causas del desastre de huachi

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Análisis de la derrota patriota frente a las huestes realistas, antes de la Batalla de Pichincha. Un craso error de táctica militar en las llanuras de Huachi, población cercana a la ciudad de Ambato, provincia de Tungurahua. Imprudencia del General Mires o debilidad del General Sucre?

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CAUSAS DEL DESASTRE DE HUACHI (12 de Septiembre de 1821)

Luis PACHECO Manya Ex Suboficial Primero - ARE

“La Estrategia Militar es un arte porque requiere siempre imaginación creativa, concepción adecuada a cada situación particular o conducción flexible y oportuna de las fuerzas para la realización de las acciones”.

Imprudencia del General Mires o debilidad de Sucre?

Se manifiesta que el fallo histórico es inapelable, porque es dictado con la más severa y estricta imparcialidad, luego de un examen agudo de la causa; pero nada ni nadie puede impedir la justa revisión de ese proceso, o sea de aquellos documentos que influyeron en la mentalidad del historiador, formaron su criterio e hicieron inclinar fielmente la balanza a un dictamen que las generaciones, en el devenir de los tiempos, han aceptado sin restricción alguna. Mi actitud no puede ni debe traducirse como una temeraria y extemporánea pretensión. No soy yo quien deseo poner en tela de juicio la rectitud con que procedieron nuestros probos e ilustres historiadores, al compaginar los documentos de aquel libro de eterna y gran justicia, que se llama Historia; lo hago por un imperativo de conciencia, por el deber a que estoy obligado, en mi condición de ciudadano, de ex alumno de la

Escuela de Infantería de la Fuerza Terrestre, ex miembro de la Fuerza Naval, y como naturales depositarios que somos del esfuerzo y honradez de los que militaron ayer, a velar y mantener sin mancha y sin tacha las glorias y la reputación de aquellos que supieron ser virtuosos, ser buenos, y que se sacrificaron íntegramente por el bien de la Patria y la prosperidad del género humano. Los tiempos más difíciles de escribir, nos refería Eduardo Chao, son los muy distantes y los muy próximos al historiador; pues le sucede lo que al dibujante con las montañas; que de lejos sólo percibe los contornos, y al pie de ellas se ve distraído por los detalles y no abraza el conjunto. A estos conceptos, creo que debo agregar una nueva dificultad para el dictamen, y es la que tiene el historiador cuando dista mucho de conocer los acontecimientos en que se caracterizan los casos estudiados; pues, a su sentencia puede falta aquel requisito,

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porque un simple detalle en la ejecución de los hechos, o detalles inherentes sólo a la modalidad en el desarrollo y que se escapan a la mentalidad de los profanos en la materia, puede hacer mucha luz y tergiversar el dictamen final por el sendero de la más estricta injusticia. He aquí la razón porque se impone sean los profesionales en cualquiera de las ramas de la actividad humana, los que rectifiquen los conceptos históricos en los que involuntariamente han incurrido algunos de nuestros historiadores. Queda, pues, en evidencia el motivo que me impulsa a pedir la revisión del proceso que acusa al gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, culpable de “debilidad” en el combate del Segundo Huachi, aquel 12 de Septiembre de 1821; y, por consiguiente, responsable de aquel desastre para las armas libertadoras de la Real Audiencia de Quito.

PRIMER HUACHI 22-NOVIEMBRE-1820

1.- El 22 de Noviembre de 1820, las fuerzas realistas divididas en dos bandos, cruzan el río Ambato sin hallar resistencia por parte de los patriotas. 2.- El Coronel González con su tropa ejecuta un movimiento envolvente para comprometer el flanco enemigo. 3.- Este movimiento toma por sorpresa a Urdaneta, quien decide retroceder hacia el Sur de Ambato y organizarse en las llanuras de Huachi. El terreno escogido por Urdaneta era plano, lo cual favorecía el

uso de caballería; y, González decidió aprovechar esta ventaja. 4.- Cuando se encontraba a unos mil metros de las primeras filas de los patriotas, dispuso que cuatro Compañías de Infantería, a órdenes del Coronel Tamariz, ataquen por el flanco izquierdo, mientras tres Compañías azuzarían por el frente, con el fin de mantener al enemigo en combate. Pero, González tenía en reserva 200 soldados de caballería, que no participaron inicialmente en el combate. 5.- Se enfrentaron los dos ejércitos. Los patriotas obligan a retroceder a los españoles, pues su fuerza central es menor. 6.- Cuando Urdaneta no lo esperaba, avanza la caballería realista por los flancos y logra equilibrar el combate. 7.- La aparición de la caballería desordenó las tropas libertarias. El coraje de Hilario Álvarez, encargado de defender el flanco derecho, decayó al encontrarse en difícil situación y se retira junto a los soldados cuzqueños aliados que él comandaba.

