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Ps. Rodolfo A. Martínez Ochoa [email protected] / 959 757 744 / Lima Perú Page1 Page1 Page1 MISIÓN CRISTIANA CENTRO DE ALCANCE VIDA On Line “Un lugar para crecer” Ps. Rodolfo Martínez Ochoa MENSAJE: “Padecer por causa de Cristo”, Hechos 20:17-24 I. INTRODUCCIÓN: 1. Hace muchos años, el Señor puso en mi corazón una atracción especial hacia un texto bíblico, que ha sido hasta el presente una especie de lema personal: “Porque de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y cumpla el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. 2. Pero yo tengo que confesar que no sabía entonces exactamente lo que ese texto quería significar. Ni tenía yo entonces suficientes conocimientos del hombre que pudo decir estas palabras, ni de sus circunstancias, ni de cuáles eran “esas cosas” de las que él había decidido no hacer caso, para dedicarse a agradar a Dios. 3. Muchos cristianos somos así. Decimos palabras, repetimos versículos, adoptamos lemas que no sabemos a ciencia cierta qué significan, ni qué es lo que implican en su profundidad. En un momento de emoción decimos: “Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”. Queremos servir al Señor, pero ¿estamos dispuestos a pagar el precio? 4. No sólo nosotros. Hasta en la Biblia, aún entre los 12 discípulos del Señor, había algunos que decían cosas de cuya importancia o trascendencia no estaban conscientes. No comprendían lo que les costaría hacer realidad esas palabras: 5. Sólo citaré dos ejemplos: 5.1 Pedro le dijo al Señor en una ocasión: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te

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Mensaje PADECER POR CAUSA DE CRISTO.

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Page 1: Cav padecer por cristo enero 2014

Ps. Rodolfo A. Martínez Ochoa

[email protected] / 959 757 744 / Lima Perú

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MISIÓN CRISTIANA CENTRO DE ALCANCE VIDA On Line

“Un lugar para crecer”

Ps. Rodolfo Martínez Ochoa

MENSAJE: “Padecer por causa de Cristo”, Hechos 20:17-24

I. INTRODUCCIÓN: 1. Hace muchos años, el Señor puso en mi corazón una atracción especial hacia un texto bíblico,

que ha sido hasta el presente una especie de lema personal:

“Porque de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y cumpla el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.

2. Pero yo tengo que confesar que no sabía entonces exactamente lo que ese texto quería

significar. Ni tenía yo entonces suficientes conocimientos del hombre que pudo decir estas palabras, ni de sus circunstancias, ni de cuáles eran “esas cosas” de las que él había decidido no hacer caso, para dedicarse a agradar a Dios.

3. Muchos cristianos somos así. Decimos palabras, repetimos versículos, adoptamos lemas que

no sabemos a ciencia cierta qué significan, ni qué es lo que implican en su profundidad. En un momento de emoción decimos: “Señor, te seguiré a donde quiera que vayas”. Queremos servir al Señor, pero ¿estamos dispuestos a pagar el precio?

4. No sólo nosotros. Hasta en la Biblia, aún entre los 12 discípulos del Señor, había algunos que

decían cosas de cuya importancia o trascendencia no estaban conscientes. No comprendían lo que les costaría hacer realidad esas palabras:

5. Sólo citaré dos ejemplos:

5.1 Pedro le dijo al Señor en una ocasión: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te

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negaré” (Mateo 26:35). Poco después, Pedro “estimó su vida como algo precioso para sí mismo” y no le negó una, sino tres veces. Ciertamente Pedro murió por Cristo, pero murió por Cristo después de haber vivido larga e intensamente por Cristo, después de padecer grandemente por Cristo.

5.2 La madre de Santiago y Juan le pidió a Jesús que, en su reino, sus dos hijos se sentaran, el uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús les dijo: “Ustedes no saben lo que están pidiendo. ¿Podrán ustedes beber del vaso que yo voy a beber, y podrán ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: PODEMOS” (Mateo 20:22). También Santiago y Juan murieron por Cristo y tienen un lugar importante en el reino de Dios. Pero no ganaron ese lugar por su amistad con Cristo, sino por lo que padecieron por causa de Cristo.

6. La pregunta que quiero hacerte en este día, y piénsala bien antes de contestarla, es la

siguiente: ¿Quieres tú servir a Cristo? ¿Estás tú dispuesto a padecer por causa de Cristo? ¿Estarás dispuesto a no hacer caso de ninguna cosa, ni a estimar tu vida como algo precioso para ti mismo? ¿Es el único deseo de tu corazón poder acabar tu carrera con gozo y cumplir el ministerio que te da el Señor Jesús?

7. Yo decidí un día echar mi suerte con Cristo, pero después de casi 15 años de ministerio es que me estoy dando cuenta de lo que significa padecer por causa de Cristo y cuál es el precio que hay que pagar para servir a Cristo.

II. LOS PADECIMIENTOS DE PABLO 1. Yo creía saber cuánto Pablo había tenido que sufrir en su ministerio por causa de Cristo, pero

no fue sino hasta ayer, cuando me decidí a estudiar profundamente la cuestión, que no comprendí la dimensión real de las palabras de Pablo cuando decidió no hacer caso de ninguna cosa, ni estimar su vida preciosa para sí mismo.

