cero en conducta nº 2

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  • 8/10/2019 Cero eN conducTa n 2

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    Cero eN conducTaSindicato de Enseanza e Intervencin Social CNT-AIT Madrid - http://ensemad.cnt.es/

    PUBLICACINAUTOGESTIONADADELASECCINDEENSEANZASNOUNIVERSITARIAS- N 2 - NOVIEMBRE2014

    Este prximo diciembre estamosllamados a las urnas para votara nuestros representantes sindi-cales. En los centros de estudiosla desafeccin es absoluta y lospocos que se van pronunciado

    al respecto hablan de decantarsepor el mal menor.Cul es el mal menor? No lotenemos demasiado claro. El pa-peln de los sindicatos en las yalejanas luchas contra los recortes

    educativos les deja en un lugarlamentable. Slo es superable porlas noticias de brutal corrupcinsindical. Eso s, siempre quedanlos sindicatos pequeos y alter-nativos que hasta que no consi-gan introducirse lo suficiente en

    las instituciones no podrn co-rromperse. Poco a poco.Con estos argumentos algunopensar que la CNT es un sin-dicato antisindical. Es cierto, esun sindicato contra los sindi-

    catos surgidos de laTransicin, esossindicatos pensadospara adormecer a lostrabajadores, para in-troducirlos en la as-querosa politiqueralaboral, esos sindica-tos subvencionadoshasta la mdula ycorruptos hasta aver-gonzar al ms cnico.

    Esos sindicatos quehan perpetuado elmodelo histrico delos comits paritariosque no es casualidad

    que fueran impuestos en la dic-tadura de Primo de Rivera. Endefinitiva los sindicatos pensadospara destruir a la clase trabajado-ra.Hubo un tiempo en que los sindi-

    catos no pedan el voto para or-ganizar un inmenso aparato bu-rocrtico que hiciese de gigantegestora laboral, si no que se or-ganizaban desde las bases, lo queequivale a hablar de autogestin

    y accin directa.

    INDICE

    SINDICAL: Elecciones sindicales: Los sindicatos que merecemos? p. 1/ De la huelga indefinida a la Marea Verde p. 2 / La participacin delalumnado en los centros de secundaria de Parla p. 4 // PEDAGOGA:

    Libros de texto, negocio y homogeneizacin de los aprendizajes p. 5 //CULTURA:Las maestras de la Repblica y las tradiciones pedaggicastrasnformadoras p. 7 / [Resea] La anarqua funciona p.8

    ELECCIONESSINDICALES2014LOSSINDICATOSQUEMERECEMOS?Vuelve a los centros de ensean-

    za un nuevo nmero del boletnanarcosindicalista Cero eN con-ducTa. Este es el segundo nmero

    y el ltimo de este ao 2014. Vol-vemos para acercarnos a aquellasmentes inquietas que siguen conhambre de cambiar este mundo

    con la inten-cin de ofre-cer el puntode vista de lostrabajadoresde la ense-anza no uni-versitaria dela CNT-AITmadrilea so-bre nuestraa c t u a l i d a dlaboral y, so-bre todo, paraacercarnos adiversas in-quietudes culturales y pedaggi-cas que hacen de este autoges-tionado boletn algo nico en elpanorama sindical espaol, comolo es la propia CNT.Como siempre esperamos desper-tar alguna conciencia, y empujar

    a nuestras lectoras/es hacia laprctica de la solidaridad y la ac-cin directa frente al empuje deaquellos que buscan en el voto,en los partidos y la politiquera lasolucin mgica a este sistema.Nosotras/os tenemos claro queeste sistema nos muestra todoslos das la corrupcin endmicaque circula por sus venas y que esla mejor radiografa de este mun-do donde slo los ingenuos toda-va intentan negar la evidenciaque seala que el poder corrom-pe (y la sumisin degrada).

    PRESENTACIN

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    res desprestigiar las luchas de lostrabajadores y otros manipularla.Esta partida la ganaron los se-gundos con claro y ejemplar pro-tagonismo de CC.OO. capaz demanipular asambleas multitudi-narias para poco a poco ir minan-do la autonoma de los centros detrabajo hasta llevar la protesta asu terreno de juego: el del sindi-calismo de lderes que negocian,pactan, y dicen a los trabajadoresdnde, cundo y cmo hay queluchar. As el inicio del curso enhuelga indefinida se fue tornan-do en luchas tan moderadas quedejaron poco a poco de ser luchaspara ser mero espectculo.