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8.- La ausencia de Álvarez se sintió profundamente. Los patriotas fueron derrotados, sufriendo grandes pérdidas humanas. Pocos fueron los que pudieron escapar a la masacre.

SEGUNDO HUACHI Antecedentes: El plan de Aymerich para eliminar la resistencia guayaquileña se vino abajo gracias a las maniobras del ejército patriota al mando del General Sucre, quien no permitió que los contingentes españoles se reúnan para atacar Guayaquil. Los patriotas se sentían optimistas y Sucre, a toda prisa, planeó de manera inteligente la invasión hacia Quito. Planificó la siguiente estrategia: Dividir sus fuerzas en dos grupos para obligar a las tropas realistas a dispersarse y entrar en Quito por lados distintos, mientras que un tercer grupo bajo las órdenes del Coronel Santiago Lucio se apoderaría de Cuenca a fin de frenar cualquier intento español del lado Sur por evitar la liberación de Quito.

El plan se inició de la siguiente manera: El Coronel Illingworth con 300 soldados, se adelantó a Guaranda para recibir a Sucre, que hace su arribo el 2 de Septiembre de 1821. Por su parte, el Coronel Carlos Tolrá y el General Aymerich, decidieron bloquear el avance patriota en un lugar estratégico, en donde ya habían obtenido un triunfo sonado: Huachi. El General Sucre, ante esta situación decide esperar, ya que el sitio no era el más indicado para combatir; sin embargo, el 12 de Septiembre de 1821, el ímpetu del General José Mires lo impulsó a atacar a los realistas ante una ligera provocación. Hay que destacar que Huachi, era un plano árido y su suelo un arenal de grano muy fino. Cuando más empeñadas se encontraban las infanterías, un impetuoso viento del sudeste empezó a levantar espesas columnas de polvo que remolinaban, los realistas emplearon correctamente su caballería. Corrían de un lado a otro, levando nubes de polvo cada vez más densas, de suerte que los soldados patriotas, fatigados y con los ojos llenos de polvo y tierra, no podían distinguir un objeto a corta distancia. A la sombra de ese inesperado auxiliar, la caballería realista se fue acercando, y de pronto cargó a nuestra Infantería, que casi ciega quedó desorganizada, aunque no arrollada, pero no fue posible volver a entrar en formación.

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El Combate 1.- El General Mires, sin

esperar órdenes del

General Sucre, con su batallón inicia la persecución de las tropas realistas. 2.- El Batallón “Albión” sigue el mismo ejemplo y se dispersa en busca de los realistas que aparentan la retirada. Esto originó que las

tropas ingresaran a la zona de combate sin ningún tipo de disposiciones. 3.- Sucre

intenta organizar a los dos batallones y juntarlos con el de Santander, que empezaba a hacer su ingreso al campo de batalla. Los soldados comandados por Mires, muchos de ellos originarios del Chocó, inexpertos frente a caballerías, persisten en el combate sin una formación táctica. 4.- Sucede entonces lo que Tolrá y González estaban aguardando. La caballería enemiga, ordenada y disciplinada, aprovecha las llanuras y la desorganización de las tropas de los patriotas y embiste con toda la fuerza. No hubo nada que nuestros combatientes pudieran hacer. El General Sucre recibe varios golpes. Una vez más, los patriotas son derrotados y en desbandada una vez más logran huir del campo de combate en Huachi. Gráfico del Diario Super-2012, impresos en C.A. El Universo.

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Resumen: Se volvió a repetir el error del Coronel Rafael Urdaneta, esto es, enfrentar la infantería contra la caballería en campo abierto. Muy a su pesar, Sucre cedió la iniciativa a Mires, quien con la gloria de Yaguachi se empeñó en la acción. La infantería realista ocupaba una hacienda bien protegida por árboles y cercas, mientras que las patriotas avanzaban a descubierto, ya diezmados por la fusilería enemiga, cuando por el flanco toda la caballería realista con más de mil hombres se hizo presente. No es difícil imaginarnos la carnicería que se armó, más de mil realistas dejaron la vida, número mayor que las patriotas. El Segundo Huachi, con su catástrofe. Ochocientos hombres del lado patriota, entre muertos y heridos y no más de cincuenta prisioneros, entre ellos, Mires, y para colmo de males, perdido todo el armamento y municiones, fue el