2. Ahora les quiero mostrar cuáles fueron algunas de las cosas que Pablo sufrió: 2.1 Tiene que salir de Damasco, bajado por el muro de la ciudad, descolgado en una

canasta, porque sus antiguos compañeros del judaísmo habían decidido matarlo (Hechos 9:25).

2.2 Cuando llega a Jerusalén, los cristianos no lo aceptan como discípulo, porque le tienen miedo (Hechos 9:26)

2.3 En Hechos 9:29 se habla nuevamente de planes contra la vida de Pablo, y sólo estaba comenzando su ministerio

2.4 Es expulsado junto con Bernabé de la ciudad de Antioquía de Pisidia (Hechos 13:50), pero se va a predicar a Iconio, Listra y Derbe

2.5 En Iconio es amenazado de muerte por lapidación (Hechos 14:5-6), pero se va a Listra y sigue predicando.

2.6 Hechos 14:19 nos dice que fue apedreado en Listra y arrastrado fuera de la ciudad y tenido por muerto, pero la oración de fe de los cristianos de aquel lugar lo hizo levantarse... y volvió a entrar a la ciudad. En este momento de su vida, ya Pablo ha

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llegado a una conclusión: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22).

2.7 Viaja a Jerusalén con Bernabé y allí tiene discusiones y contiendas con los cristianos convertidos del judaísmo, que querían seguir guardando la Ley (Hechos 15:2).

2.8 Bernabé se disgusta y se separa de él, junto con Juan Marcos (Hechos 15:39). Pero el Señor le proveyó de un nuevo compañero: Silas.

2.9 Pablo y Silas son llevados ante las autoridades de Filipos (Hechos 16:19). Son azotados con varas, echados a la cárcel, puestos sus pies en un cepo. Pero ellos oraban y cantaban himnos a Dios. Y la respuesta de Dios a esta actitud de sus siervos ante las pruebas fue un terremoto que abrió las puertas de las celdas y que llevó al carcelero a convertirse con toda su familia.

2.10 En Tesalónica, una turba asalta la casa de Jasón para matar a Pablo y a Silas, pero no los encontraron allí (Hechos 17:6). Tuvieron que sacarlos de noche y enviarlos a Berea. Y al llegar a aquel pueblo, van directamente a la sinagoga (Hechos 17:10).

2.11 De Berea tienen que sacarlo por mar hacia Atenas (Hechos 17:14), donde se burlaron de su predicación (Hechos 17:32).

2.12 En Corinto, Pablo tiene una visión donde Dios le dice: “No temas, sino habla, y no calles, porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad” (Hechos 18:10). Poco después lo llevan ante el tribunal de Corinto, pero de allí el Señor lo libra.

2.13 En Éfeso se formó un alboroto, porque por la predicación de Pablo la gente se convertía y ya no le compraban a los artesanos Efesios los templitos de plata que eran una imitación del Templo donde se adoraba a la diosa Diana. Gayo y Aristarco, compañeros de Pablo, son arrastrados por la multitud, y Pablo quiere enfrentar la turba, pero los cristianos de Éfeso no lo dejan (Hechos 19).

2.14 Los judíos preparan un plan para matar a Pablo en un lugar donde debía embarcarse para Siria (Hechos 20:3). Pero el Espíritu Santo lo alerta y Pablo decide volver a Jerusalén a través de Macedonia.

2.15 En Hechos 21:10-11 Pablo recibe una profecía a través de un profeta llamado Agabo, de que tan pronto llegara a Jerusalén sería entregado en manos de los gentiles. Los cristianos le ruegan que no vaya, pero Pablo responde: “Estoy dispuesto a ser atado y aún a morir por el nombre del Señor Jesús”. Pablo es apresado en el Templo, arrastrado fuera de él, fue golpeado y atado con dos cadenas.

2.16 Compareció ante el Sanedrín (Hechos 23) y allí se forma una discusión tal que la autoridad romana lo saca del lugar por temor a que lo fuera a despedazar (Hechos 23:10). Pero el Señor se le aparece a Pablo y le dice: “Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma”.

2.17 Después de aquello, más de 40 judíos “se declaran en ayuno” hasta que no logren matar a Pablo (Hechos 23:12). Pablo es sacado de noche hacia Cesarea.

2.18 En Cesarea Pablo estuvo preso dos años (Hechos 24:27), aunque Dios le da gracia ante el procónsul romano Félix, al cual tuvo la oportunidad de predicarle junto a su mujer,

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llamada Drusila. 2.19 En Hechos 25:3 se informa de una celada para matar a Pablo en el camino entre

Cesarea y Jerusalén. 2.20 En Hechos 26:1 se nos dice que Pablo tuvo la ocasión de predicarle a Agripa y a

Berenice, mujer de éste. Agripa le dice: “Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:28). Aquí se le ofrece la oportunidad a Pablo de salir libre, pero él decide apelar al Emperador, por ser ciudadano romano y es enviado a Roma.