    La maquinaria sindical encauzla autonoma querepresentaba elmodelo asamblea-rio de los centrosque se autodeno-min Red Verde,llegando a la rup-tura y el esper-pento de boikot alltimo intento de

    mantener la huel-ga indefinida porparte de las asam-bleas de los cen-tros con el apoyode CNT y CGT.Las movilizacio-nes en manos delos sindicatos institucionales seprolongaron con la evidente pre-tensin de lograr un conflicto debaja intensidad pero continuado

    con fines electorales, bsicamen-te para desgastar en la medida delo posible al PP.

    La originalidad de la protestaLleg el momento de la lucha ypor contagio delmovimiento de losindignados se recuper las asam-bleas que haban formado parteconsustancial del movimientoobrero espaol y que el sindicalis-

    mo electoralista haba empujan-do a la marginalidad poco a pocodesde los Pactos de la Moncloa

    all en 1977. Este aspecto creati-vo era el menos creativo de todoslos aspectos de una lucha que eneste sentido haba vuelto a reto-mar las formas elementales de lalucha sindical de dcadas atrs.Pero la creatividad tambin tuvoun espacio importante pues enlas movilizaciones cobraron fuer-za las propuestas que condujeronla lucha hacia el espectculo.As flashmobs, videos musicales,lanzamiento de globos verdes co-lectivos, entre otros actos origi-nales, contribuyeron a convertirla lucha en un entretenimientofalto de la seriedad de quien sesupone que est luchando por

    algo importante. Algunos han

    credo que una sociedad nuevacomo la nuestra, necesita nuevasformas de protesta que rompancon una tradicin de lucha ob-

    soleta. En algunos aspectos losconflictos laborales o sociales dehoy no varan demasiado de losocurridos hace cien aos (dicenque los tiempos cambian pero elsistema de dominacin persis-te) pero en muchos aspectos shan cambiado. Sera ingenuo oestpido creer lo contrario. Unaspecto a tener en cuenta es lairrupcin de los medios de co-

    municacin de masas que jueganun papel notable en la vida detodas las sociedades occidentales

    contemporneas. Tal importan-cia han cobrado como vehculode transmisin de valores que sehan convertido en la herramien-ta que sirve para configurar larealidad.Esto es algo sabido por casi todoel mundo, si bien, pocos son losque pueden eludir parte de suinfluencia y nadie puede eludirladel todo (dentro de estas socie-dades).Sabiendo el poder de los mediosde comunicacin no fueron po-cos los que procuraron llevar laprotesta hacia lo mediticamenteconveniente. Qu es lo medi-ticamente conveniente? Aquello

    que las empresas multinacionalesde la informacinvaloran comoadecuado: lo di-vertido, lo colori-do, lo simptico,lo entretenido,etc. Todo aquelloque encaja con lasreglas del juegomeditico y que

    es asimilable porlos valores domi-nantes por la so-ciedad actual defrivolidad, super-ficialidad absoluta

    y que puede serconsumido como

    un producto ms de la sociedaddel espectculo. De ah que lasprotestas originales tengan lasimptica aprobacin de las cor-

    poraciones mediticas y las lu-chas donde se pone la carne en elasador sean bien silenciadas, biencriminalizadas.Las protestas originales no es quesean inofensivas contra el poderestablecido, sino que en realidadlo refuerzan. En muchas ocasio-nes las protestas espectculo noestn pensadas para concienciara transentes, compaeros de

    trabajo o a cualquier solidarioque se tope con ellas. Este tipode protestas estn pensadas para