balance negativo patriota. Ningún reparo me habría quedado por hacer, si cronistas militares que han narrado el mismo hecho de armas, y a quienes invitamos a destruir con razones la nobleza de nuestra tesis, no fueran en sus juicios tan concluyentes como aquellos historiadores que poco y casi nada conocieron del Arte Militar y juzgaron a priori operaciones de guerra. La influencia de ese dictamen sigue siendo avasalladora, en tanto la reputación profesional y la mancha de una responsabilidad enorme sigue pesando sobre uno de los soldados más destacados de América, del más virtuoso, honrado y leal que haya conocido esa singular generación de los que verdaderamente llamaron libertadores: Sucre. Para, un juicio histórico decisivo, no solamente se impone el análisis sucinto de los hechos, sino también se debe coordinarlos con el conocimiento exacto de la personalidad del protagonista, porque en las operaciones de guerra se refleja la modalidad del carácter que les impulsa; serán agresivas o vacilantes, de acuerdo a la energía y decisión del mando; y así, las operaciones serán el resultado del cálculo sereno que les asegura el éxito o el fracaso producido por la falta de carácter y energías del Comandante. Pero un revés sufrido por quienes supieron prevenir, asegurar y obrar a fondo, no será juzgado de la misma manera, en caso análogo, como a quienes no tomaron providencia alguna y se caracterizan siempre por la vacilación. Está por demás indicar que estos sucesos históricos no deberán ser juzgados con la mentalidad actual, bajo parámetros militares de esta época; pero, si debemos y podemos analizarlos para sacar conclusiones sobre los posibles errores tácticos, que sirvan de lección y de experiencia, para jamás volverlos a cometer. Es importante recordar que la Conducción Militar, trata de la planificación y dirección de las operaciones militares realizadas por un Comandante, en un escenario decisivo, con una fuerza competente y aplicando de manera armónica los Principios de la Guerra, (1) para lograr los objetivos previstos que permitan llevar al fin propuesto dentro de los límites determinados por el tiempo en el espacio; y, que dicha conducción militar se desarrolla en tres campos: Estratégico, operativo y táctico. La Conducción Militar Táctica, consiste en la preparación y ejecución de las operaciones tácticas que conforman la batalla. Se caracteriza por el control directo que efectúa el Comandante sobre las unidades subordinadas, con el objeto de lograr el objetivo táctico impuesto. Dentro de los Principios de la Guerra analicemos brevemente la Unidad de Mando, que “Asegura la unidad de esfuerzo bajo la responsabilidad de un Comandante". En la

CRNL Rafael URDANETA

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dimensión táctica es indiscutible que el empleo de fuerzas militares debe ser optimizado, de manera que se despliegue toda su potencia de combate bajo el criterio de la unidad de mando. Si el objetivo como principio de la guerra, significa dirigir y coordinar la acción de todas las fuerzas hacia una meta común; esto se lo puede hacer de mejor manera, concediendo a un solo comandante táctico la autoridad necesaria para dirigir y coordinar todas las fuerzas empleadas en pos de esta meta común.

El Mariscal Sucre como militar es una figura compleja y muy superior, para que mi pluma de principiante pueda trazar su silueta profesional; menos para que pueda cumplirse el fin en un simple artículo de revista; queda para mentes poderosas, para profesionales que, con gran acervo de conocimientos y experiencia, encontrarán motivos suficientes para escribir muchos tomos acerca de este singular Abel Americano. Sucre se había formado una verdadera escuela en las guerras de la independencia venezolana y granadina, desde 1810; pero su figura alcanza a descollar brillantemente sólo desde 1820, en que se incorpora al Estado Mayor del Libertador Bolívar. Como militar poseía grandes caudales profesionales: de carácter tenaz, metódico y sistemático en sus cálculos; ninguna de sus operaciones es violenta, rehúye los encuentros que, constituyendo un triunfo parcial, no le reportan grandes e inmediatas consecuencias favorables y definitivas. Gran organizador, siendo su mejor obra, la reorganización del Ejército del Perú, en la campaña de 1823 a 1824, cuya moral y disciplina habían sido socavadas por las ambiciones políticas internas y por la reacción realista y, cuyos avances, fue impotente de contenerlos San Martín. El Ejército del Perú estaba tan corrompido y desorganizado, como el de Italia de 1796, y su obra es muy semejante, en este caso a la de Napoleón I, quien logra salvar a Francia, y aquél, sellar la libertad de un continente, después de darles moral e inspirarles confianza a ejércitos corrompidos y desorganizados. Es avaro de la sangre de sus soldados; siempre economizó las fuerzas vivas de su instrumento de combate para las acciones decisivas. Por esto es que, en sus tres gloriosas campañas en el Ecuador y en la del Perú, los acontecimientos tácticos son pocos, pero llevan el sello de la decisión. En el campo estratégico era audaz: sus maniobras confundieron casi siempre a su adversario: gustaba mucho de esta operación (con especialidad aplicó en las campañas de 1821-22 y 1824, siendo las más notables: las del 5 al 10 de Septiembre de 1821; Guayaquil - Cuenca, enero de 1822; del 20 y 24 de Mayo de 1822 (Campaña de Quito); del 18 al 22 de Octubre de 1822 (Campaña de Pasto) y, Arequipa - Uchumayo (Campaña del Perú 1823 -24). Los reveces nunca amenguaron su férrea voluntad, y su inquebrantable perseverancia volvía a darle, a su turno, la victoria.

