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CEIP Filósofo Séneca. Madrid

Introducción Somos el grupo de 3º B y queremos contribuir a esta semana maratoniana con nuestro esfuerzo. Nos pusimos a pensar sobre qué textos podíamos elegir para leeros en esta ocasión y decidimos dejar descansar a Machado, Andersen o Cervantes por considerar que ellos ya habían compuesto y leído bastante. Nos tocaba el turno a nosotros y nosotras; que aunque pequeños tenemos nuestras propias ideas e historias que contar. Nos pusimos manos a la obra y como resultado hemos escrito un cuaderno especial que hemos titulado “Historias de chicas y chicos”. En él hemos compuesto historias que tienen mucha relación con nuestra vida, con nuestras experiencias con nuestras ilusiones y con nuestras fantasías. No pretendemos ser grandes escritores, por ahora, pero sí podemos aseguraros que nos hemos esforzado mucho para conseguir estos resultados. Esperamos que paséis un buen rato y disfrutéis de nuestras historias.


El príncipe y sus sueños Érase una vez un príncipe que leía mucho, y un día se leyó un libro que se titulaba “la momia”. Al leerlo le dio mucho miedo. Tanto miedo le dio que cuando llegaba la hora de dormir, no podía dormir, lo intentaba y lo intentaba, pero no podía. Por fin una noche consiguió dormirse, y tuvo una pesadilla. En ella apareció la momia, que le perseguía, por todas partes. En la pesadilla, corría y corría, y en una de las ocasiones cuando miraba hacia atrás, se cayó a un pozo, - ¡Ah, socorro!- gritaba el príncipe. En el pozo podía beber agua, porque el agua era potable, y así sobrevivió, hasta que un día, alguien le lanzo una cuerda, la cual cogió y pudo subir. Ese alguien que le lanzo la cuerda, era la momia. La momia le había lanzado la cuerda, para tenderle una trampa, y poder atraparlo. Pero justo cuando la momia intentó atraparlo, el príncipe se escapó, y salió de nuevo corriendo. Ahora era de noche, y no podía ver nada, por lo que tropezó con una piedra, y cayó al suelo. Pero de repente….se despertó, - ¡ buf!, qué miedo he pasado, soñando que la momia me perseguía – dijo el príncipe. Pero poco a poco el príncipe se calmó, mirando alrededor de la habitación, y dándose cuenta de que todo había sido una pesadilla. Tanto miedo había tenido el príncipe, que desde entonces decidió no volver a leer más libros que le pudiesen dar miedo, y solo leería historias bonitas. Jorge Belmonte Puentes (3º B)


Es mejor el amor que el dinero Érase una vez, un señor muy, pero que muy rico, que quería ser el rey de la ciudad donde vivía, además de poseer todas las riquezas del mundo. El día que se celebró la asamblea para elegir al rey de la ciudad, él fue el elegido, y muy contento decidió ir a su casa para recoger todas sus riquezas, y llevarlas al palacio donde iba a vivir a partir de ahora. De camino al palacio, se encontró con una familia muy pero que muy humilde, que le dijeron – es mejor el amor que el dinero - . Y así pasaron los días como rey, pensando en las palabras que la familia le había dicho, y cansado de todos los trabajos que tenía que hacer. – Tenían razón, aún teniendo poco dinero, seguro que esa familia es mucho mas feliz que yo, porque tienen amor -. Y así pasaron los días, aburrido, y pensando que era más feliz en su casa, con menos riquezas. Gema de la Fuente Hernández (3º B)


El ratón Había una vez un ratón muy pequeñito, muy pequeñito, que vivía en una ratonera, y nunca había salido de ella. Un día decidió salir de su ratonera, para descubrir qué había fuera de ella. Al salir se encontró con dos animales: un gato muy grande, y un gallo, muy emplumado. Resultó que el gato le gustó mucho, con sus bigotes largos, como los suyos, y sus ojos enormes y negros. El gallo, sin embargo no le gustó nada, por ese pico, los ojos pequeños y su cresta. ¡Uh, qué miedo!. Al verlo salió corriendo hacia su ratonera a salvarse, por si el gallo le atacaba. Al llegar a la ratonera, el ratón, le contó a su madre, lo que había visto, y el miedo que había pasado. La madre le contestó: - hijo ese gallo, te salvó la vida, pues el gato quiso comerte, y tú no lo viste -. Así el ratón pequeñito pensó que a veces las apariencias, engañan. Francisco García Navarrete (3º B)