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    Hace ya algn tiempo, y dentrodel contexto de las movilizacio-

    nes de la marea verde, un gru-po de profesoras y profesores noshicimos esta pregunta Qu que-da de las participacin del alum-nado en la toma de decisiones dela vida escolar?era verdad que lademocracia (al menos formal oparticipativa) tena alguna pre-sencia en los centros de secunda-ria de la localidad? Se trataba deun tema recurrente en boca de

    todas y todos los que nos mostr-bamos sensibles a las transforma-ciones que comenzaban a ope-rarse en los centros (aumento de

    ratio, disminuciones de plantilla,etc.). Al fin y al cabo se trata de

    un tema nuclear: responder a lapregunta de si el alumnado tenala mnima posibilidad de expresarsus opiniones y sensibilidades so-bre los recortes, y otros aspectos,de forma colectiva fuera del te-rreno cerrado del aula.Pues bien, nos pusimos manosa la obra y en colaboracin conprofesoras, profesores y alumna-do de diversos centros procedi-

    mos a nuestra encuesta de cam-po. El resultado no pudo ser mscontundente: ni las juntas dealumnos funcionaban en ningn

    centro de secundaria de la loca-lidad, ni nadie pareca mostrar

    el ms mnimo inters por esteasunto. Segn la opinin recaba-da, profesorado, equipos directi-vos, AMPAS, etc. considerabanla situacin como normal;actitud que en el fondo dejabaentrever que las expectativas delconcepto de democracia esco-lar se reducan a una especie decaricatura malsana de reunio-nes espordicas de los consejos

    escolares en las que, en generaly salvo honrosas excepciones,las direcciones controlaban per-fectamente la situacin, sin que

    LAPARTICIPACINDELALUMNADOENLOSCENTROSDESECUNDARIADEPARLA

    SINDICAL//

    la televisin y miden su eficaciapor el tiempo que un programade tal canal televisivo o tal infor-mativo de otra le dedican. Estemodo de ver las cosas supone unanegacin de las personas para in-fluir en el entorno que le rodea

    y legitima la posicin privilegiadade los poderes mediticos que deesta manera se convierten en losmonopolizadores de la construc-cin de la supuesta realidad. Yano slo se vaca de contenido adiferentes luchas sociales por losms elementales derechos sinoque se asimilan los principios delsistema de dominacin actual. Ira una manifestacin y acudir co-

    rriendo a la bsqueda del televi-sor para ver si sale es el ms clarosntoma de esta situacin que enmultitud de ocasiones suponeconfiar en que nuestros interesesestn ligados a los de las corpora-ciones mediticas. Si luchamos yencontramos su apoyo es porquedesde luego no hay en juego unasituacin que suponga un peligropara el sistema del que esas cor-poraciones forman parte hoy enda imprescindibles.Llevada por el camino de la ori-ginalidad la huelga indefinida fuereconducida hacia la institucio-nalizacin. La huelga, el armams potente de la clase trabaja-dora fue atacada desde diversos

    frentes hasta conseguir dejarlaen manos de los sindicatos ins-titucionales y as poco a poco elconflicto se fue apagando y la re-signacin y el derrotismo se ins-tal en los trabajadores/as.

    La huelga que nunca existiFinalizado el curso un porcenta-je pequeo pero altamente con-cienciado de trabajadores volvia verse las caras con la intencinde conseguir relanzar el conflictopara conseguir, al margen de losgrandes sindicatos instituciona-les, volver a poner a la Consejeracontra las cuerdas. El primer pasodado por la CGT pretenda servir

    para reactivar la ya adelgazadared de asambleas autnomas decentro y, ciertamente, un grupono despreciable de trabajadoressaba que el planteamiento dedichas asambleas autnomas condeterminacin en una huelgaera la mejor de las armas en esteconflicto. Llegado septiembre losmotores no estaban calientes. Lasituacin no era sencilla: una redde asambleas adelgazada enor-memente, las trabas de los apara-tos sindicales mejor situados queno quiere que le coman la me-rienda, una Consejera capaz demaniobras unas veces miserables

    y a menudo ilegales para obstacu-lizar la huelga, un pequeo grupo

    concienciado pero heterogneo ysin experiencia en luchas sociales

    y un pesimismo que se notaba enel ambiente...Esta huelga indefinida que durla primera semana de clases delcurso 2012-13 seguramente noexisti aunque nosotras la hici-mos. Al fin y al cabo nunca salisegn parece en ninguna televi-sin ni en ningn peridico im-portante. No es un lamento, esla demostracin de lo expuestoanteriormente.Muchos trabajadores/as mostra-ron dignidad y, sin embargo, vol-vieron a su casa cabizbajos. Nohabamos salido en la tele. Se nos

    hizo el vaco. El aislamiento eraevidente.De aquellas luchas algunos ha-brn sacado la conclusin de quehace falta influir en los mediospara tener el altavoz necesariopara tal o cual lucha.Otros se habrn unido a los quepiensan que hay que construirmedios alternativos alejados delas corporaciones mediticas.Una nfima minora somos losque creemos que hay que des-truir los cimientos de la sociedadtelevisada.