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Es panegirista de aquel principio napoleónico de la diversión de fuerzas y atención del adversario, para obrar sobre un punto preestablecido, (paso del Chibunga, 1822; operaciones del 19 y 20 de Mayo, 1822; paso del Guáytara, campaña sobre Pasto, 1823-25. (Primer período 18 al 22 de diciembre de 1822). Como Alejandro, como Federico II, como Napoleón I, deja siempre en el campo táctico una fuerte reserva, que en sus manos sabía hacer prodigios (Pichincha, segundo Taindalá, 22 de diciembre de 1822, Pasto, Ayacucho y Tarqui) y en más de una ocasión aseguró el triunfo; como sus maestros aplicó bien el principio de la masa, o sea de la economía de fuerzas, especialmente en Ayacucho. Supo aplicar también las maniobras por Líneas Interiores (operaciones del 17 al 22 de agosto de 1821. Segundo período de la campaña Libertadora en el Ecuador); que para ser cumplidas, debieron estar caracterizadas por la movilidad absoluta.

Aplicó exactamente aquel principio napoleónico: de la explotación integral de la victoria. Fue magnánimo con el vencido, proceder que le atrajo las simpatías de sus adversarios, de los que no pocos se pasaban a sus filas. A estas cualidades unía la de ser un hábil y sagaz político, con la gran virtud de estar exento de ambiciones. Siempre fue honrado y justo en sus procedimientos. Además, sus energías físicas estaban en pleno vigor. Cuando inició la campana de Quito, Sucre contaba con 26 años de dad, pues nació el 23 de febrero de 1795; y, según opinión de Bolívar “era la mejor cabeza organizada de Colombia”; “en quien habían madrugado los dones del espíritu”. Desde los 27 años cumple sus mejores hazañas, como sólo pudieron cumplir sus grandes hechos en la Historia Militar y de la humanidad, los colosos en quienes culminó el genio prematuramente: como Alejandro Magno, a los 28 años; Bolívar a la misma edad del Macedonio; Napoleón I a los 27; Turena a los 33 y Gustavo Adolfo a los 38. Ciertamente, en Sucre, “habían madrugado los dones del espíritu”. Sucre interviene en la campaña de Quito, sólo desde el segundo período, como Comandante en Jefe de Operaciones; después de las inimitables maniobras interiores de los días 17 al 22 de agosto de 1821, que le dieron el triunfo en Cone (19 de agosto) y el quebrantamiento de la ofensiva realista en su desarrollo de doble acción, es cohibida su iniciativa en Guayaquil: ligado a “estrechas instrucciones” (2), e impulsado a tomar prematuramente la ofensiva estratégica. ¿De dónde dimanaban estas “estrechas instrucciones”? ¿Acaso del Generalísimo de la Guerra, Libertador Simón Bolívar? Sus instrucciones son muy claras (las del 11 de enero de 1821); en lineamientos generales traza a Sucre el plan de campaña o sea la determinación del principal objetivo estratégico; y, en cuanto al plan de operaciones, deja a entera iniciativa del Comandante en Jefe, pudiendo obrar, en consecuencia, de acuerdo con las necesidades y circunstancias. Grave peligro será siempre el que elementos ajenos a la profesión intervengan en los problemas de la guerra, ya se llamen esos elementos “Consejos Áulicos”, “Directorios”, o “Juntas de Gobierno” ... Seguramente, Francia habría ido al fracaso, a pesar de los esfuerzos del Directorio en el que Carnot lleva la preponderancia sobre los problemas de

