se enamora en su juventud, fue su musa inspiradora durante mucho tiempo pero su timidez le impidió confesarle su amor. El segundo gran amor de su vida lo inspiró María Wodzinski, con ella mantuvo una profunda relación que se vio truncada por la mala salud del compositor, ya que los Condes Wodzinski, padres de María, a pesar del enorme aprecio que sentían por Chopin, descartaron toda posibilidad de que su hija contrajera matrimonio con un tuberculoso. “Cuando las penas del corazón se convierten en enfermedad, entonces estamos perdidos”, escribiría a un amigo.En una de las típicas reuniones sociales euro-peas del siglo XIX -donde los intelec-tuales y bohemios se congre-gaban a declamar poesías, oír

música y discutir de filosofía, artes y política- Chopin conoce a Amandine Lucie Aurore Dupin, una célebre novelista francesa que escribía bajo el seudónimo de George Sand. La primera impre-sión que tuvo Chopin sobre ella fue lapidaria, era una mujer de costumbres extravagantes para su época: no solo había adoptado un nombre de hombre sino que además vestía como tal, fumaba y poseía un fuerte carácter que imponía en cualquier lugar. Además de ostentar un prontuario de relaciones pasadas, cuyas historias eran de dominio público.Sin embargo al poco tiempo Chopin se sintió atraído por ella, quien lo adoró desde un principio cautivada por el carácter frágil y menudo del pianista, y mantuvieron una relación que duró aproximadamente unos nueve años. La pareja llamaba la atención de todos: él, un personaje sensible, frágil y para muchos algo amanerado y ella, un carácter fuerte, avasalladora y físicamen-te masculina podemos intuir el revuelo que puede haber causado en pleno siglo XIX.

Facsímil del preludio 195 de Chopín.

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Algunos biógrafos de Chopin, sostienen que durante la relación que tuvieron ella lo explotaba y cuando estaba en su lecho de muerte lo abandonó. Otros, sin embargo, opinan que es una madre que aparta de su lado todos los problemas, preocupándose por crearle un ambiente ideal en el que puede dar rienda suelta a su capa-cidad creadora, Seguramente sería ambas cosas a la vez. Es común en las biografías de los grandes compositores encontrarse con dos corrientes: los que culpan a la mujer y los que la presentan como la musa inspiradora.A mediados de 1838 Chopin, George Sand y los dos hijos de ella se trasladan a Palmas de Mallorca. La estadía del compositor en este lugar, que en un principio pareció idílica en ese paraíso mediterráneo, pronto se convirtió en un infierno para su salud, su enfermedad em-peoró hasta convertirse definitiva-mente en tuberculosis. El rumor corrió rápidamente y los lugareños los obligaron a abandonar la isla. A pesar de todo, los recuerdos de la estadía en este lugar fueron siempre los mejores en la vida de Chopin, incluso produjo varias obras importantes de su repertorio, muchos de sus preludios son de esta época.Este período de la vida de Chopin sin duda es con el que más fami-liarizados nos sentimos hoy, la relación novelesca que mantuvo el compositor con George Sand ha dado cabida a una serie de películas y novelas que nos hacen recordar su música. Lo cierto es que Chopin pasó la etapa, si no más felíz, la más intensa de su vida con esta mujer que le permitió conocer el verdadero amor.

Volvieron a Francia y retomaron sus vidas. A estas alturas Chopin gozaba de una fama internacional y se dedicó principalmente a componer, y dictar clases a sus antiguos alumnos que lo espera-

ban desde su partida. Sin embargo la relación fue debilitandose y a mediados de 1846 Chopin y Sand siguieron distintos caminos. La ruptura de esta relación causó un efecto dramático en la frágil personalidad de Chopin, su vida se llenó de angustia y su pro-ducción musical se hizo cada vez más escasa, muchos piensan que después de esto el compositor comenzó poco a poco a morir.Ya estaba bastante debilitado cuando en 1848 decidió emprender un viaje a Londres, donde era muy querido y admirado. Efectivamen-te en este lugar fue recibido de exelente manera, realizó algunas presentaciones con bastante éxito y la gente lo adoraba. Pero, a pesar

de que esto le permitió recuperar el ánimo y las fuerzas para seguir adelante, este viaje terminó por acabar con su salud. Cuando volvió a París la imposibilidad de dar clases de piano lo llevó a un pro-blema económico importante y ya en los primeros meses de 1849 practicamente no podía levantarse de la cama.Chopin muere la madrugada del 17 de Octubre de 1849. Miles de personas asistieron a su funeral en el que, tal como él lo pidiera, se interpretó el Requiem de Mozart. Fue sepultado en el cemen-terio de Père-Lachaise de París, cuenta la leyenda que junto con su cuerpo arrojaron el puñado de tierra que le entregaran sus amigos años atrás, de su amada Polonia. •

La pareja de Chopin y George Sand, llamaba la atención de todos: él,

un personaje sensible, frágil y para muchos algo amanerado y ella,

un carácter fuerte, avasalladora y físicamente masculina podemos intuir el revuelo que puede haber

causado en pleno siglo XIX.

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