La cabaña Érase una vez niño, que se llamaba Luis. Un día Luis le dijo a su madre:

- Mamá, ¿me puedes dar cartones para hacer una cabaña?. - Está bien, hijo. Pero cuando termines de jugar tienes que tirarlos al

contenedor para reciclar cartón, ¿lo harás?- le contestó su madre. - Si, afirmó Luis.

Estuvo un rato jugando con los cartones, pero se cansó muy pronto, y cuando llego la hora de tirarlos a la basura, se dio cuenta de que el contenedor de papel estaba muy lejos, y los tiró a otro contenedor más cercano que era para todas las basuras, y se fue a su casa tan contento a ver la televisión. En la televisión, vio una noticia, en la que descubrió la cantidad de árboles que se tenían que cortar para hacer papel y construir cajas de cartón. Y se entristeció por lo que había hecho. Desde entonces, Luis decidió que de ahora en adelante, tiraría las cajas y el papel en los cubos de reciclaje correspondiente. Oscar Gayoso Blanco(3º B)


Los duendes de la despensa Rosalía era una mujer muy generosa que se dedicaba a hacer pasteles. Un día, un hombre muy poderoso fue a su tienda y le dijo amenazante:

- Quiero dos mil pasteles para mañana o te arruinaré el negocio.

La pastelera pasó la noche en vela intentando preparar los pasteles. Pero estaba tan cansada que se durmió sin acabar. A la mañana siguiente, Rosalía se llevó una gran sorpresa: ¡Todos los pasteles estaban preparados!. ¿Qué había sucedido?. Rosalía pudo ver a dos duendecillos que corrían a esconderse en la despensa. Desde entonces, los vecinos de aquél pueblo aseguran que existen unos seres bondadosos dispuestos a ayudar a las buenas personas. Mariana Halato (3ºB)


El perro tiene celos del gato y el ratón Érase una vez un perro que había salido solo a pasear. De repente vio a su dueño comprando un gato, y el perro se puso entonces celoso. El perro al encontrarse con el gato, le ladró enfurecido, y después se puso a llorar. El dueño le mandó callar, y el gato además le miró con malos ojos, dándose cuenta el perro de que el gato era muy malo. El perro le siguió ladrando al gato, y el gato se puso a llorar para que su dueño le oyese. El perro le mordió la cola, y el gato lloró más. El dueño vio lo que hizo el perro, y lo echó, pero el perro no quiso irse. Desde entonces el perro tuvo que dormir en el suelo y el gato dormiría en el saco del perro. Un día el gato por la noche encontró un ratón, y se hicieron amigos, y decidieron tenderle una trampa al perro. Al día siguiente el gato y el ratón pusieron galletas dormilonas para tenderle la trampa, pero el perro se dio cuenta de que se trataba de una trampa, y no se las comió. El gato y el ratón se enfadaron porque el perro no había caído en la trampa. Pero decidieron hablarlo todos juntos, y después de mucho hablar, decidieron olvidarse de todo lo que había ocurrido, y ser amigos. Felices y orgullosos, el gato, el ratón y el perro, presumen de ser unos buenos amigos. Joselyn Harrería (3ºB)