Gral. José MIRES

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defensa armada, si después Napoleón no concentra en sí el mando de las tropas de Italia en 1796, con lo cual dio comienzo a la dictadura militar, que acabó por salvar a Francia y llevar a los demás países, por medio de las armas, la propagación de los grandes principios proclamados en 1789. Acá una Junta de Gobierno se arroga atribuciones militares y sus primeras órdenes trajeron como consecuencia el desastre de Tanizagua (3 de enero de 1821); y, ahora, sus “estrechas instrucciones” son el prólogo de su desgraciada obra, cuyo epílogo se escribirá con sangre y con las puntas de las bayonetas en las llanuras de Huachi. A raíz del combate de Cone, todos vieron la oportunidad de destruir al Ejército Realista; sólo el Comandante en Jefe se apartaba de esa creencia general y juzgaba de distinta manera esa oportunidad, porque, si el combate de Cone aumenta la moral de las tropas, de ninguna manera, este solo acto pudo capacitarles, en relación a su adversario, técnica, material y numéricamente. Esta opinión pública y aquellas “estrechas instrucciones”, no podían sino contrarrestarse con una dictadura militar; pero, seguramente, esto hubiera venido en perjuicio de la política colombiana, aunque si habría sido beneficiosa para las operaciones. Sólo con el ánimo de formar antecedentes, y porque viene a nuestro propósito, esbozaremos a grandes rasgos el curso de las principales operaciones que, en conjunto, forman los preliminares de Huachi. Ninguna oposición y dificultades tuvo la ofensiva revolucionaria, hasta que puso pie en las comarcas interandinas del país, con la ocupación de Guaranda, el 5 de septiembre. En tanto, 300 hombres fueron desplazados por la vía Zapotal - Angamarca para que operaran a las espaldas del enemigo y cortaran sus comunicaciones Al mismo tiempo Aymerich ocupaba Riobamba con 1.500 bayonetas y 600 sables, fuerza a la cual los revolucionarios sólo podían oponer 1.300 hombres de infantería y 150 de caballería. Desde el primer momento se nota que, por inferioridad numérica, Sucre tenía que maniobrar y ser móvil; y, en efecto, desde el 6 inicia una maniobra excéntrica sobre el flanco izquierdo del enemigo, intentando caer a sus espaldas y cortarle el puente del río Mocha; pero por la estreches del teatro de operaciones; limitado por las dos cordilleras de los Andes, y por la escasez de vías de comunicación, ambos contendores se mueven paralelamente, casi rozándose, lo que dificulta los designios de Sucre. Aymerich, Comandante en Jefe realista, descubre la intención de Sucre y, como marcha por el camino más corto, logra ganar el paso del río Mocha (10 de septiembre), desbaratando, con esta operación, el plan estratégico de su enemigo, y alcanzando para sí, libertad de acción y de maniobra. De esto y de los demás acontecimientos habidos en las demás campañas del interior del país, que las hemos estudiado, por la estrechez del teatro de operaciones y por la falta absoluta de vías estratégicas, estas campañas son de corta duración y se han resuelto no por la maniobra, sino por el choque inevitable. Todas tienen estas dos únicas características, influyendo también, para la primera conclusión que hemos sentado, la poca densidad de nuestra población, por lo cual se ha operado siempre con reducidos efectos de tropas. A partir de entonces, ya a Sucre lo sería difícil volver a iniciar una nueva maniobra, por cuanto los realistas, que están hacia el Norte, tomarían posiciones de espera por cualquiera vía que los revolucionarios hubieran pretendido hacerlo. Y era lo que convenía precisamente a los realistas, obligar a su adversario a combatir, para poder sacar, lo