    Por la destruccin del espect-culo, por la lucha contra todo lo

    establecido.

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    LIBROSDETEXTO, NEGOCIOYHOMOGENEIZACINDELOSAPRENDIZAJESComo otro septiembre cualquie-

    ra regres la Vuelta al cole y elcentro comercial de turno ya nostiene preparada la factura de loque suponen los kilos y kilos delibros que van a cargar las es-paldas de nios/as y adolescen-tes. Un negocio redondo dondeeditoriales, puntos de venta (es-pecialmente las grandes superfi-cies) y parte del profesorado (quees sobornado por la editorial para

    que utilicen sus libros) sacan par-tido en una situacin ya norma-lizada pero incomprensible desdenuestro punto de vista.Sin embargo no queremos cen-trarnos slo en el ya evidentenegocio, nuestra intencin es irun poco ms all del lastre eco-nmico que nos producen y re-flexionar sobre su cometido pe-daggico, menos visible aunquesin duda ms importante. Por

    ello nos planteamos las siguientespreguntas:

    A quin sirven los libros detexto?Ya conocemos los agentes quese benefician econmicamente yquines lo sufrimos, ahora anali-zaremos cmo nos influyen desdeel punto de vista pedaggico, aqu nos conducen.

    Al igual que la educacin nopuede ser neutral, ya que res-ponde a los intereses ideolgicos

    de los agentes que la gestionan,

    la propia edicin de los libros detexto tampoco lo es, garantizalas intenciones del Estado, de laeditorial y del colegio o institutode turno que deciden e inculcanlos conocimientos que debemosadoptar en cada momento edu-cativo. Pese a que nuestros nive-les de maduracin no van a la parcon el resto de personas de nues-tra edad, y nuestros intereses y

    motivaciones difieran de los de-ms, los libros de texto, acompa-ados en ma-

    yor parte porla (in)accindel profesora-do, transmitenuna serie devalores y cono-cimientos quec ont r i b uy e nfervientemente

    a llevarnos porlos derroterosde eso que lla-mamos sistemaeducativo. Sonel eje sobre elque nos vanformando paradarnos el lugarque nos corres-ponde en el

    engranaje delsistema, ha-cindonos re-

    bao y que, como bien sabemos,

    nos terminan convirtiendo enmeras herramientas de trabajo alservicio de las clases dominantes.

    Qu conlleva la forma en quese utilizan los libros de texto ennuestros centros de enseanza?Al seguir la programacin (queno un proyecto, porque ste esabierto y flexible frente a la pro-gramacin que es rgida y cerra-

    da) de un libro de texto, se limitatajantemente la utilizacin de ca-

    ningn estamento de los centrosse interesara por los contenidosni por las decisiones tomadas enestas reuniones. Por supuesto, lascompaeras y compaerosdelegados sindicales (CC.OO.,UGT) se mantenan alejados de

    un asunto tan poco atractivo paracolocar en los tablones sindicalesde los centros. Ni que decir tieneque la plataforma por la educa-cin pblica de Parla tampocose mostr interesada en semejan-te tontera, pues haba temas msmediticos por los que luchar

    (recortes en escolarizacin, au-mento de ratios, etc.). En defini-tiva, lo que traduca el resultadode nuestra encuesta era ni msni menos que el abandono msabsoluto del concepto de partici-pacin democrtica en la escue-

    la, al menos en el mbito local,desde haca aproximadamenteunos 20 aos. Se incumpla (y seincumple) sistemticamente, porotro lado sin el ms mnimo son-rojo, la propia normativa vigen-te (LOE), como ya digo, con laaquiescencia de todas las instan-

    cias implicadas, desde el Ayunta-miento hasta el profesorado de apie de los diferentes centros. Lademocracia escolar haba muer-to y nadie la echaba de menos;tampoco en tiempos de recortes

    y de marea verde. Uno de los

    pilares bsicos, el mito de la par-ticipacin colectiva de todas ytodos en los centros pblicos, serevelaba como un fiasco monu-mental. En el siguiente artculoos contaremos cul fue nuestrareaccin y cul ha sido el desa-rrollo de nuestro proyecto.