2.21 En Hechos 27 Pablo sale por mar hacia Roma, y una tormenta los sorprende. Pablo exhorta a la tripulación a la calma pues el Señor se le había aparecido y le había dicho que se perdería la nave, pero le concedería la vida a los que con él navegaban, que eran 276 personas (Hechos 27:21). El barco naufraga en la Isla de Malta.

2.22 En la Isla de Malta, Pablo es mordido por una serpiente venenosa, pero nada le aconteció (Hechos 28:5).

2.23 Al llegar a Roma Pablo permanece dos años más preso, pero en la casa donde estaba preso le permitían que se le visitase, y desde allí predicaba.

2.24 La tradición de la Iglesia afirma que Pablo murió en Roma, a consecuencia de la feroz persecución desatada por el cruel Emperador Nerón contra los cristianos.

3. En 2 Corintios 11:25-28, Pablo da testimonio de que 5 veces fue azotado por los judíos con 39 azotes, que 3 veces fue golpeado con varas, que una vez fue apedreado y que 3 veces padeció naufragio, estando una vez en el mar una noche y un día antes de ser rescatado. Además, testifica de haber pasado por peligros en caminos, peligros en ríos, peligros de ladrones, peligros de los de su nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos, en trabajo y en fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en ayunos, en frío y en desnudez, además de su preocupación por las iglesias que había establecido en toda Asia Menor y hasta en Roma.

4. Pablo también padeció enfermedades. Célebre es su declaración en 2 Corintios 12:7 donde afirma tener un aguijón en su carne (¿úlcera?), y que habiéndole pedido 3 veces al Señor que se la quitara, el Señor le había contestado: “Bástate mi gracia, porque mi poder en tu debilidad se perfecciona”. Y en Gálatas 6:11, Pablo declara: “Mirad con cuán grandes letras os escribo”, lo que hace sospechar de algún trastorno en la vista.

5. Muchos otros textos de la Biblia nos alertan de que a nosotros nos es dado, no sólo el que participemos de las bendiciones del Evangelio, sino también el que seamos participantes de los sufrimientos de Cristo.

5.1 Romanos 8:17, “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”

5.2 En 1 Corintios 4:9-13, Pablo habla de sus sufrimientos como apóstol de Cristo con unas palabras que pudieran conmovernos hasta las lágrimas: “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, más vosotros fuertes; vosotros honorables, mas

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nosotros despreciados. Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos”.

5.3 En 2 Corintios 1:8-10, Pablo escribe: “No queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal manera que aún perdimos las esperanzas de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte”.

5.4 Y en 2 Timoteo 2:12, Pablo confiesa su fe en un Dios que sabe librar a los que le sirven, y aún si hubiera que morir por Cristo, recompensa tendremos en los cielos: “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él”.

III. LA EXHORTACIÓN PARA LOS QUE QUIEREN SERVIR AL SEÑOR 1. Quizá ahora, sólo ahora podamos comprender las palabras de Pablo cuando declaró: “Porque

de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios”.

2. “DE NINGUNA COSA HAGO CASO”: Pablo está diciendo: No me importa que hayan cristianos que no me acepten, ni que haya impíos que se burlen de mi mensaje; no me detendrá el hecho de que algunos contiendan conmigo y hasta se separen de mí; no voy a dejar de servir al Señor aunque me muerdan serpientes venenosas.

3. “NI ESTIMO MI VIDA PRECIOSA PARA MÍ MISMO”: Pablo está diciendo: No me importa ser azotado, perseguido, encarcelado, que pongan mis pies en un cepo, que hagan planes para matarme. No me esconderé si quieren apedrearme y arrastrarme fuera de la ciudad; no renunciaré a Cristo porque me lleven ante tribunales, ni porque me sorprendan tempestades en el mar.

4. “CON TAL QUE ACABE MI CARRERA CON GOZO Y CUMPLA EL MINISTERIO QUE RECIBÍ DEL SEÑIR JESÚS”: Pablo anhelaba tanto esto, que dedicó su vida a cumplir el ministerio que recibió del Señor Jesús. Por eso, al final de su ministerio, pudo decir: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).

5. “PARA DAR TESTIMONIO DEL EVANGELIO DE LA GRACIA DE DIOS” IV. CONCLUSIONES 1. El precio de servir a Cristo es alto. ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio?

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2. Cuidemos nuestras palabras y nuestras decisiones. Cristo nos pedirá cuentas de cada palabra ociosa que haya salido de nuestras bocas, y de cada decisión de servirle en la que hayamos desmayado o flaqueado, prefiriendo estimar nuestra vida como algo precioso para nosotros mismos.

3. No hagamos caso de nada que quiera apartarnos de la decisión de servirle. Pasemos por alto TODO, los ataques de afuera y aún los ataques de adentro. Lo más importante de todo, y lo único que vale la pena, es que el día de su venida, el Señor pueda encontrar que somos obreros aprobados, que no tenemos de qué avergonzarnos, que hemos predicado con bien la Palabra de verdad.