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antes posible, la mayor ventaja de su potencialidad numérica; en tanto que para Sucre, un combate de encuentro, le sería siempre desfavorable. El Comando revolucionario queda, pues, en la disyuntiva de rehuír la acción o empeñarse en ella con pocas probabilidades; y en este caso le conviene más bien desarrollar una acción táctica por sorpresa o quedarse en determinadas posiciones, para obligar a su adversario a atacarlo: sólo así se equilibraba con la sorpresa o con la calidad de las posiciones elegidas, el número y la capacidad técnica de sus tropas, con relación a las de su adversario. El día 10, los realistas habían alcanzado Ambato; el 11 reconocían Huachi, con el deliberado intento de contramarchar a este lugar, para sorprender en su avance a los revolucionarios. “Huachi es una vasta llanura arenosa, de extensión de más o menos 15 kilómetros, ligeramente ondulada, sin ninguna elevación considerable; y se halla limitada al Sur por la quebrada Terremoto; al Este por la quebrada Pachanlica; y al Norte y Oeste, por el río Ambato”. “Un combate en este terreno no permite un avance seguro, porque no existen obstáculos contra el fuego y la vista; el triunfo corresponderá a la tropa que más maniobre, y dependerá en gran parte de la energía en la ejecución y de un avance metódico y tenaz”. “Está caracterizado este terreno para al óptimo empleo del arma de caballería (3). En efecto, en la mañana del 12 los realistas ocupan esta posición de espera, ubicando la tercera parte de los efectivos de Infantería en primera línea y asegurando sus flancos con dos Escuadrones de Caballería cada una. Como segunda línea de batalla, y a la vez como reserva, queda el resto de Infantería y Caballería. Esto ordenamiento pertenece al tipo clásico de la época. Como era natural, con la perspectiva de encontrarse de un momento a otro con el adversario, los revolucionarios, a partir del día 10, ejecutan sus movimientos con toda precaución y mesura, lo que trajo como consecuencia la pérdida de celeridad. Veamos lo que manifiesta el Coronel Cayetano Cestaris, Primer Comandante del Escuadrón “Dragones", y Jefe Interino del Estado Mayor de la División Republicana, a raíz del combate de Huachi, y transcribo algunos acápites del parte que, en cumplimiento de su elevado cargo, eleva a la superioridad; parte contraído a detallar la acción de armas que nos ocupa. El análisis de este documento nos servirá para realizar nuestras propias conclusiones. “El 12 del corriente (septiembre), salió la División de Pilahuín a las seis de la mañana, para ir directamente a Ambato. A las 10 llegó a Santa Rosa, donde se confirmó la noticia recibida en marcha, que el enemigo bajaba al llano de Huachi. El Sr. Comandante General (Sucre) marchó en persona para reconocer la fuerza enemiga; pero le fue imposible a causa del viento que levantaba nubes de polvo”. Nótese que fracasa este primer intento de reconocimiento. “A las 11 y media se continuó la marcha”.... “Mas se conoció bien pronto que ellos (los realistas) eran más adelante y que sin duda habrían ocupado el puente (del río Ambato). Entonces el señor Comandante General mandó a hacer alto de frente a la Hacienda de Huachi; hizo formar los cuerpos en columna, los “Dragones” a los flancos, y mandó una guerrilla de caballería que se acercase al enemigo, con el objeto de reconocer sus fuerzas y posiciones. “Marché yo mismo con la guerrilla”… “Me fue imposible descubrir el campo contrario (se le opusieron patrullas de caballería)”… Nuevamente se observa que fracasa un segundo reconocimiento.