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    pacidades como la creatividad, laimaginacin o la autonoma, in-dispensables para un aprendizajeconstructivo y significativo. Ellibro de texto es para el profeso-rado la gua por la que llevar a los

    y las discentes por el camino rec-

    to, la forma de evitarse el trabajode observar, prever y acompaaren los aprendizajes. Y eso no eseducacin, es adiestramiento.No hay ms que imaginar o echarla mirada atrs para vernos hacealgunos aos a 30 nios/as con elmismo libro, abierto por la mismapgina, intentando centrarnos enun mismo ejercicio procurandoguardar silencio. Esta escena, no

    tan lejos de la mayora de los cen-tros de enseanza actuales, no esms que una evidencia de cmose promueve la homogeneizacinde los procesos de aprendizaje.Bien es cierto que hay ligeras ex-cepciones en que no se dan es-tas situaciones de igual medida,pero no quedan muy lejos de lamisma, ni por ello deja de ser unarealidad sufrida por la inmensamayora de nias y nios todoslos das.

    Son necesarios realmente los li-bros de texto?Consideramos que los libros detexto recogen unos conoci-mientos que pueden sernostiles en algn momento denuestro aprendizaje, pero noformando la base sobre la quegira el mismo, como sucede en

    la actualidad.

    Entonces qu grado de utili-dad pueden tener?Es aqu donde entra en juegola manera de hacer las cosas,es decir, la utilizacin que pode-mos hacer en un momento dadode alguno de ellos. De esta formapuede haber, por ejemplo, librosde texto de diferentes materias

    y niveles junto a enciclopedias,diccionarios, juguetes, vdeos ocualquier otro material en estan-teras dentro del aula como apo-

    yo a nuestro aprendizaje, pudien-do ser utilizados para investigarsobre lo que queremos aprenderen ese mismo momento, volvien-do a su lugar una vez empleadohasta que en otro instante algncompaero o compaera lo nece-

    site (o no). Las notas que reco-gemos, los dibujos que creamos,el comportamiento que tenemosdentro y fuera del aula, las rela-ciones que hacemos y un largoetctera van a manifestar lo queaprendemos en nuestra estanciaen la escuela, para lo que no esnecesario un libro de texto quesimplifique toda la educacin enuna mera adquisicin de conoci-

    mientos.Somos conscientes de que estamanera de utilizar los libros detexto, relegndolos al mismo ni-vel que cualquier otro materialpedaggico o incluso desechn-dolos de nuestras escuelas e ins-titutos, requerira un cambio sig-nificativo en las prcticas dentrodel aula; pero tambin contri-buira a no perpetuar el negocio,ahorrarnos gran cantidad de di-nero todos los aos y sobre todo,lo ms importante, contribuira apropiciar aprendizajes construc-tivos en las nias y nios partien-do de sus intereses y necesidades.

    Qu podemos hacer entonces?Los recursos materiales ya lostenemos, en cualquier casa haylibros de texto (actuales o no,no cambian significativamen-

    te), cuentos, poesas, fotos, jue-gos, plantas y cantidad de ins-trumentos que pueden ser muytiles para el aprendizaje. No es

    necesario que cada nio o niatenga su propio libro de textoactualizado a la ltima edicin,es necesario que puedan apren-der partiendo de su nivel madu-rativo y motivaciones presentes

    y afrontar los problemas que se

    les presenten en cada momento.Para ello creemos ineludible unacompaamiento de personasadultas, s, pero a su mismo nivel(aprendiendo entre ellas, cadauna en su proceso madurativo,respetuosamente) y apoyadas porlos materiales necesarios, queestn presentes en nuestro daa da, donde nos relacionamos ycrecemos con nuestras semejan-