Manuel va al circo Érase una vez un niño llamado Manuel. El quería ir al circo con su padre, pero no podían ir, porque no tenían dinero. Un día Manuel, se encontró en la calle una bolsa de dinero. Corriendo se fue a casa para enseñársela a su padre. Al llegar le grito: -¡ Papá, papá, me he encontrado una bolsa de dinero, podríamos coger un poquito, y nadie se enterará!. Su padre le contestó: - ¡!No¡¡, eso está muy feo. Ese dinero hay que devolverlo. Al día siguiente fueron a la policía, y les contaron todo lo ocurrido. Pasaron unos días, y llegó a la comisaría el dueño de la bolsa de dinero, preguntado por ella. -¿ Quien ha encontrado y devuelto mi dinero?. -Un niño llamado Manuel y su papa – respondió el policía; - ¿y donde viven ellos? – pregunto el dueño. Y el policía le contó donde vivían Manuel y su padre. El dueño fue en busca de Manuel y su padre, a su casa. Les dio las gracias, y por su amabilidad y gracias a que habían encontrado el dinero, decidió regalarles un puñado de monedas. Manuel emocionado le respondió – ¡muchas gracias!, con este dinero podremos ir al circo -. Raúl Justicia Gonzalez. (3ºB)


Mi perrito Max Había una vez un perrito dálmata llamado Max, que quería buscar una novia. Salio de su caseta y se dirigió al parque para buscarla. Allí encontró una perrita negra y blanca, que no le gustó porque era pequeñita. Siguió paseando y encontró a otra perrita blanca que parecía de peluche porque tenía todo el cuerpo cubierto con un pelo que parecía lana, y tampoco le gustó. Por último encontró a una perra dálmata, de la que se enamoró inmediatamente. Su dueño que salio a buscar a Max porque pensaba que se había perdido, encontró a su perro, a la novia de su perro y a la dueña de la novia de su perro. Aquél, que también estaba buscando novia, se enamoró de la dueña de la dálmata y se casaron. Max y su novia tuvieron muchos cachorritos. Irene Martín Domínguez(3º B)


Dani, su perro y el fantasma Érase una vez un niño, llamado Dani que tenía un perro marrón y blanco, que vivía en un pueblo. Cerca del pueblo, cruzando el bosque había un castillo muy grande y con torres muy altas. Un día fueron paseando hasta allí, atreviéndose a entrar en el castillo a través de una puerta muy alta. En el salón apareció volando un fantasma; el perro empezó a ladrar y Dani salió corriendo.

- No tengas miedo – Le dijo el fantasma. Dani dejó de correr. El niño, asustado, se dio la vuelta, acercándose despacio al fantasma. El fantasma le dijo que le siguiera y le guió hasta una puerta gigante. Abrió la puerta y en una habitación inmensa aparecieron grandes tesoros: joyas, collares, coronas…El fantasma le dijo:

- Todo esto será tuyo si consigues que la gente del pueblo no me tema. Dani, contento, convenció al pueblo y todos pudieron entrar en el castillo cuando querían pasárselo bien. Jorge Martín Vega (3ºB)


Mi ratón Un día había una niña, llamada Almudena. Almudena, era una niña bastante lista, y muy guapa. Tenía un ratoncito llamado Chispa. Un día Chispa se escapó de casa, para buscar queso ¡ el queso le encantaba!. La niña lo vio escaparse, y corrió tras de él. Corrió y corrió hasta que sin querer se tropezó con una abuelilla, y las dos cayeron.

- ¡Perdone¡, no la vi porque iba persiguiendo a mi ratoncito que se ha escapado. ¿La he hecho daño? – la pregunto Almudena.

- No te preocupes hija, estoy bien- . Le contestó la abuela. Almudena siguió corriendo, pero ya había perdido de vista a su ratoncito Chispa. Pasaron los días, y Almudena siguió buscando a Chispa, pero no lo encontraba. Pero un día, cuando fue al mercado con su madre, y se acercó a los cristales de la charcutería, se encontró a Chispa entre los quesos. Estaba muy gordo, y casi no podía andar, lo miró de cerca y le gritó lleno de alegría: -¡Chispa, viejo amigo! Apenado, Chispa le pidió ayuda para salir de allí. Almudena le cogió y lo llevo con ella. Y desde aquel día Chispa empezó a comer lechuga, y cada vez que olía o escuchaba “queso”, Chispa salía corriendo a esconderse en el baño. Desde entonces Chispa, nunca pensó en el queso. Laura Pérez Consuegra. (3º B)