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“Di parte al señor Comandante General, que estaba observando con su anteojo; consulto al señor General Mires sobre las disposiciones que debían tomarse, opinando él (Sucre) por evitar el combate; y por último, resolvieron bajar en columnas hasta la cerca y la casa de dicha hacienda, donde había arboleda y una chamba, que abrigaba a nuestra infantería de cualquier tentativa del enemigo”... Para nuestras conclusiones será preciso no olvidarnos que, después de conferenciar el Comandante en Jefe con el señor General Mires, no llegó a conclusión alguna, Sucre decidió sólo como medida preventiva; y aconsejado por la prudencia, que fueran sus tropas tras la hacienda de Huachi, donde estarían a salvo de cualquier tentativa del enemigo. El parte en mención dice: “El señor Comandante General previno al señor General Mires que marchase con los cuerpos cerrados en columna conforme estaban, y, pasando la chamba, los apoyase contra la casa y se mantuviese firme, en tanto que él se dirigía al bosquecito para descubrir la infantería enemiga”… Esta orden es terminante para el señor General Mires: “que se mantuviese firme”; es decir, que no empeñara combate... Cestaris indica que, “el señor General Mires mandó marchar la Compañía Cazadores del 2°. Batallón con su Edecán Castellano para desalojar unos piquetes de Caballería (raro que para esta operación no se haya empleado caballería), que estaban muy inmediatos. Vi que dicho Batallón, en lugar de seguir el movimiento del “Albión”, seguía a los Cazadores, por cuyo motivo corrí a averiguarlo la causa; y el señor Alcázar (Primer Comandante del 2º. Del “Libertadores”), me dijo que así lo había ordenado el Sr. General Mires”... La orden de Sucre, fue de mantenerse firmes, en tanto él reconoce, no se cumple. Agrega Cayetano Cestaris, “llegó el resto del Batallón Guayaquil, (2º. del “Libertadores”), que comenzó el fuego, y después “Albión” (que había venido sin orden), que lo rompió inmediatamente por la derecha del enemigo”. “En este momento vino el Edecán Jordán repitiendo la orden del señor Comandante General al señor General Mires y a mí, para que los cuerpos, formados en columna, en masa se apoyasen en la casa y permaneciesen firmes; pero ya estos dos batallones estaban en batalla y bastante separados, empeñados vivamente en el fuego”… Este acápite es el más concluyente y arroja mucha luz en el asunto, lo comenta posteriormente. En cuanto a la sinceridad del documento, la personalidad de Sucre lo garantiza plenamente: “siempre fue honrado y justo en sus procedimientos”. Hecha la aclaración anterior, me resta manifestar a los lectores que ningún análisis técnico realizaré sobre los movimientos estratégicos y el desarrollo táctico integral de Huachi; sólo haré algunas consideraciones a los párrafos del ya referido parte del combate. En primer término, se conoce que había fracasado todo intento de reconocimiento sobre los efectivos y posiciones del enemigo, aún el reconocimiento de fuerza, efectuado por el “Dragones”; y nada se consiguió de un enemigo astuto, que se guardó bien de mostrar sus fuerzas al pequeñísimo núcleo de tropas enemigas. Ante un fracaso así, ningún plan táctico podía concebir el Mando, y nada más lógico que rehuír una acción que se desarrollaría al ocaso. He aquí por qué Sucre opinó que no era razonable empeñarle en una acción sin un plan preconcebido.

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A lo anterior, debemos añadir una de las características profesionales de Sucre: rehuía las acciones que no le eran definitivas. En el presente caso, comprendió que aún no era llegado el momento. Buscaría la oportunidad para conseguir aquel fin. Formada así la opinión del Comandante en Jefe, sobre bases justas y razonables, y sumada además su entereza de carácter, me permito juzgar que ninguna influencia pudo desorientar al Jefe que, como Sucre, tenía una visión clara y valoraba perfectamente los problemas que se presentaban, por inesperados que fueran. Es así como hasta el momento que, por un resabio de la fortuna, se desarrolló la acción intempestivamente. Sucre controlaba sus movimientos y los ajustaba por el momento a lo que le aconsejaba la experiencia profesional, su prudencia bien comprobada. En los preliminares de la acción, nada nos descubre el que Sucre haya pecado por vacilación o inexperto. El hecho de haber consultado al General Mires sobre las disposiciones que debían tomarse, tampoco puede implicar vacilación por parte de Sucre; la cortesía y la prudencia lo aconsejaban. Las opiniones de Mires por aceptar el combate, no influyeron de manera alguna en el ánimo del Comandante en Jefe, quien siempre creyó inoportuno el empeñarse en esta acción, para cuyo desarrollo se presentaba la dificultad de no poderse elaborar el plan táctico, por la carencia de datos. Si después de aquella conferencia, Sucre ordenó a Mires conducir las tropas hasta la hacienda de Huachi, no olvidemos que ello fue solamente una medida preventiva para evitar cualquier intento de reconocimiento o ataque de los realistas; y en esta nueva posición debían mantenerse firmes, en tanto Sucre se adelantaba a un pequeño bosque en su izquierda con el ánimo de efectuar desde allí algunos reconocimientos sobre fuerzas y posiciones adversaria, requisito sin el cual ninguna disposición podía tomarse para combatir. El General Mires encargado de la ejecución de este movimiento y de mantener firmes las fuerzas tras la hacienda, faltó al cumplimiento de la segunda parte; y, con gran aturdimiento, no sólo muestra sino que compromete casi todas sus fuerzas sólo a la presencia de pequeñas patrullas de caballería que intentaban un reconocimiento, pudiendo contrarrestar con caballería o por el fuego de la infantería "que ningún riesgo corría, porque parapetada tras las cercas de la hacienda, difícilmente sería desalojada, aun interviniendo todas las fuerzas realistas”. Efectivamente. Sucre, desde el bosque a donde fuera por intentar un nuevo reconocimiento, para estudiar la situación que se le presentaba, y hechas sus primeras observaciones, reitera la orden por conducto del Capitán Jordán, de mantenerse firmes y en masa tras de la hacienda; (4) pero esta orden llega cuando las dos terceras partes están empeñadas en la lucha, y lo que es peor, dejando un gran claro en el centro, por donde el enemigo podía poner cuña... Me pregunto: ¿Cuáles fueron las intenciones de Sucre, al reiterar dicha orden al General Mires? ¿Combatir, resistir parapetado tras las zanjas de la hacienda o retirarse? .... Sea cual fuere las respuestas, lo cierto es que el General Mires, Subjefe de Operaciones, se arrogó atribuciones que no le correspondían; es decir, empeñó combate sin orden y sin la intervención del Mando Superior, quien aun no había prefijado el plan táctico que, si lo tuvo ya en su mente, la “imprudencia” de Mires lo desbarató por completo, sin darle tiempo para su ejecución. Luego del análisis realizado, cabe preguntarse: ¿Cuál fue la “debilidad” de Sucre? ¿Cómo es que se manifiesta su falta de carácter? Francamente no encontramos ni lo uno ni lo otro, porque él no ordenó el combate ni estuvo presente cuando se inició; intervino después. Como es lógico, no podía dejar solos a los suyos empeñados en el combate; era su Jefe Superior y se vio, por consiguiente, envuelto en esa lucha, a donde una mueca del destino, el espíritu de solidaridad, su valor a toda prueba y el noble afán de salvar a sus soldados, o el de arrancar, en medio de lo imposible, a la diosa Fortuna