    tes; y en este contexto los librosde texto tienen un papel nulo ono ms importante que cualquierotro material de aprendizaje.La coordinacin de madres, pa-dres, nias, nios y parte delprofesorado concienciado, apequea escala puede produ-cir cambios significativos, porejemplo negndonos a tenerlos,formndonos y contribuyendo acrear proyectos pedaggicos queden rienda suelta al desarrollopersonal e integral. Aunque aalguien le parezca extrao, la leyno obliga a utilizar libros de tex-to y deja muchos resquicios para

    salvarnos de ella. Una opcinpuede ser creando proyectosen base a los objetivos quepropone pero, como nada dicede los objetivos que nosotrosnos propongamos, seguro que

    hay cabida para ellos en mul-titud de situaciones que sedan en el aula.En conclusin, los libros detexto tal y como son utiliza-dos actualmente nos llevan

    por la senda del aprendizaje es-ttico que nos obliga a consumirel conocimiento y no a crearlo, aacatar La Verdad y a no criticar,a obedecer y a no comprender,nos roban la espontaneidad y nosprograman una realidad. As quedisfrutemos de no tener libros detexto y comencemos a aprender.

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    LASMAESTRASDELAREPBLICA YLASTRADICIONESPEDAGGICASTRANSFORMADORASMucho se ha hablado y comenta-do en los mbitos de la ensean-za sobre el documental tituladoLas maestras de la Repblica. Portanto, no somos nosotros los mspertinentes para aadir loas yalabanzas al mismo. El problemano es ofrecer alabanzas repetidasen los mil altavoces habituales

    y an menos habituales. El pro-blema es hacerlo acrti-camente. No entramosa valorar las posiblesimplicaciones de propa-ganda poltica que todol destila, ni la legitimi-dad obvia para contar

    la historia de la que unaorganizacin es persona-je activa en ella. Pero ssalta a la vista una in-exactitud histrica muyllamativa en un desa-pasionado visionado dedicho documental. Enun momento del mismo,cuando se narra el ad-venimiento de la II Re-

    pblica, un entrevistado(pedimos disculpas porno poder ofrecer la refe-rencia exacta de minu-taje y nombre del aludi-do, hecho que creemosno interfiere en lo quetenemos que aportar dereflexin, pues lo mismo da lodiga quien lo diga, sino que loimportante es lo dicho mismo)un entrevistado, decimos, relata

    cmo fue algo increble e inaugu-ral el que los muros que dividanlas escuelas por sexos se derriba-ron y por primera vez se juntaronnios y nias en la convivenciade la enseanza y el aprendizajeescolares. Y se recalca expresa

    y llamativamente que es un he-cho inaudito y que supona unamuestra ms de la modernidad,progresismo y desarrollo de todo

    tipo que representaba dicha for-ma de gobierno. Pero es ciertoque ello ocurra por primera vezen nuestro Estado? Se puede

    contar como uno de los mritosexclusivos de aquel proyecto po-ltico? Afirmamos rotundamenteque no.Es triste comprobar cmo no seha guardado el ms mnimo ri-gor histrico ni la ms mnimahonestidad intelectual en res-petar la memoria y el legado deproyectos pedaggicos significa-

    tivamente ms antiguos que lollevado a cabo en la II Repblica.No es discutible la importanciaque se le ha dado siempre a la

    educacin y la pedagoga en elmovimiento libertario. No vamosa entrar a discutir de manera in-fantil si fue la primera vez o no ennuestro Estado (maldito mito delas primeras veces), pero lo quees incuestionable es que Francis-co Ferrer Guardia, en su proyectode la Escuela Moderna, ya lleva cabo una labor pedaggica queinclua prcticas como la coedu-

    cacin de sexos, la coeducacinde clases, el higienismo, el ra-cionalismo, el paidocentrismo,la educacin integral y tantas y

    tantas otras. Y estamos hablandode un proyecto que se desarro-ll entre 1901 y 1906; que tuvoincidencia en las publicacionespedaggicas ms importantesde la poca; que buena parte delos pedagogos ms insignes delmomento colaboraron con laspublicaciones que se hicierondesde la Escuela Moderna; que

    fue ejemplo para el de-sarrollo de mltiplesescuelas modernas decorte racionalista du-rante aos hasta la Se-gunda Guerra Mundial

    y an en nuestros das.