El ratón Pepín

Érase una vez un ratón que se llamaba Pepín, y era muy miedoso, y siempre se asustaba cuando salía de casa. Pero un día su padre le intentó engañar para que se le quitara el miedo. El papá de Pepín, le había regalado un triciclo, y se lo escondió. Pepín se asomó por la ventana para ver si lo veía, pero no lo vio. Al no verlo le preguntó a su papá si era verdad lo del triciclo, y el papá de Pepín le respondió que sí, pero que estaba en la parte de atrás de la casa. El ratón asustado por no ver su triciclo nuevo, salio corriendo a la parte de atrás, y encontró el triciclo que le había regalado su padre. Además se encontró en el patio, junto al triciclo, unos buenos amigos, para que le ayudaran a jugar. Desde entonces el ratón Pepín, ya no volvió a tener miedo a salir. Pero un día se encontró en el patio a otros ratones, y cuando el ratón Pepín los vio le dio mucho miedo y salió corriendo hacia su casa, contándole a su padre lo que le había pasado. Su padre le dijo a Pepín que no tuviese miedo, porque lo que esos ratones querían era ser sus amigos. Pepín entonces pensó en preguntárselo, y los ratones les dijeron que sí, que lo que querían era ser sus amigos. Desde entonces Pepín, los viejos y los nuevos fueron muy amigos, e hicieron fiestas y lo pasaron chupi todos juntos. Aroa Romero Exposito (3ºB)


El fantasma vagabundo de Kiko Érase una vez un fantasma que vagaba por un castillo encantado. Un día un niño, llamado Andrés, que era muy valiente fue a visitarlo. En el castillo, Andrés vio armaduras viejas, cuadros grandísimos, muebles viejísimos. Todo estaba cubierto de polvo. De pronto, Andrés escuchó un ruido y fue a ver qué era. Rápido vio que de un cuadro salía el fantasma Kiko, que se encontraba muy solo en ese castillo tan grande. Ambos se cayeron muy bien y se hicieron amigos inmediatamente. Kiko explicó a Andrés que se encontraba muy solo porque nadie quería estar con él porque era un fantasma. Kiko, se encontraba feliz porque conseguía tener un amigo. A cambio de esa amistad, Andrés pudo disfrutar de todos los tesoros, riquezas, etc. que había en el castillo. Casi todos los días ambos amigos jugaban con las armaduras, las espadas, los escudos… y se les veía saltar de almena en almena. Ainhoa Saavedra Gabarre (3º B)


Roni y Luna Había una vez una princesita, a la cual le regalaron una perrita a la que le puso el nombre de Luna. La princesita sacaba a Luna a pasear cada día. Luna hacía tan feliz a la princesita, que la princesita no podía imaginar su vida sin ella. Pero un día, Luna se enamoró de un perrito llamado Roni. Un día paseando las dos, Luna vio a Roni y se escapó con él. La princesita corrió detrás de Luna y Roni, pero no pudo alcanzarlos. La princesita entristecida, volvió a palacio, y se encerró en su cuarto sola, a llorar. El rey al verla tan triste, decidió llamar a un caballero que fuera en busca de Luna, para encontrarla y recuperarla. - Tu misión será encontrar a Luna, la perrita de mi hija, y traerla hasta el palacio – le dijo el rey al caballero. El caballero buscó por todas partes del pueblo, hasta que finalmente encontró a Luna, junto a Roni. El caballero volvió con ellos al palacio, y el rey y la princesita se lo agradecieron mucho. Tan feliz estaba la princesita de que el caballero los hubiera encontrado, que se enamoró de él. Se casaron y tuvieron hijos. Roni y Luna también tuvieron muchos perritos. Y todos juntos, la princesita, el caballero, Luna y Roni, vivieron felices en el palacio. Ángela del Carmen Santos Centeno (3º B)