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Luis PACHECO Manya

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un lauro más para entretejer con ella la diadema inmortal de la República, y afianzar el imperio de la Libertad, lo llevó, a esa lucha que principió perdida .... Tampoco vemos cómo con esta conducta, que se esfuerza por rehacer los batallones dispersos en la llanura y busca una oportunidad para tentar la fortuna, haya “debilidad” por parte de Sucre, quien en el curso de la acción fue herido en la mano izquierda. Su conducta es altamente recomendable, y no vemos ni por un momento aquella “debilidad” de que se le acusa a este noble cumanés, a este hidalgo soldado que, de haber nacido en la época Antigua, lo habríamos encontrado, seguramente, como el mejor espartano, junto a Leonidas. Se pretende echar una sombra en la limpia, honrada y perfecta carrera profesional de Sucre. ¿Por qué? Talvez por falta de comprensión o de análisis del proceso que ha motivado ese fallo, a todas luces injusto. El procedimiento correcto, leal, honrado del virtuoso Sucre, lo reconocieron el Gobierno de Colombia y el mismo Libertador; pues este último no accedió a la petición que en una correspondencia le hacía… “Si Ud. conserva alguna amistad por mí, recibiré un favor de su amistad, si sujeta mi conducta militar a un Consejo de Guerra. Yo deberé a Ud. este bien, como recompensa a mis trabajos en el Sur y aun me permitirá Ud., que lo exija, para vindicar mi honor”... Mi opinión está formada; Sucre no es responsable del desastre de Huachi, menos, de haber incurrido en la “debilidad” de que se le pretende inculpar. Comparto la opinión del señor Carlos H. De La Torre, que para nosotros, la vida profesional del vencedor del Pichincha, Taindalá, Pasto, Ayacucho y Tarqui, no tiene mancha alguna; y entre la constelación grandiosa de Alejandro, Aníbal, Julio César, Gustavo Adolfo, Federico II, Napoleón Bonaparte y Bolívar, brillará siempre con luz propia y refulgente, que alcanzará a iluminar mientras este planeta, antes de quedar frío y petrificado como la Luna y sin habitantes ni vegetación, gire en el espacio infinito, hasta ser detenido por la mano del Tiempo y la voluntad del Hacedor de todas las cosas.

(1) Manual de Conducción Táctica, CAPT-I Marlon Luna.- 2006. Los Principios de la Guerra. (Objetivo, Libertad de Acción, Ofensiva, Masa, Economía de Fuerzas, Unidad de Mando, Seguridad y Sorpresa).

(2) Carta de Sucre al Libertador, después de Huachi.- Cevallos, tomo II

(3) “Apuntes de Historia Militar Nacional”. “Campaña Libertadora en el Ecuador: 1820 – 1822”. “Primer período”. Capitán

Carlos H. de la Torre.- pág. 97 (Texto de los Cadetes de la Escuela Militar). (4) El Capitán don Manuel Jordán, sirvió como Edecán de Sucre, hasta la terminación de la Campaña de Quito.