    En 1936, se contabanpor decenas las escuelasracionalistas abiertas enBarcelona, toda Catalu-a, el Levante espaol

    Valencia, Alicantey eso solo en nuestro Es-tado. Y en todas ellas eraprincipio fundamental lacoeducacin de sexos.Quiz se pueda decir

    que hemos interpretadomal lo dicho en el docu-mental, gente mal pen-sada y tendenciosa quesomos, y se refera a laenseanza formal estatal

    y un proyecto pedaggi-co formal organizado y

    no a las escuelas que trascendanel sistema formal estatal. Es cu-rioso como tenemos la tenden-cia a pensar que el Estado llega

    e invade todos los recovecos dela vida cotidiana de hasta los l-timos rincones de su territorio. Sieso es discutible incluso hoy enda, no lo va a ser en aquella po-ca. Bien sabido y demostrable esque, en las escuelas rurales, porejemplo, la prctica cotidianadel da a da pedaggico era laconvivencia conjunta de nios ynias en las escuelas. El Estado,

    ni siquiera con la inestimable ypoderosa ayuda de la Iglesia, eracapaz de mantener escuelas sepa-radas por sexos en todo el territo-

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    rio. Creemos que en esa realidadde las dcadas previas a 1931,mucho tendran que decir losmaestros y maestras de escuelaque pertenecan al sindicato FE-TE-UGT de aquellas pocas, porejemplo entre otros, y que son

    absolutamente ninguneados yolvidados en dicho documental.Triste organizacin que no tienerespeto a su propia historia.Y es triste porque lo que trascien-de es un intento de apropiacinde la labor de la II Repblica, eneste caso en su aspecto pedag-gico, como ese momento prstino

    y originario de lo democrtico,progresista, moderno y positivode la izquierda. No vamos ahoranosotros a reivindicar nada deaquellos gobiernos. Ni siquieraen su labor pedaggica. Pero loque s decimos es que es grotesco

    ese intento constante de exaltarla II Repblica como el mito ori-ginario de toda lucha verdaderade las izquierdas de este pas. Loque ello esconde es la imposicinautoritaria de una narracin dela derrota en la que, incluso den-tro del bando vencido, se alzancomo vencedores unosy enton-

    ces como los nicos legtimos dereivindicar el papel de alternati-vafrente a otros que mantienenla condicin de derrotados porpartida doble, al ser silenciadosincluso de entre los que compar-tieron luchas y sufrieron repre-

    sin en el camino de bsqueda dela emancipacin de la clase tra-bajadora. La tradicin revolucio-naria, transformadora y emanci-padora no solo no nace y se acabaen la tan aorada y cacareada IIRepblica sino que quiz hayque buscarla realmente fuera detoda esa tradicin mtica.

    LANEUROSISOLASBARRICADASED.

    Madrid, 2014 // 9 euros

    Cuntas veces un anarquista re-cibe como respuesta: lo que pen-sis es muy bonito, pero nuncafuncionara? Partiendo de estapremisa, Peter Gelderloos ela-bora un texto gil, con gran

    claridad expositiva y lleno deargumentos en los que muestracmo el modelo demcrata ca-pitalista es el que no funciona yla anarqua, en los experimentoshistricos y en parciales luchaso experiencias, ha funcionadoa la perfeccin, siendo derrota-das en todo caso por la fuerzade la represin, no por el fracasopropio. Temas como la presuntanaturaleza humana, la econo-ma, la educacin, las relacionesinternacionales o la forma dellegar a una sociedad libertariase desgranan en La anarqua fun-ciona plagando los argumentosde casi un centenar de ejemplosque muestran que existen ml-tiples posibilidades para supe-rar el actual estado catico delmundo. Ejemplos de sociedadesoccidentales o no, del pasado y

    del presente, nos sitan en la te-situra de que la teora libertariano solo se ha llevado a cabo porlos propios anarquistas, sino por

    muchos grupos que, a menudo sinllamarse a s mismos anarquistas,mantienen formas de vida, de or-ganizacin o de actuacin muycercanas a nuestros principios.

    Un libro especialmente til paradar la vuelta al discurso del podersobre la imposibilidad de una so-ciedad diferente a la que actual-

    mente sufrimos.

    [RESEA] LAANARQUAFUNCIONA

    PETERGELDERLOOS