Los tres patitos Érase una vez tres patitos de mármol, uno con el cuello para arriba, otro con el cuello para abajo y el más pequeñito con el cuello hacia un lado, que estaban en la casita de Daniel. Muy extrañado, un día, Daniel le pregunto a su madre: -Mamá, mamá, ¿por qué esos patitos tienen el cuello así? Su madre le contestó: - Porque estos patitos existieron de verdad, y pertenecieron a una leyenda muy bonita. -¿Y me la vas a contar?, le respondió Daniel a su madre. - Claro que sí, pero no puedo contártela entera porque es muy larga- contestó la madre. - Cuenta lo que quieras, mamá – le dijo Daniel. - “Pues había una vez una mamá pato, y sus tres patitos, que todas las tardes de verano nadaban por el lago. La mamá se llamaba Claudia. Un día de esos de verano, Claudia oyó un disparo, y asustada, decidió coger a sus tres patitos y comida, y volver hasta su cabaña, para refugiarse. Allí estuvieron a salvo de los disparos de los cazadores. De nuevo una mañana salieron a nadar al lago, y de nuevo se oyeron disparos, y en esta ocasión los cazadores sí que consiguieron cazar a los patitos. Tan solo hirió a la mamá. El cazador al acercarse a los patitos y ver a la mamá y que eran una familia preciosa, decidió soltarles y dejarles libres. La mamá Claudia y sus patitos marcharon aprisa y asustados, pero felices a la vez, por haber sidos liberados por el cazador. El cazador no volvió al lago, y así mamá pato Claudia, y sus patitos hijos, pudieron nadar alegres por el lago todo el año. Sus hijitos, se hicieron grandes, fuertes y bonitos, y cuando llegó el invierno, y hacia mucho frío, la familia de patos marcharon a otro país más cálido”. Y esta es toda la historia –“. - Gracias mamá, es una historia muy bonita – le dijo Daniel a su mamá, feliz de haber escuchado la historia de los tres patitos de mármol. Inés María Serrano Callejas (3ºB)


El oso perezoso Érase una vez un oso muy perezoso. Un día el amigo del oso, el ciervo Joaquín, le pidió que le ayudase a coger una pera que había en un árbol a la que el ciervo no llegaba. El ciervo dijo :

- ¿Me ayudarías a coger la pera que hay en el peral?. El oso respondió : - Te ayudaría, pero no puedo, va a ser la hora de la siesta.

El ciervo no se preocupó porque tenía mucha hierba a su alrededor, pero no le gustó que uno de sus amigos le hubiera fallado. El oso fue a su cueva y se encontró al pájaro Majo que le preguntó:

- ¿Podrías cuidarme esta rama de zarzamoras que voy un momento a beber agua?.

- Lo siento, pero me voy a echar la siesta, le respondió el oso. Así que el pobre pájaro Majo se enfureció y habló con el ciervo Joaquín.

Decidieron que deberían dar al oso una lección. Cuando el perezoso oso se levantó de su siesta, se fue a pedirles al pájaro Majo y al ciervo Joaquín que le cuidasen durante unos días unos plátanos que había recolectado. El ciervo y el pájaro le respondieron:

- Lo sentimos pero no podemos porque estamos muy, pero que muy ocupados.

El oso no comprendió por qué le habían fallado sus dos mejores amigos. Ellos le explicaron que él actuaba de la misma manera.

Desde ese día el oso fue más responsable y no tan perezoso. Jorge Vindel Alfageme (3º B)


El zoo y sus animales Al zoo han ido muchas personas en coche porque los animales andan sueltos fuera de las jaulas. El primer coche que entró al zoo, se encontró con los monos, que estaban sueltos, y los del coche no pudieron salir de allí. Por ello, pidieron ayuda: - ¡Socorro, socorro! - pero no la conseguían. De repente, apareció una paloma mensajera, que llevaba un papel y un bolígrafo en el pico. Entonces se les ocurrió la idea de escribir una nota que decía: - “Estamos atrapados. Queremos salir inmediatamente. Llevamos mucho tiempo” - Pasó mucho tiempo, sin poder salir de allí, hasta que el zoo volvió a cerrar sus jaulas, y quedaran encerrados para siempre los animales en las jaulas. Sara Yañez Borruel. (3ºB)


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